Kossok Virr
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Kossok Virr
de la
«Cátedra Che Guevara –
Colectivo AMAUTA»
El virreinato
del Río de la Plata
(capítulo primero)
Manfred Kossok
I
42
4i H. N. A., IV, p. 507. "
Quesada en cuanto al "democratismo" político y económico •de los
criollos (op. cit., p. 31.). *3 H. N. A., IV, p. 358 y sig. 44 Ibídem, p.
362 y sig.
de los cultivos.45 A falta de recursos suficientes en metales-
preciosos, el algodón hasta llegó a reemplazar el dinero metálico (1
vara de lienzo = 4 reales). Pero la expansión de las exportaciones se
vio limitada por la competencia que les opuso Lima, y por ello —
como ya subrayamos— la segunda fundación de Buenos Aires y la
apertura de su puerto representaban para Tucumán un asunto de
interés inmediato.46
Con la "prosperidad del algodón", la explotación de los indios
superó la medida de lo soportable. "En Tucumán, la rueca se
convirtió en símbolo de la esclavitud y fue objeto de un odio
implacable".47 Repetidas veces se produjeron graves desórdenes
contra el régimen español, pero no fueron tanto estos actos
desesperados los que terminaron por desquiciar la economía, sino
más bien el creciente aniquilamiento de indios.48 A fines del siglo
XVII comenzó-a decaer el cultivo del algodón, que cedió
gradualmente ante la cría lanar,41 pues ésta prometía igual beneficio
con menores gastos, inversiones y mano de obra, es decir, con
menores riesgos.
Aunque en forma menos marcada, también las provincias de
Cuyo (Mendoza-San Juan) y de Córdoba llegaron a una
especialización semejante en su agricultura. La agricultura cuyana,
merced a un sistema de irrigación natural, producía principalmente
cereales, vino y aguardiente-, especialmente el comercio de estos
dos últimos productos se mantuvo particularmente activo entre
Buenos Aires y Potosí. En Córdoba, la explotación intensiva de
parcelas intermedias (granjas) produjo principalmente lo necesario
pa-
45
Hacia 1600, la exportación alcanzaba a unos 100.000 pesos. 45 Levene,
Investigaciones, t. I, p. 2,02,. P. Cnaunu, Áux origines de l'Argentirw coloniaje, en:
Cahiers des Ármales 4, París, 1949, p. 133..
47 H.N.A., IV, p. 363.
48
M. Morner, The political and economic activities of the Jesuits
ín the La Plata región. The Hapsburg Era (Actividades políticas y
económicas de los jesuítas en la región del Piafo. Época de los fíobs-
burgo), Estocolmo, 1953, p. 47. Levene, op. cit., p. 196.
4» H. N. A., IV, p. 364 y sigts.
ra satisfacer el mercado local, mientras que en el intercambio con
el Perú solamente alcanzó cierta importancia, la cría de ganado
mular.
En conjunto, y ya en el siglo xvi, los territorios interiores
situados al este de los Andes evidenciaban un desarrollo económico
notable dentro de las condiciones hispanoamericanas, así como una
distribución de cultivos que favorecía el intercambio interregional.
Por hallarse estas provincias geográficamente aisladas de Chile y
del Alto Perú, su centro distribuidor natural era la propia "costa", es
decir, Buenos Aires y sus contornos inmediatos. La metrópoli
desconoció las posibilidades comerciales que de ello se derivaban,
y se opuso con todos los medios a su alcance a la lógica económica
de la colonia del Río de la Plata. De esta, manera surgió el
"problema de Buenos Aires".50
También la nueva fundación de la ciudad (1581) se debatió
durante mucho tiempo bajo el signo de una "miseria, colectiva"
fuente de permanentes llamamientos a la ayuda, de la Corona. B1
Estas quejas, periódicamente repetidas, se-referían a:
a)Envío de nuevos colonos, cuya importancia se consideraba
ante todo como vital para la estabilización militar de la
colonización frente a las incursiones de los indios.82*
b)Concesión de franquicias impositivas, para que al menos
pudieran satisfacerse las necesidades financieras más
imperiosas de la administración de la ciudad.58
c)Admisión del comercio con Guinea y con el Brasil, como
remedio para contrarrestar la catastrófica escasez de-
60
C H. Harimg, Trade and navigation between Spain and the-
Iridies in the times of the Hapsburgs (Comercio y navegación entre-
España t¡ las Indias en tiempos de los Habsburgo), Cambridge, Mass.
1918, p. 140.
61
Cf. ejemplos en R. Levillier, Correspondencia de la Ciudad de-
Buenos Aires con los Tleyes de ^España, t. 3, Buenos Aires, 1915.
es Ibídem.
G3
R. Levillier, Antecedentes de la, ■política económica en el Río ¡ de la
Plata. Libro I. Régimen -fiscal. Madrid, 1915, t. I, p. 36 y sig-
mano de obra64 mediante la creciente importación de negros.55
d) Eliminación general de todas las trabas comerciales56 que se
opusieran a la exportación de productos de la tierra.
Para la crítica situación económica del litoral, son par-
ticularmente reveladoras las exigencias planteadas en los apartados
c) y d). A despecho de condiciones objetivas que señalaban otro
rumbo, los colonos intentaron desesperadamente al comienzo evitar
la obligación de "tener que trabajar con sus propias manos" .0T
Como consecuencia de la fluctuación de la población india y de la
falta de un proletariado criollo-mestizo, solamente les quedó la
introducción de esclavos negros como último recurso. No fue una.
economía de plantaciones, sino la necesidad —puesto que "en ella
(la ciudad) no hay ni labriegos ni trabajadores que cultiven la
tierra"58— lo que llevó al tráfico de esclavos: por lo demás, éste no
alcanzó en ningún momento la amplitud deseada.
A manera de reverso de este dilema económico, desde los
comienzos existía en los colonos cierto desprecio por la posesión
de tierras,69 Para que se cumpliera la normal
64
Cí. los datos preliminares de A. F. Zimmermann, The hnd
■póíicy of Argentina (Política agraria, en la Argentina), en: Hisp. Am. Hist.
Rev., t XXV, febrero de 1945, xP 1, p. 3 y sigs, R. H. Marfany, El indio en la
colonización de Buenos Aires, Buenos Aires, 1940.
55
Véanse documentos en LeviÜier, Correspondencia. Acexca de los comienzos
del tiáíico de esclavos, cf. Documentos para la Historia Argentina (D.H.A.), t. VII,
Buenos Aires, 1915. Introducción p. XLV11 y sigs.
55
Leviffier, Correspondencia, t. II.
07
E. A. Coni, Agricultura, comercio e industria coloniales (siglos XVI-XVIII),
Buenos Aires, 1942.
58
De una petición de 1677, véase García, op. cit., p. 61. Frente a estos dalos,
puede compararse la muy diversa posición inicial de la esclavitud en las colonias
portuguesas de América (G. Freyre, The Masters and the Slaves. A Study in ihe
Development of Brazilian Cvoi-zation —Amos y esclavos: estudio del desarrollo de
la civilización brasileña—, Nueva York, 1956, p. XXVIII passirn).
S* B. Levene, Estudios económicos acerca del virreinato del Río ■de la Plata,
Buenos Aires, 1915, p. 59.
relación recíproca entre expansión del mercado o demanda de
productos agrícolas, por una parte, y renta creciente del suelo por la
otra, faltaba como imprescindible intermediario el productor
feudalmente subordinado. El dominio sobre hombres y tierras
perdía su importancia exclusiva para la integración del individuo
dentro de la jerarquía social de la colonia. Y bien, ante el
continuado influjo de ese desprecio por la actividad agrícola, la
explotación ganaderaeo se presentó como un equivalente plenamente
compatible con el código del honor feudal. La única riqueza del Río
de la Plata, y que inesperadamente se había reproducido en su
desembocadura, la constituía el "ganado cimarrón", cuyo verdadero
valor sólo podía realizarse a través del comercio de cueros, sebos,
cuernos, crines, etc. En un principio este comercio más bien que
una fuente de "beneficios comerciales, fue una verdadera cuestión
de vida o muerte. Desde el primer momento, el destino de Buenos
Aires y de su "campaña" quedó indisolublemente unido al
desarrollo del comercio. "El destino de la metrópoli, de sus
relaciones de guerra o de paz con otras potencias, pasaba a segundo
término apenas se hablaba de una nueva ventaja comercial o de
alguna temida restricción".61 Esta ley fundamental contribuyó
vigorosamente a acelerar el momento de la emancipación.
El movimiento comercial inicial, como consecuencia de las
limitadas concesiones de la Corona, se desarrolló por muy
modestos cauces. Ello no obstante, era inconfundible la tendencia
que, por encima de Mendoza, Córdoba y Tucumán, absorbía
también a Potosí hacia el ciclo económico que así surgía y señalaba
los contornos de una zona de intereses económicos que abarcaba
desde los Andes hasta el Atlántico.02 Contra esa posibilidad se
levantó el veto de la
60
Desde ios comienzos hasta 1800, cf. H.N.A., IV, 1, p. 367 Y siS- í-
A. Pillado, Orígenes del ganado argentino. Buenos Aires, 1909.
61
Levene, Estudios, p. 10.
02
En García, op. cit., p. 246 y sig. se hallará una estadística sobre el
primitivo comercio colonial.
oligarquía comercial de Lima.63 cuyos esfuerzos tendieron a
aprovechar económicamente la favorable reglamentación
administrativa de 1563. Resultado de esta enérgica intervención fue
el establecimiento, en 1622, de la barrera aduanera de Córdoba, la
aduana seca.64
El argumento decisivo de Lima para aniquilar la competencia
atlántica fue el temor de una no fiscalizada exportación de metales
preciosos a través de Buenos Aires.65 La reglamentación de 1622
tuvo vastas consecuencias, la primera de las cuales fue el golpe
asestado al tránsito de mercaderías por Buenos Aires. A pesar de
las protestas que se levantaron contra ese bloque interior66 en 1623
se impuso —como continuación de esa línea— la prohibición del
tránsito de metales preciosos: sin hablar de la ya incipiente
deflación, la medida amenazaba con condenar la economía del
litoral a la simple explotación de los recursos naturales.
Pero fue aún mayor el golpe ' que soportaron las' provincias
interiores. En la medida en que dichas provincias necesitaban de la
importación de mercancías —cuyo valor excedía
considerablemente el de sus exportaciones—, dicha importancia
debía llevarse a cabo desde Lima, para "someter así a los mercados
del interior y del norte a una ilimitada explotación por parte del
comercio de Lima".67 Pero esa integración, que así se procuraba
imponer por la fuerza, no tuvo éxito. Para no verse librados por
completo a la dictadura económica de los monopolistas
establecidos en Lima, las provincias interiores se vieron obligadas a
explotar mejor sus propios recursos agrícolas y sobre todo sus
propias manufacturas. Situadas en medio del campo de ten-
63
Para los años 1600 y 1601, cf. Colección de documentos inéditos... de
América y Oceanía (D.I.A.), Madrid, 1864..., t. 18> p. 298; t. 19, p. 185.
«* Haring, Trade, p. 142.
66
P. Chaunu, Du Potosí á Buenos Aires: une route clandestine
de l'argent. Fin du XVIe, debut du XV11I" siécle, en: Cahier des
Annales, p. 154 y sigs.
06
Levillier, Antecedentes, p. 409 y sig. y 413 y sig.
67
Levene, Investigaciones, t. I, p. 224.
sión del eje económico Buenos Aires-Lima, y cada vez más
aisladas de ambos polos, ya fuera por restricciones o por prácticas
comerciales de extremo monopolio, aquellas provincias
aprovecharon las circunstancias para acentuar su autarquía
económica.
Pero, como pronto se demostró en la práctica, resultó imposible
estrangular por completo el tráfico bonaerense, pues ni siquiera el
recargo aduanero del 50 % fue suficiente para que Buenos Aires
dejara a Lima dueña del campo.68 Si bien la inmigración continuó
siendo insuficiente, como testimonio del perpetuo "estado de
pobreza y de miseria", las restricciones no consiguieron impedir un
gradual renacimiento y liberación de la economía, proceso
favorecido por motivos de índole peculiar:
La anexión de Portugal a España (1580) borró de hecho la ya
ficticia línea de Tordesillas. Con la anuencia de la Corona española,
los portugueses franquearon en Brasil, hacia el norte y el sudoeste,
las antiguas fronteras.69 Como consecuencia de las irrupciones de
los bandeirantes surgió una zona de contacto que iba desde Santa
Catalina hasta Concepción, y que primitivamente estuvo al cuidado
de las reducciones jesuíticas.70 Más importante que la territorial fue
la expansión comercial que paralelamente realizaron los
portugueses,71 que así quebrantaron desde Buenos Aires el
monopolio, comercial español en América piel Sur. Mientras, por
regla general, los comerciantes sevillanos seguían la ruta Portobelo-
Panamá-Guayaquil-Callao-Lima, de Lisboa partieron innumerables
naves para dirigirse directamente al Río de la Plata; su principal
cargamento eran los
68
Ibídem, p. 230 y sig.
69
Capistrano de Abreu, p. 283 y sigs.
70
Mórner, op. cit., p. 89 y sig., 96 y sig., passim. Freyre, op. cit.¿
p. 37, passim.
71
A. Piffer Canabrava, O comercio portugués no Rio da Prata
(1580-1640), Lisboa, 1944. Otro cuadro de conjunto se hallará en
Becu Zorraquín, Orígenes del comercio rioplatense, 1580 a 1620, Bue
nos Aires, 1947.
tejidos, que en no pocos casos llegaron hasta Lima.72 Al comienzo,
el cargamento principal con el que retornaban esas naves fue la
plata. Al restringirse las posibilidades comerciales legales, el tráfico
ilegal tuvo que garantizar la necesaria esfera de acción económica.
"Lisboa y Portugal, como también Brasil, dieron impulso a ese
intercambio subrepticio. Lisboa sigue comerciando con telas de
Europa,, los portugueses proveen a América de esclavos, Brasil
proporciona a Buenos Aires azúcar y comestibles. ¿Podríamos
sorprendernos, frente a tales circunstancias, de que Buenos Aires,
fuera en sus comienzos una ciudad semiportuguesa?73
Con métodos tan insuficientes como inadecuados procuró la
metrópoli contener dicho desarrollo, pero sin cambiar en nada el
"problema de Buenos Aires". Fracasó así la propuesta fusión con el
Perú del territorio situado al este -délos Andes, al tiempo que se
oponían serias dificultades a su proceso gradual de asimilación con
el litoral, gracias al cual se hubiera llegado a cierta nivelación de
esas diferencias evolutivas provenientes de distintas etapas de
colonización, como también se hubiera allanado el camino para una
unificación más orgánica, en lo económico, lo social y lo político,
del territorio argentino. La integración perturbada hasta llegó a
convertirse por un tiempo en forzada desintegración 74 entre el
interior y el litoral. Buenos Aires, como futura metrópoli comercial,
halló su nuevo hinterland en el intercambio colonial de las
potencias económicas europeas que, siguiendo el ejemplo de
Portugal, se lanzaron a. socavar los cimientos económicos del
imperio español. En. la medida en que las necesidades del litoral se
identificaban con los intereses de las potencias antiespañolas, por
fuerza este sector de Hispanoamérica tuvo que evadirse eco-
nómicamente —y desde un punto de vista marcadamente-
72
Haring, Trade, p. 115 y sigs., Luzatto, op. cit., p. 207.
™ Braudel, op. cit., p. 157.
74
Para el caso paralelo de Asunción cf. H. "WiYhelmy, Síiclame-ríka im
Spiegeí seiner Stadte (América del Sur reflejada en sus ciudades), Hamburgo, 1952,
p. 227 y sig.
comercial— del marco del restante imperio colonial español.
El siglo xvii sólo dio los primeros pasos en esta dirección. Una
verdadera ruptura del proceso se produjo en el siglo XVJTX, cuando
una política colonial española reformada, desde su misma base salió
al encuentro, en medida hasta entonces desconocida, de las
potencialidades económicas, individuales de América. Gracias a tal
transformación, las: colonias contaron con la posibilidad de liberar
elementos: evolutivos nuevos, o que sólo habían permanecido en
embrión. La guerra de la sucesión de España señaló la censura
exterior del comienzo de esa política que, a pesar de-iniciarse con
un cambio general de signos, pronto llevaría a consecuencias
mucho más graves en contra de la metrópoli.