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LA BOMBA RUBIA

AMANDA ROBBINS
Tiene sólo 23 años y lleva una década larga
deslumbrando desde los más dispares ‘shows’
televisivos británicos. Baila, canta, entrevista,
presenta lo que sea, pero siempre con gracia impar.
Y se quita todo lo que lleva encima en menos que
canta un gallo o se santigua un beato vesánico.

SU PROGRAMA EN LA CADENA CHANNEL 5 BATE RÉCORDS DE AUDIENCIA

LEÓN GARCÍA MORTENSEN
FOTOS: RICHARDFITZGERALD

s rara esta Amanda. Hin-

E
cha consumada del
Swindon Town F. C., club
de la Segunda División británi-
ca que entrena Glen Hoddle,
ex seleccionador inglés, la
Robbins lo mismo monta un
cirio en los partidos de su
equipo, como animadora de
voz tan potente cual todo lo que a
la vista está, que organiza un sa-
rao –siempre tras los encuentros
futbolísticos, eso sí– para que la
alegre muchachada del mister
Hoddle se relaje a gusto, con mú-
sica, chicas bailonas y cerveza a
discreción. Polifacetismo, el de la
Robbins, se llama esa figura.
Amanda, empero, donde de ve-
ras luce, además de en las páginas
de esta revista, es en la televisión.
Su programa en la cadena de cul-
to Channel 5, titulado Swindon
Superbabes (algo así como Las
supermacizas del Swindon), bate
récords aunque se inspire en un
club de fútbol que no es, precisa-
mente, ni el Arsenal, ni el Liver-
pool, ni el Manchester United...
Ni siquiera el Chelsea. Amanda
toma como percha la cosa del ba-
lompié, luce la suya –su percha–
y la de sus conmilitonas futbole-

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ras deliciosas, y entre proclama y

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AMANDA ROBBINS

“Y o exploto y me lo llevo todo por delante, mientras que Pamela Anderson sólo es un pastelón empalagoso”

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proclama de fidelidad al club, y ria y yo soy futuro... En cuanto a
promesas siempre incumplidas, Pamela, bueno... Mire, yo soy una
por parte de los jugadores, claro, auténtica bomba y Pamela sólo es
de ascenso a la Premier League, un pastelón de nata empalagosa.
se monta un desparrame en el que Yo exploto y me lo llevo todo por
lo mismo aparece el último de los delante; ella empacha”.
últimos pintores británicos que No tiene Amanda prejuicios,
el más sucio (literariamente ha- además, para contar que sí, que se
blando) de los novelistas de las ha operado de alguna que otra co-
islas o el cantante más insólito, sa..., “no mucho, sólo por valor
por no hablar de otros reperto- de 3.500 libras”, para estar aún
rios más convencionales pero más guapa. Ni se corta al decir
siempre de calidad. que volverá a las pasarelas si se
Le han buscado, a la tremendí- tercia, pero que “no me gusta na-
sima Amanda, comparaciones va- da ese ambiente de cotorritas
rias, como puede suponerse. La anoréxicas y lloronas”. En fin.
más común, con la Monroe; la Sea lo que sea, acabe donde aca-
más vulgar, con Pamela Ander- be, ahí está la maravilla presente
son. Amanda Robbins, ante se- de Amanda Robbins, un mujerón
mejantes insulseces, se ríe, se re- impenitente. De los que van que-
pantiga (y hasta se repanchiga un dando pocos, vamos: incluso te
poco a la mexicana) y suelta: lleva al fútbol y suelta estupendas
“Tonterías; Marilyn ya es histo- burradas a los árbitros.

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