Educación Infantil. Las Habilidades Motrices Básicas
Educación Infantil. Las Habilidades Motrices Básicas
Educación Infantil. Las Habilidades Motrices Básicas
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Educación Infantil. Las habilidades motrices básicas
*Universidad Politécnica de Madrid Alberto López Martínez*
**Universidad de Castilla-La Mancha José Luis López López-Menchero**
(España) [email protected]
Resumen
En este trabajo hemos querido plasmar la importancia que tiene el período de la segunda infancia (de dos a seis años) en la adquisición de las habilidades motrices básicas, así como el
valor importante que tiene la influencia de las actividades lúdicas en el desarrollo de estas habilidades en una etapa tan importante para el desarrollo integral de los niños/as, en la que se
marcará su devenir futuro. Cada niño es un mundo con distintas habilidades motrices y grado de maduración, de forma que no se puede valorar y juzgar a todos por igual. A modo de
ilustración hemos introducido algunos gráficos representativos, así como un mapa conceptual sobre los contenidos de la Educación Física en la Educación Infantil, como área imprescindible, en
estas edades, en la contribución a la maduración del niño y a su desarrollo integral.
Palabras clave: Educación Física. Psicomotricidad. Habilidades Motrices. Desarrollo evolutivo.
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/
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1. Introducción
El contenido de este trabajo toma como punto de partida el principio del siglo XX en el que el médico neurólogo Ernest Dupré (1905), observando
las características de niños débiles mentales, pone de manifiesto las relaciones entre las anomalías neurológicas y psíquicas para describir trastornos
del desarrollo psicomotor utilizando el término Psicomotricidad, interrelacionando la Psicología con la Motricidad humana. Posteriormente, sus
ideas se desarrollaron con gran profusión en diversos ámbitos científicos como la Psicología genética (Piaget y Wallon), la Psiquiatría infantil
(Ajuriaguerra), la Pedagogía (Picq y Vayer, Le Boulch y Lapierre y Aucouturier), entre otras disciplinas, llegando a la época actual en la que se
utiliza el término Educación Física para englobar denominaciones muy variadas que interrelacionan la Psicología y la Motricidad: educación
psicomotriz, psicomotricidad educativa, educación psicomotora, motricidad, educación vivencial, expresión dinámica, expresión corporal, educación
motriz, motricidad relacional, psicocinética, educación física de base, etc. (Pastor Pradillo, 1994).
Es en este ámbito científico es cuando podemos afirmar que a través de la Educación Física los niños hallan en su cuerpo y en el movimiento las
principales vías para entrar en contacto con la realidad que los envuelve y, de esta manera, adquirir los primeros conocimientos acerca del mundo en
el que están creciendo y desarrollándose integralmente en sus aspectos físico, social y cognitivo a través del desarrollo de las habilidades
motrices.
En la denominada etapa de Educación Infantil (de 0 a 6 años) los niños encuentran en su cuerpo y en el movimiento los principales medios para
entrar en contacto con la realidad que les rodea y, de esta manera, adquirir los primeros conocimientos acerca del mundo en el que están
desarrollándose. Sin duda, el progresivo descubrimiento del propio cuerpo como fuente de sensaciones, la exploración de las posibilidades de acción
y funciones corporales, constituirán experiencias necesarias sobre las que se irá construyendo el pensamiento infantil. Asimismo, las relaciones
afectivas establecidas en situaciones de actividad motriz, y en particular mediante el juego, serán fundamentales para el crecimiento emocional (Gil
Madrona, 2003).
El movimiento es la primera forma, y la más básica, de comunicación humana con el medio. Entendemos el desarrollo motor humano como
los cambios producidos con el tiempo en la conducta motora que reflejan la interacción del organismo humano con el medio y que parte de las
conductas motrices humanas innatas. El hombre nace con una serie de movimientos y actos reflejos registrados en nuestros genes que son comunes
a todos los individuos. Este mapa motriz poco especializado y rudimentario va generando conductas motoras aprendidas cada vez más complejas,
especializadas y propias de cada entorno físico-social-cultural (Batalla Flores, 2000). El desarrollo motor tiene una gran influencia en el crecimiento
general del niño sobre todo en el periodo inicial de su vida. Al nacer, la capacidad estructural y funcional que el niño posee sólo le permite
movimientos rudimentarios, carece de patrones motores complejos que se van adquiriendo con el paso del tiempo. El ritmo de progreso en el
desarrollo motor viene dado por la influencia conjunta de los procesos de maduración, de aprendizaje y las influencias externas. Por tanto, hay que
estudiar dichos procesos e influencias para explicar cómo se producen cambios observables en la conducta motora. Veamos una representación
gráfica evolutiva de Gallahue y Donnelly (2003):
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3. Habilidades motrices
Partiendo de este esquema de Praxología Motriz del desarrollo motor humano expuesto por Quevedo (2007), el concepto de habilidad motriz en
Educación Física considera una serie de acciones motrices que aparecen de modo filogenético en la evolución humana, tales como reptar, andar,
marchar, correr, trepar, girar, saltar, lanzar, recepcionar, etc., clasificándolas a nivel epistemológico en cuanto a su nivel de adquisición evolutiva en:
Esta clasificación de habilidades motrices, entendidas como capacidades adquiridas de aprendizaje, podemos visualizarlas a través de un mapa
conceptual de Hidalgo (2001):
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En la base piramidal del grafico anterior expuesto, se encuentran las habilidades motrices básicas. Pero, ¿a qué llamamos habilidades motrices
básicas? Llamamos habilidad a la capacidad para hacer una cosa. Sobre la base de este concepto tenemos que tener en cuenta que el hombre, por
medio del movimiento, es plenamente consciente de sus limitaciones y puede autoconocerse, expresarse y comunicarse con el medio que le rodea al
mismo tiempo, estableciendo niveles de aprendizajes significativos y satisfactorios con él mismo, con los objetos y con los otros. A estos
movimientos tan importantes para la expresión y la comunicación se los denomina habilidades motrices básicas: rodar - reptar - gatear - deslizarse -
sentarse - caminar - pararse - correr - frenar - galopar - subir - bajar - trepar - escalar - suspensión - balanceo - traccionar - agarrar - arrojar -
esquivar - empujar - recepción - pasar - saltar - patear - driblear, etc. todas ellas relacionadas con las capacidades físicas básicas, la acción motriz y
el acto motor como manifestaciones del movimiento (ver esquema anterior de praxología motriz).
El desarrollo de estas habilidades motrices queda recogido en el desarrollo curricular normativo de los contenidos del área de Educación Física,
que la administración educativa realiza para la Educación Infantil.
El desarrollo motor del niño de los 0 a los 6 años no puede ser entendido como algo que le condiciona, sino como algo que el niño va a ir
produciendo a través de su deseo de actuar sobre el entorno y de ser cada vez más competente (Justo Martínez, 2000). El fin del desarrollo motor
es conseguir el dominio y control del propio cuerpo, hasta obtener del mismo todas sus posibilidades de acción. Dicho desarrollo se pone de
manifiesto a través de la acción motriz, la cual está constituida por movimientos orientados hacia las relaciones con el mundo que circunda al niño y
que juega un papel primordial en todo su progreso y perfeccionamiento, desde los movimientos reflejos primarios hasta llegar a la coordinación de
los grandes grupos musculares que intervienen en los mecanismos de control postural, equilibrios y desplazamientos. La mejora motriz está sujeta a
las cuatro leyes del desarrollo: Ley céfalo-caudal, Ley próximo-distal, Ley de lo general a lo específico y Ley del desarrollo de flexores-extensores
(Losada, 2009, pp. 37-38). Y el desarrollo, a su vez, tiene una serie de características que lo singularizan, causales de que tanto él mismo como el
perfeccionamiento motriz dependan de la maduración y del aprendizaje, ya que para que se produzca un aprendizaje en la coordinación de
movimientos es preciso que el sistema nervioso y el sistema muscular hayan conseguido un nivel idóneo de maduración.
A los tres años el niño sabe correr, girar, montar en triciclo, echar el balón. A los cuatro años salta a la pata coja, trepa, se puede vestir y
desnudarse solo, atarse los zapatos, abotonarse por delante...Los avances "manuales" también son destacables: uso de tijeras, mayor habilidad en
el dibujo... A los cinco años gana más aún en soltura: patina, escala, salta desde alturas, salta a la comba... Entre los cinco y los seis años se puede
decir que el niño puede hacer físicamente lo que quiere, dentro siempre de sus fuerzas y posibilidades. Hacia los seis años esa espontaneidad, de la
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que ha hecho gala el niño hasta esta edad, se desvanece. Ahora lo que pretende es demostrar sus habilidades, medirse, hacerse valer, en resumen,
afirmarse. Se podría decir que en este punto el proceso de adquisición o formación de las habilidades motrices básicas tocaría su fin pues como se
ha dicho las habilidades motrices básicas ponen las bases a los movimientos más complejos y complementados, ahí estaríamos hablando ya de
habilidades deportivas (Gil, Contreras y Gómez, 2008).
Llegado a este punto, hay que una breve referencia al desarrollo psicomotriz del niño. Los estudios sobre el desarrollo humano nos muestran la
gran importancia que adquiere el papel de la motricidad en la construcción de la personalidad del niño. Los trabajos de Piaget (1968, 1969), Wallon
(1980), Gesell (1958), Freud (1968), Bruner (1979), Guilmain (1981), Ajuriaguerra (1978), Le Boulch (1981), Vayer (1973), Da Fonseca (1984, 1988
y 1996), Cratty (1990), Gallahue y McClenaghan (1985), y Lapierre y Aucouturier (1995), sobre los distintos ámbitos de la conducta infantil, han
contribuido a la explicación de cómo a través de la motricidad se van conformando la personalidad y los modos de conducta. Ahora bien, estos
mismos estudios ponen de manifiesto que la conducta humana está constituida por una serie de ámbitos o dominios, ninguno de los cuales puede
contemplarse sin la interacción con los otros: El dominio afectivo, relativo a los afectos, sentimientos y emociones. El dominio social, que considera
el efecto de la sociedad, su relación con el ambiente, con sus compañeros y el adulto, instituciones y grupos en el desarrollo de la personalidad,
proceso por el cual cada niño se va convirtiendo en adulto de su sociedad. El dominio cognoscitivo, relacionado con el conocimiento, los procesos del
pensamiento y el lenguaje y el dominio psicomotor, que alude a los movimientos corporales, su concienciación y control.
Para concluir resaltar que, en este ámbito científico, Howard Gardner (1983) publica su teoría sobre las inteligencias múltiples, para destacar el
gran número de capacidades humanas. Ocho son las inteligencias que Gardner identifica, una de las cuales es la inteligencia kinésico-corporal,
que tiene dos características fundamentales: el control de los movimientos del propio cuerpo y la capacidad de manejar objetos muy hábilmente. En
el ser humano estas cualidades tienen una base genética y otra de entrenamiento, de práctica.
En España la Administración educativa ha desarrollado, en las tres últimas Leyes educativas: LOGSE (1990), LOCE (2002) y LOE (2006), el
currículo de Educación Infantil con sus Áreas correspondientes: Conocimiento de sí mismo y autonomía personal, Conocimiento del entorno y
Lenguajes: Comunicación y representación.
En ellas no existe un Área concreta de Educación Física, esto es debido a la concepción de globalidad de los contenidos en la etapa de Educación
Infantil (0 a 6 años), manifestada en el Artículo 4 de la vigente Ley educativa (LOE):
1. “Los contenidos educativos de la Educación infantil se organizarán en áreas correspondientes a ámbitos propios de la experiencia y del
desarrollo infantil y se abordarán por medio de actividades globalizadas que tengan interés y significado para los niños”.
2. “Los métodos de trabajo en ambos ciclos se basarán en las experiencias, las actividades y el juego y se aplicarán en un ambiente de afecto y
confianza, para potenciar su autoestima e integración social”.
En este marco curricular normativo, la propuesta educativa de la Educación Física en estas edades se dirige al desarrollo integral del niño, es decir
a los componentes esenciales del desarrollo humano y a sus aspectos o factores que nos señalan Gil, Contreras y Gómez (2008):
Los factores perceptivo-motores: percepción del propio cuerpo; percepción espacial como la situación, la dirección o la orientación;
percepción temporal como la duración o el ritmo; conocimiento del entorno físico, y desenvolvimiento en el medio social. La percepción
implica interpretar la información y construir objetos dotados de significación. Se trata de retomar los propios conocimientos, operar sobre
ellos construyendo nuevos aprendizajes y saber expresarlos. La percepción es un proceso cognitivo muy valorado, ya que uno de los aspectos
fundamentales de la percepción es la significación.
Los factores físico-motores: cuerpo instrumental, físico, locomotor, adquiriendo patrones motores y habilidades motrices básicas a medida
que la motricidad evoluciona. Factores que tienen que ver con la adquisición del dominio y el control del cuerpo, que favorecen el equilibrio y
la práctica de movimientos naturales, que potencian el desarrollo de la condición física, que enriquecen el comportamiento motor, que buscan
la eficacia corporal. Un cuerpo que puede poner en funcionamiento gran cantidad de ejes de movimiento, de músculos, de articulaciones, de
reacciones motrices, que va adquiriendo patrones motores a medida que la motricidad evoluciona y que va manifestando su realidad física a
través de movimientos, actitudes, etc. En definitiva, un cuerpo que es el de un ser global interesado en saber hacer.
Los factores afectivo-relacionales: creatividad, confianza, tensiones, pulsiones, afectos, rechazos, alegrías, enfados, capacidades de
socialización. El ambiente en Educación Física es un contexto propicio para la observación de los comportamientos más genuinos, así como de
las relaciones que tienen los niños entre ellos y con el adulto. Al permitir su expresión global, el niño puede reflejar sus estados de ánimo, sus
tensiones y sus conflictos. En el ámbito psicoeducativo, el educador puede dar salida y tal vez resolver algunas de esas tensiones y conflictos
internos de los pequeños. En el tratamiento de los factores afectivo relacionales se concede importancia al lenguaje no verbal (diálogo tónico,
mirada, gestos, sonidos, etc.), pero también a las habilidades de conducta verbal (preguntar, pedir, agradecer, disculparse, expresar afectos,
proponer, explicar los sentimientos, etc.). Esto último significa que, en un momento dado, se puede pedir al niño que explique lo que siente,
sin emitir juicios de valor, que hable o hablar con él de sus vivencias (Mendiara y Gil, 2003).
“Por esto, nuestra actividad se centrará en el desarrollo o trabajo del equilibrio; la lateralidad; la coordinación de movimientos; la
relajación y la respiración; la organización espacio-temporal y rítmica; la comunicación gestual postural y tónica; la relación del niño
con los objetos, con sus compañeros y con los adultos; el desarrollo afectivo y relacional; la sociabilidad a través del movimiento
corporal; la adquisición de valores sociales e individuales; la expresividad corporal, lo que supone el controlar y expresar su motricidad
voluntaria en su contexto relacional manifestando sus deseos, temores y emociones. Centrándose, por tanto, en el desarrollo
psicomotor del niño y, a su vez, trabajando los diferentes aprendizajes escolares al utilizar las posibilidades expresivas, creativas y
vivenciales del cuerpo en su conjunto. Un tratamiento global e integrado en donde el cuerpo aparece desde todas sus dimensiones
motrices, que bien articuladas deben de ayudarnos, y ese es el fin, a que los niños desde la más tierna infancia adquieran una mayor
conciencia de sí mismos, de los demás y del entorno en donde se desenvuelven” (Gil, Contreras y Gómez, 2008, pp. 80-81)
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7. Conclusiones
Podemos llegar a la conclusión de que el juego como actividad fundamental para el desarrollo del niño, constituye el motor principal en estas
edades para el desarrollo de las habilidades motrices básicas, como así lo afirman la mayoría de autores a lo largo del último siglo que han
escrito, investigado sobre el tema en sus diferentes aspectos, tanto como elemento esencial en la socialización del niño (Zúgaro, 1992, p. 32), como
elemento de reflejo de la vida interior del niño [...] originando gozo, placer, satisfacción consigo mismo (Froebel, 1913, p. 29).
“El juego contiene por sí solo todas las posibilidades de transición entre la imaginación creadora y el hacer constructivo,
estableciendo la continuidad en el niño entre el juego y el trabajo” (Piaget, 1986).
Las situaciones de aprendizaje de las habilidades físicas básicas deben estar integradas con elementos lúdicos, pues el juego es la forma más
natural de aprender de los niños, independientemente de su medio sociocultural. En definitiva, es la primera actividad creadora del niño: la
imaginación que nace y se desarrolla en el juego y viene a desembocar en la creatividad. Su práctica contribuye al desarrollo social y afectivo de la
personalidad y fomenta la adquisición de actitudes, valores y normas, a la vez que es el medio ideal para la adquisición de habilidades corporales,
como son la percepción auditiva, la orientación espacial, la percepción de formas espaciales, la expresión corporal, la motricidad fina, etc.
El juego motor será el principal medio para el desarrollo de las habilidades motrices básicas y poder alcanzar los logros motores evolutivos en la
educación infantil, ya que en él se concilian acción, pensamiento y lenguaje (Bruner, 1979), acción, símbolo y regla (Piaget, 1936) e integración.
Porque el juego permite construir de manera integral funciones tan importantes como el tono, el equilibrio, la lateralidad y las conductas perceptivo-
motrices, a la vez que conocer y adaptarse al medio físico y social.
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