3 Antropologia Filosofica
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3 Antropologia Filosofica
Desde la antigüedad griega, diversos pensadores han sostenido que el hombre es un ser racional
y social, un ente que la sociedad modela; por lo tanto, no tiene una esencia que se mantiene
invariable frente a los procesos históricos. Esta tesis fue fortalecida con diversos descubrimientos
científicos, como aquel que muestra al trabajo como el factor principal de la evolución humana.
No obstante, observamos también que existen desde la antigüedad otras tesis que niegan esa
condición social, y sostiene que los individuos no necesitan de la sociedad para desarrollarse.
Estamos frente a posturas que promueven la alienación del ser humano y que carecen de un
fundamento científico de la realidad. Por ello, aún se mantiene el debate sobre el origen y la
esencia del hombre asunto que da comienzo a diversas posturas antropológicas.
La antropología filosófica pone como centro de su reflexión al ser humano como ser que vive y
sabe que vive en este mundo. Un ser que tiene conciencia de su medio y de sí mismo, que sabe
que puede transformar el mundo y transformarse a sí mismo. Un ser que construye su propio
saber como dimensión propia para comprender, para saber qué es el mundo, quién es él, quién
quiere ser y qué puede hacer con su vida.
Otro de los propósitos de esta disciplina es identificar las características de la especie humana,
tomando en cuenta todos los aspectos de la realidad: material, biológica, económica, histórica,
cultural, etc. Pero esto no significa que el resultado sea el producto de una combinación o síntesis
de diversas especialidades. En este sentido, la antropología filosófica no es meramente una
ciencia social, sino que va más allá de ella, situándose y siendo una rama de la filosofía.
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“CRESTOMATÍA DE LA FILOSOFÍA”
AUTOR: Dr. Julio Cesar BUSTAMANTE CABELLO
CAPÍTULO III: ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
“La filosofía con posición dialéctica objetiva, desaliena y desenajena” (J.C.B.C)
En primera instancia, las preguntas ¿Qué es el hombre?, y ¿Qué es lo que nos hace humanos?
en otras palabras, la cuestión de la “esencia”, “condición humana” ha estado siempre presente,
hasta nuestros días, en la reflexión filosófica. Muchos filósofos están convencidos de que
preguntarse por lo que significa ser una persona humana es la tarea intelectual más importante
que puede plantearse en la actualidad (Ward, 2010). El ser humano experimenta la necesidad de
formular una idea, de tener una visión integral y abarcante de quién es el hombre que pueda dar
respuesta a los múltiples interrogantes que se le plantean en relación con el sentido de su
existencia.
En tercer lugar, relacionada también con las diferencias entre el hombre y el resto de los vivientes,
está la pregunta por el origen de la cultura. En efecto, solo los humanos -en cuanto especie-
creamos estructuras y objetos culturales en los que se produce una innovación que es
acumulativa. Con el surgimiento de la Filosofía de la Cultura a inicios del siglo XX, la “naturaleza
humana” deja de considerarse algo opuesto o enfrentado a la “cultura”, para concebir al hombre
como un ser naturalmente cultural. El ser humano no habita en un universo meramente físico sino
cultural, entretejido por el lenguaje, el mito, el arte, la ciencia, las costumbres e instituciones, etc.,
que él ha creado para hacer del mundo físico un ámbito habitable.
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Por último, la Antropología Filosófica no puede dejar de preguntarse por el origen radical del
hombre, cuestión que es correlativa a la pregunta por el fin de la vida humana. Nadie se da la
existencia a sí mismo sino que la recibe de quienes le precedieron: cada uno es, en ese sentido,
el resultado final de un proceso. ¿De qué tipo de proceso se trata? Esta cuestión puede
sintetizarse formulando tres alternativas: “¿Somos, esencialmente, productos de la evolución,
programados para actuar en interés propio, para que se reproduzcan nuestros genes o dar
cumplimiento a nuestros impulsos biológicos? ¿O no existe esa naturaleza humana “esencial”,
solo la capacidad de ser modelados por la sociedad y sus fuerzas económicas, políticas y
culturales? ¿O existe alguna razón objetiva trascendente (quizá divina) para las vidas y la historia
humana?” (Stevenson et al. 2013). En cualquier caso, es un tema que es necesario afrontar si se
desea comprender a fondo la existencia humana en el planeta.
En este sentido, las ciencias ofrecen explicaciones acerca de qué somos y cómo actuamos, pero
sólo la filosofía es capaz de abordar la cuestión última, el por qué y el para qué del ser humano:
cuestiones más inquietantes, sin duda, pero que tienen también mucho más interés. En las
respuestas que se han dado a estas cuestiones a lo largo de la historia de la Antropología
Filosófica, se contienen los grandes temas que integran este campo del saber: el sentido de la
vida; la muerte y el deseo de inmortalidad; la sensibilidad, afectividad, inteligencia, voluntad,
libertad; las vinculaciones con otros seres humanos: el amor, la amistad, las relaciones de
poder…; las condiciones de posibilidad del conocimiento de la realidad; la relación del ser humano
con el mundo, etc. Y más recientemente, al hilo del desarrollo de las ciencias experimentales y el
avance de la tecnología, se han ido incorporando otras cuestiones como el lugar del hombre en
el universo; las fronteras entre la especie humana y los demás vivientes; el origen del hombre; la
singularidad humana; la creación cultural; la intencionalidad; el sentido de la sexualidad humana;
la inteligencia artificial; el futuro de nuestra especie, etc. En definitiva, todas las dimensiones
humanas y cualquiera de sus creaciones pueden ser objeto de estudio desde la perspectiva de
la Antropología Filosófica.
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Frente a la pregunta se podría decir, el hombre es una entidad en desarrollo, es un ser: material,
energético, natural, vivo, psíquico, social, político, histórico, racional, axioético y que se
transforma así mismo y su entorno para un común beneficio.
En las siguientes líneas explicaremos en detalle cada uno de los conceptos que se han delimitado
en la comprensión de lo que viene a ser el hombre. Por ello, señalamos que el hombre:
Es un ser material, energético y natural, porque es una entidad relacionada con la materialidad
en progreso, al cual están sujeto todas las cosas, es parte y su forma de desarrollo superior, es
un cuerpo energético que se expande y diversifica; además el hombre necesita de elementos
físicos y químicos para su existencia, pertenece a la naturaleza y se encuentra sujeto a las leyes
naturales que regulan sus procesos.
Es un ser vivo porque cumple las funciones vitales como todo ser vivo, pero en el caso humano
se encuentra inmerso en el proceso de la selección natural de forma organizada y consciente,
por ello, evoluciona y establece relaciones con sus semejantes y los otros seres que le
proporcionan los elementos para su subsistencia, además los seres humanos tenemos en común
los mismos deseos, impulsos y modos de comportamiento, que se derivan de las estructuras
biológicas de nuestra especie y que se explican por las características físico-químicas del
organismo, en ese contexto vive y su proyección será seguir existiendo y viviendo.
Es un ser social por antonomasia porque el hombre vive en sociedad en el cual se nutre del
proceso de socialización, que es un conjunto de aprendizajes y múltiples asimilaciones que el
hombre necesita para relacionarse con autonomía, autorrealización y autorregulación dentro de
una comunidad, por ejemplo, la incorporación de normas de conductas, el lenguaje, la cultura,
etc. Además, cada hombre posee una dimensión individual que desarrolla su personalidad o su
ser, y que dicha dimensión está integrada en la dimensión social del hombre, para la convivencia
en comunidad desde que nace hasta que muere. Al respecto Aristóteles indica:
El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal
humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que
no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la
sociedad, sino una bestia o un dios.
Por eso, es importante comprender que un hombre aislado no puede desarrollarse como
persona y de ahí nuestra tendencia a agruparnos en vez de aislarnos. Un ejemplo es el
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nacimiento de las redes sociales y su rápida expansión a pesar de que nuestros avances
científicos y tecnológicos han hecho que los otros seres humanos sean menos indispensables en
nuestra vida. Es por ello que continuamos inventando nuevas formas de comunicarnos y convivir
en sociedad. Aunque se distorsionen las formas de interacción y se presenten problemas, ello es
la causa para su avance.
Es un ser político porque siempre se organiza, busca formas de estructuración y de manejo del
poder, la organización de la sociedad requiere de la naturaleza política del hombre, y esta
organización deriva en el derecho, la práctica y búsqueda de justicia, la realización y concreción
de su libertad, la superación de situaciones inferiores, el liderazgo, entre otros aspectos que
generan en el ser humano su práctica política hacia la búsqueda del bienestar general entre todos
los seres humanos.
Es un ser racional y experiencial porque sus conocimientos y pensamientos que son elementos
principales para comprender el mundo que lo rodea y así poder cambiarlo, están pincelados por
la razón y la experiencia. Se afirma que existe un conjunto de rasgos que definen y distinguen a
los seres humanos: el más exclusivo y superior a todos ellos es la razón o capacidad de
pensamiento abstracto. Que el ser humano sea inteligente implica que está dotado de libertad en
el ámbito abstraccional y operativo que se expresa en la resolución de infinidades de problemas
en su provecho. Así también son el resultado de la experiencia acumulada por miles y miles de
años que objetivan la comprensión de su entorno.
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Uno de los temas centrales de los que se ha ocupado la Antropología Filosófica a lo largo de los
siglos ha sido la cuestión de la “naturaleza humana”; es decir, la indagación acerca de si existen
algunas características que son compartidas por todos los seres humanos y que son “esenciales”
en el sentido de que definen lo que es “ser humano”.
Nuestra condición humana revela nuestra complejidad: somos individuos, especie y sociedad al
mismo tiempo. Tenemos un destino entrelazado e inseparable, como seres humanos y especie
en la tierra. Debemos abandonar esa visión estrecha que minimiza al ser humano por su
racionalidad estrecha y por su espiritualidad subjetiva mítica; debemos abrirnos a una identidad
unitaria y compleja que incluye múltiples facetas contradictorias y complementarias a la vez.
La antropología filosófica pone como centro de su reflexión al ser humano como ser que vive y
sabe que vive en este mundo. Un ser que tiene conciencia de su medio y de sí mismo, que sabe
que puede transformar el mundo y transformarse a sí mismo. Un ser que construye su propio
saber como dimensión propia para comprender, para saber qué es el mundo, quién es él, quién
quiere ser y qué puede hacer con su vida. Uno de los propósitos de esta disciplina es identificar
las características de la especie humana, tomando en cuenta todos los aspectos de la realidad:
material, biológica, económica, histórica, cultural, etc. Se pregunta, en primera instancia, por el
origen del ser humano. Su proceso de aparición y asentamiento en el conjunto de la realidad.
También, por lo que diferencia al ser humano de todos los demás seres, cómo se define a través
de su existencia histórica.
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El conocimiento de las ideas que aborda la Antropología Filosófica, como tiene carácter filosófico,
ayuda a clarificar puntos de vista, permite descubrir incongruencias o contradicciones en las
posturas de los distintos pensadores, sugiere nuevas posibilidades de interpretación, facilita situar
las diferentes teorías dentro de una visión de conjunto más completa y abarcante, etc. Las ideas
principales sobre el ser humano formuladas por filósofos se exponen a continuación:
Hay tres grandes tradiciones religiosas pero que contienen cierta coherencia que han planteado
la cuestión del sentido de la existencia humana (Stevenson et al. 2013):
- Los textos de los Upanishads, compuestos en la India entre los siglos VIII y VII a C., contienen
reflexiones acerca de la naturaleza última del mundo y señalan que la verdadera identidad de los
humanos reside en su íntima conexión con todos los demás seres que componen el universo.
- La tradición China, las Analectas –la recopilación del pensamiento de Confucio (551-479 a.C.)
realizada por sus discípulos presentan también una teoría del universo y de la naturaleza humana
junto con prescripciones éticas que intentan responder a las grandes preguntas sobre el hombre.
- La tradición judía -recogida en la Biblia como revelación divina- la razón de la existencia los
seres humanos es que han sido creados por un Dios todopoderoso que les ha destinado a una
vida eternamente feliz en su presencia; pero estos planes se frustraron por culpa del hombre,
aunque Dios prometió restaurarlos en un tiempo futuro.
Estas tres tradiciones ofrecen una explicación del sentido de la existencia humana que tiene un
carácter sapiencial o religioso; pero en ningún caso emplean métodos y argumentos de carácter
exclusivamente lógico, racional. Por contraste, la reflexión filosófica busca el conocimiento de la
realidad por medio de la investigación intelectual; empleando exclusivamente procedimientos
racionales.
Este aspecto se observa en el pensamiento filosófico, surge en algunas ciudades de las costas
griegas hace más de 2.500 años, precisamente como un intento de superación del pensamiento
mítico y el conocimiento inmediato, empleando una reflexión crítica, por ejemplo:
- SÓCRATES (470-399 a.c.) fue el primer pensador que se ocupó filosóficamente del ser humano.
Se orienta fundamentalmente a la mejora de la praxis educativa y política: pretende ayudar a vivir
una vida buena -como buen ciudadano de la polis- de acuerdo con la justicia. Sostiene que el ser
humano tiene un alma inmortal y considera al hombre como un proyecto no acabado, cuya vida
debe protagonizar por sí mismo. Esta tarea requiere encontrar algún punto de apoyo absoluto
que permita orientar bien su desarrollo. Ofrece definiciones esenciales sobre las realidades
humanas y los valores éticos.
castigada a vivir encerrada durante un tiempo en un cuerpo material, y cuyo destino es volver al
mundo de las ideas al que pertenece para contemplar el Bien, la Verdad y la Belleza; el Eros es
el dinamismo que le permitirá alcanzar esta meta.
- ARISTÓTELES (384-322 a.c.) realiza una síntesis original entre la concepción platónica y sus
propias teorías, particularmente la Física y la Filosofía de los Vivientes. La composición
hilemórfica –que considera a todo ser vivo como una única substancia compuesta de dos
coprincipios: psyche y materia-, presenta al ser humano como un ser natural y social -viviente
entre los vivientes y humano entre los humanos- referido cognoscitivamente a la totalidad de lo
real a través del logos. La vida humana tiende naturalmente hacia la felicidad, que se alcanza
con el ejercicio de las virtudes y la contemplación. Formuló la definición del ser humano como
“animal racional, social y dotado de lenguaje” que ha tenido gran influencia en el pensamiento
posterior.
- AGUSTIN DE HIPONA (354-430) lleva a cabo la primera gran síntesis en la que integra la
filosofía griega con los conocimientos revelados sobre el ser humano contenidos en la tradición
judeo-cristiana. Tras su encuentro con el platonismo y su adhesión a la fe, intentó llevar a cabo
una reconstrucción intelectual del universo -cosmos, individuo, sociedad e historia donde el ser
humano -cuerpo, alma y espíritu- pudiera comprenderse en su desarrollo histórico, por referencia
a Dios como principio y fin del mundo creado.
- DESCARTES (1596-1650) intenta reconstruir todo el saber filosófico desde sus fundamentos
basándose en evidencias claras y distintas, para otorgar a la filosofía el grado de certeza
necesario para avanzar por el camino del progreso acumulativo que ya habían comenzado a
experimentar el resto de las ciencias. La Antropología de Descartes repone la visión dualista del
ser humano, como espíritu pensante que vive en una realidad material extensa. Pero su intento
de elaboración científica de la filosofía fracasa cuando se ve obligado a reconocer que solo puede
garantizar la correspondencia y comunicabilidad entre la res cogitans y la res extensa apelando
a un motivo no científico: la bondad divina. Con Descartes se abre el camino hacia el empirismo
y el idealismo.
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- KANT (1724-1804) intenta superar la brecha abierta en el conocimiento por Descartes, y aborda
en sus Críticas una profunda reflexión sobre el poder y los límites de la razón humana. Kant
concluye que no es posible alcanzar un conocimiento científico sobre el alma humana, el mundo
o Dios; por lo que, aborda el estudio del hombre desde una doble vertiente: la Antropología
Pragmática –como descripción de los caracteres humanos y su dinámica en el plano fáctico-, y
la Antropología Filosófica como metafísica de las costumbres y de la razón pura práctica. Ésta
puede considerarse el primer trabajo de Antropología Filosófica en el sentido moderno del
término, pero Kant admite que tiene dos graves fisuras: por una parte, no es posible articularla
con la Antropología empírica -el ámbito de la libertad escapa a la necesidad que rige las leyes de
la naturaleza- y, por otra, al no poder elaborarse un saber científico sobre el espíritu humano, sus
resultados no proporcionan suficiente certeza. La herida causada por Descartes sigue abierta, y
solo es posible continuar haciendo filosofía partiendo de la unidad del espíritu en cuanto razón;
partiendo de la unidad de la naturaleza en cuanto fuerza en sí; o concediendo valor de verdad
exclusivamente al conocimiento que puede obtenerse a través del método científico: estos son
los caminos emprendidos por el idealismo, los vitalismos y el positivismo, respectivamente (Choza
1985).
- NIEZTSCHE (1844-1900) plantea la lucha entre las concepciones apolínea y dionisiaca del ser
humano, y postula el advenimiento del superhombre -pura voluntad de poder que se realiza a sí
mismo en relación directa con la nada- después de haber dado muerte a Dios.
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hecho popular una imagen del hombre en la que solo se da una diferencia de grado en relación
con el resto de los animales, y que niega toda referencia trascendente de la existencia humana.
- FREUD (1856- 1939) aunque no sea filósofo, formula una explicación global del hombre
fundamentada sobre las fuerzas inconscientes y subconscientes de la psicología humana y del
impulso sexual que gobiernan la existencia, que ha tenido –y tiene todavía- gran influencia en el
pensamiento filosófico y las corrientes de opinión.
- EL EXISTENCIALISMO, a mediados del siglo XX cobra fuerza esta corriente, que niega que el
ser humano posea una naturaleza específica, sino que debe hacerse a sí mismo por medio de
sus elecciones. La existencia es un acontecimiento trágico y la condición humana un absurdo
carente de sentido porque, al final, todo termina con la muerte.
- El clima cultural de inicios del siglo XXI se caracteriza por la coexistencia fáctica de
planteamientos y teorías sobre el ser humano incompatibles entre sí, que está propiciada en parte
por el proceso de secularización de la sociedad, la globalización, el desarrollo de las ciencias
biológicas, las tecnologías de la información y comunicación, la mentalidad positivista y el
relativismo extendido en amplios sectores culturales. Junto a la pervivencia de los planteamientos
propios de la tradición clásica y medieval y un renovado interés por Aristóteles, se observa
también el desmantelamiento del sujeto que han llevado a cabo los pensadores de la
Postmodernidad, el desarrollo de la Teoría de la Evolución, el psicoanálisis y los avances
tecnológicos en el campo de la Inteligencia Artificial y la robótica. En muchos ambientes hoy se
concibe exclusivamente al ser humano como un mecanismo vivo que posee una organización
más compleja y evolucionada que el resto de los vivientes; nada más. Entre el hombre y el resto
de los seres vivos no existiría una diferencia cualitativa esencial sino solo cuantitativa, de grado.
Se considera a la inteligencia como una facultad de adaptación activa frente a situaciones atípicas
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más flexible que el instinto de los animales, que se orienta a solucionar las necesidades vitales
del organismo. Se identifican mente y cerebro, y se pretende explicar la aparición del pensamiento
lógico abstracto exclusivamente con parámetros de índole material: leyes físicas, reacciones
químicas, y fenómenos electromagnéticos. La creación cultural -la civilización- sería un
subproducto de esos fenómenos.
Por otra parte, el desarrollo tecnológico en los campos de la ingeniería informática, la inteligencia
artificial, la robótica y la ciencia ficción están propiciando la aparición de una corriente
transhumanista, que predice el triunfo futuro de la especie humana sobre las limitaciones propias
de la condición corpórea, y sobre la misma muerte. La utopía transhumanista sostiene que la
situación actual de la humanidad solo es una fase primitiva del desarrollo evolutivo de nuestra
especie; y llegará en el futuro el momento de la transhumanidad, que vivirá para siempre en un
ambiente hiper-confortable, gracias al empleo de super-capacidades que todavía esperan a ser
descubiertas por medio de la tecnología. El transhumanismo se describe a sí mismo en batalla
continua contra la muerte, haciendo uso de modificaciones biofísicas o con la inserción de
herramientas tecnológicas y extensiones incorporadas al propio cuerpo, que convertirían a los
seres humanos en cyborgs inmortales. Esta transformación de la condición humana rechaza al
mismo tiempo cualquier idea de trascendencia: se trata de una reposición –más sofisticada- del
planteamiento que considera a los seres humanos exclusivamente como maquinarias biológicas.
El primer problema que vamos a abordar es el referido al origen del hombre, sus inicios, su
devenir. Sobre ello, tanto el creacionismo como el evolucionismo van a proponer tesis contrarias
que buscarán dar respuestas a esta incógnita.
3.5.1.1. El CREACIONISMO.
Ha sido la tesis dominante en el mundo occidental debido al cristianismo pues esta religión ejerció
poderes no solo religiosos sino también políticos. La difusión del cristianismo se hizo a través de
la familias, escuelas y universidades que formaron en las personas una conciencia de tipo
religioso que contribuía – y contribuye – a mantener a la dominación económica y política en
diversos pueblos.
Al creacionismo se le denomina también fijismo, dado que considera que cuando Dios creó al
hombre lo hizo con la misma característica física y psicológica que poseemos actualmente. De
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modo que, para esta postura, el hombre no ha cambiado, siempre ha sido así como lo vemos
actualmente.
Esta postura antropológica influye en diversas cuestiones prácticas que hemos visto a largo de
la historia e inclusive en la actualidad. Así, en la tradición cristiana se han presentados casos de
personas que han maltratado su cuerpo y dañado su salud mediante la autotortura y otras
pruebas extremas.
Otro intelectual al favor del creacionismo es Tomas de Aquino, filósofo de la etapa escolástica de
la filosofía feudal europea. Considera, al igual que Agustín, que fue el espíritu divino quien creó
al hombre.
No obstante, al ser partidario de Aristóteles, Tomas resulta que el hombre está compuesto de
cuerpo y alma, es decir, de materia y forma. Si bien hay otros seres que tienen alma como los
vegetales y animales, en el hombre se encuentra el alma racional, que le permite emitir juicios y
racionamientos para poder defender los dogmas religiosos.
Por consistente, Tomas sostiene que el intelecto es lo más noble del hombre, dado que le permite
tener una visión de Dios.
3.5.1.2. EL EVOLUCIONISMO.
De esa forma, el evolucionismo asume los conocimientos proporcionados por diversos científicos
como el francés Jean-Baptiste Lamarck, quien si bien sostuvo que la vida apareció
espontáneamente, señala que no ocurrió lo mismo con las especies: estas se han ido modificando
con el paso del tiempo debido a que ciertas partes del cuerpo de un individuo van desarrollándose
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o atrofiándose según la utilización que les dé, transmitiendo ese desarrollo a su descendientes
por herencia (esta tesis es conocida con el nombre de ley del uso y del desuso) otro investigador
que aporto notablemente al evolucionismo fue Charles Darwin, investigador inglés que a pesar
de ser teólogo tuvo que asumir lo que la realidad le mostraba: que los seres vivos están en
constante desarrollo y transformación. Entre las tesis científicas de Darwin que fundamenta el
evolucionismo filosófico, témenos:
a.- El ser humanó es una especie más de las que existen en la naturaleza. Por ello, todos los
seres vivos, incluyendo el hombre proviene de un proceso gradual y contradictorio a partir de
unos microorganismo extremadamente simples.
b.- Los individuos de cada especies luchan entre sí por su supervivencia, quedando solos los más
aptos. Esta tesis, conocida con el nombre de principio de la selección natural, puede mostrarse
en la selección sexual que presentan algunas especies, donde los machos más fuertes
predominan en la lucha por las hembras.
c.- Las características que posee un determinado individuo se transmiten por herencia. Por
ejemplo, si la velocidad es el factor que permite a un individuo defenderse o alimentarse no solo
persisten los más veloces según el principio de la selección natural, si no que este rasgo se
trasmiten a sus descendientes. Este último planteamiento – que como hemos visto también fue
propuesto por Lamarck pero con algunas variantes tuvo además una mayor rigurosidad con las
investigaciones del científico austriaco Gregor Mendel.
También Friedrich Engels dio un importante sustento científico al evolucionismo, al descubrir que
se bien al factor biológico es importante en el desarrollo del ser humano, aún lo es más el trabajo,
ya que esta actividad ha permitido que las manos adquieran funciones muy diferentes a las
demás parte del cuerpo, lo que trajo como consecuencia el caminar erguido y el desarrollo del
cerebro. Y además, como el trabajo es fundamentalmente social, permitió que el hombre
desarrollara, paralelamente al desarrollo anatómico, el lenguaje y la conciencia.
Spencer aplica también la teoría evolucionista a las sociedades, posturas que estas cambian y
progresan por sí mismas; por lo tanto, no es necesaria alguna transformación radical en los
grupos humanos. De ahí que en política Spencer muestra una clara posición conservadora.
El alemán Friedrich Nietzsche fue otro filosofo que, desde el punto de vista evolucionista, sostuvo
que el hombre es un ser de la naturaleza, pero que ha estado perdiendo sus cualidades naturales-
como la alegría de vivir y su orgullo individualista- para asumir creencias ajenas a su condición
animal, convirtiéndose de ese modo en un ser enfermo.
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Por ello Chardín se dedica a la investigación paleontológica, pero utiliza sus investigaciones para
una interpretación religiosa se la evolución. Para este teólogo, Dios es el alfa y el omega, el
principio y el fin. Dios inicio el mundo, permitió que desde seres simples, pero cada vez más
complejos se llegue a los homínidos y luego al hombre actual. Sin embargo, Chardín sostiene
que con el hombre actual no termina la evolución, sino que el proceso continuo hacia una etapa
que denomina Critosfera, que es donde el ser humano llega a ser espiritual y unirse finalmente
con Dios.
Vemos entonces que para este pensador francés la evolución se inicia con Dios pero también
termina con él.
Otro problema que aún se debate en torno a la condición humana es el referente a su esencia o
ser. Es ahí donde preguntamos sobre lo determinante en el ser humano, lo propio del hombre,
aquello que lo diferencia de los demás seres. En tal sentido, preguntas que hacen referencia a la
esencia del hombre son: ¿Qué es el hombre?, o ¿Qué determina al ser humano? de la respuesta
que se dé a los tales interrogantes surgen diversas posturas, dentro de las cuales mencionaremos
al naturalismo, espiritualismo, dualismo, historicismo, simbolismo, existencialismo y marxismo.
3.5.2.1. EL NATURALISMO.
Si analizamos al hombre desde un punto de vista natural, observamos que posee un conjunto de
rasgos diferenciales que definen su originalidad biológica. Entre estos rasgos tenemos la posición
vertical, la constitución y uso de la mano como medio de la aprehensión, y cerebro excepcional
mente grande con una enorme cantidad de células neuronas y gran capacidad para establecer
conexiones funcionales.
De otro lado notamos que todos los seres humanos-al igual que los demás antes del mundo-
estamos compuestos de los elementos de la naturaleza (en nuestro caso: carbono, nitrógeno y
oxígeno, entre otros) y, en consecuencia nos encontramos sujetos a las leyes de la naturaleza
como la gravedad, la inercia y el proceso de nacimiento, crecimiento reproducción y muerte que
ocurre en todo ente orgánico. De lo anterior concluimos que lo necesitamos de la naturaleza para
poder vivir: sin agua, oxígeno y alimentos moriríamos irremediablemente.
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Todo lo expuesto en los párrafos anteriormente son premisas utilizadas por filósofos como
Herbert Spencer y Friedrich Nietzsche para afirmar que los rasgos esenciales del hombre
pertenecen al orden natural o biológico, y pueden explicarse desde el punto de vista de las
ciencias naturales. A esta perspectiva filosófica se le conoce con el nombre del naturalismo.
3.5.2.2. EL ESPIRITUALISMO.
Es una postura filosófica que si bien reconoce al hombre como un ente con cualidades biológicas,
sostiene que existen actividades biológicas, sostienen que existen actividades como pensar,
reflexionar, crear o valorar, que no distinguen los demás entes de la realidad y de los demás son
irreductibles a los rasgos biológicos. Es decir, ningún otro ente en el mundo puede manifestar
aquellas actividades y el hombre las tiene dado que posee espíritu; luego, el espíritu es la esencia
del hombre.
El espíritu se basa en la religión y el idealismo. Pitágoras y platón, por ejemplo, afirmaban que lo
propio del hombre es su alma y que el cuerpo es una cárcel para ella. Agustín de Hipona y Tomas
de Aquino sostenían que como Dios creó al hombre a su imagen y semejanza suya, y este se
encuentra en el mundo terrenal solo de paso, el destino de todo ser humano es su salvación,
volver a su creador; por eso – sostendrían Agustín y Tomas - debemos hacer lo que dios pide
atreves de su iglesia, que es el medio para ser salvado.
3.5.2.3. EL DUALISMO.
Ante el naturalismo y el espiritualismo surge el dualismo, que sustenta que el ser humano está
constituido por cuerpo y alma, siendo los dos esenciales para su existencia. Esta posición
filosófica fue asumida por el filósofo francés Rene descartes, quien consideró que en primera
instancia el hombre es una cosa que piensa (es una res cogitans), aunque posteriormente sus
reflexiones le llevaron a aceptar que es importante también el cuerpo (res extensa),y que ambos
se conectan en un aparte del cerebro que llamo glándula pineal, aunque esta última tesis no pudo
ser sostenida científicamente .
Continuador de la postura que descartes, es su compatriota Blaise Pascal, que sostuvo que el
hombre es un ser dual. Así, afirmó que el hombre es una caña pesante. Sin embargo, Pascal - a
diferencia de descartes – defendió la importancia de la vida emocional, por ello afirmaba que el
corazón tiene sus razones que la razón no puede comprender.
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“CRESTOMATÍA DE LA FILOSOFÍA”
AUTOR: Dr. Julio Cesar BUSTAMANTE CABELLO
CAPÍTULO III: ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
“La filosofía con posición dialéctica objetiva, desaliena y desenajena” (J.C.B.C)
3.5.2.4. EL HISTORICISMO.
Uno de los más connotados historicistas es Wilhelm Dilthey, filósofo alemán que consideró que
el hombre no es solo razón, dado que tiene sentimientos y voluntad. Pero esta razón, sentimiento
y voluntad están impregnados de historia; por ello, nuestra forma de pensar sobre cómo es la
realidad, lo que deseamos en la vida y en nuestros sentimientos hacia alguien, son productos de
la historia. Para Dilthey debemos comprender al hombre, sentir y pensar como los demás, para
tener empatía con otros. Según Dilthey, el hombre enseña lo que es a través de sus productos
culturales: su casa, ropa o muebles, nos dicen quién es ese hombre.
El filósofo español José Ortega y Gasset consideró que el hombre no es un ser acabado ni
determinado hacia algo, sino que está en constante cambio a través del devenir de la historia.
Por ello afirmó que el hombre es su yo y su circunstancia. El hombre es su presente, pero también
lo que le ha pasado y lo que le está pasando en el momento histórico de su pueblo, comunidad o
país.
Para Ortega, el hombre es un ser simple y libre pues va decidiendo hacer algo nuevo o repetir lo
que ya otros han hecho. Sobre la base de ello, concluye que la vida de un ser humano es como
una novela, que puede ser muy interesante y agradable, pero también muy aburrida cuando ay
monotonía en los acontecimientos, como cuando se tiene una vida rutinaria.
3.5.2.5. EL SIMBOLISMO.
El hombre, al tomar contacto con el mundo, no lo hace de manera directa; accede al mundo a
través de símbolos que el mismo creas con distintos hombres. El contacto con los individuos u
objetos del mundo se da a manera de lenguaje, arte, ciencia religiones así, el hombre es un
animal simbólico, y el mundo un gran sistema de signos al que debemos interpretar.
Ernst Cassirer es el filósofo Alemán que sostuvo esta tesis. Propone la necesidad de hacer una
distinción entre la vida de los animales – que tienen reacciones orgánicas – y la del hombre, es
la que encontramos respuestas consientes. Es decir, el primer caso una respuesta directa e
inmediata es producto de algún estimulo externo, mientras que en la vida humana la respuesta
es demorada, es interrumpida y retardada por un proceso lento y complicado de pensamiento.
Este planteamiento siguiere que el hombre, a medida que va construyendo su ser, se enfrenta
con su mundo, teniendo como medios símbolos, y en última instancia, ni siquiera trata con la
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realidad natural, sino con realidades simbólicas, con un universo simbólico constituido por
elementos culturales como el mito, la moral, el arte, la religión, la ciencia y la filosofía.
3.5.2.6.- El Existencialismo.
Esta corriente filosófica que surge a partir del siglo XX sostiene que todo ser humano no debe ser
cuadrado dentro de un único conjunto de propiedades o cualidades; por el contrario, cada hombre
va forjando su esencia. Los existencialistas plantean que nuestra esencia es un constante
proyecto de la cual no tenemos la plena seguridad de lo que vamos hacer. Sin embargo; si existe
una certeza: La muerte. Frente a la certeza de la muerte surge la angustia incorporada al vivir de
la existencia, dado que confronta al hombre con la nada.
Martin Heidegger, pensador Alemán, denomina a la existencia humana ser-ahí pues su existencia
se encuentra arrojada siempre en alguna situación. Según este filósofo, se dan dos formas de
existencia; la existencia impropia o inauténtica y la existencia propia o autentica. La existencia
impropia o inauténtica es aquella masificada o confundida con la existencia de los demás, se
vive alienado en función a patrones completamente anónimos, pero dominantes. De otro lado, la
existencia propia o autentica es aquella en la que se escogen la posibilidades reales, se vive con
una conciencia lucida de lo que se es y se asume la angustia existencia ante la muerte, que es
al fin y al cabo la única certeza que todo hombre posee; es decir, solo cuando cada ser humano
sabe lo que es, un ser ante la vida y la muerte, acepta conscientemente su finitud y la vive en la
angustia constante, sin disimulos, mentiras, autoengaños, avidez de novedades o consumismo.
A mediado del siglo XX el filósofo Francés Jean Paul Sartre considero que el punto de partida del
hombre es el existir. Como no existe algo a lo que se puede denominar, y es en el transcurso de
su vida donde se va defendiendo. El hombre es un vacío de ser que tiene que ir construyéndose.
De ahí su sentencia: la existencia precede a la esencia.
3.5.2.7. EL MARXISMO.
Karl Mark, filósofo Alemán del siglo XIX descubre que la denominada esencia del hombre en
realidad es elaborada en el conjunto de las relaciones sociales que se generan a partir de la
producción de los bienes materiales para su subsistencia. Es decir, la manera en que se produce
estos bienes materiales determina las relaciones sociales, y estas, a su vez, la conciencia y la
forma de ser que tiene un ser humano.
De esa manera, Marx considera que el hombre se define en función a sus actividades sociales.
Como el hombre posee necesidades que debe satisfacer, su actividad más significativa vendría
a ser el trabajo, el medio que le permite transformarse a él mismo conjuntamente con su
naturaleza. Pero en las sociedades donde hay propiedad privada sobre los medios de producción
(tierras, fabricas, bancos y herramientas), el trabajo – sostiene Marx – le es enajenado al
trabajador, es decir, el trabajo se torna ajeno al trabajador, pues es expropiado, rebajando su
condición humana a un simple elemento productor de bienes que satisfacen las necesidades de
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los dueños y de los medios de reproducción. Por lo tanto – concluye este estudio – es necesario
abolir la propiedad privada sobre los medios de producción para que el trabajador vuelva a ser
dueño de su trabajo y recupere su condición de ser humano al desplegar todas sus
potencialidades físicas.
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