Clase 3 Ebook

Formación dictada por
Laura Robles
Constelaciones
Familiares
Módulo 3
Escuela de Terapias Sistémicas

www.astroconstelaciones.com
Laura Robles
Constelaciones
Familiares
Parte 1

Sombra
Conceptos fundamentales de la Psicología

Analítica:
Esquema del aparato psíquico:
Estructura general del aparato psíquico:
Jung nos habla de una psique integrada por la

conciencia -cuyo centro es el ego- y por el
inconsciente al que divide en personal y colectivo.
El inconsciente efectivo del que habla Freud, es el
inconsciente personal que Jung llama sombra.
El ego es nuestra identidad consciente, es el
centro magnético de la conciencia. Vamos
adquiriendo mayor conciencia a partir del
contacto con el entorno por diferenciación. Esta
identidad tiene que ser lógica y racional, por lo
que va a reprimir aquellas cuestiones que no sean
coherentes con ella, yendo a parar todo ese
contenido a la sombra. Se va moldeando así una
identidad que nos permite decir “este/a soy yo” e
interactuar con el entorno.
La Persona:
La persona representa nuestra imagen pública. Es

un aspecto de nuestra psique que funciona como
una máscara a través de la cual nos mostramos al
salir al mundo. Debido a que un sujeto se
desarrolla en diferentes contextos, es sano que
pueda utilizar diferentes máscaras. Aquella que
predomina será la que denominamos persona.
También podemos definir a la persona como la
integración de distintas máscaras que usamos
para relacionarnos con la realidad.
La máscara es la expresión de la energía
arquetipal dirigida hacia la adaptación social.
Convivir en sociedad exige el cumplimiento de
ciertos roles. La máscara implica esos papeles que
nos van a permitir adaptarnos. Es una corteza que
recubre al ego y tiene la función de proteger
nuestra intimidad filtrando ciertos contenidos en
pos de la adaptación. Al mismo tiempo ordena las
relaciones interpersonales determinando pautas
de interacción preestablecidas que posibilitan un
gran ahorro de energía psíquica.
Los problemas surgen cuando la identificación
con la máscara es absoluta (hiperinflación) lo que
lleva a no poder diferenciar lo que soy de lo que
se me demanda como rol social, o cuando la
identificación con la máscara fracasa (deflación) lo
que nos lleva a la inadaptación. Cuando hay
hiperinflación, la máscara se confunde con el ego.
Llegamos a creer que realmente somos lo que
pretendemos ser o lo que los demás esperan que
seamos, generando conflictos y contradicciones
internas. Pues ¿hasta qué punto seguimos siguen
el patrón social manera “sana”?, y ¿en qué medida
esta máscara llega a ser una fuente de neurosis?
La persona representa nuestra imagen pública y
responde a las exigencias sociales. Comienza por
ser un arquetipo y con el tiempo la vamos
asumiendo como propia, hasta que llega a ser
parte de nosotros mismos.
La máscara sirve para cubrir la vida íntima del
individuo frente a los demás, y al mismo tiempo le
permite adaptarse al medio en los términos que
más le convienen. Para ello hay que sacrificar
muchos factores humanos individuales (instintos,
formas de pensar y sentir) a favor de esa imagen
que necesita reflejar el individuo. En su mejor
expresión, la máscara constituye la buena
impresión que todos queremos dar al colectivo.
Arquetipos
El contenido del inconsciente colectivo son los
arquetipos. Se definen como moldes primarios de
función psíquica, patrones subyacentes a partir de
los cuales se despliegan diversos
comportamientos y conductas. Estos contenidos
no son personales como sí lo son los de la
consciencia y el inconsciente personal
(complejos). Son comunes al género humano y no
dependen de la historia personal para su
adquisición.
Los arquetipos son imágenes arcaicas,
primordiales, producto de la actividad psíquica
sobre las que se basan la mente y el
comportamiento humano. Son comunes a todos
los seres humanos. Son huellas mnémicas que se
han producido a lo largo de muchas generaciones.
Se caracterizan por tener doble cara: una
luminosa y otra sombría. Representan una
realidad psicológica interna en una expresión
condensada.
Sallie Nichols define a los arquetipos como “…
Fuerzas instintivas que operan de forma
autónoma en la profundidad de la psique
humana…” (Nichols, 2001, p. 27). Plantea que
funcionan de la misma manera que los instintos
en el cuerpo. Así como el bebé nace con un
instinto de chupar, su psique también presenta
unas tendencias heredadas. Son las disposiciones
psíquicas para actuar humanamente producto de
la herencia humana.
En sí mismo el arquetipo es inaccesible a la
conciencia, lo que acede a ella son las imágenes
arquetipales que consisten en manifestaciones
concretas y particulares influenciadas por
factores socioculturales y personales.
Cuando estos moldes primarios que ofrecen los
arquetipos son rellenados con contenido
biográfico e individual, pueden ser asequibles
para la conciencia. Estas imágenes articulan lo
individual y lo colectivo.
Todo lo arquetípico aporta sentido y nos permite
resonar con lo universal. Es por ello indispensable
contar con puentes que conecten a la psique
consciente con el inconsciente colectivo y sus
contenidos.
Nuestro repertorio personal contiene arquetipos
cargados de vitalidad, creatividad y alegría que
nos impulsan a la realización y la felicidad. Pero
también hay otros enfermizos, atormentados y
destructivos asociados a nuestra sombra.
Podemos incorporar distintos arquetipos
simultáneos: con unas personas actuamos, por
ejemplo, desde la víctima y con otras desde el
guerrero o el victimario.
El arquetipo que predominó en un momento
puede cambiar en otro: en una época de nuestra
vida podemos ser héroes y en otra, villanos; hay
casos de niños modelo que, de adultos, se
convierten en verdaderos canallas y jóvenes
rebeldes que llegan a ser profesionales serios.
Al reconocer los arquetipos que nos identifican
podemos entender el porqué de nuestra conducta
y de nuestras circunstancias. Ellos son una
expresión clara de nuestro estado psico-
emocional (autoestima, mundo de relación,
afectividad, creatividad, etc.), de nuestro nivel de
consciencia y madurez.
En nuestros arquetipos está implícita una elección
absolutamente personal pero inconsciente y, por
lo tanto, cargada de mucho poder sobre nuestra
conducta, nuestras decisiones y estilos de vida.
Sombra:
C.G. Jung designó cómo “Sombra” a todos los
aspectos ocultos o inconscientes de uno mismo,
tanto positivos como negativos, que el ego ha
reprimido o nunca ha reconocido, incluyéndola
dentro de uno de los cuatro arquetipos
principales del inconsciente. Es una zona oculta
de nuestra personalidad, nuestro lado más oscuro.
Se manifiesta en sentimientos e ideas que el
mismo individuo considera censurables, irritantes,
desagradables y destructivos, a partir de lo que
socialmente aprende como bueno y malo.
Los contenidos de la sombra se llaman complejos:
un conjunto de ideas afectivamente cargadas que
han sido reprimidas. Este inconsciente que para
Freud era fundamental y único, para Jung es solo
una parte.
Todos poseemos una sombra y, de una manera u
otra, tratamos de inhibirla, negarla o rechazarla.
Así, podemos llegar a ignorar lo que nuestra
sombra contiene. A veces necesitamos que
ocurran ciertos eventos en nuestra vida que nos
revelen esa zona oscura, inhibida de la
personalidad.
En algunos casos tenemos un cierto conocimiento
de nuestra sombra, pero ignoramos sus alcances.
En otros, existe una total negación, o
proyectamos nuestra sombra en otros, asignando
a otras personas ciertos rasgos que rechazamos
en nosotros mismos.
Confrontar nuestra sombra puede ser una
revelación, un descubrirnos a nosotros mismos y
es la única forma de iniciar un proceso
transformador, de sanación. Conocerla debe
suscitar una intención de cambio y corrección
dirigida hacia modelos funcionales y armónicos de
vida. Ceder mansamente ante el poder de la
sombra sobre nuestra personalidad es entregarse,
es no intentar superarnos.
La sombra representa cualidades y atributos
desconocidos o poco conocidos del ego, tanto
individual (incluso conscientes) cómo colectivos.
Cuando queremos ver nuestra propia sombra nos
damos cuenta de cualidades e impulsos que
negamos en nosotros mismos, pero que puedo ver
claramente en otras personas.
Puede expresarse en sueños, en omisiones, en un
acto impulsivo o impensado, en síntomas, en el
cuerpo, o que otro miembro del sistema familiar
esté encarnando la sombra del grupo. A veces
cuando se está cansado, bajo presión o cuando se
sufre de una enfermedad se ve claramente la
sombra. Todas estas situaciones tienen en común
que la personalidad sufre un cambio repentino de
carácter y aparece una personalidad desconocida
tanto para nuestros seres cercanos cómo incluso
para nosotros mismos.
En su mayor parte, la sombra se compone de
deseos reprimidos e impulsos incivilizados que
hemos excluido de nuestra propia autoimagen, es
decir, de cómo nos vemos a nosotros mismos.
Estas motivaciones son percibidas cómo
moralmente inferiores para nuestro "ideal" de lo
que somos (o más bien dicho de lo que "creemos"
que somos), por lo que también depositamos en la
sombra fantasías y resentimientos. De esta
manera, la sombra abarca en general todas
aquellas cosas de las cuales uno no se siente
orgulloso.
Estas características personales no reconocidas a
menudo se perciben en los demás a través del
mecanismo de proyección, el cual consiste en
observar las propias tendencias inconscientes en
otras personas. Debido a la dificultad de
reconocer y aceptar nuestra propia sombra, este
mecanismo de proyección es una de las formas
más recurrentes y negativas de no trabajar los
propios defectos y adjudicar estos únicamente a
los demás.
Las proyecciones oscurecen nuestra visión
respecto al prójimo, destruyen su objetividad, y
de ese modo toda posibilidad de auténticas
relaciones humanas.
Además, una parte de nuestra personalidad
permanece en el lado opuesto y el resultado es
que constantemente (aunque de modo
involuntario) haremos cosas a nuestras espaldas
que apoyarán ese otro lado, y, por tanto,
ayudaremos intencionadamente a nuestro
enemigo.
Sumado a esto, la sombra está expuesta a
contagios colectivos, debido a que la persona es
seducida por el anonimato del grupo y se deja
llevar por la masa desenfrenada. En esta masa
anónima la personalidad puede expresar lo
reprimido o sus aspectos no reconocidos bajo el
amparo y aprobación del grupo. Algunos ejemplos
cotidianos de esto los observamos en los partidos
de football en que las barras se enfrentan
violentamente y puede haber heridos e incluso
muertos o en protestas que acaban con desmanes
y numerosas pérdidas de todo tipo.
Los sueños son la vía regia más libre de expresión
del inconsciente, en donde la imagen de la sombra
nos confronta cara a cara. En ellos podemos
entrar en conocimiento de los aspectos de
nuestra personalidad, que por diversas razones
hemos preferido no contemplar muy de cerca. A
este proceso Jung le llamó percepción de la
Sombra.
En los sueños, así como en los mitos, la sombra

puede aparecer en forma personificada cómo una
persona del mismo sexo que el soñante.
Esto se debe a que es particularmente en contacto
con gente del mismo sexo cuando una persona se
tambalea entre su propia sombra y la de los demás,
por este mismo fenómeno es que la sombra en una
persona del sexo opuesto generalmente nos
molesta mucho menos. También se relaciona con la
sombra, el soñar con tenebrosos pasadizos,
laberintos, piezas o habitaciones o bodegas
oscuras, ya que estos símbolos oníricos aluden a
estar descubriendo aspectos desconocidos de
nuestra personalidad, homologables en ciertas
ocasiones al descenso a los infiernos, tanto
personales como colectivos, del lado oscuro de la
personalidad o de la humanidad. Si alguien suprime
las reacciones emocionales instintivas o impulsos
naturales, es común que la sombra también
aparezca en los sueños con la forma de un animal
hostil, que nos persigue y que la mayoría de las
veces nos quiere dañar.
Emprender este difícil camino de enfrentar,
reconocer, integrar y trabajar con nuestra sombra
es necesario para el conocimiento y realización
total de uno mismo, proceso al que Jung denominó
el proceso de individuación.
La confrontación de la conciencia con su sombra es
una necesidad terapéutica y, en realidad, el primer
requisito para cualquier método psicológico
completo.
Aspectos positivos de la sombra:
Por todo lo anteriormente descrito pareciera que la
sombra alberga y está conformada solamente por
aspectos negativos, pero la sombra no sólo es el
lado oscuro de la personalidad. Hay personas que
prefieren vivir el peor aspecto de su personalidad,
y entonces tienen una sombra positiva, es el caso
por ejemplo de los delincuentes, para quienes su
sombra suele tener un aspecto bien intencionado.
Sin embargo, para la mayoría lo normal es
identificarse con los rasgos más positivos y
desarrollados del carácter empujando el lado
inferior hacia la sombra. Esto significa que
generalmente la sombra no solo posee aspectos
negativos, sino que contiene valores necesitados
por la conciencia, pero que existen en una forma
que hace difícil integrarlos en nuestra vida.
La sombra también contiene instintos, habilidades
y cualidades morales positivas que están
inexploradas o son desconocidas. Es la fuente de
inspiración y posee un potencial creativo que
muchas veces no se tiene en la conciencia.
Una persona integrada es capaz de cargar su propia
mochila de cualidades positivas y negativas,
liberando a otros del peso de sus proyecciones.
Las cualidades repudiadas se transforman por
medio de su inclusión y aceptación. En lugar de
rechazar lo que consideramos negativo,
deberíamos explorar su potencial, al dejar de
reprimir nuestra ira, podremos conectarnos con el
enojo saludable, que nos ayuda a expresar lo que
sentimos, poner límites y lograr acuerdos; como
destaca Norberto Levy en su libro La sabiduría de
las emociones, pasamos del enojo que destruye al
enojo que construye.
Cuando aceptamos a la sombra como parte de
nuestra totalidad, surge la posibilidad de
desarrollar la autoaceptación, la compasión y el
amor incondicional para nosotros mismos,
elementos indispensables para la evolución
personal.
Es tarea de cada uno descubrir la propia sombra e
iluminarla con la luz de la consciencia; y este es un
proceso que dura toda la vida. Y a través de las
constelaciones podremos ayudar en qué área de la
buena consciencia de nuestro sistema está esa
repetición que nos ha llevado durante
generaciones a reproducir ciegamente ese proceso
que, al iluminarlo, libera las generaciones
venideras.
“El hombre inconsciente, es decir, su sombra, no
consiste sólo de tendencias moralmente
reprobables, sino que también ostenta muchas
cualidades positivas, cómo instintos normales,
reacciones apropiadas, insights realistas,
impulsos creativos, etc.” C. G. Jung.
Finalmente, enfrentarse a la sombra contempla

trabajar e integrar ambos lados: aquellas
cualidades y actividades de las cuales uno no se
enorgullece, y nuevas posibilidades que uno
nunca supo que estaban ahí.
Cuando las personas aprenden a reconocer su
sombra y a vivirla un poco más se vuelven más
accesibles, naturales, y humanas, nos integra al
grupo y dejamos de estar sobre el grupo para ser
humanos, entre humanos, en una relación natural.
Las personas sin sombra demasiado perfectas
provocan una sensación de inferioridad en el
ambiente que irrita a los demás. En el sentido de
aceptar y apreciar nuestros propios errores, la
sombra es nuestra mejor función social.
El Yin y el Yang
La teoría de yin y yang sostiene que todo en el

universo contiene dos fuerzas opuestas. Los
antiguos chinos utilizaron este principio para
explicar las leyes del cambio del movimiento de las
cosas.
Lo yin
La luna
La quietud
El frio
Lo femenino
Lo intuitivo
Lo receptivo
Lo yang
El sol
Lo masculino
Lo expansivo
Lo racional
Lo agresivo
Lo exigente
La teoría de los opuestos en la obra de Carl Jung
se encuentra permanentemente atravesada por la
idea china del Yin y Yang, desde los principios
energéticos hasta los tipos de personalidad,
incluso en la oposición consciente inconsciente.
El diálogo entre estos opuestos Yin yang
Toda persona, todo conflicto suele aparecer dos

posiciones encontradas, dos fuerzas de signo
contrario, dos personajes arquetípicos que luchan
con ánimo de prevalecer. Son opuestos
que se atrincheran en su posición y no quieren
resignar ni un centímetro, uno se encuentra en un
polo y el segundo en otro.
Sin embargo, tanto uno como el otro tienen cosas
que decirse. Entonces, le proponemos al paciente
que sostenga un diálogo fantaseado y así estos
dos aspectos pueden mostrar lo que piensan,
sienten y creen (desde constelaciones quizá uno
represente la buena conciencia del sistema y el
otro la conciencia superior).
Jung en su libro Misteriom Conjuntionis refirió el
tema de la integración de los opuestos
simbolizado en la imagen del casamiento
alquímico del sol y la luna, como opuestos
masculinos femeninos.
“Todo es doble, todo tiene dos polos, todo

su par de opuestos, los similares y los
antagónicos son lo mismo.”
(Hermes Trimegistro, El Kybalion)
Análisis transaccional
Una “transacción” es la unidad de
comunicación entre dos personas. El Análisis
Transaccional es por tanto el estudio de las
comunicaciones entre las personas. Lo hizo
popular el psiquiatra americano Eric Berne, al
publicar en 1964 su libro “Juegos en que
participamos”. A continuación, resumiremos
algunos de los puntos más interesantes.
Hay que empezar por señalar que una persona
se relaciona con los demás desde tres estados
distintos de su personalidad: padre, adulto o
niño.
Se dice que se encuentra en su PADRE cuando
juzga, aprueba, felicita, critica o recrimina. Se
puede hablar de Padre nutritivo (“es lo que te
conviene”) o de Padre coercitivo (“si no lo
haces así ya sabes que te castigo”). Es el
resultado de las influencias externas sobre su
personalidad. Reproduce especialmente las
conductas y criterios de sus progenitores en
los primeros años de su vida, cuando aquellos
eran todopoderosos.
Se encuentra en su ADULTO cuando se
informa, estudia, reflexiona, trabaja o informa
a los demás. Es la parte de la personalidad que
se ha formado aprendiendo de las propias
experiencias. Además, procesa objetivamente,
como un ordenador, la información que recibe,
calculando sus posibilidades de ser ciertas
sobre la base de su anterior experiencia.
Se encuentra finalmente en su NIÑO cuando

ríe y cuando llora, cuando se alegra o se
entristece. Existen dos formas de reaccionar:
como Niño conformista, aceptando sumiso la
norma, o como Niño rebelde, rechazándola. Es
la parte de la personalidad que se construye
primero, a base de sensaciones y sentimientos.
Se manifiesta con las mismas expresiones que
cuando tenía tres, cinco o siete años. Se
podría decir que actúa espontáneamente.
Todos son Posibles y Necesarios
Todos los seres humanos, incluso los más
jóvenes, poseen los tres estados. Pero cuando
observamos a una persona, no la vemos en su
totalidad, sólo podemos ver el estado de su yo
en el que se encuentra en ese momento. Por
sus palabras o sus gestos se podrá descubrir
en qué estado se encuentra. Es posible pasar
rápidamente de un estado a otro.
Los tres aspectos de la personalidad tienen un
alto valor para la supervivencia. Todos ellos
tienen derecho a igual respeto y a un lugar
legítimo en una vida completa y productiva.
El estado de PADRE capacita al individuo para

actuar como padre o madre de sus hijos. Pero,
además, permite que muchas cosas triviales y
rutinarias se hagan ahorrando energía y
tiempo, sin intervención del Adulto,
sencillamente “porque es así como deben
hacerse”.
Desde el estado de ADULTO se analizan
objetivamente las probabilidades de
supervivencia en este mundo adverso y se
establecen las pautas racionales de conducta.
El Adulto regula las actividades del Padre y del
Niño.
En el estado de NIÑO residen la intuición, la
creatividad, el impulso de placer. Puede llegar
a ser la parte más valiosa de la personalidad,
aunque si el Niño resulta confuso y malsano,
las consecuencias pueden ser funestas.
Las Transacciones
El Análisis Transaccional estudia el

intercambio de transacciones entre dos
personas. Por un lado, se produce un estímulo
y por el otro, una respuesta. Normalmente, se
tiende a proceder en cadena, de forma que la
respuesta es a su vez estímulo para una
respuesta del otro.
Cada transacción se produce desde un
determinado estado de la personalidad. La
simple enumeración de los tipos de
transacciones posibles resulta ya muy
ilustrativa.
Las transacciones complementarias y
paralelas se dan cuando las dos personas se
encuentran en el mismo estado de su
personalidad. Son las transacciones más
positivas y representan una cómoda y fluida
comunicación. Ambas personas hablan el
mismo lenguaje.
El segundo grupo serían las transacciones
complementarias y oblicuas, en las que una
persona se encuentra en su Padre y la otra en
su Niño. No son conflictivas y pueden
ocasionalmente ser incluso satisfactorias. Pero
si se instalan permanentemente, la ausencia de
relaciones Adulto-Adulto o Niño-Niño sería
fuente de insatisfacciones.
Un tercer grupo lo forman las transacciones
cruzadas, que son las conflictivas y suelen
terminar en una ruptura de la comunicación.
El último grupo lo forman las transacciones
dobles. Debajo de la transacción aparente hay
una transacción oculta.
A veces hay complicidad entre las dos personas,
se entienden. Y en otras ocasiones, la segunda
persona no es consciente del sentido oculto. Se
puede decir que existe en este caso una
manipulación del primero.
Algunas Aplicaciones Prácticas

Con los ejemplos, leyendo entre líneas, ya ha
quedado sugerida más de una aplicación
práctica. Las técnicas de análisis de Eric Berne
se han hecho famosas seguramente por su
sencillez, porque todos las podemos usar para
analizar nuestras propias comunicaciones.
En las relaciones laborales se reflejan como en

un espejo los distintos tipos de transacciones.
Cada quién podría aportar las diversas y jugosas
experiencias.
Es evidente que la democracia política ha
influido en el ámbito laboral y se han
atemperado en general las posturas Padre-Niño
a favor de las relaciones Adulto-Adulto. A ello ha
contribuido, al menos en términos estadísticos,
la multiplicación de autónomos y pymes.
El análisis transaccional es aplicable a todo
tipo de instituciones y organizaciones. Sirve
como técnica para observar, por ejemplo,
cómo se configuran las relaciones dentro de
un grupo cualquiera o una comunidad. Y para
mejorar sus comunicaciones, evitando
fijaciones de roles y potenciando las
relaciones más ricas y completas entre sus
miembros.
La Iglesia jerárquica se presenta
lamentablemente como contra-arquetipo. Y no
es ninguna exageración. La relación Padre-
Niño se lleva al extremo, como en cualquier
otra monarquía absoluta. Se reducen al
mínimo las relaciones permitidas Niño-Niño.
Se marginan a los laicos que quieren razonar
dentro de la Iglesia como Adultos.
Extracto de una nota de Rafael Calvo Beca
Los Impulsores:
Los Impulsores al Fracaso

Existe ciertas conductas o actitudes que en las
personas les producen la falsa sensación de
estar bien; sin embargo, paradójicamente estas
conductas hacen que avance el programa de
vida negativo predeterminado de una manera
no consciente.
Todas las personas en mayor o menor grado,
dependiendo de nuestros aprendizajes y de las
circunstancias, usamos los impulsores al
fracaso.
Los impulsores al fracaso se pueden agrupar
en cinco:
(1) SE PERFECTO: Es el típico perfeccionista,
el que no quiere cometer errores, cuando hace
algo, aunque este bien piensa que pudo
haberlo hecho mejor; se exige mucho a sí
mismo y a los demás.
(2) TRATA MÁS: Quiere hacer muchas cosas a
la vez, no hace las cosas de modo simple y
práctico, sino que se complica, no sabe fijar
metas claras, se va por las ramas.
(3) COMPLACE: Quiere atender los
requerimientos de todos, le es difícil decir NO,
cree que los demás están primero, le gustaría
agradar a todo el mundo.
(4) APURATE: Hace las cosas rápidamente,
cree que le va a FALTAR TIEMPO, es
impaciente, se mueve ansiosamente.
(5) SE FUERTE: No muestra sus emociones, es
autosuficiente y no pide ayuda, critica o se
burla de las emociones de otras personas.
Si quieres tener éxito utiliza actitudes
opuestas a los impulsores, a estos se llama
PERMISORES.
- El impulsor “sé perfecto” se puede cambiar
en “tú puedes ser tú mismo” que es un
permisor.
- El impulsor “date prisa” puede ser cambiado
por el “puedes tomarte el tiempo que
necesitas”.
-EI impulsor “esfuérzate siempre” puede
cambiarse por “puedes hacer y terminar las
cosas con serenidad”.
- El impulsor “dame la razón” puede trocarse
por “puedes afirmarte a ti mismo”.
- El impulsor “sé fuerte” se cambia por
"puedes ser también abierto y mostrar tus
debilidades y sentimientos”.
Laura Robles
Constelaciones
Familiares
Parte 2

Constelaciones Individuales
Por Dr Eduardo Fain
Los seres humanos somos seres sistémicos. Desde
nuestro organismo hasta los grupos de los cuales
formamos parte: la familia, el grupo de amigos, de
trabajo, barrio, ciudad, país, etc., son sistemas de
diferente complejidad y con diferentes reglas.
Cada hecho que suceda dentro de los mismos va a
afectar de manera diferente a cada miembro y va
a tener repercusiones en los siguientes.
Por ejemplo: si una madre pierde a un hijo a edad
temprana, es posible que esto afecte la manera
como trate a sus otros hijos o si un padre pierde
su trabajo y la economía de la familia se resiente,
esto va a repercutir también en los hijos y por
ende, en los nietos.
Cada uno de nosotros venimos de dos familias: la
materna y la paterna. De dos culturas, dos raíces,
somos una rara amalgama, preciosa, única, que
trae toda la información de nuestros ancestros,
aunque no se manifieste, toda ella, en una vida.
En medicina sabemos que cada ser humano tiene
un fenotipo que es la información genética que se
manifiesta: color de ojos, talla, contextura, etc. y
un genotipo que es “toda la información genética”
que proviene de las dos familias.
Si por un momento miramos la red familiar:
hermanos, padres, abuelos, bisabuelos,
descubrimos muchos hechos que sucedieron a
través de las generaciones: migraciones, muertes
tempranas, secretos, exclusiones, separaciones,
quebrantos económicos, guerras, etc. Algunas de
ellos fueron tan dolorosas que no se pudieron
siquiera abordar. Siguen estando vivos en el
sistema, teniendo su efecto en los que siguen.
Quien toma una consulta individual trae una serie
de temas que siente que limitan su vida actual.
Dificultades en la pareja, en lo laboral, estados
emocionales disfuncionales, enfermedades,
relaciones difíciles con los hijos o con los padres,
etc. Pueden ser varias las áreas que pueden estar
afectadas como también pueden ser varias las
implicaciones que puede tener esa persona tanto
por vía paterna como por vía materna.
Cuando el consultante explora su árbol familiar,
estas implicaciones que nos limitan van
emergiendo de manera secuencial. Ya sea
espacialmente, desplegando su psicogeografía o a
través de imágenes sistémicas que nos habitan, es
posible que este material aflore y pueda ser
sanado.
Cuando uno lleva luz a estos hechos, cuando
quienes no eran mirados ahora son vistos, cuando
aquello que sucedió ahora tiene un lugar y es
honrado, ¡todo el árbol lo bendice! Y en las
palabras de los consultantes aparece: “alivio, paz,
sorpresa, nuevo, entero y el propio lugar”.
Trabajar con muñecos es utilizar una herramienta
de tipo simbólico. Mediante el trabajo con
muñecos representamos de manera metafórica y
visual. Los muñecos permiten representar
elementos de un sistema (personas o conceptos) y
la ubicación de los distintos elementos, en
referencia a los demás, es una representación de la
dinámica relacional.
Los muñecos, al mostrar visualmente elementos y
dinámicas, permiten objetivar, exteriorizar
múltiples dimensiones o aspectos de la realidad
personal del consultante. Este acto de sacar fuera,
de posibilitar verlo sin necesidad de contarlo, de
presentar una realidad atemporal y no secuencial,
facilita procesos fundamentales en el espacio
terapéutico.
Algunos ejemplos:
*Podría ser que una persona que no quiere
reconocer una enfermedad, en el trabajo con
muñecos ponga el objeto que representa la
enfermedad de espaldas.
*Una persona con baja autoestima puede
enfrentarse al muñeco que lo represente a él
adulto con el que represente a su niño interior (o a
él/ella cuando eran niños) y sanar esa situación
diciéndole a su niño interior palabras de cariño,
etc..
Un proceso de reubicación dentro de un sistema
Como se ha visto en los puntos anteriores, trabajar

con muñecos facilita enormemente el proceso de
ampliar la visión del mundo del cliente. Junto a los
procesos de integración y de toma de
responsabilidad sobre el propio cambio, se
considera fundamental, especialmente en la terapia
de constelaciones, ayudar al cliente a encontrar
una buena posición o lugar de fuerza dentro de su
sistema familiar, organizacional o socio-histórico.
Así, trabajando desde una perspectiva sistémica no
sólo nos dedicamos a rastrear problemas familiares
a través del tiempo y el espacio, sino que, sobre
todo, se encuentran valiosos recursos para superar
tanto dificultades personales como
interpersonales.
En este proceso es de gran ayuda apoyarnos en los
órdenes (y no perder de vista los desórdenes)
explicitados por Bert Hellinger. Para eso, como
siempre, es considerable investigar quién está
excluido, quién se coloca por encima o por debajo,
cómo se da y cuánto se toma.
Ejemplos de vincores emocionales:
Las emociones no representan a personas
sino objetos o situaciones, que se pueden
sumar para aportar información extra
(aunque podrían ser reemplazados por un
vincor normal). Versión femenina y masculina
de vida, muerte, lealtad, doble, enfermedad,
excluido, no nacido, secreto, adicción,
maltrato, infertilidad, creencia, linaje,
ancestro, paternidad/maternidad + pareja
unida (hombre y mujer pegados) + abstractos:
casa, trauma, silencio, hablador, mascota,
espiritualidad, terapia, rayo, peligro, pasado,
presente, futuro, no, si, genialidad,
desarraigo, salud, pensamiento, negador,
inmadurez, abandono, destino, locura,amor
TRABAJO CON VINCORES EMOCIONALES
Tomamos la imagen de estos vincores

emocionales. Sacamos los del medio y tenemos
en cuenta:
A la izquierda se configura la familia: hijo, la
persona, madre, padre, abuelos maternos y
paternos. Eventualmente si puede haber algún
conflicto se suma algún bisabuelo.
A la derecha las emociones o situaciones

conflictivas: abusos, tristezas, culpas,
sufrimiento, inseguridad, necesidad de gratitud,
confusión, negación, angustia, debilidad,
rechazo, envidia, excluido, miedo, locura,
autoexigencia, ira, etc.
Los que figuran en el medio de la imagen no se
ponen en el momento de armar el campo, salvo
que en la constelación sea necesario porque
representan emociones reparadoras como:
amor, reparación, gratitud, consciencia
superior.
No hace falta ponerlos todos, dependiendo de
la situación de lo que la persona nos va
contando en la entrevista previa.
Ejemplo de una constelación de abuso:
Si la persona elige el abuso y luego la abuela,

desconoce que se refiere al abuso de su abuela
porque es una constelación ciega. Entonces
preguntamos, por ejemplo, poniendo al abuelo
(sin que sepa la persona): ¿tiene que ver con
este vincor?
·Si dice que sí, entendemos que quien tuvo que
ver con el abuso fue el abuelo.
·Si dice que no, podemos poner a los padres, y
preguntamos: ¿tiene que ver con alguno de
estos?, en ese caso, si la respuesta es sí pudo
haber un incesto.
·Y así sucesivamente con hermanos, tíos, etc.
Cuando detectamos el abuso, recuerden que
decíamos que en el medio iban vincores que
representaban emociones reparadoras.
Utilizamos la reparación, lo ponemos entre la
persona que fue abusada, el abusador/a y en el
medio la reparación. El abusador dice: lo siento,
no lo podía ver. Ahora sí, lo puedo ver. Y se
hace una reverencia (movemos el vincor).
La persona puede aceptar o no. Puede ser que
sea necesario agregar otro vincor reparador, o
simplemente que ella observe el movimiento
que hace hacia sus ancestros, el abusador
diciéndole: esto no me pertenece, lo suelto, sé
que esto forma parte de la buena consciencia
del sistema, no lo juzgo pero a partir de ahora
los libero.
En ese momento la víctima siente la reparación.
Se lleva el abuso atrás de los ancestros.
Le pide a los ancestros que vean con buenos
ojos que siga su camino y que le den la energía
que necesita para dársela a su descendencia.
*Nadie nace abusador, eso viene del sistema.
Siempre que hay un abuso, hay que incluir
ancestros.
Ann Schutzenberger dijo: ¨Somos menos libres de
lo que creemos, pero tenemos la posibilidad de
conquistar nuestra libertad y de salir del destino
repetitivo de nuestra historia si comprendemos
los complejos vínculos que se han tejido en
nuestra familia.¨
Bibliografía:
Berne, Eric: Análisis Transaccional en

Psicoterapia. Ed. Psique
Berne, Eric: Juegos en que
participamos. Ed. Diana.
Chandezon, G Lancestre, Al.: El análisis
transaccional. Ed. Morata
Nichols, S. Jung y el tarot . Ed. Kairós.
Jung, C. G.: Arquetipos e inconsciente
colectivo. Ed. Paidós
Jung, C. G; Wilhelm, R.: El secreto de la
flor de oro. Ed. Paidós.
Formación en
Constelaciones Familiares
Este material pertenece a la formación

en Astroconstelaciones
Prohibida su reproducción o
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