De Las Siete Maneras de Contraargumentar

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De las siete maneras de

contraargumentar
Hubert Marraud

Resumen:
Este artículo pretende dar una definición adecuada de
contraargumento y establecer una tipología de los
contraargumentos basada en el modelo de Toulmin. Esa
tipología se basa en un doble criterio: el elemento atacado
(premisas, conclusión o garantía) y la fuerza de la oposición,
que puede expresarse usando un conector argumentativo
apropiado. El resultado es una clasificación más sistemática
de los contraargumentos basada en evidencias lingüísticas.

Main Text
La reemergencia de la teoría de la argumentación en la
segunda mitad del siglo XX está ligada a la recuperación de
la dialéctica como disciplina que trata de las
argumentaciones. Por avatares históricos, el término
dialéctica ha adquirido en este contexto dos sentidos
distintos, que se confunden con alguna frecuencia. Por una
parte, se entiende por dialéctica el estudio de los
procedimientos que gobiernan -o deberían gobernar- los
intercambios argumentativos. Por otra, la dialéctica es
aquella parte de la teoría de los argumentos (o lógica, en
sentido lato, según la caracterización de Wenzel, 1990) que
trata de las relaciones entre argumentos, y especialmente de
las relaciones de oposición entre argumentos .2

Es en el segundo sentido en el que se habla de definiciones


dialécticas de argumento y de argumentación, para referirse
a las que remiten a las relaciones de oposición entre
argumentos . Un ejemplo muy conocido es la definición de
3

Johnson:
Un argumento es un tipo de discurso o texto -el producto de
la práctica de la argumentación- en el que el argumentador
trata de persuadir a otro(s) de la verdad de una tesis dando
razones para sustentarla. Además de este núcleo ilativo, los
argumentos poseen un estrato dialéctico en el que el
argumentador cumple sus obligaciones dialécticas (Johnson,
2000: 168 ) [traducción propia].
En ese estrato dialéctico el argumentador responde a las
objeciones y críticas previsibles. Otro ejemplo más reciente
es la definición de argumentación de Marianne Doury:
“Consideraremos aquí la argumentación como un modo de
construcción del discurso que tiene como finalidad hacerlo
más resistente a la contestación” (2016: 22) [traducción
propia].
El concepto de contraargumento ocupa una posición central
en la dialéctica de los argumentos. La importancia atribuida
a las relaciones entre argumentos y a la
contraargumentación diferencia nítidamente a la teoría de
los argumentos de la lógica formal. Mi propósito en este
artículo es dar una definición adecuada de contraargumento
y establecer una tipología de los contraargumentos.

Objeciones, recusaciones y refutaciones


Argumentar es presentar a alguien algo como una razón para
otra cosa. Por eso la unidad mínima autónoma de
argumentación está compuesta de premisas (el algo de la
definición precedente) y de una conclusión (la otra cosa de
esa misma definición). Cuando a alguien se le presenta una
razón y no la hace suya, puede reaccionar de alguna de estas
maneras:
 (1) Cuestionando alguna de las premisas: ¿de dónde te
sacas eso?
 (2) Cuestionando que realmente se haya dado una razón
para la conclusión: ¿eso qué tiene que ver?
 (3) Ofreciendo otra razón para intentar mostrar que,
pese a todo, la conclusión debe ser re chazada: “Sí,
pero…”.
Una manera de replicar a (2) es ofrecer el principio
inferencial o garantía que supuestamente hace de lo aducido
una razón para la conclusión, y que por tanto autoriza a pasar
de las premisas a la conclusión. Toulmin caracteriza las
garantías como “enunciados hipotéticos generales que
pueden servir como puentes y autorizar el tipo de paso con el
que nos compromete el argumento ofrecido” (2003: 91).
Podemos decir por ello que hay tres maneras principales de
atacar un argumento: cuestionando alguna de sus premisas,
cuestionando su garantía o cuestionando su conclusión.
Contraargumentar no es simplemente cuestionar alguno de
los componentes de un argumento, sino dar razones para
rechazar su pretendida validez. Así, se puede argumentar que
alguna de las premisas no es verdadera, que la garantía no es
válida o que no es aplicable al caso considerado, o que la
conclusión es falsa. En consonancia, distinguiré tres tipos
principales de contraargumentos, que llamaré
respectivamente objeción, recusación y refutación.

Objeción
Un argumento A es una objeción a un argumento A’ cuando
su conclusión es incompatible con alguna de las premisas de
A’. Es decir, por objeción se entiende un argumento que
concluye que las premisas de otro argumento son falsas o
dudosas. Así sucede, por ejemplo, cuando la conclusión de A
es contraria o contradictoria con alguna de las premisas de
A’. El efecto de una objeción es dejar en suspenso la
conclusión del argumento criticado.

Recusación
Se pueden distinguir tres variedades de la recusación. En una
recusación de principio se alega que la garantía aducida no
es una regla válida, y por tanto el paso de las premisas a la
conclusión no está justificado. En una excepción se arguye
que aunque la garantía aducida es una regla válida, no se
aplica en ese caso porque concurre alguna circunstancia
excepcional. Finalmente, en una reserva se identifican
circunstancias en las que la inferencia es cuestionable,
razones para dudar de su oportunidad.

Refutación
Distinguiré también tres formas de refutación, asociándolas
con las frases A pero B, A aunque B, y A pero también B.
Cuando alguien dice A pero B, a menudo da a entender lo
siguiente: (1) que acepta A, (2) que acepta B, (3) que A es una
razón para C, (4) que B es una razón para una conclusión C’
incompatible con C, y (5) que, en esa situación, B es una
razón de más peso que A. De esta manera, al decir A pero B
se invita al destinario a inferir C’. Cuando suceda así, diré que
el argumento B por tanto C’ es una refutación contradicente
del argumento A por tanto C. Adviértase que en una
refutación no se llega a la conclusión C’ directamente desde
B, sino a través de una ponderación de razones opuestas. Por
eso la refutación comporta siempre un ejercicio de
ponderación. Por ponderación hay que entender la acción de
sopesar o determinar el peso relativo de dos argumentos.
Lo que diferencia al conector aunque del conector pero es
justamente la ponderación sugerida. Si pero presenta al
segundo término como una razón más fuerte, aunque sirve
para marcar el término más débil. Cuando alguien dice A
aunque B suele dar a entender que B es insuficiente para
rebatir el argumento A por tanto C, de manera que la
conclusión, tras la ponderación de A y B, sigue siendo C.
Algunos piensan que aunque el contraargumento B por tanto
C’ no tiene la fuerza requerida para rebatir al argumento A
por tanto C, lo debilita en algún sentido. Estaríamos entonces
ante lo que Pollock (2010: 11-12) llama un “atenuante”
(diminisher).
Al decir A pero también B se adquieren compromisos
similares a los de los dos casos anteriores, pero se da a
entender que las razones opuestas aducidas tienen el mismo
o parecido peso. Si es una respuesta al argumento A por
tanto C, A pero también B busca dejar en suspenso la
inferencia de C a partir de A. Hablaré por ello de refutación
invalidante.

Otras clasificaciones
Blair y Johnson (1987) clasifican los contraargumentos
partiendo del criterio RSA (Relevance, Sufficiency, Adequacy)
de buen argumento: un argumento es compelente (cogent) si
y sólo si sus premisas son aceptables, son relevantes para la
conclusión y le brindan un apoyo suficiente. Por tanto, se
puede argumentar que un argumento no es compelente
porque las premisas no son aceptables, o porque el paso de
las premisas a la conclusión es problemático. A su vez, el
paso de las premisas a la conclusión puede ser problemático
porque la razón aducida sea irrelevante (es decir, no sea
realmente una razón), o porque sea una razón demasiado
débil.
El examen de los procedimientos contraargumentativos en
los diálogos polémicos lleva a Apothéloz, Brandt y Quiroz a
proponer una clasificación cuatripartita.
 1) Contraargumentos de plausibilidad: cuestionan la
plausibilidad de alguna de las premisas.
 2) Contraargumentos de completitud: aducen una razón
para una conclusión incompatible con la conclusión
propuesta, presentándola como más fuerte que la razón
dada para esta.
 3) Contraargumentos de relevancia: cuestionan que
realmente se haya presentado una razón para la tesis
propuesta.
 4) Contraargumentos de orientación: se alega que en
realidad se debe inferir de las premisas una conclusión
incompatible con la conclusión propuesta. Lo que se
hace, pues, es redargüir: convertir el argumento contra
quien lo hace (DLE).

El orden de la contraargumentación
La contraargumentación sigue un procedimiento que busca la
mayor efectividad al menor coste cognoscitivo. Por eso la
objeción tiene prioridad sobre la recusación; y estas, sobre la
refutación.
La refutación puede desembocar en un costoso
procedimiento de ponderación de razones de resultado
incierto. No en vano decía Leibniz que la posesión de una
balanza de razones es “un arte mayor que la fantástica
ciencia de conseguir oro”. La objeción y la recusación no
requieren en principio de la ponderación de razones.
Para comprender por qué la recusación es una estrategia
más costosa que la objeción hay que reflexionar sobre las
diferentes funciones de las premisas y de la garantía. Las
premisas se presentan como datos, mientras que las
garantías son reglas. En consonancia, las premisas son
evaluadas como verdaderas o falsas, aceptables o
inaceptables, etc. mientras que las garantías se evalúan
como más o menos fiables, más o menos generales, etc.
Toulmin (2003: 98) diferencia los dos usos que pueden
hacerse de un enunciado general como “Los filósofos en la
plenitud de su carrera son solteros” :
4

 Como dato, y entonces puede parafrasearse como


“Hemos observado que, cuando están en la plenitud de
su carrera, los filósofos están solteros”.
 Como garantía, y entonces puede parafrasearse como
“Si un filósofo está en la plenitud de su carrera,
podemos inferir que está soltero”.
Demostrar la falsedad de un enunciado universal es más
sencillo que demostrar que no es una guía inferencial fiable
aunque no sea más que porque un enunciado falso lo es en
cualquier circunstancia, mientras que una guía inferencial
puede ser fiable en determinadas circunstancias y no en
otras.
Un efecto pragmático que confirma lo dicho es que si alguien
intenta directamente recusar o refutar un argumento, puede
entenderse que acepta sus premisas. Eso explica el efecto
cómico de la noticia siguiente:
El rector de la Universidad de Panamá (UP), Gustavo García
de Paredes y el secretario General, Miguel Ángel Candanedo,
firmaron los diplomas de 10 egresados del Centro Regional
Universitario de Bocas del Toro (CRUBO); sin embargo, el
decano de la facultad de Medicina, Enrique Mendoza, no. […]
Son ocho técnicos en Urgencias Médicas y dos licenciados
en Salud Ocupacional que, luego de cursar estudios por tres y
cinco años, respectivamente, y de obtener sus títulos en una
extensión de la UP, no son reconocidos como profesionales
por el decano de Medicina […].
El secretario general explicó a El Siglo que en las reuniones
que han sostenido con Mendoza, él ha señalado que no tiene
garantías ni seguridad de que la calidad de los profesionales
que se están formando en el CRUBO sea la indicada. No
obstante, Candanedo reitera que esa no es una razón de
peso.
García de Paredes manifestó que los estudiantes han
cumplido con todos los requisitos para graduarse, y que es
Mendoza quien se niega a dar su aprobación (Peña: 2015).
Cuando el Secretario General de la UP dice que la razón
aducida por el Decano de Medicina “no es una razón de
peso”, parece aceptar que no hay garantías ni seguridad de
que los profesionales formados en el CRUBO tengan una
formación adecuada, aunque de ahí no se sigue que deban
negárseles sus títulos.

https://www.youtube.com/watch?v=DOvT_BMB61E

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