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La realidad afectiva del niño en el nivel inicial

Introducción

Educar en la afectividad no es un tema menor, una educación en afectó tiene un gran


impacto en el desarrollo del vínculo afectivo que los niños y niñas deben tener con sus
progenitores o cuidadores, tiene además un valor determinante en el desarrollo del
intelecto y las destrezas sociales.

Los niños y las niñas se forman en valores aún antes de su nacimiento, sus padres ya
expresan sus valores y pensamientos que tendrán importancia en la crianza de sus
hijos.

El niño necesita experimentar afectó de sus padres o cuidadores para adquirir


autoestima y la seguridad necesaria para alcanzar su autonomía personal, y la
relación que establezca con su entorno

Desde la perspectiva psicológica se entiende que la afectividad es una fuerza que


impulsa en la Vida. Sin lugar a dudas: “La afectividad impregna, inevitablemente en
mayor o menor medida, toda la actividad psicológica del hombre” (Larrú & Ramos,
2008). Lo que implica todo el conjunto de reacciones psíquicas que presentan los
individuos frente al mundo exterior que les rodea. Por consiguiente, se torna un
componente esencial e importante en la vida de todos los seres humanos. “El ser
amado es el primer paso para que el hombre pueda reconocer su propia identidad”
(Larrú & Ramos, 2008).

La afectividad es una fuerza que impulsa a toda persona racional; la cual se ve


llamada al encuentro con la verdad y a la realización del bien (Larrú & Ramos, 2008).
Además, la personalidad de los individuos se desarrolla en todas sus dimensiones:
corporales, físicas, psíquicas y espirituales. En efecto, es la llamada a integrar estas
dimensiones humanas.

La composición de aspectos psíquicos en la afectividad es lo que moviliza la propia


vida e influyen en el correcto actuar. Recalcando así, que en los individuos todo se
conjuga en la clave del amor (Sierra, 1998).

En este ensayo se considera la importancia de la afectividad en esta etapa, gracias a


lo que comentan Piaget e Inhelder acerca de la misma. Los expertos argumentan que
la afectividad constituye la energía de las conductas cuyas estructuras corresponden a
las funciones cognoscitivas (Piaget & Inhelder, 2007). De igual manera, señalan que:
“Naturalmente, la evolución afectiva y social del niño obedece a las leyes de ese
mismo proceso general, ya que los aspectos afectivos, sociales y cognoscitivos de la
conducta; son en realidad, indisociables” (Piaget & Inhelder, 2007)

Desarrollo

Los niños se desarrollan más durante los primeros 5 años que en cualquier otra etapa
de desarrollo. El desarrollo infantil es un termino que identifica como los niños
aumentan sus capacidades para hacer cosas mas difíciles. Al crecer, los niños
aprenderán y dominar destrezas. Ellos también aprenderán como dirigir sus
emociones y formar amistades y conexiones con otros.

El niño desde su nacimiento busca seguridad, y afectó como base de su


supervivencia, ademas de otros estímulos, la dinámica de satisfacción y de frustración
constituyen la base a partir de la cual se origina la dimensión afectiva. Gutiérrez (1990)
establece que la “forma en que realice el niño la integración de fuerzas de placer y
displacer va a determinar la peculiar estructura personal, su manera de percibir el
mundo y la manera de comunicarse con sus semejantes” (p 1985).

Durante los primeros años de vida, la relación del niño con la madre constituyen el
primer escalón en la vida afectiva del infante, conforme crece se ve en la necesidad de
interactuar con las personas que le rodean, cómo se sus padres y hermanos. Del tipo
de relación que establezca Con las primeras personas con quiénes convive
diariamente, así como la aceptación, atención y cariño que reciba en el medio en qué
se encuentra inmerso, dependerá el conocimiento afectivo que adquiera durante esas
relaciones sociales.

La vida afectiva del niño inicia en la familia, siendo está la primera escuela para el
aprendizaje emocional, ahí el pequeño aprende la manera de como sentirse Respecto
a si mismo y a los demás, aprende a establecer relaciones afectivas, a expresar e
interpretar sus inquietudes y necesidades ante su familia; sin embargo el ejemplo de
los padres y la importancia que le den a su hijo dentro del hogar, contribuirán a formar
su personalidad así como las primeras pautas de su comportamiento frente a los
demás.

El pequeño al iniciar su vida escolar enfrenta numerosas situaciones agradables y


desagradables, ocasionadas por las personas y el medio que le rodea. Al ingresar a la
escuela si el niño no logro un equilibrio emocional en el hogar, que le diera seguridad
en su mismo, por falta de atención y cariño, que se manifiesta con conductas de
agresividad, inseguridad y timidez, posiblemente muestre también dificultades en su
desarrollo cognitivo que se manifiesta a través de problemas en su aprendizaje
intelectual.

Al ingresar el niño en la etapa escolarizada se da el inicio a una vida social donde se


abrirá paso a la consideración de los valores de identidad nacional, democracia,
justicia e independencia y los cambios que se pretenden para adentrar al niño en una
educación moderna ya que esta está en constantes cambios, en este sentido en el
aula lo más importante para el niño es la flexibilidad, que, aunque parezca
contradictorio es establecer los límites claros para los niños, así se favorece el
aprendizaje de las normas de comportamiento, y el desarrollo de la autodirección
personal y de la conciencia. Ser flexible implica por parte del maestro, actitudes de
empatía y comprensión y captar necesidades que no siempre se manifiestan
públicamente y que su descubrimiento supone un desafío para el maestro.
Por lo tanto se establece que demostrar la afectividad no es tarea siempre fácil, ya
que el tono de la voz y el trato agradable suponen un gran paso por parte del maestro,
aunque muchas veces se sienta uno tentado a restablecer el buen dinamismo con un
par de gritos, las expresiones verbales, manifestaciones de aceptación, las
repeticiones y explicaciones también ayudan. El rostro es una manifestación muy rica
del grado de aceptación y del humor; a través de rostro y cara el niño puede captar si
es un buen partícipe y si es bien aceptado.

Al respecto Piaget situado por Wadsworth (1991) dice que “el afectó tiene una
profunda influencia en el desarrollo intelectual, para acelerar o disminuir la velocidad
del desarrollo y determinar en que contenidos ah de enfocarse la actividad intelectual”.
Partiendo de dicha afirmación se establece que la afectividad Influye en el aprendizaje,
debido a que el desarrollo afectivo evoluciona de manera paralela al desarrollo
cognoscitivo.

Goleman (1995) apoya la postura de Piaget estableciendo “que la perturbación


emocional constante puede crear carencias en las capacidades intelectuales de un
niño, deteriorando la capacidad de aprender. Por ellos el afecto impulsa la actividad
intelectual e interviene en la selección de los objetos y fenómenos con que la persona
actúa. De ahí la importancia de que el niño adquiera en el seno familiar un buen
desarrollo afectivo, pues de lo contrario se verá alterada su dimensión intelectual.

Haciendo énfasis a la mención rescatamos que para el niño en el proceso de


aprendizaje lo conforman distintas áreas de su desarrollo: lo cognitivo, lo social, lo
afectivo, de igual manera su desarrollo físico es muy importante, pero al igual que su
salud mental y al aportar diferentes estrategias como ser el juego ya que es un papel
importante también en su desarrollo, situamos de esta manera el desarrollo afectivo
en la familia y también ha de fomentarse fortalecerse y cuidarse en el área escolar ya
que de ello dependen la buena adaptación del niño y el rendimiento académico.

El vínculo afectivo sano estable hace que el niño o la niña desarrollen un modelo
mental positivo y una conducta social adaptada y segura, lo cual influye en su
desarrollo intelectual y sensoriomotriz. Los vínculos que se establecen entre lo afectivo
y lo intelectual son tan estrechos que no es posible disociarlos, la influencia mutua que
ejercen ha podido determinar la manera como el niño y la niña construyen sus
primeros contactos afectivos y depende en gran medida de su desarrollo intelectual y
su proceso de socialización. Es necesario un entorno afectivo y equilibrado para un
desarrollo seguro, ya que un afectó excesivo y sobre protector puede perjudicar su
desarrollo psicológico tanto como la carencia de afectó.

En este sentido el niño en el nivel inicial aún está en la etapa en la cual no tiene un
pensamiento formal pero a través de las practicas libres y de rutina en las diferentes
áreas que se trabaja el desarrolla habilidades tanto físicas como intelectuales y a su
vez lo hace mediante la interacción con sus pares para lograr la base de un buen
desarrollo y del lenguaje. Al respecto Vigotsky plantea lo siguiente:

“el lenguaje interiorizado se desarrolla a través de lentas acumulaciones de cambios


funcionales y estructurales, se separa del habla externa niño, simultáneamente con la
diferencia de las funciones sociales y egocéntricas del lenguaje, y, finalmente, las
estructuras de este último, dominadas por el niño se convierten en las estructuras
básicas del pensamiento” (Mérida, 2009)

Socializar al niño le ayuda a tener un lenguaje claro como también le ayuda con la
interacción de una manera más razonada, el niño ya piensa bien al momento de
realizar una acción por lo tanto el interés y cooperación entre sus pares debe ser
tomada en cuenta para fortalecer las competencias lingüísticas de esta manera
trabajar en equipo y así relacionarse afectivamente con los demás niños.

El niño al interactuar con los demás ya sea con sus maestros o compañeros observa
el comportamiento de cada uno de ellos y en ello se basa para el poder construir sus
propias conductas y actitudes es decir su personalidad, en pocas palabras el niño
copia lo que ve y esto se más aún si la relación que el niño y la niña tienen con aquél o
aquélla es cálida, abierta, afectuosa y tierna es decir si tiene más relación afectiva será
aún más el modelo que quiere seguir o copiar.
Conclusiones

La familia es la mejor escuela y nuestra forma de querer es la que van a aprender


nuestros hijos. Los niños son capaces de captar hasta los detalles más sutiles a los
que, en ocasiones, no prestamos atención los adultos. La escuela es el segundo lugar
para el desarrollo emocional de los niños/as la inteligencia emocional se está
convirtiendo en una herramienta fundamental para todos los ámbitos de la enseñanza
ya que no sólo ayuda a que los niños se conozcan mejor a sí mismos, sino también a
comprender más y mejor a los demás compañeros y es ahí que durante la etapa
escolar, el aula es un lugar donde los niños viven muchas experiencias y emociones.

Ignorar los sentimientos de los pequeños por considerarlos “cosas de niños”, no


buscar el motivo que provoca ese sentimiento, o descalificarlo por lo que siente no le
ayudará a crecer ni a desarrollar de forma correcta su afectividad y/o a poder controlar
o reconocer sus emociones para que en un futuro estén preparados para la vida

El desarrollo afectivo y emocional del niño/a se trata de un elemento clave de su


desarrollo y de su aprendizaje, pues las emociones y los sentimientos de una persona
se encuentran presentes a lo largo de toda su vida; en algunos casos llegando a
marcar un antes y un después en la toma de decisiones. El educar desde la
individualización y la atención hacia las personas es prioritario ya que debemos
recordar que trabajamos con niños, que educamos, no enseñamos simplemente una
materia; formamos a niños/as, adolescentes, jóvenes y profesionales, y estos no
dependen sólo del aprendizaje de un conocimiento técnico sino de un aprendizaje
global, donde las emociones y los sentimientos están presentes constantemente en
nuestro diario vivir y depende de toda la sociedad el estar involucrados positivamente
en ello.

Bibliografía
Mérida, J. A. (2009). Implicaciones de la psicología de Lëv vigotsky en la concepcion de la
inteligencia. revista de historia de la psicología.

Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional. México: Ediciones B.


http:/ /www.camporenacimiento.com/adiccion/causa.htm

Wadsworth, B. J. (1991). Teoría de Piaget del desarrollo cognoscitivo y

afectivo. México: Diana.

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