Pensamiento Critico
Pensamiento Critico
Pensamiento Critico
universitarios
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Resumen:
Con la reforma del sistema educativo y la introducción del “Plan Bolonia” el profesor
universitario tiene que realizar cambios metodológicos importantes en su práctica
docente con el fin de ofrecer una docencia y una formación de calidad al futuro
profesional. Se debe cambiar la idea de transmitir sólo conocimientos teóricos que
promueven el aprendizaje memorístico por el desarrollo de técnicas y estrategias
que fomenten las habilidades cognitivas del estudiante, preparando individuos con
capacidad de liderazgo, de gestión y de toma de decisiones, promoviendo como
factor fundamental el pensamiento crítico, que es considerado una habilidad
adquirible a través de un proceso de preguntar, razonar, cuestionar las conclusiones,
definiciones, creencias y acciones. El objetivo de este trabajo es proponer algunas
estrategias o rutinas que permiten promover dicha habilidad, y explicar la reacción
de los alumnos ante la puesta en marcha de algunas de ellas.
Abstract:
The reform of the education system and the introduction of the Bologna System have
provoked important methodological changes in university teaching practices. In order
to contribute to the development of quality education, university professors must
commit to ensuring the further development of the students. The idea of transmitting
theories which fosters rote learning needs to be eliminated. Students should develop
leadership, management and decision making skills, which fosters their critical
thinking. Critical thinking can be acquired by questioning, reasoning, doubting
provisional findings, beliefs and actions. The objective of this paper is to propose
some strategies to develop these skills.
Hasta hace poco tiempo, la educación universitaria, carente de una definición clara
de objetivos educativos, se centraba en la transmisión de conocimientos teóricos
cuyo principal objetivo era formar a sus estudiantes para que cubriesen la demanda
del mercado laboral, sin considerar la educación como “un proceso de formación, de
acceso al pensamiento crítico y a la construcción del saber” (Parra-Chacón y Lago
de Vergara, 2003), incidiendo en el aprendizaje memorístico, sin prestar atención a
las habilidades cognitivas del estudiante. Que los alumnos aprendieran más o
menos dependía de su capacidad, y el aprendizaje se concebía como un proceso de
adquisición de información y de desarrollo de destrezas (Campanario y Otero, 2000).
De este modo, nuestro principal objetivo como docentes debe ser estimular el
sentido crítico de nuestros alumnos, de modo que sean capaces de analizar los
problemas, buscar soluciones y aplicarlas asumiendo responsabilidades sociales
(UNESCO, 1998). En definitiva, formar grandes pensadores y, en consecuencia,
buenos tomadores de decisiones. Así, enseñar no es sólo proporcionar información,
sino ayudar a aprender. “La actividad en el aula no puede ser ya una situación
unidireccional, sino interactiva, en la que el manejo de la relación con el estudiante y
de los estudiantes entre sí forme parte de la calidad de la docencia misma” (Díaz-
Barriga y Hernández Rojas, 2004).
Existen una serie de trabajos que estudian el tipo de rutinas o estrategias que los
profesores universitarios pueden poner en práctica para fomentar el desarrollo del
pensamiento crítico en el aula.
En su trabajo, Wade (1995) define ocho características que forman parte del
pensamiento crítico: formulación de preguntas, definición del problema, examen de
evidencias, analizar suposiciones y sesgos, evitar razonamientos emocionales,
evitar los excesos de simplificación, considerar varias alternativas y tolerar la
incertidumbre.
Case y Daniels (2007) señalan que uno de los factores más importantes para el
desarrollo del pensamiento crítico consiste en que la solución al problema no sea
evidente, sino que haya que realizar un análisis, recopilación de información y
evaluación que conlleven a una toma de decisiones.
Las investigaciones realizadas por Brookfield (1987) muestran una falta de cultura
en el desarrollo de este tipo de pensamiento, tanto por parte del estudiante, como
por parte del profesorado.
A pesar de reconocer la importancia del desarrollo de esta destreza para llegar a ser
una persona plenamente desarrollada, los docentes indican que no disponen de
tiempo suficiente, o que no se sienten aptos para hacer frente a este reto.
De acuerdo con Villa y Poblete (2007), para mejorar el pensamiento crítico se han de
desarrollar otras competencias como el pensamiento reflexivo, el pensamiento
lógico, analítico, la toma de decisiones, o la innovación.
3.- Rutinas para fomentar el pensamiento crítico
Con el objetivo de estimular la curiosidad del alumno y que éste aprenda a conectar
conocimientos previos, al inicio del tema cada estudiante puede realizar sus propias
cuestiones acerca del tema que se va a estudiar, fomentando tanto su aprendizaje
autónomo como su capacidad investigadora.
Mediante esta rutina los estudiantes deben identificar aspectos positivos de una
realidad (valorar: ¿Qué creo que ha salido bien?) y aspectos a mejorar (rectificar:
¿Qué se puede mejorar?), y que generen posibilidades de mejora de estos aspectos
(mejorar: Estrategias de mejora). Fomenta el pensamiento crítico y creativo
analizando la realidad y buscando formas de mejorarla. Esta rutina puede ser
utilizada para analizar las ventajas e inconvenientes de una determinada realidad o
contexto social y generar posibilidades de mejora, profundizando, además, en la
comprensión del tema. Además, puede utilizarse para el análisis del trabajo
individual y grupal, acompañando procesos de evaluación y metacognición del
aprendizaje.
Esta rutina consiste en presentar a los alumnos casos que reflejen situaciones
problemáticas que no presentan una solución evidente. El estudiante debe analizar
la información de que dispone e indagar sobre la que desconoce con el fin de
encontrar posibles soluciones, tomando decisiones razonadas y defenderlas frente al
resto del grupo. Con esta técnica se fomenta el pensamiento crítico, el trabajo en
equipo y la toma de decisiones del alumno.
De acuerdo con Buzan (1996) los mapas de ideas fomentan, entre otros, la
creatividad, ayudan a superar los obstáculos de la expresión escrita, a recordar y
entender las ideas importantes y permiten un mayor manejo y control de la
información.
En esta rutina el alumno suele mostrar poco interés y, en general, no está motivado
en conocer la materia que se le va a enseñar, aunque este interés debe aumentar
cuanto mayor es el curso en el que se imparte la docencia. A la hora de contestar a
las tres cuestiones planteadas, el alumno se basa en sus conocimientos de cursos
anteriores sobre el tema, pero con escasa motivación hacia el conocimiento del
aspecto a tratar, siendo prácticamente su único estímulo el obtener un aprobado.
Esta rutina la aplico antes de la explicación del tema, intentando motivar al alumno
en el aprendizaje de los contenidos que constituyen el contenido a tratar. Mi
experiencia se basa en proponer al alumno casos prácticos, por ejemplo, sobre una
empresa que necesita realizar una inversión para renovar sus activos y les invito a
pensar de qué forma puede acometerse este estudio, suponiendo que ellos
estuvieran al frente de la empresa. Les pido que lo piensen de forma conjunta por
filas de alumnos según están sentados en la clase; incluso les planteo soluciones
imposibles para que las puedan descartar. Después, por filas y de forma rápida,
explican su idea para solucionar el problema. El profesor, a la vista de sus
conclusiones, les expone la herramienta de cálculo que realmente se va a utilizar,
describiendo la necesidad, la adecuación y la utilidad de su estudio.
Esta rutina la aplico una vez explicado el tema y pretendo con ella que el alumno
reflexione sobre los resultados obtenidos y extraiga conclusiones que le permitan
tomar una decisión sobre la mejor inversión a realizar, en función de una serie de
características y de análisis previos. Les propongo soluciones muy parecidas
solicitando al alumno que las jerarquice y que defienda su decisión frente al resto de
la clase, valorándose la iniciativa del resto de los alumnos a la hora de preguntar.
5.- Conclusiones
El contexto educativo del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) está
suponiendo cambios metodológicos importantes en las prácticas docentes llevadas a
cabo en la universidad. Con el fin de ofrecer una docencia y formación profesional
de calidad, los docentes universitarios deben comprometerse en preparar individuos
con capacidad de liderazgo, de gestión y toma de decisiones, promoviendo como
factor fundamental el pensamiento crítico. Para ello se proponen estrategias para el
desarrollo del pensamiento crítico que enseñan a los estudiantes a reflexionar sobre
determinados aspectos con el fin de comprender y fomentar el aprendizaje y la
creatividad.
6. Referencias
Campanario, J.M. y Otero, J. (2000). Más allá de las ideas previas como dificultades
de aprendizaje: las pautas de pensamiento, las concepciones epistemológicas y las
estrategias metacognitivas de los alumnos de ciencias. Enseñanza de las ciencias,
18 (2), 155-169.
Cornbleth, C. (1985). Critical thinking and cognitive process. In: W. Stanley, ed.,
Review of Research in Social Studies Education 1976-1983. Washington, DC,
National Council for the Social Sciences.
Ennis, R.H. (1985). Critical thinking and the curriculum. National Forum, 65 (1), 28-
31.
Gervilla Castillo, E. (2006) El «sabor del saber» y el saber académico actual. Revista
de Educación, 340, 1039-1063.
Laiton Poveda, I. (2010). Formación de pensamiento crítico en estudiantes de
primeros semestres de educación superior. Revista Iberoamericana de Educación,
53 (3).
Moguel, D. (2003). Effective classroom discussions: Getting teachers to talk less and
students to talk more. Social Studies Review 42 (2), 96.
Wade, C. (1995). Using writing to develop and assess critical thinking. Teaching of
Psychology, 22(1), 24-28.