La Caída de Grecia y La Expansión de Roma

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Universidad Del Istmo

Facultad:
Licenciatura en Derecho y ciencias políticas

Trabajo de investigación:
La caída de Grecia y expansión de Roma

Estudiante:
Gretel Ineth Martinez Gómez

Asignatura:
Derecho Romano

Profesor/a:
Isis Dayana Eldemire
Índice
Introducción
1 La antigua Grecia ……….……….……….……….……….……….……………………
1.1 Historia temprana de la antigua Grecia ……….…………………
1.2 Alejandro Magno y el Arribo de Roma ……….…………………
2 Caída de la Antigua Grecia ……….……….……….……….……….……….……
3 Crecimiento en la población ……….……….……….……….……….……….…
3.1 Roma y su incremento de ciudadanos. ……….…………………
4 Expansión hacia Italia ……….……….……….……….……….……….……………
5 Guerra Púnicas ……….……….……….……….……….……….…………………….
6 Roma mira hacia el este ……….……….……….……….……….……….………
7 Expansión hacia el oeste y su control al mediterráneo ……….………
8 Mantenimiento del imperio ……….……….……….……….……….…………
8.1 Division del imperio ……….……….……….……….……….……….
………………………………….
9. Conclusión ……….……….……….……….……….……….………………………..
10. Bibliografía ……….……….……….……….……….……….……………………….
Introducción
La caída de Grecia marcó el declive de su era dorada, cediendo el paso al
ascenso de Roma. Conquistada primero por Macedonia y luego absorbida por
Roma, Grecia vio el fin de su independencia política, aunque su legado cultural
perduraría. Mientras tanto, Roma emergió de sus humildes inicios para
expandirse desde una pequeña ciudad en Italia hasta un vasto imperio que
dominaba el Mediterráneo y más allá. Este proceso transformador no solo
redefinió el mapa político de la antigüedad, sino que también llevó consigo la
propagación de la cultura romana y su influencia perdurable en la historia
occidental.
La antigua Grecia

El hecho de que los griegos fueran hábiles marineros y comerciantes, además de


creadores de impresionantes construcciones, está estrechamente relacionado con
las características geográficas de su entorno. La geografía de Grecia, marcada
por montañas y escasez de recursos naturales, ejerció una influencia
significativa en la vida y la cultura de su pueblo.
La escasez de recursos naturales y la presencia de montañas dificultaron el
desarrollo de la agricultura en Grecia. Esto obligó a los antiguos griegos a
buscar otras formas de subsistencia, y el mar se convirtió en una opción crucial.
La abundancia de costa y la presencia de numerosas islas proporcionaron
oportunidades para la navegación y el comercio marítimo. Como resultado, los
griegos se convirtieron en hábiles marineros y comerciantes, desarrollando una
economía marítima próspera que contribuyó significativamente a su desarrollo
cultural y económico.
Además, la geografía de Grecia también influyó en el desarrollo de su
arquitectura y construcción. La presencia de piedra caliza y mármol en
abundancia permitió a los griegos crear impresionantes construcciones, como
templos, teatros y estadios, que aún hoy son admirados por su belleza y
precisión técnica. La habilidad en la navegación y el comercio también facilitó
el intercambio de ideas y recursos con otras culturas, lo que enriqueció aún más
su desarrollo arquitectónico y cultural.
En resumen, la geografía única de Grecia moldeó su cultura y desarrollo de
manera fundamental. La escasez de recursos naturales y la presencia de
montañas fomentaron la navegación y el comercio marítimo, mientras que la
abundancia de piedra permitió la creación de impresionantes construcciones que
siguen siendo emblemáticas de la civilización griega.

1.1 Historia temprana de la antigua Grecia


La historia de la antigua Grecia se puede comprender mejor cuando se divide en
períodos que abarcan desde el paleolítico hasta la caída de la civilización
minoica. Los primeros asentamientos y prácticas agrícolas en la región se
remontan al paleolítico, como evidencian los hallazgos en cuevas como
Petralona y Franchthi, dos de los asentamientos humanos más antiguos del
mundo. Durante el neolítico, aproximadamente entre 6000 y 2900 a.C., se
observa un desarrollo significativo con la aparición de asentamientos
permanentes, la domesticación de animales y avances en la agricultura,
especialmente en el norte de Grecia.
La civilización cicládica, que floreció aproximadamente entre 3200 y 1100 a.C.
en las islas del mar Egeo como Delos, Naxos y Paros, marcó otro hito
importante. Este período se divide en tres fases: antiguo, medio y tardío,
caracterizadas por el desarrollo estable en el arte y la arquitectura, así como por
una economía basada en la pesca y el comercio.
Posteriormente, la civilización minoica, que se desarrolló en la isla de Creta
entre los años 2700 y 1500 a.C., se convirtió en una potencia marítima
dominante en la región. Esta civilización, conocida por su nombre acuñado por
el arqueólogo Sir Arthur Evans en referencia al legendario rey Minos, logró
avances significativos en diversos campos, incluyendo la escritura, la
construcción naval, las artes y las ciencias.
La caída de la civilización minoica se atribuye a varios factores, incluida la
deforestación debido al uso excesivo de la tierra y la erupción del volcán en la
isla de Thera (Santorini) entre los años 1650 y 1550 a.C., seguida de un
devastador tsunami. Este evento catastrófico, junto con otros factores, condujo a
la anegación de Creta y la destrucción de sus ciudades y aldeas. A menudo se
menciona esta catástrofe como una posible inspiración para el mito de Atlantis
en los diálogos platónicos Critias y Timeo.
En resumen, dividir la historia de la antigua Grecia en períodos permite
comprender mejor la evolución de esta civilización desde sus primeros
asentamientos hasta su apogeo y eventual declive, revelando las complejidades
y los factores que contribuyeron a su desarrollo y caída

1.2 Alejandro Magno y el Arribo de Roma


Alejandro Magno (356-323 a.C.) llevó a cabo la invasión de Persia como
represalia por la invasión de Grecia en el 480 a.C. Con casi toda Grecia bajo su
mando, un ejército poderoso y un tesoro abundante, condujo sus conquistas
desde Egipto hasta la India, difundiendo los ideales de la civilización griega a
cada región que conquistó. Tras su muerte en el 323 a.C., su vasto imperio fue
dividido entre sus generales, dando inicio al período helenístico (323-31 a.C.),
donde la cultura griega dominó en las regiones conquistadas. Posteriormente,
Grecia cayó bajo la influencia de Roma, convirtiéndose en una provincia
romana en el 31 a.C. tras la batalla de Accio, marcando el inicio de su
integración en el Imperio Romano bajo el gobierno de César Augusto.

Caída de la Antigua Grecia


La crisis económica en Grecia se debió a una combinación de factores,
incluyendo una deuda pública insostenible, altos niveles de déficit
presupuestario, una economía débil, corrupción, y un sistema fiscal ineficiente.
La crisis estalló en 2009 cuando se reveló que el gobierno griego había
subestimado enormemente su déficit presupuestario. Esto llevó a una pérdida de
confianza de los inversionistas y un aumento en los costos de endeudamiento
para el país. La falta de una moneda propia, al estar Grecia en la eurozona,
limitó las opciones de política económica del país para responder a la crisis.

Crecimiento en la población

La dificultad para obtener datos precisos sobre la población del Imperio


Romano se debe a varios factores, incluyendo la naturaleza incompleta o
inconsistente de los censos realizados en esa época, así como la exclusión
de ciertos grupos de la población, como mujeres, niños y esclavos, en
algunos casos. Los censos romanos tenían objetivos múltiples, incluyendo
la determinación de la población para propósitos administrativos y
fiscales, lo que a veces significaba que no todos los residentes eran
contados de manera completa o precisa. Además, la definición de quién
era considerado ciudadano romano y quién no, así como la falta de
registros detallados en algunos períodos y regiones, también contribuyen a
la dificultad para obtener una cifra precisa de la población del Imperio
Romano en cualquier momento dado. Las estimaciones modernas varían
ampliamente y pueden oscilar entre decenas de millones y más de cien
millones de personas en su apogeo.

3.1 Roma y su incremento de ciudadanos.

El crecimiento de la ciudad de Roma y del Imperio Romano fue notable a lo


largo de los siglos. En sus inicios, la población de Roma era solo de unos pocos
miles de habitantes, pero para el siglo VI a.C., durante el exilio de los reyes,
había crecido a entre 20,000 y 30,000 habitantes. Con el crecimiento del
imperio, Roma se convirtió en un centro de atracción para diversas personas,
incluyendo artistas, comerciantes y trabajadores en busca de oportunidades. Al
inicio del período imperial, la ciudad de Roma tenía cerca de un millón de
residentes. Durante este tiempo, el imperio también experimentó un crecimiento
demográfico, pasando de 4,063,000 habitantes en el año 28 a.C. a 4,937,000
habitantes en el año 14 d.C., un hecho que el emperador Augusto mencionó con
orgullo en sus escritos. El imperio se expandió desde Italia hacia el Mar del
Norte, el norte de África, el Medio Oriente y más allá, incluyendo regiones
como Britania, Germania, Galia, Hispania, Egipto, Judea, Siria, y Asia Menor,
entre otros. Sin embargo, a pesar de su grandeza, el Imperio Romano
eventualmente cayó ante las invasiones desde el norte en el año 476 d.C.,
marcando el fin de una era.

Expansión hacia Italia.

El relato describe el proceso de expansión de Roma desde sus inicios como una
ciudad en la península itálica hasta convertirse en un poderoso imperio. Después
de la caída de la monarquía y el establecimiento de la República, Roma buscó
expandirse más allá de sus siete colinas, lo que significó la conquista de toda
Italia. La formación de la Liga Latina refleja la respuesta de las comunidades
vecinas ante el deseo de Roma de expandirse, y la batalla cerca de Tusculum
marcó el inicio de una serie de conflictos que llevaron a la victoria romana y la
imposición de condiciones en tratados, como la obligación de proveer soldados
a Roma.
A pesar de enfrentar desafíos como la invasión gala y los conflictos con los
Samnitas, Roma logró reconstruirse y continuar su expansión, consolidando su
control sobre Campania y derrotando a los Samnitas y sus aliados en una serie
de guerras. La formación de colonias romanas en toda Italia y la expansión
hacia el sur hacia Magna Grecia llevaron a conflictos con Tarento y su
apelación a Pirro de Epiro. A pesar de las victorias iniciales de Pirro sobre
Roma, los romanos finalmente prevalecieron, anexando Magna Grecia y
preparándose para el conflicto con Cartago. Este proceso de expansión y
consolidación de poder sentó las bases para el surgimiento del Imperio Romano
y sus futuras conquistas y conflictos.

Guerras Púnicas
El análisis de este pasaje revela la importancia de las Guerras Púnicas en la
historia de Roma y Cartago, así como su impacto en la expansión del
poder romano en el Mediterráneo occidental. Estas guerras, que se libraron
entre el 264 a.C. y el 146 a.C., representaron una lucha de poder entre dos
grandes potencias: Roma y Cartago.
El conflicto comenzó por disputas en Sicilia, donde tanto Roma como
Cartago buscaban influencia. A medida que las tensiones aumentaron,
ambas ciudades se enfrentaron en una serie de batallas navales y terrestres.
La habilidad de los romanos para adaptarse a las tácticas navales de los
cartagineses, utilizando el corvus, un dispositivo de abordaje, fue crucial
para su éxito.
A lo largo de las guerras, hubo momentos de victoria y derrota para ambas
partes. La Segunda Guerra Púnica, en particular, fue marcada por las
audaces campañas de Aníbal, quien llevó a sus tropas a través de los Alpes
hacia Italia, causando estragos en el territorio romano. Sin embargo, a
pesar de sus victorias tácticas, Aníbal no logró tomar la ciudad de Roma
misma.
La intervención de Escipión el Africano en España y África resultó crucial
para cambiar el rumbo de la guerra a favor de Roma. La victoria romana
en la batalla de Zama en el 202 a.C., donde Aníbal fue derrotado, marcó el
fin de la Segunda Guerra Púnica.
La Tercera Guerra Púnica culminó con la destrucción total de Cartago en
el 146 a.C., después de que Roma respondiera a la famosa declaración de
Catón el Viejo de "Cartago debe ser destruida". La destrucción de Cartago
consolidó aún más el dominio de Roma sobre el Mediterráneo occidental y
sus territorios se convirtieron en provincias romanas.
En resumen, las Guerras Púnicas fueron un hito crucial en la historia de
Roma, que contribuyó significativamente a su ascenso como una potencia
dominante en el Mediterráneo y más allá.
Expansión hacia el oeste y su control al
mediterráneo
Desde el año 219 a.C., Roma consolidó su dominio sobre el Mediterráneo,
extendiendo su control sobre vastas regiones que abarcaban el norte de África,
España, Italia y los Balcanes. Este dominio trajo consigo enormes riquezas a la
República romana, y el resto del Mediterráneo pronto cayó bajo su influencia.
Pompeyo el Grande desempeñó un papel crucial en la expansión romana,
redefiniendo el mapa del Mediterráneo oriental desde el Mar Negro hasta Siria y
Judea.
Mitridates del Ponto representaba una amenaza para el poder romano en Asia
Menor, pero su muerte llevó a la estabilidad y la paz con Roma. Mientras tanto,
entre los años 66 y 63 a.C., Pompeyo llevó a cabo una exitosa campaña en el
este, extendiendo la influencia romana sobre numerosos estados en su camino,
convirtiéndolos en estados clientes o aliados de Roma.
Mientras Pompeyo estaba ocupado en el este, Julio César emprendió las Guerras
Gálicas, anexando toda Galia a través de una campaña militar brutal que resultó
en la muerte de aproximadamente un millón de personas y la esclavización de
otro millón. A pesar del fracaso en su intento de invadir Britania, las fronteras
norte de la República se extendieron hasta los bancos del Danubio y el Rin.
Después de sus conquistas en el norte, Julio César cruzó el Rubicón hacia
Roma, desencadenando una guerra civil que eventualmente lo llevaría al poder.
Tras su asesinato, su hijo adoptivo y sucesor, Octaviano, más tarde conocido
como el emperador Augusto, derrotó a Marco Antonio y Cleopatra en la Batalla
de Accio, lo que resultó en la anexión de Egipto como provincia romana.
Con Augusto como el nuevo emperador, el Imperio Romano nació oficialmente,
marcando el comienzo de una nueva era conocida como la Pax Romana, o Paz
Romana, un período de relativa estabilidad y prosperidad que duraría varios
siglos. Este período fue caracterizado por el gobierno efectivo, la expansión
económica y cultural, y la ausencia general de conflictos importantes dentro del
imperio.

Mantenimiento del imperio

El crecimiento imperial romano, al margen de los deseos del emperador por


expandirse más allá de los límites conocidos, encontró su fin en el año 9 d.C. en
Germania, durante la devastadora derrota sufrida en la Batalla del bosque de
Teutoburgo. El comandante Publio Quintilio Varo perdió tres legiones romanas,
aproximadamente el 10% de las fuerzas armadas de Roma, en este trágico
enfrentamiento. A partir de este punto, las victorias militares ya no se asociarían
principalmente con la expansión y la conquista, sino más bien con la defensa
contra fuerzas internas y externas, incluyendo disturbios, rebeliones y
levantamientos.
A pesar de estos contratiempos, hubo intentos posteriores de expansión
limitada. El emperador Calígula (37 - 41 d.C.) intentó conquistar Britania sin
éxito, pero su tío y sucesor, el Emperador Claudio (41 - 54 d.C.), logró
finalmente esta hazaña en el año 44 d.C. El Emperador Trajano (98 - 117 d.C.)
expandió aún más las fronteras del imperio al anexar Dacia en el 101 d.C. y
Mesopotamia una década después, estableciendo así la frontera más oriental que
el Imperio Romano había alcanzado.
Sin embargo, el emperador Adriano (117 - 138 d.C.) comprendió la importancia
de establecer límites claros y renunció a algunas de las tierras conquistadas por
Trajano. Adriano incluso construyó un muro en el norte de Inglaterra, entre
Britania y Escocia, como una medida defensiva para proteger las fronteras del
imperio. Para él y para los emperadores futuros, el Imperio Romano necesitaba
de límites definidos, ya que se convirtió en un imperio de pacificación y
romanización en lugar de un imperio de conquista continua. Este enfoque marcó
un cambio significativo en la política imperial y contribuyó a la estabilidad y
longevidad del Imperio Romano durante siglos.
8.1 División de Roma

El tamaño del Imperio Romano finalmente se volvió problemático, ya que era


demasiado grande para ser administrado de manera efectiva y se volvió más
susceptible a las invasiones bárbaras. En el año 284 d.C., un nuevo emperador
ascendió al poder, su nombre era Diocleciano, y comprendió los desafíos que
enfrentaba el Imperio. Después de décadas de vigilancia y liderazgo deficiente,
Diocleciano tomó medidas para restaurar la unidad y la estabilidad del Imperio.
Para lograr esto, dividió el Imperio en una tetrarquía, un gobierno de cuatro
partes. Se designaron dos emperadores en el sistema: uno para el oeste, con
Roma como su capital, y otro para el este, con Nicomedia (que más tarde se
conocería como Constantinopla) como su capital.
Después de la caída de Roma en el año 476 d.C., la mitad oriental del Imperio
Romano persistió y eventualmente se transformó en lo que se conoce como el
Imperio Bizantino. Esta división marcó un hito importante en la historia del
Imperio Romano y estableció las bases para el surgimiento de una nueva
entidad política y cultural en el este, con su propio legado duradero.

Conclusión
La caída de Grecia y la expansión de Roma representan dos momentos
significativos en la historia del mundo antiguo que moldearon el curso de la
civilización occidental. La caída de Grecia, marcada por la derrota de los
estados griegos independientes frente a Macedonia y luego el dominio de
Macedonia por parte de Roma, representó el declive de una era de esplendor
cultural y político en Grecia. Sin embargo, el legado cultural griego perduraría a
través de la influencia en Roma y su posterior difusión en toda Europa.
Por otro lado, la expansión de Roma fue un fenómeno de proporciones
monumentales que transformó el paisaje político y geográfico del Mediterráneo
y más allá. Desde sus humildes comienzos como una pequeña ciudad en la
península itálica, Roma se convirtió en un poderoso imperio que abarcaba
vastas regiones, desde las Islas Británicas hasta Mesopotamia. Esta expansión
trajo consigo no solo dominio militar y político, sino también la difusión de la
cultura romana, la ley y la administración a lo largo de sus conquistas.
Sin embargo, el crecimiento desmesurado del Imperio Romano también llevó a
desafíos internos y externos, incluyendo problemas de administración,
invasiones bárbaras y divisiones políticas. A pesar de su eventual caída en el
oeste en el año 476 d.C., el legado de Roma perduraría a través del Imperio
Bizantino en el este y su influencia duradera en la civilización occidental.
En resumen, la caída de Grecia y la expansión de Roma representan momentos
cruciales en la historia antigua que moldearon el desarrollo de la civilización
occidental y dejaron un legado perdurable que continúa influyendo en el mundo
moderno.

Bibliografía
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-119/antigua-grecia/
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-851/la-extension-del-imperio-romano/

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