S: I. El Estado de Derecho. II. La Aparición Del concep-III. El Estado de Derecho Internacional. IV. Visiones Formales

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EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL

UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA A SU DEFINICIÓN∗

José Ruiz Valerio

Sumario: I. El Estado de derecho. II. La aparición del concep-


to de Estado de derecho internacional en el orden de posguerra.
III. El Estado de derecho internacional. IV. Visiones formales
sobre el Estado de derecho internacional. V. Visiones sustanti-
vas sobre el Estado de derecho internacional. VI. ¿Cómo usar la
cartografía propuesta para guiarnos por la geografía del Estado
de derecho internacional? VII. La importancia de los modelos.

Desde mediados de la década de 1990, la Organización de las Naciones Uni-


das ha enfatizado como una de las causas rectoras de su acción la construc-
ción de un Estado de derecho internacional. De inmediato comenzó a proli-
ferar la bibliografía sobre el tema y se realizaron ingente cantidad de foros
y encuentros académicos centrados en la problemática asociada. Gobiernos
de distinto signo ideológico, e incluso de diferente cuño institucional (demo-
cráticos y autoritarios), no tardaron en identificarse con la cuestión, aunque
por motivos muy disímiles. Ante la movilización generada por el Estado de
derecho internacional, cabe realizar de inmediato algunas preguntas básicas.
¿Qué es el Estado de derecho internacional? ¿Cómo se define? ¿Cuáles son
sus elementos constitutivos? ¿Existen diferentes posturas al respecto o se
advierte un consenso extendido sobre el tema? ¿El Estado de derecho inter-
nacional es un valor en sí mismo o está ordenado a la consecución de otras
metas y valores sociales? ¿Cuáles son estas metas y valores supraordenados


Agradezco muy especialmente a los miembros del Seminario “Hacia un Estado de De-
recho Internacional” por sus valiosos comentarios a las distintas versiones de este trabajo;
a Gabriela de la Paz, por sus invalorables sugerencias y por su ayuda, siempre; a Carlos
Dillmann, por su colaboración para revisar la versión final del capítulo.

35
36 JOSÉ RUIZ VALERIO

al Estado de derecho internacional? ¿Por qué la preocupación sobre el tema


aparece a mediados de los noventa y no en otro momento? ¿Qué circunstan-
cias históricas y políticas condujeron a su aparición y entronización en el
centro de la atención internacional? Éstas son algunas de las interrogantes
que guían esta investigación
Sin embargo, nuestra tarea no está exenta de riesgos. Por tratarse de un
objeto de reflexión y estudio relativamente nuevo, el Estado de derecho in-
ternacional y sus aspectos teóricos se encuentran en “suspensión”, en etapa
exploratoria. Aún no han sedimentado en el ámbito académico. Por lo tanto,
la literatura sobre el tema presenta un traslape de elementos donde análisis,
crítica, ideología e ideales se combinan en distintas dosis, según los autores
analizados.
Al mismo tiempo, la mayoría de los enfoques utilizan las categorías y
elementos asociados con el Estado de derecho nacional para analizar al
Estado de derecho internacional. Este hecho, fácilmente explicable, en la
medida en que las experiencias nacionales, más antiguas desde el punto de
vista histórico, marcaron la reflexión sobre el tema, generando asimismo
una literatura amplia y profunda con la que los académicos están familia-
rimedida en que las experiencias nacionales, más antiguas desde el punto
de vista histórico, marcaron la reflexión sobre el tema, generando asimismo
una literatura amplia y profunda con la que los académicos están familiari-
zados, nos enfrenta a un problema teórico en buena medida difícil de resol-
ver. Como señala Chesterman, el problema que subyace a esta tendencia es
la suposición acrítica de que los principios jurídicos internos pueden tradu-
cirse directamente a la esfera internacional. Así, no se tienen en cuenta las
diferencias estructurales entre el derecho internacional y el derecho interno
de los Estados, la organización horizontal de las entidades soberanas en
oposición a la jerarquía vertical de los sujetos respecto del Estado, además
de las diferencias de contexto histórico y político en que el Estado de dere-
cho se fue desarrollando.1
En refuerzo de esta cuestión, históricamente los profesionales del de-
recho asumieron la tarea de explicar los asuntos internacionales sobre el
modelo de los estados nacionales, sometidos al Estado de derecho. Por lo
tanto, interpretan a los tratados internacionales como si fuera “legislación”,
desarrollando una teoría elástica y amplia del derecho consuetudinario, des-
cribiendo al Estado como un sistema de competencias, asignadas a través

1
Chesterman, Simon, “An International Rule of law?”, American Journal of Compara-
tive Law 56, 2008, pp. 331-361.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 37

del orden legal. De tal manera, se fue desarrollando una cultura profesional
respecto del derecho internacional, reforzada a través de la primera asocia-
ción de juristas (Institut de Droit International, y la International Law As-
sociation, en 1873), las revistas jurídicas, y la publicación de varios volú-
menes centrados en las prácticas estatales bajo la forma de tratados legales
sistemáticos.2
¿Cómo resolver este problema? Por un lado, resulta natural avanzar en la
indagación de un objeto nuevo a partir de las categorías teóricas ya cono-
cidas y, en buena medida, consolidadas dentro de la comunidad académica.
Al mismo tiempo, si nos separamos de tales categorías, ¿a qué nuevos con-
ceptos apelar? Desde luego, este hecho no debe ser tomado sólo como una
traba, sino como un reto académico, motivando aún más la indagación en
torno al Estado de derecho internacional. Sin embargo, en la medida en que
los conceptos son redes a través de las que aprendemos el mundo, resulta
evidente que, al menos en esta etapa cosmogónica, vemos al Estado de de-
recho internacional a través de las lentes del viejo Estado de derecho. Po-
siblemente a medida que nuestro trabajo se profundice, alcance claridad y
precisión conceptual, se pueda avanzar entonces en el re-cambio conceptual
o, directamente, en la creación de categorías propias asociadas al fenóme-
no. De momento, el riesgo está presente.
Teniendo esto en mente, el objetivo de este capítulo es analizar desde el
punto de vista histórico y teórico el concepto de Estado de derecho inter-
nacional. Para ello, el capítulo adopta la siguiente estructura: en la primera
parte se analiza el concepto de Estado de derecho. A continuación, se abor-
da el surgimiento histórico de la noción de Estado de derecho internacio-
nal en las relaciones internacionales contemporáneas. En la tercera parte
se propone un ejercicio “cartográfico”, que permita ubicar distintas visio-
nes teóricas sobre el Estado de derecho internacional. En la cuarta sección
se analizan las notas definitorias de las visiones formales-procedimentales
sobre el Estado de derecho internacional. En la quinta sección se realiza
el mismo ejercicio con las miradas sustantivas sobre el Estado de derecho
internacional. Luego se propone una pequeña reflexión acerca de cómo leer
los modelos propuestos para, finalmente, proponer algunas reflexiones fina-
les sobre el tema.

2
Koskenniemi, Martti, The Gentle Civilizer of Nations: The Rise and Fall of Interna-
tional Law, 1870-1960, Cambridge, Cambridge University Press, 2001-2002, pp. 361 y 362;
Krasner, Stephen, “Think Again: Sovereignity”, Foreign Affairs, January, 2001, pp. 20-29.
38 JOSÉ RUIZ VALERIO

I. El Estado de derecho

Desde sus orígenes, la intención que subyace al Estado de derecho es la


de guiar, controlar y limitar el ejercicio del poder público a través de nor-
mas de carácter general, que conformen un sistema claro y conocido por los
ciudadanos.
Para que tal aspiración se materialice, se requiere, entre otros, la existen-
cia de un orden legal orientado hacia el poder público a fin de: 1) guiar su
acción; esto es, dirigir su ejercicio, marcando el camino hacia la concreción
de determinados objetivos e intereses sociales; 2) controlar su funciona-
miento, fiscalizando y monitoreando el desempeño de los funcionarios y
oficinas públicas, con el fin de que se cumplan dichos objetivos e intere-
ses; 3) limitar su ejercicio, para acotar e impedir que los distintos órganos
de gobierno invadan las jurisdicciones de los demás y se apropien de sus
atribuciones, poniendo en riesgo así a los ciudadanos y sus derechos fun-
damentales.
Para concretar estos objetivos, resulta imprescindible que las normas
conformen un sistema: 1) claro en sus premisas; 2) conocido por los ciu-
dadanos, a fin de que dichas disposiciones puedan ser incorporadas en las
distintas interrelaciones, públicas y privadas, que conforman la sociedad.
Como resultado del orden establecido, la ley (elaborada y ejecutada de
acuerdo con criterios prescritos y publicitados) es aplicada a todos (gobier-
no, grupos sociales y ciudadanos) de forma imparcial por parte de las insti-
tuciones del Estado, entre las que se encuentra el sistema judicial (aunque
no con carácter exclusivo).3
Ahora bien, como ha reiterado Díaz, “la existencia de un orden jurídi-
co, de un sistema de legalidad, no autoriza a hablar sin más de Estado de
derecho”.4 Por ejemplo, los regímenes autoritarios y totalitarios poseen or-
denamientos legales. Pero en esos contextos la ley es arbitrariamente crea-
da, modificada y aplicada, y su finalidad primera no consiste en la guía, el
control y la limitación de los poderes públicos, sino el sometimiento de la
sociedad a aquéllos. Mientras que el orden legal refuerza al Estado, el Estado
de derecho protege a los ciudadanos. Más aún, los parlamentos, en caso de
existir, pueden verse subordinados a las exigencias del dictador, al igual que
3
O’Donnell, Guillermo, “Las poliarquías y la (in)efectividad de la ley en América La-
tina”, en Méndez, Juan et al. (eds.), La (in)efectividad de la ley y la exclusión en América
Latina, Buenos Aires, Paidós, 1997-2002, pp. 305-336.
4
Díaz, Elías, Estado de derecho y sociedad democrática, Madrid, Taurus, 1966-1998,
p. 29.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 39

los jueces. El cuerpo legal carece entonces de la necesaria objetividad que


caracteriza al Estado de derecho.
Hasta ahora he aludido a la finalidad primaria del Estado de derecho. Sin
embargo, se impone de inmediato una interrogante fundamental. ¿La guía,
el control y la limitación de los poderes públicos constituyen los objetivos
primarios del Estado de derecho o son herramientas en la consecución de
otros intereses o valores superiores?
Ante esta pregunta, la respuesta que aquí se propone es que las leyes de-
ben estar orientadas a defender y garantizar el respeto de los ciudadanos y
de sus derechos fundamentales, incluso contra los riesgos y arbitrariedades
creados por las propias normas o por su aplicación defectuosa.
Para que tal defensa ocurra, el Estado de derecho se basa en un elemen-
to primordial: el garantismo constitucional, que entendido de forma ideal
es una técnica destinada a establecer un ordenamiento jurídico coherente,
seguro y predecible, a fin de guiar, controlar y limitar al gobierno, para ga-
rantizar los derechos de las personas.5
Para cumplimentar tal fin, la Constitución establece: 1) quiénes son los
ciudadanos, cuáles son sus derechos y cuáles son las garantías orientadas a
su defensa (tutela efectiva); 2) cuáles son los órganos del gobierno, cómo
se establecen y conforman, cómo es su organización territorial, cuáles son
sus atribuciones y facultades; 3) de qué forma dichos órganos y niveles de
gobierno se relacionarán entre sí y con los ciudadanos. De tal forma, la
Constitución establece el diseño institucional que va a configurar al Estado
de derecho.
Esta concepción garantista, propia del constitucionalismo liberal, expli-
ca la verdadera “avalancha” constitucional ocurrida desde finales del siglo
XVIII y principios del XIX.
Retomando lo señalado anteriormente, podemos decir entonces que el Es-
tado de derecho alude a un particular diseño institucional que, con objeto de
proteger y garantizar los derechos fundamentales de las personas, intenta
guiar, controlar y limitar el ejercicio del poder público a través de normas de
carácter general, que conformen un sistema claro y conocido por todos. Para
cumplimentar este objetivo, el Estado de derecho propone: 1) un conjunto
de mecanismos y garantías que intenten controlar y monitorear el ejercicio
del poder público a fin de evitar brindar una tutela efectiva de los derechos
fundamentales (por ejemplo, la división de poderes, el imperio de la ley,

5
Held, David, Modelos de democracia, Madrid, Alianza, 1989-1993; Macpherson,
Crawford, La democracia liberal y su época, Madrid, Alianza Editorial, 1977-1991.
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la legalidad de la administración, etcétera); 2) si a pesar de lo anterior se


produce un avasallamiento de dichos derechos fundamentales, se establece
también un conjunto de garantías orientadas a producir su reparación efec-
tiva (por ejemplo, derecho de amparo, hábeas corpus, etcétera).
Evidentemente, el Estado de derecho alude a un ideal: un ideal de rango
constitucional. En la medida en que la Constitución establece un grupo de
derechos fundamentales para los ciudadanos y estipula también los meca-
nismos y garantías orientados a su tutela efectiva, la propia Constitución
establece los lineamientos generales del Estado de derecho. Sabemos que
habrá distintas situaciones que desafíen y pongan en riesgo a los derechos
fundamentales, pero el ideal conserva su vigencia original. Por lo tanto, la
expresión Estado de derecho posee una dimensión prescriptiva (en tanto
ideal al que aspira el ordenamiento jurídico-político).
A esta dimensión prescriptiva se suma otra descriptiva (referida a la con-
formación y funcionamiento real de los sistemas jurídico-políticos existen-
tes), y a una dimensión técnica (relacionada con el conjunto de recursos y
procedimientos tendentes a garantizar de la manera más o menos acabada
la tutela efectiva de los derechos y libertades fundamentales de los ciuda-
danos). En resumen, la expresión Estado de derecho constituye una noción
“poliédrica”, con distintas dimensiones, cada una con su propia problemáti-
ca. De allí deriva en buena medida la complejidad de su tratamiento.
Ahora bien, ¿en qué medida este diseño institucional propio del Estado-na-
ción puede ser proyectado sobre el orden internacional? Veámoslo a detalle.

II. La aparición del concepto de Estado de derecho


internacional en el orden de posguerra

Luego de la Segunda Guerra Mundial,6 la Carta de San Francisco de


1945 estableció un orden internacional a partir de la creación de una or-
ganización intergubernamental cuyo objetivo fue controlar los conflictos
internacionales que pusieran en peligro al sistema internacional.
Dicho sistema se organizó, desde el punto de vista de la seguridad, en
una conformación bipolar en torno a la hegemonía de los Estados Unidos
6
Aunque por razones analíticas este trabajo aborda la noción contemporánea de Estado
de derecho internacional, estableciendo como inicio del estudio el año 1945, no se desco-
noce el hecho de que con anterioridad al orden instaurado por la Carta de San Francisco es
posible encontrar en algunos tratados y documentos internacionales, elementos que pudieran
ser considerados antecedentes en el tema. Tal es el caso de las conferencias celebradas en La
Haya en 1899 y 1907 para la resolución pacífica de las controversias internacionales.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 41

y de la Unión Soviética. Por lo tanto, las superpotencias elaboraron un sis-


tema de reglas para controlar su rivalidad y mantener su dominio dentro de
sus respectivas zonas de influencia. A fin de cumplir con dicho objetivo,
retomaron el diseño de la antigua Sociedad de Naciones, pero sobre nuevas
bases.7 Para ello, se bloqueó el mecanismo que dificultó el funcionamiento
de la Sociedad: la unanimidad del voto de la Asamblea, al que se sustituyó
por una regla jerárquica, otorgando a algunos miembros de la ONU un pa-
pel preponderante. Así,

Los vencedores de la guerra conciertan siempre la reorganización del sistema


internacional; de ahí que los vencedores de la Segunda Guerra Mundial se
les atribuyera el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas… la inestabilidad podía reducirse, según los gobernantes norteame-
ricanos, constituyendo una organización intergubernamental en la que estu-
vieran representados todos los estados, pero en la que se otorgara responsa-
bilidad principal a cinco de ellos (Estados Unidos, Unión Soviética, Reino
Unido, Francia, China), que en tanto que vencedores de la guerra, podían asu-
mir la misión de reconstruir y conservar la organización del nuevo sistema. 8

El resultado de este diseño institucional fue la entronización de un or-


den internacional bipolar, entendiendo por orden una forma de organización
conformada

no sólo por las relaciones formales entre las oficinas de asuntos exteriores,
sino también por lazos intergubernamentales y transgubernamentales en mu-
chos niveles, desde las jerarquías hacia abajo. Estos lazos entre los gobiernos
pueden ser reforzados por normas que prescriben comportamientos en situa-
ciones particulares, en algunos casos por instituciones formales. Usamos la
expresión organización internacional para referirnos a estos vínculos multi-
niveles, las normas y las instituciones.9

A través del orden, los actores internacionales buscan establecer condi-


ciones que faciliten su convivencia en un mismo escenario. Como resultado
de la consolidación de dicho orden, surge un régimen internacional, esto es,
“redes de reglas, normas y procedimientos que normalizan los comporta-
7
Attinà, Fulvio, El sistema político global, Barcelona, Paidós, 2001; Baylis, John and
Smith, Steve, The Globalization of World Politics: An Introduction to International Rela-
tions, Oxford, Oxford University Press, 1997-2001.
8
Ibidem, p. 133.
9
Keohane, Robert y Nye, Joseph, Power and interdependence, 2a. ed., Harper Collins
Publishers, p. 54.
42 JOSÉ RUIZ VALERIO

mientos y controlan sus efectos. Nos referimos a ese conjunto de arreglos


gubernamentales que afectan las relaciones de interdependencia como regí-
menes internacionales”.10
Así, mientras que el orden es un arreglo generado por las condiciones
específicas de un momento histórico determinado, el régimen es la forma a
través de la cual los actores institucionalizan sus relaciones dentro de dicho
orden. El resultado final de este orden consiste en evitar el costo que signi-
fica la ruptura de la cooperación, aunque permanezca constante la amenaza
de utilizar la fuerza.11
En el orden internacional de posguerra y el régimen internacional de él
emanado destaca el papel dominante desempeñado por los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad y su capacidad de veto, que intenta
garantizar la seguridad mutua entre ellos, al tiempo que se utiliza el peso
de la ONU para controlar a los demás Estados. Sin embargo, este dise-
ño institucional cuestiona el principio de igualdad soberana de los Estados
miembros de la Organización, enunciado en el artículo 2o., párrafo 1, de la
Carta.12 En este sentido, Kelsen fue uno de los primeros en denunciar este
hecho al señalar los privilegios conferidos en los artículos 27, 108 y 109
a los Estados que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad.13

10
Ibidem, p. 19.
11 �
Sarquís Ramírez, David, “El ‘orden internacional’ como objeto de estudio de las
Relaciones Internacionales”, Revista de Humanidades 7, Tecnológico de Monterrey, pp.
86 y 87.
12
El artículo 2.1. de la Carta señala, “La Organización está basada en el principio de la
igualdad soberana de todos sus Miembros”.
13
El artículo 27 de la carta señala: “1. Cada miembro del Consejo de Seguridad tendrá un
voto. 2. Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre cuestiones de procedimiento serán toma-
das por el voto afirmativo de nueve miembros. 3. Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre
todas las demás cuestiones serán tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros, incluso los
votos afirmativos de todos los miembros permanentes; pero en las decisiones tomadas en virtud
del Capítulo VI y del párrafo 3 del Artículo 52, la parte en una controversia se abstendrá de votar”.
El artículo 108 de la Carta señala: “Las reformas a la presente Carta entrarán en vigor para
todos los Miembros de las Naciones Unidas cuando hayan sido adoptadas por el voto de las dos
terceras partes de los miembros de la Asamblea General y ratificadas, de conformidad con sus
respectivos procedimientos constitucionales, por las dos terceras partes de los Miembros de las
Naciones Unidas, incluyendo a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad”.
El artículo 109 de la Carta señala: “1. Se podrá celebrar una Conferencia General de los
Miembros de las Naciones Unidas con el propósito de revisar esta Carta, en la fecha y lugar
que se determinen por el voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea
General y por el voto de cualesquiera nueve miembros del Consejo de Seguridad. Cada
Miembro de las Naciones Unidas tendrá un voto en la Conferencia. 2. Toda modificación
de esta Carta recomendada por el voto de las dos terceras partes de la Conferencia entrará
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Los mismos resultan incompatibles con el principio de igualdad de dere-


chos de las naciones, así como con el principio de igualdad soberana de los
Estados.14 En la medida en que la igualdad ante la ley constituye una de
las notas definitorias del Estado de derecho, como hemos visto, el carácter
elitista del orden de posguerra cuestiona severamente la idea de Estado
de derecho internacional. Por lo tanto, utilizando la conocida expresión
inglesa, podemos decir que el régimen internacional surgido en 1945, más
que un Rule of law (imperio de la ley), constituye un Rule by law (orden
legal). La diferencia entre ambas nociones resulta evidente. Mientras que
todo Estado de derecho supone un orden legal, no todo orden legal implica
un Estado de derecho.15 Mientras que el orden legal alude a un uso instru-
mental del derecho, por parte del gobierno, el Estado de derecho se orienta
a reforzar y garantizar los derechos de los actores.16
En este contexto, el Consejo de Seguridad aplica la doctrina de la segu-
ridad colectiva y de la no agresión a los Estados más pequeños, mientras
que las cinco grandes potencias se protegen entre ellas a través de su poder
de veto.17

en vigor al ser ratificada de acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales,


por las dos terceras partes de los Miembros de las Naciones Unidas, incluyendo a todos los
miembros permanentes del Consejo de Seguridad. 3. Si no se hubiere celebrado tal Confe-
rencia antes de la décima reunión anual de la Asamblea General después de entrar en vigor
esta Carta, la proposición de convocar tal Conferencia será puesta en la agenda de dicha
reunión de la Asamblea General, y la Conferencia será celebrada si así lo decidieren la ma-
yoría de los miembros de la Asamblea General y siete miembros cualesquiera del Consejo
de Seguridad.”
14 �
Sobre el tema, véase especialmente Carroll, Mitchell, “Postwar International Organi-
zation and the Work of the Section of International and Comparative Law of the American
Bar Association”, The American Journal of International Law 39 (1), 1945, pp. 20-34. Tam-
bien, Kelsen, Hans, The Law of the United Nations. A Critical Analysis of its Fundamental
Problems, London, Stevens & Sons, 1950, p. 52.
15
Sobre la distinción entre Estado de derecho (Rule of law) y orden legal (Rule by law),
baste señalar las palabras de Díaz cuando señala, “…no todo Estado es Estado de derecho;
la existencia de un orden jurídico, de un sistema de legalidad, no autoriza a hablar sin más
de Estado de derecho. Designar como tal a todo Estado por el simple hecho de que se sirve
de un sistema normativo jurídico constituye una imprecisión conceptual y real que sólo lleva
—a veces intencionadamente— al confusionismo” “la existencia de un orden jurídico, de
un sistema de legalidad, no autoriza a hablar sin más de Estado de derecho”. Díaz, Elías, op.
cit., nota 4, p. 29; Keohane and Nye, op. cit., nota 9, p. 19.
16 �
Sobre el tema, Orts, Eric, “The Rule of Law in China”, Vanderbilt Journal of Trans-
national Law 34, 2001, p. 93.
17 �
Nye, Joseph, Understanding International Conflicts: An Introduction to Theory and
History, Nueva York, Longman, 1993-2003, p. 253.
44 JOSÉ RUIZ VALERIO

Este modelo de organización internacional se mantuvo vigente hasta


finales de la década de 1980. Como resulta sabido, con la ruptura del ré-
gimen de la Unión Soviética en 1991 se alteró el escenario internacio-
nal. A partir de entonces surge un nuevo orden internacional, caracteriza-
do por una etapa de distensión en la política internacional como resultado
de la ruptura del bloque soviético. Este nuevo orden propone articular la
comunidad internacional a partir de cuestiones políticas y estratégicas,18
constituyendo la idea vertebradora de la política exterior del gobierno del
presidente Bush (1989-1993), contando con el asentimiento de Gorbachov
primero y posteriormente de Yeltsin. Su objetivo central fue el afianzamien-
to de la seguridad internacional, dejando de lado otras cuestiones relevantes
(económicas, medioambientales, etcétera). Para ello, Bush apuesta primero
a la cooperación internacional, a reforzar el papel de la ONU y a robustecer
al derecho internacional (al menos, desde el punto de vista retórico). Con
el correr del tiempo, distintos asuntos de la política interna e internacional
distrajeron a los Estados Unidos de su esfuerzo por consolidar este “nue-
vo orden internacional”.19 Resulta evidente que el escenario internacional
18
La expresión “nuevo orden internacional” fue entronizada por el presidente Bush,
luego de la invasión Iraquí a Kuwait. En un discurso pronunciado ante las dos cámaras del
Congreso, el 11 de septiembre de 1990, Bush señaló: “…un nuevo orden mundial puede
surgir: una nueva era más libre de la amenaza del terror, más fuerte en la búsqueda de la
justicia y más segura en la búsqueda de la paz. Una época en la que las naciones del mundo,
Oriente y Occidente, Norte y Sur, puedan prosperar y vivir en armonía. Cientos de gene-
raciones han seguido este camino difícil para alcanzar la paz, mientras miles de guerras
azotaban a través del mundo la actividad humana. Hoy ese mundo nuevo está luchando por
nacer, un mundo muy diferente del que conocemos. Un mundo donde el Estado de derecho
reemplace la ley de la selva. Un mundo en el que las naciones reconozcan su responsabilidad
compartida por la libertad y la justicia. Un mundo donde el fuerte respete el derecho de los
débiles”. Bush, George, Address Before a Joint Session of the Congress on the Persian Gulf
Crisis and the Federal Budget Deficit, 11-09-1990, consultado el 3-12-2009 en: http://bush-
library.tamu.edu/research/public_papers.php?id=2217&year =1990&month=9
19 �
Ripol, Santiago, “El ‘nuevo orden internacional’: ¿un nuevo concepto para un nuevo
concepto?”, Revista CIDOB d’Afers internacionals 27, 1994, 59-76, pp. 65-70. ���������
Entre fi-
nales de los ochenta y principios de 1990, en Estados Unidos se produjo la crisis de la
Federal Savings and Loan Insurance Corporation, que afectó a 747 asociaciones de aho-
rro y préstamo. El costo de la crisis alcanzó los 160 mil millones dólares, de los cuales
124.6 mil millones dólares fueron aportados por el gobierno de los EE.UU. a través de un
rescate financiero, lo que agravó el déficit presupuestario de la década. En 1992, la tasa
de desempleo aumentó al 8% entre los trabajadores de defensa, obreros sindicalizados, y
trabajadores de cuello blanco de GM e IBM, mientras que los salarios de la clase media,
estancados desde la administración de Carter, se ven reducidos durante la administración
Bush. En 1991 se produce el caso de Rodney King en el cual, policías de Los Angeles son
grabados mientras arrestan a un motociclista negro, quien es golpeado salvajemente. Un
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 45

cambió hacia principios de la década de 1990. Sin embargo, las disidencias


respecto a cómo interpretar este nuevo orden no se hicieron esperar. 20
Existe un fuerte debate entre los expertos de las relaciones internaciona-
les acerca de que el orden de posguerra dio lugar al advenimiento del poder
de Estados Unidos y China, frente al repliegue de la Unión Soviética. Sin
embargo, el nuevo orden parece ser diferente al surgido en 1945, ya que
después de la guerra fría las grandes potencias están lejos de equilibrar sus
poderes. Desde 1990 en adelante, Rusia ha experimentado un retroceso rá-
pido y profundo, aunque conserva un inmenso arsenal nuclear. China creció
más rápido de lo que la mayoría de expertos había previsto, con un largo
periodo de expansión económica de dos dígitos. Japón y Alemania no se
convirtieron en las grandes potencias que algunos habían predicho. En este
contexto, Estados Unidos es la única superpotencia mundial, ejerciendo una
clara preeminencia en todas las dimensiones de poder.21 Por tales motivos,
el orden mundial actual es unipolar. Sin embargo, aunque cambia el orden
internacional, el régimen surgido de la Carta de San Francisco se mantiene,
porque el diseño institucional en que se sustenta sigue siendo el establecido
en 1945.
No obstante, pese a que no se discute mayormente la hegemonía norte-
americana, resulta evidente que existen diversos objetivos políticos, econó-
micos y de seguridad que los Estados Unidos no pueden alcanzar en solita-
rio. El poder militar es unipolar, pero el poder económico descansa en tres
polos y está compartido por los Estados Unidos, Japón y Europa. De todas
formas, el crecimiento chino podría llevar este orden a un plano multipo-
lar. En el orden de las relaciones transnacionales que se dan a través de las
distintas fronteras interestatales, y que comprende a agentes tan diversos
que van desde los banqueros hasta los terroristas, el poder se encuentra
muy disperso. Se han multiplicado los actores internacionales, por lo que la

jurado blanco exime de culpa a los oficiales, y la comunidad negra explota, incendiando
cerca de 600 edificios, y mueren 50 personas. El huracán Andrew, de categoría 5, impactó
en Bahamas, el sur de Florida y el suroeste de Louisiana, el 24 de agosto de 1992, causan-
do daños por cerca de 30 mil millones de dólares, ante la respuesta tardía del gobierno.
En el ámbito internacional, se agrava la crisis de Somalia desde finales de 1991, a partir del
enfrentamiento de los elementos armados aliados con el general Mohamed Farah Aidid, y con
el Ali Mohamed Mahdi, nombrado “Presidente interino”, provocando una auténtica catástrofe
humanitaria, debiendo intervenir la ONU. En 1992, a partir del desmembramiento de la ex
Yugoslavia, se produce la Guerra de Bosnia, con importantes secuelas humanitarias.
20
Sobre los debates acerca de los alcances y significados del nuevo orden véase espe-
cialmente Nye, Joseph, op. cit., nota 17.
21
Idem.
46 JOSÉ RUIZ VALERIO

combinación de estas cuestiones nos lleva a hablar de una interdependencia


multinivel.22
En este contexto, resulta evidente que el punto de vista realista de las re-
laciones internacionales sigue siendo necesario, pero insuficiente para ana-
lizar el nuevo orden internacional, ya que no toma en cuenta los cambios de
largo plazo de la sociedad internacional que se han producido, poco a poco,
desde el establecimiento de la paz de Westfalia, en 1648. Ciertamente, el or-
den allí surgido descansó en la soberanía de los Estados, no en la soberanía
popular. En este sentido, se interpretó a la soberanía como la capacidad de
los Estados autónomos e independientes de elegir su propia forma de go-
bierno, dentro de sus límites (autodeterminación).23 Sin embargo, la idea de
tratar a los Estados como un conjunto de esferas que se mueven en el vacío,
y entre las que hay que establecer un equilibrio, fue lentamente erosionada
a lo largo de los siglos. Desde luego que persiste la soberanía estatal, la que
coexiste en la actualidad, con el rápido crecimiento de las comunicaciones
transnacionales, las migraciones y la interdependencia económica. La su-
matoria de estas cuestiones están acelerando la erosión de la concepción
clásica, con el consiguiente aumento de la brecha entre la norma (que se
apega aún a dicha concepción clásica) y la realidad.24
Este cambio en el orden internacional permitió el resurgimiento de una
concepción más liberal de la sociedad mundial, no formada sólo por Esta-
dos, sino también por personas, y del orden internacional, que descansa ya
no sólo en el poder militar, sino también en valores e instituciones. Esta
visión se acomoda mejor a un mundo en que los conflictos internacionales
ya no se dan sólo entre Estados, a través de sus fronteras, sino al interior de
un mismo Estado, como sucedió en Somalia desde 1991, la ex Yugoslavia
en 1992 y Ruanda en 1994. Por lo tanto, se trata de superar estos conflictos
apelando a valores tales como la democracia y la autodeterminación, pro-

22
Idem.
23
Como corolario del principio de autodeterminación, se impone el principio de no
intervención: un Estado no tiene derecho a intervenir en los asuntos internos de otro. Más
recientemente, la soberanía se asocia a la idea de control sobre los movimientos transfron-
terizos. En este sentido, los cambios tecnológicos dificultan, cuando no hacen imposible, la
posibilidad de que los Estados controlen los movimientos que se dan a través de sus fronte-
ras, respecto de todo tipo de objetos, materiales, etcétera. Finalmente, la soberanía también
alude a la capacidad de las autoridades de ratificar tratados internacionales. Ellos son libres
de suscribir cualquier tipo de arreglo que les resulte favorable. Por lo tanto, mientras no
sean ratificados de forma coercitiva, cualquier tratado entre Estados es legítimo. Krasner,
Stephen, op. cit., nota 2, p. 21.
24 �
Nye, Joseph, op. cit., nota 17, p. 253.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 47

pios del ideario estadounidense, buscando un equilibrio entre geopolítica


y valores, entre realismo y liberalismo.25 A estos valores debemos agregar
entonces la apelación al Estado de derecho.
En efecto, el Consejo de Seguridad utilizó por primera vez la expresión
“Estado de derecho” en un párrafo de la resolución 1040 de 1996, donde se
expresa su apoyo a los esfuerzos realizados por el secretario general para
promover la “reconciliación nacional, la democracia la seguridad y el Esta-
do de derecho en Burundi”.26
A partir de entonces, numerosas operaciones de paz aludirán al resta-
blecimiento, a la restauración y mantenimiento del Estado de derecho, sin
mayores precisiones. Tal el caso de Guatemala (1997), Liberia (2003), Cos-
ta de Marfil (2004), Haití (2004), o la República Democrática del Congo
(2007). En estos casos, las actividades principales se orientaron a movilizar
personal internacional, asistir a la construcción de instituciones, supervisar
los procesos de reforma legal y monitorear los procesos judiciales nacionales,
especialmente los de carácter criminal.27 Es decir, la asistencia internacional
se orientó fundamentalmente a crear instituciones y normas que permitieran
establecer un Estado de derecho al interior de países en los que acontecieron
conflictos bélicos, el quiebre de las instituciones y los desastres humanita-
rios. La apelación al Estado de derecho se enfoca entonces en el Estado de
derecho nacional. En todo caso, éste puede impactar de forma indirecta en

25
Como señala Kissinger, esta apelación a valores, además de ser coherente con la
propia tradición norteamericana, permite al país ser más selectivo en los conflictos interna-
cionales en los que participa. Retoma a John Quincy Adams, cuando en 1821 “advirtió a los
norteamericanos contra su propensión de salir a matar ‘monstruos distantes’…” Kissinger,
Henry, La diplomacia, México, Fondo de Cultura Económica, 1994-2004, p. 831.��������� Una ape-
lación a valores permite apostar a un equilibrio global basado ya no en la fuerza. Véase Nye,
Joseph, op. cit., nota 17.
26
S.C. Res. 1040 (02-01-1996), párrafo 2, citado por Chesterman, Simon, op. cit., nota
1, p. 22. De todas formas, Chesterman apunta un dato interesante. En la traducción al francés
de dicho documento, en lugar de apuntar al restablecimiento del Estado de derecho (rule of
law) se habla del restablecimiento del orden (le rétablissement de l’ordre). Aunque se ha
señalado de forma reiterada que asimilar la expresión Estado de derecho con sus similares
en inglés (rule of law), en alemán (Rechtsstaat), o en francés (État de droit), supone traslapar
modelos divergentes en cuando a su desarrollo histórico, institucional y doctrinario, algo
semejante ocurre con el Estado de derecho internacional. De ninguna manera resulta similar
hablar de Estado de derecho, que de orden, lo que podría apuntalar la observación de que el
sistema creado en 1945 se orienta naturalmente a establecer un orden internacional, basado
en el derecho (rule by law), pero no un imperio de la ley (rule of law). Chesterman, Simon,
op. cit., nota 1, p. 22.
27 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, p. 29.
48 JOSÉ RUIZ VALERIO

el plano internacional, a través de la creación de instituciones y marcos le-


gales predecibles y estables, que garanticen la paz y la seguridad al interior
de cada Estado.28
Pero también se habla de Estado de derecho internacional. En el mundo
post-westfaliano, la apelación al Estado de derecho internacional consiste
en fortalecer el papel del derecho internacional en la estructuración de las
relaciones entre los participantes en los procesos internacionales, disminu-
yendo así la influencia de la desigualdad en cuanto al poder, la riqueza y las
capacidades de los distintos actores internacionales. También se apuesta a
los procedimientos pacíficos para la solución de las controversias y la reso-
lución de conflictos interestatales, el impulso a los tribunales internaciona-
les como parte de una tendencia que refleja el crecimiento de la normativa
internacional, aunque a la larga estas innovaciones también resultan de un
ajuste entre el crecimiento de la complejidad y la interacción que surge de
los actores. Estamos aún frente a un proceso inacabado, en construcción,
a partir de avances modestos, cuyos resultados aún no se vislumbran con
claridad.29
La noción de Estado de derecho internacional adquiere entonces tres im-
plicaciones esenciales, de las que ya hemos adelantado algunas notas. En
primer lugar, en el nuevo orden se busca garantizar la seguridad internacio-
nal a partir de un refuerzo de los medios políticos y estratégicos, disminu-
yendo la apelación y el uso de la fuerza. De tal manera, el Estado de derecho
constituye un valor vertebrador de este orden, junto con la democracia y
los derechos humanos. Por lo tanto, el desarrollo de la democracia, el afian-
zamiento del Estado de derecho y la defensa de los derechos humanos se
constituyen en medios para la consolidación de un orden predecible, seguro,
en consonancia con los valores occidentales (y de la potencia hegemónica).
En segundo lugar, la apelación a estos valores permite garantizar también
el manejo político y estratégico de los conflictos internacionales, reducien-
do la necesidad de las intervenciones militares, las que quedan focalizadas
a casos puntuales y extremos.30
En tercer lugar, desde la década de los noventa se ha insistido también
en la importancia del Estado de derecho dadas sus conexiones con el desa-
rrollo económico y político, aunque dicha relación no resulta tan evidente
28 �
Véase Chesterman, Simon, “The UN Security Council and the Rule of Law”, United
Nations General Assembly Security Council, Doc. A/63/69-S/2008/270, 2008, pp. 6-9.
29 �
Falk, Richard, The Declining World Order: America’s Imperial Geopolitics, Nueva
York, Routledge, 2004, pp. 33 y 34.
30 �
Kissinger, Henry, op. cit., nota 26, pp. 831-835.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 49

como algunos sostienen. En efecto, la idea de que el Estado de derecho in-


fluye directamente en el desarrollo económico resulta simplista y acrítica.
Sin embargo, es posible establecer algunas relaciones plausibles entre am-
bas cuestiones. Es en este contexto que se constata un entusiasmo insistente
en el desarrollo del Estado de derecho.31 De tal forma, aun en Estados que
no comulgan con los valores asociados con la democracia, los derechos
humanos, ni el propio Estado de derecho, se adhieren a él con llamativa
frecuencia. Desde el punto de vista económico (e incluso político), quedar
fuera del orden internacional resulta altamente costoso. Entonces se alude,
a través del Estado de derecho, a una serie de cuestiones, como el comba-
te a la corrupción, la garantía de las inversiones extranjeras, etcétera, pero
sin una auténtica convicción de respeto a la paz, los derechos humanos o la
democracia.32
Una vez llegados a este punto, se impone entonces un interrogante cen-
tral: ¿qué se entiende por Estado de derecho internacional? ¿Cómo se define
al Estado de derecho internacional?

III. El Estado de derecho internacional

Para responder a las interrogantes anteriores, comencemos realizando un


ejercicio de tipo “cartográfico”. Ubiquemos entonces en un continuo, que
vaya del elemento más básico al más complejo, de lo formal a lo sustantivo,
los componentes que surgen de diferentes concepciones sobre el Estado de
derecho internacional.
Esta propuesta cartográfica ha sido utilizada ya en la bibliografía sobre
el Estado de derecho,33 por lo que no representa una aportación original ni
mucho menos novedosa de este trabajo. Sin embargo, ayuda a generar una
visión sistemática de los distintos elementos asociados con el Estado de
derecho internacional, lo que explica su empleo reiterado por diferentes
expertos y en este capítulo.
31 �
Carothers, Thomas, “The Rule of Law Temptations”, The Fletcher Forum of World
Affairs 33 (1), 2009, 49-61, pp. 50 y 51.
32
Idem.
33 �
Como ejemplos de enfoques “cartográficos” véanse, entre otros, Tamanaha, Brian, On
the Rule of Law: History, Politics, Theory, Cambridge, Cambridge University Press, 2004,
pp. 91 y ss.; Kleinfeld, Racheld, “Competing Definitions of the Rule of Law”, en Carothers
T. (ed.), Promoting the Rule of Law Abroad, Washington D. C., Carnegie Endowment for
International Peace, 2006, pp. pp. 31-73; De Asís, Rafael, Una aproximación a los modelos
de Estado de derecho, Madrid, Dykinson, 1999; Nino, Carlos Santiago, La constitución de
la democracia deliberativa, Barcelona, Gedisa, 1997-2003, pp. 16 y ss.
50 JOSÉ RUIZ VALERIO

Tenemos entonces que éste puede ser definido como:


1. El poder estatal debe estar sujeto, y por lo tanto debe ser ejercido,
conforme a reglas de derecho internacional que regulen las relaciones entre
Estados.
2. Dichas reglas de derecho internacional deben ser prospectivas, ac-
cesibles, claras, y deben ser aplicadas de forma igualitaria por tribunales
independientes.
3. Estas reglas de derecho internacional aplican también a los demás su-
jetos de derecho internacional.
4. Las reglas de derecho internacional deben fundarse en valores (conte-
nidos sustantivos), expresados en la Carta de 1945, la Declaración de 1948,
y demás tratados derivados (los pactos de 1966, la Declaración sobre las
Relaciones de Amistad y Cooperación entre Estados de 1970, la Cumbre
Mundial de 2005).
5. Entre los valores, contenidos sustantivos, que inspiran al derecho in-
ternacional, se debe insistir específicamente en el mantenimiento de la paz,
la seguridad, los derechos humanos, la democracia y el desarrollo econó-
mico.
6. Deben existir instituciones de garantía que aseguren los valores im-
pulsados por el derecho internacional. Entre ellas, instituciones de garantía
primaria (que protejan directamente la paz, la seguridad, los derechos hu-
manos), y de garantía secundaria (orientadas a reparar y sancionar las vio-
laciones de aquéllos).

Estos elementos suelen ser combinados de distinta forma en las diferen-


tes visiones sobre el Estado de derecho internacional. Por ejemplo, los dos
primeros elementos suelen aparecer juntos en la mayoría de las definicio-
nes, claro está, con sus respectivos matices.
A su vez, los primeros tres elementos de la lista aluden a cuestiones for-
males asociadas con el Estado de derecho internacional, mientras que los
otros tres elementos (puntos 4, 5 y 6) hacen referencia a cuestiones sustan-
tivas. Esta diferencia entre posturas formales y sustantivas recorre toda la
literatura sobre el Estado de derecho, y el ámbito internacional no parece
ser la excepción.34

34
Estas visiones formales y sustantivas del Estado de derecho internacional se corres-
ponden con lo que Dworkin identifica con un modelo procedimental (rule-book model) y el
modelo basado en derechos (rights model), respectivamente, o lo que Walzer denomina vi-
siones densas-amplias (thick) o estrechas (thin), respectivamente. Dworkin, Ronald, A Mat-
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 51

Así, mientras que algunas visiones enfatizan los aspectos formales, pro-
cedimentales, considerando que el Estado de derecho internacional aún no
está en condiciones de enfrentar las cuestiones sustantivas, o bien que éstas
“enturbian” la definición de Estado de derecho internacional, los “sustan-
cialistas” señalan que olvidarse o dejar de lado los contenidos concretos
nos aparta del verdadero objetivo de este diseño institucional. Desde luego,
esta dicotomía supone una simplificación tal vez excesiva de los términos
del debate en tanto que detrás de las cuestiones formales residen debates
sustantivos y, a su vez, las cuestiones sustantivas presuponen elementos
formales.35
Por otra parte, las definiciones formales suelen ser la base a partir de la
que operan las visiones sustantivas. Es decir, que las visiones sustantivas
suponen previamente la existencia de criterios formales, aunque no ocurre
lo contrario.
Veamos a detalle cada postura.

IV. Visiones formales sobre el Estado de derecho


internacional

En sentido formal, el Estado de derecho designa cualquier ordenamiento


en el que los poderes públicos estén conferidos por la ley y ejercidos en las
formas y con los procedimientos legalmente establecidos.36 El objetivo cen-
tral de dicho ordenamiento es crear un sistema jurídico unificado y coheren-
te que estabilice las relaciones sociales, haciéndolas predecibles y ciertas.
Este uso formal corresponde al concepto histórico de Rechtsstaat. De
acuerdo con él, son Estados de derecho todos los ordenamientos jurídicos
modernos en tanto que establezcan disposiciones legales y luego se atengan
a ellas. De esta manera, se intenta limitar la arbitrariedad legal y, en caso de
producirse, revertirla. Especialmente la arbitrariedad que pueda surgir en la
adopción, la ejecución y la aplicación de las leyes.37

ter of Principle, Cambridge, Harvard University Press, 1985; Walzer, Michael, Thick and
Thin: Moral Argument at Home and Abroad, Notre Dame, University of Notre Dame Press,
1994; Díaz, Elías, op. cit., nota 4.
35 �
Tamanaha, Brian, op. cit., nota 35, p. 92.
36 �
Ferrajoli, Luigi, “Pasado y futuro del Estado de derecho”, en Carbonell, Miguel Oroz-
co, Wistano y Vázquez, Rodolfo (eds.), Estado de derecho. Concepto, fundamentos y democ-
ratización en América Latina, México, UNAM-ITAM-Siglo XXI, 2001-2002, pp. 187- 204.
37 �
Ruiz Valerio, José Fabián, ¿Democracia o constitución? El debate actual sobre el
Estado de derecho, Monterrey, EGAP-Fontamara, 2009, p. 98.
52 JOSÉ RUIZ VALERIO

En el plano internacional, cuando se habla de Estado de derecho inter-


nacional se alude a un sistema de normas prospectivo, abierto, claro, que
intenta controlar el ejercicio del poder estatal, así como las conductas de los
demás sujetos de derecho internacional. Dichas reglas deben ser aplicadas
de forma igualitaria por tribunales independientes.
Veamos entonces a detalle cada uno de los elementos que incluye la de-
finición formal de Estado de derecho internacional.

1. El poder estatal debe estar sujeto, y por lo tanto debe ser ejercido,
conforme a reglas de derecho internacional que regulen
las relaciones entre Estados

Como ya mencionamos, desde la firma de la Paz de Westfalia, los Esta-


dos son los grandes actores de las relaciones internacionales, y lo siguen
siendo hoy día, aunque no con carácter exclusivo. Por lo tanto, el Estado de
derecho internacional se orienta a guiar, controlar y, llegado el caso, limitar
la acción de los Estados en sus interacciones, básicamente.
En este sentido, Chesterman señala que el primer significado del Esta-
do de derecho en el plano internacional alude a la aplicación de los prin-
cipios del derecho internacional a las relaciones entre los Estados y otros
actores de la relaciones internacionales. El Estado de derecho requiere
que no haya arbitrariedad en el ejercicio de poder. Este objetivo se concreta
en el concepto fundamental de pacta sunt servanda, pero también es evi-
dente en los esfuerzos para establecer protección internacional de derechos
humanos, regímenes formales para regular el comercio internacional y las
instituciones internacionales de seguridad, como el Consejo de Seguridad. 38
Por lo tanto, el Estado de derecho internacional invoca el poder del de-
recho frente al poder arbitrario de las relaciones internacionales; la susti-
tución de la fuerza por la ley, y la constatación de que la ley puede y debe
ser utilizada como un instrumento para la promoción de la cooperación
internacional en aras de objetivos como los contenidos en la Carta de San
Francisco (aunque no con carácter excluyente), preservando y promoviendo
los valores de la libertad y la dignidad humana.39
Sin embargo, ¿hasta qué punto el Estado del derecho internacional re-
sulta adecuado para materializar un Estado de derecho internacional? Al-

38 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, pp. 32 y 33.
39 �
Bishop, William, “The International Rule of Law”, Michigan Law Review 59 (4),
1961, p. 554.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 53

gunos de sus flancos débiles resultan evidentes. Se puede apuntar a la falta


de obligación de utilizar la ley y los medios de solución pacífica de con-
troversias en la resolución de conflictos entre Estados; ante la ausencia de
sanciones obligatorias, tal como encontramos en el derecho nacional; a la
incertidumbre de muchas normas del derecho internacional, lo que permite
a las naciones un control discrecional sobre asuntos que realmente afectan a
los intereses de otras naciones; a las dificultades en el logro de cambios por
medios lícitos en el marco jurídico para hacer frente un mundo que se mo-
difica a un ritmo cada vez más rápido.
Por lo tanto, los pasos futuros hacia un Estado de derecho internacio-
nal en este ámbito incluyen no sólo la aplicación más general y coheren-
te del derecho internacional a los Estados y otros actores internacionales,
sino continuar trabajando en la mejoría de las irregularidades estructurales,
como el poder de veto por parte de los miembros permanentes del Consejo
de Seguridad de la ONU, del que gozan aún los vencedores de la ya lejana
Segunda Guerra Mundial, y que atenta contra el principio de igualdad sobe-
rana de los Estados miembros de la Organización.40

2. Dichas reglas de derecho internacional deben ser prospectivas,


accesibles, claras, y deben ser aplicadas de forma igualitaria
por tribunales independientes. Son varios los teóricos del Estado
de derecho que analizaron las características que debe observar
la ley para poder inspirar un orden legal efectivo

En este sentido, Raz señala que si entendemos por derecho a un conjun-


to de reglas “general, abierto y relativamente estable”, la noción se opone
a la norma como sinónimo de arrebato caprichoso. Ahora bien, para que
la ley pueda constituir un modelo a seguir, ella misma debe asumir de-
terminadas características. Estas son: 1) las leyes deben ser prospectivas,
abiertas y claras; 2) las leyes deben ser estables; 3) las disposiciones par-
ticulares deben estar guiadas por normas abiertas, estables, claras y gene-
rales; 4) debe garantizarse la independencia del poder judicial; 5) deben
respetarse los principios de justicia natural; 6) los tribunales deben tener
poderes de revisión tanto sobre la legislación como sobre las acciones
administrativas; 7) los tribunales deben ser fácilmente accesibles; 8) los

40 �
Bishop, William, op. cit., nota 41; Chesterman, Simon, op. cit., nota 1; Chesterman,
Simon, op. cit., nota 30.
54 JOSÉ RUIZ VALERIO

órganos de prevención criminal no deben desvirtuar al orden legal con su


actuación.41
En este punto, la mayoría de los analistas resaltan que si el Estado de
derecho se entiende en su núcleo formal, puede ponerse en duda si el pro-
ceso de formulación de normas internacionales está regido por las leyes.42
Asimismo, las instituciones judiciales que existen se limitan a una juris-
dicción esencialmente voluntaria.43 Por otra parte, tampoco hay una auto-
ridad central que haga cumplir el derecho internacional, ni se ocupe de la
aplicación de las sanciones a quienes lo violen. De tal forma, la eficacia de
muchos principios de derecho internacional depende de su incorporación en
los sistemas jurídicos nacionales.44 En este sentido, se puede concluir que
actualmente no existe tal cosa como el Estado de derecho internacional, o
al menos que el derecho internacional aún no ha alcanzado un umbral insti-
tucional que justifique el uso de la palabra.45
Tamanaha, por su parte, recuerda que el primer significado (el más per-
durable) del Estado de derecho durante más de dos mil años, aunque nunca
completamente alcanzado, es que los Estados y sus funcionarios estén limi-
tados por el derecho. El significado del concepto no se orienta a la preser-

41 �
Raz, Joseph, “El Estado de derecho y su virtud”, en Carbonell, Miguel Orozco, Wista-
no y Vázquez, Rodolfo (eds.), Estado de derecho. Concepto, fundamentos y democratización
en América Latina, México, UNAM-ITAM-Siglo XXI, 1977-2002, 15-36, pp. 20-25. Una
lista muy similar a la de Raz es la que propone Fuller, bajo la denominación de “principles
of legality”. Fuller destaca que estos elementos son neutrales y pueden acomodarse a dis-
tintos objetivos sustantivos. De todas formas, estos principios configuran la “moralidad del
derecho”. Los principios de legalidad, claramente procedimentales, facilitan la obediencia
de las leyes, ayudando así a las personas a alcanzar sus objetivos o metas morales. Además,
asisten a los individuos en el diseño de sus planes personales, facilitan la interacción social
y establecen limites mínimos contra la tiranía o el ejercicio arbitrario del poder. Fuller, Lon,
The Morality of Law, New Haven, Yale University Press, 1964.
42
Desde luego, no se desconoce que en el derecho internacional existe un amplio debate
entre aquellos que consideran que sus normas constituyen un sistema articulado (en general
asociados con el mundo académico germano) y quienes afirman que el derecho internacional
no es más que una mezcla de los tratados dentro de un contexto anárquico, sin ninguna je-
rarquía en particular (en general, provenientes del mundo académico norteamericano). Bajo
esta visión, la soberanía estatal reina de forma absoluta, y las obligaciones internacionales de
los Estados (que no son necesariamente obligaciones legales) varían de acuerdo con el flujo
y reflujo de los acontecimientos mundiales. Benvenisti, Eyal, “Conception of International
Law as a Legal System”, German Yearbook of International Law 50, 2008, p. 3.
43 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, p. 34.
44 �
Karns, Margaret and Mingst, Karen, International Organizations: The Politics and
Processes of Global Governance, Boulder, Lynne Rienner Publishers, 2004, p. 33.
45 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, p. 35.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 55

vación de las libertades individuales, sino a controlar la tiranía estatal. Esto


significa que los oficiales públicos deben estar constreñidos por el derecho
positivo válido. Incluso se debe cumplir la ley para cambiar la ley. Al mis-
mo tiempo, se asume que el Estado opera dentro de un marco legal que se
aplica de forma general. Por lo tanto, el Estado y sus funcionarios operan
dentro de un marco de restricciones legales, lo que supone normar conduc-
tas y así, hacer previsibles sus comportamientos.46
Esto nos lleva a una segunda cuestión: el Estado de derecho como legali-
dad formal supone la aplicación de leyes prospectivas, públicas, generales,
aplicadas de forma igualitaria, con certeza (coincidiendo con las caracterís-
ticas ya mencionadas por Raz o Fuller). La igualdad formal hace hincapié
en un orden normativo establecido y mantenido por el gobierno. La legali-
dad procedimental también incluye la imparcialidad del proceso judicial. 47
Pero hay un tercer aspecto que debe ser enfatizado: el Estado de derecho
supone el paso del gobierno de los hombres al gobierno de las leyes. La ley
es razón, los hombres son pasión; la ley no es discrecional, los hombres son
voluntad arbitraria; la ley es objetiva, mientras que los hombres son subje-
tivos. Esta idea supone que la vida bajo el Estado de derecho no está sujeta
a los caprichos imprevisibles y arbitrarios de las personas. De tal forma,
la judicatura se erige como el guardián especial de la ley, pero negando el
protagonismo del juez. Estas dos ideas están conectadas: como el juez es
adoctrinado en los vericuetos de la ley y de la función judicial, aquél se con-
vierte en la ley personificada. Según este ideal, el juez debe ser imparcial,
libre de pasiones, de prejuicios y de arbitrariedad, siendo únicamente fiel a
la ley. Una idea asociada con la función judicial es la separación de poderes
que garantiza la independencia judicial. El riesgo entonces es que el Estado
de derecho se convierta en el Estado de los jueces, en la medida en que los
jueces son quienes interpretan la ley.48
Aplicadas al Estado de derecho internacional, estas cuestiones mencio-
nadas por Tamanaha generan consecuencias propias. Así, el primer tema, el
gobierno limitado por leyes, se particulariza en la medida en que el derecho
internacional público está construido básicamente por los Estados sobera-
nos, de tal forma que no hay un Legislativo ni un ejecutivo. En general, los

46 �
Tamanaha, Brian, op. cit., nota 35, pp. 114-119.
47
Este segundo grupo coincide con la noción de Estado de derecho sustentada por Wal-
dron, quien enfatiza los aspectos formales de la ley. ��������������������������������������
Waldron, Jeremy, “The Rule of Interna-
tional Law”, Harvard Journal of Law & Public Policy 30 (1), 2006: 15-30; Tamanaha, Brian,
op. cit., nota 35, pp. 119-122.
48 �
Tamanaha, Brian, op. cit., nota 35, pp. 122-126.
56 JOSÉ RUIZ VALERIO

sistemas legales aplican a aquellos Estados que voluntariamente deciden


aceptar su jurisdicción, ya que el orden internacional es autorregulado. Los
tribunales internacionales operan sobre bases consensuales. No hay un apa-
rato institucional que aplique las sanciones. En líneas generales, la mayoría
de los Estados cumplen con las leyes internacionales (excepto cuando esti-
man que se beneficiarán más con su inobservancia), incluso en ausencia de
la amenaza de sanciones efectivas.49
En relación con la segunda cuestión, los papeles que el poder y la polí-
tica juegan en el derecho internacional tienen efectos sobre la aplicación y
la certeza del derecho. Más aún, la existencia de una multiplicidad de tribu-
nales descoordinados y la desagregación del derecho internacional generan
problemas de coherencia y coordinación. Además, la aplicación del derecho
internacional no sigue siempre un proceso transparente, dado que los Esta-
dos nacionales interactúan en múltiples planos con el derecho internacional.
Finalmente, el tema de que el objetivo central del derecho internacional es
mantener la paz requiere más que un mero compromiso de los Estados. 50
El tercer aspecto es especialmente problemático en la medida en que los
jueces y los oficiales judiciales tienen la última palabra en la aplicación
del derecho internacional. Sin embargo, dichos jueces provienen de una
multiplicidad de tradiciones y culturas jurídicas nacionales, con base en
las que deciden en las cuestiones internacionales. Este último punto, el de
la aplicación del derecho internacional, resulta especialmente problemáti-
ca, ya que además, como mencionamos, el fundamento de la jurisdicción
internacional, a consecuencia de la soberanía de los Estados, se basa en el
consentimiento de las partes. Por lo tanto, la jurisdicción obligatoria de la
Corte Internacional de Justicia puede resultar tanto con base en un tratado
que así lo prevea como sobre la adhesión a la cláusula facultativa, la cual
sólo surte efecto para el Estado que aceptó tal obligación y dentro de los
límites de ella, tal como surge del artículo 36 del Estatuto de la Corte.51
49 �
Tamanaha, Brian, op. cit., nota 35, pp. 129-131.
50
Ibidem, pp. 131-133.
51
El artículo 36 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia señala: 1. La com-
petencia de la Corte se extiende a todos los litigios que las partes le sometan y a todos los
asuntos especialmente previstos en la Carta de las Naciones Unidas o en los tratados y
convenciones vigentes. 2. Los Estados partes en el presente Estatuto podrán declarar en cual-
quier momento que reconocen como obligatoria ipso facto y sin convenio especial, respecto
a cualquier otro Estado que acepte la misma obligación, la jurisdicción de la Corte en todas
las controversias de orden jurídico que versen sobre: a. la interpretación de un tratado; b.
cualquier cuestión de derecho internacional; c. la existencia de todo hecho que, si fuere es-
tablecido, constituiría violación de una obligación internacional; d. la naturaleza o extensión
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 57

Para tal efecto, su actuación jurisdiccional se desarrolla en las cuestiones


previstas en la Carta de la ONU, los litigios que los Estados le sometan a su
consideración, y los asuntos previstos en los tratados en los cuales alguna
de las partes solicite su intervención. Este carácter altamente consensual de
la jurisdicción internacional, expresado en el propio estatus jurídico de la
Corte Internacional, presenta un desafío a la idea de Estado de derecho. 52
Asimismo, es cierto que la creación de la Corte Penal Internacional re-
presenta un nuevo avance en la materia, pero hasta el momento son sólo 110
los países que firmaron y ratificaron el Estatuto de Roma, que entró en vigor
el 1o. de julio de 2002. Además, algunos miembros destacados del sistema
internacional se negaron a firmar el Estatuto, por lo que los alcances de la
Corte, nuevamente, se ven severamente cuestionados.53 Como surge del Es-
tatuto de Roma, la Corte podrá ejercer “funciones y atribuciones de confor-
midad con lo dispuesto en el presente Estatuto en el territorio de cualquier
Estado parte o por nacionales de este y, por acuerdo especial, en el territorio
de cualquier otro Estado” (artículo 4o.). Asimismo, la Corte también puede
ejercer su competencia si el Consejo de Seguridad, actuando con arreglo a
lo dispuesto en el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, remite
el caso al fiscal (artículo 13). A diferencia de la Corte Internacional, la Cor-
te Penal sí actúa sobre personas54 “respecto de los crímenes más graves de

de la reparación que ha de hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional.


3. La declaración a que se refiere este artículo podrá hacerse incondicionalmente o bajo
condición de reciprocidad por parte de varios o determinados Estados, o por determinado
tiempo. 4. Estas declaraciones serán remitidas para su depósito al secretario general de las
Naciones Unidas, quien transmitirá copias de ellas a las partes en este Estatuto y al Secre-
tario de la Corte. 5. Las declaraciones hechas de acuerdo con el artículo 36 del Estatuto de
la Corte Permanente de Justicia Internacional que estén aún vigentes serán consideradas,
respecto de las partes en el presente Estatuto, como aceptación de la jurisdicción obligatoria
de la Corte Internacional de Justicia por el periodo que aún les quede de vigencia y conforme
a los términos de dichas declaraciones. 6. En caso de disputa en cuanto a si la Corte tiene o
no jurisdicción, la Corte decidirá.
52 �
Tamanaha, Brian, op. cit., nota 35, pp. 133-136.
53
Por ejemplo, sobre la negativa de Estados Unidos a firmar y ratificar el Estatuto de
Roma, se puede consultar Murphy, John, The United States and the Rule of Law in Interna-
tional Affairs, Cambrigde, Cambrigde University Press, 2004-2007. Igualmente, Ferrajoli
formula una crítica dura contra la negativa de Estados e Israel a suscribir el Estatuto de
Roma de 1998. Ferrajoli, Luigi, Razones jurídicas del pacifismo, Madrid, Trotta, 2004.
54
Como argumentan Canchola y Martínez Ruiz, existe una tendencia en el derecho
internacional, a considerar al individuo como sujeto, lo cual podría parecer una “verdad
de Perogrullo, considerando que es el individuo el actor último de la comisión de crímenes de
lesa humanidad”, en el ámbito particular del derecho penal internacional. Sin embargo, es
una tendencia que se ha consolidado en épocas relativamente recientes. Canchola, Ulises y
58 JOSÉ RUIZ VALERIO

trascendencia internacional” (artículo 1o.), tal como figuran en el artículo


5o. del Estatuto.
En cuanto a la relación entre jurisdicción estatal e internacional, se re-
solvió de acuerdo con el principio de complementariedad sancionado en los
artículos 1o. y 15. Así, la jurisdicción internacional interviene en los casos
de crímenes de lesa humanidad sobre los que tiene competencia en caso de
no intervenir las jurisdicciones estatales, o éstas no estén en condiciones de
hacerlo, siendo la propia Corte la que decide sobre la voluntad y la aptitud
del Estado en cuestión.
De todas formas, siguen existiendo una serie de limitaciones sobre la
capacidad de actuación de la Corte. Un buen ejemplo de esto es la relación
compleja que existe con el Consejo de Seguridad de la ONU. Por un lado, el
Consejo puede remitir al fiscal una situación en que parezca haberse come-
tido uno o varios de los crímenes señalados en al artículo 5o. (artículo 13,
b); pero también el Consejo puede limitar temporalmente la actuación de la
Corte, como la señalada en el artículo 16:

En caso de que el Consejo de Seguridad, de conformidad con una resolución


aprobada con arreglo a lo dispuesto en el Capítulo VII de la Carta de las Na-
ciones Unidas, pida a la Corte que no inicie o que suspenda por un plazo de
doce meses la investigación o el enjuiciamiento que haya iniciado, la Corte
procederá a esa suspensión; la petición podrá ser renovada por el Consejo de
Seguridad en las mismas condiciones.

Se advierte, nuevamente, la posición dominante del Consejo de Seguri-


dad respecto de la Corte, lo que redundaría nuevamente, más en el estable-
cimiento de un orden legal (Rule by law) que en un Estado de derecho (Rule
of law).
Como señala García Ramírez, el Estatuto de Roma “formalizó un com-
promiso entre lo deseable y lo posible”. De forma tal que “esta no es la hora
del optimismo. Sin embargo, debe ser la del esfuerzo. Y en ambos sentidos
cobra presencia y urgencia la idea de una jurisdicción penal internacional”. 55

Martínez Ruiz, Alonso, “La competencia de la Corte Penal Internacional”, en Guevara, José
y Dal Maso, Tarciso (comps.), La Corte Penal Internacional. Una visión iberoamericana,
México, Porrúa-Universidad Iberoamericana, 2005, p. 49.
55
García Ramírez, Sergio, “Relación entre la jurisdicción penal internacional y las juris-
dicciones nacionales”, en Moreno Hernández, Moisés (coord.), El Estatuto de Roma. El Es-
tatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y sus implicaciones en el derecho nacional
de los países latinoamericanos, México, CEPOLCRIM-Max Planck Gesellschaft-ULSA,
2004, p. 115
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 59

De todas formas, hay avances positivos en la materia que merecen ser


destacados, ya que se ha creado una jurisdicción penal internacional per-
manente y no temporal, como en el caso de la ex Yugoslavia o Ruanda; a
través del principio de complementariedad se respeta la jurisdicción nacio-
nal cuando así corresponda; se amplió la lista de delitos de lesa humanidad
sobre los que actúa la Corte, aunque aún hay mucho para avanzar en la
materia; el Estatuto de Roma muestra un camino para seguir transitando
en la articulación de los diferentes sistemas jurídicos del mundo; la juris-
dicción penal internacional reduce la imposición de soluciones unilate-
rales o violentas, al tiempo que limita la impunidad de los crímenes más
terribles; promueve el respeto y el desarrollo del derecho internacional de
los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, entre otras
cuestiones.56
En todo, caso queda claro que, en la medida en que la Corte Penal resuel-
va asuntos críticos despertando el interés y la confianza de la opinión pú-
blica, su legitimidad se verá reforzada, y con ellos la presión para que cada
vez más Estados acepten su jurisdicción.57 En este sentido, resulta una vía
indispensable para avanzar en el establecimiento de un Estado de derecho
internacional la aceptación obligatoria de la jurisdicción de la Corte Inter-
nacional y de la Corte Penal Internacional.

56
García Ramírez, Sergio, op. cit., nota 57, p. 118. También, Eser, Albin, “En el cami-
no hacia una Corte Penal Internacional: formación y estructura del Estatuto de Roma”, en
Moreno Hernández, Moisés (coord.), El Estatuto de Roma. El Estatuto de Roma de la Corte
penal Internacional y sus implicaciones en el derecho nacional de los países latinoamerica-
nos, México, CEPOLCRIM-Max Planck Gesellschaft-ULSA, 2004, pp. 95-97.
57
Donnelly destaca que en el Estado de derecho los ciudadanos deben ser protegidos
por la ley en contra de su gobierno, así como contra la violencia privada. Los tribunales son
el instrumento tradicional de los países sajones para asegurar esa protección. Los tribunales
tienen otro papel importante en el mantenimiento del Estado de la ley. En lugar de luchar,
en lugar de recurrir a la violencia privada, a los litigantes se les anima a llevar sus casos
ante los tribunales y acatar los resultados. Para que la gente lleve sus controversias ante los
tribunales y acaten los resultados, los tribunales deben ser capaces de mantener el Estado de
derecho, y pueden avanzar en la garantía de las libertades civiles. Creemos que algo similar
puede ocurrir en el caso del Estado de derecho internacional y los tribunales internacionales.
Donnelly, Samuel, “Reflecting on the Rule of Law: Its reciprocal Relation with Rights, Le-
gitimacy, and other Concepts and Institutions”, Annals of the American Academy of Political
and Social Science, 603, 2006: 37-53, pp. 42-44.
60 JOSÉ RUIZ VALERIO

3. Estas reglas de derecho internacional aplican también


a los demás sujetos de derecho internacional

Señalamos anteriormente que el Estado de derecho internacional comen-


zó teniendo por actores a los Estados, a partir de la visión entronizada en
la Paz de Westfalia. Sin embargo, con el correr del tiempo, resultó evidente
que las organizaciones internacionales también resultan actores indispensa-
bles de las relaciones internacionales.
Sin embargo, en este punto la propia ONU desafía al Estado de derecho
internacional en la medida en que el artículo 105 de la Carta de San Fran-
cisco establece una excepción altamente discutible:

1. La Organización gozará, en el territorio de cada uno de sus Miembros, de


los privilegios e inmunidades necesarios para la realización de sus propósi-
tos. 2. Los representantes de los Miembros de la Organización y los funcio-
narios de ésta, gozarán asimismo de los privilegios e inmunidades necesarios
para desempeñar con independencia sus funciones en relación con la Organi-
zación. 3. La Asamblea General podrá hacer recomendaciones con el objeto
de determinar los pormenores de la aplicación de los párrafos 1 y 2 de este
Artículo, o proponer convenciones a los Miembros de las Naciones Unidas
con el mismo objeto.

Desde luego, esta inmunidad rompe con el principio de igualdad ante la


ley, básico en la noción de Estado de derecho, puesto que la misma impli-
ca que las normas serán aplicadas a todos, gobernantes y gobernados, sin
excepciones.58 En el caso del Estado de derecho internacional, se supone
que las reglas de derecho internacional se adjudican a los Estados, pero
también las organizaciones internacionales, las propias personas, y ahora a
las ONG y movimientos sociales.
Sin embargo, la ONU ha insistido en que la organización no es parte de
los tratados que se realizan bajo su auspicio. Esta postura refleja la posición
tradicional de que sólo los Estados entran en la órbita de dichos tratados,
opinión apoyada por el hecho de que son los Estados los que violan o pro-
tegen los derechos humanos, especialmente. Sin embargo, el argumento de
que la ONU debería estar obligada resulta evidente a la luz de los objetivos
y de los principios de la Carta de 1945.
Otra opinión al respecto enfatiza que las actividades llevadas a cabo por
la ONU se asemejan a las de un Estado. Así lo entendió el Tribunal Europeo
58
Sobre el tema, véase en este mismo volumen el trabajo de Gerhard Niedrist.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 61

de Primera Instancia, el cual ha declarado que las decisiones del Consejo de


Seguridad, en virtud de la cláusula de supremacía de la Carta de la ONU, se
ven limitadas sólo por las normas de jus cogens. Este es uno de los pocos
casos en que un tribunal revisó, indirectamente, la validez de una acción
del Consejo.
Al respecto, vale considerar, a pesar de su extensión, la opinión del Tri-
bunal de Justicia de la Unión Europea, que señala:

279. Por lo demás, la propia Carta de las Naciones Unidas parte del presu-
puesto de la existencia de unos principios imperativos de Derecho internacio-
nal, entre ellos el de protección de los derechos fundamentales de la persona.
En el Preámbulo de la Carta, los pueblos de las Naciones Unidas se declaran
así resueltos “a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana”. El capítulo primero de la Carta,
titulado “Propósitos y principios”, muestra además que uno de los Propósitos
de las Naciones Unidas consiste en estimular el respeto de los derechos hu-
manos y de las libertades fundamentales.
280. Dichos principios obligan tanto a los miembros de las Naciones Uni-
das como a los órganos de la misma…
281. El derecho internacional permite considerar, pues, que existe un lími-
te al principio de la obligatoriedad de las resoluciones del Consejo de Seguri-
dad: tales resoluciones deben respetar las normas perentorias fundamentales
del ius cogens. En caso contrario, por improbable que sea dicho supuesto, no
vincularían a los estados miembros de la ONU ni, por lo tanto, a la Comu-
nidad.59

Por lo tanto, a pesar de la inmunidad establecida en el artículo 105,


los principios imperativos de derecho internacional rigen también para los
miembros de la ONU, que no están por sobre encima ni al margen del or-
den legal internacional.
Al mismo tiempo, y una vez concluida la guerra fría, comenzó a surgir
una concepción más amplia de la comunidad internacional, no formada sólo

59
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, sentencia del Tribunal de primera instancia,
sala segunda ampliada, 21 de septiembre de 2005, Yusuf y Al Barakaat International Foun-
dation/Consejo y Comisión, Asunto T-306/01, tomado el 12-04-2010 de http://curia.europa.
eu/jurisp/cgibin/form.pl?lang=es&alljur=alljur&jurcdj=jurcdj&jurtpi=jurtpi&jurtfp=jur
tfp&numaff=T306/01&nomusuel=&docnodecision=docnodecision&allcommjo=allcommj
o&affint=affint&affclose=affclose&alldocrec=alldocrec&docor=docor&docav=docav&d
ocsom=docsom&docinf=docinf&alldocnorec=alldocnorec&docnoor=docnoor&radtypeo
rd=on&newform=newform&docj=docj&docop=docop&docnoj=docnoj&typeord=ALL&d
omaine=&mots=&resmax=100&Submit=Rechercher
62 JOSÉ RUIZ VALERIO

por Estados y organismos internacionales, sino también por personas. Esta


visión refleja el hecho de que los conflictos internacionales ya no se dan
sólo entre Estados, a través de sus fronteras, sino también al interior de un
mismo Estado, como quedó claramente demostrado en el genocidio ruan-
dés de 1994. Para defender y dotar de poder a las personas, que en muchas
ocasiones son los actores más expuestos en los conflictos internacionales,
es que cobran cada vez más importancia los tratados de defensa de los de-
rechos humanos, el derecho humanitario, la apelación a la democracia y la
propia idea de Estado de derecho internacional.
Sin embargo, cabe recordar que a pesar de la ampliación comentada, los
sujetos de derecho internacional no son necesariamente idénticos en cuanto
a la naturaleza o la medida de sus derechos. Es así como se incorporó en la
subjetividad jurídica del individuo el tema de la responsabilidad internacio-
nal individual, de manera paralela a la responsabilidad internacional del Es-
tado, pero sin alcanzar la plenitud jurídica de éstos. Por lo tanto, la subjeti-
vidad jurídica internacional del individuo es reducida y limitada, por lo que
no se defiende aquí la tesis de la plena subjetividad jurídica internacional.60
Un debate similar se plantea para otros actores cuya subjetividad en el
derecho internacional hoy se encuentra en debate. Tal el caso de las ONG,
también discutido en este libro.
En síntesis, a pesar de su intención minimalista y, por ello, se supone más
fácilmente aplicable, la visión formal sobre el Estado de derecho interna-
cional se enfrenta a importantes debates teóricos y desafíos prácticos que
cuestionan sus supuestos y limitan sus alcances, tal como acabamos de ver.

V. Visiones sustantivas sobre el Estado de derecho


internacional

En sentido sustancial, el Estado de derecho designa aquellos ordena-


mientos en los que los poderes públicos se encuentran sujetos y limitados
por la ley, tanto en las formas como en los contenidos.61
Por supuesto que quienes abonan este tipo de visiones toman como sus-
trato al Estado formal de derecho, que sigue constituyendo la condición
necesaria (aunque no suficiente) de este diseño institucional. Sin embargo,
60 �
Pérez-León, Juan Pablo, “El individuo como sujeto de derecho internacional. Análi-
sis de la dimensión activa de la subjetividad jurídica internacional del individuo”, Anuario
Mexicano de Derecho Internacional, 8, 2008, pp. 599-642.
61 �
Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 38.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 63

a la dimensión formal le adicionan elementos sustantivos. Por lo tanto, este


significado —exigente— implica un orden en el que los Estados y demás
sujetos de derecho internacional respetan principios sustanciales conteni-
dos básicamente en la Carta de 1945, la Declaración de 1948 y demás tra-
tados derivados.
Analizaremos a continuación las tres características que integran a este
modelo.

1. Las reglas de derecho internacional deben fundarse en valores


(contenidos sustantivos), expresados en la Carta de 1945,
la Declaración de 1948, y demás tratados derivados (los pactos
de 1966, la Declaración sobre las Relaciones de Amistad
y Cooperación entre Estados de 1970, la Cumbre Mundial de 2005)

Más aún, algunos autores vinculados con las visiones sustantivas identi-
fican a la Carta de San Francisco con una constitución internacional, lo que
ha motivado un profundo debate académico.
Al tratar de asimilar el Estado de derecho internacional con el modelo
constitucional de derecho, se presenta un problema, especialmente entre
aquellos teóricos que piensan el Estado de derecho como Estado constitu-
cional. Esto es: si el sistema internacional cuenta con un documento, o do-
cumentos, que puedan ejercer el papel de una Constitución. Según Ferrajo-
li, la propia Carta de la ONU de 1945, la Declaración de Derechos de 1948,
los dos pactos de derechos de 1966, constituyen una especie de “Constitu-
ción embrionaria”, y pueden desempeñar dicha función.62
En efecto, tanto la Carta de 1945 como la Declaración de 1948 se com-
plementan con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y
con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
ambos de 1966, que suponen una positivización de la Declaración, consti-
tuyen lo que algunos han dado en llamar el Bill of Rights del derecho inter-
nacional.63
Sin embargo, destacados estudiosos niegan tal carácter constitucional,
especialmente a la Declaración de 1948. La opinión de Kelsen es tal vez
la más famosa al respecto, al afirmar que la Declaración expone principios

62 �
Ferrajoli, Luigi, Democracia y garantismo, Madrid, Trotta, 2008, pp. 343 y ss.
63 �
Forsythe, David, Human Rights in International Relations, Cambridge, Cambrigde
University Press, 2000-2007, p. 41.
64 JOSÉ RUIZ VALERIO

generales, de gran autoridad moral, mas no jurídica.64 Fue aprobada por la


Asamblea siguiendo el formato de una resolución, pero no de un tratado
internacional, por lo que no necesitó ratificación por parte de los Estados.
Incluso, no forma parte del derecho internacional. Tampoco puede servir
como base hermenéutica para interpretar los principios de la Carta referen-
tes a los derechos humanos, ya que esta interpretación sólo puede realizarse
con base en sus propias normas.65
Por su parte, Chesterman señala que la Carta ha sido comparada con una
Constitución para el orden internacional. Sin embargo, su lenguaje es exhor-
tativo en lugar de declaratorio, tal como se espera de una Constitución. El
preámbulo expresa la determinación de “crear condiciones en las que la
justicia y el respeto de las obligaciones derivadas de tratados y otros fuentes
del derecho internacional se puedan mantener”. Cuando habla de la Asam-
blea General, ubica entre sus funciones, “impulsar el desarrollo progresivo
del derecho internacional y su codificación”. Estas exhortaciones reflejan
la naturaleza primitiva del derecho internacional como sistema jurídico. Si
el Estado de derecho se analiza en su contenido formal, puede ponerse en
duda si el proceso de formulación de normas internacionales está regido
por las leyes. Asimismo, las instituciones judiciales que existen se limitan
a una jurisdicción esencialmente voluntaria. Todo esto cuestiona firmemen-
te el papel de la Carta en tanto Constitución del sistema internacional.66
Aquí el punto verdaderamente importante es si resulta indispensable la
exsitencia de un documento o una serie de documentos que revistan la fun-
ción de una Constitución para que pueda materializarse un Estado de dere-
cho internacional. La respuesta que aquí se propone es que en la medida en
que el orden jurídico internacional es autorregulado, la existencia de reglas
claras y explícitas que enmarquen las relaciones entre los distintos actores
cobra una relevancia prioritaria.
De todas formas, más allá de su carácter constitucional, la Carta contie-
ne principios sustantivos que comprometen a quienes la ratifican, los que
deben inspirar a los tratados y demás normativa surgida bajo su auspicio.
Este hecho indudable, la existencia de valores que inspiran el orden surgido
en 1945 y el diseño institucional correspondiente, pone en discusión a pro-
puestas como la formulada por Chesterman. En efecto, este autor señala que
64
Otros hablan de soft law. Sobre el tema se puede consultar, Kelsen, Hans, op. cit., nota
14; Pérez Luño, Antonio Enrique, Derechos humanos, Estado de derecho y Constitución,
Madrid, Tecnos, 1984-2005.
65
Antonio Enrique, ibidem, p. 80.
66 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, pp. 33 y 34.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 65

para concebir al Estado de derecho de una manera coherente en los diferen-


tes contextos en los cuales es invocado, se requiere de un acuerdo formal y
minimalista, que no trate de incluir resultados políticos sustantivos —como
la democracia, la promoción de ciertos derechos humanos, la justicia redis-
tributiva o el laissez-faire— en su definición.67
Sin embargo, como mencionamos, la sola presencia de valores conteni-
dos e impulsados en la Carta de San Francisco compromete y obliga en su
consecución a quienes la suscribieron. A continuación analizaremos pun-
tualmente tales contenidos sustantivos.

2. Entre los valores, contenidos sustantivos, que inspiran al derecho


internacional, se debe insistir específicamente en el mantenimiento
de la paz, la seguridad, los derechos humanos, la democracia
y el desarrollo económico. A éstos debe agregarse el derecho
humanitario, al que aluden en general los principios del jus cogens

En este sentido, las actividades orientadas a la promoción del Estado de


derecho a nivel internacional son parte fundamental de las tareas de la ONU.
El principio del Estado de derecho consagrado en la Carta de las Na-
ciones Unidas comprende elementos relativos a la conducción de las re-
laciones entre los Estados. Los esfuerzos que se realizan en la materia se
fundan en valores acordados en común y extraídos de los compromisos
recogidos en la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración relativa a
los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amis-
tad y a la cooperación entre los Estados,68 el Documento Final de la Cum-
bre Mundial 2005 y demás documentos relacionados,69 Entre dichos prin-
67
Chesterman propone lo que podríamos llamar una definición básica del Estado de
derecho, e incluye tres elementos: 1) el poder del Estado no puede ser ejercido de manera
arbitraria. Esto supone un rechazo al Estado de derecho como gobierno de los hombres, sino
de las leyes, sin exigir que el poder del Estado sea ejercido para un fin determinado. 2) La
ley debe aplicarse también a los Estados soberanos y a sus instrumentos, a través de una ins-
titución independiente, como el Poder Judicial. 3) La ley debe aplicarse a todas las personas
por igual, ofreciendo la misma protección sin discriminación. La ley debe ser de aplicación
general y de implementación consistente; la ley debe ser capaz de ser obedecida. Esto su-
pone que el Estado de derecho es más que un simple conjunto de leyes y principios legales,
sino éstos principios suponen la “ley en acción.” Estos elementos de la definición básica
pueden resumirse como el gobierno de la ley, la supremacía de la ley, y la igualdad ante la
ley. Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, p. 15.
68
A/RES/2625 (XXV), del 24 de octubre de 1970.
69
A/60/L.1, del 24 de octubre de 2005.
66 JOSÉ RUIZ VALERIO

cipios destacan, según lo expresado en el Informe del secretario general de


la ONU sobre el Fortalecimiento y coordinación de las actividades de la
Naciones Unidas orientadas a la promoción del Estado de derecho (2008):
a) El respeto de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional,
que son las bases indispensables para un mundo más pacífico, próspero y
justo;
b) El reconocimiento de que la paz y la seguridad, el desarrollo, los de-
rechos humanos, el Estado de derecho y la democracia están relacionados
entre sí, se refuerzan mutuamente y se cuentan entre los valores y principios
fundamentales, universales e indivisibles de las Naciones Unidas;
c) El reconocimiento de que es de vital importancia contar con un sis-
tema multilateral eficaz, en consonancia con el derecho internacional, para
enfrentar los problemas y las amenazas polifacéticos e interrelacionados que
afectan a nuestro mundo y que lograr progresos en las esferas de la paz y la
seguridad, el desarrollo y los derechos humanos requiere que las Naciones
Unidas sean fuertes y eficaces y desempeñen un papel central, mediante la
aplicación de sus decisiones y resoluciones;
d) El respeto por la igualdad soberana de los estados y la necesidad de
promover la abstención del recurso a la amenaza o al uso de la fuerza contra
la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado en
cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas;
e) La necesidad de solucionar las controversias por medios pacíficos de
conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración sobre los
principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y
a la cooperación entre los estados, y los principios de justicia y derecho in-
ternacional;
f) El respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y su
protección, del derecho de los pueblos a la libre determinación y la igualdad
de derechos para todos, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión;
g) El reconocimiento de que la protección contra el genocidio, los críme-
nes de lesa humanidad, las depuraciones étnicas y los crímenes de guerra es
una obligación que no sólo tienen los estados para con sus poblaciones, sino
también hacia la comunidad internacional.70

En este sentido, y como complemento de los principios enunciados, se


debe destacar que uno de los mayores logros de la ONU es el corpus general
de normas y principios internacionales elaborados bajo su auspicio. El desa-
rrollo y la codificación graduales del derecho internacional constituyen a la
vez una esfuerzo permanente de la Organización y parte esencial de su labor. 71
70 �
A/63/226, pp. 10 y 11.
71
Idem.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 67

Estos valores y principios constituyen entonces la verdadera razón de


ser del Estado de derecho internacional. Como destaca Waldron, la sobera-
nía de los Estados no es un valor que deba ser asumido como primer princi-
pio del análisis normativo. La soberanía es algo construido, no asumido, y
se hace en beneficio de aquellos a cuyos intereses se defiende. Vale la pena
insistir en que los Estados no son los portadores de valor final. Existen para
el bien de los individuos. Para usar la terminología de Kant, no son fines en
sí mismos, sino medios para la protección y la libertad. Como fiduciarios,
se supone que los Estados operan legalmente y de manera consciente en el
mundo pacífico y ordenado que se solicita en el derecho internacional. Un
mundo en el que la violencia es restringida o mitigada, un mundo en el que
los viajes, el comercio, y la cooperación son posibles, son algo buscado, no
por el bien de los soberanos nacionales en sí mismos, sino por el bien de los
millones de hombres, mujeres, comunidades y empresas que se encuentran
a su cuidado. Éstos son los que resultan afectados si el orden internacio-
nal se interrumpe, son los que ven que su prosperidad está segura cuando
el orden internacional es seguro. Su bienestar es el fin último del derecho
internacional. En ninguna parte este objetivo resulta más claro que en el
papel del derecho internacional en la articulación de un conjunto de normas
comunes para la protección de los derechos humanos. En última instancia,
el derecho internacional es orientado para el bienestar de los individuos, en
lugar de la libertad de los estados.72
Siguiendo con la línea marcada por la ONU, son varios los analistas
que vinculan, al igual que la ONU, el Estado de derecho con aspectos sus-
tantivos tales como los derechos humanos,73 el desarrollo económico,74 la
democracia,75 el desarrollo social,76 la libertad de expresión,77 la gobernan-
72 �
Waldron, Jeremy, op. cit., nota 49, pp. 15-30.
73 �
Véanse, entre otros, Amnesty International, “Afghanistan: Police Reconstruction Es-
sential for the Protection of Human Rights”, 2003, consultado el 12/11/2009 en http://www.
amnesty.org/en/library/info/ASA11/003/2003 (Donnelly, 2006, p. 12).
74 �
Véanse, entre otros, Gorni, Ram, “China: Rule of Law, Sometimes”, Asia Times, 03-
07-2003; Carothers, Thomas, op. cit., nota 31; Hoff, Karla y Stiglitz, Joseph, “After the
Big Bang? Obstacles to the Emergence of the Rule of Law in Post-Communist Societies”,
American Economic Review 94 (3), 2004, pp. 753-763.
75
Sobre el tema, entre otros, Orts, Eric, op. cit., nota 16.
76 �
Nichols, Philip, “The Rule of law as an International Norm”, World Civic Forum 2009,
Seoul, 2009, consultado el 12-11-2009 en http://www.wcf2009.org/program/program_06.
asp; Christenson, Gordon, “World Civil Society and the International Rule of Law”, Human
Rights Quarterly 19 (4), 1997: pp. 724-737.
77 �
Wimmer, Kurt, “Toward a World Rule of law: Freedom of Expression”, The Annals of
the American Academy of Political and Social Science 603, 2006, pp. 202-216.
68 JOSÉ RUIZ VALERIO

za global,78 la lucha contra el terrorismo,79 entre otras cuestiones, lo que


destaca el consenso que existe en buena parte de la comunidad académica,
política y económica, acerca de su importancia.
Como resulta evidente, también en este ámbito existen desafíos de im-
portancia, entre los cuales debemos resaltar las violaciones del derecho in-
ternacional, que siguen siendo frecuentes; la falta de mecanismos de ren-
dición de cuentas y escasa voluntad política de velar por el cumplimiento
del derecho internacional. A fin de promover el Estado de derecho a nivel
internacional, debe fortalecerse la labor de la Corte Internacional de Justi-
cia y de otros mecanismos internacionales de solución de controversias. El
fortalecimiento de los mecanismos judiciales y no judiciales, como el ar-
bitraje y la conciliación, mediante los cuales se reafirma la obligatoriedad
de los compromisos asumidos en el área del comercio y las inversiones,
también contribuyen en gran medida a la promoción del Estado de derecho.
Finalmente, y a riesgo de sonar reiterativos, resulta fundamental revisar la
composición y el funcionamiento del propio Consejo de Seguridad, a fin
de avanzar en la materialización del principio de igualdad de los Estados
miembros de la Organización.80

3. Deben existir instituciones de garantía que aseguren los valores


impulsados por el derecho internacional. Entre ellas, instituciones
de garantía primaria (que protejan directamente la paz, la seguridad,
los derechos humanos), y de garantía secundaria (orientadas
a reparar y sancionar las violaciones de aquéllos)

Quien sustenta esta visión sustantiva exigente (extremadamente exigen-


te, a decir verdad) respecto del Estado de derecho internacional es Ferrajo-
li, entendiendo por Estado de derecho al Estado constitucional de derecho;
esto es, aquel
que no se limita a programar sólo las formas de producción del derecho a
través de normas procedimentales sobre la elaboración de las leyes, sino tam-

78 �
Sobre el tema, Palombella, Gianluigi, “The Rule of Law in Global Governance. Its
Normative Construction, Function and Import”, SSRN eLibrary, 2010.
79 �
Deflem, Mathieu, “Global Rule of Law or Global Rule of Law Enforcement? Inter-
national Police Cooperation and Counterterrorism”, Annals of the American Academy of
Political and Social Science 603, 2006, pp. 240-251.
80 �
Chesterman, Simon, “Unaccountable? The United Nations, Emergency Powers, and
the Rule of Law in Asia”, Vanderbilt Journal of Transnational Law 42, 2009, pp. 1509-1542;
Chesterman, Simon, op. cit., nota 30.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 69

bién sus contenidos sustanciales, vinculándolos normativamente a principios


de justicia —la igualdad, la paz, la tutela de los derechos fundamentales—
positivamente inscritos en las Constituciones.81

De tal forma, la Constitución es un sistema de normas supraordenadas a


la legislación ordinaria a través de dos mecanismos centrales: el estableci-
miento de procedimientos especiales para su revisión y, en segundo lugar,
el establecimiento de un procedimiento de control de constitucionalidad a
cargo de tribunales constitucionales, para garantizar tales contenidos sus-
tantivos.
Los derechos fundamentales, recogidos en la Constitución como dere-
chos positivos, se convierten en los límites y vínculos de la potestad legis-
lativa.82
Trasladando estos principios al ámbito internacional, Ferrajoli señala que
tanto la Carta de la ONU de 1945 y la Declaración Universal de 1948

Prometen paz, seguridad, garantías de libertad fundamentales y de los dere-


chos sociales para todos los habitantes del planeta. Pero faltan totalmente las
que podríamos llamar sus leyes de actuación, es decir, las garantías de los de-
rechos proclamados: la estipulación de las prohibiciones y de las obligaciones
que les corresponden y la justiciabilidad de sus violaciones. Es como si un or-
denamiento estatal estuviera compuesto solamente por su Constitución y por
unas pocas instituciones privadas de poderes. El ordenamiento internacional
no es otra cosa más que eso: está privado, en otras palabras, de institucio-
nes de garantía. Brevemente, es un conjunto de promesas no cumplidas. 83

Por lo tanto, la idea de Ferrajoli es que más que instituciones de gobier-


no, el sistema internacional carece de instituciones de garantía. Se trata de
crear instituciones de garantía secundarias; esto es, jurisdicciones capaces
de sancionar y reparar las violaciones de las garantías primarias. Dichas
garantías primarias aluden a la paz y a la seguridad, y a los derechos funda-
mentales, comenzando por los derechos sociales.
En lo referente a la paz, se debe rehabilitar el papel de la ONU, al tiempo
que se prohíbe la guerra. Para ello, se debe crear una policía internacional
81 �
Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 55, p. 99.
82
Ibidem, p. 100.
83 �
Ferrajoli, Luigi, “¿Democracia sin Estado?”, en Cienfuegos Salgado, David y López
Olvera, Miguel Alejandro (eds.), Estudios en homenaje a don Jorge Fernández Ruiz. Dere-
cho constitucional y política, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2004,
pp. 221-234, 227 y 228.
70 JOSÉ RUIZ VALERIO

bajo el artículo 47 de la Carta, a fin de que la ONU monopolice la fuerza in-


ternacional. También se debe retomar el proceso de desarme iniciado en los
ochenta. Pero, por sobre todo, se debe considerar a las armas como bienes
ilícitos, y a la tenencia como delito.
En cuanto a los derechos humanos, se deben reformar las instituciones
que rigen la economía mundial, dirigiéndolas al fin del desarrollo econó-
mico de los países pobres. También se deberían materializar los derechos
sociales contenidos en el tratado de 1966. Finalmente, se deben instituir
organizaciones referidas a la protección medioambiental, la garantía de la
instrucción, la vivienda y otros derechos
Entre las instituciones de garantía secundarias, la instalación de la Cor-
te Penal Internacional señala un avance relevante en el que se debe seguir
trabajando.
Pero, a fin de reforzar a las instituciones garantistas, se debe avanzar
en la construcción de una esfera pública internacional, entendida como “el
conjunto de las instituciones y de las funciones que están destinadas a la
tutela de intereses generales, como la paz, la seguridad y los derechos fun-
damentales y que forman por tanto el espacio y el presupuesto tanto de la
política como de la democracia”.84
Justamente, la falta de una esfera pública internacional se traduce en la
falta de reglas, de límites y vínculos que garanticen la paz y los derechos
humanos frente a los poderes transnacionales, tanto públicos como priva-
dos, que destronaron a los poderes estatales o se sustrajeron a su gobierno
y control.
Otros autores, a través de caminos en parte convergentes y compatibles
con las conclusiones de Ferrajoli, complementan su visión. Por ejemplo,
Nichols define al Estado de derecho a partir de cuatro elementos. En primer
lugar la existencia de derecho, el que debe responder a ciertos criterios de
equidad y funcionalidad (como por ejemplo los señalados por Raz o por
Fuller).85 En segundo lugar, la ley debe ser aplicada de forma igualitaria
tanto a gobernantes como a gobernados. En tercer lugar, en la medida en
que la ley puede responder a los criterios anteriores y ser, sin embargo, una
ley cruel, tiránica u opresiva, se requiere que la ley responda a algún cri-
terio exógeno, como los derechos humanos. De tal forma, la ley no debe
ser “injusta”. Finalmente, el autor agrega un cuarto criterio: la ley debe ser
mediada por las normas sociales. Una revisión de los sistemas políticos
84 �
Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 55, p. 226.
85 �
Nichols, Philip, op. cit., nota 77.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 71

reconocidos por cumplir con los criterios que definen al Estado de dere-
cho nos muestran que esta mediación no sólo se produce, sino que es un
aspecto vital del Estado de derecho. “Una ley en abstracto no es más que
una colección de palabras”.86 Por lo tanto, hay numerosos caminos a través
de los cuales la sociedad media e interviene en la aplicación de la ley. Estas
técnicas van más allá del simple proceso de establecer puntualmente el sig-
nificado de las palabras. Así,

Un oficial de policía, por ejemplo, podría optar por advertir en lugar de arres-
tar, un fiscal o magistrado podría optar por imponer un delito menor o incluso
retirar los cargos, un juez puede declarar una sentencia menor. Si estos pode-
res se utilizaron para cobrar sobornos u otras formas de enriquecimiento per-
sonal constituyen actos de corrupción, si las competencias se ejercen de ma-
nera arbitraria o de forma caprichosa pueden constituir actos de tiranía. Sin
embargo, cuando estos actos se ejercen en conformidad con normas sociales
que sean aceptadas como actos de flexibilidad, constituyen una parte normal
y necesaria del sistema de justicia penal.87

Justamente, es este cuarto requisito el que genera las dudas más serias
sobre la viabilidad del Estado de derecho internacional. El Estado de de-
recho requiere la mediación social, al menos en dos cuestiones. En primer
lugar, se requiere una sociedad capaz de formar y adherirse a normas y va-
lores que la habrán de guiar. No cabe duda de que un número considerable
de personas se identifican con la comunidad internacional y sus valores.
Sin embargo, el hecho de que algunas personas puedan ser capaces de es-
tablecer relaciones e incluso identificarse con la comunidad internacional
no prueba la existencia de una comunidad global cohesiva suficiente para
generar las mediaciones que requiere el Estado de derecho.
Una segunda pregunta se refiere a los mecanismos de mediación so-
cial. Walzer argumenta que la identificación de una sociedad con el concep-
to de justicia puede ser amplia o estrecha (thick or thin). La identificación
con un marco jurídico comunitario puede ser estrecha o amplia dependien-
do de factores tales como la identificación social con las normas, el grado
de preocupación sobre el tema, la cantidad de control percibido en el cum-
plimiento de ellas, entre otras cuestiones. Si la identificación de la sociedad
global con el derecho es débil, si las deliberaciones que tienen lugar dentro
de la sociedad mundial son escasas, si el grado de compromiso es insufi-
86
Ibidem, p. 6.
87
Ibidem, p. 5.
72 JOSÉ RUIZ VALERIO

ciente, si las normas y valores de la sociedad global no pueden ejercer una


influencia suficiente en el derecho, se carecerá de medios para llevar a cabo
la mediación social que requiere el Estado de derecho. Esto podría generar
que en lugar de un Estado de derecho (Rule of law) se obtenga por resultado
un orden legal (Rule by law). A falta de mediación social, se corre entonces
el riesgo de perder los beneficios que aporta el Estado de derecho. En cam-
bio, en el marco de una sociedad internacional vibrante, justa, equitativa,
donde la igualdad de oportunidades y la inclusión son objetivos comparti-
dos, el Estado de derecho puede contribuir al logro de esos objetivos. Sin
embargo, la aplicación estéril de la ley, sin mediación social, puede generar
resultados tan represivos como la aplicación arbitraria de las leyes. 88
Esta visión, decíamos, entronca directamente con la existencia de una
sociedad civil, esfera global internacional, capaz de crear una red densa
de relaciones, que medien en la aplicación de las normas que constituyen
el Estado de derecho. Constituye una tarea primordial, para avanzar en la
edificación del Estado de derecho internacional, desarrollar una sociedad
civil internacional (esfera pública internacional) capaz de mediar en la apli-
cación del derecho internacional.
Como se puede apreciar, las visiones sustantivas del Estado de derecho
internacional no sólo deben enfrentar el desafío de garantizar contenidos
materiales en el derecho internacional, sino también avanzar en la apropia-
ción efectiva de tales contenidos por parte de los actores internacionales.
Este desafío constituye su reto más importante.

VI. ¿Cómo usar la cartografía propuesta para guiarnos


por la geografía del Estado de derecho internacional?

A esta altura de nuestra indagación el lector puede preguntarse con ab-


soluta propiedad cómo debe ser leída la cartografía propuesta. Por ejemplo,
¿debe ser interpretada en un sentido lineal y progresivo? Es decir, ¿recién
cuando se ha cumplido a cabalidad el criterio más básico se pasa al supe-
rior inmediato? La respuesta evidentemente es negativa. En primer lugar, a
riesgo de sonar convencional, cada criterio supone además de una serie de
principios e instituciones concretas, una aspiración normativa. En este sen-
tido, siempre se podrá profundizar el imperio del derecho internacional en
las relaciones entre Estados, y entre éstos y los demás actores internaciona-

88 �
Nichols, Philip, op. cit., nota 77, p. 11.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 73

les. La independencia de los tribunales y los jueces siempre puede ser per-
feccionada, y así sucesivamente con cada uno de los criterios identificados.
A su vez, esto nos puede llevar a correr el riesgo del conformismo: como
nunca conseguiremos una aplicación absoluta de cada criterio, por lo tanto,
sería realista conformarse con una aplicación imperfecta del mayor número
posible de aquéllos. Sin embargo, Ferrajoli cuestiona esta idea desde una
perspectiva exigente. Según el criterio del profesor italiano, debemos im-
pulsar una visión sustancialista, no complaciente, del Estado de derecho
internacional. Señala Ferrajoli que luego de siglos de guerras y violencias
que sólo sirvieron para generar sufrimiento, violaciones de los derechos
humanos, resentimiento y, a la larga, más guerra y más violencia, resulta
evidente que la paz es el único camino posible para generar una convivencia
respetuosa entre las personas. Por lo tanto,

… sólo la pérdida de la razón, generada por los miopes intereses de poder,


puede hacer olvidar esta obviedad. Por eso, la batalla por la paz y sus garan-
tías —del desarme generalizado al reforzamiento de las Naciones Unidas—
es hoy principalmente una batalla de la razón, que debe discurrir sobre todo
en el plano cultural y que ciertamente puede encontrar apoyo en el creciente
repudio de la guerra en la conciencia civil de la gran mayoría del género hu-
mano.89

Es decir, a pesar de la dificultad que supone, debemos tratar de materia-


lizar con la mayor profundidad posible cada criterio definitorio del Estado
de derecho internacional. En este sentido, podemos decir que el Estado de
derecho internacional es un trabajo en construcción permanente, ajeno a
todo conformismo o desánimo.
Por otra parte, resulta evidente también que distintos criterios, con di-
ferentes grados de alcance, se edifican al mismo tiempo. Mientras que el
derecho internacional se desarrolla y se aplica a las relaciones interestatales
con distintos grados de profundidad, según los Estados implicados, la ma-
teria en cuestión y los intereses en juego (como recuerda Waldron, muchas
veces cuando los Estados más poderosos pierden el incentivo de respetar el
derecho internacional, simplemente lo dejan de lado y conducen sus accio-
nes internacionales de manera más o menos discrecional), al mismo tiempo
se está avanzando en la construcción de una jurisdicción internacional cada
vez más amplia. Así, a pesar de sus limitaciones, la propia existencia de la
Corte Internacional de Justicia y desde 2002 de la Corte Penal Internacio-
89
Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 55, p. 370.
74 JOSÉ RUIZ VALERIO

nal, son avances notables en materia de justicia internacional. En cuanto


a la aplicación del derecho internacional a otros actores no estatales, el
Estatuto de Roma de 1998 representa un avance significativo en el recono-
cimiento de la subjetividad internacional en la medida en que hace posible
juzgar a personas, no Estados, por sus responsabilidades penales.
Entrando en materia sustantiva, presenta también desarrollos significa-
tivos. Independientemente de si el sistema internacional necesita de una
Constitución y si algunos documentos rectores de la organización interna-
cional instaurada en 1945 pueden o no asumir el carácter de una Constitu-
ción internacional, la Carta de 1945, la Declaración de 1948, los pactos de
1966, la Declaración de 1970, el Estatuto de Roma de 1998 y la Cumbre
Mundial de 2005, son hitos fundamentales en materia de principios recto-
res del régimen internacional. En este punto, desde la posguerra se avanzó
significativamente en el reconocimiento de derechos. Finalmente, en el re-
conocimiento de contenidos sustantivos, un hecho interesante, pero difícil
de prever su desarrollo futuro, como ya señalamos, reside en la sentencia
del Tribunal Europeo de Primera Instancia al declarar que las decisiones del
Consejo de Seguridad, en virtud de la cláusula de supremacía de la Carta de
la ONU, se ve limitado sólo por las normas de jus cogens. Éste es uno de los
pocos casos en que un tribunal revisó indirectamente la validez de una ac-
ción del Consejo de Seguridad. Sin embargo, resta mucho trabajo por delan-
te para llegar a establecer, como establece el ultimo criterio, instituciones
que garanticen de manera efectiva tales derechos y principios sustantivos
frente a cualquier tipo de amenaza.

VII. La importancia de los modelos

De acuerdo con el análisis realizado, cuando hablamos de Estado de de-


recho internacional hacemos referencia a un sistema legal (derecho inter-
nacional) que intenta controlar, limitar y guiar la acción de los Estados y
demás actores de las relaciones internacionales en la consecución y defensa
de valores tales como la paz, la seguridad, los derechos humanos, la demo-
cracia y el desarrollo económico.
El tema del Estado de derecho internacional aparece explícitamente en
el escenario internacional a mediados de la década de 1990, como conse-
cuencia de lo que dio en llamarse “nuevo orden internacional”, surgido a
raíz de la caída del bloque soviético. A través de éste se intentó organizar
las relaciones internacionales a partir de medios políticos y estratégicos,
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 75

reduciendo la apelación a intervenciones armadas para mantener el orden


internacional.
Vinculados a este nuevo orden, aparecen valores tales como la democra-
cia, los derechos humanos y el propio Estado de derecho, como principios
reguladores de las relaciones internacionales. Esto explica (más allá de su
valor intrínseco) el consenso llamativo sobre el Estado de derecho que se
constata desde la década de los noventa. Sin embargo, debemos ser cau-
tos en la medida en que dicho consenso no siempre se traduce en acciones
concretas. Aunque numerosos gobiernos prometen luchar contra la corrup-
ción, respetar y valorizar el orden legal y otras cuestiones vinculadas con
la agenda del Estado de derecho, luego reproducen antiguas prácticas, sin
observarse cambios en la materia.
Asimismo, existen diferencias ideológicas significativas acerca de qué se
entiende y qué se espera por parte del Estado de derecho. Así, los gobier-
nos de raíz conservadora apelan al Estado de derecho para asegurar algunas
cuestiones que valoran especialmente, como la defensa de los derechos de
propiedad, un tratamiento adecuado a las inversiones externas, una policía
fuerte y, en general, un énfasis en la ley y el orden. A su vez, la izquierda
espera una defensa de los derechos humanos y un tratamiento igualitario
ante la ley para todos, poniendo énfasis en los menos favorecidos, aunque
se apuesta a un refuerzo de la ciudadanía en general. Mientras tanto, los
centristas imaginan al Estado de derecho en una dimensión tecnocrática,
reforzando los elementos claves que favorezcan la gobernabilidad, como
el incremento de la transparencia, la rendición de cuentas y la lucha anti-
corrupción.90 Según Chesterman, esta ambigüedad sobre el significado del
Estado de derecho internacional es lo que permite, paradójicamente, el con-
senso tan amplio que existe sobre la importancia y el valor del mismo. 91
Por otra parte, mientras que en las décadas de 1980 y 1990 la atención
en el desarrollo del Estado de derecho se incrementaba, las definiciones se
hacían más inclusivas. Con anterioridad, al hablar de Estado de derecho, en
especial entre quienes lo asociaban con el desarrollo económico, se impo-
nían las nociones formales, insistiendo en la limpieza procedimental y en
el ineficiencia institucional. Más que un Estado de derecho (Rule of law) se
aludía a un orden legal (Rule by law). La diferencia resulta fundamental.
Mientras que el orden legal refuerza el poder del gobierno, el Estado de
derecho favorece y realza el poder de las personas y otros actores, en este
caso, internacionales.
90 �
Carothers, Thomas, op. cit., nota 33, p. 52.
91 �
Chesterman, Simon, op. cit., nota 1, p. 2.
76 JOSÉ RUIZ VALERIO

Sin embargo, como mencionaba, en las décadas siguientes ganó terre-


no una visión amplia, no sólo procedimental, sino apegada a contenidos
sustantivos, especialmente vinculada con los derechos civiles y políticos,
como parte esencial de la justicia y del Estado de derecho. En este sentido,
la agenda del Estado de derecho coincidió con la de la democratización que
acontecía en numerosos países del mundo. Promoviendo entonces el Estado
de derecho se reforzaba la institucionalización de un núcleo de derechos ba-
sales de la democracia. Sin embargo, en esta primera década del siglo XXI
se produjo nuevamente un cambio, ganando terreno la tendencia contraria.
En la medida en que algunos gobiernos autoritarios o semiautoritarios de-
bieron abrazar la agenda vinculada con el Estado de derecho, prefirieron
adherirse a definiciones mínimas, procedimentales.92
Por lo tanto, aquí se presentan dos cuestiones de suma importancia. En
primer lugar, y tal como señalamos, la Carta de San Francisco integra con-
tenidos sustantivos que han sido aceptados por quienes la suscribieron, por
lo que luego no pueden ser desconocidos o ignorados. Estos contenidos son
vinculantes y no discrecionales de cada Estado. En segundo lugar, apostar
por definiciones procedimentales, que no cuestionan ni proponen modifica-
ciones al régimen internacional actual, supone aceptar el orden legal impe-
rante, cristalizando el statu quo, sin avanzar en la concreción del Estado de
derecho internacional.
Como se puede apreciar, estas cuestiones se traducen en distinta medida
en los modelos aquí analizados, los que reflejan estas tendencias históricas
y teóricas, al tiempo que nos presentan tres elementos que deben ser des-
tacados.
En primer lugar, los modelos actúan como indicadores de tendencias tan-
to académicas como políticas e ideológicas, que ayudan a encuadrar el fe-
nómeno. Es importante entonces distinguir de forma crítica entre unas y
otras.
En segundo lugar, estas visiones ofrecen también un diagnóstico, una
visión crítica acerca de las limitaciones y desafíos a los que se enfrenta el
Estado de derecho internacional a fin de lograr su implantación.
En tercer lugar, los modelos presentan opciones teóricas y metodoló-
gicas que nos hablan de tradiciones que se proyectan sobre fenómenos
nuevos y que, a la larga, pueden marcar su desarrollo. En este sentido, las

92
Carothers, Thomas, op. cit., nota 33, pp. 53-55. Tambien, Carothers, Thomas, “Rule
of Law Temptations”, en Heckman, James; Nelson, Robert y Cabatingan, Lee (eds.), Global
Perspectives on the Rule of Law, Oxon, Routledge, 2010, pp. 17-27.
EL ESTADO DE DERECHO INTERNACIONAL. UNA APROXIMACIÓN CARTOGRÁFICA 77

categorías que usamos para abordar de forma teórica al Estado de derecho


internacional son las mismas que utilizamos para estudiar al viejo Estado
de derecho. Como mencionamos a lo largo de este capítulo, esta tendencia
constituye un problema analítico (del que este trabajo no está exento), en
tanto que aborda la cuestión con herramientas metodológicas y conceptua-
les no del todo adecuadas. Este hecho ha marcado en buena medida nuestra
comprensión sobre el tema, y no debemos perderlo de vista.
Por lo tanto, los modelos, además de brindarnos una aproximación carto-
gráfica, están cargados de información sobre las percepciones y las evalua-
ciones que se tendrá de los procesos estudiados. En este sentido, el análisis
de los modelos que circulan en torno al Estado de derecho internacional
resultan tan interesantes como el propio fenómeno.
Sin embargo, tal y como hemos destacado a lo largo de esta reflexión, el
Estado de derecho internacional resulta aún una aspiración lejana. En pri-
mer lugar, el estado actual del régimen internacional puede garantizar un
orden legal (Rule by law), pero no aún un Estado de derecho (Rule of law).
Existen varios desafíos que resolver para lograr la transición que media
entre ambos conceptos, entre los que destacan la necesidad de garantizar la
igualdad entre los Estados soberanos, avanzar en ensanchar la jurisdicción
de la Corte Internacional de Justicia y de la Corte Penal Internacional, sólo
para nombrar algunos de los más urgentes.
Si conseguimos avanzar en este ámbito, un Estado de derecho efectivo
dejará su impronta sobre el proceso legal, sometiendo a los actores políti-
cos a controles procedimentales, legales y constitucionales más estrictos.
Un efecto secundario de esta influencia será expandir la influencia de la
ley y de los actores legales sobre los procesos políticos. En este sentido,
el Estado de derecho es mucho más que exigir al gobierno que respete sus
obligaciones legales. El Estado de derecho significa que la ley y las consi-
deraciones legales comienzan a ser parte de los procesos políticos, compar-
tiendo y limitando al mismo tiempo las decisiones políticas. En un Estado
de derecho, los Estados evitan las políticas que contrarían la ley, no espe-
rando para ello a perder las disputas en los tribunales. Al mismo tiempo, se
puede utilizar al proceso legal para que las políticas públicas respondan a
intereses cada vez más generales.93
¿Cuándo llegaremos a este punto ideal?
La historia del Estado de derecho es antigua, y su desarrollo, lento. A
su vez, la historia del Estado de derecho internacional recién comienza. La
93
Alter, Karen, Establishing the Supremacy of European Law: The Making of an In-
ternational Rule of Law in Europe, Oxford, Oxford University Press, 2001, pp. 109 y 208.
78 JOSÉ RUIZ VALERIO

evolución del viejo Estado de derecho puede aportar valiosas enseñanzas al


devenir del Estado de derecho internacional, colaborando así en que poda-
mos ahorrar algo de camino. Pero el proceso es largo y tortuoso; requiere
de energía y de convicción, aunque muchas veces haya pocos motivos para
sostener el ánimo. No debemos perder de vista estas cuestiones, porque nos
enfrentamos a una lucha que nos trasciende.

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