M1 Sepsis y Endocarditis Infecciosa
M1 Sepsis y Endocarditis Infecciosa
M1 Sepsis y Endocarditis Infecciosa
Objetivos 1
Introducción 1
Sepsis 1
• Definición 1
--Puntuación SOFA 2
--Comparación de las definiciones 4
• Epidemiología 5
• Fisiopatología 6
• Manejo prehospitalario 7
• Evaluación en el servicio de urgencias y emergencias 7
--Historia 8
--Examen físico 8
--Estudios complementarios 11
--Diagnósticos diferenciales o simuladores 12
--Tratamiento 17
--Poblaciones especiales 26
--Mortalidad de la sepsis en el servicio de emergencias 27
Endocarditis infecciosa 28
• Factores de riesgo 28
• Clasificación 29
• Fisiopatología 29
• Diagnóstico 31
--Manifestaciones clínicas 32
--Laboratorio 33
--Ecocardiograma 34
--Otros estudios 34
INTRODUCCIÓN
La sepsis es un síndrome heterogéneo y variable, un cuadro común y potencialmente mortal que requiere un re-
conocimiento temprano y un rápido manejo. El diagnóstico y el tratamiento de la sepsis y el shock séptico son
aspectos fundamentales para los médicos de emergencias. En el año 2016 surgieron nuevas definiciones que se
desarrollarán a lo largo de este módulo.
En este módulo también se desarrollará la endocarditis infecciosa, entidad que tiene una alta tasa de mortalidad,
por lo que la mayoría de los pacientes con sospecha de tener la enfermedad requerirán ingreso hospitalario para
estudio y tratamiento. En este sentido, cabe señalar que la presentación puede ser aguda o subaguda y que el diag-
nóstico puede ser difícil.
SEPSIS
La sepsis es consecuencia de una infección sistémica que ocasiona una respuesta desregulada y potencialmente
mortal. Las alteraciones inmunitarias inducidas por la invasión de gérmenes patógenos o por lesiones tisulares dan
lugar a las características inflamatorias e inmunosupresoras de la entidad, que causa disfunción orgánica y puede
llevar a la muerte. La sepsis puede conducir a alteraciones celulares y a déficits de la perfusión tisular, causando
shock.
Definición
El diagnóstico de sepsis ha experimentado cambios desde su definición inicial en 1991, a partir del denominado
síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), que implicaba un conjunto de signos clínicos y de laboratorio,
de etiologías variadas, de diferente gravedad y tratamiento.
En el año 2016, varias sociedades científicas, entre ellas la Society of Critical Care Medicine y la European Society
of Intensive Care Medicine, recomendaron que la sepsis se definiera como una disfunción orgánica potencialmente
mortal causada por una respuesta desregulada del huésped a la infección.
Puntuación SOFA
La escala más empleada para medir la gravedad de la disfunción orgánica es la puntuación SOFA (Sequential Organ
Failure Assessment), que se muestra en la Tabla 1. En esta escala, cuanto mayor sea la puntuación obtenida, mayor
será la probabilidad de mortalidad.
El shock séptico se debe definir como un subgrupo de sepsis en el que profundas alteraciones circulatorias, celu-
lares y metabólicas se asocian con mayor riesgo de mortalidad que la sepsis sola.
Los pacientes con shock séptico necesitan vasopresores para mantener una presión arterial media (PAM)
≥ 65 mmHg y cifras de lactato sérico > 2 mmol/l en ausencia de hipovolemia.
Como la puntuación SOFA requiere muchos parámetros, varios de los cuales son de laboratorio y conllevan tiempo,
se elaboraron los criterios Quick (qSOFA), con parámetros que se pueden obtener a la cabecera del paciente de
manera rápida:
• Frecuencia respiratoria ≥ 22/minuto.
• Alteración del estado mental con una puntuación en la Escala de coma de Glasgow < 15.
• Presión sistólica ≤ 100 mmHg.
La presencia de ≥ 2 parámetros qSOFA sugiere sepsis y predice mala evolución. Si el valor es > 2, se debe realizar
la puntuación SOFA.
Es necesario tener en cuenta que las puntuaciones qSOFA y SOFA no representan por sí solas una definición de
sepsis.
Estas definiciones fueron incorporadas en el año 2016 en la guía de la campaña “Sobreviviendo a la sepsis”.
En las nuevas definiciones, para realizar los cambios se tomaron en consideración nuevos conocimientos sobre la
fisiopatología de la sepsis, la falta de sensibilidad y especificidad de los criterios de SRIS y el enfoque excesivo en
la inflamación. En la definición actual se enfatiza la disfunción orgánica, la cual se puede cuantificar utilizando la
puntuación SOFA (Tabla 2).
El concepto “sospecha de infección” representa el componente subjetivo de la definición. La sepsis puede inducir
una disfunción de órgano diana “oculta”, por lo que siempre se debe investigar la disfunción orgánica en presencia
de infección. Una infección no reconocida puede producir una nueva disfunción orgánica, y una disfunción orgáni-
ca “inexplicada” obliga a considerar la presencia de una infección subyacente.
Las puntuaciones qSOFA y SOFA son predictores de mortalidad, no test diagnósticos de sepsis. Ambas pueden
estar elevadas en pacientes sin sepsis.
La puntuación qSOFA puede ser menos específica en enfermedades que causan hipotensión, taquipnea o confu-
sión, y algunos de los tres componentes pueden representar:
• Una anormalidad espuria (poca relación con el proceso activo).
• Una anormalidad primaria (consecuencia local de un proceso de enfermedad que primariamente afecta al órga-
no).
• Una anormalidad secundaria (consecuencia remota de un proceso que primariamente afecta a otro órgano).
Figura 1. Criterio clínico operacional para identificar pacientes con sepsis y shock séptico.
Actualmente no hay un acuerdo entre distintas sociedades con las nuevas definiciones. El American College of
Chest Physicians (ACCP), que fomentó las conferencias y definiciones de 1991 y 2001, está en contra de estas nue-
vas definiciones. La Infectious Disease Society of America y las distintas sociedades de Medicina de emergencia y
las sociedades de Medicina interna no se han adherido aún a las nuevas definiciones y las toman con cautela.
Epidemiología
La sepsis es un problema de salud pública de peso importante. Se calcula que afecta a 19 millones de personas por
año en el mundo, y en Estados Unidos motiva aproximadamente 850.000 visitas anuales a los servicios de emer-
gencias. Es un síndrome letal y costoso, que ocasiona 1 muerte cada 4 casos. Además, es la principal causa de
reingreso hospitalario y la principal causa de muerte en terapia intensiva.
Aplicando las nuevas definiciones, la mortalidad es del 10% para la sepsis y del 40% para el shock séptico. Se ha
observado un aumento de casos: de 600.000 en el año 2000 a 700.000 en el año 2007.
A diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades, como el infarto agudo de miocardio o el accidente cere-
brovascular o “ataque cerebral”, casi el 90% de la población nunca ha oído la palabra sepsis y, por lo tanto, no la
reconoce como una emergencia.
En general, las infecciones bacterianas se deben a bacterias grampositivas, que predominan sobre las infecciones
por bacterias gramnegativas, particularmente en las infecciones adquiridas en la comunidad. Sin embargo, en las
unidades de terapia intensiva, las infecciones por bacterias gramnegativas con creciente resistencia antimicrobia-
na superan a las infecciones por bacterias grampositivas.
Cuando una infección comienza a tener repercusión sistémica, se pueden originar alteraciones en el sistema in-
munitario que desencadenan la producción de mediadores inflamatorios e inmunosupresión. Estos fenómenos sis-
témicos pueden mantenerse independientemente de la infección inicial. En presencia de una infección se produce
una interacción entre mediadores proinflamatrios y antiinflamatorios (interleucinas, factor de necrosis tumoral, in-
terferón), con diversas consecuencias. Se presentan entonces disfunción endotelial y alteraciones en la microcir-
culación, con hipercoagulabilidad y fibrinólisis. Consecuentemente, hay un aumento de la permeabilidad vascular
con pérdida de líquidos del compartimento intravascular, vasodilatación con hipotensión arterial e hipoperfusión
tisular con hipoxia, todo lo cual lleva a la disfunción multiorgánica.
Desde el punto de vista hemodinámico, el shock séptico es de tipo distributivo, con una precarga disminuida, una
resistencia vascular periférica disminuida y un volumen minuto aumentado o disminuido dependiendo del estadio
del cuadro. También tiene un componente hipovolémico dado por la pérdida de fluidos por fiebre, diaforesis, vómi-
tos, diarrea, disminución de la ingesta y poliuria en la diabetes mellitus.
El cuadro clínico dependerá de la virulencia y tipo de germen, del sitio y tamaño del inóculo, de la enfermedad pre-
disponente y del estado y reactividad del sistema inmunitario del huésped. Un germen agresivo puede causar sep-
sis en un paciente sano, mientras que un germen banal puede generar una sepsis en un paciente inmunodeprimido.
La inmunosupresión puede ser consecuencia de factores como edad extrema, embarazo, infección por el virus de
la inmunodeficiencia humana (VIH), diabetes mellitus, desnutrición, neoplasia maligna, quimioterapia, radioterapia,
corticoterapia, alteraciones hereditarias, fibrosis quística e inflamación sistémica.
Los pacientes con sepsis usualmente tienen apariencia de estar enfermos, pero algunos aparentan estar no tan
comprometidos y su diagnóstico inicial puede ser difícil. Se pueden presentar pacientes con un espectro variable
de signos mínimos de sepsis, hasta pacientes con shock séptico y fallo multiorgánico. La mortalidad a 28 días según
el número de fallos orgánicos es de:
• 6% para 1 fallo orgánico.
• 13% para 2 fallos orgánicos.
• 26% para 3 fallos orgánicos.
• 53% para ≥ 4 fallos orgánicos.
Manejo prehospitalario
La incidencia de sepsis en los sistemas prehospitalarios de Estados Unidos es del 3,3%. Entre el 40% y el 70% de
todos los casos de sepsis grave que se presentan a los servicios de emergencias ingresan a través del sistema de
ambulancias.
Para la detección de la sepsis a nivel prehospitalario se ha elaborado una escala de detección temprana de sepsis
prehospitalaria denominada PRESEP (Prehospital Early Sepsis Detection), que se basa en un estudio alemán rea-
lizado con médicos en ambulancias en 2015. El sistema presenta la siguiente puntuación, según cada signo vital:
• Temperatura > 38 °C: 4 puntos.
• Temperatura < 36 °C: 1 punto.
• Frecuencia cardíaca > 90/minuto: 2 puntos.
• Frecuencia respiratoria > 22/minuto: 1 punto.
• Saturación de O2 < 92%: 2 puntos.
• Presión arterial sistólica < 90 mmHg: 2 puntos.
Se debe realizar una revisión por sistemas en búsqueda de fiebre, dolor de cabeza, confusión, dolor de cuello, tos,
disnea, astenia, dolor abdominal, dolor de espalda, dolor en flanco, disuria, urgencia o frecuencia miccional, hema-
turia, dolor en las extremidades, erupción en piel y mucosas, cambios de temperatura y color en la piel.
Algunos pacientes presentan sepsis sin fiebre, como puede ocurrir en los de la tercera edad, los que tienen inmu-
nodepresión o los que son portadores de neoplasias.
Examen físico
La evaluación inicial debe incluir un análisis rápido de la vía aérea, la respiración, la ventilación y la circulación,
seguido de inmediato de la evaluación de signos vitales y de la glucemia, para valorar la estabilidad clínica.
Los pacientes con hallazgos críticos como hipoxia, dificultad respiratoria, hipotensión, signos de hipoperfusión,
hipotermia, hipertermia o hipoglucemia deben ser tratados de inmediato con oxígeno, intubación endotraqueal,
reanimación con líquidos intravenosos, uso de vasopresores, calentamiento o antipiréticos y dextrosa.
Tras el examen físico completo, debe realizarse una valoración inicial de la escala de coma de Glasgow (GCS), a fin
de evaluar la función neurológica.
En pacientes con shock, la historia y el examen físico junto con los parámetros fisiológicos permitirán la identifica-
ción de la etiología. Se deben evaluar los signos de hipoperfusión tisular, incluyendo estado mental alterado, piel
moteada o húmeda, oliguria, presencia de hipotensión arterial y nivel elevado de lactato sérico.
Es necesario tener sospecha diagnóstica de sepsis como causa del cuadro en un paciente con:
• Síndrome febril de causa desconocida.
• Presencia de un foco primario de infección.
• Inmunosupresión.
• Evidencias o sospecha de focos supurativos viscerales por siembra hematógena o por contigüidad.
• Presencia de SRIS con inestabilidad hemodinámica o disfunción orgánica.
• Disfunción multiorgánica de causa desconocida.
• Shock de causa inicialmente desconocida que se instale en pleno estado de salud o en el transcurso de una
enfermedad preexistente.
El reconocimiento clínico precoz de la sepsis en el servicio de urgencias requiere un alto grado de sospecha. La
falta de un “patrón oro” como biomarcador para la sepsis ha llevado al desarrollo de sistemas de puntuación, nin-
guno de los cuales tiene las características de prueba ideal. Por lo tanto, se recomienda que las herramientas para
detección de la sepsis sean altamente sensibles y moderadamente específicas, dada la letalidad de la enfermedad
cuando no se trata de manera urgente o no se diagnostica.
Aunque las nuevas definiciones tienden a reemplazar, por su falta de sensibilidad y especificidad, los criterios de
SRIS en el diagnóstico de sepsis grave, estos pueden seguir teniendo un rol útil en la evaluación inicial, dada la
familiaridad del personal con los criterios y su facilidad de uso.
A la llegada del paciente, si se sospecha infección debido a los síntomas principales y se recurre a la puntuación
qSOFA, en la mayoría de los casos los pacientes con puntuaciones positivas deben ser llevados a un área crítica
donde se pueda iniciar la valoración y el tratamiento de la sepsis.
Para los pacientes con una puntuación qSOFA negativa, pero en los que se mantiene la sospecha de sepsis, la de-
tección inicial debe incluir pruebas de laboratorio a fin de diagnosticar disfunción orgánica, así como estudios de
imágenes para identificar la fuente de infección.
Se debe considerar la posibilidad de calcular una puntuación SOFA para evaluar la disfunción orgánica. Los pacien-
tes con una fuerte sospecha de infección con puntuación qSOFA positiva, lactato sérico > 2 mmol/l o una disfun-
ción de órgano diagnosticada recientemente deben ser tratados como si tuvieran sepsis.
Puede haber sepsis sin dos o más elementos del SRIS. La puntuación qSOFA es para predecir mala evolución, no
para cribado de sepsis en el servicio de emergencias.
Los pacientes de la tercera edad, con inmunodepresión o desnutrición pueden tener una presentación atípica, y
siempre debe tenerse presente que los fármacos que modifican signos vitales y tienen influencia sobre los resul-
tados de laboratorio pueden alterar los valores basales y sus respuestas, como ocurre con los betabloqueantes y
los corticoides.
Estudios complementarios
→→ Laboratorio
Las pruebas de laboratorio tienen como objetivo identificar la disfunción orgánica y evaluar el origen de la infección.
Se debe solicitar hemograma completo con recuento de plaquetas, función renal con urea y creatinina, ionograma
plasmático, hepatograma, tiempo de protrombina y tiempo de tromboplastina parcial activado, estado ácido-base
y lactacidemia.
Actualmente, en el manejo de pacientes con sepsis y niveles de lactato elevados se recomienda la normalización
o aclaramiento (clearance) del lactato. También se puede, como objetivo de la resucitación de sepsis, lograr una
saturación venosa central de oxígeno (SvcO2) > 70%, aunque esta medida ya no se recomienda, dado que no ha
demostrado mejorar el cuidado estándar y además requiere la colocación de un catéter venoso central.
El lactato, sin embargo, puede ser medido en el servicio de urgencias mediante una muestra venosa o arterial. Se
cree que el lactato elevado se debe a la hipoxia que sufre el tejido y a la alteración de la respiración aeróbica que
conduce a glucólisis anaeróbica en pacientes con shock. Se debe realizar la determinación dentro de los 15-30 mi-
nutos desde la toma de la muestra. El valor normal es < 2 mmol/l.
El aclaramiento de lactato es útil para evaluar respuesta a la terapia, y se considera con valor pronóstico la dismi-
nución de al menos un 10% del nivel inicial a las 2 horas de la resucitación inicial. Cuanto más se tarde en normalizar
o cuando no se normalice, peor será el pronóstico.
Se deben obtener sin demora dos sets de hemocultivos previos a la administración de antibióticos con un
volumen total mínimo de 20 ml. Se pueden emplear otros estudios microbiólogicos en función del foco, como el
estudio del esputo/minilavado broncoalveolar (mini-BAL), el urocultivo, el examen de líquido pleural, el examen
de líquido ascítico, el cultivo de punta de catéter, el retrocultivo y los cultivos de líquido cefalorraquídeo, de
material purulento de piel y tejidos blandos o de lecho quirúrgico.
Debido a la morbilidad y la mortalidad asociadas con la sepsis, y en particular el shock séptico, la identificación y
la reanimación rápida son vitales. Los sistemas de clasificación en el servicio de urgencias y emergencias están
diseñados para clasificar a los pacientes en diferentes categorías según la gravedad de la enfermedad, mediante
los signos vitales, el síntoma principal y el examen físico dirigido.
El primer contacto con el paciente puede proporcionar una gran cantidad de información para reconocer la sepsis.
Debido a la importante superposición, la sepsis y sus imitadores a menudo no son diferenciables en la evaluación
inicial. Hay varios factores importantes a considerar.
El primer factor es abordar la reanimación antes de diferenciar la sepsis de los simuladores. La evaluación de la vía
aérea, con el establecimiento de una vía aérea definitiva si es necesario, junto con la evaluación de la adecuación
de la respiración y el estado circulatorio, son primordiales. Se necesita la obtención de accesos y la realización de
los estudios diagnósticos apropiados. Se debe iniciar la administración de líquidos para mejorar la perfusión y la
precarga. Si se sospecha una sepsis, se debe iniciar el tratamiento antimicrobiano.
Una vez iniciada la reanimación, se pueden completar la historia y el examen físico, evaluando otras condiciones y
causas. Esto permitirá dirigir la reanimación y el tratamiento de la entidad clínica.
Con la finalización de la evaluación inicial y las primeras etapas de reanimación, se debe buscar la fuente potencial
del cuadro:
• Pulmón (neumonía).
• Orina (cistitis/pielonefritis).
• Cardíaca (endocarditis).
• Sistema nervioso central (meningitis, encefalitis).
• Abdominal (absceso, colecistitis).
• Artritis (artritis séptica).
• Columna vertebral (osteomielitis, absceso).
• Piel (celulitis, vía intravenosa/infección del catéter central de inserción periférica).
La información disponible en este momento de los estudios de diagnóstico, el historial y el examen físico probable-
mente puede ayudar a diferenciar la sepsis de sus imitadores.
El uso de un enfoque sistemático con pruebas dirigidas proporcionará la mejor oportunidad para el diagnóstico y el
tratamiento. Si se descubre otra entidad, se debe tratar como esté indicado. Por ejemplo, el paciente con infección
del tracto urinario también puede tener cetoacidosis diabética, que requiere una rehidratación adicional de líqui-
dos, manejo de electrolitos e insulina.
Es necesaria la evaluación frecuente del paciente a la respuesta al tratamiento. El uso de pruebas de laboratorio
permite contar con marcadores valiosos, como el aclaramiento de lactato y la respuesta hemodinámica del pacien-
te a la reanimación. En última instancia, el abordaje del paciente con sepsis o una entidad imitadora es similar en el
sentido de que la reanimación tiene prioridad, seguida de una historia y un examen específicos. La consideración
de la sepsis frente a sus imitadores puede completarse mientras se lleva a cabo la reanimación. A continuación, se
desarrollan algunas características de los simuladores de sepsis.
→→ Hipovolemia
Cualquier causa que disminuya los líquidos orgánicos puede provocar hipotensión y taquicardia.
• Evaluar la pérdida interna y externa de fluidos.
• Los pacientes de la tercera edad tienen diferentes reservas totales de agua corporal.
• Evaluar las membranas mucosas, la turgencia, el relleno capilar, los pulsos periféricos distales y los signos vita-
les (la taquipnea y la taquicardia son marcadores de hipovolemia y deshidratación).
→→ Anafilaxia
La participación de dos sistemas de órganos (dérmico, gastrointestinal, respiratorio, hemodinámico) o la exposi-
ción a alérgenos conocidos con hipotensión merece consideración.
• Es poco probable que la fiebre esté presente.
• Preguntar sobre exposiciones alérgicas y alergias conocidas.
• El paciente puede presentar shock distributivo (vasodilatación e hipotensión).
→→ Síndrome de broncoaspiración
• Debido a lesiones químicas del tracto respiratorio, que dan lugar a tos, disnea, taquipnea.
• Requiere 20 ml de contenido aspirado, clásicamente con pH < 2,5.
• Evaluar presencia de factores de riesgo para broncoaspiración.
• Si el paciente experimenta síntomas, tiene fiebre y demuestra en una radiografía o tomografía computarizada de
tórax la presencia de infiltrados, se debe iniciar tratamiento con antibióticos.
→→ Pancreatitis aguda
• SRIS que se produce por acción de las enzimas pancreática liberadas.
• Puede haber fiebre de bajo grado.
• Asociada a síndrome de distrés respiratorio agudo.
• El diagnóstico requiere la presencia de 2 de los 3 siguientes factores: clínica, valores de enzimas pancreáticas
triplicados o mayores y estudio de imagen positivo.
→→ Obstrucción intestinal
• Dolor abdominal episódico, náuseas, vómitos (puede haber diarrea).
• La tomografía de abdomen y pelvis es la mejor prueba para el diagnóstico, ya que las radiografías simples tienen
una sensibilidad en el rango del 60%.
→→ Isquemia intestinal
• Dolor abdominal que a menudo no empeora con la palpación (dolor fuera de proporción al examen físico).
• Puede ser por distintas causas: embolia arterial aguda, trombosis arterial aguda, trombosis venosa e isquemia
mesentérica no oclusiva.
• La mortalidad ronda el 80% sin tratamiento.
• El recuento de leucocitos y el nivel de lactato a menudo están elevados.
• La tomografía de abdomen y pelvis con contraste intravenoso o la angiotomografía pueden apoyar el diagnósti-
co.
→→ Síndromes de abstinencia
• Los síndromes de abstinencia a alcohol, benzodiacepinas y opiáceos pueden dar lugar a SRIS.
• Evaluar los antecedentes de consumo de sustancias y abandonos de uso previos.
• El paciente puede presentar hipertensión, taquicardia, temblor, síntomas gastrointestinales, estado mental alte-
rado, trastornos visuales y diaforesis.
• La hipotensión es poco frecuente.
→→ Vasculitis
• Por trastornos crónicos, inflamatorios, autoinmunes.
• Síntomas comunes: fatiga, temperatura elevada, dolor difuso y pérdida de peso.
• El daño en la pared de los vasos mediado por mecanismos inmunes y activación del complemento es la causa
predominante de morbilidad y mortalidad.
• Evaluar la historia previa, el uso de medicamentos inmunosupresores, los cambios en la piel y el daño de órganos
que resultan afectados en las vasculitis.
→→ Infección viral
Cualquier enfermedad viral puede provocar SRIS. Varios virus se asocian con una morbilidad y una mortalidad signi-
ficativas, como los de la gripe y el sarampión, los virus transmitidos por artrópodos, el VIH y los virus nosocomiales.
→→ Cetoacidosis diabética
• Puede manifestarse con taquipnea, dolor abdominal, hipotensión, deshidratación por vómitos y diuresis osmó-
tica.
• El diagnóstico requiere presencia de cetosis, acidosis e hiperglucemia.
→→ Insuficiencia suprarrenal
• Dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, debilidad, fatiga, ansias de sal e hipotensión resistente a los líquidos
y vasopresores intravenosos.
• Evaluar cuidadosamente los factores de riesgo, como el uso de corticoides durante ≥ 2 semanas, cáncer y tu-
berculosis.
• Los hallazgos de laboratorio a menudo incluyen hiponatremia, hiperkalemia, hipoglucemia e hipercalcemia.
Tres ensayos aleatorizados multicéntricos subsiguientes en pacientes con shock séptico (ProCESS, ARISE y Pro-
MISE) no informaron beneficios sobre la mortalidad, que mostró una variación del 20% al 30%, empleando un pro-
tocolo idéntico al anterior en comparación con el uso de algunos objetivos o la atención habitual. Estos estudios
recientes demostraron que el “tratamiento usual”, sin colocación de vía central ni medición de la PVC y la ScvO2,
no difería en mortalidad respecto del invasivo.
La guía de la campaña “Sobreviviendo a la sepsis” (2016) recomienda el siguiente tratamiento inicial para los pa-
cientes con sepsis y shock séptico:
→ En las primeras 3 horas:
• Medir el lactato sérico.
• Obtener dos series de hemocultivos antes de iniciar la administración de antibióticos (cuando sea posible).
• Administrar antibióticos IV (dentro de la primera hora, cuando sea posible).
• Administrar una prueba de líquidos isotónicos IV con 30 ml/kg a pacientes con hipotensión o lactato sérico
> 4 mmol/l. El peso corporal ideal es aceptable para pacientes con índice de masa corporal (IMC) > 30.
• La infusión de más cantidad o más rápida de volumen se decide de acuerdo a la situación hemodinámica del
paciente.
→→ En las primeras 6 horas:
• Administrar vasopresores IV para lograr la una PAM ≥ 65 mmHg.
• Reevaluar el estado del volumen intravascular y la perfusión tisular.
• Volver a medir el lactato sérico (cuando el nivel inicial sea > 2 mmol/l).
En el año 2018, la citada campaña “Sobreviviendo a la sepsis” publicó una actualización con el objetivo de unificar
todas las medidas y comenzar su implementación en una sola hora a partir del triaje del paciente. Esto ha generado
un gran debate, dado que la calidad de la evidencia para esas recomendaciones es débil y hay gran desacuerdo
entre quienes se dedican al cuidado crítico de pacientes sobre esta última actualización.
Para que la atención inicial sea lo más eficiente posible, se recomienda emplear algoritmos de cuidados para faci-
litar un rápido acceso IV, obtener simultáneamente muestras para medir lactato y sangre para cultivos de dos sitios
diferentes y administrar antibióticos IV y fluidos cristaloides tan pronto como sea posible.
Los pacientes con enfermedad renal crónica o insuficiencia cardíaca congestiva no tienen mayor mortalidad si
reciben este volumen, por lo que no se recomienda demorar su administración en estos casos, aunque se debe ser
cauteloso en la valoración individual del paciente.
En pacientes con sepsis sin hipotensión pero con niveles de lactato sérico > 2 mmol/l o con disfunción orgánica
aguda se recomienda que la administración de fluidos sea individualizada.
Aunque hay varios métodos para evaluar el estado de volumen, por razones prácticas, el uso precoz de la ecocar-
diografía limitada a visualizar la vena cava inferior (VCI) permite obtener cierta información correlacionada con la
PVC y el estado de volumen (Tabla 3). La sensibilidad y la especificidad de la ecografía de VCI para valorar estado
de volumen son del 76% y el 86%, respectivamente.
La elevación pasiva de los miembros inferiores es otro método no invasivo para la evaluación de la volemia. Se
elevan ambos miembros de forma pasiva de tal modo que se desplace sangre de las extremidades inferiores al
tórax, con lo que aumenta transitoriamente la precarga. Es un test altamente sensible y específico que predice la
respuesta de volumen tanto en pacientes ventilados como no ventilados, con o sin arritmias cardíacas. Los
pacientes con respuesta positiva muestran un aumento transitorio del volumen sistólico > 15% dentro de los 3
minutos de la maniobra.
No se recomienda el uso de medidas invasivas como medición de la PVC para determinar el estado de fluidos, ya
que es poco probable que se cambien las conductas sobre el paciente a partir de ese parámetro.
→ Vasopresores e inotrópicos
La infusión periférica de vasopresores puede ser segura para períodos breves, con el debido cuidado de evitar la
extravasación fuera de la vena, hasta que se coloca una vía central. La vasopresina debe ser administrada solo a
través de una vena central, ya que la extravasación en una vena periférica no puede revertirse usando fentolamina
como sucede con los otros vasopresores.
La noradrenalina es el vasopresor de primera línea recomendado para el shock séptico. Puede iniciarse en una
dosis de 4-6 μg/min IV y titularse incrementalmente en 4-6 μg/min (dosis máxima recomendada: 30-50 μg/min)
para lograr una PAM > 65 mmHg. La dosis en base al peso también se puede utilizar, con un rango de
0,01-3 μg/kg/min. Tiene principalmente efectos agonistas α-adrenérgicos y también modestos efectos
β-adrenérgicos. Aumenta confiablemente la resistencia vascular sistémica y al mismo tiempo sostiene la función
cardíaca. De inicio, si la presión arterial sistólica (PAS) es < 70 mmHg, se puede iniciar un breve goteo libre
inicial.
La dopamina (dosis de 5-20 μg/kg/min) tiene mayor riesgo de provocar arritmias y una mayor mortalidad
comparada con la noradrenalina, por lo que su uso se restringe a pacientes seleccionados con bradicardia.
La adrenalina es otro vasopresor que puede iniciarse a dosis de 0,05-2 μg/kg/min IV y aumentar de 0,05 a 0,2 μg/
kg/min cada 10 a 15 minutos para lograr los objetivos de PAM. También se puede dosificar a partir de 2 a 4 μg/min
inicialmente y titular según su efecto (la dosis máxima recomendada es de 15-20 μg/min). Los pacientes pueden de-
sarrollar taquicardia, acidosis láctica o aumento del requerimiento de insulina. La adrenalina estaría recomendada
cuando los pacientes tienen la necesidad adicional de mejorar la contractilidad miocárdica cuando hay presente
una disfunción para lograr el objetivo de PAM. La adrenalina puede provocar hiperlactacidemia y su infusión puede
alterar la monitorización seriada del lactato.
Para los pacientes dependientes de vasopresores estabilizados con necesidad de inotrópicos adicionales, puede
añadirse dobutamina en lugar de la adrenalina, a una dosis inicial de 0,5-1 μg/kg/min IV hasta una dosis máxima
de 40 μg/kg/min. Sin embargo, el potencial de hipotensión es mayor con dobutamina que con adrenalina, por lo
que se debe iniciar en dosis bajas, con precaución y control. Se indica en pacientes con disfunción miocárdica con
presiones de llenado elevadas y bajo volumen minuto o con signos de hipoperfusión a pesar de adecuado volumen
intravascular y una PAM adecuada.
La fenilefrina es otro agente vasopresor con propiedades α-adrenérgicas puras que actúa solo como vasocons-
trictor, sin efectos directos sobre la función del miocardio, excepto para el aumento de la poscarga. La fenilefrina
puede utilizarse convenientemente en bolos IV de 100 a 200 μg/dosis, lo que la convierte en una opción mientras se
están preparando las infusiones de vasopresor.
→ Vía aérea
El manejo de la vía aérea en la sepsis es un desafío, dado que los pacientes inestables pueden no tolerar los agen-
tes de inducción. Se deben tener varias precauciones. El paciente debe estar adecuadamente preoxigenado con
oxígeno al 100% con bolsa de reservorio o con ventilación no invasiva. Se debe reponer el volumen y administrar
vasopresores antes de la intubación para mejorar la hemodinamia del paciente. El fármaco de elección para la se-
cuencia de intubación rápida es la ketamina, y otra opción en pacientes inestables es la intubación vigil con keta-
mina o ketamina con propofol (Tabla 4).
El etomidato, en dosis de 0,3 mg/kg de peso, puede inducir insuficiencia suprarrenal y se considera un fármaco de
segunda línea para la inducción.
→→ Antimicrobianos
Los gérmenes involucrados en la sepsis pueden ser en primer lugar bacterias (gramnegativas en el 30-60% de los
casos y grampositivas en el 25-50%) y con mucha menor frecuencia hongos (2-10%), parásitos y virus.
Los factores de riesgo para infección fúngica son la inmunosupresión, el uso de vías centrales, el uso de sondas
vesicales, nefrostomas, talla vesical, la alimentación parenteral, las quemaduras graves y la lesión intestinal o
alteración de la barrera intestinal. No se recomienda de entrada el uso empírico de antifúngicos en pacientes sin
neutropenia.
La primera dosis de antibiótico se administra por vía intravenosa y dentro de la primera hora del diagnóstico de
sepsis, sin retrasarse por estudios diagnósticos.
El esquema antibiótico se adecua al foco infeccioso y a las características del huésped. En general, se recomien-
dan antibióticos de amplio espectro dirigidos contra bacterias grampositivas y gramnegativas.
La cobertura antimicrobiana apropiada del germen responsable es vital para mejorar la evolución de los pacientes
con sepsis. Para su elección se deben tener en cuenta varios factores: el sitio anatómico de la infección y los
microorganismos causales asociados con ese sitio; la resistencia bacteriana local y la sensibilidad a los
antimicrobianos; la presencia de inmunosupresión por neutropenia, esplenectomía o infección por VIH mal
controlada; la edad del paciente, y las comorbilidades, incluyendo diabetes mellitus, enfermedad hepática o
renal crónica y dispositivos permanentes (catéteres vasculares o sondas urinarios).
En general, la terapia incluye múltiples antibióticos, entre ellos los β-lactámicos de espectro extendido, con la adi-
ción de vancomicina o linezolid para el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SAMR).
Es posible que en pacientes sépticos gravemente enfermos con alto riesgo de patógenos resistentes a múltiples
antibióticos (Pseudomonas, Acinetobacter) se requiera, además de la cobertura para SAMR, la cobertura frente
a gérmenes gramnegativos con terapia combinada, administrando 2 agentes antimicrobianos de diferentes clases
de forma concomitante para aumentar la eliminación bacteriana. Actualmente esta conducta se recomienda solo
para pacientes con shock séptico y no en pacientes con bacteriemia, neutropenia febril o sepsis sin shock. Sin em-
bargo, en casos en los que se desconoce el organismo causal y el paciente está gravemente enfermo, se deben dar
2 agentes antimicrobianos, con el fin de ampliar el espectro de cobertura antimicrobiana para asegurar un mejor
resultado.
Respecto de la duración del tratamiento antibiótico, la terapia empírica combinada no debe sobrepasar los 3-5 días,
y luego se ajusta de acuerdo al germen rescatado en cultivos. La duración habitual es de 7 a 10 días; puede ser
más prolongada cuando la respuesta clínica es lenta, el foco no está drenado, la bacteriemia es por S. aureus, en
algunas infecciones virales o fúngicas o si hay déficit inmunológico, incluyendo neutropenia.
La terapia antiviral debe iniciarse lo más tempranamente posible en pacientes con sospecha de origen viral de la
sepsis.
El control del foco se debe realizar lo más pronto posible, dado que disminuye la mortalidad. Incluye:
• Drenaje de abscesos y empiema.
• Remoción de tejidos necróticos y /o amputación de un miembro.
• Remoción de prótesis infectadas.
• Legrado uterino.
• Desobstrucción de vía urinaria.
• Recambio de catéteres y sondas.
→→ Corticoides
No está indicado el uso sistemático de corticoides. Sí se utilizan en pacientes con hipotensión arterial que requie-
ren dosis moderadas a altas de vasopresores o que necesitan más de un vasopresor para mantener la estabilidad
hemodinámica. Se indica hidrocortisona 200 mg/día IV en goteo continuo o 50 mg cada 6 horas por un período de
5-11 días.
→→ Transfusión de hemoderivados
Luego de corregir hipoperfusión y en ausencia de otras comorbilidades que exijan transfusión (hemorragias, en-
fermedad coronaria, etc.) se deben administrar hematíes en pacientes con un nivel de hemoglobina < 7 g/dl para
alcanzar niveles de 7-9 g/dl.
Se administra plasma fresco si el índice internacional normalizado (IRN) es > 1,5 y hay sangrado, o bien si se han
planificado procedimientos invasivos.
→→ Glucemia
Se recomienda mantener la glucemia en niveles < 180 mg/dl y comenzar con correcciones cuando 2 mediciones
consecutivas sean > 180 mg/dl, con correcciones y controles cada hora hasta valores estables y luego cada 4 ho-
ras.
→→ Acidosis metabólica
No se recomienda el uso de bicarbonato en acidosis láctica secundaria a hipoperfusión con pH > 7,15.
→→ Insuficiencia renal
La insuficiencia renal aguda se da en el 23% de los pacientes con sepsis grave y en el 51% de los pacientes con
shock séptico. La insuficiencia renal con sepsis tiene una elevada mortalidad, que llega al 70%. La disfunción renal
es funcional, con recuperación normal en los pacientes que sobreviven.
Los pacientes con insuficiencia renal crónica en diálisis representan un grupo especial, dado que suelen tener
varias comorbilidades que complican su manejo y presentación, como diabetes mellitus, hipertensión arterial, en-
fermedad coronaria, miocardiopatía dilatada y mal manejo de volúmenes. Además, en relación con el acceso vas-
cular, el catéter o la fístula se manipulan varias veces por semana, con aumento de riesgo de infección por variados
gérmenes.
En estos pacientes puede haber intolerancia a la sobrecarga de volumen por anuria u oliguria.
El tratamiento persigue objetivos similares a los que se plantean en el resto de los pacientes, porque tiene el mismo
beneficio respecto a su mortalidad, pero se debe individualizar según el estado de cada individuo. La mayoría de los
pacientes de este grupo requieren intubación orotraqueal y asistencia ventilatoria mecánica.
La respuesta influye principalmente en el manejo de fluidos, pero también puede afectar a la terapia antimicrobiana
y el control de la fuente de la infección.
Todos los pacientes deben seguirse clínicamente, valorando la PAM, la producción de orina, la frecuencia cardíaca,
la frecuencia respiratoria, el color de la piel, la temperatura, la pulsioximetría y el estado mental. Entre los objetivos
comunes para el control destacan una PAM ≥ 65 mmHg y una diuresis ≥ 0,5 ml/kg/hora.
Poblaciones especiales
Una variedad de procesos y estados fisiológicos pueden dificultar la capacidad de un médico de emergencias para
reconocer y tratar la sepsis. Los pacientes de edad avanzada tienen peores resultados evolutivos debido a la infla-
mación crónica, a la función cardiovascular deteriorada y a su respuesta inflamatoria, diferente en comparación
con la de los pacientes más jóvenes.
Los pacientes con cirrosis suelen presentar una disminución crónica de la presión arterial y del recuento de pla-
quetas, junto con taquicardia y deterioro del aclaramiento de lactato, que podría ser interpretado erróneamente
como variaciones fisiológicas normales, en lugar de identificar la sepsis.
Los cambios fisiológicos del embarazo hacen que el reconocimiento de la sepsis y su tratamiento sean más difíci-
les. Por lo general, la presión arterial basal y el recuento de plaquetas disminuyen y hay aumento de la frecuencia
cardíaca, del recuento de leucocitos y de la frecuencia respiratoria. El embarazo puede también aumentar el riesgo
de neumonía y una variedad de infecciones genitourinarias. Puede haber aumento del riesgo de infección perinatal
y materna y de la morbilidad fetal. La bacteriemia puede ocurrir en hasta el 9% de todos los embarazos.
La escala MEDS (Mortality in Emergency Department Sepsis) se utiliza para predecir mortalidad a 28 días en los
pacientes con sepsis en el servicio de emergencias (Tabla 5).
Si el paciente requiere el ingreso en unidad de cuidados intensivos (UCI) y se interna equivocadamente en sala
general presenta mayor riesgo de mortalidad.
ENDOCARDITIS INFECCIOSA
Se denomina endocarditis infecciosa (EI) la inflamación de la capa interna del corazón (endocardio) producida por
una infección, lo que implica la presencia de microorganismos en la lesión, pudiendo comprometer las válvulas
nativas o protésicas, las cuerdas tendinosas, el endocardio mural, el seno de Valsalva, el tabique interventricular y
defectos septales.
Su incidencia es de 3-9 casos/100.000 habitantes en países industrializados y su mortalidad es del 25%. La relación
varón-mujer es de 2:1. El 50% de los casos se presentan en pacientes sin antecedentes de enfermedad valvular, y
la tasa de reemplazo valvular por endocarditis es del 9,5%.
Factores de riesgo
Existen una serie de factores de riesgo para desarrollar EI que pueden estar presentes de forma simultánea en un
mismo paciente:
• Portador de válvula protésica.
• Portador de dispositivos intracardíacos.
• Enfermedad cardíaca congénita cianótica no reparada.
• Antecedentes de EI.
• Valvulopatía reumática crónica.
• Miocardiopatía hipertrófica obstructiva.
• Enfermedades valvulares degenerativas relacionadas con la edad.
• Prolapso de la válvula mitral.
• Extracción dental.
• Hemodiálisis.
• Diabetes.
• Infección por VIH.
• Uso de drogas intravenosas.
Clasificación
La EI puede clasificarse según los resultados de los cultivos:
• Cultivo positivo (90%): en el 80% de los casos la infección es por S. aureus (el 50% corresponden a SAMR) y por
estreptococos.
• Cultivo negativo (10%): se presenta en pacientes que recibieron antibióticos previos o por gérmenes de creci-
miento lento o difícil.
La mortalidad es mayor en pacientes de la tercera edad, con endocarditis por Staphylococcus, asociada a cuidados
de la salud, en presencia de insuficiencia cardíaca y fenómenos embólicos o cerebrovasculares.
• Endocarditis protésica:
--Temprana (< 2 meses).
--Tiempo intermedio (de 2 meses a 1 año).
--Tardía (> 1 año).
Fisiopatología
El paso inicial en el desarrollo de EI es la lesión del endocardio, seguida de adherencia local de plaquetas y fibrina.
El nido de plaqueta-fibrina es colonizado secundariamente por bacterias, produciéndose vegetaciones en el tejido
valvular. El mecanismo más común de lesión endocárdica implica un flujo sanguíneo turbulento debido a una alte-
ración intracardíaca adquirida o congénita.
El sitio más frecuente de lesión y formación de vegetaciones es la línea de cierre de una superficie de válvula, tí-
picamente en la superficie auricular de las válvulas auriculoventriculares o la superficie ventricular de las válvulas
semilunares.
Aunque el término endocarditis se refiere típicamente a la inflamación de la capa interna del corazón (usualmente
con involucración de válvulas cardíacas, tanto nativas como protésicas), también pueden estar afectadas otras
estructuras cardíacas, incluyendo las cuerdas tendinosas, el endocardio mural, el seno de Valsalva y el tabique
interventricular.
La lesión típica de la endocarditis es la vegetación, que en sus primeras etapas se compone de fibrina y plaquetas
con ninguna o pocas células inflamatorias. Este comienzo de la vegetación, característica de los estados coagulo-
páticos, se conoce como endocarditis trombótica no bacteriana o endocardiosis.
El conjunto plaqueta-fibrina inicialmente estéril se infecta de manera secundaria por microorganismos que circulan
en la sangre, ya sea desde un foco infeccioso a distancia o como resultado de bacteriemias transitorias provenien-
tes de piel o mucosas.
Una vez infectadas, las vegetaciones conducen a una bacteriemia persistente, empeoramiento del daño cardíaco,
fragmentación que produce embolias y formación de inmunocomplejos con depósito en el plexo coroideo, piel, bazo
y riñones, pudiendo generar una glomerulonefritis.
Las vegetaciones se localizan en la convexidad de las valvas, en las izquierdas en el 84% de los casos (válvula mi-
tral: 41%, válvula aórtica: 38%, y ambas: 10-15%). El compromiso derecho se da en un 16% (tricúspide en el 92% de
los casos); otras ubicaciones menos frecuentes son a nivel mural y pulmonar.
Diagnóstico
Realizar el diagnóstico de EI puede ser difícil debido a los diversos signos, síntomas y hallazgos al examen físico
asociados a la enfermedad. El diagnóstico debe considerarse en todas las poblaciones de riesgo:
• Consumidores de drogas intravenosas.
• Pacientes sometidos a cirugía cardíaca.
• Pacientes con dispositivos vasculares permanentes a largo plazo.
Para el diagnóstico de EI se deben considerar las manifestaciones clínicas, los cultivos y el ecocardiograma.
Manifestaciones clínicas
Los pacientes con EI tienen presentaciones variables, y la anamnesis debe centrarse en distinguir entre formas
agudas y subagudas. El diagnóstico del cuadro subagudo es sugerido por una historia de proceso indolente carac-
terizado por fiebre, sudor nocturno, fatiga, anorexia, dolor de espalda, tos, dolor pleurítico y pérdida de peso. Los
motivos de consulta más frecuentes en la presentación subaguda son disnea, fiebre y fatiga.
La fiebre está presente en hasta el 90% de los casos, y puede haber dolor dental si el paciente se sometió a una
extracción dental.
Es de relevancia la aparición de un nuevo soplo, presente en el 48% de los casos. El más frecuente es el de
insuficiencia valvular, y el menos frecuente, el de estenosis valvular.
En el 5% de los casos se observan en el fondo de ojo las denominadas manchas de Roth, debidas a vasculitis.
La aparición de nódulos de Osler, producidos por inmunocomplejos circulantes y dolorosos, indica EI izquierda.
Otras formas de presentación son la sepsis inexplicada, la meningitis, la insuficiencia cardíaca inexplicada, la em-
bolia pulmonar séptica múltiple en la endocarditis derecha, la insuficiencia renal y la obstrucción arterial periférica.
Otra forma de manifestación es el accidente cerebrovascular, que puede ser isquémico o hemorrágico (la embo-
lia cerebral se da en el 15-20% de los casos) y en el 60% precede al diagnóstico de EI. Se puede presentar como
ataque isquémico transitorio, embolia séptica silente, aneurisma micótico, absceso cerebral o meningitis. Para su
identificación es útil la resonancia magnética de cerebro, con resultados anormales en el 80% de los casos, mien-
tras que la angiorresonancia se solicita para detectar aneurismas micóticos.
Puede ser difícil realizar el diagnóstico, y a veces se generan demoras para hacerlo. El uso de antibióticos sin “foco”
entorpece el diagnóstico de manera significativa. Las presentaciones atípicas ocurren en pacientes inmunodepri-
midos o de la tercera edad (sin fiebre), y otras veces como embolia inexplicada, fiebre de origen desconocido o
enfermedad multisistémica.
Diversos estudios identificaron que el promedio general de duración de los síntomas previos al diagnóstico era de
34 días. Una década después, el tiempo se acortó a un promedio de 21 días.
Laboratorio
Los hallazgos en los estudios de laboratorio en general son inespecíficos, no útiles para el diagnóstico. Se puede
encontrar anemia y leucocitosis en el 50% de los casos, y eritrosedimentación acelerada y proteína C reactiva ele-
vada en el 66%.
Los hemocultivos son fundamentales para el diagnóstico e identificación del germen causal. Se deben realizar an-
tes de indicar el antibiótico, y el rescate de gérmenes se da casi en el 90% de los casos cuando se toman tres sets.
Cada set corresponde a un frasco para aerobios y otro para anaerobios. Se recomienda tomar de tres a cinco sets
de sitios distintos, con una diferencia de 1-2 horas; si el paciente está en estado crítico, se deben tomar muestras
con una diferencia de 30-60 minutos. En caso de entregar un resultado positivo, se deben repetir dos sets cada 24-
48 horas, hasta que obtener un resultado negativo.
Se recurre a la serología cuando los hemocultivos son negativos y hay sospecha de infecciones por Bartonella,
Coxiella burnetii o Brucella.
El ecocardiograma transtorácico (ETT) es un estudio no invasivo con una especificidad del 98% y una sensibilidad
del 50-90%, si bien la sensibilidad para válvula protésica disminuye al 36-69%. Es el primer estudio que hay que
realizar y puede ser técnicamente inadecuado en el 20% de los pacientes (mala ventana). Puede no ser adecuado
para prótesis y para la detección de complicaciones intracardíacas.
El ecocardiograma transesofágico (ETE) es un estudio invasivo pero seguro, con una sensibilidad del 90% y una es-
pecificidad del 94%. Es óptimo para el diagnóstico de endocarditis protésica, abscesos miocárdicos, perforaciones
valvulares y fístulas intracardíacas.
Un estudio negativo no excluye el diagnóstico. Si el estudio es negativo, se debe repetir a los 7-10 días si persiste
la sospecha de EI. También debe repetirse si hay complicaciones y al final del tratamiento.
Otros estudios
A continuación, se mencionan otros estudios de utilidad.
• Radiografía del tórax para diagnósticos diferenciales
• Electrocardiograma: pueden aparecer anormalidades:
--Taquicardia sinusal: 53%.
--Bajo voltaje: 44%.
--Bloqueos: 9%.
--Cambios del segmento ST: 78%.
--Fibrilación auricular: 4%.
--Taquicardia ventricular: 3%.
--Taquicardia supraventricular: 1%.
• Tomografía computarizada de cerebro si hay manifestaciones neurológicas o lesiones cutáneas
Tratamiento
A continuación, se mencionan los tratamientos disponibles para la EI.
Tratamiento antimicrobiano
Dado que no hay resultados disponibles de hemocultivos al ingreso, se debe iniciar el tratamiento antibiótico em-
pírico según sospecha. Si no existen factores de riesgo claros para un germen se debe cubrir los gérmenes más
frecuentes: Staphylococcus y Streptococcus.
En el paciente crítico se debe iniciar tratamiento antibiótico, mientras que en el paciente no crítico y estable se
puede esperar el resultado de cultivo.
El tratamiento antimicrobiano empírico sin sospecha de germen depende del tipo de válvula afectada:
• Válvula nativa: vancomicina 15-20 mg/kg IV c/8-12 horas.
• Válvula protésica: vancomicina + gentamicina 1 mg/kg IV c/8 horas más rifampicina 300 mg c/8 horas.
Indicaciones quirúrgicas
A continuación, se mencionan las indicaciones quirúrgicas:
Las condiciones cardíacas en que la profilaxis antibiótica puede ser razonable son:
• Válvula protésica o material protésico para reparar válvula.
• EI previa.
• Cualquiera de las siguientes enfermedades cardíacas congénitas:
--Enfermedad congénita cianótica no reparada.
--Enfermedad congénita cianótica reparada en forma completa en los 6 meses previos con material protésico
o con dispositivo.
--Defecto congénito cardíaco reparado con material protésico pero con defecto residual.
• Valvulopatía cardíaca en pacientes que han tenido trasplante cardíaco.
CONCLUSIONES
A lo largo del módulo se han recorrido los conceptos más importantes sobre una entidad tan importante como es la
sepsis, que presenta una alta morbimortalidad. Se ha desarrollado su fisiopatología y sus manifestaciones clínicas,
valorando el diagnóstico y el tratamiento precoz para la mejor evolución de los pacientes.
A su vez, también se ha abordado de manera integral la presentación de una entidad no tan frecuente en el servicio
de urgencias pero de alta dificultad diagnóstica como es la endocarditis infecciosa, la cual requiere siempre estu-
dios complementarios para su confirmación. Este cuadro puede tener complicaciones serias y una alta mortalidad.
Baddour LM, Wilson WR, Bayer AS, et al. Infective Endocarditis in Adults: Diagnosis, Antimicrobial Therapy,
and Management of Complications: A Scientific Statement for Healthcare Professionals From the American Heart
Association. Circulation 2015;132(15):1435-86.
Casabé JH, Pellegrini CD, Hershson AR, et al. Endocarditis infecciosa en la República Argentina. Resultados gene-
rales. Rev Argent Cardiol 1996;64(V):9-19.
Castro J, Hernández G, Vruhn H, Romero C. Sepsis y falla multiorgánica. Ed. Mediterráneo 2011;3:27.
Guirgis F, Page Black L, DeVos E. Updates and Controversies in the Early Management of Sepsis. Emerg Med Pract
2018;20(10):1-28.
Hoen B, Duval X. Clinical practice. Infective endocarditis. N Engl J Med 2013;368:1425-33.
Jones A. Lactate clearance for assessing response to resuscitation in severe sepsis. Acad Emerg Med 2013;20(8):844-
7.
Lam SW, Bauer SR, Guzmá JA. Septic shock: the initial moments and beyond. Clev Clin J Med 2013;80(3):175-84.
Levy MM, Evans LE, Rhodes A. The Surviving Sepsis Campaign Bundle: 2018 Update. Crit Care Medicine 2018;46(6):997-
1000.
Loflin R, Winters ME. Fluid Resuscitation in Severe Sepsis. Emerg Med Clin N Am 2017;35:175-8.
Long B, Koyfman A. Clinical Mimics: An Emergency Medicine–Focused Review of Sepsis Mimics. J Emerg
Med 2017;52(1):34-42.
Marik PE, Farkas JD, Speigal R, et al. POINT: Should the surviving sepsis campaign guidelines be retired? Yes. Chest
2019;155(1):12-9.
Modenesi JC, Ferreirós ER, Swieskowski S, et al. Predictores de mortalidad intrahospitalaria de la endocarditis in-
fecciosa en la República Argentina: resultados del EIRA-II. Rev Argent Cardiol 2005;73(4):283-90.
Nagde AD, Merchant RC, Sisson CA, et al. Emergency department bedside ultrasonographic measurement of the
caval index for noninvasive determination of low central venous pressure. Ann Emerg Med 2010;55:290-5.
Peterson LN, Chase K. Pitfalls in the Treatment of Sepsis. Emerg Med Clin N Am 2017;35:185-98.
Rhodes A, Evans LE, Alhazzani W, et al. Surviving Sepsis Campaign: International Guidelines for Management of
Sepsis and Septic Shock: 2016. Intensive Care Med 2017;43:304-77.
Schauer S, Pfaff J, Cuenca P. Emergency Department Management Of Acute Infective Endocarditis. Emerg
Med Pract 2014;16(11):1-17.
Scott MC. Defining and Diagnosing Sepsis. Emerg Med Clin N Am 2017;35:1-9.
Singer AJ, Ng J, Thode HC Jr, et al. Quick SOFA Scores Predict Mortality in Adult Emergency Department Patients
With and Without Suspected Infection. Ann Emerg Med 2017;69:475-9.