Historia y Tradiciones en La Enza de Las Cs Soc-Páginas-4-16,61-72
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Historia y Tradiciones en La Enza de Las Cs Soc-Páginas-4-16,61-72
La Geografía y la Historia han sido las materias de presencia permanente en el sistema educati-
vo argentino. Constituyeron un eje fundamental para la formación de la identidad nacional, en forma
más doctrinaria que razonada. Es decir, "... se ha pensado a las Ciencias Sociales con una función for-
mativa más que cognitiva". 2
La Geografía y la Historia que se enseñaban –y en muchos casos aún hoy se enseñan–, surgie-
ron asociadas a la filosofía positivista de fines del siglo XIX. En Geografía, los programas adoptaron la
idea de la preponderancia del medio natural sobre el hombre. La estructuración didáctica se realiza-
ba a partir de la secuenciación temática de los diferentes elementos del medio: los límites, el relieve,
los climas... hasta llegar, muy al final, a los hombres y las actividades económicas. Algo más tarde, se
incorporó la idea de región como objeto de estudio pero ésta era considerada como unidad cerrada
en sí misma y los elementos físicos, finalmente, eran sus organizadores.
La Historia enseñada –y que aún hoy pervive en el pensamiento de muchos profesores, maes-
tros y de la población en general– estaba centrada en las acciones realizadas por algunos personajes
(presidentes, jefes militares, caudillos) y un sujeto colectivo e indiferenciado, el pueblo o la nación
argentina. Era un relato de acontecimientos de orden político-institucional, organizados cronológica-
mente y plagado de enumeraciones y descripciones. Los golpes de estado, batallas, levantamientos
militares, sucesión de presidentes y sus obras de gobierno ocupaban el centro de la escena. Si bien se
estudiaban fenómenos de carácter social, como la inmigración o económicos, como las crisis, deva-
luaciones, etc., éstas se sumaban a la lista de acontecimientos sin relación alguna con las políticas del
período. Su carga moral, como "maestra de vida", privilegiaba el estudio de las actitudes y acciones de
los "héroes de la patria".
La Geografía y la Historia académica transitaron nuevos recorridos teóricos que transformaron su
sentido formativo, su metodología y su marco conceptual. No sucedió lo mismo en el Sistema Educativo.
Los contenidos que se enseñan cumplían una función útil en el pasado pero hoy carecen de significati-
vidad. Existen nuevas situaciones, nuevos problemas: resurgimiento de los nacionalismos y de las polí-
ticas xenófobas, profundización de las desigualdades sociales y económicas y de los problemas ambien-
tales. Los alumnos los conocen a partir de los medios de comunicación pero no siempre pueden inter-
pretarlos, contextualizarlos, ni encuentran relaciones entre ellos y lo que aprenden en la escuela. Esto
contribuye a alimentar la imagen que tienen –al igual que gran parte de la sociedad– tanto de la
Geografía como de la Historia: aburrida, poco significativa y aprensible sólo con la memoria.
Esta imagen incide en la posición que ocupa el área en la escuela. Es reconocida la tendencia en
los maestros del Nivel Primario a otorgar mayor importancia a las áreas de Lengua y Matemática res-
pecto de las de Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. Los contenidos de estas áreas se enseñan si en
G.C.B.A.
1 Tomaremos por tradiciones la definición que aporta Davini: "configuraciones de pensamiento y de acción que, construidas histórica-
mente, se mantienen a lo largo del tiempo, en cuanto están institucionalizadas, incorporadas a las prácticas y a la conciencia de los
sujetos. Esto es que, más allá del momento histórico que como matriz de origen las acuñó, sobreviven actualmente en la organización,
en el currículum, en las prácticas y en los modos de percibir de los sujetos, orientando toda una gama de acciones" (Diker-Terigi,
1997:110).
2 Reboratti, 1993: 9.
Las transformaciones que se han producido en el campo de la enseñanza de las Ciencias Sociales
devienen de procesos conflictivos que fuerzan a los profesionales de la educación a reformular sus
prácticas. Estos procesos pueden originarse en modificaciones de la política educativa o en cambios
en los paradigmas vigentes, disciplinares y pedagógicos. Las revoluciones en las concepciones de la
enseñanza suelen estar relacionadas con el surgimiento de nuevas corrientes epistemológicas en el
ámbito científico, "... distintas posturas en el campo de la filosofía de la ciencia dan lugar a distintos
planteos didácticos".4
En el campo de la formación, si bien se han incorporado nuevos contenidos de la didáctica
específica, éstos no devienen de una reflexión sobre el paradigma que les da sentido y, por lo tanto,
no permiten una revisión de las tradiciones que orientan las prácticas docentes. Pilar Benejam
(1997) ha realizado un exhaustivo análisis en torno a las tradiciones epistemológicas en el campo
científico y en el de la enseñanza de las ciencias sociales en la segunda mitad del siglo XX. La lec-
tura de este capítulo puede ser de gran utilidad para comenzar a revisar los supuestos ideológicos
que sustentan las tradiciones, presentes en las prácticas de la formación y condicionantes de los
desarrollos didácticos.
Teniendo en cuenta la concepción de la realidad, las formas del conocimiento y el rol del sujeto
cognoscente, en una muy breve síntesis siguiendo a Benejam (1997) y Davini (1996), podríamos men-
cionar las siguientes tradiciones de la Didáctica de las Ciencias Sociales:
Inspirada en la corriente de pensamiento social positivista y racionalista, la tradición tecnicis-
ta-eficientista concibe la realidad social como una estructura coherente, objetiva y racional que
puede ser reducida a modelos y teorías válidas, utilizando el método científico o hipotético-deducti-
vo. Se parte de la certeza metódica, el "objetivismo", la neutralidad política y la eliminación simbólica
del sujeto. Las propuestas didácticas basan sus desarrollos en la psicología conductista y en la expan-
sión de la planificación eficientista. El objetivo de la didáctica es enseñar al alumno un saber válido,
fiable y aplicable. "Todo ello se basa en el convencimiento de que un buen proceso de enseñanza dará
como resultado un buen producto, de aquí el interés de esta escuela de pensamiento por construir
taxonomías o clasificaciones de capacidades (Bloom, 1979) (Gagné, 1987), o de objetivos y sistemas
G.C.B.A.
fiables de evaluación." 5
A partir de la revolución teórica de la Escuela Crítica en ciencias sociales (Adorno, Horkheimer y
Marcuse), del impacto del reproductivismo correspondiente a la teoría de los sistemas simbólicos de
ciones con el contexto nacional e internacional y en la metodología de enseñanza, entre otros aspec-
tos. La escasa divulgación de las producciones científicas, y la ausencia de mecanismos instituciona-
les de formación permanente con impacto en la práctica de la enseñanza, son algunas de las causas
que explican la permanencia de concepciones que perduran tanto en el pensamiento social dominan-
asignatura. Es decir, si el profesor es de Historia, las unidades desarrollan contenidos de esa disciplina y
son escasos los de Geografía. Sucede a la inversa si la materia está a cargo de un profesor de Geografía.
La enseñanza reflexiona sobre el problema de la percepción o la interpretación personal que los
alumnos hacen de sus experiencias. Se trabaja la exploración de ideas previas y las interpretaciones
8 G.C.B.A., Secretaría de Educación, Dirección General de Planeamiento, Dirección de Currícula, Pre Diseño Curricular para la Educación
CARACTERIZACIÓN DE LA MATERIA
G.C.B.A.
El enfoque de esta unidad curricular se orienta hacia la superación de tres de los problemas de
la enseñanza del área en la formación docente:
- los contenidos de la enseñanza –que como se sabe, no equivalen a los contenidos disciplinarios sino
que constituyen una construcción didáctica sobre los mismos–;
- las condiciones de su apropiación desde la perspectiva de quien aprende;
- los criterios para construir estrategias de enseñanza en torno a contenidos específicos;
- las características de las situaciones específicas en que tendrá lugar la enseñanza, en función de los
contextos concretos de actuación".
Sobre los contenidos de la “Enseñanza de las Ciencias Sociales”, y específicamente sobre la pro-
blemática de la extensión-profundidad con que se aborden los mismos, se sugiere el trabajo en pro-
fundidad a partir de temas centrales cuyo estudio sirva a modo de enfoque paradigmático.
Las Ciencias Sociales persiguen como objetivo el análisis y la explicación de la realidad social a
partir del método científico propio de las disciplinas que integran el área. El Documento de trabajo nº1
de Actualización Curricular de la Municipalidad de Buenos Aires (1995) define la realidad social en los
siguientes términos:
"La realidad está constituida por grupos humanos, con todo aquello que pueden aportar de his-
toria, de cultura, ritos, tradiciones, las infraestructuras materiales construidas por el hombre, los ren-
dimientos de producción y los sistemas institucionales que el hombre ha elaborado (políticos, econó-
micos, organizativos). La realidad social testimonia la manera en que las sociedades humanas se orga-
nizan y funcionan para satisfacer en primer lugar las necesidades de alimentación, de refugio, de salud,
G.C.B.A.
de educación y de trabajo." 12
Desde esta concepción, la realidad social es concebida como una totalidad compleja, única, con-
flictiva y dinámica que involucra tanto al presente como al pasado pues el presente es una construc-
ción social permanente en el tiempo.
Es una realidad compleja pues constituye un entramado de relaciones sociales en la que se
12 UNESCO, 1977.
siguiente manera: [...] "Conceptos estructurantes del área: son aquellos que nos permiten organizar, reconstruir, y comprender la rea-
lidad social. Es decir, aquellos conceptos fundamentales para comprender el área y que están presentes en cualquier temática y a par-
G.C.B.A.
tir de los cuales se pueden relacionar otros conceptos que cobran significado particular en tanto se consideren en conjunto.
Diferenciamos aquellos que son propios: - del área (por ejemplo, identidad, conflicto, continuidad, cambio, complejidad, espacio social,
sujeto, tiempos históricos, normativa, multiperspectividad, multicausalidad, etcétera); - de las disciplinas que conforman el área (por
ejemplo, ley, estado, instituciones, mercado, intercambio, ideología, representación del espacio, medio natural, circuito productivo,
espacio percibido, proceso, duraciones, sincronía, diacronía, cultura, valores, diversidad, etcétera); - de la didáctica (por ejemplo, sabe-
res previos, psicogénesis, modelos didácticos, componentes didácticos, marco teórico, transposición didáctica, etc.)". En H. Ferrata y E.
Botte. La investigación pedagógica en el proceso de construcción de proyectos curriculares institucionales, G.C.B.A., Secretaría de
Educación, Dirección de Formación Docente Continua, 1996, págs.141-142.
Espacio
"El espacio es el campo de la realidad sobre el que trabajan los geógrafos." 17 La Geografía que se
produce en los ámbitos académicos investiga cómo las personas, integrantes de una sociedad que no
es igualitaria ni armónica, van construyendo un espacio a lo largo del tiempo. Es decir, el espacio se
concibe sólo desde una perspectiva social. Como lo define Vesentini, W.,18 "El espacio social construi-
do por el trabajo humano no es más, al fin de cuentas, que la naturaleza reelaborada en un proceso his-
tórico en el cual lo que más importancia adquiere son los hombres: su nivel de desarrollo tecnológico,
sus intereses económicos y políticos, sus contradicciones y sus conflictos".
A diferencia de los enfoques tradicionales en donde el medio natural se constituye en el elemen-
to determinante de la organización del espacio, en esta propuesta los elementos de la naturaleza no
conforman el centro de estudio sino un elemento de diferenciación espacial. En cada momento histó-
rico la utilización del territorio va cambiando de acuerdo con cómo se van entretejiendo las condicio-
nes económicas, políticas y culturales, por lo cual el espacio está en permanente transformación.
Tiempo histórico
Toda experiencia social está impregnada de temporalidad. Aunque tiempo atrás era un campo
de estudio exclusivo de la Historia, hoy las ciencias sociales analizan la realidad en términos de pro-
cesos aludiendo al dinamismo de la experiencia social. El acontecimiento como hecho histórico sin-
gular, único e irrepetible, ha dejado de ser la unidad de análisis del devenir histórico para dejar paso
a la idea de proceso.
Analizar la temporalidad de un proceso implica:
- Considerar la relación dialéctica entre pasado, presente y futuro como un continuum histórico ya
que el pasado da sentido al tiempo social presente y permite proyectar hacia el futuro. Pero a la vez,
la incertidumbre sobre el futuro, fruto de las problemáticas presentes, orientan el estudio sobre el
pasado.
- Identificar la anterioridad, la simultaneidad y la posterioridad de los hechos sociales incorporando
una mirada sincrónica y diacrónica del devenir histórico.
G.C.B.A.
- Percibir los cambios y permanencias, las rupturas y continuidades, los ritmos y duraciones (el tiem-
po corto o de los acontecimientos, el tiempo medio o de las coyunturas y el tiempo largo o de las
estructuras) que explican la trama compleja en la que se insertan los fenómenos sociales. "Quien ana-
liza un momento preciso, una coyuntura, encuentra allí el cruce de procesos de duraciones diferentes;
Actores sociales
Los actores sociales –individuos, grupos, instituciones– interactúan, dirimen sus contradicciones
y viven experiencias que se plasman en la historia de las sociedades. A partir del análisis de diferen-
tes actores sociales podemos reconocer la heterogeneidad de la sociedad, las relaciones de poder y el
carácter conflictivo de la realidad social, entre otros aspectos.
La multiplicidad de actores requiere identificar aquellos que se relacionan con el proceso social
que se estudia, sus intereses y grado de participación. El Estado, las burocracias, oligarquías, partidos
políticos, Iglesia, grupos de presión entre otros, son especialmente relevantes cuando se analiza un
proceso político. Pero para comprender la realidad social no vasta con conocer quiénes la construyen.
Se debe analizar, además, las diferentes visiones que tienen los actores sobre los acontecimientos,
problemas o conflictos de la realidad y diferenciarlas de las que realiza el analista social.
Multicausalidad
Si tenemos en cuenta que las Ciencias Sociales estudian la realidad social que se caracteriza por
su complejidad, para poder interpretarla y explicarla surge la necesidad de identificar las múltiples
variables y las múltiples dimensiones. De la interrelación de todas ellas surge el principio de la multi-
causalidad.
Existen criterios diferentes para identificarlas:
G.C.B.A.
- Causas racionales y reales, son las que pueden ser aplicables a otras situaciones históricas y sirven
para las generalizaciones, y causas irracionales o accidentales que no pueden generalizarse, son exclu-
sivas de un proceso histórico específico.20
19 Romero, 1996.
20 Carr, 1984.
Además de identificar la distinta naturaleza de las causas, la comprensión de los procesos his-
tóricos requiere analizar y argumentar de qué formas éstas inciden en el origen y el desarrollo del pro-
ceso. "El principio de la multicausalidad de los procesos sociales muestra, por un lado, el carácter dife-
renciado y múltiple de las causas que los producen y, por el otro, el entramado que con ellas construye
el cientista social." 21
los intereses de los grupos allí localizados, a lo sumo podían ejercer una cierta influencia en las
zonas aledañas. En cambio, después de la Revolución Industrial, la organización territorial de los
espacios, incluso en la escala local, puede tener relación con agentes y fenómenos que no se
21 M.C.B.A., Secretaría de Educación, Dirección de Currículum, Ciencias Sociales, Documento de trabajo nº 1, Actualización Curricular, 1995.
22 Lacoste, 1977: 28 y siguientes.
23 Villa y otros, 1992.
Cultura
García Canclini25 señala que durante años se pretendió encontrar una definición de cultura que
fuera satisfactoria y operativa. Es decir, encontrar el paradigma de mayor capacidad explicativa.
Dentro de las definiciones de cultura, la más difundida es la que se asocia con educación, ilus-
tración, refinamiento, información. Sería una acumulación de conocimientos y aptitudes intelectua-
les y estéticas. Esta concepción conlleva el supuesto que haya una sola cultura, un único conjunto de
conocimientos y valores estéticos que merecerían la pena difundir: los producidos por la cultura occi-
dental esencialmente europea.
Más tarde, se contrapuso el concepto de cultura a naturaleza. Si bien esta concepción tuvo
muchas críticas, ayudó a superar las formas más primarias del etnocentrismo. "Permitió pensar que la
cultura era lo creado no sólo por todos los hombres, sino por todas las sociedades en todos los tiempos.
Toda sociedad tiene cultura, por lo tanto no hay razones para discriminar o descalificar a las otras."26
La consecuencia de esta definición fue el relativismo cultural.
Otra distinción opone cultura a sociedad. Para autores como Pierre Bourdie la "... sociedad es
pensada como el conjunto de estructuras más o menos objetivas, que organizan la distribución de los
medios de producción y el poder entre los individuos y los grupos sociales y que determinan las prácti-
cas sociales, económicas y políticas". 27 Dentro de esta corriente se llega a una definición operativa,
compartida por varias disciplinas, que sostiene que la cultura abarca "el conjunto de los procesos
sociales de significación..." 28 Es decir, la cultura circula, se produce y se consume en la sociedad.
G.C.B.A.
de Periodismo y comunicación, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata, 1997.
26 Ibid., pág. 32.
27 Ibid., pág. 33.
28 Ibid., pág. 35.
Poder
El poder es uno de los fenómenos más difundidos en la vida social. Se puede decir que no exis-
te relación social en la cual no esté presente, de alguna manera. Por ello se lo emplea para interpre-
tar los más diversos aspectos de la sociedad aunque su campo de estudio más específico es el de la
política.
Entendido en sentido específicamente social y siguiendo a Bobio,30 el poder puede ser definido
como la capacidad de un individuo o grupo para determinar la conducta de otro individuo o grupo.
Para estudiar un cierto poder, es preciso especificar la persona o el grupo que lo retiene, la persona o
grupo sobre el cual se lo ejerce y también la esfera de actividades a la cual el poder se refiere (esfera
del poder). Ésta puede ser más o menos amplia o delimitada.
El análisis social a partir de la categoría de poder implica tener en cuenta los siguientes aspec-
tos que conforman las nociones implicadas en el concepto:
- El poder puede ser la simple posibilidad de determinar la conducta de otros (poder como posibilidad
o poder potencial) o la acción, el ejercicio del poder (poder efectivamente ejercido o poder actual).
- Es importante analizar el grado de intencionalidad de quien ejerce el poder y el de la voluntariedad
de quien acata el poder.
- Las posibilidades del ejercicio del poder dependen, por un lado, de los recursos disponibles que dis-
pone el que quiera ejercerlo (riqueza, fuerza, información y conocimiento, prestigio, legitimidad,
popularidad, amistad, etc.) y de la habilidad para convertir esos recursos en poder. Por otro lado, de
la disposición de quien acata el poder que deviene de la escala de valores prevaleciente en el ámbito
social en el que se mueve. Por lo tanto, el poder deriva tanto de la posesión o del uso de ciertos recur-
G.C.B.A.
sos como de la existencia de determinadas actitudes de los sujetos implicados en la relación (percep-
ciones o imágenes sociales del poder y expectativas o reacciones previstas).
- Los modos específicos en que los recursos pueden ser usados para ejercer poder (modos de ejercicio
del poder) son múltiples: desde la persuasión hasta la manipulación, desde la amenaza de un castigo
Los procedimientos relacionados con la investigación son contenidos jerarquizados en las direc-
tivas y propuestas de la actual Reforma Educativa. La importancia de estos procedimientos no se vin-
cula con la acumulación de más información ni con la producción de conocimientos disciplinares ori-
ginales sino con las posibilidades que brindan para comprender la realidad, analizarla y explicarla. Es
decir, remiten a las estrategias requeridas para avanzar en el estudio de los problemas de la realidad
social. En el contexto de la formación docente para la escuela primaria se deben propiciar las compe-
tencias que tiendan a conocer los caminos, los recursos y las técnicas vinculados con la organización
del trabajo de investigación: el tratamiento de la información recogida, el análisis crítico y la comu-
nicación de la misma. Este proceso formaría parte del aprendizaje y del "modo de pensar" de las dis-
ciplinas que integran el área de las Ciencias Sociales.
Para poder concretar estos objetivos, se proponen los siguientes contenidos:
▲ Interpretación.
▲ Comunicación.
dan, en primera instancia, problematizar la realidad para encontrar preguntas motivadoras, desafian-
tes, que inviten a los alumnos a ver y a pensar la realidad en términos de problemas, de conflictos;
que permitan imaginar una posibilidad de cambio, de una realidad mejor.
El diseño de las tareas consiste en definir los caminos que se van a seguir. Ellos estarán orienta-
dos a la búsqueda de explicaciones pertinentes. Este momento es de gran importancia ya que se debe-
rán tomar decisiones fundamentales para conducir y organizar la tarea investigativa: la organización
de los grupos, la distribución de actividades y los procedimientos a seguir.
Los enfoques dentro de una disciplina, en este caso la Geografía, sólo se entienden si se los con-
textualizan históricamente, es decir, teniendo en cuenta los procesos sociales que les dieron origen y
las funciones que ese conocimiento cumplió en cada momento histórico.
A modo de ejemplo, los imperios de la antigüedad produjeron geografías del mundo tal como lo
conocían a partir de sus viajes y de su interés por el movimiento de mercancías, tropas, migraciones
de pueblos. Se describían y reproducían cartográficamente los ríos, las montañas, las bahías, los pue-
G.C.B.A.
blos y sus costumbres. "En este sentido, el conocimiento del espacio se tornaba estratégico y era con-
trolado por el poder, y hace referencia concreta a una forma de organizar un extenso territorio extra-
nacional." 3
Con la aparición de las formas de capitalismo mercantil, industrial y financiero acompañadas de
3 Ferrero, A.; O. Morina y A. Villa. ¿Qué Geografía enseñamos?, Documento de trabajo, Proyecto Pedagógico para los Ciclos Superiores
4 Capel, H. y L. Urteaga. Las nuevas geografías, Madrid, Aula Abierta Salvat, 1982.
La Geografía junto con la Historia ha sido una de las materias de presencia permanente en el
Sistema Educativo argentino. Este hecho puede interpretarse en relación con los objetivos pedagógi-
cos asignados al área de Ciencias Sociales a lo largo de la historia de la educación en la Argentina. En
este sentido desde mediados del siglo XIX y hasta la actualidad "... ha tenido un eje fundamental: la
formación de la identidad del individuo, tanto individual como colectivo, y en forma más doctrinaria
que razonada". 5
Por el contrario, el área de Ciencias Sociales nunca incluyó entre sus objetivos explícitos el brin-
dar conocimientos válidos para la comprensión y la explicación de la realidad social a partir de la ense-
ñanza de conceptos utilizados por las distintas disciplinas que la conforman. Es decir, "... se ha pensa-
do a las Ciencias Sociales con una función formativa más que cognitiva". 6 Además paradójicamente,
la Geografía y la Historia debieron condensar todos los conocimientos sobre la realidad social cuan-
do habían sido concebidas como instrumentos para la formación ética antes que como espacios de
estudio y discusión crítica.
La Geografía que se enseñaba –y en algunos casos aún se enseña–, responde a dos corrientes de
fines del siglo XIX y principios del XX, el determinismo y el posibilismo. Del positivismo los programas
adoptaron la idea de la preponderancia del medio natural sobre el hombre. La estructuración didácti-
ca de los mismos se realiza a partir de la secuenciación temática de los diferentes elementos del
medio: los límites, el relieve, los climas... hasta llegar, muy al final, a los hombres y las actividades eco-
nómicas. Esta secuencia se repite año tras año naturalizando la forma de aprender y enseñar
Geografía. Cada tema se enseñaba por separado y el objetivo principal es el aprendizaje de datos,
generalmente confundidos con información.
Algo más tarde, a los programas se agregaron aportes del historicismo posibilista con la idea de
región entendida como el objeto de estudio de la Geografía. Pero las regiones eran consideradas como
unidades cerradas en sí mismas y los elementos físicos, finalmente, eran sus organizadores. En sínte-
sis, se abordaba el estudio de las regiones reproduciendo el listado temático de la Geografía General.
Los contenidos de la asignatura, además de fragmentados, se enunciaban en forma neutraliza-
da; la problematización estaba totalmente ausente. La localización y la descripción de los fenómenos
eran sus objetivos centrales. Esta Geografía correspondió a un mundo diferente, creyente del progre-
so y de la expansión de un sistema económico hegemónico.
La Geografía académica recorrió nuevos caminos teóricos –como se desarrolló en el apartado
anterior–, pero sus transformaciones no llegaron al resto del Sistema Educativo ya que ambas geo-
grafías se separaron. La Geografía positivista y posibilista se refugió en los Institutos de Formación
Docente, formando maestros y profesores que reprodujeron estas corrientes en las escuelas primarias
y secundarias.
En otras palabras, la Geografía escolar parece que por muchas décadas tuvo un cuerpo propio
de contenidos, divorciado de los cambios que se venían dando en las universidades y esencialmente
G.C.B.A.
de la realidad misma. Ese cuerpo de conocimientos cumplió una función, fue útil en el pasado, adop-
tando particulares visiones del mundo que la escuela se ocupó de tomar y reproducir. Al mismo tiem-
po, la atemporalidad con que se desarrollaban esos contenidos lo presentaban como objetivos y neu-
5 Reboratti, C. "La geografía en la escuela secundaria: de inventario intrascendente a herramienta de comprensión", en Geographikós,
Asumiendo el riesgo que implican las clasificaciones muy generales, podríamos acordar que
durante el periodo "profesionalista" de la historia –siglos XIX y XX– han reinado dos paradigmas:7 la
Historia Tradicional o viejo paradigma histórico y la Nueva Escuela e Historia Social, representando el
nuevo paradigma.
La Historia Tradicional, que encontró en Leopold von Ranke (1795-1886) a su exponente más
consciente, se caracterizaba por ser narrativa, acontecimental, política, biográfica; descriptiva, histo-
rizante; historia desde arriba en la que los documentos constituían las fuentes naturales de los his-
toriadores.8 A fines del siglo XIX, este modelo historiográfico gozaba de una preeminencia ideológica
y científica indiscutida: encarnaba el método positivista que, sustentado en su excelencia erudita, per-
mitía otorgar legitimidad al proyecto de construcción y defensa de la nacionalidad y el Estado, tanto
en Europa como en América.
La revolución historiográfica del siglo XX derrocó, en buena medida, de su pedestal a esta historia
heredada del siglo XIX. A partir de la Segunda Guerra Mundial –con importantes antecedentes en el pe-
ríodo de entreguerras y al calor del optimismo de la época, signado por el desarrollo económico y tec-
G.C.B.A.
7 Cabe aclarar –siguiendo a Kuhn– que el concepto paradigma alude a su sentido más genérico, como matriz disciplinar o paradigma
compartido, atendiendo al pluralismo de los elementos teóricos, metodológicos y normativos que gozan del consenso de los especia-
listas. Este paradigma plural, general, contiene por su parte paradigmas particulares relacionados entre sí, que en el caso de la Historia
estarían representados por las escuelas historiográficas. A su vez, podemos reconocer en ellos paradigmas, ejemplos que son las obras
clásicas de cada disciplina, subdisciplina o temática, fundamentales en la enseñanza y en la iniciación a la investigación en cada área
del conocimiento.
8 Barros, C. “El paradigma común de los historiadores del siglo XX”, en Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, nº10, año VI,
Los aportes de la Historia Social de los historiadores marxistas británicos: la Historia como procesos de
cambio
La Historia Social de los historiadores marxistas británicos reconoce tres antecedentes funda-
mentales. En primer lugar, la tradición individualista liberal o "interpretación Whig de la historia" que
G.C.B.A.
9 La derrota del facismo, las políticas del Estado de Bienestar-Keynesiano y una imagen exitosa del sistema soviético favorecieron el
desarrollo de la izquierda moderada, un clima de liberalización social generalizada y una revolución cultural con profundo impacto en
la intelectualidad.
10 Véase Braudel, F. Historia y ciencias sociales: la larga duración, Historia Social, Estudios Monográficos, Facultad de Filosofía y Letras,
UBA, 1966.
11 Santos Juliá. Historia social / sociología histórica, España, Siglo XXI, 1989, 1º edición, pág. 40.
12 Dentro de la tradición humanista, la corriente socialista está representada por los trabajos de Webb, Cole y los Hammond.
13 Santos Juliá, op. cit., pág 32.
A partir de las décadas de 1960 y 1970, comienzan a desarrollarse nuevas producciones his-
toriográficas que abordan una gran variedad de temáticas: desde el crimen y el sexo hasta el aná-
lisis de culturas populares. "... todo parece poder –y entonces debía– devenir objeto de la historia.
Todo: la familia, la sexualidad, las edades, las creencias y los sentimientos, lo simbólico y las repre-
sentaciones..."14
Diversos factores han incidido en esta dispersión historiográfica: la búsqueda de respuestas a los
diversos conflictos sociales y movimientos de protesta que se desarrollaron en esa época en cada
región; la relación que los historiadores establecieron con otras Ciencias Sociales como la Etnología,
la Demografía, el Urbanismo o la Sociología y la desigual influencia de las anteriores tradiciones.
La diversidad de teorías explicativas y de metodologías –además de la dispersión de sus objetos–
no permiten identificarlas con una nueva escuela. En los estudios sobre los sectores populares, por
ejemplo, no sólo se incorporaron nuevos aspectos (su cultura, su mentalidad, su lenguaje o en su vida
diaria, el ocio, la bebida, el deporte, las canciones o el music-hall), también difiere el tipo de análisis.
En algunos casos, se busca estudiar las relaciones de poder en el campo cultural; en otros, simple-
mente construir una historia de las manifestaciones culturales. Ejemplos de ellos son los trabajos de
Gareth Stedman Jones o George Rudé, herederos de la tradición marxista, y los de Richar Cobb que
rechaza cualquier teoría social.
Dentro de esta renovación historiográfica se encuentra la microhistoria que tiene en Carlo
Ginzburg –El queso y los gusanos o El retorno de Martín Guerre– uno de sus máximos exponentes. Se
trata de una historia que reduce su foco hasta centrarlo en un solo individuo, pero a través de él recons-
truye a la sociedad a la vez que recupera el acontecimiento y el gusto por la estructura narrativa.
Otro caso es el desarrollo de la nueva Historia social en Estados Unidos de América. Más que el
influjo recibido por los annalistas franceses o los marxistas británicos, sus características devienen de
las preocupaciones políticas y sociales y de su relación con las otras ciencias. Los nuevos movimien-
tos por la igualdad de derechos de la mujer o contra la discriminación racial y la guerra, se reflejaron
en los estudios de género, minorías étnicas y jóvenes.
Una mención aparte merecen los trabajos de Francois Furet, en especial su libro más conocido
Pensar la Revolución Francesa. En él, y como reacción a la interpretación marxista, este historiador
revisionista desarrolla, siguiendo el camino antiteorético iniciado por Alfred Cobban en 1950, una
tarea descontructiva del proceso desdibujando las categorías imprescindibles para el materialismo
histórico como "burguesía" y "nobleza", descomponiendo el proceso revolucionario en detrimento de
su unidad histórica y resaltando la autonomía de lo político y cultural, entre otros aspectos.
De toda esta especialización temática y proliferación teórica y metodológica en el campo histo-
riográfico, se pueden señalar dos consecuencias. Por un lado, la fragmentación de la Historia en sub-
disciplinas como la Demografía o la Historia urbana, constituyéndose en campos autónomos. Por otro,
la pérdida, si no en la teoría al menos en la práctica, de la ambición totalizadora de la Historia. Se ha
G.C.B.A.
abandonado el estudio de los grandes procesos, de la sociedad en su conjunto así como los grandes
temas como la formación del Estado nacional, los procesos de industrialización o la transición del feu-
dalismo al capitalismo.
14 Revel, J. “Historia y Ciencias Sociales en Estudios Sociales”, Revista Universitaria Semestral, Nº 10, Año VI, Primer Semestre, Santa
"Para algunos –según R. Chartier–, el siglo XX habría sido el del ´fin´ de la historia o, al menos, el
de su ´crisis´. En Oslo15 se comprobó que el tiempo de los cuestionamientos ha sido un tiempo de dis-
persión: todas las grandes tradiciones historiográficas, por largo tiempo identificadas con una escue-
la, institución o revista, han perdido su unidad. Todas han estallado en proposiciones diversas, con fre-
cuencia contradictorias, que multiplicaron los objetos, métodos e ´historias´. ¿Debemos deplorarlo? No,
por cierto, si pensamos que el siglo XX, herido por tantos horrores y sufrimientos, también ha sido el
siglo de los reencuentros y los mestizajes cuya vivencia cotidiana no siempre está libre de tensiones o
conflictos. Pero, como lo demuestran las experiencias estéticas, los préstamos recíprocos y los injertos
inesperados pueden dar frutos magníficos.
“Sin duda, en el siglo XXI la historia se caracterizará por las hibridaciones: entre tradiciones, entre
metodologías, entre disciplinas." 16
Para otros –como J. Fontana–, los historiadores deben superar la fragmentación y retomar un
camino –aunque renovado– hacia las grandes explicaciones históricas:
"Pienso que somos muchos los que consideramos necesario recuperar el sentido de globalidad –la
consideración de la historia como ciencia que intenta abarcar lo humano en su conjunto y explicar, con
ello, el funcionamiento de la sociedad– y que deseamos seguir orientando nuestro trabajo de acuerdo
con un objetivo que trascienda la ciencia, como es el de explicar el mundo real y enseñar a otros a verlo
con ojos críticos, para ayudar a transformarlo.[...] 'Globalización', o sea, voluntad de recoger los frag-
mentos de una historia troceada para reconstruir una visión unitaria del hombre en todas sus dimen-
siones, desde su alimentación hasta sus sueños, con el fin de superar las consecuencias del fraccio-
namiento cientifista que nos está conduciendo a investigar minucias carentes de relevancia fuera del
ámbito estricto de la profesión, y a publicar los resultados en revistas y monografías que sólo leen otros
miembros de la 'tribu'." 17
Más allá de las discusiones que caracterizaron el fin del milenio, existen acuerdos que guían las
prácticas profesionales de los historiadores:
- Priorizar el análisis de las estructuras (económicas, políticas, mentales, etc.) aun cuando lo que se
abordara con ese fin fuera un caso microhistórico.
- Descubrir nuevos aspectos de las realidades pasadas susceptibles de ser historizados, desde el modo
de producir hasta el modo de representar la muerte o de concebir la "libertad".
- Privilegiar el estudio de los grandes procesos de cambios de larga y media duración, inscribiendo en
ellos las explicaciones de los acontecimientos.
- Interesarse por la suerte y el papel histórico de los distintos colectivos sociales o culturales, sin olvi-
dar las bases de las pirámides, "ni las pequeñas acciones de los hombres anónimos" (Historia desde
abajo).
- Considerar que una leyenda campesina, una pintura, una receta de cocina, una serie de precios, o
G.C.B.A.
los testimonios orales de los protagonistas de un hecho histórico, pueden decirnos muchas más cosas
sobre el pasado que un "documento oficial".
15 Entre el 6 y el 13 de agosto del corriente año, se realizó el XIX Congreso Internacional de Ciencias Históricas en Oslo, con la parti-
La objetividad en la Historia
La explicación en Historia
La explicación histórica parte de aceptar a las sociedades y al hecho social como una determi-
nación social en la cual la causalidad histórica no sea reductible a la voluntad de individuos humanos
concretos ni resultado de la mera suma de esas voluntades. La multicausalidad se impone como prin-
cipio explicativo.
"La Historia social implica, por consiguiente, alguna teoría de la causación de los fenómenos que
investiga. Es más, frente al historiador positivista y político contra el que se rebeló –aquel que da por
supuesto que la mejor manera de la explicación causal en historia consiste en poner un hecho detrás
de otro– el historiador social construye su objeto específico en estrecha relación con la teoría de cau-
salidad social que sirva de supuesto a su explicación." 19
Si bien nadie entiende hoy que la causa histórica funcione como ley natural, no existen acuer-
dos para definir la causación histórica. Al pluralismo cognitivo y temático del nuevo paradigma his-
toriográfico, le corresponde una explicación plural. La teoría causal dependerá de la tradición o la
escuela en que se sitúe el historiador pues existe una estrecha relación entre los distintos objetos o
temáticas de estudio y los diversos tipos de explicación utilizados. Los estudios de E. P. Thompson, por
G.C.B.A.
ejemplo, focalizados en el nacimiento de la clase obrera guardan una estrecha relación con su recha-
zo a la teoría de la causalidad estructural y su explicación a partir de las acciones de un sujeto histó-
rico colectivo.
18 Dei, D. “Paradigmas y paradogmas en las Ciencias Sociales”, en Revista de la Facultad de Filosofía, Ciencias de la Educación y
Durante un siglo, la confrontación entre la Historia y las Ciencias Sociales ha originado un deba-
te difícil y cambiante que aún hoy se encuentra enteramente abierto.
A fines del siglo XIX y principios del XX, frente al antiguo origen y presencia de la Historia en el
ámbito académico, las ciencias sociales recién llegadas –la Antropología, la Sociología o la Ciencia
Política–, encontraron difícilmente su lugar y reconocimiento. Es desde la última ciencia social en apa-
recer, la Sociología, de donde vendrá la primera propuesta de unificación de las Ciencias Sociales.
Durkheim y sus discípulos proponían la incorporación del método sociológico al empirismo histórico.
La especificidad de la Historia era redefinida y limitada: podía y debía abrir la dimensión del tiempo a
la experimentación sociológica. Para ellos nada justificaba la división disciplinaria. Sin embargo, la
propuesta de Durkheim no logró la necesaria adhesión y fracasó.
En 1929, Marc Bloch y Lucien Febre –representantes de la primera generación de Annales–, pro-
pusieron un intercambio entre la Historia y las Ciencias Sociales de un carácter distinto del anterior.
Sostenían que los acercamientos de la Historia al presente que estudiaban las Ciencias Sociales y de
éstas al pasado permitirían enriquecer tanto la experiencia del pasado como la interpretación de lo
contemporáneo. Para los historiadores, la complejidad del tiempo social y el objeto común, el hombre
en sociedad, resultaban servir de ejes al encuentro interdisciplinario.21
En 1958, Fernand Braudel reivindicó el carácter central de la dimensión temporal en el análisis
de los hechos sociales. La Historia –sostenía Braudel– puede ofrecer a "nuestros vecinos de las cien-
cias del hombre: economistas, etnógrafos, etnólogos (o antropólogos), sociólogos, psicólogos, lingüis-
tas, demógrafos, geógrafos y aun especialistas en matemáticas sociales y estadísticas [...es] una noción
cada vez más precisa de la multiplicidad del tiempo y del valor excepcional del tiempo largo. Esta últi-
ma noción, más que la historia misma –la historia de cien rostros–, debería interesar a las ciencias
sociales, nuestras vecinas".22 De esta manera, los Annales no sólo definieron la relación entre Historia
y Ciencias Sociales, sino también construyeron una práctica de esa relación.
En las experiencias posteriores los intercambios interdisciplinarios devienen en una serie de ten-
G.C.B.A.
ISBN 987-549-011-3. Permitida la transcripción parcial de los textos incluidos en esta carpeta, hasta 1000 palabras, según Ley 11.723, art. 10º, colocando el
"anarquía epistemológica" y a la crisis de los paradigmas unificadores "que habían servido de arqui-
apartado consultado entre comillas y citando la fuente; si éste excediera la extensión mencionada deberá solicitarse autorización al editor. Distribución gratuita.
tectura englobante al desarrollo de las Ciencias Sociales", y proponen una re-disciplinarización parcial.
Otros, en cambio, consideran que los estudios interdisciplinarios son el único camino posible frente a
la excesiva especialización que prevalece en el desarrollo de la ciencia contemporánea.
Sin embargo, todos acuerdan en garantizar una circulación efectiva de conocimientos fundada
sobre la autonomía y sobre la diferencia de los puntos de vista y de procedimientos de trabajo. "No se
trata entonces de re-encerrar el espacio científico en nombre de particularismos disciplinarios, sino
de desplegar una pluralidad de proyectos que no se superpongan unos a otros."25
En este tránsito de fronteras abiertas –utilizando la metáfora de E. Carr– fluido y de doble direc-
ción, el rol de la Historia es contribuir con la historicidad al conjunto de las Ciencias Sociales.
G.C.B.A.
23 Véase Dogan, M. y R. Pahre. Las nuevas ciencias sociales, México, Grijalbo, 1993.
24 Véase Roberto Follari.
25 Revel, J. op. cit., pág. 20.