Bolilla I Contratos

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Código de Vélez: “Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una

declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos.”

ART. 957.- Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas
patrimoniales. Esta definición hace hincapié en dos aspectos importantes: por un lado, el
acuerdo de voluntades, manifestado en el consentimiento tiende a reglar relaciones jurídicas
con contenido patrimonial. Por otro lado, abarca las vicisitudes que puede tener, como las
modificaciones que las partes pueden introducir con posterioridad, la trasferencia a terceros
de las obligaciones y derechos que nacen del contrato y hasta la extinción misma por el
acuerdo de voluntades.

a) Esta nueva definición es más precisa que la del código sustituido, por lo que las críticas de la
doctrina fueron receptada en éste aspecto. De modo que contrato es todo acto jurídico
bilateral y patrimonial.

b) Bajo la nueva definición entran en la noción de contratos los actos jurídicos que crean
relaciones jurídicas, pero también las que modifican (la novación), las que transmiten (la
cesión), las que regulan (el contrato de arbitraje) o las que extinguen (la transacción o el
distracto).

c) Utiliza el término “consentimiento”. La doctrina señala que cuando se habla de


consentimiento de los contratantes se está aludiendo a tres cosas: a) La voluntad interna de
cada uno de los contratantes; b) la declaración de esa voluntad; c) y lo que puede llamarse la
zona de coincidencia entre las voluntades declaradas, que constituye la declaración de
voluntad común.

d) Se utiliza el término “partes” y no “persona”. Partes alude a los sujetos en los que recaen y
repercuten los efectos jurídicos.

El contrato es un acto voluntario licito, en el que actúan por lo menos dos partes que prestan
su consentimiento, que tiene por finalidad inmediata establecer entre ellas relaciones jurídicas
y cuyo objeto es patrimonial. Esas relaciones son crediticias: en definitiva, por efecto del pacto
que se concluye por la sola voluntad de las partes ellas asumen el rol de acreedor o deudor de
una obligación; y pueden servir de título a la transmisión o constitución de un derecho real.
(Rivera)

Convención: la convención era el género natural, la convención jurídica el género dentro del
derecho; y el contrato, una de las especies.Sostenemos que es convención simple, todo
acuerdo que no produzca consecuencias jurídicas, mientras que la convención jurídica es el
acuerdo que da nacimiento a un acto jurídico y por último el contrato es una convención
jurídica de contenido patrimonial. Lo que ocurre es que la convención es el género, es todo
acuerdo, la jurídica, requiere que ese consentimiento genere un acto jurídico y por último el
contrato es aquella convención jurídica de contenido patrimonial.

Existe pues, una graduación tendríamos primero la convención, luego la convención jurídica y
por último el contrato. Pero en el supuesto que nos encontramos frente a un contrato, lo
estamos también frente a una convención jurídica y por supuesto ante una simple, más a la
inversa sería incorrecto, no toda convención simple es jurídica, ni esta última contrato.

Tradicionalmente, se entiende que la convención es el acuerdo de voluntades sobre relaciones


ajenas al campo del derecho, ej. Un acuerdo para jugar un partido de futbol. La convención
jurídica en cambio se refiere a todo acuerdo de voluntades de carácter no patrimonial, pero
que goza de coacción jurídica, como, por ejemplo, el acuerdo sobre la forma de ejercer la
responsabilidad parental respecto de los hijos, convenido por sus padres divorciados.
Entonces, el contrato es un acuerdo de voluntades destinado a reglar derechos
patrimoniales. (El género es la convención, y la especie es regular obligaciones de contenido
crediticio y patrimonial).

Importancia del contrato: el contrato es el principal instrumento de que se valen los hombres
para urdir entre ellos sus relaciones jurídicas, es decir, es la principal fuente de las
obligaciones. El hombre vive contratando, cumpliendo contratos, desde las compraventas de
inmuebles, construcción de obras, hasta contratos cotidianos que el hombre realiza muchas
veces sin advertir que está contratando: cuando sube a un colectivo (contrato de transporte),
cuando compra cigarrillos, golosinas (contrato manual), cuando adquiere entradas para un
espectáculo de futbol o cine (contrato de espectáculo publico).

Función socio- económico e importancia del contrato: es el centro de la vida de los negocios;
instrumento practico que realiza las más variadas finalidades de la vida económica que
requieran la composición de intereses inicialmente opuestos y no coincidentes. Es con el
contrato que las personas humanas y las empresas satisfacen múltiples necesidades de su vida
diaria. (Messineo)

El contrato es también institución jurídica, todos los ordenamientos jurídicos positivos


atribuyen fuerza obligatoria al contrato y para ello determinan sus elementos (sujeto, objeto,
causa, forma) y las condiciones bajo las cuales el contrato debe celebrarse, interpretarse y
ejecutarse.

Utilidad social del contrato: es el instrumento práctico que permite a las personas la
satisfacción de muchas de sus necesidades materiales. Por medio de este, los bienes son
objeto de cambio o circulación; es además el instrumento para que advenga el crédito, se
produzca la cooperación, se satisfagan exigencias atinentes a la garantía, a la gestión y al
trabajo. Según Spota se trata de un instrumento de progreso social; según Cueto Rúa es un
instrumento capital para el funcionamiento de la economía de mercado y las interpretaciones
del contrato deberán tener en cuenta la finalidad económica perseguida por las partes al
celebrarlo.

El contrato clásico regulado por los códigos decimonicos se estructuro sobre las ideas de
libertad e igualdad, y supone entonces dos contratantes en pie de absoluta igualdad que como
tales negocian libremente sus intereses.

Se ha señalado también que el contrato puede ser también un instrumento de opresión


económica, lo que sucede por ejemplo cuando una de las partes actúa en situación de
monopolio legal o, de hecho, con el resultado de quitar al otro la libertad de contratar. Al
contrato clásico también existen otras categorías: contratos por adhesión, los sujetos a
condiciones generales y los contratos al consumidor.

Naturaleza jurídica: el contrato es una especie de acto jurídico bilateral, que supone la
existencia de un acuerdo, sobre una declaración de voluntad común entre vivos (ya que esta
prohibido el contrato mortis causa), con el fin de regular relaciones jurídicas de contenido
patrimonial en el ámbito obligacional.
Decimos que el contrato es una especie de acto jurídico, es decir, actos voluntarios lícitos que
tengan por fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar,
trasferir, conservar o aniquilar derechos.

Los derechos resultantes del contrato y el derecho de propiedad: el contrato es fuente de


obligaciones y derechos. En efecto, al celebrarse cualquier contrato, nacen obligaciones en
cabeza de las partes contratantes, quienes deberán cumplirlas de acuerdo con las pautas
fijadas por ellas.

La obligación que cada una de las partes asuma, importa un derecho en cabeza de la otra. Así,
en una compraventa, la obligación que asume el comprador de pagar el precio estipulado
importa el derecho del vendedor a cobrarlo, o la obligación que este ultimo ha asumido de
entregar la cosa vendida, importa el derecho del comprador a recibirla.

Estos derechos que nacen del contrato forman parte del patrimonio de las personas
involucradas, del mismo modo que lo integran los derechos reales que se puedan tener. Por
ello, el art. 9654 dispone que, los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de
propiedad del contratante, lo que le otorga también la jerarquía constitucional que la propia
constitución da al derecho de propiedad.

Naturaleza jurídica. Ubicación del contrato en la teoría general del acto jurídico. Su distinción
de la ley, el acto administrativo y la sentencia.

El contrato es un acto jurídico. El art. 259 dice “el acto jurídico es el acto voluntario lícito que
tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas”. En otras palabras, acto jurídico es el género y el contrato la especie. El contrato es
entonces, un acto jurídico, que tiene las siguientes características: a) es bilateral (requiere el
consentimiento de dos o mas personas), b) es un acto entre vivos, y c) tiene naturaleza
patrimonial.

-Diferencias con la ley: la ley y el contrato tienen un punto en común, ambos constituyen una
regla jurídica a la cual deben someterse las personas. El art. 4 dice que “las leyes son
obligatorias para todos los que habitan el territorio de la Republica”, mientras que el art. 959
establece que “todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes”.

Pero las diferencias son profundas: la ley es una regla general a la cual están sometidas todas
las personas, ella se establece teniendo en mira un interés general o colectivo, el contrato en
cambio, es una regla general solo obligatoria para las partes que lo han firmado y sus
sucesores; se contrae teniendo en mira un interés individual. De allí que los contratos están
subordinados a la ley. Además, la ley no requiere prueba, y difiere del contrato en sus efectos
y vigencia.

-Con el acto administrativo: son actos administrativos los que emanan de un órgano
administrativo en el cumplimiento de sus funciones, son de la mas variada naturaleza y, en
principio, no exige el acuerdo de voluntades propio del contrato, aunque hay actos
administrativos de naturaleza contractual. Normalmente, estos actos tienen efectos parecidos
a la ley, siempre que se dicten ajustándose a ella y a la constitución.

Si se trata de actos administrativos de naturaleza contractual, hay que distinguir entre aquellos
en los cuales el Estado actúa como poder público, sería como poder concedente (por ej. La
concesión a un particular de la prestación de un servicio público). O si actúa como persona de
derecho privado. En el primer caso, Estado y concesionario no se encuentran en un plano de
igualdad: el Estado como poder concedente, mantiene la totalidad de sus prerrogativas
inalienables; y en cualquier momento, sin que se haya extinguido el termino contractual,
puede ejercer su derecho de intervención, exigir la mejora del servicio, su ampliación o
modificación.

En el segundo caso, los contratos que celebra están regidos supletoriamente por el derecho
civil, es decir que en aquello que no está específicamente regulado, se aplicaran las normas de
derecho común. Así por ej, cuando el Estado toma en alquiler la casa de un particular con
destino a sus oficinas, escuelas, etc.; en cuyo caso el contrato se rige por las normas
administrativas y, en subsidio, por las de la locación establecidas en el CCyC.

-Con la sentencia: tanto la sentencia como el contrato definen y precisan los derechos de las
partes. Pero tienen diferencias:

a) El contrato es un acuerdo de dos o mas personas; y la sentencia es la decisión del órgano


judicial y, por lo tanto, un acto unilateral.

b) El contrato señala generalmente el comienzo de una relación jurídica entre dos o mas
personas, y la sentencia da solución a los desacuerdos nacidas de ese contrato.

c) La sentencia tiene ejecutoriedad, es decir que puede pedirse su cumplimiento por medio de
la fuerza pública, y el contrato carece de ella. Para que tenga ejecutoriedad es preciso que
previamente los derechos que surgen de el hayan sido reconocidos por una sentencia.

d) La sentencia resuelve cuestiones patrimoniales y no patrimoniales, y el contrato solamente


tiene como objeto el que sea susceptible de valoración económica.

LA CONSTITUNALIZACIÓN DEL DERECHO CIVIL. Ricardo Lorenzetti, al respecto dice: Existe un


proceso de constitucionalización del Derecho Civil y una comunicación creciente de las esferas
de lo público y lo privado, y dentro de este fenómeno hay una clara relación entre Constitución
y Contrato. Este nexo presenta varios campos: 1. Intervención de orden público por razones de
emergencia económica: el legislador modifica, directa o indirectamente, lo dispuesto por las
partes, en razón de una situación de emergencia económica, lo cual plantea el problema de
determinar hasta qué punto el contrato puede ser intervenido.

1. Intervención de orden público por razones de emergencia económica: el legislador modifica,


directa o indirectamente, lo dispuesto por las partes, en razón de una situación de emergencia
económica, lo cual plantea el problema de determinar hasta qué punto el contrato puede ser
intervenido.

2. Influencia de los derechos fundamentales sobre el contrato: los derechos individuales como
la discriminación, el derecho a las prestaciones de salud, tienen influencia en los contratos, lo
que se revela en la aplicación jurisprudencial.

3. Influencia sobre el objeto y la causa: El texto constitucional consagra valores y principios


que tienen una clara influencia sobre la consideración del objeto y la causa.

4. Protección de la capacidad y voluntad: Este tema resuena a partir de la aprobación de


tratados sobre derechos humanos que se refieren a los niños, personas con incapacidad
mental, etc.

5. Protección Constitucional al Consumidor: Nuestra constitución recepta los derechos de los


consumidores y varios de ellos se refieren a los contratos.
6. Contratos sobre bienes colectivos: La Constitución recepta los bienes de incidencia colectiva,
estableciendo una prioridad de la esfera social, lo cual influye sobre los contratos que tienen
por objeto estos bienes.

7. La argumentación constitucional en casos contractuales: Se asiste a un proceso de


materialización de la regla contractual, que la coloca en el contexto de principios y valores de
rango constitucional, de gran importancia para el razonamiento legal

Autonomía de la voluntad: es la cualidad de la voluntad en cuya virtud el hombre tiene la


facultad de autodeterminarse y de responsabilizarse por el cumplimiento de las obligaciones
que asume. La autonomía de la voluntad se vincula con la fuerza obligatoria del contrato, en
tanto lo que se procura es que el contrato libremente pactado (esto es que haya sido pactado
con pleno discernimiento, intención y libertad) obligue, sin más, a las partes. O sea, el acuerdo
contractual obliga a los contrayentes, pues si bien las personas son libres de obligarse o no,
una vez que lo han hecho, deben cumplir la obligación asumida o responder por su
incumplimiento.

La base de la teoría general de los contratos en nuestro Derecho es el principio de la


autonomía de la voluntad. El principio de libertad contractual, o autonomía de la voluntad,
implica el reconocimiento de un poder de autorregular los propios objetivos e intereses que las
partes desean.

El principio de la autonomía de la voluntad, poder o facultad para crear relaciones jurídicas y la


libertad para determinar su contenido, es la base sobre la cual se construye la doctrina del
contrato. Atento a ello, la doctrina del contrato está formada tomando en consideración el
poder de la voluntad humana de establecer su propia norma particular o, lo que es igual la
virtualidad de esta para crear, modificar, o extinguir vínculos jurídicos entre los contratantes.

Al brindar autonomía a los sujetos se les otorga libre albedrío a los fines de que puedan
contratar si resulta de su interés, que determinen con quien o con quienes se vincularan, y los
términos respecto de los que se obligarán en la medida que exista consenso (libertad de
concertación).

Finalmente, los efectos generados por el contrato o en general por todo acto jurídico, recaen
sobre las partes intervinientes y sobre sus sucesores. Además, el CCyC señala que, las cosas
hechas entre otros no pueden perjudicar ni aprovechar a los demás. Esto es que los actos
jurídicos obligan solamente a las partes y no producen efectos respecto a terceros.

LÍMITES DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD. La Autonomía de la Voluntad no es una


facultad ilimitada, por el contrario, es una facultad que reconoce límites a través de: El Orden
Público, la Moral Pública, y las Buenas Costumbres. Son conceptos con una gran implicancia
jurídica, es decir, no son para nada ajenos al derecho, porque son conceptos que aparecen
tanto en la Constitución Nacional, Constituciones Provinciales, Tratados Internacionales, como
en las leyes.

1. ORDEN PÚBLICO: Cuando hablamos de orden público, nos referimos a una noción que
involucra de forma directa, las bases jurídicas sociales y económicas de una sociedad
determinada en un momento de su evolución histórica, porque al ser un concepto elástico es
un concepto que va mutando con el paso del tiempo, y lo que hoy se considera de orden
público puede no serlo dentro de un tiempo.
Definición según Benjamín Pablo Piñón: “El principio de orden público tiene un contenido
elástico y variable en el tiempo, su concepto no es unívoco y, en sentido amplio, comprende
las bases esenciales del ordenamiento jurídico, social y económico de un país en un
momento de su evolución histórica”.

Su concepto es inimputable, lo que varía es su contenido. Puede tener dos fuentes: una
positiva, la declaración expresa de la ley, y otra extrapositiva, la jurisprudencia.

El orden público constituye un límite de la autonomía de la voluntad, a la aplicación de la ley


extranjera, y sirve, además, para establecer excepciones al principio de irretroactividad de la
ley. Tiende a salvaguardar las esencias fundamentales de las instituciones jurídicas.

Caracteres:

a) Constituye una cualidad de ciertas leyes: porque se lo impone cuando se encuentran en


juego los intereses de la comunidad, o los del Estado, o cuando es necesario proteger
instituciones básicas.

b) Resulta ser de excepción y no una regla constante.

c) Se lo encuentra siempre dentro de un género mayor constituido por las leyes imperativas, es
decir “leyes imperativas” es el género y el “orden público” es la especie.

Leyes Imperativas. Definición según Benjamín Pablo Piñón: Ley imperativa (indisponible) es
aquella de cumplimiento forzoso, cualquiera sea la voluntad de los particulares, de las partes
de una relación jurídica.

- Frente a ellos tenemos las leyes supletorias (disponibles) que pueden ser excluidas por las
partes de una relación jurídica. Pero si no se lo hace son tan obligatorias como las imperativas.

- La ley imperativa no es sinónimo de la ley de orden público según IX Encuentro de Abogados


Civilistas.

- Si bien toda ley de orden público es imperativa, no toda ley imperativa es de orden público.

- La ley imperativa puede proteger intereses privados y cuando ello ocurre pasa a integrar, la
idea de orden público en sentido amplio.

- No toda ley imperativa es de orden público, porque en la ley imperativa no están


comprometidas las bases económicas, sociales y jurídicas de la organización social.

Diferencias entre leyes imperativas y orden público:

a) Las leyes imperativas inciden e impiden que los particulares prescindan de ellas ya que les
son obligatorias; las de orden público tienen una especie de cualidad por las motivaciones y
fundamentos otorgados por el legislador en consideración a intereses superiores.

b) Las leyes imperativas apunta al efecto de imponer la aplicación normativa; las de orden
público apunta a la de razón, fundamento y causa que da origen a esa categoría.

c) La ley imperativa constituye el género; las de orden público se ubica en la especie.

Sin embargo, algunos autores han asimilado ambas categorizaciones e identifican a las normas
de orden público con las imperativas, como el jurista Guillermo Borda, quien dice: “Toda ley
imperativa es de orden público”.
Los distintos órdenes públicos

LORENZETTI ha reunido estos órdenes normativos llamados “normas de intervención del


contrato”. Encuentra cuatro normativas de intervención.

1) La garantía al consentimiento pleno: Estaría basado en el seguimiento de la composición


interna del negocio, sobre el análisis de las tradicionales figuras de los vicios de la voluntad,
enderezada a salvaguardar el negocio, y apreciada desde la óptica tanto del emisor como del
receptor.

2) El orden público de protección: Este es un aspecto externo del negocio, y se refiere a la


posición económica social de los contratantes. Se pretende proteger a una de las partes,
restableciendo el equilibrio contractual. Manifestación de esta tendencia ha sido la
interpretación del contrato con la regla del favor debitoris. A ella se ha agregado otro criterio,
el del favor debilis, que se modifica aquella regla por cuanto en la contratación del consumo, el
favor debils se encuentra en la posición del acreedor.

Este criterio estima que la interpretación del negocio debe realizarse en contra del
predisponente, o sea, de quien preformula el contrato, ya que la otra parte es la parte que
necesita protección.

Se protege, a través de: la interpretación, favoreciendo al consumidor, ante cláusulas abusivas,


o situaciones reñidas con la buena fe, o ante obligaciones que no tienen compensación con
prestaciones a cargo de la otra parte. También a través de la legislación, creando a favor de la
parte débil prerrogativas o beneficios, que en la contratación no conseguiría. Ejemplo de ello
han sido las leyes sobre alquileres, la compraventa de inmuebles en lotes y a plazo, la ley de
prehorizontalidad, etc.

También lo ha sido la creación pretoriana de la obligación de seguridad, instalada en los


contratos como un deber a cargo del deudor, de indemnidad del acreedor. El acreedor no
puede verse perjudicado en su salud o integridad física a causa de la contratación. Le interesa
la justicia conmutativa, constituyendo una garantía de igualdad.

Refiere a cuestiones estructurales (es más durable que el orden público de dirección).

3) El orden público de coordinación: Se trata de controlar la licitud y la adecuación del negocio


a los valores básicos del ordenamiento jurídico.

Estas premisas pueden ser del orden de una formulación negativa, como serían las
establecidas en el Código Civil con respecto a la ilicitud del objeto, con relación a la prohibición
de donar todos los bienes presentes, o la de establecer plazos máximos en la locación, etc.

El principio de socialización, otra de las premisas del orden público de coordinación, sería: el
deber de comportarse de buena fe, la protección del medio ambiente en la contratación, o el
ejercicio regular de derecho de dominio, entre otros. Un tercer aspecto de esta normativa de
coordinación puede ser la rectificación del contrato a través de mecanismos legales, como la
teoría de la imprevisión, el abuso del derecho, etc.

Hay un piso, un mínimun inderogable que condiciona la autonomía privada y también la


dirección económica del Estado.
4) El orden público de dirección: Son cuestiones atinentes al comercio exterior, a la
competencia, al aspecto cambiario e impositivo, que recortan las posibilidades de los
contratantes.

 Es la regulación del mercado interno y también internacional, en cuanto hace al interés de la


economía nacional y regional (Ej. Tratados con el Mercosur).

 Es un cierto modo de organizar económicamente una sociedad que aparece nítidamente


expresa en la Constitución, y en las leyes, y en las tradiciones jurídicas.

 Le interesan las externalidades contractuales, es decir, aquellos aspectos que influyen sobre
los demás. El contrato como operación económica, debe amoldarse a la organización jurídica
económica del Estado. Le interesa los “terceros”.

 Es variable en su contenido porque las situaciones son cambiantes.

Normas de Derecho Privado Las normas de derecho privado se pueden clasificar como:

 NORMAS SUPLETORIAS: La mayoría de las normas de los Códigos Civiles son de carácter
supletorio, es decir, que el legislador se anticipa y suple regulando las distintas consecuencias
propias de las relaciones de la vida Civil y establece las soluciones para los eventuales y
posibles conflictos. Estas normas son de naturaleza disponible, es decir, que las partes en
ejercicio de su autonomía de la voluntad pueden modificarlas, suprimirlas o sustituirlas.
Creando su propia norma llamadas: Normas Privadas.

La autonomía de la voluntad encuentra, en el campo de las normas supletorias, EFICACIA


PLENA.

 NORMAS DE ORDEN PÚBLICO: El CCyC las denomina normas no disponibles, éstas se erigen
en un límite a la autonomía de la voluntad. En consecuencia, en el campo de los efectos y en el
plano de las normas de orden público la autonomía de la voluntad encuentra en estas normas
un límite imposible.

La autonomía de la voluntad encuentra, en el campo de las normas de orden público, EFICACIA


RESTRNGIDA o NULA.

2. MORAL PÚBLICA: el sentimiento de moralidad al igual que el orden público varía según el
lugar o el contexto histórico. La moral es un concepto subjetivo y autónomo que tiene que ver
con las propias limitaciones que se auto-imponen. Hay distintos tipos de moral, no es lo mismo
la moral religiosa que la que pueden tener otros grupos no religiosos.

La moral son las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en
concordancia con la sociedad y consigo mismo. Esta conducta a lo largo de toda su vida, dará
una contribución, en su gruposocial, que determinará el comportamiento correcto o incorrecto
de acuerdo a sus creencias, normas y circunstancias.

Al igual que el Orden público, la moral pública es un concepto elástico ya que va mutando con
el paso del tiempo, y lo que hoy se considera moral pública puede no serlo dentro de un
tiempo. Lo que hace 20 años se consideraba una inmoralidad ahora no lo es. Ejemplo: en
tiempo de retorno a la democracia (octubre 1983) era una inmoralidad hablar de divorcio,
porque la sociedad argentina tiene una fuerte influencia de la iglesia católica. Esto ha
cambiado (en cuanto a la moral social), los hechos, la dinámica de la sociedad y la concreción
social de la moral pública cambió de gran manera en los últimos 20 años. Hace un tiempo
atrás, era inconcebible imaginar que estaría regulada la institución del matrimonio igualitario.
Esto pone de relieve cómo el concepto de moral pública va cambiando.

Son reglas de moral a que deben ajustarse todas las personas y que no pueden ser derogadas
convencionalmente. Varían con los tiempos y los pueblos. La referencia jurídica posee vigencia
en el lugar y época de que se trate.

Las buenas costumbres no serían otra cosa que aquellas reglas básicas de moralidad y pautas
de conducta que propone la ética, generalmente iluminadas por la concepción moral cristiana;
nunca exigibles al hombre en su máxima dimensión y profundidad sino sólo en la medida
exigida para alcanzar el bien común temporal, sirviendo de referencia las distintas instituciones
vigentes en el ordenamiento jurídico positivo y las tendencias dominantes que puedan
observarse en la conducta de los miembros de la comunidad.

La autonomía de la voluntad debe entenderse, como la atribución que el Estado les reconoce a
los individuos, para crear derechos, y a través de esta creación de derechos autorregular sus
relaciones privadas. Esta facultad creadora de derecho encuentra su límite en el orden público,
la moral y las buenas costumbres. Esto implica que la autonomía de la voluntad no es ilimitada,
no podemos ponernos de acuerdo respecto de cualquier cosa o sobre cualquier tema, solo
podemos hacerlo siempre y cuando el tema no involucre al orden público, la moral y las
buenas costumbres. Esta es la implicancia que tienen estas nociones en el derecho contractual.

El efecto vinculante o el bien conocido fuerza obligatoria, está previsto en el artículo 959 del
CCC, donde se establece el principio por el cual un contrato válidamente celebrado es
obligatorio para las partes. Solo puede ser modificado o extinguido conforme en lo que él se
disponga, por acuerdo de partes o en los supuestos que, sobre adecuación del contrato, están
previstos por la ley.

FUERZA VINCULANTE. Art. 959: Efecto vinculante. “Todo contrato válidamente celebrado es
obligatorio para las partes. Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo
de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé”.

Los contratos son obligatorios en cuanto se hayan expresados en ellos, se presume que la
declaración expresada responde a la voluntad común por lo tanto el contrato obliga a las
partes satisfacer las obligaciones. El efecto vinculante es de carácter relativo y obligatorio para
las partes.

Contratos paritorios. Contratos por adhesión. Contratos de consumo.

La forma clásica del contrato es aquella que supone una deliberación y discusión de sus
cláusulas, hechas por personas que gozan de plena libertad para consentir o disentir. Es lo que
se denomina contrato paritario. El CCyC ha tenido en mira este tipo de contrato, estructurando
sobre el la parte general de los contratos. Mas allá de la importancia de este contrato, sobre
todo cuando se analiza singularmente su contenido económico, el mundo moderno ha traído
nuevas formas de contratar.

Empecemos por el contrato de adhesión (llamado también con cláusulas generales


predispuestas). El art. 984 dice “el contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o
por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción”. Así, una de las partes
fija todas las condiciones, mientras que la otra solo tiene la alternativa de rechazar o consentir.
Es el caso del contrato de transporte celebrado con una empresa de servicio público, que fija el
precio, horario, comodidades, etc., éste solo puede adquirir o no el boleto. Lo mismo ocurre
con los contratos de seguro, donde la aseguradora fija todas las condiciones y el tomador del
seguro solo podrá decidir entre celebrar el contrato o no, pero no podrá discutir las
condiciones fijadas.

Requisitos: las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes. La


redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible. Se tienen por no convenidas aquellas
que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se facilitan a la contraparte del
predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato. La presente disposición
es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o similares.

El CCyC regula este tipo de contratos al referirse a la formación del consentimiento, pero
dentro de las normas generales del consentimiento (arts. 984 al 989), lo que no parece
acertado, pues debió ser tratado de manera autónoma respecto del contrato paritario. De
alguna manera, el código justifica la crítica, desde que no se limita a dictar normas referidas a
la forma de prestar consentimiento, sino que define al contrato por adhesión, establece los
recaudos que se deben cumplir, incluye normas referidas a la interpretación del contrato y
establece las sanciones que corresponde aplicar a las clausulas que sean abusivas.

Luego tenemos el contrato de consumo, el cual tiene por objeto la defensa de los
consumidores o usuarios, normalmente parte débil de la relación contractual. A partir de la
reforma del 94, comienza un proceso de ampliación de la noción de contrato de consumo, que
ya existía en la ley 24.240 de defensa del consumidor.

El CCyC define dice que “el contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o
usuario final con una persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con
una empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por
objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o
usuarios, para su uso privado, familiar o social”.

Además, el art. 1092 define que la relación de consumo es el vínculo jurídico entre un
proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a la persona humana o jurídica que
adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario final, en
beneficio propio o de su grupo familiar o social. No esta de mas señalar que existe una
infinidad de contratos de consumo, basta citar a las compraventas de mercaderías o
electrodomésticos para tener una idea.

Finalmente, podemos señalar que, en algunas oportunidades pueden existir los llamados
contratos forzosos. Cierto es que parece difícil hablar de consentimiento cuando la ley obliga a
vincularse jurídicamente, aun en contra de la voluntad del interesado. Pero hay casos en que
ello ocurre, en aras a un interés social que se considera prevalente.

Uno de ellos es el contrato de seguro automotor obligatorio, que obliga a todo automotor,
acoplado o semiacoplado a tener un seguro, de acuerdo con las condiciones que fije la
autoridad en materia aseguradora, que cubra los daños que puedan causarse a terceras
personas, sean o no transportadas. Es clara la pretensión de dar protección al tercero
damnificado.

Clasificación de los contratos según el CCYC:

Contratos unilaterales y bilaterales: Art. 966.- “Los contratos son unilaterales cuando una de
las partes se obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada. Son bilaterales cuando las partes
se obligan recíprocamente la una hacia la otra. Las normas de los contratos bilaterales se
aplican supletoriamente a los contratos plurilaterales.”

Contratos unilaterales: son contratos unilaterales los que, en el momento de su celebración,


solo generan obligaciones a cargo de una de las partes intervinientes. Por ello son unilaterales:
la donación (art. 1542 CCyC), el mandato gratuito (arts. 1319 y 1322 CCyC), la fianza (art. 1574
CCyC), el depósito gratuito (art. 1356 CCyC), el mutuo gratuito (art. 1525 CCyC) y el comodato
(art. 1533 CCyC).

Contratos bilaterales: son bilaterales los contratos que —desde su celebración— generan
obligaciones recíprocas para todas las partes intervinientes. Se trata de obligaciones que
surgen al mismo tiempo y se encuentran interrelacionadas, de modo que la causa de la
obligación de una de las partes es la consideración de una contraprestación a cargo de la otra.
Tal circunstancia es relevante porque una de las obligaciones no puede válidamente
concebirse sin la otra; cada parte no está obligada a la prestación a su cargo sin que sea debida
la prestación de la otra. No se requiere equivalencia objetiva entre las prestaciones. Son
contratos bilaterales, por ejemplo: la compraventa (art. 1123 CCyC), la permuta (art. 1171
CCyC), el suministro (art. 1176 CCyC), la locación (art. 1187 CCyC), el leasing (art. 1227 CCyC), el
contrato de obra o de servicios (art. 1251 CCyC), el transporte (art. 1280 CCyC) y el de
consignación (art. 1335 CCyC), entre otros.

Contrato Plurilateral:Se genera obligación para más de dos partes. Ej. Contratos asociativos.
Sus rasgos son los siguientes:

Las obligaciones no son correlativas para las partes, sino que cada una adquiere derechos y
obligaciones respecto de todas las demás.

El vicio del consentimiento de uno de los contratantes afecta su adhesión, pero no anula
necesariamente en contrato.

Las obligaciones de las partes pueden ser de objeto diferente que coinciden en un fin común.

Admite el ingreso de nuevas partes o el retiro de algunas de ellas.

El incumplimiento de una de las partes no acarrea fatalmente la resolución del contrato ni


permite oponer la excepción del incumplimiento contractual.

El CCYC ha establecido que supletoriamente se le aplicaran las normas de los contratos


bilaterales (art. 966)

Onerosos y gratuitos: Los contratos a titulo oneroso son aquellos en los cuales las partes
asumen obligaciones reciprocas de modo que se promete una prestación para recibir otra;
tales son la compraventa (cosa por dinero), la permuta (cosa por cosa), la prestación de
servicios (servicio por dinero), la locación (goce de la cosa por dinero).

Los contratos a título gratuito son aquellos en que una sola de las partes se ha obligado, en los
que una sola asegura a la otra una ventaja, con independencia de toda prestación a su cargo:
donación, comodato, deposito gratuito, etc.

ART. 967.- “Los contratos son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una de las
partes les son concedidas por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra.
Son a título gratuito cuando aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja,
independiente de toda prestación a su cargo”. Las clausulas dudosas en los contratos onerosos
deben ser interpretadas en el sentido que produzca un ajuste equitativo de los intereses de las
partes; en los contratos gratuitos, en el sentido mas favorable para el deudor.

Contratos conmutativos y aleatorios.Art 968 “Los contratos a título oneroso son conmutativos
cuando las ventajas para todos los contratantes son ciertas. Son aleatorios, cuando las ventajas
o las pérdidas, para uno de ellos o para todos, dependen de un acontecimiento incierto”.Los
contratos conmutativos y aleatorios son una subespecie de los oneroso.

Son contratos conmutativos aquellos en los cuales las obligaciones mutuas están determinadas
de una manera precisa; de alguna manera, estas contraprestaciones se suponen equivalentes
desde el punto de vista económico. De allí la clasificación de conmutativos con la que se quiere
expresar que las partes truecan o conmutan valores análogos. Ej, la compraventa, la permuta,
prestación de servicios, la locación de obra, etc.

Son aleatorios los contratos en que las ventajas o las perdidas para al menos una de las partes,
dependen de un acontecimiento incierto. Tal es el caso de una renta vitalicia, en la cual una de
las partes entrega un capital a cambio de una renta que durara mientras viva la persona cuya
vida se ha tenido en cuenta. El alcance económico de la promesa hecha por el deudor de la
renta es impreciso, depende de la duración de la vida contemplada. Y el contrato será mas o
menos ventajoso, según esta persona viva poco o mucho tiempo. Otro ej, es la venta de cosa
futura, cuando el comprador toma sobre si el riesgo de que la cosa no llegare a existir (art.
1131); como también la venta de la cosa existente pero sujeta a un riesgo, cuando el
comprador toma el riesgo a su cargo (art. 1130).

Importancia: en principio, solo los contratos conmutativos están sujetos a resolución o


reducción de las prestaciones excesivas por causa de lesión. En los aleatorios, las partes
asumen deliberadamente el riesgo de que el contrato pueda resultar desventajoso. Por
excepción puede admitirse la aplicación de la lesión también a los aleatorios, cuando la
diferencia de las contraprestaciones sea de tal carácter que ni el álea mismo pueda justificarla.
Tampoco es aplicable a estos contratos la teoría de la imprevisión cuando el desequilibrio ha
resultado del alea normal del contrato.

Contratos formales y no formales: se llaman contratos no formales, aquellos cuya validez no


depende de la observancia de una forma establecida en la ley., basta el acuerdo de voluntades,
cualquiera sea su expresión: escrita, verbal y aun tacita. Se rigen por el principio de libertad de
forma.Las partes deciden que formas guardaran para esos contratos. A mayor formalidad,
mayor certeza y seguridad jurídica. Son formales los contratos cuya validez depende de la
observancia de la forma establecida por la ley.

ART. 969.- Contratos formales. Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su
validez son nulos si la solemnidad no ha sido satisfecha. Cuando la forma requerida para los
contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no
quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto, pero valen
como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad.
Cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un
medio de prueba de la celebración del contrato.

Los contratos formales pueden ser solemnes o no solemnes. Los contratos formales solemnes
(forma ad solemnitatem) son aquellos donde la ley exige una forma específica para su validez,
por lo que la formalidad es un requisito de esencia, un requisito de sanción de nulidad, por lo
que, si las partes no cumplen con esa formalidad, el contrato es nulo. Pero si los contratos son
formales no solemnes (forma ad probationem), la ley exige que se cumpla con una formalidad,
pero no como un requisito de esencia, si no como un requisito de prueba. Ej: en el boleto de
compraventa, las partes se obligan a realizar la escritura pública (cumplir con la formalidad)
para la compra de un inmueble.

Carácter excepcional de la forma: las formas tienen carácter excepcional en nuestro derecho.
Salvo disposición expresa en contrario, los contratos no requieren forma alguna para su
validez. En efecto, solo son formales los contratos a los cuales la ley les impone una forma
determinada (art. 1015).

Contratos nominados e innominados:los contratos nominados son los que están previstos y
regulados en la ley. Son los mas importantes y frecuentes. Su regulación legal, salvo
disposiciones excepcionales, solo tiene carácter supletorio; seria que se aplica en caso de
silencio del contrato, pero las partes tienen libertad para prescindir de la solución legal y
regular de manera distinta las relaciones. Por lo tanto, el propósito del legislador no es
sustituir la voluntad de las partes por la de la ley, sino que desea evitar conflictos para el caso
de que las partes no hayan previsto cierto evento, lo que es muy frecuente. Para ello dicta
normas inspiradas en lo que es costumbre convenir, o las que están fundadas por la
experiencia.

Los innominados no están legislados y resultan de la libre creación de las partes. Muchas veces
ocurre que nuevas necesidades van creando formas contractuales que tienden a tipificarse
espontáneamente y a llevar una denominación común; cuando esa forma contractual adquiere
importancia suficiente como para merecer la atención del legislador, éste la reglamenta y el
contrato queda transformado en nominado.

ARTICULO 970.- Contratos nominados e innominados. Los contratos son nominados e


innominados según que la ley los regule especialmente o no. Los contratos innominados están
regidos, en el siguiente orden, por: a) la voluntad de las partes; b) las normas generales sobre
contratos y obligaciones; c) los usos y prácticas del lugar de celebración; d) las disposiciones
correspondientes a los contratos nominados afines que son compatibles y se adecuan a su
finalidad.

Contratos de cumplimiento inmediato, diferido, sucesivo o periódico. El contrato de larga


duración. Con respecto al momento del cumplimiento, pueden clasificarse:

a) De ejecución inmediata: las partes cumplen con todos sus derechos y obligaciones en el
momento mismo del contrato; tal es el caso de una compraventa manual, en el que la cosa y el
precio se entregan en el mismo instante de contratar.

b) De ejecución diferida: las partes postergan el cumplimiento de sus obligaciones para un


momento o varios momentos ulteriores, así ocurre en la venta hecha con condición
suspensiva, o cuyo pago se pacta en varias cuotas, las que comienzan a vencer al cabo de
cierto tiempo pactado.

c) De ejecución instantánea: las partes cumplen sus obligaciones en un solo instante, momento
que puede ser el de la celebración del contrato, o posterior a él.

d) De ejecución continuada o periódica o de tracto sucesivo: las relaciones entre las partes se
desenvuelven a través de un periodo mas o menos prolongado; tal el contrato de prestación
de servicios, la locación, la sociedad, etc. Dentro de esta especie deben ubicarse ciertos
contratos en los cuales una de las partes cumple todas sus obligaciones, quedando pendiente
las de la otra parte. Ej, lo que ocurre con la venta a plazos, donde la cosa se entrega al
contratar, quedando el precio para ser satisfecho en cuotas periódicas hasta su extinción total.

Los contratos de tracto sucesivo y de cumplimiento diferido constituyen el dominio de acción


de la teoría de la imprevisión: las cláusulas de una convención, que pueden haber sido
equitativas en el momento de contratar, pueden resultar injustas debido a la transformación
de las condiciones económicas.

e) Contratos de larga duración: en estos el tiempo es esencial para el cumplimiento del objeto,
de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfaga la necesidad que
las indujo a contratar. Las partes deben ejercitar sus derechos conforme con un deber de
colaboración, respetando la reciprocidad de las obligaciones del contrato, considerada en
relación con la duración total. La parte que decide la rescisión debe dar a la otra la
oportunidad razonable de renegociar de buena fe, sin incurrir en ejercicio abusivo de los
derechos (art 1011).

El mundo contemporáneo genera numerosos negocios jurídicos que vinculan a las partes por
muchos años. Ej, los contratos de suministro, de concesión de servicios públicos, servicios de
salud, fideicomiso, concesión de obras viales, obras públicas como construcción de represas,
etc.

Otras clasificaciones:

Contratos principales y accesorios: en el primero cuya existencia no depende de otro


contrato, es decir que puede existir por sí solo. En el accesorio cuya existencia depende de
otros contratos principales al que accede, de modo que, si el principal fuera nulo o quedara
rescindido o resuelto, este también quedaría privado de efectos. Ej, de contrato accesorio es la
fianza.

Contratos según su función económica y social:

Hay contratos que tienen una función de crédito. Son los contratos de préstamo, sean estos de
consumo o de uso. El contrato de mutuo es un préstamo de consumo, pues lo que se da es un
bien fungible o consumible, de modo que quien recibe el prestamos, no esta obligado a
devolver la misma cosa, sino otra de igual calidad y especie. Es el caso del préstamo de dinero.
En cambio, el contrato de uso, como el de comodato, lo que se presta es una cosa cierta y
determinada, que obliga a quien la recibe a devolver esa misma cosa.

Hay contratos que tiene función de garantía. Tienen como fin asegurar el cumplimiento de una
obligación. Es el caso del contrato de fianza, donde el fiador asegura que el deudor cumplirá su
obligación para con el acreedor, pero si ello no ocurriera, aquel deberá satisfacer el crédito.

Hay contratos que tienen una función de custodia. Es el caso del contrato de depósito, por el
cual, quien recibe una cosa se obliga a cuidarla durante el tiempo fijado en el contrato y
entregarla sin daño a quien se la ha dado.

Otros tienen una función de cooperación, como ocurre en el contrato de sociedad, en el que
los socios tienen diferentes obligaciones, pero todas ellas tienden a alcanzar un fin social
previsto.

Finalmente, hay contratos que tienen una función de previsión. En efecto, frente a daños que
pueden llegar a producirse, se busca protección recurriendo -por ej- al contrato de seguro,
mediante el cual la compañía aseguradora, que debe tener solvencia patrimonial, cubrirá tal
eventualidad, dejando incólume el patrimonio del asegurado.

CONTRATOS CONEXOS: Art 1073 CCyC, aquellos autónomos que se hallan vinculados entre sí
por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha
sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Ejemplos: la construcción
de una planta industrial llave en mano o el transporte multimodal. Lo mismo la tarjeta de
crédito. Aquí los contratos no pierden su individualidad en cuanto a su régimen jurídico pero la
conexidad tiene relevancia en punto a la interpretación, la responsabilidad por incumplimiento
y los legitimados para accionar.

También podría gustarte