Capitulo 1 Psicologia Educacional
Capitulo 1 Psicologia Educacional
Capitulo 1 Psicologia Educacional
Violeta Arancibia.
Paulina Herrera.
Katherine Strasser.
I. INTRODUCCION
La Psicología Educacional ha seguido un largo camino en el proceso de convertirse en una disciplina con identidad
propia, la que aú n está en construcció n. En este proceso son muchos los autores que han ido influyendo en su
historia, problemá tica conceptual y definició n de su objeto de estudio. Estas influencias han provenido desde
distintas á reas del saber, especialmente la Filosofía, la Educació n y la Psicología. Ademá s, ha ido dando respuestas
a diferentes preguntas, influida por su historia y el contexto en el cual se ha desarrollado.
Por lo tanto, para entender lo que es hoy la Psicología de la Educació n, es importante recorrer su historia y desde
allí conocer sus precursores y raíces conceptuales. Esta misma historia es la que ha influido en las dificultades que
ha tenido esta disciplina para definir su objeto de estudio y hacia dó nde va. Resulta, entonces, vital reflexionar en
torno a estas problemá ticas.
Este capítulo desarrollará ambos temas: la perspectiva histó rica y la problemá tica conceptual. Asimismo, se
referirá a algunos temas actuales en esta disciplina, que requieren seguir siendo investigados y que se han
transformado en un aporte al quehacer científico y aplicado actual.
Asimismo, los má s calificados representantes de la filosofía moderna han influido en el corpus de la psicología de
la educació n. De manera especial se han hecho presentes Descartes, al defender el protagonismo de las ideas
innatas como base del conocimiento, y Locke que apela, por el contrario, a las impresiones sensoriales, es decir, a
la experiencia (Beltrá n, 1987).
En el siglo XVI, por otra parte, aparecen libros de educació n en que se enfatiza la forma de hacer má s efectiva la
enseñ anza a través de conceptos psicoló gicos. Entre ellos destaca Juan Vives (1492-1540, en Glover y Ronning,
1987) quien señ ala la importancia de los procesos de percepció n y memoria en el proceso educativo.
Luego en los siglos XVIII y XIX aparecen otras dos figuras relevantes, quienes hicieron aportes en la reformulació n
del sistema de enseñ anza, estos son Pestalozzi y Herbart. Johann Pestalozzi (1745-1827), influido por Rousseau,
fundó numerosas escuelas, especialmente orientadas hacia los má s pobres e imprimió un rumbo nuevo a la
funció n de la educació n como un proceso orientado hacia el niñ o como ente individual y especial en sí mismo. Le
preocupaba que los niñ os estuviesen siendo socializados para el trabajo, siendo que segú n su parecer las escuelas
debiesen estar “formando personas”, cuyo conocimiento estuviese orientado por está ndares morales (Palmer,
2003).Es así que enfatizó el aprendizaje por observació n y el aprendizaje experiencial, minimizando,
consiguientemente, el aprendizaje memorístico, lo que resultó revolucionario para su época. Pestalozzi reconoció
la importancia del desarrollo moral y de la relació n entre profesores y alumnos como aspectos críticos de la
educació n del niñ o (Downs, 1975, citado en Glover y Ronning, 1987).
Johann Herbart (1776-1841), filó sofo, psicó logo y pedagogo alemá n, por su parte, influido por Kant, plantea que
el aprendizaje se potencia a través del interés, el cual surge por autogeneració n en el alumno y por intervenció n
del profesor. Su teoría de la percepció n y de la masa(¿) perceptiva se convirtió en el paradigma educativo del siglo
XIX, renovando profundamente la metodología educativa al sugerir que dentro del proceso instruccional deben
presentarse los conocimientos nuevos de tal manera que sean asimilados y lleguen a formar parte del contenido
mental. Estas ideas tuvieron un amplio eco en los círculos pedagó gicos y parecen resonar todavía hoy en las
teorías de autores bien recientes, como el aprendizaje significativo de Ausubel o las corrientes psicoló gicas que
apelan a la noció n de esquema.
Pese a las influencias de estos autores, los especialistas consideran (Genovard, 1981) que no fue hasta el siglo
pasado, en el período que va de 1880 a 1900, que se marca el comienzo de la Psicología de la Educació n, dadas las
Manual de Psicología Educacional
Violeta Arancibia.
Paulina Herrera.
Katherine Strasser.
aportaciones decisivas que se producen por parte de una serie de autores cualificados que contribuyeron
decisivamente al nacimiento de esta disciplina, los cuales van a ser descritos a continuació n.
2.1.1 Algunos precursores en Europa
Dos figuras que surgen en Gran Bretañ a y que a través de sus aportes a la Psicología, contribuyen también al
á mbito educativo son:
Francis Galton (1822-1911), quien inventó los primeros test psicoló gicos para la medida de la inteligencia,
basados en la discriminació n sensorial; fundó el primer laboratorio experimental de Londres, construyó un test de
asociació n de palabras que luego usaría Wundt y promovió el estudio de las diferencias individuales.
Wilhelm Wundt (1832-1920), quien fundó su famoso Laboratorio en Leipzig, en el cual se utilizó por primera vez
la medició n en la experimentació n psicoló gica. Su método consistía en la introspecció n, una antigua modalidad de
autoaná lisis, que la modificó a un enfoque experimental, preciso, en que se incluía la discriminació n de respuestas,
el tiempo de reacció n y la medició n de respuestas emocionales.
Alfred Binet (1857-1911), realiza, sin duda, una de las mayores contribuciones a la psicología de la educació n al
desarrollar el primer test de inteligencia individual, introduciendo así la objetividad en un campo que carecía de
investigació n claramente definida. Para diagnosticar y suministrar un tratamiento adecuado a los sujetos
sospechosos de retraso mental, construyó una escala métrica, es decir, test con ítemes dispuestos en orden de
dificultad creciente y en relació n con diferentes niveles mentales.
fuente de inspiració n de la reforma educacional de Dewey, la psicología experimental de Watson vino a dominar
durante las tres primeras décadas del siglo XX, quedando la influencia de James como una inspiració n má s que
como una teoría (Pajares, 2003).
En otro sentido, fue también de alta importancia la influencia del filó sofo y pedagogo norteamericano John Dewey
(1859-1952). É ste estaba fuertemente influido por la idea de James que la conciencia constituía un factor causal en
la vida y sobrevivencia bioló gica y que se relacionaba con el ambiente de manera sensorial y motora. Es así que la
adaptació n al ambiente fue la orientació n y el interés psicoló gico de Dewey. Le preocupó mucho el ajuste en los
seres humanos: físico, mental y moral. Puede considerarse asimismo como revolucionaria su interpretació n del
aprendizaje en términos de “by doing” (aprender haciendo), que planteaba la importancia de utilizar técnicas de
enseñ anza centradas en el niñ o y la defensa de la orientació n escolar cooperativa. Dewey consideraba que los
intereses e impulsos de los niñ os deben ser el punto de partida del curriculum del colegio, ya que si el niñ o no ve el
propó sito de la actividad a desarrollar, tendrá menor voluntad para aprender (Mulcahy, 2007). Contrario a
Thorndike quien planteaba que los alumnos só lo podían aprender en respuesta a un estímulo, ya sea éste castigo o
recompensa, Dewey consideraba que el niñ o hace conexiones de una experiencia a otra, y que uno necesita
internalizar y construir el conocimiento.
Sus planteamientos má s tarde dieron origen al movimiento progresista o de la educació n activa, cuyos principios,
segú n Knight (Mulcahy, 2007), contemplan: a) El proceso de educació n encuentra su génesis y propó sito en el
niñ o; b) Los niñ os son activos, má s que pasivos; c) El rol del profesor es el de un guía má s que de un director
autoritario;
d) El colegio es un microcosmos de la sociedad; e). La actividad en al sala de clases debe enfocarse en resolver
problemas má s que en el empleo de métodos artificiales segmentados por asignaturas; f) La atmó sfera social del
colegio debe ser cooperativa y democrá tica. En las discusiones contemporá neas se pueden observar estos
principios en el constructivismo e incluso en la pedagogía crítica.
Por otra parte, todavía se sigue invocando su propuesta de la psicología de la educació n como una ciencia-puente
entre la ciencia de la conducta y la prá ctica educativa, planteamiento que es considerado clave para resolver el
status epistemoló gico de una disciplina en bú squeda de identidad.
Fueron éstos, por tanto, los principales precursores de la psicología educacional en Estados Unidos, los cuales a
través de sus hallazgos y planteamientos van generando reflexió n en torno al fenó meno de enseñ anza-aprendizaje,
frente al cual se requiere de una nueva disciplina que logre dar respuesta a sus mú ltiples interrogantes.
Adicionalmente conviene asimismo señ alar otra serie de antecedentes de gran trascendencia educativa que se
producen por estos añ os como, por ejemplo, los cursos sobre el estudio del niñ o impartidos en las universidades
norteamericanas, que acaban por llamarse cursos sobre psicología de la educació n; la creació n de las primeras
cá tedras y departamentos de educació n en las universidades americanas; los trabajos de Rice (1897) sobre la
medida objetiva del rendimiento escolar; los experimentos de Ebbinghauss (1885) para demostrar la posibilidad
del control y medida del aprendizaje a través de técnicas experimentales y la publicació n del primer libro que lleva
el título de Psicología de la educació n, escrito por Hopkins con la pretensió n de aplicar a la educació n los hallazgos
de la psicología científica.
Al analizar todos estos aportes resalta cierta tendencia en los autores señ alados en investigar temas referidos a los
test y diferencias individuales, a través de métodos que aseguren la objetividad. Esto es relevante, pues pone de
relieve las dos características propias de este período de la psicología de la educació n: el deseo de objetividad
frente a la mera acumulació n de opiniones, y la convicció n de que só lo a través de mediciones y de la investigació n
cuantitativa podría progresar la psicología de la educació n (Glover y Ronning, 1987).
obra má s señ alada, Educational Psychology (1903) en la que expone los resultados de sus investigaciones y se
considera como el prototipo de un cierto modo –el modo clá sico- de hacer psicología de la educació n. En esta obra
propuso el método de la observació n y medició n objetiva por sobre el cuestionario usado hasta entonces en la
psicología infantil (Glover y Ronning, 1987).
Thorndike estudió la psicología desde el comportamiento animal, bajo la influencia de James. Aplicó los principios
del aprendizaje desarrollados en el laboratorio y las medidas cuantitativas de las diferencias individuales para
crear la psicología educacional. Tal como Thorndike lo planteó , los animales má s grandes, incluido el hombre, no
manifiestan comportamientos má s allá de las expectativas de las leyes del instinto, del ejercicio y del efecto
(Thorndike, 1911, citado en Palmer, 2003), lo que implica que el aná lisis de los efectos de la recompensa, el castigo
y la prá ctica en estudios con animales puede producir leyes generales del aprendizaje tanto de animales como de
humanos.
Posteriormente, en 1910 publica su artículo “The Contribution of Psychology to Education”, en el primer nú mero
del Journal of Educational Psychology, el cual junto a la publicació n de su Manual Educational Psychology, Briefer
Course (1921), configuran definitivamente a la psicología de la educació n alrededor de tres grandes unidades
temá ticas, las cuales fueron: el papel del medio ambiente y de la herencia en el comportamiento, el aprendizaje y
las leyes que lo regulan y el estudio de las diferencias individuales (Coll, 1988).
La aspiració n de Thorndike era lograr una ciencia completa de la psicología, uniendo definitivamente los mundos
de la psicología y la educació n; al igual que Dewey, quien aspiraba a construir una ciencia puente entre la
psicología y la prá ctica educativa. Es así que la propuesta de Thorndike hubiera podido –de convertirse en
realidad- abrir las puertas del éxito a la nueva ciencia, pero desafortunadamente, la misma propuesta llevaba en su
seno la clave de su propia esterilidad, y lo que pudo ser una ciencia modélica con status definido, asentada en el
presente y orientada hacia el futuro, se quedó en una mera aplicació n de la ciencia de la conducta a los problemas
educativos. Aú n así, empleando el aná lisis experimental del comportamiento, él sentó las bases metodoló gicas y
filosó ficas de la psicología conductual de Watson y Skinner.
Charles Judd (1873-1946) es la otra gran figura, quién se forma en Leipzig bajo la direcció n de Wundt y pasa a
ocupar posteriormente el cargo de director de la School of Education de la Universidad de Chicago, donde ocupó
una posició n de liderazgo por má s de treinta añ os. Respecto a sus líneas de trabajo, hay que destacar cuatro
grandes á reas: el aná lisis de la lectura, la formalizació n y discusió n de los problemas psicoló gicos que surgen de la
enseñ anza, el trabajo experimental sobre el nú mero, y la psicología social, a la que considera como la plataforma
de apoyo de toda verdadera educació n (Glover y Ronning, 1987).
A diferencia de Thorndike, Judd plantea que ni la experimentació n con animales, ni el interés por elaborar una
teoría del aprendizaje, son tareas prioritarias para la psicología de la educació n, sino que la prioridad debe estar
puesta en los grandes problemas educativos que se oponen a la mejora en la escuela, por lo cual se preocupa de
aspectos no investigados antes como son el curriculum y la organizació n escolar.
El objeto de estudio de la psicología de la educació n para Judd debiera ser entonces el analizar los procesos
mentales mediante los cuales el niñ o aprehende los sistemas de experiencia social acumulada, cuyos procesos no
son reducibles a una serie de estímulos y respuestas, sino que implican la capacidad para organizar, sintetizar y
transformar la experiencia. Ademá s, plantea la importancia de considerar el cará cter social de la educació n,
negando en forma radical toda viabilidad a la psicología individual, característica de los planteamientos de
Thorndike.
Thorndike y Judd representan dos modos disímiles de entender la psicología de la educació n, perspectivas que
persisten hasta la actualidad y que aú n no se integran del todo (Coll, 1988).
Por otra parte, también hay que señ alar en esta etapa los trabajos de Lewis Terman (1960) sobre los
superdotados y retrasados y, sobre todo, la publicació n de su obra monumental Measurement of Intelligence
adaptando la escala de Binet, así como las de Rice (1897) y Stone (1908) quienes publican los primeros test de
rendimiento.
A pesar de las numerosas reacciones negativas iniciales, los test de rendimiento fueron aceptá ndose en los círculos
escolares, cobrando así la investigació n educativa un aire de rigor científico con dos características principales: la
objetividad y la utilizació n de la medició n, que le otorgan un cariz especial a esta etapa de desarrollo de la
Psicología Educativa.
Manual de Psicología Educacional
Violeta Arancibia.
Paulina Herrera.
Katherine Strasser.
Por otra parte, y gracias a los aportes antes mencionados, la psicología de la educació n va mejorando sus
posiciones con relació n al nú mero de publicaciones científicas, ocupando en 1910 el tercer lugar de la tabla de
publicaciones con un 10% del total de pá ginas publicadas en las revistas de mayor difusió n, frente a la baja
posició n de 1890. En esta etapa es cuando aparece la prestigiosa revista “Journal of Educational Psychology”. Esta
revista aparece en 1910, y su editorial señ alaba la necesidad de un hombre intermedio cuya tarea debería ser
mediar entre la ciencia de la psicología y el arte de la enseñanza, y planteaba que se consideraría no só lo el campo
de la psicología de la sensació n, el instinto, la atenció n, la memoria y el aprendizaje, sino también los problemas de
desarrollo mental y la psicología de los métodos especiales en algunas de las á reas de la enseñ anza. Asimismo, esta
revista pretende estimular el estudio de los problemas escolares en la sala de clases mediante el uso del método
experimental (Willians, 1978, en Coll, 1988).
Estos aspectos planteados en la primera editorial de la revista muestran la gran diversidad de temas que toca la
psicología de la educació n y por tanto su dificultad para alcanzar una identidad propia y por tanto, para realizar el
proceso de diferenciació n y coordinació n con las restantes disciplinas psicoló gicas y educativas. Sin embargo, má s
allá de esta diversidad, en éste periodo continú an prevaleciendo como temas nucleares, el estudio de las
diferencias individuales y la elaboració n de test y el aná lisis de los procesos de aprendizaje.
Por su parte, el Psicoaná lisis se proyectó , sobre todo, en la orientació n dada a algunos temas educativos centrales,
como la importancia de los primeros añ os, la relevancia de los factores inconscientes, la relació n madre-hijo, la
necesidad de afecto y actitudes permisivas, así como el deseo de centrar la atenció n en la personalidad global y el
desarrollo del niñ o, má s que en aspectos parciales como la inteligencia o la motivació n (Beltrá n, 1987).
Asimismo, a lo largo de esta etapa se realizan algunos avances en casi todas las á reas de la psicología de la
educació n. Por ejemplo, los test de inteligencia experimentan un auge notable a partir del trabajo realizado por
Binet, se consagra el concepto de inteligencia como indicador de la madurez intelectual del estudiante; se
interpreta el éxito de las actividades humanas como resultado de la combinació n de unas cuantas aptitudes
primarias; aumenta el nú mero de test de rendimiento y, lo que constituye uno de los avances má s resonantes,
aparece el concepto de evaluación para reflejar la medida del progreso del alumno, interpretá ndolo no en
términos de simple rendimiento, sino en relació n con determinados objetivos sociales, sustituyendo con una escala
Manual de Psicología Educacional
Violeta Arancibia.
Paulina Herrera.
Katherine Strasser.
de valor una simple escala de medida. Al mismo tiempo, se comenzaron a investigar los problemas educacionales
como aspectos de una realidad multivariada, que requería de diseñ os estadísticos cada vez má s complejos.
Ademá s, la psicología educacional comienza a diferenciarse de la psicología escolar, en la manera de proveer buen
material de test para establecer diferencias individuales y de la psicología de la consejería, la cual nació a partir del
movimiento de estudio del niñ o y de la psicología humanista, con el fin de estimular y nutrir al niñ o. É sta surgió , en
gran medida, de los movimientos de protesta y reforma social de principios de siglo, y se nutrió de los trabajos de
Pestalozzi, Herbart y Rousseau, buscando desarrollar métodos educacionales que efectivamente nutrieran al niñ o.
La psicología educacional buscó diferenciarse de la consejería, pues en ésta sus métodos tendieron a ser
informales, contrastando con la metodología de estudio dominante en la época y consecuentemente, requería de
un mayor rigor científico, por lo que la disciplina debió enfocarse hacia el estudio científico del desarrollo humano.
Al mismo tiempo, en la medida que creció la fuerza laboral, la industrializació n y la divisió n del trabajo, la
psicología de la conserjería se orientó hacia el estudio del ajuste vocacional post educacional de mujeres y
hombres jó venes. Con ello se desarrollaron técnicas de estudio del self y de mediciones de aptitudes e intereses,
diferentes a los aspectos abordados por la psicología de la educació n.
Por otra parte, se desarrolló el movimiento por la salud mental, liderado por el norteamericano Carl Rogers, quién
desarrolló una línea terapéutica propia, lo cual llevó al surgimiento de la psicología de la conserjería como una
disciplina independiente de la psicología vocacional. Mientras la psicología vocacional se refería al desarrollo de
carreras e identidad laboral de las personas, la conserjería se aproximaba desde la perspectiva existencial
fenomenoló gica (Glover y Ronning, 1987).
Es así que cuando se inicia la década de los 50, unos treinta añ os después de la fecha en que se suele marcar su
nacimiento como disciplina científica, el panorama de la psicología educacional es bastante complejo. En primer
lugar, y luego de su periodo de crisis, resalta su alta valoració n, pese a la falta de una definició n conceptual clara. Se
cree que esto se debe a la necesidad surgida en este periodo de poseer una teoría científica de la educació n,
necesidad que la psicología educacional hace suya, asumiendo como propia la responsabilidad de tratar los
contenidos y problemas relevantes del quehacer educativo.
Manual de Psicología Educacional
Violeta Arancibia.
Paulina Herrera.
Katherine Strasser.
Sin embargo, junto a esta ampliació n de contenidos, sus límites se van desdibujando, siendo cada vez má s difícil
clarificar su objeto de estudio, el cual abarca desde los procesos de aprendizaje individual y grupal, hasta los
criterios de organizació n de los contenidos escolares, pasando por medidas de diferencias individuales, la
elaboració n de instrumentos de evaluació n y la comparació n de métodos de enseñ anza (Coll 1988).
Sin embargo, también hay miradas optimistas respecto del camino que toma la investigació n en educació n, lo que
se hace patente el añ o 1981, añ o en que surgen cinco publicaciones independientes (de Calfee, Shulman, Simon,
Snow y Resnick) refiriéndose al giro que estaría tomando la investigació n llevada a cabo por psicó logos
educacionales.
Segú n Resnick (1981, citado en Berliner, 2006), la psicología educacional estaría considerando los problemas
reales del mundo de la instrucció n, en la medida que ha sido ésta la que ha comenzado a guiar el desarrollo de la
investigació n, y no viceversa.
En general estos autores plantean que el conocimiento debe recorrer diversos caminos: de la psicología
educacional a la educació n, y viceversa, siendo esta ú ltima una direcció n que con frecuencia ha sido olvidada; y
ademá s, debe ir de la prá ctica educativa a la teoría así como durante añ os fue del laboratorio a la teoría en los
tiempos de Thorndike. Snow lo dijo muy claro, el trabajo del psicó logo educacional es “psicologizar” los problemas
educativos, y no simplemente llevar la psicología a la educació n como si fuéramos misioneros que llevamos la
palabra de Dios.
Mirar la prá ctica como fuente de los problemas a estudiar es crucial, y es lo que diferencia la mirada que se hace de
la psicología educacional desde que Thorndike conquistó el terreno.
Esta nueva mirada que estaría en mente desde 1981 devuelve la dignidad a los educadores, en la medida que es
desde su trabajo de donde salen los temas a investigar. La aproximació n entre la prá ctica y la teoría otorga mayor
relevancia a la investigació n, aun cuando los conocimientos sean menos generalizables que los adquiridos en el
trabajo de laboratorio.
en 1918 y que cada generació n aborda aproximadamente 20 añ os)-, aú n nos faltan muchos tema por abordar y en
los cuales profundizar para avanzar en el desarrollo de esta ciencia.
Esto supone reconocer que la psicología de la educació n aspira a descubrir leyes y causas que rigen la conducta
humana para poderla predecir y controlar, pero sin olvidar que la conducta humana, ademá s de su vertiente
externa manifiesta -sometida a cuantificació n, predicció n y medida- encierra otra vertiente interior que alberga
significados, intenciones y propó sitos, má s que causas, y exige una explicació n o interpretació n má s que una
estrategia de control.
Ademá s, la psicología de la educació n debe prestar atenció n al contexto histó rico y natural en el que los hombres
viven y aprenden, lo que determina la conducta humana especialmente en el á mbito de la educació n. En suma,
pareciera que la salida de la psicología de la educació n debe comenzar por una verdadera liberació n de los
reduccionismos esterilizantes del pasado y la aceptació n de un pluralismo epistemoló gico acorde con la naturaleza
pluridimensional de su objeto propio de estudio.
la educació n no debe reducirse a la aplicació n de los datos científicos elaborados fuera del contexto escolar, sino
que debe partir de problemas planteados por las situaciones educativas mismas. Su campo de trabajo es la
interacció n, describiendo las condiciones adecuadas para la realizació n de los objetivos pedagó gicos originados en
una determinada situació n particular y estudiando los procesos interindividuales por los cuales se producen
cambios en los individuos.
Ausubel (1969), por su parte, la concibe como una ciencia aplicada señ alando tres direcciones posibles en la
investigació n: a) investigació n pura; b) investigació n extrapolada de las ciencias bá sicas; y c) investigació n
aplicada. El plantea que la gran diferencia entre la psicología y la psicología de la educació n, radica en que la
primera se preocupa de estudiar las leyes generales del psiquismo humano, mientras que la segunda de las leyes
del psiquismo humano que rigen el aprendizaje escolar, por tanto se constituye en una ciencia aplicada, pero no
una psicología general aplicada a los problemas educativos, así como, la ingeniería mecá nica, por ejemplo, no es
física general aplicada al diseñ o de má quinas, sino que constituye una teoría separada de cará cter aplicado que
resulta tan relevante como la teoría de las disciplinas bá sicas, pero que está enunciada en un nivel inferior de
generalidad y posee una relevancia má s directa para los problemas aplicados en sus respectivos campos.
Glaser (1978) aboga por un modelo interactivo; un continuo de ciencia y tecnología que anude los dos extremos, la
prá ctica y el conocimiento, mientras Anderson y Faust (1973) se inclinan má s por una versió n tecnoló gica de la
psicología de la educació n, ya que ni la investigació n directa en contextos educativos ni la mera extrapolació n de la
investigació n psicoló gica han funcionado anteriormente.
Coll (1988), por su parte, plantea la psicología de la educació n como una ciencia aplicada, ya que no só lo busca
conocimientos, sino también fines prá cticos. Por lo mismo, no debe limitarse a ser una mera psicología general
aplicada a los problemas educativos, pero tampoco una tecnología que se limite a traducir en términos operativos
los principios generales de la ciencia de la conducta, porque en este caso carecería de espacio propio y específico
en el mapa de las ciencias. Por el contrario, debe investigar problemas educativos y en el nivel de complejidad en el
que se plantean, es decir, será una ciencia que estudia la conducta que se produce en situaciones educativas.
De todo lo dicho anteriormente, se deduce que la psicología de la educació n es una rama de la psicología, por eso el
objeto propio de esta disciplina será la conducta, si bien el término conducta no tiene el sentido reduccionista que
ha tenido en algunas escuelas, sino que abarca tanto la manifestació n comportamental externa como la
significació n intencional.
Como ciencia aplicada, la psicología de la educació n estudia un tipo especial de conducta, la conducta que tiene
lugar en situaciones educativas, o sea, la conducta que cambia, o el cambio de conducta que se produce como
resultado de la prá ctica instruccional, es decir, el aprendizaje. Pero se trata de un aprendizaje en el contexto
educativo, ligado, por tanto, a unas condiciones específicas expresamente instrumentadas para estimular y
optimizar los resultados de acuerdo con unos objetivos educativos previamente programados, es decir, el
aprendizaje guiado, influido por estrategias instruccionales adecuadas, lo que se llama procesos de enseñanza-
aprendizaje.
Como señ ala acertadamente Secadas (1970), la psicología de la educació n no se contenta con observar el fluir
espontá neo de la conducta, sino que trata de extraer las leyes que aseguren una eficaz intervenció n sobre el curso
de la conducta. Estudia los acontecimientos, en cuanto, influibles.
El cará cter especial de la psicología de la educació n consiste, entonces, en la pretensió n de determinar los modos
eficaces de influir sobre los hechos en orden a un fin, y las normas para establecer esa distinta eficacia de
intervenció n. Mientras la psicología general observa, dentro de un determinado proceso el orden de los sucesos
que lo regulan, la psicología de la educació n, en cambio, los somete a cambios y estudia las leyes de dicho cambio
con el fin de lograr un influjo eficaz. La psicología de la educació n debe estructurarse, por tanto, en torno al
proceso de enseñ anza-aprendizaje que, como hilo conductor, guía sus contenidos y la define como sistema
coherente y organizado de conocimientos.
Por una parte, la indiferencia de muchos especialistas que olvidan la investigació n y se dedican a la prá ctica,
también la falta de un nivel de investigació n aplicada como la poseen otras disciplinas y, sobre todo, la complejidad
de los fenó menos educativos en los que intervienen numerosas variables independientes.
Ante este escenario, la Fundació n Spencer, comenzó en 1997 (y sigue en proceso) una investigació n para estudiar
las deficiencias de la preparació n de los investigadores en educació n en Estados Unidos, de manera de poder hacer
propuestas para implementar mejoras en los añ os venideros.
Sin embargo, la investigació n educativa ha mejorado en los ú ltimos añ os, y muchas de las innovaciones educativas
actuales son, en parte, resultados de la investigació n como, por ejemplo, la creació n de nuevos roles educativos,
sistemas de agrupamiento, actividades extracadémicas, enseñ anza en equipo, nueva organizació n del currículo,
nuevas condiciones del ambiente de clase, nuevas configuraciones arquitectó nicas, nuevas tecnologías, técnicas de
intervenció n y de prevenció n psicopedagó gicas, etc.
Esta investigació n educativa, por tanto, es altamente necesaria, ya que no se admite má s evidencia que la que
proviene de las observaciones sistemá ticas bajo condiciones controladas y con medios objetivos. La investigació n
no es una panacea, pero es el ú nico camino para el progreso y el saber acumulativo. La investigació n no se opone a
la tradició n sino que constituye un mecanismo de refinamiento superpuesto a las acumulaciones valiosas –lo que
se retiene es lo que han aconsejado los buenos resultados- de la tradició n y de la prá ctica sensata (Beltrá n, 1987),
que requiere seguir desarrollá ndose y potenciá ndose.
Sin lugar a dudas resolver estos asuntos no es sencillo. Volver a la epistemología para resolver asuntos prá cticos
para algunos puede resultar irrelevante, pero no lo es cuando de ello puede depender la validez de la conclusió n de
nuestras investigaciones y de las propuestas que puedan hacerse para mejorar la educació n.
particulares de cada uno. Esta es la razó n por la que han comenzado a surgir nuevas teorías y modelos de
instrucció n.
Es así que, en la actualidad, hay un doble paradigma en las teorías del diseñ o instruccional, que ha evolucionado
desde un paradigma conductista de dos elementos: instrucción resultados de aprendizaje, resultante del
enfoque E-R, a un paradigma cognitivo de tres elementos: instrucción-estructura de memoria-resultados de
aprendizaje, que siguen los nuevos postulados de las teorías cognitivas.
Este es, por tanto, un segundo tema, en el cual la psicología de la educació n ha comenzado a explorar quedando
aú n un gran futuro por seguir investigando.