Preguntas Cortas Tema 2. La Edad Media en La Península Ibérica

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Tema 2.

La Edad Media en la Península Ibérica

2.1. Al-Ándalus: evolución política.


2.2. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península ibérica.
2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política.
2.4. Modelos de repoblación. Organización estamental en los reinos cristianos medievales.
2.5. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra.

2.1 Al Ándalus: evolución política


La conquista musulmana de la península se produjo en un contexto de expansión del califato Omeya y la
crisis del reino visigodo, aprovechada por los musulmanes para derrotarlos en la batalla de Guadalete (711).
En solo cinco años se completó la conquista islámica de la Península y la desintegración del reino de Toledo .
Durante el emirato dependiente (711-756) Hispania se convirtió en una provincia más del califato Omeya,
sufriendo una gran inestabilidad a causas de las revueltas bereberes. En el 756 el exiliado Omeya
Abderramán I se autoproclama emir y rompe con el califato Abbasí, surgiendo el emirato independiente (756-
929). Ante la continua inestabilidad, Abderramán III se autoproclama califa en el 929 surgiendo así el Califato
de Córdoba (929-1031), período de mayor esplendor. La minoría y aislamiento del califa Hisham II y la
dictadura de Almanzor provocó que, a la muerte de este, el califato se disgregase en taifas independientes,
que pagaron tributos (parias) a los reinos cristianos a cambio de la paz. La conquista de Toledo en 1085 llevó
a que las taifas pidiesen ayuda a los almorávides del norte de África, que derrotaron a los cristianos en
Sagrajas (1086) y unificaron las taifas. Tras la desintegración del emirato almorávide, tiene lugar un segundo
período de taifas seguido por la entrada de otro grupo norteafricano, los almohades, que derrotan a los
cristianos en Alarcos (1195). Tras la derrota de los almohades en las Navas de Tolosa (1212), el poder
andalusí se desintegra ante el avance cristiano y solo sobrevive el reino nazarí de Granada, que permanecerá
hasta el año 1492.

2.2 Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península Ibérica.


La sociedad andalusí se caracterizó por una fuerte atomización, marcada por las divisiones religiosas
(musulmanes, dimníes y muladíes), étnicas (árabes, bereberes, yemeníes, eslavos, hispanovisigodos) y
sociales (amma o pueblo llano y jassa o nobleza). La desigualdad que deriva de esta situación explica la
fuerte inestabilidad vivida durante este período. A nivel económico, el mundo andalusí se caracterizó por la
importancia de la agricultura de regadío, la importación de técnicas y cultivos orientales, el desarrollo del
comercio (con rutas comerciales que abarcaban todo el Mediterráneo) y la creación de importantes centros
manufactureros y artesanos en ciudades como Córdoba, Sevilla, Málaga o Valencia. Respecto a la cultura, Al-
Ándalus alternó períodos de desarrollo y tolerancia (como en los primeros momentos del califato y las taifas)
en el que prolferaron los poetas, las escuelas de traductores, la cultura clásica y los contactos con el mundo
cristiano, con otros de mayor rigorismo religioso (como el período de Almanzor, los almorávides y los
almohades). Los judíos sefardíes de Al-Ándalus, experimentaron una Edad de Oro en la segunda mitad del
siglo VIII y hasta finales del XI. Este periodo trajo al mundo algunos de los más grandes filósofos, escritores,
poetas, científicos y médicos judíos.

2.3 Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política.


Los primeros núcleos de resistencia cristiana se formaron en la Cordillera Cántabrica (donde surgiría el reino
Astur, consolidado tras la victoria de Pelayo en la batalla de Covadonga) y en los Pirineos (en torno a la Marca
Hispánica, vinculada por lazos vasalláticos a los francos). A partir de la conquista del valle del Duero por parte
del reino Astur en torno al siglo X, surgieron el reino de León y el condado de Castilla, mientras que la ruptura
de los lazos entre la Marca Hispánica y los francos supone la aparición de los condados catalanes,
aragoneses y el reino de Pamplona. A partir del siglo XI León y Castilla protagonizaron la conquista del valle
del Tajo (Toledo, 1085) frenada con la llegada de los almorávides, mientras que en la zona oriental destaca la
hegemonía del reino de Pamplona con Sancho III el Fuerte. A partir del siglo XII el reino de Aragón y los
condados catalanes comienzan la expansión por el valle del Ebro. La derrota de los almohades en las Navas
de Tolosa (1212) permitió a castellanos y leoneses (unificados definitivamente con Fernando III) la conquista
del valle del Guadalquivir, quedando los musulmanes relegados el reino de Granada. La Corona de Aragón
(unida ya a los condados catalanes) conquistan en el siglo XIII Valencia y Baleares. Políticamente este
período estuvo marcado por la concepción partrimonialista del poder, que explica las sucesivas uniones y
separaciones entre reinos. A medida que avanzó la reconquista los reinos cristianos fueron configurando
instituciones políticas como las Cortes y los distintos cuerpos legales.

2.4 Modelos de repoblación. Organización estamental en los reinos cristianos medievales.


Tras la ocupación militar de los territorios musulmanes era necesario repoblar y reorganizar para afianzar las
conquistas. Con este objetivo se aplicaron diferentes sistemas de repoblación en el curso de los siglos VIII al
XIII que se llevaron a cabo mediante cartas puebla. La presura se aplicó en el norte del Duero y sur de los
Pirineos (IX-X) ocupación de la tierra por campesinos libres, la nobleza y la Iglesia establecieron señoríos. En
el sur del Duero y norte del Tajo se recurrió a los concejos, mediante la fundación de ciudades (municipio y su
alfoz) dotadas de fueros que conceden privilegios a los vecinos. Del sur del Tajo al Guadalquivir, XII-XIII, la
repoblación se realizó mediante encomendaciones y repartimientos, en los que la Corona pagó con latifundios
a nobles (donadíos) y a Órdenes Militares (encomiendas) su ayuda en la Reconquista. En la Corona de
Aragón permanecieron numerosos mudéjares. El régimen señorial dio lugar a su vez a un nuevo modelo de
organización, la sociedad estamental, que se dividía en tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano
(campesinos, artesanos y comerciantes). Esta organización social tenía dos características fundamentales: la
desigualdad jurídica y la falta de movilidad social.

2.5 La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en reino de Navarra.
Castilla y Navarra fueron estados unitarios, mientras que la Corona de Aragón nació como una confederación
de reinos con leyes e instituciones propias (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca). Respecto al poder de la
monarquía, en Castilla el rey gozó de gran autoridad por la aceptación del origen divino de su poder. Por el
contrario, en la corona de Aragón y Navarra la autoridad del rey estaba limitada por el supuesto origen pactista
de la monarquía. En estos reinos había dos instituciones comunes: el Consejo Real (órgano que asesoraba al
rey) y las Cortes, institución que representaba a los tres estamentos. En Castilla las Cortes apenas tenían
autoridad, ya que eran únicamente consultivas y se limitaban a aprobar impuestos. Por el contrario, en Aragón
y Navarra sirvieron a la nobleza y al clero para limitar el poder del rey, ya que sus decisiones eran vinculantes.
Las ciudades gozaban de gobierno propio gracias a los privilegios recogidos en sus fueros. Regidos por los
propios vecinos, al final de la Edad Media el patriciado urbano acaparó el gobierno, provocándose
enfrentamientos sociales como el ocurrido en Barcelona (conflicto de la Busca y la Biga). En Castilla los reyes,
para reforzar su autoridad, limitaron la autonomía a las ciudades nombrando corregidores.

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