Breve Biografía de José de San Martín
Breve Biografía de José de San Martín
Breve Biografía de José de San Martín
El nacimiento en Yapeyú
José Francisco de San Martín fue hijo del capitán don Juan de San Martín y de doña Gregoria Matorras del Ser. El
Libertador vino al mundo el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, que actualmente forma parte de la provincia argentina de
Corrientes. Don Juan de San Martín ejerció allí, desde 1775, las funciones de teniente de gobernador.
En 1781, la familia San Martín -el padre, la madre y cinco hijos, de los que cuatro eran varones- estaba radicada en
Buenos Aires.
Todos emprendieron viaje a España a fines de 1783, haciéndolo a bordo de la fragata Santa Balbina. Arribaron al puerto
de Cádiz en la segunda quincena de marzo de 1784.
Gobernador de Cuyo
Mientras se hallaba en el Norte, San Martín llegó al convencimiento de que por ese solo camino no se lograría derrotar a
las fuerzas del virrey del Perú que ocupaban el Alto Perú. En su concepto, era necesario abrir un segundo frente por el
océano Pacífico y avanzar sobre Lima para que las tropas virreinales se retirasen a fin de acudir en defensa del territorio
peruano amenazado. Mientras esto no sucediese, el Ejército del Norte y la defensa de la frontera con el Alto Perú
quedarían a cargo de Martín Miguel de Güemes y sus milicias gauchas.
El 10 de agosto de 1814, el director supremo Gervasio Antonio de Posadas designó a San Martín gobernador intendente
de la Provincia de Cuyo.
Cabe señalar que la gobernación intendencia de Cuyo había sido creada el 29 de noviembre de 1813, con jurisdicción
sobre las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis, separadas por esta decisión de la de Córdoba.
La liberación de Chile
Concluida la preparación del Ejército de los Andes, entre cuyos jefes se contaba el gran patriota chileno Bernardo
O'Higgins, a mediados de enero de 1817 se inició el cruce de la cordillera. Atravesadas las montañas, las tropas
libertadoras vencieron en Chacabuco a un ejército realista el 12 de febrero, victoria que les dejó libre el camino de
Santiago, la capital de la antigua Capitanía General o Reino de Chile.
Tres días después, se reunió en la mencionada ciudad una representación de hombres notables, la cual designó al
Libertador para que fuera el máximo magistrado político del país. Como San Martín rechazó ese honor, entonces se
escogió al brigadier O'Higgins, con el título de director supremo, para regir los destinos del país hermano. Con motivo de
la victoria de Chacabuco, el Cabildo de Santiago obsequió al general San Martín la suma de diez mil pesos. El héroe
declinó el regalo y a la vez solicitó al ayuntamiento que lo destinara a fundar una biblioteca nacional, para que el pueblo
"se ilustre en los sagrados derechos que forman la esencia de los hombres libres".
Las tropas realistas que aún permanecían en el sur de Chile fueron reforzadas desde el Perú e iniciaron un avance sobre
Santiago. En la noche del 19 de marzo de 1818 lograron sorprender en Cancha Rayada al ejército unido de argentinos y
chilenos, que se dispersó parcialmente. San Martín rehízo sus efectivos y el 5 de abril siguiente obtuvo un gran triunfo en
la batalla de Maipú.
La victoria de Maipú tuvo enorme importancia, no sólo militar sino también política, por su gran repercusión en todo el
continente, llevando esperanzas a los pueblos aún dominados y causando a la vez halagüeños augurios por sus
derivaciones en la política europea.
Después de entrevistarse en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, en julio de 1822, con el Libertador del Norte, el general
Simón Bolívar, San Martín prefirió abandonar el campo de su gloria con un renunciamiento ejemplar antes que claudicar
en sus principios de libertador de pueblos.
La educación de Mercedes
Resolvió trasladarse a Europa para dar a su hija una educación escolar esmerada. También esperaba que este
alejamiento le permitiera evadirse del molesto ambiente que le habían creado en Buenos Aires algunos ingratos.
Padre e hija partieron de Buenos Aires el 10 de febrero de 1824, aunque el Libertador esperaba regresar prontamente.
Así lo expresó en la carta que, ya a bordo del navío Le Bayonnais, envió ese día a su compadre, el coronel Federico
Brandsen: "Dentro de una hora parto para Europa con el objeto de acompañar a mi hija para ponerla en un colegio en
aquel país y regresaré a nuestro país en todo el presente año, o antes si los soberanos de Europa intentan disponer de
nuestra suerte".
Durante el tiempo que permaneció en el Viejo Mundo mantuvo contacto epistolar con amigos residentes en América,
estuvo por breve lapso en Londres y después fijó su domicilio en Bruselas, además de hacer varios viajes y visitas.
No derramar sangre criolla
Mientras su hija Mercedes continuaba sus estudios en un instituto educativo en Bruselas, decidió retornar a Buenos
Aires para atender sus asuntos personales, en particular los de carácter económico. Alentado por la convicción de que
hallaría a sus compatriotas en paz, se embarcó a fines de 1828, pero al pasar por Río de Janeiro tuvo noticias del
movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires el 1 de diciembre de 1828 por el general Juan Lavalle, su antiguo
subordinado, y del posterior fusilamiento del gobernador legítimo, coronel Manuel Dorrego. Ambos hechos, alentados
por el Partido Unitario, determinaron que el Libertador decidiera no desembarcar en la capital porteña, permaneciendo
a bordo del buque Countess of Chichester, que lo había traído, y hacerlo en Montevideo. Hasta allí llegaron delegados
del general Lavalle para ofrecerle el mando militar y político de la provincia de Buenos Aires.
Tras rechazar la proposición, San Martín escribió una carta al jefe revolucionario en la que le decía: "Sin otro derecho
que el de haber sido su compañero de armas, permítame usted, general, le haga una sola reflexión, a saber: que aunque
los hombres en general juzgan de lo pasado según su verdadera justicia, y de lo presente según sus intereses, en la
situación en que usted se halla, una sola víctima que pueda economizar a su país le servirá de un consuelo inalterable,
sea cual fuere el resultado de la contienda en que se halle usted empeñado, porque esta satisfacción no depende de los
demás sino de uno mismo ".
El largo ostracismo
Consecuente con su principio de no desenvainar su sable para luchar en contiendas facciosas, el 17 de abril se marchó
de Montevideo para regresar a Bruselas pasando, previamente, por Inglaterra y Francia. El ostracismo que el héroe se
impuso al alejarse por segunda vez de las tierras rioplatenses no tenía carácter definitivo en su sentir íntimo. En cuanto a
su duración, la subordinó a los sucesos que por entonces se desarrollaban en su patria.
San Martín y su hija dejaron Bruselas y a fines de 1830 se instalaron en París, para después hacerlo en una modesta
residencia de campo situada a unos 13 kilómetros de aquella ciudad. En ese tiempo asolaba varios países europeos una
epidemia de cólera, cruel enfermedad que atacó a ambos y de la que felizmente pudieron reponerse.
El 13 de diciembre de 1832, la hija del Libertador contrajo matrimonio con Mariano Balcarce, joven porteño que a la
sazón residía en Europa. Poco antes, San Martín había escrito a la madre de su futuro yerno lo siguiente: " La educación
que Mercedes ha recibido bajo mi vista no ha tenido por objeto formar de ella lo que se llama una dama de gran tono,
pero sí el de hacer una tierna madre y buena esposa; con esta base, y las recomendaciones que adornan a su hijo de
usted, podemos prometernos que estos jóvenes sean felices, que es a lo que aspiro". Prontamente, el héroe sería abuelo,
primero de María Mercedes y después de Josefa.
A poco de trasladarse a Francia, San Martín anudó una honda amistad con Alejandro Aguado, su antiguo camarada de
armas en España, convertido por entonces en un gran banquero. Cerca de la residencia de éste, en un lugar conocido
con el nombre de Grand Bourg, el héroe adquirió en 1834 una confortable vivienda, que habitó hasta 1848 con su hija,
su yerno y sus nietas. Hasta allí llegarían para visitarlo compatriotas como Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista
Alberdi; su antiguo subordinado el general inglés Guillermo Miller y chilenos o peruanos empujados por el afán de
conocer al libertador de sus respectivas patrias.
El largo ostracismo del héroe no le impidió seguir atentamente la marcha de su tierra nativa, así como sentirse vigía y
custodio de la independencia americana. Por ello, no vaciló en tomar posición cuando el jefe de la flota francesa de
estación en el Atlántico Sur decretó el bloqueo del puerto de Buenos Aires y del litoral perteneciente a su soberanía.
Bien se daba cuenta San Martín de que ese bloqueo no era causa de un conflicto, sino consecuencia de una política
agresiva y atentatoria de la soberanía americana.
Con dignidad y delicadeza, ofreció sus servicios al gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores
de la Confederación Argentina, brigadier general Juan Manuel de Rosas. Así le decía en una carta remitida desde Grand
Bourg en agosto de 1838: "He visto por los papeles públicos de ésta el bloqueo que el gobierno francés ha establecido
contra nuestro país; ignoro los resultados de esta medida; si son los de la guerra, yo sé lo que mi deber me impone como
americano; pero en mis circunstancias y la de que no se fuese a creer que me supongo un hombre necesario, hacen, por
un exceso de delicadeza que usted sabrá valorar, si usted me cree de alguna utilidad, que espere sus órdenes; tres días
después de haberlas recibido me pondré en marcha para servir a la patria que me vio nacer".
Mas como el Gran Capitán se anoticia de que hay compatriotas que consienten o apoyan la agresión europea
esperando obtener con ello ventajas sobre la facción que a la postre podría resultar vencida, escribirá en 1839: "Lo que
no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su
patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el
sepulcro la puede hacer desaparecer".
En 1848, debido a la agitación reinante en gran parte de Francia, San Martín dejó Grand Bourg y, acompañado por su
familia, se trasladó a Boulogne-sur-Mer. Desde allí resultaría más fácil y rápido pasar a Gran Bretaña.
En Boulogne-sur-Mer, a las 3 de la tarde del 17 de agosto de 1850, falleció don José de San Martín, brigadier general de
la Confederación Argentina, capitán general de la República de Chile y generalísimo de la del Perú y fundador de su
libertad. Se hallaban a su lado su hija Mercedes, su yerno Mariano Balcarce, sus nietas, el representante de Chile en
Francia don Francisco Javier Rosales y el doctor Jordán, quien lo asistió como médico. El diplomático chileno, al
comunicar a su gobierno la triste nueva, expresó que el Libertador "acabó sus días con la calma del justo en los brazos de
su afligida y virtuosa familia".
En 1880, los restos del Padre de la Patria fueron trasladados desde Francia a Buenos Aires para ser depositados en el
mausoleo que al efecto se erigió en la Catedral. Figuras simbólicas que representan a la Argentina, Chile y Perú le rinden
guardia permanente.
Bien se puede decir del héroe que sólo ambicionó una cosa: la libertad de América. Por alcanzarla sacrificó todo cuanto
tenía en aras de ese alto principio. Fue en vida glorificado y atacado, pero ni una ni otra cosa influyeron en la línea que
se trazara y que siguió en forma inmutable, desconcertando con su templanza a sus enemigos.
Renunció a la gloria y envainó dignamente su corvo, que nunca fue usado para avasallar naciones. La posteridad, a quien
San Martín confiaba el juicio de su vida y de sus acciones, lo proclama, como ha expresado el autor peruano Mariano
Felipe Paz Soldán: "El más grande de los héroes, el más virtuoso de los hombres públicos, el más desinteresado
patriota, el más humilde en su grandeza, y a quien el Perú, Chile y las Provincias Argentinas le deben su vida y su ser
político".