Roman Perpiñá. La Crisis de La Economía Liberal
Roman Perpiñá. La Crisis de La Economía Liberal
Roman Perpiñá. La Crisis de La Economía Liberal
LA CRISIS DE LA
ECONOMIA LIBERAL
DEL «ETHOS ,. ECONOMICO
AL DE SEGURIDAD
LA CRISIS DE LA
ECONOMIA LIBERAL
DEL «ETHOS:. ECONOMICO
AL DE SEGURIDAD
III
CRITICA DE LAS REALIZACIONES EN LA EPOCA LIBERAL
PREÁMBULO ...••.••.•.•••••..••• '" ••• •.• ••• ..• ••• •.. •.. 71
1. La prosperidad del siglo X¡X, ¿ tuvo por causa al ethos
económicoli~eral ?.. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 73
2. Si el desarrollo económico es debido a la idea económico-
liberal. ................................... '" ... ... 77
a) Las ideas teóricas... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 77
b) Las ideas en acción... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 83
3. Un análisis inglés de las condiciones talasocráticas... 86
IV
LA PROCLAMACION ACTUAL DEL NEOLIBERALISMO
PANVALENCIA DEL "ETHOS" ECONó~nco o PRAXEOLOGiA
INTRODUCCIÓN •.•••••.••.••.••.••••••••••...••••.•••••.•• ,. 93
El sistema filosófico neoliberal (hombre-mundo-vida), nacido
de la generalización de los principios básicos de la eco-
nomía (Las leyes del mercado) ... ... ... ... ... ... ... ... 95
La Praxeología, ciencia del neo liberalismo. .. ... ... ... ... 95
La Praxeología, ¿ es ciencia nueva?.. ... ... ... ... ... ... 100
El concepto neoliberal del hombre y su filosofía... ... ... 104
Las categorías... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 10\1
El individuo praxeológico ante la procreación ...... '" 111
La Praxeología ante la vida, la política y el futuro... 113
v
EL ETllOS DE SEGURIDAD
DE LA NATURALEZA AL PODER
VI
EPILOGO Y DINTEL
DE LA ECOXOMIA COMO FI:-¡ A LA ECONOMiA co~w MEDIO
INTRODUCCIÓN... ... ••. ••• ••• •.• ... ••. ••• •.• 139
Síntesis crítica... ... ... ... ... ... ... ... 141
Es la descomposición de la sociedad... ... 150
La verdadera seguridad... ... ... ... ... ... 151
Replete terra.m... ... ... ... ... ... ... ... ... 154
El contento, expresión de seguridad... ... ... ... ... ... 156
La conexión de los ethos: el hombre enlero y sano... ... ... 157
INDICE DE AUTORES... • •••••••••.•••.•.•••••••••.•••••••••
INDICE DE MATERIAS ..•...•••••••••••••.••••••.•..••.•..•.• , .....
PREAMBULO
8
1
A) INTRODUCCION
12
estructura económica, defensiva, jurídica, políticosocial y
religiosa. Estas cinco estructuras, que nosotros hemos esta-
blecido como necesarias objetivamente, por universalización
de nuestro captar mental sobre los elementos esenciales del
actuar humano, las hemos hallado confirmadas y presen-
tes en varios textos de pensadores clásicos, expresadas con
uno u otro orden de palabras. Por ejemplo, en varlOS pasa-
jes de obras de Platón y en Virgilio. Pero no es aquí lugar
de mayores explicaciones.
Mas tales acciones requieren un pensar, un maquinar
indagatorio y resolutorio de nuestra mente, a la vez que una
formación de nuestra manera de ser. He aquí otra gran es-
pecie de actuares de gran variedad, y que no siempre se
hallan presentes todos y cada uno en cada hogar.
Son las partes de la cultura: la cultura física, la artísti-
ca, la científica, la religiosa.
El primer grupo de actuares nos ha dado en sus resul-
tados estructuras; en el segundo hallaremos, propiamente,
caracteres (elhos), intencionalidades en acción, que serán
las que informarán, consciente o inconscientemente, a las
respectivas estructuras y al conj unto todo.
Al primero le llamamos civilización; al segundo, cultura.
L.a cultura es, propiamente, cultivo de la persona.
El modo de concebir la vida, su intención, y el modo de
realizar las acciones estructurales o de civilización nos lo
da la cultura de cada individuo para el hogar, y la de los
hogares para el Cuerpo social.
La cultura, pues, informa e imprime carácter; consti-
tuye, en una palabra, al Cuerpo social.
En estas conferencias estamos realizando una serie de
actos de cultura, especialmente de orden científico, o del
pensar, y más particularmente del pensar político, y den-
13
tro de él, las nuestras, del pensar económico, más preci-
samente políticoeconómico.
Estos pensares no sólo políticos, sino filosóficos, artís-
ticos, etc., son los que mantienen, corrigen o transforman
las Constituciones de los pueblos, los Cuerpos sociales.
El predominio de una manera de pensar, de una cultura,
sobre la vida, es lo que {orma el espíritu de su civilización:
su ethos.
y en todo Cuerpo social, si bien cada estructura está
in{ormada por su ethos correspondiente, en el todo o cons-
titución predomina, dirige, un ethos general y prevalente.
La problemática de tales predominios, en espacios y épo-
cas, tampoco puede caber en estas conferencias.
Sin embargo, aunque limitados a lo económico, desarro-
llaremos insensiblemente sus fenómenos principales.
14
Por esto nosotros, con palabras de Santo Tomás, llama-
mos a las naciones perfeclio imperfecta.
y nosotros lo confirmamos porque sabemos que el hom--
bre tiene un alma inmortal y perfectible, mientras que los-.
pueblos, las colectividades organizadas como tales, ¿dónde
tienen su alma?
Si, pues, no tienen alma, aunque sí un espíritu colectivo,
mal podrán hallar total perfección. Son cuerpos imperfec-
tos e inestables, de fin puramente terrenal y, por ende, pa-
sajero.
A lo que pueden aspirar es a lograr la menor imperfec--
ción posible, facilitando la mayor perfección a todas aque-
llas personas y hogares qu e en ellos vivan como compo-
nentes.
Con tales premisas es como Aristóteles escribe su Po-
l'Ílica.
Mas tanto Platón como Aristóteles, ante una u otra
Constitución, discurren igual en cuanto se trate de su sa-
nidad y su crisis.
Cada país puede tener una Constitución humanamente-
sana, la cual enfermará y se disgregará, precisamente,_
cuando se desproporcionen, cuando se disgreguen, cuando
se sedicionen uno o varios de sus elementos radicales com-
ponentes, particularmente los principios generales culturales,
que la informen, su ethos predominante, su espíritu de ci-
vilización.
Pues bien: nosotros nos proponemos estudiar el orden
constitucional general de un modo de vivir, informado por-
unos principios, por un ethos predominante, que nació y se
extendió-con sus variadísimas formas accidentales-prác-
ticamente por todo el mundo civilizado durante unos ciento.
cincuenta años, desde finales del siglo XVIII hasta princi-
pios de este siglo. El modo de vivir llamado liberal. Y, con
su estudio, investigar el fenómeno de su crIsIs, de su eu-
fermeda~, camino de su disolución, de su desorganiza0ión.
Buscando y delimitando el fenómeno de lo liberal en
los Cuerpos colectivos, estaremos en condiciones de apor-
tar elementos de análisis para su actual crítica, y eventua-
les caminos de transformación o de saneamiento de tales
Cuerpos de aquella pél,rte que verdaderamente ha produci-
do la crisis de la enfermedad en lo liberal.
Este nuestro método eliminará, por tanto, la importan-
cia de la documentación histórica para darla al razona-
miento.
EL ETHOS ECONOMICO
(1) Eth. a iVic., 1, 5 (3), § 8, pág. 4, líneas 4-6 en col. Didot: Opera
omnia, vol. II (1.096 de BEKKER ) .
i7
tipos de hombres: teorético, económico, estético, social, po-
lítico y religioso.
El titulado hombre económico ocupa veinte páginas de
la versión castellana realizada por Ramón de la Serna, edi-
tada por la Revista de Occidente argentina en 1946, segun-
da edición, que es la asequible hoy en día.
De la Serna vierte el término alemán de Spranger del'
okonomiseh e M enseh, no al castellano, sino al latín: horno
oeeonomieus; versión, a nuestro entender, plenamente ade-
cuada a la caracterización sprangeriana.
He aquí al horno oeeonomieus mostrado por Spran-
gel' (1):
" ... hemos de considerar el eterno motivo económico
como una función constante entre el sujeto y el mundo de
las utilidades ... El sujeto económico puro ... evidencia el
mismo tipo mental siempre" (c. 1(5).
y este motivo y función no precisa que se dé solamente
en la peculiar actividad lucrativa; "antes bien, el motiyo
fundamental de utilidad puede observarse en los más dis-
tintos aspectos de la personalidad, y su constitución ínte-
gra puede predominar... incluso en el ethos distintivo de
la existencia toda" (c. 1(6).
He aquí lo útil, el eterno motivo económico, delimitado
por Spranger:
"Lo útil tiene, ante todo, el carácter de un medio físico
para la satisfacción de las necesidades ( :l/r Bedür{nisbe-
fl'iedigung ) ... La cualidad de valor de su finalidad se halla
en la yiven cia ... , medida inmediatamente sobre un valor
de simple conservación vital, y en los conatos ( Trieben ) ,
que regulan la salisfacción de las necesidades" (al. 1115 ).
(1) Señalamos con c. las páginas del texto castellano; y con al., las
del alemán, Lebensformen, 7." edición, 1930.
y ahora la caracterización del tipo:
"El homo oeconomicus, en sentido universal, es aquel
que en todas las relaciones vitales antepone el valor de uti-
lidad."
Del" okonomische 111 ensch im allgemeinsten Sinne ist also
del"jenige, del' in allen Lebensbeziehungen den Nülzlich-
keitswert voranstellt (al. 148).
"Todo lo considera como medio para la conservación vi-
tal, como objeto de lucha natural por la existencia y como
conducente a la forma de vida agradable (del' angenehmen
Lebensgestaltung). "
"Opera administradoramente (es decir, ahorra) con la
materia, energía, espacio y tiempo, con el fin de obtener
para sí el máximo efecto útil. En la actualidad, quizá lo
definiéramos como el hombre práctico ... ; pero el valor
de su tarea (seines Tuns) no reside en las profundidas crí-
ticas de valores (¿hay aquí una discusión con el psicoana-
lista Jung?), sino en el efecto de utilidad de índole total-
mente superficial o externa. Los griegos, por consiguiente,
le calificarían, indudablemente, como el que obra (einen
1I1achenden - poionta; yo diría mejor ergonla), pero en
modo alguno el que hace (einen Handelnden - práttonta)"
(al. 148 ).
Esta distinción de Spranger es muy aguda. Ella le per-
mite establecer luego que los grandes capitanes de indus-
tria-añadimos los verdaderos, y no precisamente los gran-
des financieros-ya traspasan el tipo de hombre económi-
co y obran a la vez por motivos políticos o sociales. Aun-
que esta distinción no es aún suficientemente clara en
Spranger, pues se liga a Sombart excesivamente.
Spranger, empero, a pesar de su método individualista
y de confesar que en su Lebensfol"men queda excluída una
"teoría de los sujetos supraindividuales y un análisis de la
19
estructura sociológica", nos aporta la universalización co-
lectiva del homo oeconomicus, al decir:
"El sujeto económico no es siempre necesariamente el
individuo, sino también, con frecuencia, un sujeto de pue-
blos... Estas comunidades ... , como unidades colectivas, ac-
túan sólo en sentido económico egoísta" (c. i7i).
De ahí que "donde el tipo económico legisla, en el ré-
gimen jurídico se atienden ante tedo las demandas de or-
den económico. Y el derecho mismo aparece sólo como for-
ma social normativa, en la que la economía es concebida
como la materia de la vida social...; para muchos no pare-
ce ser el Estado otra cosa que una mera organización su-
praindividual de la vida económica" (c:. i72).
He aquí-dejando aparte ya las distinciones, límites y
conexiones con el hombre teorético, estético, social, políti-
co y religioso- nuestro "espíritu de civilización" económi-
co, es decir, el ethos económico presidiendo a toda la socie-
dad, expresado, si no plenamente, sí con suficiente cla-
ridad y evidencia para curroborar nuestra tesis.
En todo género de constitución de los pueblos existe,
más o menos puramente, un ethos preponderante sobre todas
las Estructuras. En la constitución liberal, en el mundo li-
beral, este ethos es el económico. Es, también, lo que Sche-
ler llama Weltanschauung, vertido acertadamente en su '
Etica, por cosmovisiÓn.
y Spranger lo confirma casi .'1.1 final de su capítulo con
la certera observación del ethos del mundo llamado occi-
dental en la época de su obra, entre la post-primera guerra
mundial y la gran crisis económica estructural, qu~ se ma-
nifestó en otoño de i929:
"Nos hallamos (hoy) más sometidos a lo económico que
en cualquier tiempo p.asado. No somos dueños de contro-
lar ya nuestras necesidades, despertadas en nosotros desde
20
la infancia... Como humanidad imperamos sobre la Natura
en medida insospechada; mas, al propio tiempo y por ello,
nos hemos encadenado unos con otros hasta tal punto que
ya nadie puede decir ni que asienta sus plantas por propia
voluntad" (al. 163).
Estas palabras encierran ya el punto álgido critico del
ethos liberal económico. Y no será hasta la última de las
conferencias donde podremos recogerlas de nuevo.
Este homo oeconomicus, este crematístico, con voz pre-
cisa de Aristóteles, es el que ha constituido al mundo libe-
ral; hasta el segundo tercio del siglo pasado, cada vez con
mayor pureza, y desde entonces el que, prosiguiendo su
ethos, ha causado la crisis del propio mundo por él inten-
tado formar, de manera tan pura como la polis platónica
presidida por el' homo te01'eticus, el sotos. Si Platón hubo
de úonfesar que su ciudad sólo el individuo aislado pudiera
constituirla en su alma, nosotros podemos decir que la ciu-
dad económica. sólo ciertos individuos aislados pueden for-
marla en su cuerpo.
La real existencia del homo oeconomicus la puede co-
nocer todo aquel que pueda y sepa observar y razonar.
Mas a los hombres de mi generación les ha sido dado el
haber vivido aún en época de pleno prevalecimiento del
ethos económico, y, precisamente, de contrastarlo, por de-
batirse con los últimos factores de su propia enfermedad;
al propio tiempo hemos vivido y estamos viviendo su época
más decisiva, de crisis, con el nacimiento indudable de
otros géneros de vida. Nuestro conocimiento bien puede
afirmarse que, lejos de ser defectuoso, gana en tal situa-
ción, pues se cumple en nosotros la perfecta posible ade-
cuación de la cosa al intelecto, porque, a la vez, bien pode-
mos decir con verdad que nada hay en el intelecto que
antes no estuviera en los sentidos. Hemos vivido y reco-
21
rrido el bosque de punta a rabo, lo hemos poseído; por esto
lo podemos conocer. y nos reímos de las puras frases de
que los árboles no dejan ver el bosque.
El homo oeconomicus no es, pues, ningún "espantajo
universal", como dice el economista Robbins, sino un ethos
muy real.
Ahora, luego de esta introducción general, vamos a de-
dicar el resto de la conferencia al examen del liberalismo
surgido en Francia.
22
EL LIBRITO DE DU PONT
"LA PHYSIOCRATIE"
28
En primer lugar, las invocaciones al Eclesiastés y a los
Proverbios:
Non oderis laboriosa opera, et Rusticationem creatam ab
Altisimo (VII, 16).
Y Qlli operatllr terram suam, satiabitur (VIII, 11).
En medio de ambas citas bíblicas, en la hoja 2, opuesta
a la portada interior, cuyo comentario hemos suspendido,
hay un encantador grabado ideado por Jaurat y esculpido
por María Ozanne, que no dudo en afirmar sea un retrato
del propio Du Pont en su posición campestre: un cháteau-
ferme a sus espaldas, con su esposa sentada y una olla
vacía, un niño al lado derecho y un caballo de labor en
el izquierdo; y él, en pie, con las manos y la vista orantes
al cielo, como en acción de gracias, mientras las aguas de
un riachuelo discurren hacia otras tierras por debajo de
un puente, verosímilmente le Pont du cháteau-ferme de
Nemours, que dió el nombre al lugar y a la familia: Du
Pont de Nemours.
EL GRAN SOFISMA
EL DÍSTICO DE QUESNAY
31
económica que de ello se sigue es la materia de nuestras
disertaciones. Ella es la que nos perfilará y nos definirá el
ethos económico que ha informado las realizaciones libera-
les y de la época llamada liberal.
33
de vida liberales se sigue el progreso indefinido de la Hu-
manidad.
y todo lo anterior se resume en los dos mandamientos
del liberalismo:
¡Sed lib1'es!
i Buscad vuestro propio interés!
Es decir: libertad y máximo provecho (garantizado por
la ley de la libertad).
De estos dos dogmas tan bellos no solamente nació el
llamado liberalismo y sus partidos políticos, sino que fue-
ron el fundamento del género de vida que informó al lla-
mado mundo civilizado.
Con grandes ventajas y aciertos en lo que contienen de
verdad, y con grandes males en lo que contienen de error.
En fin de cuentas, los fisiócratas, los liberales, solamen-
te formularon una doctrina sofística de opinión, de doxa,
en la cual, desde Parménides, sabemos que puede hallarse
la verdad o el error.
Tal la sentencia, de sabor panteísta y determinista, de
Du Pont en carta del 22 de abril de 1815 a Say: "Dieu est
le seul producteur" (1).
No es, pues, inútil ni fuera de lugar el tiempo que he-
mos dedicado a los flsiócratas para una serie de conferen-
cias que se enuncian sobre el mundo liberal económico.
Mucho más hubiéramos tenido que aportar si pertene-
ciéramos al mundo actual preciosista, superbarroco de la
ciencia, sea histórica, sea fenoménica, que considera falli-
do un estudio si en él no se han agotado todos los autores
y todos los documentos sobre el tema.
Lo dicho ha de bastar para llevar al convencimiento de
mis lectores de que no sólo la política económica liberal,
36
Tal cultura pudo surgir porque los pueblos fueron do-
minados por ideas (WEIL DIE VOLKER VON IDEEN BEHERRSOHT
WErmEN), que significan la adopción (la aplicación: An-
wendung) de las doctrinas económicas en la política" (1).
La declaración es solemne: Hace doscientos años, los
fisiócratas, la secte des économistes, esparcieron y sembra-
ron ideas económicas, que sustituyeron a las que informa-
ban el vivir de los pueblos; ideas que dominaron la con-
cepción del fin de la vida, ideas que constituyeron a los
pueblos. He aquí al ethos económico prevalente y enseño-
reado de los otros ethos que otrora predominaron: elhos
religioso, elhos político, elhos de lo justo, elhos guerrero.
No es de extrañar, pues, que la obra del fundador de la
ciencia económica, ensalzador de los fisiócratas fundado-
res de la doctrina políticoeconómica, lleve por título:
A n Inquiry into the N atUl'e and Causes of the lVeallh
of Nations.
y wealth asume el bienestar particular y colectivo, pero
siempre surgido, motivado por la riqueza.
Sólo con el fin primordial y prevalente de riqueza es
como tiene lógica todo el mundo liberal.
El liberalismo afirmó que sólo con la persecución de la
riqueza, de los bienes de lo útil, es como se obtendría el
progreso y la felicidad.
No es, pues, de extrañar que tales dogmas condujeran,
por primera vez en la historia, al estudio de las leyes de
formación y de organización de la riqueza.
En el próximo capítulo someteremos a examen y crítica
la rama británica del liberalismo, anterior, ciertamente, a
la francesa, pero más comprensible luego de esta expo-
sición.
37
II
INTRODUCCION
LEMA y DÍSTICO
LA SmiBRA DE ERASMO
(1) 372 d.
43
grandeu/', et qui cmp1'essés d se procurer tous les avan-
tages qu'ils peuvent tire/' de cette prospel'ité publique, NE
CESSENT DE MURMURER et de déclamer CO:\TRE CES VICES et
ces inconvénients, QUI depuis le commencement du Monde
jusques d pl'ésenl O:\'T ÉTÉ INSEPARABLES de tous les Royaumes
et DE 'TOUS LES ETATS CÉLEBRES par leur FORCE, Pa1' leurs
RICHESSES, et par leur POLITESSE" (pág. XIII del prólogo de
Mandeville ).
Por ello, con Hobbes, la ausencia de self-love es la muer-
te del progreso. Porque las llamadas altas virtudes son
mera hipocresía, y aparecen por el deseo de amor propio
p¡ersonal de ser superior a los brutos. No en balde, en su
juventud mantuvo una tesis en la Universidad de Leyden,
titulada De bl'utoTUm operationibus, en la cual invoca la
teoría cartesiana del automatismo entre los animales.
y con todo ello nos da los t,'es fin es de la civilización
model'na: fu crza-l'iqueza- "politesse"; ésta en su sentido
más cínico de apariencia de respetabilidad, cual el burgués
que Platón define como el oligarca perfecto: aquel para el
cual "no hay nada más precioso que las riquezas"; el cual,
aunque haya perdido su interior armonía, "presentará una
apariencia más decorosa que muchos otros" (1).
El escándalo de la fábula y de los posteriores añadidos
( R emal'ks, An Inquil'Y into the ol'igin of moral vil'tue, An
Essay in Charity y A Seal'ch into the Nature of Society) fué
grande. Atacáronle, entre muchos, Berkeley, Campbell y
John Brown, pues Mandeville, con propias palabras, con-
fiesa que "en exposant les SUITES NÉCESSAIRES de L'Ho:\-
NETETÉ ET DE LA VERTU en général, de la Tempérance d'une
Nation, dll Contentement et de l'lnocence des Particuliers,
JE DÉMONTRE QUE SI TOUS LES HOMMES ÉTOIENT RAMENÉS DES
44
VICES, ils seroienl H\CAPABLES DE FORYIER DES SOCIÉTÉS VASTES.
PUISSANTES, ET POLIES ... " (pág. XIV del prólogo).
No en vano ponía en ridículo los vicios y las extrava-
gancias de los hombres y de las personas que componen la
sociedad, como: des Minislres d'Etat, des Prélals, des Ordl'es
Religieuses, des Jug es, des .1Iarchands, des Gens de GueJ'l'e,
des lIJédecins, etc. Censurando agréablement ... l'édHcaLion
modernc, como dice el editor francés, mostrando la doble ca-
racterística liberal: esprit y humor (? ).
La fuerza de ~Iandeville no sólo se halla, pues, en su sá-
tira, sino en los principios agudamente expuestos-como los
grandes sofistas-, que pudieran servir para sustituir un gé-
nero de vida mostrado caduco en sus lacras por otro que,
paradójicamente, las justificaba y tenía por necesarias si ...
los individuos y los pueblos querían la fuerza, la opulencia
y la comodidad.
MANDEVILLE y PLATON
49
2. ADA M SMITH
50
naturaleza" (pág. 105, 3.' ed., 1767, Londres), aunque en
posteriores ediciones parezca rectificar al sustituir tal afir-
maClOn radial por otra, también insatisfactoria, diciendo:
"Every sense is Supreme over its own objects" (pág. 235,
edición de 1822). ¿No hallamos aquí la misma filosofía de
Spencer, quien, en sus Firsts PrincipIes, encabeza las dos
primeras partes de su obra con estos títulos: Lo incognosci-
ble, Lo cognoscible?
(1) Smith puso muy pocas notas a pie de página; pocas más de
una docena. De antiguos cita a Platón, Aristóteles, Cicerón, Zenón,
Arriano y San Agustín. De británicos, sólo a su maestro Hutcheson, al
poeta Thomson, al doctor Cudworth y la Fable of the Bees.
51
has been rnade of Lhat art into rnany branches"; así, el ín-
dice de Mandeville dice: Labour, the usefulness of dividing
and subdividing it.
Cierto, decimos entre nosotros, que ya Platón estructura
la polis, precisamente con el principio de que cada uno se
'd edique a la profesión adecuada a sus aptitudes (epiLe-
deyrna), y esto con el fin de intercambiarse dones o servi-
cios (rnetadidonai).
No es de extrañar que en este primer capítulo de la
obra de Smith se hallen otras inspiraciones de Mandeville,
como al tratar Smith de la opulencia de una sociedad bien
gobernada, y, en el segundo, de las relaciones humanas
por tratado, trueque o compra y el uso del dinero. Y hasta
en el capítulo X, al señalar las diferencias de salarios ca-
lificados con los simples trabajadores.
No señala Cannan otros textos.
53
EL CONCEPTO INGLES DEL SELF-INTEREST
EL "HOMO OECONOMICUS"
LA CIENCIA ECONOMICOLIBERAL
4. LO ECONOMICOLIBERAL y LA POBLACION
MALTHUS y PLATON
60
Si Smith centra y dirige su investigación sobre la ri-
queza (lo material ), queriendo conocer su naturaleza y cau-
sas, Malthus aparece preocupado por el hombre, por la po-
breza y miseria.
Ambos tienen por fin el bienestar como derivado de la
riqueza: el primero, para adquirirla; el segundo, para re-
tenerla. Ambos tienen por dogma el progreso: Smith, cie-
gamente; Malthus, empero, al relacionar riqueza y hom-
bre, apuntando a éste y no a aquélla, se asombra, y de entre
las causas que han limitado ( cheked) los progresos de los
hombres y el crecimiento de su felicidad (en riqueza), bus-
ca una, la principal, y la halla ante los efectos de la que
él llama la "gran causa", íntimamente ligada a la N atu-
raleza misma del hombre.
He aquí el discurrir de Malthus.
"Esta "gran causa"-dice-es la tendencia constante,
manifestada en todos los seres vivientes, a acrecer su espe-
cie, a multiplicarse más allá de lo que permite el alimento
asequible" (pág. 6).
Y explica su observación:
"La Naturaleza, con mano liberal, ha prodigado los gér-
menes de vida en los dos reinos (vegetal y animal ) ; mas
ha sido avara en cuanto a espacio y alimentos."
... Una imperiosa ley de necesidad reprime y mantiene
en sus límites, fijados por espacio y alimento asequible, la
tendencia de proliferación ilimitada, "y el hombre se halla
sometido a esta ley, como todo ser viviente".
¿Cómo reprime la Naturaleza esta tendencia de prolife-
ración? Malthus dice: "Por la muerte, por miseria o por
lucha destructora de existencias vivientes."
Para las plantas y animales, desprovistos de razón, el
problema es simple: siguen su instinto sin previsión por
su progenie; y la falta de espacio y de alimentos destruye,
61
aniquila, lo que nace más allá de los límites designados a
cada especie.
Para el hombre, en cambio, el obstáculo a su reproduc-
ción libre tiene consecuencias más complicadas. "Los hom-
bres, solicitados por el mismo instinto, se reprimen por la
voz de la razón, que es la que les inspira el temor de tener
hijos que no podrán alimentar."
El problema, la tragedia, queda claramente señalado
por Malthus: El principio liberal de que las cosas se arre-
glan por sí mismas, de que la Natura resuelve siempre le
mejor, es cierto, pero inhumano, contradictorio con la na-
turaleza humana. La N aLura arregla, sí, las cosas, mas con
soluciones de tragedia. El hombre, según Malthus, debe
obrar contra Natura, reprimiendo las fuerzas naturales
de procreación: la población tiene una ley de crecimien-
to, que, por su mayor aceleración, viene contradicha, para
la existencia humana, por la ley de productividad de las
subsistencias, de menor aceleración. Es decir, la población
queda pronto desproporcionada con las subsistencias ase·
quibles.
"Es preciso- dice Malthus-que exista una ley superior
a estas dos leyes, contradictorias en su devenir" (pág. 11 ).
¿ Cuál? Malthus no la halla, porque mantiene la doble
condición del progreso humano y del enfoque individual
del propio interés lucrativo.
La Naturaleza restablece el equilibrio mediante obstácu-
los destructivos de la población creciente: miseria, luchas.
El hombre tiene en su mano obstáculos preventivos: no
procrear; posibles por su facultad racional y previsora. He
aquí la ley superior de Malthus, que no es tal ley supe-
rior, sino una elección del hombre: Antes que la Natu-
raleza me destruya, destruyo yo a una parte de la Natu-
es
raleza: la humana, para no ser destruído por otra parte de
la Naturaleza: los alimentos insuficientes.
La inquielud del hombre, previsora de un malestar o
de una insuficiencia de medios materiales para la vida,
es el fenómeno que, racionalmente visto, da la solución
de alternativa en el obrar humano: el control de nacimien-
tos como solución previsora.
·..
Tanto el texto de Platón como el discurrir de Malthus
presentan una patente y fundamental coincidencia.
La previsión y el miedo a la miseria y a las guerras,
ley natural al hombre como animal, incita a su razón a no
procrear por "encima de su mínimo de hijos con asequi-
ble subsistir.
Mas el género de vida para el cual Platón aporta este
fenómeno y solución es el llamado "ciudad de puercos",
que es tanto como decir ciudad de vida primitiva.
Malthus, en cambio, distingue géneros o grados de vida,
y para cada uno muestra su peculiar solución. Para todos;
empero, su leyes la acomodación de la población a los
medios de subsistencia. Para la vida primitiva, tal acomo-
dación se produce cual en los animales: muerte por mise-
ria o por guerra. Para la vida superior, la acomodación
óptima, para Malthus, es la regulación viciosa o racional y
voluntaria de nacimientos.
Malthus, racionalista extremo, ha fijado unas categorías
al problema de la dinámica de la población.
Categorías que coinciden con las causas del problema
del desarrollo de la población y subsistencias, dando la ley
formal general de aceleraciones con ritmos desiguales y
conduciendo, por tanto, al problema: el desequilibrio.
C3
Causas eficientes: La Natura y la libertad.
Causas instrumentales: La razón y los medios anticon-
cepcionistas, es decir, los frenos.
Causas finales: De una parte, si no actúan las instru-
mentales humanas, la miseria o las guerras. De otra parte,
si actúa la voluntad humana, el progreso y el bienestar del
individuo.
Como se ve, el problema tiene una hipótesis: las cau-
sas finales no son propiamente naturales, como era de es-
perar, sino artificiales: riqueza e interés individual.
Lo que Malthus señala especialísimamente es que la
Natura no soluciona humanamente el problema, y que para
ello el hombre tiene que actuar.
Si el hombre no actúa, vence la solución de la miseria y
guerras, que elimina el exceso de población.
Luego el hombre racional debe actuar contra su pro-
pia personal ley natural, con el fin de evitar las conse-
cuencias individuales y de masa de las leyes naturales del
procrear y del producir.
y aquí aparece con prístina evidencia nuestra tesis: el
liberalismo no tiene por fin la libertad, sino la riqueza, pues
sacrifiea la libertad de su propia ley natural de procrear.
La libertad que el hombre ejerce es sólo aquella que, como
medio, le permite y le conduce a conservar o acrecer la ri-
queza.
Porque, en fin de cuentas, no se trata sólo de mante-
nerse en el mínimo de subsistencia, sino que, como dice
Platón, el fin es "vivir alegremente ... , sin miedo a la mi-
seria y a las guerras".
Malthus no llega a esta formulación, pero sienta cer-
teramente las premisas, de las cuales, lógicamente, el elhos
económico ha sacado sus consecuencias.
Hoy, la mayoría de los economistas anglosajones son
64
toJos partidarios, racional y lógicamente consecuentes con
la finalidad malthusiana de progreso y de propio interés
indiYidual, del birth control, el cual, i oh paradoja!, es una
ley tiránica que se impone el arbitrio y la coacción (nomos)
del hombre sobre sí mismo, ya que no se quiere aceptar,
contradictoriamente, la ley de libertad natural (fysis) y, a
la "ez, sustancialmente humana: la procreación libre den-
tro del matrimonio.
EL PROBLEMA ES INSOLUBLE
* * *
(1) Cfr. Die Lehl'e von del' Wil'tschaft; págs. 61 "Y 77, Zurich, 1943.
66
ficas en cuanto encierran las ideas liberales y discurren
con sus condiciones.
Mas esto nos lleva de la mano y nos pone de manifiesto
que el liberalismo, tanto filosóficopolítico cuanto económi-
co, tiene una grande e interna contradicción lógica o la-
guna en su pretendido sistema: el afán de libertad para
conseguir el máximo de riqueza descuida las consecuen-
cias; es tan optimista que sólo piensa en el empresario,
en el poseedor y en el creador de riqueza; sólo piensa en
el hombre en cuanto rico; mas descuida las consecuencias
del desmesurado desarrollo de la riqueza para las clases
i nf eriores.
69
lucionista, uno; un desarrollo fatal de destrucción del orden
burgués, el otro (concepción materialista de la historia y
fenómeno de la acumulación y de la autodestrucción del
capital).
Ambos, por fin, tienen por principio el propio interés
por alcanzar la posesión de la riqueza. El uno, sin citar ni
preocuparse por los medios; el otro, mediante cualquier me-
dio que eonduzca a la destrucción del capitalista para
adueñarse, la masa, de los medios de producción. No im-
porta que el propio interés sea para uno el individual y
para el otro el de la masa; lo esencial es que el espíritu
de lucro, como fin, como valor supremo del vivir, es en am-
bos el determinante.
El ethos económico, como fin primordial de la vida, es
el motor tanto del liberalismo económico burgués cuanto
del marxismo.
Ambos nacen de igual sofisma. Repitámoslo:
Ex Natura, ius, ordo el leges.
Ex Homine, arbitrium, regimen et coercitio.
Es decir, lo material es el fin supremo de la vida; el
espíritu del hombre debe sujetarse a las leyes del ma-
terial devenir; y, pues el hombre no tiene autoridad so-
bre los demás hombres, todos sus actos, en cuanto hom-
bre, no son más que tiranía.
Tal es el plan, la intencionalidad liberal, es decir, el
ethos económico. ¿ Cuáles han sido sus realizaciones? He
aquí la materia de las próximas páginas.
70
111
PREAMBULO
71
una mujer, pOI' su dueiío "'a c(onbio" de lo que hoy pueden
significar 1'ealmente tres mil pesetas.
Ante este ejemplo, generalizado, bien se puede concluir
que es la idea, son los principios liberales, quienes la causa-
1'011: pues sin ellos pudo venderse, mas no en mercado abier-
to, en lib1'e competencia, la cosa, la mujer, considerada como
un bien económico, útil para el cambio.
Un hecho aislado, empero, no autoriza su generalización,
aunque pueda hacerlo sospechar como necesario un ethos
generalizado en su luga1'.
Quede este ejemplo como corroboración del espí1'itu que
informa la sentencia de Juvenal, el también aquinate, que
hemos dado por lema: "El olor a dinero, de donde venga es
bueno"; o, como añade a continuación, en peligroso análi-
sis crítico de la idea liberal-paradójico incitador de Man-
deville- , en toda su sátira: "Nada inquiete de donde venga;
el haberlo es su imperio." "Unde habeas, quaerit nemo; sed
oportet habere" (14, 207).
* * *
72
La economía, se dice, y sus fenómenos centrales, los mer-
cados, no 1'equiel'en arconte, jefe, director, para funcionar.
El libre precio es su arconte, su autoridad; él, ellos, son los
que mueven a los individuos, a las cosas, al dinero, hacia sus
óptimos empleos. Toda intervención pertw'ba el óptimo de
producción y, por ende, la prosperidad.
Argumentos y pensares que contienen verdades, pero que
no son toda la verdad de la vida humana y de los pueblos.
A nalicémoslo, pues, preguntándonos y sometiendo a 1'e-
fl exión las preguntas.
* * *
77
dos milenios; todos habréis pensado ya en el autor De
Rerum Natura, el poeta Lucrecio.
Cierto que está impregnado de epicureísmo; mas s u ar-
gumento es fundamentalmente cierto: todo conocimiento,
todo invento, ha partido, ha requerido adecuación de lo
real-cosa o fenómeno-a la mente.
En cada época, en cada circunstancia ante cada afán,
el hombre se asombra (primigenio acto para conocer), in-
vestiga, halla y descubre. En unas épocas y zonas, las obras
humanas han sido de arte; en otras, de filosofía, derecho
o técnica militar. En nuestra época fueron especialmente
los inventos técnicos a consecuencia del anterior primer
desarrollo de las ciencias naturales.
Mas esta aplicación por descubrir y dominar y utilizar
las fuerzas de la Naturaleza, ¿quién se atreve a decir que
tiene por causa las ideas económicoliberales? Pues en la
parte en que pueden ser causa, ¿por quién estas ideas fue-
ron a su vez causadas?
También Lucrecio creía que era sólo el epicureísmo la
causa del desarrollo material humano.
Mas ¿fué necesario ser epicúreo; ha sido necesario ser
liberal para que la mente humana haya podido hallar ver-
dades, inventar, descubrir fuerzas y fenómenos de la Na-
turaleza?
La protección y el fomento de las ciencias, ¿son sólo pa-
trimonio de mentes liberales?
~ ) Hay, sin embargo, un campo del saber humano, en
el cual sólo con la adopción, se dice, de la idea liberal ha
sido posible establecer ciencia.
Este campo es el de la ciencia económica.
Y, ciertamente, sin un ambiente doble: de libertad-"des-
encadenar al hombre de la tiranía del hombre", como con
frase liberal podemos decir-y de afán de riqueza y pros-
78
peridad, parece difícil que hubiera podido percibirse el fe-
nómeno central de la ciencia económica: la movilidad de
los factores de la producción, movilidad que es el fenóme-
no básico para todas las teorías del precio y del mercado,
es decir, del cambio y de la división del trabajo, que son
los dos fenómenos calificativos de la economía.
Y, más tarde, partiendo de Menger, llevando ese punto
de partida objetivo de los clásicos al subjetivo, ese fenó-
meno de la movilidad, pasó a ser establecido genéticamen-
te en el hombre, y la economía teórica se propone ya un
estudio de la conducta humana en cuanto elección entre
fines y medios.
Y ha sido el profesor Robbins quien, en su obra Natu-
raleza y significación de la ciencia económica, ha puesto
de manifiesto esta definición de la economía, como la más
generalizada modernamente.
Mas si, en efecto, es lo electivo lo fundamental de la
ciencia económica, todo régimen social que ponga trabas a
la elección será cada vez más antieconómico, o bien com-
plicará de tal manera el uso de las categorías de este ser
"electivo", que prácticamente inutilizará a toda la ciencia
económica.
De consiguiente, el estudio puro de la economía requie-
re la máxima universalización de la libertad de elección, y,
de otra parte, el supuesto de que sea en relación con el in-
dividuo como la ciencia económica deduzca sus análisis,
pues no es concebible una elección sin conducta referida a
un individuo, y sólo partiendo de una concepción individua-
lista de la elección es como la economía puede desarrollar
su lógica.
De consiguiente, el centrar la economía teórica en la
conducta humana, en cuanto elección, implica la acepta-
ción, por lo menos, de condicionamiento mental de partida,
79
de los dos supuestos básicos del liberalismo en general y
de los economistas clásicos: libertad e individuo.
Toda interferencia a la libertad individual de elegir,
todo concepto de persona que no sea una suma de indiYi-
duos obrando cada uno libremente en sus elecciones, son
pel'lurbaciones a los principios más fundamentales sobre
los que se asienta la teoría económica; y si bien pueden
ser objeto de investigación, siempre lo son como casos pa-
tológicos frente al modelo de la "sana" economía basada
en la libre elección individual.
De consiguiente, aun aceptando como la ortodoxa posi-
ción moderna de la ciencia económica la posición de
Robbins, tal posición no sólo se deriva de los economistas
clásicos, sino que no es concebible hubiera surgido sin su
existencia.
Por lo demás, la permanente y actual filiación de la eco-
nomía a lo liberal es patente en Robbins. Baste obseryar a
los autores a quienes cita y acude en autoridad: Hayek,
l\lrises, Beveridge (precisamente en su Economía como edu-
cación libeml, pág. 57).
Cierto que Robbins, precisamente, rechaza la concep-
ción de la economía como estudio de las causas del bien-
estar material-hoy, ciertamente, existente en la mayoría de
los economistas, como es natural y lógico-; ma dice tex-
tualmente: "Lo que se ha rechazado no es sino una defi-
nición. No rechazamos el conjunto de conocimientos cuya
descripción se intentaba. El sistema de quienes la han adop-
tado encafa perfectame~te dentro de la otra definición que
se ha sugerido" (la que parte de Menger) (pág. 46,.
La ciencia económica "pura" se reclama de plena exac-
titud dentro de sus condiciones. Condiciones que son ele-
mentales y evidentes categorías. Sus más destacados pro-
pugnadores, empero, coinciden en dos cosas: en llamarse
80
neoliberales y en unas referencias a la escolástica cuya
racionalidad y adecuacidad científica no hallamos funda-
mentada.
Robbins, por ejemplo, contrapone el riguroso valor cien-
tífico de las categorías fundamentales de la ciencia econó-
mica, de las que se deducen las definiciones, leyes y análi.
sis, con las "deducciones escolásticas (sic) de definiciones
establecidas arbitrariamente" (1).
Esta negación del valor racional de la escolástica, en con-
traposición a la racionalidad de la propugnada ciencia eco-
nómica, ¿no es sospechosa? ¿No encierra, quiérase o no,
una valoración filosófica desde el mismo punto radical de
partida?
¿Este término "arbitrariedad" fr.ente a exactitud, ¿no
recuerda la contraposición sofística entre nomos (como ar-
bitrariedad humana) y {ysis (como exactitud de leyes de la
Naturaleza)?
La ciencia económica "pura" ha querido delimitar tanto
y tanto su "genuino" campo, que hoy en día es víctima
de su propia delimitación lógica. Así, Robbins advierte "los
peligros muy reales de seccionar los estudios económi-
cos: economía agrícola, transportes, etc.", y dice: "Las in-
fluencias que gobiernan las relaciones sociales en sus as-
pectos económicos sólo pueden lograrse considerando el
sistema económico como un todo" (2).
Pues bien: este todo-economía es, evidentemente, una
parte del todo-sociedad; de consiguiente, los peligros hacia
81
abajo son los mismos que la economía, considerada como
un todo, tiene respecto a la sociedad también como un todo.
82
prinCIpIO regulador del neoliberalismo el "mecanismo de
los precios"? (1).
Estoy convencido, sin embargo, que algunos, por ejem-
plo Roepke y Robbins, si realmente conocieran la escolás-
tica y si realmente pusieran a su espíritu en indiferencia
de valoración-eliminando su indudable posición de idea-
lismo racionalista-reconocerían que la abstracción esco-
lástica sería de gran ayuda, precisamente, para la univer-
salización y el avance "racional" y "real" de la ciencia
económica, porque permitiría no sólo principios y catego-
rías específicas a la ciencia económica, sino que solucio-
naría las dificultades de su conexión racional con otras
ciencias y con la realidad humana y social.
b) Las ideas en acción.-La aplicación de las ideas a
la realidad tiene, a su vez, dos facetas:
De una parte, es problema de política económica.
De otra, plantea el problema de si el desarrollo concre-
to, la prosperidad, ha sido ocasionada por la política econó-
mica liberal, o bien tiene por causa, o con causa necesaria,
determinantes independientes del modo de pensar.
Que el problema de política económica significa some-
ter a crítica si las medidas, en materia económica, tenidas
por liberales forzosamente provienen de la idea económico-
liberal, o bien pudieran haberse tomado con otro régimen
de gobierno o con otra concepción de la vida.
Difícil sería probar, racionalmente, esta causalidad, tan-
to en favor como en contra.
Se trata de hechos históricos, y la circunstancia de que
una medida genuinamente sea conforme con la ideología
89
pidamente, el de Francia era insignificante. (Y aquí hace
referencia a la página 153, de SERIVENER, History of the
[ron Trade.)
Con ello, Hobson intuye nuestros fenómenos de situa-
ción y posición. Y en su página 10 lo señala influído por
Sombart (vol. 1, pág. 326). La aparición de las condiciones
de posición la registra diciendo que la prosperidad de Por-
tugal, de España, de Holanda, Francia e Inglaterra es in-
concebible sin la previa destrucción de la civilización ára-
be, el saqueo de Africa, el empobrecimiento y desolación
del Asia del Sur y su mundo de islas y la existencia de
las fructuosas Indias occidentales.
Quizá quienes no estén familiarizados con nuestro con-
cepto de infraestructura no puedan captar todo el alcance de
este resumen y textos de Hobson; mas a todo el mundo se
le hace evidente que ni la marítima y comercial Venecia
pudo ser una talasocracia, dominadora de mares, durante
ocho siglos; ni la Gran Bretaña pudo ser la talasocracia
moderna, sin unas condiciones naturales superiores a cual-
quier otra zona. Entre ellas, principalmente, para Venecia
los bosques, y para Inglaterra, primero, sus bosques de
robles (quercus sensiliflora), y, luego, sus yacimientos de
carbón, además de su situación y configuración geográfica.
Y nadie podrá llamarme profeta, sino tan sólo lógieo,
si predigo que las condiciones naturales. propias y de re-
lación, que dieron a Inglaterra su opulencia, hoy han pa-
sado a una zona de un millón de kilómetros cuadrados, a
un cuadrilátero, aproximadamente, cuya diagonal de Oeste
a Este viene dada por Chicago y Wáshington (1).
Y sea cual sea la intensidad de la ideología económico-
liberal que se restaurase en Inglaterra, jamás, por sí sola,
90
podría dar a las Islas Británicas la hegemonía y el tenor
de vida perdidos. Como la continuación de la oligarquía
veneciana desde que, en 1502, sus barcos volvieron de va-
cío de Alejandría hasta que fué por primera vez ocupada
por las tropas napoleónicas, en 1794, de nada sirvió para
recuperar su poder y su riqueza al serIe arrebatada su ta-
lasocracia por las naves portuguesas repletas de especies
que llegaron a Lisboa.
y el mismo Portugal, fuere cual fuere su política, jamás
pudo conservar un imperio comercial asiático, porque Por-
tugal carece de los principales requisitos necesarios para ser
una verdadera talasocracia; requisitos que tuvieron Rolan·
da primero e Inglaterra después.
Baste este haber centrado nuestra argumentación sobre
el condicionamiento infraestructural del desarrollo econó-
mico, referida al fenómeno talasocrático, pues el razona-
miento, mutati mutandis, es general y aplicable al examen
del condicionamiento de los factores naturales en todo país
y zona, independientemente, por períodos suficientes o his-
tóricos, de la ideología que domine su régimen político y
económico.
Señalo tan sólo que con estos principios pude discurrir
sobre la imposibilidad de España para provocar un des-
arrollo económico en nuestra América, salvándola de la
culpa y de las imputaciones de los escritores anglosajones;
que gratuitamente comparan el desarrollo portentoso nor-
teamericano con el modesto centro y sudamericano (1 ).
En conclusión, la idea liberal ha tenido éxitos y facili-
taciones en lo que la libertad es respecto a la persona hu-
mana y entre pueblos; mas esta libertad no es propiamen-
91
te la liberal, sino que ya fué esclarecida por nuestro Fran-
cisco de Vitoria; ha tenido, empero, en cuanto libertad li-
beral, consecuencias y fracasos, como la generalización del
derecho y aprovechamiento del más fuerte, sea en barcos,
en ejércitos, en monopolios o en contratos "conforme a de-
recho escrito", y ha tenido la gran coincidencia de ser plan-
ta fácilmente ubérrima en época de prosperidad natural, en
la cual los vicios hasta parecen virtudes.
No ha sido, pues, la idea económicoliberal la que ha pro-
ducido la prosperidad. Afirmar tal causalidad es pura y vul-
gar dialéctica.
En primer lugar, la prosperidad ha sido, con múltiples
regímenes, en los cinco continentes.
En segundo lugar, con otras ideas, puede asegurarse que
la prosperidad hubiera sido también grande en estos cien-
to cincuenta años pasados. La diferencia sustancial no hu-
biera sido en la cantidad de prosperidad, sino en la cali-
dad del vivir.
No creo que nadie pueda contradecirme si sospecho con
solvencia que en Rusia, en Norteamérica y en Europa ha-
bría hoy aproximadamente el mismo número de automó-
viles que hoy en día. Lo que cambiaría, con otro elhos se-
rían las personas que van dentro y su modo de ser para
consigo mismas y para con los demás.
92
IV
INTRODUCCION
(1) Cfr. GOETHE: Samtlische Werke, Il, Munich, 1909, pág. 66.
93
con distinto ethos predominante, añadimos, lal pl'osperidad
tendría distinto reparto espacial y serían distintas las per-
sonas y las maneras de pensar y de obrar que gozaran de
tal prosperidad.
Con ello hacíamos referencia al punto dejado de tTalar:
la influencia del ethos económico predominante sobl'e el
concepto del mundo, del hombre y de la vida.
Este concepto está determinado por los structors, por los
pensadores, que han logrado generalizar sus principios so-
bre el modo de vivir, es decir, los que han constituído la
sociedad, informándola de uno u otro ethos, en nuestro caso
del económico.
Pues bien: si lodos tenemos conciencia de un estado
crítico de la sociedad, no todos se dan cuenta de la aun ac-
tual vigencia de las ideas y conceptos de la vida con pre-
dominio de los principios e ideas liberales, pues hoy el pen-
samiento liberal, si bien en sí no dominante, sigue presente
en las mentes de varios autores en obras de ve¡'dadera gran
precisión y altura intelectual. Son sus propugnadores los
a sí mismos llamados neoliberales, los actualmente reac-
cionarios del mundo liberal.
De entre ellos, los más agudos, el núcleo de pensadores
que en la actualidad tiene mayor vigor mental, está com -
puesto por economistas, Todo político, jurista, sociólogo, si
lo hay, que piense y arguya en liberal, se basa hoy, fun-
dam.entalmente, en las ideas contenidas en los libros de
los economistas o en a¡'gumentos económicos. y todo ata-
que a la ideología liberal, ante todo, va dirigido a destruir
las bases económicas de la vida liberal.
Pero, además, los economistas de hoy en día han llega-
do a una profundidad y desarrollo de la teoría económica
que, al utilizarla, traspasando la especulación pura paTa
discurrir sobre los problemas de la sociedad contemporánea.
04
son capaces de argumenta1' con una dialéctica depuradísi~
ma, precisamente porque han sometido a crítica los defec-
tos o definiciones de los primitivos economistas clásicos y
las primit'ivas formulaciones liberales, Nos p1'esentan, pues,
no ya postulados o principios toscos, sino todo un sistema,
lógico e irrebatible, al pa1'ecer: tales son la agudeza y el
entrelazamiento sistemático de sus razonamientos y de la
filosofía de que calladamente parten.
Por consiguiente, frente a la m'gumentación de las mo-
dernas concepciones de la vida y de la sociedad, que han
nacido como reacción a la ideología liberal, presentándola
como causante de la actual c1'isis de la sociedad, los neo-
liberales, a su vez, arguyen qtle tal crisis precisamente es
debida al abandono de lo liberal.
La importancia de tal posición no puede desconocerse,
y precisa, por tanto, exponer y someter a serio análisis qué
es lo que promete el sistema neoliberal, basado hoy en la
generalización, para todo el vivir, de la moderna teoría eco-
nómica.
96
mos si, para la presentación de un invento o de una nue-
va teoría, se han escrito jamás palabras más soberbias.
Continuemos, empero, oyendo a Mises:
"Los antiguos pensadores habían considerado los pro-
blemas de la sociedad desde el punto de vista del gobierno
de hombres mediante la imposición de la autoridad (durch
die Obrigkeit). Buscaban establecer n01'mas para la política,
como doctrina del arte de conducir a los hombres y al Es-
tado. Las mentes filosóficas lanzaban planes de reformas
para la reconstrucción del Estado ... ; mas todos se hallaban
impelidos por el convencimiento de que en la vida social
no imperaba ni necesidad ni ley alguna reguladora que
fuese ya conocida por el desarrollo del pensar y de los pro-
cesos naturales. No se investigaba acerca de las leyes cons-
titutivas de la sociedad, porque se pensaba que la sociedad
podía ser construída arbitrariamente por los homb1'es ...
Para el Estado ideal... se creía que bastaban buenos prin-
cipes y vasallos; con hombres buenos se podía realizar
cualquier ideal de la sociedad" (págs. 1-2).
Observemos aquí la sorprendente filiación al dístico de
Quesnay: Ex h omine, arbit1,ülm ... , mientras que Ex natura,
leges. Nuestro leiv motiv aparece siempre como piedra de
toque.
Creo, empero, que es oportuno recordar, una vez más,
estas palabras, escritas hace ya milenio y medio:
" ... nullo modo est credendum, regna hominum eorum-
que dominationes et servitutes a suae providentiae legibus
alienas esse voluisse" (1).
Es decir, que ya San Agustín partió de la existencia ne-
cesaria de leyes naturales en y para las sociedades hu-
manas.
97
Continuemos:
"El descubrimiento de la necesaria conexión de los fe-
nómenos del mercado arruinó tal concepción (stü1'zte diese
Auffassung). El mundo quedó aturrullado ante un nuevo
conocimiento, un nuevo saber ... El tener a la sociedad y al
obrar humano (menschliche Handeln) como objeto de una
ciencia de lo que es (von das Sein), y ya no más como una
ciencia normativa de valoraciones de deseos (decimos del
deber ser), constituyó un viraje de gigantescas consecuen-
cias (von ungeheuerer tragweile), tanto para el pensar como
para el mismo obrar" (pág. 2).
Notemos que el ejemplo del giro o viraje copernica-
no sigue teniendo discípulos: el conocido de Kant, en el
siglo XVIII; el menos conocido de Marx con respecto a He-
gel, en el XIX, y el actual de la Praxeología.
"La importancia de este radical viraje del pensar- sigue
Mises-quedó limitada durante unos cien años, porque se
creyó que no hacía relación más que a un estrecho sector
del total campo del obrar humano, es decir, a los fenóme-
nos del mercado ... La economía (clásica) se redujo en un
principio a doctrina de la parte económica de los obrares
humanos ... La subversión ( Umsturz) del pensar, que los
clásicos habían iniciado, sólo se terminó con la aparición
de la economía subjetivista, al reconfigurar la teoría de los
precios del mercado en teoría de los actos electivos (:;;ur
Theorie del' Wahlakte ausgestaltete)" (pág. 2).
Y ahora nos muestra Mises la génesis de la Praxeo-
logía:
"Se han necesitado largos años para reconocer que el
paso de la clásica a la moderna teoría del valor supone mu-
cho más que el arrinconar una insostenible doctrina del va-
lor y del precio por medio de una satisfactoria. La teoría
de los actos electivos sobrepasa con mucho el círculo de
98
problemas que se han tenido por los económicos, desde
Cantillon, Hume y Smith, hasta John Stuart MilI. Es más
que una simple doctrina del lado económico del obrar hu-
mano o del obrar humano dirigido al abastecerse do bie-
nes materiales. Es, en definitiva, la doct1'ina de todo obrar
humano ... Todo lo humano se halla ante el elegir,. todo fin
y todo medio, material e ideal, alto y común, honroso y
deshonroso, se halla en una escala, y mediante el obrar se
eligen o se rechazan ... La economía subjetivista lo genera-
lizó del campo de investigación trabajada por los clásicos.
Así, pues, la Praxeología y la doctrina general del obrar
humano surgen de la economía política. De su parte, los pro-
blemas económicos o catalácticos se hallan inmersos (einge-
bettet) en una ciencia general (la praxeológica), y jamás
pueden ya desligarse de tal conexión. Por tanto, ningún
tratamiento de problemas económicos puede dejar de par-
tir de los actos electivos; la economía será, pues, una parte,
si bien la más importante, de una ciencia general: la Pra-
xeología" (pág. 3).
* *
Hasta aquí Mises. Y sólo hemos referido sus tres pri-
meras páginas. Su obra, de 756 páginas, es igualmente
densa, y a pesar de su propósito científico, igualmente re-
dactada con este lenguaj e dialécticoaseverativo.
Un amplio curso sería preciso para su total análisis y
crítica.
En esta conferencia nos habremos, pues, de limitar a la
exposición de algunas de las ideas, a señalar su crítica y
a mostrar sus consecuencias referidas al hombre, al mun-
do y a la vida, para reconocer el más agudo, culminante y
moderno intento de reivindicación y reacción neoliberal en
este su período de crisis.
•
99
Sometamos, pues, esta "nueva" doctrina a considera-
ción y crítica con estas preguntas:
¿Es ciencia nueva? ¿Cuál es su concepto del hombre?
¿ Qué filosofía la informa? ¿ Qué alcance tienen sus cate-
gorías? ¿Cuál es su visión del mundo? ¿Qué mundo nos
promete? ¿Por qué la calificamos de culminacIón neo-
liberal?
101
pero, además, muestro cómo, de escoger una voz griega,
otras serían las más adecuadas, por ejemplo, anlidosis, an-
tidorein o anlidoreislhai; y este concepto del intercambio
de dones, de bienes o de mercancías, en el Eulí{1'on, de Pla-
tón, no sólo no es voz aislada y marginal como la elegida
por Mises-Whateley, sino que aparece en un pasaje que
debería considerarse como la coneepción princeps de la
Economía, porque se hallan presentes y conectadas todas
las sustanciales eategorías eeonómieas:
Coste y deseo, servicio, demanda y oferta, el fenó -
meno del demandar y ofrecer que es el intercambio, y
el nombre de la ciencia: el comerciar, con su contenido
plenamente eeonómico.
y el tal texto va precedido por conceptos sobre cultivo,
producción, servicio- de la tierra, ganadería, viviendas,
obreros-, eomo adecuación de medios y técnica para pro-
ducir bienes. Y termina con el fin del intercambio de bie-
nes: el obtener un beneficio, o séase utilidades y sus bie-
nes (1).
Pues bien : cuando un científico solvente se equiyoca,
quienes le someten a crítica, o silencian lo silenciable o
tratan de salvarlo humanamente, porque, con Terencio, sa-
ben que ellos también son humanos y pueden incurrir en
error; mas cuando un científico presenta su teoría con so-
berbia, es de necesidad ponerle de manifiesto la estulticia
humana en que ha caído.
El mismo Hans Mayer, de la misma escuela que Mises,
no hace más que citar estas palabras de John Stuart Mill
para ponerle en la picota : "Afortunadamente, nada queda
i02
ya-dice Mill de su propia teoría del cambio-que descu-
brir en las leyes del yalor ni ahora ni en el porvenir" (1).
Pero es preciso que añadamos algo más importante:
Toda la doctrina praxeológica parte de la afirmación de
que "todo lo humano se halla ante el elegir" (Alles men-
schliche s/eltt zur Wahl, pág. 3 Y passim), pero también
de que hay un pensar enjuiciador de la elección.
Pues bien: si Mises hubiera leído a Aristóteles, se
habría acordado del siguiente pasaje de su Moral a Eudemo:
"El vivir es un deseo que la Naturaleza ha puesto en
todos nosotros cuando nos ha creado ... ; la vida es una cosa
que se desea. Luego si en la serie coordenada de las cosas
uno de los elementos se encuentra siempre en la catego-
ría del bien, es porque conocer y elegir las cosas participa
de una misma general naturaleza finita" (2).
y este texto, para quien lea a Mises, constituye su más
fundamental y radical punto de partida, aunque su des-
arrollo sea muy otro que con la filosofía peripatética.
Este texto aristotélico nos dice que vita est' res optanda:
"la vida es un apetecer" (3) ; exactamente, pero más pro-
fundamente que el mismo principio que Mises enuncia, di-
ciendo: Das Leben steht zum Wahl: "la vida es elección".
No es, pues, verdad que los griegos hubieran descuida-
do de formular, precisamente, el mismo principio y fenó-
meno que sirve de base a Mises para la ciencia que cree
novísima. Lo que ha sucedido es que Mises ha debido si-
103
lenciarlo, porque para él, "el bien" (1 ) no puede existir:
los actos humanos, para Mises, no tienen otra finalidad
que la inmediata, es decir, de bienes que sólo son bienes
en cuanto son medios para verdaderos bienes .
•
EL CONCEPTO NEOLIBERAL DEL HOMBRE Y SU FILOSOFÍA
104
haber o no haber un pensar y un obrar, esto no tiene im-
portancia alguna, puesto que la penetración en tales esfe-
ras es imposible al pensar humano" (pág. 38).
La filiación kantiana queda con esto patente: esta es-
tructura apriorística del pensar humano, única fuente de
conocimiento, es la que pone las condiciones o categorías,
ex ante, es decir, antes de toda experiencia; y sólo en ella
reside lo cognoscible y la verdad.
Mas esto supone una facultad, una maravillosa facul-
tad humana, característica del ser hombre y no animal.
¿De dónde le viene al hombre tal facultad?
"j Ah! Esto es un don, eine Gabe- dice Mises-, que es
dado al hombre."
Mas nada sabe el hombre de dónde le viene ni qué es
este don:
"Dejemos en la indecisión si para algo sú·ve el meditar
o discurrir de dónde y cómo nos ha venido este don, esta
gracia (Gabe) asombrosa. El que en la realidad todo sea
asombroso, queda excluído de nuestro conocimiento. En
balde clama el hombre con su pobre metafísica a las puer-
tas del saber por las cosas últimas. Lo que significa ser y
no ser queda más allá de lo que nuestro espíritu puede
abarcar" (pág. i 7).
Por todo ello, Mises prosigue su lógica cuando, en otro
lugar, afirma que ante los problemas del pensar y del ac-
tuar humanos el supuesto de la existencia de un alma, o
también de un alma inmortal, nada tiene que ver (pági-
na 2i ). Afirmación de acuerdo con el despreéio, a todo lo
largo del libro, por cualquier metafísica.
El hombre praxeológico es, pues, hombre simplemente,
porque tiene el don-no sabe de dónde, pero lo tiene-de
pensar. y de su pensar surgen las categorías del obrar.
El hombre es obrante porque es pensante.
105
El pensamiento, de por sí, puede pensar en el obrar;
mas, en definitiva, ¿qué cosa, qué fuerza, es la que hace
que el hombre obre?
Descartada la existencia de un alma, surge, no se sabe
cómo, la inquietud (1).
Porque el hombre es un ser inquieto: piensa, obra, exis-
te; de lo contrario, muere.
La entelequia aristotélica, el alma definida por Santo
Tomás, "el principio primero por el cual vivimos, senti-
mos, nos movemos y entendemos", se llama en Mises, en
Praxeología, la ciencia nueva: inquietud, insatisfacción.
Pues el estado de satisfacción, de quietud, la ataraxia
de los epi cúreos, no es más que el fin que atrae y originét
el obrar humano (págs. 68-69); mas esta quietud es inal-
canzable para el hombre, y, si fuese alcanzable, ya no mo-
vería al obrar (pág. 30). Sería, decimos nosotros, la beati-
tud del dios inmóvil parmediano frente a la continua mo-
vilidad heracliana de von Mises.
He aquí la dialéctica manejando medias verdades.
No; el hombre que deja de obrar, muere. El hombre
viviente obra siempre, dice Mises. De ahí que el hombre
obrante, el homo agens, tiende siempre a sustituir un estado
que le ha sido dado sin hacer nada él (ohne sein Dazulun)
por otro estado; y en su pensar ve otro estado que le dice,
le propone (zusagt) más que el que le es dado, y su obrar
va, pues, dirigido a realizar ese estado querido. Esta es la
razón del intercambio, siempre realizado en un mercado:
dinero por mercancías, y viceversa; salario por trabajo; in-
terés por inversión, etc.
Lo que mueve, pues, al hombre es la permanente y con-
natural inquietud o el ser-no-satisfecho (Unzufriedenheit,
Unzufridigtsein).
(1) Cfr. nuestra pág. 60.
106
¿En qué se apoya, de dónde toma Mises este concepto
del ser hombre: la inquietud, la insatisfacción?
Mises cita este pasaje de Leibniz: "L'inquiétude (uneasi-
ness en anglais) est le principal pour ne pas dire le seul
aiguillon qui incite l'industrie et l'activité des hommes"
(página 30).
Mas este concepto inglés, uneasiness, ¿dónde se halla a su
vez? Esto no lo dice Mises, que se cuida mucho de no anotar
ninguna vez al patrono liberal y actualista John Locke (1),
porque, aunque torcido formalmente, el c'onocimiento de
Locke invoca el principio escolástico: nihil est intellectu
quod prius non fueril in sensu; y la filosofía empíricos en-
si sta y psicológica lockiana es la que centra en la uneasi-
ness, precisamente, los actos humanos.
Leibniz, empero, si viviera, es posible que calificase
la filosofía praxeológica de Mises, al igual que la de Locke:
paupertina philosophia.
y es que Locke, como se ha probado recientemente, a
pesar de su contraposición al racionalismo cartesiano, es
también fundamentalmente un racionalista.
y cuando una filosofía tan sólo tiende a rechazar el ple-
no concepto de alma, para limitarse a la razón pura o a
la razón sensista, llega a estas absurdidades de sustituir la
fuente del ser humano por conceptos tan vagos como la
uneasinnes, l'inquiétude, la Un::;ufriedenheit, o bien, moder-
namente, la angustia.
Desaparecido el principio del alma, el fin general, la
tendencia general del ser persona desaparece. El hombre
no puede tener ni tender a un más allá. ¿ Cuál será, pues,
lo que conducirá a los obrares movidos por esta inquietud?
y aquí surge de nuevo otro concepto de la vida: el
hábito.
(1) Essay, II, 20, 6 Y 21. En su lluman AcUan cita J'a a LOCKE.
107
El homo agens obra por hábito (la palabra en cursiva
nahezu casi no tiene, en definitiva, justificación ).
y fundamentamos que el hombre de Mises está condu-
cido sólo por el hábito, en la definición de sociedad que
Mises adopta de Menger: "El cuerpo social es, como dice
agudamente Carlos Menger, el fruto irreflexivo, la resul-
tante impremeditada de tendencias (Bestrebungen) de los
miembros de una sociedad" (pág. 167) (1).
Definición claramente mecanicista e individualistalibe-
ral. Y Menger, el fundador de la escuela austríaca, y en
gran parte de la moderna teoría económica, es, para Mises,
quien ha descubierto la importancia y ha expuesto el mé-
todo del conocimiento para la doctrina praxeológica (pá-
gina 365 de Mises).
Ese fundamento lo pone Mises en estos versos de Sully
Prudhomme, titulados L'habitude:
!O8
empero, aunque sea heterónomamente, como para Prud-
homme.
.. ..
Señalemos ahora que el estudio concreto del obrar del
hombre, prescindiendo del alma, es y puede ser legítimo
científicamente. La misma psicología experimental lo em-
plea con éxito. Mas el pretender que la necesaria abstrac-
ción y delimitación de los campos científicos ya no es abs-
tracción metodológica, sino plena realidad, es decir, el pasar
del "supuesto" que "deja aparte" a la afirmación de que
todo "lo dejado aparte" ya no tiene en la realidad de la vida
total presencia ni entidad alguna, esto implica no sólo una
soberbia científica, impropia del verdadero científico, sino un
craso error.
Imposible nos es aquí mostrar más textos y derivacio-
nes, en Mises, sobre el concepto del hombre y del actuar
humano.
LAS CATEGORÍAS
112
LA PRAXEOLOGÍA ANTE LA VIDA, LA POLÍTICA
Y EL FUTURO
(1) Vor jedem liegt eine unbekannte Zukunft, von der nur eines
sicher ist, das s sie niimlich früher oder spiiter, doch jedenfalls unver-
meidlich in das Nichts rührt. Schlusswort, lo Die Wissenschaft und das
Leben, pág. 740.
113
de la sociedad y de la economía, están, ciertamente, liga-
dos lógicamente con tal fundamento y consecuencias. Es,
en definitiva, la única lógica salida del racionalismo kan-
tiano: el existencialismo.
El hombre ahora, aquí como conclusión otra vez defini-
do, no es más que razón-razón kantiana, se entiende-
como centro de gravedad: "Razón en lucha contra la ini-
quidad ( Unbill) del Destino; he aquí el hombre" (pág. 741).
Por esto, ante los sistemas políticos el prevalecimiento
de lo económico es obligado.
"Nadie está más autorizado-dice Mises-para estable-
cer juicios políticos como el economista; y esto porque ha
elaborado su mente mediante un riguroso pensar" (pági-
na 748).
El predominio del ethos económico llega, pues, a la cul-
minación. Y este ethos económicocientífico es, precisamente,
el liberalismo, en tanto en cuanto la vida es toda economía.
He aquí el importante texto:
"Si el economista es liberal, es decir, considera que el
único orden de vida y realidad, de cooperación social con
división del trabajo, se halla en la economía del mercado,
lo ha llegado a ser basado en los resultados a los que s1,l
pensar le ha conducido. Así, pues, es liberal porque es eco--
nomista. Ha sido la economía la que le ha conducido al li-
beralismo, y no el liberalismo a la economía" (pág. 748).
* * *
Con ello podríamos dar por terminada esta conferen-
cia, ya que hemos llegado a la prueba buscada; mas no
podemos por menos de señalar las últimas consecuencias
de esta culminación racionalista del neoliberalismo con tex-
tos que asombrará saberlos escritos no ya de pasada en
una obra que se titula Economía Nacional, sino constitu-
iH
yendo piezas lógicas de la construcción científica más emi-
nente de la ciencia praxeológica o económica liberal.
"Ningún racionalista del siglo XVIII y XIX quiso ver otra
cosa en el culto católico de los santos, imágenes y relí-
quias, que una pintoresca superstición (als anstOssigen
Aberglallben), la cual, a causa de sus perniciosas conse-
cuencias sobre la moralidad e inteligencia, se tenía que
desarraigar. Y cuando el liberalismo luego, en sus progra-
mas, no sólo mostró tolerancia para con el catolicismo, sino
que también respeto a las creencias de los ciudadanos cató-
licos, no aconteció esto, en modo alguno, ante la considera-
ción de que en esos contenidos-a sus ojos sin séntido-
quizá pudiera hallarse la verdad. El liberalismo quería paz
sobre la tierra (sic), y creía que la paz sólo la podía traer
la tolerancia de cada convicción y de cada creencia. Quien
quisiera desarraigar al error debía luchar con él mediante
el espíritu y no con la fuerza" (pág. 174).
No es de extrañar ya, por tanto, que al querer llegar
hasta las últimas consecuencias de la racionalización libe-
ral de la vida, en otro lugar se ocupe Mises de poner de
manifiesto-utilizando el principio de no contradicción, den-
tro de la estructura kantiana praxeológica del pensar-la
paradoja del creer, a la vez, en la existencia de la Omni-
potencia y de la Omnisciencia de Dios, y añadir:
"Nos hemos visto obligados, justamente, a recordar al~
guno de estos fantasmas del pensar escolástico (an einige
dieser Gespenster scholastischen Denkens), con el fin de
colocar a plena luz la importancia de nuestros conceptos
praxeológicos" (págs. 64-65).
y con esto terminamos.
La cumbre del neoliberalismo y de la filosofía de lo
económico, puesta por fundamento de toda la vida y de la
misma existencia y destino humanos, llega, con Mises, a su
ii5
maXlma agudeza dialéctica, porque ha precisado ridiculi-
zar a la filosofía escolástica, ha necesitado negar a la mente
humana su capacidad del conocer metafísico y se ha visto
obligada a declararse dogmáticamente atea, con el fin de
poder dar validez a las afirmaciones apodícticas de su doc-
trina novísima, ajena a todo pensar anterior, la nueva Ve-
nus atenea, por nombre Praxeología.
De esta cumbre esperan muchos una luz salvadora de
la crisis actual de la sociedad.
Este hecho es para mí, precisamente, la muestra de todo
lo contrario: la muestra de la más grave crisis que la socie-
dad contemporánea está atravesando: la crisis del concep-
to de hombre, vida y sociedad.
116
v
EL ETHOS DE SEGURIDAD
DE LA NATURALEZA AL PODER
1. EL ORDEN Y EL DESORDEN
120
Ni los clásicos economistas liberales ni los liberales filó·
sofos, políticos o juristas, en lugar alguno, nos pueden
mostrar una racional y universal definición del orden como
la aristotélica.
Los clásicos, ante ¿qué es el orden?, siguiendo o infor-
mándose con el dístico de Quesnay, sólo responden con
la afirmación apodíctica del ordre nalurel, afirmación en
sí necesaria, pero manejada tan superficialmente que su
única caracterización positiva es su optimismo dogmático,
y la negativa es, precisamente, declarar al hombre ajeno
al orden natural, calificándolo de desordenado, arbitrario
y tirano irracional.
Los neoclásicos y los modernos, al querer establecer un
sistema, un orden económico, recurren solamente a lo fe-
noménico, al equilibrio del mercado gracias a un principio.
arje y arconte: valor marginal y precio.
¿Se puede alcanzar un orden y mantenerlo con tales
postulados liberales?
La economía, en cuanto se proclama liberal, no sólo
mantiene hoy en día el llamado optimismo originario del
"ordre naturel", sino que lo ha concretado en su fin: el
máximo producto social, el óptimo de renta, aunque osci-
lante, siempre creciente, siempre andante a más, progre-
sivo. Las depresiones, las llamadas crisis, sólo son momen-
tos de reajuste; en economía liberal-que es la llamada
teórica pura por muchos economistas-, la crisis definiti-
va, la depresión continuada o establecida a puntos decre-
cientes, no se concibe (1), porque sus supuestos la impo-
sibilitan:
La libertad plena hacia cada mejor oportunidad, la ple-
121
na movilidad de los factores productivos, la libre concu-
rrencia de cosas, de hombres, de empresas, ha de conducir
siempre, por definición apriorística, a la sucesiva acomo-
dación de los precios a nuevos equilibrios progresivos.
Sin embargo, tal optimismo se halla trágicamente con-
dicionado por la real no existencia de libertad en las accio-
nes entre los hombres y entre las naciones, lo cual evita
el cumplimiento teórico de la inmediata acomodación de
precios de las cosas, de sus usos y del dinero.
Es que la economía que se proclama liberal sólo tiene
atención a una faceta del ser hombre y de su actuar: al
fenómeno; descuidando, abstrayendo, sin recoger luego la
abstracción para conocer la plena realidad.
Es decir, las leyes del orden de los pueblos no son algo
sin reposar en nada, sino que provienen y son leyes sólo
en tanto en cuanto los fenómenos surgen o se posan en
seres, en estructuras.
i30
del producto a cada uno de sus elementos componentes
deja, aún hoy, insegura toda argumentación frente a los
monopolios, y la indecisión fundamental sobre qué es y
especialmente cuánto es el beneficio del empresario ha dado
lugar a erróneas ideas y actuaciones inquietas, tendentes
unas a conservar o a crearse las condiciones para asegu-
rar el máximo beneficio y empeñadas otras en eliminar, en
rebajar o en distribuir al "productor" directo o al "consu-
midor" los beneficios de las empresas.
Y, con tercer ejemplo, las naciones buscan suscitar la
máxima productividad por medios políticos, sin tener una
base cierta en el conocimiento de la formación del coste
y del precio de los productos por insolubilidad de la impu-
tación a sus partes integrantes y componentes, dando lu-
gar a políticas autárquicas, a proteccionismos y a regula-
ciones de "seguridad" económica, atentas sólo a un aspec-
to parcial de la formación del beneficio o de la producti-
vidad total de su estructura.
He aquí algunos de los campos de consecuencias deri-
vadas de la inexistencia de una decisiva solución sobre qué
parte del valor de un producto corresponde a cada uno
de los factores que se han hecho combinar para obtenerlo.
La otra gran problemática económica, que la propia
ciencia no ha sido capaz por sí sola de explicar satisfac-
toriamente, es la del desarrollo económico y sus llamadas
crisis o depresiones.
Señalemos aquí para fundamentar nuestra aserción, tan
sólo a tres autores.
Ya en 1932, el profesor Guillermo R6pke, entonces aún
no tan conocido, en su obrita-pequeña en tamaño, mas
muy aguda en pensamiento sustancioso-Crisis y Coyuntu-
ras, declaraba que el economista debía ceder la palabra
al historiador y al filósofo de la Historia en cuanto se tra-
131
tase de comprender los cambios estructurales (Struktur-
wandlungen) ligados con las crisis. De otra parte, el autor
que se preocupó en resumir las teóricas explicaciones de
las crisis o depresiones, el profesor Haberler, nos deja tam-
bién ante un juicio incompleto, ante una insatisfactoria ex-
plicación de estos fenómenos masivos del devenir econó-
mico. Y, por fin, Kondratiew, en 1926 y en su famosa obra
-tan poco voluminosa también-Die Langen Wellen der
Kojunktur, si bien muestra experimentalmente la existen-
cia de tales largas ondas coyunturales, no puede conven-
cer que tal experiencia sea un fenómeno esencial al orden
económico en todo tiempo y en todo lugar, como tampoco
el cuándo, cómo y de qué magnitud de oscilación serán
tales ondas, según sea la estructura concreta o la natura-
leza de cada país y de cada política. Y, no obstante, hoy,
aceptando fundamentalmente a Kondratiew, está en auge
una política económico-hacendística que pretende sujetar
a toda la vida de un país a unas normas cíclicas todavía
no resueltas satisfactoriamente, es decir, cuya racionalidad
es todavía un supuesto, una hipótesis mental.
Estas simples enunciaciones nos bastan para constatar
que ni la ciencia económica ni las políticas e ideologías
del ethos económico han explicado el o1"d1"e natul'el. Nos
dicen también que el orden natural, que nosotros tenemos
por cierto, no es un orden individual, ni nacional, ni en
continuo acto, sino que tiene problemáticas de TRÁNSITO que
sólo el optimismo dogmático de los clásicos pudo obnum-
brar, pero que científicos y prácticos han buscado solucio-
nar sin lograrlo.
Estos problemas de tránsito, sin embargo, no son acep-
tados impasiblemente por el hombre y por la masa; nadie
quiere esperar a obtener un provecho que cree le pertenece
ni país alguno soporta resignadamente crisis o depresiones.
132
y no son ni fueron precisamente las masas las que no
esperaron, sino que los mismos empresarios que en su boca
tenían las palabras libertad de salarios, de precios y de be-
neficios, fueron y son los que liberalmente, con el ethos
económico del mayor y continuado provecho, reclamaron
y reclaman solución-protección y SEGURIDAD.
4. DE LA NATURALEZA AL PODER
(1) Etica Nic., r, 5 (3) 8, cfr. Ta pros ti, art. cit., págs. 28 y 29,
nota 6.
135
ñalado este gran fenómeno, por él llamado "economismo",
o sea ideológica economización de la vida. Mas cuando pre-
tende solucionar La crisis de la sociedad actual, se vuelve
a postulados de una libertad del mercado, teóricamente,
kantianamente lógica, mas no correspondiente a la natu-
raleza tolal del vivir real del hombre ni de los pueblos.
138
VI
EPILOGO Y DINTEL
Gen., 1, 28; 9, 1, 7.
INTRODUCCION
SÍNTESIS CRÍTICA
Es LA DESCOMPOSICIÓN DE LA SOCIEDAD
LA VERDADERA SEGURIDAD
i52
de enfermedad (nóseos), es decir, in-sanidad o, lo que es lo-
mismo, in-seguridad.
Mas si la inseguridad, por desequilibrio en los racion<.L-
les fines armónicos del vivir humano y de los pueblos, se '
quiere eliminar mediante medidas provisionales de fuerza
o de simple material sostén, jamás se logrará. La seguri-
dad platoniana, así como la aristotélica, como también la _
de la filosofía única, que alcanzó ya en el siglo XIII su for-
mulación sistemática y suma, no se llama asfáleia (seguri--
dad del no resbalar), sino solería, es decir, seguridad deri--
vada de la buena y sana y equilibrada salud o constitu-
ción del cuerpo social.
Así, pues, la verdadera seguridad de un cuerpo jamás,
se logrará haciéndolo todo él estómago, o corazón, o razón"
sino que tan sólo lograrse puede mediante el equilibrio,
el proporcionamiento y la natural distribución de todos los
miembros y estructuras que le constituyen en ser existen-
te y viable según su naturaleza; así, también, los pueblos,
la Humanidad.
El mundo, empero, se empeña en no reconocer otra cla--
se de práctica que la del egoísmo en los ingresos dine-
rarios.
Por consiguiente, al reconocer-implícitamente o explí-
citamente-que hoy en día los ingresos por persona o por'
nación ya no pueden acrecerse con el mismo ritmo con el
que crece la población; o bien, al reconocer que tales in-
gresos- las llamadas rentas individuales o nacionales-lle-
van más bien trazas de reducirse en disponibilidades de-
bienes reales, si sólo se puede discurrir con fin económico,_
la única solución que a tal clase de razón aparece es la
limitación de la natalidad y su "filantrópica" propugnaciónt
y propagación.
He aquí la más paladina manifestación, como ya reve--
153.
lamo s en otra conferencia, del fracaso de la idea liberal y
de la incompetencia en resolver su crisis.
"REPLETE TERRAM"
154
un vano precepto. Si se penetra mentalmente, se demues-
tra y se reconoce su evidencia (1 ).
De nada serviría a las naciones asegurarse artificialmen-
te su exclusiva propiedad y riqueza; de nada imponer sus
capitales en otros' países e impedir, al propio tiempo, la
recepción de inmigrantes en los suyos o en sus "jurídicas"
dependencias. Cuando un equilibrio ha sido rebasado, es
preciso doblegarse a los equilibrios y conexiones que de
por sí, sanamente, sotéricamente, puedan dar, naturalmen-
te, una seguridad de sanidad y de salvación.
Cierto que la plena sanidad de los pueblos no es alcan-
zable: ni todas las leyes de la Naturaleza conocemos; ni,
aun conociéndolas, el hombre podría actuar siempre con
evidente razón. Siempre habrá condiciones y factores des-
conocidos, y situaciones en las cuales la decisión lo tenga
que ser por opinión, sin pOSIble esdarecida razón.
Por esto formulamos en la anterior conferencia que:
El hombre, ante la Naturaleza, capta un orden, pero tam-
bién ve montones. Que el hombre actúa a la vez con su
razón y con opinión. Y que de tales conoceres y acciones
del hombre con la Naturaleza surgen las diversas estruc-
turas de las sociedades.
He aquí oka razón al concepto de las naciones como
sociedades de perfección imperfecta.
Mas tales comprobaciones no nos han de conducir a un
escepticismo, pues al hombre le bastan y le sobra n sus
conocimientos sobre la Naturaleza, sobre sí mismo y sus
semejantes para no incurrir en los graves errores que han
conducido a la angustia de las crisis modernas. Tiene para
155
ello la sana razón, que le patentiza fundamentales princi-
pios, y a las virtudes morales, intelectuales y espirituales,
capaces de un recto conducirse y de la aceptación optimis-
ta del vivir.
157
blemas de las crisis actuales, se mostrarán las complemen-
tacioIles hacedoras para una Humanidad digna, contenta y
dichosa en cuanto para el hombre y los pueblos se pueda
alcanzar en este mundo transitorio, en el que podemos ha-
llar, indudablemente, si sabemos ser y estar contentos, la
personal alegría del vivir y la paz entre los hogares y los
pueblos.
158
INDICE DE AUTORES
•
A E
Agustín, San, 51, 97. Erasmo (Gerhard, D.), 41
Andler, Ch., 69. Espinás, Alf., 100.
Aristóteles, 15-17, 21, 27, 30, 46,
50, 51, 101, 103, 104, 118-120,
135, 147, 157. F
Arriano, 51.
Autor, 89-91, 96, 101, 130, 135, Fernández Galiano, M., 152.
157.
B G
Goethe, W., 93.
Balcells, J., 77.
Baudin, L., 83.
Berkeley, G., 44. H
Beveridge, W., 80.
Blondel, M., 110, 111. Haberler, G., 132.
Bohm-Bawerk, E., 128, 129. Hawkins, 71.
Briand, A., 135. Hayek, A. V ., 41, 80.
Brown, J., 44. Hegel, W. F., 69, 98.
Helvetio, 41.
e Heráclito, 106.
Hesiquio, 101.
Hipócrates, 11.
Campbell, 44. Hippias, 30, 31.
Cannan, Edw., 51, 52. Hobbes, T., 44.
Cantillon, R., 99. HObson, J. A., 86-90.
Carrel, A., 11 o. Hume, D., 99.
Carrera Pujal, J., 91. Hutcheson, Feo., 51.
Cicerón, 9, 27, 40, 46-48, 51.
Clemente de A., 101.
COlbert, J. Bta., 55. J
CUdworth, R., 51.
Jaurat, 29.
Jung, C. G., 12, 19.
D Juvenal, 71, 72.
Daire, 34.
DIOS, 47, 48, 112, 115, 145. K
Drake, 71.
Du Pont de Nemours, 23-29, 34, Kant, Em., 98, 105, 109, 114, 115.
40, 56, 84, 143. Kondratiew, 132.
L Ricardo, D., 58, 59, 130.
RObbins, L., 22, 79-83.
Leibnitz, G. W., 107. Roig Gironella, J., 111.
Licofrón, 30. Ropke, W., 65, 83, 131, 135.
Lippmann, W., 82. Rouseau, J . J., 41.
Locke, J., 107.
Lucrecio, 77, 78.
s
M Say, J. Bta., 34, 59.
Say, L., 69.
Malthus, Th. R., 60-66, 143. Schaeffle, A. E. F., 36.
Mandeville, B. de, 40-49, 51-53, Scheler, Max, 17, 20.
68, 72, 142. Schumpeter, J. A., 129.
Marx, C., 68, 69, 98, 130. Serivener, 90.
Mayer, H., 102, 129. Serna, R. de la, 18.
Menger, A., 79, 80, 100, 108, 128. Smith, A., 37, 39, 40, 50-55, 61,
Milton, 41. 68, 84, 99, 112, 162.
MiIl, J. St., 59, 99, 102. - Y Mandeville, 51-53.
Mises, L. V., 36, 37, 74, 76, 80 Sócrates, 31, 43, 46.
96-116, 146-148. Sombart, W., 90.
Monroe, 84. Spencer, H., 51.
Montesquieu, C., 41. Spranger, E., 17-21, 141.
Suetonio, 10.
Sully Prudhomme, R., 108.
o
Ozanne, M., 29. T
p Terencio, 102.
Thomson, 51.
Pabón, J. M.a, 152. Tomás de A., Sto., 15, 50,106
Parménides, 34. 118.
Platón, 10, 11, 14-17, 21, 27, 31, Trasímarco, 31.
42-46, 50-52, 60, 63, 64, 102,
152, 157.
POlibio, 86. v
Polo, V., 83.
Po ter, 101. Virgilio, 13, 27. 47.
Protágoras, 31. Vitoria, Fco. dé, 92.
Prudhomme, 108.
w
Q \Veber, Max, 74, 82.
Quesnay, F., 23-32, 40, 49, 68, Whateley, R., 101, 102.
121. Wieser, F. V., 25, 100, 128, 129.
R z
Raleigh, 71. Zenón, 46, 51.
• INDICE ANAL1TICO POR MATERIAS
•
A - económica, 37, 51, 56, 59, 66,
78, 79, 80, 81, 94, 132.
acción(es) del hombre, 11-13, 46, civilización (e!. estructuras), 28,
47, 55, 96, 100, 101, 107, 111, 65, 76.
143. cláusula de n. m. f., 84, 85.
actuar humano (e!. obrar, pra- comunismo, 67, 130.
xeología), 19, 49, 58, 59, 64, concepción del mundo, 20, 67, 75,
100, 101, 146. 94, 113, 11~ 134.
agnosticismo (cf. MISES), 36, 51, conducta humana (cf. actuar, pra-
105, 106, 107, 113, 116, 142. xeología), 79, 82.
alma, 105-107, 109, 119, 137, 146. conocimiento, estructura kantiana
- del mundo, 15, 46-48. del, 105, 107.
angustia, 107, 135, 155. constituciones de pueblos, 11, 22,
arbitrario, lo, 30, 54, 81, 97, 134. 24, 119.
ateísmo, 116. - no las hay perfectas, 14-16,
autoridad, 49, 120, 137. 138, 155.
- pre-liberal, 25-28.
- sus estructuras, 11-13, 122 Y
B siguientes.
contento de vivir, 146, 156-158.
bien, el, 46, 50, 104, 118, 142. convención (cf. nómos).
- la economía, bien espiritual, coyuntura, 132.
74, 75. crematistés, ho (cf. homo oecono-
bienes de lo útil (cf. ta prós ti), mtcus), 17, 21, 135, 147.
18, 19, 101, 102. crisis, passim.
birth control (cf. maltusianismo, - de un mundo, 9, 10, 126, 152,
población), 57, 58, 62, 65, 111. 153.
- de un ser, 120, 121.
- económica(s), 20, 126, 127.
e - - insatisfactoria explicación,
131.
capitalismo, 26, 86. cuer:pos colectivos, 10-12, 124,
cataláctica, 99, 100, 101, 111. 126.
categ.orías. cultura, 13.
- del obrar humano, 105, 109, - Y liberalismo, 36, 74-76, 112.
110.
- económicas, 27, 58, 80, 81, 83,
102, 142. D
- pollticojurídicas, 27.
causas, 61, 64, 73-76, 78, 83, 86, datos, 82.
152. - son los hombres (IIlenschen),
clencia(s), 50, 78, 96, 112. 110.
- del neo liberalismo, 95. desorden (cr. orden).
destino. eutaxía (cf. orden), 118, 122.
- SCHAEFFLE, 36. existencialismo, 114, 117.
- MISES, 114, 115.
dístico de QUESNAY, 29-32, 70, 97,
118. F
- inversión del, 133.
- su parte de verdad, 138, 155. fábula de las abejas, 42-45, 51.
división del trabajo, 51, 52, 79. filosofía, 29, 49, 50, 75, 95, 103,
doctrina estoica, 47, 48. 107, 115.
dogmática liberal, 33, 34, 49, 55, - del interés personal, 40, 43,
68, 99, 113, 116, 118, 140. 53-56.
drasttc6s, ho, 101. - de la utilidad (e!. self -interest
y pra.xeologiaJ, 18-20.
fin(es) (e!. intencionalidad), 50,
E 64, 76, 104, 112, 135, 137, 142,
147-149.
economía. - del liberalismo, 64, 143.
- bien espiritual (CeistesgutJ, fisiocracia, 22-32, 34, 68.
74, 75. fracaso liberalismo, 116, 135, 145,
- fundamento del liberalismo 156.
(e!. praxeología), 36, 37, 74, fysis y n6mos, 24, 30, 54, 56, 64,
114, 122. 68, 69, 81.
- problemáticas no re~ueltas,
127-133.
- sistemática de PLATÓN, 102. G
- su poso no liberal, 136.
- sub.ietivista, lOO, 108. Cabe, 105, 110.
economismo (ROPKE), 136. Ceistesgut, 74, 75.
elección humana, 79, 80, 98, 103, griegos.
110, 112, 147. - y la ciencia económica, 96,
enfermedad (el. sano y salvo), 9, 100-102.
10.
error y soberbia, 97, lOO, 102,
103, 115, 130, 136. H
escolástica, 81, 83, 115, 116.
espíritu. hábito, 46, 107, 108.
- de civilización, 13, 14, 20, 26. habitude, l', 108.
Estado, 20, 69, 72. hacer (cr. actos, obrar, praxeolo-
estructura(s) . gía), 19.
- cómo surgen, 11-14, 138, 155. historia.
- de los pueblos, 11-16, 52, 122- - enjuiciamiento, 74, 75, 83, 86.
127. 131.
- kantiana del pensar, 105, 107. hogar, 136.
- pre-liberal, 25, 27. - estructuras radicales, 11-13.
ethos, lO, 14, 37, 46, Y passim. hombre, concepto del, 47, 54, 6i.
- económico, 16-22, 28, 32, 40, 95, 136.
66, 73, 117. - ante la naturaleza, 124, 126,
- - culminación, 115, 116, 146. 155.
- - prevalente, 25, 28, 35-37, - praxeológico, 95, 99, 101, 104-
66, 134, 135, 140, 150, 151. 112, 114.
- de seguridad, 117 y sigs., 134, - ser entero, 157.
149-152. horno agens, 96, 104, 106, 108,
- su conexión, 150, 157. 109.
homo oeconomicus, 16-22, 46, 53, - su contradicción, 60, 64, 67.
59, 135, 136, 141. - su dogmática, 33, 34, 49, 68,
homo sapiens, .96, 104, 109 99, 113, 116, 140.
- su finalidad, 114 y passim.
- su fracaso, 113, 116, 135, 145,
1 146, 156.
- su plan, 55, 56.
ideas económicas, su causalidad - su programa, 32-35.
histórica, 73-76, 83. - su secreto, 48.
individuación, 123. - Y catolicismo, 115, 148.
individualismo, 62, 80, 108, 111. - Y la cíencia económica, 114.
112. libertad, 32, 34-36, 54, 72, 91, 92.
individuo (cf. praxeologla), 55, - su contradicción liberal, 59,
110, 111, 136. 60, 143.
Infraestructura, 76, 86-90, 144, libertades, 55, 56, 136, 143.
145. localización, 86, 87.
inquietud (e!. uneasiness, Unzu-
friedig ts ein).
- de BLONDEL, 110, 111. M
- en MALTHUS, 60, 63.
- praxeológica (MISES), 106, 107, maltilusianismo, 57, 60-67, 111,
110, 148. 112.
insatisfecho, el, 106, 135, 147, 156. marxismo, 68-70.
intencionalidad, 13, 16, 46-48, 112, materialismo, 67-70.
146. mercado, !l8, 134.
- económica, 26, 35, 70, 142. - libertad de, 71-7.3, 82, 83, 144.
interés, propio, privado (cf. self- - leyes del, 96, 98, 114, 146.
interest) . - Y procreación, 111.
isomería. 123. metafísica, su negación, 105, 111.
migraciones, 154.
K monopolio, 8, 131.
moral (cf. MANDEVILLE-S~IlTH), 39,
kantismo (cf. praxeologla), 105, 41, 50-55, 60, 108.
110, 136, 148. muerte, 61, 106, 113.
mundo (cf. concepción del).
preliberal, 25-28.
L
lemas. N
- de QUESNAY (cf. dístico), 30.
- de MANDEVILLE, 40, 49. nacional-liberalismo, 85.
- nuestro, 117, 138. nada, la, 113, 146.
ley(es) naturales, 50, 56-58, 61, natura, 22, 30, 31, 46-49, 54, 56,
124, 130, 133. 61, 62, 112, 137, 138, 155.
- de los pueblos, 97, 122. neo liberalismo, el, 83, 93-116.
- de masa a la Humanídad, 154. nómos (cf. fysis).
liberalismo (cf. praxBología y
passim).
- británico, 39-56. o
- época pre-liberal, 25-28.
- nace y se fundamenta en el obrar (cf. hacer), 19, 63.
ethos económico, 7, 22, 141 Y - humano (cf. praxeologla), 98,
passtm. 104, 106, 111.
oligarca, el, 16, 44. - teoría, su constitución, 11-16,
opinión, 40, 50, 74. 118, 122-127.
- doctrina sofística, 34, 49.
orden, desorden, 10, 117, 121, 137.
- en ARISTÓTELES, 118-121. R
- ley del-de los pueblos, 97,
122, 126. racionalismo, 47, 64, 104, 105, 107,
ordre naturel, 30-32, 53, 56, 121, 111, 114, 115, 146, 153.
127, 132, 138. - Y catolicismo, 81, 115, 148.
religión, 12, 49, 81, 86, 115, 148.
1'eplete terram, 124, 139, 154.
p riqueza, 7, 37, 44, 50, 53, 64, 68,
pensar. 141.
- don, Cabe, del, 105.
perfectio imperfecta, 14-16, 155.
persona humana, 47, 136, 137. s
población, problemática de la, 57-
67, 154. sano y salvo, lo, 10, 127, 139, 153,
pobreza, 61, 62, 143. 155, 157.
poder, 93, 117, 133, 134, 149. seguridad, 8, 57, 117 Y slgs., 131,
política, 34, 37, 82-85, 92, 131, 133, 134, 149-152.
132, 134. - asfáleia-sotería, 153, 155.
- Y praxeologia, 114. - Y contento, 141, 156.
praxeologia, 95-116. self-love; self-interest, 31, 43, 44,
- categorias obrar, 96, 109. 53, 112, 142.
- ciencia nueva, 100-104. ser, el, 50, 76, 105, 110.
- concepto hombre, 104-112. - estructura, 119, 122, 129.
- estructura kantiana del pen- ser-no-satisfecho, 106, 107.
sar, 104, 105. sociedad.
- Y Dios, 112, 115. - crítica vicios, 42-45.
- Y la vida, 103, 113. - definición de ME1\'GER, 108.
- Y procreación, 57, 111, 112. sofisma, el gran, 29-32, 43, 69,
principio(s), 36, 94, 119, 124, 125, 118.
137. structors, 94, 129.
- hedonístico, 41, 43.
- (s) liberales, 31, 36, 49, 53, 55,
62, 68, 71, 83, 92, 103. T
problemáticas económicas.
- atribución factores, 128-131. ta pr6s ti, 50, 101, 130.
- crisis y coyuntura, 131, 132. talasocracia británica, sus deter-
- de tránsito, 132, 149. minantes, 86-91.
producción, 79, 122, 129. teoría.
- participación de sus factores, - actos electivos (cf. ARISTÓTE-
128, 129. LES, praxeología), 98, 103, 109,
progreso, prosperidad, desarrollo, 110.
43, 44, 61, 62, 69, 73, 77, 82, 86, - composición de un producto,
92, 111, 121, 139, 140, 143, 156. 123, 129.
propagación de los pueblos 155. - de la imputación, 128-131.
protestantismo, 86. - del valor económico, 98, 99,
pueblos (cf. estructuras). 102, 103, 129.
- migraciones, ley inexorable, todo, el, 118, 124, 130.
154. todo-economía, el, 81.
u -
-
pueblos, 127.
res optanda est (cf. teoría ac-
uneaslness, 107. tos electivos), 103, 104, 140,
Unzufrledigtsein, Das, 106. 107, 147.
135, 147, 156. viraje eoperniano, 98.
útil, lo, 16-18, 50, 101, 102, 130. virtud(s), 27, 45, 63, 152, 156.
utilidad, 18, 46. - en MANDEVILLE, 42-46.
- en PLATÓN, 45, 46.
- Y vicios, 39, 43, 45, 92, 110.
v
valoración de factores, 129. w
valores (cf. Wertfrethett).
- de utllidad, 17-20. weallh, 7, 37, 73, 142.
vida. Wertfreiheit, 74, 82.
- contento de vivir, 140, 156-
158.
- fracaso liberal, 113, 116, 135, z
145, 156.
- géneros, tipos, formas de, 16- Zurrechnung (ef. teoría imputa-
18, 33, 63, 67, 94, 142, 150. ción), 128.
ESTA OBRA ACABÓSE DE IMPRIMIR EN
LOS TALLERES DE LA IMPRENTA ORBE
EL DÍA 28 DE FEBRERO DE 1953,
FESTIVIDAD DE SAN ROMÁN.
LAUS DEO