Barbero y Otros - Cap 9
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1 Ho b sb a w m (1995).
2 S alter (1 9 8 6 ).
262 H istoria económica mundial
consiguiente aumento de los fletes. Por otra parte, las necesidades del conflicto obligaron
a un esfuerzo importador de los países beligerantes, circunstancia que forzó a una mayor
intervención del Estado para adaptar los intercambios a la nueva realidad.
Finalmente, los países neutrales experimentaron significativos incrementos en la pro
ducción, ya que dispusieron de nuevas posibilidades: sustituir con producción propia im
portaciones que antes realizaban de las potencias en guerra: proveer a éstas de algunas mer
cancías en la búsqueda en que sus necesidades se habían incrementado de manera
significativa, y abastecer mercados periféricos y coloniales abandonados por sus provee
dores tradicionales.
9.2.1. Producción
Cuadro 9.1
Evolución del PB11913-1920 (1913 = 100)
9.2.2. D istrib u c ió n
5 Hardach (1986).
264 H istoria económica mundial
9.2.3. In terca m b io s
Los problemas del transporte interno fueron serios, obligando al Estado a subordinar
a las empresas a la hora de organizar la circulación ferroviaria (Alemania), o a ejercer un
control nominal sobre ellas para evitar que el interés individual afectase los objetivos de
guerra.
Sin embargo, mucho más graves resultaron las dificultades que afectaron al comercio
exterior. Las autoridades actuaron definiendo las prioridades y fijando cupos de importa*
ción. En muchos casos ya no se habló de proteccionismo, sino lisa y llanamente de prohi
bición; Francia procedió así en 1916 con algunos productos de lujo, y al año siguiente se
debieron someter todas las importaciones a la autorización previa de la Secretaría de Co
mercio. En Inglaterra, el Arancel McKenna fijó una tasa del 33% para la importación de
algunos artículos, como los automóviles y los relojes.
Ante la cuestión planteada por la organización de los transportes marítimos, insuficien
tes para enfrentar la nueva realidad, los países de la Entente crearon una Comisión Inter
nacional de Abastecimiento, destinada a coordinar los intercam bios aprovechando el tone
laje disponible. Asimismo, los gobiernos se embarcaron en una política de incremento de
sus flotas, correspondiendo a los Estados Unidos el mayor esfuerzo en ese sentido: de 1913
a 1919 su capacidad de carga se multiplicó por cuatro. El resultado de ese aumento de la
producción fue un exceso de equipamiento mundial en materia de buques al finalizar la
contienda, que condicionó las políticas a adoptar en la posguerra.
Cuadro 9.2
Incremento de los presupuestos de guerra (1914 = 100)
Es preciso señalar que esos incrementos tenían un com ponente inflacionario importan
te, en la medida en que, como se verá, la emisión monetaria fue uno de los instrumentos
utilizados para financiar la nueva realidad presupuestaria. La explosiva demanda de dine
ro debió afrontarse, según los casos, con sistemas impositivos anticuados; con la imposi
bilidad de disponer de excedentes en la balanza comercial — una situación generalizada por
la necesidad de incrementar las importaciones— , o a partir de un acceso casi nulo al cré
dito exterior, problema específico que experimentaron las potencias centrales.
Aspectos económicos y sociales de ¡a P rim e ra G u e r r a M undial 265
Por lo tanto, los diferentes Estados se vieron enfrentados a desafíos que los obligaron
a diversificar y a “modernizar" los mecanismos de obtención de recursos.
En teoría, las posibilidades eran tres: em itir moneda, recaudar más impuestos y endeu
darse a través de empréstitos internos4. Una cuarta opción, la ayuda proveniente del exte
rior, sólo estuvo al alcance de Gran Bretaña y sus aliados5.
A.C. Pigou ha descrito cóm o se financió el conflicto a través de los bancos de emi
sión6: se alternaba la creación de dinero — contra la entrega por parte del Estado de títulos
a corto plazo de su propia deuda— . con la absorción de una parte del mismo por medio del
rescate o la renovación de esos títulos con recursos que el Estado obtenía por otras vías.
Esta creación de dinero puso en marcha un proceso inflacionario que sólo pudo ser atenua
do por los controles de precios. El cuadro 9.3 muestra las variaciones de los precios mayo
ristas en algunos países.
Cuadro 9.3
índice de precios mayoristas (1913 = 100)
Para interiorizarnos sobre cóm o actuaron los gobiernos en relación con el tema impo
sitivo y el recurso al crédito interno, tom arem os los casos de A lem ania, G ran Bretaña y
Francia, intentando verificar la realidad de la famosa frase de Keynes: “Los británicos die
ron a su población impuestos; los franceses, rentas, y los alem anes, dinero” .
* El Imperio Alemán adoptó una postura muy clara en relación con el financiamien-
to bélico: se partía de la idea de que. al final de una guerra victoriosa, las facturas
las pagaría el enemigo derrotado. Por lo tanto, se recurrió de manera prioritaria a
la suscripción de em préstitos7, no procediéndose a modificar el sistem a tributario,
ya que se entendía que los im puestos sólo debían cubrir los gastos ordinarios. De
cualquier manera, a lo largo de los años hubo que recurrir a ellos, y en ese momen
to se demostraron dos cosas: en prim er término, que el régimen fiscal era inade
cuado y regresivo — la base eran los derechos arancelarios y los impuestos al con
sumo— y, en segundo lugar, que en cualquier modificación que se encarara, los
* El Banco de Inglaterra, por su parte, logró tem pranam ente autorización para emi
tir moneda por encima de los límites establecidos por la ley, y también antes de fi
nalizar 1914 se suscribió el primer em préstito de guerra a corto plazo. Sin embar
go, la financiación a la que recurrió el Estado se orientó hacia el incremento de la
presión impositiva, ya sea por la vía del aum ento del impuesto a la renta o los gra
vámenes sobre el consumo, o bien por medio de la introducción de impuestos es
peciales, como los que afectaron los beneficios de guerra.
Párrafo aparte merece el hecho de que en 1915 se introdujeron derechos arancela-
¡ ríos sobre automóviles, motocicletas y otras m anufacturas, una circunstancia ex-
I cepcional en un país que había resistido indem ne la ola de proteccionismo que
¡ inundó Occidente a partir de la depresión de los años 70 del siglo xtx.
j El resultado fue que los impuestos aportaron en Gran Bretaña alrededor del 28%
i del gasto público, una cantidad importante en relación con lo que ocurrió en otros
países, corriendo por cuenta de la emisión m onetaria la mayor parte del financia-
i miento restante.
Las necesidades de todo tipo que fueron experimentando de manera progresiva los paí
ses beligerantes tuvieron posibilidad de ser satisfechas por los países de la Entente a partir
del acceso al crédito exterior.
La situación privilegiada de Gran Bretaña le permitió convertirse inicialmente en el ban
quero de sus aliados, para lo cual se establecieron acuerdos de cooperación en los que Fran
cia también participó concediendo créditos a Rusia, Bélgica y Serbia. A medida que avanzó
el conflicto, Gran Bretaña encontró cada vez más dificultades para desempeñar su papel, por
lo que empezó a arbitrar mecanismos para obtener dinero en los Estados Unidos.
La situación, que amenazaba con tomarse insostenible, se resolvió en 1917 con la en
trada de los norteamericanos en la guerra. A partir de ese momento, si bien subsistieron los
Aspectos económicos y sociales do Ja ¡'rim e n i G uerra M undial 267
créditos intereuropeos, el papel principal le correspondió a los Estados Unidos, que proce
dieron así a financiar sus exportaciones de alimentos y productos manufacturados. De esa
maneTa, los créditos de guerra fueron un elemento más en el proceso de consolidación de
la supremacía norteamericana.
Al Finalizar el conflicto, las deudas interaliadas habían alcanzado un enorme volumen
—tal cual se puede apreciar en el gráfico 9.1— . convirtiéndose en un serio problema para
los años siguientes dado que los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos insistieron en
que esas deudas fueran canceladas.
Gráfico 9.1
El triángulo de deudas interaliadas al Finalizar la Primera Guerra Mundial
(millones de dólares)
Fra n cia
¡ k
Estados
Unidos 3.500
Otros
países
Este nuevo papel del gobierno era un reclamo de la com unidad científica desde hacía
varios años, sobre todo en Gran Bretaña y Francia. Ello se debía fundamentalmente a los
avances producidos por Alemania en ese sentido, resultado de un proceso estimulado tan
to por funcionarios como por empresarios, que había desplazado a ingleses y franceses de
la avanzada en la investigación en algunos sectores.
En Gran Bretaña, por ejemplo, país donde la intervención estatal era por demás li
mitada, se creó en 1915 el Departamento de Investigación C ientífica e Industrial, que se
planteó como prioridades la promoción de la investigación básica, la definición de obje
tivos nacionales en determinados campos de la investigación aplicada y la promoción de
la investigación industrial. De esta manera se sentaron las bases para que la tarea del
hombre de ciencia tomara otras dimensiones y para que la investigación relacionada con
los intereses nacionales y empresariales adquiriera un nuevo status respaldada por los re
cursos del Estado y por la aportación de los grupos industriales organizados en forma
corporativa.
La gestión empresarial se vio asimismo conmovida por el impacto de la guerra. Los
cambios producidos en las relaciones entre las distintas clases sociales tuvieron efectos du
raderos sobre la administración. Por una parte, el em presario se vio enfrentado a una nue
va realidad, marcada por el debilitamiento de las viejas distinciones entre propietarios y
trabajadores, en tanto éstos tomaron conciencia de su im portante papel en el proceso pro
ductivo, valorizado por la continua apelación al patriotism o realizada desde el Estado. El
poder de los empresarios, por lo tanto, perdió la legitimación tradicional, derivada de la
propiedad del capital, para empezar a sustentarse en su específica capacidad de gestión.
Por otra parte, entre la clase de los trabajadores y la de los propietarios surgió una nue
va clase de técnicos y administradores. El reclutamiento de la misma provenía de ambas
clases y se vinculaba con la especialización exigida por las nuevas técnicas de producción.
Finalmente, la guerra constituyó una etapa más en el proceso de concentración econó
mica. La posición privilegiada que ostentaban las grandes em presas ya antes del conflicto
Ies permitió ser beneficiarías preferenciales de los contratos estatales destinados al aprovi
sionamiento de las tropas, así como también de los créditos más baratos, destinados a fa
vorecer el acelerado equipamiento necesario para satisfacer una producción de guerra. En
algunos países, el Estado prefería no verse involucrado en situaciones de estrecha vincula
ción entre intereses privados y públicos, y optaba por negociar con ramas industriales en
teras, con lo que tendía indirectamente a favorecer la formación de carteles y al estableci
miento de acuerdos de concentración horizontal y vertical.
Cuadro 9.4
Valor de las exportaciones de algunos países latinoamericanos (1914 = 100)
Cuadro 9.5
indice de evolución del PBI de 8 países latinoamericanos
(Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela),
entre 1913 y 1918 (1913 = 100)
Año PBI
1913 100
1914 94
1915 95
1916 99
1917 100
1918 104
oficial d e u n a guerra ju sta y defensiva. A partir de ello, es lógico que sus representantes vo
taran los c ré d ito s de guerra, e incluso que algunos socialistas se incorporaran al gobierno
en Francia y B élgica. La oposición al conflicto en estos primeros momentos fue casi nula:
los bolcheviques y m encheviques en Rusia, los dos diputados socialistas del parlamento
serbio, los principales dirigentes del Partido Laborista Independiente en Gran Bretaña.
Por lo ta n to , no es ex trañ o que la m ovilización y la concentración inicial de tropas se
efectuaran en m edio de un visible entusiasm o popular. Sin embargo, las cosas cambiaron
pronto. E l e fe c to negativo de una guerra larga, penosa y mortífera afectó a los combatien
tes— m illones de ciudadanos separados de su profesión y de su familia— y también a la
mayoría d e lo s que vivían en la retaguardia, sometidos a privaciones y empobrecimiento.
Los sufrim ientos y el espectáculo de fortunas construidas de la noche a la mañana gracias
a la especulación acabaron provocando en lodos los países beligerantes una profunda cri
sis política y social, que se sum ó a las crecientes dificultades económicas.
En el te rre n o político, se agudizaron las divergencias entre los gobernantes y el con
junto del pu eb lo . D esde arriba, se buscó recortar las libertades civiles y políticas introdu
ciendo elem en to s com o el estado de sitio y la censura de prensa. En los estados democrá
ticos, el P arlam en to perdió fuerza frente al avance del Ejecutivo, que recurrió a decretos y
ala lim itación de las sesiones del Poder Legislativo. Desde abajo, fueron ganando audien
cia y rep ercu sió n las posturas opositoras a la guerra, que iban desde los llamamientos a la
paz hasta el derrotism o y la transform ación de la guerra “imperialista" en una guerra civil
contra las c la se s dom inante.s'\ En pocas palabras: a partir de 1915 se produjo el fin de la
“unión sag rad a".
El d e te rio ro de la situación política fue acompañado por el impacto negativo de la in
flación so b re los niveles de ingresos de quienes dependían de un sueldo. El aumento de los
salarios n o m in ales fue, por lo m enos hasta 1917, inferior al incremento de los precios, y a
esta circu n stan cia habría que agregar que a medida que avanzaba el conflicto aumentaba
la im portancia del m ercado negro, donde los precios estaban muy por encima de los pre
cios co n tro lad o s, que eran los registrados por los índices.
Los tra b a jo s realizados sobre la problem ática de los ingresos en los diferentes países
tienden a m o stra r una evolución sim ilar, caracterizada además por un achatamiento de las
diferencias salariales, dism inuyendo no sólo la brecha entre hombres y mujeres, sino tam
bién la d ife re n c ia entre trabajadores calificados y no calificados. Las explicaciones se afir
man, por u n a parte, en que en algunos momentos cruciales de incremento de los precios,
los gobiernos optaron por otorgar aum entos absolutos, de manera que los ingresos más ba
jos se v ie ro n proporcional m ente favorecidos, y por otra, en que las transformaciones en la
organización d e la producción, de m odo especial la producción en serie, permitieron a mu
jeres y trab ajad o res no calificados ascender puestos en las escalas salariales.
Por ú ltim o , cabe hacer referencia a la enorme repercusión del triunfo de los bolchevi
ques en R u sia sobre el escenario de la guerra. En tanto la revolución de febrero, que derro
có al zar N ic o lá s II e instauró un gobierno provisional, fue objeto de expectación no nece
sariamente negativ a entre los gobiernos aliados y sus apoyos sociales —dado que un
afianzamiento d e la dem ocracia en R usia trazaría una nítida línea divisoria entre potencias
autoritarias y naciones dem ocráticas— , los sucesos de octubre generaron desasosiego e in
quietud. N o s e trataba sólo de la previsible deserción de uno de los contendientes —que se
concretó p o c o s m eses más tarde— sino también, y de manera muy especial, de la repercu
sión que el triunfo de una revolución anticapitalista, basada en los principios del marxis-9
mo, podía provocar en las clases trabajadoras de los países combatientes. De hecho, lacón*
signa bolchevique “Paz sin anexiones ni indem nizaciones” sintonizaba de manera adecua
da con las posiciones que iban ganando adeptos entre diferentes sectores de la sociedad an
te los padecimientos provocados por la guerra. Pero, por otro lado, y esto era aun más grave,
la revolución triunfante se transformó en una esperanza para todos aquellos que se sentían
“incómodos” con la inserción de los partidos socialistas y de las organizaciones sindicales
dentro del sistema capitalista. La idea de que una revolución social era posible en Occiden
te ocupó un lugar preponderante en el clima social y político de la inmediata posguerra.