Derecho Constitucional

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SEGUNDO MÓDULO

Constitucionalismo

Definición.

El constitucionalismo se conoce como el sistema político que es regulado por un


texto constitucional. Asimismo, es una ideología partidaria de este sistema, con sus
respectivas manifestaciones en la esfera de lo social, lo político y lo jurídico. Según
el constitucionalismo, todos los poderes públicos deben encontrarse sujetos a un
marco normativo que los modere y limite. Así, el constitucionalismo defiende la idea
de que la autoridad gubernamental, independientemente de que emane de una ley
fundamental, debe ser controlada por leyes escritas que, a su vez, funcionen como
el principio básico de la organización social del Estado.

Al punto de vista jurídico, el constitucionalismo es un sistema normativo


fundamentado en la preeminencia, por encima de los poderes, de un texto
constitucional. Y como también al punto de vista social, el constitucionalismo es un
movimiento que procura limitar el poder de los gobernantes de turno con la
finalidad de que los intereses personalistas no pasen por encima de las reglas
acordadas para la conducción del Estado. Finalmente, el constitucionalismo
también puede considerarse una disciplina de conocimiento que tiene por objeto el
estudio de la función y posición que ejercen las constituciones en las diferentes
sociedades y sistemas políticos, así como la evolución histórica del texto
constitucional en un determinado Estado.
Antecedentes.

Las tendencias sociales de establecer una sociedad político-jurídica, a lo largo


de la historia hizo que Constitución sea una expresión no asumida como tal, pero
manifiesta desde la horda, la tribu, en la polis de los griegos, la Carta Magna de
1215 considerada como el primer paso del constitucionalismo inglés que
estableció una serie de limitaciones al Rey y muchas otras expresiones que de
alguna forma organizaron y marcaron pautas en distintas poblaciones.

Gottfried Dietze afirma que: "El que los gobernantes se subordinan a sí mismos
a una Constitución es la verdadera esencia del Constitucionalismo".

El derecho constitucional, como disciplina autónoma y sistemática, nace entrado


ya el siglo XIX. En el mundo moderno, con el movimiento liberal que se desarrolló
a postrimerías del feudalismo, los sectores burgueses pelearon un espacio y la
reforma del Estado, hasta instituir constituciones con particulares características,
que permitió a pensadores, y movimientos intelectuales reflexionar sobre la
forma del Estado, para ello conjugaron los ideales sobre todo en materia
económica, política y social, lo cual generó ordenamientos jurídicos que
regularon las relaciones sociales, y constituyen ancestros constitucionales de
nuestra legislación, entre ellos podemos mencionar la Constitución de Estados
Unidos, la Constitución Francesa, y la Constitución de Inglaterra, para el efecto
es preciso abordar los principales aportes históricos de dichas constituciones ya
que resultan antecedentes de las instituciones que regulan nuestro
ordenamiento constitucional.
El constitucionalismo liberal o clásico.

El constitucionalismo liberal, también conocido con el nombre de movimiento


constitucionalista o constitucionalismo clásico, surge en Inglaterra a finales del
siglo XVII; luego se extiende a Francia y posteriormente, en el siglo XVIII, a otros
países de Europa. Esta primera etapa del constitucionalismo, denominada por
Néstor Sagüés como constitucionalismo individualista o liberal, se desarrolla
durante los siglos XVII, XVIII y XIX, y está al servicio del tercer estado (llamado
también estado llano, o burguesía: comerciantes, industriales, profesionales,
clase media alta) que, a partir del siglo XVII, triunfa sobre el primer estado (el
rey, la aristocracia) y el segundo estado (el clero).

Principios:

 Dotar a los Estados de una Constitución.


 División de poderes (separar el ejercicio de los poderes).
 Consagrar y garantizar, a través de la Constitución, los derechos
individuales y las libertades públicas.
 Otorgar o reconocer al pueblo a la titularidad de la soberanía.
 La representación política, basada en la doctrina del mandato libre.
 Establecer limitaciones y controles precisos al poder de los gobernantes.
 Consagrar, de modo particular, el derecho de propiedad como un derecho
natural de la persona, no sujeto a limitaciones por el gobernante.

El constitucionalismo liberal, cuya bandera eran los derechos individuales y sus


garantías, tuvo que hacer frente a los cuestionamientos que contra él formularon
corrientes de pensamiento de base socialista y totalitaria. Los Estados modernos
van sustituyendo las constituciones de corte liberal, mediante la incorporación de
cláusulas económico-sociales, expresando que los derechos individuales debían
ser limitados en interés de toda la sociedad. Así, los nuevos titulares de los derechos
sociales son los anteriormente postergados, esto es, los trabajadores, su familia, lo
menores y mujeres, los ancianos, etcétera.

El constitucionalismo social.

Al referirnos al constitucionalismo social es recordar las nuevas corrientes y


doctrinas políticas que, surgidas en el siglo XIX, se expandieron en el siglo XX y
fueron concretándose al impulso de diversos factores e ideologías, como lo es el
caso de la Revolución mexicana que se inició en la caída de Porfirio Díaz en 1906
y duro más de una década, y de la Revolución rusa que se culminó en 1917 con el
triunfo de bolcheviques presididos por Lenin; también tuvieron su incidencia las dos
guerras mundiales.

Estos hechos y otros demostraron la necesidad de solucionar los graves problemas


económicos y sociales que afectaban a la población, de buscar un nuevo
reordenamiento jurídico-constitucional que asegure a la sociedad un mínimo
bienestar, de dar paso a las reivindicaciones, de establecer un sistema de justicia
social, expresión que sintetizo las demandas de una época.

El constitucionalismo social está determinado por la naturaleza de los derechos


sobre los cuales reposa, aquellos derechos que siendo complemento indispensable
de los derechos civiles y políticos tienen que ver con el amplio mundo de trabajo y
de la previsión social, con los derechos de la familia y con las exigencias vitales de
la comunidad política, como son: salarios justos, educación, salud, vivienda, acceso
a los servicios públicos, función social de la propiedad, y mucho más.
Los derechos económicos y sociales, junto a las garantías que velan por su
efectividad, constituyen una obligación del Estado, cuyo papel en este campo es
preponderante, porque si no existe la acción decidida del Estado, los derechos
económicos y sociales no podrán ser satisfechos; y los derechos individuales
quedarán vacíos de contenido y de significación para las mayorías populares y, más
aun, para los sectores marginados.

De esta manera, el constitucionalismo social exige la planificación socioeconómica


y política de los gobiernos para los nuevos derechos no sean simple enunciados de
carácter programático en las constituciones; al mismo tiempo, requieren una
modernización constante de la administración pública.

América Hispana y el constitucionalismo social.

Hispanoamérica es una región cultural integrada por los países de América donde
se habla mayoritariamente el español. Su gentilicio es hispanoamericano.

Se trata de un territorio integrado por diecinueve países que suman una población
total superior a 400 millones de habitantes. En la mayoría de ellos,
el español es idioma oficial o cooficial. En varios países de Hispanoamérica el
español existe junto a diversas lenguas indígenas de origen prehispánico, como
el guaraní, el aimara, el quechua, el náhuatl, o el maya. La religión predominante en
Hispanoamérica es el cristianismo, especialmente el Catolicismo.

El término difiere ligeramente del de Iberoamérica, que comprende las naciones


americanas que tienen como idioma oficial o cooficial tanto el español como el
portugués solamente. También es diferente al concepto de América Latina o
Latinoamérica, que agrupa supuestamente a las naciones o territorios del continente
americano que hablan español, portugués o francés. Sin embargo, este último es
un concepto confuso ya que no se considera Latinoamérica la región francófona de
Canadá. Según el Diccionario panhispánico de dudas, Hispanoamérica es el
conjunto de países americanos de lengua española, por tanto excluyendo a los
estados americanos en los que la lengua oficial no es el español. Su
gentilicio, hispanoamericano, se refiere estrictamente a lo perteneciente o relativo a
la América española y no incluye, por tanto, lo perteneciente o relativo a España.

A continuación, se hace referencia breve de algunos escenarios históricos que


contextualizan la aparición y surgimiento del Constitucionalismo en América Latina.

El desarrollo de la economía mundial proporcionó a los liberales la posibilidad de


formar una infraestructura económica necesaria para que sus principios se
implementaran en el área. La revolución industrial se presenta en la primera mitad
del siglo XIX como un fenómeno exclusivamente inglés y concentrado en la industria
textil. Pero a mediados del siglo se produce una expansión de la economía mundial,
en la que influye significativamente el desarrollo de los transportes. El aumento de
la capacidad económica en el mundo, provocó demanda de artículos suntuarios y
muchas regiones de América Latina se vincularon al mercado internacional como:
economías de sobre mesa, azúcar, tabaco, café.

Después de periodos autoritarios que producen vados constitucionales que se


aprovechan para dictar con profusión decretos, leyes, a través de los cuales se
realiza la reforma, se dictan varias constituciones que recogen el viejo ideario de la
independencia en el nuevo contexto: separación de iglesia y Estado, enseñanza
laica, libre testamentifacción, reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio,
cementerios civiles, prohibición de vinculaciones, abolición de órdenes religiosas,
desarrollo amplio de los derechos de inspiración iusnaturalista, división de poderes
en un sistema unicameral, con fuerte preponderancia del ejecutivo. Guatemala
(1879), Salvador (1886), Honduras (1880), Nicaragua (1893).

Los movimientos sociales del siglo XIX y el crecimiento acelerado que se produce
en los primeros años del siglo XX, obligan a replantear la propia razón de ser del
Estado, orientándose al reconocimiento de su cada vez mayor intervención en la
vida social. Junto al fortalecimiento de las libertades individuales, se produce la
institucionalización de las libertades-participación, que obligan al Estado a intervenir
en la vida social y política en un sentido protector. Los derechos económico-sociales
son aceptados y además de convertirse el Estado en árbitro de las relaciones entre
el capital y el trabajo, pretende intervenir en la cultura y la familia, imprimiendo
fuertes limitaciones a los clásicos derechos individuales en aras del bienestar
colectivo en una gran "tentativa de racionalización de la vida pública". Así aparece
una gran corriente desde la Primera Guerra, que se acentúa después de la
Segunda, que tiende a la constitucionalizarían de los derechos sociales. Que se
inicia precisamente con un texto americano del área, la Constitución mexicana de
1917, pero que adquiere resonancia universal con la promulgación de la
Constitución rusa de 1918 y especialmente con la alemana de Weimar de 1919,
dentro de cuya tendencia deben incluirse las cartas fundamentales de España de
1931 que tanta influencia tendrá en América Latina de Austria y Checoslovaquia de
la primera posguerra y de la soviética de 1936.

Ahora bien, a partir de principios del siglo XX, se produjo un cambio visible en
América Latina, sobre la transformación en su estructura económica, en el aspecto
social, aparecimiento de un incipiente proletariado urbano y una ampliación
realmente inusitada de la clase media, que produce una movilidad vertical que
sustituye el inmovilismo del periodo anterior, en el que los sectores medios
solamente constituían una limitada capa que separaba a la élite dirigente
decimonónica de la masa popular desorganizada. En lo político, se produce un
proceso de transferencia del poder de la vieja aristocracia terrateniente a la clase
media y a la incipiente burguesía urbana, lo que obliga a institucionalizar una política
de intervencionismo de Estado, que se fortalece en la crisis de 1930. El aumento
significativo de la población, ampliación de los servicios educativos y desarrollo
cuantitativo y cualitativo de la administración pública que genera una burocracia
especializada y en proceso de autonomía. Y finalmente, se inicia el surgimiento de
los movimientos políticos de corte socialista. El anarquismo, traído por los
inmigrantes europeos, influyó mucho en la incipiente organización sindical y los
primeros partidos marxistas se fundan en la década de 1920-1930; en 1929 eran
tan fuertes que celebraron la primera Conferencia Comunista Latinoamericana en
Buenos Aires la ciudad de más desarrollo industrial y de más inmigración obrera
europea con asistencia de 38 delegaciones.

El Estado social de derecho significa en cambio, un aumento del poder en beneficio


de la igualdad, más que de la propiedad y de la libertad. Su finalidad es repartir y
utilizar al máximo los recursos de la comunidad en provecho del que más necesita.
Las técnicas del Estado Social están en los servicios públicos, en las prestaciones
de socorro a ciertos grupos o de fomento de ciertas actividades y, sobre todo, en
las políticas económicas del Estado, sobre precios, moneda, crédito y hacienda
pública (básicamente tributaria).

El denominado "constitucionalismo social" registra tres etapas en su evolución: en


su primera etapa comprendió la inserción de cláusulas económicas y sociales en
los textos constitucionales (referentes a la propiedad, a la tierra, al trabajo, etcétera)
y en una segunda etapa abarcó la protocolización expresa de los nuevos roles del
Estado (un Estado activo, intervencionista, (provisor o de bienestar), en la última
etapa que es la contemporánea asistimos a la consagración de un
constitucionalismo social de la cultura y de la educación. La perspectiva social es lo
único que hoy mantiene el sentido de la democracia para vastos sectores de la
sociedad. Así como los derechos sociales incluidos los de la cultura y de la
educación pasa a desempeñar el importantísimo sentido y significado de asegurar
las condiciones reales de existencia y funcionamiento de una democracia política
efectiva.

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