Tio Mina
Tio Mina
Tio Mina
Ensayo
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por Javier Claure C.
La cultura Uru
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Por otro lado, el Padre José de Acosta, hombre importante en los asuntos
del gobierno pastoral de aquella época, relata en una crónica que los urus eran
huraños y muy difíciles de comprenderlos. Cuando les preguntó: «Qué clase de
hombres eran, los urus contestaron que “no eran hombres, sino urus”. El título
de “hombre”, según los urus, era para los pobladores que gozaban de ciertos
derechos» (Julio Delgadillo V.).
«Para los urus prevalecía la idea de que a cada fenómeno del Universo
correspondía otro fenómeno análogo» (Schneidder). Es decir, los fenómenos
tendrían una correspondencia antagónica. Por lo tanto, interpretaban su
entorno como un mundo antagónico; donde el día se contrapone a la noche, las
sombras se enfrentan a la luz, el mar al fuego, el bien al mal y así construyeron
su mundo basado en un sistema de dualismo.
La cultura Uru adoraba a su dios Wari, dios del fuego que vivía en las
montañas. Carlos Condarco Santillán, en su libro Uru-Uru: Espacio y Tiempo
Sagrados, nos dice: «es posible que el antiguo pueblo Uru haya considerado a
Wari como el principio que animaba el mundo. Como emanadero del espíritu
universal. Hacemos esta conjetura partiendo de la observación de que, en uru,
hahuari (con la variante huahuari) significa alma».
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de largas orejas verticalmente dispuestas sobre el conjunto, a manera de
cuernos».
Existen varias versiones del mito entre Wari y los Urus. Para que el lector
comprenda mejor este mito y la relación Dios-Hombre en la cultura Uru, tomaré
como puntos de referencia dos versiones.
Por manejo de los urus, víboras, lagartos y sapos considerados como sus
«probables mensajeros», infestaban los poblados. Todos temían aproximarse al
pueblo «maldito y destructor...». Pero un día apareció una bella Ñusta (doncella
del Imperio Incaico). Era hermosa, blanca y esbelta y les habló a los urus en una
lengua eufónica pidiéndoles «la piedad y la solidaridad entre ellos para la
grandeza de la raza protegida por Inti».
Wari envió por el sur, una enorme serpiente que devorase; entonces la
Ñusta «blandiendo flamígera espada», dividió en dos al monstruo que
retorciéndose murió convertido en rocas. Por el norte envió Wari un enorme
sapo. De certero hondazo, la Ñusta transformó al sapo en piedra. Por el este
avanzaba un gigantesco lagarto. La Ñusta lo decapitó, transformándolo en
piedra. La sangre del reptil se encharcó, formando la laguna de Calacala. De las
fauces del lagarto salieron, entonces, millones de hormigas, que avanzaron hacia
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el pueblo de los urus. Nuevamente, un hondazo de la Ñusta bastó para convertir
a las hormigas en dunas. La Ñusta clavó una cruz en la cabeza del lagarto.
La Ñusta que salvó a Oruro de las cuatro plagas enviadas por Wari, dicen
que fue la Virgen del Socavón.
Fotografia de la pintura de la Virgen del Socavón (Virgen Candelaria) de 1781, en Oruro, Bolivia
(Foto: By Erios30 (Own work) [Public domain], vía Wikimedia Commons
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Breves conjeturas
El Tío, se adentra a esos parajes (lugar en una galería) donde reinan los
callapos (tronco de árbol), los barrenos, las perforadoras y los guardatojos
(cascos). A ese sitio donde se siente el olor a azufre y a copagira (agua mezclada
con residuos minerales). Paradójicamente, a su condición de vencido, el Tío se
transforma en dueño y señor de yacimientos de oro, plata, estaño, zinc y otros
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metales preciosos. Es entonces cuando se le asume una suerte de dios del bien y
del mal, dependiendo como lo tratan.
Para los urus estos animales eran sagrados, por ser símbolo de lluvia tan
requerida en los sembradíos. Pero cuando se desata la «Guerra» entre la Ñusta
y los animales enviados por Wari, el sapo, la víbora, el lagarto y las hormigas
son vistos como animales destructores y de uso para las brujerías.
II
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Se trata de una pieza lítica que representa a dos seres. En la parte
superior, muestra la cabeza de una mujer, que más parece hombre, con una
mirada serena. Tiene los labios finos, la nariz un poco ancha y los ojos
achinados. Da la impresión que estuviera cubierta con una pañoleta al estilo de
las mujeres musulmanas. En la parte inferior, que sirve de base, muestra un
rostro desfigurado con los ojos saltones, la boca grande y la nariz pequeña.
Carlos Condarco S, cuando se refiere a este monolito, advierte: «Ambos rostros,
si se realiza una lectura por separado, nos llevan a la conclusión anotada: La
Ñusta, arriba; Wari, debajo».
«En cuanto al sustantivo “Tío”, se cree fue introducido entre los años
1676 y 1736. Utilizando como nexo el término español de parentesco “Tío”, los
mitayos buscaron un vínculo que estableciera una relación parental con la
divinidad amanecida en su imaginario. Los mineros serían sus sobrinos»
(Carlos Condarco S.).
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trabajo), y alumbrar el metal que va saliendo a flor de piel. La boca es grande y
semiabierta, dispuesta a recibir coca, trago y k’uyunas (cigarros). La nariz es
ancha y tiznada por el humo de las k’uyunas. La quijada suele ser unas veces
puntiaguda y otras veces redondeada. Generalmente lleva guantes y botas de
minero y está sentado mostrando, al aire libre, un enorme falo como símbolo de
virilidad. Es decir, el Tío es capaz de preñar a la Pachamama (Madre Tierra) con
los minerales que él quiere.
Culto al Tío
Para evitar todas esas desgracias, los trabajadores del subsuelo boliviano,
veneran al Tío cada vez que entran y salen de la mina. Pero también hacen una
gran ceremonia, los primeros viernes de cada mes. Le dan comida, coca,
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quemapecho (aguardiente), k’uyunas y confites (pasta de azúcar y otros
ingredientes en forma de bolitas). Le ponen incalculables metros de serpentina
en el cuello, le cuelgan chuspas (bolsas pequeñas) llenas de coca. Le riegan con
mixtura (pequeños círculos de papel, de diferentes colores) todo el cuerpo.
Ponen siete hojas de coca a sus pies, como símbolo de los siete pecados
capitales. Todos los mineros que están a su alrededor pijchean (mascan hojas de
coca), fuman también k’uyunas, echan trago a la Pachamama para que les
muestre los minerales que oculta en sus entrañas. A veces pawan (mirar la
suerte en coca) junto al Tío.
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Cuentos de la mina
En el cuento La chola uncieña, relata las habilidades del Tío para seducir
a una bella chola (mujer mestiza) uncieña (del pueblo de Uncía) de cintura
delgada y busto erguido. El Tío, se hace presente ante la chola como un galán de
primera categoría. Y ella se enamora locamente perdida. Luego desaparece. Así
transcurre el tiempo, hasta que un buen día, exactamente la noche de San Juan,
aparece nuevamente en busca de su amada. Pero esta vez vuelve misterioso,
mañoso e inhumano. La rapta a la chola y la lleva en su caballo. «El diablo, que
cabalgó venciendo los senderos y la distancia, condujo a la chola uncieña
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hacia las faldas de un cerro. Se apeó del caballo de un brinco, emitió bramidos
que inundaban el silencio, desmontó a la chola con el ímpetu de sus brazos y la
tendió contra el suelo pedregoso. La desvistió a zarpazos y la hizo suya bajo la
luz cenicienta de la luna» (Víctor Montoya).
La muchacha queda embarazada con el hijo del Tío, hecho que ocasiona
grandes problemas familiares. El padre no acepta a su hija que, día a día, se
pone más gorda. Tampoco acepta los malos rumores de los vecinos y decide
eliminar a su hija con su pequeño diablo en el vientre. El autor del crimen no
aguanta la carga de su conciencia y se hace volar con dinamita, antes de que la
gente del pueblo se entere de la verdad.
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plisada, la enagua con encajes y las bombachas de medio hilo, hasta quedar
completamente desnuda, como una antorcha flameante en la galería. La
K’achachola, luciendo su cuerpo seductor, le enseño la ranura del sexo, esbozó
una mueca obscena y pidió que apagara en ella el fuego de su deseo» (Víctor
Montoya). Florencio Nina quedó enamorado de sus senos y de su hermoso
cuerpo expuesto como una fruta apetitosa. Pero cuanto más se acercaba
Florencio a ella, la K’achachola se alejaba más «hasta que a sus pies se abrieron
las fauces de un buzón, donde se precipitó con un grito que quedó suspendido
en el vacío» (Víctor Montoya). Conclusión: Florencio Nina murió seducido por
la K’achachola.
III
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galán enamorando a mujeres con sus ojos de cristal, su sombrero de jipijapa y
una cachimba que le da un aspecto varonil. Cuando logra seducir o raptar a la
mujer de su encanto, la lleva a solitarios lugares y la hace suya con todas las de
la ley.
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trabajaban duro y cumplían con las ofrendas a su amo y señor de los socavones:
el Tío. Pasaba el tiempo y la famosa veta no aparecía por ningún lado. Una
noche dentro de la mina, entre tragos, discusiones y cantos, Gabino, agobiado
por la situación económica, se emborrachó y se dirigió hacia donde el Tío y le
dijo: «¡Soy libre!, no depende mi vida de este pobre... hecho de barro, todo el
dinero que gano es con el sudor de mi frente y no tengo porqué adular a este
diablillo sentado... inútil....» (Jaime Aduana Q.).
La certera patada rompió la pierna derecha del Tío. Gabino, pese a todo
lo ocurrido, seguía trabajando en la mina. Uno de esos días, Gabino se
encontraba echado boca abajo y muerto en una de las bocaminas. Le había caído
encima toda la carga de piedra. Lo sacaron descuartizado.
Aquí se ve claramente que el Tío actúa como el dios del mal. Es peligroso
y vengativo cuando lo tratan mal. Con sus poderes mágicos, se apoderó del alma
de Gabino y se lo tragó por las rocas hasta provocar su muerte.
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acento raro y apenas pronunciando el castellano: «Soy el Ingeniero “Oit”, nuevo
en el trabajo, me olvidé mi libreto de apuntes en el paraje... ¡enseguida les
alcanzo...!» (Jaime Aduana Q.).
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No se puede hablar del Carnaval de Oruro, sin mencionar al Tío y a la
Virgen del Socavón. Es precisamente el Tío, impulsor de este fastuoso Carnaval
que, año tras año, muestra manifestaciones del folklore boliviano. Pero no se
trata de bailar por bailar. El Carnaval de Oruro, tiene un sentido mucho más
profundo. Se baila, tres años consecutivos, por devoción a la Virgen del Socavón.
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Virgen del Socavón (Foto: Javier Claure C.)
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(representante de la Virgen) y, por consiguiente, los siete pecados capitales: la
pereza, la lujuria, la gula, la envidia, la ira, la avaricia y la soberbia. La corte
infernal muestra devoción a su jefe celestial y a la Virgen del Socavón. Por eso el
Arcángel Miguel vestido de blanco, con enormes alas, una espada en la mano,
un escudo y un casco metálico; dirige a una tropa jerárquica e infernal. El
Lucifer, los diablos, satanases, diablezas van siguiendo las instrucciones del
milagroso ángel.
Sincretismo religioso
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Los indígenas adoraban a sus dioses tutelares, pero el choque entre la
Cultura Occidental y la Cultura Andina, hizo que asimilaran al dios cristiano.
Sin embargo, no dejaron de rendir culto a sus propias deidades.
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Bibliografía
Aduana Quintana, Jaime: Las tres cruces del diablo; Cochabamba, 2003.
Claure Covarrubias, Javier: Con el fuego en la palabra; Estocolmo, 2006.
Condarco Santillán, Carlos: Uru-Uru: Espacio y Tiempo Sagrados; Oruro, 2007.
Delgadillo V, Julio: La Nación de los Urus; Oruro, 1998.
Delgado Morales, Elías: Carnaval de Oruro; Guía Turística, 1991.
Delgado Morales, Elías (Director General): Oruro, Heroica y Generosa, IV Centenario de
Fundación de Oruro; 2007.
Delgado Morales, Elías: Las danzas de Llamallama y Guacones en la Milenaria Génesis del
Carnaval; La Patria, Oruro, 2008
Guerra Gutiérrez, Alberto: Estampas de la Tradición de una Ciudad; Oruro, 1998.
Montoya, Víctor: Cuentos de la Mina; Gijón (Asturias), 2006.
Montoya, Víctor: Glosario del lenguaje minero; Estocolmo, 1997.
Posnasky, Arturo: Inmemoriales Urus Dominaron América septentrional, ensayo.
Rostworowski de Diez Canseco, María: Estructuras andinas del poder; Lima, 1983.
Sanjinéz, Julio: La diablada y la Morenada son patrimonio de Oruro, ensayo.
Schneidder, Marius: El origen musical de los animales simbólicos en la Mitología antigua,
ensayo.
Terán Erquicia, Vicente: El dios maligno de los Urus, ensayo.
Zaconeta, José Víctor: El culto a la Virgen del Socavón, ensayo.
Conversaciones con mineros de la Empresa Minera San José (Oruro, Bolivia).
Visitas a la Museo del Minero y la mina San José (Oruro) Bibliografía.
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Imagen de cabecera: Fotografia del tio de la mina (Wari, Tiw) en Oruro (Bolivia) By Erios30 (Own
work) [GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html) or CC-BY-SA-3.0-2.5-2.0-1.0
(http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], vía Wikimedia Commons
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Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, Bolivia, en 1961. Es miembro del Pen-Club
Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE) y de la Sociedad de
Escritores Suecos. Ejerce el periodismo cultural. Tiene poemas y artículos dispersos en
publicaciones de Suecia y Bolivia. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y
Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Ha estudiado matemáticas e informática en
la universidad de Estocolmo y de Uppsala. Además, es egresado de Pedagogía en Matemáticas de
la Universidad de Estocolmo.
Formó parte de la redacción de las revistas literarias Contraluz y Noche literaria. Algunos de sus
poemas han sido seleccionados para las siguientes antologías: «El libro de todos» (1999), «La
poesía en Oruro» (2005) y «Poesía boliviana en Suecia» (2005).
Ha publicado «Preámbulos y ausencias» (2004) y «Con el fuego en la palabra» (2006).
Relato: El Tío llegó a las minas una noche de tormenta (Víctor Montoya)
Vídeo: El Tío de la mina (Selección de textos del escritor Víctor Montoya;
película realizada por Pedro M. Martínez)
Vídeo: El Tío de Víctor Montoya (entrevista; película de Yarko Rhea Salazar)
Vídeo: El Tío de la mina (un reportaje que fue emitido por TVE2)
Artículo: El Tío de la mina (Víctor Montoya)
Entrevista: El Tío de la mina se universaliza en Europa (Javier Claure Covarrubias)
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