1 Samuel

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1 SAMUEL

1 INTRODUCCION.
1.1 ESCRITOR SAGRADO:
El libro de Samuel fue nombrado conforme a su autor Samuel, el último de los jueces y el gran hacedor de reyes (Él
tuvo la oportunidad de ungir los primeros dos reyes: Saúl y David). Originalmente, 1 y 2 de Samuel eran un solo tomo,
llamado El libro de Samuel,” o simplemente “Samuel.” En la Septuaginta griega ellos eran designados con los “Libros de
los Reinos.” Los libros de Samuel eran “I y II Reinos,” y los libros de los Reyes, “Tercera y cuarta de Reinos.” En el canon
hebreo, los libros de Samuel fueron divididos y eran llamados Primero de Reyes. Los dos libros de Reyes fueron
combinados y fueron llamados Segundo de Reyes. Los libros fueron divididos cuando la traducción de la Septuaginta fue
producida en el siglo segundo a. C. “Samuel” significa escuchado de Dios (1S 1:20).

1.2 FECHA DE REDACCION: Aproximadamente 1100—1050 a. C.


1.3 CONTEXTO HISTÓRICO
El primer libro de Samuel marca el final del Período de los Jueces, y el comienzo de la
monarquía en Israel. El profeta Samuel representa esta transición, ya que él fue el último juez
en Israel, y también él ungió a los primeros dos reyes: Saúl y David.

Para entender esta transición de jueces a reyes, debemos dar un vistazo al período de los
jueces. Hay dos versículos que describen cuál fue el principal problema en ese período
histórico (Jue 17:6, 21:25).

En el “período de los jueces” en Israel, sus líderes no eran reyes sino jueces. Veamos a
continuación cuál es la diferencia entre un gobierno de jueces y de reyes:

En Israel, el juez era una figura de autoridad. Éste no recibía su posición por herencia, sino
que su autoridad era reconocida por su conocimiento de la ley (heb. Torá: instrucción de Dios).
El Juez era considerado como un líder político, pero sobre todo como guía moral; el pueblo acudía ante él para resolver sus
conflictos. Por lo general, el Juez servía como líder dentro de su propia tribu, aunque en ocasiones su autoridad se extendía
a las tribus vecinas y aun a toda la nación. El juez no recibía su “nombramiento” de alguna autoridad superior, sino que el
pueblo lo reconocía por su liderazgo y sabiduría. En Israel, la autoridad superior era Dios, de quien emanaba la Ley.

En contraste, el rey es un líder político a nivel nacional. Por lo general, se recibe esta posición de forma hereditaria, o por
reconocimiento de una autoridad superior. En una nación que tiene rey, no hay autoridad superior a él; por ello, existe el
peligro que el rey abuse de su poder.

“No había Rey”. Debemos preguntarnos: ¿En realidad, no había rey en Israel en el período de los jueces? En teoría, los
israelitas debían considerar a Dios como el Rey de Israel, pero en la vida diaria no lo reconocieron, porque “ cada quien
hacía lo que bien le parecía” (Jue 21:25).

Además de esto, el pueblo quería tener un líder al que pudieran ver con sus propios ojos, o como ellos lo expresarían:
"querían un rey como las demás naciones” [Nota: Hablaremos más de este tema en los capítulos 8 & 9]. Esta es una
debilidad humana que persiste hasta el día de hoy: la gente prefiere tratar con un líder a quien pueden ver, en lugar de
buscar directamente a Dios, a quien no pueden ver. El Señor quiere que le busquemos y tengamos una relación personal
con Él (Jer 29:12-13).

1.3.1 CÍRCULO VICIOSO DE LOS JUECES


Antes de entrar a estudiar el libro, debemos conocer el contexto histórico en el que nació Samuel. La era de los jueces fue
uno de los períodos más oscuros de la historia de Israel; el pueblo de Dios cayó en un círculo vicioso que está detallado en
el capítulo dos de Jueces (Jue 2:10-22):

a) Pecado. Cuando se levantaba una nueva generación se apartaba de los caminos de sus padres, y pecaban contra
Dios. (Jue 2:10-12)
b) Aflicción. Como consecuencia, la mano de Dios se apartaba de ellos, y venía aflicción porque los enemigos los
atacaban (Jue 2:14-15)
c) Clamor y liberación. Ante la aflicción, clamaban a Dios. Luego, el Señor les enviaba liberación a través de un
juez. Enderezaban sus vidas, y les iba bien (Jue 2:16)
d) Caían de nuevo. Les iba bien por un tiempo, pero en la abundancia volvían a apartarse de Dios, y la siguiente
generación volvía a caer en el círculo vicioso (Jue 2:19)

Durante toda la era de los jueces, Israel persistió en este círculo vicioso. Y no sólo iban en círculos, sino de mal en
peor. Para romper este círculo vicioso, Dios usará a un hombre cuya vida será dedicada al Señor. Este hombre es Samuel.

1.4 ACERCA DEL LIBRO:


1. Este libro tiene que ver con la transición del gobierno de los jueces hasta el de los reyes. Eli, el sumo sacerdote, y
Samuel fueron ambos jueces (1S 4:18, 7:15). Samuel fue un gran hombre. Aparte de ser conocido como un juez, y
sacerdote, también es conocido como el primer profeta que hablo oralmente la palabra de Jehová (1S 3:20-21, 4:1).
2. El pueblo comenzó a desear un rey como las demás naciones (1S 8:5). Esto vino a ser un rechazo de Samuel y
sus hijos, como también un rechazo del único Dios soberano (1S 8:7). Al pueblo se le advirtió de las
consecuencias que vendrían al tener un rey terrenal, pero como quiera clamaron por ese rey (1S 8:10-22). Dios
hizo provisiones para darles el mejor que había disponible.
3. La mayoría del libro habla del reinado de Saúl, quien fue ungido por Samuel para ser el primer rey sobre toda la
nación de Israel. Saúl comenzó como un hombre joven, pero después se hizo un rey orgulloso quien pensó que
podía hacer lo que le viniera en gana, aun en cuanto a los mandamientos de Dios. Dios lo rechazo como un rey, y
el joven David fue ungido por Samuel en anticipación de ser el siguiente rey. La última parte del libro nos habla del
levantamiento de David y él decline de Saúl. (Muchos de los Salmos de David fueron probablemente
compuestos durante este tiempo de tribulación, note el Salmos 37). El libro termina con una nota triste acerca
del suicidio de Saúl.
4. Samuel probablemente escribió mucho de este volumen (note 1S 10:25; 1Cr 29:29). Si lo hizo, la sección
después de su muerte (1S 25:1) fue escrita por alguien más, probablemente el profeta Natán y Gad (1Cr 29:29).

1.5 TEMA CENTRAL:


El libro de Samuel registra la transición del periodo de los Jueces hasta el establecimiento de la monarquía. Aunque Dios
había predicho que Israel iba a tener un rey (Dt 17:14-20), no fue su intención original dado a que Él era su Rey (1S 8:7;
12:12; Os 13:11). La nación había podido manejarse por sí misma desde su principio sin la necesidad de un rey.
Muchas acciones militares fueron instigadas bajo el liderazgo de Moisés, Josué, y los Jueces, y todo esto sin la ayuda de
un rey. Mientras que Dios por medio de su gracia se adapta a los clamores de la multitud, sin embargo, la gente sufre
cuando llegan a ser tercos en tener las cosas como ellos quieren y no como Dios desea.

1.6 VERSOS CLAVES: (1S 13:14, 15:22)


1. “Más ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha
designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.” (1S
13:14).
2. “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las
palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de
los carneros.” (1S 15:22).

1.7 PERSONAS CLAVES EN 1 SAMUEL: Ana, Elcana, Eli, Samuel, Saúl, David.
1.8 PALABRAS CLAVES: Oro, y oración.
1.9 DOS MENSAJES DE 1 SAMUEL:
1. Obedecer a Dios y disfrutar de las bendiciones de la victoria sobre el pecado y el mal;
2. Reconocer el lugar para y poder de la oración en todas las experiencias de la vida.

1.10 LECCIONES DE 1 SAMUEL:


Es posible ser un buen hombre y a la misma vez ser un mal padre. Eli es un ejemplo de esto (1S 2:12, 17, 22). Eli no se
preocupó por lo que sus hijos estaban haciendo. Espero mucho tiempo para comenzar hacer algo acerca de sus acciones.
Él no fue suficientemente firme cuando quiso disciplinarlos (1S 3:13). Otro ejemplo es Samuel (1S 8:2, 3). Probablemente
perdió sus hijos por estar tan ocupado haciendo cosas buenas para el mismo, y los descuido.

1. Saúl es un ejemplo de un clásico “insensato” (1S 26:21). Cometió varios errores.


2. Dios escucha las oraciones de aquellos que desean hacer Su voluntad (1S 1:20, 27- 28).
3. Obedecer es mejor que los sacrificios (1S 15:22).
4. Dios no miente (1S 15:29).
5. Es mejor observar el interior que lo exterior de la persona (1S 16:7).

1.11 INFORMACION DE INTERES PERSONAL:


1. El nombre “Jehová de los ejércitos” es usado por primera vez en (1S 1:3).
2. El nombre “Ungido” es usado por primera vez en (1S 2:10).
3. La palabra “Compañía de profetas” es mencionada por primera vez en (1S 10:5, 19:20).
4. El nombre “Eben-ezer” es usado por primera vez en (1S 7:12). Ebe-ezer significa: Piedra de ayuda, o Hasta
aquí nos ayudó Jehová.

1.12 NARRATIVAS INTERESANTES:


1. El nacimiento de Samuel (1-2).
2. El cántico de Ana (2)
3. El pecado de los hijos de Eli (2:12-36).
4. Llamado de Samuel (3).
5. El pueblo pide un rey para ellos (8).
6. Saúl es elegido rey (9).
7. Desobediencia de Saúl (15).
8. David es ungido (16).
9. David mata a Goliat (17).
10. Amistad de David y Jonatan (20).
1.13 BOSQUEJO:
I. EL GRAN SAMUEL COMO UN HACEDOR DE REYES (1-8)
A. Vida temprana de Samuel (1-3).
1. Nacimiento de Samuel (1:1-2:11).
2. El fracaso de Eli contrastado con el crecimiento de Samuel (2:12-36).
3. El llamado profético de Samuel (3).
B. Otro ciclo (4-7).
1. Opresión por los Filisteos (4:1-7:2).
2. Arrepentimiento y liberación (7:3-17).
3. Samuel es el juez. Samuel es rechazado; la gente desea un rey (8).
II. EL PRIMER REY SOBRE TODO ISRAEL: SAUL (9-31).
A. Saúl es ungido y la resignación de Samuel (9-12).
B. El decline de Saúl (13-15).
C. El levantamiento de David (16:1-18:9).
D. Persecución de David (18:10-27:12) y la muerte de Samuel (25:1).
E. Últimos días de Saúl y su muerte (28-31).
I. EL GRAN SAMUEL COMO UN HACEDOR DE REYES (1-8)
A. Vida temprana de Samuel (1-3).
CAPÍTULO 1

En la introducción mencionamos que el nombre de Samuel significa: “Dios oyó” (heb. Sh’muel). Pero, ¿qué es lo que Dios
oyó? Samuel es la respuesta divina a la oración de una mujer llamada Ana. Vamos a comenzar descubriendo quién es Ana
y su familia, y luego leeremos sobre su petición especial

FAMILIA DE ANA

Ana era la esposa de un levita llamado Elcana. El problema es que ella no había podido tener hijos y, probablemente por
esta razón, Elcana se casó con una segunda mujer (Penina), quien sí le dio hijos (1S 1:1-2).

Todo esto le trajo a Ana mucha tristeza personal, pero también causó conflicto familiar. Por un lado, Elcana trataba de
consolar a Ana, asegurándole que él la amaba; pero por el otro lado, la otra mujer atormentaba, haciéndola sentir mal por
ser estéril.
(1S 1:3-8).

Es irónico que Elcana le diga a Ana que se conforme con el amor que él le tiene, cuando él no se conformó con Ana y
buscó otra mujer para tener hijos con ella. Definitivamente estaban en una difícil situación familiar.

PETICIÓN DE ANA

Dado que Elcana era levita, él debía ir por lo menos una vez al año a servir en el Tabernáculo. En
una de esas ocasiones, Ana aprovechó para ir al Tabernáculo para orar y derramar su corazón
ante el Señor (1S 1:9-10)

Ana no sólo fue a desahogarse con lloro, sino que en esa ocasión le hizo un voto a Dios:
(1 Samuel 1:11)

Es curioso que Ana no le pide a Dios un hijo para quedárselo, sino para entregárselo a Él.
Definitivamente ella deseaba un hijo, pero más que eso ella quería que le fuera quitada el estigma
de la esterilidad, que era visto como una maldición en Israel (Dt 7:14, Ex 23:26, Lv 26:9, Sal
128:3,127:3).

Sólo debemos aclarar que Ana no estaba ofreciendo entregar a su hijo “para sacrificarlo”, pues
esto está prohibido en la Ley de Dios (aunque era la costumbre de los pueblos cananeos Dt 18:10, Jer 19:5; Dt 12:31).
El voto de Ana era entregar a su hijo con voto nazareo (Nm 6:1-8), y que el hijo viviera para servir a Dios.

Lo que probablemente no sabía Ana es que Dios estaba buscando a un hombre dedicado a Él para cumplir Su Plan Divino.
En ese momento, se unió el deseo de una mujer y el deseo de Dios; y como veremos, el resultado será el advenimiento de
un hombre que cambiará el destino de la nación de Israel.

Hay un versículo en los Salmos que habla de esto, que posiblemente ha sido mal interpretado (Sal 20:4)
Otra versión dice: “Que te conceda el deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos” (LBLA).

Muchos lo interpretan como que Dios concede los deseos del hombre, pero también puede ser interpretado de la siguiente
manera: Dios pone Su deseo en nuestro corazón, y luego lo cumple. De esa manera se hace la voluntad de Dios, y
nosotros podemos ser partícipes de ello.

Hay otro versículo que va en esta línea (Sal 21:2).

Cuando la Biblia dice que el Señor me dará los deseos de mi corazón—no es que Él va a cumplir mis gustos y caprichos,
sino que Él va a poner Sus deseos en mi corazón. Y cuando el deseo de Dios conecta con el deseo del hombre, ocurren
milagros. Y esto fue precisamente lo que le ocurrió a Ana…

PETICIÓN OÍDA

Cuando Ana fue a orar al Tabernáculo, alguien la observó (1S 1:12-13).

Hasta ese momento, Ana no había articulado su petición a viva voz. Muchas veces uno dice: “Dios conoce lo que está en
mi corazón”. Y aunque esto es cierto, el Señor quiere que formulemos los pensamientos y los declaremos. De esa manera,
cuando la oración sea contestada, sabremos que la respuesta no es “una casualidad” sino una respuesta del Cielo.

Otro punto importante en la conversación con Eli es que dos personas se unieron en espíritu para hacer la petición. Luego
que Ana le aclaró al sacerdote que ella no estaba ebria (1S 1:15-16), sino que estaba clamando a Dios, entonces Eli se
unió al clamor y declaró lo siguiente (como autoridad espiritual) (1S 1:17).

Es probable que el vientre de Ana estaba cerrado con muchas confesiones de: “¡Eres estéril!”. Pero ahora Eli se unió a su
oración, y se abrieron los cielos. Jesús explica este principio de la siguiente manera (Mt 18:18-20).
Luego que Eli oró por ella, Ana creyó y adoró a Dios (1S 1:18-19).

El resultado fue un hermoso varón que respondió al deseo de Dios y de una madre de Israel (1S 1:20). En resumen, hay
varios puntos importantes que ayudaron a que la oración de Ana fuera escuchada y respondida:

1. Declaró la petición
2. Dos se pusieron de acuerdo
3. Creyó y adoró a Dios

CUMPLIÓ SU VOTO

Un año después de esa visita al Tabernáculo, Ana ya tenía a su hijo en sus brazos. Ahora la pregunta era: ¿cumplirá Ana
su voto de entregar a su hijo al servicio de Dios?

Esto mismo fue lo que le preguntó Elcana a Ana, pues ya había llegado el tiempo en que debía ir al Tabernáculo a servir
(1S 1:21-22). Podría sonar como una excusa, y por eso Elcana quiso asegurarse que Ana estuviera consciente de que
debía cumplir su promesa (Dt 23:21, 1S 2:23).

El tiempo de espera no era una excusa de Ana. Ella estaba dispuesta y determinada a cumplir su voto, pero sólo esperaría
hasta que Samuel llegara a la edad en que dejaría de mamar (que en tiempos bíblicos era aproximadamente a los tres
años), y así estaría preparado para separarse de su madre.

Efectivamente, cuando Samuel dejó de mamar, Ana se preparó para llevarlo al Tabernáculo.
(1 Samuel 2:24)

La ofrenda que Ana llevó era lo que se presenta al cumplir un voto a Dios (Num. 15:8-10; Lev. 22:21).

Después de hacer la ofrenda del voto cumplido, Ana y Elcana entregaron


el niño al sumo sacerdote (1S 2:25-28). Podemos imaginarnos que Ana
soltó unas lágrimas al despedirse de Samuel, pero es importante notar
que ella lo soltó y lo dedicó a Dios. Y no sólo eso, sino que también adoró
al Señor. En el próximo capítulo leeremos el Canto de Ana, que levantó
como oración al entregar a Samuel. A partir de ese momento, Samuel fue
un hombre dedicado a Dios. Y como veremos en los próximos capítulos,
él será instrumental en el cambio de rumbo de la nación de
Israel. También en el próximo capítulo veremos que Dios premió a Ana
dándole más hijos: tres varones y dos mujeres (1S 2:21).

CAPÍTULO 2

En la Biblia encontramos varios cánticos en los cuales la gente salta en adoración por algo
milagroso que Dios ha hecho en sus vidas; entre éstos están: el Cántico del Mar Rojo (Ex 15), el
Cántico de Débora (Jue 5), el Cántico del Cordero (Ap 15:3-4) y también el Cántico de
Ana. Estos son alabanzas de agradecimiento, pero también son mensajes proféticos.

CÁNTICO DE GRATITUD DE ANA

El Cántico de Ana es una oración que se convirtió en un canto. Es una alabanza que surgió del
agradecimiento a Dios por contestar su oración. Lo interesante es que este canto viene después
de haberse desprendido de Samuel, dejándolo al cuidado de Eli, el sumo sacerdote.

Uno podría imaginar que Ana había quedado triste al despedirse de su hijo tan deseado; pero lo
que vemos al inicio del cántico es una oración de agradecimiento:
(1 Samuel 2:1-2)

En su canto, Ana reconoce que Dios es justo y Él está en control.


(1 Samuel 2:3-9)

Al final del cántico, Ana deja un mensaje profético que habla del Mesías (heb. Mashiaj, que literalmente significa: ungido).
(1 Samuel 2:10)

¿Habrá tenido Ana una visión del Mesías? No podemos saber lo que ella vio ni la revelación que recibió, pero lo interesante
es que su hijo Samuel será instrumental en el cumplimiento de esta profecía, ya que él será el profeta que ungirá a David
como rey, de cuyo linaje vendrá el Mesías.

INICIO DE SU MINISTERIO
Después de dejar a Samuel con Eli, Ana y Elcana regresaron a su casa, y siguieron su vida normal, pero Samuel comenzó
su vida extraordinaria.
(1 Samuel 2:11)

Podríamos pensar que Ana salió perdiendo, ya que dejó ir a su hijo tan deseado; sin embargo, la realidad es que todos
salieron ganando: a Ana le fue quitada la mancha de la esterilidad, y luego fue premiada con más hijos; en cuanto a
Samuel, él vivió para Dios.
(1 Sam. 2:18-21)

También la nación de Israel salió ganando porque ahora Dios tenía a su servicio un hombre que iba a cambiar la historia de
Israel: Samuel, el juez y el profeta que ungió a los dos primeros reyes de Israel.

I SAMUEL 2:12-36. Hijos de Eli

En esta segunda parte del capítulo dos,


veremos por qué Dios quería a un hombre
dedicado a Él, ya que los que supuestamente
estaban “apartados para Dios” (los
sacerdotes), en realidad estaban enfocados
en su propio placer.

En ese tiempo, Eli era el Sumo Sacerdote.


Pero él estaba viejo y cansado, por lo tanto,
quienes realmente manejaban los asuntos del
tabernáculo eran sus hijos. Y la Biblia describe
a los hijos con palabras muy fuertes:
(1 Samuel 2:12)

La descripción de “hombres impíos” suena muy suave en comparación al original; en hebreo se les llama: Bnei Belial, que
literalmente se traduce como: “Bnei”: hijos; “Belial”: sin valor, buenos para nada, malignos, destructores.

Además de esto, la Biblia dice que los hijos de Eli “no tenían conocimiento de Jehová”. Esto no quiere decir que no
conocieran “acerca” de Dios, sino que no tenían una relación personal con el Señor. En teoría, ellos estaban dedicados a
servir a Dios, siendo sacerdotes; pero en la práctica no les interesaba conocerle ni obedecerle. Eran hombres corruptos, y
lo único que buscaban era su propio beneficio, tal como lo refleja los siguientes versículos:
(1 Samuel 2:13-15)

Los hijos de Eli llegaron a usar el Altar del Holocausto como si fuera su “cocina personal”. No mostraban ningún respeto por
la santidad de los sacrificios ofrecidos a Dios.

Los levitas y sacerdotes tenían derecho a cierta parte de los sacrificios (la espaldilla, las quijadas y el cuajar—Deu. 18:1-
5)—pero no todo, como lo tomaban los hijos de Eli. La grasa era para Dios (Lev. 7:29-36), pero ellos la arrebataban. Por lo
demás, ellos no debían comer la carne cruda, ya que todavía tiene sangre (Lev. 3:16-17). Pero todo esto no les importa a
los hijos de Eli porque no respetaban a Dios ni al pueblo. Todo lo que buscaban era su propia satisfacción y placer. Ellos
“hacían lo que querían”, tal como el pueblo en la época de los jueces (Jue. 21:25). Ellos querían servir a Dios “a su
manera”.

Nótese que los hijos de Eli no hacían esto por “ignorancia”, pues como sacerdotes ellos eran los encargados de enseñar las
leyes al pueblo. Y cuando alguien los corregía, ellos simplemente lo desestimaban, y hacían lo que querían.
(1 Samuel 2:16-17)

Ellos faltaban el respeto a Dios, y también al pueblo—no sólo a los que llevaban sus ofrendas, sino también a las mujeres
que llegaban al Tabernáculo.
(1 Samuel 2:22)

REACCIÓN DE ELI
A Eli le llegaban quejas del mal comportamiento de sus hijos, pero no hizo nada al respecto. Aparentemente Eli sí era un
hombre temeroso de Dios, pero su debilidad eran sus hijos. Él era muy permisivo con sus hijos, y cuando los corregía lo
hacía de una forma muy débil y sin consecuencias.
(1 Samuel 2:23-24)

Si Eli no ponía límites a sus hijos ni les señalaba las consecuencias de sus malos actos, entonces lo haría Dios mismo. Eli
lo sabía, y por eso dijo:
(1 Samuel 2:25)

Dios sabía que los hijos de Eli nunca iban a arrepentirse, y por eso los entregó a la dureza de sus corazones (como sucedió
con el Faraón).

Eli no disciplinó a sus hijos, y eso los llevó a su propia destrucción.

(Proverbios 13:24)

En cierto sentido, Eli también expresó su carnalidad, porque prefirió mantener el favor de sus hijos que el favor del
Señor. En resumen, Eli falló en dos cosas:

• nunca disciplinó a sus hijos


• les permitió seguir como sacerdotes, a pesar de su comportamiento.

ADVERTENCIA DE UN PROFETA
Antes de traer juicio sobre los hijos de Eli, Dios todavía les dio una oportunidad para arrepentirse, enviando a un profeta con
el último llamado de atención (Amos 3:7).
(1 Samuel 2:27-29)

Es interesante que el mensaje era para Eli, quien es el principal responsable de lo que sucede en el Tabernáculo, y además
es la autoridad en su casa. Si Eli hubiera disciplinado a sus hijos, o los hubiera sacado de su servicio santo a causa de su
mal comportamiento, eventualmente todo hubiera caído en orden. Pero Dios le llamó la atención diciendo que la raíz de
todo el mal era que Eli honraba más a sus hijos que a Dios.

A continuación, el profeta delineó las consecuencias del pecado de Eli y sus hijos:
(1 Samuel 2:30-33)

El castigo del Señor no sólo será para los hijos de Eli, sino para toda su descendencia, la cual será cortada del sacerdocio
por deshonrar a Dios. La palabra para “brazo” en hebreo es: Zeroa, que representa: la fuerza y el poder de un hombre. Es
el miembro que realiza el trabajo.

El inicio de todo esto será la muerte de los dos hijos de Eli, a quienes menciona por nombre en esta ocasión:
(1 Samuel 2:34)

El nombre Ofni significa: que pelea con los puños


Finees significa: boca de serpiente

Estos dos hijos eran los “herederos” del puesto de sumo sacerdote. Pero el hecho que mueran no quiere decir que el
sacerdocio en Israel acabará. Eventualmente Dios levantará otros sacerdotes que van a honrar a Dios.
(1 Samuel 2:35)

En cuanto a los descendientes de Eli, quedarán sin trabajo y sin recursos.


(1 Samuel 2:36)

En los próximos capítulos veremos cómo se cumplió esta profecía en la familia de Eli.

CONTRASTE CON SAMUEL


Mientras que los hijos de Eli se “servían a ellos mismos”, Samuel servía a Dios.
(1 Sam. 2:11)
(1 Sam. 2:18)

Samuel llegó a la casa de Eli a vivir como un hijo. Sin embargo, Samuel no se comportó como los otros hijos de Eli. En
contraste, el pequeño Samuel fue creciendo, tanto física como espiritualmente.
(1 Samuel 2:26)

Esta descripción es muy similar a la que se hace de Jesús en los Evangelios


(Lucas 2:52)

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I SAMUEL 3. Samuel Oyó a Dios

Cuando Samuel llegó a la casa de Eli, él era un niño


pequeño, que apenas había dejado de mamar (posiblemente
de 3 años de edad). En el capítulo tres, encontramos que
Samuel ha crecido un poco, pues la Biblia ya no lo llama
“niño” (heb. Yeled), sino “joven” (heb. Naar), tal vez un
adolescente. Según el historiador Josefo, Samuel tenía 12
años en este punto de la historia. [Nota: Samuel
probablemente tenía la edad del “bar mitzva” (lit. hijo del
mandamiento), que en la tradicion hebrea es la edad cuando
se considera a un joven responsable ante Dios de cumplir
los mandamientos.]

Las personas que hicieron la dedicación de Samuel fueron


sus padres, Ana y Elcana. Pero, ¿qué pensaba Samuel de
esa entrega? A Samuel le llegó el momento de decidir ante
Dios si dedicaría voluntariamente su vida a Dios o no. Precisamente en ese momento de transición de niño a joven
responsable, Dios lo llama…

SITUACIÓN ESPIRITUAL
La descripición que la Biblia hace de Samuel en el primer versículo del cap. 3, nos hace pensar que Samuel servía a Eli, y
esa era su forma de servir a Dios.
(1 Samuel 3:1)
La Biblia nos da una perspectiva acerca de la situación espiritual de ese tiempo: había religión, pero no relación con Dios.
Literalmente dice que no era común que las personas oyeran la voz de Dios o recibieran visiones o revelaciones profeticas.
La Biblia lo menciona porque las cosas están a punto de cambiar con Samuel.

En cuanto al liderazgo espiritual, vemos a un sumo sacerdote que está ya viejo y ciego (lo cual parece ser también un
afección espiritual, y no sólo física—1 Sam. 2:22-25).
(1 Sam. 3:2)

Y si Eli estaba en una mala condicion espiritual, sus hijos estaban aún peor, tal como leímos en el capítulo anterior, que son
descritos como: hombres inicuos que no conocían a Dios ni tenían temor de Él (1 Sam. 2:12).

En medio de ese ambiente negativo fue criado Samuel, pero fue protegido por Dios. Durante su niñez y juventud, Samuel
vivió con Eli en los aposentos del Tabernáculo en Silo—hasta que éste quedó en desuso (por lo que veremos en los
próximos capítulos).
(1 Samuel 3:3)

La situación espiritual de ese tiempo no era nada buena, pero Dios estaba a punto de iniciar una transformación con el
joven que fue dedicado a Él…

DIOS LLAMA A SAMUEL


Cuando Samuel dejó de ser un niño para convertirse en un joven responsable, él recibió un llamado personal de Dios:
(1 Samuel 3:4)

Fue Dios quien llamó a Samuel, pero el joven creyó que era Eli quien lo llamaba.
(1 Samuel 3:5)

Posiblemente Samuel pensó que había oído la voz en sus sueños. Pero pronto se dio cuenta que la voz era real, ya que la
volvió a oír. De nuevo pensó que Eli lo había llamado…pero no era así.
(1 Samuel 3:6)

Samuel estaba oyendo la voz de Dios, pero no la reconocía porque nunca antes la había escuchado.
(1 Samuel 3:7)

Una vez más, Samuel oyó una voz que le llamaba, y de nuevo fue con Eli.
(1 Samuel 3:8)

En esta ocasión, Elí sospechó que era Dios quien quería hablar con Samuel, y le sugirió hacer lo siguiente:
(1 Samuel 3:9)

Es probable que Dios provocó todo esto con Eli, para que él supiera que Dios tenía un mensaje para él.

Samuel siguió las instrucciones de Eli, y respondió al llamado de Dios:


(1 Samuel 3:10)

Esta fue la primera palabra profética que recibió Samuel. Y el mensaje no era para él mismo, sino para Elí:
(1 Samuel 3:11-14)

La Palabra que Samuel recibió era la confirmación de la palabra dada por el otro profeta (cap. 2:27-36).

Esta era una palabra muy dura, y por eso Samuel no la dijo de inmediato.
(1 Samuel 3:15)

Pero ya sabiendo Elí que Dios le había hablado a Samuel, le preguntó directamente, y en cierta manera lo obligó a
decírselo:
(1 Samuel 3:16-17)

Ante eso, Samuel le contó todo.


(1 Samuel 3:18)

La respuesta de Elí es conflictiva, ya que por un lado da la apariencia de humildad, aceptado el dictamen de Dios; pero por
el otro lado, se hace evidente que no quiso arrepentirse, porque todavía tenía la oportunidad de poner en orden a sus hijos.
Como veremos más adelante, Elí no los corrigió, y ni siquiera los sacó del sacerdocio, porque seguirán en sus puestos
deshonrando a Dios por un tiempo más.

MINISTERIO DE SAMUEL
En contraste a Eli y sus hijos, la Biblia señala que Samuel fue madurando en su ministerio como profeta. Él siguió oyendo la
voz de Dios, y bendiciendo al pueblo con ese don del Cielo.
(1 Samuel 3:19-21)

LINAJE DE SAMUEL
Antes de continuar con la historia de Samuel, comentaremos algo interesante de la genealogía de Samuel. La Biblia indica
que el padre de Samuel (Elcana) vivía en el territorio de Efraín (1 Sam. 1:1); sin embargo, él no era de la tribu de Efraín,
sino que era levita. En el libro de Crónicas aparece la genealogía de Samuel, y allí queda claro que viene de la tribu de
Levi, específicamente de la línea de Coat (1 Crónicas 6:18-28), quienes eran levitas pero no sacerdotes.

En la genealogía de Samuel vemos que él era descendiente de Coré, quien paso a la historia como el líder de una rebelión
contra Moisés y Aarón (Num. 16). Él quería entrar a lo más profundo del Templo, pero no para buscar la Presencia de Dios,
sino para gozar de los derechos que ello representaba. Coré se rebeló contra sus primos (Moisés y Aarón) porque estaba
celoso de su posición de autoridad, pero Dios lo puso en su lugar—y la tierra se lo tragó.

Aunque Samuel era descendiente de Coré, él tuvo una actitud opuesta a la de su ancestro. El sirvió con humildad al sumo
sacerdote, y nunca pretendió ocupar su lugar. Y cuando el pueblo pidió un rey, él no luchó por mantener su posición de
autoridad como juez, sino que siguió las instrucciones de Dios y ungió a los dos primeros reyes de Israel.

En cierta forma, Samuel representa la “reversión o vindicación” (heb. Tikun) del pecado de Coré, su ancestro.

Tiempo después, el rey David escogió a un nieto de Samuel llamado Hemán, para servir en el Tabernáculo de David como
cantor (1 Crónicas 6:31-38). Hemán probablemente él era uno de los que se conocen como “Hijos de Coré” (descendientes
de Coré) que compusieron varios salmos. Uno de estos salmos refleja precisamente la reversión de la rebelión de Coré:
(Salmo 84:10)

Mientras Coré quiso entrar a la fuerza al Lugar Santo, los descendientes cantores declararon que era mejor quedarse en la
puerta que estar lejos de Dios.

1 SAMUEL 4. Guerra contra los filisteos

Una de las naciones canaaneas más poderosas que los israelitas debían vencer en la Tierra Prometida eran los filisteos.
Estos vivían en la costa sur del Mediterráneo (hoy: la Franja de Gaza hasta el sur de Jope). Ellos eran los enemigos más
difíciles de vencer, ya que su ejército contaba con carros y caballos.

Sansón fue el primer juez israelita que fue elegido por Dios para vencer a los filisteos (Jueces 13:2-5). Los padres de
Sansón, sabiendo que su hijo tenía un llamado especial, lo dedicaron a Dios con un voto nazareo. Sansón recibió de parte
de Dios una fuerza física extraordinaria, suficiente para acabar con los enemigos. Lamentablemente, éste no tuvo la
sabiduría para usarla bien. En lugar de vivir para Dios, Sansón vivió para sus propios deseos. En lugar de vencer a los
enemigos, terminó casándose con una filistea y luego se involucró con otra (Dalila), quien lo llevó a su perdición (Jueces
caps. 13-16).

Alrededor del mismo tiempo, otros padres dedicaron a su hijo al servicio de Dios. El nombre de este joven era Samuel. A
continuación, veremos que lo que Sansón no logró con fuerzas humanas, Samuel logrará con armas espirituales. Él se
convirtió en el siguiente juez y profeta de Israel, y se dedicó a enseñar al pueblo la forma correcta de vivir.
(1 Samuel 4:1a)

GUERRA CONTRA LOS FILISTEOS

En el tiempo de Sansón y Samuel, los filisteos se levantaron a pelear en contra de los israelitas. La palabra “Filisteos” en
hebreo es: Pilshti que significa “inmigrantes”. Era una nación que se cree que provenía de la isla de Creta. Era un pueblo
marítimo y comerciante, que se había establecido en la costa de Canaán. Sin embargo, comenzaron a avanzar tierra
adentro, en territorio israelita. Ante eso, los israelitas salieron a su encuentro.
(1 Samuel 4:1b)

En la Biblia, hay varios pueblos que reciben el nombre de Afec (lit. fuerte, fortaleza), pero sabemos que se refiere al que
hoy se encuentra al este de Tel Aviv, dado que cerca se encuentra Ebenezer (lit. piedra de ayuda), donde los israelitas
acamparon (En el capítulo 7 leeremos como este lugar obtuvo su nombre).

En el primer enfrentamiento militar con los filisteos, no les fue bien a los israelitas.

(1 Samuel 4:2)

Ante la derrota, los israelitas se preguntaron por qué razón Dios permitió tal cosa.
(1 Samuel 4:3a)

Hicieron la pregunta era correcta, pero llegaron a una conclusión errada:


(1 Samuel 4:3b)

Era bueno preguntarse la razón de la derrota. Sólo tenían que ir a la Palabra de Dios para descubrir la razón. En
Deuteronomio encontramos la respuesta:
(Deut. 28:15,25)

Pero, supongamos que el pueblo no conocía bien la Palabra de Dios. Entonces lo lógico hubiera sido que buscaran a
Samuel, quien oía la voz de Dios. Pero no buscaron al profeta, tal vez porque no querían oír la verdad.

En lugar de preguntarse qué hicieron mal para traer esas consecuencias sobre sí, ellos prefirieron una salida fácil: buscaron
algo que trajera “buena suerte”. Por eso, se les ocurrió llevar el arca del pacto al terreno de batalla.

ARCA DEL PACTO


La idea de llevar el Arca a la batalla probablemente surgió de la experiencia de Israel en el desierto. Cuando los israelitas
iban en camino hacia la Tierra Prometida, el Arca iba delante de ellos guiándolos (Num. 10:33-34). Cuando Dios indicaba
que debían moverse o acampar, Moisés lo anunciaba al pueblo de la siguiente manera:
(Números 10:35-36)

Este mensaje era importante para los israelitas, ya que les hacía saber que Dios iba delante de ellos y les ayudaría a
vencer a los enemigos que enfrentarían en la Tierra Prometida.

El poder para vencer no venía del Arca en sí, sino de lo que representa. Dentro del Arca se encontraban las Tablas del
Pacto (Deu. 31:24-26), donde están escritos los Diez Mandamientos, que es el resumen de la Ley de Dios. Adentro estaba
la Palabra escrita, pero también sobre ella se manifestaba la Palabra revelada; en ese lugar Dios hablaba con Moisés, y él
transmitía las palabras al pueblo (Num. 7:89).
(Éxodo 25:22)

Dios había prometido que les daría victoria sobre sus enemigos, bajo el entendido que los israelitas obedecerían Su Voz y
guardarían el Pacto.
(Éxodo 23:20-23)

Regresando a la historia de Samuel, podemos ver que el engaño en el que cayó Israel. En lugar de reconocer que la
derrota se debía a su desobediencia, llegaron a creer que todo lo que necesitaban para obtener la victoria sobre sus
enemigos era el Arca. Trataron al Arca como “un amuleto de buena suerte”, en lugar de lo que realmente era: un memorial
del Pacto entre Dios e Israel.

SE LLEVAN EL ARCA
El pueblo escogió el camino fácil, y fueron a buscar el Arca de Dios, que se encontraba en el Tabernáculo en Silo. Quien
estaba a cargo del Tabernáculo en ese tiempo era Eli, pero él no aparece. Quienes toman protagonismo son los hijos Eli,
quienes se prestaron para el plan del pueblo.
(1 Samuel 4:4)

El Arca del Pacto estaba guardada en el Lugar Santísimo, y nadie podía entrar allí más que el Sumo Sacerdote, sólo en el
Día de Expiación (heb. Yom Kipur). Pero a los hijos de Eli no les importó eso, pues no respetaban las cosas santas del
Tabernáculo. Simplemente entraron y se llevaron el Arca. [Nota: el hecho que los sacerdotes no hayan muerto al entrar al
Lugar Santísimo nos revela que la presencia de Dios ya había abandonado ese lugar, lo cual quedara confirmado al final
del capítulo].

Los hijos de Eli llevaron el Arca hasta el


campamento militar. Cuando llegaron, hubo una
gran conmoción.
(1 Sam. 4:5)

Tal fue la conmoción, que llegó a oídos de los


filisteos, quienes estaban acampados cerca.

(1 Samuel 4:6-7)

Irónicamente, los filisteos tuvieron más temor de


Jehová que los propios israelitas. A pesar que ya
habían pasado más de cuatrocientos años desde
que los israelitas habían salido de Egipto, los
filisteos aún recordaban las historias de lo que
Dios hizo por Israel. Tuvieron miedo porque
creían que les esperaba el mismo fin (1 Samuel 4:8-9)

Los filisteos tenían miedo del Dios de Israel, pero no al punto de someterse a Él. En ese tiempo, cuando dos pueblos
entraban en guerra, el pueblo que perdía queda como siervo del vencedor—ya sea que eran esclavizados o quedaban
pagando impuestos.

OTRA DERROTA

A pesar de que el Arca los acompañaba, el ejército israelita fue derrotado por los filisteos una vez más.
(1 Samuel 4:10)

En la primera batalla murieron 4 mil israelitas; y en la segunda batalla les fue mucho peor, falleciendo 30 mil.

Israel no sólo perdió la batalla, sino que perdió algo de más valor:
(1 Samuel 4:11)

MALAS NUEVAS
Las malas noticias no tardaron en llegar a Silo. Todo el pueblo estaba esperando noticias, sobre todo Eli, quien se había
quedado muy preocupado porque se habían llevado el Arca del Pacto.
(1 Samuel 4:12-14)

La Biblia cuenta que Eli tenía en ese entonces 98 años, y estaba ciego (1 Sam. 4:15).
(1 Sam. 4:16-18)

Podemos imaginar que Eli se entristeció por sus hijos; pero la Biblia resalta que la noticia que más le afectó fue la del Arca:
(1 Samuel 4:18)

El día en que los hijos de Eli profanaron el Lugar Santísimo e hicieron mal uso del Arca del Pacto, ese fue el día final de la
Casa de Eli. En un solo día murió el sumo sacerdote y sus dos posibles sucesores.

Pero estas no fueron las únicas tragedias de ese día…

HIJO DE FINEES

Finees era uno de los hijos de Eli que murió ese día. La Biblia cuenta que la esposa de Finees estaba esperando un hijo.
Pero el susto de la muerte de su esposo, su cuñado y suegro, provocó que la mujer diera a luz prematuramente.
(1 Samuel 4:19-21)

No sabemos si la mujer murió desangrada al dar a luz, o murió por la desesperanza de ver que su mundo se vino abajo. Ni
siquiera el nacimiento de su hijo le dio esperanzas. Pero antes de morir, ella profirió unas palabras proféticas:
(1 Samuel 4:21-22)

Icabod significa literalmente: “sin gloria”. La mujer relacionó la gloria de Israel con el Arca del Pacto. La palabra que se
traduce como “traspasada”, en hebreo es: Galá, que está relacionada con “Galut”: exilio. El arca fue raptada, y en forma
simbólica se fue al exilio.

Este hijo representa el fruto de las obras de los Hijos de Eli. Los Hijos de Eli representan un sistema religioso que habla de
Dios pero no lo conoce. El fruto de la religiosidad es que la gloria de Dios se va.

Nota: El último sacerdote del linaje de Eli fue Aviatar, a quien Salomón les quitará su liderazgo por haberse aliado con
Adonías (1 Reyes 2:26-27).

FIN DE SILO

Con la muerte de Eli y sus hijos, todo el sistema religioso se vio afectado. El Tabernáculo quedó sin sus principales
sacerdotes, y sin el Arca del Pacto.
Lo más significativo es que la Presencia de Dios había abandonado el lugar (Salmo 78:60).

El Tabernáculo caído en Silo se quedó como un adagio que usado posteriormente como advertencias de juicio si el pueblo
no se arrepentía (Jer. 7:11-12; Jer. 26:4-9).

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1 SAMUEL 5. Raptan el Arca

En el capítulo 4, leímos que los filisteos derrotaron a los israelitas en el campo de batalla, y una de las consecuencias es
que los enemigos capturaron el Arca de Dios. En los siguientes capítulos leeremos qué pasará con el Arca.
(1 Samuel 5:1-2)

Asdod era una de las principales ciudades de los filisteos. Allá se llevaron el Arca para colocarla en el templo de Dagón,
como una honra a su dios a quien le adjudicaron la victoria sobre el Dios de Israel. Dagón era el principal dios de los
filisteos, cuya figura era mitad pez, mitad hombre. (en hebreo, Dag significa: pez).

Lo mismo hicieron con Sansón cuando lo atraparon, luego que Dalila le cortara su cabello y éste perdiera sus fuerzas.

(Jueces 16:23-24)

Aunque los filisteos llegaron a creer que su dios era más poderoso que el Dios de Israel, eso no era la realidad. Más bien, la
derrota de los israelitas fue por causa de su pecado. El peor enemigo de los creyentes no es el que está fuera, sino el que
uno deja entrar dentro del corazón. La desobediencia de Israel los llevó a su derrota, no el poder de sus enemigos (Jue.
2:11-14).

Tristemente, el Nombre de Dios fue deshonrado por Israel ante las demás naciones (como ha sucedido repetidamente en la
historia del pueblo de Dios—Eze. 36:19-23). Pero Dios no
iba a permitir que Su Nombre fuera burlado. El Señor no dejó
así las cosas, sino que Él mismo mostró Su poder ante el
pueblo filisteo.
(1 Samuel 5:3-4)

Jehová hizo que el dios filisteo se postrara ante el Arca de


Su Presencia. No sólo eso, sino que la segunda vez le cortó
la cabeza y las dos manos al ídolo, que son símbolos de
autoridad y poder. El Señor mismo demostró a los filisteos
que el Dios de Israel es más poderoso que sus dioses. Así lo

Dagon cae ante el Arca del


Pacto
entendieron los filisteos, y temieron al Dios de Israel (1 Sam. 5:5). Pero la lección no se quedó sólo allí, sino que Dios envió
cierto tipo de plaga:
(1 Samuel 5:6-7)

No se sabe exactamente cuál era la enfermedad que cayó sobre los filisteos. Otra traducción dice que eran hemorroides. La
palabra hebrea es “Ofel” que significa: montículo o fortaleza. Aparentemente eran protuberancias dolorosas. Más adelante
(1 Sam. 5:9), el texto hebreo añade la palabra “Satar”, que da a entender que se trataba de una erupción de la piel que
brotaba en las partes privadas. [Nota: La traducción griega de la Biblia hebrea (Septuaginta) lo interpreta como “ratones”,
que son los causantes de la peste bubónica. La pulga de los ratones es la que transmite la enfermedad, la cual provoca
inflamación en los ganglios linfáticos (en la ingle o las axilas). También se le conoce como “Peste negra” porque provoca
gangrena en los dedos, labios y nariz, lo cual hace que se vuelvan negros.]

Ante la plaga en Asdod, decidieron sacar el Arca, y la mandaron a otra ciudad filistea. En el fondo, todavía tenían la duda
de que la plaga haya sido enviada por el Dios de Israel, o si sólo fue una “coincidencia”. Primero la enviaron de Asdod a
Gat.
(1 Samuel 5:8-9)

Después la enviaron a Ecrón.


(1 Samuel 5:10-12)

En Ecrón, no sólo hubo muertes por la plaga sino por el terror que provocó. Dónde iba el Arca, el Señor enviaba juicio; así
que no quedó duda alguna que la plaga era consecuencia de haber raptado el Arca del Dios de Israel.

1 SAMUEL 6. Retorno del Arca

A pesar de la plaga que cayó sobre las ciudades filisteas por haber raptado el Arca de Dios, los filisteos todavía la
guardaron por siete meses (1 Sam. 6:1). Finalmente, no les quedó otra opción que deshacerse de ella; pero no sabían
cómo, así que consultaron a sus adivinos.
(1 Samuel 6:2)

Ellos sabían que no se trataba sólo de deshacerse del arca, sino de apagar la ira del Dios de Israel. El consejo de los
sacerdotes paganos fue el siguiente:
(1 Samuel 6:3-5)

Los filisteos reconocieron el poder del Dios de Israel, pero eso no quiere decir que se convirtieron ni se sometieron.
Simplemente querían apaciguarlo, y dar una compensación por el rapto del Arca.

Curiosamente, los filisteos reconocieron que el Dios de Israel es el mismo que envió también las plagas en Egipto muchos
años atrás. Ellos aprendieron de la historia.
(1 Samuel 6:6)

Ya habían pasado unos 500 años desde que los israelitas habían salido de Egipto, pero los pueblos cananeos no habían
olvidado lo que Dios había hecho con Israel.
Así como Faraón soltó a los israelitas, también los filisteos dejaron ir el Arca de Dios. Y la gloria no la iba a recibir Israel,
sino sólo Jehová, el Dios de Israel.

EL RETORNO DEL ARCA


En realidad, los filisteos no “devolvieron” el Arca a los
israelitas, sino que simplemente la soltaron…y la dejaron
en las manos de Dios.

El plan de los sacerdotes filisteos era el siguiente:

(1 Samuel 6:7-9)

Aquí vemos que todavía les quedaba una pequeña duda


a los filisteos, pensando que tal vez las plagas podrían
tratarse de una “mala coincidencia”. Mandaron el arca
sobre una carroza halada por unas vacas. Escogieron
unas vacas que no estaban acostumbradas a halar
carga, y que además acababan de dar a luz (por
naturaleza ellas irían en busca de sus becerros). Pero si,
a pesar de todo esto, las vacas tomaban el camino hacia Israel, entonces se confirmaría que todo fue una señal del Dios de
Israel.

Los filisteos dejaron el Arca en manos de Dios, y Jehová hizo el milagro ante los ojos de los enemigos (1 Samuel 6:10-12)

Aunque iban bramando, las vacas obedecieron a Jehová—aún en contra de su naturaleza. La Biblia dice que no se
desviaron ni a la derecha ni a la izquierda. ¡Cuánto debemos aprender de esas vacas obedientes!, lo cual nos recuerda lo
que Dios ordenó a su Pueblo a través de su siervo Moisés:
(Deuteronomio 5:32-33)

BET-SEMES
El destino final de la carroza con el Arca fue Bet-Semes (lit. casa del sol). Éste era un pueblo israelita, probablemente el
más cercano a la frontera con los filisteos.

Cuando los israelitas vieron que el Arca del Pacto había regresado a Israel, se alegraron en gran manera.
(1 Samuel 6:13)

Si los israelitas estaban cosechando el trigo, esto quiere decir que era el principio del verano, cerca de la Fiesta de
Semanas (Pentecostés, en hebreo: Shavuot), que es la fiesta donde se entrega la primicia del trigo.

Bet-Semes quedaba en la frontera entre el territorio de Judá y de Isacar. Pero lo más significativo es que era una ciudad
levita (Josué 21:16). El lugar preciso donde la carroza con el Arca descansó fue cerca de una roca, en el terreno de un
hombre llamado Josué. Por su entrenamiento como levita, él sabía lo que debía hacer. Lo primero que hizo fue ofrecer
sacrificio a Dios como preparación para mover el arca.
(1 Samuel 6:14-15)

Hasta este punto, los líderes de los filisteos siguieron de lejos el Arca. Al asegurarse que estaba en manos de los israelitas,
y nadie se la había robado en el camino, ya se desentendieron.

(1 Samuel 6:16)

Algunos comentaristas calculan que el pago de los filisteos fue millonario, pues se hizo con oro puro. Y lo hicieron en forma
representativa de las plagas que les sobrevinieron, y también en números que representaban al pueblo filisteo.
(1 Samuel 6:17-18)

PLAGA EN BET-SEMES
Aunque los levitas en Bet-Semes trataron el Arca con cuidado, el pueblo en general se dejó llevar por la curiosidad más que
por la prudencia, y faltaron el respeto al Arca de Dios.
(1 Samuel 6:19)

El castigo no fue sólo para los filisteos (por raptar el Arca), sino también para los israelitas (por mirar dentro).

Los habitantes no reaccionaron bien a la disciplina de Dios. En lugar de reconocer su error y aprender de ello, más bien
optaron por alejarse (1 Samuel 6:20-21)

El Arca de Dios fue enviada a otro pueblo cercano: Quiriat-jearim, en el territorio de la tribu de Judá (Josué 18:14). Ellos sí
la recibieron bien. Una familia abrió sus puertas para recibirla, y no sólo eso, sino que dedicó a un hijo para que la guardara.
(1 Samuel 7:1-2)

El Arca de Dios permaneció allí hasta que David llegó por ella para trasladarla a Jerusalén, veinte años más tarde (2
Samuel 6:1-4).

1 SAMUEL 7. Arrepentimiento

En el capítulo anterior leimos sobre el retorno del Arca del Pacto al territorio de Israel, y la corta estadía que tuvo en Bet
Semes. El capítulo 7 comienza contándonos cuál fue el siguiente destino del Arca de Dios:
(1 Samuel 7:1)

Quiriat-jearim no era una ciudad levita, sin embargo era un pueblo que recibió el Arca con brazos abiertos. Un hombre
llamado Abinadab abrió su casa para guardarla allí, y asignó a su hijo Eleazar para dedicarse a su cuidado. Tal vez ellos
pensaron que la estadía del Arca en su casa sería algo temporal, mientras era trasladada al Tabernáculo, donde
pertenecía. Sin embargo, esto no fue posible, ya que el Tabernáculo en Silo había caído en desuso desde que Eli y sus
hijos habían muerto. Por lo tanto, el Arca permaneció en casa de Abinadab por muchos años.
(1 Samuel 7:2)

Luego del cierre del Tabernáculo, los israelitas comenzaron a lamentar ese alejamiento de Dios. Las versiones en español
traducen este sentimiento como: “lamentar” (RV) o “añorar” (LBLA). En hebreo se usa la palabra: “Nahah” que significa:
gemir, lamentar, llorar, añorar.

Lo positivo de esta añoranza o este lamento es que despertó un clamor en el pueblo de Dios que los llevará a un camino de
arrepentimiento…

LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO
Cuando los israelitas comenzaron a sufrir pérdidas por los ataques de los filisteos, ellos
no fueron a buscar el consejo del profeta Samuel. Probablemente no querían “un
regaño” de parte del juez, así que optaron por una “salida fácil” y usaron el Arca como un
objeto de buena suerte. Pero Dios no permitió que jugaran con las cosas santas, y tanto
israelitas como filisteos aprendieron una gran lección (como vimos en los capítulos 4 al
6).

Luego del rapto y del retorno del arca, el pueblo de Israel cambió de actitud y buscaron a
Samuel, y él les dio el consejo que necesitaban:
(1 Samuel 7:3)

Samuel señaló cual era la raíz del problema en Israel: no sólo la desobediencia, sino también la idolatría. Los israelitas
reconocieron su pecado, y se arrepintieron.
(1 Samuel 7:4)

La relación de los paganos con sus ídolos es ofrecerles sacrificios para obtener un favor o beneficio; en contraste, la
relación con Jehová es personal, e implica sumisión a Dios en reconocimiento a Su Soberanía.

ASAMBLEA EN MIZPA
Para consolidar este sentimiento nacional de arrepentimiento, Samuel convocó al pueblo para orar y ayunar en Mizpa.
(1 Samuel 7:5-6)

[Nota: Hay dos lugares en Israel que llevan el nombre de “Mizpa” (lit. Torre de guardia): uno está cerca de Betel, al norte de
Jerusalén; el otro está en Galaad, al otro lado del río Jordán.]

Samuel llevó al pueblo a hacer algo interesante en el contexto de la convocatoria al arrepentimiento: sacaron agua y la
derramaron delante del Señor. Simbólicamente, esto puede ser una señal profética de lavamiento. También podemos
relacionarlo con el acto del bautismo, que es una señal de arrepentimiento.
(Romanos 6:4)

El bautismo es una señal externa de una decisión interna: que hemos dejado atrás el viejo hombre pecaminoso, y
“nacemos de nuevo” a vivir como un nuevo hombre, según el orden de Dios.
(Efesios 4:22-24)

En la tradición judía también hay un acto con agua en relación al arrepentimiento, y se conoce en hebreo como: Tashlij.
Esta es una ceremonia que se lleva a cabo en el primer día de Rosh Hashana (lit. cabeza del año, año nuevo del
calendario civil hebreo), en la cual se lanzan migas al agua, en representación de cómo Dios se lleva nuestros pecados, tal
como lo dice el profeta Miqueas:
(Miqueas 7:19)

Volviendo a la historia de Samuel, vemos que el pueblo respondió al llamado de arrepentimiento que hizo el profeta. En ese
día, todos ayunaron, derramaron el agua y confesaron sus faltas diciendo: “Contra Jehová hemos pecado”. Luego,
permitieron que Samuel “los juzgara”; es decir, permitieron que Samuel les indicara lo que el pueblo estaba haciendo mal, y
cómo debían corregirlo.

Un verdadero arrepentimiento no es sólo sentir “remordimiento” por haber hecho algo malo. Más bien, en el concepto
bíblico, el arrepentimiento debe ir acompañado de una rectificación y transformación. La palabra en hebreo es: Teshuvá,
que literalmente significa: retorno, regreso. Un arrepentimiento genuino implica: (i) reconocer que uno se desvió del buen
camino, y (ii) regresar a hacer las cosas como Dios manda.

El texto dice que "Samuel juzgó a los hijos de Israel en Mizpa (1 Sam. 7:6). Él tuvo que enseñarles a distinguir entre lo
bueno y lo malo, porque había perdido toda noción de la Ley de Dios.

TEMOR DE LOS FILISTEOS


Ahora vayamos al campo de los enemigos...
Cuando los filisteos oyeron que los israelitas se habían reunido en Mizpa, tuvieron miedo porque creyeron que se estaban
preparando para la guerra. Por lo tanto, decidieron atacar primero.
(1 Samuel 7:7)

También los israelitas se llenaron de miedo al oír que los filisteos se preparaban para atacarlos. Entonces pidieron a
Samuel que intercediera por ellos.
(1 Samuel 7:8-9)

El resultado de esta batalla entre filisteos e israelitas fue muy diferente a las previas, pues Jehová estaba del lado de Su
Pueblo.
(1 Samuel 7:10-11)

Con truenos en el cielo, Dios asustó a los filisteos, y terminaron huyendo. De esta manera, los israelitas no sólo ganaron la
batalla, sino la guerra contra los filisteos.

SEÑAL
Como señal del milagro que Dios hizo ese día, Samuel colocó una piedra de testimonio.
(1 Samuel 7:12)

Eben = piedra;
Ezer = ayuda

Nótese que el lugar donde puso la piedra es el mismo donde había comenzado la guerra con los filisteos (1 Sam. 4:1).
Donde comenzó, allí terminó, y se cerró el círculo. A partir de ese momento, mientras vivió Samuel, los filisteos no volvieron
a molestar a los israelitas.
(1 Samuel 7:13)
No sólo los dejaron en paz, sino que hubo restitución:
(1 Samuel 7:14)

MINISTERIO DE SAMUEL
El capítulo termina hablando del ministerio de Samuel, quien sirvió a Israel como juez y como profeta. Él ya no servía en
Silo, porque el Tabernáculo había caído en desuso. Lo que Samuel hacía era ir a varias ciudades céntricas, y allí llegaban
israelitas de todo el territorio a buscar su consejo.
(1 Samuel 7:15-17)

Es interesante ver que Samuel regresó al pueblo de Ana y Elcana. Volvió con su familia, luego que Eli murió y las puertas
del Tabernáculo en Silo fueron cerradas.

I SAMUEL 8: Piden Rey

Samuel fue uno de los mejores jueces de Israel en el período histórico que se conoce como
la “Era de los Jueces”. En ese tiempo no había rey en Israel; los gobernadores eran los
jueces.

Supuestamente los israelitas debían reconocer que Dios era su Rey, y los jueces eran
simplemente representantes que se encargaban de mantener el orden social según los
principios establecidos por la ley de Dios. Pero no siempre sucedió así. La gente tendía a
hacer lo que quería, lo cual les llevaba a pecar, a alejarse de Dios.

(Jueces 21:25)

Como consecuencia de su desobediencia, les iba mal. Cuando llegaban a un estado


calamitoso, clamaban a Dios. El escuchaba desde el Cielo, y les enviaba un juez, que los
libraba de sus enemigos y les enseñaba a vivir como Dios manda. Pero la siguiente
generación volvía a olvidarse del orden de Dios. Volvían a hacer lo que querían, y volvían a
caer en desorden y caos (Jue. 2:10-19).

El círculo vicioso estaba a punto de volver a suceder en Israel cuando Samuel envejeció y de levantó la siguiente
generación…

LOS HIJOS NO ERAN COMO SU PADRE

(1 Sam. 8:1-2)

Los hijos de Samuel tenían “nombres” con significados gloriosos y santos:

Joel (heb. Yoel) significa: YHVH es Dios

Abías (heb. Abiyah) significa: Mi padre es YHVH

Lamentablemente, sus vidas no eran muy santas.

(1 Sam. 8:3)

Betzah (heb.) ganancias injustas, adquiridas con violencia

Shojad (heb) soborno, cohecho

La Torá claramente señala que los jueces no deben aceptar sobornos ni obtener ganancias deshonestas.
(Exo. 23:8)
(Deu. 16:18-20)

Una de las ventajas del sistema de jueces es que los puestos de liderazgo se otorgan por “mérito”, no por herencia como en
el caso de los reinados. Pero Samuel cometió el error de querer dejar a sus hijos como sucesores de su puesto como juez,
a pesar de que ellos no contaban con el mérito necesario. El pueblo reaccionó a esta decisión, y en ese momento pidieron
un rey.
(1 Sam. 8:4-5).

ISRAEL PIDE UN REY

La petición de un rey parecía justa y razonable, dadas las circunstancias. Sin embargo, hay algo en el fondo de esta
petición que debemos revisar…

Esta petición, tal como estaba planteada, tenía dos motivaciones erradas:

a. Pedían un rey humano, haciendo a un lado a su Rey celestial


b. Querían ser como las demás naciones.

a. Rey humano, en lugar del Rey Divino

Es curioso que en lugar de pedir un juez justo, los israelitas pidieron un REY. ¿Acaso no tenían un Rey? Ciertamente no
contaban con un rey terrenal, pero sí tenían a Dios como su Rey. Pero parece que ellos no estaban concientes de esto.
Reconocían el liderazgo de los jueces, pero no apreciaban la autoridad superior que estaba detrás de ellos.

En Israel, un juez no tenía la autoridad absoluta; él simplemente era un mediador de conflictos y un maestro de la ley. Él era
un representante de Dios, siendo Éste último el verdadero Rey de Israel. Pero el pueblo no estaba estaban conforme con
un líder a quien no pudieran ver. Esto nos lleva al segundo punto…

b. Como las demás naciones

Una señal que la petición del pueblo era torcida es que ellos pidieron “un rey como todas las naciones” (en hebreo: C’Jol
HaGoyim = lit. como todos los gentiles), es decir, como el mundo.” En lugar de tener puestos los ojos en Dios y buscar en
Su consejo la mejor forma de vivir, los israelitas miraban a los vecinos para inspirarse en su estilo de vida. Ellos querían ser
como los demás.

¿No nos pasa ahora lo mismo? ¿Quién determina la forma en que llevo mi vida? ¿En quién me inspiro? ¿A quién imito?

Esto mismo pasó por la mente de los israelitas en el Monte Sinaí. Cuando creyeron que Moisés había muerto, hicieron el
Becerro de Oro (Exo. 32:1). La realidad es que la bendición no viene por el liderazgo, sino por la OBEDIENCIA a Dios,
nuestro Rey.
(Salmo 81:10-16)

Entonces, ¿estaba mal que Israel pidiera un rey? La realidad es que Dios había contemplado en la Tora darles un rey (Deu.
17:14-20).

Esto iba a suceder eventualmente, cuando Dios eligiera al rey idóneo para Israel. El problema es que ellos se estaban
adelantando al tiempo de Dios. Además, lo estaban pidiendo por las razones equivocadas. Esto es lo que debía corregirse.

Por otro lado, el riesgo de un rey terrenal es que podía tomar el lugar de Dios a los ojos del pueblo

RECHAZO A DIOS, NO A SAMUEL

Al principio, Samuel se ofendió en forma personal por la petición del pueblo, ya que creyó que el rechazo era hacia él. Pero
Dios le aclaró que en realidad a quien estaban rechazando era a su Rey celestial.

(1 Sam. 8:6-8)

El rechazo era a Dios, quien era el Rey de Israel. Pero Dios nunca obliga a nadie a someterse a Él.

ADVERTENCIA SOBRE LOS REYES

Si Israel quería otro rey, Dios lo iba a permitir. Sin embargo, el Señor le pidió a Samuel que les advirtiera sobre las
implicaciones de esa decisión.

La palabra “advertir” está escrito dos veces en este contexto.

En hebreo es "Ud" (‫ )עּוד‬que significa: repetir, regresar, testificar una y otra vez.

Esta es la advertencia que Dios les dio:

(1 Sam. 8:9-17)

El Señor les dio un “reality check”. Lo que ellos estaban pidiendo no era tan
glamoroso como se lo imaginaban. Lo que ellos estaban escogiendo era quién iba a
ser su señor y a quien iban a servir…no quién les iba a servir a ellos.

La más dura advertencia vino de último:

(1 Sam. 8:18)

* La traducción de la palabra “Escoger” (heb. Bajar) también significa: seleccionar, preferir.


Los israelitas estaban a punto de escoger a quien preferían como “rey”: a Dios o a un hombre.

El rey no sólo es el encargado de gobernar, sino de defender a la nación. Si ellos escogían a un rey humano, Dios se haría
a un lado y dejaría esa responsabilidad al otro.

¿A quién escogió el pueblo?

(1 Sam. 8:19-20)

A pesar de estas advertencias, el pueblo no cambió de opinión.

Es curiosa la explicación que dieron los israelitas, ya que todo lo que ellos esperaban de un rey, el Señor ya lo hacía. Lo
que ellos pedían, era un rey que…

…los juzgue;

…salga delante de ellos;

…pelee sus guerras.

El problema no era que Dios no cumpliera con su parte, sino que el pueblo no le obedecía ni creía en Él.

La realidad es que los israelitas preferían ser “igual” que las demás naciones del mundo (heb. C’Jol HaGoyim), es decir,
como el mundo.

No sólo estaban rechazando a Dios como su Rey, sino que también como su Defensor, YHVH de los ejércitos. Hasta ese
momento, los israelitas no habían contado con carros ni gente de a caballo, que es lo que daba ventaja en la guerra. La
seguridad de un rey humano está en sus fuerzas militares. Eso es lo que Israel quería, en lugar de confiar en YHVH de los
ejércitos.
(Oseas 13:9-12)

¿Por qué Israel prefería un rey humano en lugar de reconocer a Dios como Su Rey?

En el fondo, este rechazo se debía a que ellos querían hacer su propia voluntad. Pero esto es sólo una ilusión, ya que el rey
los sometería a una esclavitud virtual.
De la misma forma es el pecado—uno tiene la ilusión que uno hace lo que quiere, pero la realidad es que uno termina
siendo “esclavo del pecado”.

El Señor oyó la petición del pueblo. Él respeta nuestras decisiones, aunque no sea la mejor ni la que nos conviene. La
elección es nuestra.

(1 Sam. 8:21-22)

El Señor les iba a dar el tipo de rey que ellos habían pedido: un rey de buena apariencia, pero no de óptima esencia. El
primer rey de Israel fue según el deseo del pueblo: Saúl. Pero luego de él vino un rey según el deseo del corazón de Dios:
David.

I SAMUEL 8:6-22. Advertencia sobre los reyes

En la entrada anterior leímos sobre la petición de Israel por un rey. Al


profeta Samuel le ofendió esta petición, pues lo vio como un rechazo a su
liderazgo. Aun así, él no tomó una decisión emocional, sino que le
consultó a Dios.
(1 Samuel 8:6)

El Señor aclaró que, en esencia, el rechazo no era hacia Samuel sino a


Dios mismo.
(1 Samuel 8:7-8)

Este rechazo a Dios como su Rey no era nada nuevo, sino que venía sucediendo desde que salieron de Egipto. En
realidad, esa fue la esencia del problema en todo el tiempo de los jueces.

El pueblo pensaba que no tenía rey, pero en realidad no estaban reconociendo que sí tenían al mejor rey: Jehová. Aun así,
Dios nunca obliga a nadie a someterse a Él. Por lo tanto, si Israel quería otro rey, Dios lo iba a permitir. Pero le pidió a
Samuel que les advirtiera sobre las implicaciones de esa decisión.
(1 Samuel 8:9)

La palabra “protestar”, en hebreo es "Ud”, que también puede traducirse como: repetir, regresar, testificar una y otra
vez. Esta palabra está escrita dos veces en el hebreo.
Tener rey suena elegante y distinguido, pero el costo es alto, y eso fue lo que Dios mandó a advertir a través del profeta. A
continuación, están delineadas tales advertencias:
(1 Samuel 8:10-17)

El Señor les provocó un despertar a la realidad (“reality check”). Lo que ellos estaban pidiendo no era tan glamoroso como
se lo imaginaban. Lo que ellos estaban escogiendo era quién iba a ser su señor y a quien iban a servir…no quién les iba a
servir a ellos.

La advertencia más fuerte viene en el siguiente versículo:


(1 Samuel 8:18)

Si Israel va a escoger a un rey humano sobre el Rey celestial, Dios se hará a un lado y dejará que ello cargue con las
consecuencias de su decisión.

ELECCIÓN DEL PUEBLO


Uno imaginaría que la advertencia del Señor haría entrar en razón al pueblo. Lamentablemente no fue así...
(1 Samuel 8:19-20)

Es curiosa la explicación que dieron los israelitas, porque en pocas palabras expresaron lo que ellos esperaban de un rey:
un juez, una autoridad política y un jefe del ejército. Pero, ¿acaso Dios no llenaba ya esas expectativas? El problema no era
que Dios no cumpliera con su parte, sino que el pueblo no sometía a Él.

¿Por qué Israel prefirió un rey humano en lugar de reconocer a Dios como Su Rey?

En el fondo, este rechazo se debía a que ellos querían hacer su propia voluntad. Pero esto es sólo una ilusión, ya que el rey
los sometería a una esclavitud virtual. De la misma forma es el pecado, uno tiene la ilusión que uno hace lo que quiere,
pero la realidad es que uno termina siendo “esclavo del pecado”.

Otro de los problemas de Israel es que preferían ser “como las demás naciones”, es decir, como el mundo. Esa ha sido la
gran debilidad del pueblo de Dios a lo largo de la historia.

Más adelante en la historia, el profeta Oseas hace referencia a esta decisión del pueblo:
(Oseas 13:9-11)

Israel está poniendo su fe en un rey humano, y éste le fallará, mientras que Jehová nunca falla (Deu. 31:8).

A pesar de las advertencias, el pueblo siguió necio con su decisión. La Biblia dice que Samuel llevó las palabras del pueblo
ante Dios:
(1 Samuel 8:21-22)

El Señor respeta nuestra voluntad, aunque no sea la mejor ni lo que más nos conviene. La elección es nuestra…y también
lo serán las consecuencias de nuestras decisiones.

Como veremos en los próximos capítulos, Dios le dará a Israel el tipo de rey que ellos deseaban: “un rey conforme al
corazón del pueblo” (Saúl); pero después el Señor levantará a un rey “conforme al corazón de Dios” (David).

1 SAMUEL 9. Elección del primer rey

En el capítulo anterior (1 Sam. 8), leímos sobre la petición de los israelitas por un rey. A pesar de las advertencias que Dios
les dio, ellos insistieron, y el Señor les dio lo que pidieron. El primer rey de Israel no fue elegido según la voluntad de Dios,
sino conforme al deseo del pueblo. En el libro de Hechos se menciona esto, y también señala lo que estaba en el corazón
de Dios:
(Hechos 13:20-23)

La intención de Dios era elegir a David como el primer rey de Israel, de cuyo linaje vendría el Mesías. Pero el pueblo se
adelantó y pidió un rey “como las demás naciones”, y según ese deseo fue elegido Saúl, el hombre más alto y apuesto de
todo Israel.

Saúl venía de la tribu de Benjamín. Nadie hubiera imaginado que el rey sería elegido de entre ellos, ya que poco tiempo
atrás esa tribu estuvo a punto de desaparecer, pues todo Israel se volteó en su contra cuando un gran pecado se cometió
allí sin impunidad (Jueces 19 y 20). Luego de una guerra, la tribu sobrevivió por milagro, y entre los sobrevivientes estaba la
familia del primer rey de Israel.

(1 Sam 9:1-2)

El padre de Saúl era Cis, un hombre importante en su tribu. Sin embargo, su nombre tiene una connotación negativa, ya
que en hebreo es Kish que significa: torcido. En contraste, Saúl (heb. Shaul) significa: deseado. Este nombre es
significativo, ya que él era el hombre deseado por el pueblo.

ENCUENTRO CON SAMUEL


Samuel era la autoridad espiritual de Israel en aquellos tiempos. Él era juez y profeta; por lo tanto, era el indicado para ungir
al rey.

Curiosamente, Samuel no salió a buscarlo. Más bien, Dios hizo que Saúl se cruzara por el camino del profeta de una forma
providencial. Una situación inesperada llevó a Saúl al lugar donde se encontraba Samuel. Dios usó unas asnas para reunir
al profeta y al próximo rey de Israel.
(1 Sam 9:3-6)

Saúl fue a buscar al profeta para un propósito personal, sin sospechar que ese
encuentro le llevaría a un propósito mayor. Saúl y su siervo querían algo del
profeta, y por eso sintieron sentían la necesidad de llevarle algo como
compensación por “la profecía”.
(1 Sam 9:7-9)

En aquellos tiempos los profetas también eran llamados “videntes” (heb. Roé, del
verbo Ver), porque “veían” el futuro. Tristemente, la gente buscaba a los profetas como “adivinos” para conocer el futuro, y
no para buscar la voluntad de Dios.
(1 Samuel 9:9)

Saúl y su siervo se dispusieron a buscar al profeta (1 Sam. 9:10), y en el camino se encontraron a unas mujeres locales,
quienes les indicaron que Samuel había llegado al pueblo justamente ese día. No era coincidencia, sino una cita divina.
(1 Samuel 9:11-12)

En ese tiempo, el Tabernáculo estaba en desuso; por ello, Samuel hacía sacrificios fuera del Santuario (1 Sam. 9:13).
Aparentemente ofrecía sacrificios de paz, que son los únicos que los oferentes podían comer en parte (Lev. 7:11-21).

En el camino de subida a la ciudad, Saúl se encontró con el profeta. Samuel ya lo esperaba pues Dios se lo había revelado
de antemano.
(1 Samuel 9:14-17)

Saúl no reconoció al profeta, pero Samuel ya sabía quien era y la razón por la que lo buscaba.

(1 Samuel 9:18-20)

Las palabras del profeta sorprendieron a Saúl, pues no sólo se adelantó a darle la información que buscaba, sino que lo
invitó a comer y lo trató como un invitado especial.
(1 Samuel 9:21)

Samuel le dio a Saúl un lugar de privilegio entre los invitados, para sorpresa de todos (1 Sam. 9:22-24). Pero lo más
importante aún estaba por venir, pues Samuel tenía una palabra profética, la cual se la dio a Saúl en privado al día
siguiente.
(1 Samuel 9:26-27)

1 SAMUEL 10. Saúl es ungido como rey

En este capítulo leemos sobre el momento en que Saúl es ungido como el primer rey
de Israel.
(1 Samuel 10:1)

La palabra que se traduce como “príncipe”, en hebreo es Nagid, que también


significa: líder, gobernante.

Saúl había llegado allí en busca de unas asnas perdidas, y lo que encontró fue un
cambio en su destino. El profeta le anunció que Dios lo había elegido a él para
convertirse en el rey de Israel.

SEÑALES
Podemos imaginar que Saúl le costó procesar las palabras que le había dicho el profeta; por esa razón, Samuel le dio
varias señales que confirmarían la palabra que le había dado:

Señal 1:
(1 Samuel 10:2)

Señal 2:
(1 Samuel 10:3-4)

Señal 3:
(1 Samuel 10:5-6)

Esta última señal es importante ya que involucra a Saúl mismo, haciendo algo sobrenatural, fuera de su control, cuando el
Espíritu de Dios desciende sobre él. A partir de ese momento, él ya no será el mismo. La traducción dice que se convertirá
en un nuevo hombre, literalmente en “otro hombre” (heb. Ish Ajer).
Todas estas señales se cumplieron ese mismo día. Pero, aún antes que se dieran las señales, la Biblia dice que el Señor
cambió el corazón de Saúl.
(1 Samuel 10:9)

En hebreo dice literalmente que Dios le dio una cara vuelta, dándole un nuevo corazón (heb. YaHafaj-Lo Elohim Lev Ajer).

Todas las señales sucedieron tal como Samuel había dicho. La última señal no sólo sirvió como confirmación para Saúl,
sino también dio testimonio a otros del poder sobrenatural que vino sobre él.
(1 Samuel 10:10-13)

Esta historia es un buen ejemplo de lo que Dios puede hacer a través de cualquier persona que el Señor elija. Saúl no
estaba humanamente capacitado para ser rey, pero debemos saber que cuando Dios hace un llamado, Él también da la
unción para cumplirlo, por Su gracia y por el poder de Su Espíritu.

LO MANTUVO SECRETO
Es curioso que después de todos los milagros que presenció y de la gran noticia acerca de su futuro, cuando llegó a su
casa Saúl no quiso contar nada a nadie. Un pariente le preguntó, pero él se guardó el secreto.
(1 Samuel 10:14-16)

Podemos imaginar a Saúl preguntarse: ¿Y ahora qué? Samuel se adelantó a la pregunta, y le dijo lo siguiente antes de
despedirse:
(1 Samuel 10:7)

Esta es una gran lección para todos. Dios no está esperando que hagamos milagros, porque es Él quien los realiza; todo lo
que Él espera de nosotros es que hagamos lo que está “a la mano” …y el resto lo hará Dios.

ANUNCIO PÚBLICO
Hasta ese momento sólo Samuel y Saúl sabían sobre la unción del primer rey de Israel. Ahora le tocaba al profeta informar
a todo el pueblo. Mientras tanto, Samuel le dio instrucciones a Saúl, y lo citó para el anuncio público:
(1 Samuel 10:8)

Samuel convocó al pueblo para presentarles a su nuevo rey, pero no perdió la oportunidad de amonestarlos por haber
rechazado a Jehová, prefiriendo a un rey humano.
(1 Samuel 10:17-19)

Samuel ya sabía quien era el elegido por Dios para gobernar sobre Israel, sin embargo, él se dispuso a hacer una última
confirmación echando suertes delante de todo el pueblo. También lo hizo para que todos supieran que la elección venía del
Cielo y no de los hombres. La primera suerte se echó para elegir la tribu, luego la familia, y por último el hombre que se
convertiría en rey.
(1 Samuel 10:20-21)

¿Acaso Saúl no se presentó a esa cita tan importante? Samuel oró al Señor para preguntarle, y Él le reveló donde estaba:
(1 Samuel 10:22)

Saúl estaba allí, pero se había escondido. Desde el principio se hace evidente que él no era un hombre valiente; sin
embargo, era apuesto y muy alto. Ése era el hombre conforme al corazón del pueblo.
(1 Samuel 10:23-24)

Aquí Samuel aprovechó a recordar al pueblo las leyes de un reinado en Israel (heb. Mishpat HaMelujá).
(1 Samuel 10:25)

Después de esto, cada uno regresó a su casa, incluyendo a Saúl.


(1 Samuel 10:26)

Aunque lo había reconocido como rey, Saúl no se fue a vivir a un palacio sino que regresó a su propia casa en Gabaa. Pero
desde ese momento se formó un séquito de hombres (heb. Jayil, lit. ejército), que eventualmente formarían el ejército del
reino.

Unos recibieron a Saúl como brazos abiertos, pero otros lo menospreciaron.


(1 Samuel 10:27)

La palabra que se traduce como “hombres perversos”, en hebreo dice: Bnei Belial (lit. Hijos de Belial, que significa: buenos
para nada, sin valor, improductivos, destructores). Esta es la misma expresión con que la Biblia describe a los hijos de Eli (1
Sam. 2:12), hombres corruptos. Estos hombres perversos reflejan el problema medular de la petición de un rey humano:
ellos buscaban que el rey los salvara. Pero esta es una expectativa irreal porque los seres humanos no son perfectos y
fallan, pero el único que salva sin fallar es Dios.

I SAMUEL 11: Primer reto de Saúl

Después de haber sido reconocido como el rey de Israel, Saúl no fue al palacio real (por no existía entonces), sino que
regresó a su casa, y siguió su vida como lo había hecho hasta ese momento. Al principio del capítulo encontramos a Saúl
en el campo, trabajando como lo haría cualquier israelita (1 Sam. 11:5). Pero pronto se levantó una amenaza en contra de
Israel que requirió de la atención del nuevo rey.
(1 Samuel 11:1)

El enemigo que se levantó en contra de un pueblo israelita era un amonita llamado “ Nahas” (heb. Najash), que significa:
serpiente. Nahas es representativo de Satanás, la serpiente antigua (Apoc. 12:9; 20:2), cuyo cometido es destruir (1 Pedro
5:8). Y una táctica del enemigo es atacar a los más débiles y vulnerables, y ése era el caso de Galaad.

La palabra “Jabes” (heb. Yabesh) significa: seco. Jabes de Galaad era un pequeño pueblo al otro lado del río Jordán. Al
estar separados de los otras tribus por el río y montañas, estaban entonces más expuestos a ataques de los enemigos.
Pero Jabes no sólo estaba separada geográficamente, sino también espiritualmente. Ése fue el único pueblo que no se unió
al resto de los Hijos de Israel en contra del pecado de la tribu de Benjamín (Jue. 21:1-15), unos años atrás. Ellos se creían
“independientes”, y eso los puso en una posición de vulnerabilidad ante el enemigo.

La fe de Jabes estaba tan debilitada que estaban dispuestos a someterse al enemigo, con tal que no les hicieran daño.
Ellos dijeron a Nahas: “Haz un pacto con nosotros y te serviremos" (1 Sam. 11:1).

Uno hubiera pensado que el enemigo estaría satisfecho con esto…pero no. Él puso otra condición para perdonarles la
vida:
(1 Samuel 11:2)

Nahas no sólo buscaba la sumisión de Jabes, sino traer vergüenza y oprobio a todo Israel. Es un engaño creer que lo que
una persona hace no afecta a los demás. Nuestras acciones traen repercusiones a la familia y la comunidad a la que
pertenecemos (1 Cor. 12:12-27).
(1 Corintos 12:26)

APELACIÓN
Ante la terrible amenaza de Nahas, pidieron tiempo para decidir si luchaban o se sometían a tales condiciones.
(1 Samuel 11:3)

En ese momento decidieron apelar al recién instituido líder de la nación: el rey Saúl.
(1 Samuel 11:4-5)

Esta sería la primera prueba del liderazgo de Saúl. Lo que no podía hacer él humanamente, Dios lo capacitó con el poder
de Su Espíritu Santo.
(1 Samuel 11:6-7)

[Nota: De nuevo, en este contexto se oyen los ecos de la historia de Jueces (caps. 19 & 20), cuando el levita envía a las
tribus pedazos de su concubina asesinada, como testimonio del mal que se había hecho entre ellos].

RESPUESTA DE ISRAEL
En lugar de vengarse de Jabes por no haberlos apoyado en el pasado, las demás tribus de Israel decidieron responder al
llamado de auxilio de sus hermanos bajo ataque. Y la Biblia resalta que se unieron como “un solo hombre” (1 Sam. 11:7),
los hermanos juntos en harmonía.

En ese momento se formó un ejército de israelitas:


(1 Samuel 11:8)

ESPERANZA PARA JABES


Las tribus unidas de Israel enviaron un mensaje de esperanza a los de Jabes:
(1 Samuel 11:9)

Con el respaldo de las demás tribus, los habitantes de Jabes estaban listos para enviar un mensaje a Nahas (aunque no
revelaron cuál sería su respuesta final):
(1 Samuel 11:10)

A continuación, se describe como Saúl organizó a su ejército, y cómo vencieron al enemigo:


(1 Samuel 11:11)

El pueblo unido logró vencer al enemigo que los quería avergonzar.

CONFLICTO INTERNO
Ante la amenaza del enemigo, los israelitas se unieron. Pero cuando desapareció la amenaza externa, surgió una división
interna.
(1 Samuel 11:12)

Recordaron que unos israelitas se habían burlado de Saúl, y ahora querían acabar con ellos. Pero el rey mismo salió en su
defensa.
(1 Samuel 11:13)

Saúl se levantó en contra de la venganza y la división. Es el perdón y el respeto mutuo lo que mantiene a una nación unida.
Allí volvió a aparecer en la escena el profeta Samuel. Él aprovechó el momento para renovar la autoridad de Saúl como rey
de Israel.
(1 Samuel 11:14-15)

I SAMUEL 12. Despedida de Samuel

Mientras que la influencia de Saúl se incrementaba, el liderazgo de Samuel comenzó a menguar. No obstante, Samuel
continuó siendo profeta hasta sus últimos días, y una de sus principales misiones estaba aún por cumplirse (como veremos
más adelante).

En este capítulo leemos algo parecido a una despedida por parte de Samuel, reconociendo
que el liderazgo de Israel le pertenece ahora al rey.
(1 Samuel 12:1-2)

Samuel aprovechó la ocasión para limpiar su fama como líder durante el tiempo que les sirvió.
(1 Samuel 12:3)

El pueblo afirmó que Samuel había sido un buen líder.


(1 Samuel 12:4-5)

[Nota: Aunque Samuel no falló como líder, sus hijos sí (1 Sam. 8:1-7); pero no se mencionó en
esa ocasión]

En forma de un discurso de despedida, Samuel hace un poco de historia para que los israelitas entren en perspectiva. La
Biblia siempre nos lleva a dar un vistazo a la historia, porque lo que ocurre en un momento va conectado con un contexto
histórico, lo cual nos revela más de lo que se puede ver a simple vista.
(1 Samuel 12:6-11)

El discurso de Samuel los lleva hasta el momento que estaban viviendo, que marca un punto de transición: se cierra el
período de los jueces, y da inicio a la era de los reyes.
(1 Samuel 12:12-13)

Dios levanta líderes en medio de su pueblo para que los guíen. Pero esto no quiere decir que estos líderes tomen el lugar
que le pertenece sólo a Dios. Los israelitas pidieron un rey humano, en lugar de reconocer que Jehová es su Rey.

RAIZ DEL PROBLEMA


Samuel aclara que la raíz del problema no es tener rey o juez; más bien, el problema radica en el pecado del pueblo.
(1 Samuel 12:14-15)

Si obedecen a la Ley de Dios, les irá bien. Si desobedecen, vendrán consecuencias—con rey o sin rey.

Para demostrar que estas palabras no venían de Samuel, sino de Dios, el profeta pidió una señal…
(1 Samuel 12:16-17)

El tiempo de la siega de trigo es al inicio del verano, y en ese tiempo no llueve en Israel. Pero Samuel pidió una señal
sobrenatural para confirmar sus palabras. Samuel quería que el pueblo no perdiera de vista que Dios es quien está en
control, no el rey humano.
(1 Samuel 12:18)

Ante estas señales, el pueblo reconoció que había actuado mal.


(1 Samuel 12:19)

Este reconocimiento era crucial para comenzar bien esta nueva era en la historia de Israel. Samuel los guió para que
reconocieran lo que era realmente importante.
(1 Samuel 12:20-25)

Aunque este discurso parecía una despedida, Samuel iba a seguir sirviendo como profeta, hablando la palabra de Dios y
enseñando la palabra al pueblo. Pero, a partir de este momento, él iba a tomar un segundo plano en el liderazgo de Israel.
Ahora Saúl sería el rey entre sus hermanos, pero Samuel les hizo ver que la verdadera y máxima autoridad de Israel es
Jehová su Dios.

1 SAMUEL 13. Saúl forma su ejército

Poco tiempo después de enfrentar al enemigo amorreo (1 Samuel 11), el rey Saúl vio la
necesidad de formar un ejército para defender a Israel.
(I Samuel 13:1-2)

De todas las tribus de Israel, Saúl apartó a 3,000 hombres para formar su ejército.
Luego lo dividió en dos grupos: 2,000 permanecieron cerca del rey, y los otros mil seguían
al príncipe heredero, Jonatán, quien ya estaba siendo preparado para heredar el trono.
En ese tiempo, los principales enemigos de Israel eran los filisteos, y éstos habían logrado levantar fortalezas militares en el
territorio de Israel. Jonatán decidió atacar un fuerte que los filisteos tenían en Geba (cerca de Gabaa, en el territorio de la
tribu de Benjamín).
(I Samuel 13:3-4)

Aunque Jonatán hirió a ese grupo de filisteos, lo que realmente logró fue provocarlos, como quien mete la mano en una
colmena de abejas. Lo que comenzó como una pequeña batalla se convirtió en una guerra entre naciones.
(I Samuel 13:5)

El ejército de Israel era minúsculo en comparación del masivo ejército filisteo. Por otro lado, los filisteos estaban mejor
armados, ya que Israel no tenían carros ni caballos de guerra, sólo soldados a pie. Los israelitas no estaban preparados
para un conflicto bélico de esa magnitud, y por eso reaccionaron de la siguiente manera:
(I Samuel 13:6-7)

No sabemos si Jonatán hizo el ataque sin pensar en las consecuencias, o si lo hizo a propósito, para forzar a todos los
israelitas a ir a la guerra contra los filisteos. Lo cierto es que se hizo evidente que el príncipe no midió las consecuencias de
sus decisiones militares. Lo sabio es conocer bien y medir al enemigo antes de provocarlo o confrontarlo. Esto aplica
también al ámbito espiritual. Antes de entrar en batalla, es bueno saber quién es el enemigo y con qué armas espirituales
contamos (2 Cor. 10:3-6; Efe. 6:13-18).

Para más, el enemigo entendía mejor la importancia de conocer al enemigo antes de luchar contra él. Antes de iniciar la
guerra, los filisteos enviaron espías en tres direcciones para descubrir los puntos débiles de Israel, y luego atacarlos por allí
(I Sam. 13:17-18).

OTRA VENTAJA DEL ENEMIGO

Además de los carros y caballos, los filisteos tenían otra ventaja comparativa, ya que ellos contaban con armas de hierro,
mientras que las armas del ejército de Israel eran hechas de metales más suaves y maleables.

En este capítulo, la Biblia explica por qué los filisteos tenían armas de hierro y los israelitas no. En ese tiempo, el hierro no
estaba disponible para todos. Aunque pudieran comprarlo, no todos tenían la capacidad para trabajarlo. Los herreros
especializados no eran muchos, y quienes tenían el monopolio en la región eran los filisteos. Ellos guardaron este oficio
como un secreto de estado para mantener su superioridad ante los enemigos.
(I Samuel 13:19-22)

Los filisteos tenían una gran ventaja militar sobre los israelitas. Sin embargo, Israel contaba con algo mejor que las armas
de hierro, los carros y los caballos, ya que Jehová era su defensor.
(Deut. 20:1)
(Salmo 20:7)

LLAMAN A SAMUEL
Si Dios estaba con Israel, cualquier cosa era posible. Sabiendo esto, el rey Saúl mandó a llamar al profeta Samuel, a quien
seguía consultando sobre asuntos importantes del reino. El problema es que el profeta se tomó su tiempo en llegar.
(I Samuel 13:8)

Cada día que pasaba, Saúl perdía más gente de su ejército. Por lo tanto, Saúl decidió apresurar el proceso.
(I Samuel 13:9)

Un momento después apareció el profeta, y Saúl excusó su decisión.


(I Samuel 13:10-12)
Saúl cayó en el error que muchos cometen, creyendo que el favor (o “la buena suerte”) viene por hacer los rituales, en lugar
de confiar en Dios. Saúl tomó el asunto en sus propias manos.

¿Era válida la justificación de Saúl? A Samuel no le pareció…


(I Samuel 13:13)

Aquí vemos que la tardanza de Samuel no fue por error o descuido; más bien, era una prueba que sacaría a luz si Saúl
realmente tenía fe, y si era obediente y fiel a Dios. Lamentablemente, Saúl no pasó la prueba, y el profeta le advirtió sobre
las consecuencias…
(I Samuel 13:14)

Lo que Saúl perdió fue más que hombres de guerra o una batalla (I Sam. 13:15); él perdió el apoyo del Señor y el derecho
del reino para su descendencia. El profeta le dijo que Dios ya estaba buscando a otro líder que lo reemplazara. Lo que Dios
busca en un líder no es que sea “muy listo o creativo o popular”, sino que sepa seguir la dirección de Dios, y que tenga su
fe puesta en Él. La cualidad que Dios busca es “un corazón conectado a Él” (Hechos 13:22).

1 SAMUEL 14:1-23. Plan de Jonatán

En el capítulo anterior vimos que los filisteos tenían mejores armas militares, pero los israelitas tenían a su disposición un
arma superior: la fe en Dios. Esta fue el arma que usó Jonatán (aunque no Saúl). En lugar de poner su vista en los
hombres, Jonatán decidió confiar en Dios. Se armó de valor y urdió un plan.
(I Samuel 14:1)
El plan de Jonatán era atacar el destacamento de los filisteos, no con su ejército
sino sólo él y su siervo. Era un plan descabellado y suicida. No lo hizo por
“temerario”, creyéndose invencible, sino porque confiaba en Dios, para quien nada
es imposible. Su lógica era que si sólo ellos dos tenían fe, entonces sólo ellos
debían ir. La fe abre las puertas a la victoria, pero la duda lleva a la derrota.
(I Samuel 14:6-7)

La verdadera fe en Dios no es creer que Él hará cualquier cosa que “uno quiera”,
sino que Él hará lo que ha dicho. Tal vez Jonatán no había oído una voz del cielo, pero una cosa sí sabía: que Dios quería
expulsar a los enemigos de Israel de la Tierra Prometida. Sabiamente, Jonatán buscó que Dios le confirmara si debía seguir
adelante con el plan, y pidió una señal.

(I Samuel 14:8-10)

PIDE SEÑAL
¿Es correcto pedir señales? Algunos han creído que es malo pedir “pruebas” a Dios (ej.: Isa. 7:11-14), pero eso es lo que
Dios nos ha dado desde un principio; desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia está colmada de señales. Éstas son pautas
que el Señor nos envía para confirmar si estamos alineados o no a Su plan. Jesús reprendió a algunos por pedir señal, sin
embargo, al final les dio una señal, aunque no la que esperaban (Mat. 12:38-39; 16:1-4). Lo malo no es pedir señal, sino la
falta de fe. Si pedimos señal no debe ser por dudar de Dios, sino porque desconfiamos de nuestro propio corazón
engañoso y mente falible.

Jonatán pidió señal, y el Señor se la confirmó a través de los filisteos.

(I Sam. 14:11-12)

Tan pronto como recibió la confirmación divina, Jonatán actuó…y el Señor le dio la victoria.
(I Sam. 14:13-15)

Jonatán y su siervo hicieron lo que tenían a su mano…y el resto lo hizo Dios. El Señor no pide que seamos “superhéroes”;
todo lo que pide es que hagamos lo que podamos, porque lo demás lo hace Él. En esa ocasión, el Señor hizo temblar la
tierra, y provocó una gran confusión en el campamento enemigo.

REACCIÓN DE SAÚL
En contraste a Jonatán, los retos de la guerra sacaron a luz que la fe de Saúl no era muy fuerte. En lugar de esperar al
profeta Samuel, Saúl se adelantó a hacer los sacrificios (algo que sólo los sacerdotes podían hacer). Cuando Samuel llegó,
le llamó la atención. Habiendo perdido el favor del profeta, Saúl no se arrepintió ni buscó la ayuda de Dios, sino que puso
su vista en otro hombre que los pudiera salvar.
(I Samuel 14:2-3)

Ahías era descendiente de Eli, y formaba parte del linaje sacerdotal que Dios había rechazado (I Sam. 2:27-36; 3:11-
14). Este sacerdote llevaba el Efod, una pieza del vestuario del Sumo Sacerdote (Exo. 28), que lamentablemente llegó a
ser usada como “amuleto” en el tiempo de los jueces (Jue. 8:27; 17:5-6). [Los amuletos son la “salida fácil” para la gente
que prefiere hacer su propia voluntad en lugar de obedecer a Dios. Aunque pronto se hace evidente que éstos no sirven.]

Saúl estaba buscando una “fuente de buena suerte” que los ayudara en la guerra contra los filisteos. Por eso, se le ocurrió
pedir al sacerdote Ahías que trajera el Arca del Pacto. Apartemente Saúl no había aprendido la lección de lo que pasó años
atrás cuando usaron el Arca como amuleto (1 Samuel caps. 4 al 6).
(I Samuel 14:18)

El plan de Saúl era mandar a traer el Arca del Pacto como amuleto de buena suerte para la guerra. Pero Dios ya estaba
obrando la salvación a través de Jonatán…

VICTORIA MILAGROSA
Mientras la mayoría de israelitas se escondieron al ver el ejército filisteo, sólo Jonatán y su siervo tuvieron el valor de
enfrentar al enemigo. Con la confirmación de Dios, atacaron el campamento filisteo, y Dios hizo el milagro de confundir al
enemigo, y comenzaron a matarse entre ellos.
(I Samuel 14:20)

Gran parte de la confusión en el ejército filisteo se debió a que entre ellos venían israelitas que se habían convertido en sus
súbditos o esclavos. Pero en el momento de la batalla, se voltearon en defensa de Israel.
(I Samuel 14:21)

Al ver este milagro, los israelitas que se habían escondido también tomaron valor y se unieron a la batalla.
(I Samuel 14:22-23)

Aunque los israelitas no contaban con espadas de hierro, alcanzaron la victoria, porque Dios iba delante de ellos. El Señor
no quiere que Su Pueblo sea un simple espectador en la conquista de las promesas divinas, sino que espera que tomemos
un rol activo. Cada uno debe hacer su parte, lo que está a la mano, en obediencia y con fe en Dios, y luego Dios hará el
resto. Así veremos milagros suceder.
1 SAMUEL 14:24-52. Voto imprudente

La segunda parte del capítulo 14 habla del efecto de un voto necio que hizo Saúl, en medio de su desesperación por el
ataque del enemigo (I Samuel 14:24)

El rey Saúl puso a ayunar a todo el pueblo como una forma de “ganar el favor de Dios”. Sin duda, el ayuno es un arma
espiritual. Hubiera estado bien, si Saúl la hubiera usado con la motivación correcta…pero no lo hizo; más bien, usó el ayuno
como un “amuleto”, buscando que Dios le fuera “favorable. Pero el verdadero propósito del ayuno no es que Dios haga
“nuestra voluntad”, sino que nos humillemos ante Él para buscar “SU Voluntad”.

Saúl no “convocó” a un ayuno voluntario, sino que hizo un pacto en nombre del pueblo, y los
comprometió a todos. Por lo tanto, en lugar de que el ayuno fuera una bendición, se convirtió
en una carga. No sólo los israelitas estaban peleando sin haber comido, sino que corrían el
riesgo de recibir una maldición si rompían el voto.
(I Sam. 14:25-26)

El ejército de Israel se hubiera beneficiado de la energía de la miel en ese momento de


batalla, pero no pudieron hacerlo. Estaban peleando en ayunas, lo cual los debilitó sin
necesidad.

Pero lo más delicado fue que Jonatán no estaba presente cuando Saúl hizo el juramento, y él
sí comió:
(1 Samuel 14:27)

El resultado de comer miel en ese momento fue: “ojos aclarados”, que literalmente significa:
iluminados, con luz. Cuando uno está débil o desfalleciendo, los ojos se “apagan”, y uno no puede ver con claridad (Salmo
38:10). En ese estado se encontraban los israelitas, debilitados por el hambre, pero aún así seguían luchando y
persiguiendo al enemigo. Necesitaban alimento, pero nadie se atrevió a probar de la miel, excepto Jonatán. Todos
esperaban que él muriera o le pasara algo malo, pero cuando comió miel, se le iluminaron los ojos. Se reanimó con el
azúcar de la miel.

Jonatán no sabía nada sobre el juramente, hasta que se lo contaron en ese momento:

(I Samuel 14:28)

¿Cuál fue la reacción de Jonatán? Él se molestó por el voto vano que había hecho su padre, y la carga innecesaria que
había puesto sobre los hombros de sus hombres.

(I Samuel 14:29-30)

OTRA CONSECUENCIA
Hubo otra consecuencia negativa del voto impulsivo de Saúl. Dado que el pueblo tenía gran hambre por seguir peleando
sin haberse alimentado, al final del día muchos comieron algo que no debían.

(I Samuel 14:31-35)

La Biblia dice que la carne no se puede comer con sangre (Lev. 17:10-11; Hechos 15:20-21,29).
(Levítico 3:17)
(Deut. 12:23)

Cuando Saúl se enteró de lo sucedido, él sabía que este pecado les podía costar caro al Pueblo de Dios. Por lo tanto, se
dispuso a hacer un sacrificio para cubrir el pecado del pueblo.
(I Samuel 14:33-35)

Saúl creía que esos sacrificios eran suficientes para apaciguar a Dios; por lo tanto, él llegó a creer que el Señor le sería
propicio para acabar con los enemigos de una vez por todas.

(I Samuel 14:36-37)

Sabiamente, el sacerdote aconsejó a Saúl buscar primero la voluntad de Dios, antes de seguir con sus planes.
(I Samuel 14:37)

Saúl no obtuvo respuesta de Dios. En ese momento, él supo que había algo que no estaba bien. Por lo tanto, comenzó a
indagar.
(I Samuel 14:38-39)

Como nadie se confesó ni salió a luz algún pecado, lo dejaron a la suerte, para que Dios revelara donde estaba el
problema.
(I Samuel 14:40-42)

Hasta ese momento le informaron a Saúl lo que había hecho Jonatán por ignorancia.
(I Samuel 14:43-44)
Saúl se había atado con las palabras de su boca, comprometiendo a su hijo. Estaba dispuesto a poner a su hijo a la muerte,
pero el pueblo no lo permitió.

(I Samuel 14:45)

CONQUISTA DE LA TIERRA
En ese día, Saúl ya no peleó contra los filisteos. Pero a partir de ese momento, el rey comenzó a hacer guerra contra los
pueblos que aún no habían logrado sacar de la Tierra, y contra aquellos enemigos que los saqueaban.
(I Samuel 14:46-48)

Había llegado el momento de tomar posesión de las tierras que habían quedado sin conquistar desde los tiempos de Josué.
Pero los enemigos más difíciles fueron los filisteos.
(I Samuel 14:52)

Así formó Saúl su ejército, tomando para sí a los mejores hombres del reino (tal como lo había advertido el profeta
Samuel 1 Samuel 8:11-12)

FAMILIA DE SAÚL
En este contexto, la Biblia presenta a la familia de Saúl, y al jefe de su ejército, quien también era un familiar:
(1 Samuel 14:49-51)

1 Samuel 15:1-23. Obediencia, no sacrificio

Al final del capítulo anterior, se menciona una lista de los enemigos de Israel contra quienes Saúl tuvo que pelear al
principio de su reinado.
(1 Samuel 14:47-48)

La última nación que se menciona son los amalecitas. Con ellos, Israel tenía un asunto pendiente que se remonta al
tiempo en que los israelitas salieron de Egipto…

AMALEC: ENEMIGO DE ISRAEL


Cuando Dios sacó a Israel de Egipto con señales y milagros, todas las naciones de la región se maravillaron y el temor de
Dios descendió sobre ellos (Éxodo 15:14-16). Solamente un pueblo no reconoció el poder de Jehová, y se atrevió a
levantarse contra Su pueblo Israel. El líder de esa nación irreverente se llamaba Amalec.

Cuando los israelitas viajaban por el desierto en camino a la Tierra Prometida, Amalec los atacó, sin haber sido provocados.
Simplemente salieron a su encuentro, y atacaron a los israelitas cobardemente por la retaguardia. Mientras que los líderes
se habían adelantado en busca de agua, los amalecitas atacaron a los más débiles, que quedaron en la retaguardia (Exo.
17:8-13). Milagrosamente, Dios le dio la victoria a Israel.

Aunque Israel ganó la batalla, muchos amalecitas lograron huir. En ese momento, el Señor no permitió que Israel acabara
con ese enemigo. Sin embargo, Dios no dio por terminado el asunto, y declaró lo siguiente:
(Éxodo 17:14-16)

Nótese que la guerra no fue tanto contra Israel (porque ellos no le habían hecho nada); más bien, la guerra es contra
Jehová, Dios de Israel. Y lo que hace Amalec es rematar en contra del Pueblo de Dios. Los sabios judíos identifican este
odio contra Israel como el antisemitismo, que ha permeado a lo largo de la historia.

Estando en el desierto, Dios ordenó a Israel que no olvidaran lo que hizo Amalec—no para “guardar resentimiento”, sino
para que estén conscientes que llegará el momento de completar la justicia con Amalec.
(Deuteronomio 25:17-19)

LLEGÓ EL DÍA

El día de tratar con Amalec llegó cuando Israel tuvo su primer rey. Y fue precisamente después que Saúl triunfara sobre sus
enemigos (1 Sam. 14:47).
(1 Samuel 15:1-3)

[Nota: Muchos se sorprenden ante esta orden de Dios. ¿Cómo puede Dios ordenar la muerte de mujeres y niños, y aún
animales? Es humano hacerse esta pregunta, pero Dios tiene razones que sobrepasan el entendimiento humano (Isaías
55:8-9). Más adelante en el estudio daremos un vistazo a la razón por la que Dios ordenó esto.]

El fin de Amalec fue reservado para el primer rey de Israel. Samuel le dio la encomienda a Saúl, y el rey atendió el llamado
y formó un ejército para ese propósito.
(1 Samuel 15:4-5)

Cuando Saúl estaba a punto de atacar a los amalecitas, se dio cuenta que había un problema: junto a los amalecitas vivían
también los ceneos. Saúl les dio la oportunidad de salvarse, y les envió un mensaje:
(1 Samuel 15:6)

[Nota: Contrario a los amalecitas, los ceneos fueron amigables con Israel. Entre ellos estaba el suegro de Moisés, y
muchos de ellos se unieron a Israel (Jue. 1:16; 1 Sam. 30:29).]
Cuando los ceneos se apartaron de los amalecitas, Saúl tuvo el campo abierto para atacar a los amalecitas.
(1 Samuel 15:7-8)

OBEDIENCIA A MEDIAS
Saúl comenzó bien su encomienda, pero no la terminó; sólo obedeció parcialmente las instrucciones del Señor—y eso es
equivalente a desobediencia.
(1 Samuel 15:9)

Las instrucciones que Dios le había enviado a Saúl habían sido claras: ¡Destruye TODO! Pero no lo hizo así. Él dejo vivo al
rey, y a lo mejor del ganado. Saúl se creyó más inteligente que Dios…y eso le costará muy caro, como veremos más
adelante. Pero a Dios no se le pasa nada por alto; el Señor vio lo que hizo Saúl, y se lo hizo saber a Samuel.
(1 Samuel 15:10-11)

Samuel se consternó al oír el reporte del Señor; y al día siguiente salió a buscar a Saúl. El profeta no sabía los detalles,
pero se fue enterando en el camino.
(1 Samuel 15:12)

Lo que se traduce como “monumento”, en el texto hebreo se usa otra palabra: “Yad” que significa: mano. Unos
comentaristas señalan que Saúl hizo un monumento de victoria en la forma de una mano gigante, como símbolo de poder.
Saúl no sólo desobedeció la orden de Dios, sino que luego se exaltó a sí mismo delante del pueblo.

¡Cómo uno puede engañarse a sí mismo! Saúl llegó a creer que no había hecho nada
malo. Así se lo manifestó a Samuel cuando lo vio llegar:
(1 Samuel 15:13-15)

Hay un refrán popular que dice: “Es mejor pedir disculpas que pedir permiso”; ése
definitivamente no es un proverbio bíblico, pero Saúl se lo creyó. Él no obedeció al pie
de la letra la orden de Dios, sino que decidió ser “creativo”. Él pensó que su idea era
mejor que la de Dios, y decidió implementarla, creyendo que si ofrendaba a Dios parte
del botín calmaría la ira divina. Pero las cosas no funcionan así en el Reino de Dios, y
Samuel se lo dejó claro:
(1 Samuel 15:16-19)

Aún luego de la explicación del profeta, Saúl no se mostró arrepentido. Él todavía se excusó, creyendo que no había hecho
“nada malo”.
(1 Samuel 15:20-21)

No sólo no se arrepintió Saúl, sino que le echó la culpa al pueblo por el botín…y peor aún, lo “justificó” como “un acto
religioso”. A veces creemos que hacemos grandes obras para Dios, pero si no es lo que Él quiere, la obra es en vano, y
puede aún considerarse como desobediencia. Esto fue lo que explicó Samuel:
(1 Samuel 15:22)

Lo que Dios espera de su pueblo es que le prestemos atención y obedezcamos. El único “sacrificio” que Dios espera es
nuestra OBEDIENCIA.

(Romanos 12:1-2)

David entendió muy bien este concepto, tal como lo vemos en un salmo:
(Salmo 51:16-17)

También un proverbio dice:


(Proverbios 21:3)

[Otras referencias: Isaías 1:11-17; Jer. 7:22-23; Oseas 6:6; Amos 5:21-24; Miqueas 6:6-8; Mateo 23:23; Hebreos 10:8-
9]

COMO IDOLATRÍA
En el siguiente versículo, Samuel compara la rebelión y la desobediencia con la adivinación, la idolatría y la iniquidad.
(1 Samuel 15:23)

¿Por qué hace esta comparación? A simple vista, parecería que una cosa no tiene nada que ver con la otra; sin embargo,
esos pecados tienen la misma raíz. Cuando un pagano busca a un dios falso, no lo hace con el afán de buscar la “voluntad”
de su ídolo; más bien, lo busca para que éste le haga un favor y cumpla el deseo del adorador. De la misma forma, el
rebelde y desobediente no busca cuál es la voluntad de Dios, sino que presiona y manipula para hacer su propia voluntad.

1 SAMUEL 15:24-35. SAÚL ES CORTADO

En la entada anterior vimos cómo Saúl mostró su desobediencia a Dios al no seguir sus instrucciones, sino sólo lo que él
quiso. Avisado por Dios, el profeta Samuel llegó a confrontar al rey…
¿ARREPENTIMIENTO GENUINO?
Luego del llamado de atención del profeta Samuel, Saúl parecía estar arrepentido

(1 Samuel 15:24-25)

Tal vez Saúl usó las palabras adecuadas, pero Samuel sabía que el arrepentimiento del rey era superficial, y no de fondo.

“Arrepentirse” en hebreo es “Shuv”, que literalmente significa: regresar. Saúl reconoció su pecado, pero nunca regresó. Del
diente al labio confesó, pero quería seguir como si nada. No buscó humildemente la voluntad de Dios, sino que siguió
actuando como quería, y le pidió a Samuel que hiciera sacrificios con los animales que había capturado.

Samuel no se prestó al juego de Saúl.


(1 Samuel 15:26-27)

La ruptura del manto de Samuel sirvió como señal de lo que sucedería con el reinado de
Saúl.
(1 Samuel 15:28-29)

La respuesta de Saúl ante esta profecía revela lo que está en su corazón y lo que realmente
le importa.
(1 Samuel 15:30)

Nótese que Saúl dijo “tu” Dios, como si Jehová no fuera su Dios sino sólo de Samuel. La
realidad es que Saúl no se arrepintió, sino que lo que quería era “no quedar mal” delante del
pueblo. En síntesis, le importó más la opinión del pueblo que lo que Dios pensara de él.

En ese momento, Samuel regresó con Saúl ya que todavía tenía una misión que cumplir allí…

FIN DE AGAG
Samuel no se fue sino hasta completar la misión que Saúl dejó a medias. Él mismo se encargó de acabar con el
sobreviviente de los amalecitas.
(1 Samuel 15:31-33)

Samuel creía haber acabado con el “último amalecita”, pero la historia bíblica nos revela que el linaje de Agag subsistió.
Según la tradición hebrea, en el tiempo que el rey Agag estuvo detenido por la guardia de Saúl, el rey amalecita logró
impregnar a una mujer. De esa manera, la simiente de Amalec logró sobrevivir, y un descendiente vuelve a aparecer en la
narrativa bíblica.

(Ester 3:1)

El descendiente de Agag no sólo mantuvo vivo el linaje de Amalec, sino que revivió el odio en contra del pueblo de Dios, un
espíritu antisemita que se ha manifestado a lo largo de la historia (Ester 3:10).
(Ester 9:24)

Coincidentemente, Dios levantó también unos descendientes de la tribu de Benjamín (Ester y Mardoqueo), parientes de
Saúl, para contrarrestar el plan malvados de Amán, descendiente de Amalec.
(Ester 8:3)

Regresando a la historia de Samuel, noten que el rey Agag se presentó “alegremente” ante Samuel (1 Sam. 15:32), a pesar
que sabía que iba a morir. Esto es porque él sabía que había dejado su simiente viva, y por eso dijo: “la amargura de la
muerte ya pasó”.

Aunque el enemigo crea estar triunfando ante las circunstancias, a Dios no se le pasa nada por alto, y Él está en control.

SEPARACIÓN DEL PROFETA Y EL REY


A partir de ese momento, el profeta Samuel se desligó por completo del rey Saúl.
(1 Samuel 15:34-35)

Cuando dice que “Jehová se arrepintió”, no quiere decir que Él se equivocó. En hebreo se usa la palabra: Naham, que
literalmente significa: suspirar o respirar hondo, y también significa: lamentarse. Dios no puede “arrepentirse” (heb. Shuv:
regresar) porque Él no se equivoca. Simplemente lamentó que Israel hubiera elegido a Saúl, al igual que lo lamentó el
profeta Samuel.

En un tiempo, Saúl contó con la bendición del Señor. El Espíritu de Dios descendió sobre él con poder. Pero cuando Saúl
se apartó tras su propio camino y desechó la autoridad de Dios, él se quedó sin la bendición de Dios. Aquí comenzó la
caída de Saúl. Ahora Dios elegirá a otro hombre como el próximo rey de Israel.

1 SAMUEL 16. REY ELEGIDO POR DIOS

En el capítulo anterior vimos que Samuel profetizó que Dios elegiría a un nuevo rey, dado que Saúl se resistía a obedecer a
Dios. En este capítulo se revelará quien será el próximo rey de Israel.
Saúl permaneció aun en el trono por muchos años, pero la gracia de Dios ya no estaba con él. Samuel ya no volvió a ver a
Saúl (1 Samuel 15:35), el profeta quedó muy triste por todo esto. Pero un día, Dios le dijo que era ya había llegado la hora
que se sacudiera esa tristeza y mirara al futuro.
(1 Samuel 16:1)

Un dato interesante: en el caso del primer rey (elegido por el pueblo), Dios estableció que Saúl buscara a Samuel; pero en
el caso del rey que Dios escogió, el Señor hará que el profeta lo vaya a buscar. En este caso, la iniciativa es del Señor.

EL FUTURO REY DE ISRAEL


Mientras el reino de Saúl iba decayendo, Dios estaba levantando a otro hombre que se convertiría en el nuevo rey de
Israel. Éstas eran buenas noticias, pero había algo que le preocupaba a Samuel.
(1 Samuel 16:2-3)

Samuel ya sabía a dónde debía ir, sin embargo, debía hacerlo con cautela. El profeta era reconocido en todo Israel, y su
visita no pasaría desapercibida. Además, Belén era un pueblo pequeño, al cual el profeta no solía visitar. Por lo tanto, era
de esperar que la gente se preguntaría la razón de su visita.
(1 Samuel 16:4-5)

Todo el pueblo de Belén se enteró de la llegada de Samuel, pero sólo el profeta y la familia de Isaí sabrían la razón
subyacente de la visita.

NO POR APARIENCIA
Cuando Samuel conoció a la familia de Isaí, él comenzó a observar a sus hijos, y se preguntaba cuál de ellos sería el
elegido. La opción más lógica sería el primogénito, y eso fue lo que pensó Samuel.

(1 Samuel 16:6)

El ser humano tiende a juzgar por las apariencias, por lo que vemos a primera vista; sin embargo, Dios ve más allá de las
apariencias, ya que ve el corazón, y aún las intenciones. El elegido de Dios no era el obvio.
(1 Samuel 16:7)

Dios no escoge basado en la belleza ni en la inteligencia ni en las habilidades (Prov. 31:30); lo que Él busca es alguien que
ame a Dios y le obedezca. Tal como vimos en el capítulo anterior, el Señor dijo: “Obediencia quiero, no sacrificios” (1 Sam.
15:22; Oseas 6:6; Salmo 147:10-11).

El primer rey de Israel (Saúl) fue escogido por su apariencia, pues eso es lo que quería el pueblo. Saúl era bien parecido y
el hombre más alto de Israel, pero en el fondo era cobarde y buscaba agradar a los hombres—no a Dios. Ahora, el nuevo
rey de Israel será elegido por Dios.
(Hechos 13:21-22)

EL ELEGIDO
Cuando Samuel llegó a la casa de Isaí, él fue llamando uno a uno a los hijos, buscando al elegido. Luego que el
primogénito fue descartado, siguió con los demás.
(1 Samuel 16:8-10)

Samuel había oído claramente de Dios que el elegido era un hijo de Isaí; por lo tanto, debía haber otro.
(1 Samuel 16:11)

¿Por qué Isaí no había llevado ante el profeta a su hijo menor? Hay una tradición judía que explica que David era un hijo
ilegítimo. Esta interpretación puede sonar inverosímil, pero parece confirmarse con otras escrituras. Un salmo de David
parece aludir a esto:
(Salmo 51:5)

(Nota: Las relaciones íntimas entre marido y mujer no son pecado; pero si lo es si son fuera de matrimonio).

Si David era un hijo ilegítimo, eso explicaría por qué sus hermanos no lo aceptaban como uno de ellos. En otro salmo,
David se queja de esto:
(Salmo 69:8)

Los hermanos de David lo rechazaban, lo afrentaban, se burlaban de él, y hasta lo torturaban.


(Salmo 69:19-21)

El rechazo no se limitaba a los hermanos, sino que se extendía también a otras personas del pueblo:
(Salmo 69:12)

Esta fue la historia de la infancia y juventud de David. Vivió en rechazo y afrenta, por algo que no fue su culpa. En su
familia, fue relegado a cuidar las ovejas, tal vez para mantenerlo fuera de la vista. La vida pastoril no fue en balde, porque le
sirvió a David para formarse como el futuro “pastor” del pueblo de Israel (similar a la experiencia de Moisés cuando estuvo
en exilio en Madián). En la soledad del campo, y como producto de la marginación social, David buscó consuelo en Dios, y
salió ganando al desarrollar una relación íntima y personal con el Señor. Todo esto se refleja en el gran repertorio de
salmos que David escribió.
DAVID ES UNGIDO

El trasfondo de David explicaría la razón por la que él no estaba presente cuando el profeta
Samuel llegó a la casa de Isaí. Pero Samuel mandó a llamarlo, porque David era el elegido.
(1 Samuel 16:12-13)

David tenía una buena apariencia física, pero esa no fue la razón de su elección. Su corazón
era aún más bello que su exterior. Lo más importante es que él estaba dispuesto a hacer
todo lo que Dios le dijera, y eso cuenta por todo. Dios no necesariamente llama a los
“preparados”; más bien, Él prepara a los llamados.

La Biblia dice que el Espíritu de Jehová vino sobre David en ese momento; mientras tanto, a
Saúl le sucedió lo opuesto…
(1 Samuel 16:14)

Aunque David fue ungido como rey en ese día, todavía no era tiempo de hacerlo público. El rey Saúl todavía iba a gobernar
muchos años más (aprox. 15 años). Mientras tanto, David será formado y preparado para la misión de su vida. Y parte de la
preparación será estar cerca del palacio real, por varias razones que veremos a continuación…

CALMA PARA EL TORMENTO


En su tiempo de soledad en el campo, David aprendió a tocar instrumentos musicales, y compuso salmos. Este pasatiempo
le resultó muy útil a David, ya que su don musical le abrió puertas en el palacio real.
(1 Samuel 16:15-19)

¿Quién iba a decir que estos dos hombres ungidos se unirían de esta manera? Dios obra así, de una forma misteriosa y
milagrosa. David no sólo sirvió como músico del rey, sino que, hallando favor ante Saúl, éste lo nombró como su paje de
armas.
(1 Samuel 16:21)

A partir de este momento, David se quedó sirviendo al rey.


(1 Samuel 16:22-23)

El arpa de David era sólo una “curita” para el problema de Saúl. La verdadera medicina era el arrepentimiento, pero Saúl
nunca lo hizo. Por eso, él vivió atormentado por el resto de sus días. La música sólo traía un alivio temporal, pero le dio la
oportunidad a David de ver de cerca lo que es el gobierno de un reino. Esa experiencia lo preparó para su futuro reinado, tal
como Dios había determinado.

Tal vez Isaí creyó que con la invitación de David al palacio real se le estaban abriendo las puertas para que la profecía se
cumpliera. Lo que no sabía era que las cosas se iban a complicar antes de alcanzar el cumplimiento. Al principio, David
halló gracia ante el rey, pero después esa misma gracia despertará envidia y será perseguido por ello. Sin embargo, todo
esto tiene un propósito, ya que preparó a David para ser un mejor líder. Lo importante no es sólo alcanzar la meta, sino
también lo que aprendemos en el camino.

LINAJE MESIÁNICO
El primer rey de Israel (Saúl) venía de la tribu de Benjamín, la mas pequeña de las tribus de Israel. El siguiente rey, David,
es de la tribu de Judá, lo cual cumple con la profecía que un día Jacob dio a sus hijos, cuando los bendijo antes de morir:
(Génesis 49) No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se
congregarán los pueblos.

Esta profecía no sólo se cumplía en David y su linaje real, sino que apunta hacia el Mesías ( Siloh). Jesús el Mesías
(heb. Mashiaj, lit. “ungido”) es descendiente de David (Mateo 1), y en él se cumplirá la profecía de Isaías que habla del
descendiente de Isaí.
(Isaías 11:1-2)

1 SAMUEL 17:1-27. GUERRA ENTRE CAMPEONES

Unos capítulos atrás leímos que Saúl y Jonatán lograron vencer a los filisteos en el campo de batalla. Pero luego de un
tiempo, los filisteos volvieron a provocar a Israel invadiendo su territorio. Los filisteos habitaban en la costa, pero
comenzaron a subir hacia las montañas, donde vivían los israelitas.
(1 Samuel 17:1)

Ante la amenaza filistea, el ejército de Israel salió para frenarlos en su avance.


(1 Samuel 17:2-3)

El ejército israelita y el filisteo estaban frente a frente; lo único que los separaba era un
valle. Los filisteos no atacaron, ya que tenían otro plan que no requeriría el derramamiento de
tanta sangre. El reto de los filisteos era que sólo dos hombres pelearían en lugar de un
enfrentamiento entre ejércitos. Y esa lucha sería formidable, ya que el representante de los
filisteos era un gigante.
(1 Samuel 17:4-7)
Goliat era un gigante que medía casi tres metros de altura (2.80 metros/9 pies). Goliat no sólo lo distinguía su gran estatura,
sino también su pesada armadura, la cual parecía impenetrable. Este gigante parecía invencible.

En la traducción en español, se describe a Goliat como “campeón”, o también “paladín”, que se define como: un caballero
que se distingue en la guerra por sus hazañas. Pero literalmente en hebreo lo llama: “hombre entre dos pueblos” (heb. Ish
HaBenayim). Esta es la expresión que se usaba para referirse a la persona designada a pelear un duelo en nombre de una
nación. El hombre que ganara el duelo determinaría qué nación saldría vencedora, y eso fue precisamente lo que advirtió
Goliat a los israelitas:

(I Samuel 17:8-10)

Goliat era el paladín designado de los filisteos; pero, ¿quién sería el “campeón” de Israel? Tal vez el representante de Israel
debería ser el general del ejército, o el soldado más hábil, o aún el rey Saúl, quien era el hombre más alto de todo
Israel. Sin embargo, nadie en Israel se ofreció a pelear contra el gigante.

Por muchos días, los filisteos se dedicaron a retar a los israelitas.


(1 Samuel 17:16)

La estrategia de los filisteos estaba funcionando, ya que tenían a todo el ejército de Israel atemorizado.
(I Samuel 17:11)

Cuando alguien tiene miedo, no puede pensar bien, y las decisiones que toma son por emoción, no por razón. El miedo lo
lleva a uno a paralizarse y lo inhabilita a actuar. Por el contrario, la fe ayuda a ver la situación con ojos espirituales y así
encontrar la solución. El único que no se dejó vencer por el miedo fue un jovencito que aún no era soldado, y su nombre era
David.

EL VALIENTE DAVID
El texto bíblico vuelve a presentar a David y a su familia:
(1 Samuel 17:12-15)

David había servido a Saúl por un tiempo, como músico y como paje. Para este momento, él ya había regresado a la casa
de su padre, y seguía su vida normal como pastor de ovejas. Sin embargo, su vida estaba a punto de cambiar…

Un día, Isaí envió a David al campo de batalla para llevarles provisiones a los hermanos. Al llegar allá, David presenció algo
que no lo dejó tranquilo.
(1 Samuel 17:17-21)

Uno pensaría que David llegó en el momento menos adecuado, cuando una guerra estaba a punto de estallar. Pero eso no
intimidó a David; más bien, lo animó y lo impulsó a la acción.
(1 Samuel 17:22-23)

David se indignó al oír la provocación de Goliat. Pero lo que más le extrañó es que nadie hiciera nada.
(1 Samuel 17:24-26)

Todos los soldados de Israel tenían miedo…pero David sintió indignación. Los demás tenían miedo porque estaban
pensando en salvar su propio pellejo, pero David estaba indignado porque el enemigo se estaba burlando del Dios de
Israel. David vio más allá de las circunstancias, y habló la verdad espiritual, lo cual hizo que su fe se incrementara.

LA ARMADURA DE DIOS
Israel no podía pelear contra el enemigo, pues estaban aterrados. David sabía que el enemigo estaba bien armado, mejor
que ninguno en Israel; pero él también sabía que hay armas mejores que las hechas por el hombre.

Pablo nos enseña acerca de estas armas espirituales:


(Efesios 6:11-13)

En los siguientes versículos hace una lista de cuáles son estas armas espirituales:
(Efesios 6:14-17)

En resumen, éstas son las armas espirituales: la verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación y la Palabra de Dios (tanto la
escrita como la revelada).

A David trataron de darle armas humanas, las cuales probaron ser ineficaces. De la misma manera, si tratamos de vencer a
los enemigos espirituales con armas naturales, nos daremos cuenta que no sirven de nada, o peor aún, tal vez se vuelvan
obstáculos.
(1 Samuel 17:38-40)

Podemos pelear con nuestras propias fuerzas, o podemos pelear con armas espirituales. ¡No es difícil saber cuál es la
mejor opción! David simplemente tomó lo que Dios le puso en su mano: su cayado, piedras del río y su honda. Esas
armas eran insignificantes en comparación a las que tenía el enemigo, pero eso no lo desanimó, pues David sabía que Dios
estaba con él.
(Romanos 8:31)
David no tenía experiencia como soldado, pero sí había peleado contra fieras más fuertes que él, y el Señor le había
ayudado a vencerlas (1 Samuel 17:34-37). Sin embargo, la confianza de David no estaba puesta en sus propias fuerzas ni
basada en victorias pasadas, sino en el Señor. Él sabía que el Señor no permitiría que ese enemigo se burlara del Dios de
Israel.
(1 Samuel 17:36-37)

Enviar a un jovencito a pelear en contra de un gigante parecía una misión suicida (1 Sam. 17:31-35). Pero el rey Saúl
aceptó la oferta de David de pelear contra el gigante, por la simple razón que nadie más se ofreció.

1 SAMUEL 17:28-58. DAVID SE ENFRENTA A GOLIAT

Continuamos con el estudio del capítulo 17, en el que se narra la historia del encuentro entre David y Goliat.

REACCIÓN DEL HERMANO


David tomó valor, y se dispuso a pelear contra el gigante. Mientras que todos en el ejército de Israel se admiraban por la
valentía de David, el hermano mayor remató contra él.
(1 Samuel 17:28)

Es evidente que había tensión familiar entre David y su hermano mayor, y se hizo evidente en ese momento.
(1 Samuel 17:29)

Pero David no permitió que esto lo frenara de lo que debía hacer (1 Sam. 17:30).

ENFRENTAMIENTO
David no iba armado con espada ni escudo de metal. Simplemente llevaba las armas de un pastor, y el gigante de burló de
David por ello.

(1 Samuel 17:41-44)

El gigante se burló del joven israelita y trató de intimidarlo…pero no lo logró, porque la valentía de David provenía de su fe
en Dios, y no de la confianza en sus propias fuerzas.
(1 Samuel 17:45-47)

David no se dejó atemorizar por el gigante. Él conocía sus armas


espirituales. Sobre todo, sabía que detrás de él estaba Jehová de los
ejércitos. En lugar de huir, como lo hubiera hecho otro, David salió
corriendo para enfrentar al enemigo.
(1 Samuel 17:48)

¿No hemos tenido que enfrentar en la vida problemas que parecen


insuperables? Se levantan como gigantes que provocan miedo y
desesperanza. En esos momentos, la clave es saber que para Dios no
hay nada imposible (Jer. 32:17). En lugar de huir de los problemas,
debemos enfrentarlos, con la ayuda de Dios.

La batalla duró poco. David no hizo una gran hazaña ni diseñó una gran estrategia; simplemente hizo lo que tenía a la
mano, confiando que el Señor haría el resto.
(1 Samuel 17:49-50)

Lo que comenzó, David lo terminó. No sólo hirió al enemigo, sino que le cortó la cabeza. Sólo hasta entonces salió
corriendo todo el ejército filisteo. Cuando uno corta el mal de su vida, no sólo debemos cortar el fruto, sino arrancarlo de
raíz.
(1 Samuel 17:51)
(1 Samuel 17:54)

Esta victoria abrió las puertas para que los demás israelitas tomaran coraje y vencieran ellos también al enemigo.
(1 Samuel 17:52-53)

EL NUEVO HÉROE NACIONAL


De ser un desconocido, David se convirtió de un momento al otro en un héroe nacional. Lo curioso es que ni siquiera Saúl
sabía mucho acerca de David, a pesar que él había llegado a su casa a tocarle el arpa para calmarlo.
(1 Samuel 17:55-58)

1 SAMUEL 18. DAVID, EL HÉROE

Luego de la victoria sobre Goliat, David fue aceptado como parte del ejército de Israel, a pesar de tener menos de 20 años
de edad (Num. 1:3); y no sólo eso, sino que fue colocado en una posición de autoridad.
(1 Samuel 18:5)

Todos amaban a David, pero en especial Jonatán, el príncipe heredero…

PACTO ENTRE DAVID Y JONATÁN


Jonatán llegó a identificarse con David, ya que eran muy parecidos; ambos eran guerreros
valientes, y también eran hombres nobles, de buen corazón. Jonatán tenía la misma sangre que
su padre Saúl, pero su corazón era más similar al de David. Esta identificación lo llevó a
desarrollar una cercana relación con David.
(1 Samuel 18:1)

David y Jonatán desarrollaron una excelente amistad; pero no sólo eso, sino que evidentemente
hubo una conexión espiritual, al punto que hicieron un pacto entre ellos, promovido por Jonatán.
(1 Samuel 18:3-4)

Las piezas que Jonatán le entregó a David no eran unos simples regalos de amistad, sino piezas
simbólicas. Cada pieza tiene un mensaje relacionado con la alianza que estaban haciendo, la
cual no sólo era un acuerdo social, sino que también tenía implicaciones políticas. Nótese que
sólo Jonatán entregó las piezas, y David las recibió, pero no entregó nada más que su
aceptación y su amistad.

a. MANTO (heb. Meil):


El manto es una pieza de la vestidura que se coloca sobre todo lo demás y cubre. Los mantos solían ser distintivos,
variando según el oficio de la persona o su rango. Es un símbolo de autoridad y de posición. Al darle su manto a David,
Jonatán le estaba cediendo su posición como heredero al trono. No sabemos si Jonatán sabía que el profeta Samuel había
ungido a David como el próximo rey, pero aunque no lo supiera intelectualmente, lo intuyó espiritualmente.

b. ROPA:
Además del manto que cubre, también le entregó una pieza de ropa. En hebreo se usa la palabra: Med, que también se
puede traducir como vestidura o armadura. Quitarse la ropa implica quedar en una posición de completa transparencia, sin
apariencias ni fingimientos; pero también es una posición de vulnerabilidad. La transparencia y la sinceridad son valores
indispensables para que una amistad funcione bien y se profundice aún más.

c. ARMAS:
Por último, aunque no menos importante, Jonatán le entregó a David sus armas de defensa y lucha militar:
su ESPADA (heb. Jereb) y su ARCO (heb. Keshet). También incluyó su TALABARTE (Heb. Hagor), el cinturón del que
cuelga la espada. En otras palabras, Jonatán se estaba desarmando ante David. Le estaba diciendo que confiaba en que
David no le haría daño, sino que más bien lo defendería. También Jonatán se comprometía a defender a David, lo cual hará
pronto en la historia.

Como ya mencionamos, David no le entregó nada a Jonatan, más que su amistad y el compromiso de mutua defensa. Pero
más adelante en la historia veremos que Jonatán le pedirá algo a David, en favor de su familia.

DAVID, EL HÉROE DE ISRAEL


Luego de haber matado a Goliat, David se convirtió en el héroe de Israel.
(1 Samuel 18:6-7)

La admiración del pueblo por David era tan grande, que el rey comenzó a tener envidia del jovencito.
(1 Samuel 18:8-9)

Recordemos que a Saúl le importaba demasiado la opinión del pueblo; por lo tanto, cuando él se dio cuenta que la
admiración del pueblo se volcó hacia David, el corazón del rey cambió hacia su campeón. Antes veía a David como una
ventaja para su fama, pero ahora lo veía como una amenaza a su poder.
(1 Samuel 18:10)

Como era costumbre, cuando Saúl era atormentado por el espíritu malo, David era llamado para tocarle música, y así
calmarlo. Pero en esta ocasión, Saúl reaccionó de manera diferente por la envidia que había invadido su corazón.
(1 Samuel 18:11)

Dos veces Saúl trató de matar a David con una lanza, pero el joven logró evadir el ataque. A partir de ese momento, Saúl
trató de deshacerse de David; sin embargo, esto no era tan sencillo por varias razones:
a. David era el mejor amigo de su hijo Jonatán (1 Sam. 18:1-4);
b. David era el prometido de su hija, ya que Saúl había ofrecido la mano de su hija al hombre que venciere a Goliat (1 Sam.
17:25);
c. David era popular, y el rey se echaría al pueblo en su contra si le hacía algo a su héroe (1 Sam. 18:6-7);
d. Otra razón es que Saúl tenía miedo de David, pues se había hecho evidente que el joven tenía el Espíritu de Dios—y
Saúl ya no.
(1 Samuel 18:12)

Lo que hizo Saúl para alejarse de David fue asignarlo como uno de los capitanes del ejército. De esa manera, David ya no
sería su paje de armas.
(1 Samuel 18:13)

David no reaccionó mal ante el cambio, sino que actuó con humildad y prudencia.
(1 Samuel 18:14)

Irónicamente, Saúl provocó lo opuesto de lo que deseaba, ya que su temor se incrementó y el amor del pueblo por David
iba en aumento.
(1 Samuel 18:15-16)

TRUCOS DE SAÚL
Dado que no convenía deshacerse de David por las vías tradicionales, para no echarse en su contra al pueblo, a Saúl se le
ocurrieron otras formas de hacerlo:

Truco #1. Saúl condicionó la boda con su hija mayor a que David peleara personalmente en las batallas. Esto lo hizo para
que David muriera en la batalla a manos de los enemigos.
(1 Samuel 18:17)

Lejos de demandar su derecho por la promesa del rey (1 Sam. 17:25), David respondió humildemente que no era digno de
ser parte de la familia real.
(1 Samuel 18:18)

De cualquier forma, Saúl no tenía intención de cumplir su palabra. Mientras David estaba peleando una guerra cruenta,
creyendo que moriría en ella, en ese tiempo el rey le dio a otro hombre la mano de su hija mayor.
(1 Samuel 18:19)

Truco #2. Más adelante, Saúl se enteró que su otra hija amaba a David.
(1 Samuel 18:20)

Cuando se lo propusieron a David (1 Sam. 18:21-22,24), él respondió que no se sentía digno porque no contaba con una
dote meritoria para una princesa (1 Sam. 18:23). Saúl aprovechó esa oportunidad para crear otro truco para deshacerse de
David, poniéndole una prueba que ningún hombre normal podría cumplir.
(1 Samuel 18:25)

David aceptó humilde y valientemente el reto. No sólo lo cumplió sin ser herido, sino que trajo más de lo que el rey había
demandado.
(1 Samuel 18:26-27)

Saúl no tuvo otra opción que cumplir su promesa. Se hizo evidente que la gracia de Dios estaba con David. Pero en lugar
de cambiar de opinión, el corazón de Saúl se endureció más, y trató a David como su enemigo a partir de ese momento.
(1 Samuel 18:28-29)

A pesar de la oposición de Saúl, la estima del pueblo por David seguía creciendo, pues la gracia de Dios estaba sobre él, y
continuaba teniendo victorias sobre los enemigos.
(1 Samuel 18:30)

1 SAMUEL 19. ORDEN DE MATAR A DAVID

En el capítulo anterior leímos que Saúl trató de deshacerse de David usando varios trucos. Pero, dado que no le
funcionaron, el rey se impacientó y confesó su verdadera intención a su gente más cercana.
(1 Samuel 19:1a)

En ese momento, el pacto entre Jonatán y David fue puesto a prueba; sin embargo, Jonatán no falló. Tan pronto supo de
las intenciones de su padre, él fue a advertirle a su amigo sobre los planes en su contra.
(1 Samuel 19:1b-2)

Jonatán pensó que todavía podría convencer a su padre de no hacerle daño a David. Él trató de razonar con él, haciéndole
ver que David era un aliado que había traído beneficio a la nación, y no un enemigo.
(1 Samuel 19:4-6)

Es interesante que Jonatán catalogó como “pecado” lo que el padre estaba tratando de hacer con David. El corazón es
engañoso, y puede hacernos ver las cosas malas como buenas, y las buenas como malas. Era importante que el rey se
diera cuenta que era injusto lo que estaba haciendo, no sólo ante los hombres sino sobre todo ante Dios. El rey atendió el
llamado de atención de su hijo, entró en razón, y juró que no le haría daño a David. Ante estas buenas noticias, Jonatán fue
a avisarle a su amigo.
(1 Samuel 19:7)

Lamentablemente, esta buena voluntad no le duró mucho al rey Saúl. Cuando David volvió a tener victoria en la batalla, la
envidia volvió y el espíritu malo continuó atormentándolo. (Nota: Aunque la Biblia dice que el espíritu malo venía de parte de
Dios, no podemos atribuir al Señor la culpa de lo que Saúl hiciera. De una forma similar a la del Faraón de Egipto cuando
“endureció” su corazón, lo que Dios hace es acentuar lo que realmente está en el corazón. La envidia de Saúl no había
desaparecido, sino que sólo la ocultó, y Dios hizo que saliera a luz la verdad).
(1 Samuel 19:8-10)

El primero en defender a David fue Jonatán, su amigo de pacto; pero también otro pariente de Saúl
lo ayudó y lo escondió de la mano vengativa del rey:
(1 Samuel 19:11-12)

Así como Saúl usó trucos para deshacerse de David, la hija de Saúl usó trucos para proteger a su
esposo. El rey recibió de su propia medicina.
(1 Samuel 19:13-17)
[Estatua, en hebreo: terafim, es decir, un ídolo familiar]

Este momento da inicio a la temporada en que David huirá de Saúl, quien lo quiere matar. Será un período de
entrenamiento y prueba para David, en preparación para su futuro reinado, tal como dispuso Jehová.

EN BUSCA DE REFUGIO
El primer lugar donde David buscó refugio fue con el profeta Samuel.
(1 Samuel 19:18)

Samuel le dio posada a David. Pero el secreto no quedó oculto por mucho tiempo. Cuando le informaron al rey donde David
estaba escondido, mando a soldados para matarlo. Pero algo sobrenatural previno que capturan al ungido de Dios.
(1 Samuel 19:19-21)

El milagro sucedió tres veces, pero el rey no se dejó frenar por eso. Por último, Saúl mismo fue a buscar a David.
(1 Samuel 19:22-24)

Dios desarmó a Saúl, y no pudo tocar a David. No hay nada ni nadie que pueda arruinar los planes de Dios—aún el ungido
que cayó en desgracia.

1 SAMUEL 20:1-23. DAVID APELA A JONATÁN

Habiendo sido advertido que el rey Saúl quería matarlo, David salió huyendo instintivamente. Sin embargo, cuando tuvo
tiempo de pensar lo que estaba sucediendo, es evidente que él quedó confundido, ya que David no le había hecho nada
malo a Saúl. Más bien, todo lo que había hecho era en beneficio del rey. Por eso, David decidió arriesgarse para ir a hablar
con su amigo Jonatán, y preguntarle a qué se debía esta animosidad en su contra de parte del rey.

(1 Samuel 20:1)

Jonatán no le respondió a su pregunta porque probablemente él tampoco tenía la respuesta. Ain


embargo, el príncipe aún estaba optimista. Tal vez pensó que todo se debía a una locura temporal de
su padre, y todo regresaría a la normalidad pronto.
(1 Samuel 20:2)

Jonatán todavía confiaba en su padre, pero David ya tenía dudas con respecto a las intenciones del
rey. Ya se había hecho evidente que Saúl quería matarlo; por lo tanto, podría usar a Jonatán en su
contra, tal como quiso usar a su hija Mijal, esposa de David. Era muy probable que Saúl le ocultaría a
Jonatán sus planes con respecto a David, dado que ellos dos eran mejores amigos.
(1 Samuel 20:3)

Jonatán estaba en una posición difícil, ya que se encontraba entre su padre Saúl y su mejor amigo.
Aun así, él se ofreció a ayudar a David en lo que pudiera.
(1 Samuel 20:4)

PLAN DE SONDEO
David tenía un plan para probar si ya se la había pasado el enojo al rey Saúl, o si seguía enojado con él. El plan era el
siguiente: Jonatán indagaría del rey para ver cuál era su ánimo con respecto a David.
(1 Samuel 20:5)

La Luna Nueva (heb. Rosh Jodesh, lit. cabeza del mes) marca el inicio del mes hebreo. Probablemente se trataba de una
luna nueva especial, ya que había fiesta; y la única fiesta que cae en Luna Nueva es Rosh Hashaná, la fiesta de
Trompetas, que marca el inicio del año civil en el calendario bíblico (Salmo 81:3). Por lo demás, esta fiesta se celebra
tradicionalmente durante dos días, ya que no se sabe en cuál de esos dos días saldrá la luna, marcando el inicio del mes y
el año civil. David le pide a Jonatán que le dé la respuesta cuando la fiesta ya haya concluido (en la tarde del tercer día, que
comienza a la caída del sol, según el calendario bíblico).

David solía celebrar la fiesta con el rey, pero en esta ocasión no se iba a presentar. Lo que él le pidió a Jonatán es que
estuviera pendiente de la reacción del rey ante su ausencia, pues esto revelaría las intenciones de su corazón.
(1 Samuel 20:6-7)

Lo que David dice a continuación revela la angustia y desesperanza que llevaba en su alma.
(1 Samuel 20:8)

David no entendía por qué razón el rey quería eliminarlo. En su humildad, David le dijo a Jonatán que él mismo lo matara si
David había hecho algo malo que ameritara ese castigo.

Jonatán corrigió a David, recordándole que eran amigos de pacto. Más bien, Jonatán sugiere que quien estaba actuando
mal era su padre; y en ese caso, él le advertiría.
(1 Samuel 20:9)

David todavía dudaba de cómo Jonatán podría avisarle ya que seguramente el rey tendría controlado a su hijo sabiendo
que era buen amigo de David.
(1 Samuel 20:10)
En ese momento, Jonatán ideó un plan para avisarle a David cómo estaba la situación. Si la reacción era favorable,
mandaría a llamar a David, pero si era desfavorable, sólo le enviaría una señal para advertirle que se mantenga alejado.
(1 Samuel 20:11-13)

Es notable esa última frase que usó Jonatán, ya que con estas palabras él reconoce que David tiene la misma unción divina
que su padre un día tuvo.

SOLICITUD DE JONATÁN
Sabiendo que Dios estaba del lado de David, y ya no con Saúl, Jonatán apeló a su amigo y le pidió que tuviera misericordia
para con él y su descendencia.
(1 Samuel 20:14-15)

Esta fue la segunda parte del pacto entre David y Jonatán. En la primera parte, Jonatán entregó todo, pero ahora él
solicitaba algo de David.
(1 Samuel 20:16-17)

Antes de despedirse, Jonatán le repite de nuevo el plan a David, para que quede claro, y le da detalles más específicos.
(1 Samuel 20:18-22)

Jonatán se despidió de David recordando el pacto, y poniendo a Dios entre ellos.


(1 Samuel 20:23)

1 SAMUEL 20:24-42. EN LA FIESTA DE LUNA NUEVA

EN EL DÍA DE LA LUNA NUEVA


Cuando llegó el día de la fiesta (Luna Nueva, de Rosh Hashaná—ver la explicación en la entrada anterior), todos se
presentaron a celebrar con el rey, excepto David.
(1 Samuel 20:24-25)

En esa ocasión, el rey Saúl no dijo nada sobre la ausencia de David.


(1 Samuel 20:26)

Pero para el último día de la fiesta, Saúl ya estaba esperando que llegara David, y allí lo atraparía. Pero cuando no lo vio, le
preguntó a Jonatán.
(1 Samuel 20:27-29)

La respuesta de Jonatán no le gradó para nada al rey, y éste reaccionó mal.


(1 Samuel 20:30-31)

Cuando Jonatán salió en defensa de su amigo, Saúl reaccionó aún peor.


(1 Samuel 20:32-34)

Tal como habían planeado, Jonatán fue al campo para mandarle la señal a David.
Lanzó la flecha lejos, ya que el mensaje no era positivo, y David debía huir sin parar.
(1 Samuel 20:35-39)

Jonatán despidió a su siervo, con la esperanza de tener la oportunidad de despedirse


de David (1 Samuel 20:40)

Ya estando solos, David salió al encuentro de Jonatán, y tuvieron una despedida emotiva.
(1 Samuel 20:41-42)

Los amigos tomaron rumbos distintos, pero el pacto que hicieron siguió intacto. Más adelante en la historia veremos cómo
David cumple su compromiso con los descendientes de Jonatán (2 Samuel 9)

1 SAMUEL 21:1-6. David huye de Saúl

Luego de despedirse de Jonatán, David salió huyendo de la corte del rey Saúl para no regresar más. Aún así, veremos en
los próximos capítulos que Saúl no dejará de perseguir a David, ya que el joven constituía la mayor amenaza a su reino.
David nunca trató de derrocar al rey Saúl; al contrario, él siempre lo respetó y le sirvió con humildad. Pero los celos
enfermizos de Saúl y su inseguridad no dejaron de atormentarlos por el resto de sus días. Pero lo más serio del odio de
Saúl es que, en el fondo, su rebelión era contra Dios. Saúl no quería soltar el poder, y estaba dispuesto a cualquier cosa
con tal de mantenerlo, como veremos en los próximos capítulos.

AYUDA DE LOS LEVITAS

El primer lugar al cual David se dirigió cuando salió huyendo fue a Nob, que era una ciudad levita
cerca de Jerusalén (antes llamada Jebus). Nob se había levantado como el centro de
entrenamiento sacerdotal luego de la caída de Silo (tras la muerte del sumo sacerdote Eli y sus
dos hijos—Salmo 78:60; Jeremías 7:12, 1 Samuel 4). En ese tiempo, un descendiente de Eli era
el principal sacerdote, y su nombre era Ahimelec. David fue a buscar a Ahimelec para que lo
auxiliara, pues no tenía qué comer habiendo huido a prisa.
(1 Samuel 21:1)
Era inusual que uno de los capitanes del ejército de Israel anduviera sin escolta, ya que tropas de filisteos merodeaban
continuamente por el territorio de Israel. Por eso el sacerdote se sorprendió de verlo solo. David no sabía si podía confiar
plenamente en el sacerdote, así que inventó una historia.
(1 Samuel 21:2-3)

El objetivo de David en esa visita era pedir pan. No fue a otro pueblo, porque seguramente le darían aviso al rey; pero con
los sacerdotes estaba más seguro ya que ellos tenían muy poco contacto con el rey, especialmente después que Saúl se
alejó de Dios. Todo lo que David quería de los sacerdotes era pan; el problema es que el único pan que había en el pueblo
era el que estaba consagrado para los levitas (1 Samuel 21:4-6)

PAN SAGRADO
El “pan sagrado” (heb. Lejem Kadosh) se refiere a los “Panes de la Proposición” (heb. Lejem HaPanim, lit. Pan al
Rostro, es decir, pan que está ante la Presencia de Dios), también conocido como “Pan de la Presencia” (Éxodo 25:30).
Estos panes eran colocados en el Lugar Santo, sobre la Mesa de la Proposición, doce panes que representan las doce
tribus de Israel (Lev. 24:5-7). Cada día de reposo (heb. Shabat) se colocaban nuevos panes, y los que eran sacados se los
comían los levitas que estuvieran sirviendo en el Tabernáculo o Templo.
(Levítico 24:8-9)

En el tiempo en que David se presentó con Ahimelec, el Tabernáculo no estaba levantado ni funcionando normalmente. Sin
embargo, los sacerdotes seguían siendo entrenados para su ministerio, para cuando el Tabernáculo volviera a funcionar o
el Templo se construyera. Ellos seguían haciendo el pan sagrado, y en ese momento era el único que tenían disponible
para darle a David.

REFERENCIA DE JESÚS
Dado que era pan consagrado, ¿fue correcto que el sacerdote se lo diera a David, cuando sólo los levitas podían comer?
Jesús hizo referencia a este dilema del pan sagrado, y lo hizo en el contexto de una crítica de los fariseos en contra de sus
discípulos, a quienes vieron comer unos granos del campo en el día de reposo.
(Marcos 2:23-24)

Los mandamientos de Dios instruyen que no se debe trabajar en el día de reposo, y en esto no hay duda. El problema es
en la interpretación de lo que se considera “trabajo”. En el caso de Marcos 2, los fariseos consideraban que aún “arrancar
unas espigas para comer” equivalía a “cosechar”, que es un trabajo pesado. Evidentemente Jesús no lo veía así, pues no
les llamó la atención a sus discípulos.

Pero ante la crítica religiosa de los fariseos, Jesús aprovechó a darles una lección sobre “el espíritu de la Ley” (que está
sobre “la letra de la Ley”, en la cual se enfocaban los fariseos). Para ilustrar su enseñanza, Jesús citó la historia que
acabamos de leer sobre David y el pan consagrado.
(Marcos 2:25-28)

Si David tenía hambre, ¿por qué le iban a negar los sacerdotes del pan sacerdotal, cuando ni siquiera el Tabernáculo
estaba en pie? Si los discípulos tenían hambre, ¿por qué no iban a poder comer de los granos disponibles en el camino?

En otra ocasión, Jesús confrontó la hipocresía de los fariseos, porque aún ellos hacían cosas que ellos consideraban
“prohibidas” en Shabat. En el contexto de dos sanidades en el día de reposo, Jesús les dijo:
(Lucas 13:15)
(Lucas 14:5)

Los fariseos eran tan estrictos en el cumplimiento de la Ley que hacían cosas que ni Dios les pedía, tal como diezmar las
hierbas. Por eso Jesús los confrontó, y les enseñó lo que es en verdad importante.
(Mateo 23:23)

Jesús no dijo que nos olvidáramos de la Ley de Dios (Mateo 5:17), sino a que viéramos más allá: al espíritu de la Ley y a la
intención del corazón de Dios.

1 SAMUEL 21:7-15. DAVID EN NOB Y GAT

DOEG EN NOB
Como mencionamos anteriormente, David fue a la ciudad sacerdotal de Nob por considerarlo un lugar seguro y apartado, al
cual el rey no solía frecuentar. Pero estando allí se dio cuenta que allí estaba otra visita que podría delatarlo ante Saúl.
(1 Samuel 21:7)

No se menciona la razón por la que Doeg estaba detenido allí, pero lo más probable es que la razón de su detención era de
orden religioso. Doeg era edomita (descendiente de Esaú), pero era uno de los principales siervos de Saúl, teniendo a su
cargo el cuidado del ganado del rey. Al verlo, David supo que corría el riesgo de que informara a Saúl que él había estado
allí.

Ante esto, David pudo advertirle a Ahimelec sobre la verdadera razón que lo llevó a Nob—no por una misión secreta, sino
porque estaba huyendo del rey. Pero David no le dijo nada al sacerdote; más bien, siguió mintiéndole para protegerse a sí
mismo, pero poniendo en riesgo a toda la comunidad de Nob, como lo veremos en el capítulo siguiente (1 Sam. 22).

ESPADA DE GOLIAT
Antes de marcharse de Nob, David hizo una última petición:
(1 Samuel 21:8)

David vuelve a mentir, encubriendo la verdadera razón por la que no tenía armas. En este momento, instintivamente él se
dejó llevar más por su miedo que por su fe en Dios. David trató de tomar control de la situación con sus propias fuerzas, y
va a aprender que lejos de arreglar las cosas, el hombre puede complicarlas. No podemos culpar a David por reaccionar
así, porque la mayoría haríamos lo mismo; pero vale la pena mencionarlo porque todos tenemos mucho que aprender
acerca de poner la confianza en Dios en lugar de nuestra propia fuerza.

El sacerdote Ahimelec le ofreció a David la única arma que había en todo Nob, que estaba allí como un testimonio y no
como un arma de defensa.
(1 Samuel 21:9)

En forma subliminal, Dios le estaba hablando a David en Nob: (1) Pidió alimento, y sólo encontró “el Pan de la Presencia”,
como si Dios le estuviera diciendo que buscara Su Presencia; (2) Pidió un arma para defenderse, y se le dio la espada de
Goliat, como si Dios le estuviera recordando que la victoria viene del Señor, y no de las armas humanas.

DAVID EN GAT
El miedo de ser atrapado por Saúl llevó a David en dirección contraria. Pero el miedo es mal consejero, y puede llevarnos a
perder la razón y el sentido común. Por huir del enemigo más reciente, David terminó corriendo hacia las garras de un
enemigo antiguo.
(1 Samuel 21:10)

Recordemos que Gat era la ciudad natal de Goliat, el gigante al que venció por el cual los filisteos perdieron la batalla
contra Israel. Podemos imaginarnos que los habitantes de Gat no se olvidarían del pastorcito que los venció, y seguramente
le guardaban rencor.
(1 Samuel 21:11)

David corrió a “refugiarse” entre los enemigos de Saúl, pero no se puso a pensar que él también era enemigo de ellos, y
aún peor. Cuando se dio cuenta de ello, ya era muy tarde, pues no podría salir desapercibido.
(1 Samuel 21:12)

Los guardas de Gat atraparon a David, y lo llevaron ante el rey Aquis. Allí se le ocurrió otra treta que logró salvarlo de puro
milagro.
(1 Samuel 21:13-15)

Por la gracia de Dios, David se salvó ese día. Sin embargo, a través de esa experiencia él aprendió una gran lección, la
cual dejó plasmada en un salmo que habla de refugiarse en el Señor y no en la astucia propia.
(Salmo 34:6-8)
(Salmo 34:11-15)

Más adelante en la historia veremos que David tendrá otro encuentro con el rey Aquis de Gat, pero en circunstancias muy
diferentes (1 Samuel 27 & 29).

[Salmo 34: Salmo de David cuando se fingió loco delante de Abimelec, quien lo echó, y él se fue; Salmo 56: Salmo de
David, cuando los filisteos le prendieron en Gat]

1 SAMUEL 22:1-5. REFUGIO EN LA CUEVA

En el capítulo anterior vimos que, cuando David comenzó a huir, él buscó pan en Nob; y todo lo que encontró fue el pan
consagrado, que se conoce como: “Pan de la Presencia”. Allí también buscó armas para defenderse, y sólo encontró el
recordatorio de la victoria sobre el gigante. Es como si Dios le estuviera enviando un mensaje subliminal diciéndole: Busca
Mi Presencia, y allí encontrarás provisión y protección. David trató de luchar con sus propias fuerzas, que fueron
insuficientes. Pero ahora que estaba solo de nuevo, David buscó otro refugio y clamó a Dios. Su oración en ese momento
quedó plasmada en el Salmo 142…

JEHOVÁ ES MI REFUGIO (Salmo 142)


El salmo que David compuso estando solo en la cueva comienza con un grito de clamor al Señor:
(Salmo 142:1-3)

Las dos frases que leen “delante de él”, en hebreo es “Al Panim”, que es el mismo nombre que reciben los “Panes de la
Presencia” (heb. Lejem al Panim). Estando solo, David se volvió hacia Dios, y derramó su corazón ante Él. Le expuso su
“queja” (heb. Sija: oración, meditación, contemplación) y le manifestó su “angustia” (heb. Tzará: aprieto, aflicción,
tribulación).

David también se quejó de su soledad.


(Salmo 142:4)

Luego de haberse desahogado, David reconoce que no ha perdido a Dios, y que en Él está puesta su esperanza.
(Salmo 142:5-6)

David termina el salmo diciendo que confía que Dios lo rescatará, y que lo rodeará de hombres justos.
(Salmo 142:7)
[Nota: En el tiempo en que estuvo en la cueva, David también compuso el Salmo 57, en el que clama por la misericordia de
Dios y su pronto socorro.
(Salmo 57:1-3)

CUEVA DE ADULAM
El lugar donde David se fue a refugiar quedaba en la región montañosa entre Gat
y Jerusalén. Allí hay muchas cuevas que servían de refugio a los viajeros (e
históricamente también sirvieron de escondite para los judíos cuando fueron
perseguidos por los romanos, cuando destruyeron Jerusalén y el Templo). Allí
estuvo David solo, el tiempo suficiente para componer el salmo…pero poco
después llegó compañía.
(1 Samuel 22:1)

Es probable que la familia de David fue también perseguida por el rey Saúl, y por eso huyeron de su casa, y buscaron a
David. Pero no sólo la familia se unió a David sino muchos más…
(1 Samuel 22:2)

Tal como Dios había advertido a través del profeta Samuel, el rey de Israel no veló por los intereses del pueblo, sino que
sacó provecho de ellos (1 Samuel 8). Saúl comenzó a exprimir al pueblo, cobrando impuestos para financiar su vida de
realeza, su servidumbre, y también a su ejército que constantemente enfrentaba batallas. Y ahora, Saúl necesitaba
pagarles a los soldados que iban en persecución de David. Muchas familias debían enviar a sus hijos a servir en el ejército
del rey, y ya no contaban con mano de obra para cultivar la tierra. Todo esto fue minando la economía nacional, y mucha
gente terminó endeudándose, lo cual llevaba a la servidumbre y esclavitud. Todo esto trajo un gran descontento entre la
población, y no es de extrañar que quisieran un cambio de autoridad, ya que Saúl no se preocupaba por el pueblo sino sólo
en sus intereses personales. Por eso, muchos israelitas pusieron su vista en David. Y la gente más afectada decidió dejar
todo para seguir a David.

La Biblia describe al nuevo ejército de descontentos de la siguiente manera:

a. Afligidos (heb. Matzok, lit. lugar estrecho, en aprietos)


b. Endeudados (heb. Nasha, también préstamo con intereses, usura)
c. Con amargura de espíritu (heb. Mar Nefesh, alma amargada)

Tal vez no suena como el mejor grupo de apoyo, pero fue la desesperación la que los llevó a luchar con David para liberar
al pueblo de la opresión del rey Saúl.

REFUGIO PARA LOS PADRES


Los padres de David también tuvieron que abandonar su hogar, porque eran blanco de la venganza del rey. Sin embargo,
ellos ya no tenían edad para estar huyendo con David y su tropa de fieles. Por lo tanto, David les buscó refugio en una
nación vecina, donde difícilmente Saúl iría a buscarlos.
(1 Samuel 22:3-4)

Es probable que la familia de David tenía contactos familiares en Moab, ya que su antepasada Rut era originaria de ese
lugar.

ADVERTENCIA DEL PROFETA


David ya no estaba solo. Dios le envío a su familia, y a un ejército de defensores. También le envió profetas que iban
guiando sus pasos.
(1 Samuel 22:5)

1 SAMUEL 22:6-23. VENGANZA CONTRA NOB

Mientras que David estaba refugiado en la Cueva de Adulam, el rey Saúl se enteró que mucha gente se había unido a él, y
se molestó. Por lo tanto, el rey lanzó una advertencia a su ejército.
(1 Samuel 22:6-8)

En su afán de aferrarse al poder, Saúl estaba viendo enemigos donde no existían. El mismo David nunca lo traicionó, sino
que fueron sus celos que llevaron al rey a verlo como enemigo. Igualmente, Jonatán no traicionó a su padre, sino que sólo
se puso del lado de la justicia. Ahora Saúl estaba sospechando de todos. En ese momento, Doeg aprovechó a demostrar
su “lealtad al rey”, y le avisó que había visto a David en Nob. También denunció que los sacerdotes lo habían ayudado.
(1 Samuel 22:9-10)

La noticia enfureció al rey, y decidió mandar a llamar a todos los sacerdotes en Nob para pedirles cuentas.
(1 Samuel 22:11)

De entrada, sin haberlos escuchado, Saúl los acusó de conspiración. El rey no quería oír razones ni explicaciones, pues él
ya había tomado una decisión.
(1 Samuel 22:12-13)

Ahimelec, el principal sacerdote, explicó que ellos recibieron a David bajo el entendido que él era siervo del rey, y también
su pariente.
(1 Samuel 22:14-15)
Pero el rey no aceptó ninguna explicación, ni consideró que el sacerdote no estaba enterado del lío personal entre David y
Saúl. El rey lo quiso ver como una traición, y se decidió a castigarlos.
(1 Samuel 22:16)

En una forma injusta y desmedida, Saúl castigó con la pena de muerte a todos
los sacerdotes de Nob. Pero a la hora de ejecutarlos, ninguno del ejército de
Saúl se atrevió a levantar su mano en contra de los sacerdotes de Dios.
(1 Samuel 22:17)

Ya no quedaba ningún rastro de temor de Dios en la vida de Saúl. Y el único


otro hombre en Israel que tampoco tuvo temor de Dios fue Doeg. Él fue quien
ejecutó la sentencia injusta sobre los sacerdotes.
(1 Samuel 22:18-19)

La población completa de Nob fue exterminada. Sólo un hombre logró escapar.


(1 Samuel 22:20)

La reacción de David al enterarse contrasta con la actitud de Saúl.


(1 Samuel 22:21-22)

David asumió su responsabilidad, y en contraste Saúl se hizo la víctima. Sin arrepentimiento, no puede haber restauración.
Todo ser humano tiene el potencial de cometer gran maldad, si uno se deja llevar por el capricho, los deseos, el miedo o la
ambición. Lo que nos guarda de esa tendencia al mal es el temor de Dios, escogiendo el bien y la justicia.

Abiatar se quedó sin ningún pariente cercano; pero David lo recibió en su compañía y le ofreció protección.
(1 Samuel 22:23)

En el futuro, Abiatar se convertirá en uno de los principales sacerdotes de Israel. Volverá a surgir en la historia de David y
Salomón.

SALMO 52
David también escribió sobre la reacción de Saúl ante el reporte de Doeg. Primero, David se queja del hombre que escoge
el mal sobre el bien, y que prefiere creer la mentira que la verdad. No queda claro si se refiere a Doeg o a Saul, pero en
realidad puede aplicar a ambos hombres, ya que ninguno de los dos tuvo temor de Dios.
(Salmo 52:1-3)

En contraste, David dice que él pondrá su confianza en la misericordia de Dios.


(Salmo 52:8)

1 SAMUEL 23:1-13. DAVID AYUDA A KEILA

En el tiempo en que David estaba huyendo de Saúl, una ciudad israelita fue atacada por los filisteos. La ciudad se
llamaba Keila, y era una ciudad fortificada. Los enemigos no podían atacar la ciudad porque tenía muros y puertas dobles.
La vulnerabilidad de Keila estaba en sus campos. Lo que hicieron los filisteos es que dejaron que los habitantes de Keila
trabajaran todo el año en sus cultivos, y cuando recién habían cosechado y transportado el trigo a las eras para ser
aventado, el enemigo llegó a robarse todo el producto.

La ciudad de Keila estaba ubicada aproximadamente a tres millas al sur de la Cueva de Adulam. Y dada la cercanía al lugar
donde David estaba refugiado, le dieron aviso para que los ayudara.
(1 Samuel 23:1)

La responsabilidad de defender a Keila era del rey Saúl, pero evidentemente no llegó. Por eso la gente pensó en David, el
valiente guerrero de Israel. Instintivamente, David quería salir en su defensa, pero él debía actuar en prudencia y le
consultó primero a Dios.
(1 Samuel 23:2)

David ya contaba con la autorización de Dios, pero los guerreros de David tenían miedo.
(1 Samuel 23:3)

La Biblia instruye que cuando uno va a la batalla, no es bueno ir a pelear con miedo (Deu. 20:1-8). Por lo tanto, David volvió
a consultarle a Dios.
(1 Samuel 23:4)

Con la confirmación de Dios, David y sus hombres tomaron aliento, sabiendo que contaban con el favor del Señor.
(1 Samuel 23:5)

SAÚL SE ENTERA
Luego que David liberara a Keila, le fue dicho al rey Saúl sobre lo que había pasado. Saúl estaba tan cegado por su odio
que no pensó en la bondad que se le había hecho a una ciudad de su reino, sino que sólo se enfocó en atrapar a David.
(1 Samuel 23:7)

EL EFOD
David sabía que estaría vulnerable si se quedaba en Keila, porque Saúl se enteraría de su
paradero. Sin embargo, también podría estar a salvo si la población de Keila lo defendía del
rey, ya que todo lo que tenían que hacer era cerrar las puertas pues era una ciudad
fortificada. La pregunta era si los de Keila defenderían a David, o si se pondrían del lado del
rey Saúl. Ante la incógnita, David decidió consultar a Dios; sin embargo, lo hizo de otra
manera: le pidió al sacerdote Abiatar que le diera la respuesta.

Cuando Abiatar huyó de la matanza de los sacerdotes (1 Sam. 22:6-23), él logró llevarse
consigo el Efod, que es una pieza del vestuario del sumo sacerdote. El Efod es un tipo de
delantal de muchos colores, que además tenía coberturas para los hombros y el pecho (Exo.
28:5-14). Sobre la parte del pecho se colocaba otra pieza muy especial, conocida como
“Pectoral”, que era una lámina de oro con 12 piedras preciosas (Exo. 28:15-21). Esta pieza recibe el nombre de “Pectoral
del Juicio” (Exo. 28:15,29), dado que el Sumo Sacerdote la usaba para tomar ciertas decisiones difíciles. En esas
ocasiones, él pedía revelación através de dos piedras que se guardaban dentro de un bolsillo oculto entre el Pectoral y el
Efod:
(Éxodo 28:30)

Las dos piedras recibían los nombres de: Urim (lit. luces) y Tumim (lit. purezas).
En los momentos en que el sumo sacerdote necesitaba tomar una decisión importante para la cual no le bastaba su juicio
personal, sino que necesitaba de revelación divina, entonces el sacerdote sacaba las dos piedras del Efod, y consultaba a
Dios. Según la tradición, Dios hablaba a través de las luces que iluminaban estas dos piedras, y también las piedras
preciosas del pectoral. Esto no era magia, sino una revelación sobrenatural, con elementos que Dios mismo ordenó.

Regresando a la historia de David, vemos que él tuvo necesidad de consultar a Dios de una forma sobrenatural, y por eso
pidió la ayuda de Abiatar, único sobreviviente del linaje del sumo sacerdote (Ahimelec, Eli), quien había logrado salvar
también el efod con el pectoral (1 Sam. 23:6).
(1 Samuel 23:9)

La consulta que David quería hacerle a Dios, a través de Abiatar (con el Urim y Tumim), era la siguiente:
(1 Samuel 23:10-12)

El Señor advirtió a David lo que pasaría con Keila. A pesar de que acababan de salvarlos, ellos no les devolverán el favor,
sino que estarán dispuestos a entregar a David ante el rey Saúl. Gracias a la advertencia de Dios, David logró salir de allí a
tiempo.
(1 Samuel 23:13)

Nótese que el ejército de David ya había crecido; comenzó con cuatrocientos hombres (1 Sam. 22:2), y ahora ya eran
seiscientos.

1 SAMUEL 23:14-29. EN EL DESIERTO DE ZIF

Huyendo de Keila, David y su ejército se dirigieron hacia el sur, a un área desértica.


(1 Samuel 23:14-15)

El desierto del sur de Israel no son dunas como el Sahara, sino son montañas y
valles áridos y rocosos. Allí hay muchas cuevas, donde David y su gente podrían
esconderse. La mano de Dios guardó a David para que Saúl no lo encontrara. Pero
hubo otra persona que sí lo encontró…
(1 Samuel 23:16)

El texto dice que Jonatán “fortaleció la mano de David”. ¿En qué sentido? Los siguientes versículos lo explican:
(1 Samuel 23:17-18)

Jonatán buscó a David para animarlo, recordándole que si Dios prometió, Él lo cumplirá. También, Jonatán llegó para
confirmar el pacto que había hecho tiempo atrás con David. Aquí claramente le dice que, aún si Saúl le entregara el reino,
Jonatán se lo dará a David, a quien reconoce como el ungido por Dios para ser el próximo rey. Podemos imaginar que esta
acción de Jonatán animó mucho a David, y lo fortaleció en su espíritu.

LO DELATAN
Mientras que Jonatán confirma su alianza con David, los vecinos locales hicieron lo contrario…
(1 Samuel 23:19-20)

Los habitantes de Zif no sólo le dieron el chisme al rey de donde estaba el escondite de David, sino que ellos se ofrecieron
a atraparlo para entregárselo. Esto agradó mucho a Saúl. Irónicamente, Saúl sigue usando el nombre de Dios como si
estuviera haciendo la voluntad del Señor.
(1 Samuel 23:21-24a)

DESIERTO DE MAÓN
Mientras que los hombres de Zif hablaban con el rey, David se movió de lugar, siempre en la zona desértica del sur.
(1 Samuel 23:24b-25)

Guiado por los lugareños, Saúl continuó persiguiendo a David, pero éste le jugaba la vuelta.
(1 Samuel 23:26)
En el momento en que estaban a punto de atrapar a David, se presentó algo que distrajo la atención de Saúl.
(1 Samuel 23:27)

El rey Saúl ya no pudo continuar en la persecución porque tuvo que regresar de emergencia al norte, a defender su reino
del ataque de los filisteos.
(1 Samuel 23:28)

Sela: roca, peña


HaMalecot: compañía o división de un ejército

En ese momento, David cambió de lugar de refugio, y se fue a un oasis en los acantilados que están a la par del Mar
Muerto.
(1 Samuel 23:29)

1 SAMUEL 24. REFUGIO EN ENGADI

En el capítulo anterior vimos que la persecución de David fue interrumpida por una invasión de los filisteos en territorio
israelita. Pero tan pronto como esa guerra terminó, Saúl regresó a la búsqueda de David con el fin de acabar con su vida, a
quien consideraba como la principal amenaza de su trono. Y nunca faltaron espías que informaran a Saúl sobre el paradero
de David.
(1 Samuel 24:1-2)

En-gadi es un oasis a orillas del Mar Muerto. Con su catarata permanente de agua de lluvia, En-gadi parece un milagro en
medio de una tierra árida y rocosa, con montes escarpados, a la par de un lago salado, cuya agua no es potable por los
altos niveles de minerales, al punto que no permiten ningún tipo de vida (por eso lo llaman “mar muerto”). En-gadi es un
lugar ideal para refugiarse gracias a la fuente de agua, y a las muchas cuevas alrededor. El nombre “En-gadi” en hebreo se
lee: “Ein Gedi”, y está formado de dos palabras: Ein, fuente de agua; Gedi, cabrito. Allí suelen reunirse las cabras y otros
animales locales, en busca de agua.

Cuando Saúl llegó a En-gadi, no vio a nadie, ya que David y sus hombres se habían escondido en las cuevas alrededor.
Casualmente, Saúl escogió entrar a la cueva donde David estaba escondido. La razón por la que Saúl entró a la cueva era
para hacer sus necesidades físicas (“cubrir los pies” es quitarse ciertas piezas de ropa, que caen a los pies, y así puede la
persona excretar).
(1 Samuel 24:3)

Los guerreros de David consideraron como un milagro la aparición en privado de Saúl, sin sus guardias personales. Esa era
la oportunidad perfecta para acabar con la persona que amenazaba sus vidas todos los días. Pero, ¿era eso “una
oportunidad de Dios”, o acaso era “una prueba de Dios? Los siguientes versículos nos ayudan a responder esa pregunta.

EL MANTO DEL REY


Cuando David tuvo la oportunidad de matar a Saúl, en lugar de herirlo, él sólo tomó una prenda.
(1 Samuel 24:4)

Uno podría pensar que David fue “muy generoso” con el hombre que buscaba su muerte. Pero
después David lamentó lo que hizo…
(1 Samuel 24:5-7)

Luego de haber cortado el manto del rey, David se dio cuenta que esto simbolizaba “cortarle el
reino”. Como mencionamos anteriormente (1 Sam. 18), el manto es símbolo de posición; por ende,
el manto del rey era único, y representaba su autoridad máxima sobre toda la nación. Por esa
razón, David se arrepintió de lo que cortar el manto del rey, como si le estuviera quitando el reino. Si Dios ungió a Saúl, sólo
Dios podía quitarlo. Aunque David también había sido ungido como rey, él no debía arrebatar el reino sino esperar que Dios
se lo entregara.

PRUEBA DE INOCENCIA
David aprovechó esa situación para hacerle saber al rey que él no le deseaba mal.
(1 Samuel 24:8-11)

Luego, David incluyó a Dios en la conversación con Saúl, llamándolo como juez entre ellos.
(1 Samuel 24:12)

Ya sea por la amenaza de juicio divino o por ver la bondad de David, Saúl se conmovió y tuvo un momento de
remordimiento.
(1 Samuel 24:16-21)

Las palabras que Saúl dijo a continuación fueron aún más impresionantes:
(1 Samuel 24:20-21)

En otras palabras, Saúl reconoció que David sería el próximo rey, por decisión divina. Y también aprovechó a pedirle
clemencia para su familia, ya que era común en la antigüedad que, durante la transición de dinastías, los nuevos reyes
eliminaban a los herederos del rey anterior, quienes eran considerados como una amenaza porque podrían reclamar la
legitimidad del poder.
En cierta forma, este intercambio de palabras entre Saúl y David podrían considerarse como un tipo de compromiso…pero
no de alianza porque cada uno siguió su camino:
(1 Samuel 24:22)

1 SAMUEL 25:1-22. NABAL Y ABIGAIL

MUERE SAMUEL
Luego de servir toda su vida a Dios, como levita, juez y profeta, llegó el día en que Samuel fue llamado a la Presencia de
Dios.
(1 Samuel 25:1)

Todo Israel lamentó la muerte de este gran hombre que había guiado al pueblo como líder espiritual. Como mencionamos
al principio del estudio, Samuel representa la transición entre la época de los jueces a la monarquía. Samuel fue el último
juez, y él ungió a los dos primeros reyes de Israel. Es probable que, si el pueblo no hubiera pedido rey como las demás
naciones (Saúl), en este momento se habría hecho la transferencia de liderazgo del último juez (Samuel) al rey que Dios
tenía en su corazón (David).

Hay otra pregunta que queda en el aire: Si Samuel murió en este punto de la historia, ¿quién terminó de escribir el Primer
Libro de Samuel, y también el Segundo Libro? Según la tradición judía, los escritores son los profetas Gad y Natán,
quienes eran contemporáneos de David.

EN EL DESIERTO DE PARÁN
Luego de la muerte de Samuel, David regresó a refugiarse en el desierto.
(1 Samuel 25:1b)

El desierto de Parán se encuentra en el extremo sur de Israel (casi llegando al Mar Rojo). Allí se vieron en necesidad de
provisiones. En ese momento, David se enteró que alguien a quien habían protegido indirectamente en el desierto estaba
celebrando una próspera esquila (corte de la lana de las ovejas). Por lo tanto, David decidió pedir que se le “devolviera el
favor”, ahora que ellos lo necesitaban.
(1 Samuel 25:2)
(1 Samuel 25:4-8)

David no estaba mendigando, sino que estaba “cobrando un favor”. Él había ayudado
a los pastores de Nabal cuando lo necesitaron y había protegido a sus rebaños; por
lo tanto, ahora él pedía una compensación, de la forma que se considerara justa.
Lamentablemente, Nabal no respondió bien, ni los retribuyó.
(1 Samuel 25:9-11)

Tal vez Nabal tenía razón al decir que no conocía a David y a su gente, y que podría
tratarse de “gente aprovechada”. Sin embargo, todo lo que tenía que hacer Nabal era
llamar a sus criados y preguntarles si lo que decían esos jóvenes era cierto. Pero
Nabal no lo hizo porque en realidad no quería darles nada.

La Biblia describe a Nabal como “hombre duro” (heb. Kashé: severo, cruel, áspero, necio), y “de malas obras” (heb. Raah
Maalalim: de acciones malas o malvadas). Curiosamente, el nombre “Nabal” en hebreo literalmente significa: majadero,
malacate, necio. Es probable que sus padres no le pusieron ese nombre, sino que es un apodo que él mismo se ganó. Por
el contrario, la esposa es descrita como “una mujer de buen entendimiento y hermosa apariencia”.
(1 Samuel 25:3)

Definitivamente era una pareja dispareja. Como veremos más adelante, la sabiduría de Abigail salvará a su familia de una
tragedia innecesaria.

REACCIÓN DE DAVID
Cuando los emisarios de David le informaron sobre la negativa de Nabal, él no reaccionó bien.
(1 Samuel 25:12-13)

Unos versículos más adelante, la Biblia explica por qué David decidió tomar las armas.
(1 Samuel 25:21-22)

David había hecho bien a los trabajadores de Nabal, pero ahora el hombre ingrato no le había devuelto el favor, sino que
trató a su gente con desprecio, como se trata a un enemigo. Por eso David decidió vengarse.

Pero antes que David llegara a ejecutar su venganza, le informaron a Abigail de lo que había sucedido. También le dieron el
reporte de cómo David había velado por ellos, y resaltaron lo injusto de no haberles devuelto el favor.
(1 Samuel 25:14-16)

Los siervos también advirtieron a Abigail del peligro que corría ahora la familia, pues Nabal se habían ganado un enemigo
poderoso. Pero tal vez Abigail podría hacer algo para prevenir una tragedia.
(1 Samuel 25:17)

Abigail era una mujer sabia, y sabía lo que era correcto hacer en ese caso. Lo que no hizo su esposo, lo hizo ella, y con
gran abundancia. Tal vez así aplacaría la ira de David.
(1 Samuel 25:18-20)

1 SAMUEL 25:23-43. Venganza Detenida

En esta entrada continuamos con la historia de Nabal y Abigail…

Luego que Nabal se negó a retribuir a David por la protección a su ganado, Abigail decidió salir al encuentro de David, con
el objetivo de desanimar su venganza. Ella se presentó con humildad, reconociendo la falta de su marido.
(1 Samuel 25:23-24)

Abigail no sólo pidió perdón por el trato injusto de Nabal, sino que también apeló a
la justicia de Dios, pues no es bueno tomar venganza en manos propias.
Sabiamente, ella le señaló a David que no le convenía derramar sangre inocente,
ya que tenía planeado matar no sólo a Nabal sino a toda la familia, y
probablemente a sus siervos.
(1 Samuel 25:26-31)

VENGANZA
Generalmente las personas toman venganza por una injusticia cometida en su
contra. Sin embargo, la venganza es engañosa, pues creyendo que uno “hace
justicia”, al final termina multiplicando el mal. Y en lugar de un mal, se acaba con dos males—o más.

La Biblia nos advierte en contra de tomar venganza en manos propias:


(Levítico 19:18)
(Proverbios 20:22)

El cobro de la justicia y la “venganza” deben dejarse en manos de Dios y de las autoridades.


(Romanos 13:3-4)
(Romanos 12:19)

Aquí Pablo está citando el siguiente versículo:


(Deuteronomio 32:35)

Muchas veces no vemos la justicia divina porque el hombre ha tomado la venganza en sus propias manos…y en lugar de
“empatar” el mal, más bien se habrá multiplicado; y no sólo eso, sino que cada uno cargará con las consecuencias de sus
propias acciones. Si el hombre toma venganza propia, ya no vendrá la justicia divina (Prov. 24:17-18).

RESPUESTA DE DAVID
David reconoció que Abigail le había ayudado grandemente al evitar cometer un grave error.
(1 Samuel 25:32-34)

Por supuesto, David también recibió con mucha gratitud las provisiones que Abigail le había llevado, porque las
necesitaban.
(1 Samuel 25:35)

Con estas palabras, David dejó la justicia en las manos de Dios. Y no pasó mucho tiempo sin que la venganza de Dios se
hiciera evidente, la cual siempre es mejor que cualquier “justicia humana”.
(1 Samuel 25:36-38)

Aun antes que Dios trajera justicia sobre el inicuo de Nabal, aún le dio unos días de gracia para que se arrepintiera…pero
no lo hizo.

Dios fue propicio con David, pues le hizo llegar la noticia de la venganza divina.
(1 Samuel 25:39)

Habiendo quedado viuda Abigail, David decidió tomarla como esposa.


(1 Samuel 25:40-42)

La Biblia señala que Mical, su primera esposa, ya había sido dada a otro hombre (1 Sam. 25:44). Pero no era la
monogamia lo que preocupaba a David, ya que poco tiempo después tomó a otra mujer como esposa.
(1 Samuel 25:43)

La poligamia era muy común en ese tiempo; sin embargo, esto no debe ser tomado como excusa, porque va en contra del
orden de Dios. Especialmente a los reyes, la Biblia les advierte que no tengan múltiples mujeres, como solían hacerlo las
naciones paganas.
(Deu. 17:17)

Más adelante en el estudio veremos que las muchas mujeres e hijos le traerán problemas a David. Pero el caso más claro
de esto es el de Salomón, quien tuvo muchísimas mujeres, y la Biblia señala que ellas desviaron su corazón y lo apartaron
de Dios (1 Reyes 11:1-4).

1 SAMUEL 26. PERDONA SU VIDA DE NUEVO


Aunque Saúl hizo una tregua con David en Engadi, no hubo una reconciliación de fondo. Cada uno siguió su camino, y
David continuaba escondido en el desierto. Y cuando los habitantes del desierto de Zif vieron a David en su territorio,
volvieron a delatarlo ante el rey.
(1 Samuel 26:1)

Con esta pregunta, se despertó de nuevo el recelo de Saúl, y salió a buscar a David con los mejores soldados de su
ejército.
(1 Samuel 26:2-3)

Lejos de salir huyendo, David decidió darle una visita sorpresa, pero a escondidas.
(1 Samuel 26:4-6)

David sólo llevó a un hombre de compañía: Abisai, hermano de Joab.


(1 Samuel 26:7)

Esta visita parece ser una réplica de la experiencia en la cueva de Engadi (1 Sam. 24).
(1 Samuel 26:8-11)

David volvió a tener la oportunidad de matar a Saúl, pero no lo hizo. Sólo se llevaron varias
prendas particulares del rey, que servirían de testimonio.
(1 Samuel 26:12)

Esto fue un milagro divino. La Biblia dice que Dios puso un sueño profundo en todos para
que David pudiera hacer su incursión sin que su presencia fuera notada.

Siguiendo el patrón de Engadi, David volvió a avisar al rey para que supiera que había
perdonado su vida. Pero primero llamó a Abner para reclamarle que no había protegido bien
al rey.
(1 Samuel 26:13-17)

Teniendo la atención del rey Saúl, David aprovechó a preguntarle por qué razón continuaba persiguiéndolo. Luego, llama a
Dios como testigo de tal injusticia.
(1 Samuel 26:18)

De nuevo, el rey Saúl reconoce su falta:


(1 Samuel 26:21)

En ese momento, David devuelve la lanza al rey. Este elemento es significativo, ya que es el arma que aparece todo el
tiempo en manos de Saúl, y que representa su fuerza militar. Y David lo había desarmado.
(1 Samuel 26:22)

Un detalle interesante es que David no devolvió la lanza directamente al rey, sino que la entregó los siervos. Era evidente
que David no confiaba más en la palabra de Saúl, ya que le había mentido tantas veces. Y tal vez no era “una mentira” en
sí, ya que en ese momento Saúl se sentía mal por lo que había hecho. El problema es que él sólo sintió remordimiento, y
no un verdadero arrepentimiento que lleva a un cambio.

Por último, David apela a Dios para que sea mediador y juez entre él y Saúl.
(1 Samuel 26:23-24)

Con esta declaración, David puso su confianza en Dios, y no en la “bondad” de Saúl. El mismo rey lo reconoció, y bendijo a
David:
(1 Samuel 26:25)

De nuevo, David y Saúl partieron cada uno por su camino, pues ya nunca volverán a estar unidos, ni se verán jamás.

1 SAMUEL 27. DAVID ENTRE LOS FILISTEOS

En el capítulo anterior vimos que Saúl le pidió a David que regresara a su casa, prometiendo que ya no lo perseguiría (1
Sam. 26:21). Sin embargo, David ya no confiaba en el rey, porque no cumplía sus promesas. Para entonces, David ya
estaba cansado de vivir en cuevas y huir de un lado para otro. No sólo eso, sino que estaba perdiendo la esperanza. En el
cansancio y la desilusión, David estaba perdiendo la fe. En lugar de buscar a Dios en oración, él siguió el consejo de su
corazón—que la Biblia advierte es engañoso (Jer. 17:9).
(1 Samuel 27:1)

De nuevo vemos que, por huir de Saúl, David buscó refugio en el campamento enemigo; y la razón es porque Filistea era el
único lugar al que Saúl no iría a perseguirlo. Tomando un alto riesgo, David regresó a Gat (el pueblo de Goliat). Allí ofreció
su servicio a Aquis, rey de Gat.
(1 Samuel 27:2-4)

Aunque podría parecer que este plan de David “le funcionó”, más tarde veremos que tendrá un costo alto.
David solicitó al rey Aquis que le concediera vivir en un pueblo, en
lugar de la capital. El rey accedió y le entregó Siclag.
(1 Samuel 27:5)

David permaneció allí durante un año y cuatro meses (1 Sam. 27:7).


Durante ese tiempo, David y su ejército trabajaron como una “fuerza
mercenaria” a favor del rey Aquis, atacando a los enemigos de los
filisteos al sur de su territorio.
(1 Samuel 27:8)

En esos ataques, el objetivo de David era obtener botín, pero no se


quedaba con esclavos (como la mayoría de los conquistadores solían
hacer).
(1 Samuel 27:9,11)

En el siguiente versículo se hace evidente la razón por la que David no dejaba persona viva en sus ataques:
(1 Samuel 27:10,12)

David le hacía creer a Aquis que estaba atacando a pueblos de Judá, en el desierto sur (Neguev), pero en realidad estaba
atacando a los enemigos de Israel: gesuritas, gezritas y amalecitas. El rey Aquis creía que se había ganado la mejor arma
en contra de Israel, pero en realidad era sólo una fachada. Más adelante veremos que las mentiras comprometerán a
David.

1 SAMUEL 28. SAÚL VISITA A LA ADIVINA

Así como David se dejó llevar por su corazón en el capítulo anterior, también el rey Saúl tomará una grave decisión guiado
por su corazón. Se dejó controlar por el miedo cuando oyó que los filisteos se estaban preparando para hacer la guerra
contra Israel, especialmente ahora que David estaba con ellos (1 Sam. 28:1-2).
(1 Sam. 28:4-5)

Cuando una persona tiene mucho miedo, la mente se bloquea. Así estaba Saúl, con el corazón turbado. No sabía qué
hacer, así que consultó a Dios. En teoría, buscar a Dios es lo mejor que podría hacer; el problema es que Saúl no quería
hacer la voluntad de Dios sino que sólo buscaba al Señor para sus propios propósitos.
(1 Samuel 28:6)

Dios no le respondió a Saúl ya que por años el Señor lo llamó al arrepentimiento, y él no hizo caso. Este es un principio que
está plasmado en Proverbios:
(Prov. 1:24-25,28-29)

Desde muchos años atrás, Saúl había dejado de oír a Dios; ahora el Señor no le respondería. Pero la necedad de Saúl era
tan grande, que ante el silencio de Dios, el rey dispuso consultar a una adivina.
(1 Samuel 28:7)

En sus buenos tiempos, Saúl había mandado a expulsar a todos los hechiceros y adivinos del territorio de Israel (1 Samuel
28:3), siguiendo la Ley de Dios (Lev. 19:31; Lev. 20:6; Deu. 18:10-12). Es probable que esta adivina había dejado esas
malas costumbres (1 Sam. 28:9), y por eso seguía en Israel. Pero con sus antecedentes, siendo la única que quedaba, el
rey Saúl la buscó, pero disfrazado para no ser reconocido.
(1 Samuel 28:8)

Al principio la mujer no quería “adivinar” por miedo a ser perseguida. Pero Saúl le aseguró que no le pasaría nada, e
irónicamente juró en el nombre de Dios.
(1 Samuel 28:10-13)

Saúl le dijo a la adivina que quería invocar el espíritu de Samuel. Y cuando la mujer lo hizo, se asustó porque en ese
momento supo que el visitante era el rey.
(1 Samuel 28:11-12)

Cuando la adivina se asustó, era evidente que ya había visto algo, y Saúl se le preguntó:
(1 Samuel 28:13b-14)

¿Por qué Dios permitió que el espíritu de Samuel se presentara ante Saúl, cuando
sabemos que eso va en contra de la Ley? Sólo Dios lo sabe. Pero ése será el último
mensaje que Saúl recibirá del profeta y de Dios.
(1 Samuel 28:15-19)

Con este gran pecado, Saúl selló su destino. Y aún ante tal amenaza, él no se arrepintió;
sólo sintió miedo por lo que le acontecería.
(1 Samuel 28:20)
La mujer le ofreció comida a Saúl. Al principio él se negó por una razón cultural: en esos tiempos, el ser invitado a comer en
la casa era sólo para la gente de confianza, con la familia o los amigos con quienes se había hecho una alianza. La mujer
insistió para afirmar la promesa del rey de no matarla por lo que había hecho.
(1 Samuel 28:21-25)

1 SAMUEL 29. DAVID NO PELEARÁ

Luego de más de un año de servir al rey Aquis, David comenzará a ver el costo de esta alianza…

PRUEBA DE FIDELIDAD
Como era de suponer, tarde o temprano los filisteos se enfrentarían en guerra contra Israel, y estando David entre los
filisteos, él tendrá que decidir de qué lado luchará. Pero el rey de Aquis ya había decidido por David…
(1 Samuel 28:1-2)

El rey Aquis confiaba en David ya que él creía que su guerrero estrella estaba peleando en contra de los israelitas en el
desierto (cuando en realidad estaba peleando contra otros pueblos paganos—1 Sam. 27:8-11).
(1 Samuel 27:12)

Por la confianza que Aquis le tenía a David, lo nombró como su guardaespaldas personal en la guerra contra Israel.

GUERRA ENTRE FILISTEA E ISRAEL


Filistea era una especie de imperio, conformado por cinco ciudades con su respectivo príncipe: Ecrón, Asdod, Ascalón,
Gaza, Gat (Josué 13:3). Aparentemente, en ese tiempo el rey de Gat era el líder principal, y a los demás se les
consideraba como “príncipes”. Cuando alguna ciudad filistea se enfrentaba con un enemigo poderoso, todas las ciudades
filisteas se unían para la guerra. Este fue el caso de la guerra en contra del rey Saúl.
(1 Samuel 29:1)

Mientras que el rey Aquis confiaba en David, por el contrario,


los demás príncipes filisteos desconfiaban del israelita y su
ejército. Por lo tanto, cuando los filisteos reunieron sus tropas,
los líderes se opusieron a que David se uniera a la batalla.
(1 Samuel 29:2-3)

El rey Aquis defendió a David, pero los otros príncipes


manifestaron sus razones por las que el israelita no debía
participar en la batalla:
(1 Samuel 29:4-5)

Ante la oposición de los príncipes, Aquis no tuvo otra opción


que decirle a David que se retirara.
(1 Samuel 29:6-7)

David todavía protestó por la desconfianza, cuando él sabía bien que no había sido completamente honesto con Aquis.
(1 Samuel 29:8)

Por otro lado, debemos darnos cuenta que Dios estaba protegiendo a David. Si él hubiera peleado en contra de Israel,
hubiera sido una gran traición a su pueblo, y hubiera puesto su reinado en peligro. Y si, en medio de la guerra, David se
volteaba en contra de los filisteos, también habría sido una gran traición a Aquis, quien lo había acogido entre ellos, como
se hace evidente en los siguientes versículos:
(1 Samuel 29:9)

Dios tuvo misericordia de David, y lo sacó de ese gran aprieto; pero veremos en el siguiente capítulo que la alianza con los
filisteos y su estadía en Siclag tendrán ciertas consecuencias

1 SAMUEL 30. RESCATE DE LOS SECUESTRADOS

Luego que el rey Aquis despidió a David del ejército filisteo, los israelitas regresaron a Siclag, la ciudad donde vivían. Pero
al llegar les dieron una mala noticia:
(1 Samuel 30:1-5)

DOS REACCIONES
Hubo dos reacciones ante la pérdida de todo lo que tenían en Siclag:
(1 Samuel 30:6)

a. El pueblo:
Los soldados de David y el pueblo que había sobrevivido al ataque
quedaron devastados; pero también estaban enojados en contra de David,
porque él había provocado a los amalecitas al atacarlos en el pasado. Era
muy probable que el ataque a Siclag fuera una venganza.

b. David:
La tragedia tuvo un efecto opuesto en David. Lejos de desanimarlo, lo hizo
reaccionar. La Biblia dice que “se fortaleció en Dios”. Finalmente, David
buscó a Dios, como no lo había hecho desde que había llegado a Filistea. El espíritu de David se despertó y supo que tenía
que buscar a Dios para encontrar dirección de lo que debía hacer en ese momento.
(1 Samuel 30:7-8)

Todo lo que había perdido David desde que había llegado a Filistea, lo recuperará después de esta tragedia. Recuperará su
fe en Dios, su alabanza, y su llamado; también le será devuelto todo lo que los amalecitas se habían robado: sus familias y
todos sus bienes.

CAMPAÑA DE RESCATE
Aunque los compañeros de milicia de David estuvieron a punto de matarlo por considerarlo responsable de la pérdida de
sus familias, cuando vieron que David regresó a ser el mismo del principio y tenía la promesa de Dios para recuperar todo,
entonces todos los seiscientos hombres de David se le unieron en la campaña de rescate.
(1 Samuel 30:9-10)

Es muy probable que el cansancio no sólo era físico sino emocional. Un duro golpe emocional puede provocar depresión y
agotamiento físico; tal vez por eso unos no tenían las fuerzas para seguir adelante. Por otro lado, sería provechoso que un
grupo se quedara cuidando del bagaje, ya que esto permitiría que los demás avanzaran más rápido en la persecución de
los amalecitas.

Pero había un problema: David estaba buscando a los amalecitas, pero no sabía donde exactamente estaban. Los
amalecitas eran tribus nómadas, por lo que no se les podía encontrar en una ciudad o en un punto fijo. Y en la amplitud del
desierto sur, iba a ser muy difícil encontrarlos. Pero el Señor fue favorable a David, y encontraron en el camino a alguien
que los pudo orientar:
(1 Samuel 30:11-15)

El siervo egipcio los guio al lugar donde los amalecitas habían acampado. Los encontraron en una posición vulnerable, ya
que estaban celebrando, y no velando.
(1 Samuel 30:16)

Seguramente los amalecitas creían que David y sus hombres estaban en la guerra con los filisteos, y no sospechaban que
habían regresado temprano a encontrar la destrucción de Siclag. Teniendo la ventaja de la sorpresa, David y sus hombres
atacaron a los amalecitas. Acabaron con todos, excepto unos que lograron huir.
(1 Samuel 30:17-18)

Tal como Dios prometió, TODO fue recuperado, sin falta nada.
(1 Samuel 30:19)

EL BOTIN
David y sus hombres no sólo recuperaron sus familias y bienes, sino que encontraron en el campamento amalecita un botín
enorme que habían acumulado de otros ataques en la región.
(1 Samuel 30:20)

Como regla general, cuando se obtenía botín tras una batalla, éste se dividía entre los hombres que habían peleado. Pero
en este caso, David decidió compartir el botín también con los que se habían quedado atrás (1 Sam. 30:21). Pero no todos
estuvieron de acuerdo con la decisión de David, y se lo hicieron saber.
(1 Samuel 30:22)

David no sólo corrigió a estos hombres egoístas, sino que determinó una “ley en Israel”: que el botín se debe compartir con
el resto del pueblo, pues ellos también están haciendo su parte cuidando al pueblo y cubriendo otras necesidades. Por lo
demás, la ganancia es de Dios porque Él es quien da la victoria.
(1 Samuel 30:23-25)

Gran parte del botín provenía de las ciudades de Judá que los amalecitas habían saqueado. Por lo tanto, David decidió
compartir los bienes también con la tribu de Judá.
(1 Samuel 30:26-31)

1 SAMUEL 31. MUERTE DE SAÚL E HIJOS

El rey Saúl tuvo muchas victorias a lo largo de su reinado, pues contaba con la gracia de Dios. Pero cuando Saúl se apartó
de Dios para hacer su propia voluntad, perdió el favor divino. El Señor le dio muchas oportunidades para arrepentirse, pero
no lo hizo. Su último acto de desobediencia fue la visita a la adivina (1 Sam. 28), y allí quedó sellado el final de su reino y
de su vida (1 Sam. 28:16-19).

La historia de 1 Samuel 31 también está descrita en 1 Crónicas 10. En esta otra narrativa se explica la razón por la que
murió Saúl:
(1 Crónicas 10:13-14)

ÚLTIMA BATALLA DE SAÚL


En este último capítulo de 1 Samuel, leemos sobre el final de Saúl. Su última batalla fue cerca del monte Gilboa, en el
centro de Israel.
(1 Samuel 31:1-3)
En 1 Crónicas 10, se señala que los flecheros filisteos no sólo estaban cerca,
“alcanzándole”, sino que también lo hirieron (1 Cro. 10:3). También describe que Saúl tuvo
mucho miedo. La vida entera de Saúl fue llena de miedos e inseguridades—hasta su último
momento. Antes de caer en manos filisteas, Saúl decidió acabar con su propia vida. Por eso
hizo la siguiente petición a su escudero:
(1 Samuel 31:4-6)

Así fue el triste final del rey Saúl. Y junto con el rey, cayeron sus hijos. La avanzada filistea
afectó también a muchos pueblos israelitas alrededor del campo de batalla.
(1 Samuel 31:7)

CUERPOS PROFANADOS
Aunque los filisteos no lograron matar a Saúl, si profanaron su cuerpo cuando lo
encontraron en el campo de batalla.
(1 Samuel 31:8)

En Crónicas señala lo que hicieron con la cabeza de Saúl:


(1 Crónicas 10:10)

En la antigüedad, era muy común que cuando un ejército lograba matar al principal líder enemigo, los vencedores
expusieran públicamente el cadáver, como una afrenta al enemigo, pero también como un trofeo para los dioses que
supuestamente los ayudaron a vencer. Y eso fue lo que hicieron con el cuerpo de Saúl.

En contraste, la Biblia enseña que al cuerpo humano debe tratársele con mucho respecto, incluso a los cadáveres (ejemplo:
Deu. 21:22-23). Esto es porque el hombre fue hecho a imagen de Dios.

Por esta razón, un grupo de israelitas se arriesgó a entrar en territorio enemigo para rescatar el cuerpo de Saúl y de sus
hijos, para darles digna sepultura. Estos hombres valientes eran los de Jabes de Galaad, quienes le debían mucho a Saúl
pues él los defendió cuando más lo necesitaron (1 Sam. 11).
(1 Samuel 31:11-13)

En la tradición judía, siete días son los que se guardan de luto por pariente cercano (heb. Shivá).

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