La Cuna Vacia - Varios Autores
La Cuna Vacia - Varios Autores
La Cuna Vacia - Varios Autores
La necesidad de
hablar, sin temor ni falsos mitos, acerca de una realidad que viven
muchos padres y para la que nadie está nunca preparado: la pérdida de
un bebé en algún momento del embarazo, los hijos que nunca llegan a
nacer.
AA. VV.
La cuna vacía
ePub r1.0
Titivillus 17.02.16
Señor R
Título original: La cuna vacía
AA. VV., 2009
Señor R
A los no nacidos, a los que vivieron sólo en el seno materno y a sus
madres que los amaron.
M. ANGELS CLARAMUNT
MÓNICA ÁLVAREZ
Para Toni, Sergi y Eduard, que cada día consiguen traer el paraíso a
nuestra casa.
ROSA JOVÉ
EMILIO SANTOS
Señor R
Agradecimientos
A La Esfera de los Libros por haber apostado por este libro, y a Mónica
Liberman por su dedicación y ayuda.
A Graciela Pérez López, la matrona que trabaja uña y carne con Emilio
Santos en la atención a un nacimiento más respetado y, uña y carne también con
él, en la elaboración de su parte en este libro, aportando el grueso de los
trabajos más tediosos.
Señor R
Introducción
Señor R
psicológicamente este proceso. Va dirigido tanto a profesionales que participan
en estos momentos (ginecólogos, enfermeras, psicólogos) como a familiares
que quieren ayudar a sus seres queridos. Saber dar una mala noticia, así como
las cosas que podemos hacer y las que debemos evitar en cada momento harán
que las personas en duelo se sientan mejor y las que les rodean se sientan útiles.
Es una herramienta imprescindible para todo aquel que trabaje en el duelo y
quiera ayudar de forma efectiva.
Hay una mención especial en el capítulo dedicada a los más pequeños: a
esos hermanos que también pierden a un hermanito. Rosa Jové, como psicóloga
infantil, no se olvida de ellos. En este sentido, es una de las primeras veces que
se aborda este tema, ya que en la mayor parte de los textos sobre duelo en
padres que acaban de perder un bebé se focaliza mucho la ayuda en los propios
padres (¡cómo no!), pero se olvida a los más pequeños de la familia.
En la última parte, Emilio Santos, como ginecólogo y psiquiatra, aborda los
aspectos médicos, buscando formas de atender la muerte fetal o embrionaria
con la mínima intervención posible. Este abordaje se hace desde el respeto a la
opción elegida por la mujer que lo padece. Por un lado, se relatan las de
tendencia más intervencionista, entendiendo que la muerte de un embarazo es
un proceso que causa sufrimiento y que es normal querer evitar dicho dolor;
ésta es la razón por la que muchas mujeres, cuando han perdido a un bebé en su
útero, quieran evitar vivir el proceso y busquen en su ginecólogo a alguien que
se lo «saque» cuanto antes, en un centro donde el proceso pase de la forma más
rápida y menos dolorosa posible, respetando también a esos muchos
profesionales que creen ayudar cuando tratan de medicalizar el proceso para
hacerlo rápido y pasajero. Por otro lado, se relatan también los abordajes de
tendencia menos intervencionista, entendiendo que el hecho de querer huir de
los procesos emocionales suele ser un deseo de tapar lo que podría representar
una patología típica de nuestra sociedad avanzada. En esta perspectiva, los
tiempos y ritmos de los procesos vitales son importantes. Para una mujer, vivir
plenamente el proceso de pérdida de un embarazo puede ser un camino de
maduración personal y de aprendizaje, además de que se eliminan
intervenciones (legrados) que pueden constituir una agresión a un órgano que,
Señor R
para muchas mujeres, representa el centro de su sexualidad.
Perder un bebé en gestación produce en la madre un vacío enorme, no
suficientemente validado ni comprendido por el entorno familiar, social ni
médico. Consecuentemente, existe poca bibliografía al respecto. Hemos querido
elaborar un manual que contenga todo lo que se puede abordar, hoy por hoy,
sobre este tema, con la intención de normalizar y dar el justo interés a una
cuestión de suma trascendencia en la vida reproductiva de la mujer, de la pareja.
Entendemos el título La cuna vacía simbólicamente: la imagen de unos
padres desolados que se quedan vacíos. Como vacío siente la madre su útero, la
única cuna que conoció su bebé, ya que sólo vivió en su seno. Los padres tal
vez encuentren una cuna real a su regreso a casa, y un armarito con ropa, cajas
de pañales, peluches, regalos varios que habrá que guardar o retirar como parte
del proceso de duelo. El título alude a una madre cuyos pechos rebosantes no
encuentran el consuelo de un pequeño que se sacie en su regazo; a un útero que
estaba pleno hasta hacía unas horas y que ahora se encuentra «vacío», llorando
lágrimas de sangre; a los brazos de unos padres que ya no acunarán a su
pequeño entre leche y arrullos.
No hemos querido escribir un libro que se quede sólo en la tristeza de la
pérdida. Necesitamos saber, crecer, indagar. Nos atrevemos, por fin, a estudiar,
analizar y tratar en profundidad todo lo relacionado con la muerte perinatal.
Con la esperanza de que sea un incentivo para que otros muchos sigan tratando
aspectos diversos relacionados con este tema, con el deseo de poder ayudar a
las personas afectadas o interesadas, con la certeza de que, en lo que respecta a
las pérdidas, a su acompañamiento, sólo cabe ir a mejor.
Señor R
I
M. Angels Claramunt
Señor R
Lo único que nos cura de un sufrimiento es vivirlo a fondo.
MARCEL PROUST
M. ÁNGELS CLARAMUNT
Señor R
TEMA TABÚ
Señor R
de lo que necesitemos, estar a la escucha de nuestra alma.
Hoy me siento tranquila, llevo ocho días de sangrado, aún no se ha
desprendido, sigo esperando… He leído las informaciones de la página
y han sido de gran utilidad, me han afirmado en mi decisión. ¡Gracias!
A veces dudo sobre cuánto debo intervenir, no sé si ayudar con
acupuntura o algo de homeopatía, o simplemente seguir confiando y
dejar solo a mi organismo. Ahora siento que necesito un poco más de
ánimo y apoyo para pasar esta espera, así es que si alguna tiene
información, rituales o lo que sea que piense que me pueden ayudar,
estoy abierta a sus consejos. Desde ya, muchas gracias por estar y
compartir, siento que estos encuentros nos ayudan a todas, y entre todas
contribuimos a que nuestra alma se sienta mejor.
NATALIA
Señor R
SIN PREPARACIÓN PREVIA
Hemos oído muchas veces que nuestra sociedad no se prepara para la muerte.
Como denuncian cada vez más insistentemente desde los grupos de apoyo en el
duelo, no se educa para la muerte, «no está en el currículum». En el caso de las
muertes perinatales tampoco, o aún menos, si cabe, porque es el momento en
que el interés máximo está en el otro extremo: el afán de dar vida.
Es altamente significativo que los libros dedicados a preparación para el
embarazo se «olviden» de este tema, cuando es parte de él; leemos a menudo
que una de cada tres concepciones termina en pérdida… con este dato sería
como para tenerlo en cuenta. Las excepciones se cuentan con los dedos de una
mano en la bibliografía referida al embarazo. Embarazo seguro[5] libro de gran
éxito y reconocimiento, escrito por dos comadronas holandesas, es una de estas
excepciones. Dedican todo un capítulo a este tema.
Y nadie se prepara con antelación para algo así, únicamente existe la
posibilidad de tomar conciencia en el caso de que las pérdidas hayan sido
múltiples. El estado de perplejidad, de shock, de tristeza y desesperación
contribuye al «nublado» de la mente y al entumecimiento del cuerpo por el gran
disgusto acaecido, y es mal momento para tener en cuenta todas las opciones, se
debe buscar una atención respetuosa con la manera personal de enfocar la
pérdida. Normalmente se da poco tiempo y poca información.
MARÍA
Hay países en los que es posible registrar el bebé intrauterino muerto con su
nombre y los apellidos de los padres. En nuestro país, los bebés que mueren en
el seno materno y que ya no son considerados embriones pueden tener la
siguiente denominación: «Feto hembra de (nombre de la madre)». Palabras que
duelen en el alma a los padres. A los embarazos que se pierden en el primer
trimestre suelen ser llamados y tratados como «despojos quirúrgicos». El
nombre sí importa, y tal estado de cosas dice mucho del modo en que se trata
este asunto.
En junio de 2007 el Congreso aprobó instar al Gobierno a estudiar la
modificación del artículo 40 de la Ley del Registro Civil, para inscribir los
nacimientos desde la ruptura del cordón umbilical del nacido sin perjuicio del
artículo 30 del Código Civil y concordantes: una proposición no de ley llamada
Señor R
Reforma Amanda. Esta reforma se propuso para modificar el reglamento del
Registro Civil, que hasta ahora no permite registrar a ningún bebé que no haya
vivido más de 24 horas fuera del seno materno. La propuesta llegó al Congreso
gracias al esfuerzo de Georgina Rosell y su pareja, Joan, que después de perder
a su hija no pudieron registrarla. Amanda era el nombre que habían elegido para
ella. La proposición no de ley no se materializó finalmente[6].
La falta de reconocimiento de la dignidad humana de los niños fallecidos en
el vientre materno dice mucho sobre la realidad cultural y social, pero también
es reveladora a nivel jurídico. Claudia Carvajal[7] habla de vulneración de los
derechos de los padres y de atentado contra la dignidad de las personas que
murieron en el vientre materno. Considera que valorizar y enseñar el respeto a
la vida pasa por entender en profundidad la dimensión de la dignidad humana,
que comienza con la concepción, pero no termina con la muerte fetal, y
reflexiona sobre la dignidad humana de las criaturas muertas en el vientre
materno a partir de la actitud hacia la muerte intrauterina por parte de la
sociedad.
La forma en que se actúa con el cuerpo del bebé o con los restos recogidos
de un legrado varía de un centro hospitalario a otro. Es importante preguntar a
los padres qué desean, porque a veces, cuando los padres reaccionan ya es
demasiado tarde y ya no es posible recuperar el cuerpo o los restos.
También se da el caso paradójico de que hay centros que dan a elegir a los
padres entre hacer la autopsia y tener la posibilidad de saber por qué ocurrió, o
poder tener el cuerpo para enterrarlo. Circunstancia que no ocurre con ningún
otro tipo de autopsia. No se debería tener que elegir, pueden ser factibles
ambas: la autopsia y poder recuperar el cuerpo.
Estamos muy ciegos aún. Ahora que desde el principio del embarazo
podemos saber cómo es el feto, con ecografías superdefinidas… las
futuras madres se hacen mil ecografías para disfrutar de más imágenes y
hacerse una idea más real. Conectar con el bebé, cantarle, hablarle…
Ahora que podemos saber todo esto, cuando hay una pérdida… se niega,
no se quiere ver, no se tiene en consideración para hacerle un entierro
Señor R
digno… ¿Con qué nos guiamos? ¿Dejamos el instinto de madres para
aferramos al Código Civil, que dice que no se es persona hasta no sé
cuándo? ¿Morir antes de nacer es morir «menos»?
XUS
Señor R
EN BUSCA DE AYUDA, INFORMACION Y APOYO
Por todo lo expuesto hasta ahora, es lógica la constatación de que, como tema
tabú que es, hay pocos espacios donde se aborde la pérdida de manera integral:
desde lo fisiológico, lo emocional, con información detallada y puesta al día,
como requerirían las parejas que pasan por ello. O quienes tengan necesidad de
informarse por razones profesionales, o por proximidad, porque la pérdida ha
sucedido en su entorno cercano, a familiares, etc. Por lo que respecta al lugar
más solicitado y con información más al día de nuestro tiempo, Internet,
también se evidencia esta falta de espacios que traten el tema a fondo.
Muchas madres en busca de ayuda, información y apoyo se encuentran con
que la ambigüedad del término «aborto» las conduce a montones de páginas
dedicadas a defender o denunciar el aborto quirúrgico, también llamado
«voluntario», pero poco hallan referido a lo que ellas buscan.
Algunas lenguas, como el inglés o el francés, designan de modo distinto el
aborto espontáneo del provocado[8]. Muchas de las páginas se dedican a
defender o denunciar tal práctica desde posturas políticas, religiosas, morales,
aspectos que nada tienen que ver con lo que busca una madre que ha perdido
espontáneamente un bebé deseado. En español tenemos un término único para
ambos casos y cuando no se especifica, sobreentendemos que se habla del
provocado. En los medios, cuando tratan el aborto, no se refieren casi nunca al
aborto espontáneo, no es noticia, no se habla de ello, y en nuestra época lo que
no aparece en los medios es un claro indicio de que no interesa y, por tanto, «no
existe».
Por poner un ejemplo ilustrativo en prensa, escogemos La Vanguardia del 3
de diciembre de 2008. Una noticia pequeña en portada anunciaba: «Un 10 por
Señor R
ciento más de abortos, ¿el fracaso de la prevención?». Podríamos pensar que
habla de abortos espontáneos que se podrían prevenir con cuidados especiales
de la madre o quizás con medicamentos surgidos de investigaciones
revolucionarias. Ojalá esto fuera motivo de atención de los medios de
comunicación y de los estudios científicos. No, la noticia, como queda
especificado en el interior, habla de la IVE, interrupción voluntaria del
embarazo.
Merece una mención especial, por excepcional, el reportaje «Duelo por el
bebé que se fue al nacer», publicado en el periódico El País el 16 de enero de
2007.
También sucede que en algunos trabajos el asunto se aborda desde la
perspectiva física y se pasa de puntillas o se olvida la vertiente emocional; o el
enfoque se basa en la difusión de testimonios, sin tratar otros aspectos de la
pérdida. Una visión parcial, sesgada de la multiplicidad de aspectos que tienen
que ver con la pérdida: físicos, emocionales, psicológicos, médicos,
fisiológicos, familiares, sexuales, de pareja, etc. Hay poca bibliografía, pocos
artículos que aborden el tema con amplitud. Los padres afectados perciben poco
interés médico y social en ahondar en un tema que sigue tan descuidado. El
aborto no puede seguir siendo considerado un problema menor por los
profesionales de la comunidad médica. Conlleva demasiado sufrimiento durante
el proceso y después de él, y consecuencias que afloran en posteriores
embarazos y partos.
Señor R
VALIDACIÓN, LA ASIGNATURA PENDIENTE
En el tema del aborto espontáneo hay mucho por hacer, pero quizás lo más
apremiante sea la validación: reconociéndolo vendrá todo lo demás. Validar la
pérdida para poder llevar a cabo duelos más sanos, para poder expresar y
compartir lo sentido, para que la pena de las madres, y de los padres, aún menos
validada socialmente, pueda expresarse ante la familia, los hospitales, los
compañeros de trabajo, los equipos sanitarios.
Cuando una persona muere, a los familiares y allegados se les da el pésame,
se les acompaña en el sentimiento, hay una ceremonia, un ritual. Todo esto no
existe en la muerte intrauterina. Y las parejas se sienten solas e incomprendidas
en su dolor la mayoría de las veces.
Y dentro de esta negación, la que más evidencia la falta de validación es la
pérdida durante el primer trimestre, cuando la realidad del embarazo lo es sólo
para la madre, para la pareja. Cuando el deseo por ese bebé, el lugar que ocupa
ya en esa pareja, no es reconocido por el mundo exterior, que percibe que «no
hay nada», que «no pasa nada» y que se va a olvidar la pérdida, cuanto antes
mejor, y ya está. Sólo existe el vínculo interno, en la pareja, en la familia más
directa.
En nuestra época, cuando las ecografías de alta resolución ya reflejan bebés
formadísimos a finales del primer trimestre, cuando hay un interés social por
hablar del vínculo que podemos crear con nuestro bebé intrauterino con
canciones, tocando la barriga, conectando emocionalmente con él, etc., se
produce la paradoja de que si muere se considera que era un montón de células
y nada más: «No le demos más vueltas».
Pero la mujer se siente madre, porque siente a ese bebé vivo en su seno, y el
Señor R
padre se queda también sin ese hijo, al que ya se le había hecho un espacio en
su vida para el resto de sus días; porque unos padres nunca proyectan sobrevivir
a los hijos, va contra natura.
Lo peor de las pérdidas del primer trimestre es la comparación con pérdidas
posteriores. Ya lo dice el saber popular, «las comparaciones son odiosas». Y lo
son especialmente en estos casos, porque restan valor al dolor de unos padres
desolados, por razones de calendario, porque como su pérdida se ha producido
«muy pronto», se cree que no pasa nada y no tiene por qué afectarles. Y se
establece una jerarquía de valores, que juzga que es mejor cuanto antes. Uno de
los motivos de la no validación radica en que se supone que el dolor de los
padres es proporcional a las medidas de su hijo intrauterino. Pero los
testimonios de muchas madres cuestionan tal «regla de tres», y la evidencia
niega lo que parece ser racionalmente aceptado. La vivencia de la muerte
intrauterina es terrible. Valorar cuándo es mejor o peor es entrar en
comparaciones que validan unas pérdidas por encima de otras. Una muerte
intrauterina nunca es «mejor». Siempre representa un disgusto enorme. Y que
las parejas vivan mejor o peor el duelo, que lo superen con más o menos éxito o
rapidez, no depende tanto de en qué semana se encontraba del embarazo, sino
de su vinculación, sus expectativas con ese hijo, las circunstancias personales
de cada uno/a, de cada pareja, de cómo ha sido vivida la pérdida, que tengan un
buen o mal acompañamiento, etcétera.
La comparación no consuela a la mujer en duelo, porque el dolor por su
querido bebé no se mitiga aunque otra mujer haya perdido dos, o a pesar de que
otra lo haya perdido antes o después. Como dice la sabiduría popular, a cada
uno le duele lo suyo. Comparar no alivia el propio dolor ni exime del duelo
necesario.
Cuando un médico me decía después de mi segunda pérdida, «tranquila, lo
tuyo no es nada, la mujer que ha entrado antes que tú ha perdido diez», a mí no
me tranquilizaba. ¡Me hacía pensar que me podían quedar un montón de
pérdidas que pasar!, y antes de ese comentario no era tan consciente de ello.
¿Por qué me tenía que consolar esa información? ¿Quién me aseguraba a mí
que no iba por el mismo camino, si nadie sabía encontrar las causas de mis
Señor R
pérdidas?
La actitud hacia la muerte intrauterina por parte de la sociedad nos dice
mucho sobre el tema. Muy pocas religiones contemplan la pérdida perinatal,
hay un gran vacío legal, religioso, moral, científico. El silencio del que
hablábamos al principio deja a la madre sin referencias, sin muletas donde
apoyar su dolor.
La poca validación que socialmente se da a las pérdidas perinatales reprime
muchos duelos, los acorta innecesariamente y muchas mujeres que se permiten
vivirlo son culpabilizadas o se culpabilizan por ello.
Señor R
SENTIMIENTO DE CULPA
Señor R
extrema culpabilidad, incluso de castigo divino. Esa interrupción voluntaria del
embarazo vuelve con toda su fuerza y amargura cuando esa mujer, en otras
circunstancias y generalmente pasado bastante tiempo, desea un bebé, se queda
embarazada y lo pierde. Es entonces cuando se cuestiona si fue «voluntario» o
bajo presión de la pareja o la familia, por la falta de ayuda y apoyo social e
institucional a la mujer embarazada, etc. O cuando se pregunta si la vida, o
quien sea, según sus creencias, la está castigando. O lo vive como el precio que
tiene que pagar por lo que hizo.
Cuanto más conocemos testimonios de pérdidas perinatales, sean cuales
sean los motivos y las circunstancias, más evidente se nos hace la necesidad de
tratarlos, de no pasar página sin elaborar el duelo. Porque un hijo es «para toda
la vida» y un aborto, también.
Señor R
EL APOYO DEL ENTORNO
8. «Ya tendrías que estar mejor, pasó hace "X" meses o días»
Respetar a la persona que está en duelo y sus tiempos es fundamental
para el acompañamiento. A veces las madres cuentan que les han hecho
comentarios que rayan lo ridículo: «Ya hace 15 días, ¡deberías estar
mejor!». Incluso se ha hablado de duelos patológicos a los 2 meses de
tristeza aguda. Como hemos visto anteriormente, el duelo patológico
tiene mucho más que ver con cómo es vivido que con lo que dura.
Nuestro tiempo, nuestra paciencia con los duelos de los demás no tiene
Señor R
que interferir en la validación de los tiempos del otro. Y a lo mejor tiene
mucho que ver con nuestros propios duelos no resueltos.
Señor R
buscar un nuevo embarazo. No hay tiempos «generalizables». Hay que buscar
el nuevo embarazo cuando la mujer, la pareja, se sienta preparada para ello,
pero escuchando el corazón o las entrañas para decidirlo, no mirando el
calendario, ni mucho menos a la desesperada, en una especie de «contrarreloj-
maratón», que no es nada buena para los duelos y puede jugar malas pasadas.
Una madre que se quedó embarazada muy deprisa después de una pérdida
comentaba que la gestación fue terriblemente pesada, física y psíquicamente,
porque tuvo la sensación de haber estado embarazada durante 14 meses
seguidos. Lo vivió como muy duro y agotador; no pudo reponerse, descansar
entre ambos embarazos.
La mujer notará cuándo afloran de nuevo en ella las ganas de buscar, y esas
ganas llegarán seguro, renovadas y frescas, para cada cual a su tiempo. A todas
nos ha sucedido, aunque nunca se olvide lo que ocurrió.
Señor R
ENCONTRANDO APOYO
1. Es anónimo. En Internet cada cual puede leer, intervenir sin ser reconocido,
sin tener que exponerse personalmente.
2. Se posibilita el encuentro entre iguales, personas que están pasando por lo
mismo, y encuentran la empatía necesaria para sentirse acogidos y
comprendidos sin ser juzgados.
3. La escritura es catártica. Verbalizar los sentimientos y vivencias, buenas y
malas, los avances y retrocesos, ayuda en el proceso. Expresar con palabras
lo que se vive, porque la escritura lo exige, contribuye a poner orden en el
Señor R
caos que se siente.
4. Se comparte información valiosísima sobre pruebas médicas, en la
búsqueda de motivos físicos para las pérdidas. Poder informarse, conocer,
contrastar es importante para vivir plenamente el proceso mientras se
atraviesa.
5. Se encuentra un lugar donde compartir dudas, miedos, rabia, recaídas,
logros con otras personas con la misma vivencia.
6. Se da apoyo, se valida, se acompaña, se consuela y, además, se ahonda en la
parte de crecimiento y de cambio que supone cada pérdida.
7. Se comparten «soluciones» a problemas que van surgiendo y se aprende del
otro. Toda persona que aporta sale beneficiada de la aportación: ayudar
ayuda, en definitiva.
Hemos constatado que son las mujeres que han sufrido pérdidas las que
buscan este tipo de ayuda mayoritariamente. Si son los padres los que buscan
información, es para su pareja, para poder ayudarla mejor, informarse para ella,
pero casi nunca lo hacen para ellos. Los testimonios de su experiencia son
contadísimos.
En una comunidad virtual creada como red de apoyo social a todas aquellas
personas que hayan sufrido una muerte perinatal, directamente o en su entorno,
o para las que por motivos profesionales se interesen por ahondar en el tema, se
posibilita el encuentro de un espacio virtual donde expresarse y aprender. Su
importancia radica, como hemos comentado anteriormente, en que es uno de los
pocos lugares donde se pueden encontrar personas que buscan lo mismo y esto
es difícil que se dé en el entorno cercano.
Favorece la aparición de comunidades de personas que se encuentran,
aunque sea cibernéticamente, «al calor de un relato común», como expresa
Antonio Núñez en su libro Será mejor que lo cuentes[12]. En él, el autor nos
explica cómo el «espíritu de la hoguera», la costumbre de encontrarnos
alrededor del fuego para contarnos historias, ha dado paso a que la fuente
proveedora de relatos para la construcción de nuestra identidad sean los medios
de comunicación y las nuevas tecnologías. El asunto que nos ocupa, como tema
Señor R
tabú, no encuentra espacio en el mundo de los medios, pero sí que adquiere
mucho sentido en el encuentro en el ciberespacio.
El encuentro es posible si el relato es honesto y el creador y el medio actúan
con transparencia. Entonces se vuelve a vivir el espíritu de la hoguera,
alrededor de la cual se compartían relatos que permitían a los miembros de la
tribu encontrar el sentido vital.
En ningún caso la participación en una comunidad de este tipo excluye la
atención profesional médica y psicológica requerida por la particularidad de
cada caso.
Los encuentros presenciales son también altamente recomendables, aunque
en la actualidad existen poquísimos grupos de este tipo[13], seguramente
porque es difícil establecer conexiones geográficas cercanas si socialmente no
se valida esta vivencia. Desde hace poco empiezan a consolidarse los grupos de
apoyo en el duelo, sin ser aún del todo reconocidos y apoyados por las
instituciones públicas.
El apoyo de madre a madre se puede concretar, también, a través de la
figura de la doula. Las doulas son mujeres con gran experiencia en maternidad,
que apoyan a las madres en su vivencia de la maternidad. Se especializan en
acompañarlas en el embarazo, el parto y en el posparto, ofreciéndoles apoyo
emocional en todo el proceso. No son profesionales de la sanidad. Su formación
y su oficio, reconocido en muchos países, no lo está aún en el nuestro.
Algunas doulas acompañan también los procesos de muerte perinatal. En la
definición de doula se olvida la mayoría de las veces esta parte oscura de la
maternidad. Según mi punto de vista, la descripción del trabajo de una doula
debería tener siempre en cuenta la pérdida. El acompañamiento de la vivencia
de una muerte perinatal por parte de una mujer que conoce el proceso
fisiológico y emocional puede ser de gran ayuda para la mujer que está pasando
por ello, y también para su pareja.
La figura de la doula apareció hace unos veinticinco años, a raíz de un
estudio que demostró que las embarazadas que contaban con el apoyo de otras
mujeres con unas nociones básicas sobre el nacimiento tenían menos problemas
en el parto.
Señor R
Por mi experiencia acompañando a diversas mujeres en sus pérdidas, he
constatado que viven el proceso de manera más consciente, les ayuda a elaborar
el duelo desde el primer momento, se sienten mucho menos desorientadas,
saben qué pueden esperar durante la pérdida, cosa que resta mucha angustia, y
pueden entregarse a su tristeza, eximirse de las obligaciones «mundanas»,
sabiendo que otra mujer estará pendiente de asuntos que en esos momentos, y
seguramente durante días, la mujer y su pareja se ven incapaces de afrontar. La
doula les puede preparar para el futuro más inmediato, para afrontar lo que
puede suceder. La mujer tiene un referente a quien recurrir ante cualquier
necesidad relacionada con el proceso que no requiera atención médica. Se trata
de apoyar a la pareja para que pueda ser capaz de decidir de qué manera desea
vivir la pérdida, no de decidir por ellos. Se trata de saber entender las
necesidades de la mujer en duelo en su individualidad, porque cada mujer es
distinta y lo vive de forma específica.
Ayudar a la madre con los quehaceres diarios: muchas veces un aborto
puede ser físicamente tan pesado para el cuerpo como un parto de un bebé
nacido a término. El puerperio es duro, y sin bebé, insoportable, en el pleno
sentido de la palabra. Ayudarla con las comidas, ayudarla con los otros hijos,
los quehaceres del hogar improrrogables, puede ser necesario para la
recuperación física de la madre, y también puede darle ánimo a su espíritu. Es
muy importante entender que alguien que ha pasado por esta situación de
pérdida tan triste necesita del apoyo de otros, pero para ella puede ser
demasiado agobiante buscar esa ayuda. Eso de «si necesitas alguna ayuda,
llama» no funciona en estos casos; alguien que está pasando por tanta pena no
se siente con fuerzas para llamar a nadie, ni pedir ayuda para lo que necesita
desesperadamente.
Señor R
FALTA DE APOYO
Señor R
simplemente pinzado, con una mano y la botella del suero con la otra,
mientras traían la silla para llevarme al quirófano).
Que intenten utilizar un protocolo más flexible y que la inducción
del parto sea más natural. En mi caso me durmieron dos veces (una para
pinzar el cordón y que el corazón dejara de latir y otra para hacer un
legrado y sacar la placenta). Yo hubiese preferido que me dejaran
expulsar la placenta (así lo hice la otra vez), y que me hubiesen puesto a
cambio la epidural (no había necesidad de pasar tanto dolor sin
justificación).
Que te den la opción de despedirte en la intimidad de tu hijo y
acompañada de tu pareja, en vez de que él se tenga que quedar frente a
la puerta de la clínica, metido en el coche toda la noche, para estar más
cerca de ti.
Como podréis suponer, las secuelas psicológicas de este proceso,
sumadas a las anteriores, y con el peso de haber perdido en menos de un
año tres hijos, hicieron que cayese en una profunda depresión, de la que
aún quedan resquicios.
He precisado de ayuda farmacológica para superar mi estado
ansioso-depresivo, y de una terapia psicológica, que me está ayudando
enormemente a recomponerme. Por suerte he contado con el apoyo de
mi entorno y con los medios para poder recuperarme. Pero ¿y las
mujeres que no cuentan con ello? Muchas veces pienso en el abandono
que sufrimos después de estos sucesos, sin orientación, ni seguimiento
del después.
Por experiencia, compruebo que cada una hace lo que puede y busca
algún sitio donde le puedan ayudar, donde sentirse entendida, aun
habiendo pasado el tiempo, y donde quede reflejado que algo muy fuerte
ha pasado en tu vida. Foros como el de Superando un Aborto, sin duda,
han sido un gran apoyo para muchas de nosotras. Espero que iniciativas
como ésta surjan desde las administraciones y se pueda minimizar el
tiempo de desconsuelo que conlleva una pérdida gestacional.
SARA
Señor R
La psiquiatra Ibone Olza[17] explica que en nombre de la medicina se
aprende a rechazar las emociones, a silenciar las dudas, la incertidumbre, el
sufrimiento. El precio es altísimo. Se aprende a seguir protocolos y a aplicar
procedimientos, pero casi ningún profesional recibe formación sobre técnicas
de comunicación, relación terapéutica o, incluso, de trabajo en equipo.
Las únicas palabras de aliento por parte del hospital fueron las de una
enfermera que me dijo «no te pongas así porque vamos a limpiar tu
casita para que tu otro hijo que vendrá pronto la encuentre limpita».
Todo esto lo decía acariciándome la cabeza. Todos los demás me
dispensaron un trato nefasto, me trataron como un animal que había
dado a luz un millón de células embrionarias que no eran vida. Me
dieron el alta 2 días después, no diciéndome absolutamente nada. Me fui
sin nada en las manos. Yo adoraba a mi hijo de casi 8 semanas, hubiera
dado mi vida para que todo hubiera salido bien.
Señor R
FALTA DE PERSONAL PREPARADO
Señor R
Conclusión: volvemos al tema de siempre, tacto, desde luego no
tienen.
JULIA
ESTER
Otro ejemplo que evidencia este enfoque son los centros que optan por
enviar por correo las necropsias a casa de los padres, sin explicaciones ni
entrevista cara a cara, a veces varios meses después del óbito. Para los padres
esa larga espera es terrible, y recibir las explicaciones del motivo de la muerte
por carta, sin entender a veces los conceptos expresados, es desesperante. Por
no hablar de la impotencia que queda al constatar que han esperado tanto por
unos análisis que no esclarecen la causa.
Señor R
suceder a Gabriel (había muerto porque se enredó con el cordón
umbilical), respondiendo luego a las dudas que mi marido le planteó.
ANA
Tampoco creo que hubieran podido hacer nada, pero podían haberme
ahorrado algunas cosas, como las risitas y comentarios de los de la sala
de urgencias «porque me había hecho pis», por haber roto la bolsa. O
como la media hora larga que me pasé sentada en una silla de ruedas
paseándome de una sala a otra, porque no sabían dónde meterme. Y más
que nada, el paseo de una hora que me dieron hasta el quirófano con mi
bebé entre las piernas, porque salió el cuerpo, pero no la cabeza, que
para mí fue lo peor.
MARTA
Señor R
Ingresé el miércoles al mediodía. Me dieron oxitocina, pasó toda la
noche, llegó el día siguiente. Ablandamiento del cuello del útero con un
tampón, desesperación, petición a una superenfermera (o superenferma),
«por favor, me quiero duchar». Superrespuesta: «No, ¿tú qué quieres,
que se te caiga en la ducha y dar el espectáculo?». Horas
interminables… y por la noche me ponen unas pastillas en la vagina
para dilatar, empiezan unos terribles dolores, les pido la epidural o algo
parecido, me dan un calmante, siguen los dolores, pido a una doctora
que me ayude, que no puedo soportarlo ni física ni psíquicamente, me
pide que le «dé una horita, que tiene una cesárea», sale por la puerta e
inmediatamente mi pobrecito bebé muerto sale. Me pongo a gritar,
entran muchas enfermeras y un médico… Todo se termina. Se llevan el
cuerpecito. Yo no lo vi, no pude, me tapé los ojos y me puse a llorar
desesperadamente.
Le he sentido, le he tenido unos segunditos entre mis piernas. Ahora
tienen que hacerle una especie de autopsia, está en el hospital. Nos han
dicho que tardarán ¡¡¡mes y medio!!!
Al volver a casa estuve una semana sin poder hablar con nadie,
necesitaba autoprotegerme de todo. Después, la rabia, la impotencia y el
sentimiento de culpabilidad por no haber podido mantenerle con vida en
mi interior.
ANA
Señor R
INTERÉS POR CONOCER LAS CAUSAS
¿Por qué ha pasado? ¿Por qué me ha ocurrido a mí? Son las preguntas lógicas
que surgen después de cualquier desgracia vivida en carne propia. Entre las
parejas afectadas hay una necesidad generalizada de saber las causas de la
pérdida. Y existe inquietud y angustia porque se percibe un cierto desinterés en
los que deben encargarse de averiguarlas, si no son abortos de repetición. De
hecho, hay un requisito para ponerse a investigar las causas: sólo se hace
cuando se han producido tres pérdidas seguidas. Por suerte, muchos
profesionales se saltan esta terrible condición, ya sea por sensibilidad o empatía,
por insistencia de las parejas o por la edad de la madre.
Una mujer comentaba, desesperada, que había tenido tres pérdidas, pero que
no «merecía» el encargo del estudio porque no habían sido seguidas: entre la
primera y las dos últimas había tenido una hija.
Teniendo en cuenta los grandes avances de los últimos años en estudios
genéticos, es sorprendente que en la actualidad se esgriman argumentos del
tipo: «La pérdida debe haber sido porque el bebé no venía bien», sin que el caso
sea estudiado[18]. A veces, se justifica este hecho alegando que lo que afecta a
un embrión en un embarazo no tiene por qué afectar a otro y el estudio no vale
la pena. Pero eso habría que valorarlo desde el punto de vista de los padres, y si
el coste es alto y éste es otro motivo en contra del estudio —dato que
desconocemos—, dar a los padres la posibilidad de hacerse cargo de ello si lo
consideran importante.
El derecho a saber, a la información, es constitucional, y el porqué de la
pérdida tiene dos puntos de interés. El primero, conocer qué pasó con ese
embarazo que nada hacía prever que terminaría en pérdida. El segundo,
Señor R
verificar si va a afectar o no a otros posibles embarazos. También habría un
tercer motivo, tanto para el interés de las parejas como para la ciencia:
disminuir el porcentaje de pérdidas que no se sabe por qué se producen y que es
demasiado alto en los tiempos que corren.
La pregunta del porqué de lo sucedido invade a los padres y aún resulta
demasiado difícil encontrar respuestas.
Pero ¿qué se sabe de la vida intrauterina? ¿Hay especialistas en autopsias de
fetos? ¿Por qué una muerte extrauterina es casi siempre «explicable» con una
autopsia y la muerte intrauterina lo es tan pocas veces? ¿Por qué muchos
centros no contemplan la recuperación del cuerpo del bebé si se hace la
autopsia? ¿Por qué se tarda tantos meses en dar los resultados? ¿Por qué en
muchos informes de análisis de restos de aborto lo único que se especifica es
que en los «restos abortivos no se observa ninguna infección, anomalía», etc.?
¿Qué es lo que se mira, qué se analiza? ¿Han cambiado estos análisis en los
últimos años teniendo en cuenta los últimos estudios científicos?
Son muchas las preguntas y pocas las respuestas.
Señor R
LLOVER SOBRE MOJADO
En el foro hemos podido comprobar que muchas veces las pérdidas van unidas
a la dificultad del embarazo. La infertilidad lleva asociadas dos ideas distintas,
pero con idénticos resultados: la imposibilidad de tener un bebé. Porque son dos
conceptos distintos que nos llevan a lo mismo. Uno, la imposibilidad de
concebir; el otro, no conseguir que el embarazo llegue a término. A veces el
hambre se junta con las ganas de comer, y existen muchas parejas a las que les
cuesta muchísimo tiempo conseguir el embarazo, y cuando éste llega, termina
en pérdida. ¡Y es que parece tan fácil cuando lo explican en la escuela! Pero la
fecundación se ríe de la teoría.
Que cueste más o menos un embarazo no significa que la pérdida tenga que
ser más o menos dolorosa, pero sí que la angustia de buscar, que la carrera
contrarreloj puede ir en contra del proceso de duelo. La pérdida se recrea cada
mes, en cada regla.
Señor R
Hace días que me doy cuenta de una evidencia en la que hasta ahora
no había reparado: las mujeres escondemos una historia personal de
fertilidad —sea cual sea el caso— muy importante, que tiene un gran
peso en nuestra vida; hay mucha historia detrás: mal trato en partos,
pérdidas de embarazos, imposibilidad de emparejarse en la época fértil y
encontrar la media naranja después, desencuentros/malentendidos con la
pareja en este terreno (una de las partes quiere un/otro hijo, la otra, no) y
un largo etcétera.
CARMEN
GLORIA
Señor R
EMBARAZOS ALREDEDOR
La vida sigue para las parejas afectadas por la pérdida y para las demás, claro
está, y este hecho implica vivir rodeados de embarazos y de bebés. Es un
comentario extendido por estas madres el de que «parece que se pongan de
acuerdo las embarazadas y las mamás con bebés para cruzarse en mi camino».
Muchas veces el reto empieza ya en el mismo centro donde atienden a la madre:
puede pasarse muchas de las horas del ingreso viendo y oyendo a bebés recién
nacidos.
Los sentimientos que acompañan un aborto espontáneo son muchos:
desesperación, culpa, rabia, frustración, fracaso, tristeza profunda, sensación de
que ya no se tiene control sobre el propio cuerpo. Rabia con una misma y con el
mundo entero.
¡Todas las mujeres del mundo pueden quedarse embarazadas y mantenerse
embarazadas hasta culminar el proceso satisfactoriamente menos ella!
El sentimiento ante la maternidad de otra es doloroso y ambiguo. Y qué
decir cuando el embarazo truncado iba a la par con otro muy cercano en la
familia o en el grupo de amistades, en el vecindario, en el trabajo… Y es que la
envidia tiene un gran componente de admiración, y admiramos lo que deseamos
y vemos muy difícil de conseguir.
El sentimiento de envidia, rabia, desesperación por otro embarazo va unido
a un sentimiento de culpa, por la mezquindad que implica sentirlo así. Hay
rabia, alegría y frustración al unísono por un embarazo cercano.
También es duro para la persona que se queda embarazada o sigue con su
embarazo. Esto puede dar lugar a situaciones comprometidas, como no
comunicárselo a la mujer afectada por la pérdida o retrasar la noticia, hasta el
Señor R
punto de que acabe enterándose por terceros, cuando todo el mundo ya lo sabe.
Lo que podríamos llamar «conspiración del silencio» crea un sentimiento
amargo que empeora las cosas. Este trato hace daño.
Se da el caso de que las conversaciones sobre embarazos y bebés se
detienen abruptamente cuando aparece la mujer que ha sufrido una pérdida, y
ella lo nota. Y confiesa, a la vez, que estas conversaciones le hacen daño. Son
las consecuencias emocionales de estar atravesando un doloroso duelo.
Mucho mejor sería sincerarse con las emociones que se sienten, aceptar la
diversidad de sentimientos contradictorios y poder compartirlo. Sincerarse y
encontrar un espacio para poder hablar puede ayudar mucho.
EVA
SANDRA
C. S.
Señor R
¡Cuando veo a embarazadas se me despierta una mezcla de
sentimientos! Envidia, rabia, dolor, amor, odio, ganas, desgana… todo a
la vez…
Yo vengo ahora medio descompuesta porque he ido a hacerme
análisis en un centro hospitalario, y casualmente en maternidad…
ideal… y en ese hospital es donde esta semana debería haber nacido mi
hija… no os digo más…
GLORIA
Quería compartir con vosotras una cosa que me ha pasado. El otro día
me enteré de que una de mis compañeras de trabajo está embarazada.
Ahora está de baja porque lleva varios días con pérdidas, pero, bueno,
eso es otro tema. La cuestión es que, cuando su hermana me dijo que
estaba embarazada, me alegré muchísimo por ella.
A la mayoría de la gente esto podría parecerle una tontería, pues lo
más normal del mundo es que cuando te enteras de que alguien cercano
se ha quedado embarazada te alegres por ello. Sin embargo, para mí el
hecho de alegrarme es muy, pero que muy importante. Tras pasar por el
aborto, durante mucho, mucho tiempo me sentí fatal, porque cada vez
que me anunciaban un nuevo embarazo o un nacimiento, en lugar de
alegrarme sentía una gran pena. Esta pena era, además, una especie de
arma de doble filo: no solamente estaba triste, sino que además me
sentía fatal por ser tan «ruin» de no alegrarme con este tipo de noticias.
No sé si a vosotras os ha pasado. A mí fue algo que me duró mucho
tiempo, algo que me parecía exagerado, pues incluso después de tener a
mi hijo (que nació justo un año después del aborto), me seguía pasando.
Y así seguí hasta que, de repente, un día por la mañana recibí en el
móvil el mensaje de que había nacido la hija de unos amigos. Y, para mi
sorpresa, me alegré muchísimo por ellos y sentí una gran emoción. No
sé, fue radical. En tantas ocasiones había tenido que fingir alegría ante
este tipo de noticias, que el hecho de alegrarme realmente supuso un
Señor R
alivio enorme.
No sé si os parecerá una tontería lo que comento, pero he pensado
que quizás alguna de vosotras se haya sentido igual y puede que os
ayude saber que no se trata de algo que dure toda la vida, sino que
simplemente es algo pasajero, que también se supera.
OLIVIA
Señor R
DE NUEVO EMBARAZADA
Ya tengo casi 12 semanas, el lunes fui a la eco del pliegue nucal y vimos
a nuestro angelito, no sabéis la emoción que sentimos, ya está
formadito/a y pataleaba mucho. Yo esperaba ver lo que había visto en
las ecos anteriores. En cada visita me hacen una. Hasta entonces sólo se
veía un «porotito» pequeño y en el medio un corazoncito que latía, pues
esta vez ya se veían sus piernecitas, sus brazos, su cabecita, su columna,
su corazoncito, etc. Yo estaba muy nerviosa, pero al comenzar la eco
nuestro angelito pataleó y ahí me quedé mucho más tranquila.
Fue una inyección de esperanza esta visita al médico, tengo fe en
que poco a poco se me quitarán los miedos. A veces me vienen
pensamientos superfeos, pero intento dejarlos pasar y no profundizar en
ellos.
Hasta el momento el ginecólogo tiene mucha paciencia conmigo
respecto a mis temores e intenta siempre que yo vea este embarazo lo
más normal posible, por lo que me repite cada vez que puede que intente
Señor R
hacer una vida normal. Lo mismo con los medicamentos, para que no
me parezca que estoy enferma. Tengo algunos temores, no lo niego,
pero intento no pensar en ello, intento vivir el día a día.
El recuerdo de nuestra Anita está cada día más presente, me acuerdo
mucho de cómo estaba con ella, y no puedo negar que me dan muchas
ganas de llorar, pero intento darme fuerzas y me digo a mí misma que ya
podré disfrutar de ella, y que por ahora tengo que disfrutar de este
angelito y de los recuerdos de nuestra Anita.
CHANTAL
Señor R
SENTIRSE MADRE
Señor R
CONCLUSIÓN: NORMALIZAR LAS PÉRDIDAS
¡Son tantas las parejas que sufren pérdidas y es tan poco lo que se habla de ello
y de ellas!
Algunas pocas novedades sobre el tema han llegado por casualidad, cuando
el foco de atención estaba en otro lugar: en la reproducción asistida, en el
diagnóstico prenatal, en la generalización de los test de embarazo de resultado
positivo inmediato a la fecundación, etcétera.
Necesitamos normalizar las pérdidas, no en el sentido de considerar que es
normal que algunos embarazos se trunquen, sino para lograr que salgan del
anonimato, del silencio, del tabú, del maltrato, del olvido.
Señor R
II
Mónica Alvarez
Señor R
Todo es para bien. Se me murió un hijo. Es lo más terrible que me ha
podido pasar. Pero si no hubiera ocurrido eso, yo no sería quien soy
ahora.
ALEJANDRO JODOROWSKY
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
Los niños eligen venir a través de unos padres. Ellos marcan los
tiempos y ni los tratamientos de fertilidad más punteros lograrán que
una mujer quede embarazada si antes no ha sido tocada por la varita
mágica de algún hada caprichosa. La moderna medicina casi nos ha
hecho creer que somos los amos de nuestra vida, que podemos elegir
cuándo preñarnos con los modernos métodos de fecundación, decidir
qué día nacerá nuestro hijo; alargar la vida cuando ya nos toca
irnos, sortear a la muerte con tratamientos costosos que nos salvan la
vida y nos curan de mil enfermedades… Pero todavía, en pleno siglo
XXI, nadie sabe por qué razón ocurre el milagro de la vida en el
vientre de una mujer. Yo creo que nuestros hijos, cuando son seres de
luz en algún lugar hermoso, nos eligen. Eligen quedarse y, a veces,
eligen irse. No sé la razón. Sólo sé que el viaje de la vida es más
complejo y mágico de lo que nuestras pequeñas cabecitas podrían
imaginar nunca.
Señor R
MÓNICA ÁLVAREZ
Señor R
INTRODUCCIÓN
En marzo de 2005 uno de mis mejores amigos perdió a su hijo Markel unos
pocos días antes de su nacimiento. Esa personita a quien no conocí movió en mí
el impulso de dar vida, junto a M. Ángels Claramunt, al foro Superando un
Aborto. En un principio decidí colaborar como terapeuta y como mujer que
llevaba casi un año en busca de un embarazo que no acababa de llegar. Buscaba
en otras mujeres con inquietudes similares aquellas respuestas que los médicos
no sabían darme. Al poco tiempo logré el embarazo soñado. Mi pequeña Hebe
se despidió de mí pocas semanas después. Este hecho ha sido un punto de
inflexión en mi vida, desde el que he madurado, aprendido, llorado, celebrado,
vivido… Cuando comenzamos esta búsqueda de información sobre la muerte
prenatal para dar acompañamiento a las mujeres que iban acudiendo al foro,
poco encontramos sobre lo que basarnos. Los profesionales de la obstetricia a
los que preguntábamos nos contestaban con grandes silencios (no sabe, no
contesta). Poco a poco fuimos reuniendo artículos, estudios, encontramos a
otras personas con experiencias similares que también buscaban y compartimos
lo que teníamos. Desde estas líneas queremos poner en común lo aprendido,
para quienes estén sedientos de respuestas y para quienes estén dispuestos a
continuar la búsqueda con nuevas preguntas.
Señor R
HACIA UNA NUEVA DEFINICION
Aunque en el entramado social no sea muy habitual hablar de ello, cuando sale
el tema en alguna conversación íntima entre mujeres, podemos sorprendernos
de todos los casos que conocemos a nuestro alrededor en los que, en algún
momento de la gestación, por causas naturales, se produjo un aborto.
«Aborto» es una palabra muy controvertida. Después de leer el apartado
médico, sabemos que la medicina se refiere con el término «aborto» a aquellas
muertes intrauterinas ocurridas en el primero y, a lo sumo, segundo trimestre.
Bueno, lo cierto es que, ocurra cuando ocurra, para la medicina es «un feto»,
macho o hembra, sin más. Y como no hay un registro civil donde se pueda
inscribir a estos miembros de la familia de escasos derechos (debe ser que a
mayor tamaño corporal, mayores derechos tienes en nuestra sociedad), el
informe médico es el que cuenta y, a nivel civil, será el único papel legal donde
constará que el pequeño al que ciertamente su madre llevó en su vientre con
Señor R
todo el amor existió realmente.
«Aborto» no es una palabra que guste; tiene la connotación de algo feo,
contrahecho, monstruoso. Aunque no es ése el significado que originalmente
tuvo, sí que es el que más pesa; de hecho, cuando alguien es muy feo,
popularmente (y con cierta mala baba) se dice que «parece un aborto»… Las
mamás que han perdido un bebé en el segundo y tercer trimestre proclaman que
ellas no han tenido un aborto, porque su bebé era hermoso, tenía apariencia
humana. Quienes han logrado pasar casi todo el periodo gestacional en el
vientre materno, aunque luego tengan la desgracia de morir, parece que ya van
siendo aceptados como pequeñas personitas y, socialmente, comienza a
aceptarse el hecho de que las madres y los padres que pasan por este terrible
trance tienen derecho a estar tristes.
Como decíamos anteriormente, a efectos de informes hospitalarios da igual.
Todas las categorías en las que se expresan los informes son terriblemente frías
y emocionalmente dañinas para los destrozados padres. Da igual que en el papel
que se llevan a casa ponga «aborto diferido» o «parto vaginal sin producto».
La tragedia consiste en que, dentro de toda la dolorosa situación que
conlleva la muerte intrauterina, para efectos de reconocimiento de nuestra
sociedad, al no quedar estos bebés inscritos en ningún libro de registro civil ni
constar en el libro de familia, el único papel físico que certifica que el bebé
existió en el vientre de su madre es este informe sanitario. Como papel legal
cumplirá su función, pero desde el punto de vista terapéutico es tan dañino
como un chupito de cianuro.
El vocabulario médico está bien para el ámbito para el que fue creado: el
propio sistema médico-sanitario, esto es, la interacción oral y escrita entre
miembros del propio sistema… Pero sería necesario tener en cuenta que una
parte de ese sistema ha de comunicarse necesariamente con el exterior, con
personas comunes y corrientes que desconocen la jerga médica y que necesitan
que se les expliquen las cosas en «su propio idioma». Y, sobre todo, que viven
con una gran carga emocional y psicológica las afirmaciones que se hacen en
sus informes médicos, muy lejos de la asepsia profesional con que son leídos y
escritos por los propios profesionales. A los atribulados padres no se les puede
Señor R
pedir que «tomen distancia» y que lo lean como lo que es, un «informe
médico».
Desde hace ya varias décadas se investiga en la Terapia de Familia cómo el
tipo de comunicación dentro de cualquier grupo social cura o enferma. No se
trata sólo de cómo se dicen las cosas, el tono, el volumen en que se expresan,
sino también de las propias palabras que se emplean. Como en el conocido
ejemplo de la jarra de agua, podemos decir que está medio llena o medio vacía,
las dos descripciones son correctas, pero a nadie le cabe la menor duda de que
el significado profundo no es el mismo.
Hace tiempo escribí en el foro Superando un Aborto: «Sabéis cómo me
gusta vivir las palabras con su significado más terapéutico. Primero pensé que
"aborto" es una palabra horrible y quise cambiar el término. Después llegué a la
conclusión de que tal vez sea la palabra adecuada, precisamente por la
connotación tan dura que tiene. Pensé que lo que me costaba aceptar era mi
dolor. Finalmente, llegué a la conclusión de que un aborto no es algo "que se
tiene", sino "algo que sucede"».
Las palabras y el modo en que las utilizamos tienen un trasfondo que
propicia el cambio y la sanación. Numerosas corrientes terapéuticas[23]
recogen este modo de proceder: la Terapia Constructivista, el PNL, la Hipnosis
Ericksoniana, la Terapia Familiar desde los estudios de los resultados nocivos
del lenguaje psicopatológico[24]…
Se nos invita a mirar la jarra medio llena, a cambiar el modo de definir las
palabras si hace falta, o los hechos, a ponernos las gafas del pensamiento
positivo y buscar aquellos términos que nos hacen bien. Así que os invito a
recorrer el camino hacia una nueva definición de la pérdida intrauterina, menos
dañina, más respetuosa y sana.
Siempre hemos considerado el parto como acción y el bebé como producto del
parto; la interrupción de un embarazo como acción y el «aborto» como
Señor R
producto de dicha interrupción. Así, es habitual escuchar a una madre referirse
a su pérdida con la expresión «he tenido un aborto».
Desde aquí declaramos que queremos tener un modo más sano y terapéutico
de hablar de nuestros cuerpos y de sus procesos.
Un aborto no es «algo» que has tenido. Un aborto es un conjunto de
procesos que comienza en el instante en que la vida intrauterina cesa. En el
momento en que deja de haber latido fetal, el cerebro de la madre recibe por
medio de hormonas y sustancias químicas la señal de que hay que «abortar la
operación»: el embarazo se ha interrumpido y ya no es necesario gastar más
energía en la gestación de un bebé que no tiene vida y no va a responder.
Comienza un proceso de involución que culmina con el parto de un embrión,
feto o bebé, dependiendo de la edad gestacional.
SARA
Señor R
a todas luces invasivas (que no ofrecen ningún resultado realmente claro) y que,
a falta de algo más concreto, la envía de nuevo a casa a hacer reposo absoluto y
con un informe cuyo título resulta terrible: «Amenaza de aborto». Esto, quien
no lo ha vivido, no puede hacerse una idea de lo que es. Si llegabas a la
consulta con una cierta aprensión, te vas creyendo realmente que el mundo se
va a desplomar encima de ti.
Amenaza de aborto. Esas tres palabras resuenan desde ayer por la tarde
en mi cabeza. Como si con ellas fuera más certera la posibilidad de que
mi bebé se vaya. Como si fueran una especie de «conjuro» que inunda
mi ánimo y mis ganas de luchar por este embarazo.
M. A. A.
Hay otros términos que se utilizan como diagnósticos que son huevo huero,
anembrional, huevo aberrante o huevo vacío. La madre que los recibe se queda
con la sensación de que su embarazo no ha existido. Como si abres un cascarón
y dentro no hay nada. Lo cierto es que son casos en los que el embarazo se
detuvo en la fase de mórula, antes de tomar incluso forma embrional. Desde la
experiencia con mujeres que tenemos en el foro Superando un Aborto, sabemos
que la angustia que se deriva de recibir un diagnóstico así se atenúa cuando les
explicamos que han tenido un embarazo normal, que han estado embarazadas
realmente, que su hijo no era raro ni aberrante, ni el huevo estaba vacío ni nada
por el estilo. Que, simplemente, se fue cuando era muy chiquito.
¿Qué cuesta explicar las cosas de manera que todo el mundo las pueda
entender como son realmente? ¿Es que se sigue juzgando a un buen médico por
lo ininteligible de su jerga?
Nos costará aún recorrer el camino que equilibre la relación médico-
paciente, pero pienso que es fundamental y que forma parte de la propia salud
de nuestra sociedad el que ambos nos pongamos a la altura de las personas y
nos tratemos como tales.
Una de las noches, en una de mis idas al baño, cayó entre sangre un
Señor R
coágulo más compacto. Al recogerlo, me di cuenta. Era el embrión. Mi
hijo. Medía como 2 centímetros, igual que el Niño Jesús que se pone en
el Belén. Lo puse en una jabonera como si fuera una cunita. Me alegré
de que el proceso hubiera sido tan largo, ya llevaba 3 días con una
hemorragia intensa y con dolores que se exacerbaban por la noche. Al
principio ni me atrevía a mirar lo que caía al váter. Era como una
especie de miedo primario. No sé qué me esperaba encontrar allí… Era
la tercera noche expulsando coágulos y ya estaba curtida. Intentaba que
cayeran entre papel higiénico para después observar atentamente lo que
había. Pudo más la curiosidad que el miedo. Y por fin encontré lo que
buscaba. Realmente aquello era lo que había propiciado mi embarazo y
lo que hubiera llegado a ser un bebé si hubiera podido desarrollarse. Lo
acompañé un rato, hasta que sentí que era el momento de despedirnos.
Lo devolví al agua de la que había venido. Parece mentira que un ser tan
pequeño me haya enseñado tanto en esta vida.
M. A. A.
Señor R
sueños y continuar creando vida. Si viene el dolor, nos daremos permiso para
poder sentirlo, para después seguir con nuestras cosas, sabiamente, con
serenidad.
Señor R
EL PROCESO
BLANCA
Señor R
anestesia natural que impide a la mujer hundirse en la desolación de la
pérdida. Quien ha vivido el final de su embarazo como un proceso
consciente, descubre en sí una fuerza que desconocía, que la eleva al
estatus de «diosa», de mujer fuerte, de mujer consciente de su cuerpo, de
sus procesos. Si el bebé nacido está muerto o es un pequeño embrión, la
madre que pueda acogerlo y despedirse como lo que es, el cuerpo del
hijo que ha habitado el suyo durante un tiempo, podrá enfrentarse al
duelo desde la realidad del hijo que ha perdido. El amor que siente ya no
tendrá como objeto un ser imaginado en un futuro que ya no llegará,
sino un ser real, de carne y hueso, al que tal vez ha podido lavar, vestir,
acunar, despedir de una manera respetuosa y digna. No digo que de este
modo vaya a ser menos doloroso, pero sí más sano. La cicatriz estará ahí
siempre, el recuerdo perdurará por muchos años que pasen, pero no
existirá la incongruencia profunda de quien entra anestesiada a un
quirófano con una barriga y sale sin ella.
Sería más o menos un mes o así después del aborto. Bajaba por las
escaleras de casa, cuando resbalé y me caí. No fue más que una culada
sin importancia. Me dolió más el alma, al darme cuenta de que, en el
momento de caer mi pensamiento fue «¡ostras, el bebé!», para acto
seguido «caer» en que ya no hay bebé. ¿Es que mi cabeza realmente
pensaba que aún estaba embarazada? ¿Por eso mi primer pensamiento
fue el de protección hacia el ser que ya no estaba en mí? ¿Es que te
pasas todo el tiempo que dura tu embarazo haciéndote de tal manera a la
idea de que estás embarazada que necesitas tiempo para darte cuenta de
que ya no lo estás?
M. A.
Señor R
inocencia. Yo, aunque vuelva a quedarme embarazada, nunca volveré a
sentir esa sensación de «todo va a ir bien».
AMELIA
Señor R
sino del proceso habitual. La mente también ha de invertir su patrón de
pensamiento «ya no estoy embarazada».
También es cierto que si se diera con más facilidad la posibilidad de
hacer las pruebas pertinentes para descubrir las razones de la pérdida se
evitarían mucha angustia y estrés innecesarios. Saber por qué ocurrió
ayuda a la elaboración del duelo y evita pensamientos recurrentes
basados en fantasías (posibles causas seguramente, pero fantasías al fin
y al cabo), que podrían llegar a convertirse en problemas
psicoemocionales mayores si se dieran las circunstancias.
La peculiaridad del duelo en el aborto es precisamente que no queda
claro cuándo comienza. Hay quien inicia su duelo cuando le dan la
noticia de que el feto está muerto. Hay mujeres con mucha sensibilidad
que notan los síntomas físicos de involución del embarazo: el feto muere
y poco a poco los síntomas van desapareciendo, y van sintiendo una
especie de nostalgia que la embarazada, en su eterna inocencia, asocia a
su propio estado. Es después, tras la pérdida, cuando se da cuenta de que
su cuerpo ya comenzaba a despedirse.
Hemos recogido también muchos testimonios de mujeres que
soñaron que se despedían de sus hijos o tenían pesadillas referentes a la
pérdida días antes de que se declarara el sangrado. En muchos casos
recibir la terrible noticia no hace sino confirmar algo que ya sabían.
Legrado no es sinónimo de final del embarazo. Igual que en una
cesárea realizada sin mediar trabajo de parto, habrá dolorosos entuertos
producidos por un cuerpo que lucha por cumplir con su instinto natural.
Sea mediante un miniparto natural o artificial vía legrado, el sangrado
durará unos días aún.
El cuerpo ni siquiera asume que el final del aborto coincide con el
final del sangrado. Todavía durante unas semanas correrá por las venas
de la mujer la hormona HCG, responsable de que el test de embarazo dé
positivo. Puede tardar en desaparecer hasta 2 meses después de la
pérdida. Paradójicamente, una mujer que se haga un test de embarazo
después de perder uno, dará positivo. Esto supondrá un baile hormonal
Señor R
en un cuerpo que todavía no ha superado el estatus de embarazo y ya
intenta reanudar sus ciclos.
Es como si la persona, a través de los distintos subsistemas que
conforman su ser, fuera iniciando pequeños duelos, en la medida en que
va siendo consciente de la pérdida. Cada mes que pasa, la madre va
tachando mentalmente las semanas que faltan para la fecha probable de
parto, hasta que llega el día. Es tan doloroso darse cuenta de que ese día,
en el que probablemente habría parido y tendría a su hijo en sus brazos,
ya no podrá ser… Pero es como si se hubiera cerrado un ciclo, como si
lo hubiera perdido definitivamente. No habrá ningún milagro, ninguna
cigüeña vendrá y pondrá en sus brazos un bebé sano, como seguramente
escuchó de niña que ocurriría. Termina la fantasía y no queda más
remedio que aferrarse, un día más, a la realidad.
Esto se complica cuando ocurren varios embarazos muy próximos
en el tiempo, con sus respectivos abortos. Si un aborto ya es difícil de
digerir, ¿cómo dar cabida a semejante tempestad emocional?
ALVEX
Ambivalencia
Es habitual, tras una pérdida gestacional, querer ponerse ya a buscar otro bebé.
No es tanto un deseo de reemplazar al que se fue como la llamada de la
maternidad, que sigue escuchándose fuerte. Esto en sí es también motivo de
incomprensión en nuestra sociedad, más si la madre ya tiene otros hijos. Las
personas ajenas no entienden la fuerza con la que grita cada una de las células
de una mujer que desea ser madre con todas sus fuerzas. Tratarán de
convencerla de que ya tiene bastante con los hijos que tiene, con la suerte de
tener ya uno o dos, con lo mucho que cuesta criar un niño y renunciar a todo lo
que una mujer moderna tiene acceso hoy en día. Como si querer ser madre
supusiera regresar a otra época, renunciar a vivir, cuando precisamente quien
busca la maternidad lo hace a sabiendas de que eso es lo que quiere y que para
ella la verdadera renuncia está en acallar esa voz que le llama desde lo más
profundo de su ser. Como si no fuera suficiente el miedo, no ya a un nuevo
embarazo, sino a otra pérdida, muchas veces las personas de alrededor no
hacen, «por su bien», más que echar leña a la hoguera de la incertidumbre.
Lo cierto es que es una etapa dura, con la sensibilidad a flor de piel. No se
han acabado de ir las hormonas del embarazo cuando el cuerpo reanuda sus
ciclos y la mujer se ve envuelta en una gran montaña rusa emocional.
Familiares y amigos lo tienen complicado: digas lo que digas y hagas lo que
hagas, sentará mal. Es lo que llamo «el síndrome del culo escocido». Si tienes
escocido el culo, da lo mismo que te pongas bragas de esparto, de lana, de
seda… te va a doler igual, porque lo que tienes es un problema en (con perdón)
tu culo. De nada sirven consejos y frases bienintencionadas que sólo suenan a
hueco. Es el momento del silencio cómplice, de los abrazos, de llorar juntos.
Señor R
Somos seres mentales, necesitamos hablar, comentar, dar vueltas a un mismo
asunto. Esto está bien hasta cierto punto. A partir de aquí no sirven de nada las
palabras, entramos en el campo de las emociones. Como decía alguien, «hay
momentos en la vida en los que lo único que se puede hacer es llorar y darse
besos». ¿Por qué no? Si no sabemos afrontar nuestras emociones (que es
diferente a enfrentarse a ellas), ocurrirá que «las lágrimas acabarán por
convertirse en piedras en tu estómago».
Porque una mujer que ha pasado por una o varias pérdidas no necesita de
nadie que «le caliente la oreja» diciéndole a lo que se expone. Ya lo sabe. Lo
lleva impreso en el alma.
Lo que se siente, esa mezcla de deseo y miedo de tener otro bebé tiene un
nombre: ambivalencia.
La ambivalencia es querer y no querer algo, todo a la vez. Es otra etapa del
proceso por la que hay que pasar, pero que también se supera. Aunque crea un
gran desasosiego (por todas las emociones opuestas que desata) es como un
limbo: evita tener que tomar la siguiente decisión (la que sea, en cada caso). Es
un mecanismo de defensa que actúa, como su nombre indica, en beneficio
propio: evita que tomemos decisiones en momentos en los que no estamos
preparados para ello. Aunque sea muy desagradable, tiene un beneficio
secundario muy claro.
Es como si estuvieras al comienzo de la carrera pensando «¿me pongo las
zapatillas verdes o las rojas?» y no echaras a andar. Pero no hay que culparse
por esta indecisión. Tras una experiencia tan sumamente dura, hay que repostar,
coger fuerzas. Funciona así. Aunque todos te digan, «muévete, sal de casa,
etc.», has de confiar en el instinto.
A veces hace falta mucho cabreo para echar a andar. El enfado es como el
combustible.
Otra razón más para sentirse culpable en un momento así es la sensación de
estar perdiendo el tiempo. Hazte un favor, nunca digas «he perdido el tiempo».
El tiempo no es algo que se nos pueda «perder». Siempre lo estamos ocupando
con acciones. A veces, simplemente, necesitamos parar. Vivimos en la creencia
de que «poseemos» el tiempo y que podemos disponer de él a nuestro antojo, y
Señor R
es una gran mentira. ¿Verdad que cuando se está a gusto pasa más rápido y
cuando uno se aburre, más despacio? Esto lo saben los niños.
El secreto está en lo siguiente. Solemos decir «cuánto tiempo ha pasado»,
como si fuera algo lineal que puede medirse con un metro. Pero no es cierto.
Vivimos tiempos, etapas. Unas más activas que otras. Vive intensamente el
tiempo que te toca vivir. Es tuyo, es tu ahora, y nunca volverá. Tu dolor es tuyo.
Te pertenece y tienes todo el derecho a sentirlo plenamente. Aunque,
paradójicamente, no es tuyo, os pertenecéis mutuamente. Date permiso para
sentir plenamente ese dolor (ojo, para sentir, ¿eh?, no para pensar sobre ello), y
después date permiso para despedirte y dejarlo ir, serenamente. Cuando llegue
el tiempo, no antes.
Querida X:
Me gustaría darte un abrazo muy fuerte en persona y acunarte en mis
brazos. Entonces tú comenzarías a llorar flojito y luego un poco más
fuerte.
Y yo te contaría bajito al oído una historia:
Lo cierto es que las heridas no se cierran de un día para otro, sino
que tardan un tiempo. Y cuando sanamos una herida, siempre queda una
cicatriz (y el que diga que no, miente). Las cicatrices tiran, pican, duelen
cuando hay cambios externos… y es buena señal, porque significa que
se están curando. Si no, los médicos, que son unos señores que saben
mucho, dirían que hay necrosis, incluso gangrena, y hablarían de cortar
(o sea, hacer una herida más grande para recomenzar el proceso, a ver si
esta vez sale bien).
Querida X, no te preocupes si tus lágrimas brotan. Son tuyas. Es tu
dolor, tuyo, y nadie puede perpetrar el crimen de quitarte el derecho de
sentirlo. Ni siquiera tú misma.
Es bueno que llores. Un día, para negar el dolor lograste que tu
corazón mutara. De ser de carne, pasó a convertirse en piedra. Si hoy
Señor R
lloras es porque te das permiso[32] para sentir (a lo mejor hasta ahora no
estuviste preparada para sentir y lo pospusiste) y eso es bueno. Es muy
bueno.
Me gustaría que, quien leyera estas palabras, al hacerlo llegara a ser
capaz de hablar de sus sentimientos. Y no os asuste si hay llanto.
Imagínate en un abrazo inmenso que te arropa y te protege, lo suficiente
como para darte permiso para dejar brotar todas tus emociones a través
de unas lágrimas.
Un abrazo muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte.
MÓNICA ÁLVAREZ
P.D.: Parte de esta receta consiste en que sea vuestra pareja quien os
abrace mientras deshacéis vuestro dolor en llanto. Aquí hay un
problema, porque los hombres no entienden, no pueden ver a una mujer
llorar, porque no saben qué tienen que hacer para ayudarnos. Tenéis que
explicarles que es bueno, que os va a hacer bien y que no tienen que
hacer nada, sólo abrazaros fuerte, como si fueseis un bebé, para poder
dejar salir el llanto. Atención si surge la rabia (si os sentís lo
suficientemente seguras, surgirá, y también es bueno); entonces tienen
que aseguraros que no les estáis haciendo daño con vuestro arrebato y
que podéis daros permiso para ser «malas» por un ratito. Os advierto
que cansa bastante. Cuando veáis que ya habéis sacado suficiente
«mierda», os levantáis, os laváis la cara y comed y bebed algo (desde un
tentempié hasta una cena con velas). Después, si podéis, dad un paseo
para airearos y pasear el nuevo vínculo que se ha creado con vuestra
pareja.
El padre también vivirá todo el proceso en sus diferentes niveles: físico, mental,
emocional, espiritual… Aunque no nos detendremos tan profundamente como
con la madre, por ser ella quien vive la pérdida física. En gran parte, lo ya
explicado sirve aquí también como modelo.
El proceso del padre, aunque pueda parecer que le toca la «mejor» parte, es
complejo. Al dolor y a la frustración de perder al hijo ha de añadirse la
preocupación por lo que pueda pasarle a su esposa.
Asimismo, al no vivir el nivel físico, se perderá la parte hormonal y
química, tan importante, como decíamos, para crear endorfinas que ayuden a no
hundirse emocionalmente, así como para mantener a flote el sistema
inmunitario.
Es importante ayudar al hombre a implicarse en el proceso de despedida. Es
muy fácil que sean las otras mujeres de la familia quienes «cuiden» de la madre
Señor R
mientras el proceso físico culmina impidiendo que el padre se sienta parte
implicada. Él también tiene un duelo que resolver, y en su caso, ya que no ha
vivido las mieles y las molestias del embarazo, puede quedarle la sensación de
que ese hijo «no ha existido». A la fase de negación propia del proceso de duelo
puede unirse en el padre la sensación de irrealidad, de hacer «como si no
hubiera pasado nada». Esto sería una tremenda equivocación y un lastre en el
camino hacia la sanación psicoemocional.
Cada persona es un mundo y no se puede prever cómo reaccionará cada
hombre.
El hombre que tiene la capacidad de cuidar de su compañera hasta que se
recupera físicamente podrá vivir el proceso del aborto de la forma más directa,
más vivida. Es muy probable que aplace su propio duelo en su preocupación
porque su compañera esté bien, con la sensación de que «ahora no le toca». Sus
tiempos no son los mismos que los de la mujer. Es probable que en algunos
casos tampoco dé muestras de dolor o de tristeza tan palpables. Será un duelo
más racional, más mental, a su manera. Tal vez en un mes o dos, si no se
permitió vivir la tristeza desde las emociones, lo exprese a un nivel físico. Más
de un padre ha acabado con una bajada de defensas y una gripe en cuanto su
cuerpo ha visto que podía bajar la guardia. Es su manera de permitirse meterse
en la cama y ser, a su vez, cuidado.
S. R. G.
Ahora, luego, más tarde, en algún momento el padre tendrá que pararse y
sacar su propio dolor fuera. Así como en un primer momento la necesidad del
hombre y su manera de sentirse bien es lograr que la compañera esté atendida y
se restablezca físicamente, tendrá que encontrar un momento para afrontar su
propio dolor y su duelo. Será muy importante la expresión de la tristeza, ya que,
si no, a la compañera le quedará el sinsabor de pensar que «él no quería tanto a
este bebé». Será fundamental para el vínculo de la pareja pararse a hablar de lo
que ha pasado, de lo sentido, de lo vivido, de lo esperado. Curiosamente,
muchas parejas en este trance se paran a plantearse el futuro, otro bebé, hacerse
pruebas, la adopción, sin haber cerrado la puerta de lo que no fue, dejando un
Señor R
hueco por el que se pueda quebrar el vínculo que les une. Quien ha tenido la
templanza de cerrar en limpio la herida, ha comprobado cómo se fortalecía el
vínculo entre ambos.
Sirve también en este apartado la «Receta para ayudar a salir al dolor de su
madriguera» expuesto en el anterior.
Los hermanos
Los niños son inteligentes y sabios. Somos los adultos quienes en muchas
ocasiones tenemos problemas para estar a la altura de las circunstancias. La
pregunta que baila en boca de los adultos suele ser: «¿Y ahora cómo se lo
decimos?».
Los hermanos, como partes integrantes del grupo familiar, tienen derecho a
saber que tienen otro hermano, aunque no haya llegado a nacer. Tienen derecho
a preguntar, a recibir respuestas, a despedirse del pequeño con el que ya no
jugarán.
No tiene sentido ocultarles lo que ha ocurrido, porque en cierta manera ellos
ya lo saben. Saben que algo está ocurriendo, que sus padres están tristes, tal vez
la mamá fue ingresada en el hospital y ellos fueron a casa de la abuela unos
días… Si se les anunció que iban a tener un hermanito, hay que explicarles que
ya no lo tendrán; si no se les comunicó, hay que hacerlo todo a la vez. Hasta los
más pequeños tienen ojos y oídos y saben cuándo mamá está triste. Si los perros
lo captan en sus amos, cómo no lo van a saber los niños.
Hay que tener mucho cuidado, cuando se les hable, en dejarles claro que no
ha sido culpa suya y que papá y mamá les quieren mucho. Que están muy tristes
porque el hermanito ya no vendrá y que será normal que lloren de vez en
Señor R
cuando.
Disimular la tristeza no es adecuado. Un niño sabe que si alguien falta lo
normal es estar triste. Puede pensar que si él un día se muere tampoco lo
llorarán…
Es importante escuchar sus preguntas, aunque no tengamos respuesta para
todas. Es fundamental leer entre líneas estas dudas, porque a lo mejor nos están
dando más información sobre cómo se siente por el contexto de la pregunta que
por ella en sí.
No hay que preocuparse más de lo necesario por cómo será su reacción; los
pequeños hacen gala de una madurez impresionante en momentos en los que los
adultos nos quedamos sin palabras.
J. C. G. N.
CRISTINA
Hace una semana aproximadamente que salí del hospital. (…) Como
éste es mi tercer aborto (no por eso menos doloroso), el saber lo que me
iba a pasar con antelación ha hecho que maneje mejor la situación, esta
vez ha sido definitivo el empeño de no recibir a NADIE, ni madre, ni
Señor R
suegra, ni amigos, ni NADIE. Porque me doy cuenta de que, estando
tranquila conmigo misma, la situación de encontrarte con una persona,
por muy querida que sea, es ponerte en el ojo del huracán. Ese momento
de silencio que es tan denso que se podría cortar con un cuchillo, la pena
en los ojos de una persona que quieres… ese «ambiente» es el que te
precipita hacia el llanto, y una vez que empiezas no puedes parar…
Chicas, os lo recomiendo: soledad absoluta durante una semana, ni
teléfono, ni visitas, ni nada de dramas exteriores. Hablad con vuestra
pareja y que se ocupe él del mundo exterior. Es momento de pensar en
vosotras mismas y de pasar vuestro duelo.
Yo, después de una semana así, me encuentro muuuuucho más
fuerte. No he tenido que contener mi lloro porque esté alguien delante,
ni dar explicación ninguna, ni aguantar palmaditas en la espalda de
consuelo, MI DOLOR NO TIENE CONSUELO.
El otro día, cuando me estaba duchando, al ver que mi cuerpo volvía
a ser el de antes, mi pecho ya no estaba preparando la lactancia…
empecé a llorar como no lo había hecho hace mucho. Y me pasé
llorando una hora entera, debajo del agua de la ducha, hasta que me di
cuenta de que gran parte de mi tristeza se había ido por el desagüe. Salí
del baño y empecé a hacer planes para el futuro. ¿Qué es lo que voy a
hacer ahora? Creo (bueno, lo sé por experiencias anteriores) que si
hubiera estado rodeada de gente, incluso de poca gente, no habría tenido
tan claras las cosas como ahora.
En breve empezaré a buscar un médico que me dé soluciones,
también estoy informándome sobre adopciones, y… ¡sí!, lo que necesito
ahora es un viaje para relajarme, ¡mmmmhhhh!, tal vez mire alguna
página de esas que salen fotos del Caribe. La vida es increíble, chicas,
miremos hacia adelante, aún hay muchas olas que saltar…
Las lágrimas son un río que nos lleva a alguna parte. El llanto crea un
río alrededor de la barca que transporta nuestra vida espiritual. Las
lágrimas levantan la embarcación por encima de las rocas, por encima
del terreno seco y la transportan río abajo a un lugar nuevo y mejor.
El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy peligroso
porque abre las cerraduras y el pestillo de los secretos que lleva dentro.
Pero, en realidad, por el bien del alma salvaje de la mujer, es mejor
Señor R
llorar. Para las mujeres las lágrimas son el comienzo de la iniciación en
el Clan de la Cicatriz, esta tribu eterna de mujeres de todos los colores,
naciones y lenguas que, a lo largo de los siglos, han sobrevivido a algo
muy grande, lo hicieron con orgullo y lo siguen haciendo.
Hay veces en la vida de una mujer en que ésta llora sin cesar, y
aunque cuente con la ayuda y el apoyo de sus seres queridos, no puede
dejar de llorar. Las lágrimas sirven para remendar los desgarros de la
psique por los que se ha ido escapando la energía. La situación es muy
grave, pero lo peor no llega a producirse —no nos roban la luz— porque
las lágrimas nos otorgan la conciencia. No hay posibilidad de que nos
quedemos «dormidas» mientras lloramos. Y el sueño que se produce es
tan sólo para descanso del cuerpo.
A veces una mujer dice: «Estoy harta de tanto llorar, quiero
detenerme». Pero es su alma la que derrama lágrimas y éstas son su
protección. Por consiguiente, tiene que seguir haciéndolo hasta que
termina su necesidad. Algunas mujeres se asombran de la cantidad de
agua que puede producir su cuerpo cuando lloran. Eso no dura
eternamente, sólo hasta que el alma termina de expresarse de esta sabia
manera[36].
Señor R
DESPEDIDAS Y RITUALES
Muchas mujeres que han sufrido una pérdida gestacional utilizan la frase
«cuando estaba embarazada» en lugar de «cuando estuve embarazada», usada
más por mujeres cuyos partos llegaron felizmente a término. Esto que,
aparentemente no tiene mayor importancia, que parece un giro lingüístico sin
más, denota en el lenguaje profundo significados que merece la pena tener en
cuenta.
Estaba: pretérito imperfecto. Tiempo verbal que se utiliza para expresar una
unidad de tiempo que aún no ha acabado.
Estuve: pretérito indefinido. Refiere un tiempo pasado cuya acción ya
terminó.
Para las mujeres que tuvieron un bebé sano (las que dicen «cuando estuve
embarazada») es un tiempo que acabó y que se recuerda con cariño. Una
vivencia que finalizó y dio paso a otra etapa.
Así, las mujeres que tuvieron embarazo, pero no un hijo vivo, expresándose
de este modo denotan que en el fondo es como si sintieran que el embarazo no
acabó, no se cumplió la expectativa; aún están embarazadas, aunque sea
mentalmente, de un niño que ya no será. Todavía no han superado la pérdida, a
nivel emocional están como en un limbo. Necesitan hacer el trabajo de elaborar
el paso desde la estructura mental que evoca la expresión «estaba» a la que
evoca «estuve». Cuando logren dar ese paso, estarán más cerca de haber
superado la pérdida. O expresado de otro modo, decir «estuve» es un indicativo
de que se está mejor[37].
Tenemos naturalmente asimilado que el embarazo es un periodo de tiempo
con principio y fin. El inicio tiene lugar con la concepción y el término con el
Señor R
parto. Al final iría asociada, por supuesto, la imagen de una mujer agotada, pero
feliz, con su bebé recién nacido en brazos. Curiosamente, a pesar de la alta cifra
de abortos naturales y muertes perinatales que se producen en nuestra sociedad,
no contemplamos esta posibilidad. Como veremos más adelante, fuertes y
arraigados tabúes ayudan a ocultar la posibilidad de la muerte tras el telón de la
sombra arquetípica. En el inconsciente colectivo, se asocia la tríada embarazo-
parto-nacimiento como la única posibilidad. Por tanto, ¿qué ocurre en el caso de
que dicha cadena de acontecimientos no sea culminada? Esto es, ¿cómo
reaccionará la mente-cuerpo-espíritu en el caso de que el embarazo se malogre
y no dé lugar al fruto deseado?
Pues ocurrirá que, si no se permite vivir el duelo y la pérdida, si no
encuentra el momento y el espacio para sentir más allá de los
convencionalismos sociales y lo que el propio dolor le permita, sucederá que la
mujer quedará como en un limbo, con la sensación de que algo quedó a medias,
sin acabar, sin cumplir. En el caso excepcional de las pérdidas gestacionales no
sólo es el trabajo de duelo lo que hay que elaborar, sino también otro de
carácter más profundo y sutil que queda imbricado en los telares del
subconsciente, en los rincones más recónditos del alma. No se aprecia a simple
vista, pero está ahí, agazapado, oculto en la sombra, esperando el momento más
adecuado para salir.
Entramos en el universo simbólico de la persona, más allá de lo puramente
físico, mental, emocional… Entramos en lo sagrado, en lo más hondo del alma.
Ese lugar al que estamos acostumbrados a visitar tan poco. O nada.
No hace falta pertenecer a ninguna religión para esto, ni siquiera ser
creyente. Sólo se precisa dejarse llevar por la voz interior, ésa que tan relegada
al olvido ha quedado en nuestra cultura, más acostumbrada a guiarse por un
GPS mecánico, construido por la mano del hombre, cuadriculado y preciso.
Un ritual es un paseo por el mundo simbólico y sagrado de cada uno. Como
decíamos, no es necesario pertenecer a ninguna religión; tan sólo permitirse
dejar volar la imaginación, las sensaciones, lo más ancestral de nuestro instinto,
de nuestra cultura. Todas las tradiciones han creado ritos de despedida para sus
muertos. Las antiguas sociedades matriarcales del Neolítico ya enterraban a sus
Señor R
difuntos colocados en posiciones concretas, rodeados por sus utensilios
cotidianos y por sus mascotas. Tradiciones ligadas a la Tierra, a una diosa
madre que los acogía en su seno tras una vida de trabajos y satisfacciones.
Un ritual es un acto poético y creativo[38]. Es poético porque traduce
nuestros actos desde una clave simbólica, incluso los más cotidianos. Es
creativo porque, aunque realicemos varias veces el mismo ritual, nunca es el
mismo, porque se recrea cada vez en cada persona. Como decía el filósofo,
nunca atravesamos dos veces el mismo río.
El ritual se ancla en un espacio y un tiempo concretos.
Existen rituales preestablecidos, como los que proponen las distintas
religiones oficiales. Ritos que han atravesado siglos de tradición, que han sido
recreados y reorganizados, adaptándose a los tiempos.
Existen rituales cotidianos. Cada vez que ponemos conciencia en un acto,
cada vez que nos hacemos conscientes de nuestra actividad, creamos un ritual.
Actos tan habituales como beber un simple vaso de agua pueden convertirse en
un rito sagrado de limpieza y purificación si conscientemente nos damos cuenta
del viaje que el agua ha realizado hasta llegar a nuestro vaso, cómo entra en
nuestro cuerpo a través de nuestra boca, pasando a nuestro aparato digestivo,
hidratando nuestro cuerpo y sus células, hasta el último rincón del organismo…
No se tarda tanto tiempo en beber un vaso de agua; una simple inspiración
profunda puede traer a nuestra mente-cuerpo-espíritu toda la secuencia. Lavarse
las manos, despedirse del ser querido con un beso cuando nos vamos a trabajar,
ponernos esa pulsera que nos regalaron en el último cumpleaños mientras baila
en el corazón una plegaria silenciosa… son gestos cotidianos que podemos
hacer sagrados sólo con ser conscientes del significado simbólico profundo que
encierran.
Tipos de rituales[39]
Señor R
zapatillas y el pijama, etcétera.
2. Tradiciones familiares del calendario interno de la propia familia: se
celebran nacimientos, cumpleaños, aniversarios, reuniones varias.
3. Celebraciones familiares del calendario externo: Navidad, Año Nuevo, Día
de la Madre, etcétera.
4. Rituales del ciclo vital: bautizos, bodas, graduaciones, emancipación de los
hijos, divorcios, jubilaciones, muerte…
Señor R
muchas veces se prefiere olvidar el mal trago. ¿Cómo superar una pérdida si
negamos que hubo un bebé en el vientre de su madre? ¿Qué cuentas pendientes
tiene esta sociedad con sus muertos para estar anclada en la más tremenda
negación de un hipotético duelo arquetípico?
¿Cómo ayudar a las madres y a los padres a continuar su camino en la vida?
Comentaremos, como excepción, la forma en que la sociedad japonesa
soluciona esta necesidad de despedirse del bebé. Hablaremos de los O-Jizo-San,
pequeñas estatuillas de buda de color gris, de entre diez y treinta centímetros de
altura. La tradición dice que Jizo es el patrón de las mujeres embarazadas.
Únicamente en Japón se le considera protector de los bebés nacidos muertos,
los que murieron al nacer, los abortados de forma natural o inducida, y los niños
que murieron prematuramente. Estas pequeñas imágenes se ponen en los
cementerios y a lo largo de los caminos, adornadas con collares, flores, gorros,
baberos con dibujos, molinillos de viento… Simbolizan lo que pudo ser y no
fue, los nombres que ya no se pondrán, los sueños que ya no serán
realizados[40]…
También encontramos en Chile, en Santiago, la capital, la siguiente
iniciativa: el Programa Dignifica, cuyo objetivo es entregar un lugar de
descanso eterno a los no nacidos. Como explica el artículo publicado por el
Arzobispado de Santiago, «el programa busca dignificar la muerte de aquellos
niños que no alcanzaron a nacer y que, hace pocos años atrás, eran tratados
como desechos orgánicos». Dentro del cementerio habilitaron una zona (el
columbario) en la que ofrecen un lugar donde los restos de estos bebés puedan
descansar y al que sus familias puedan acudir a despedir a su ser querido, rezar,
llevarle unas flores. Saber dónde está enterrado ayuda a la familia a elaborar su
duelo[41].
Cuentan la historia de un burro que quiso atravesar un río con sus alforjas llenas
de esponjas. Cuando estaba justo a mitad de trayecto le sorprendió la rapidez y
Señor R
la fuerza del agua. Mientras dilucidaba si continuar o regresar al punto de
partida, se le llenaron las esponjas y por el peso se vio arrastrado al fondo.
El pobre burro estaba tan aferrado a su carga que no vio que la solución
estaba en soltar las alforjas, y ese error fue su perdición.
Toda mujer y todo hombre que se enfrentan a la crisis vital de perder un hijo
en el seno materno y que transita por las sendas de su duelo, tarde o temprano
tendrá que atravesar el río que le llevará a la otra orilla de su vida. No se puede
permanecer en el mismo lugar después de haber sido tocado por la vida de una
forma tan cruel y dolorosa. Hay que tomar decisiones. La vida, con su vaivén,
nos pone en mitad del río y hay que ser rápido eligiendo, porque si no la
corriente del desánimo, de la depresión, del miedo, de la ira soterrada nos
arrastrará de un modo ineluctable. Cada persona, hombre o mujer, sabe de qué
están llenas las alforjas que debe soltar. Y sabe cuándo hacerlo. ¿Somos lo
suficientemente valientes para soltar aquello que, aunque doloroso y pesado, ya
conocemos y nos es familiar?
Es tan necesario este paso, que de ello va a depender cómo vivamos en
adelante nuestra sexualidad, fecundidad, embarazos, partos, crianza y otras
pérdidas gestacionales que pudieran devenir.
Sería importante tener esta prueba superada antes de embarcarse en otro
embarazo. Muchas mujeres preguntan a su ginecólogo: «Doctor, ¿cuándo
podemos intentar un nuevo embarazo?». Yo les preguntaría, ¿te has despedido
de este niño que concebiste?, ¿le pusiste un nombre, una ropa, le diste un lugar
en tu familia, en tu casa, le dijiste que le querías y le diste permiso para irse?,
¿te has dado permiso a ti misma para dejarlo marchar? Pues si no lo has hecho,
aún estás a tiempo. Busca un lugar, unas personas que quieras que te
acompañen, un signo que conmemore este momento. Dile todo lo que quisieras
decirle, como si estuviera delante de ti y lo pudieras tocar. Luego despídete.
Haz esto tantas veces como sientas que necesitas despedirte de nuevo. Hasta
que sientas que se marcha feliz y lo aceptes así. No tiene sentido buscar un
nuevo niño si no has tratado al anterior con todo el respeto que se merece una
persona.
Sólo una vez realizado este paso la madre sentirá que puede dar por
Señor R
terminado el embarazo y al hablar le saldrá naturalmente la expresión «estuve
embarazada». Porque, ciertamente, si escucháis a una puérpera que atiende feliz
a su bebé decir «cuando estaba embaraza», algo no fue del todo bien en ese
parto; a un nivel muy profundo una parte de ella sigue «al otro lado del río», sin
haber cruzado aún.
¿Cómo saber que una mujer ha transitado con éxito? Porque en ella no hay
pensamientos obsesivos, ni angustia ya sea ante el embarazo que perdió, ya sea
ante la posibilidad de uno nuevo.
Esto, en una situación ideal. Habrá quien no tenga tiempo para realizar el
tránsito antes de buscar otro bebé, o quien ya lo tuvo y siente que le falta
«algo». La buena noticia es que el tránsito puede realizarse en cualquier
momento de la vida. Todas las veces que se crean necesarias. Tal vez el río es
muy largo y hay que dar pequeños saltos, de piedra en piedra, hasta llegar al
otro lado. Como sea, cuando sea, pero el objetivo es llegar al otro lado.
Es la cuenta pendiente de cada uno y de cada una. Estar realmente
equilibrados, como dirían los budistas «en todos los cuerpos y niveles».
Hablamos de cuerpo físico, cuerpo emocional, cuerpo mental y otros cuerpos
sutiles más espirituales. Estamos en la era de la información. Estamos a un
«clic» de todo lo que necesitamos saber. Podemos leer, estudiar, acumular
libros y apuntes. Pero si no tenemos integrada toda esa información, es como si
no tuviéramos nada[42]. Nadie se emborrachó nunca hablando del vino.
Visto así, un aborto, una pérdida perinatal puede representar en la vida de
unos padres conscientes la oportunidad de realizar un viaje iniciático a las
profundidades de su propia alma. Crecer, madurar, salir fortalecidos, nacer de
nuevo… El libre albedrío de cada uno decide si se debe aprovechar esta
oportunidad o esperar a la siguiente.
Rituales
Una manera de realizar este tránsito simbólico es a través de los rituales. Con
ellos ponemos en su sitio el pasado y las emociones y pensamientos que le
acompañan. Las emociones producidas por un hecho pasado no tienen por qué
Señor R
influir en el presente.
Vivir en el pasado supone:
Señor R
nuevo. Suele ocurrir en los aniversarios de fechas que señalan pérdidas.
No eres ninguna extraterrestre por sentirte así. Posiblemente haya más
personas a tu alrededor que «se noten» raras. ¿Y qué se puede hacer?:
darse permisos. Permiso para estar triste, para llorar, para pedir abrazos,
para darlos… y para dejar salir la ira también. Al cabo de un año suele
ser una buena fecha para volver a despedirse de ese pequeño que no
nació, de todas las ilusiones que pusisteis en él (cada uno las suyas), de
un embarazo feliz que terminó en tragedia, del tiempo que habéis
pasado recordando, de esa parte de ti que murió y nació de nuevo… Es
buena fecha porque probablemente ya se habrá superado el shock, el
estupor, la rabia, la depresión… quedará una tristeza suave y serena con
quien, posiblemente, acabemos por aprender a convivir. Es tiempo de
pasar revista al corazón y, desde la serenidad que da el tiempo, cerrar
aquellas heridas que encontremos aún (las que se dejen; no forzar. Cada
herida cierra a su tiempo). No sé cuántas ganas tendrás de remover y
con cuánto apoyo cuentas en tu familia; a lo mejor prefieren el silencio.
Sería bueno utilizar todo ese sentimiento para cerrar un tiempo y
despedirse, soltar para volver a vivir. Se me ocurren algunas maneras de
hacerlo a través de rituales.
(…)
Qué importante es poder despedirse. Igual que le damos la
bienvenida, es bueno decir adiós. Es el primer paso hacia la sanación.
Luego habrá que dar muchos más. Pero hay que comenzar de alguna
manera.
(…)
Una idea: escribe en una hoja todo lo que has vivido en este tiempo
(podéis hacerlo tu pareja y tú, los dos a la vez o cada uno la suya) y
cuando terminéis, quemadla y llevad las cenizas a algún lugar bonito.
Tomaos el día para vosotros, para estar juntos y renovar vuestro vínculo;
para hablar o para, simplemente, daros la mano y miraros a los ojos. Y
dejad que las cenizas vuelen. Puede ser un buen comienzo para un
nuevo camino.
Señor R
MÓNICA ÁLVAREZ
AIVILO
Señor R
los cuatro elementos: agua, fuego, tierra, aire. En la historia vemos ejemplos de
cómo se daba sepultura a los muertos a través de alguno de estos elementos: En
el mar, y en culturas muy ligadas al mismo, se embarca al difunto dejando que
las olas se lo lleven. La cremación del cadáver es habitual en muchas culturas, y
está tomando auge actualmente en la nuestra. Las tradiciones de las culturas
matriarcales, ligadas a la tierra, han enterrado a sus muertos, como la
judeocristiana de la que procedemos. Tirar las cenizas al viento es un ritual que
completa en ocasiones al del fuego.
Y valen todos los ejemplos de rituales que están presentes en el libro.
Si el lector tuviera necesidad de consejo para elaborar su ritual, siempre
puede encontrarnos en la comunidad Superando un Aborto[45]. Estaremos
gustosas de acompañarle y compartir experiencias.
Señor R
enfadada, no sabía bien con quién: conmigo, con Dios, con los médicos,
con el mundo, con la criatura que no quería venir…
Esto pasó en agosto y no hice el ritual hasta junio del siguiente año.
Una de las gotas de la peluquería cayó en mi zapatilla; junto con la foto
de la primera ecografía era lo único que tenía. Mi marido y yo
quemamos ambas cosas en la hoguera purificadora de San Juan. Me
quedé tan a gusto, tan ligera, tan libre… Limpié mucho con ese fuego,
llevé en la cabeza la intención de este ritual durante unos meses antes, lo
iba elaborando…
J.S.
M. A.
Señor R
EL REINICIO DEL CICLO
Señor R
CONCLUSIONES
Encontré esta reflexión anónima navegando por Internet: «El aborto alberga en
sí mismo los cuatro tabúes más profundos de la sociedad: sangre, muerte, dolor,
sexo».
Desde mi punto de vista, con estas cuatro palabras y lo que simbolizan
podemos resumir lo que supone aún hoy en día perder un hijo en el seno.
Sangre. La que pretendemos evitar a toda costa. Bajo el pensamiento
patriarcal, la sangre es vivida como muerte, en lugar de como vida. El hombre,
que lleva guerreando desde tiempos inmemoriales, sabe que una hemorragia es
una muerte segura. El hombre primitivo no entiende que una mujer pueda
sangrar durante cinco días seguidos sin morir. No digamos ya el sangrado que
se produce en un aborto, ni la cantidad de fluidos que el cuerpo expulsa en un
parto. Una mujer es en sí un misterio para el hombre, sólo por lo que sus ciclos
femeninos representan. Ni se nombran los flujos habituales que se producen a lo
largo del ciclo menstrual; ya se encargan los fabricantes de apósitos para la
higiene femenina de recordarnos que una buena chica no debe «oler»; que lo
contrario de «fresca» es «sucia», y que para sentirse segura no hay nada como
una buena compresa[47]. En nuestra cultura creada por y para los hombres, el
cuerpo perfecto es masculino. El femenino es imperfecto por cuanto es
diferente. Todos los procesos ligados a la sexualidad femenina son tratados
como una enfermedad. Hoy en día la mujer se somete al escrutinio del médico,
que es quien «sabe» si está embarazada, de cuánto tiempo está, cuándo parirá,
etc. Si la menstruación es vivida como una enfermedad, no digamos cómo será
vivido un aborto, que viene a ser una menstruación fuerte, sobre todo si ocurre
en las primeras semanas. Hay que raspar, legrar, devolver el cuerpo femenino a
Señor R
su estado más «limpio», aquel que tenía en el tiempo en el que todavía era una
niña, sin ovulación, sin ciclos, sin tejido endometrial, sin capacidad de concebir.
Muerte. La que sacamos fuera de las ciudades y de nuestras vidas. Los ritos
funerarios apenas quedan hoy reducidos a una misa, que la mayoría de los
familiares jóvenes (y no tan jóvenes) pasan en el bar de enfrente (lo que no deja
de ser en sí otro ritual). Atrás quedaron los velatorios de cuerpo presente en los
que participaban todos los familiares, mayores y pequeños, los vecinos, amigos,
conocidos del difunto… Quien ha tenido la oportunidad de vivir uno en sus
vacaciones en el pueblo, cuando era niño, guarda el recuerdo de la muerte como
algo benigno, natural, sin artificios. Hoy en día la muerte es lo que vemos en el
telediario, en las películas y en los videojuegos. Tan cotidiana y tan
desconocida a la vez.
Dolor. En la era de los avances médicos, que son maravillosos y salvan
muchas vidas humanas, cometemos el error, una vez más, de tratar procesos
naturales del cuerpo (menstruación, embarazo, parto, puerperio, menopausia,
todos ellos ligados al ciclo psicosexual emocional de la mujer) como
enfermedades, y sus síntomas como molestias a erradicar. La gran mayoría de
la población (incluidos los profesionales de la salud) desconoce la verdadera
idiosincrasia de los procesos físicos femeninos. Asimismo, se ignoran los
aspectos no físicos de los mismos: el mundo psicoemocional y el dolor que
aparece cuando las incongruencias psicoemocionales campan a sus anchas.
Como psicoterapeuta, he podido comprobar en consulta la gran fuerza que tiene
el trabajo terapéutico para erradicar los síntomas dolorosos de la menstruación.
Si esto se hiciera popular, la industria farmacéutica perdería mucho dinero del
que nos dejamos cada mes en productos específicos para aliviar los dolores de
regla. Otras veces el dolor no es más que una parte del proceso, dolor del que se
nos enseña sistemáticamente a huir. Hemos olvidado que nuestro cuerpo es
sabio, que tiene sus tiempos y sus modos de ayudarnos a conectar con nuestros
estratos subconscientes más profundos. El dolor menstrual, de parto, es uno de
ellos. Las mujeres primitivas sabían conectar con los estados de trance[48] en
los que su cuerpo se sumía en los diferentes momentos del ciclo
psicoemocional-sexual. El dolor libera endorfinas, que son opiáceos naturales
Señor R
que el cuerpo genera cuando se somete a un esfuerzo físico. Está bien visto
experimentar con alucinógenos, fumar marihuana, correr extenuantes maratones
o batir marcas imposibles en las diferentes modalidades deportivas; pero sigue
estando mal vista una mujer que llora de dolor mientras su hijo deja sus
entrañas entre lágrimas de sangre. Es «poco higiénico».
Sexo. Estamos en la era de la revolución sexual, si por revolución sexual se
entiende el acceso fácil a la pornografía. En revistas para treceañeras se exhiben
relatos eróticos que ya quisieran las revistas clasificadas X para adultos. No hay
película que no incluya su escena de cama; cuerpos sudorosos y desinhibidos se
muestran en las películas en cuyos intermedios la última campaña para prevenir
embarazos no deseados grita su eslogan machacón, al que no hace caso casi
nadie. Mientras, sigue aumentando el número de abortos voluntarios, como si
de un «moderno» anticonceptivo se tratase. Mucho debe evolucionar una
sociedad que obliga a una niña de 13 años que se quedó embarazada tras
acostarse con su novio a abortar «para que no sufra un trauma», como si
concebir, gestar, parir, amamantar, criar fuera una aberración. ¿Y abortar a un
hijo en el seno no es en sí un hecho traumático? ¿Eliminar de cuajo la
sexualidad de una niña en el apogeo de su expresión no es traumático? ¿O es
que nadie le explicó a esa niña qué riesgos físicos, psíquicos y espirituales
conlleva abortar a un hijo en el seno? Pues sí, ésta es la gran paradoja de
nuestro tiempo. Se apuesta por la mujer desinhibida sexualmente, pero la
«desinhibición sexual» se reduce a la relación íntima entre hombre y mujer.
Una mujer que apuesta al cien por cien por vivir su sexualidad es, primero,
temida y, luego, rechazada, como las brujas de siglos anteriores. Como la mujer
que es invitada en un museo cualquiera a guardarse la teta que amamanta a su
hijo.
Los doctores Lebrero y Olza hablan en su libro Nacer por cesárea de la
herida de la feminidad, y cito textualmente: «El parto es mucho más que la
llegada al mundo de un hijo. Es también un momento crucial en la feminidad de
muchas mujeres. Casi siempre se olvida algo fundamental respecto al parto: que
es un momento singular, único de nuestra vida sexual. En realidad, buena parte
del malestar de muchas madres con su cesárea viene de ahí, porque intuyen que
Señor R
ha faltado algo. En lo más profundo de su ser se sienten robadas, heridas».
Una cesárea es otro tipo de embarazo abortado (a mi personal y discutible
modo de ver), esta vez con el resultado de que la operación se realiza para
salvar la vida del bebé y en ocasiones también la de la madre. En la mayoría de
los casos, el resultado es una mamá agotada y pendiente de superar una
operación de cirugía mayor, con un bebé hermoso que la reclama. Sin embargo,
debido al «corte» que se le da al embarazo (y no me refiero al corte físico del
bisturí), la sensación que le queda a una madre consciente de su cuerpo, de sus
procesos y de su sexualidad es que algo no ha sido acabado. Ha quedado
pendiente un tránsito que realizar, un trabajo pendiente en la tarea de cruzar a la
otra orilla del río de la vida. Pero éste sería otro tema a tratar en otro libro. Lo
que quería hacer ver es otra cosa: igual que una mujer sana se enfrenta a una
«innecesárea[49]» a la hora de parir, la misma mujer puede llegar a tener que
enfrentarse a un «ilegrado[50]» en caso de que su embarazo no llegue a término
y tenga que parir a su hijo muerto. La mujer que sufre un aborto se ve en la
mayoría de los casos en los hospitales de este país privada de vivir «un
momento singular, único en su vida sexual»: el parto, la despedida de su hijo
muerto en su seno. Queda mucho para que las mujeres seamos conscientes del
robo a nuestra integridad que supone «evitarnos» por las razones que sean, por
muy buenas intenciones que se tengan, parir de forma natural a nuestros hijos,
ya sean vivos o muertos. No reclamamos volver a las cavernas ni parir sin
asistencia alguna. Pretendemos, en pleno siglo XXI en el que estamos, reclamar
nuestro estatus de mujeres sabias, recuperar la sabiduría ancestral que corre por
nuestra memoria celular. Igual que al bebé en el vientre nadie le dice cómo ha
de crecer y formarse, sería maravilloso recuperar el instinto con el que a través
de miles de años de historia de la humanidad nos hemos reproducido con total
éxito. La era de la medicina moderna, con sus métodos paternalistas de
salvarnos la vida, de los problemas iatrogénicos que ellos mismos crean, no es
más que un pequeño lapso en la historia total de los seres vivos.
El parto de un hijo muerto en el seno es un momento singular y único en la
vida sexual de una mujer.
Sé que es una afirmación atrevida, que va en contra de lo que comúnmente
Señor R
se piensa hoy en día. Pero me atrevo a afirmar también que mientras el
pensamiento general de la sociedad (y el pensamiento de las mujeres, en
particular) no cambie seguiremos siendo esclavas en nuestra propia casa, en
nuestro propio cuerpo.
El día en que seamos capaces de integrar en la luz y de celebrar la parte más
oscura de nuestra femineidad, como son las pérdidas gestacionales, seremos
más grandes, más libres, más completas. Recuperaremos el poder perdido que,
como mujeres, tuvimos un día, y nadie tendrá que llorar en silencio la pérdida
de su hijo del alma.
Durante mucho tiempo no se pudo hablar de «ello». Todas las palabras
estuvieron escondidas en un oscuro baúl bajo siete llaves. Un día, de puro viejo
se hizo una pequeña brecha en un lateral. Por allí se coló una pequeña palabra
(luz). Detrás salió otra y luego otra, y otra, y ya no se pudo parar. Salió un
torrente de palabras cantarinas y pronto fueron un río y un mar. Un mar
inmenso que llegó a todas las costas. Saltaron a tierra y se colaron en el corazón
de tantas personas sedientas de hablar, de contar su tristeza, de conjurar su
dolor. Poner palabras a lo que nos ocurre es una poderosa medicina. Ya nadie se
sintió mal por no poder hablar de lo perdido.
Lo sagrado,
sangrar,
llorar,
soltar lo perdido
festejar lo ganado.
Descubrir lo aprendido,
echar a volar los pájaros
que en el aire viven.
Abrir la jaula de la tristeza
al corazón enladrillado.
Lo sangrado,
lo sagrado,
llama a la Madre Tierra,
Señor R
se acoge a su seno,
donde encuentran sustento amable
todos los seres.
El sol despunta,
guarda tus lágrimas
para la próxima siembra.
Lo sangrado,
lo sagrado,
lo sanado,
lo llorado,
lo aprendido.
Señor R
III
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
Y APOYO EMOCIONAL
EN FALLECIMIENTO DE BEBÉS
INTRAUTERINOS Y EXTRAUTERINOS
Rosa Jové
Señor R
La ciencia moderna aún no ha producido
un medicamento tranquilizador tan eficaz
como son unas pocas palabras bondadosas.
SIGMUND FREUD
Señor R
INTRODUCCIÓN:
UN HIJO ES UN HIJO
Para la mayoría de los padres, un hijo es un hijo, tenga la edad que tenga y
sea como sea. ¡No perdamos de vista esta idea en nuestras actuaciones!
Señor R
CÓMO DAR UNA MALA NOTICIA
F. MAURIAC
Cuando algo no marcha bien, los padres tienen un sexto sentido que lo
detecta. Retrasar esa información (que se va a producir tarde o
temprano) es alargar una agonía de forma innecesaria. Muchos
profesionales de la salud piensan que la ignorancia retrasa el
sufrimiento, pero en estos casos tan sólo lo intensifica: los padres suelen
explicar que ya notaban alguna cosa antes y que ese «estar sin saber» es
el peor de los dolores. La incertidumbre incrementa el miedo, el estrés y
la respuesta de alarma, precursores todos ellos del síndrome de estrés
postraumático.
Puede que a veces sean los padres los primeros en enterarse de la
noticia, sobre todo si se trata de un aborto espontáneo, pero, aun en ese
caso, las actuaciones de las personas cercanas y de los profesionales de
la salud va ser la de procurar que en todo momento se encuentren
informados. La incertidumbre, se dé en el momento que se dé, siempre
Señor R
es precursora de duelos complicados.
Lo mismo rige para los familiares más próximos y personas
cercanas, aunque son los padres quienes deben decidir quién se entera y
cómo.
Señor R
3. Buscar un lugar que en la medida de lo posible sea tranquilo, íntimo y cree
confianza
Creo que a estas alturas a nadie se le ocurrirá dar una mala noticia en
medio de un pasillo abarrotado de gente. Hay que mimar un poco este
aspecto para que las personas que reciban la noticia puedan aceptarla
lejos de miradas indiscretas y con la intimidad que un momento así
requiere.
No obstante, no vamos a retrasar la comunicación de una mala
noticia porque el lugar elegido esté muy lejos. ¿Se acuerdan de cuando
éramos pequeños y alguien era llamado al despacho del director del
colegio? ¡Ese trayecto se hacía eterno! Imagínense cómo se sentirán
unos padres a los que se les dice: «Acompáñenme al despacho del
doctor tal, que tiene que hablarles». Si el despacho está a escasos metros
del lugar y es un lugar mucho mejor que la habitación en donde se
encontraban los padres, es correcto. Pero si se sitúa en el extremo
opuesto del hospital, será preferible que el doctor se desplace a la
habitación de los padres, porque la angustia de ese trayecto va a ser
perjudicial.
Señor R
el sujeto quiere conocer toda la verdad.
Creemos interesante exponer la reflexión del doctor Marc Antoni
Broggi, cirujano del Hospital Trias i Pujol de Badalona. Éste ha hallado
una fórmula magistral para reflexionar sobre el tema de la verdad que
deben contener las malas noticias, se den en el ámbito en que se den:
hay que sustituir las mentiras piadosas por las formas piadosas de
comunicación de la verdad.
En este sentido, nos atrevemos a decir que nunca debemos callar o
mentir, puesto que la realidad es la que es y debemos comunicarla. A
partir de ahí, hay formas más piadosas de enfrentarse a esa realidad, y
verdades que el sujeto no desea escuchar. La dificultad radica en
discernir en la línea tan fina que separa el derecho que todo el mundo
tiene a saber y el derecho que todo el mundo tiene a saber sólo lo que
quiere. Ante la duda, mejor ser sinceros que mentir.
Una vez comunicada la mala noticia, las personas que la han recibido
van a tener reacciones emocionales negativas. Es normal, pues no deja
de ser una mala noticia. ¿Qué pensaba? Por muy bien que se sepa dar
una mala noticia, no deja de ser mala. El objetivo de dar una mala
noticia no es que la persona se lo tome a risa, sino que no sufra
innecesariamente, se sienta lo mejor posible en todo momento y elabore
su duelo lo mejor que se pueda, desde los primeros instantes.
En un primer momento consideramos todas las reacciones como
normales, tanto si van desde el desbordamiento emocional más
llamativo (llanto incontrolado, gritos, gran actividad física, etc.), como
si la persona queda en un estado de ausencia emocional (lentitud de
movimientos, mirada perdida, embotamiento emocional, etc.). Aunque
parezcan alarmantes, son respuestas normales ante una situación
anormal.
El único problema es que el dolor de los demás nos afecta mucho y,
por eso, ante una persona que sufre intentamos «hacerla callar»
Señor R
mediante fármacos o consejos del tipo «no llores». A menudo lo
hacemos para sentirnos bien nosotros, puesto que nos molesta la
impotencia que sentimos al no poder parar ese dolor: si los profesionales
y familiares supieran la gran labor que hacen cuando permiten ese
desahogo emocional y lo acompañan, no intentarían actuar de otro modo
(a menudo más nocivo) y se sentirían útiles y valiosos.
Hemos de posibilitar y saber responder a esas muestras de dolor: si
no sabe cómo hacerlo, en el apartado «Las primeras reacciones» damos
unas orientaciones.
Señor R
Señor R
CÓMO SE RECIBE UNA MALA NOTICIA
J. MONTOYA CARRASQUILLA
Señor R
Las primeras reacciones
¿Qué hacer? Si la persona a la que acabamos de dar una mala noticia queda
en estado de embotamiento emocional, podemos formularle algunas preguntas
para saber que nos ha entendido y posibilitar que empiece a hablar de lo que ha
ocurrido. Preguntas como «¿nos han entendido?», «¿necesitan alguna cosa?» o
«¿quieren algo más?» pueden servir para que conecten con la realidad y
empiecen a hablar. Sea lo que sea, lo importante es que puedan hablar del
hecho, expresar las emociones y aceptar lo que ha sucedido: el hecho de no
responder suele ser un precursor de la disociación, y deberíamos prevenir este
factor que tantos problemas conlleva a posteriori en la superación del duelo. Por
eso, una de las tareas de los profesionales es la de facilitar que los afectados
expresen sus emociones.
Si la persona se desborda emocionalmente, podemos arroparla físicamente:
el abrazo puede ser más fuerte y sostenido dependiendo del grado de confianza.
También es bueno intentar que hable y verbalice lo que siente. Como esto
último suele ser difícil en personas que están muy desbordadas, puede
conseguirse a base de preguntas que les hagan pensar. ¿Cómo hacerlo? Pondré
un ejemplo:
Señor R
Hace un par de años un bebé murió por síndrome de muerte súbita
en mi ciudad y estuvimos dando apoyo a la familia. Uno de los
familiares, en un momento dado, se desbordó emocionalmente, llorando
y caminando confuso de un lado a otro de la sala. No atendía a nada ni a
nadie. En un primer momento nos acercamos y, abrazándole, dejamos
que se expresara libremente (a pesar de lo llamativo siempre es mejor
alguien que exprese que alguien que calla). Puesto que el resto de
familiares empezaban a alarmarse y el propio sujeto comenzaba a alterar
su respiración, creímos adecuado intentar calmar aquel estado tan
llamativo. Así que, manteniéndolo un poco apartado del grupo (el
espacio no permitía otra cosa) le pedimos que nos explicara quién era
quién en la sala, puesto que eso nos iba a dar una información
valiosísima para dirigirnos a cada uno por su nombre y saber el grado de
parentesco con el menor (datos que ya poseíamos). Tuvimos que repetir
la petición un par de veces para que nos entendiera y se diera cuenta de
su importancia, y haciendo un esfuerzo se contuvo y dijo: «Está bien, lo
intentaré», y empezó a hablar, llorando, pero de una forma más
controlada. Cuando ya llevaba un rato, le explicamos que era suficiente
y continuamos con el apoyo emocional, puesto que era más fácil
establecer comunicación con la persona en aquel estado.
Señor R
del día, por muy dolorosa que sea la pérdida. La causa es que cuando estamos
en estado de alarma hay una serie de neurotransmisores que suben hasta niveles
tóxicos (como, por ejemplo, el cortisol), y como eso es dañino para nuestro
cerebro, al cabo de un tiempo la mente da la orden de secretar otros
neurotransmisores que contrarresten a los primeros (serotonina, entre otros) que
ayudan a apaciguarnos. Por lo tanto, ante un caso con desbordamiento
emocional, sólo es cuestión de tiempo que el sujeto baje a niveles menos
expansivos, en donde sean posibles el dialogo y la intervención. Dar tiempo a la
persona doliente suele ser un buen recurso.
Siempre que se observe que con estos consejos los padres no consiguen
expresar sus emociones o se desbocan sin control, se debe valorar la necesidad
de buscar ayuda especializada.
THOMAS ATTIG,
Anticipatory Mourning and the Transition to Loving in Absence.
Muchas son las clasificaciones para las etapas del duelo. Las hay que las
dividen según las emociones expresadas, y van de 3 a 7 emociones, según
autores. Nosotros citamos las 4 más representativas: negación o incredulidad,
culpabilización, desolación y aceptación. Otros clasifican el duelo según el
tiempo que tarda en resolverse (estado agudo, crónico…).
Para estos casos preferimos las que están basadas en Engel y Silverman, en
Señor R
las que se habla de fases, sin hablar en concreto de tiempo por el que hay que
pasar en cada fase, ya que eso depende de cada persona y del tipo de pérdida.
Tampoco hay una enumeración de emociones, porque no todo el mundo pasa
por las mismas fases, ni en el mismo orden.
Estas etapas son:
Mucha gente cree que el duelo deberá estar resuelto al año de la muerte. Para
unos puede ser normal, pero para otros la recuperación tras la pérdida tarda más
tiempo, de tres a cuatro años o más. La cantidad de tiempo depende de muchas
variables que interfieren y crean distintos patrones: aflicción anticipada, crisis
concurrentes, múltiples obligaciones, disponibilidad de apoyo social,
características del deceso, situación socioeconómica, estrategias de
afrontamiento y religiosidad, entre otros. Los momentos más difíciles del
proceso se registran durante el primer y segundo año[55].
Señor R
después de ese suceso, pero mi abuela seguía recordando el día de su
aniversario y el día de su fallecimiento con especial cariño.
Enrique murió hace veinte años, con tan sólo 2 semanas de vida, pero ha
estado presente en muchos de los pasos de la familia, como cuando nos
cambiamos de casa, cuando nuestro hijo mayor tuvo a su primer hijo y
me di cuenta de que ese niño nunca conocería a su tío. No creo que las
lágrimas de esos momentos signifiquen que haya elaborado mal el
duelo, sino que Enrique siempre formará parte de nuestra familia.
MARÍA A.
El duelo parece que es algo que con el tiempo debe perder la intensidad,
como los colores, pero siempre quedará un hermoso y suave color que
lo recuerde.
Señor R
SALLY[58]
Se produce así un duelo desfasado, porque puede que hayan pasado tres
años desde el fallecimiento, pero apenas hemos dejado que los padres lo
expresen: se les ha pedido que callen, que vayan a trabajar como si nada,
les hemos evitado para que no nos puedan expresar sus emociones… y
esperamos que el tiempo cure las heridas. Puede que el tiempo
cronológico sea de tres años, pero el tiempo dedicado es muy inferior.
El tiempo no cura las heridas, lo que cura es lo que podemos elaborar
mientras el tiempo pasa. Por eso hay personas que siguen un calendario
(como el que explicábamos en las etapas del duelo) y otras que no.
Los factores que influyen en la elaboración del duelo son tan variados y
numerosos que es imposible recopilarlos de forma extensa en estas páginas,
pero intentaremos enunciar aquellos que sean más frecuentes o aquellos más
específicos para los casos de muerte pre y posnatal.
Señor R
Si la primera experiencia de muerte que tiene una persona es la de un
hijo dejará una huella más profunda que si ha vivido otras muertes
menos traumáticas en la familia y sabe lo que su familia puede hacer en
estos casos y lo que supone que una persona esté de luto. La
familiarización con el dolor de los otros nos ayuda a superar el nuestro.
3. Edad gestacional
Las pérdidas tardías en el embarazo (o posparto inmediato) se asocian
con reacciones de aflicción más intensas que las pérdidas prematuras.
Lo mismo sucede comparando la muerte de bebés más mayorcitos con
pérdidas prematuras. Pero, como repetíamos al principio, un hijo es un
hijo y a cada madre le duele el suyo, digan lo que digan las estadísticas.
4. Momento de la muerte
Las muertes perinatales más traumáticas son las que se producen de
forma inesperada, durante el trabajo de parto o poco después del
nacimiento. En los casos en que se pueda prever la pérdida, aunque la
pena sea la misma, la pareja tiene la posibilidad de prepararse
emocionalmente para asumir la pérdida final. Es el caso de bebés con
graves enfermedades, en los que se puede preparar su muerte con
tiempo.
8. Nacimiento múltiple
A veces, en un parto gemelar muere uno de los bebés. Incluso puede
suceder durante la gestación. Los padres pueden sentirse ambivalentes:
alegría ante el nacimiento y tristeza ante el fallecimiento. Ambos
sentimientos son normales y debe explicarse a los padres que es bueno
que dejen que fluyan los dos.
Señor R
diferente forma. Estos factores sirven para entender algunas reacciones y para
poder ayudar mejor.
Señor R
CÓMO ACOMPAÑAR A LA FAMILIA EN EL TRANCE
Nos duele el dolor de los otros y por eso intentamos que no lo expresen, pero
ocultándolo no vamos a hacer que esa persona tenga menos dolor.
Cuántas veces, en emergencias, ante una persona que expresaba su dolor he
oído, por parte de los profesionales de la salud, «¿quiere que le pinche algo?».
Ese algo (normalmente, un tranquilizante) provoca más problemas, puesto que
el dolor no cede y cuando la persona vuelve a su estado natural siente el mismo
dolor con el sentimiento de culpa de no haber podido estar al cien por cien.
Imaginen por un momento el ejemplo que explicaba anteriormente, que justo
antes de saber la muerte de su madre entraran en coma; al despertar al cabo de
un año, ¿no llorarían igual la muerte de su madre? Cuántas personas, al volver
de un viaje, se han enterado de la muerte de un conocido sucedida ya hace
tiempo, y lo sienten igual que si lo hubieran sabido el primer día: el hecho de
ignorar o retrasar el dolor no va a hacer que no se dé. Lo único que sucede es
que no se da cuando estamos nosotros y eso nos va bien, porque nos causa
menos problemas.
Hemos de saber estar y acompañar en esos momentos.
Actuación profesional
1. No hay que dar una mala noticia, puesto que la madre ya lo sabe,
pero, como más pronto o más tarde acudirá a un centro médico,
deberíamos continuar con los mismos pasos que ya explicamos una
vez que ya se sabe la noticia: posibilitar las reacciones emocionales
y acogerlas, posibilitar y responder a todas las dudas que puedan
surgir, dar información de los hechos futuros para transmitir
seguridad y posibilitar una adecuada toma de decisiones. (Pueden
Señor R
consultarse estos apartados en páginas anteriores).
2. En caso de que conserven los restos y los muestren al facultativo,
debe tenerse en cuenta que han de ser tratados con el máximo
respeto: serán recogidos y acogidos con cuidado y observados con
interés y respeto.
3. Se debe considerar la posibilidad de realizar una autopsia o algún
tipo de prueba para buscar la posible causa. Eso puede ayudar a la
madre para otra ocasión o a otras madres en una misma situación. Es
importante que los profesionales que son reticentes a hacer este tipo
de pruebas por considerar que no aportan mucho sepan reconocer
que, aunque es cierto que muchas veces no se sabe por qué se
producen estos casos, el hecho de que no se sepa no quiere decir que
no puedan llegar a saberse si se estudian más.
4. Se preguntará a los padres qué desean hacer con los restos y se
respetará su decisión.
Señor R
presente, podemos permitir que se vaya a casa si tiene hijos que
atender y luego regrese… Introducir prisa es innecesario y puede
bloquear las decisiones de la madre. Una decisión mal tomada puede
hacerla sentirse culpable durante mucho tiempo.
3. No ingresar a la madre en la planta de neonatos. En otros capítulos
de este libro ya se habla de cuán amarga es la experiencia de una
madre que acaba de perder a su hijo ingresada en la misma planta de
mujeres que acaban de tener al suyo.
4. En la medida de lo posible, pedir una habitación individual o más
íntima, no sólo para que esté ingresada, si procede, sino para el
alumbramiento. Aunque por tradición se suele llevar a la madre a
una sala de dilatación y/o de partos para atenderla, es un acto que
bien podría tener lugar en una habitación íntima.
5. Que el personal a cargo (médico, enfermeras, etc.) sea siempre el
mismo durante esos momentos, para que la madre tenga unos
referentes fijos y así darle confianza y seguridad.
6. Aunque no sea necesario, estar presente en el periodo de dilatación
y expulsivo para dar apoyo anímico en esos momentos.
7. Permitir la presencia de la pareja, familiar cercano o aquella persona
que la madre quiera.
8. Tener paciencia y repetir tantas veces como se nos requiera la
información sobre cualquier parte del proceso. El momento del
shock hace que sea muy habitual el no entender las cosas a la
primera. Hay que mantener informado también al acompañante,
como pieza clave en este proceso.
9. No utilizar tecnicismos excesivos, porque resultan fríos y distantes,
ni actitudes paternalistas exageradas, puesto que parecen ficticias.
10. Favorecer, siempre y cuando los padres quieran, la posibilidad de
ver al que iba a ser su futuro hijo. En casos de bebés intrauterinos de
larga gestación y cercanos al término es casi indispensable para la
correcta elaboración del duelo. En embriones de pocas semanas no
Señor R
es tan importante la visualización si los padres no quieren, pero
siempre deben decidir qué hacer con los restos.
11. Si los padres quieren verlo, trataremos al que iba a ser su futuro hijo
con mucho cuidado: le retiraremos con delicadeza restos de sangre,
meconio… lo envolveremos en un arrullo o toalla y lo
depositaremos con amor en los brazos de sus padres para que
puedan despedirse de él. Es importante darle un valor humano
añadido a ese bebé que ha fallecido, por ejemplo, diciendo a los
padres: «Ha sido un niño» o preguntando «¿le habías puesto un
nombre?» (y si lo tiene, llamarle así en adelante), porque eso le da
más entidad.
Señor R
depositaremos con amor en los brazos de sus padres para que
puedan despedirse de él. Puesto que es un bebé ya nacido, debe
ponérsele un nombre (la burocracia nos lo pedirá), y así tanto padres
como profesionales, deberíamos llamarle.
11. Hay que hacer mención especial a los hermanos en este apartado,
que también deberían despedir al bebé, pues es un miembro de la
familia con el que han convivido durante un tiempo y, por lo tanto,
parte de su vida para siempre. Se debe valorar la edad del niño, el
tiempo que ha convivido con el hermano, del aspecto físico que
presenta el fallecido y las circunstancias del momento. Para
ayudarles a discriminar mejor lean el apartado dedicado a los niños.
12. La burocracia que hay detrás de estos fallecimientos de bebés
(mucho menor cuando es un bebé no nacido) es una carga que a los
padres les es difícil de entender y asumir. Se debería poner al
servicio de los padres un trabajador del centro que entienda de estos
temas y les pueda ayudar y guiar en el proceso.
13. A veces, la situación puede desbordar a los profesionales. En esos
casos la intervención de los psicólogos especializados en
emergencias[60] es de gran ayuda a los profesionales en el ámbito
hospitalario. En casi todas las comunidades suele haber un equipo
de psicólogos formados; si se necesitan, se puede hacer la petición
de intervención.
1. Hay que saber comunicar la mala noticia con todos sus puntos
Señor R
(sobre lo que puede suceder en el futuro). Es clave en este caso.
2. Informar a los padres sobre la posibilidad de contactar con ayuda
psicológica especializada, porque estos procesos largos desgastan
mucho a nivel emocional. Este punto es de vital importancia en el
proceso.
3. Tanto si aceptan la ayuda psicológica como si no, desde el ámbito
hospitalario hay que llevar un seguimiento del caso y del estado de
los padres, así como prestar apoyo emocional.
4. Si los últimos momentos del bebé se dan en el ámbito hospitalario,
pueden regir los mismos puntos que explicábamos para el
fallecimiento de bebés de forma repentina: buscar un lugar íntimo,
permitir que se puedan despedir del bebé y acompañarlo mientras
fallece…
5. Hay bebés que mientras se espera su fallecimiento están conectados
a diversos aparatos para controlarlos (respiradores, vías, electros,
etc.). Si son necesarios se dejan, pero en el momento en que ya sean
inútiles deben ser retirados con prontitud, para que los padres
puedan tener a su hijo en brazos para despedirlo.
Señor R
En 2007 me pidieron colaboración para un libro[62] sobre el duelo,
en el que interveníamos varios autores. Uno de ellos (Jorge Montoya)
estableció un decálogo para ayudar en los momentos de duelo, una vez
comunicada la mala noticia. En estos casos hemos creído conveniente
añadir algunas pautas más, pero nuestras recomendaciones van a basarse
en el decálogo antes citado.
Señor R
cada uno, como ya hemos visto, y la manera de expresar el dolor
puede ser distinta a la nuestra.
13. Estar atento a la presencia de reacciones anormales o distorsionadas
del duelo. Puede ver los indicadores en el último apartado de este
capítulo.
14. Durante el proceso y una vez alcanzada la recuperación, animar a
que se ponga en contacto y colabore en grupos de autoayuda, tanto
presenciales como virtuales. Eso les da la tranquilidad de sentir que
no son diferentes y que no están solos.
RUTH[63]
Señor R
periodo se intimidad tras el trance y otra que intentemos apartarlos
de la familia. Una mención especial merece la frase «no te
invitamos a la fiesta porque pensamos que no ibas a venir». El
doliente ya nos informará sobre si quiere venir o no. Lo mejor es
decirle: «Vamos a hacer una fiesta y estáis invitados; nos gustaría
mucho que asistierais, pero podemos entender que no os apetezca.
La decisión es vuestra».
8. Esperar que el doliente rehaga su vida cuando usted decida que ya
ha pasado un tiempo prudencial. El tiempo en cada uno es diferente.
Y ya hemos explicado en apartados anteriores que no es lo mismo el
tiempo transcurrido que el tiempo dedicado o «las recaídas» que nos
parece observar durante el año de las primeras veces.
9. Aguardar que los padres en duelo den el primer paso: «Cuando me
necesitéis me llamáis», «estaré en el pueblo, pero si queréis algo me
lo pedís». En esos momentos cuenta mucho la capacidad de tomar la
iniciativa, y una ayuda tan valiosa como usted se puede perder.
Mejor dé el primer paso: llámeles y ofrézcase para algo concreto
(«¿queréis que os traiga la compra?, ¿os venís a tomar un café?»), o
vaya a verles de cuando en cuando.
Señor R
Este capítulo no tiene por objeto hablar de lo que usted puede hacer por sí
mismo (mejor consulte los capítulos de M. Ángels Claramunt y de Mónica
Álvarez), sino dar ideas a las personas cercanas a usted en todo el proceso para
que puedan ayudarle. No obstante, permita que ellas también aporten su granito
de arena y no se cierre a la ayuda.
Señor R
NO OLVIDEMOS A LOS NIÑOS
Imagine por un momento que es un niño. Sus padres le acaban de explicar que
están esperando un hermanito e incluso ha visto cómo mamá presumía de
incipiente barriguita con papá.
Un buen día le llevan a dormir a casa de su tía, nadie le explica el porqué.
Cuando regresa a casa, la barriguita ha desaparecido, sus padres hablan bajito o
dejan de hacerlo cuando usted se acerca.
¿Qué piensa? Como mínimo, que han hecho desaparecer al bebé (y usted
tiene miedo, porque, hecho una vez, pueden repetirlo con usted). También
puede pasar que usted haya pedido explicaciones y que no se las hayan dado,
con lo que es posible pensar que lo que ha pasado es tan atroz que no se lo
quieren contar, o que han perdido la confianza en usted para explicarle cosas.
Sea como sea, nada bueno va a pensar.
Debemos aprender a enfrentarnos al tema de la muerte y el duelo en niños
para evitar errores como los ya explicados. En general, deberíamos evitar las
siguientes conductas y pensamientos:
1. No hablar con los niños o darles explicaciones, porque «total, son pequeños
y no se enteran de lo que pasa».
2. Hablar con metáforas e historias increíbles que en muchos casos no
aguantan el mínimo análisis infantil («tu hermanito ahora es un ángel», «tu
hermanito se ha ido al cielo y está mejor»). Los niños tienden a la fantasía
muchas veces, pero no son tontos.
3. Excluirle de la situación. En muchos casos se lleva al niño a vivir a otro
sitio mientras dura el proceso, y cuando vuelven queremos que, a pesar de
Señor R
tener una situación diferente de la que dejaron al marchar, no pregunten y
se adapten como si nada ocurriera.
Básicamente los pasos a seguir son los mismos que los explicados en los
adultos:
Que el menor esté informado cuanto antes de todo lo que sucede. La
mayoría de menores son grandes observadores y «saben» que algo pasa aunque
no sepan el qué. Esa inseguridad suele complicar el duelo y provocar el trauma.
Es mejor desvelar la intriga que mantenerla.
La persona que debe dar la mala noticia ha de ser alguien cercano al menor
(un padre, un tío, un maestro, etc.), con quien tenga una vinculación importante.
El papel de los profesionales será preparar a esa persona para que lo haga
adecuadamente siguiendo los puntos que vienen a continuación:
Señor R
sinceridad, teniendo en cuenta el vocabulario del menor, y también debe
consolar sus manifestaciones emocionales, pero sin interrumpirlas o
evitarlas (no deberíamos decirle «no llores», sino permitir la libre expresión
de tristeza en el menor).
4. Anticiparse y explicar lo que puede suceder tranquiliza al menor y siempre
da seguridad en momentos de crisis. Contarle cómo serán los próximos
días, su visita al hospital, cómo va a desarrollarse el funeral o decirle los
pasos que va a seguir toda la familia puede infundir tranquilidad en
momentos de inseguridad.
Señor R
Tics.
Accidentes frecuentes: caídas, fracturas…
Señor R
3. Abandone las ideas preconcebidas sobre muerte e infancia.
4. Dele la oportunidad de expresarse siempre que lo necesite.
5. Responda de forma sincera.
6. Deje que el niño sea parte activa (que asista al funeral, que elija flores, que
reorganice la casa).
7. Anímelo a hacer alguna actividad conjunta con los padres para superar el
trance (una cajita de recuerdos del hermanito, guardar objetos comprados
para el bebé).
8. Sea consciente de cuándo hay que buscar ayuda profesional.
Si quiere más ideas sobre cómo actuar con niños, lea el apartado
«Intervención psicológica en niños», porque se detallan técnicas psicológicas de
muy fácil aplicación por personas no expertas.
Señor R
INTERVENCIÓN PSICOLOGICA
Cuándo y cómo
Señor R
9. Pruebas complementarias: análisis, radiografías, electrocardiograma. Con
frecuencia aparece el miedo a la muerte al verla tan cerca y, a pesar del
deseo de morir, se tiene miedo de que ese dolor que se experimenta sea un
infarto o un cáncer, y conviene hacer una radiografía, un
electrocardiograma, una analítica… En el caso de los abortos se puede
llegar a pedir un exceso de pruebas médicas.
10. Detección de complicaciones y filtro del sistema. Debemos estar alerta ante
evoluciones de duelo perjudiciales, como estilos de afrontamiento
autolesivos (alcohol, tabaco), morbilidad asociada (fobias, estrés
postraumático), sospecha de duelo patológico (ausencia de duelo,
cronificación) y —si es preciso— derivarlos a salud mental.
1. Cuando en el entorno familiar y social del menor no hay nadie que quiera
asumir la tarea de darle la mala noticia.
2. A partir del primer mes ya debería haber superado las tres primeras tareas
del duelo (aceptar la pérdida, poder expresar emocionalmente la misma y
empezar a readaptarse al entorno en el que la persona no está). El resto
puede conllevar varios meses más. Si todavía no ha aceptado la pérdida se
ha de intervenir.
3. En el supuesto de que los trastornos y alteraciones, tanto físicos como
psicológicos, persistan de forma evidente durante más de 6 semanas, y si
van remitiendo esperar hasta 8 meses (puede consultarse el listado del
apartado sobre el papel de los padres).
4. Si presentan algunos de estos nuevos síntomas:
Señor R
claro el concepto de muerte (irreversibilidad, involuntariedad, no
funcionalidad, excepcionalidad).
4. Readaptarse al entorno en el que el bebé ya no está. El niño debe aprender a
vivir a pesar de la pérdida; eso no quiere decir que el niño vaya a adaptarse
con facilidad.
5. Colocar de nuevo a ese ser querido en la vida de uno mediante el recuerdo
no traumático y las conmemoraciones. En el momento en que el niño pueda
hablar de la persona fallecida por medio de recuerdos agradables o pueda
conmemorar el día de su deceso, es síntoma de que el duelo se ha elaborado
de forma correcta.
Señor R
5. Para colocar de nuevo a ese ser querido en la vida de uno, mediante el
recuerdo no traumático y las conmemoraciones:
Usar fotos, vídeos caseros y libros de recuerdos para comentar con el
niño.
Repetir el visionado de películas que había visto con el fallecido en el
cine o en la tele.
Conmemorar el primer aniversario de la ausencia.
Hacer algo creativo a raíz de la pérdida (un collage de fotos, escribir
un relato, un poema, hacer un dibujo).
Recoger en una cajita recuerdos de esa persona.
Animarle a organizar un homenaje personal.
Dejar una foto del bebé (si ya había nacido) al lado de la cama.
Señor R
IV
Emilio Santos
Señor R
INTRODUCCIÓN
Señor R
¿A QUÉ EDAD GESTACIONAL UN FETO HABRÍA SIDO VIABLE?
Esta cuestión se considera muy relevante desde el punto de vista moral y legal,
pero no es fácil de responder; está sujeta a diversas consideraciones.
La primera consideración a tener en cuenta es el concepto de «viabilidad».
En principio, significa simplemente que el feto es capaz de nacer vivo,
independientemente de cuánto tiempo esté vivo tras nacer o del tipo y gravedad
de los problemas médicos y discapacidades que padecerá.
La palabra viabilidad viene de la palabra francesa vie, que significa «capaz
de vivir», y en algunos casos se ha sugerido que no sólo se debe considerar la
posibilidad de que el feto sea capaz de nacer vivo, sino que, además de
sobrevivir, tenga una vida satisfactoria. Este concepto, entre otras cosas,
probablemente implica que el bebé tenga posibilidades de sobrevivir como
mínimo por un periodo de tiempo razonable.
Aunque es muy útil señalar una edad gestacional específica como límite de
viabilidad, es importante también tener en cuenta que la edad gestacional no es
el único factor que afecta las posibilidades de que un feto sea considerado como
viable. Ejemplos de estos otros factores son el peso al nacer, si se trataba de un
embarazo múltiple y el sexo del feto. Por tanto, la definición de viabilidad fetal
es muy compleja.
La segunda consideración es que, en la actualidad, la supervivencia de
bebés prematuros ha mejorado gracias a los avances en la tecnología médica y
la evolución en los cuidados en unidades de neonatología especializadas;
ejemplos son el uso de corticosteroides para forzar la maduración pulmonar de
un feto próximo a nacer prematuro, la ventilación mecánica y el uso de
surfactantes exógenos.
Señor R
El concepto de viabilidad del feto es de gran importancia, ya que es el
marcador usado por la ley para decidir el límite legal del aborto; este límite
varía dependiendo de las leyes de cada país. La ley española ha fijado el límite
en las 22 semanas de gestación, basándose en la existencia de algunos casos de
bebés «supervivientes» nacidos a esta edad gestacional; pero este número es
realmente escaso, hasta el punto de que tales supervivientes podrían
considerarse anecdóticos, muchos de ellos con secuelas físicas y
neuropsicológicas graves. En Inglaterra la ley aumenta este límite hasta las 24
semanas, basándose en que los bebés nacidos entre las 22 y las 24 semanas
tienen muy pocas posibilidades de sobrevivir y si lo hacen, tienen un riesgo
muy alto de sufrir graves secuelas. En países donde el límite legal es 24
semanas, la ecografía del segundo trimestre se hace a las 22-23 semanas, para
que dé tiempo a realizar un aborto legal en casos de malformaciones. En países,
como España, donde el límite legal es a las 22, la ecografía del segundo
trimestre se realiza a las 20-21 semanas. Algunos ginecólogos ecografistas en
España defienden el límite legal de 24 semanas, basándose en el hecho de que
la ecografía del segundo trimestre a las 22-23 semanas arroja mucha mayor
precisión anatómica que a las 20-21 semanas.
Señor R
CLASIFICACIÓN DE PERDIDAS DE EMBARAZO SEGÚN LA EDAD
GESTACIONAL
Aborto es la pérdida del embarazo antes de que sea viable. Se considera que con
certeza es no viable cuando no alcanza las 20 semanas de embarazo. Entre las
20 y las 24 es «probablemente inviable». Para que se llame aborto, cuando ha
nacido ha de pesar menos de 500 gramos. Se llama aborto precoz el del primer
trimestre (muerte de un embrión) y tardío, el del segundo trimestre (muerte de
un feto, desde las 13 semanas).
Señor R
Señor R
FORMAS DE PRESENTARSE UN ABORTO ESPONTANEO
1. Amenaza de aborto
Definición: es un estado que sugiere que se podría presentar un aborto
espontáneo. Por tanto, se denomina amenaza de aborto a todo sangrado vaginal
antes de la semana 20 del embarazo.
Síntomas: sangrado vaginal antes de cumplir 20 semanas de embarazo. Dolor
abdominal (contracciones de leve intensidad). El orificio cervical interno está
cerrado, el cérvix blando y el tamaño uterino acorde con la edad gestacional.
Con el aborto espontáneo verdadero, típicamente se presenta dolor lumbar o
dolor abdominal (sordo o agudo, constante o intermitente) y se puede dar
expulsión de tejido o material con apariencia de coágulos a través de la vagina.
Tratamiento: la mayoría de estos embarazos llega a término con o sin
tratamiento. El aborto espontáneo ocurre en sólo un pequeño porcentaje de
mujeres que tiene este tipo de sangrado vaginal durante el embarazo. Muchos
ginecólogos recomiendan el reposo en cama o el reposo pélvico (abstenerse de
relaciones sexuales, duchas vaginales, uso de tampones), aunque no hay
evidencia que muestre que esto realmente reduzca la tasa de abortos
espontáneos. Es conveniente el reposo emocional (evitar el estrés).
Algunos ginecólogos recomiendan el uso de progesterona, aunque es
controvertido. La progesterona podría ayudar a relajar los músculos lisos,
incluyendo el del útero, pero también podría aumentar el riesgo de un aborto
incompleto o de un embarazo anormal. A menos que haya una insuficiencia
luteínica, no se debe usar la progesterona.
Señor R
Pronóstico: bueno cuando el embarazo continúa normalmente y desaparecen
todos los síntomas. Complicaciones posibles: anemia, infección, pérdida de
sangre moderada o severa, aborto espontáneo.
2. Aborto inevitable
Definición: es un aborto espontáneo que ya no se puede detener.
Síntomas: dolores cólicos en la parte baja del abdomen (contracciones uterinas)
y sangrado uterino. El tamaño uterino es acorde con la edad gestacional, el
cuello uterino está ya dilatado (el orificio cervical interno es mayor de 8
milímetros) y el material fetal o placentario ya puede haber salido del cuerpo.
3. Aborto incompleto
Definición: en un aborto incompleto, partes del feto o del material placentario
permanecen dentro del útero.
Síntomas: entre otros, sangrado vaginal, dolores de tipo cólico en la parte baja
del abdomen (contracciones) y eliminación de tejido trofoblástico o
embrionario. El orificio cervical interno está abierto y el tamaño uterino es más
pequeño de lo esperado para la edad gestacional. Mediante ecografía abdominal
o vaginal se puede confirmar el contenido uterino.
Tratamiento: si no se soluciona en pocos días o si persiste el sangrado vaginal
debe realizarse un legrado para vaciar el útero.
4. Aborto completo
Definición: es un aborto en el cual todo el feto y la placenta han salido del útero
por completo. No necesita ayuda médica.
Síntomas: ha habido sangrado, contracciones uterinas y eliminación de tejido
embrionario, que han disminuido o cesado. El orificio cervical, mediante la
exploración, se palpa ya cerrado, y el tamaño uterino es menor del esperado
para la edad gestacional. Mediante ecografía vaginal o abdominal se puede
confirmar que el útero está vacío.
5. Aborto retenido
Definición: embrión o feto muerto y retenido en cavidad uterina.
Señor R
Síntomas: hay síntomas de embarazo, con un tamaño uterino más pequeño de lo
esperado para la edad gestacional. En la exploración vaginal, el cuello del útero
se palpa cerrado. El método diagnóstico es la ecografía. Si el desarrollo del
embrión es demasiado pequeño para que la ausencia de latido cardíaco sea
significativa, una solución es esperar unas 2 semanas y repetir la ecografía.
Señor R
FACTORES DE RIESGO DE PERDIDA DE EMBARAZO
Hay toda una serie de factores que aumentan la probabilidad de un aborto. Por
ejemplo, pierden más embarazos las portadoras de embarazo gemelar que las de
embarazo simple; pierden más embarazos las mujeres mayores de 35 años que
las menores; pierden más embarazos las mujeres con condiciones médicas
específicas, especialmente diabetes, hipertensión y trombofilia; pierden más
embarazos las mujeres que tienen antecedentes de complicaciones en un parto,
las fumadoras, las obesas, las que viven en zonas de privación social, y las
madres procedentes de grupos de minorías étnicas.
El momento de las pérdidas varía, y está relacionado con la causa de la
muerte. Por ejemplo, los huevos hueros suelen tener una causa genética. Sin
embargo, el 70 por ciento de las causas de muertes fetales se clasifican como
inexplicables.
Señor R
PROBABILIDAD DE QUE ABORTOS CONSECUTIVOS SEAN DE LA
MISMA CAUSA
Señor R
PRINCIPALES CAUSAS DE MUERTE
1. Anomalías genéticas
2. Anomalías endocrinas
a. Deficiencia de progesterona
b. Hiperandrogenismo
3. Separaciones corioamnioníticas
4. Anomalías inmunológicas
Señor R
Corea gravítico.
Trombosis arterial y venosa.
Accidentes cerebrovasculares transitorios.
Migrañas.
a. Sinequias uterinas
Señor R
c. Exposición intrauterina a Dietilestilbestrol (DES)
1. Infección
2. Insuficiencia cervical
Señor R
Esto significa que el cuello del útero de la mujer (cérvix) es muy
débil y comienza a dilatar y abrirse demasiado pronto durante el
embarazo. Puede causar el aborto espontáneo o el nacimiento de un
infante prematuro. Esta condición puede haber resultado de un daño
cervical previo o ser debida a malformaciones uterinas congénitas.
En la mayoría de los casos la mujer no siente ningún síntoma, el
cuello del útero se va dilatando sin que la afectada lo note. A veces
se produce un poco de sangrado, pero cuando esto pasa,
normalmente, es demasiado tarde para parar el parto pretérmino.
Una mujer que ha sufrido un aborto espontáneo en el segundo
trimestre debido a una insuficiencia cervical tiene un riesgo muy
elevado de que le vuelva a ocurrir en su siguiente embarazo, por eso
debería asegurarse de consultar a un especialista en embarazos de
alto riesgo lo antes posible en su próximo embarazo, idealmente
antes de la concepción. El médico le aconsejará tener frecuentes
revisiones antenatales para monitorizar el cuello del útero a través
de ecografía vaginal. También le recomendará que evite hacer
ejercicio físico intenso o mantener relaciones sexuales.
Síntomas y signos
Tratamiento
Señor R
El cerclaje cervical entre las 12 y 16 semanas es una intervención
que se realiza en gestaciones con riesgo a aborto o parto prematuro
debido a «incompetencia cervical». Consiste en colocar una cinta o
hilo alrededor del orificio cervical y mediante su anudación se
produce una reducción de la amplitud del mismo. La técnica actual
más utilizada es la de McDonald.
Tratar las complicaciones: corioamnionitis (infección grave de las
membranas placentarias) y RPM (ruptura prematura de membranas).
Antibioticoterapia (tratamiento con antibióticos).
2. Diabetes severa
Señor R
La proporción de muertes fetales entre las semanas 20 y 28 se ve
multiplicada por 2,5 en mujeres con diabetes tipo 2, en comparación
con la población no diabética. Las diabéticas con niveles elevados
de glucemia y de hemoglobina glicosilada en periodo
periconcepcional tienen un riesgo entre 3 y 4 veces mayor de aborto
espontáneo en el primer trimestre. En tanto las diabéticas con un
buen control metabólico tienen riesgo similar a controles (J. I. Mills
et al., N Engl J Med, 1988. 319: 1617-1623).
5. Otras causas
Señor R
ABORTOS RECURRENTES
Señor R
Dada la importancia de la muerte fetal en nuestra sociedad y el impacto que
ello supone, parece razonable realizar un estudio lo más detallado posible,
orientado prioritariamente al análisis de las causas más frecuentes, así como de
las causas evitables. En la medida de lo posible, debemos intentar dilucidar el
origen de la muerte, catalogando la causa como cierta, probable o posible.
Igualmente debemos valorar hasta qué punto puede evitarse la misma para
mejorar la asistencia en casos similares y poder asesorar a la gestante ante
futuras gestaciones.
Al ingreso de la gestante se realizará:
Una anamnesis sobre antecedentes familiares, personales y obstétricos. Esta
anamnesis tiene que ser detallada y orientada a detectar posibles causas de
muerte o factores de riesgo para la misma. Los datos deben quedar claramente
reflejados en la historia clínica. Aunque no existe unanimidad en cuanto a las
condiciones a tener en cuenta, sí parece haber acuerdo en los puntos que se
exponen a continuación.
Señor R
1. Antecedentes familiares: se debe preguntar por enfermedades heredo-
familiares, abortos recurrentes, defectos congénitos, cromosomopatías,
enfermedad tromboembólica, familiares con algún tipo de retraso mental y
casos de consanguinidad.
2. Antecedentes personales: se deben recoger toxicomanías, tabaquismo,
diabetes, hipertensión, anemia grave, trombofilia, epilepsia, enfermedad
tromboembólica, neuropatías, enfermedades autoinmunes, enfermedades
tiroideas o cardiopatías congénitas.
3. Historia obstétrica: se tendrá en cuenta la pérdida gestacional o retraso de
crecimiento intraútero en gestación previa, el mal control gestacional,
gestación múltiple, diabetes, estados hipertensivos del embarazo, retraso de
crecimiento intraútero, feto macrosómico, infección, colestasis gravídica,
defectos congénitos, cromosomopatías, traumatismo abdominal, parto
pretérmino, rotura prematura de membranas, desprendimiento de placenta o
hemorragia feto-materna durante la gestación actual.
4. Factores de riesgo a considerar: edad materna avanzada, nuliparidad,
paridad mayor o igual a tres, obesidad antes de la gestación definida como
un IMC>25, clase socioeconómica baja o las infecciones del tracto genital
(9,13).
Señor R
número de plaquetas por causa relacionada con el sistema inmunológico.
Cariotipo a ambos progenitores. Es el estudio de los cromosomas. Sólo se
realizará en caso de abortos de repetición o cuando fetos o recién nacidos
previos o el actual tengan algún defecto congénito.
Electroforesis de hemoglobina. Sólo en caso de feto hidrópico, madre
anémica o sospecha de talasemia alfa.
Prevención
1. No fumar
Fumar durante el embarazo está asociado con un mayor porcentaje
de muerte fetal, ya que su crecimiento y desarrollo se ven afectados,
y hay una mayor incidencia de problemas de salud y bienestar.
Nunca es tarde para dejar de fumar. Hay tratamientos psicológicos
eficaces, como la hipnosis. Los que viven a tu alrededor también
deberían dejarlo.
2. Evitar el estrés
El organismo tiene mecanismos por los cuales prioriza sus
actividades. Estrés en la naturaleza es sinónimo de riesgo de
muerte. Ante situaciones ambientales estresantes el sistema
neurohormonal del cuerpo de la mujer favorece otras actividades
Señor R
frente a las actividades reproductivas y es más fácil que se produzca
una pérdida de embarazo.
6. Evitar infecciones
Bacterias como la listeria, salmonela y toxoplasmosis incrementan
el riesgo de muerte fetal anteparto. Para evitar la posibilidad de
tener estas infecciones se deben seguir de forma más estricta que en
otros periodos las normas higiénicas con la alimentación.
Señor R
En ellos se monitoriza el progreso del embarazo (análisis de orina y
sangre, tensión arterial, ecografías, medidas del peso estimado del
bebé) y si se presenta algún problema garantizarán que recibas el
cuidado que necesitas. Algunos estudios muestran que las mujeres
que reciben atención prenatal tienen mejores resultados en sus
embarazos, para ellas mismas y para sus bebés.
Señor R
ABORDAJE DE LAS PERDIDAS EN EL PRIMER TRIMESTRE[73]
Toda mujer que en el primer trimestre tenga síntomas como sangrado o dolor
abdominal o que haya presentado salida de coágulos de sangre o tejido por la
vagina debe notificárselo a su doctor porque tiene posibilidades de perder el
embarazo. Lo triste es que no hay nada que la mujer o el doctor puedan hacer
para prevenir el aborto una vez que se dan los síntomas, y aunque algunos
médicos y matronas recomiendan reposo en cama, no está comprobado que esto
ayude a prevenir el aborto. Hay quien aconseja comenzar a tomar suplementos
de progesterona en cuanto comienzan los síntomas, lo cual, sin embargo,
tampoco ha demostrado científicamente su utilidad. La mayoría de los
profesionales aconsejan limitar la actividad física y abstenerse de mantener
relaciones sexuales o de hacer ejercicio extenuante, si bien no hay demostración
científica de que estas limitaciones tengan efecto. Posiblemente, más que
limitaciones al estrés físico, lo que pueda tener algún efecto positivo son las
limitaciones al estrés emocional. Es probable que sea, incluso, dañino en la
amenaza de aborto un reposo en cama si este reposo va a conllevar un estado
emocional alterado.
El médico debe valorar si hay sospecha de posibilidad de gestación
ectópica, en cuyo caso es preciso, para el diagnóstico, realizar ecografía
transvaginal y, si en ésta no se detecta el embrión, análisis de los niveles de la
hormona HCG en sangre.
Para las mujeres con Rh negativo se recomienda que reciban
inmunoglobulina anti-D en circunstancias de embarazo ectópico, aborto con o
sin legrado e incluso en situación de amenaza de aborto.
Hasta hace poco, la mayoría de las mujeres eran sometidas a una evacuación
Señor R
uterina quirúrgica. En la actualidad, con los avances tecnológicos en las
técnicas de diagnóstico y tratamiento, y teniendo en cuenta las secuelas
psicológicas asociadas con estas intervenciones, el tratamiento está cambiando.
Lo ideal es que estas mujeres sean tratadas por profesionales especializados en
embarazo, pero evitando el ingreso en hospital (lo cual se podría conseguir en
un 40 por ciento de los casos).
Las mujeres que han sufrido una pérdida del embarazo en las primeras 12
semanas tienen a su disposición tres opciones terapéuticas: expectante, médica
y quirúrgica. La mujer debe ser informada de en qué consiste cada una de estas
opciones y siempre que no existan contraindicaciones específicas en su historia
clínica, debe ser capaz de elegir el tratamiento que ella prefiera. Está
demostrado que las mujeres que eligen su tipo de tratamiento tienen, en general,
una mayor calidad de vida relacionada con la salud.
Señor R
ABORDAJE DE LAS PERDIDAS EN EL SEGUNDO Y TERCER
TRIMESTRES
Al igual que en las pérdidas del primer trimestre, existen tres opciones de
tratamiento: el tratamiento quirúrgico (en este caso, la cesárea, que debe quedar
relegada para casos excepcionales), el tratamiento médico (inducción del parto)
y el tratamiento expectante. Se describen a continuación las indicaciones y las
ventajas e inconvenientes de cada opción.
Una vez que se ha diagnosticado la muerte fetal, la madre tiene la opción de
esperar a ponerse de parto de forma natural o decidir que el parto sea inducido.
Cuando se decide inducir el parto, se hace para evitar las complicaciones. La
principal complicación que puede llegar a aparecer como consecuencia de la
retención de un feto muerto es la alteración de la coagulación sanguínea, que se
detecta, mediante analíticas, en forma de trombocitopenia, hipofibrinogenemia
o aumento de los productos de la degradación del fibrinógeno. La probabilidad
de que se produzca una alteración de la coagulación se relaciona con la
duración de la retención del feto muerto en el útero. Para dar cifras, pueden
presentar alteración de la coagulación una de cada cuatro mujeres con retención
de feto muerto de más de 4 semanas. Las complicaciones de otro tipo son poco
frecuentes.
El American College of Obstetricians and Gynecologists considera que la
actitud expectante es la ideal en un principio, si es lo que la mujer prefiere. En
los primeros 14 días se habrán puesto de parto un 75 por ciento, y en los
primeros 20 días se habrán puesto de parto el 9 por ciento.
Cuando se decide abordaje expectante, se debe realizar una analítica para
controlar pruebas de coagulación (fibrinógeno, tiempo de protrombina,
Señor R
productos de degradación de fibrinógeno) y signos de infección (hemograma y
PCR). Este control se ha de repetir, como mínimo, semanalmente. La
temperatura se debe controlar diariamente.
Pasados estos 14-20 días (como máximo 4 semanas), es conveniente inducir
el parto si el feto está en situación longitudinal (con presentación de cabeza o de
nalgas). En casos de situación transversa, antes de la inducción se debe valorar
la posibilidad de una versión externa, teniendo en cuenta que en este caso no
existen los riesgos fetales de los casos de feto vivo.
Se debe realizar una inducción si la mujer lo desea, si su estado emocional
lo requiere o si aparecen signos de infección o de alteración de coagulación. Se
debe realizar una extracción inmediata si hay un descenso marcado del
fibrinógeno, por debajo de 100 mg/100 ml.
En la inducción del parto, cuando el índice de Bishop es favorable se debe
optar por la oxitocina intravenosa (ver protocolo de inducción del parto).
Cuando el cuello no está maduro, el fármaco de elección son las
prostaglandinas. Tradicionalmente se ha utilizado la E2. El misoprostol presenta
una eficacia superior y se puede administrar por vía oral o vaginal. Esta última
forma tiene menos efectos secundarios y acorta el tiempo hasta el parto.
Aunque existen diferentes pautas, todas ellas con una efectividad similar, en
general suelen tener en cuenta el tamaño uterino o la edad de gestación:
Señor R
ABORDAJE PSICOLÓGICO (COMO DEBEN ACTUAR LOS
PROFESIONALES EN LA ASISTENCIA AL PARTO PARA AYUDAR
A SOBRELLEVAR MEJOR EL DUELO)
La mujer que ha sido diagnosticada con una muerte fetal in útero, en estos
momentos, sentirá una mezcla de emociones: rabia, conmoción, confusión,
desengaño. La pregunta más importante es por qué ha muerto el bebé, y a veces
no puede ser respondida inmediatamente. En los casos en los que hay tiempo
hasta que el parto comience, aunque es duro, puede darse la posibilidad de que
piense sobre los próximos días, que serán tan importantes para su vida.
El personal del hospital debería explicar con claridad exactamente todo lo
relacionado con la medicación y cuáles son las opciones de analgesia a su
disposición. La mujer debe saber que en todo momento ella tiene el control
sobre su parto y puede desarrollar el plan de parto que ella prefiera. Éstos son
algunos de los asuntos sobre los que la mujer se puede plantear decidir:
Los padres que han sido afectados por la muerte de su bebé durante el
embarazo, o poco después, se ven enfrentados a un montón de decisiones en los
Señor R
instantes o días siguientes a la muerte. En estos momentos es comprensible que
ellos encuentren muy duro asumir la realidad de lo que está pasando y que no
sepan lo que hacer. Pero la memoria del corto tiempo que van a tener con su
bebé para despedirse es muy importante para el resto de la vida. Todas las
decisiones que deberán afrontar son muy personales; no hay nada correcto ni
incorrecto y nadie puede decirles lo que es mejor para ellos.
Es conveniente tomarse su tiempo y recordar que los profesionales que les
atienden están ahí para hablar en detalle de todas estas decisiones.
Muchos padres han percibido que el hecho de sujetar a su bebé les ha servido
para confortarles en unos momentos de intenso shock. Pero cada persona es
diferente y tiene que encontrar lo que es mejor para sí misma. Esto también es
válido para otros miembros de la familia, como sus hermanos/as o abuelos. Al
dejarles sujetar al bebé se les puede ayudar a que sea más fácil superar la
pérdida.
Los padres pueden elegir vestir y bañar al bebé ellos mismos, e incluso dejar un
muñeco o foto junto al pequeño.
De esta manera su existencia se hace más real, tanto para los padres como para
el resto de sus familiares y amigos. Incluso pueden hacer que el bebé sea
bendecido si es lo que desean. Si ya tenía elegido un nombre para el bebé,
probablemente es mejor que usen ese nombre y que no lo guarden para otro hijo
en el futuro. Es recomendable que, en la mente de todos, este bebé tenga su
propia identidad. Lo contrario puede llevar a un deseo de sustituirlo. Un error
Señor R
habitual de los padres es tratar de reemplazarlo y poner al siguiente el nombre
que deseaban para éste. Es un error, porque, de alguna forma, está
predisponiendo al nuevo a tener que llenar un hueco o suplir unas expectativas.
Esto no quiere decir que, por el contrario, no se deba respetar el deseo de
muchos padres de no poner nombre a este bebé.
Crear memorias
Recuerdos
Muchos padres perciben que guardar recuerdos del bebé que puedan ver y tocar
les ayuda en su duelo. Ejemplos de recuerdos que se pueden guardar son:
pulsera de identificación, un mechón de pelo, huellas de las manos y pies, la
manta en la que estuvo envuelto, las medidas de peso y longitud, una foto de
ecografía, las tarjetas de las flores que recibió. Algunos hospitales tienen libros
de memorias diseñados especialmente para guardar este tipo de cosas.
Señor R
Tener una copia de la historia clínica del embarazo/parto
Señor R
PRINCIPIOS PARA EL CUIDADO DE PERSONAS AFECTADAS POR
MUERTE FETAL[74]
Señor R
considerarse igualmente.
8. Muchas de las pérdidas de bebés incluyen periodos de incertidumbre. Los
profesionales han de evitar dar esperanzas que puede que al final sean
falsas. Ellos deberían reconocer la dificultad de vivir con incertidumbre.
9. En aquellas situaciones en las que se tienen que tomar decisiones, se
debería dar a los padres toda la información que necesiten, y que sean
apoyados y animados a tomar sus propias decisiones acerca de lo que les va
a ocurrir a ellos y a su bebé.
10. Además de un buen apoyo emocional, las mujeres deberían recibir un
cuidado físico excelente, durante y después de la pérdida.
11. La mujer debería ser cuidada en el lugar que sea más apropiado,
dependiendo de a qué altura del embarazo se encuentra y el tipo de pérdida
que está experimentando.
12. La mujer y su pareja deberían ser cuidadas siempre por profesionales que
han sido especialmente formados para afrontar no sólo su cuidado clínico y
sus necesidades físicas, sino también sus necesidades emocionales.
13. Los padres de aquellos bebés que han muerto en el segundo o tercer
trimestre deberían tener la oportunidad de crear memorias. Sus puntos de
vista y deseos deben ser respetados.
14. Los cuerpos de los bebés y restos fetales han de ser tratados con respeto en
todo momento: deberían existir medios para que se pueda celebrar un
funeral respetuoso o cualquier tipo de ritual que los padres deseen. Los
rituales son procesos de despedida que en muchos casos ayudan a vivir un
duelo.
15. La transferencia del cuidado del hospital a cuidados primarios debería
asegurar una continuidad de la atención y el apoyo.
16. El apoyo continuado es una parte esencial del cuidado, y debería estar al
alcance de todos aquellos que lo deseen, sin tomar en cuenta el tiempo
transcurrido desde la muerte o el tipo de pérdida que se experimentó. El
apoyo debería continuar estando al alcance de todas las mujeres y sus
parejas durante su siguiente embarazo y después del nacimiento de otro
Señor R
bebé.
17. Todos los profesionales que se encargan del cuidado de los padres durante o
después de la pérdida deberían tener la oportunidad de mejorar su
conocimiento y habilidad, y tendrían que tener acceso a un buen apoyo para
sí mismos.
Si un amigo o familiar ha sufrido un aborto, hay mucho que se puede hacer para
ayudar tanto a la mujer como a su pareja. En primer lugar, hacerles saber lo
mucho que sientes su pérdida es lo más amable que puedes hacer. Otra buena
sugerencia es hacerles saber que estás disponible para ayudarles y escucharles
es otra buena sugerencia. La mayoría de las mujeres que han sufrido un aborto
encuentran una o las dos sugerencias adecuadas y de ayuda.
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros nos sentimos incómodos cuando
nos enfrentamos a un amigo que está sufriendo emocionalmente y nos vemos
obligados a decir algo más. La pena es que lo que intentamos decir en
situaciones tan sensibles puede que no sea bien recibido y que estemos diciendo
algo hiriente e insensible como «el bebé habría salido deformado de todas
formas», «debe ser un castigo por algo malo que has hecho», «puedes tener otro
pronto», o «¿cómo puedes estar tan triste si estabas tan poco embarazada?». Da
igual cuánto llevaran de embarazo, muchas mujeres sufren tanto por la pérdida
de un bebé en el primer trimestre como por un bebé nacido muerto o que
hubiera muerto meses o años después de nacer. El duelo es muy personal, y
amigos, familiares y allegados deberían tratar de ser amables y ayudar durante
este proceso tan difícil.
Señor R
EN CASO DE ABORTO, ¿CUÁNTO ESPERAR PARA UN NUEVO
EMBARAZO?
Señor R
CÓMO OPTIMIZAR LA PROBABILIDAD DE QUEDAR
EMBARAZADA DE NUEVO
Quedar embarazada de nuevo nunca debe ser una terapia para superar un duelo
tras la pérdida de un bebé. El bebé perdido debe tener su sitio independiente en
el «corazón» de las personas que lo querían. Sólo se debe buscar un nuevo
embarazo cuando de verdad se desee un nuevo ser, nunca para sustituir a otro
ser aunque éste tuviera una vida sólo intrauterina.
Toda mujer debería conocer su ciclo, ya que es la clave para entender su
ritmo y su fertilidad. Es importante comprender lo que está sucediendo en cada
etapa del mes: reconocer los cambios físicos, hormonales y emocionales para
familiarizarse con el ciclo y, así, reconocer y aprovechar al máximo su periodo
fértil.
Señor R
EL CICLO MENSTRUAL: UN EQUILIBRIO PERFECTO
Fase folicular
El primer día de la regla inicia esta fase folicular. En este momento, a la vez de
la regla, comienza la maduración de un ovocito para la próxima ovulación.
Fase luteínica
Todos estos métodos pueden utilizarse tanto para aumentar las probabilidades
de concebir como para disminuirlas.
Señor R
1. Método de Ogino-Knauss
El método natural más antiguo que se conoce es el Ogino-Knauss, método del
ritmo o calendario, que permite obtener, mediante cálculos matemáticos, los
días de fertilidad de la pareja, teniendo en cuenta que la mujer ovula sólo una
vez al mes a los 14 días antes de la próxima menstruación, que el óvulo vive 48
horas después de la ovulación y el espermatozoide 72 horas después de la
eyaculación.
Cuando los ciclos son regulares el método es útil, pero, dadas las frecuentes
irregularidades, el método tiene numerosos fallos que generalmente se producen
porque el tiempo entre la menstruación anterior y la ovulación depende de la
hipófisis, y ella a su vez del hipotálamo, y éste de la corteza cerebral, de manera
que cualquier estrés es capaz de hacer que la ovulación se atrase o adelante, no
así la segunda fase del ciclo, que casi siempre es regular para cada mujer en
aproximadamente 2 semanas entre la ovulación y la siguiente menstruación.
Los cálculos se hacen tomando en cuenta los 12 ciclos anteriores, se restan 19
días al ciclo más corto y 11 al más largo. Sería la fórmula C - 19 y L - 11. Por
ejemplo, supongamos que los 12 ciclos anteriores fueron de 28, 27, 31, 32, 28,
30, 29, 32, 30, 28, 32 y 28 días. El más corto es de 27 días y el más largo de 32.
Entonces tenemos 27-19 = 8 y 32-11 = 21; de forma que por este método la
pareja podría ser fértil del día 8 al 21 y si desea posponer el embarazo puede
tener relaciones desde el primer día de la menstruación hasta el 8º; a partir del
8º debe guardar abstinencia sexual hasta el día 21, a partir del cual puede
reanudar las relaciones.
5. Método sintotérmico
El método sintotérmico es la combinación de varios métodos para la
determinación fisiológica de la ovulación; combina el cálculo pre-ovular del
Ogino, los cambios del moco cervical del método Billings, el registro de la
Señor R
temperatura basal, la autopalpación del cuello y el dolor intermenstrual de la
ovulación. Se puede utilizar la combinación de todos estos métodos o sólo
algunos de ellos. Cuando se desea posponer el embarazo, se toma para
comenzar la abstinencia el primero de los signos o cálculos de fertilidad que
aparezca, y se termina la abstinencia el último día del último método.
Requiere un aprendizaje previo para reconocer bien las características de las
señales, interpretarlas y utilizarlas.
El método sintotérmico permite a la pareja conocer el cuerpo y biorritmo de la
mujer y mejora extraordinariamente la sexualidad. Es un buen método para
optimizar la fertilidad, y su uso permite también descubrir alteraciones que
influyen en la capacidad reproductiva. Es, además, un buen método
anticonceptivo, altamente eficaz cuando se aprende y sigue bien. Para ello es
necesario un mínimo de un año de gráficas y debe ser seguido por un
profesional familiarizado, que enseñará a valorar cada señal.
Cuando se aprende en el primer mes de observación, se recomienda no tener
relaciones sexuales, especialmente para la observación del moco, ya que puede
haber cambios en su aspecto al estar presente el semen.
Señor R
LA GRÁFICA
La temperatura basal
Se toma y se anota en la gráfica todos los días, aunque los 4-5 primeros días
puede evitarse. La temperatura debe tomarse antes de levantarse de la cama y
en reposo, más o menos a la misma hora cada día. En el ano o en la vagina
durante 3 minutos, o en la boca 5 minutos con termómetro rectal ordinario. Si
hay pocas oscilaciones es mejor uno de temperatura basal. Cuando se trabaja de
noche se tomará después del mayor descanso y se diferenciará con una señal de
los días que se duerme normalmente. En general, las temperaturas tras la regla
son bajas y las temperaturas tras la ovulación son altas.
a. Línea basal
Señor R
Separa las temperaturas observadas tras la regla, que forman el nivel
bajo, de las observadas tras la ovulación, que constituyen el nivel alto.
Unas secreciones cervicales sanas son vitales para la fertilidad. Son el mejor
Señor R
indicador corporal de que estás a punto de ovular. Las hormonas, las
fluctuaciones de estrógeno producen cambios sutiles en su apariencia: textura,
color, cantidad, viscosidad y tacto a lo largo del ciclo.
Fisiología
El cuello del útero está formado por una mucosa que segrega moco cervical. La
fluctuación del nivel hormonal produce cambios en el moco cervical. El cérvix
responde al incremento de estrógeno abriendo las glándulas del canal cervical
para liberar el moco.
Autopalpación cervical
El cuello uterino se palpa por las noches, los días que no hay menstruación.
Es importante la higiene: hay que hacerlo después de haberse lavado bien
las manos y las uñas. Se realiza en posición de pie, con un pie sobre un
taburete, introduciendo los dedos índice y medio en la vagina.
Señor R
Glosario
retenido: el cuerpo puede tardar hasta cuatro y cinco semanas en expulsar los
restos, de una manera fisiológica, tras la muerte del feto. A partir de aquí sí
sería un aborto retenido y habría que intervenir quirúrgicamente.
Señor R
Ambivalencia: (RAE) f. Psicol. Estado de ánimo, transitorio o permanente, en
el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos, como el amor y el
odio.
Amnios: también llamada bolsa de las aguas. Es una fina membrana que forma
una bolsa llena de líquido salino en cuyo seno el embrión o el feto está
protegido. Además de protegerlo contra golpes, el líquido amniótico permite al
feto moverse. Asimismo, el amnios permite que las sustancias de desecho
ingresen a la circulación materna para su excreción.
Anomalías
Bacteria: organismo vivo compuesto por una sola célula de pequeño tamaño.
Señor R
aerobia).
Cérvix: también llamado cuello del útero. Es la parte inferior del mismo, en
concreto los 3-4 cm inferiores. Mide unos 3 cm de diámetro y tiene un orificio
por donde fluye la menstruación y por donde penetran los espermatozoides.
Dicho orificio, habitualmente cerrado, se dilata hasta 10 cm para que salga el
bebé en el parto.
Señor R
Cuerpo lúteo (cuerpo amarillo): pequeña masa de color amarillo formada a
partir del folículo de De Graaf. Aparece en el ovario después de la ovulación,
durante la cual se genera una serie de hormonas, en concreto estrógenos y
progesterona. En caso de embarazo, el cuerpo lúteo crece hasta el comienzo del
tercer mes de gestación, mantiene su función de producción hormonal y
posteriormente va desapareciendo lentamente. Si el óvulo no es fecundado, el
cuerpo lúteo desaparece y la consiguiente disminución de la producción
hormonal desencadena la menstruación.
Dolor
Señor R
agudo: es el dolor que dura poco tiempo, generalmente menos de dos semanas,
como un dolor de muelas o el que se da tras un golpe. Lo opuesto es un dolor
crónico.
Señor R
es la de alojar al cigoto o blastocito después de la fecundación, permitiendo su
implantación. Es el lugar donde se desarrolla la placenta y presenta alteraciones
cíclicas en sus glándulas y vasos sanguíneos durante el ciclo menstrual en
preparación para la implantación del embrión humano.
Endotelio vascular: tipo de epitelio de una sola capa de células, formado por
células endoteliales, que recubre el interior de todos los vasos sanguíneos,
incluido el corazón, donde se llama endocardio. El endotelio permite el
intercambio de nutrientes y desechos. El endotelio total del organismo humano
pesa casi 3,5 kilogramos. Sus células consumen gran cantidad de energía debido
a su activo metabolismo. La superficie de las células endoteliales está recubierta
de receptores que permiten al endotelio realizar múltiples funciones. Por ello, la
disfunción del endotelio es la responsable de numerosas enfermedades como la
arteriosclerosis, la hipertensión arterial, la sepsis, la trombosis, la vasculitis, y
algunos tipos de hemorragias.
Familia
extensa: los padres de ambos miembros de la pareja junto con sus hermanos,
cónyuges e hijos de los mismos.
reconstituida: la que consta de los miembros de la pareja más los hijos que
puedan tener de otras parejas anteriores.
Feto
Señor R
y glándulas suprarrenales. Los cordones hepáticos y la circulación hepática
están afectados por los islotes de eritropoyesis, y como consecuencia de esto
ocurre una obstrucción de la vena porta y de la vena umbilical que originan
hipertensión portal. Todo provoca interferencias en la función del hepatocito.
La producción de albúmina disminuye, lo cual repercute sobre la presión
coloidosmótica plasmática, que desciende y da lugar al desarrollo de edema
generalizado, ascitis, derrame pericárdico y pleural (anasarca).
macrosómico: bebé con un peso superior al percentil 95 del peso ideal para su
edad gestacional. En España, en bebés nacidos a término de unos 4000 g.
Señor R
Hemograma o biometría hemática o fórmula sanguínea: es uno de los
elementos diagnósticos básicos. Expresa el número, proporción y variaciones de
los elementos sanguíneos. Recoge el número de hematíes con sus valores
globulares, el recuento de leucocitos de diferentes tipos y su proporción, así
como el número de plaquetas.
Hipotálamo: zona del cerebro que forma parte del diencéfalo y se sitúa por
debajo del tálamo. Libera al menos nueve hormonas que actúan como
inhibidoras o estimulantes en la secreción de otras hormonas en la hipófisis
anterior, por lo que se puede decir que trabaja en conjunto con ésta. Suele
considerarse el centro integrador del sistema nervioso vegetativo o autónomo.
Señor R
Regula la homeostasis del organismo en conjunto con la hipófisis, por medio de
un sistema de retroalimentación negativo.
Señor R
I-legrado: término acuñado en el foro Superando un Aborto para designar los
legrados realizados por sistema sin necesidad real.
Involución del embarazo: tiempo desde que el embrión/feto muere hasta que
se inicia el parto fisiológico en el que van desapareciendo ciertas características
físicas del embarazo y sus molestias asociadas.
Memoria
Señor R
proporciona el programa según el cual las células actúan en cada momento y
según su categoría.
Mesénquima: tejido del embrión, de tipo conjuntivo laxo, con una abundante
matriz extracelular, y relativamente pocas células. Dará lugar a vasos
sanguíneos y órganos cardiovasculares, músculo liso, mesotelio, sistema
linfático y tejido conectivo. El mesénquima procede del mesodermo (la lámina
intermedia en el disco embrionario trilaminar) durante el desarrollo
embrionario.
Señor R
Ritual: acto poético y creativo, un paseo por el mundo simbólico y sagrado de
cada uno.
Saco
Síndrome
Subcoriónico: dícese cuando algo está situado debajo del corion. Suele
referirse a imágenes ecográficas. Por ejemplo, un hematoma subcoriónico es
una pequeña cantidad de sangre debajo de la membrana corion.
Señor R
Bibliografía
Señor R
2003.
—,Una mirada de amor: testimonio de una vida y una enseñanza, Sirpus,
Barcelona 2005.
—,La rueda de la vida, Zeta, Barcelona 2007.
Lambert, Joan Dahr, Los círculos de piedra, Ediciones B, Barcelona, 1997.
Liedloff, Jean, El concepto de continuum: en busca del bienestar perdido,
Ob Stare, Santa Cruz de Tenerife, 2006.
Lorente Gironella, Ferrán y Vilamitjana, Jordi, Propostes per a una liturgia
funeraria laica, Curbet CCG Edicions, Barcelona, 2001.
Luise, C., Jermy. K., Costello, G. et al, «Outcome of Expectant
Management of Spontaneous First Trimester Miscarriage: Observational
Study», British Medical Journal, 2002, 324, pp. 874-875.
Marina, José Antonio, Anatomía del miedo: un tratado sobre la valentía,
Anagrama, Barcelona, 2007.
Miller, J. F, et al., «Fetal Loss After Implantation: a Prospective Study»,
Lancet, 1980, 2, p. 554.
Monto ya Carrasquilla, J., «Aspectos incipientes y apuntes de farmacología
en el duelo», en Leila Nomen (coord.), Tratando el proceso del duelo y del
morir, Pirámide, Madrid, 2008, capítulo 4.
Neilson, J. P., Hickey, M. y Vázquez, J., «Medical Treatment for Early
Fetal Death (Less than 24 Weeks)», Cochrane Database of Systematic
Reviews, 2006, Issue 3. Art. No. CD002253. DOI: 10.1002/14651858.
CD002253. pub. 3.
Neimeyer, Robert A., Aprender de la pérdida, una guía para afrontar el
duelo, Paidós, Barcelona, 2002, p. 39.
Nielsen, S., Hahlin, M. y Platz-Christiansen, J., «Randomised Study
Comparing Expectant Management with Medical Management for First
Trimester Miscarriages», British Journal Obstet. Gynaecol., 106, pp. 804-807.
Nomen, Leila (coord.), Tratando… el proceso de duelo y de morir,
Pirámide, Madrid, 2008.
Northrup, Christiane, Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para
la salud física y emocional, Urano, Barcelona, 2003 (1ª ed. 1994).
Señor R
Núñez, Antonio, ¡Será mejor que lo cuentes!, Empresa Activa, Barcelona,
2007.
Odent, Michel, El bebé es un mamífero, Mandala, Madrid, 1990.
—,La cesárea, La Liebre de Marzo, Barcelona, 2006.
—,La cientificación del amor, Fundación Creavida, Buenos Aires, 2007.
—,Ecología Prenatal, Fundación Creavida, Buenos Aires, 2008.
Olza, Ibone y Lebrero, Enrique, Nacer por cesárea: evitar cesáreas
innecesarias, vivir cesáreas respetuosas, Granica, Barcelona, 2005.
O’Yeray, Joann, «El embarazo después de perder un bebé», Ob Stare. El
Mundo de la Maternidad, nº 9, 2003.
PALLAS, Carme, Antes de tiempo, nacer muy pequeño, Ex-Libris, Madrid,
2006.
Palus, Jacqueline, Un saludo de los niños del más allá, Vesica Piscis,
Granada, 2001.
Pinkola Estés, Clarissa, Mujeres que corren con los lobos, Círculo de
Lectores, Barcelona, 2002.
Punset, Eduardo, El viaje del amor. Las nuevas claves científicas, Círculo
de Lectores, Barcelona, 2007.
Rando, T. A., Treatment of Complicated Mourning, Research Press,
Champaign, 1993.
Rosen, Sidney (comp.), Mi voz irá contigo: los cuentos didácticos de Milton
H. Erickson, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1994.
Royal College of Obstetricians and Gynecologists, «Abordaje de la pérdida
temprana del embarazo», RCOG-Green top guideline, 2006, 25.
Ruiz Velez-Frías, Consuelo, Parir sin miedo, Ob Stare, Santa Cruz de
Tenerife, 2009.
Savage, Judith A, Duelo por las vidas no vividas. Estudio psicológico de los
problemas neonatales, Luciérnaga, Barcelona, 2000 (2ª ed., 1ª ed. 1992).
Schwiebert, Pat, Una memoria demasiado temprana: una guía para padres
sufriendo un aborto, Perinatal Loss, Portland, Oregón, 2001.
—y Kirk, Paul, Cuando hola significa adiós. Una guía para padres del niño
que fallece antes, durante el o poco después del parto. Perinatal Loss, Portland,
Señor R
Oregón, 2001 (3ª ed., 1ª ed., 1981).
Shinoda Bolen, Jean, Las diosas de cada mujer. Una nueva psicología
femenina, Kairós, Barcelona, 2002.
Silver, R. M., Varner, M. W., Reddy, U., Goldenberg, R., Pinar, H.,
Conway, D., et al., «Work-up of Stillbirth: a Review of Evidence», Am. f.
Obstet Gynecol, 2007, 196, pp. 433-444.
Smulders, Beatrijs y Croon, Mariel, Embarazo seguro, Medici, Barcelona,
2001.
Stossel, Pius, Myriam, ¿por qué lloras? Experiencias de mujeres tras el
aborto, Combel, Barcelona, 2004.
Uvnás-Moberg, Kerstin, Oxitocina, la hormona de la calma, el amor y la
sanación, Obelisco, Barcelona, 2009.
West, Zita, La guía definitiva de la fertilidad y la concepción, Pearson
Alhambra, Madrid, 2005.
Wilcox, A.J., et al., «Incidence of Early Loss of Pregnancy», The New
England Journal of Medicine, 1988, 319, pp. 189-194.
Señor R
Direcciones de interés
Señor R
Notas
Señor R
[1] Exposición Dona: un cos, una vida, inaugurada en Barcelona en el marco
del Programa Ciencia 2007, celebrado en el Fórum. <<
Señor R
[2] Curso sobre parto fisiológico, Barcelona, 2006, en el Programa de
Formación de Doulas. Profesor: Michel Odent, cirujano, obstetra, fundador del
Centro de Investigación sobre la Salud Primal de Londres, cuyo objetivo es
estudiar la correlación entre lo que ocurre durante el periodo primario y la salud
y comportamiento posterior en la vida. Sus valiosos aportes a la humanización
se han publicado en sus 10 libros, en 19 idiomas. <<
Señor R
[3] Consuelo Ruiz Vélez-Frías, Parir sin miedo, Ob Stare, Santa Cruz de
Tenerife, 2009. <<
Señor R
[4] Se refiere al foro Superando un Aborto,
http://groups.msn.com/superandounaborto. Los grupos msn han sido eliminados
a partir de febrero de 2009. La reubicación del foro Superando un Aborto es en
http://superandounaborto.foroactivo.com <<
Señor R
[5] Beatrijs Smulders y Mariel Croon, Embarazo seguro, Medici, Barcelona,
2001. <<
Señor R
[6] Para profundizar en el tema: www.umamanita.es, web que surgió en
memoria de la hija de sus autores, Uma, que nació sin vida el 30 de diciembre
de 2007. Su objetivo: aportar un poco de luz en este momento de oscuridad. <<
Señor R
[7] Claudia Carvajal, «Educando en la cultura de la vida desde la muerte
intrauterina», ponencia en el Congreso Internacional Próvida, septiembre de
2003. <<
Señor R
[8] Inglés: miscarriage/abortion, francés: fausse couche/avortement. <<
Señor R
[9] Patricia Hughes y Daniel Riordan, Dynamic Psychotherapy Explained,
Radcliffe Medical Press Ltd., Oxford, 1999. <<
Señor R
[10] Marcel Proust. Escritor francés (1871-1922), autor de la serie de siete
novelas En busca del tiempo perdido, una de las obras más destacadas e
influyentes de la literatura del siglo XX, a quien se le atribuyen reconocidas
frases célebres, como la destacada en el libro. <<
Señor R
[11] Asociación El Parto Es Nuestro (EPEN), www.elpartoesnuestro.es.
Asociación sin ánimo de lucro, formada por usuari@s y profesionales que
pretenden mejorar las condiciones de atención a madres e hij@s durante el
embarazo, parto y posparto en España. <<
Señor R
[12] Antonio Núñez, Será mejor que lo cuentes, Empresa Activa, Barcelona
2007. <<
Señor R
[13] «Petits amb llum», grupo de terapia presencial. Programa de Atención a la
Salud Sexual y Reproductiva (PASSIR). CAP Pare Claret y Hospital de la Valí
d’Hebron (Barcelona), http://www.petitsambllum.org <<
Señor R
[14] Francisca Fernández, «Atención al parto, todos tus derechos», El Mundo
de tu Bebé, nº 189, diciembre de 2008. <<
Señor R
[15] Según la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y Derechos
y Deberes en Materia de Información y Documentación Clínica, de noviembre
de 2002, conocida coloquialmente como «Ley de Autonomía del Paciente». <<
Señor R
[16] Carme Pallas, Antes de tiempo, nacer muy pequeño, Ex-Libris, Madrid,
2006. <<
Señor R
[17] Ibone Olza, psiquiatra infantil, autora junto con el ginecólogo Enrique
Lebrero de Nacer por cesárea, Granica, Barcelona, 2005. <<
Señor R
[18] La Genética al Alcance de Todos es una web divulgativa sin ánimo de
lucro sobre genética humana, creada en un intento de acercamiento entre la
población científica y la general, con la finalidad de difundir los avances y
conocimientos que se producen en este sector y la forma en que la población
puede beneficiarse de ellos, utilizando un lenguaje sencillo, claro, ameno y
fácilmente accesible (www.lagenetica.info). <<
Señor R
[19] Joann O’Yeray, «El embarazo después de perder un bebé», MPH, MS,
revista Ob Stare, El Mundo de la Maternidad, nº 9. <<
Señor R
[20] Cristina Silvente, psicóloga especialista en temas de embarazo, parto,
pérdidas perinatales y puerperio, www.cristinasilvente.com <<
Señor R
[21] José Antonio Marina, Anatomía del miedo: un tratado sobre la valentía,
Anagrama, Barcelona, 2007. <<
Señor R
[22] Christiane Northrup, Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para
la salud física y emocional, Urano, Barcelona, 2003 (1ª ed. 1994). <<
Señor R
[23] Richard Bandler y John Grinder, La estructura de la magia. Lenguaje y
Terapia, Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1998. <<
Señor R
[24] Sidney Rosen (comp.), Mi voz irá contigo: los cuentos didácticos de
Milton H. Erickson, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1994. <<
Señor R
[25] Gregory Bateson trabajó en los años cuarenta en la teoría de los sistemas
aplicados a las relaciones humanas. En la web
http://www.ecovisiones.cl/metavisiones/taocibernetica/grupoprinceton.htm
aparece un artículo relativo a ello. <<
Señor R
[26] Zita West, La guía definitiva de la fertilidad y la concepción, Pearson
Alhambra, Madrid, 2005. <<
Señor R
[27] Es curioso descubrir lo que realmente significa lo que siempre hemos
considerado sinónimo de «bruja».
Señor R
[28] Michel Odent, La cientificación del amor, Fundación Creavida, Buenos
Aires, 2007. <<
Señor R
[29] Hablaremos de «parto» independientemente de que el bebé nacido esté
vivo o muerto, de que sea un parto de un embarazo a término o de un embrión
de pocas semanas. <<
Señor R
[30] Transcribimos un proceso de pérdida gestacional desde la vivencia de una
mujer que acudió al foro Superando un Aborto en busca de orientación y apoyo.
Se han omitido ciertas partes para que no resulte tan largo. <<
Señor R
[31] Elson M. Haas, La salud y las estaciones, Edaf, Madrid, 1983. <<
Señor R
[32] Joaquín Argente, Me doy permiso para. Obelisco, Barcelona, 2009. <<
Señor R
[33] Philippe Caillé, Uno más uno son tres, Paidós, Barcelona, 2001. <<
Señor R
[34] Ibone Olza y Enrique Lebrero, op. cit. <<
Señor R
[35] La memoria filogenética se refiere a aquella que llevamos a nivel celular
acumulada como especie a través de miles de generaciones. Por el contrario, la
memoria ontogenética sería la que, como individuos, acumulamos en la vida.
<<
Señor R
[36] Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, Círculo de
Lectores, Barcelona, 2002. <<
Señor R
[37] http://www.escuelai.com/gramatica/preterito-imper.html <<
Señor R
[38] Evan Imber-Black, Janine Roberts, et al., Rituales terapéuticos y ritos en la
familia, Gedisa, Barcelona, 1997. <<
Señor R
[39] Seminario impartido por Janine Roberts: «Rituales de nuestros tiempos:
celebrando, sanando y cambiando nuestras vidas». <<
Señor R
[40] http://onamoto.blogspot.com; http://arualia.blogspot.com/2006/06/un-jizo-
por-un-nio-perdido.html;
http://entreterremotosytifones.blogspot.com/2008/07/el-templo-hasedera-en-
kamakura.html <<
Señor R
[41] http://www.vicariaparalafamilia.cl/noticias/noticias182.html <<
Señor R
[42] Julia Martínez, curso de kinesiología aplicada «Tres conceptos en uno». <<
Señor R
[43] Jean Liedloff, El concepto de continuum: en busca del bienestar perdido,
Ob Stare, Santa Cruz de Tenerife, 2006. <<
Señor R
[44] Se llama así al tratamiento del aborto que consiste en esperar a que el
cuerpo elimine los restos de manera natural, sin intervención. <<
Señor R
[45] http://superandounaborto.foroactivo.com/ <<
Señor R
[46] Laura Gutman, Violencias invisibles y adicciones, RBA Integral,
Barcelona, 2007. <<
Señor R
[47] http://www.eldedoenlallaga.com/ <<
Señor R
[48] Miranda Gray, Luna roja: los dones del ciclo menstrual, Gaia, Madrid,
2005 (5a ed., 1ª ed. 1995). <<
Señor R
[49] Innecesárea: término que se acuñó en el foro Apoyo Cesáreas a las
cesáreas realizadas sin ser realmente necesarias. <<
Señor R
[50] Ilegrado: término acuñado en el foro Superando un Aborto para designar
los legrados realizados por sistema sin necesidad real. <<
Señor R
[51] Notarán que, aunque normalmente hablo de «padres» en este capítulo, sí
que es cierto que me inclino más por usar la palabra madre, ya que un niño
siempre nace de una madre, y es de los pocos casos en que puedo utilizar
mayoritariamente esta palabra. La muerte prenatal, perinatal y posnatal (tema
central de este libro) nos lleva a escribir básicamente sobre una mujer
embarazada o que acaba de alumbrar, tenga pareja o no la tenga, tenga familia o
no. Y aunque es importante acompañar el dolor en cada uno de los miembros de
la familia, la madre siempre va a ser el eje central. ¿Discriminación positiva?
Permítanmela, por favor. <<
Señor R
[52] Robert A. Neimeyer, Aprender de la pérdida, una guía para afrontar el
duelo, Paidós, Barcelona, 2002, p. 39. <<
Señor R
[53] Es por ello por lo que en muchos foros y webs sobre estos temas los padres
piden que se realicen autopsias y pruebas a los bebés intra y extrauterinos
fallecidos, para que la medicina pueda avanzar y evitar a otros padres pasar por
lo mismo. <<
Señor R
[54] En nuestro país antiguamente se contrataban lloronas y plañideras para
llorar en un entierro, y hay culturas en donde el dolor se expresa físicamente,
golpeándose el pecho u otras partes del cuerpo. <<
Señor R
[55] J. Montoya Carrasquilla, «Aspectos incipientes y apuntes de farmacología
en el duelo», en Leila Nomen (coord.), Tratando… el proceso de duelo y de
morir, Pirámide, Madrid, 2008, capítulo 4. <<
Señor R
[56] Citado en Robert A. Neimeyer, op. cit., p. 35. <<
Señor R
[57] Ibíd., p. 37. <<
Señor R
[58] Ibíd., p. 37. <<
Señor R
[59] Asociación El Parto Es Nuestro, www.elpartoesnuestro.es <<
Señor R
[60] Desde estas páginas quiero mostrar mi admiración por tantos compañeros
con los que he trabajado en emergencias: por su labor y por lo mucho que he
aprendido y compartido con ellos. <<
Señor R
[61] Ejemplo extraído de Robert A. Neimeyer, op. citp. 85. <<
Señor R
[62] 12 Leila Nomen (coord.), op. cit. <<
Señor R
[63] Extraído de Robert A. Neimeyer, op. cit. <<
Señor R
[64] Rosa Jové, «Niños y adolescentes en duelo», en varios autores, Tratando…
el proceso de duelo y de morir, Pirámide, Madrid, 2008, cap. XV. <<
Señor R
[65] Rosa Jové, op. cit. <<
Señor R
[66] Enrique Echeburúa y Arantxa Herrán, «¿Cuándo el duelo es patológico y
cómo tratarlo?», en Análisis y Modificación de Conducta, 33, 2007, pp. 31-50.
<<
Señor R
[67] EMDR es una técnica de desensibilización y reprocesamiento del trauma
muy efectiva, que ayuda no sólo a superar el duelo complicado, sino a avanzar
en el duelo normal. <<
Señor R
[68] T. A. Rando, Treatment of Complicated Mourning, Research Press,
Champaign, 1993. <<
Señor R
[69] V. Landa y J. A. García, en Leila Nomen (coord.), op. cit., pp. 103-106. <<
Señor R
[70] Rosa Jové, op. cit., p. 273. <<
Señor R
[71] Son sesiones grupales dirigidas por un psicólogo, en donde los
participantes expresan lo que han sentido y se buscan estrategias para
solucionar problemas emocionales en situaciones iguales que se puedan dar en
el futuro. <<
Señor R
[72] Necropsia o autopsia es el estudio anatómico. Se realizan cortes y se
observan en directo y al microscopio. <<
Señor R
[73] Basado en las recomendaciones del Royal College of Obstetricians and
Gynecologists del Reino Unido. <<
Señor R
[74] Basado en las recomendaciones de las guías SANDS del Reino Unido. <<
Señor R