Artículo 5

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 34

La formación histórica del neolibera-

lismo argentino a través de Federico


Pinedo, Álvaro Alsogaray y Alberto
Benegas Lynch (1955-1973). Redes
transnacionales, batalla de ideas y re-
fundación de la Nación
The historical configuration of
Argentine neoliberalism from
Federico Pinedo, Álvaro Alsogaray
and Alberto Benegas Lynch (1955-
1973). Transnational networks, battle
of ideas and refounding of the Nation
Pablo Martín Méndez*
*
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Instituto de Cultura y Co-
municación, Universidad Nacional de Lanús - Remedios de Escalada, Provincia de Buenos
Aires – Argentina. Licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Doctor en Filosofía
(Universidad Nacional de Lanús). Posdoctorado en Ciencias Sociales (UBA). Investigador
asistente del CONICET. Director del Centro de Investigaciones Éticas “Dr. Ricardo Malian-
di” (UNLa). Profesor-investigador regular asociado (UNLa). Profesor regular adjunto (Uni-
versidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo). Correo electrónico: pmmendez@
unla.edu.ar

Código de referato: SP.315.LIX/23


http://dx.doi.org/10.22529/sp.2023.59.05

STUDIA POLITICÆ Número 59 otoño 2023 pág. 123–156


Recibido: 28/02/2023 | Aceptado: 23/05/2023
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
124 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

Resumen

Este artículo se propone contribuir al conocimiento sobre la conformación


del neoliberalismo en la Argentina entre 1955 y 1973. El punto de partida
son los discursos de tres intelectuales que, durante el período analizado,
articularon de diferentes maneras el liberalconservadurismo local con el
neoliberalismo trasnacional. Se trata de Federico Pinedo, Álvaro Alsogaray
y Alberto Benegas Lynch. El análisis reconstruye un conjunto de elemen-
tos trasversales a sus discursos, esto es: 1) la formulación de una posición
polémica y combativa que promueve la batalla de ideas contra las opcio-
nes políticas consideradas como antiliberales; 2) el llamado a refundar la
Argentina posperonista sobre las bases del liberalismo y las instituciones
republicanas; y 3) la identificación de los antagonistas al proyecto de una
Argentina “auténticamente liberal”. Sirviéndose de los aportes teórico-me-
todológicos de Michel Foucault y Ernesto Laclau, el artículo señala que la
conformación histórica del neoliberalismo argentino obedece a dos estrate-
gias discursivas complementarias: por un lado, la articulación de las ideas
neoliberales con la tradición liberal establecida en la Argentina durante la
segunda mitad del siglo XIX y, por el otro, la definición de un campo an-
tagónico que ubica al intervencionismo estatal en relación de equivalencia
con los totalitarismos europeos. Como se verá, ello supuso la polarización
del escenario local en dos alternativas mutuamente excluyentes: liberalis-
mo o totalitarismo.

Palabras clave: neoliberalismo - batalla de ideas - refundación nacional -


totalitarismo

Abstract

This article intends to contribute to knowledge about the neoliberalism con-


figuration in Argentina between 1955 and 1973. The research is based on
the discourses of Federico Pinedo, Álvaro Alsogaray and Alberto Bene-
gas Lynch: three intellectuals who linked local liberal-conservativism with
transnational neoliberalism during the period aforementioned. Our analysis
will rebuild a set of common elements of Pinedo, Alsogaray and Benegas
Lynch discourses, that is: 1) the formulation of a controversial and comba-
tive position that promotes the battle of ideas against political options con-
sidered anti-liberal; 2) the call of refounding the post-Peronist Argentina
on the basis of liberalism and republican institutions; and 3) the identifica-
tion of the antagonists to the project of an “authentically liberal” Argenti-
na. Using the discourse theories of Michel Foucault and Ernesto Laclau,
this project argues that Argentine neoliberalism was historically configured
from two complementary discursive strategies: on the one hand, the articu-
lation of neoliberal ideas with the liberal tradition established in Argentina
during the second half of 19th century; on the other hand, the antagonism
between liberal Argentina and redistributive and developmentalist policies,
which are considered by neoliberal discourse as equivalent elements of Eu-
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 125

ropean totalitarianism. As we will see, these discursive strategies implied


the reduction of available political options and the polarization of the local
scene according to two mutually exclusive alternatives: liberalism or tota-
litarianism.

Key words: neoliberalism – battle of ideas – refounding of the Nation –


totalitarianism.

Introducción

E
l presente artículo se origina a partir de un diálogo con los estudios
sobre las formas de recepción y puesta en circulación de las ideas
neoliberales de libre mercado en América Latina. Gran parte de esos
estudios señalan que el neoliberalismo circula en la región desde los años
70 por vías diferentes, aunque no necesariamente excluyentes entre sí. Una
vía habitual son los economistas que tuvieron contacto de primera mano con
intelectuales y obras vinculadas al pensamiento neoliberal durante su for-
mación de posgrado en los Estados Unidos y que, posteriormente, pasaron a
integrar la estructura administrativa de sus países u orientar la toma de deci-
siones en materia de política pública (Heredia, 2011; Morresi y Aronskind,
2011). Esta forma de circulación fue posible por la actividad de un grupo
variopinto de fundaciones y centros de expertise que se organizaron en redes
regionales e intercontinentales con el objetivo de producir y difundir ideas
entre las clases dirigentes, los referentes del mundo empresarial y la opinión
pública en general (Garcé y Uña, 2006; Mendizábal y Correa, 2011). Gracias
al apoyo del sector privado y de un conjunto de organismos internacionales,
dichos centros han podido sostener sus actividades en forma ininterrumpida
desde los años 90 e imponiendo sus temas e intereses en la agenda de los
gobiernos de turno (Fischer y Plewhe, 2013; Mato, 2007). A ello hay que
sumar otras vías de acceso más directas e institucionalizadas, como las polí-
ticas económicas que los organismos multilaterales de crédito –e. g. el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial– prescriben para los países en
desarrollo. De acuerdo con la visión de varios analistas, durante casi medio
siglo las políticas de liberalización comercial y ajuste fiscal, exigidas por
los organismos de crédito a cambio de préstamos o reestructuraciones de
deuda, fueron un modo de imponer las ideas neoliberales a los Estados de
América Latina y de coartar, al mismo tiempo, cualquier modelo de desarro-
llo políticamente soberano (Boron, 2003; Cypher, 1998; Minsburg, 1999).
Así pues, en base a diversas perspectivas teórico-metodológicas, es posible
126 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

advertir que el neoliberalismo no ha ingresado a la región mediante una única


vía, sino que ha seguido distintos canales de difusión, obedeciendo tanto a
proyectos de alcance trasnacional, como también a problemas y objetivos
vinculados con la coyuntura de cada país en particular.
Nuestra investigación se inscribe en una vertiente de estudios de reciente
formación dedicada a analizar la temática del neoliberalismo y sus condi-
ciones de recepción en la Argentina. Desde la perspectiva aquí adoptada,
las ideas neoliberales circularon en el país con bastante anterioridad a la dé-
cada de 1970, a través de grupos intelectuales que buscaban una alternativa
liberal frente al avance de las políticas intervencionistas y los proyectos de
redistribución del ingreso1. Este artículo pretende contribuir al conocimiento
sobre la conformación del neoliberalismo en la Argentina durante el período
extendido entre el derrocamiento del primer peronismo en 1955 y su retorno
en 19732. Se trata de un período fundamental en relación con las condicio-
nes de emergencia del neoliberalismo a nivel local. En primer lugar, por la
creación de instituciones, centros de estudio y publicaciones especializadas
que actuaron como espacios de elaboración, intercambio y difusión de ideas
neoliberales, permitiendo la acumulación de experiencias y saberes que pos-
teriormente se convertirían en políticas de gobierno (Grondona, 2013; Mo-
rresi, 2008, 2009, 2010). En segundo lugar, porque entre 1955 y 1973 se
teje toda una red de sociabilidad que articula el discurso de los intelectuales
locales con las corrientes neoliberales que se estaban propagando en Europa
y los Estados Unidos, entre ellas, la escuela austríaca, el ordoliberalismo
alemán, la economía social del mercado y el libertarianismo (Büren, 2020,
2021b; Haidar, 2015b; Méndez, 2023). Y finalmente, porque esos mismos
intelectuales participaron en el proceso de reconstrucción del liberal-conser-
vadurismo que se venía desarrollando desde el derrocamiento del peronismo
en 1955 (Bohoslavsky y Morresi, 2011; Vicente, 2012). El punto de partida

1
Al respecto, Sergio Morresi sostiene que “las ideas neoliberales fueron imponiéndose [en
la Argentina] durante los años ’50 y ’60 gracias a la labor de un círculo de intelectuales de
gran influencia política que comulgaba con el ideario neoliberal y difundía activamente
muchas de sus propuestas a través de cátedras universitarias, medios de comunicación,
actividades culturales y publicaciones políticas y académicas” (2010, p. 304).
2
Solo recientemente, el período 1955-1973 ha suscitado el interés de los estudios abocados
a la derecha argentina en general y al neoliberalismo en particular. Ello contrasta con la
inmensa cantidad de estudios sobre los movimientos, las agrupaciones y los intelectuales
vinculados al peronismo y a la izquierda latinoamericana durante el mismo período históri-
co (Haidar, 2017; Heredia, 2001).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 127

son los discursos de Federico Pinedo3, Álvaro Alsogaray4 y Alberto Benegas


Lynch5. Si bien los intelectuales mencionados solían ocupar una posición

3
Federico Pinedo (1895-1971) fue ministro de Economía (1933-1935 y 1940-1941) durante
los gobiernos de Agustín P. Justo y Roberto Ortiz, para volver a ejercer brevemente el cargo
bajo la presidencia de José María Guido en 1962. Habiendo iniciado su carrera política
como diputado del Partido Socialista en los años 20 y conformado posteriormente el Partido
Socialista Independiente, participó en distintas maniobras golpistas contra el segundo go-
bierno de Hipólito Yrigoyen (1928-1930). Como ministro de Economía de Justo, impulsó
una serie de políticas anticíclicas (el Plan Pinedo) destinadas a contrarrestar los efectos
producidos por la crisis de los años 30. Fue en ese marco que colaboró, junto con Raúl
Prebisch, en la fundación del Banco Central de la República Argentina. En 1945 se unió al
Partido Demócrata Nacional (de extracción conservadora), desde donde se opuso activa-
mente al gobierno de Juan Domingo Perón. Tras su breve paso por la función pública como
ministro de Economía de Guido, se dedicó a escribir libros y a publicar artículos de prensa
promoviendo la necesidad de recuperar las bases jurídico-institucionales de la Argentina
del Primer Centenario. Con excepción de algunos estudios reivindicatorios (e. g. Azaretto,
1998), las investigaciones académicas sobre Pinedo han sido escasas, contándose entre las
principales referencias Haidar (2017), Vicente (2013) y Llamazares Valduvieco (1995).
4
Álvaro Alsogaray (1913-2005) actuó como subsecretario de Comercio (1955) y ministro
de Industria (1955-1956) durante los gobiernos de facto de Eduardo Lonardi y Pedro Euge-
nio Aramburu en el marco de la autodenominada Revolución Libertadora (1955-1958). En-
tre fines de los años 50 y principios de los 60, ocupó los Ministerios de Hacienda y Trabajo
(1959-1961) bajo el gobierno de Arturo Frondizi y el Ministerio de Economía (1962) tras
la salida de Federico Pinedo del gobierno de José María Guido. En 1982, al término de la
última dictadura cívicomilitar, fundó la Unión del Centro Democrático (UCEDE) y accedió
en diferentes oportunidades a una banca como diputado nacional hasta 1999. Fue uno de los
principales divulgadores de la economía social de mercado en el país y mantuvo intercam-
bios epistolares con Ludwig Erhard, uno los principales referentes de dicha escuela, además
de estrechar lazos con Luigi Einaudi, Friedrich Hayek, Jaques Rueff y otros economistas de
renombre a nivel mundial. En 1965, fundó el Instituto de la Economía Social de Mercado,
del cual quedan pocos registros en la actualidad. Al igual que el caso de Pinedo, las inves-
tigaciones académicas sobre Alsogaray son más bien escasas. Véase Guido (2011), Haidar
(2015a), Llamazares Valduvieco (1995) y Méndez (2023).
5
Alberto Benegas Lynch (1909-1999) fue presidente de la Asociación Vitivinícola Argenti-
na y de la Cámara Argentina de Comercio, miembro de la Academia Nacional de Ciencias
Económicas y fundador del Centro de Estudios sobre la Libertad (CDEL) a fines de los años
50. Durante los años 60 y 70, el CDEL funcionó como un espacio de intercambio y debate
entre intelectuales, políticos y empresarios locales de orientación liberalconservadora. En
este marco, el mencionado centro contribuyó con la difusión de la escuela austríaca y el
libertarianismo estadounidense invitando a algunos de sus principales referentes a brindar
conferencias en el país y divulgando, a través de la revista Ideas sobre la Libertad (1957-
1989), las obras de Friedrich Hayek, Ludwig Mises, Leonard Read y otras figuras vincula-
das al neoliberalismo trasnacional. Las actividades del CEDEL fueron continuadas en gran
parte por la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE), fun-
128 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

marginal y minoritaria durante el período señalado, definiéndose en ocasio-


nes como “predicadores en el desierto” (Grondona, 2013), lo cierto es que
desarrollaron un rol sumamente activo al momento de articular el liberalismo
local con el neoliberalismo trasnacional.

1. El neoliberalismo como discurso colectivo antagónico

Antes de comenzar, es necesario introducir algunas consideraciones relativas


al objeto de estudio y las herramientas teórico-metodológicas utilizadas por
el presente artículo. El neoliberalismo que proponemos analizar no se sin-
tetiza en las figuras de Pinedo, Benegas Lynch, Alsogaray o cualquier otro
intelectual local. Más que un sistema coherente de ideas o un proyecto me-
ditado en contenido y alcance, el neoliberalismo es producto del ensamblaje
de elementos discursivos diversos –saberes, creencias, prescripciones, cos-
movisiones del mundo, etcétera– que proceden de múltiples puntos de enun-
ciación y que circulan a través de diferentes canales. Nuestra investigación
aborda la circulación de ideas neoliberales en la Argentina desde tres niveles
complementarios de análisis: las “prácticas discursivas” (Angenot, 2012;
Foucault, 1969), las redes de sociabilidad o “colectivos de pensamiento”
(Mirowski y Plehwe, 2009) y los “antagonismos políticos” (Laclau, 2020;
Laclau y Mouffe, 2015). Se trata, en pocas palabras, de concebir el neolibe-
ralismo como un discurso colectivo antagónico. Aquí definiremos esos tres
términos de la siguiente manera:
Conforme al método arqueológico desarrollado por Michel Foucault, el dis-
curso no se origina exclusivamente en la intencionalidad de unos sujetos par-
lantes, ni encuentra sus condiciones de coherencia en los objetos concretos
que le sirven de referencia; antes bien, los objetos sobre los cuales se habla
y los sujetos que toman la palabra se constituyen como tales en el ámbito del
discurso. No hay objetos de conocimiento previos a la puesta en discurso, así
como tampoco hay sujetos cognoscentes que sean fuente de discurso. Lo que
hay, en todo caso, son unas prácticas discursivas que permiten la emergen-
cia de ciertos objetos y sujetos. En efecto, es en el marco de esas prácticas
que alguien asume una posición determinada –‍economista, médico, político,
intelectual– para hablar de algo que requiere de tratamiento y que, depen-
diendo del momento y del lugar, puede tornarse objeto de debate, reflexión o

dada en 1978 a instancias de Alberto Benegas Lynch (hijo) y aún hoy en funcionamiento.
Para un estudio pormenorizado del CDEL, nos remitimos a Büren (2020).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 129

prescripción. De ahí que el discurso siempre esté ligado a ciertas condiciones


de enunciación y que nunca se imponga sobre los sujetos al modo de un todo
homogéneo y compacto. Como señala Marc Angenot, “no se debe disociar lo
que se dice de la manera en que se lo dice, el lugar desde el que se lo dice, los
fines diversos que persigue, los públicos a los que se dirige” (Angenot, 2012,
p. 75). El análisis debe considerar las instituciones, los dispositivos y las re-
des de socialización con las cuales los discursos se encuentran imbricados y
que enmarcan sus formas de producción, sus modalidades de recepción y sus
posibilidades de transcripción. Así no solo logramos comprender el modo en
que los discursos circulan, sino además cómo las condiciones de circulación
posibilitan usos y readaptaciones que no responden necesariamente a los pro-
pósitos originales de los actores.
Para el caso del neoliberalismo, la cuestión consiste en analizar los discursos
elaborados por un conjunto de escuelas, fundaciones y centro de estudios
dispersos a lo largo del mundo y articulados de diversas maneras entre sí.
En términos de Dieter Plehwe (2009), el neoliberalismo es un “colectivo de
pensamiento” irreductible a la figura de un autor, una disciplina científica o
una escuela en particular:

Este esfuerzo colectivo puede describirse como transdiciplinario (desarro-


llando normas y creencias basadas en principios que guíen a los estudiantes
en diferentes disciplinas), interdisciplinario (aunque participen principal-
mente científicos sociales) y transacadémico (aunque los esfuerzos para
conectarse con audiencias particulares y el público en general fueran ma-
yormente organizados de manera indirecta a través de grupos de expertos
y editores). (pp. 5-6)

Ahora bien, a pesar de su transversalidad manifiesta, el neoliberalismo no es


un fenómeno ambiguo e indefinido, puesto que conserva ciertos contornos
y presenta algunos puntos de estructuración. Este artículo propone analizar
al neoliberalismo desde los conceptos de “antagonismo”, “diferenciación” y
“equivalencia” elaborados por Ernesto Laclau y la teoría relacional del dis-
curso. Antes que un elemento fijo o estático, definido de una sola vez en base
a divisiones objetivas o preexistentes en la sociedad, el antagonismo supone
todo un juego de diferenciaciones y equivalencias que operan en el nivel del
discurso. Por un lado, la diferenciación de aquello que impide la constitu-
ción de una identidad plena y sin fisuras: “El antagonismo es una relación
entre fuerzas enemigas, de modo tal que la negatividad pasa a ser un com-
ponente interno de esa relación. Cada fuerza niega la identidad de la otra”
130 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

(Laclau, 2014, p. 133). Por otro lado, la puesta en relación de equivalencia


entre elementos que no son necesariamente agrupables –o que podrían ha-
berse agrupado de manera diferente– en torno a la frontera entre la identidad
por constituir y las fuerzas enemigas que impiden su constitución plena. La
diferenciación y la equivalencia no deben concebirse como dos momentos
sucesivos o distintos; por el contrario, son las dos caras de una misma estra-
tegia discursiva: “Toda identidad social (es decir, discursiva) es constituida
en el punto de encuentro de la diferencia y la equivalencia” (Laclau, 2020, p.
107). Ese punto de encuentro traza la frontera política a partir de la cual se
aglutinan elementos diversos que entran en relación de equivalencia y que se
diferencian, a su vez, en distintas formaciones identitarias. La equivalencia
simplifica las opciones políticas disponibles, llegando a polarizarlas en dos
alternativas antagónicas, mientras que la diferenciación fragmenta dichas op-
ciones impidiendo su estabilización definitiva: “La lógica de la equivalencia
es una lógica de la simplificación del espacio político, en tanto que la lógica
de la diferencia es una lógica de la expansión y complejización del mismo”
(Laclau y Mouffe, 2015, p. 174). Desde esta perspectiva, la identidad polí-
tica no se constituye más allá del antagonismo como su otro, sino a través
del antagonismo como lógica de funcionamiento, reuniendo y articulando
elementos diversos en un mismo campo discursivo.
Aunque sus trayectorias públicas y biográficas sean diferentes, Pinedo, Be-
negas Lynch y Alsogaray parecen compartir, no obstante, una misma estrate-
gia discursiva6. A lo largo de los próximos apartados observaremos que esa
estrategia obedecía a un doble desafío: por un lado, el desafío de reunificar al
campo liberal-conservador tras la crisis de los años 30 y el posterior ascenso
del peronismo y, por el otro, la necesidad de ofrecer una alternativa política
y social frente a los programas redistribucionistas impulsados desde el Esta-
do. Fue en función de una estrategia semejante que los discursos de Pinedo,
Benegas Lynch y Alsogaray articularon las ideas neoliberales procedentes de
Europa y los Estados Unidos con una interpretación específica de la tradición
liberal argentina. Según nuestra hipótesis de lectura, lo que surge a partir de
allí es un neoliberalismo autóctono, esto es: un neoliberalismo que no nace
por el simple implante de ideas formuladas en otras latitudes, sino que con-
serva sus propios matices y aspectos singulares.

6
En línea con nuestras herramientas teóricas, la estrategia discursiva deber ser entendida
como un elemento intrínseco al antagonismo: “Ante la presencia de un enemigo en la argu-
mentación (o ante la producción de discursos alternativos) el discurso político se convierte
en discurso estratégico, en relación al discurso antagónico tratando de anticipar objecio-
nes” (Concepción Montiel, 2010, p. 26).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 131

2. “Predicando en el desierto”

En 1993, haciendo un repaso de sus 50 años de trayectoria intelectual y po-


lítica, Alsogaray se define a sí mismo como un “predicador en el desierto”:
“Más de una vez pensamos que estábamos ‘predicando en el desierto’ y que
nunca lograríamos producir un cambio de mentalidad que revirtiera ese esta-
do de cosas” (1993, p. 226). Lo mismo ocurre con Pinedo y Benegas Lynch:
ambos asumen una posición discursiva similar a la de Alsogaray7. A media-
dos del siglo XX, varios intelectuales liberal-conservadores entendían que
ocupaban un lugar marginal en el escenario político y social de la Argentina,
no solo por la presencia de gobiernos inspirados en ideas nacionalistas e in-
tervencionistas, sino además por la profunda crisis que el liberalismo venía
atravesando tanto a nivel mundial como local8. Este modo de posicionarse

7
Es lo que Foucault define como la “posición de sujeto” producida en el marco de las prác-
ticas discursivas. La posición de sujeto no depende necesariamente de la relación entre el
autor y aquello que ha dicho o querido decir, sino que se determina en función de las posibi-
lidades, los requisitos y las estrategias que debe desarrollar un individuo para posicionarse
en el discurso. “No hay, pues, que concebir al sujeto del enunciado como idéntico al autor
de la formulación. (…). Hay un lugar determinado y vacío que puede ser efectivamente
ocupado por individuos diferentes”. Esta posición discursiva es más variable que estática;
o, en última instancia, “es lo bastante variable para poder mantenerse idéntica a sí misma
a través de varias frases o bien modificarse con cada una” (Foucault, 1969, pp. 125-126).
8
Entre las décadas de 1930 y 1940, el liberalismo atraviesa un profundo proceso de crisis y
transformación que tuvo diversas manifestaciones a lo largo del mundo y cuyas consecuen-
cias abarcaron gran parte de la segunda mitad del siglo XX. Dicho proceso fue producto de
distintos acontecimientos históricos entrelazados, desde la Gran Depresión y la emergencia
de teorías económicas heterodoxas, hasta el ascenso de posiciones nacionalistas orientadas
al desarrollo del mercado interno. Sus repercusiones locales se tradujeron en una mayor
intervención del Estado en la economía, la implementación de controles de cambio y la
sustitución de las importaciones procedentes de Europa y los Estados Unidos. Al igual que
otras economías de la región, la economía argentina experimentó un importante crecimien-
to de la actividad industrial, acompañado por la expansión de la clase obrera y la sostenida
migración del campo a la ciudad. En este contexto, el ascenso del peronismo en 1946 no
solo agudizaría la crisis del liberalismo, sino que además lo llevaría a transitar un proceso
de transformación en el plano de las ideas económicas, políticas y sociales. Para un análisis
sobre la situación del liberalismo con anterioridad y posterioridad a la Gran Depresión
de los años 30, nos remitimos a Polanyi (2001). Respecto a la crisis y transformación del
liberalismo en la Argentina entre los años 30 y 40, ver Nállim (2014). Según Jorge Nállim
(2014), el rechazo hacia las clases populares que conformaban las bases del movimiento
peronista y la concepción de esos sectores como “masas ignorantes” engañadas por un
“líder totalitario” impidió la construcción de una opción política con amplio apoyo social:
“este fracaso no sólo redujo las chances de desarrollar un liberalismo popular y progresivo
en Argentina, sino que subrayó y reforzó la futura percepción del liberalismo en general
132 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

en el contexto de la época conllevó una singular forma de enunciación; más


concretamente, lo que se formuló fue un discurso “marginal, combativo y
polémico” (Haidar, 2015a) frente a las teorías heterodoxas y las políticas de
intervención estatal en la economía.
La posición asumida por Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray tiene estrechas
vinculaciones con el contexto local, regional y mundial de la segunda mitad
del siglo XX. Cabe recordar que, durante las décadas de 1950 y 1960, la
Argentina y otros países de América Latina habían avanzado en la conso-
lidación del modelo de industrialización por sustitución de importaciones
iniciado en los años 30 como respuesta a la crisis de las economías agroex-
portadoras. El desarrollo de ese modelo implicó la puesta en práctica de todo
un arsenal de intervenciones del Estado en distintas áreas estratégicas de la
economía. El objetivo consistía en promover la industria nacional, fortalecer
el mercado interno y favorecer, al mismo tiempo, la inclusión de las clases
trabajadoras, el campesinado y los sectores medios urbanos a través de po-
líticas redistributivas y el reconocimiento de derechos de “segunda genera-
ción”. En el plano internacional, el escenario abierto con la Guerra Fría con-
dujo a que los Estados Unidos destinasen cuantiosos recursos económicos y
militares a defender sus áreas de influencia ante el avance del comunismo.
Ello dio un mayor impuso a las ideas keynesianas en diversos países del
mundo occidental que buscaban enfrentar la amenaza comunista con polí-
ticas de pleno empleo, salarios elevados y mejoramiento de las condiciones
generales de vida. Fue en este escenario que la Alianza para el Progreso entre
los Estados Unidos y varios países de América Latina facilitó la implementa-
ción de políticas económicas inspiradas en el desarrollismo y otras teorías de
corte cepalino como un modo de contrarrestar el impacto de la Revolución
cubana en la región9. No es de extrañar entonces que Pinedo, Benegas Lynch

que lo identifica con los intereses económicos elitistas y antipopulares contrapuestos a una
verdadera democracia” (p. 215). El presente artículo responde a la necesidad de interrogar
el proceso de transformación que se abrió con aquel fracaso. De hecho, las intervenciones
de Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray pueden interpretarse como el intento de transformar
el liberalismo en una opción política capaz de suscitar el apoyo de una parte de la dirigencia
y de la población que antagonizaban con el peronismo.
9
Tras el derrocamiento del peronismo en 1955, distintos sectores de la dirigencia política
argentina –incluida la Unión Cívica Radical Intransigente liderada por Arturo Frondizi, ver-
tientes nacionalistas de las Fuerzas Armadas y representantes del mundo empresarial– bus-
caron implementar las ideas desarrollistas bajo el asesoramiento de la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL): una institución dependiente de la ONU creada en 1948 con
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 133

y Alsogaray advirtieran en reiteradas ocasiones el retroceso del liberalismo


formulado con anterioridad al orden occidental de posguerra. Lo llamativo,
como veremos, es que ese orden represente para ellos una suerte de continua-
ción del comunismo “por otros medios”, vale decir, por el avance de las ideas
antiliberales en Occidente y a su hibridación con las ideas liberales.
Siguiendo el camino recorrido por los liberales europeos de posguerra, este
grupo minoritario de liberales argentinos comenzó a transitar una “larga mar-
cha” a través del desierto que, por un lado, los llevaba a establecer redes de
socialización con escuelas y centros de distintas partes del mundo, mientras
que, por el otro, les permitía unificar posiciones contra un campo de ideas
definido como “antiliberalismo”10. Aquella larga marcha fue dando lugar a
un discurso altamente combativo que no se limitaba al lenguaje técnico-dis-
ciplinar de la economía, sino que buscaba articular las ideas neoliberales con
una serie de elementos procedentes de la tradición liberal local. Tal es el caso
de Pinedo, Alsogaray y Benegas Lynch. Más allá de sus diferentes trayecto-
rias individuales, estos intelectuales parecen compartir un mismo posiciona-
miento en el escenario político y social de su época, así como también una
singular forma de enunciación.
Las trayectorias de Pinedo, Alsogaray y Benegas Lynch son ciertamente des-
iguales. El primero desarrolló un amplio y complejo recorrido en la política
argentina desde los años 20, atravesando períodos democráticos, gobiernos
cívico-militares y regímenes condicionados por el fraude electoral. Alsoga-

el objetivo de promover el desarrollo económico y social de la región. De acuerdo al diag-


nóstico del desarrollismo, los países periféricos se encontraban sujetos a una situación de
“subdesarrollo” que solo podía ser superada mediante un proceso de industrialización pro-
movido desde el Estado. Esta acción estatal no solo suponía la implementación de planes
de desarrollo industrial y otras medidas de estímulo a la inversión en sectores estratégicos
de la economía, sino que además apuntaba a la ampliación de la infraestructura disponible,
la profesionalización del sector público y la modernización social. Según Arturo Laguado
Duca (2011), “la Alianza para el Progreso intersecó positivamente con el discurso desarro-
llista, proporcionando a las élites de gobierno recursos económicos y, sobre todo, el capital
simbólico que ofrecían los Estados Unidos de América” (p. 33). Tanto en la Argentina como
en el resto de la región, las ideas desarrollistas orbitaron en torno a la figura de Raúl Pre-
bisch, quien se convertiría en blanco predilecto de las críticas de Pinedo, Alsogaray y otros
intelectuales vinculados con el liberal-conservadurismo local (Haidar, 2015b).
10
El término “antiliberalismo” aparece en varios de los escritos publicados por los inte-
lectuales aquí mencionados. A fines de los años 70, en el marco del curso Naissance de la
biopolitique (2004 [1979]), el mismo Foucault retomó ese término para definir el “campo
de adversidad” del neoliberalismo europeo de posguerra.
134 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

ray, por su parte, se formó y desempeñó durante más de dos décadas en el


ámbito militar para insertarse en la política recién a mediados de los años 50
como subsecretario de Comercio y ministro de Industria de la autodenomi-
nada Revolución Libertadora, que derrocó al segundo gobierno peronista en
1955. Benegas Lynch, en cambio, actuó siempre en el mundo empresarial y
nunca se vinculó directamente con la política. ¿Qué pueden tener en común
estas tres figuras? El primer punto a destacar es que Pinedo, Alsogaray y Be-
negas Lynch mantuvieron estrechos vínculos con las corrientes neoliberales
que se estaban desarrollando en Europa y los Estados Unidos. Pinedo había
tomado conocimiento de las obras de Friedrich Hayek y Ludwig Mises en
los años 20, aunque solo a partir de los años 40 asume un derrotero que lo
llevaría a conjugar su posición conservadora con las ideas neoliberales de
mediados del siglo XX. Así lo daba a entender en el libro Porfiando hacia el
buen camino, publicado unos meses antes del derrocamiento de Perón:

cuando se cuenta entre los liberales de hoy a economistas de tanta actua-


lidad como los alemanes o austríacos Mises o Hayek o Röpke o el francés
Rueff (…); cuando entre los estadistas de la hora figuran como liberales el
alemán Erhard o el italiano Einaudi o el inglés Buttler que tanto significan
en sus países y en el mundo, resulta un poco anacrónico hablar del libera-
lismo como una rareza inactual. (…) Creo en las ventajas de un régimen
preponderantemente liberal e individualista no por ignorar otras concepcio-
nes sino por haber llegado al convencimiento de que aquel régimen es el
más promisor. Soy conservador-liberal por reflexión, como en mi juventud
fui socialista por convencimiento, mucho más que por sentimentalismo.
(Pinedo, 1955, p. 248)

Décadas más tarde, ya retirado de la política institucional, Pinedo adoptará


una declarada posición “antiestatista” inspirada en el neoliberalismo austría-
co para discutir con las ideas desarrollistas y las teorías cepalinas, que por
entonces gozaban de una amplia aceptación en los estratos dirigenciales de
varios países de América Latina11.
La trayectoria de Alsogaray muestra algunos puntos en común con respecto
a Pinedo. En efecto, entre los años 50 y 60, Alsogaray vira desde el libe-

11
Véase Haidar (2015b), Llamazares (1995) y Vicente (2013). La discusión con las ideas
desarrollistas y las teorías cepalinas se vuelca sobre todo en La Argentina. Su posición y
rango en el mundo (1971), un libro de Pinedo que recoge ensayos en su honor por parte de
diferentes intelectuales liberales, entre ellos, Benegas Lynch y Alsogaray.
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 135

ral-conservadurismo hacia el neoliberalismo, y se inscribe especialmente en


la vertiente alemana de la economía social del mercado12. Esta inscripción
se observa en su primer libro, Bases para la acción política futura (1968),
redactado por Alsogaray siendo embajador argentino en los Estados Unidos
y dedicado, en gran parte, a cuestionar las políticas económicas del gobierno
militar encabezado por Juan Carlos Onganía:

La versión moderna del liberalismo tiene su exponente más representati-


vo en la Economía Social de Mercado (Soziale marktwirtschaft) del Dr.
Erhard y sus colaboradores. Asociada a las formas políticas democráticas,
la Economía Social de Mercado integra una síntesis que algunos llaman
también Neoliberalismo. Esta fórmula fue la que permitió reconstruir los
países de Europa occidental y Japón después de la segunda guerra mundial.
(Alsogaray, 1968, p. 52)

Para sumarse a estas iniciativas, Alsogaray funda el Instituto de la Economía


Social de Mercado en 1965, desde donde construye vínculos con las distintas
organizaciones internacionales que participaban en la producción y circula-
ción de ideas neoliberales, como la Mont Pèlerin Society, la Foundation for
Economic Education, el Institute of Ecomic Affaires y el International Center
for Economic Growth (Morresi, 2008). Se trata, en cierto modo, de una in-
cipiente red de sociabilidad que articulaba las preocupaciones y propuestas
de los intelectuales locales con las ideas neoliberales producidas en centros,
escuelas y fundaciones dispersas en diferentes partes del mundo.
En tal sentido, puede que Benegas Lynch haya sido uno de los intelectuales
que más propició la articulación entre el neoliberalismo local y el neolibe-
ralismo trasnacional. A ello respondía el Centro de Difusión de la Economía
Libre fundado en 1957 y denominado posteriormente Centro de Estudios
sobre la Libertad (CDEL). Además de publicar las obras de los principales
referentes de la escuela austríaca y auspiciar las visitas de Mises y Hayek a la
Argentina, el CDEL mantuvo vínculos estrechos con la Foundation for Eco-
nomic Education (FEE) creada y dirigida por Leonard Read13. A fines de los

12
A propósito de la relación de Alsogaray con la economía social de mercado, Haidar
(2015a), Méndez (2023) y Morresi (2008 y 2016).
13
La Foundation for Economic Education fue creada en 1946 con la misión de recuperar
la “filosofía de la libertad” ante el avance del intervencionismo de Estado. Es considerada
como el think tank neoliberal más antiguo de los Estados Unidos y como una fuente de
inspiración –y además de financiamiento– para la creación de la Mont Pèlerin Society en
136 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

años 50, recogiendo la experiencia de la revista The Freeman publicada por


la FEE, desde el CDEL se dio impulso a la revista Ideas sobre la Libertad,
que será publicada en forma ininterrumpida hasta los años 80. Esta revista no
solo contribuyó con la difusión de las ideas neoliberales procedentes de la es-
cuela austríaca y el libertarianismo estadounidense, sino que además fue un
espacio de intercambio y debate entre intelectuales, políticos y empresarios
locales de orientación liberal-conservadora14. Así se avanzaba en la reorgani-
zación y renovación del liberalismo en la Argentina, a través de la creación
de espacios fuertemente articulados con el neoliberalismo como colectivo
trasnacional de pensamiento.
El propósito de estos vínculos no era menor: consistía en incluir a la Ar-
gentina en una lucha global contra las supuestas tendencias “antiliberales”
existentes en el país y en el mundo. Aquí debían incluirse tanto las ideologías
socialistas y los regímenes comunistas, como también las “tendencias liberti-
cidas [existentes] en ciertos medios tenidos por progresistas” (Pinedo, 1955,
p. 25). Mientras que los neoliberales europeos y estadounidenses veían esas
tendencias liberticidas en el New Deal, el Plan Beveridge y otras políticas
de orientación keynesiana, los intelectuales locales hacían lo propio frente al
desarrollismo y las ideas cepalinas que circularon en América Latina entre
los años 50 y 60. En sintonía con el discurso del neoliberalismo trasnacional,
todas estas opciones político-económicas eran concebidas como una forma
de “colectivismo”, a pesar de sus diferencias manifiestas con los regíme-
nes comunistas. Para Alsogaray, el colectivismo es fundamentalmente una
“mentalidad” que aglutina elementos dispersos –el nacionalismo, el popu-
lismo, el desarrollismo, la planificación económica, etcétera– y que, por ello
mismo, trasciende a los partidos políticos y a los gobiernos: “El triunfo de
esa mentalidad significa, en última instancia, la implantación de un orden
socio-colectivista y es ese el camino que estamos recorriendo” (Alsogaray,
1971, p. 62)15. De igual manera, Pinedo advierte sobre la intromisión de las

1947. Sus actividades están dedicadas fundamentalmente a la capacitación de estudiantes


de diferentes lugares del mundo, incluyendo la Argentina y el resto de América Latina, y la
organización de conferencias y seminarios brindados por referentes de la escuela austríaca
y el libertarianismo. Sobre la presencia de la FEE en nuestro país y sus vínculos con el
CDEL, Büren (2020), Haidar (2017) y Morresi (2008).
14
Acerca de la revista Ideas sobre la Libertad, ver Haidar (2017) y Büren (2021b). Se
encontrará un análisis desagregado por autor, escuelas y centros que participaron en los
diferentes números la revista en Büren (2021a).
15
La cita corresponde a un artículo de Alsogaray publicado en La Argentina. Su posición y
rango en el mundo (Pinedo, 1971).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 137

ideas colectivistas en el “mundo libre” y su adopción por parte de numerosos


grupos intelectuales y políticos, incluso aquellos que se autoproclaman como
liberales:

Son personas de calidad y de significación intelectual y política los que se


convierten en propagandistas de esa manera de pensar, y son los hombres
y los grupos que aparecen como los más característicos representantes de
las fuerzas llamadas progresistas (¡y a veces llamadas liberales!) los que
defienden la terrible idea de que los derechos y las libertades individuales
frente a la colectividad no valen nada; y los que pretenden que reconocerlo
es un progreso. (Pinedo, 1955, p. 24)

La necesidad de luchar contra las ideas colectivistas es un elemento trans-


versal al neoliberalismo de la segunda mitad del siglo XX; de hecho, es el
punto donde diversas vertientes locales y regionales confluyen en un proyec-
to de alcance transnacional: inclinar a la opinión pública –“que sigue siendo
víctima de la infección colectivista” (Benegas Lynch, 1961, p. 47)– hacia
valores y creencias liberales. Según Benegas Lynch (1961), dicho proyecto
venía a complementar la lucha que Occidente libraba en el plano militar con
un “debido esclarecimiento de las ideas” (p. 35) poniéndolas “a cubierto de
la acción destructiva de ideologías liberticidas” (p. 40). Lo que se pretendía
llevar adelante era toda una “batalla de ideas” que sacase al liberalismo de
su posición minoritaria y lo devolviese al lugar que había ocupado en otros
tiempos. En el próximo apartado veremos que esa batalla no solo condujo a
la reivindicación de la tradición liberal conformada en la Argentina durante
la segunda mitad del siglo XIX, sino que además implicó su puesta en re-
lación de equivalencia con las ideas neoliberales que circulaban en el país
desde la década de 1950.

3. Un programa para la refundación de la República

Entre 1955 y 1973, los discursos de Pinedo, Alsogaray y Benegas Lynch


buscaron articular las ideas neoliberales con el liberalismo preexistente en
la Argentina. Ello implicó algo más que la recuperación de elementos del
pasado. Se trababa, más bien, de un ensamblaje de saberes, valores y cosmo-
visiones que respondía a la necesidad de definir tanto la identidad del nuevo
liberalismo argentino del siglo XX, como también sus antagonistas políticos.
Así fue cobrando forma un incipiente discurso neoliberal con rasgos y carac-
terísticas propias. Su punto de partida residía en los siguientes elementos: 1)
138 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

el relato de una “edad dorada” que habría sido interrumpida por la crisis de
los años 30 y el ascenso del peronismo; 2) la defensa de las “instituciones
republicanas” establecidas por la Constitución de 1853-1860; y 3) la reacti-
vación de la forma discursiva de “las bases” desarrollada por la Generación
del 37 durante la segunda mitad del siglo XIX.
El impacto de la crisis de los años 30 en la Argentina y, más particularmente,
el advenimiento de la llamada “década infame”16, había dado lugar a una
serie de reivindicaciones de la tradición liberal vinculada al libre mercado
y la democracia representativa. Si bien esas reivindicaciones provenían de
diversos grupos intelectuales y políticos –desde el radicalismo, el socialismo
y el progresismo democrático, hasta los mismos sectores conservadores alia-
dos a los gobiernos de Uriburu y Justo–, casi todos los actores aceptaban que
el liberalismo económico y las instituciones republicanas estaban en la base
del crecimiento y la prosperidad que el país había experimentado a principios
del siglo XX17.
La apelación a la tradición liberal argentina es un elemento constante en el
liberalconservadurismo de los años 50 y 60 (Bohoslavsky y Morresi, 2011).
En innumerables ocasiones, Pinedo, Alsogaray y Benegas Lynch evocan la
imagen de una “Argentina dorada”, un “país potencia”, que habría alcanzado
su cenit hacia el Primer Centenario (1910) y que, a partir de entonces, habría
entrado en un profundo proceso de decadencia. El libro Siglo y medio de
economía argentina, publicado por Pinedo en 1961, contrasta la Argentina
del Primer Centenario con la situación que atravesaba el país tras el ascenso
y posterior derrocamiento del peronismo:

En 1910 dominaba de manera casi absoluta una sensación de triunfo, que


hoy está lejos de ser preponderante. (…) Parecía indiscutible que el país

16
En la Argentina, se denomina “década infame” al período histórico abierto con el golpe de
Estado contra el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen en 1930 y cerrado con el golpe
al gobierno de Ramón Castillo en 1943. El período abarca las presidencias de José Félix
Uriburu (1930-1932), Agustín P. Justo (1932-1938), Roberto M. Ortiz (1938-1942) y su
vicepresidente Castillo (1942-1943). El adjetivo infame obedece a una serie de hechos de
enorme notoriedad pública que marcaron aquellos años, como los escándalos de corrupción
vinculados con empresas británicas, la represión a la oposición, la proscripción política y
el uso del fraude electoral para impedir el retorno al gobierno de la Unión Cívica Radical
referenciada en Yrigoyen.
17
Sobre la complejidad de la tradición liberal argentina y su posterior reivindicación por
parte de agrupaciones intelectuales y partidos políticos durante los años 30 y 40, Nállim
(2014).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 139

había alcanzado ya en importantes aspectos de su vida un apreciable grado


de desarrollo y que tenía expedito el camino a muy altos destinos (…). Hoy
ese convencimiento se echa de menos en muchos de nuestros connaciona-
les. (p. 16)

Sucede algo similar con los discursos de Benegas Lynch y Alsogaray. En


ambos casos, encontramos una interpretación que procede por divisiones y
contrastes entre períodos históricos:

Nunca más –después de 1943– hemos vuelto a ser la pujanza y el progre-


so desbordante, conquistando posiciones en el concierto mundial. (…) La
sensación de triunfo que dominaba en 1910, al decir de Pinedo, marca una
diferencia con la duda de muchos en 1960 respecto a los éxitos de la Argen-
tina. (Benegas Lynch, 1971, p. 68)
Un país potencialmente rico, que hasta no hace muchos años disfrutó de
un real bienestar acorde naturalmente con los standards de la época, que
después de la segunda conflagración mundial tenía (…) una producción de
alimentos que vendió a altos precios y que no sufrió catástrofes naturales
ni las calamidades de la guerra, resultó alcanzado por una parálisis en su
crecimiento que, en términos relativos, puede calificarse como de atraso y
subdesarrollo. (Alsogaray, 1969, pp. 49-50)

Al repasar el siglo y medio trascurrido desde la Revolución de Mayo de 1810


hasta la década de 1960, tanto Pinedo como Alsogaray y Benegas Lynch di-
viden la historia argentina en tres períodos de aproximadamente 50 años cada
uno: el territorio “anárquico”, “inculto” y “despoblado” de 1810-1860; la Ar-
gentina republicana y liberal que entre 1860 y 1910 habría ocupado un lugar
destacado en el mundo mostrando un progreso sin precedentes a nivel eco-
nómico y cultural; y, finalmente, el país decadente del período 1910-1960,
caracterizado por los liderazgos demagógicos y una creciente intervención
del Estado en la economía. Esta lectura de la historia busca explicitar un
contraste: el contraste entre la Argentina próspera y moderna, por un lado, y
la Argentina empobrecida y atrasada, por el otro.
La variable que explicaría dicho contraste reside en la presencia del liberalis-
mo; de hecho, son las ideas liberales y el funcionamiento de las instituciones
republicanas creadas por la Constitución de 1853 las que se presentan como
condiciones necesarias de la prosperidad argentina. “La ley fundamental de
1853-60, con el sistema de gobierno y el esquema económico social por ella
adoptado, fue la exclusiva causa determinante del gran desarrollo argentino”
140 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

(Pinedo, 1968, p. 82). Mientras que el sistema establecido por la Constitución


de 1853 sería la “causa determinante” del desarrollo argentino, su ausencia
estaría relacionada de manera igualmente determinante con la decadencia del
país. Esa era la situación que, de acuerdo con Benegas Lynch, atravesaba la
Argentina en los años 60. A pesar del derrocamiento de Perón y la anulación
de la Constitución sancionada en 194918, la Argentina no solo permanecía
lejos del sistema político-económico establecido previamente, sino que se
acercaba cada vez más a una economía dirigida y una sociedad regimentada:
“Nos hemos alejado mucho de la productiva sociedad contractual que libera
y enriquece y que nuestra Constitución ordena, y nos acercamos cada vez
más a la totalmente regimentada sociedad hegemónica que esclaviza y empo-
brece, y que repugna a nuestra Constitución” (Benegas Lynch, 1966, p. 10).
Los diagnósticos de Pinedo, Alsogaray y Benegas Lynch coinciden en seña-
lar que la Argentina comienza a alejarse del liberalismo hacia la década de
1910, con la irrupción de la Primera Guerra Mundial y la llegada del Partido
Radical al gobierno tras la sanción del sufragio universal:

Lamentablemente, después de la guerra de 1914 en todo el mundo se de-


bilitó la benéfica influencia liberal e individualista que había inspirado las
grandes realizaciones de aquella época. La Argentina no escapó al retroce-
so de las ideas incorrectas. También en este caso se fue apoderando de las
mentes la concepción estatista de la vida. (Benegas Lynch, 1971, p. 68)

La concepción estatista sería el hilo conductor entre los gobiernos radicales


de los años 20, la posterior década infame y el ascenso final del peronismo.
Más allá de sus diferencias históricas, sus conflictos explícitos y sus parti-
cularidades ideológicas, todos esos gobiernos se caracterizarían por la inter-
vención del Estado en la economía. Por eso, Alsogaray puede asegurar que,
en el fondo, “el problema no es nuevo. Existía ya en la Argentina antes de
la instauración del régimen peronista. Surgió como consecuencia del avance

18
En 1949, al promediar el primer período presidencial de Perón, se procedió a reformar la
Constitución de 1853 con el objetivo de darle una impronta “social” acorde a la realidad de
las sociedades de masas de mediados del siglo XX. Ello condujo a la incorporación de una
serie de derechos de “segunda generación” para los trabajadores, la familia y la ancianidad,
el reconocimiento de la igualdad jurídica entre hombres y mujeres, y la proclamación de
la función social de la propiedad, entre otras modificaciones incluidas en el texto de 1949.
Las reformas fueron abolidas en 1956 por la autodenominada Revolución Libertadora, que
restituyó el texto de 1853 con sus reformas de 1860, 1866 y 1898.
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 141

de las ideas socialistas, dirigistas e intervencionistas que recibieron un fuerte


impulso después de la crisis de 1930” (Alsogaray, 1968, p. 12). El problema
se reduce a la dicotomía entre liberalismo y antiliberalismo; es más un dile-
ma de ideas que una crisis vinculada con las transformaciones estructurales
que se venían desarrollando desde principios del siglo XX.
Bajo estas premisas, el incipiente neoliberalismo argentino de los años 50-
60 pregona un “retorno a las bases”: “Un programa para la efectiva recons-
trucción moral, política, económica, financiera y social de la República”
(Benegas Lynch, 1966, p. 11). El programa en cuestión no solo llamaba a
reconstruir las bases institucionales establecidas por la Constitución de 1853,
sino además a “revivir el espíritu liberal” tras el derrocamiento del pero-
nismo y el avance de las ideas colectivistas en el marco de la Guerra Fría.
No era únicamente un proyecto político-económico entendido en términos
convencionales; era un programa integral de reforma destinado promover y
sentar las bases del liberalismo a nivel nacional. En efecto, si tras la “épo-
ca de Rosas” fueron Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y
Esteban Echeverría quienes establecieron las bases de la Argentina liberal,
próspera y moderna del siglo XIX, tras el derrocamiento de Perón serían Pi-
nedo, Alsogaray, Benegas Lynch y otros intelectuales afines los encargados
de recrear las bases para la Argentina “posperonista” de mediados del siglo
XX. Con ello se buscaba una alternativa frente al temido avance de las ideas
antiliberales en el país. El objetivo, en pocas palabras, era la “refundación”
de la Nación Argentina.
Este proyecto refundacional se apoyaba en una doble estrategia discursiva.
Por un lado, la interpretación lineal y homogeneizante de la historia argenti-
na: “el ‘pensamiento de Mayo’, las ideas de la denominada ‘Generación del
37’ y la Constitución Nacional de 1853, se pusieron en movimiento como si
constituyeran un cuerpo unificado, una doctrina coherente” (Haidar, 2017,
p. 12); y, por otro lado, la articulación entre esa doctrina coherente –o con
pretensiones de sistematicidad– y las ideas neoliberales procedentes de Eu-
ropa y los Estados Unidos. Varias son las ocasiones en que Benegas Lynch
ubica a los protagonistas de la Revolución de Mayo, la Generación del 37 y
la Constitución de 1853 en línea con la escuela austríaca y el libertarianismo
estadounidense. El principio de cohesión estaría en la filosofía liberal:

Los postulados esenciales de esa misma concepción inspiraron el pen-


samiento luminoso de nuestros próceres más preclaros, como es el caso
del pensamiento de Alberdi, quien tanto contribuyó a infundirle a nuestra
142 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

Constitución del 53 su espíritu fundamentalmente liberal e individualista.


(Benegas Lynch, 1959, p. 7)
La idea de libertad expuesta por Read coincide, en lo esencial (...), con
la expuesta por uno de los próceres máximos de nuestra historia, artífice
principalísimo del pensamiento de Mayo: el General Manuel Belgrano, y
con la que corresponde al sistema social de la libertad que ordena nuestra
Constitución de 1853 y 1860. (Benegas Lynch, 1966, p. 8)

Lo que este discurso despliega es toda una cadena de equivalencias entre la


tradición liberal argentina, la Constitución de 1853 y las ideas neoliberales.
Las equivalencias no se encuentran dadas de antemano, vale decir, no obe-
decen a las leyes de la historia, ni responden a una lógica social predeter-
minada; antes bien, son equivalencias producidas discursivamente, a partir
de un juego de articulaciones y diferenciaciones que alteran la identidad de
los elementos puestos en relación19. Así se tiende a fijar un sentido sobre
otros, mediante la articulación de puntos nodales en un sistema diferencial
y estructurado de posiciones –o, más concretamente, en un discurso–, como
si se tratase de encadenar elementos históricos, políticos y sociales en cierta
dirección sin considerar posibles desviaciones o bifurcaciones. Para el caso
que estamos analizando, la dirección es clara: se trata de una lectura lineal y
homogeneizante del pasado; un encadenamiento de elementos en dirección a
las ideas neoliberales de mediados del siglo XX.
Si bien el neoliberalismo ha sido desde sus comienzos un colectivo de pen-
samiento complejo y heterogéneo que “necesita ser pensado en su pluralidad
tanto en términos de la filosofía política como de la práctica política” (Ple-
hwe, 2009, p. 5), no por ello deja de mostrar algunos ejes trasversales a sus
distintas vertientes. Aquí vamos a detenernos en la postulación de una rela-
ción disimétrica entre las libertades económicas y las libertades políticas. Si-
guiendo las ideas de la escuela austríaca, los intelectuales argentinos definen
a las “sociedades libres” por la descentralización de los medios de produc-
ción y el respeto de la propiedad privada. Sociedades libres son, básicamen-
te, aquellas que están organizadas sobre la base de la libertad económica20.

19
En términos de Laclau, “ningún contenido particular tiene inscripto (…) su significado en
el seno de una formación discursiva, todo depende del sistema de articulaciones diferencia-
les y equivalencias dentro del cual está situado” (2020, p. 114).
20
Aunque la cuestión excede los marcos del presente artículo, resulta importante mencio-
nar que la libertad invocada por el colectivo neoliberal es algo más que la clásica libertad
de comercio condensada en el lema laissez-faire, laissez-passer. Para intelectuales como
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 143

Esta libertad tiene primacía sobre todas las demás, incluyendo las libertades
políticas reivindicadas históricamente por el liberalismo y sancionadas por
diversas Constituciones de las democracias occidentales:

No sólo el sufragio popular y la libertad de expresión del pensamiento


constituyen elementos inherentes a la democracia. Otras instituciones li-
bres son también elementos esenciales de este sistema de gobierno. Esas
otras instituciones libres (…) se concretan fundamentalmente en la pro-
piedad privada de los medios de producción y el mercado sin trabas. Tales
instituciones hacen posible, cuando tienen vigencia, el ejercicio de aquellas
libertades del hombre que son consubstanciales a la democracia. (Benegas
Lynch, 1961, pp. 44-45)

Sin libertad económica, no resultarían posibles otras libertades relacionadas


con el ejercicio de la democracia; lo cual equivale a decir que, en principio,
existen diferencias de grado entre las libertades o que no todas pertenecen
al mismo orden. La libertad económica es superior a las libertades políticas.
Más todavía, desde la perspectiva de Pinedo, las segundas son solo un medio
para la realización de la primera, entendida como la libertad “verdaderamen-
te substancial” para cualquier forma de organización social (1955, p. 10).
La diferencia de grado entre la libertad económica y las libertades políticas
es hasta tal punto un elemento substancial que habría estado presente en las
mentes de las principales figuras pertenecientes a la Generación del 37, y
esto más allá de sus notorias diferencias:

La noción de la libertad y del derecho privado de los individuos como


fundamentales y de la libertad y los derechos políticos como medios para
garantir aquellos (…) encontró su eco natural en los republicanos argen-
tinos de las tendencias más dispares de la época de la organización y del
afianzamiento de las instituciones republicanas, desde los más preocupados

Mises (2018) o Hayek (1960), la libertad se refiere, ante todo, a la posibilidad de dedicar
los esfuerzos individuales a una serie de fines fijados en función de los conocimientos y las
habilidades propias, sin ninguna coacción procedente de una voluntad ajena que intervenga
en el planteamiento de esos fines y la disposición de los medios necesarios para su conse-
cución. En tal sentido, Benegas Lynch define la libertad como “el desenvolvimiento pleno
de las energías creadoras del hombre” (1959, p. 8), o como un “impulso creador consubs-
tancial a la naturaleza humana” (1969, p. 1999) que se opone al poder –‍particularmente, al
poder político– y cuya realización depende de la libre disposición de la propiedad privada.
Hemos realizado un análisis comparativo entre la concepción liberal y neoliberal de la
libertad en Méndez (2017).
144 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

por los intereses materiales, como Alberdi, hasta los místicos más notorios,
como Estrada, pasando por quienes eran menos materialistas y menos mís-
ticos, como Sarmiento. (Pinedo, 1955, p. 11)

Hemos observado que el incipiente neoliberalismo argentino se configura


a partir de una serie de estrategias discursivas específicas: en primer lugar,
la división de la historia argentina conforme a la dicotomía liberalismo-an-
tiliberalismo; en segundo lugar, la homogeneización de la tradición liberal
desarrollada en el país durante el siglo XIX; y, por último, el establecimiento
de una relación de equivalencia entre esa tradición y las ideas neoliberales
procedentes de Europa y los Estados Unidos. A continuación, veremos cómo
las estrategias mencionadas se articularon a su vez con dos estrategias adi-
cionales: una de ellas es la búsqueda de un “liberalismo auténtico” capaz de
clausurar las disputas en el campo liberalconservador de mediados del siglo
XX, mientras que la otra consiste en definir los elementos antagónicos a ese
liberalismo. Ambas estrategias fueron solidarias entre sí; de hecho, ambas
jugaron un papel fundamental en la formación histórica del neoliberalismo
argentino.

4. Del liberalismo al neoliberalismo

Benegas Lynch (1966) reivindica los tiempos en que “todavía no habían apa-
recido los ‘estructuralistas’, ni los ‘desarrollistas’, ni los ‘genios del diri-
gismo económico’ [ni] nos preocupaban los ‘términos de intercambio’” (p.
9). Esta reivindicación no debe ser entendida como un simple anhelo de los
tiempos pasados, sino más bien como una estrategia político-discursiva des-
plegada en el marco de los debates de la época. Los intentos de articular la
tradición liberal argentina con las ideas neoliberales fueron en gran parte po-
sibles –y solo pueden empezar a entenderse– en función de aquellos debates.
Si se intentaba volver a las “bases” que hicieron grande a la República, si se
invocaba también el mito de la “Argentina potencia”, era porque se necesita-
ba plantear una alternativa al temido avance del intervencionismo económico
y sus expresiones equivalentes: el peronismo y otras experiencias populistas
de América Latina así como el desarrollismo, el estructuralismo económico
y las ideas cepalinas. La circulación de las ideas neoliberales en la Argentina
responde mayormente a ambas estrategias.
En 1955, con el objetivo de zanjar los debates dentro del conservadurismo
argentino, Pinedo define al Partido Demócrata Nacional (de extracción con-
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 145

servadora) como el “auténtico defensor de los derechos y libertades funda-


mentales de los argentinos; las libertades y los derechos que quisieron esta-
blecer los fundadores de la Nación y que mantenidos, permitirán su felicidad
futura” (1955, p. 9). Unos años más tarde, Benegas Lynch (1959) cierra una
conferencia en la Bolsa de Comercio de la ciudad de Córdoba llamando a
alcanzar la unidad entre la teoría y la práctica de la libertad:

Los partidarios de la tesis de la libertad deben intensificar su constante es-


fuerzo para lograr que la práctica de la misma corresponda a la sana teoría;
a la vez que deben contribuir (…) a que no se le atribuya un significado
diferente al que le corresponde según los cánones ortodoxos. (p. 40)

Casi una década después, buscando definir cuáles serían las nuevas bases
para la Argentina moderna –incluyendo aquí no solo a la Argentina poste-
rior al derrocamiento del peronismo, sino además al país que retornaría a
la democracia tras el gobierno autoritario encabezado por Onganía–, Also-
garay (1968) señala la necesidad de elaborar una “unidad conceptual” entre
el pensamiento político y el pensamiento económico: “Esa síntesis no tie-
ne aún un nombre propio universalmente reconocido. Algunos la denomi-
nan ‘liberalismo moderno’. Otros ‘neoliberalismo’” (p. 7). De una manera
u otra, los tres intelectuales mencionados buscan un liberalismo “auténti-
co”, “ortodoxo” o “doctrinario” que no deje lugar a las ambigüedades, ni
a la pluralidad de interpretaciones. Así se pretendía combatir las posturas
liberales consideradas como “heterodoxas” (Haidar, 2015b). A pesar de que
Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray tenían algunas diferencias en cuanto a
la definición de lo que era o podía ser un liberalismo auténtico21, sí parecían
coincidir en la estrategia discursiva a desarrollar contra aquellas posturas.
Desde su perspectiva, las posturas heterodoxas debían encasillarse en una

21
Mientras que el liberalismo de Pinedo mantiene, hasta mediados del siglo XX, una re-
lación fluida con las posiciones conservadoras existentes en el campo político argentino,
Benegas Lynch y Alsogaray toman cierta distancia del conservadurismo para articular sus
propuestas con las ideas neoliberales de la época. Por otro lado, entre las décadas de 1950 y
1970, Pinedo y Benegas Lynch expresan una posición antiestatista que se ve morigerada en
el liberalismo de Alsogaray y, sobre todo, en su defensa de las políticas de promoción indus-
trial (Llamazares Valduvieco, 1995). En este sentido, el liberalismo de Benegas Lynch se
diferenciaba del neoliberalismo invocado por Alsogaray, al que consideraba poco ortodoxo
o demasiado inclinado hacia la intervención del Estado (Haidar 2017). Finalmente, aunque
Pinedo buscaba redefinir la noción de liberalismo y separarla de las vertientes que calificaba
de “progresistas”, no había en sus posturas un intento de apropiación simbólica del término
a la manera de Alsogaray o de Benegas Lynch (Vicente, 2013).
146 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

terminología similar: el “totalitarismo colectivista”. Con ello seguían un mo-


vimiento de ensanchamiento conceptual que había sido iniciado en los años
30 y que permitía concebir al totalitarismo como la amenaza interna de las
democracias modernas22.
El neoliberalismo local define el totalitarismo como el obstáculo principal
para la realización de un orden plenamente liberal y, por eso mismo, como la
causa de la decadencia argentina.

El progreso económico y social que existió en medida importante en los


tiempos en que nuestro país era una República que deslumbraba al mundo
civilizado por su pujante progreso y la prosperidad de su pueblo fue en
gran parte destruido (…) por la ideología colectivista impuesta. (Benegas
Lynch, 1965b, p. 10)

De acuerdo con los intelectuales aquí analizados, la categoría de totalitaris-


mo incluye a toda política que atente contra la libertad económica; o tam-
bién, en palabras de Benegas Lynch (1965b), que conduzca “al Estado pro-
videncial, paternalista y de tendencia totalitaria cuyo poder se despliega a
expensas y en detrimento de la libertad creadora de los individuos. Para el
caso, lo mismo da que el gobierno se origine o no en el voto popular” (p.
9). Así pues, la cuestión no solo consistía en luchar contra el totalitarismo
declarado, sino además contra las “hibridaciones” entre el liberalismo y las
políticas intervencionistas23. No sería otro el caso de las políticas inspiradas
en el desarrollismo y las ideas cepalinas, definidas por Pinedo, Benegas Ly-
nch y Alsogaray como producto de una concepción errónea de la libertad;
una “predica colectivista” que haría del estatismo la fuente ilimitada de to-
dos los derechos, mientras “niega la existencia de los derechos inherentes
al individuo, anteriores y superiores a la sociedad” (Benegas Lynch, 1969,

22
Este proceso se compone fundamentalmente de dos vertientes. La primera procede de las
lecturas que Jacob Talmon e Isaiah Berlin habían realizado en los años 30 sobre el fascismo
europeo y que fueron utilizadas en la Argentina para interpretar la década infame y el golpe
militar de 1943. La segunda vertiente está relacionada con la escuela austríaca –sobre todo
con Hayek y su famoso Camino de servidumbre (2011 [1944])– y es retomada por varios
referentes del liberal-conservadurismo para leer el fenómeno del peronismo en los años 40-
50. Véase Grondona (2013), Morresi y Vicente (2017) y Vicente (2022).
23
El término “hibridación” es utilizado en innumerables ocasiones por Alsogaray para refe-
rirse a las “terceras posiciones” de política económica que conjugan los principios del libre
mercado con la planificación estatal “compulsiva y centralizada”. Sobre este punto, Haidar
(2015a) y Méndez (2023).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 147

p. 113). De ahí que la batalla de ideas contra el colectivismo requiriese de


una purificación terminológica destinada a despejar el verdadero significa-
do del liberalismo24. Esta purificación fue solidaria con el ensanchamiento
conceptual de la categoría de totalitarismo; más todavía, las dos estrategias
respondían al mismo objetivo.
Por un lado, se intentaba establecer una diferenciación entre el pretendido
“liberalismo auténtico” y “el veneno ‘dirigista’, ‘desarrollista’ y ‘redistribui-
dor’ que se introdujo en el organismo nacional durante el régimen caído en
el año 55 y que nunca hemos eliminado del todo” (Pinedo, 1966, p. 211). En
este punto, poco importaba si los promotores de las políticas redistributivas
se declaraban liberales, si concebían ciertas formas de dirigismo como un
mero paliativo frente a los desequilibrios del mercado o si sus propuestas
apuntaban al establecimiento de una economía mixta. Para Pinedo, Bene-
gas Lynch y Alsogaray, todas esas opciones seguían la senda del totalitaris-
mo colectivista, incluso cuando pretendían detener el avance de las ideas
comunistas en América Latina y en otros países del mundo occidental. Por
otro lado, la búsqueda de un liberalismo auténtico y el ensanchamiento de
la categoría de totalitarismo respondían a la necesidad de unificar el cam-
po liberal-conservador tras el derrocamiento del primer peronismo25. Dicho
en otros términos, había que unificar ese campo ante la “heterogeneidad en
materia de principios e ideas” (Benegas Lynch, 1961, p. 42) generada por el

24
El antecedente inmediato es Hayek y su advertencia sobre una suerte de “perversión del
lenguaje” que habría alterado el significado de la palabra liberal. Basándose en un mito
nórdico que atribuye a la comadreja la capacidad de succionar el contenido de un huevo sin
quebrar su cáscara, Hayek (2011) señalaba la existencia de ciertas “palabras-comadreja”
capaces de succionar a otras su verdadero significado (pp. 191-192). Desde la perspectiva
del neoliberalismo local, la lucha contra el colectivismo debía considerar el uso de una serie
de términos que no son intrínsecamente colectivistas pero que, al parecer, fueron infectados
por aquel: “La dialéctica marxista, colectivista y en general totalitaria ha utilizado el mé-
todo de dar a determinadas palabras, que tenían un alcance preciso, una significación dis-
tinta. (...) Es lo que ocurre por ejemplo con el nacionalismo, la planificación, el desarrollo,
etcétera, que son excelentes palabras dentro de nuestro sistema de ideas pero que han sido
degradadas por los colectivistas al aplicarlas al suyo” (Alsogaray, 1969, p. 38).
25
Sobre la heterogeneidad del campo liberal-conservador durante la segunda mitad del si-
glo XX, Bohoslavsky y Morresi (2011) y Bohoslavsky y Vicente (2014). Se trataba de una
heterogeneidad de posiciones no solo en relación con los antagonistas, definidos a la sazón
como fascistas, peronistas o comunistas, sino además respecto a tradiciones e ideologías
políticas que incluían al catolicismo, el nacionalismo y el corporativismo y que adoptaban,
en diversas oportunidades, una serie de ideas económicas cercanas al desarrollismo y a
otras formas de intervencionismo estatal.
148 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

desconocimiento de la doctrina liberal y, al mismo tiempo, había que darle


un antagonista que aglutine tanto al peronismo y sus continuadores, como
también al comunismo y otras expresiones supuestamente equivalentes.

El liberalismo, o el sistema social de la libertad, es la antítesis del socialis-


mo, del comunismo, del fascismo, del nazismo, del nasserismo, del pero-
nismo y del estatismo en general. Todas variantes colectivistas que se basan
en la propiedad y control por el gobierno de los medios de producción.
(Benegas Lynch, 1965a, pp. 148-149)

El resultado de esta estrategia consistió en la simplificación del escenario


político; o también, y si se quiere, en la polarización entre dos alternati-
vas excluyentes: “La afirmación del derecho individual y su defensa contra
aquellos que lo desconozcan, fundados en las ideologías totalitarias” (Pi-
nedo, 1955, p. 22). Sin embargo, de aquí no se sigue una división fija entre
liberalismo y totalitarismo, sino más bien una frontera móvil que se desplaza
continuamente y que redefine a cada paso la identidad de ambos elementos.
Lo que se abre, básicamente, es un juego de diferenciaciones y equivalencias
discursivas que reduce el liberalismo a posiciones puristas o doctrinarias al
tiempo que ensancha la figura del antagonista antiliberal para hacerla aplica-
ble a los contenidos más diversos. Ambas estrategias son como las caras de
una misma moneda: hay que purificar el liberalismo porque existe una infini-
dad de antagonistas de los cuales siempre es necesario diferenciarse –sobre
todo cuando enarbolan ideas sospechosamente próximas al liberalismo– y
viceversa: porque existen unos antagonistas continuamente renovados, es
posible plantear la necesidad de un liberalismo auténtico. La Argentina “au-
ténticamente liberal” con la cual sueñan Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray
no debe ser entendida como una instancia superadora de los antagonismos
políticos; antes bien, es un proyecto que requiere y fagocita el antagonismo
como condición de posibilidad.
La función constitutiva del antagonismo implica que el orden liberal nunca
llegue a concretarse del todo y que se presente como una meta indefinida-
mente postergada hacia adelante; un horizonte que se aleja conforme se avan-
za hacia él26. Fue en esa larga marcha a través del desierto que un grupo de
intelectuales locales identificados inicialmente con las opciones liberal-con-

26
Como observa Haidar, para Benegas Lynch y otros intelectuales vinculados al CDEL,
“la tradición liberal argentina constituía aquello por lo que Hayek venía batallando desde
la constitución de la Sociedad Mont Pèlerin: una utopía liberal disponible” (2017, p. 14).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 149

servadoras se convirtieron al neoliberalismo. Para ello, debieron sumarse a


una cruzada transnacional contra las opciones políticas que predominaban a
mediados del siglo XX y que se expresaban de diversas maneras: desde el
bienestarismo europeo y las políticas keynesianas del New Deal hasta los
gobiernos populistas y las ideas desarrollistas practicadas en América Latina.
Puede que la larga marcha todavía continúe. En tal caso, cabría preguntar
quiénes son los predicadores y quiénes sus antagonistas.

Conclusiones

¿Por qué abordar la conformación histórica del neoliberalismo argentino


a través de los discursos de Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray? Aquí
ensayaremos tres respuestas posibles, aunque no necesariamente concluyentes.
En primer lugar, los discursos de los intelectuales mencionados nos muestran
que las ideas neoliberales venían circulando en la Argentina con bastante
anterioridad a lo que habitualmente se cree. El neoliberalismo no irrumpió
en estas tierras de la noche a la mañana. No hubo que esperar al Proceso de
Reorganización Nacional abierto en 1976 y a las políticas de desregulación
financiera impulsadas por su ministro de Economía, José Alfredo Martínez
de Hoz, para que las ideas neoliberales se hiciesen presente en el país; de
hecho, tampoco fue necesario superar el supuesto paréntesis de los años 80
y aguardar al Consenso de Washington para que el neoliberalismo entrase en
la agenda de las clases dirigentes locales27. Con anterioridad a la implemen-
tación de cualquier plan económico concreto, existió un basamento de ideas,
intercambios y debates que, entre otros elementos más o menos estructura-
les28, posibilitó el desarrollo del neoliberalismo en la Argentina. A los fines

27
A lo largo de los años 80, la UCEDE liderada por Alsogaray había experimentado un
crecimiento sostenido que la llevó a convertirse en la tercera fuerza electoral de la Argenti-
na (Bohoslavsky y Morresi, 2011). A partir de 1989, con la llegada de Menem al gobierno
nacional, el partido aportó dirigentes y cuadros técnicos para ocupar ministerios y otros
puestos clave en la estructura gubernamental. Ese mismo año, Alsogaray publicó el libro
Bases liberales para un programa de gobierno (1989-1995), donde propone el conjunto
de medidas que llevaría adelante en caso de ganar las elecciones presidenciales y que ter-
minaron siendo implementadas por el gobierno de Menem durante la primera mitad de la
década de 1990.
28
Nos referimos a la emergencia de nuevas formas de producción, trabajo y consumo que
desafiaban al paradigma fordista en general (Harvey, 1998) y al modelo de sustitución de
importaciones impulsado por la CEPAL en particular (Rougier y Odisio, 2019). A ello debe
sumarse la expansión del capital financiero a partir de los años 70 y, no menos importan-
150 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

de nuestra investigación, lo interesante es que ese basamento discursivo no


estaba necesariamente conformado por el lenguaje técnico-económico que
caracterizaría al neoliberalismo de los años 80 y 90 (Morresi y Aronskind,
2011). Para Pinedo y Alsogaray, el lenguaje técnico era más bien una “jerga de
expertos”, una “demagogia ilustrada” (Alsogaray, 1968) o un “nuevo evange-
lio” (Pinedo, 1971) promovido por los economistas ligados al desarrollismo.
Al lenguaje de los técnicos, se le debía oponer entonces un discurso capaz de
conjugar diagnósticos de coyuntura y propuestas de política económica con
una filosofía social y una cosmovisión del mundo. Era un proyecto de reforma
integral para la Argentina posperonista; una política refundacional que bus-
caba cerrar el ciclo de decadencia y retornar a la Argentina “auténticamente
liberal”. De donde se desprende un segundo punto:
Los discursos de Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray funcionan como un
prisma a través del cual es posible comprender la reconfiguración del campo
liberal-conservador tras el derrocamiento del primer peronismo en 1955. La
estrategia de homogeneización de la tradición liberal argentina, su puesta
en relación de equivalencia con las ideas neoliberales de mediados del siglo
XX y la búsqueda de un “liberalismo auténtico” respondieron de diversos
modos al intento de clausurar las disputas existentes en dicho campo. Más
aún, desde la perspectiva de los intelectuales aquí analizados, la unificación
del liberal-conservadurismo conllevaba una batalla de ideas destinada a ex-
cluir las propuestas de política económica que tuviesen un “aire de familia”
no solo con el peronismo, sino además con el desarrollismo y otras teorías
de corte cepalino. Esta batalla fue una de las tantas vías de ingreso de las
ideas neoliberales en la Argentina. Gracias a la grilla antiestatista brindada
por el neoliberalismo trasnacional, que permitía poner una serie de opciones
políticas distintas y hasta contradictorias en una misma cadena de equiva-
lencias, se hizo posible articular las posturas antifascistas de los años 30 y
el antiperonismo de los años 40 y 50 con el anticomunismo de los años 60
(Vicente, 2022). El elemento aglutinante estaba en el colectivismo totalitario,
concebido por Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray como el punto culmen de
cualquier política contraria a la libertad económica.
Lo cual, en tercer y último lugar, dio paso a un nuevo antagonismo que so-
bredetermina las opciones políticas existentes y las reordena en torno al bi-
nomio liberalismo o totalitarismo. Como hemos observado a lo largo de este

te, la crisis de la matriz Estado-céntrica que acompañó esas transformaciones (Cavarozzi,


1999).
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 151

artículo, se trata de una estrategia discursiva ambivalente que, por un lado,


contribuye a la deslegitimación de las llamadas “terceras vías” para América
Latina, mientras que, por el otro, deja abierto el camino a los “programas re-
fundacionales” como única alternativa viable para la Argentina posperonista.
El interrogante a considerar, sobre todo de cara a futuras investigaciones, es
hasta qué punto esos programas prescinden de las prácticas y procedimientos
ligados a la democracia representativa. En efecto, cuando la única alterna-
tiva es un orden basado en la libertad económica, o cuando –‍parafraseando
a Pinedo (1955)– las libertades políticas son apenas un medio para la reali-
zación de aquel orden, la legitimidad de los gobiernos deja de dirimirse en
función del sufragio popular. La legitimidad depende del respeto al orden
jurídico-institucional establecido por la Constitución de 1853; el orden que,
de acuerdo con la lectura de Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray, haría de
la libertad individual y del derecho privado el fin supremo de todo gobierno
político, ya sea un gobierno constituido mediante el sufragio popular o bien
un gobierno de facto.

Gobernante de facto no significa gobernante al que no se debe acatamiento


en lo que disponga dentro de la esfera de acción de la magistratura que des-
empeña. (…) Afirmar que un gobierno es una autoridad de facto, aludiendo
al procedimiento por el cual se constituyó, no disminuye el poder de quien
lo ejerce. (Pinedo, 1968, p. 226)

En suma, los discursos de Pinedo, Benegas Lynch y Alsogaray nos muestran


una de las tantas vías de acceso de las ideas neoliberales a la Argentina. Estos
intelectuales participaron de diferentes maneras en un colectivo de pensa-
miento dedicado a combatir las supuestas tendencias antiliberales existentes
en el país y en el mundo. Si bien el neoliberalismo argentino del período
1955-1973 se conformó en articulación con ese colectivo, también conservó
ciertos aspectos autóctonos al momento de definir sus antagonistas y plan-
tear sus proyectos políticos. El presente artículo ha intentado avanzar en el
análisis de tales aspectos. Resta saber cuáles persisten más allá del período
estudiado y cuáles se reconfiguraron en función de nuevos desafíos.

Referencias

Alsogaray, A. (1968). Bases para la acción política futura. Atlántida.


Alsogaray, A. (1969). Política y economía en Latinoamérica. Atlántida.
152 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

Alsogaray, A. (1971). Moneda, inflación y estatismo. En F. Pinedo, La Argentina. Su posi-


ción y rango en el mundo (pp. 55-63). Sudamericana.
Alsogaray, A. (1989). Bases liberales para un programa de gobierno (1989-1995). Pla-
neta.
Alsogaray, A. (1993). Experiencias de cincuenta años de política y economía argentina.
Planeta.
Angenot, M. (2012). El discurso social. Los limites históricos de lo pensable y lo decible.
Siglo XXI.
Azaretto, R. (1998). Federico Pinedo. Político y economista. EMECÉ.
Benegas Lynch, A. (1959). Teoría y práctica de la libertad [Conferencia pronunciada el
15 de octubre de 1959 en la Bolsa de Comercio de la Ciudad de Córdoba]. Centro de
Estudios de la Economía Libre.
Benegas Lynch, A. (1961). Destino de la libertad [Conferencia pronunciada el 5 de octubre
de 1961 en la Asociación por la Libertad de la Cultura]. Centro de Estudios sobre la
Libertad.
Benegas Lynch, A. (1965a). Colectivismo y libertad. En H. Hazlitt, C. Sánchez Sañudo, M.
Tagle y A. Benegas Lynch, El Estado y la libertad (pp. 135-164). Centro de Estudios
sobre la Libertad.
Benegas Lynch, A. (1965b). Puntos de partida para la reconstrucción. Ideas sobre la Liber-
tad, (20), 8-14.
Benegas Lynch, A. (1966). Con libertad, paz y justicia [Conferencia pronunciada el 27
de mayo de 1966 en el Instituto Popular de Conferencias “La Prensa”]. Club de la
Libertad.
Benegas Lynch, A. (1969). La libertad y el poder. En S. H. Huici, C. Sánchez Sañudo y A.
Benegas Lynch, Derecho, Planificación y libertad (pp. 93-123). Centro de Estudios
sobre la Libertad.
Benegas Lynch, A. (1971). El progreso argentino y la Constitución de 1853. En F. Pinedo,
La Argentina. Su posición y rango en el mundo (pp. 65-73). Sudamericana.
Bohoslavsky, E. y Morresi, S. (2011). Las derechas argentinas en el siglo XX: ensayo
sobre su vínculo con la democracia. Iberoamérica Global, 4(2), 17-48. https://www.
ungs.edu.ar/wp-content/uploads/2012/09/iberoamerica-global.pdf
Bohoslavsky, E. y Vicente, M. (2014). “Sino el espanto”. Temas, prácticas y alianzas de los
anticomunismos de derecha en Argentina entre 1955 y 1966. Anuario del Instituto de
Historia Argentina, (14), 1-18. https://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/
IHAn14a11
Boron, A. (2003). La sociedad civil después del diluvio neoliberal. En E. Sader y P. Gentili
(Comps.), La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social (pp. 51-92).
CLACSO.
Büren, M. P. (2020a). Contraofensiva neoliberal. La Escuela Austríaca de economía en el
centro estratégico de la disputa. CLACSO.
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 153

Büren, M. P. (2021a). Disputas discursivas. Ideas sobre la libertad en los desembarcos ini-
ciales del movimiento neoliberal en Argentina. Revista de Comunicación de la SEECI,
(54), 25-48. http://doi.org/10.15198/seeci.2021.54.e698
Büren, M. P. (2021b). Entramado discursivo neoliberal: canales de difusión. El Centro
de Difusión de la Economía Libre. AVATARES de la comunicación y la cultura, (22),
1-17.
Cavarozzi, M. (1999). Modelos de desarrollo y participación política en América Latina.
Legados y paradojas. Estudios sociales, IX(16), 131-148. https://doi.org/10.14409/es.
v16i1.2429
Concepción Montiel, L. E. (2016). El análisis del discurso y su relevancia en la teoría y
en la práctica de la política. Revista Internacional de Pensamiento Político, 5, 15–32.
https://doi.org/10.46661/revintpensampolit.1804
Cypher, J. M. (1998). The Slow Death of the Washington Consensus on Latin America.
Latin American Perspectives, 25(6), 47-51. https://www.jstor.org/stable/2634204
Fischer, K. y Plehwe, D. (2013). Redes de think tanks e intelectuales de derecha en
América Latina. Nueva Sociedad, (245), 70-86. https://nuso.org/articulo/re-
des-de-think-tanks-e-intelectuales-de-derecha-en-america-latina/
Foucault, M. (1969). L’Archéologie du savoir. Gallimard.
Foucault, M. (2004). Naissance de la biopolitique. Cours ou Collège de France (1978–
1979). Seuil/Gallimard.
Garcé, A. y Uña, G. (Comps.) (2006). Think tanks y políticas públicas en Latinoamérica.
Prometeo.
Grondona, A. (2013). Las voces del desierto. Aportes para una genealogía del neoliberalis-
mo como racionalidad de gobierno en Argentina (1955-1975). Revista del CCC, 13(5),
1-23. https://www.centrocultural.coop/revista/13/las-voces-del-desierto-aportes-pa-
ra-una-genealogia-del-neoliberalismo-como-racionalidad
Guido, P. (2011). Coordenadas intelectuales de Álvaro Alsogaray. Procesos de mercado.
Revista europea de economía política, 8(1), 209-252. https://doi.org/10.52195/pm.
v8i1.265
Haidar, V. (2015a). ¿Gobernar a través de la libertad? Escrutando las heterogeneidades
de la gubernamentalidad neoliberal en los discursos de Álvaro Alsogaray (Argentina,
1955-1973). A contracorriente, 12(2), 1-41. https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/
index.php/acontracorriente/article/view/852
Haidar, V. (2015b). La polémica liberal con los desarrollismos: un análisis del pensamiento
de Álvaro Alsogaray y de Federico Pinedo entre 1958 y 1973. Nuevo Mundo. Mundos
Nuevos, 1-22. http://dx.doi.org/10.4000/nuevomundo.68478
Haidar, V. (2017). Batallando por la reactivación del liberalismo en la Argentina: la revista
Ideas sobre la Libertad entre 1958 y 1976. Sociohistórica, (40), 1-26. https://doi.or-
g/10.24215/18521606e033
Harvey, D. (1998). La condición posmoderna. Buenos Aires: Amorrortu.
154 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

Hayek, F. (1960). Los fundamentos de la libertad. Unión editorial.


Hayek, F. (2011). Camino de servidumbre. Alianza.
Heredia, M. (2001). La identificación del enemigo. La ideología liberal conservadora frente
a los conflictos sociales y políticos en los años sesenta. Sociohistórica, (8), 83-120.
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2893/pr.2893.pdf
Heredia, M. (2011). Los centros privados de expertise en economía: génesis, dinámica y
continuidad de un nuevo actor político en la Argentina. En S. Morresi y G. Vommaro
(Comps.), Saber lo que se hace. Expertos y política en Argentina (pp. 297-338). Pro-
meteo.
Laclau, E. (2014). Los fundamentos retóricos de la sociedad. Fondo de Cultura Econó-
mica.
Laclau, E. (2020). La razón populista. Fondo de Cultura Económica.
Laclau, E. y Mouffe, C. (2015). Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicaliza-
ción de la democracia. Fondo de Cultura Económica.
Laguado Duca, A. (2011). La construcción de la cuestión social. El desarrollismo post-pe-
ronista. Espacio Editorial.
Llamazares Valduvieco, I. (1995). Las transformaciones del discurso liberal-conservador
en la Argentina contemporánea: un examen del pensamiento político de Federico Pine-
do y Álvaro Alsogaray. América Latina Hoy, (12), 143-154. https://doi.org/10.14201/
alh.2610
Mato, D. (2007). Think tanks, fundaciones y profesionales en la promoción de ideas (neo)
liberales en América Latina. En A. Grimson (Comp.), Cultura y neoliberalismo (pp.
19-42). CLACSO.
Méndez, P. M. (2017). Neoliberalismo y liberalismo. La libertad como problema de gobier-
no. En POSTData. Revista de Reflexión y Análisis Político, 23(2), 551-582. http://www.
revistapostdata.com.ar/2017/12/neoliberalismo-y-liberalismo-la-libertad-como-pro-
blema-de-gobierno-neoliberalism-and-liberalism-freedom-as-a-problem-of-govern-
ment-pablo-martin-mendez/
Méndez, P. M. (2023). El neoliberalismo argentino y sus antagonistas políticos. El caso de
Álvaro Alsogaray. Sociohistórica, (51), 1-21. https://doi.org/10.24215/18521606e185
Mendizábal E. y Correa Aste, N. (Eds.) (2011). Vínculos entre conocimiento y política:
el rol de la investigación en el debate público en América Latina. CIES y Universidad
del Pacífico.
Minsburg, N. (1999). Transnacionalización, crisis y papel del Fondo Monetario Internacio-
nal y del Banco Mundial. En A. Borón, J. Gambina y N. Minsburg (Comps.), Tiempos
violentos. Neoliberalismo, globalización y desigualdad en América Latina (pp. 4-24).
CLACSO.
Mirowski, P. y Plehwe, D. (Eds.) (2009). The Road from Mont Pèlerin. The Making of the
Neoliberal Thought Collective. Harvard University Press.
PABLO MARTÍN MÉNDEZ 155

Mises, L. (2018). La acción humana: Tratado de economía. Unión Editorial.


Morresi, S. (2008). La nueva derecha argentina. Biblioteca Nacional - UNGS.
Morresi, S. (2009). Neoliberales antes del neoliberalismo. Consideraciones acerca del aná-
lisis del neoliberalismo desde un ángulo ético-político. En S. Frederic y G. Soprano
(Comps.), Políticas y variaciones de escalas en el análisis de la Argentina (pp. 321-
350). Prometeo.
Morresi, S. (2010). Apuntes preliminares para un estudio del neoliberalismo en la Argenti-
na. En M. Muraca, R. Andriotti, y G. Terrie (Comps.), Teoría y práctica de la política.
Argentina y Brasil. Nuevas formas de la dependencia, nuevos desafíos para el desa-
rrollo (pp. 299-315). Prometeo.
Morresi, S. (2016). “Acá somos todos democráticos”. El PRO y las relaciones entre la
derecha y la democracia en Argentina. En G. Vommaro y S. Morresi (Orgs.), “Haga-
mos equipo”. PRO y la construcción de la nueva derecha en Argentina (pp. 163-201).
Ediciones UNGS.
Morresi, S. y Aronskind, R. (2011). Los expertos en economía y las ideas neoliberales.
En S. Morresi y G. Vommaro (Comps.). Saber lo que se hace. Expertos y política en
Argentina (pp. 375-419). Prometeo.
Morresi, S. y Vicente, M. (2017). El enemigo íntimo: usos del totalitarismo en el liberal-
conservadurismo argentino entre dos peronismos (1955-1973). Quinto Sol, (21), 1-16.
https://doi.org/10.19137/qs.v21i1.1226
Nállim, J. (2014). Transformaciones y crisis del liberalismo. Su desarrollo en la Argentina
en el período 1930-1955. Gedisa.
Pinedo, F. (1955). Porfiando hacia el buen camino. Autoedición.
Pinedo, F. (1961). Siglo y medio de economía argentina. CEMLA.
Pinedo, F. (1968). La Argentina en un cono de sombra. Centro de Estudios sobre la Liber-
tad.
Pinedo, F. (1971). La Argentina. Su posición y rango en el mundo. Sudamericana.
Plehwe, D. (2009). “Introduction”. En P. Mirowski y D. Plehwe (Eds.), The Road from
Mont Pèlerin. The Making of the Neoliberal Thought Collective (pp. 1-45). Harvard
University Press.
Polanyi, K. (2001). The Great Transformation. The Political and Economic Origins of Our
Time. Beacon Press.
Rougier, M. y Odisio, J. (2019). El “canto de cisne” de la industrialización argentina. Des-
empeño y alternativas en la etapa final de la ISI. Revista de Estudios Sociales, (68),
51-67. http://journals.openedition.org/revestudsoc/31728
Vicente, M. (2012). Los intelectuales liberal-conservadores argentinos y la última dicta-
dura: el caso del Grupo Azcuénaga. Kairós, 16(29), 1-17. http://www.revistakairos.
org/los-intelectuales-liberal-conservadores-argentinos-y-la-ultima-dictadura-el-ca-
so-del-grupo-azcuenaga/
156 STUDIA POLITICÆ Nº 59 otoño 2023

Vicente, M. (2013). “Los furores de una demagogia destructora”: sociedad de masas, lide-
razgo político y estado en la trayectoria político-intelectual de Federico Pinedo. Nuevo
Mundo Mundos Nuevos, 1-14. https://doi.org/10.4000/nuevomundo.65654
Vicente, M. (2022). El espejo que tiembla. Usos heterogéneos del totalitarismo en el li-
beral-conservadurismo durante el primer posperonismo. En M. Vicente y M. López
Cantera (Coords.), La Argentina y el siglo del totalitarismo. Usos locales de un debate
internacional (pp. 105-125). Prometeo.

También podría gustarte