Sínodo de La Sinodalidad
Sínodo de La Sinodalidad
Sínodo de La Sinodalidad
La sinodalidad, desde este punto de vista, es mucho más que la celebración de reuniones
eclesiales y asambleas episcopales, o una cuestión de simple administración interna dentro de
la Iglesia; es el modus vivendi et operandi específico de la Iglesia, Pueblo de Dios, que revela y
da contenido a su ser como comunión cuando todos sus miembros caminan juntos, se reúnen
en asamblea y participan activamente en su misión evangelizadora.
Este Sínodo pretende ser un Proceso Sinodal. El objetivo de este Proceso Sinodal no es
proporcionar una experiencia temporal o única de sinodalidad, sino más bien ofrecer una
oportunidad para que todo el Pueblo de Dios discierna conjuntamente cómo avanzar en el
camino para ser una Iglesia más sinodal a largo plazo.
Una pregunta fundamental nos impulsará y guiará: ¿Cómo permite este caminar juntos que la
Iglesia anuncie el Evangelio de acuerdo con la misión que se le ha confiado; y qué pasos nos
invita a dar el Espíritu para crecer como Iglesia sinodal?
Al convocar este Sínodo, el Papa Francisco invita a todos los bautizados a participar en este
Proceso Sinodal que comienza a nivel diocesano.
Juntos, todos los bautizados son el objeto del sensus fidelium, la voz viva del Pueblo de Dios. Al
mismo tiempo, para participar plenamente en el acto de discernimiento, es importante que los
bautizados escuchen las voces de otras personas en su contexto local, incluidas las personas
que han dejado la práctica de la fe, las personas de otras tradiciones de fe, las personas sin
creencias religiosas.
Todo el mundo puede participar activamente en el proceso sinodal con su oración. El proceso
sinodal es ante todo un proceso espiritual. No es un ejercicio mecánico de recopilación de
datos ni una serie de reuniones y debates.
Hemos comprendido que caminar juntos como bautizados, desde la diversidad de carismas, de
vocaciones, de ministerios, es importante no sólo para nuestras comunidades, sino también
para el mundo. La fraternidad es, de hecho, como una lámpara, que no debe meterse debajo
del celemín, sino sobre el candelero, para que dé luz a toda la casa (cfr., Mt 5,15). Más que
nunca, el mundo necesita hoy de este testimonio, Como discípulos de Jesús, no podemos
sustraernos a la tarea de manifestar y transmitir a la humanidad herida el amor y la ternura de
Dios.
La primera describe “el rostro de la Iglesia sinodal”, presentando los principios teológicos que
iluminan y dan base a la sinodalidad. En esta parte el estilo de la sinodalidad aparece como un
modo de hacer y de obrar en la fe que nace de la contemplación de la Trinidad y valora la
unidad y la variedad como riqueza eclesial.
La segunda aparte, titulada “Todos discípulos, todos misioneros” trata de todos los que están
involucrados en la vida y la misión de la Iglesia y de las relaciones entre ellos. En esta parte, la
sinodalidad se presenta principalmente como camino conjunto del Pueblo de Dios y como
fecundo diálogo de los carismas y ministerios, al servicio del acontecimiento del Reino.
La tercera parte se titula: “tejer lazos, construir comunidad”. En ella, la sinodalidad aparece
principalmente como un conjunto de procesos y una red de organismos que sirven al
intercambio entre las Iglesias y al diálogo con el mundo.