DERECHO MERCANTIL II 31 Enero

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DERECHO MERCANTIL II

CATEDRATICA
LCDA. PAULA ESTEFANI OSOY CHAMO
TITULOS DE CREDITO
Antecedentes históricos:

Dado que la evolución de los títulos de crédito carece de un rigor histórico, deseo
destacar los datos más relevantes, los cuales, no siempre se producen en todas partes de
igual forma ni en el mismo momento.

Inicialmente, las personas realizaban el trueque, como un medio para transferir a otra
persona la propiedad de una cosa, a cambio de que la primera le diera la propiedad de
otra con el objeto de satisfacer sus necesidades básicas. Con el nacimiento del comercio y
por ende del comerciante, quien actúa inicialmente sin salir de su ciudad de origen, nace
también la moneda como medio para el intercambio de mercancías, la cual se acuñaba
dentro de las fronteras de cada ciudad. Posteriormente nacen las ferias o mercados, que
eran reuniones periódicas de mercaderes o comerciantes de distintas ciudades, las cuales
eran destinadas al intercambio de productos, ropas, ganados frutos y otros géneros o
mercaderías.
Nace el problema de los mercaderes debido a la diversidad, peso y volumen de las monedas,
agregado el traslado de los mercaderes con fuertes sumas de moneda; volviéndose difícil,
arriesgado y costoso por la inseguridad de los caminos por donde transitaban. Al incrementarse
el intercambio de productos y mercancías, entre comerciantes de distintas ciudades, surge la
necesidad de solucionar los problemas que se dan por el intercambio y traslado de la moneda, lo
cual es satisfecho como menciona el autor argentino Ignacio Escuti A. “…por un comerciante que
empieza a actuar como cambista. Este es un mercader que originariamente procede a efectuar el
cambio manual de las distintas monedas; posteriormente, las contingencias del tráfico llevan a
que se realicen operaciones de cambio trayecticio: el cambista recibe en una localidad una
determinada cantidad de monedas del lugar un monto equivalente en dinero de la comarca en
donde debe efectuar la prestación a su cargo. La operatoria se efectivizaba con el contrato de
cambio, pacto mediante el cual quien había entregado el dinero debía recibir del cambista una
cantidad de monedas equivalente, según la relación de valores acordada por las partes en
función del tipo de cambio existente entre las distintas monedas. … En los primeros tiempos el
contrato de cambio se celebraba en forma notarial: el cambista manifestaba ante un fedatario
haber recibido una determinada cantidad de monedas y se comprometía pagarle al tradens un
determinado importe en otra clase de dinero. Su declaración era considerada similar a una
confesión judicial, por lo que su alcance jurídico era indiscutible: era el único obligado a cumplir y
lo había reconocido en forma incontrovertible.
En un comienzo, la misiva tuvo un carácter meramente informativo para quien estaba en otra
localidad, ante la falta de pago carecía de relevancia jurídica. Lo que daba derecho era el acto
notarial que luego se invocaba en juicio. Lo que nació como acto propio de los comerciantes se
fue generalizando y se le utilizó también por los no comerciantes.”

Como lo relata el autor argentino, Ignacio Escuti A. los problemas cambiarios se solucionan al
nacer la figura del cambista, que es un comerciante que negocia con el cambio de monedas de
distintas ciudades. Inicialmente realiza su función de manera simple, sin ningún formalismo, más
que la buena fe. Posteriormente realiza su función a través de un contrato de cambio, a través del
cual el cambista se obligaba, mediante un valor prometido, a pagar a un tercero cierta cantidad
de monedas, equivalentes según la relación de valores al valor entregado inicialmente por un
mercader. Es a través del contrato de cambio, que nace una relación triangular, en la cual
participaban tres sujetos, lo que con el transcurso del tiempo da origen a la letra de cambio como
título de crédito y forma de documentar el tráfico mercantil.

El autor guatemalteco Villegas Lara realiza una breve reseña histórica en materia de títulos de
crédito en nuestra legislación y dice “En Guatemala, desde las ordenanzas de Bilbao, pasando por
el Código de 1877, el código de 1942 y el reciente de 1970, siempre ha existido legislación sobre
títulos de crédito; y cuando fue oportuno, rigió el Reglamento Uniforme de la Haya de 1912, que
pretendía normar la letra de cambio a nivel internacional y que más tarde se concretó en la ley
uniforme aprobada en la Conferencia de Ginebra, en 1930.”
Concluyo diciendo que con la moneda, el hombre idea una forma de evitar el riesgo o el
costo que implica el traslado de la misma, la perdida de tiempo para contarla o las
dificultades para recibirla y guardarla, lo cual supera a través del uso del papel, el cual,
con determinados formulismos, transporta y almacena representando cantidades de
dinero o mercaderías y asegurando su efectivo cumplimiento a lo que hoy conocemos
como título de crédito.

Los títulos de crédito tienen varias denominaciones entre las que podemos mencionar
títulos valores y títulos circulatorios. Nuestra legislación mercantil los designa como
títulos de crédito, aunque cabe mencionar que dicha expresión para algunos autores es
incorrecta ya que constriñe el ámbito de la categoría de cosas mercantiles a una sola de
sus variedades, es decir, títulos que imponen una obligación que da derecho a una
prestación en dinero u otra cosa cierta. Al respecto, el autor mexicano Gómez Gordoa,
citado por el autor guatemalteco Mauro Chacón expresa que: “…no es partidario de la
denominación de títulos de crédito, ya que en el caso del cheque no puede ser un título
a plazo, es un Instrumento de pago y por lo tanto, en términos formalmente literales, no
cabe dentro del concepto genérico de títulos de crédito.” El maestro mexicano Carlos
Felipe Dávalos Mejía acertadamente expresa en lo referente a la denominación de los
títulos de crédito: “cualquiera que sea su denominación siempre implicaran confianza de
que el título representa un valor, y de que el deudor lo va a pagar restituir o respetar, y si
hay convicción hay crédito, y entonces estos términos implican, de origen, una
institución crediticia, lo que justifica, en todos los casos, la denominación de título de
crédito.
En nuestra legislación guatemalteca la denominación títulos valor o títulos de crédito se
toman como sinónimos, tal y como lo enmarca el Artículo 1 de la Ley de Almacenes
Generales de Depósito, Decreto número 1746 del Congreso de la República de
Guatemala y el Artículo 2 inciso a) de la Ley del Mercado de Valores y Mercancías,
Decreto número 34-96 del Congreso de la República.

Naturaleza jurídica de los títulos de crédito


Los títulos de crédito tienen la calidad de bienes muebles o cosas mercantiles, como lo
estipulan los Artículos 385 y 4 numeral primero del Código de Comercio y por lo tanto
pueden ser objeto de apropiación y trasladarse de un lugar a otro, sin menoscabo de
ellos mismos, como lo estipula el Artículo 451 numeral primero del Código Civil.
“Contiene un negocio jurídico unilateral o una declaración unilateral de voluntad, que
obliga al suscriptor desde el mismo momento en que lo signa con su firma, siguiendo así
la teoría de la Creación. Según esta teoría, el título existe y obliga desde el momento en
que se crea, cualquiera que sea la causa por la que se suscribe. En esta forma se da la
máxima seguridad al título y se garantiza su circulación.”

Concepto de títulos de crédito


Se mencionan algunas definiciones de los títulos de crédito, para lo cual menciono al
licenciado español Agustín Vicente y Gella quien expresa: “Los títulos de crédito son la
expresión de una obligación patrimonial –económica- consignada en un documento;
utilizando el término germánico que sirve para designarlos, papeles o cartas-valores.
En cuanto representan para el acreedor el derecho a un aprovechamiento, regla general
estimable en metálico, y porque ese aprovechamiento es objeto de transacciones y
convenios al igual que la generalidad de los bienes del mundo exterior, puede hablarse
ciertamente de una verdadera cosa mercantil.”6 Por su parte el licenciado Carlos Felipe
Dávalos Mejía define a los títulos de crédito como: “Los documentos ejecutivos que se
emiten para circular, que cumplen con las formalidades de ley y que, para que se
legitime como su propietario, son indispensables para ejercitar el derecho literal y
autónomo que en ellos se consigna.” El Artículo 385 del Código de Comercio indica al
respecto: “Títulos de Crédito. Son títulos de crédito los documentos que incorporan un
derecho literal y autónomo, cuyo ejercicio o transferencia es imposible
independientemente del título.”

Finalmente, defino los títulos de crédito, como los documentos mercantiles que
revestidos de las formalidades que exige la ley, contienen un derecho consignado en
ellos, ejecutable únicamente con el propio título.

Clasificación de los títulos de crédito


Clasificación doctrinaria
Estudiosos del Derecho han formulado diversas clasificaciones de los títulos de crédito,
por lo que mencionaré algunas clasificaciones doctrinarias que a mi criterio resultan
importantes.
El maestro Ignacio A. Escuti en su clasificación, a mi criterio los de mayor relevancia,
menciona: “a) Al portador, a la orden y nominativos.” Esta clasificación será desarrollada
más adelante por ser la que adopta nuestra legislación.
“b) Causales y abstractos: La distinción entre títulos causales y abstractos depende de la
vinculación existente entre el título mismo y el negocio fundamental que le ha dado
origen. Los títulos causales están signados por el negocio fundamental que llevó a
emitirlos, mientras que los abstractos funcionan desvinculados del negocio originario.”
En nuestra legislación podemos encontrar esta clase de títulos entre los que se puede
mencionar en lo que se refiere a títulos causales como ejemplo las obligaciones sociales
o debentures que se originan por la necesidad que tiene una sociedad anónima de
aumentar su capital y que para el efecto debe realizarlo a través de una escritura
pública. Otro ejemplo de esta clase de títulos puede ser la carta de porte la cual tiene su
origen en un contrato de transporte, o las cédulas hipotecarias que tienen su origen en
un contrato de crédito hipotecario. En todos ellos se hace referencia a la causa
determinante de su creación. “La abstracción consiste en la desvinculación del
documento respecto de la relación causal. Con ello se facilita o asegura la adquisición y
transmisión del documento abstracto -y del derecho a el incorporadocon el fin de evitar
que su causa entorpezca el ejercicio de los derechos emergentes del título.” Entre esta
clase de títulos podemos mencionar la letra de cambio, el pagaré y el cheque en algunas
de sus modalidades, como el cheque cruzado y el cheque especial, títulos que carecen
de una causa en su redacción. En síntesis, la distinción entre títulos causales y abstractos
depende de la relevancia (o no) de la vinculación existente entre el título valor y el
negocio fundamental que le ha dado origen.
títulos son formales ya que todos tienen elementos generales y especiales que deben
consignarse en cada título en particular. El licenciado Carlos Felipe Dávalos Mejía
menciona la clasificación realizada por Abascal Zamora entre los cuales menciona: “1.
Desde el punto de vista de su función económica: -

Títulos de crédito cambiarios.


La letra, el pagaré, y el cheque son documentos tradicionales que dan nombre a la
materia. - Títulos representativos de mercancías. Incorporan derechos de disposición
diferentes del dinero; fundamentalmente son el certificado de depósito en almacenes
generales, el conocimiento de embarque, las cartas de porte, etcétera.” El Doctor René
Arturo Villegas Lara clasifica los títulos de crédito de la siguiente manera: “
Títulos nominados e innominados
Nominados son los que aparecen tipificados en la ley; e innominados, los creados por la
costumbre. Algunos autores usan los términos típicos y atípicos.” En nuestro caso
podemos hablar únicamente de títulos nominados ya que todos los títulos se
encuentran tipificados en la ley. “Singulares y seriales: singulares son aquellos que
regularmente se van creando en forma aislada, sin que sea necesario un número
considerable (un cheque, una letra de cambio, un pagaré); y seriales son los que, por su
naturaleza, se crean masivamente (acciones, debentures)” Entre otros ejemplos de los
títulos singulares se pueden mencionar también un vale, y entre los seriales se podría
mencionar la cédula hipotecaria. “Principales y accesorios: Los primeros valen por sí
mismos; los segundos siempre están ligados a un principal. Principal es el debenture;
accesorio, el cupón;
Abstractos y causales:
Abstractos son aquellos que, no obstante tener su origen, una causa, un motivo por el cual se crearon, cuando entran en
circulación este origen no los persigue; se desligan de él frente al tenedor de buena fe. Esto es importante procesal y
sustantivamente, porque los vicios de la causa no afectan al título frente a terceros. Por eso se les llama abstractos (letra
de cambio, pagaré, cheque). En cambio los causales son aquellos que siempre estarán ligados a la causa que les dio origen
(debentures, vale). Se caracterizan, aunque no en forma general, porque su redacción expresa el negocio subyacente que
motivó su creación;
Especulativos y de inversión: son títulos en los que el propietario puede obtener una ganancia o pérdida con relación al
valor que representan. Se ubica dentro de esta variedad a las acciones de las sociedades; pero en nuestro derecho ese
documento no es título de crédito. Los de inversión son aquellos que le producen una renta (intereses) el adquiriente del
título (debentures, bonos, certificados
fiduciarios, etc.);

Públicos y privados: los primeros son los que emite el poder público, tal es el caso de los bonos del Estado; los segundos,
son los creados por los particulares; De pago, de participación y de representación: son títulos de pago aquellos cuyo
beneficio para el tenedor es el pago de un valor dinerario (un cheque, una letra de cambio). Los de participación permiten
intervenir en el funcionamiento de un ente colectivo (las acciones de sociedades). Y, los de representación son los que el
derecho incorporado significa la propiedad sobre un bien no dinerario: las mercaderías. Por eso se les llama a éstos,
títulos representativos de mercaderías.”

Clasificación legal
Los títulos de crédito los encontramos regulados en el libro III del Código de Comercio refiriéndolo nuestra legislación
como cosas mercantiles. Podemos definir “cosas mercantiles” como los bienes que integran la esfera patrimonial del
tráfico comercial. Así el Artículo cuatro del Código de Comercio expresa: “Cosas mercantiles. Son cosas mercantiles: 1º.
Los títulos de crédito. …” Nuestra legislación califica a los títulos de crédito como bienes muebles. De conformidad con la
teoría general de los bienes, una hoja de papel es, en sí misma, un bien mueble; pero el título de crédito, a partir de lo
que es, deja de ser un trozo de papel para convertirse en un derecho de exigencia poderosa, por lo que dejará de ser un
papel para pasar a ser un derecho por la incorporación que se hace sobre el mismo. En el libro tercero, título primero del
Código de Comercio se encuentra una clasificación de los títulos de crédito, siendo esta clasificación la siguiente:
Títulos nominativos
Se encuentran definidos en el Artículo 415 del Código de Comercio de la siguiente
manera: “Son títulos nominativos, los creados a favor de persona determinada cuyo
nombre se consigna, tanto en el propio texto del documento, como en el registro del
creador; son transmisibles mediante endoso e inscripción en el registro. Ningún acto u
operación referente a esta clase de títulos, surtirá efectos contra el creador o contra
terceros, si no se inscribe en el título y en el Registro.” Como lo indica nuestra legislación
guatemalteca esta clase de títulos debe ser creada a favor de persona determinada e
inscribir el nombre del titular en un registro especial que debe llevar el emisor del título,
ya que de no darse la inscripción antes referida el deudor no está obligado a reconocer
como tenedor legitimo, sino al que aparezca como tal en el título y en el registro creado
para el efecto. Cabe mencionar que la transmisión de esta clase de títulos de crédito
puede hacerse por cualquiera que las causas que el derecho reconoce como traslativo,
(ejemplo compraventa, donación, adjudicación, etc.) sin embargo, la naturaleza de la
transmisión de los títulos nominativos es mediante el endoso e inscripción en el
Registro. Esta clase de títulos pueden gravarse a través del derecho real de garantía de
prenda, y creo importante mencionar que para que 10 dicha pignoración sobre el título
nominativo sea efectiva, el título debe endosarse en garantía y anotarse el gravamen en
el registro del emisor del título. Entre los títulos nominativos puedo mencionar como
ejemplo los siguientes: a) los títulos de acciones de una sociedad, b) obligaciones de las
sociedades o debentures, c) certificado de depósito, d) el bono de prenda, e) las cédulas
hipotecarias, f) los certificados fiduciarios.

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