Introduccion Teoria Del Derecho
Introduccion Teoria Del Derecho
Introduccion Teoria Del Derecho
}
Mercedes Gómez Ada
(Coordinadora)
Autores:
Josu Cristóbal de G\f'egorio
M.ª Eugenia Gayo Santa Cecilia
Mercedes Gómez ('danero
Rafael Junqu~ de Estéfani
A.na María 'Ma os d-e.I Cano
Narciso Martín z Morán
Raúl Sanz Burga
)
~/ / EDITORIAL UNIVERSITAS1 S.A.
INTRODUCCIÓN A lA TEORÍA DEL DERECHO
ISBN: 978-84-7991-474-5
Depósito Legal: M-17893 - 2017
Imprime:
Solana e hijos, A .G ., S. A. U. San Alfonso, 26 -
Impreso en España / Printed in Spain
MERCEDES GÓMEZ ADANERO
(COORDI ADORA)
A utores:
JOSU CRISTÓBAL DE GREGORIO
M.ª EUGENIA GAYO SANTA CECILIA
MERCEDES G ÓMEZ ADANERO
RAFAEL JUNQUERA DE ESTÉFANI
ANA MARÍA MARCOS DEL CANO
NARCISO MARTÍNEZ MORÁN
RAÚL SANZ BURGOS
UNIDAD DIDÁCTICA 11
ANÁLISIS ESTRUCTURAL DEL DERECHO
10
Mercedes Gómez Adanero
11
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
4.1.
Los principales criterios de solución de las contradiccione s
entre normas 108
Referencias bibliográficas 11 O
Ejercicios de autoevaluación 11 O
12
Mercedes Gómez Adanero
UNIDAD DIDÁTICA IV
EL CONOCIMIENTO JURÍDICO
13
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
14
PRÓLOGO
Prólogo
ste manual tiene como destinatarios principales a los estudiantes del Grado en
17
1 TRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
18
ORIENTACIONES PARA EL ESTUDIO DE LA ASIGNATURA INTRODUCCIÓN
A LA TEORÍA DEL DERECHO DEL GRADO EN CRIMINOLOGÍA
Como se anunciaba en el prólogo este libro se presenta como manual para el estu-
dio de la asignatura Introducción a la Teoría del Derecho del Grado en Criminología.
La preparación de esta asignatura, como de cualquier otra, supone la total libertad
del estudiante para preparar el programa de la misma con cualquier otro manual o
bibliografía disponible en el mercado. No obstante, el equipo docente les propone su
estudio mediante la utilización de este manual que ha sido preparado como material
específico para explicar el contenido de la asignatura, teniendo en cuenta la singula-
ridad de los estudios a distancia prop ios de la UNED.
La asignatura se ha estructurado en cuatro Unidades Didácti cas que se desarrollan
en varias lecciones. Cada Unidad Did áctica se dedica a una temática con entidad pro-
pia pero sin perder de vista la unidad estructural del contenido de la asignatura. Estas
Unidades Didácticas son las siguientes:
19
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
- Resumen: con el que se persigue que el estudiante se forme una idea de con-
junto de lo que se explica en cada una de los epígrafes.
- Desarrollo de los epígrafes y subepígrafes .
- Ejercicios de autoevaluación: que permiten a los estudiantes evaluar por si mis-
mos su grado de comprensión y preparación de la materia.
- Bibliografía complementaria: que incluye lecturas no obligatorias, pero útiles
para aquellos que persigan la finalid ad de ampliar sus conocimientos sobre
temas que sean de su interés.
Método de estudio:
20
Mercedes Gómez Adanero
mentaria, así como los resaltados tipográficos empleados en cada lección confor-
me a las necesidades de exposición de cada una de estas, los estudiantes pueden
y deben preparar la asignatura teniendo en cuenta el Programa de la misma y la
Guía de Estudio, así como el curso virtual que pueden encontrarse en la platafor-
ma virtual de la UNED.
21
UNIDAD DIDACTICA 1
DERECHO, SOCIEDAD Y ESTADO
Esta primera unidad didáctica está dedicada a la exp licación de que es el Derecho, y
de cómo afecta a nuestra vida cotidiana en su dimensión social, ya sea en el día a día en
el que aún sin darnos cuenta realiz amos actividades que están reguladas jurídicamente,
como son la realización de un contrato de transporte cuando adqui rim os un billete de
metro o autobús, o un contrato de compraventa cuando adquirimos el periódico, ya sea
cuan do debemos realizar algún trámite que requiere la formalización jurídica, como ins-
cribir a su hijo en el Registro Civil, o se ve envuelto en algún proced imiento judicial. Esta
presencia del Derecho en nuestra vida nos obliga a reflexionar sobre su origen, sus mani-
festaciones, la obligación de obedecer sus prescripciones, y la coexistencia de este fenó-
meno normativo junto a otros órdenes sociales que inciden sobre nuestra conducta, como
son la moral o las reglas del trato social.
Una vez realizada esta primera aprox imac ión al fenómeno jurídico, habremos apre-
ciado y conocido las relaciones que el Derecho guarda con la vida socia l, el poder políti-
co y el Estado, lo que nos permitirá avanzar en el conocimiento de la realidad jurídica
como una realidad social que debe coexistir con otros órdenes normativos y que por con-
siguiente ha de ser puesta en relación con el los para determinar cuá l es su espacio, su
alcance, y su importancia para el desarrollo de la vida humana en sociedad.
23
TEMA 1.
Aspectos básicos del Derecho
Raúl Sanz Burgos
Objetivo general
Exponer con clarid ad el carácte r li ngüístico del Derecho con el fin de dejar patente
que las actividades que se llevan a cabo en el ámbito de lo jurídico tienen inevitablemente
un componente de interpretación . La mención de otras dimensiones básicas de l Derecho
fac ilita reconocer que éste es una realidad compleja, cu yas notas esenciales perm iten dis-
tinguirlo de otras re lidades con las que muestra afin idades y permiten también analizarlo
desde diferentes ángulos.
Sumario
Resumen
25
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
La existencia del Derecho requiere del lenguaje: las normas se construyen con pala-
bras ordenadas en enunciados según las reglas gramaticales de la lengua con el fin de
transmitir un mensaje; mensaje con el que quien genera la norma pretende regular la
conducta de los destinatarios de la misma. El lenguaje, como es obvio, desempeña dis-
tintas funciones en la convivencia social además de la de orientar las conductas.
Es habitual diferenciar cuatro funcione s o usos típicos del lenguaje. El lenguaje
puede ser utilizado, en primer lugar, para desempeñar una función descriptiva, como
ocurre cuando se informa sobre cualquier circunstancia fáctica; tales proposiciones
descriptivas pueden ser verdaderas o falsas respecto de la realidad extralingüística
que se pretende describir con ellas. Cuando el lenguaje es utilizado para orientar el
comportamiento se dice que estamos ante su función prescriptiva; las proposiciones
prescriptivas, a diferencia de lo que ocurre con las descriptivas, no pueden ser com-
paradas con referente extralingüístico alguno y no pueden ser, por tanto, ni verdade-
ras ni falsas; sí, en cambio, eficaces o ineficaces. Se hace asimismo un uso expresivo
del lenguaje cuando se utiliza para manifestar sentimientos y emociones o provocar
en el otro algún estado de ánimo (quizás con el fin de provocar una determinada con-
ducta); tampoco en este caso se puede hablar de verdad o falsedad de las proposi-
ciones. Por último, hay que mencionar la llamada función rea/izativa, tal como la
denominó J. L. Austin (1981 ), el primero en advertir un uso del lenguaje que consis-
te en hacer algo al enunciarlo; el autor expli ca en qué consiste este uso con el siguien-
te ejemplo entre otros: «Cuando, con la mano sobre los Evangelios y el presencia del
funcionario apropiado, digo «¡Sí, juro!», no estoy informando acerca de un juramen-
to, lo estoy prestando» (p. 47). Este uso del lenguaje es muy frecuente en el mundo
jurídico.
26
Rat'.il Sanz Burgos
El uso prescriptivo del lenguaje util iza sobre todo la forma deóntica, consistente
en enunciados de obligación, prohibición y permiso. Nada impide, sin embargo, que
las normas puedan enunciarse a través de la forma indicativa, propia del uso des-
criptivo del lenguaje, como, por ejemplo, «España se constituye en un Estado social
y democrático de Derecho» (art. 1 de la Constitución española); proposición que no
describe una realidad, sino que prescribe cómo debe ser.
Las proposiciones del lenguaje prescriptivo, como se ha dicho ya, no son verda-
deras ni falsas, pero tales proposiciones se refieren inevitablemente a realidades extra-
lingüísticas, objeto del uso descriptivo del lenguaje. Es la unión de tales descripcio-
nes a un mandato, a un «deber ser», lo que hace que el conjunto de proposición no
pueda ser verificable. El mandato «no matarás» tiene un referente extralingüístico -la
acción de matar- y podemos verificar en relación con él si se ha realizado o no dicha
acción; el mandato mismo, no obstante, no puede ser referido a realidad alguna. Esto
no significa, por otra parte, que no se pueda hablar descriptivamente de una norma
cualquiera, de la consecuencia que a través del mandato se vincula a la realización
de unos hechos.
Así pues, no podemos encontrar un referente extralingüístico para los mandatos,
pero podemos hablar descriptivamente de ellos. Es el análisis pragmático del lengua-
je, que examina el propósito con el que se usan las palabras, lo que nos revela cuán-
do estamos ante un uso prescriptivo del lenguaje: cuando las palabras se utilizan con
el propósito de orientar las conductas.
La precisión en la orientación de las conductas que busca el Derecho puede cho-
car con diferentes obstáculos lingü ísticos, derivados unos del significado de las pala-
bras (plano semántico) y otros del lugar que ocupan en los enunciados las palabras
que ordenan y conectan las partes de tales enunciados (plano sintáctico). La ambi-
güedad sintáctica resulta de la defectuosa ordenación de las palabras en el enuncia-
do de la frase, de la imprecisión en el uso de conjunciones, adverbios y oraciones de
relativo; hecho que permite distintas interpretaciones correctas de los enunciados
defectuosos o imprecisos.
En relación con el signficado de las palabras, las dificultades resultan de que éstas
pueden ser ambiguas, vagas o emotivas. Se dice que una palabra es ambigua cuando
tiene varios significados y se r€qui ere por tanto determinar en qué sentido se utiliza.
En el lenguaje natural es muy corriente que una palabra tenga distintos signficados,
pero basta conocer el contexto en el que se utiliza para determinar su significado en
ese caso. El lenguaje jurídico utiliza el vocabu lario del ·1enguaje natural, pero también
un vocabulario técnico en el que, con el fin de evitar la ambigüedad semántica, los
términos tienen un único significado. En realidad, sin embargo, los términos jurídico-
técnicos también pueden tener varios signficados, como ocurre con la palabra Dere-
cho, que puede ser entendida como referencia al conjunto de normas jurídicas obli-
gatorias en un determinado territorio, es decir, como Derecho objetivo; como sinó-
nimo de derecho subjetivo, esto es, como capacidad de actuación respaldada por el
27
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Las normas jurídicas han cambiado a lo largo de la historia y también han cam-
biado los puntos de vista desde los que los estudiosos enfocan el fenómeno jurídico.
Sin embargo, la conciencia de la historicidad del Derecho así como la reflexión con-
tinuada a lo largo del tiempo sobre esta materia han permitido reconocer unas dimen-
28
Raú l Sanz Bu rgos
"· .. donde quiera que haya un fenómeno jurídico hay siempre necesariamente un hecho
subyacente (hecho económico, demográfico, de carácter técnico, etc.); un valor que con-
fiere determinada significación a ese hecho, inclinando o determinando la acción de los
hombres en el sentido de alcanzar o preservar cierta finalidad u objetivo; y, finalmente, una
regla o norma que representa la rel aci ón o medida que integra uno de aquellos elementos
en el otro; el hecho en el valor. Tales el ementos o factores (hecho, valor y norma) no exis-
ten separados unos de otros, sino coexi sten en una unidad concreta. Más aún, esos ele-
mentos o factores no sólo se exigen recíprocamente sino que actúan como los elementos
de un proceso de tal modo que la vid a del Derecho resulta de la interacción dinámica y
dialéctica de los tres elementos que la integran».
Al afirmar que el Derecho posee una dimensión normativa decimos que el Dere-
cho está compuesto por enunciados de deber ser; todas las normas, también las no
jurídicas, son expresiones de un deber ser. El Derecho pretende orientar la acción
humana hacia la realización de unos fi nes mediante el establecimiento de determi-
nados patrones de conducta que, como vienen expresados a través de normas, impo-
nen a las conductas el carácter de obligatorias, prohibidas o permitidas.
La validez de una norma expresa su pertenencia a un sistema normativo; decir que
una norma es una norma jurídica válida significa reconocer -mediante un juicio de
hecho- que esa norma concreta se hal la en el elenco de normas que integran un sis-
tema jurídico. El hecho sobre el que hay que juzgar para saber si estamos ante una
norma jurídica válida es si la norma posee alguna característica que hace de ella una
norma jurídica y la distingue de otros tipos de normas, ya sean morales, religiosas o
meros usos sociales
Un candidato a la condición de rasgo definitorio de las normas jurídicas es su obli-
gatoriedad. Este criterio resulta, no obstante, problemático, pues confía el carácter
jurídico de las normas a algo subjetivo, al sentimiento de obligación; dato que en
cada individuo presenta diferentes intensidades frente a distintas normas. El senti-
miento de estar obligado a cumplir normas morales, por ejemplo, puede ser mayor
que frente a cualquier norma jurídica. De ahí que la obligatoriedad subjetiva de las
normas no sea un criterio adecuado para reconocer una norma como perteneciente
al sistema jurídico, como norma juríd ica válida. La obligatoriedad del Derecho no
puede depender de circunstancias subjetivas, sino de su objetiva existencia como
parte del sistema jurídico; la importancia de la pregunta por la validez de las normas
radica precisamente en que es esta nota la que permite considerar jurídicamente obli-
29
I NTRODUCCI ÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
gatorias unas normas sin que sea requisito para ello sentimiento alguno por parte de
los destinatarios de las normas.
También se ha propuesto como como criterio para distinguir las normas jurídicas
del resto de normas la materia de la regulación. Las normas son de un tipo u otro en
función del hecho o relación social que regulan: las normas son jurídicas en tanto que
la materia que regulan está constituida por las relaciones de poder. Es cierto, sin duda,
que multitud de normas jurídicas distribuyen distintas posiciones dentro de diferen-
tes relaciones de poder, levantan barreras que protegen la esfera de poder propio -la
libertad- frente a la interferencia de poderes ajenos. Resulta indiscutible, en fin, que
las normas jurídicas regulan el ejercicio del poder.
En la sociedad abundan las relaciones de poder, pero las normas a través de las
que se ejerce éste no son necesariamente jurídicas. Las reglas de la educación, por
las que las generaciones mayores tradicionalmente imponen modelos de conducta y
criterios de valor a los jóvenes, sólo en muy pequeña medida son objeto de regula-
ción jurídica. Otra objeción que puede plantearse a la pretensión de considerar como
criterio de validez jurídica el hecho de que una norma regule o sirva de cauce a una
determinada relación de poder se halla en que dicho criterio no permite distinguir los
mandatos jurídicos de la orden de un atracador que, mediante la violencia física, ejer-
ce un fuerte poder sobre su víctima con el fin de orientar su conducta, por ejemplo,
para que ésta le entregue su cartera.
Un último método para reconocer si una norma existe como parte del sistema jurí-
dico, si es válida, consiste en determinar si cumple, como señala H.L.A. Hart, los «Cri-
terios dotados de autoridad para la identifcación de las reglas válidas del sistema»;
esto es, si cumple las condiciones establecidas por el propio sistema para que las nor-
mas reciban la calificación de normas válidas del mismo.
Las condiciones establecidas por el sistema jurídico para reconocer a ciertas nor-
mas la pertenencia al mismo pueden consistir en el cumplimiento de las regulacio-
nes establecidas por el propio sistema sobre cómo se producen las normas. La pre-
sencia o no de tales normas en un sistema jurídico hace factible distinguir dos vías
distintas para reconocer cuándo nos hallamos ante normas jurídicas válidas.
La presencia de normas sobre la producción de normas permite reconocer si una
norma es válida por el hecho de haber sido creada conforme a las prescripciones de
esas normas. Allí donde tales normas no existen -en sistemas jurídicos basados en la
costumbre-, para saber si una norma es válida o forma parte del sistema jurídico hay
que atender a lo que ocurre cuando se incumple dicha norma: si se desata -y cómo-
el uso de la fuerza. Dicho de otro modo, cuando no existen normas sobre la creación
de normas, el juicio sobre si una norma existe como norma jurídica dependerá de la
práctica social.
En un sistema jurídico como el nuestro resulta poco importante la costumbre, pues
la inmensa mayoría de las normas jurídicas son generadas conforme a normas que
regulan la producción de normas. Cada sistema puede establecer condiciones distin-
30
Raú l Sanz Burgos
tas para la validez de sus normas as í como distintos criterios de validez para cada tipo
de norma, pero las exigencias típicas en los sistemas jurídicos de nuestro entorno cul-
tural se pueden dividir en formales y materiales. Las primeras se refieren al agente
autorizado para crear cada tipo de norma, el camino que debe seguir para ello y la
materia que debe ser objeto de regulación según el tipo de norma; el contenido mate-
rial de las normas consiste en lo que ellas mandan, prohíben o permiten.
Las condiciones o requisitos forma les de validez de las normas son de tres tipos:
competencia formal , procedimiento y competencia material. Las normas, en primer
lugar, han de ser creadas por el órgan o competente. Todo sistema jurídico moderno
regula qué órganos pueden dictar normas y de qué tipo: por ejemplo, el legislador,
leyes, obligatorias para todos; los j ueces, sentencias, en principio obligatorias sólo
para las partes. En segundo lugar, para que las normas sean válidas, su creación ha de
seguir procedimientos previamente establecidos en función de cada tipo de norma:
no debe seguir el mismo camino la tramitación de un proyecto de ley que unas orde-
nanzas municipales, una orden m ini sterial o un reglamento. Por último, hay que
señalar también que diferentes materias suelen requerir ser reguladas a través de dife-
rentes tipos de normas: la Constitución española exige la regulación de determinados
derechos mediante leyes orgánicas y confía la regulación de otros derechos a las leyes
ordinarias. Reconocer que se han cumplido las condiciones formales de validez de
una norma exige comprobar que efectivamente se ha dado una serie de hechos.
El cumplimiento del requisito materi al de la validez de una norma consiste en que
su contenido (lo que manda, prohíbe o permite) puede derivarse de -o al menos no
es contradictorio con- el contenido de las normas superiores del orden jurídico en el
que se inscribe. Comprobar que se ha cumplido la condición material de validez
requiere un examen más complejo que la mera constatación de hechos: debe com-
prender la interpretación de las normas superiores que la norma inferior, cuya vali-
dez se examina, ha debido respetar; debe comp render asimismo la interpretación de
esta norma inferior para determinar si efectivamente es coherente con las normas
superiores; en realidad, para determinar si es coherente con la interpretación de las
normas superiores.
Para que una norma válida exista como tal en el sistema jurídico se precisa ade-
más que no haya sido derogada, pues la derogación consiste en la expulsión de una
norma válida del orden jurídico por la promulgación de otra norma posterior que es
válida tanto formal (con el mismo sujeto, idéntico procedimiento y objeto) como
material mente.
La consideración de las normas va lidas como las únicas normas existentes en el
sistema jurídico resulta, no obstante, problemática o inadecuada para explicar la efec-
tividad de dos tipos de normas que con frecuencia cabe encontrar en los sistemas jurí-
dicos realmente existentes. La doctrina de los requisitos materiales y formales no
puede explicar la validez, en primer lugar, de la Constitución, que no puede cumplir
los requisitos formales y el estánd ar material de validez que ella misma establece.
31
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Tampoco puede explicar por qué hay normas que, pese a no cumplir alguno de los
requisitos de validez impuestos por el sistema, son cumplidas por sus destinatarios,
individuos u órganos del Estado y, por tanto, aceptadas como normas válidas.
Que el Derecho tiene una dimensión fáctica significa que es un hecho social
como, por ejemplo, la economía o la política, y que, como tales hechos, tiene como
condición de posibilidad la vida en sociedad y se circunscribe a las relaciones huma-
nas: no hay relacio nes jurídicas con las cosas. De la omnipresencia del Derecho en
la vida de las sociedades complejas se ha extraído a menudo la consecuencia de que
el Derecho está presente en toda sociedad. Desde luego, todos los grupos humanos
necesitan distribuir recursos escasos, resolver los conflictos y, en general, cooperar
para alcanzar ciertos fines que consideran imprescindibles, como por ejemplo la
superviviencia. Ahora bi en, como el cumpl imiento del contenido de esta coopera-
ción no puede quedar sometido ni al arb itri o de los individuos ni a la coacción per-
manente de unos sobre otros, se requiere algún instrumento que facilite dicho cum-
plimiento. Las normas son ese instrumento, pero el hecho de que desempeñen un
papel relevante en la resolución de problemas como los mencionados no significa
necesariamente que esas normas sean jurídi cas.
El término eficacia tiene diversos signficados y con él se se alude, primariamente,
al grado de aceptación y cumplimiento de las normas en la sociedad. La considera-
ción de las normas como hechos sociales con lleva la posibilidad de examinar si en la
sociedad efectivamente se cumple el mandato que ellas contienen: se dice que una
norma es eficaz cuando sus destinatarios actúan conforme a lo prescrito en ella o se
impone la reacción prevista por el Derecho para los casos de incumplimiento. Pro-
bablemente son numerosas las normas que no siempre se cumplen, por eso el juicio
de hecho de que una norma es eficaz sólo di ce que en la mayoría de los caso se cum-
ple; en el cumplimiento y, por tanto, en la eficacia cabe reconocer grados.
Es posible examinar la eficacia de cualquier norma determinando si es cumplida o
no; pero es posible investigar la eficacia de las normas también en otro sentido: si su
cumplimiento conduce a la realización del fin que las anima. La consideración del
Derecho como hecho social permite reconocer a las normas la condición de herra-
mientas en manos del legislador para alca nza r algún objetivo social o político, para
desempeñar distintas funciones (Tema 4). Si las normas resultan adecuadas para alcan-
zar el resultado perseguido por el legislador se dice que son eficaces; la observancia
de una norma por sus destinatarios no garantiza, sin embargo, que efectivamente se
alcance el fin que se quería realizar con su promulgación.
La aptitud de las normas para facilitar que la sociedad alcance algún objetivo es
de vital importancia en un orden jurídi co-político como el nuestro, calificado por la
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Ral'.11 Sanz Burgos
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I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
variedad de doctrinas sobre la justicia no impide, sin embargo, investigar las posibles
relaciones entre ella -sea cual sea su contenido- y las normas jurídicas: la justicia (o
injusticia) es algo que se dice, de entre otras cosas, del Derecho.
Determinar la justicia del Derecho consiste en un juicio de valor: se puede decir
que el Derecho es justo si es coherente con el orden moral e injusto si lo contradice;
pero esta no es una constatación sencilla pues tanto el Derecho realmente existente
como la moral son realidades complejas. El primero no sólo está compuesto por nor-
mas, es parte importante de mismo -sobre todo a la hora de medir su justicia- su inter-
pretación y aplicación por los poderes del Estado._La moral, por su parte, abarca la
multitud de preferencias de los individuos, la moral social, que se puede definir como
el conjunto de valores conforme al que mayoritariamente vive una sociedad en deter-
minado momento histórico, y, por último, la moral crítica, que pretende estar funda-
da racionalmente.
Durante mucho tiempo, a raíz del éxito explicativo de la realidad por la ciencia
moderna, la exigencia de racionalidad de la ética debía cumplirse según el patrón for-
malista de la lógica o las ciencias físico-matemáticas. La imposibilidad de que la ética
pudiera articularse en torno a una raciona lidad así entendida llevó a muchos a pen-
sar que el discurso moral era ajeno al conocimiento y la pretensión de ordenar racio-
nalmente las preferencias morales de los individuos era un objetivo inalcanzable; la
opinión de Alf Ross, para quien la referenc ia a la justicia es sólo expresión de un esta-
do emeocional subjetivo, es ejemplar de este planteamiento:
«Invocar la justicia es como dar un golpe sobre la mesa: una expresión emocional que hace
de la propia exigencia un postulado absoluto. Esta no es una manera adecuada de obtener
comprensión mutua. Es imposible mantener una discusión racional con quien apela a la
justicia, porque nada dice que pueda ser argüido en pro o en contra . Sus palabras consti-
tuyen persuasión, no argumento».
«La justicia, en consecuencia, no puede ser una pauta jurídico-política o un criterio último
para juzgar una norma. Afirmar que una norma es injusta, como hemos visto, no es más
que la expresión emocional de una reacci ón desfavorable frente a ella. La declaración de
que una norma es injusta no constituye ninguna característica real, ninguna referencia a
algún criterio, ninguna argumentación. La ideología de la justicia no tiene, pues, cabida en
un examen racional del valor de las normas».
34
Raúl Sanz Burgos
gencias de justicia pertenecen hoy al sistema jurídico como principios que obligan
al legislador y los jueces a su máxima realización: el cumplimiento de este manda-
to se ha convertido en condición de validez de las normas. Este hecho ha genera-
do al menos dos preguntas sobre la re lación entre el Derecho y los valores morales
o exigencias de justicia.
La primera de esas preguntas plantea cuál es la naturaleza de la aportación de la
moral a la validez del Derecho. La re lación fáctica entre el Derecho y la moral es
constante a lo largo de la historia: el orden jurídico-político en su conjunto responde
siempre a alguna concepción sobre lo j usto y en la promulgación de normas es facti-
ble reconocer programas políticos que ponen el énfasis en unos principios morales
en perjuicio de otros. El vínculo entre el Derecho y la moral establecido en el pre-
sente por las constituciones es de otra naturaleza, no es fáctico, es normativo. Obli-
gar a los poderes del Estado a realizar una serie de valores es una decisión política
contingente, un requisito más de la validez del Derecho impuesto desde la esfera
política, al igual que los requisitos puramente formales, y del que en el futuro la esfe-
ra política podría prescindir.
La segunda pregunta plantea si el mandato de coherencia de las normas jurídicas
con los valores constitucionales dirigido por la Constitución a los poderes públicos
no significa en último término vincular la actividad de dichos poderes a alguna nor-
matividad extrajurídica, a cualquiera de las diversas tradiciones morales o a la moral
social. Cabe responder a este planteamiento que el enjuiciamiento de la coherencia
de las normas con los valores no puede realizarse de otro modo que a través de la
referencia a la moral crítica, pues dicho enjuiciamiento requiere aclarar mediante una
argumentación racional en qué consiste el valor o los valores antes los que tiene que
acreditarse la norma jurídica como una norma jurídica justa. Esto no significa, natu-
ralmente, que la aclaración argumentativa de en qué consiste un valor esté siempre a
salvo de la influencia de los juicos de valor propios de los diferentes sistemas mora-
les y de los prejuicios de la moral social. La moral social y la moral crítica no son
compartimentos estancos.
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INTRODUCCIÓN A LA TEORIA DEL DERECHO
Referencias bibliográficas
ALMOGUERA CARRERES, J., Lecciones de Teoría del Derecho, Madrid, Reus, 1995.
PECES-BARBA, G., FERNÁNDEZ, E., DE Asís, R. (Eds.), Curso de Teoría del Derecho, Madrid,
Marcial Pons, 2000 (2ª ed.).
AuSTIN, j. L., Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones, Barcelona, Paidós, 1981.
HART, H.L.A., El concepto del Derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1998.
PRIETO SANCHÍS, L., Apuntes de teoría del Derecho, Madrid, Trotta, 2007 (2ª ed.).
REALE, M., Teoría tridimensional del Derecho. Una visión integral del Derecho, Madrid,
Tecnos, 1997.
Ross, A. , Sobre el Derecho y la justicia, Buenos Aires, Eudeba, 1977.
Ejercicios de autoevaluación
36
TEMA 2.
Derecho, Poder y Estado
Josu Cristóbal De Gregario
Objetivo general
37
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Sumario
Resumen
38
Josu Cristóbal De Gregario
1
Las obras de los tres grandes poetas trágicos de la antigua Grecia (siglo V a.c.) -Eurípides, Sófocles
y Esquilo- son especialmente interesantes en este sentido.
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INTRODUCCION A LA TEORÍA DEL DERECHO
40
Josu Cristóbal De Gregorio
bre, según convenga al bien público de la sociedad» (Locke). Por esta razón, aunque
sigue resultando evidente que las leyes proceden de -y son apoyadas por- un poder
coercitivo, pasarán a ser vistas como una extensión de la voluntad de los hombres
unidos por el contrato. El Derecho se origina en la voluntad de cada uno de los con-
tratantes y de esta manera, el hombre, al obedecer a la ley, «no obedece por tanto
sino a sí mismo» (Rousseau).
En resumen, tanto la autoridad como el Derecho que de ella emana aparecerán en
lo sucesivo como dos realidades autónomas que se complementan para la realización
de los fines esenciales para la comunidad . De esta manera, el poder político, funda-
do y limitado por el consentimiento de los individuos, crea y respalda las normas jurí-
dicas, garantizando su eficacia; y el Derecho, a su vez, contemplado como un orde-
namiento racional que recoge los criterios de justicia o valores compartidos por el
grupo, se convierte en el instrumento de racio nalización y legitimación de los man-
datos del poder poi ítico.
A pesar de tratarse de una ficción 4 , no es complicado ver el papel fundamental
que ha cumplido en la teoría política moderna, puesto que construye la imagen de
una verdad-evidencia legitimadora: la de que el fundamento del orden jurídico-polí-
tico reside en el consenso. La cuestión política básica que plantea la modernidad radi-
caba en cómo construir una convivencia capaz de eliminar el enfrentamiento y la
inseguridad, y en la que, sin embargo, se mantuvieran la libertad y la igualdad huma-
nas. Para ello conciben, como hemos visto, un modelo ideal de convivencia libre y
participativa, en la que la noción de soberanía popular hace desaparecer, teórica-
mente, la diferencia entre gobernados y gobernantes. De suerte que las leyes, des-
vinculadas de Dios e incluso de la voluntad del soberano, se vinculan a la «voluntad
general» y al «bien común» como principi os fundacionales. Y tanto la forma de orga-
nización de la convivencia, el moderno Estado representativo, como su manifestación
normativa, el ordenamiento jurídico, aparecerán como fruto del libre consenso y ya
no como resultado del designio divino o de las concretas relaciones de poder o domi-
nación.
4 Ficción, en el sentido de explicac ión sin correlato histórico o sociológico alguno. Efectivamente, no
es necesario afirmar la existencia histórica real del pacto 'de hecho la mayoría de los contractual istas no lo
hacen) para defender ta les posturas. Nos encontramos más bien ante una idea regulativa, un principio pre-
tendidamente racional cuyo objetivo es fundamentar o legitimar una serie de juicios acerca de la sociedad
política.
42
Josu Cristóba l De Grega rio
de los hombres apareciera como el fundamento de todo poder. Pero para contrarres-
tar un relato considerado cie rtamente idealista y alejado de la realidad surgen diver-
sas doctrinas mucho más críticas acerca de las reales estructuras de poder y las fun-
ciones que el Derecho desempeña en nuestras sociedades. Son teorías que partiendo
de una visión de la realidad social como conflicto van a centrar sus análisis en las
relaciones de dominación que le son inherentes. En este sentido podríamos decir que
comparten una misma tradición anti contractualista del poder político, puesto que
desenmascarando la retórica idealista del consenso presentan al Derecho como una
variab le siempre dependiente del poder.
Uno de los filósofos que más ha influido en estas visiones confl ictual istas es, por
supuesto, Karl Marx. Según el análisi s marxista, la sociedad capitalista se encontra-
ba dividida en clases antagónicas: po r un lado la clase burguesa, propietaria de los
medios de producción y políticamen te dominante, y por el otro el proletariado, sin
más posesión que su propia fuerza de trabajo y en condiciones de explotación.
Sobre la base de este antagonismo de clase se crean la's instituciones jurídicas y
poi íticas -el Estado y el Derecho- con el objetivo principal de salvaguardar
mediante la coacción las condiciones que garantizan la continuidad del modo de
producción capitalista, o en otras palabras, la posición dominante de la clase en el
poder. Para lograr su finalidad, el Derecho debía cumplir una función ideológica
básica de neutralidad (recuérdese lo dicho acerca del consenso), apareciendo en
todo momento como servidor de los intereses generales, y consagrando al menos
la igualdad formal de todos los ciud adanos ante la ley. Pero la realidad para Marx
está más allá de las apariencias de la ideología burguesa: el Derecho sólo sirve a
los intereses de unos pocos, no es más que la voluntad de la clase dominante, «el
deseo de una clase convertido en ley para todos».
Por supuesto, la teoría marxista no es sino una de las principales referencias, entre
otras, de diversas e interesantes doctrinas críticas. Es el caso de todas aquellas (teorí-
as elitistas del poder, Escuela de Fran kfurt, estudios nietzscheanos, sociología crítica,
genealogía foucaultiana, teoría crítica del Derecho .. .) que al analizar nuestras socie-
dades contemporáneas no ven en el surgimiento del orden social moderno la elimi-
nación prodigiosa del conflicto, o la asombrosa consecución de la armonía, sino la
instauración de distintas formas de dominación.
Hay que reconocer que el probl ema de la determinación del «lugar de origen»
de las diversas normas y materiales jurídicos no resulta una cuestión doctrinal
pacífica . Pero antes de comenza r con el desarrollo del tema debemos hacer dos
consideraciones previas. En primer lugar, la expresión fuentes del Derecho no
tiene un significado unívoco, pues su empleo remite inmediatamente a diversos
43
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
sentidos 5 . Para lo que aquí nos interesa, utilizaremos una acepción muy general de
fuente que alude a los diferentes agentes, órganos, instituciones o grupos sociales que
participan, de una u otra manera, en la producción del Derecho. Y en segundo lugar,
aunque en un sentido amplio el término Estado se aplica a diferentes tipos de socie-
dades poi íticamente organizadas que han surgido a lo largo de la historia, en el sen-
tido estricto que aquí manejaremos hace referencia a esa forma característica de orga-
nización del poder político nacida en nuestra civ ilización occidental hacia el siglo XV
y que recibe el nombre de Estado Moderno. Su alumbramiento, con indudables pecu-
liaridades en cada nación, fue el resultado de diferentes procesos de concentración
del poder político que pusieron fin al fragmentado universo medieval. Fue surgiendo
de este modo un aparato burocrático que reivindicaba con éxito, en palabras de Max
Weber, el monopolio de la violencia legítima.
5
En este sentido, se puede hacer referencia a fuentes materiales, formales, metodológicas, de conoci-
miento, etc.
6
«Donde hay hombre hay sociedad, donde hay sociedad hay Derecho•.
44
Josu Cristóbal De Gregorio
- Es indudable que el Estado Moderno se apoyó en el discurso jurídico como in>trumento fundamen-
tal en su lucha frente a las institucio nes y costumbres feudales, es decir, se edificó como sistema de Dere-
cho e hizo funcionar sus mecanismos visibles de poder según las formas jurídicas.
º Si bien la perspectiva fo rm ali sta kelseniana resulta interesante a la hora de abordar desde un punto
de vista interno ciertos problemas de los modernos ordenamientos jurídicos, olvida que el Derecho no es
el único, aunque sí el más visib le, in strumento de organización de los poderes del Estado.
45
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
a) Abandonado el rígido positivismo legali sta imperante en el siglo XIX que convertía
prácticamente al poder legislativo en la fuente exclusiva de producción de normas jurí-
dicas (v. temas 7 y 12), en la actualidad se admite de forma mayoritaria la existencia en
el seno de nuestras complejas sociedades de una pluralidad de agentes creadores de
Derecho junto a los aparatos del Estado. Así, la propia sociedad (derecho consuetudi-
nario), la comunidad internacional (derecho internacional), las iglesias (derecho ecle-
siástico), las asociaciones y organizaciones (estatutos), e incluso los propios ciudadanos
(contratos) son reconocidos como instancias creadoras de Derecho junto a los ya clási-
cos poderes del Estado. Ahora bien, teniendo en cuenta que el rasgo esencial que dife-
rencia al Derecho de otros órdenes normativos -como la moral o los usos sociales- es
su capacidad para imponerse por la fuerza, resulta indiscutible que toda esa normativi-
dad social sólo alcanzará la categoría de jurídica si es reconocida y amparada por la
organización estatal, es decir, apoyada por el aparato coactivo del Estado. En este sen-
tido podemos concluir que si bien el Estado no crea materialmente todo el Derecho,
todo el Derecho (estatal) es creación form al del Estado, puesto que si no es el origen
material de todas las normas, sí es la instancia que en último extremo las reviste de juri-
dicidad, al incluirlas en un ordenamiento apoyado por su poder soberano.
b) Si en relación con el tema de las fuentes parece que la doctrina es pacífica a la hora
de reconocer el pluralismo jurídico, no se puede decir lo mismo del problema de la
supuesta colisión de Derechos, cuestión en la que prevalece de forma hegemónica la
defensa del monopolio estatal de la producción jurídica. Así, es habitual en nuestra
46
Josu Cristóbal De Gregorio
cultura afirmar desde una perspectiva evolucionista que el fenómeno jurídico -con-
templado siempre desde la óptica occidental- ha ido progresando desde la costumbre
primitiva hasta los modernos y civilizados ordenamientos jurídicos, inseparables de
la racionalidad del Estado. Se afirma de esta manera, sin el rigor necesario, que actual-
mente no hay más Derecho que el creado o respaldado por la institución estatal, lo
que lleva a condenar al ostracismo ju rídico a todas aquellas manifestaciones norma-
tivas que no han podido ser asimiladas por el Derecho oficial. Lo cierto es, sin embar-
go, que la antropología jurídica demuestra que existen sociedades -sobre todo en
África y en el continente americano- que regulan eficazmente la convivencia
mediante sistemas normativos respaldados por su propio aparato coactivo. Si conve-
nimos en definir el Derecho -como parece que hacemos- como la organización ins-
titucional de la coacción, no existen razones para negar juridicidad a aquellos órde-
nes que pretenden ser jurídicos al margen de la organización estatal (es el caso por
ejemplo de los derechos indígenas). En definitiva, no son razones jurídicas las que
sostienen esta concepción, y ello porque negar desde la posición del Derecho domi-
nante la coexistencia de otros ordenamientos jurídicos no es más que intentar evitar,
por la vía de su negación, el problema de la colisión de Derechos -y, en gran medi-
da, de modelos culturales-, cuestión que rebasa el ámbito jurídico para convertirse
en último término en un problema de voluntad política, un problema de poder.
3. EL ESTADO DE DERECH O
Aunque cuenta ya con casi dos siglos de vida, el término Estado de Derecho ado-
lece más que cualquier otro concepto político de una profunda imprecisión 9 • Como
la misma expresión revela, tal noción hace referencia a una determinada manera de
entender las relaciones entre el Derecho y el Estado. Sin embargo, como en tantas
otras cosas es preciso hacer una diferenciación entre lo que es desde su origen «la
idea» de Estado de Derecho y lo que ha sido y viene siendo su concreta materializa-
ción en la realidad histórico-política.
La noción de Estado de Derecho encuentra sus antecedentes más remotos en la
época antigua, y concretamente en todas aquellas doctrinas filosóficas griegas que
defendían el gobierno de las leyes como forma de impedir el despotismo y la arbi-
trariedad del gobierno de los hombres. Desde aquellos tiempos lejanos, la pretensión
de establecer una serie de límites jurídicos a la acción del poder político ha sido una
9 Lo único que hoy parece indudable es que se ha convertido en una etiqueta de prestigio de amplia
difusión en el lenguaje político, utilizada especialmente con la finalidad de desacreditar aquellos sistemas
políticos que no reúnen los requisitos canónicos para ser aceptados en el democrático concierto interna-
cional. Pero, como veremos, el término Estado de Derecho no es en ningún caso identificable con la forma
democrática de gobierno.
47
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
48
Josu Cristóbal De Gregono
- Es el caso, en primer lugar, del ideal democrático, que se trad uce en el esta-
blecimiento del sufragio universal -ausente como hemos visto en el Estado
liberal- y que se ha convertido en un requisito fundamental, hasta el punto que
hoy se tiende a confundir en el lenguaje coloquial -y no tan coloquial- la
forma democrática de gobierno con el modelo de Estado de Derecho.
10
No convien e olvidar, no obstan te, que en la práctica una gran cantidad de ciud adanos qued.:iban
excluidos de su parti cipac ión en la voluntad popular, mediante el recurso al sufragio cen sitario.
11
Articul o 1.1 de la Constitución español a· «España se constituve en un Estado soci al y democrático
de Derech o, que propu gna como valores super;ores de su ordenamiento jurídico la libertad, la ju sti cia, la
igua ldad y el plural ismo políti co».
49
INTROD UCCIÓN A lA TEORÍA DEl DERECHO
12 Nuestra Constitución los define, en el capítulo 111 del Título 1, como •Prin cipios rectores de la Polí-
que él mismo denomina modelo garantista de Estado constitucional de Derecho, concebido como un sis-
tema de límites y vínculos impuestos al poder y a la misma democracia política en garantía de todos los
derechos funda mentales, y no sólo de los clásicos derechos de libertad.
5
Josu Cristóbal De Gregorio
14
En italiano, pervasiva, invadente. El término es de Riccardo Guastini.
51
INTRODUCCIÓN A LA TEORIA OH DERECHO
Referencias bibliográficas
BARRERE, M. A., (y otros), Lecciones de Teoría del Derecho, Ed. Tirant lo Blanch , Valencia,
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ría del Derecho, UNED, Madrid, 201 O.
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nos», en MARCOS DEL CANO, A.M. (Coord.), Derechos humanos y trabajo social, Ed. Uni-
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HELLER, H., Teoría del Estado, FCE, México, 1985.
FERRAJOLI, L., Derechos y garantías. La ley del más débil, Ed. Trotta, Madrid, 2001.
Ejercicios de autoevaluación
1. Para los autores de la Escolástica medieval ¿cuál era el auténtico orden jurídico y de
dónde procedía?
2. ¿Cuáles son las dos nociones fundamentales que sirvieron para construir el relato jurí-
dico-político moderno?
3. ¿Qué se quiere decir al afirmar que el contrato social es una ficción?
4. ¿En qué dos cuestiones podemos dividir el problema de la creación estatal del Dere-
cho?
5. ¿Cómo define nuestra Constitución, en su artícu lo 1.1, al modelo organizativo del
Estado español?
6. ¿Cuál es el núcleo fundamental del concepto de Estado de Derecho? a) El someti-
miento de la actividad del poder político al control jurídico; b) El reconocimiento del
sufragio universal; c) La efectiva garantía de los derechos sociales, económicos y cul-
turales.
7. ¿Cuáles son los caracteres definitorios del Estado libera l de Derecho?
8. ¿Cree que el Derecho ha sido en algún momento, o es en la actualidad, una realidad
independiente del poder? Razone la respuesta.
9. ¿Cuáles son los rasgos fundamentales que diferencian al Estado constitucional del
Estado legislativo de Derecho?
52
TEMA 3.
Derecho y otros órdenes normativos
Ana Ma ría Ma rcos del Cano
En este tema vamos a ver cómo todos los se res humanos se man ifiestan y se compor-
tan en dos dimensiones diferentes que se encuentran consustancial e inseparab leme nte
presentes en todos ellos: la dimens ión ind ividual y la dimensión social.
Y anal izaremos cómo todas las conductas humanas, en ambas d imensiones, están regidas
por normas que son diferentes, dependiendo, en cada caso, de la naturaleza de los actos
regulados. Y mostraremos las coinc idencias y diferencias entre los diferentes tipos de con-
ducta y las normas que las regu lan.
Se pretende transm itir un mensaje central en la comprensión del Derecho y es su coexis-
tencia en el grupo social con otros órdenes normativos, partiendo desde la misma estruc-
tu ra mo ral y social de la persona.
Sumario
1. Derecho y moral
1.1. ¿Qué es una norma?
1.2. El individuo como ser moral.
1.3. Diferencias y similitudes entre normas morales y jurídicas
2. Derecho y reglas de trato social.
53
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
1. DERECHO Y MORAL
54
Ana María Marcos del Ca no
Antes de entrar en las relaciones entre las distintas normas (morales, jurídicas y usos
sociales), es necesario pararse en aborda r la dimensión moral del ser humano. Evi-
dentemente hay que dejar claro que la moral no es una realidad unitaria o indiferen-
ciada, sino que se puede hablar de distintas áreas dentro de la moral , a saber, moral
de la conciencia individual , la moral de los sistemas filosóficos y religiosos y la moral
social. A nosotros nos interesa sobre todo en este epígrafe la dimensión moral de la
persona. Antes de entrar en lo que es propiamente esta conciencia moral, habría que
diferenciar aquí dos conceptos que en muchas ocasiones aparecen confusos:
55
INTRODUCCION A LA TEORÍA DEL DERECHO
• Moral en el sentido de actitud básica que indica fuerza, impulso, ánimo vital.
Así se dice de una persona que tiene mucha moral, lo que significa que tiene
coraje y valentía para afrontar la vida y las situaciones que implique. O bien de
alguien que está «desmoralizado», indicando precisamente esa falta de ánimo.
Aquí este significado no conlleva ninguna connotación ética, esto es, no se es
más o menos ético por la «moral», no es inmoral por el ánimo que se tenga, sino
más bien es una situación de hecho, de estructura psicológica de la persona.
• Moral como estructura en el sentido de ajustamiento y consiguiente apropia-
ción, esto es, hacer la propia vida a través de cada uno de nuestros actos y la
inscripción de esos actos en nuestra naturaleza. En este punto, la moral existe
porque el hombre es un ser constitutivamente moral. A diferencia del animal
que existe plenamente ajustado al medio, (el suyo es un mecanismo estímulo-
respuesta), el hombre, en cambio, es «libre de» y además su propia complica-
ción hace surgir en él su inteligencia. El hombre necesita justificar sus actos.
• Moral como contenido, que sería la justificación como justicia, como ajuste a
una determinada norma ética, estaría formada por actos, hábitos, carácter que
son precisamente el objeto material de la ética y que, por lo tanto, dará lugar
a diferentes tipos de ética.
Pues bien, una vez visto que hay distintos tipos de normas y que además el hom-
bre es estructuralmente un ser moral , esto e~, que debe ajustar su conducta a una serie
56
An a María Marcos del Cano
de normas, veamos ahora la diferencia que existe entre esas normas morales y las nor-
mas jurídicas.
A efectos didácticos, podemos clasificar las normas que se dan en un grupo social
determinado en tres grupos: las normas morales, las normas jurídicas y las reglas del
trato social o usos sociales. De estas últimas hablaremos en la última pregunta, ahora
nos centraremos en las normas morales y las normas jurídicas.
La distinción entre Moral y Derecho proviene ya desde el pensamiento de Kant,
quien estableció el principio de autonomía del ser humano como la principal fuente
de la norma moral. Tanto la Moral como el Derecho quedaron configurados como
dos ámbitos diferenciados. Así, podríamos definir la norma moral como aquella que
emana de la propia voluntad de la persona (es autónoma) y cuya única sanción, en
caso de incumplimiento, vendría impuesta por su propia conciencia. En cambio, la
norma jurídica se caracterizaría por ser heterónoma, es decir, emana de la voluntad
de otro, en este caso, el Estado como legislador general, y, en ella la sanción consis-
tiría en la pena asociada legalmente a ese incumplimiento. A conti nuación expon-
dremos los caracteres más significativos de ambas a efectos de su distinción.
Las características básicas de las normas jurídicas se pueden cifrar en las siguientes:
Por lo que se refiere a las características básicas de las normas morales se pueden
cifrar en las siguientes:
57
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Los caracteres de las normas morales y j urídicas difieren como acabamos de ver por-
que en realidad corresponden a distintos ámbitos del actuar humano. Así la moral se
refiere a la interioridad, a hallar la paz interior, la felicidad , el sentido de la vida propio
en su fuero interno y su campo queda delimitado en la espera de la intimidad. Mientras
que las normas jurídicas buscan precisamente la paz exterior, esto es, la convivencia
pacífica en el grupo social, la resolución de conflictos, marcando lo que debe hacerse.
Como venimos desarrollando esta lección , además de las normas morales y de las
normas jurídicas existen otro tipo de normas, que, siendo de carácter social (pertene-
ciendo al ámbito de la sociabilidad) son d iferentes del Derecho.
En efecto, si nos fijamos atentamente en las reglas de conducta que practicamos habi-
tualmente en el ejercicio de la convivencia social, observaremos que existen determina-
das reglas de conducta que no podemos identificarlas con el Derecho, pues presentan
algunos caracteres que las diferencian: Son los llamados Usos Sociales o Reglas de Trato
social. Con independencia del debate existente sobre si son o no verdaderas normas de
la conducta humana, diferentes de la Moral y el Derecho, diremos que se trata de «pau-
tas de conducta que nos indican el comportamiento que hemos de observar en el ejer-
cicio de la convivencia con los miembros del grupo social al que pertenecemos».
Es incuestionable que existen modelos o pautas de conducta que se nos imponen
y practicamos continuamente: saludamos a las personas conocidas, nos comportamos
en la mesa con unos modales determinados, vestimos de una cierta manera según los
lugares donde vayamos, hacemos regalos a quien cumple los años, cedemos el asien-
to a las personas débiles en el transporte público, damos el pésame al que ha sufrido
la pérdida de un familiar, felicitamos al que ha obtenido un premio ... Todas estas son
conductas, cuya regulación pertenece al ámbito de las Reglas de Trato social.
Los usos sociales presentan unos caracteres distintivos que los tipifican claramente.
Dichos caracteres no servirán para analizar las semejanzas y las diferencias existentes
58
Ana María Marcos del Cano
entre ellos y las normas jurídicas. Sigu iendo a RECASE s S1cHES y a FERNÁNDEZ GAUANO
los caracteres que identifican y tipifican las reglas de trato social son los siguientes:
59
INTRODUCCIÓN A LA TEORIA DEL DERECHO
exclusivamente por los jóvenes; hay usos sociales practicados sólo por los
actores, otros usos que se refieren a la indumentaria que debe utilizarse para
asistir a la ópera, algunos se tipifican en las recepciones de los Jefes de Estado,
otro se manifiestan en los diferentes protocolos de comportamiento. Hay usos
locales, regionales, nacionales o internacionales. Pero algunos están tan arrai-
gados en todas las sociedades que llegan a tener rango de usos universales,
como es el caso del saludo, por ejemplo, que se practica en todos los países y
lugares del mundo, aunque se reali cen de diferentes formas.
- Diferente grado de presión: Cuando se produce una infracción de las reglas de
trato social se establecen determinadas sanciones, que consiste generalmente
en la descalificación social del infractor, el rechazo o pérdida de estimación de
los demás. Estas sanciones no vienen establecidas en la norma, son indetermi-
nadas y las impone el grupo, con frecuencia de forma espontánea, improvisa-
da e imprevisible en cuanto a su grado, a diferencia de lo que sucede en la
infracción de una norma jurídica cuya s sanciones vienes taxativamente deter-
minadas en las normas y las sanciones son impuestas por los operadores jurí-
dicos, encargados de aplicar las normas jurídicas.
60
Ana María Marcos del Cano
Si desea ampliar profundizar o contrastar las explicaciones de este tema puede encon-
trar ayuda en:
ARA PINILLA, l. Teoría del Derecho, 2ª ed ic. Ediciones JB, Madrid 2005
ARANGUREN, J.L. , Ética, Alianza Editorial, Madrid, 1979.
DE LuCAS, J., (coord.), Introducción a la teoría del Derecho, Valen cia, Tiran! lo Blanch,
1997, pp. 43-68.
FERNÁNDEZ-GALIANO, A. Derecho Natural. Introducción Filosófica al Derecho, Editorial
CEURA, Madrid, 1986.
MARTÍNEZ MORÁN, N. y DE CASTRO CID, B. (Coords.), Diecisiete lecciones de Teoría del
Derecho, Editorial Universitas, M adrid, 2011.
PÉREZ LuÑo, A, Teoría del Derecho. Una concepción de la Experiencia jurídica, Editorial
Ternos, 8ª edic. , Madrid 2009.
PRIETO SANCHÍS, L. Y OTROS, Lecciones de Teoría del Derecho, McGraw-Hill, Madrid, 1997.
RECASENS S1cHES, L. Introducción al Estudio del Derecho, Editorial Porrúa, México 1981.
SORIANO, R. Compendio de Teoría General del Derecho, Editorial Ariel, Barcelona 1986.
Ejercicios de autoevaluación
61
TEMA 4.
Derecho y Sociedad
Ana María Marcos del Cano
Objetivo general
En esta lección, vamos a abordar el Derecho desde una visión global izadora sin la que
su análisis quedaría incompleto: cuá les son las funciones que desempeña el Derecho den-
tro de la realidad social y la interacción entre Derecho y Sociedad . Pretendemos, analizar
su eficacia en el seno de la sociedad . Esta eficacia social se corroborará comprobando si
cumple con las funciones que, en última instancia, tiene atribuido el Derecho. Éste será
eficaz cuando logra que se realicen los objetivos que persigue y eso se consigue en la
mayoría de los casos, a través del efecti vo cump limiento de las normas por parte de sus
destinatarios y el alcance de las func iones que tiene atribuidas.
Sumario
63
Ir-. TRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL Ü ERKHO
Resumen
64
Ana Ma ría Ma rcos de l Ca no
65
I NTRODUCCIÓN A LA TEOR ÍA DEL DERECH O
El Derecho no es algo aislado que func ione de un modo interno, sino que es una
parte de la totalidad social compuesta en dinámica interacción con otros factores
sociales, históricos, culturales, políticos, económicos, etc. El Derecho es un orden
regulador de la convivencia social, da estructura al grupo para que la vida social no
sea un caos, para que se realice de un modo pacífico. Pensemos en cómo eran las
comunidades primitivas donde no había normas y los hombres se atacaban unos a
otros dejándose llevar por su instinto natu ralmente agresivo («el hombre es un lobo
para el hombre», dijo Hobbes, tomando este aforismo del mundo clásico), situación
a la que puso fin la aparición del Derecho. Este ha_ supuesto a lo largo de la historia
un factor civilizador y cultural de singular importancia. Gracias al Derecho las rela-
ciones entre los hombres han ido perdiendo agresividad; se ha perdido la visión de
que triunfa siempre el fuerte sobre el débi l, sustituyéndola por un sistema en el que
el imperio de lo jurídico ha hecho posibl e que el débil pueda enfrentarse al fuerte
mediante la razón del Derecho. Se han introducido en la sociedad elementos éticos
de gran importancia en las relaciones intersubjetivas, como la dignidad humana, el
valor de la vida, la libertad en todas sus manifestaciones. Nuestra cultura se basa pre-
cisamente en uno de sus pilares más importantes en el Derecho romano, conjunta-
mente con el cristianismo y la filosofía griega.
Y es que el Derecho posibilita la creaci ón de las estructuras y de los medios para
que se pueda dar una vida auténticamente humana en sociedad. Imaginemos por
ejemplo a Robison Crusoe, un hombre aislado, apenas puede desarrollar su persona-
lidad. Por eso, el ser humano siempre ha adoptado una forma de vida colectiva, es
un ser social por naturaleza que necesita de los otros y de una convivencia pacífica
para vivir auténticamente. Y el Derecho es la condición de posibilidad para que eso
se dé y cada cual dé sus frutos. De hecho, el Derecho juega un papel importante en
la promoción de determinados cambios sociales (por ejemplo, sistema educativo, sis-
tema tributario, sistema social , etc.).
Así la sociedad es inconcebible sin el Derecho que es el que determina lo que
cada uno puede hacer y lo que debe tolerar que hagan los demás, el que establece
las normas de conducta que deben regir las relaciones entre los distintos miembros.
De este modo, el Derecho se presenta como un factor indispensable para la realiza-
ción de la forma más plena de vivir en sociedad y su influencia es esencial en la con-
figuración de las relaciones sociales.
La estrecha conexión que existe entre el Derecho y los factores sociales hace que
esa influencia mutua provoque cambios en el Derecho, tanto en su creación como en
su aplicación. Si hay algo cambiante es la sociedad humana que, continuamente,
modifica sus formas de comportamiento de los miembros que las integran, con la
66
Ana María Marcos del Cano
En este epígrafe veremos más conc retamente cómo actúa el Derecho en la socie-
dad, esto es, las funciones que desempeña. No es este el ámbito para adentrarnos en
la polémica definición de lo que entendemos por función. Para nuestro propósito,
función comprendería las consecuencias de orden social que proyectan la existencia
y el funcionamiento del Derecho vigente en un grupo determinado.
Las funciones son varias y todas ellas interconectadas entre sí. Las distinciones que
se realizan a continuación son más bi en de tipo didáctico, porque en la realidad se
solapan unas y otras.
Según la mayoría de la doctrina se puede afirmar que las funciones del Derecho
son las siguientes:
67
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
68
Ana María Marcos del Cano
En todo este proceso operan muchos y variados hechos sociales. Todos actúan
sobre la mente y la voluntad de quiénes hacen el Derecho, en sentido amplio: legis-
ladores, funcionarios administrativos y jueces.
Esta función constituye una consec uencia lógica de la función anterior. A tra-
vés de la orientación de los comportamientos de los individuos se logra el control
del grupo social: cualquier sistem a normativo, que pretende la orientación de las
conductas de los individuos, ejerce una función de control social. Esta función
consiste básicamente en la orientación del comportamiento de los individuos, con
la finalidad de lograr y mantener la cohesió n de un grupo social. Esto lo corrobo-
ra el hecho de que las normas han sido uno de los medios de control social con
mayor protagonismo en la histori a de los procesos de organización de los dife-
rentes grupos. Si, además, esas norm as presentan un carácter coactivo, como las
jurídicas, esa función se acentúa. Así, la mayoría de los autores coinciden en afir-
mar que la función de control social es la más importante que tiene atribuida el
Derecho.
Los medios a través de los que ejerce esa función el Derecho son variados. Entre
el los, Fariñas señala las siguientes técnicas:
69
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Esta función parte de la constatación de que las relaciones sociales son confl icti-
vas. La convivencia social lleva consigo una interacción, cuya estructura lejos de ser
armónica es conflictual y ello es así porque la vida social está caracterizada por exi-
gencias de comportamiento antagónicas entre sí.
Y es que como afirr{ia Recasens, cada persona y cada grupo tiene una multitud de
deseos que satisfacer y, frecuentemente, entran en conflicto entre ellos. En principio,
no hay más que dos procedimientos para zanjar los conflictos: o bien por la fuerza,
o bien por medio de una regulación objeti va, la cual sea obedecida por las dos par-
tes en conflicto. Este último es el camino adoptado por las normas jurídicas con el fin
de evitar que la fuerza sea la que decida tales conflictos.
Hasta ahora se venía viendo esta funci ón del Derecho como de «resolución de
conflictos», sobre todo por la influencia de la visión anglosajona del Derecho, como
resolución judicial. Sin embargo, en los países pertenecientes al Derecho continen-
tal, como es nuestro caso, esta función no es atribuida exclusivamente al juez, sino
que ya en la fase legislativa se abordan los conflictos porque precisamente el Dere-
cho surge como mecanismo para resolverl os. Así, el conflicto se puede considerar
también en su aspecto positivo como un estímulo para el desarrollo de nuevas ideas
y, por consiguiente, nuevas normas. No podemos olvidar que todo cambio, en todos
los ámbitos, también en el jurídico, ha surgido de un conflicto.
70
Ana Ma ría Marcos del Cano
Esta función, por lo tanto, va más allá o más acá, depende desde donde nos situe-
mos, en el sentido de que no se trata de resolver, como dice Ferrari, sino de «tratar»
esos conflictos. Eso es lo que hace que se denomine a esta función de tratamiento de
los conflictos declarados. Y es que la tarea del orden jurídico en este sentido no acaba
nunca, muy al contrario, está siempre en curso de reelaboración. Es así, porque los
intereses no reconocidos o no protegidos, siguen ejerciendo su presión para obtener
mañana el reconocimiento que ayer no consiguieron.
Además, hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones el mismo derecho
crea los conflictos. Es lo que Ferrari denomina la capacidad disgregadora del Dere-
cho. Si como hemos dicho la misma legislación puede ser impulsora de transforma-
ciones sociales y económicas, estos mismos cambios pueden originar conflictos. E
incluso, la misma resolución judicial, puede verse como productora de los mismos,
no sólo porque puede ser recurrida ante otras instancias judiciales, sino porque la
situación que ha creado no es más que un cambio de situación, susceptible de crear
nuevos conflictos. Según la visión sociológica, toda decisLón, parcial o final que se
asuma en el curso de la interacción, no es otra cosa que un acontecimiento que con-
tribuye a producir otros y, por tanto, no es, ni aún teóricamente, un hecho resolutivo
sino sencillamente un "cambio de la situación "».
Las fun ciones analizadas hasta ahora se puede decir que son las más importantes
que realiza el Derecho. Sin embargo, no agotan todas las posibilidades del Derecho.
71
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Así, Ferrari incluye otras muchas como funciones secundarias, a saber, función dis-
tributiva, función organizativa, función integradora, educativa y promociona!. En rea-
lidad, cualquier objetivo personal que pueda lograrse a través de una norma jurídica
puede dar lugar a una función secundaria. Toda norma de Derecho es susceptible de
ser utilizada por los individuos actuantes. Todas ellas vienen a confluir en la más
general que es la de regulación de la vida social.
La función promociona! de la justicia y del bienestar de los ciudadanos implica
una posición activa del Derecho y del Estado con la intención de promover situacio-
nes más justas en la complejidad de la realidad. Según Bobbio, las dos funciones tra-
dicionales del Derecho, la protectora y la represiva, se han quedado cortas para reco-
ger todo lo que el Derecho abarca en la actualidad, con un progresivo aumento de
las normas de organización y un Estado que, sobre todo en aspectos sociales, es cada
vez más intervencionista. Responde, pues a un modelo de Estado finalista cuyas pre-
tensiones no se limitan, como afirma Ara, a mantener pacíficamente el statu quo, asu-
miendo el objetivo de modificarlo para hacerlo más satisfactorio. En él el individuo
no se ve únicamente compelido a actuar de un modo determinado para evitar la
imposición de castigos, etc., sino que además resulta estimulado a la realización de
determinados comportamientos a través de toda una serie de alicientes o compensa-
ciones, por ejemplo, la desgravación fisca l que acompaña a la compra de la primera
vivienda, o en esta época de crisis económica las distintas medidas para incentivar el
consumo, o las ayudas para las empresas que contraten a personas con discapacidad,
para lograr la integración de este colectivo en riesgo de exclusión social, etc.
En esta función hay que distinguir las técnicas promociona/es (incentivos, pre-
mios, etc.), anteriormente vistos, con los fines que se pretenden promocionar. Y den-
tro de estos fines, cabría destacar: fines generales o estados de cosas, de valores que
sean considerados buenos en sí mismo por el Derecho, bien por razones de utilidad,
bien por razones de principio. Esta función promociona! de la justicia por parte del
Derecho quiere poner de manifiesto la otra cara, más amable, de la sanción y de la
represión con la que muchas veces se identifica el Derecho. Éste ya no sólo actúa ante
conductas o hechos ilícitos, sino que activa su «maquinaria» ante actos valorables
positivamente. Es aquí donde se afirma que el Derecho puede configurar las condi-
ciones de vida. El Derecho puede activar al grupo, puede proponer metas para el futu-
ro, etc.
72
Ana Mdría Marcos del Cano
Referencias bibliográficas
Si desea ampliar, profundiza r o contrastar la exp li cación de esta lección, puede encon-
trar ayuda en:
ARA P1 NILLA, l. Teoría del Derecho, Madrid, Taller Ediciones JB, 1996, pp. 479-492.
BOBBIO, N., «La fu nz ione promociónale de l d iritto rivisitata», Sociología del Diritto, 1984,
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DE CASTRO CID, B./ MARTÍNEZ MORÁN, N., Diecisiete lecciones de Teoría del Derecho,
Madrid, Editori al Universitas, 2011.
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RECASENS SICHES, L., Introducción al estudio del Derecho, México, Porrú a, 1990.
REHBINDER, M., Sociología del Derecho, Madrid, Pirámide, 1981.
73
UNIDAD DIDACTICA 11
ANÁLISIS ESTRUCTURAL DEL DERECHO
Una vez que se han analizado en la Unidad Didáctica 1 los aspectos básicos del Dere-
cho, así como sus relaciones, similitudes y diferencias con otros factores que conforman y
configuran la vida en sociedad, el contenido de esta segunda Unidad Didáctica se destina
al examen de los elementos que consti tuyen el contenido del sistema jurídico, singular-
mente las normas jurídicas, pero también otros elementos presentes en los ordenamientos
jurídicos como es el caso de los derechos subjetivos y de los deberes jurídicos. Junto a
ellos y como parte de los mecanismos de integración del sistema jurídico, se procede a
exponer el modo y los elementos que consiguen la integración de los complejos y nume-
rosos conjuntos de normas jurídicas, en un todo ordenado, que permita un conocimiento
adecuado del Derecho aplicable, defin iendo los conceptos de Ordenamiento y Sistema
Jurídicos. Culmina esta Unidad, analizando el proceso de apl icación del Derecho y su
relación con la creación del mismo, así como la interpretación del Derecho, y su necesa-
ria presencia en los ordenamientos jurídicos actuales.
75
TEMA 5.
Derecho objetivo, derecho subjetivo y deber
jurídico
Mercedes Cómez Adanero
Objetivos
En este tema se exponen los conceptos de «Derecho objetivo», «de recho subjetivo» y
«deber jurídico» que son tres categorías fundamentales para la explicación científica del
Derecho. Para aproximarnos a sus respectivos conceptos se procederá a determinar sus
características, con ten ido, sus diversas mani festaciones y la relación q ue guardan entre sí.
Sumario
77
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
Este tema se ocupa de los conceptos de Derecho objetivo, derecho subjetivo y deber
jurídico. El Derecho objetivo es el conjunto de normas que constituyen un sistema jurídi-
co, en este tema nos ocuparemos de su concepto, jerarquía y de los sujetos creadores del
Derecho. Al abordar el concepto de derecho subjetivo, como un concepto diferenciado
respecto del derecho objetivo o lo que es lo mismo, de las normas jurídicas, se señala su
importancia jurídica en base a su condición de otorgar facultades o poderes que los suje-
tos de derecho hacen valer en sus relaciones jurídicas. El concepto de derecho subjetivo
depende de la determinación de su fundamento, lo que nos permite determinar posterior-
mente los diferentes tipos de derecho subjetivo en relación con los elementos que lo con-
figuran y su contenido. Por lo que se refiere al deber jurídico se parte de una propuesta
conceptual y se concluye exponiendo su relación con el derecho subjetivo, de radical
importancia dado el efecto restrictivo de las normas que establecen deberes jurídicos en
las posibilidades de actuar lícitamente de los sujetos.
1. EL DERECHO OBJETIVO
78
Mercedes Gómez Adanero
Para determinar quiénes son los sujetos sociales que pueden crear Derecho en un
determinado sistema normativo en la actualidad, en nuestro caso el sistema jurídico
Español, hay que tener en cuenta, como ya se ha dicho, que los gobiernos y los par-
lamentos estatales no tienen en exclusiva la potestad para crear Derecho. Los siste-
mas jurídicos actuales no se corresponden con el ordenamiento jurídico estatal ya
que incorporan normas de origen extraestatal que son reconocidas por las normas
estatales como parte de su ordenamiento jurídico, como son la costumbre, los prin-
cipios generales del Derecho, o la doctrina de los juristas. O normas procedentes de
Parlamentos autonómicos, o de entidades locales, como sucede en el caso Español.
Así como normas emanadas de los diferentes órganos de las Administraciones Públi-
cas. En este sentido el artículo 1º, párrafo 1 del Código Civil español determina que:
«Las fuentes del Derecho español son la ley, la costumbre y los principios generales
del Derecho». Nuestro código civil utiliza el término clásico de fuente del Derecho
para denominar a las diferentes formas de manifestación de las normas jurídicas.
Como puede apreciarse atribuye la primacía normativa a la ley, lo que se correspon-
de con el modelo estatalista en el que surge la codificación, pero reconoce a otras ins-
tancias sociales la competencia para crear normas jurídicas.
Por otra parte, debemos tener en cuenta la presencia en los sistemas jurídicos de
normas interestatales como es el caso de las normas establecidas por organizaciones
o instituciones internacionales a las que el Estado autoriza mediante la celebración
de tratados al ejercicio de la competencia normadora, tal y como se regula en el cita-
do artículo 1 º, en su párrafo 5°, cuando dice que: «las normas jurídicas contenidas en
los tratados internacionales no serán de aplicación directa en España en tanto no
hayan pasado a formar parte del ordenami ento interno mediante su publicación ínte-
gra en el «Boletín Oficial del Estad o».
Además, hay que tomar en con sideración otro tipo de normas que pasan a formar
parte del acervo jurídico de nuestro si stema, las normas supraestatales que provienen
de entidades supranacionales como es el caso de la Unión Europea, cuyas normas per-
tenecen simultán eamente al ordenam iento comunitario y al Derecho interno de los
Estados miembros. En consecuencia la Comisión Europea, el Consejo de Europa y el
Parlamento Europeo son sujetos creadores de Derecho con el mismo rango, o incluso
superior, que los gobiernos y los parlamentos nacionales de los Estados miembros.
79
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
1.2.2. La costumbre
80
Mercedes Gómez Adanero
rada costumbre jurídica, y en este sentido nuestro ordenamiento requiere que la cos-
tumbre no constituir una práctica contraria a la moral y al orden público, y que esté
destinada a regular de forma demostrable una materia objeto de regulación jurídica,
como los contratos o negocios jurídicos. Además es exigible que pueda constatarse
que aquellos que vienen aplicando la costumbre en estas materias la tienen por ley.
1.2.4. La Jurisprudencia
81
INTROD UCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Las normas de Derecho Europeo, tiene una diversa intensión y extensión en lo que
se refiere a su aplicación a los distintos destinatarios de las mismas. Brevemente se
exponen a continuación cuales son las formas de manifestación de las normas euro-
peas, quienes son sus destir:iatarios y cómo es la forma en que se aplican.
Los Tratados Constitutivos de la Unión Europea , en tanto que pueden ser consi-
derados como la Constitución de la UE, tienen efecto directo sobre todos los ciuda-
danos de los Estados miembros.
Los Reglamentos, equivalentes a las leyes de los estados nacionales, emanan del
poder legislativo de la UE y son de aplicación directa en todos los Estados miembros.
Las Decisiones, son vinculantes como los Reglamentos, pero sus destinatarios,
pueden ser uno o varios Estados, o bien in stituciones o personas físicas.
Las Directivas obligan a los Estados miembros a legislar en el sentido determina-
dos en la Directiva. Si un Estado no cump le con su obligación de crear una norma
interna, se le aplicará de forma directa la D irectiva en el plazo previsto por la misma.
2. EL DERECHO SUBJETIVO
82
Mercedes Gómez Adane ro
Por otra parte su importancia jurídica se incrementa debido a que no solo juega
un papel fundamental en el ámbito del Derecho privado sino que también tienen una
gran relevancia en el ámbito del Derecho público, así sucede por ejemplo con res-
pecto al Derecho penal o al Derecho administrativo, y sobre todo en lo que se refie-
re al Derecho político y constitucional, ya que los denominados derechos humanos
o fundamentales, son derechos subjetivos.
83
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
2.3. 7. 7. El ejercicio del derecho: el ejercicio del derecho es una finalidad básica
de todo derecho subjetivo. Por su mediación el sujeto puede usar o no usar su dere-
cho, pero en todo caso significa que el titular de un derecho puede ejercitarlo. Así,
el acreedor puede exigir o no exigir el pago de la deuda. Pero su derecho a exigirlo
le faculta para ello. El ejercicio del derecho no debe confundirse con la condición de
renunciable o irrenunciable del mismo; así, por ejemplo, el inquilino no puede
renunciar a su derecho al tanteo incluyendo cláusulas de renuncia en el contrato de
alquiler, sin embargo una vez cumplida la obligación del arrendador de ofrecerle la
compra del piso en las condiciones de venta, el arrendatario podrá o no hacer uso de
su derecho al tanteo, comprando o no la vi vienda que tiene en alquiler. En ocasio-
84
Mercedes Gómez Addnero
nes, cuando un derecho no se ejercita se pierde, tal es el caso de la pérdida del dere-
cho de propiedad, cuando un poseedor de buena fe cumple los plazos legales de
posesión, y adquiere la cosa por prescripción.
2.4.2. Tipos de derecho subjetivo en relación con las facultades que otorga al
titular: Si se atiende a las facultades que el derecho subjetivo otorga al titular, se
85
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
puede distinguir entre derechos subjetivos simples y complejos. Son derechos subje-
tivos simples los que se agotan con la realización de una conducta, o con una pres-
tación determinada. Ejemplos de derecho simple son el que tiene el vendedor a que
el comprador le pague el precio, o el que tiene el heredero forzoso a recibir su parte
de la legítima en una herencia. El ejemplo típico de derecho complejo es el derecho
de propiedad, ya que confiere a su titular una gran cantidad de facultades, como el
uso, la transmisión, el arriendo, la donación, etc. ...
2.4.4. Tipos de derecho subjetivo con re lación a los bienes o valores que pro-
tege: Atendiendo a los bienes o valores protegidos se distingue entre derechos fun-
damentales y no fundamentales u ordinarios. La especificidad de los derechos fun-
damentales frente a los ordinarios viene determinada por la especial protección de
que estos gozan. Así en nuestro ordenami ento jurídico, además de la derivada de
su inclusión en el texto constitucional, estos derechos tienen un medio de protec-
ción especial mediante el denominado recurso de amparo ante el Tribunal Consti-
tucional.
86
Mercedes Gómez Adanero
87
INTRODUCCI ÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
88
Mercedes Gómez Adanero
Referencias bibliográficas
CODIGO CIVIL
DE LUCAS, J. (Coordinador): «Introducción a /a teoría del derecho». Ed. Tirant lo Blanch,
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ROBLES MORCHÓN, G.: «Socio logía del Derecho». Madrid, 1993. Ed. Civitas.
SEGURA ORTEGA, M.: «Teoría del Derecho». Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid,
2008.
VV.AA, Introducción a la Teoría del Derecho, Madrid, UNED, 2010 .
Ejercicios de autoevaluación
89
TEMA 6.
Teoría de la norma jurídica
Mª Eugenia Cayo Santa Cecilia
Objetivo general
Sumario
Resumen
91
I NTRODUCCIÓN A LA T EORÍA DEL DERECHO
92
Mª Eugenia Gayo Santa Cecilia
que han dado diferentes respuestas, lo que les ha llevado a definir la norma también
de distinta forma.
La mayoría de los autores y doctrinas imperativistas 1 definen a las normas jurídi-
cas como una orden, mandato o imperativo, que proceden de una autoridad legítima
e institu cio nalizada 2 y, por tanto, vinculan tanto a quién lo emite como a aquellos a
los que se dirige, porque dicho mandato o imperativo va acompañado, normalmen-
te, de una amenaza de daño o sanción en caso de incumplimiento. El principal pro-
blema que surge co n estas concepciones es que no permitirían considerar como nor-
mas jurídi cas a much as de las existen tes en los ordenamientos jurídicos actuales, por
no concurrir en ellas el requisito de la sanción. Además también hemos de tener en
cuenta que el Derecho no es únicamente sancionador y, por ello, muchas de las nor-
mas jurídicas que lo integran no prevén amenaza o sanción alguna (por ejemp lo, las
normas que confieren potestades o derechos, las que establecen los criterios de inter-
pretación de las normas, etc.). Y precisamente, ante la evidencia de que en los orde-
namientos jurídicos existe una multiplicidad de normas que cumplen funciones diver-
sas, algún autor ha señalado que es la unión de las normas primarias 3 y las normas
secundarias 4 la que origina el ordenam iento jurídico, y que, por tanto, todas las nor-
mas que forman parte del él serán auténticas normas jurídicas, incluyendo así a las
que imponen o prohíban conductas y también a las procedimentales, interpretativas,
de organización, etc.; es decir, en el ordenamiento jurídico coexisten normas que tie-
nen una naturaleza imperativa como otras que no la tienen.
En contraposición a lo que acabamos de indicar, las doctrinas antiimperativistas 5 ,
se centran principalmente en aspectos fo rmales para evitar hacer referencia a la impe-
ratividad de las normas. Cabe destacar fundamentalmente la construcción teórica ela-
borada por Kelsen quién considera que las normas jurídicas son la expresión de un
deber-ser y pretenden regular las conductas humanas a través de unos juicios hipoté-
' Entre los más destacados defensores de las tesis imperativistas estarían Austin (e l imperativista más
radical) y Olivecrona.
2 La norma ha de proceder de una autoridad competente pues sólo así resulta posible diferenciar las
auténticas normas jurídicas de las meras órdenes emanadas de un asaltante que nos co nmina a entregarle
nuestros objetos de valor, amenazándonos con infligirnos un daño.
3 Son normas primarias las que exigen determ inados comportamientos, es decir, las normas de con-
ducta dirigidas a los ciudadanos que imponen deberes, por ejemplo lo dispuesto en el artículo 195, 1 del
Código Penal que señala que «El que no socorriere a una persona que se halle desamparada y en peligro
manifiesto y grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de terceros, será castigado con la pena de
multa de tres a doce meses».
4
Las normas secunda rias atribuyen potestades o derechos y sirven para crea r, modificar o extinguir
las normas primarias. Por ejemplo, las normas que autorizan la realización de distintos tipos de testamen-
to, o la norma que au toriza al juez a declarar nu lo un acto, etc.
5 Bajo esta denominación se encuadran diferentes teorías, principalmente la Teoría de la norma como
juicio hipotético (doctrina elaborada por H. Kelsen), la Teoría de la norma como regla técnica y la Teoría
de la norma como juicio de valor, entre otras, que tienen en común el rechazo a considerar a la imperati-
v idad como rasgo único de las normas jurídicas.
93
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
ticos que establecen una conex1on entre un hecho (una conducta que actúa como
condición o hipótesis) y una determinada consecuencia 6 • La vinculación entre ambos
elementos (hecho-consecuencia) se basa en el principio de imputación, en virtud del
cual el creador de la norma establece que a la realización del hecho debe de atribu-
írsele esa determinada consecuencia y no otra.7 En definitiva, según esta doctrina
serán normas jurídicas todas aquellas que respondan a esta estructura formal -que más
adelante analizaremos- eludiendo la cuestión de si son mandatos, imperativos, etc.
Por tanto, los partidarios de las tesis imperativistas generalmente elaboran un con-
cepto de norma en el que estará necesariamente presente la idea de «mandato», al
considerar que las normas jurídicas actúan como instrumentos imperativos que sirven
para dirigir la conducta humana hacia unos fines determinados y concretos, como por
ejemplo, mantener el orden social, evitar los conflictos, etc. Por el contrario, desde el
punto de vista antimperativista, se considera al Derecho como un medio para la rea-
lización de fines diversos que puede y debe utilizar los diferentes tipos de normas que
lo conforman y no únicamente las de naturaleza imperativa8 .
Actualmente numerosos autores defienden que el rasgo que permite diferenciar a las
normas jurídicas de otros tipos normativos (normas morales, reglas sociales, etc.) es super-
tenencia a un sistema que es jurídico y que, sólo por el hecho de formar parte del orde-
namiento jurídico, adquieren el rasgo de la juridicidad que las caracteriza y distingue.
Pues bien, aunque es cierto que el carácte r de la juridicidad resulta fundamental,
sin embargo también cabe señalar otros rasgos que tradicionalmente se han estimado
como típicos de las normas jurídicas y, que pueden ser coincidentes con los caracte-
res del Derecho Objetivo, es decir, del Derecho considerado como conjunto (recuér-
dese lo señalado en el Tema 5).
Si consideramos al Derecho como orden regulador de conductas sociales para
lograr que exista una convivencia social estable y armoniosa, parece lógico consi-
lentas o que pongan en peligro la vida e integridad de los demás sujetos y, por tanto, quien incumpla ese
imperativo deberá ser sancionado. En cambio, si lo que pretendemos es que, por ejemplo, las personas con
discapacidad se integren en el mundo laboral, no parece sensato imponer a los empresarios su contrata-
ción, sino que resultará más eficaz ofrecer incentivos para lograrlo y por tanto se recurrirá a normas per-
misivas o facultativas.
94
M ª Eugenia Gayo Santa Cec ilia
derar que, únicamente podrá cumplir dicha finalidad, si las normas jurídicas afec-
tan a todos los sujetos que forman parte del grupo social. Es en este sentido en el
que se suele utilizar el término generalidad, para poner de manifiesto que las nor-
mas jurídicas se dirigen y vinculan a toda una categoría o clase de sujetos. Para
lograrlo, las normas crean una serie de tipos jurídicos 9 (comprador, vendedor,
arrendador, arrendatario, prestamista, prestatario, acreedor, deudor, etc.) estable-
ciendo, al mismo tiempo, los derechos y obligaciones que en cada momento les
corresponden , de forma que, cuando cualquier sujeto concreto realiza las conduc-
tas que caracterizan a los tipos descritos (por ejemplo, comprar o vender un obje-
to) se le aplicarán los efectos previstos en dichas normas. Con este carácter, que
hace referencia al sujeto pasivo o desti natario de la norma, la doctrina ha puesto de
manifiesto que se pretende cumpli r con uno de los fines fundamentales del Dere-
cho: el valor igualdad 7º.
Otro de los caracteres que habitualmente se atribuye a las normas jurídicas y que
hace referencia a su objeto, es el rasgo de la abstracción, que debe ser entendido en
el sentido de que las normas jurídicas contemplan o regulan determinadas categorías
o clases de conductas o acciones (matar, robar, comprar, arrendar, etc.) atribuyendo
al hecho de su realización unas determ inadas consecuencias jurídicas. De esta forma
la determinación por la norma de los efectos atribuidos a cada acto permite a todos
sus destinatarios adecuar sus comportamientos a lo previsto normativamente y, por
tanto, conocer de antemano las con secuencias que se derivarán de la transgresión de
lo estipulado, lo que, indudablemen te, contribuye a la realización de otro de los fines
del Derecho, el de la seguridad jurídica 11 •
Pues bien, si como hemos mencionado anteriormente, todas las normas jurídicas
pretenden regular las conductas o acci ones de aquellos sujetos que en cada momen-
to sean sus destinatarios, parece que con su existencia se pretenden establecer pau-
tas o «exigencias vinculantes de comportamiento»; es decir, las normas jurídicas tie-
nen un carácter normativo, ya que presc riben las actuaciones que, según correspon-
da, deben ser realizadas por los ciudadanos. Pero para poder cumplir esta función
normativa, estableciendo con carácter vinculante cuáles son las conductas jurídicas a
realizar, es necesario que las normas ju rídicas tengan «fuerza» para surtir efectos, o lo
9 Pensemos en los «tipos juríd icos» com o si fu eran disfraces: el disfraz de comprador, de cónyuge, de
vendedor, de arrendador, etc. Si tenemos en cuenta que cada disfraz Incluye una serie de derechos y obli-
gaciones, sea quien sea el sujeto que se ponga ese disfraz, tendrá esos derechos y deberes, por lo que jurí-
dicamente les afectarán las mismas normas.
'º Por tanto la afirmación «las normas nos obligan a todos» no resulta del todo correcta ya que real-
mente só lo obligan a aquellos sujetos que realizan las conductas establecidas en ellas (es decir, si yo no
realizo la acc ión de alquilar una v ivienda no quedaré obligado por las normas que regulan el arrenda-
miento); lo que sí podemos afirmar es que el Derecho como conjunto nos vincula a todos.
11
Si los sujetos conocen de antemano qué conductas están permitidas y cuáles están prohibidas
podrán actuar sabiendo las con secuencias (positivas o negativas) de sus actos.
95
I NTRODUCCIÓN A LA TEOR ÍA DEL D ERECHO
que es lo mismo, han de ser válidas (recuérdese lo dicho en los temas 1 y 5). Pues
bien, el rasgo de la validez puede analizarse desde dos perspectivas distintas:
- Desde el punto de vista formal, las normas serán válidas cuando hayan sido
elaboradas o creadas por los órganos o autoridades a los que el ordenamiento
jurídico ha atribuido la legitimidad y capacidad para ello y siguiendo los pro-
cedimientos formalmente establecidos (validez en sentido formal) 12 .
- Pero, además, como las normas jurídicas forman parte de un conjunto o siste-
ma en el que entablan relaciones lógicas con las restantes normas -como vere-
mos en el tema siguiente- desde el punto de vista material, su contenido debe
estar en consonancia con el de las normas jerárquicamente superiores que con-
tengan los principios reguladores y los valores fundamentales inspiradores del
Ordenamiento jurídico (validez en sentido material) 13 .
12
Por ejemplo, una Ley Orgánica ha de ser elaborada por el Parlamento a través el procedimiento fija-
do al efecto, mientras que si es un Bando Municipal será elaborado por el Alcalde sigu iendo el procedi-
miento que corresponda .
13 Las disposiciones contenidas en un Regl amento de Régimen Interior de un Departamento Univer-
sitario no pueden contravenir lo dispuesto en los Estatutos de la Universidad (que se apru eban mediante
Real-Decreto).
96
Mª Eugenia Gayo Santa Ceci lia
número de normas, suele ser frecuente que dichos elementos se plasmen en diversas
normas jurídicas, por lo que se hace necesario proceder a un análisis en conjunto de
todas las disposiciones para poder obtener un conocimiento completo de la corres-
pondiente regulación 14 .
14
El propio Kelsen fue consciente de esta situación y distinguió entre las denominadas normas com-
pletas, que serían aquellas que contienen todos los elementos que las caracterizan (y principalmente la san-
ción) y las denominadas normas incompletas aquellas que por carecer de alguno de dichos elementos,
necesitan ponerse en relación con otra u otras normas para poder surtir efectos jurídicos.
15 Por ejemplo, si un Diputado o Senador comete algún acto ilícito debe ser juzgado por el Tribunal
Supremo por tener ese status y cuando deje de ocupan esa posición jurídica puede ser juzgado por un Juez
o Tribunal ordinario.
97
I NTRO DUCCIÓN A LA TEORÍA DEL D ERECHO
lar que, normalmente las normas contienen supuestos jurídicos que surten efectos
desde el mismo momento de su realización (supuestos jurídicos de eficacia inmedia-
ta) pero en ocasiones la norma puede establecer que la eficacia del supuesto jurídico
quedará condicionada a que se produzca un acontecimiento futuro (supuestos jurídi-
cos de eficacia mediata) 16 •
2.2. El deber-ser
2.3. La Consecuenciajurídica
Podemos definir este elemento normativo como los efectos que se derivan por
haberse realizado el supuesto jurídico previsto normativamente. Es decir, cuando se
produce la hipótesis o condición (e/ supuesto jurídico) habrán de surgir las corres-
pondientes consecuencias jurídicas establecidas en la norma.
Algunos autores consideran que si se produce el incumplimiento de lo estableci-
do en las normas jurídicas las únicas consecuencias jurídicas posibles serán las san-
ciones (como indicábamos anteriormente esta concepción se vincula con la idea de
16
Una donación a favor de un sobrino si termina los estudios universitarios.
17
Así, según la ley de la gravedad, dándose las cond iciones establecidas, los objetos que más pesan
caen; o si se calienta el agua a más de 100 grados, hierve, etc.
16
El hecho de no presentar dentro del plazo establecido la declaración de IRPF dará lugar a una san-
ción porque así lo ha establecido el legislador pero este hecho, en sí mismo, no generaría dicha conse-
cuencia.
98
Mª Eugenia Gayo Santa Ceci lia
que sólo se pueden considerar normas j urídicas aquellas que contienen el elemento
sanción) 19 .
Sin embargo, también es posible aceptar que, dada la diversidad de normas jurí-
dicas que forman parte de los modernos ordenamientos jurídicos, las consecuencias
jurídicas pueden presentar una naturaleza plural. Así podemos señalar que, general-
mente, cuando el supuesto jurídico contiene una prohibición la consecuencia jurídi-
ca revestirá la forma de sanción, mientras que si el supuesto jurídico contempla una
obligación dará lugar, bien a consecuencias jurídicas directas (como serían las deri-
vadas del normal cumplimiento de lo prescrito), o a consecuencias jurídicas indirec-
tas o subsidiarias que consisten en alternativas por si se produce su incumplimiento 20 .
Además, como el Derecho es un orden regulador de conductas, relaciones y situa-
ciones sociales que no se manifiestan con carácter uniforme, en ocasiones las normas
pueden contemplar en su regulación efectos jurídicos diversos, cuya aplicación que-
dará determinada por la voluntad de las partes o por lo que dispongan los sujetos
encargados de su aplicación (consecuencias jurídicas indeterminadas 21 ). Pero hay
que tener en cuenta que existen determinados ámbitos jurídicos en los que las con-
secuencias jurídicas se encuentran completamente tasadas, es decir, únicamente se
pueden producir los efectos concretos estipulados en la norma (consecuencias jurídi-
cas determinadas) 22 .
' 9 Kelsen consideraba que los supuestos jurídicos siempre eran actos, conductas o hechos ilícitos y
por ello la consecuencia jurídica siempre debería ser sancionadora.
20 Tras la celebración de una convocatoria de oposiciones a funcionarios, las consecuencias jurídicas
directas serían el conjunto de derechos y obligaciones que, a partir de ese momento, corresponden a quie-
nes hayan aprobado los ejercicios y, las consecuencias jurídicas indirectas podrían ser la declaración de
nulidad de dicho convocatoria si se han incumplido alguna de las formalidades exigidas.
21
En un contrato de compraventa en el que se ha estipulado la entrega del objeto en un plazo deter-
minado, si el vendedor, llegado el vencimiento del plazo pactado, incumple la obligación de entrega, el
comprador perjudicado por el incumplimiento puede optar por exigir que se realice la conducta debida
(que se le entregue el objeto) o que se le indem nice por los perjuicios causados.
22
El artículo 138 del Código Penal español establece que •El que matare a otro será castigado, como
reo de homicidio, con Ja pena de prisión de diez a quince años».
99
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
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PEREZ-LUÑO, A.E. , Teoría del Derecho: Una concepción de la experiencia jurídica. Capítu-
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SORIANO, R. , Compendio de Teoría General del Derecho. Colección Ariel Derecho. Ed.
Ariel. 1ª Reimpresión . Barcelona, 1986. Tema 11 y 111.
Ejercicios de autoevaluación
1. Establezca las diferencias que existen entre las normas primarias y secundarias .
2. ¿En qué se diferencia los caracteres de la generalidad y la abstra cción?
3. ¿Qué se entiende por validez en sentido formal?
4. Indique cuáles son los elementos que forman parte de la estructura de las normas jurí-
dicas y defina brevemente cada uno de ellos.
5. ¿Qué diferencias existen entre el princi p io de causalidad y el principio de imputa-
ción?
100
T EMA 7.
El Ordenamiento Jurídico
Mª Eugenia Cayo Santa Cecilia
Objetivo general
En el capítulo anterior nos hemos ocupado del estudio de la Teoría de la Norma Jurí-
dica, planteando su análisis como si las normas jurídicas pudieran ser consideradas como
elementos aislados e independientes. Esta visión resulta insuficiente para poder entender
la realidad jurídica puesto que, generalmente, el Derecho se presenta como un conjunto
organizado y estructurado que, además, posee sus propios caracteres. Por ello en este
tema vamos a situarnos en el ámbito de la Teoría del Ordenamiento Jurídico y examinar
los conceptos de ordenamiento y sistema j urídico, abordando el estudio de los rasgos que,
tradicionalmente, se han considerado que deben concurrir en el ordenamiento jurídico (la
unidad, la plenitud y la coherencia) que, además, permiten su diferenciación de otros
órdenes normativos.
Sumario
101
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
El estudio del Derecho puede abordarse desde una perspectiva globalizadora, es decir,
considerándolo como un conjunto integrado por elementos diversos (normas, instituciones,
relaciones, etc.) que forman un todo al que se denomina ordenamiento jurídico. Sin embar-
go para que el ordenamiento jurídico no sea una mera «colección o acumulación» de ele-
mentos diversos y dispares ~no que funcione armónicamente han de concurrir una serie
caracteres o «propiedades», entre las que destacan : la unidad, la plenitud y la coherencia.
Con la nota de la unidad se pone de man ifiesto la necesidad de encontrar un criterio
ordenador, un procedimiento que permita identificar qué normas pertenecen o no al con-
junto y por qué. Ante esta cuestión las principales soluciones doctrinales han optado por
considerar que la creación de cada ordenami ento se produce a partir de la existencia de
una «norma suprema o superior», aunque cad a autor le asigna una denominación distinta
(la norma fundamental de Kelsen o la regla de reconocimiento de Hart) y lo que es más
importante, un fundamento de validez diferente
Respecto al carácter de la plenitud, en primer lugar ha de señalarse qué sentido debe-
mos atribuir a esta nota. Durante diferentes etapas a lo largo de la historia del pensamiento
jurídico, la plenitud se entendió en un sentido absoluto, lo que condujo a los autores a afir-
mar que los ordenamientos jurídicos eran plenos y autosuficientes, es decir que no contení-
an lagunas o vacíos normativos y, por tanto, siempre era posible encontrar una solución nor-
mativa para cualquier conflicto jurídico que se pudiera plantear. En cambio, en la actualidad,
suele ser habitual entender que los ordenamientos jurídicos presentan una plenitud poten-
cial o funcional y, por tanto que, aceptando la posible existencia de diferentes clases de lagu-
nas jurídicas, lo importante es que existan los denominados métodos de integración jurídica
(los criterios de heterointegración y de autointegración) que permiten a los operadores jurí-
dicos colmar esos vacíos y ofrecer soluciones a los conflictos jurídicos suscitados.
Por último, el carácter de la coherencia hace referencia al hecho de que la regulación
contenida en las diversas normas de un mismo ordenamiento jurídico no puede resultar
contradictoria o incompatible, es decir, que no deben producirse situaciones de antinomia
jurídica ya que, de lo contrario, se generaría inseguridad jurídica, tanto para los sujetos
destinatarios, que no podrían saber de forma clara y unívoca cómo deben comportarse,
como para los operadores jurídicos que interpretan y aplican las correspondientes normas
jurídicas. De ahí que los propios ordenamientos jurídicos establezcan unos criterios obje-
tivos, ciertos y verificables, como son los de jerarquía normativa, cronología y especiali-
dad, cuya aplicación permite resolver los supuestos de antinomia.
Como se ha señalado en el tema anterior, el Derecho está integrado por una plu-
ralidad de normas jurídicas que, por razones diversas (históricas, políticas, culturales,
etc.) coexisten en un mismo ámbito espacial y temporal. Esta situación obligaría a que
los sujetos destinatarios de las normas, para poder conocer cómo se regulan sus accio-
nes y actividades, tuvieran que acudir a la búsqueda, selección y análisis de las más
adecuadas de entre dicha multiplicidad.
102
Mª Eugen ia Gayo Santa Cecilia
Es por ello que, en las modernas sociedades caracterizadas por una gran comple-
jidad normativa, las normas jurídicas suelen agruparse formando co njuntos o secto-
res normativos que abarcan la regulación relativa a cada ámbito específico 1 • Para la
creación de los diferentes conjuntos se utilizan criterios diversos que, en definitiva,
lo que persiguen es el establecimiento de un cierto orden normativo.
Además, cada grupo normativo no funciona de forma aislada sino que las normas que
lo integran están interconectadas, puesto que con frecuencia ocurre que determinadas
acciones que afectan a un mismo sujeto aparezcan contempladas en normas pertene-
cientes a ámbitos distintos. 2 De esta forma, la relación entre los diferentes conj untos da
lugar a una estructura que se vuelve más compleja a medida que se van añadiendo más
grupos o sectores, siendo a esa estructu ra a la que se denomina ordenamiento jurídico.
Por tanto, aunque podemos definir el ordenamiento jurídico desde un punto de
vista meramente descriptivo como el conjunto de normas vigen tes en una determi-
nada sociedad en una época determinada 3 , actualmente se utiliza un concepto de
ordenamiento más complejo que lo define como un gran conjunto de normas, prin-
cipios, instituciones y relaciones jurídicas 4 .
regul an el divorcio son de carácter ci vil , pero los procedimientos a seguir para tramitarlo se contemplan
en normas de carácter procesal y si, además, al guno de los cónyuges incumple con alguna de las obliga-
ciones que le incumben-por ejemplo, el pago de pensiones por ali mentos-las medidas sancionadoras apa-
recen fijadas en las normas penales.
3 Este concepto fue elaborado en el siglo XIX por los seguidores del positivismo jurídico que preten-
dieron equiparar los conceptos de ordenamiento jurídico y Derecho positivo del Estado.
4
En este concepto, que surge en el siglo XX, aparecen las influencias de doctrinas institucionalistas y
normativista , así como las transformac iones a las que se ha visto sometido el Estado de Derecho (recuér-
dese lo señalado en el Tema 2).
103
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
concepción consideran que existe una «norma suprema o fundamental» 5 que sirve
para dotar de unidad al conjunto. Esa norma se caracteriza porque además de ocupar
la cúspide de la jerarquía normativa, establece los procedimientos que permiten saber
cuándo una norma pertenece a un determinado ordenamiento y señala los criterios
que permiten la identificación y diferenciación de las normas.
Concretamente, partiendo de la doctrina kelseniana podemos afirmar que, cada
ordenamiento jurídico se construye de forma escalonada a partir de una primera
norma (/a norma fundamental), que fija los criterios de creación de las normas que se
encuentran situadas por debajo de ella, de tal forma que cada norma será válida y,
por tanto, pertenecerá a dicho ordenamiento, si se ha elaborado cumpliendo los
requisitos establecidos por la respectiva norma superior 6 . En definitiva, la unidad del
Ordenamiento jurídico se logra recurriendo al principio de jerarquía normativa ya
que todas las normas que lo integran, directa o indirectamente, están vinculadas con
la norma fundamenta/l.
De todo lo expuesto podemos concluir que la consideración de la Unidad como
rasgo principal -pero no único- del ordenamiento supone, desde un punto de vista for-
mal, la idea de totalidad, lo que significa que todos los elementos del conjunto pue-
den y deben relacionarse con una única norma suprema. Pero, no basta co n que los
elementos integrantes del ordenamiento formen un todo único sino que resulta tam-
bién imprescindible, como veremos a continuación, que entre ellos no se produzcan
situaciones de lagunas, incompatibilidad, contradicción, etc., para que pueda consi-
derarse a dicho conjunto como un todo lógico .
5 En la doctrina de Kelsen esa norma seria la Crundnorm y en la doctrina de Hart la unidad se logra-
lón nos encontramos con la norma B que será válida si se ha elaborado siguiendo los criterios fijados en la A;
en el siguiente escalón estará la norma C creada según los criterios establecidos en la B y en el siguiente la
norma D se creará según los criterios de la C y, así sucesivamente, siempre en sentido descendente.
7
En el ejemplo anterior las normas B,C y D no sólo están vinculadas entre sí, al derivar las unas de
las otras, sino que todas ellas están subordinadas a la norma A.
8 A lo largo de la historia del pensamiento jurídico han existido diferentes doctrinas y teorías que, por
razones diversas (po líticas, filosóficas, jurídicas, ideológicas) han propugnado la tesis de la plenitud abso-
104
Mª Eugenia Gayo Santa Cecilia
!uta del ordenamiento jurídico: por ejemplo, a partir de la publicación del Código civil fran cés (el Code de
Napoleón de 1804) se desarrolló la Escuela de la Exégesis que consideraba que «todo» el Derecho estaba
contenido en dicho Código y, por ta nto, consagraron el dogma de la plenitud del ordenamiento jurídico.
9 El artículo 7, 1 del Código civi l español establece que «Los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusa-
ble de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes establecido».
105
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL D ERECHO
10
Por ejempl o, si se trata de una lagun a de la ley podría recurrirse a la costu mbre, a la equid ad o, en
aquell os sistemas que lo autori ce n (como sería el caso del sistema j uríd ico anglosajó n), al denomin ado
poder creativo del juez o Derecho judicia l.
11
En el caso de vacío norm ativo del Derecho español podría acud irse, por ejemplo, a lo establecido
en el Derecho de la Unión Europea.
12
Pensemos que su rge un con fli cto A que no está previsto en el ordenam iento pero sí encontramos
regulac ión pa ra el conflicto H que se res uelve co n la soluc ión Z. Pues bien, si entre A y B ex isten sufi-
cientes similitudes, apl icaremos la so lución Z también al confl icto A. Esta sería la denomi nada analogía
legis que recibe este nombre pa ra d ist in gu irla de la analogía iuris (q ue cons iste en recu rr ir a los Principios
generales del Derecho) y de la interpretación extensiva (que se explica rá en el tema 8).
106
Mª Eugenia Gayo Santa Cecilia
13
Un ejemplo de disposiciones que establecen regulaciones contradictorias entre si pero que NO son
realmente antinómicas lo encontramos en la proh ibición del divorcio en el ámbito del Derecho Canónico,
frente a la aceptación de dicha forma de disolución del matrimonio contemplada en el Derecho positivo
español, ya que cada una de esas normas pertenece a ordenamientos jurídicos distintos.
107
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
4.1. Los pri ncipales criterios de solución de las contradicciones entre normas
c. Criterio de especialidad.
Este criterio tiene carácter material al hacer referencia a la relación de contenido
que ha de existir entre las disposiciones normativas. Por tanto, si dos normas regulan
de modo contradictorio una misma materia, habrá de prevalecer aquella que esta-
blezca la regulación más particular, específica y concreta frente a la que contenga una
reglamentación general, siguiendo el principio «Lex specialis derogat generali».
Y como en el tema anterior hemos señalado que uno de los rasgos o caracteres de
las normas es el de la generalidad, conviene aclarar ahora qué se entiende por espe-
14
Conocer el momento en que la norma ha su rgido resu lta sencillo cuando se trata de normas escri-
tas (leyes, decretos, etc) que se han aprobado formalmente en una determinada fecha que, además, figura
en su denominación (p.ej . LO 12/20 17 de 24 de abril) . En cambio esta verificación resulta más complica-
da cuando se trata, por ejemplo, de normas consuetudina rias que han adquirido su condición normativa
por la mera aceptación tácita.
108
Mª Eugenia Gayo Santa Cecilia
cialidad de una norma, pudiéndose afirmar que son normas especiales aquellas que
presentan un ámbito de va lidez personal o material más restringido, como serían por
ejemplo, los supuestos de ciertas normas tributarias que afectan únicamente a secto-
res concretos de la población 15 .
Finalmente conviene señalar que, aunque generalmente las situaciones de antino-
mia jurídica se resuelven a través de la utilización de los criterios anteriormente
expuestos, en ocasiones pueden plantearse conflictos entre los propios criterios de
resolución. Pensemos, por ejemplo, en una norma general jerárquicamente superior
que colisiona con una norma especial, pero inferior en rango: si acudimos al criterio
de jerarquía habremos de considerar válida la primera, pero en virtud del criterio de
especialidad primará la segunda. Para evitar este tipo de conflictos entre criterios es
necesario fijar un orden de prelación entre ellos, si bien dicho orden puede ser dife-
rente según cuáles sean los criterios que entran en colisión. En definitiva, la solución
habrá de adoptarse caso a caso y, por el lo, normalmente prima la jerarquía normati-
va cuando la incompatibilidad se produce entre el criterio cronológico y el jerárqui-
co; cuando la colisión es entre el criterio cronológico y el de especialidad (conflicto
entre una norma anterior especial y una norma general posterior), prevalecerá el cri-
terio de especialidad (aunque si la norma general posterior es jerárquicamente supe-
rior a la norma especial, deberá recurrirse al criterio de jerarquía). Y si el conflicto se
plantea entre el criterio jerárquico y el de especialidad (conflicto entre una norma
superior general y una norma inferior especial), normalmente se aplica el criterio de
jerarquía, aunque pueden existir excepciones.
15
Por ejemplo las normas que obl igan a los comerciantes, profesionales, etc. a presentar las declara-
ciones relativas al Im puesto de Valor Añadido o IVA}.
109
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Referencias bibliográficas
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DE LUCAS, J. (ED.); AÑON, M .J.; APARISI, A.; BEA, E.; FERNANDEZ, E.; LOPEZ, F.; VIDAL, E., Intro-
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HART, H.L.A., El concepto de Derecho. Ed. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1963.
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ROMANO, S., El ordenamiento jurídico. Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1963
SORIANO, R., Compendio de Teoría General del Derecho. Colección Ariel Derecho. Ed.
Ariel. 1 ª Reimpresión. Barcelona, 1986.
Ejercicios de autoevaluación
110
TEMA 8.
Aplicación e interpretación del Derecho
Raúl Sanz Burgos
O bjetivo general
Aclarar qué significa la expresión aplicación del Derecho y hacer patente que tiene
siempre como presupuesto la interpretación del Derecho. Las explicaciones pretenden
mostrar que la separación entre creación y aplicación del Derecho no es una descripción
de la experiencia jurídica sino un programa político que persigue hacer efectiva la seguri-
dad y autonomía individuales; se busca también explicar el origen de la doctrina del silo-
gismo judicial y los motivos de la creciente complejidad de su construcción. Se trata, por
último de facilitar el conocimiento de los métodos de interpretación así como de ciertos
planteamientos subyacentes que explican también las consecuencias de la aplicación de
cada uno de ellos.
Sumario
111
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
Se explica en qué consiste aplicar el Derecho y cuáles son las vías habituales por las
cuales se ll eva a cabo. Es un contenido importante del capítulo mostrar los peligros para
la autonomía individual inscritos en la actividad del legislador y en la de los jueces, peli-
gros que explican la separación de funciones y la exigencia dirigida a los jueces de que
deben motivar sus sentencias. La breve y esquemática panorámica de la evolución de la
aplicación del Derecho pretende poner de man ifiesto los motivos que han conducido a la
compleja elaboración actual del silogismo judicial. También se examina la capacidad de
la motivación de las sentencias para vincular éstas al Derecho vál ido así como la contri-
bución de los métodos de interpretación del Derecho al logro de dicha vinculación.
La interpretación es un momento ineludible de toda aplicación del Derecho, pero es
materia discutida en qué consiste: en el descubrimiento o constatación de la norma ins-
crita en la disposición jurídica o bien en la imposición de un significado desde instancias
no puramente cognitivas. Se ofrece una serie de clasificaciones de los métodos de inter-
pretación, que trata de poner de manifiesto algunas notas características de ellos. Por últi-
mo se explica brevemente la nómina de métod os de interpretación del Derecho recogida
en el Código civil español.
112
Rat'il Sa nz Burgos
113
INTRODUCCIÓN A l A TEORÍA DEl DERECHO
ción de su tarea, sin embargo, sigue siendo muy amplio; hecho que justifica mante-
ner todas las precauciones !imitadoras del poder político.
La pretensión de distinguir radicalmente los procesos de creación y aplicación del
Derecho tiene su origen en la lucha de los pensadores de la Ilustración contra las for-
mas jurídico-políticas del absolutismo. La separación de ambas actividades es fun-
cional a la garantía de la seguridad y la autonomía individuales: de restringir la actua-
ción del legislador a la creación de normas generales, que regulan de multitud de
casos, se espera una limitación sustancial de sus posibilidades para promulgar regu-
laciones beneficiosas para sus intereses en los casos .particulares.
La seguridad y la autonomía individuales no se hallan amenazadas, no obstante, sólo
por la actuación del poder político encarnado en el legislador. También los jueces en el
ejercicio de su función pueden actuar en su propio provecho si disponen de una capa-
cidad sin restricciones para crear la norma aplicable al caso. De ahí el imperativo tam-
bién ilustrado de que la acción del juez (predeterminado legalmente) esté vinculada a la
ley; vinculación que además ha de quedar patente a través de la motivación de sus fallos.
La separación de funciones entre el legislador y los jueces así como la obligación
de que éstos motiven sus sentencias limitan las posibilidades que disfrutan los titu la-
res del poder público para actuar arbitrariamente y perseguir sus propios intereses. La
separación entre creación y aplicación del Derecho no es, por tanto, una descripción
de la experiencia jurídica, sino todo un proyecto de organizar las relaciones entre el
Derecho y la política orientado a hacer posible la autonomía de los ciudadanos, dos
de cuyas garantías son la seguridad jurídica y la limitación del poder.
114
Raú l Sanz Burgos
único que disfruta de legitimidad para crear normas generales: la teoría de la sub-
sunción asegura que los jueces no invaden la competencia legislativa. Pero, para que
la aplicación judicial del Derecho efectivamente se dé a través de un proceso en el
que el juez se limita a decir en el caso particular lo que el legislador ya ha previsto
para todos los casos iguales, el Derecho positivo se configura de una determinada
manera, que cumple desde luego el requisito de la sencillez: concibiendo como
necesitadas de protección solo las demandas privadas, que se protegen atribuyendo
a las personas (físicas o jurídicas) la titularidad de los derechos subjetivos recogidos
en el Código civil.
La aplicación deductiva del Derecho desde la literalidad de las normas mostró su
insuficiencia a la hora de dar respuesta jurídica a los conflictos que surgían en socieda-
des en transformación, que pasaron rápidamente de ser casi puramente agrarias a con-
tener un creciente componente industrial. Se hizo patente entonces la necesidad de dar
voz en los conflictos que se sustanciaban ante los tribunales no sólo a los titulares de
derechos subjetivos afectados, sino también a los titulares de otros «intereses». La deter-
minación de las premisas del silogismo judicial, para atender a esta exigencia, se hizo
más sensible a consideraciones sociol ógicas y, en definitiva, más compleja.
La complejidad de la aplicación judicial del Derecho ha dado un paso de gigante
con la implantación del Estado const itucional. Sin que se hayan clausurado las exi-
gencias de las fases anteriores dirigidas a quienes aplican el Derecho, en este nuevo
periodo -que se define por la promul gación de Constituciones que contienen valores
y principios los poderes públicos han de hacer efectivos- los jueces tienen que tener
en cuenta también los principios y valores constitucionales en la elaboración de las
premisas del silogismo judicial en el que aún se fundamentan sus fallos.
115
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
116
Raúl Sanz Bu rgos
1
La determinación de que ex iste una laguna en el ordenamiento es res ultado de interpretar el enunciado
de una disposición, de los hechos y la relación entre ambos: el intérprete considera que los hechos probados
no corresponden con la condición fáctica establecida por la disposició n para imponer la consecuenc ia jurídi-
ca . Dado que el juez no puede negarse a d ictar sentencia, tiene q ue crear una norma que regule ese caso.
117
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
ción del Derecho más bien como un proceso en el que, por una parte, intervienen
factores no puramente intelectuales y, por otra, el resultado no es tanto un descubri-
miento como una construcción.
Según el planteamiento de los primeros, que puede ser calificado como raciona-
lista o cognitivista, la interpretación del Derecho consiste en reconocer o descubrir
unos datos ya dados en los enunciados que contienen las normas . Para los últimos,
que podrían ser calificados como escépticos, en la interpretación de la norma no sólo
intervienen la razón del intérprete y los enunciados de las disposiciones, sino tam-
bién otros elementos que hacen de la interpretacién una actividad creadora o, al
menos, constructiva. Entre estos dos extremos cabe encontrar también eclécticos, que
consideran que la interpretación se da unas veces como descubrimiento o constata-
ción de un significado y otras como activid ad creadora o constructiva.
Para los partidarios del planteamiento cognoscitivista, el intérprete se limita (y
debe limitarse) a descubrir el significado recogido en el enunciado de la disposición.
Desde el punto de vista escéptico se señala, en cambio, que la actividad interpretati-
va consiste en establecer cómo debe ser entendido un enunciado; en esta determi-
nación están presentes factores subjetivos que hacen de la interpretación una activi-
dad inevitablemente discrecional. Dicha di screcionalidad no significa, en contra de
lo que afirma el escepticismo radical, que el juez disponga de capacidad para atribuir
a los enunciados de las disposiciones jurídi cas cualquier significado, para extraer de
ellos cualquier norma, sino que puede elegir entre los diversos métodos de interpre-
tación que le facilita el Derecho, que, es cierto, pueden conducir a distintos resulta-
dos. Tales métodos constituyen además un marco que limita las interpretaciones posi-
bles, entre las cuales el intérprete que apli ca el Derecho debe elegir una que con-
vierte así en norma para el caso.
El realismo jurídico de Ross -quizás el mejor ejemplo de escepticismo radical- sos-
tiene que el intérprete apenas encuentra en la letra de las disposiciones jurídicas límite
alguno a la acción de sus prejuicios (sociales, morales, políticos, religiosos, etc.) a la
hora de interpretar el Derecho. Considerar que los enunciados jurídicos carecen de sig-
nificado y su utilización es completamente libre es, sin embargo, una posición extrema
y difícil de defender. La frecuente e indiscutible oscuridad y ambigüedad de los enun-
ciados jurídicos, de los que es posible extraer interpretaciones divergentes, no equiva-
le a su falta de significado o, dicho de otro modo, a su radical indeterminación: si las
disposiciones jurídicas careciesen de totalmente de significado reconocible no podrían
desempeñar la función que efectivamente desempeñan de orientar las conductas.
118
Raúl Sanz Burgos
En cuanto a los sujetos de la interpretación, hay que decir que no sólo los jueces
y el resto de autoridades públicas interpretan el Derecho: cualquier ciudadano, para
ajustar su conducta a los mandatos jurídicos, requiere inevitablemente la interpreta-
ción de éstos. Atendiendo a este aspecto se distingue habitualmente entre interpreta-
ción doctrinal y pública, que se desglosa a su vez en judicial y auténtica.
La interpretación doctrinal se realiza, sobre todo, en las Facultades de Derecho y
trata de servir tanto a la enseñanza como a la aplicación judicial del Derecho. Se pro-
pone habitualmente determinar los significados de los enunciados lingüísticos que
contienen las normas; en ocasiones se propone también establecer o reconocer en
qué circunstancias o casos se aplican. La tarea de esta clase de interpretación consis-
te, por tanto, en proponer cuál es la interpretación más co rrecta de cada una de las
disposiciones jurídicas y merece por ello ser la norma en el momento de su aplica-
ción. La autoridad de tales propuestas no es otra que la que se deriva de la calidad de
la argumentación en la que se sostiene.
La interpretación pública del Derecho es la que realizan los órganos del Estado en
el ejercicio de su función. La Administración tiene que interpretar las normas para
adecuar a ellas su funcionamiento. Dentro de este tipo de interpretación, sin embar-
go, la que más atención ha recibido es la judicial. Como ya se ha señalado en los
apartados dedicados a la aplicación del Derecho, es imprescindible dar significado a
los enunciados de las disposiciones para construir la premisa mayor de los razona-
mientos judiciales y se precisa también decidir que los hechos probados coinciden
con la condición fáctica que establece la norma para que se imponga la consecuen-
cia jurídica. Los jueces, para realizar estas operaciones, pueden utilizar los argumen-
tos facilitados por la interpretación doctrinal, pues ésta se sirve, a veces junto con
otros, de los métodos de interpretación propios de la aplicación judicial del Derecho.
De la acción de los jueces resultan normas, en principio obligatorias sólo para las par-
tes del proceso, aunque en ocasiones tales normas pueden tener efectos más amplios.
Aún en el ámbito de los sujetos de la interpretación hay que señalar también la posi-
bilidad de que sea el autor de la norma quien la interpreta. El caso más típico de inter-
pretación auténtica es la realizada por el legislador con el fin de aclarar el significado
de alguna ley. Cabe plantear dudas, sin embargo, sobre si esta actividad pertenece ver-
daderamente al ámbito de la interpretación o, más bien, al de la creación del Derecho,
pues la supuesta aclaración suele consistir en establecer como único significado correc-
to de la disposición alguno de los que era posible atribuirle; puede consistir incluso en
establecer un nuevo significado para ella. En el primer caso nos hallamos ante una cir-
cunstancia equivalente a una derogación, en el segundo a la creación de una norma.
Cabe clasificar los métodos de interpretación en función de si conducen a una
interpretación literal o declarativa de las disposiciones jurídicas o a una interpreta-
ción correctora. La primera encuentra en los significados comunes o técnico-jurídicos
de las palabras y el uso normal de las reglas gramaticales los límites de la interpreta-
ción ; límites que consisten en la total idad de los posibles distintos significados que
119
INTRODUCCIÓN A tA TEORÍA OH DERECHO
2
Un importante sector de la doctrina distingue la interpretación extensiva de la analogía señalando
que mediante ésta se crea una nueva norma mientras que con la interpretación extensiva simplemente se
amplía el supuesto de hecho que hace aplicable la disposición. La interpretación extensiva consistiría en
incluir en el significado literal de los términos que componen la disposición que hay que interpretar, no
sólo el sentido nuclear de dichos términos, sino también su significado marginal. El contenido de la dico-
tomía entre sentido nuclear y marginal de un término se aclara con un ejemplo: en el Derecho español, el
término hijos tiene un ámbito de significación nuclear que abarca a los hijos biológicos y los adoptivos,
pero cabe postular también un significado marginal que permitiría considerar como realidades también
designadas con esa palabra a los hijastros, cualquier menor sometido a tutela, etc. Cabe objetar, sin embar-
go, que la distinción entre significado nuclear y marginal no se sostiene sobre sí misma, pues que sea posi-
ble incluir en el concepto de hijos a quienes no lo son se debe, precisamente, a que, a los ojos del intér-
prete, hay semejanzas entre unos y otros, entre ambas realidades hay -al menos en determinadas circuns-
tancias- «identidad de razón» .
120
Raúl Sanz Burgos
obligatorios sólo para las partes de un proceso civil. La interpretación extensiva, per-
mitida en el Derecho privado, está prohibida por las norma penales.
Similar al argumento analógico es el argumento a fortiori. De nuevo hay que decidir
sobre un caso no regulado, pero, al menos para el intérprete, hay otro que sí lo está y
proporciona pautas para la resolución del primero. El dato que justifica el uso de este
argumento es que el hecho no regulado merece con mayor razón aún que el hecho regu-
lado la consecuencia prevista para éste. Este argumento, igual que la analogía, busca la
razón que justifica la imputación de la consecuencia jurídica a unos hechos y puede des-
envolverse conforme al curso de argumentación propio del método teleológico.
El argumento a fortiori y la analogía facilitan la interpretación extensiva de las dis-
posiciones, pero cabe encontrar también argumentos en contra de la ampliación de
su significado literal. Este argumento se denomina a contrario y se resume en la fór-
mula «la norma dijo todo lo que quería decir y lo que silenció es porque no quiso
decirlo». Esto, en definitiva, no significa otra cosa que limitar la gama de normas posi-
bles al ámbito de las interpretaciones que cabe extraer del significado literal de las
palabras, significa considerar adecuada al caso la interpretación declarativa.
Para cerrar el tratamiento de la interpretación correctora hay que señalar que
puede ser útil en ocasiones llevar a cabo una interpretación restrictiva del supuesto
de hecho recogido en una disposición con el fin de evitar así tener que decidir a tra-
vés de los métodos de resolución de antinomias qué norma es aplicable al caso.
Es posible distinguir los métodos de interpretación en función, asimismo, de lo
que el intérprete considera que es importante conocer de la disposición jurídica para
constatar o determinar la norma presente en ella: la voluntad del legisladores (inter-
pretación subjetiva) o la denominada voluntad de la ley (interpretación objetiva). La
primera opción requiere indagar la intención del legislador al dictar las normas y se
justifica en el carácter de mandato del legislador presente en todas ellas. Quienes
consideran suficiente reconocer la volu ntad del legislador para interpretar las dispo-
siciones jurídicas confían en el estudio de los trabajos preparatorios de las leyes y sus
exposiciones de motivos así como los an tecedentes legislativos, materiales todos ellos
que no hay que desdeñar tampoco desde planteamientos objetivistas.
La interpretación subjetiva, que facilita hacer efectivos los objetivos perseguidos
por el legislador en el pasado; no es un método adecuado para interpretar disposi-
ciones antiguas aún presentes en el orden jurídico, pues las circunstancias sociales
pueden haber cambiado y por ello haber dejado de constituir tales disposiciones una
respuesta adecuada a las nuevas circunstancia. Esta carencia justifica la búsqueda de
lo que se denomina la voluntad inmanente a la propia ley: el mandato recogido en la
disposición se halla en su texto, mandato que hay que extraer mediante los diferen-
tes métodos de interpretación; de los que se hablará más adelante. Este planteamien-
to constituye la vía adecuada para adaptar el orden jurídico a las nuevas circunstan-
cias, para dar respuesta jurídica a las situaciones no previstas por el legislador o que
éste no pudo prever.
121
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL D ERECHO
Hay que tener presente también que la interpretación del contenido de una dis-
posición antigua y válida puede realizarse -dejando al margen de la intención de
quien la promulgó- o bien de manera origina/ista o bien de manera evolutiva. La pri-
mera considera decisivo el sentido del texto en el momento de su promulgación; la
segunda presta atención, en cambio, al significado actual de las palabras y es perfec-
tamente compatibles con métodos de interpretación y argumentación distintos de los
puramente declarativos.
Los métodos de interpretación del Derecho son los instrumentos de los que dis-
ponen los juristas para atribuir significado a las disposiciones y justificar su decisión
de considerar como norma alguna de sus interpretaciones posibles; se puede decir
por ello que tales métodos son un ingrediente esencial de ese estado final de diver-
gencia de interpretaciones que tanto desasosiega a veces. Ese estado se debe a que
los métodos consisten en última instancia en líneas distintas de argumentación más
que en unas instrucciones que conduzcan necesariamente a un resultado.
En España, el art. 3.1 del Código Civil establece que, en su ámbito de aplicación,
las disposiciones han de interpretarse según el significado propio de las palabras
(método literal), en relación con el contexto (método contextual), los antecedentes
históricos y legislativos (método histórico), la realidad social del momento en que han
de ser aplicadas (método sociológico) y atendiendo al espíritu o finalidad de las nor-
mas (método teleológico). No determina, si n embargo, con claridad orden de prefe-
rencia alguno entre ellos: el juez puede elegir discrecionalmente qué métodos utili-
zar, sabiendo que parten de supuestos distintos e implican diferentes vías de argu-
mentación que pueden desembocar en interpretaciones -y, en consecuencia, fallos-
radicalmente diferentes.
La interpretación literal -tradicionalmente denominada gramatical- consiste en
asignar significado a los enunciados de las d isposiciones atendiendo al sentido pro-
pio, natural o técnico-jurídico, de las palabras; pues se supone que el legislador utili-
za el vocabulario en su sentido usual.
La interpretación «en relación con el contexto» implica, en primer lugar, que la
interpretación gramatical no se agota con la determinación del significado propio de
las palabras, sino que se requiere asimismo fij ar el sentido de la proposición entera
en que se aquéllas se insertan . El contexto de las palabras y de los enunciados no es
sólo lingüístico, sino también ideológico: la interpretación debe desenvolverse res-
petando las exigencias de la lógica formal, pues se da por supuesto que las disposi-
ciones constituyen un sistema como consecuencia de la supuesta racionalidad del
legislador. La atención al contexto exige además tener a la vista todos los preceptos
que regulan el hecho al que hay que conectar una consecuencia jurídica; así, por
122
Raú l Sanz Burgos
123
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL D ERECHO
Referencias bibliográficas
ALMOGUERA CARRERES, J., Lecciones de Teoría del Derecho, Madrid, Reus, 1995.
ATIENZA, M., Introducción al Derecho, Barcelona, Barcanova, 1985.
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y el estado, Madrid, Trotta, 2008.
GAYO SANTA CECILIA, Mª. E., CRISTOBAL DE GREGORIO, J., «La necesidad de interpretación de
las normas», en VV.AA., Introducción a la Teoría del Derecho, Madrid, UNED, 2010.
PRIETO SANCHÍS, L., Apuntes de teoría del Derecho, Madrid, Trotta, 2007.
Ross, A. , Sobre el Derecho y la justicia, Buen os A ires, Eudeba, 1977.
Ejercicios de autoevaluación
124
UNIDAD DIDACTICA
,
111 ,
INTRODUCCION A LA TEORIA
DE LA JUSTICIA
:.
125
T EMA 9.
Introducción a la Teoría de la Justicia
Rafael Junquera de Estéfani
O bjetivos
Sumario
Para cumplir los anteriores objetivos vamos a seguir el siguiente itinerario: en primer
lugar constataremos qué valores existen o deberían existir dentro de un ordenamiento jurí-
dico; en segundo lugar veremos cómo la Justica se ha considerado por todas las socieda-
des y por la mayoría de corrientes del pensamiento filosófico-jurídico como el valor fun-
damental y definitorio del propio Derecho; en tercer lugar finalizaremos nuestro recorrido
presentando el contenido de la Justicia y su rel ación con los Derechos Humanos.
127
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍ A DEL D ERECHO
Resumen
Se hace muy difícil determinar cuáles son los distintos valores jurídicos que los orde-
namientos de nuestras sociedades contemporáneas intentan plasmar en su normativa. En
un intento de sistematización hemos establecido la siguiente clasificación: a- valor jurídi-
co fundamental: la justicia; b- valores jurídicos colectivos: la paz, el bien común, la segu-
ridad jurídica; y c- valores jurídicos individuales: la dignidad de la persona, la libertad per-
sonal, la igualdad entre las personas. La Justi cia quedaría como el valor fundamental y
referencial del propio Derecho. Esta estructuración no pretende constituir una lista cerra-
da, sino una sistematización de aquellos valores que son considerados por la gran mayo-
ría de autores más esenciales y representativos en nuestro ámbito cultural.
Cuando hoy hablamos de la globalización se hace alusión a que ello implica vivir
como una comunidad mundial (organización social mundial), con unos valores mundia-
les que son necesarios porque proporcionan defensa y cohesión a la comunidad global.
Esos valores se dice que son: la paz, la libertad, el progreso social, la igualdad de dere-
chos y la dignidad humana. La Justicia en la organización social global viene determina-
da por la realización de estos valores.
Son dos las grandes corrientes básicas en que pueden quedar agrupadas todas las
soluciones dadas al problema de la relación entre Justicia y Derecho: el iusnatura/ismo
y el iuspositivismo. Bajo la primera expresión se acogen todas aquellas posturas que
defienden que la Justicia es un elemento esencial para la existencia del Derecho (sin
Justicia no existe el Derecho). Bajo el rótulo iuspositivistas abarcamos todas las que
mantienen que Justicia y Derecho son dos elementos independientes. El Derecho exis-
te aún sin Justicia. Entre ambas se sitúa las postura ecléctica: el Derecho debe de ten-
der hacia la Justicia, pero puede existir un Derecho que nos sea justo. En la actualidad
la Justicia viene determinada por el recon oc imiento y protección de los Derechos
Humanos.
Hoy, superada la confrontación entre iusnaturalismo y iuspositivismo, se afirma que
los Derechos Humanos, en una sociedad mundial que comparte varios elementos comu-
nes y que funciona como una «aldea global», suponen el mínimo de convergencia ética
universal. Son el resultado de la confluencia de di stintas corrientes éticas. Por tanto, estos
derechos son categorías morales que expresan valores básicos para toda sociedad. Como
consecuencia, se mantiene que los Derechos Humanos son enunciados de Justicia por
varios motivos: a- porque aluden a exigencias morales; b- porque suponen criterios supe-
riores a todo ordenamiento jurídico; c- porque su característica esencial es el rango moral
al convertirse en normas morales básicas de la sociedad; y d- porque suponen el criterio
último de la justicia de las leyes al prescribir las condiciones de justicia de todo ordena-
miento.
128
Rafael Junquera Estéfani
Según afecten al grupo social o a los individuos aislados, vamos a diferenciar entre
Valores Jurídicos Colectivos o Individuales.
Los valores colectivos son aquellos que contemplan intereses del grupo social.
Podemos considerar como más relevantes, dentro de este apartado, los siguientes: a-
/a paz social, b- e/ bien común , c- la seguridad jurídica.
Paz social
que un sistema social y jurídico sea
Sentido objetivo eficaz en realizar los valores para cuyo
/ogro fue instituido
que los miembros de la sociedad tengan
Sentido subjetivo la convicción de que las normas además
de eficaces son justas
129
I NTRO DUCCIÓN A LA T EO RÍA DEL DERECHO
Seguridad Jurídica
- la certeza del orden jurídico
Dimensiones:
- la confianza en el orden jurídico
- la generalidad
- la publicidad
- la claridad
Elementos:
- la estabilidad
- la irretroactividad
- la plenitud
Los valores jurídicos individuales son los que afectan a los intereses de los indivi-
duos y se han convertido en los ejes en torno a los que se ha centrado la reivindica-
ción de los derechos humanos. Es más, se puede afirmar que estos derechos son con-
creciones de los valores jurídicos individuales básicos, ya que intrínsecamente cons-
tituyen exigencias de la existencia humana. Estos valores son : a- la dignidad de la per-
sona; b- la libertad personal, y c- la igualda d entre las personas.
La dignidad personal: notas definitorias. Vamos a considerar que el valor dignidad
viene definido por varias notas que son: valor fundamentador; valor «protector»; auto-
disponibilidad; autodeterminación; y autoconciencia. Es valor fundamentador por-
que es el valor básico en el que se fundam entan el resto de los valores individuales
y de los derechos humanos y que explica las necesidades de la persona en la esfera
moral, afirmando el pleno desarrollo de su personalidad; es protector porque este
valor supone una garantía de que la persona no va a ser objeto de ofensas o humi-
llaciones. Este valor también implica el reconoci mi ento de la total autodisponibilidad
130
Rafael Junquera Estéfani
131
I NTRODUCCIÓN A LA TEOR ÍA DEL DERECHO
2. EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA
La Justicia es considerada por la mayor parte de los autores y en las distintas socie-
dades como el valor jurídico por excelencia. Se estima desde antiguo que la principal
función del Derecho es hacer posible la Justicia en la sociedad. Se trata de un valor fun-
damental, un criterio ideal básico, que el Derecho debe hacer realidad y llevarlo a las
relaciones sociales. Lo calificamos de valor fundameí)_tal o básico porque de él se deri-
van el resto de valores jurídicos y por ello no hemos querido integrarlo en ninguno de
los otros dos apartados, ni como valor colectivo, ni como valor individual.
Ahora bien, a la hora de explicar cómo se relacionan mutuamente el Derecho y la
Justicia existen diversas posturas doctrinales. Podemos aglutinarlas en las siguientes:
a- las que mantienen que la Justicia es el criterio orientador esencial del Derecho
(concepción iusnaturalista); b- las que defienden que la Justicia no es elemento esencial
del Derecho (concepción positivista); c- las que consideran que la Justicia es el valor
fundamental cuya consecución debe perseguir el Derecho (concepción ecléctica).
a- Para la posición iusnaturalista, Justicia y Derecho están unidos de una manera esen-
cial. No puede concebirse el uno sin el otro. Lo que identifica al Derecho es precisamen-
te su contenido de Justicia. Las normas jurídicas para ser normas del derecho deben de ser
conformes con el contenido justo de las normas del Derecho ideal (Derecho Natural) y si
no lo hacen no son auténtico Derecho. Sin Justicia no existe el Derecho.
b- Para el positivismo, la idea de Justicia no es intrínseca (esencial) al Derecho,
sino que está vinculada a la moral. Cuando se afirma que una determinada disposi-
ción es justa o injusta se está llevando a cabo una valoración moral y subjetiva, no
jurídica. Una norma es jurídica porque reúne unos determinados requisitos formales
(que proceda de un órg~no competente, que se haya procedido a su publicación, etc.)
independientemente de que su contenido sea justo o no lo sea. Justicia es lo que defi-
na la ley como tal Uusticia =lo que diga la ley). Sin Derecho no existe la Justicia (sim-
plificando mucho).
c- La tercera posición, es una postura intermedia entre las dos anteriores (eclécti-
ca) por cuanto defiende que la Justicia no es un elemento de la esencia del Derecho
sino un valor o principio ideal que éste debe intentar realizar. Como ningún ordena-
miento puede cumplir plenamente las exigencias del ideal de Justicia, de ninguno se
puede predicar que sea radicalmente justo. Así, se puede hablar de la existencia de
normas injustas sin que pierdan su esencia de normas jurídicas. Lo que las caracteri-
za son los requisitos formales, ahora bien, lo que sí debe intentar cualquier Derecho
concreto es tender hacia ese ideal de Justicia. Compagina las tesis de las dos posturas
anteriores.
Una vez establecida la relación Justicia-Derecho, hay que acercarse a la organiza-
ción social y ver cómo se realiza la Justicia en la misma.
132
Rafael Junquera Estéfani
Al relacionar la Justicia con la Organización Social, habría que delimitar a qué orga-
nización nos estamos refiriendo. Sin embargo, existen corrientes dentro de la Antropo-
logía que defienden la existencia en todas las organizaciones sociales de un conjunto de
valores comunes, entre éstos se señalan: la libertad, la justicia, el amor a los hijos, la dig-
nidad del ser humano, la defensa de la vida, el respeto a la naturaleza, etc.
Otros autores han encontrado evidencias de la coincidencia de valores en cultu-
ras distantes en el tiempo o en el espacio. Existen diversas culturas que defienden que
el ser humano tiene un núcleo inalterado que lo convierte en tal ser humano y le otor-
ga una dignidad especial. Existen unos valores considerados fundamentales que per-
tenecen a ese núcleo (son los valores que tienen una validez universal y absoluta). El
resto de valores son variables, culturales, históricos, etc. Así, podemos clasificar los
valores en: absolutos (son los considerados universales y válidos para todos), grupa-
les (son los propios de un grupo, socied ad o cultura y sólo s0n válidos en el contex-
to del que surgen y en el que son aceptados) y personales (son los valores válidos y
aceptados individualmente).
De todo esto podemos sacar dos conclusiones: cada grupo humano necesita unos
valores que le otorguen cohesión y le definan como tal grupo; y existe un núcleo de
valores que es compartido por todos los seres humanos. Ambas conclusiones pueden
tener su proyección a la situación que se ha producido en nuestra época con la lla-
mada globalización. La Justicia pertenecería al grupo de los valores absolutos, aun-
que podría concretarse de diversas maneras según la organización social en que nos
encontremos.
Cuando hablamos del fenómeno de la globalización, entendiéndola en un senti-
do positivo, estamos pensando en toda la humanidad como un gran pueblo, una
sociedad, una cultura global. Esta sociedad mundial necesitará unos valores que le
den integridad y cohesión. Así, Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU, defen-
dió (el 12 de diciembre de 2003 en una Conferencia sobre ética Mundial en la Uni-
versidad de Tubinga) que la globalización implica vivir como una comunidad mun-
dial (organización social mundial) con unos valores mundiales que le son necesarios
porque proporcionan defensa y -cohesión a esa comunidad. Esos valores son: la paz,
la libertad, el progreso social, la igualdad de derechos y la dignidad humana. La Jus-
ticia en la sociedad viene determinada por la realización de estos valores. Pero este
fenómeno globalizador tiene su contrapartida, sus peligros, porque lo que hace un
individuo o grupo de individuos afecta a todos. Debemos pensar que nuestras accio-
nes tendrán resultados impactantes para toda la especie humana. Ahora bien, a pesar
de estos efectos generales, no todos compartimos cargas y beneficios por igual. La Jus-
ticia debería equilibrar esta desigualdad global. Estas desigualdades creadas por la
globalización generan un proceso de desconfianza mutua y un gran temor. Ante esta
situación, los pueblos se han cerrado sobre ellos mismos y han intentado protegerse,
133
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Las soluciones concretas que se han dado en cada etapa histórica a la cuestión de
la legitimación ética de las leyes han sido d iversas, pero pueden ser agrupadas para
facilitar su análisis en dos grandes corrientes básicas: el iusnaturalismo y el iuspositi-
vismo. En la siguiente lección se profundizará en la explicación de ambas corrientes.
En la actualidad, superando las concepciones iusnaturalistas y iuspositivistas, esa
Justicia vendría dada por el reconocimiento y protección de los llamados Derechos
134
Rafael Junquera Estéfani
Humanos. Hoy se puede afirmar que los Derechos Humanos, en una sociedad mun-
dial que comparte varios elementos comunes y que funciona como una «aldea glo-
bal», suponen el mínimo de convergencia ética universal. Son el resultado de la con-
fluencia de distintas corrientes éticas. Por tanto, estos derechos son categorías mora-
les que expresan valores básicos para todo grupo social. Toda sociedad debe tender
a realizarse como una realidad donde impere el reconocimiento y la protección de
los derechos del ser humano. Ello se convierte en el ideal de sociedad que debemos
construir y hacia el que debemos tender. Podemos decir que los Derechos Humanos
son expresiones de la conciencia ético-jurídica de la humanidad, concentrando el
viejo ideario de la justicia social.
Como consecuencia, se mantiene que los Derechos Humanos son enunciados de
justicia por varios motivos: a- porque aluden a exigencias morales que radican en la
persona al designar un contenido material más humano que el de cualquier otra
norma; b- porque suponen criterios superiores a todo ordenamiento jurídico, al cons-
tituir la concentración de la justicia y legitimidad que cualifica cua-lquier ordena-
miento jurídico, cumpliendo una función orientadora de la normativa; c- porque su
característica esencial es el rango moral al convertirse en normas morales básicas de
la sociedad; y d- porque suponen el criterio último de la justicia de las leyes al pres-
cribir las condiciones de justicia de todo ordenamiento.
Los Derechos Humanos se han constituido en las normas básicas de todo grupo
humano o, más bien, fundamentan los ordenamientos jurídicos y legitiman el sistema
político. Desde esta atalaya cumplen la triple función de: orientar, criticar y proteger.
Orientar los ordenamientos jurídicos para incluir en su normativa el reconocimiento
de los derechos y los mecanismos que aseguren su cumplimiento. Criticar cualquier
sistema jurídico que no contenga un buen sistema de Derechos Humanos. Proteger a
los individuos y a los grupos de las agresiones del poder y del resto de grupos y de
individuos. Esto queda reflejado a continuación:
Pero para que estos derechos alcancen su plena realización deben ser reconoci-
dos políticamente y ser protegidos por el Derecho. Las exigencias éticas de este reco-
nocimiento y protección se concretan en: a- ser reconocidos por una norma positiva;
b- que este reconocimiento derive en el reconocimiento de un derecho subjetivo; y
c- que existan mecanismos de protección ante los tribunales.
Hoy que tanto se habla de globalización, podemos defender que los Derechos
Humanos constituyen los valores Universales o globales. Abundando en esta idea,
la Asamblea General de Naciones Unidas, en la Declaración del Milenio procla-
135
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Desde nuestra óptica vamos a defender que todos estos valores que se señalan
como universales se encuentran contenidos dentro del catálogo de Derechos Huma-
nos recogido en la Declaración Universal, exponente del mayor consenso ético exis-
tente en la historia de la humanidad. Y desde ahí encarnan el ideal de Justicia al que
deben de atenerse todos los ordenamientos positivos.
ARA PINILLA, l., Teoría del Derecho, Ediciones JB, Madrid, 1996 (pp. 31-68).
DE CASTRO Cm, B. (coord.), Manual de Teoría del Derecho, Madrid, UNIVERSITAS, 2007,
(pp. 305-320).
JUNQUERA DE ESTÉFANI, R., «¿Valores globales o valores cultu rales?» en V. M. González Sán-
chez (coord.), Clobalización: un enfoque multidisciplinar, Valencia, TIRANT LO
BLANCH-UNED, 2010, pp. 161-179.
PÉREZ LUÑO, A. E., Teoría del Derecho (una con cepción de la experiencia jurídica), Tecnos,
Madrid, 2007 (pp. 213-244) .
PÉREZ LuÑo, A. E., Trayectorias contemporáneas de la Filosofía y la Teoría del Derecho,
Madrid, Editorial Tébar, 2007 (esta obra ofrece un gran interés para acceder a una pano-
rámica clara de los movimientos de la cultura jurídica contemporánea).
136
Rafae l Junq uera Estéfani
Ejercicios de autoevaluación
137
TEMA 10.
Derechos Humanos y Derechos Fundamentales
Narciso Martínez Morán
Objetivo general
Sumario
139
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
En palabras de PÉREZ LuÑo, los Derechos Humanos pueden definirse «Como un con-
junto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exi-
gencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconoci-
das positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional».
Entre las teorías que se han expuesto sobre su naturaleza y fundamentación tres son las
más asumidas por la doctrina.
a) Fundamentación iusnaturalista: Entiende los derechos humanos como facultades
naturales intrínsecas del hombre, con independencia del hecho de su positivación. Por
tanto, según esta teoría existen derechos humanos de carácter universal y superiores al
ordenamiento jurídico-positivo, dotados de plena juridicidad .
b) Fundamentación positivista-legalista: Hay quienes entienden que, antes de su incor-
poración a la normatividad positiva, los derechos humanos carecen de entidad jurídica,
pues no hay verdaderos derechos si no están positivizados en la legislación estatal.
c) Fundamentación axiológica: Se trata de una fundamentación ética porque entiende
que los derechos humanos son valores fundam entales de carácter natural, sin valor jurídi-
co hasta que se incorporen a los ordenamientos positivos.
Los derechos humanos se han ido gestando lentamente durante un largo proceso histó-
rico. Pero de nada hubiera servido el reconocimi ento de los derechos humanos si nos hubié-
ramos limitado al mero reconocimiento de su existencia. Por ello surgió la necesidad de
incorporarlos a las Declaraciones de Derechos y a las legislaciones positivas. Los derechos
humanos ya constitucionalizados pasan a denominarse derechos fundamentales. Así los
derechos de primera generación son aquellos que se encaminan a garantizar el valor de la
libertad y se incorporan a las declaraciones de derechos humanos de finales del siglo XVIII
y sus garantías se asocian al llamado Estado Liberal de Derecho durante el siglo XIX .
Ya en el siglo XX aparecen los llamados derechos de segunda generación. Son los
derechos económicos, sociales y culturales, cuyas garantías se asocian con el Estado Social
de Derecho y su pretensión es garantizar el val or de la igualdad.
En las últimas décadas del siglo XX y los años transcurridos del Siglo XXI han ido apare-
ciendo nuevas formulaciones de derechos humanos. Estos, denominados derechos de terce-
ra generación, tienden a proteger el valor de la so lidaridad y son propios de la actualidad.
Hoy los derechos fundamentales forman parte de las legislaciones y están garantizados
por los tribunales de todos los Estados Democráticos. Además se han creado Organismos
internacionales cuya misión es precisamente la de proteger y garantizar el ejercicio de los
derechos humanos de todos los ciudadanos del mundo. A pesar de todo los derechos
humanos no son absolutos sino que están sometidos a determinados límites como son los
derechos de los demás, el orden público y el bien común.
140
Narciso Martínez Morán
valores o pertenecen al ámbito del derecho positivo? Se reconoce que los derechos
humanos son una realidad de todo el género humano. Pero ¿qué queremos decir
cuando afirmamos que son derechos que poseen todos los hombres? Para contestar
estas preguntas tendremos que comprender cuál es la naturaleza de los derechos
humanos, cuáles son sus caracteres y su último fundamento.
Resulta difícil comprender cómo respecto de una realidad, que produce un con-
senso tan amplio sobre su necesidad, existan tantas dificultades y discrepancias a la
hora de caracterizar y definir los derechos humanos. Es obvio que no podemos apor-
tar ahora definiciones desde todas las perspectivas posibles. Por ello, intentaremos
aportar una propuesta de definición que creemos la más omnicomprensiva y que res-
peta mejor el carácter de universalidad de los derechos humanos.
Damos por supuesto que existen «valores» extraordinariamente importantes, ligados
a la condición misma del hombre, que hay «tendencias», «necesidades básicas» en el ser
humano, imprescindibles para que éste pueda conseguir sus fines y adquirir su plena per-
fección individual y social. A tales «valores», «tendencias», «necesidades», «aspiraciones»
«principios» o «ideales» se les llama «Derechos Humanos», «Derechos Naturales», «Dere-
chos Innatos», «Derechos Individuales», «Derechos del Ciudadano», «Derechos Funda-
mentales», «Derechos del Hombre», «Derechos de la Persona Humana», ... , expresiones,
todas ellas, que contienen significados semánticos con matices diferentes, pero que, en
el lenguaje coloquial y en el de la calle, suelen utilizarse indistintamente, como sinóni-
mos, expresando todas ellas la misma realidad.: los llamados derechos humanos.
En efecto, toda persona, desde que lo es, posee unos derechos, los cuales deben
ser reconocidos ineludiblemente por la sociedad y por las normas positivas que la
rigen. Puesto que la persona es anterior al Estado, posee unas tendencias, necesida-
des y facultades naturales, es decir, originariamente necesarias, para conseguir el
desarrollo integral de todas sus potencial idades. Todos los seres humanos tienen dere-
cho a exigir que se respeten y garanticen dichas tendencias y necesidades, porque
ellas constituyen el fundamento natural e histórico, de la perfección integral de la per-
sona, tanto en su dimensión individual como social.
Tales tendencias o necesidades naturales proporcionan a todos los seres humanos
unos derechos que les facultan para exigir de los demás el respeto y la no obstruc-
ción, así como el reconocimiento por parte del Estado y las garantías suficientes que
posibiliten la realización y consecución de los valores necesarios para su progreso y
desarrollo integral como personas. Y ta les derechos, propios de todos los hombres,
son el fundamento del Estado y de todo ordenamiento ·jurídico positivo, en cuanto
que ni el Estado ni el Derecho positi vo pueden contravenirlos. Por ello cabe afirmar
que tales derechos son los «derechos humanos fundamentales» los cuales, a la vez
que el fundamento de todo derecho, constituyen una dotación jurídica mínima, indis-
pensable y esencial, idéntica para todos los seres humanos.
Son numerosos los filósofos y tratadistas de los derechos humanos, españoles y
extranjeros que defienden este planteamiento, caracterizándolos como un orden
141
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Los planteamientos y soluciones a este problema son muy variados, pues, mien-
tras para algunos los derechos humanos son simplemente derechos subjetivos, para
otros son derechos públ4::os subjetivos, emanados directamente de las normas positi-
vas y sólo adquieren valor jurídico cuando los reconoce el ordenamiento jurídico de
un Estado. Algunos consideran los derechos humanos como meros valores, otros
como principios generales del derecho, mientras para muchos son facultades o pode-
res nacidos de las normas objetivas previas y super iores (derechos naturales) a los
ordenamientos estatales.
No es fácil ponerse de acuerdo ni en el significado ni en el contenido de la
expresión «Derechos Humanos», pues muchos auto res construyen una teoría de los
derechos humanos con fines y desde posiciones predeterminadas, de carácter polí-
tico, económico, ideológico o religioso . De este modo las discusiones se vuelven
estériles. Por ello debemos exponer con obj etividad los posicionamientos básicos
que han aparecido hasta hoy en el horizonte de los debates y controversias acerca
de la fundamentación de los derechos hum anos, dejando que cada cual saque sus
propias conclusiones. Los planteamientos más frecuentes son, en mi opinión , tres:
la concepción iusnaturalista, la concepción legalista-positivista y la concepción
ética.
142
Narciso Martínez Morán
2. 1. Fundamentación lusnaturalista
143
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
derecho, sino un simple valor, cuya realizac ión resultará siempre deseable, pero que,
desde luego, no está en el mundo jurídico, por lo que no es exigible jurídicamente.
Esta concepción legalista presenta serios inconvenientes, pues, si los derechos
humanos no son derechos propiamente dichos en aquellos Estados cuyas legislacio-
nes no los reconocen, cabe deducir que sus súbditos carecen de la posibilidad de
reclamar su reconocimiento y protección, quedando radicalmente desprotegidos fren-
te a la arbitrariedad estatal. Por tanto, la tan proclamada y ansiada universalidad e
igualdad de los derechos humanos, proclamados por todas las declaraciones moder-
nas y contemporáneas para todos los hombres, quedaría en entredicho en esta con-
cepción y sería radicalmente falsa. Habríamos perdido muchos siglos de historia si
sólo se reconocen los derechos en tanto que legales, contraviniendo todas las decla-
raciones y pactos internacionales en los que se declara que todos los seres humanos
son poseedores de unos derechos naturales y que han constituido una conquista his-
tórica y la liberación de los seres humanos.
144
Na rciso M artínez M orá n
Después de todo lo dicho y aunque exista una profunda relación entre ellas, no
podemos caer en el error de confundir estas dos categorías primarias de la teoría con-
temporánea de los derechos básicos de la persona. A cada una de ellas le correspon-
de una delimitación conceptual diferente.
Como acabamos de ver el problema de la denominación de los derechos básicos
y naturales del hombre ha generado cierto debate, tanto respecto a su definición
como al conten id o, al existir discrepancias acerca de su naturaleza y fundamentación.
1º) Los «derechos humanos»: Tal como hemos expuesto en el primer epígrafe de
este tema entendemos por derechos humanos aquellos derechos que poseen todos
los hombres por ser consustanciales a la naturaleza humana y por tanto todos los
seres humanos son titulares de ellos no por concesión de las normas positivas, sino
con anterioridad e independencia de ellas, por el mero hecho de ser hombres y de
participar de la naturaleza humana. PÉREZ LuÑo los define «como un conjunto de
facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias
de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional». Así
entendidos, los derechos humanos poseen una insoslayable dimensión deontológica.
Se trata de aquel las facultades inherentes a la persona, previas al derecho positivo,
que deben ser reconocidas y garantizadas por el Estado. En su reconocimiento y
garantía el propio Estado se legitima como auténtico Estado de Derecho.
2°) Los «derechos fundamentales»: Cuando los derechos humanos, ya consolida-
dos en el pensamiento filosófico del racionalismo y reconocidos en las primeras
Declaraciones, se incorporan a las legisl aciones estatales, aparecen los «derechos fun-
damentales», los cuales son entendidos como aquellos derechos humanos legaliza-
dos, positivizados en las constituciones nacionales. Ellos constituyen un sector, sin
duda el más importante, de los ordenamientos jurídicos positivos democráticos, de
modo que, dada su función fundamen tadora del orden jurídico de los Estados de
Derecho, sería preferible denominarlos «derechos constitucionales fundamentales».
Pero, así entendidos, sólo protegen a los súbditos de los Estados que los han lega-
lizado, y no coinciden en su extensión con los «derechos humanos fundamentales»
de los que son titulares todos los seres humanos. Esta concepción de los derechos fun-
damentales sólo tiene cabida desde un una postura legalista, si bien algunos defen-
sores de ésta, como PECES BARBA, distinguen los que denominan «derechos funda-
mentales» (que son aquel los derechos ya reconocidos por la legislación interna) de
los «derechos humanos» (considerados corno valores deseables pero sin valor jurídi-
co alguno, cayendo así en una posición claramente dualista.
145
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL D ERECHO
146
Narciso M artínez Morán
147
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Es sabido que para el pensamiento liberal la principal finalidad del Estado co nsistía
en la defensa de las libertades fundamentales, por lo que éstas debían proclamarse
expresamente en las normas de mayor rango que son las Constituciones. Y desde el
principio, las constituciones liberales recogieron y reconocieron aquellos derechos
que los textos de la época denominaron «derechos humanos» o «derechos naturales».
A estos derechos que colmaron la primera etapa en el proceso de reconocimiento de
los derechos humanos, se les haya calificado como «derechos humanos de primera
generación». Nacieron como reivindicación frente al Estado y su papel es la exigencia
del respeto a la libertad individual. Son derechos propios del Estado Liberal de Dere-
cho y están inspirados en un valor moral básico que les sirve de guía: la libertad.
148
Narciso Martínez Morán
149
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Podemos afirmar que entre las garantías del ámbito estatal se cuentan todos los
procedimientos legales y jurisdiccionales establecidos por las constituciones de cada
Estado. A través de la Constitución, los Estados democráticos contemporáneos esta-
blecen normas y tribunales (ordinarios y especiales), comisiones, organismos y pro-
cedimientos que protegen y garantizan el ejercicio de los derechos fundamentales.
Veamos como ejemplo a grandes rasgos el caso español. España asumió pronto la
corriente constitucionalista protectora de los derechos humanos. Ya desde las prime-
ras constituciones liberales reconoció y protegió determinados derechos de carácter
individual a los que progresivamente se incorporaron los derechos económicos,
sociales y culturales. Y, con la entrada en vigor de la Constitución de 1978, España
se incorpora definitivamente al grupo de Estados democráticos que públicamente
establecen en su Ley Fundamental el reconocimiento expreso y asumen el compro-
miso de las garantías de los derechos humanos.
Aunque no es este el lugar de realizar un análisis procesal profundo del funciona-
miento de las diferentes garantías -lo que pertenece a un posterior momento curricu-
lar- si hemos de dejar constancia, al menos, de la existencia de algunos procedí-
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tes de la libertad y no puede ser restringida jamás a no ser por gobiernos despóticos».
En el artículo 4 de la «Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano» de
1789, se proclama también que «la libertad consiste en poder hacer todo lo que no
daña a los demás. Así el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene
más límites que los que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de
los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley».
Como puede verse, en estas primeras declaraciones liberales de derechos del siglo
XVIII, late la idea de que, en general, los derechos humanos pueden considerarse
como absolutos, con la única limitación, en su ejercjcio -y siempre establecida por
ley- del respeto a los derechos de los demás. Es decir, lo excepcional sería la limita-
bilidad de tales derechos. Dicho en palabras de FERNÁNDEZ-GALIANO «los Derechos
Humanos Fundamentales, en la medida en que no les alcancen las limitaciones lega-
les, son absolutos en su ejercicio; se considera, por tanto, que lo normal es ejercitar
tales derechos de manera ilimitada, siendo, en cambio, lo excepcional, las limitacio-
nes que las leyes puedan establecer al ejercicio de tales derechos».
Como hemos indicado anteriormente, esta concepción es el fruto del talante indi-
vidualista de una época dominada por el rac ionalismo y el liberalismo, con un pre-
cedente remoto en aq uel aforismo que acuñó el Derecho Romano: «qui suo iure uti-
tur neminem laedit», según el cual, el ejercicio de cualquier derecho fundamental
no reconoce límite alguno, ni siquiera el de la posible lesión de los derechos de los
demás.
No obstante, hemos de tener en cuenta que los derechos fundamentales del hom-
bre, «si bien son naturales, son a la vez históricos». Y por ello, en cuanto a su aplica-
ción y concreción , están sujetos a los procesos de la historia, lo que los hace limita-
bles, porque dentro de cada sociedad y de cada sistema jurídico, están condiciona-
dos por las exigencias d~I bien general y la coexistencia con otros derechos. Y si los
derechos humanos fund~mentales son limitables, en algún caso y por alguna razón,
no son absolutos.
Ciertamente en la actualidad, la práctica totalidad de la doctrina entiende que los
derechos humanos no son absolutos -en el sentido más puro del término- ni ilimita-
dos en su ejercicio, sino que son limitados y limitables al entrar en colisión con idén-
tico derecho (también fundamental y esencial ) de otro hombre o por razones de trans-
cendencia para la convivencia de los ciudadanos. En efecto, aunque no en la misma
medida que otros derechos, cualquier facultad que derive de la dignidad intrínseca
humana, al ser definida como derecho por un ordenamiento jurídico positivo, qyeda
sometida a determinados límites. Pero ¿a qué limites estamos refiriéndonos:
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Narciso Martínez Morán
finalidad no es ya usar el derecho sino abusar del mismo. Precisamente sobre esta
base se ha apoyado la teoría, elaborada en el siglo XX, del «abuso del derecho» que
se opone a la concepción individualista de los derechos. Aunque esta teoría es pro-
pia del derecho positivo, sin duda es también aplicable a los derechos humanos.
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
hacen posible que los individuos y los grupos puedan alcanzar y desarrollar sus fines
peculiares en un ambiente de seguridad y paz social».
Entendido así el orden público parece evidente que debe constituir un límite al
ejercicio de los derechos y libertades fundamentales.
4°) El bien común o bienestar general -como prefiere denominarlo RECASÉNS
S1 CHES- constituye un cuarto límite al ejercici o de los derechos humanos. Como en el
caso del orden público, el bien común también hace referencia a algo colectivo,
social, «común».
El bien común se integra por un conjunto de circunstancia, condiciones y reali-
dades fácticas . Podemos decir que una sociedad se halla pres idida por el bien común
cuando en ella se da una buena administración de justicia, una adecuada red de trans-
portes, una asistencia sanitaria suficiente e igual para todos, un eficaz sistema educa-
tivo y amplios servicios sociales y culturales.
La definición más perfecta, aunque breve, qu izá sea la aportada por JUAN XXIII en
su encíclica Pacem in terris al afirmar que el orden público es el «conjunto de con-
dic iones sociales que permiten a los c iudada nos el desarrollo expedito y pleno de su
propia perfección». Contemplado el orden público desde esta definición se com-
prende perfectamente que pueda constituir un límite al ejercicio de los derechos
cuando con tal ejercicio se impida o se dificu lte a los ciudadanos el pleno desarrollo
de sus potencialidades.
Creemos, además, que los individuos no pueden desentenderse del bien común
ni contravenirlo, apelando al ejercicio de sus derechos personales, puesto que de los
bienes comunes o colectivos también se ben efic ian, a nivel individual, cada uno de
los miembros del colectivo.
156
Narciso Martínez Morán
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Ejercicios de autoevaluación
157
TEMA
,
11.
Etica y Deontología profesional
Narciso Martínez Morán
Objeti vo general
Tres son los objetivos del presente tema. El primero exponer y razonar cómo entre la
Ética y el Derecho existen otras normas que rigen en el ámbito profesional. Tales normas
constituyen los llamados Códigos Deontol ógicos. El segundo es analizar las normas deon-
tológicas para conocer su naturaleza, su origen, su obligatoriedad y su transcendencia. Y
el tercero analizar la repercusión y la operatividad que las normas deontológicas tienen en
la profesión del criminólogo.
Sumario
1. Ética y moral.
2. Ética Privada y Ética Pública.
3. Ética Profesional.
4. El Concepto de Deontología.
4.1. Qué entendemos por Deonto logía?
4.2 . La codificación de las normas deontológicas.
4.3 . La obligatoriedad de las normas deontológicas.
5. Código Deontológico del Criminól ogo.
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
Entendemos por Moral el conjunto de normas que regulan directamente nuestras con-
ductas orientando los comportamientos hacia lo bueno o lo malo en el ámbito individual.
La Ética, sin embargo, es una reflexión filosófica sobre la Moral. Y si ambos conceptos los
referimos a las acciones relacionadas con la vida púb lica tendremos la Moral Pública (que
regula las acciones buenas o malas en el ámbito de lo público y la Ética Púbica que es una
reflexión sobre las normas y las acciones de la Mora l Pública. Cuando la normatividad se
refiere a las conductas realizadas en el campo de una profesión estamos ante la Deonto-
logía Profesional, mientras que cuando nos referimos a la reflexión filosófica sobre los
comportamientos y las normas deontológicas estamos en el campo de la Ética Profesional.
Pero la Deontología Profesional puede contemplarse desde tres puntos de vista diferentes:
• Deontología Profesional como Ética Aplicada que investiga los deberes morales.
• Deontología como Moral Corporativa: moral positiva de los grupos profesionales.
• Deontología como Derecho: exigible ju rídicamente.
La Deontología Profesional es necesaria y es útil que sus normas se plasmen en
Códigos Deontológicos porque permiten a los profesionales el conocimiento y
autorregulación de sus deberes éticos, po r cuyo incumplimiento pod rá n ser san-
cionados.
Las normas deontológicas recogidas en Códigos, Estatutos o Reglamentos, no sólo
obligan éticamente sino que el Derecho las ha hecho suyas y obligan jurídicamente.
Por todo ello sería absolutamente necesario que en la educación, especialmente en la
enseñanza universitaria, se explicara una disciplina de Ética o Deontología Profesional.
La Deontología como Ética aplicada es común para cada profesión. Sin embargo
sus normas pueden explicitarse en Códigos diferentes en función de las culturas,
los países o los Colegios Profesionales en los que se ejerza la profesión.
Existen una serie de principios deonto lógicos comunes a todas las profesiones
como el principio de beneficencia (y de no maleficencia), el principio de autono-
mía y el principio de justicia. También puede hablarse de los principios de probi-
dad, desinterés y decoro.
La mayoría de las profesiones relacionad as con el Derecho (abogados, registradores,
notarios, jueces) tienen normas deontológicas establecidas en diferentes Códigos.
1. ÉTICA Y MORAL
La conducta (actos conscientes y libres) de los seres humanos está regulada por
diferentes sistemas normativos entre los que destacan el Derecho y la Moral.
Aunque habitualmente los términos Éti ca y Moral suelen utilizarse indistinta-
mente para expresar la misma realidad su significado, como veremos, es diferen-
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
código de normas, tácitas o expresas, que regulan los actos internos o inmanentes, de
los individuos. Responde a los interrogantes ¿qué es lo bueno?, ¿qué debo hacer? y
prescribe la realización de lo que es bueno.
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Narciso Martínez Morán
Pero ¿a qué Ética nos referimos? Si concebimos la Ética como el conjunto de prin-
cipios y normas morales que regulan las actividades humanas de acuerdo con la recta
razón , estamos refiriéndonos a los aspectos íntimos de la personalidad. Pero, si nos
referimos a los aspectos sociales y públicos de las conductas humanas, nos encontra-
mos ante la Ética Pública.
«Resulta realmente difícil -afirma RODRÍGUEZ ARANA- distinguir entre ambos aspec-
tos de la vida humana (individual y soci al) debido a las constantes injerencias de una
en otra dimensión» . Lo mismo puede decirse de la diferencia entre Ética Pública y Pri-
vada referida a la actividad de los servidores públicos. «Es realmente difícil -sigue
diciendo RODRÍGUEZ ARANA- concebir un intento de moralización de la vida pública
ajeno al resurgimiento de dichos valores en la sociedad en general y en las personas
que la componen en particular».
En efecto, es difícil que los servidores públicos que no tienen interiorizados y asu-
midos valores éticos, tanto privados como sociales, puedan llevarlos a la práctica en
el ejercicio de la función pública. Pues la Ética del servicio público inevitablemente
está afectada y condicionada no sólo por los valores individuales sino también por los
valores sociales y aquellos considerados propios de las distintas culturas.
El funcionario público no puede olvidar que, si quiere que sus actuaciones sean
éticas deben estar presididas por determinados valores, teniendo siempre claro que
«ser ético es deseo de ser ético y el deseo de ser ético se demuestra actuando ética-
mente» tanto en lo privado como en lo público.
Si tomamos en consideración cualquiera de los códigos éticos y deontológicos de
los Funcionarios Públicos de los países de nuestro entorno y, en general de todos los
Estados Democráticos de Derecho, veremos que, todos ellos, con pequeñas variantes,
realizan una amplia enumeración de valores y principios de actuación para los funcio-
narios públicos. Pero hay que advertir que la mayoría de los recientes códigos de Ética
Pública están inspirados en los siete valores, principios y criterios establecidos en el
informe Nolan que, como él mismo afirma, sintetizan todo un código de Ética Pública:.
Altruismo o capacidad de asumir el interés público; integridad; objetividad; responsa-
bilidad; transparencia; honestidad; liderazgo o capacidad de decisión.
3. ÉTICA PROFESIONAL
En los dos epígrafes anteriores hemos expuesto los ·conceptos de Ética y Moral,
Ética Pública y Moral Pública, entendiendo como Moral el conjunto de normas que
regulan las conductas tanto individuales como públicas y Por Ética la reflexión filo-
sófica sobre los contenidos de la Moral.
En el presente epígrafe y en el siguiente analizaremos la Ética Profesional y la
Moral Profesional o Deontología. Con ambos conceptos podemos establecer el
mismo paralelismo: Expondremos en el epígrafe siguiente que la Deontología con-
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I NTRO DUCCIÓN A LA T EORÍA DEL D ERECHO
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Narciso Ma rtínez Morán
4. EL CONCEPTO DE DEONTOLOGÍA
4.1. 1. Deontología: Este vocablo procede del griego «deon» que significa «debi-
do» y «lagos» que es igual a ciencia o tratado. Desde esta perspectiva terminológica
Deontología sería la ciencia o tratado de los deberes.
Parece que la primera utilización del término Deontología se atribuye a Jeremy
Bentham, quien, en 1834, escribió una obra titulada «Deontology ar the Science of
Morality» (Deontología o la ciencia de la moralidad). En ella Bentham nos presenta
la Deontología como una rama de la ética entendiendo que el objeto de esta son los
deberes y las normas morales. Pero tanto los deberes como las normas morales, en
cuanto que son objeto de la Ética, deben entenderse en sentido amplio dado que
comprenden todas las conductas humanas calificables como morales.
Sin embargo la Deontología sería una rama particular d~ la Ética referida al estu-
dio de los deberes y las obligaciones morales que tienen las personas en el ejercicio
de una profesión concreta, excluyendo, por tanto, todas aquellas conductas morales
que no pertenezcan al ámbito estri cto de la profesión de que se trate en cada caso.
De aquí que, al hablar de Deontología se abra un amplio abanico que nos permite
hablar de deontologías, referidas en cada caso a los deberes de conducta exigidos en
un campo profesional específico (cada profesión tiene su propia deontología).
Así entendida la Deontología podría definirse como una teoría de los deberes pro-
fesionales y que algunos han denominado Axiología Profesional, denominación que
considero poco afortunada puesto que la Axiología es el tratado de los valores mien-
tras que la Deontología es el tratado de los deberes, y valores y deberes no son tér-
minos identificables ya que los valores pertenecen al ámbito del «ser» y los deberes
al ámbito de la «acción».
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el concepto de Deontología, aunque
es un concepto relativamente joven, ha ido evolucionando y, en la actualidad, no
tiene el mismo sentido que en sus inicios. De acuerdo con RooRíGuEz-TouBES podrí-
amos contemplar tres acepciones o sentidos de la Deontología:
Primer sentido: DeontologTa Profesional como Ética Aplicada. Un primer senti-
do de la Deontología lo encontramos en la concepción original sostenida por Ben-
tham donde la Deontología Profesion al sería una con~epción de la Ética normativa
que investiga los deberes morales de la conducta en el ejercicio de una profesión.
La Deontología Profesional es por tanto una Ética Aplicada que investiga las nor-
mas morales que afectan particularm ente a los miembros de una profesión, y lo
hace guiándose por la razón práctica. Y por Ética debe entenderse la Filosofía
Moral, el uso de la razón práctica para alcanzar un conocimiento fundado y fiable
sobre lo bueno y lo malo en general. Desde esta perspectiva la Deontología se ocu-
paría de los deberes morales que pueden reconocerse racionalmente, es decir, se
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I NTRO DUCCIÓN A LA T EOR ÍA DEL DERECHO
trataría de una moral ideal, que se identificaría con lo que algunos entienden como
Ética Profesional.
Segundo sentido: Pero, como decíamos, el concepto de Deontología ha evolu-
cionado y, en la actualidad existe un nuevo modo de entender la Deontología Pro-
fesional. Según esta nueva concepción, que me parece mucho más acertada, se
entiende por Deontología P~ofesional el co njunto de normas de carácter prescripti-
vo, adoptadas para el ejercicio de una profesión según el punto de vista de quienes
la practican . Por consiguiente, en esta segunda concepción, no cuenta tanto la
investigación filosófica sobre lo que es bueno o malo sino los criterios comunes
sobre los deberes morales específicos que los profesionales creen tener y por los
cuales han de responder ante sus colegas y ante el resto de la sociedad . En este caso
la Deontología Profesional se confía a la op inión de los propios profesionales, plas-
mada en Códigos Deontológicos o de buenas prácticas aprobados por los propios
Colegios y Profesionales. A la Deontología Profesional , entendida en este segundo
sentido, la denomina RooRíG uEz-TouBES moral corporativa o moral social, que
sigue siendo un tratado sobre los deberes morales, pero confiado, en este caso, no
a la Ética filosófica, fuente de la moral racio nal y crítica, sino a la moral positiva de
los grupos profesionales.
Tercer sentido: Aún existe un tercer modo de entender la Deontología Profe-
sional: /a Deontología como Derecho. En efecto, los Códigos Deontológicos, que
comienzan siendo una reflexión ética de algunos profesionales sobre las respon-
sabilidades inherentes a los actos de su actividad profesional, termin an finalmen-
te concretándose en un acuerdo corporati vo sobre los deberes exigibles a todos
los integrantes de la profesión y, de modo natural, estos deberes acaban siendo
exigibles no sólo socialmente sino tambi én j urídicamente, como veremos más
adelante.
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Narciso Martínez Morán
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECH O
En realidad desde muy antiguo han existido códigos deontológicos, es decir, algún
tipo de normas éticas que los profesionales han tenido como pauta de su conducta en
el ejercicio profesional. Recordemos por ejemplo el Juramento Hipocrático que,
durante siglos, ha servido de Código de conducta en el ejercicio de la profesión médi-
ca. Pero poco a poco han ido consolidándose determinadas normas, asumidas, exi-
gidas y autorreguladas por los propios colectivos profesionales.
Los primeros Códigos Deontológicos se apli caron después de la segunda guerra
mundial como consecuencia de las atrocidades que los profesionales de la medicina
(médicos principalmente) practicaron contra las personas, intentando justificarlas en
el ejercicio de la investigación, sin ningún ti po de regulación ni control. Ello provo-
có que, durante la guerra fría se comenzara a estudiar y aplicar la Deontología en
Europa.
Puede decirse que, en la actualidad, prácticamente todas las profesiones, han ela-
borado y desarrollado, con mayor o menor amplitud, sus propios Códigos Deontoló-
gicos, y, en este sentida, podemos referirnos al Código Deontológico de los profe-
sionales de la medicina, o a la Deontología Profesional periodística, a la Deontología
Profesional de los abogados, de los notarios, de los registradores, de los farmacéuti-
cos, de los psicólogos, de los criminólogos, etc.
4.2. 1. ¿Son necesarios los Códigos Deontológicos? ¿Por qué deben existir?: La
respuesta a este interrogante no es sencilla, entre otras cosas porque, aunque sea un
sentir minoritario, hay quienes opinan que no son necesarios.
Yo entiendo que son muy útiles y se necesitan Códigos Deontológicos en todas las
profesiones públicas y en aquellas que, sin serlo, trascienden el ámbito de lo meramen-
te privado ya que el ejercicio de cualquier profesión, para su correcto desempeño,
requiere el dominio de una serie de conocimientos de carácter técnico por parte de aque-
llos que la desempeñan, pero, al mismo tiempo, requiere un comportamiento ético,
honesto y responsable con la sociedad, especialmente con aquellos ciudadanos sobre los
que repercuten sus acciones. Y también debe exi stir un compromiso profesional con el
resto de sus propios colegas de ejercer con dil igencia y honestidad la profesión .
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Narciso Martínez Morán
4.2.2. Utilidad de los códigos deontológicos. Los códigos deontológicos son útiles:
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
duos y a las instituciones. Y en muchas ocasiones son la única garantía -más que el
propio Derecho- de defensa de los ciudadanos afectados por los comportamientos de
un profesional.
Su importancia, necesidad y utilidad, junto con otros factores, explican, sin duda,
la proliferación en la actualidad de los denominados Códigos Deontológicos. Lo que
no sucedería si existiese un consenso sobre su inutilidad.
Diremos, para terminar este epígrafe, que la formación moral y ética en cualquier
ámbito del ejercicio de una profesión es tan importante, que la Deontología Profe-
sional debería constituir una disciplina en todas las especialidades universitarias o for-
mativas. Y, dada su ausencia en la mayoría de los casos entiendo que se trata de una
asignatura pendiente en los estudios universitarios y profesionales.
En el ámbito de las sociedades modernas existen, sin duda diferentes tipos de reglas
que generan diversos tipos de obligación. Hablamos de normas religiosas, normas
morales, reglas de trato social , normas deontológicas, normas jurídicas, etc. Y no nos
cabe ninguna duda de que estas últimas, las normas jurídicas, son obligatorias porque,
en ellas reside la característica esencial de la coercibilidad. Más aún, la propia Consti-
tución española en su art. 9.1 afirma que «/os ciudadanos y los poderes públicos están
sometidos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico» . Y de la misma
manera que las normas legales vinculan a todos los ciudadanos también los pactos sur-
gidos de la autonomía de la voluntad privada, individual o colectiva, obligan a quie-
nes los asumen. En este sentido no podemos dudar de la obligatoriedad de las cláusu-
las de un contrato privado, o las disposiciones de un convenio colectivo.
Más difícil resulta, sin embargo, evaluar la obligatoriedad de las conductas regu-
ladas por otros sistemas normativos como la moral, las reglas de trato social o las nor-
mas deontológicas. Por ello debemos analizar el sentido de la obligatoriedad de la
Deontología.
Lo primero que hay que afirmar, como ve remos más adelante, es que en el ámbi-
to de los Colegios Profesionales existen normas deontológicas a las que, sin ser nor-
mas legales, de las reconocidas como fuentes del derecho, y no perteneciendo tam-
poco al ámbito de los acuerdos libres y voluntarios entre ciudadanos (contratos, con-
venios, estatutos ... ), la jurisprudencia les reconoce eficacia jurídica. Citemos, por
ejemp lo, las normativas existentes en los colegios profesionales de los periodistas, de
los arquitectos, de los abogados, de los médicos, de los farmacé uticos, de los psicó-
logos....
Recordemos brevemente los tres sentidos en los que decíamos puede hablarse de
Deontología: Deontología profesional como Ética aplicada, Deontología profesional
como moral corporativa y Deontología profesional como Derecho.
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Narciso Martínez Morán
7º) La Deontología profesional como Ética aplicada es expuesta por ÁNGELA APA-
RISl:«AI referirnos -dice- a la Deontología Profesional adoptamos un criterio amplio,
entendiendo por norma deontológica aquella exigencia moral anclada en la natura-
leza de una profesión». «Desde esta perspectiva, -sigue diciendo- las normas deon-
tológicas son, básicamente, exigencias de ética profesional. Por ello, al igual que ocu-
rre con las normas morales, se nos muestran 'prima facie ' como un deber de con-
ciencia».
En su obra Ética y Deontología para juristas, la autora citada entiende la Deonto-
logía Profesional como Ética, es decir, como el conjunto de principios éticos descu-
biertos por la razón práctica, principios que exigen obrar en conciencia. La obligato-
riedad de tales normas depende por tanto del grado de presión interna que cada indi-
viduo o profesional esté dispuesto a asumir desde su conciencia. Pero, en todo caso
se trata de una decisión individual. Es j usto resaltar, sin embargo, que la autora tam-
bién reconoce el carácter social, e incluso jurídico de algunas normas deontológicas.
2°) La Deontología profesional como moral corporativa: Para J.oE LA TORRE DíAZ
«La Deontología es la Ética aplicada al mundo profesional concretada en unas normas
y códigos de conducta exigibles a los profesionales, aprobados por el colectivo de
profesionales, que enumera una serie de deberes y obligaciones mínimos para todos
los profesionales con algunas consecuencias de carácter sancionador». Evidentemen-
te el autor hace referencias a los otros dos sentidos de la Deontología. Por una parte
señala que la Deontología es una Ética aplicada y, por otra, que puede tener conse-
cuencias jurídicas. Pero a la hora de definirla y explicarla la entiende como «las nor-
mas compartidas y aprobadas por un colectivo», e insiste en que no debe ser con-
fundida con la Ética Profesional.
El alcance de la obligatoriedad de las normas vendrá determinado por la voluntad
del colectivo expresado en los propios Códigos Deontológicos. En general estas nor-
mas sí tienen, al menos un alcance di sciplinario y en muchas ocasiones y, a veces,
como veremos a continuación, poseen alcance y obligatoriedad jurídica.
3°) La Deontología Profesional como Derecho: Esta concepción es mantenida por
SANCHEZ-STEWAR para quien «La Deontología no es Filosofía, ni siquiera Filosofía del
Derecho. Es Derecho puro, inspirado, como en la mayor parte de las normas, en prin-
cipios de contenido».
Es cierto que el autor valora la influencia de la Filosofía Ética y tiene muy en cuen-
ta la contribución de los Colegios Profesionales al determinar las normas deontológi-
cas, pero, a su juicio, el sentido último de los Códigos Deontológicos es el de normas
jurídicas que regulan la conducta profesional.
Cabría preguntarse ahora ¿Cuál de las tres diferentes concepciones de la Deonto-
logía Profesional es la más importante? En mi opinión ninguna de las tres acepciones
puede priorizarse, pues cualquiera de ellas puede ser válida. No obstante considero
que se trata de tres modos o perspectivas diferentes de entenderla. Pero los tres enfo-
ques descritos no sólo son compatibles sino que son complementarios. Por ello, en
171
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
el discurso deontológico, cabría utilizar cualquiera de los tres sentidos -ético, corpo-
rativo y jurídico- según convenga y sea más adecuado a la situación, evitando en
cualquier caso la confusión entre ellos.
De este modo, uniendo los tres sentidos de la Deontología, que constituyen per-
cepciones diferentes de la misma realidad , «Lo que comienza siendo -dice RooRí-
GUEz-TouBES- la meditación ética de unos profesionales sobre las responsabilidades
inherentes a su trabajo, se concreta luego en un acuerdo corpo rativo sobre los debe-
res requeridos a todos ellos y, de modo natu ral , estos deberes acaban siendo exigi-
bles no sólo socialmente, sino también jurídicamente».
La consideración jurídica de los Códigos Deontológicos es algo ya asumido en
muchos países, incluida España, unas veces porque los Colegios Profesionales, a
quienes corresponde aprobar las normas deontológicas, son considerados como enti-
dades públicas; en otras ocasiones porque los propios Códigos Deontológicos son
aprobados mediante Decretos u otro tipo de disposiciones jurídicas y publicados en
los correspondientes Boletines.
Más aún, también los Tribunales de Justicia avalan la juridicidad de los Códigos
Deontológicos. Baste cita r, entre otras muchas, la STC 219/1989, de 21 de dicie mbre,
en la que se hace patente que «fas normas de deontología profesional aprobadas por
los Colegios Profesionales o sus respectivos Consejos Superiores u órganos equiva-
lentes no constituyen simples tratados de deberes morales sin consecuencia en el
orden disciplinario. Muy al contrario, tales normas determinan obligaciones de nece-
sario cumplimiento por los colegiados y responden a las potestades públicas que la
Ley delega a favor de los Colegios».
En definitiva, las obligaciones deontológicas, tal como se plasman en los Códigos
de conducta aprobados corporativamente, llegan a ser obligaciones jurídicas.
172
Narciso Martínez Morán
En la actualidad ya son numerosos los estudiantes que han terminado sus estudios
y que han obtenido un título oficial de criminólogo, lo que ha propiciado la creación
de Asociaciones y Colegios Profesionales de Criminólogos.
En el año 2000 nació la Sociedad Española de Investigación Criminológica (SEIC)
con el objetivo prioritario de favorecer la investigación y los estudios criminológicos
y, desde entonces, fueron creándose diferentes Asociaciones de Criminólogos en
España que, a su vez, están integradas en la Federación de Asociaciones de Criminó-
logos de España (F.A.C.E.) .
La Comunidad Valenciana fue la primera en contar, el 14 de mayo de 2013, con un
Colegio Oficial de Criminología ( ICOCCV) en España. Otras comunidades han segui-
do el ejemplo iniciando los trámites para crear «ex novo» o convertir las Asociaciones
de Criminólogos en Colegios Profesionales. Por ejemplo la creación del Colegio Profe-
sional de Criminólogos de Asturias se aprueba mediante la Ley 6/2015, de 13 de marzo.
La Comunidad de Madrid inició, también en 2013, los trámites para a creación de un
Colegio Profesional de Criminólogos, cuya aprobación definifiva tuvo lugar finalmente
mediante la Ley 5/ 2017, de 27 de abril, de Creación del Colegio Profesional de Crimi-
nólogos de la Comunidad de Madrid (BOCAM de 18 de mayo de 2017) .
Es importante resaltar que en los Colegios Profesionales de Criminólogos se busca
facilitar la ordenación de la profesión, la supervisión y control de sus miembros según
un código deontológico, la mejor defensa de sus derechos como colectivo profesio-
nal y la protección de los intereses de los consumidores y usuarios que hagan uso de
los servicios de los colegiados.
La creación del Colegio de Criminólogos de Cataluña tiene lugar mediante el
Decreto 50/2017 de 23 de mayo.
Hoy son varios los procesos emprendidos por otras comunidades autónomas para
la creación de sus respectivos colegios y falta aún un Colegio oficial de criminólogos
de España o de criminólogos de la Unión Europea.
Como podemos observar, los estudios de criminología son todavía jóvenes, y la orga-
nización de los profesionales en colegios y asociaciones está en un momento de plena
construcción y elaboración. Ello explica que apenas podamos hablar aún de Códigos
Deontológicos. Esta será una misión importan te de los futuros colegios profesionales.
Pero como en todas las profesiones, también los criminólogos deben regirse, ade-
más de por las normas jurídicas, por criterios y códigos deontológicos, es decir, nor-
mas éticas que regulen el ejercicio de su profesión. En E;Ste sentido también la Comu-
nidad Valenciana ha sido la pionera, adelantándose a todas las demás, al disponer del
primer Código Deontol ógico oficial de la profesión del crimi nól ogo desde finales del
año 2015, el primero de estas ca racterísticas en España, en el que están expresadas
las ob li gaciones ético profesionales de este colectivo.
En su preámbulo afirma que el ejercicio profesional de la criminología impli ca una
constante toma de decisiones en diferentes ámbitos de actuación, por lo que el desa-
rrollo actual de la profesión impone la necesidad de un Código Deontológico adap-
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I NTRODUCCI ÓN A LA T EORÍA DEL DERECHO
tado a las nuevas realidades sociales y a los nuevos usos de las tecnologías de la infor-
mación y comunicación, manteniendo la esencia ética del desarrollo profesional.
El código deontológico recoge con clarid ad cómo van a relacionarse los criminó-
logos con sus clientes y las consecuencias que la buena o mala praxis profesional
podrían acarrearle en caso de que vulnerase el código.
Y ratifica la necesidad de ahondar en los principios éticos y deontológicos de la
profesión del criminólogo, teniendo como objetivos fundamentales: delimitar las res-
ponsabilidades profesionales, promover el in cremento de los conocimientos científi-
cos y técnicos, definir el correcto comportamiento profesional en cada ámbito de
actuación y de relación profesional, evitar la competencia desleal , mantener el pres-
tigio de la profesión, perseguir el constante perfeccionamiento de las tares profesio-
nales, atender al servicio de la ciudadanía y de las instituciones, valorar la confianza
y la confidencialidad como factores importantes y decisivos en las relaciones profe-
sionales y conocer la responsabi 1id ad derivada de una mala praxis profesional.
A su vez la SEIC (Sociedad Española de In vestigación Criminológica) en el artícu-
lo 3° de sus estatutos recoge los fines de la asociación y en los apartados restantes
establece los deberes de carácter general y específicos que tienen los profesionales de
la criminología: deberes con la propia disciplina; con sus colegas de profesión; con
los sujetos de la investigación y deberes específicos con los patrocinadores.
En cualquier caso la deontología de los criminólogos está regida por los principios
básicos comunes a todas las profesiones: Pri ncipio de no maleficencia, principio de
beneficencia, principio de justicia y prin cipio de autonomía.
Sin embargo, por cuanto se refiere específicamente a la profesión, la Deontología
del Criminólogo es una disciplina aún sin co nstruir, diríamos que es una disciplina
«in fieri». O si se prefiere, se trata de una asignatura pendiente en la que falta mucho
sin construir.
174
Narciso Martínez Morán
Referencias bibliográficas
Si desea ampliar profundizar o contrastar las explicaciones de este tema puede encon-
trar ayuda en
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RoDRÍGUEZ-TouBES MuÑ1z, JOAQUÍN, «Deontología de las profesiones jurídicas y derechos
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SANTAELLA LóPEZ, MANUEL, Ética de las p ro fesiones jurídicas, Universidad Complutense y
Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1994.
Ejercicios de autoevaluación
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UNIDAD DIDACTICA IV
EL CONOCIMIENTO JURÍDICO
;.
Esta Unidad Didáctica se dedica a la expos ición de los distintos saberes sobre el Dere-
cho que han ido desarrollándose en diferentes momentos históricos. Se trata de ofrecer
una panorámica general con las obligadas referencias a cuestiones epistemológicas de
fondo que permiten explicar los cambios acaecidos en el ámbito de las diversas formas de
conocimiento del Derecho. Por consiguiente, esta Unidad ofrece una exposición sobre la
Ciencia del Derecho y sus distintas man ifestaciones, en tanto en cuanto se hayan destina-
do al conocimiento jurídico como un hecho social, o cómo el conjunto de normas vigen-
tes en una sociedad en un momento determinado, o desde perspectivas sociológicas, his-
tóricas o puramente normativas.
En tanto que las ciencias jurídicas tienen por objeto el Derecho positivo deben resol-
ver los problemas derivados de la interpretación y la aplicación del mismo, lo que se lleva
a cabo, en la actualidad, en el seno de la Dogmática jurídica y y la Política del Derecho.
177
TEMA 12.
Los diversos saberes sobre el Derecho
Raúl Sanz Burgos
Objetivos
Sumario
179
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
Resumen
A la vista del incontestable éxito explicativo del acontecer natural a manos de las
ciencias físico-matemáticas, el planteamiento y resolución de los problemas jurídicos
se vio impulsado hacia su formulación conforme a las exigencias metódicas de pre-
cisión y universalidad propias de tales ciencias. De manera creciente se extendió la
necesidad de hallar algún aspecto de lo jurídico respecto del cual fuera posible alcan-
zar conocimiento científico. Desd e el primer momento de la evolución de la ciencia
jurídica positivista ese objeto lo han constituido las normas del Derecho creado por
el hombre, sobre cuya existencia no caben desacuerdos. No ha sido ésta, sin embar-
go, la única orientación seguida para tratar de conocer científicamente el Derecho:
que sea también un hecho social permite su análisis desde la sociología.
El precio pagado para alcanzar un conocimiento racional (compartible por todos)
del Derecho fue limitar el trabajo sobre el mismo a la mera descripción de las nor-
mas, de sus relaciones lógicas así como de las consecuencias estrictamente normati-
vas de la realización de los supuestos de hecho previstos en ellas, absteniéndose
siempre de prescribir cómo debían ser las normas. La consideración del Derecho
como hecho social permitió, en cambio, orientar la investigación hacia la búsqueda
del origen social de sus disposiciones, así como al análisis de la manera en que se
aplican y las consecuencias de dicha aplicación en la sociedad.
El científico iuspositivista de primera hora había de limitarse, por tanto, a descri-
bir el Derecho como sistema de normas o las conexiones de éstas con la realidad fác-
tica, pero absteniéndose de prescribir cómo debían ser o bien las normas o bien la
forma correcta de actuación del Derecho en la sociedad. De todos modos, la prácti-
180
Raul Sanz Burgos
2.1. Introducción
181
INTROD UCC IÓN A LA T EO RiA DEL DERECH O
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Raúl Sanz Burgos
Esta breve nómina de las actividades que la Dogmática realiza para facilitar la apli-
cación del Derecho muestra que no se limita a levantar acta de los problemas que
detecta en el ordenamiento jurídico a través de su interpretación, sino que trata de
ofrecer soluciones jurídicamente moti vadas a los mismos. La exigencia de argumen-
tar de manera jurídica se sustancia en que el discurso «dogmático» comparte ciertas
notas con el del juez a la hora de construir las premisas del silogismo judicial.
Toda propuesta de solución de cualquier problema detectado en el sistema jurí-
dico requiere como paso previo la decisión sobre qué se considera Derecho válido
aplicable al caso. Dado el mandato constitucional de que los poderes públicos hagan
efectivos los valores y principios constitucionales, si el dogmático limita la categoría
de Derecho aplicable al caso al ámbito de las reglas, da por sentado que tales reglas
cumplen el mandato constitucional. Puede también extender su examen del Derecho
aplicable más allá de la reglas y comprender en él los principios, con el consiguien-
te problema interpretativo de la coherencia de las reglas con los principios. En ambos
casos el dogmático se pronuncia sobre este punto.
183
INTRODUCCIÓ N A LA TEORÍA DEL DERECHO
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Raúl Sanz Burgos
Cabe reconocer de lo dicho hasta aquí que la dogmática jurídi ca cumple varias
funciones:
En primer lugar, los tratadistas ordenen y sistematizan el conglomerado de normas
que regula un sector de la realidad; esta actividad se presenta como una descripción
de ese conjunto de normas y a veces también de su aplicación judicial. A este ámbi-
to constructivo pertenecen los manuales del Derecho y la función que desempeñan
es la de facilitar el aprendizaje de esta materia.
La sistematización de amplios conglomerados de normas requiere el desarrollo de
teorías ordenadoras de todo ese mate rial como, por ejemplo, la teoría general del
delito, la teoría general del proceso, etc., que permiten reconstruir sistemáticamente
el conjunto de normas y evaluar la con sistencia del material normativo frente a tales
teorías. Las elaboraciones dogmáticas de este nivel de generalidad pueden desempe-
ñar más fácilmente su función ordenad ora a causa de su recepción por parte del legis-
lador y de los jueces.
En segundo lugar, la dogmática trata de reconocer problemas (de aplicabilidad y
de justicia) en el orden jurídico y proponer soluciones sostenidas sobre argumentos
jurídicos para que quien aplica el Derecho las considere no sólo preferibles, sino tam-
bién efectivamente aplicables.
A través de esta labor, en tercer lugar, el jurista teórico reconstruye constante-
mente el Derecho positivo frente a otras reconstrucciones posibles. El punto de parti-
da de las propuestas de solución ti ene que ser el Derecho válido, pero, como ya se
ha señalado, éste no consiste en una magnitud ya dada, sino que debe ser construi-
do -a través de la interpretación, sin más autoridad que la calidad de unos argumen-
tos basados siempre en los métodos de interpretación jurídica- con el fin de consti-
tuir el contexto sistemático de la solución del problema que trata de resolver la inves-
tigación.
Para construir ese contexto, el ju ri sta teórico se enfrenta a las dificultades de una
semántica a veces ambigua y vaga, que permite reconocer o extraer normas distintas
de los mismos enunciados; como ocurre también en los caso de ambigüedad sintác-
tica. Debe advertir qué valores consagra el precepto, cuál es la finalidad perseguida
con su promulgación: la determinación de la finalidad de un precepto o una institu-
ción se puede ver facilitada por investigaciones históricas sobre la finalidad persegui-
da originariamente por el legislador; estas investigaciones, suficientes para los parti-
darios de la interpretación a partir de la voluntad subjetiva de la norma, no basta para
encontrar la ratio objetiva de ésta. El trabajo dogmático, igual que la aplicación judi-
cial, descansa sobre la hipótesis del legislador racional, de ahí que deba examinar la
coherencia lógica de las posibles normas; la interpretación facilita entonces la detec-
ción de lagunas y antinomias y ofrece propuestas para su solución.
185
I NTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO
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Raúl Sanz Burgos
Las consecuencias que habría que tener en cuenta en una Dogmática o una apli-
cación sociológica del Derecho no serían las previstas en las normas, sino sus conse-
cuencias fácticas; tarea prospectiva que requiere además distinguir, dentro del con-
junto de posibles consecuencias fácticas, aquellas que son relevantes de las que no
lo son. Resulta evidente que la atención a tales diferencias podría conducir al sacrifi-
cio de la igualdad formal en aras de la igualdad material, impulsando también así la
inseguridad jurídica. Por último, para que los jueces pudieran medir los efectos de la
aplicación de las normas deberían poseer unos conocimientos bien distintos de los
que se facilitan habitualmente en las facultades de Derecho.
Estas objeciones, pese a ser importantes, no deberían bastar para desterrar las con-
sideraciones sociológicas del ámbito de la Dogmáti ca jurídica, pues la meta de la ela-
boración doctrinal del Derecho no cons iste sólo en facilitar patrones de la aplicación
de normas (para contribuir así a la igualdad formal y la seguridad jurídica), sino tam-
bién en facilitar criterios de igualdad material. Para cumplir esta tarea no se puede
prescindir de ciertos conocimientos y técn icas simplemente porque son ajenos a la
formación habitual de los juristas.
Por lo demás, si en los trabajos de Dogmática jurídica pueden ser útiles las investi-
gaciones sobre los efectos de las normas jurídicas en la sociedad, sobre los valores de
ésta así como sobre las opiniones rel ativas a la legalidad y las instituciones, resulta indis-
pensable la aportación de la sociología y otros saberes empíricos (como por ejemplo la
criminología) en el ámbito de las propuestas de lege ferenda o de Política del Derecho.
El llamado análisis sociológico del Derecho es una fuente importante de datos y
criterios para hacer efectiva la igualdad material a través de cambios legislativos que
tengan en cuenta los resultados de las investigaciones típicas es este ámbito del saber,
de las que cabe destacar las siguientes:
- Análisis funcional del Derecho, de cómo cumple el Derecho sus distintas fun-
ciones. En relación con el control social, en su vertiente de control negativo,
resulta especialmente importante la investigación de las consecuencias del tra-
tamiento jurídico dado a las llamadas conductas desviadas; y en cuanto al con-
trol positivo: la eficacia de la función promociona! del Derecho proporciona
datos valiosos sobre la aptitud del Derecho como herramienta de transforma-
ción social.
- Sociología judicial, que anal iza el comportamiento de los operadores jurídicos
-sobre todo de los jueces en el ejercicio de su actividad característica de inter-
pretar y aplicar el Derecho-, as í como los factores que influyen en la decisión
judicial. También son objetos habituales de esta especialidad de la sociología
las condiciones y consecuencias de los mecanismos extrajudiciales de resolu-
ción de conflictos.
- Sociología de las profesiones jurídicas, que aporta datos importantes sobre la
aplicación y la creación del Derecho a través, por ejemplo, del análisis de la
187
I NTRO DUCCIÓN A LA T EOR ÍA DEL DERECHO
188
Raúl Sanz Burgos
2.5. Conclusión
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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECH O
Ejercicios de autoevaluación
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zl
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~ EDITOR/AL UNIVERSITAS, S. 9 4