Actitudes Manifestaciones Prejuicios Diferencias y Omisiones
Actitudes Manifestaciones Prejuicios Diferencias y Omisiones
Actitudes Manifestaciones Prejuicios Diferencias y Omisiones
Santiago de Chile
2018
Índice
Introducción pág. 2
Capítulo 2 ¿Cuál es mi lugar? La mujer ateniense: entre el oikos y el ágora. Siglos VI-
IV a.C. pág. 35
Bibliografía pág. 68
Anexos pág. 73
1
Introducción
Durante los últimos años, tanto en Chile como en el resto del mundo, hemos estado
viviendo una nueva ola feminista, una ola que busca reivindicar el derecho de la mujer a
decidir sobre su cuerpo, pero también hemos presenciado diferentes formas que la
sociedad -caracterizada por estar bajo un sistema patriarcal- ha usado para discriminar a
la mujer y perpetuar una supuesta inferioridad, tanto física como psicológica, que se fue
gestando mediante la creación de mitos y prejuicios en las antiguas civilizaciones, y que,
a pesar del paso del tiempo, todavía permanecen vigentes.
El principal prejuicio que existe sobre la mujer es el hecho de que esta solo debe
dedicarse a las tareas de ser madre y dueña de casa. Esta idea, -que se extiende desde la
Antigua Grecia hasta hoy, y que si bien de a poco ha ido desapareciendo, aún persiste en
las sectores más conservadores de la sociedad- limita el papel de la mujer en la sociedad,
pues la encasilla en un solo rol, lo cual queda demostrado en que si una mujer decide
dedicarse a otras labores, pasa a ser considerada una rebelde, siendo que lo único que
busca, es realizarse como una persona integral y de esta manera formar parte, de manera
activa, de la sociedad y así, no quedar relegada. Bajo esta lógica, el hogar se transforma
en el destino y la máxima de la mujer.1
Pero también debemos tener en cuenta, que la historia oficial presentó a las
mujeres que mencionamos anteriormente, con características asociadas a los hombres,
pues era necesario mostrarlas como poseedoras de un carácter fuerte y con un
temperamento de hierro, lo cual según las creencias antiguas no era propio de ellas; o bien
se las presentaba como mujeres de temperamento débil y enfermizas. En la actualidad es
común ver a mujeres que adoptan cualidades masculinas para parecer más fuertes, ya que
deben cambiar su postura, su vestimenta e incluso cambiar su tono de voz, todo esto con
el fin de “masculinizar” su imagen y de esta manera lograr el respeto de su entorno.2
1
Durante el siglo XVIII aparecen los primeros escritos de mujeres revelándose a este papel, un ejemplo de
ello es Mary Wollstonecraft la cual a pesar de las restricciones se abrió camino en la literatura. Pero su
mayor aporte fue a través de su obra “Vindicación de los derechos de la mujer.” En ella, Wollstonecraft
expone que la mujer no es inferior al hombre, sino que la diferencia radica en que reciben una educación
distinta que no permite que ambos sexos se desarrollen de la misma forma.
2
Cf. Beard, Mary; Mujeres y poder. Un manifiesto; Crítica; Barcelona; 2018.
2
Ante este contexto histórico arbitrario en contra de la mujer, es que nuestra
principal motivación para realizar esta investigación se basa en encontrar los orígenes de
estos prejuicios y discriminaciones sufridas por la mujer, para así poder entender con
mayor claridad, el por qué la mujer ha debido enfrentar tantos obstáculos -obstáculos que
el hombre jamás ha encontrado en su camino- y que recién hoy, se están derribando. Es
por esto, que nuestro estudio se centrará en la Antigua Grecia, cuna cultural de occidente,
pues esta era la realidad que se vivía en Grecia, civilización en la cual las mujeres no
tenían derechos, solo obligaciones, entre las que se encontraban el deber procrear y el
servir al hombre, pues como ser inferior, esta debía ser civilizada por los varones, para
que de esta forma pudiera compartir algunos espacios de la ciudad los cuales eran más
bien limitados, pues la mayoría de los espacios eran de uso exclusivo de los varones.
Pero de a poco la ʻhistoria oficialʼ fue quedando en el pasado, y así durante el siglo
XX apareció otra forma de realizar el ejercicio histórico, gracias al surgimiento de la
Escuela de los Annales, la cual trajo consigo nuevos sujetos y nuevos enfoques
historiográficos, permitiendo conocer, reconocer y diversificar la Historia de la
humanidad.
Dentro de estas nuevas formas y/o maneras de hacer Historia, nos encontramos
con la Historia de las Mujeres y los Estudios de Género, -que si bien son disciplinas
distintas están en constante interacción-, las cuales nos han permitido ampliar nuestros
conocimientos, como también entender de mejor manera los procesos de cambio que ha
sufrido la humanidad hasta el día de hoy.
Tal como señala Elena Hernández, la Historia de las Mujeres como enfoque “ha
provocado cambios muy importantes en la historiografía en general, dando paso a
percepciones distintas de la naturaleza de lo cultural, así como la relación de los actores
sociales con el poder.”3 Estos cambios historiográficos nos han permitido conocer las
dos versiones de la Historia, la cual hasta mediados del siglo XX conocíamos solo a
medias, puesto que la historia oficial solo mencionaba a los grandes hombres y sus
3
Hernández Sandoica, Elena; Tendencias historiográficas actuales. Escribir Historia hoy; AKAL; Madrid;
2004; p. 438.
3
proezas, dejando muchos espacios vacíos que con estos enfoques nuevos se fueron
llenando, pues necesitó de una nueva revisión que generó lecturas y visiones más
actualizadas de hechos y procesos que solo tenían un protagonista y una sola versión.
Es más, para la historiadora inglesa Joan Scott, “la creación de la historia de las
mujeres como materia académica implica, una evolución desde el feminismo a las
mujeres, al género; es decir, de la política a la historia especializada, al análisis.”7 Es
decir, la Historia de las Mujeres, evoluciona desde un movimiento social impulsado por
las miles de mujeres que durante la primera mitad del siglo XX salió a la calle y luchó
por sus derechos, y que se fue transformando a un estudio critico de estos movimientos,
para posteriormente incluir a todas las mujeres y de todos los tiempos históricos. De esta
forma, las propias mujeres han hecho justicia para con sus predecesoras, pues gracias a
este “las estudiosas feministas pronto indicaron que el estudio de las mujeres no solo
alumbraría temas nuevos, sino que forzaría también a una reconsideración crítica de las
premisas y normas de la obra académica existente.”8 El feminismo a través de las
4
Cada año se hace más común ver convocatorias a Congresos sobre la Historia de la Mujer. Muchos de
ellos son transversales, mientras que otros se han dedicado a la difusión de épocas específicas de la Historia,
lo cual ayuda no solo a la masificación de las ideas, sino que también al intercambio, creando así un
enriquecimiento y cuestionamiento constante sobre la posición de la mujer en la sociedad.
5
Garrido González, Elisa; Panorámica de los estudios de género en la Antigüedad; En: Ideas de mujer.
Facetas de lo femenino en la Antigüedad; España; Publicaciones Universidad de Alicante; 2011; p. 26
6
El sector que más resistencia ha manifestado a las nuevas formas de hacer Historia, lo vemos en los
adherentes al positivismo, pues estos solo creen en documentos, sujetos y actores políticos de la sociedad.
En el estudio de la Historia Antigua, esto se da mayormente, hasta la mitad del siglo XX, así en obras
anteriores a este período podemos encontrar a Hermann Bengston o Cecil Maurice Bowra los que en sus
obras no hacen menciones a estamentos sociales diferentes. Toda la Historia para ellos, fue hecha y dicha
por hombres.
7
Scott, Joan; Historia de las mujeres; en: Formas de hacer Historia; Alianza Editorial; Madrid; 1991; p. 60.
8
Scott, Joan; El género: una categoría útil para el análisis histórico; En: El género. La construcción cultural
de la diferencia sexual; Lamas, Marta; UNAM; México; 2013; p. 267
4
distintas “olas” ha ido mostrando y abarcando diferentes aspectos, permitiendo un avance
cada vez más distinguible, tanto en la esfera de lo político, como de lo social.
Por otro lado, debemos entender la relevancia de la Historia de las Mujeres como
nueva forma de hacer Historia, ya que como lo menciona Gerda Lerner, este tipo de
historia es “indispensable y básica para lograr la emancipación de la mujer.”9 Esta
emancipación obedece, principalmente, a la obtención de la libertad y autonomía
necesaria para que la mujer se desarrolle y se desenvuelva en la sociedad con las mismas
libertades que los hombres, pues aún, la mujer es blanco de los prejuicios a diferencia del
género masculino, el cual goza de una libertad política, económica, social y moral
superior. Pero, además, la emancipación a la cual hace referencia Lerner tiene que ver
con las futuras generaciones, pues al tener o llevar un registro actualizado de los aportes
al desarrollo de la sociedad, permite ir derribando prejuicios pasados que solo han dañado
al colectivo de las mujeres, ya que no las ha dejado desarrollar todo su potencial por
destinarlas a tareas específicas y poco desafiantes. Es por ello, que la Historia de las
Mujeres ha permitido, y lo seguirá haciendo, emancipar a la mujer, lo que de cierta forma
ha significado romper con las cadenas que la sujetaban a lo que en la antigüedad se creía
era su destino, es decir, el hogar.
Por su parte, Joan Scott sugiere que desde la academia se han usado como
sinónimos10 los términos, o al menos se ha intentado igualar la historia de las mujeres y
los estudios de género, para entregarle más seriedad a las investigaciones, sin embargo,
estos estudios, al no enfocarse en las diversas formas en que se interrelacionan los sujetos,
pierde la categoría de estudios de género, pues si estudia solo las implicancias que un
sujeto tiene en la sociedad, y en este caso el sujeto es mujer, esta historia, por tanto esos
trabajos solo clasifican en la categoría de la Historia de las mujeres.
9
Lerner, Gerda; La creación del patriarcado; Crítica; 1990; p. 19. Nos parece necesario aclarar el contexto
en que la historiadora estadounidense usa el concepto de emancipación, pues, Lerner desde un punto de
vista marxista, señala que la emancipación de la mujer no puede quedar amarrada a la propiedad privada,
pues esta emancipación debe ser el centro de la discusión política y no un mero adorno.
10
Cf. Tubert, Silvia; Del sexo al género. Los equívocos de un concepto. Cátedra; Madrid; 2003; p. 13
5
siempre mereció, pues en palabras de Gerda Lerner, “las mujeres no están ni han estado
al margen, sino en el mismo centro de la formación de la sociedad y la construcción de
la civilización.11 Por ende, este nuevo enfoque solo ha traído una cierta cuota de justicia,
ya que reposiciona a la mujer como sujeto histórico, del cual siempre debió ser parte, y
del cual por muchos años permaneció alejada.
Además, Beard, relaciona y compara las tradiciones antiguas con las actitudes
“machistas” de la actualidad y propone una continuidad en las conductas que han
mantenido los hombres contra las mujeres, manteniéndolas en un lugar inferior a ellos,
ya sea física o intelectualmente.
Una de las primeras obras dedicadas al estudio de las mujeres griegas, fue la
realizada por Claude Mosse La Femme dans la Grèce antique publicada en 1983, y que
luego en 1990 fue traducida al español bajo el nombre de La mujer en la Grecia clásica.
En esta obra, Mosse, realiza una conceptualización de la mujer, en especial de la mujer
ateniense, pues la define “ante todo, hay que aclarar qué entendemos por mujer
ateniense: la hija o mujer (esposa) de ciudadano ateniense.”13 Esta definición, deja fuera
a miles de mujeres griegas que por no pertenecer a una familia con un integrante que
ostentara dicha condición, era aún más marginada. Asimismo, Mosse señala que existe
desconfianza hacia la figura de la mujer ya que era demasiado su atractivo para que la
población masculina pudiera resistirse a sus encantos. O sea, la mujer era marginada para
que el hombre no cayera en tentación.
Pero su obra no solo trata sobre las “mujeres atenienses” sino que además hace
una exposición de los oficios que el resto de las mujeres ejercía. También entrega detalles
de la mujer espartana, pero sin ahondar en un análisis mayor entre las féminas de las polis
más poderosas de Grecia. Igualmente, Mosse analiza los distintos géneros literarios y
como la mujer es expuesta en ellos, para de esta manera, entregar una idea de lo que se
11
Lerner, Gerda; Op. Cit; p. 20
12
Beard, Mary; Op. Cit; p. 16
13
Mosse, Claude; La mujer en la Grecia clásica; NEREA; Madrid; 1991; p. 54
6
pensaba de ellas en la Grecia clásica.
Otra historiadora que plantea una cuestión similar es Sarah Pomeroy quien, a
través de una de sus principales obras Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en
la antigüedad clásica, se ha posicionado como una de las más relevantes a la hora de
estudiar a la mujer y su papel en la antigüedad. En ella, Pomeroy analiza los distintos
roles que la mujer, tanto griega como romana, ejercieron a lo largo de la antigüedad, ya
fuera diosa, mujer común o una mujer de las altas esferas del poder, como es el caso de
Cleopatra. Además, a lo largo de su obra postula que la existencia de misoginia en gran
medida se debió, a la difusión de los textos literarios, los cuales ayudaron a que los
varones sintieran temor de ellas, un temor que, básicamente, se trataba de un posible
levantamiento de las mujeres, tal como lo retrata Aristófanes en una de sus obras, lo cual
nos genera ciertas dudas, pues si esta idea fuera real, significaría que la población
masculina griega sabían que las mujeres eran más fuertes de lo que aparentaban y por ello
tenían un trato hostil hacia ellas.
Además de las dos historiadoras antes mencionadas, nos encontramos con Eva
Cantarella quien a través de su carrera se ha dedicado a estudiar la sexualidad de los
griegos, pero enfocándose en las mujeres, y como estas se relacionaban desde lo sexual
con el resto de la población. Es decir, analiza los tipos de relaciones que en las
civilizaciones antiguas se mantenían, si bien no hace una distinción de género, pues sus
análisis también incluyen a los hombres, sus principales obras se inclinan al estudio de
las relaciones que mantenían las mujeres, ya fuera entre ellas o con los hombres. Algunas
de ellas son “La calamidad ambigua” como también “Según natura. La bisexualidad en
el mundo antiguo.” En esta última obra, Cantarella plantea que la misoginia existente en
Grecia era un rasgo característico de esta cultura, y que data desde tiempos muchos más
antiguos de lo que se cree.
No obstante, debimos decir que las obras de Cantarella, a ratos nos parecen poco
rigurosas, pues se olvida de las realizar una cronología clara en sus análisis, provocando
en lectores sin la preparación académica de ella, una confusión, ya que va mezclando
épocas, sin aclarar a que periodo en específico se refiere.
Como podemos observar, tres de las historiadoras usadas como referentes para
esta investigación apoyan, en distinto grado, el origen y la existencia de la misoginia hacia
la mujer griega, la cual se basaba, como observaremos a lo largo de nuestra investigación,
en la denigración y los malos tratos, como también en las omisiones o las exageraciones
literarias y que van de la mano a una serie de prejuicios que situaban a la mujer como un
7
sujeto sin derechos, pero con muchas obligaciones, tanto en el ámbito privado como en
el público.
Desde España nos han llegado múltiples trabajos de historiadoras que dedican sus
páginas al estudio de las mujeres, una de ellas, es María Dolores Mirón, la cual ha
enfocado su estudio a la mujer y uno de sus espacios de desarrollo como lo es el oikos.
En ellos, podemos enterarnos y a la vez reflexionar sobre la injerencia real que la mujer
tenía sobre el oikos, puesto que este se ha conocido como el único espacio que poseía la
mujer para desarrollar sus capacidades.
Mirón no es el único aporte que llega desde España pues Ana Iriarte Goñi, a través
de su obra “De amazonas a ciudadanas. Pretexto ginecocrático y patriarcado en la
Grecia antigua” busca exponer cuales eran los espacios que la mujer ocupaba en la
sociedad, y si su participación en las festividades religiosas le brindaban algún estatus
especial que la colocara a la altura del ciudadano. Pero también, intenta desentrañar el
mito sobre un posible matriarcado que existió en Grecia, especialmente un posible
gobierno de las amazonas, ya que toma la teoría de J.J. Bachofen, planteada en su obra
“El matriarcado. Una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo según su
naturaleza religiosa y jurídica” para dilucidar si este filosofo del siglo XIX tenía razón
en su propuesta que generó diversas críticas pero que pocos tomaron en cuenta debido a
la época en que se escribió.
14
Pérez Rosales, Elisa; El discurso feminista como estructura histórica. Categorías y creencias contra la
subalternidad; en: Cuadernos de Ateneo; p. 138.
8
decir, toda sociedad que estuviera dominada por los hombres, no solo políticamente, sino
también socialmente -desde la familia-, es considerada como una sociedad patriarcal, algo
que fue muy común en las civilizaciones clásicas, pues tanto Grecia como Roma
conocieron este sistema, brindándonos los primeros ejemplos de este tipo de sociedad.
Por su parte, Silvia Tubert plantea que “el patriarcado no designa solo una forma
de familia fundada en el parentesco masculino y poder paterno, sino también toda
estructura social basada en el poder del padre.”15 Si nos guiamos por esta definición
todas o la mayoría de las civilizaciones antiguas caen en esta forma de relaciones sociales
que imperan en una sociedad. En el caso de Grecia, es justamente este control masculino
el que impide que las mujeres sean capaces de realizar otras actividades, pues no solo las
naciones están gobernadas por hombres, sino que, además, la estructura básica de la
sociedad, como lo es la familia. Por ende, la mujer, y en este caso, la mujer griega, pone
su vida en las manos de los varones, que, de cierta forma, la rodean.
Para Mercedes Madrid, la misoginia “sirve para describir dos actitudes las cuales
denominaremos ginecofobia y sexismo. […] la ginecofobia como la hostilidad hacia las
mujeres nacida de un sentimiento temor-odio, y el sexismo como el menosprecio
inspirado en la creencia de que un sexo es superior por naturaleza al otro.”16 En este
sentido podríamos plantear que en Grecia ambas formas existieron, pero por motivos y
circunstancias distintas.
15
Tubert, Silvia; Figuras del padre; Ediciones Cátedra; Madrid; 1997; p. 48
16
Madrid, Mercedes; La misoginia en Grecia; Ediciones Cátedra; Madrid; 1999; pp. 12-13
9
que ellas habían constituido; si existió un odio hacia las mujeres lo podemos ver en la
obra de Semónides de Amorgos, donde califica a las mujeres como el peor castigo que
Zeus pudo haber mandado a los hombres. En segundo lugar, el denominado sexismo lo
podemos situar a lo largo de toda la historia de Grecia, ya que los mitos del origen de esta
civilización entregaban ciertas virtudes a cada sexo, colocando al hombre por sobre la
mujer ya que este poseía las cualidades de la razón y el orden, mientras que la mujer era
lo irracional y el caos, haciendo de esta manera superior al hombre y el encargado de
dirigir los asuntos políticos de las polis.
Por otro lado, debemos dejar claro, pues resulta fundamental para el desarrollo de
la investigación, que entenderemos por mujer griega. Nuestro sujeto serán todas aquellas
mujeres, que sin importar en qué etapa de la infancia se encuentran, ya están “listas”
según su familia y las creencias locales -atenienses o espartanas- para contraer
matrimonio y con ello, hacerse cargo, tanto del oikos¸ como de aportar, a través de la
reproducción, nuevos ciudadanos para la ciudad. Por lo general, la edad en que la niña se
encuentra lista para dar el gran paso, y dejar atrás la infancia, son los 14 años en Atenas
y 18 años en Esparta. 17 Es decir, desde los 14 años ya son mujeres.
Ante esta visión, planteamos que, a pesar de esta situación de desventajas políticas
y culturales arraigadas desde los orígenes de la Antigua Grecia, existieron mujeres que
lograron -o al menos intentaron- resistirse a las normas que les fueron impuestas por la
sociedad, generando pequeños triunfos, que podemos considerar como triunfos
personales, pues la mujer como grupo social siguió siendo discriminada y postergada en
una sociedad donde el hombre era el sujeto racional y político.
A su vez, es necesario plantear las siguientes preguntas: ¿Cuál era la visión que
los hombres mantenían de las mujeres? ¿Esta fue una idea propia de los hombres o se
17
Cepeda, Jesús; Transmisión hereditaria a través de la mujer en la Grecia clásica; En: Espacio, tiempo y
forma; Serie II; Historia Antigua; N° 13; 2000
10
difundió mediante otro medio? ¿Cuáles eran las formas más comunes de expresar la
misoginia por parte de los hombres? Las mujeres, a pesar de que la sociedad no los
consideraba dignas de derechos, ¿Tenían alguna forma de manifestar su molestia o de
hacerse oír? ¿Solo podían desempeñarse como madres, o tenían participación en otras
instancias, además de las religiosas en donde era habitual verlas?
Los objetivos que ordenarán y conducirán este trabajo, y que tienen por fin
responder las preguntas planteadas anteriormente y así entregarnos una perspectiva de la
vida de las mujeres griegas en la Grecia clásica, son los siguientes:
Si bien los objetivos pueden parecer simples, estos se complejizan al analizar las
fuentes disponibles sobre todo para el caso de Esparta, es por ello por lo que el estudio de
la Historia Antigua muchas veces se hace difícil debido a la falta de fuentes que nos
confirmen hechos o a la poca fiabilidad de estas, ya que muchas están incompletas o han
sido manipuladas. Así, cada vez que nos sumergimos en ellas, nos sumergimos en una
11
aventura, más si se trata de estudiar a sujetos poco mencionados o estudiados en la
Historia, debido a que no eran considerados sujetos dignos de análisis, o bien, no entraban
dentro de los parámetros que los enfoques históricos consideraban como “sujetos
oficiales”.
En este sentido las obras escritas por Plutarco nos ayudan pues encontraremos
datos relevantes sobre la vida de las mujeres, lo cual nos ayuda a responder varias de las
interrogantes que planteamos anteriormente. A su vez, las Vidas escritas por este mismo
autor, logran recoger gran parte de las biografías de los principales legisladores de los
períodos que nos interesan estudiar, por ende, nos resultan de mucha utilidad sus obras
para comprender las similitudes y contrastes que experimentaban las polis que nos
interesa analizar en este estudio.
18
Fioretti, Susana; Formas femeninas de sexualidad: antigüedad clásica y tardía: parentesco/espiritualidad;
En: Mujeres ausentes, miradas presentes; Peña, Patricia y Zamorano, Paulina; IV Jornadas de investigación
en Historia de la mujer; LOM; Santiago; 1998; p. 15.
19
Domínguez Monedero, Adolfo y Pascual González, José; Esparta y Atenas en el siglo V a.C; Editorial
Síntesis; Madrid; 1999; p. 13.
12
inferioridad y opresivo que padecía una gran parte de la población griega, y desde donde
nace ese sentimiento de superioridad moral de los hombres.
Además de estos dos autores, se analizarán obras de Aristófanes, como lo son sus
Comedias. Si bien estas pertenecen a un género literario que exacerba ciertos rasgos de
la sociedad, nos entrega un atisbo de lo que enfrentaba Grecia en una época de guerra,
puesto que, las mujeres debieron empezar a asumir roles que antes no estaban destinados
a ellas, a causa de la ausencia masculina en pro de la defensa, tanto de las polis como de
Grecia como nación libre.
Otras fuentes para analizar serán obras de los siguientes autores Tucídides,
Heródoto, Eurípides, entre otros autores griegos que recogen los sucesos de esta
civilización y que nos aportan pequeños pero significativos datos sobre las inquietudes y
turbaciones que nuestro sujeto de estudio debía enfrentar día a día.
De este modo, y a través del análisis de las obras griegas pertenecientes a los
diferentes géneros que los escritores desarrollaron, es decir desde los escritos políticos,
las Historias hasta las comedias y pasando por los dramas, intentaremos recabar la mayor
cantidad de datos y visiones que existían sobre las mujeres para intentar reflejar la
realidad general, como los casos puntuales que nos conciernen.
13
básicos, como lo son los conceptos de misoginia y sistema patriarcal.
14
Grecia Antigua desde Licurgo a Solón y el periodo de “Entre Guerras”: una
contextualización histórica.
Grecia se caracterizó como civilización por su variedad, tanto por sus múltiples
polis, siendo cada una autónoma entre sí, como también porque cada una de ellas tenía el
sistema de gobierno que a ellos les acomodara según sus recursos y sus tradiciones. De
todas estas polis la más famosa fue Atenas en gran parte, por las creaciones culturales que
nos legaron. Pero no fue la única que brillo en la antigüedad, pues su gran rival, Esparta,
también quedó en nuestros registros, -quizás en menor número debido a la escasa cantidad
de fuentes existentes-, en gran medida, gracias a lo estricta de su educación, al carácter
militar y a los cientos de hombres20 que dieron su vida no solo por salvar a su propia polis,
sino que a toda Grecia, entregándole al resto de los combatientes griegos el mejor ejemplo
del cumplimiento del deber21 y de lo que debían entregar para preservar la valiosa libertad
griega.
Entre las dos polis más prestigiosas de la civilización griega existían múltiples
diferencias, las cuales se manifestaban en que
“Atenas y Esparta representaban dos formas de ser diferentes y cada vez más
incompatibles. Atenas era democrática, individualista, radical, comercial, marítima.
Esparta, terrestre, jerárquica, con mentalidad oligárquica, sobre todo conservadora,
propensa a sobrevalorar su versión del pasado e inclinada a rechazar innovaciones como
la acuñación de moneda o la guerra de asedio.”22
Como podemos ver en la cita anterior, las dos principales polis griegas, constituían
polos completamente opuestos, y cuyas diferencias se fueron acrecentando a medida que
avanzaba el tiempo, provocando el desarrollo de Atenas, con lo cual logró transformarse
en el estandarte de esta civilización. Pese a lo conservadora que era en el papel la ciudad
guerrera por excelencia, esta presentaba características mucho más “liberales” respecto a
Atenas, en especial en lo que respecta a la vida pública de las mujeres, no así en el ámbito
privado, donde las tradiciones espartanas eran mucho más prohibitivas y radicales en
comparación con sus vecinos atenienses.
Para iniciar nuestra contextualización, haremos un breve repaso por los grandes
legisladores de estas dos ciudades, pues tanto Licurgo, en Esparta, y Solón en Atenas,
pusieron más que un grano de arena en la grandeza de estas ciudades, que, a pesar de ser
opuestas, son el fiel reflejo de las diferencias políticas, sociales y culturales de la cuna de
occidente.
20
Recordados son los míticos 300 hoplitas espartanos que dieron su vida para salvar Grecia de las garras
del imperio persa en la batalla de las Termopilas, comandados por el legendario rey Leónidas. Su hazaña
ha sido llevada al cine en una decena de oportunidades inmortalizándolos, el cual, al fin y al cabo, era su
máxima en la vida.
21
Bengtson, Hermann; Historia de Grecia. Desde los comienzos hasta la época imperial romana; Gredos;
Madrid; 1986; p. 119.
22
Cartledge, Paul; Los espartanos. Una historia épica; Editorial Ariel; Barcelona; 2009; p. 18.
15
En primera instancia, y de manera cronológica, nos referiremos a Esparta, pues,
para entender la dinámica de esta ciudad, no basta con remontarse al siglo V a.C, sino que
debemos retroceder aún más y llegar al menos, hasta la legislatura de Licurgo,23 el cual
estableció las leyes que civilizaron, ordenaron y alzaron a esta ciudad como una de las
más imponentes, pues fue mediante las retras24 que Esparta logró dicha importancia. Este
hecho fue reconocido por Jenofonte el cual en La república de los Lacedemonios señala
que el legislador “les dio las leyes con cuya observancia consiguieron su prosperidad, lo
admiro y lo considero el culmen de la sabiduría.”25 Pero a pesar de este orden brindado
por Licurgo, debemos recordar que Esparta era una ciudad que estaba presidida por dos
reyes, conocida como diarquía,26 y donde las dos familias más poderosas compartían el
poder generando múltiples problemas y desavenencias, pues pocas veces compartían los
mismos intereses.
Que a pesar de esta diarquía que complejiza cualquier análisis, las retras de
Licurgo brindaron una solidez a la ciudad espartana, logrando ubicarla, a su manera y
estilo, dentro de las polis más fuertes del territorio griego, pues a pesar de ser una ciudad
mediocre urbanísticamente27 hablando, el legislador espartano supo mantener la
convivencia de su población, con una ‹‹constitución››
“que se propuso, por una parte, abolir las luchas intestinas, y por otra asegurar
la soberanía dórica en la Laconia, tanto sobre los antiguos habitantes del país que se
habían sometido, como sobre los que no reconocían todavía su dominación.”28
Es por eso por lo que, leyes como el reparto equitativo de tierras, así todos tenían
la misma cantidad, y nadie podía presumir de tener más que otros. Tanto esta ley, como
la nueva acuñación de una moneda de mayor tamaño y peso, se centraban en evitar la
corrupción, algo que, a pesar de la polémica, ayudó para que en Esparta no existiera la
ostentación desenfrenada, como también las grandes diferencias sociales.
Todas estas retras se cumplieron, gracias a que Licurgo era “muy respetado por
los ciudadanos”29 lo cual ayudó no solo en su momento a este legislador, sino que además
23
Sobre la época en que vivió Licurgo hay varias dudas, pues no existe un consenso real de cuando nació.
Esta discusión se viene dando desde la mismísima antigüedad, siendo Plutarco quien, de cierta manera,
resuelve esta discusión al establecer la existencia de, al menos, dos personajes llamados Licurgo, siendo el
más famoso el que se lleva todos los reconocimientos.
24
Las leyes que instauró Licurgo para ordenar a Esparta eran conocidas como retras, estas tenían la
característica de no ser escritas, algo así como derecho consuetudinario moderno, o sea, la mantención de
estas era a través de la vía oral
25
Jenofonte; La república de los Lacedemonios; En: Obras Menores; 2.
26
El gobierno de Esparta tenía la particularidad de ser una diarquía, es decir estaba gobernada por dos
reyes, los cuales pertenecían a dos familias, los Agíadas, que descendían de los dorios, siendo fundada por
Agis I y los Euripóntidas que tenían origen aqueo y que habría sido fundada por Euriponte. Según la
mitología griega, ambos fundadores serían descendientes del mítico héroe Heracles.
27
Fornis, César; Esparta como modelo de y contra modelo en la Ilustración; En: La antigüedad como
paradigma. Espejismos, mitos y silencios en el uso de la historia del mundo clásico por los modernos;
Sancho Rocher, Laura; Universidad de Zaragoza; España; 2015; p. 22
28
Oncken, Guillermo; Historia Universal; Tomo Quinto Historia de Grecia y Roma; Montaner y Simón
Editores; Barcelona; 1917; p. 40
29
Plutarco; Licurgo; Regencia 3, 7.
16
estas leyes permanecieron durante varios siglos, principalmente gracias al respeto y
cariño que se tenía ante esta figura casi mítica de la política espartana, y también porque
los éforos30 cuidaban que así fuera. Pero también y como último aspecto a tratar sobre
este legislador, es importante mencionar que existió -y aún existe- un debate sobre si
Licurgo fue real o era solo un mito, pues al menos en Plutarco, se señala la existencia de
dos hombres que tenían el mismo nombre, es por ello por lo que el consenso general es
que “el régimen espartano no era obra de un solo individuo, sino la consecuencia de un
desarrollo gradual.”31
Otro de los motivos por el cual brindaron estos poderes absolutos, desde nuestra
perspectiva, es el hecho de haber abolido las leyes de Dracón, las cuales eran conocidas
porque la mayoría de los castigos, fuera cual fuera el delito o falta, era la muerte. De esta
forma, liberó a Atenas y sus ciudadanos, los cuales ya no pagarían con su vida sus errores
e incluso sus necesidades.
30
Los éforos son un poder colegiado constituido por cinco personas, las cuales representan a las cinco
aldeas que se unieron para formar Esparta. Estos éforos se elegían anualmente y debían jurar, cada mes,
respaldo a los reyes de ambas familias. Este cuerpo colegiado tenía el derecho de interferir en todas las
esferas de la vida espartana, ya sea en asuntos internos como externos
31
Oliva, Pavel; Esparta y sus problemas sociales; AKAL; Madrid; 1983; p. 72
32
Oncken, Guillermo; Op. Cit; p. 86.
33
Plutarco; Solón; 15, 2.
34
Ibid.; 16, 2.
35
Ibid.; 20. La obligación de buscar a un hombre en la familia de su marido, era con el fin de que
pertenecieran a la misma casa y siguieran con la estirpe familiar.
17
suena similar a una impuesta por Licurgo y que analizaremos más adelante (capítulo 3)
esta no era un derecho para la mujer, sino que estaba enfocada en la protección de la
herencia, pues estaba dirigida “contra los que no podían mantener relaciones y que por
dinero se casaban con las herederas aprovechándose de la ley para contravenir la
naturaleza.”36 De esta forma, vemos que la preocupación de Solón estaba dirigida al
resguardo de las herencias y no a la concesión de libertad para con la mujer.
Si hay algo por lo que se caracterizó Atenas, fue porque sus habitantes se
dedicaban a los oficios, especialmente, manuales. Sobre este punto Solón “orientó a los
ciudadanos hacia los oficios y dictó una ley por la que el hijo no tenía obligación de
cuidar a su padre si éste no le había enseñado un oficio.”37 Por ende, los padres tenían
la obligación de transmitir la enseñanza de su práctica a sus hijos, con el fin de poder
cobrarle a sus, una vez mayores, que los cuidaran.
Tras el examen de algunas de las leyes de Solón vemos a una Atenas que empieza
a deshacerse de todo malo que los antiguos políticos heredaron e inicia un camino para
establecer los cimientos que en un futuro la harían no solo grande, sino la ciudad más
importante de la civilización helena, siendo Pericles el encargado de colocarle el broche
de oro a un estado que hizo de todo por ser el mejor.
Mapa 1: Situación política de Grecia durante el siglo V a.C y la conformación de las Ligas de Delos y
Delfos.
36
Ibid.; 20, 2-4.
37
Ibid.; 22.
18
En el mapa anterior podemos apreciar cómo se conformaron las Ligas -político
militares- que protagonizarían los grandes enfrentamientos que afectaron para siempre,
tanto en los aspectos demográficos, políticos, diplomáticos y sociales de la civilización
griega.
La primera guerra que nos ocupa, son las Guerras Médicas que se desarrollaron
durante el primer tercio del V a.C, y que vieron enfrentarse a una potencia como lo era el
Imperio persa frente a un conjunto de ciudades autónomas griegas que intentaron unirse
en una sola nación para derrotar a un gigante como era el Imperio dominado en una
primera instancia por el Rey Darío I y posteriormente por el hijo de este Jerjes. Pues, y
tal como lo señala el historiador Hermann Bengtson, “el gran peligro persa encendió,
por primera vez en la historia griega, la llama de la conciencia de la unidad helénica.”38
A pesar de no conformar una nación como tal, cada polis griega luchó contra los
persas en un intento por evitar perder lo más valioso que tenían: la libertad, pues “el
mundo griego es antes que nada un mundo que garantiza la libertad espiritual de los
hombres,”39 pero esta libertad no era para todos pues “el esclavo está enteramente
privado de la facultad de deliberar; la mujer la posee, pero débil e ineficaz; el niño la
posee también, pero débil e imperfecta.”40 En este punto nos encontramos con un
derecho exclusivo de los varones, específicamente de los que detentaban la calidad de
ciudadanos y ningún hombre griego que se enorgulleciera de serlo, dejaría que unos
extranjeros, como los persas, trastocaran su tesoro más preciado.
Pero a pesar de las ventajas técnicas y numéricas, los griegos supieron demostrar
que estaban dispuestos a todo por su libertad, lo cual los llevó a la victoria. Quizás el
mayor artífice de la hazaña griega fue Temístocles, el cual no solo lideró a los atenienses,
sino que tomó el mando por parte de todos los griegos, ya que en un gran esfuerzo de su
parte ‘‘logró poner de acuerdo a las ciudades entre sí, convenciéndolas de que aplazaran
sus rencillas durante la guerra. ’’41 Este hecho fue muy importante puesto que, al ser
cada polis autónoma una de otra, tenían sus propios problemas, tanto internos como con
otras ciudades, lo que dificultaba una defensa contra cualquier enemigo, más aún si este
enemigo era el imperio más poderoso de entonces.
No obstante, toda esta situación, Grecia supo demostrar, tanto a los persas como
a sí mismos, que siempre y cuando se mantuvieran unidos, eran capaces de todo, incluso
de dominar y acabar con un enemigo que venía arrasando con todo a su paso.
Durante esta guerra, toda la dinámica social griega se vio trastocada, pues tal como
lo narra Tucídides, tanto hombres, mujeres y niños42 se vieron involucrados en la
construcción de murallas de protección contra los persas, algo hasta entonces nunca visto,
38
Bengtson, Hermann; Op. Cit; p. 126.
39
Buono-Core Varas, Raúl; El sentido de la libertad en Atenas y Esparta; Revista Limes; N° 14-15; Año
2002-2003; Centro de estudios clásicos Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.
40
Aristóteles; Política; Libro I, V, 6.
41
Plutarco, Temístocles; 6, 5.
42
Véase Tucídides; Historia del Peloponeso Libro I-II.
19
pues ni las mujeres ni los niños pertenecían o interactuaban con los asuntos políticos y
militares de la ciudad, pero ante una situación de peligro como esta, más si consideramos
que los griegos estaban contra el tiempo, se recurrió y se emplearon todas las fuerzas
disponibles.
Si bien la guerra contra los persas unió a Grecia, esta unión no duró mucho tiempo,
pues otro conflicto, ahora de carácter interno, remecería la reciente paz alcanzada por los
griegos. Este conflicto es la Guerra del Peloponeso y que vio enfrentadas a sus dos
máximos exponentes, Atenas y Esparta, y que desarrolló durante gran parte del siglo V
a.C, viendo su máxima explosión el último tercio de dicho siglo.
Esta guerra parte, en gran medida, por el tremendo e “histórico dualismo ático-
espartano, así como en la oposición de los principios de política interna representados
por los dos Estados dirigentes.”43 Es decir, esta guerra se inicia por la creciente rivalidad
entre Atenas y Esparta, las cuales deseaban demostrar que eran las más fuertes y las que
poseían, a su vez, un mejor sistema político y social para propagar por el resto de Grecia.
Más que referirnos a esta guerra desde el plano militar, lo haremos desde las
oposiciones que ambas polis enfrentaban. Atenas, democrática de por sí, se enfrentaba
ante un estado que aún mantenía un sistema de castas que se veía representado por la
diarquía que mantenía a Esparta entre dos familias que se disputaban las decisiones de la
polis.
Por otro lado, también tenemos una disputa en el plano de las alianzas, pues tal
como muestra el Mapa 1, Esparta tenía una Liga de Delfos más compacta a nivel
territorial, por ende resultaba más fácil reunirse para preparar una guerra, en cambio
Atenas con la Liga de Delos tenía más problemas, pues si bien esta era más numerosa,
estaba demasiado diseminada por Grecia, lo cual les podría haber traído grandes
problemas si no se contaba con el transporte y comunicación adecuada para mantener
contactadas a las polis que formaban esta gran Liga.
Pero también esta guerra, era para demostrar que polis era la más fuerte, luego de
una guerra que había sacudido a toda Grecia, por ende, buscaban demostrarle al resto de
las polis, que tanto, Atenas como Esparta eran las grandes gestoras del triunfo ante los
43
Bengtson, Hermann; Op. Cit; p. 160.
20
persas, lo que al final ayudaría para que las polis que aún no se unían a alguna alianza o
estaban indecisas de su decisión, se cambiaran de Liga, inclinando la balanza para un lado
u otro.
Sin embargo, esta guerra no sirvió para los fines que ambas ciudades tenían, pues
este enfrentamiento trajo consigo, el inicio del fin para la grandeza de Grecia, pues con
el fin de ella, y el triunfo espartano, se dio comienzo a la decadencia de la civilización ,
ya que Esparta, como mencionamos anteriormente, era bastante mediocre en comparación
con Atenas, la cual la superaba en varios aspectos trascendentales para hacer de Grecia
una civilización fuerte, pues los atenienses dominaban el arte de la política, del arte, de la
filosofía, entre otras que habían transformado a la cultura helena en una de las más
importantes del mundo hasta ese momento conocido, y la más relevante del mundo actual,
pues fue gracias a Grecia, que el mundo moderno pudo tener bases sólidas, especialmente
en política.
Esta guerra, fue todavía más cruenta debido a la peste que la acompañó, causando
cientos de muertes, entre ellas la muerte de Pericles en el año 429 a.C. A su vez, extensas
áreas dedicadas a las labores agrícolas se vieron afectadas, acrecentando las muertes y el
hambre en la Hélade. De esta forma, vemos que la última parte del siglo V a.C, estuvo
marcada por una guerra que enfrentó a las principales ciudades griegas, como también
por la peste, que dejó a Grecia bañada de sangre, que en muchos casos era inocente.
21
CAPITULO 1: Entre la misoginia y el amor: La Grecia Antigua y su concepción
de la mujer ideal.
En la Grecia Antigua, para la mujer era algo habitual estar alejada de los cargos
públicos relacionados con el aspecto político, puesto que a través de los mitos sobre el
origen del mundo44, se propagaba la idea de que la mujer debía ser domada por los
hombres pues esta era un ser irracional y caótico, incapaz de comportarse por sí misma
lo cual la transformaba en un animal que no tenía cabida en la vida política de las polis.
Este tipo de creencias se veían plasmadas en las regulaciones de cada una de las polis,
pues en ellas se refleja el pensamiento y visión que la sociedad tenían sobre las mujeres.
En estas regulaciones la mujer tenía más obligaciones que derechos, haciendo que esta
no poseyera la condición de ciudadano, algo que era exclusivo de los hombres, de esta
forma, la mujer quedaba relegada a una condición inferior tanto social como
políticamente.
44
Estos mitos los encontramos en las obras de Hesíodo, principalmente en La Teogonía.
45
La Historiografía, específicamente desde la segunda mitad del siglo XX, se ha preocupado de la cuestión
política de la mujer griega. Sobre este ámbito, vemos a historiadoras como Michelle Perrot que, en varias
de sus obras, como Mi historia de las Mujeres o Mujeres en la ciudad ejemplifica que la exclusión de la
mujer parte en la antigua civilización griega y que desde ahí se fue propagando por el mundo.
46
Los dos conflictos a los hacemos mención son las Guerras Medicas donde los griegos enfrentaron al
imperio persa, el segundo de ellos fue la Guerra del Peloponeso, en donde Atenas y Esparta buscaban
22
como una “incubadora” pues estas guerras traían consigo la necesidad de nuevos
guerreros que abastecieran y defendieran a sus polis.
consolidarse como la ciudad más poderosa de la Hélade, y para ello, se aliaron con otras polis, dejando a
Grecia nuevamente fragmentada.
47
J.J. Bachofen fue uno de los primeros que postulo esta idea, en su obra El matriarcado. Una investigación
sobre la ginecocracia en el mundo antiguo según su naturaleza religiosa y jurídica, en la cual plantea que
en diferentes civilizaciones antiguas se experimentó un matriarcado, es decir, lugares donde las mujeres,
no solo gobernaban, sino que también, poseían mayores derechos que el resto de la población.
48
Eva Cantarella es una de las historiadoras que refuta los planteamientos de Bachofen en su libro La
calamidad ambigua y señala que ciertas civilizaciones, solo poseían un derecho de sucesión materno, pero
que ninguna fue dominada y/o gobernada por mujeres.
49
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española; http://dle.rae.es/?id=PP4dmnK consultado: 17-
07-2018.
23
1.1 De los “padres” fundadores a Semónides de Amorgos.
Uno de los primeros registros que nos sirven para comprobar la inferioridad en
que se hallaba la mujer griega, son las obras de Hesíodo. Este poeta griego, en cada uno
de sus poemas, especialmente en El Escudo50, se refiere a las mujeres, incluyendo a las
diosas, no por sus capacidades y virtudes, sino por su parentesco familiar masculino más
cercano. Un ejemplo de ello es lo que sucede con Atenea, una de las principales diosas
del Olimpo, la cual en la obra de Hesíodo es constantemente nombrada como “la hija de”
lo que nos demuestra que, para este autor, la validez de la mujer depende de sus vínculos
y relaciones familiares y no de sus capacidades, siendo más grave aún, cuando se refiere
a una diosa, la cual se destaca, incluso, por sobre muchos de los otros dioses del Olimpo.
Visto desde la actualidad, fue Hesíodo uno de los principales artífices del sesgo
hacia la mujer, pues sus obras eran la base de la sociedad griega, la cual cimentaba sus
orígenes en los mitos que trasmitían las obras de este poeta. Una de las principales obras
que tratan este tema, es La misoginia en Grecia de Mercedes Madrid, quien hace
referencia a los planteamientos de M.B. Arthur quien señala que “el distinto tratamiento
que reciben los personajes masculinos y femeninos, ya que, mientras los primeros están
tratados según el modo metafórico (por identificación, la similitud y la condensación),
los segundos lo están según el método metonímico (por el desplazamiento y la
sinécdoque).51 Además de esto, se establece que durante la narración que hace Hesíodo
sobre el origen del mundo
50
Hesíodo; El Escudo; 5-480.
51
Madrid, Mercedes; La misoginia en Grecia; Ediciones Cátedra; Madrid; 1999; p. 25.
52
Loc. Cit
53
Mirón, María Dolores; Las mujeres, la tierra y los animales: naturaleza femenina y cultura política en
Grecia antigua; En: Florentia Iliberritana; 2000; p. 157.
54
Cf. Lesky, Albin; Historia de la literatura griega; Gredos; Madrid; 1989; p. 139.
24
él, Hesíodo plantea que la primera misión de un hombre -labrador- es “en primer lugar
procúrate casa, mujer y buey de labor [-la mujer comprada, no desposada, para que
también vaya detrás de las bueyes-].55 Al leer esta cita, lo primero que se nos viene a la
cabeza es que Hesíodo no recomienda el matrimonio tradicional, sino más bien la compra
de una mujer para que realice las tareas que el hombre le pida, lo cual es un claro signo
de la poca consideración hacia la mujer, pues al ser comprada esta se transforma en un
objeto, dejando su calidad humana atrás.
Pero Hesíodo no es el único que incide en el trato hacia las mujeres, pues Homero
a través de sus obras también nos legó ejemplos de cómo la mujer era menospreciada e
insultada. Un claro ejemplo de ello, lo observamos en La Odisea donde la superioridad
moral y social de los hombres queda en evidencia gracias a Telémaco, siendo este la viva
demostración del influjo de los hombres por sobre las mujeres, pues cuando ve a su madre
este no duda en señalarle “más tú vete a tus salas de nuevo y atiende a tus propias labores,
al telar y a la rueca, y ordena, asimismo, a tus siervas aplicarse al trabajo; el hablar les
compete a los hombres y entre todos a mí, porque tengo el poder en la casa.”56 A través
de esta cita, nos damos cuenta de la lógica que imperaba en la sociedad griega, la cual se
destacó por minimizar el papel de la mujer, haciéndola dependiente de sus padres,
maridos e hijos, siendo estos las figuras a las cuales las mujeres debían respetar y venerar,
pues estos eran los que estaban a cargo del destino de estas. Por otro lado, esta escena nos
deja que una de las misiones del hombre griego era “aprender a controlar el discurso
público y a silenciar a las hembras de su especie.”57
Si bien estos dos poetas griegos fueron los iniciadores, tanto de una forma de
escritura como también de una tradición donde las mujeres no eran el centro de la historia
mostrándolas como seres dóciles que debían someterse a las órdenes de sus kyrios,
existieron otros que siguieron y profundizaron este tipo de escritos. Llegando al siglo VI
a. C58, nos encontramos con Semonides de Amorgos, autor de una de las obras más
misóginas de la antigüedad, en la que demuestra su poco amor y tolerancia hacia las
mujeres, con ello hacemos referencia al Yambo de las mujeres o también conocido como
Catálogo de mujeres. En él, Semonides clasifica a las mujeres según las virtudes y
55
Hesíodo; Trabajos y los días; 405.
56
Homero; La Odisea; 355-360
57
Beard, Mary; Op. Cit; p. 16
58
Existe un consenso de que el siglo en que vivió Semónides de Amorgos fue el siglo VI a.C, aunque
existe una hipótesis de que este escritor vivió durante el siglo VII a.C.
25
defectos de los animales y algunas fuerzas de la naturaleza. Bajo estas comparaciones,
especialmente con los elementos de la naturaleza Semonides intenta hacer “una
asimilación a lo no civilizado que es, en definitiva, como era considerada la mujer: un
ser no civilizado, como los esclavos.”59 Esta obra del de Amorgos estaría “basada en el
principio de Hesíodo que la creación de la mujer fue obra de Zeus.”60 Esta idea queda
demostrada hacia el final de su obra y que más adelante veremos.
Este modelo de mujer era una de las menos recomendadas para que un matrimonio
resultara fructífero y feliz, pues según el propio Semonides “ningún botín obtiene el
hombre mejor que una mujer buena, ni más espeluznante que una mala.”62 Pero
Semónides no se queda ahí, pues más adelante comenta cual era la mujer más malvada,
es en esta categoría que encontramos a la perra, de esta el yambógrafo señala
59
Barrio Marcén, Celia; Aspasia de Mileto: ¿una mujer libre en la Grecia clásica?; En: Anuario del Centro
de la Universidad Nacional de la Educación a Distancia en Calatayud; N.º 21; 2015; p. 59.
60
Brasete, María Fernanda; La crítica de las mujeres en el Fr. 7 de Semónides de Amorgos; En: Semonides
de Amorgos. De las mujeres; p 4.
61
Yambógrafos griegos; Semónides; 7; 1-6
62
Ibid.; 6.
63
Ibid.; 10-20.
26
como compañero a cualquiera que llegue en busca del quehacer de Afrodita.”64 Es decir,
este último tipo de mujer solo busca el placer mediante el sexo, no le interesan otros
aspectos, por lo tanto, tampoco es recomendable para un buen matrimonio.
Según la descripción que nos entrega Semonides, podemos concluir que esta era
la menos precisa como elección para una relación seria y más para un matrimonio, pues
además de que la mujer debía cumplir con ciertas características como dueña del hogar,
igualmente esta debía cumplir con ciertos cánones de belleza, los cuales eran
imprescindibles en la antigua Grecia para tener un mejor pasar. No obstante, las mujeres
debían cuidar los excesos de maquillaje, pues el exceso de adornos pues si bien es un
“hermoso espectáculo es en verdad una mujer así para los demás, pero para su marido
se convierte en una desgracia.”66
Por el momento solo hemos visto los peores tipos de mujeres que Semonides
califica en este Yambo, pero a pesar de esto, existe solo un ejemplo de ideal, y este lo
asume la mujer-abeja. Este tipo de mujer es la que reúne todo lo bueno que un hombre
desea para efectos de un matrimonio exitoso y lleno de dichas, ya que esta, en palabras
de esta yambógrafo griego
Hasta ahora, la mujer-abeja es la perfecta mitad para un hombre que desea ser
feliz, pero que además desea sacar el máximo provecho a sus bienes, puesto que estos
traerán estabilidad al hogar, como también las riquezas que le aseguraran un mejor futuro.
A ello, Semonides añade que otra característica que hace perfecta a esta mujer, y que es
que no se mezcla con los otros malos tipos de mujeres, pues su buen sentido impide que
comparta asiento con ellas, de esta forma, la mujer-abeja, se convierte en el sueño de un
hombre, más aún si este es un ciudadano prestigioso, pues solo con ella, su prestigio y
64
Ibid.; 45-50.
65
Ibid..; 50-55.
66
Ibid.; 65-70.
67
Ibid.; 80-90.
27
fama aumentaran. En la imagen 1, podemos ver como la mujer se dedica al cuidado de
sus hijos, algo que para Semonides era fundamental al momento de establecer a la mujer
“perfecta”.
Pero a pesar de los elogios que destina a esta mujer, Semonides no cambia de
opinión sobre la población femenina, pues sostiene que “el mayor mal que creó Zeus fue
éste: las mujeres.”68 Si bien, para él, existe la mujer ideal, el hombre siempre vivirá en
desgracia con una mujer, ya que en palabras del nacido en Samos
Luego del análisis de estos, vemos que la mujer ideal, es aquella que se queda
lejos del desarrollo de la polis y de la sociedad, de aquellas que viven alejadas de otros
hombres, pues no se deben dejar ver por otros, las que no se inmiscuyen en asuntos
políticos que solo son asuntos de sus maridos, más si estos ostentan la calidad de
ciudadanos, pues “la mujer, cuya vida debería centrarse, en el siglo VII a.C., en las
actividades domésticas y en las relaciones familiares que preservaban la prosperidad del
68
Ibid.; 95.
69
Ibid.; 105-110.
28
oikos.”70 Si bien esta idea era propia del periodo arcaico, se mantuvo incólume durante
toda la historia de Grecia como nación y/o civilización independiente. 71
Llegando ya el periodo clásico nos encontramos con Eurípides, el cual con su obra
Alcestis nos muestra una parte de la posición en que se encontraba la mujer griega en
donde esta era capaz de todo por conservar la armonía del hogar. En esta composición,
Eurípides nos muestra la sumisión a la cual la mujer era capaz de llegar por su marido y
cuál era la situación que experimentaba un hombre viudo. La protagonista, Alcestis, se
sacrifica por el bien familiar, ya que Admeto, su esposo, que estaba a punto de morir, les
pidió a las diosas del Destino que buscaran a otra persona que quisiera morir de manera
voluntaria, y así este pudiese continuar con su vida. La sorpresa para él se produjo al ver
que fue su esposa la que se ofreció para dicho “intercambio”, y no sus padres de quien se
esperaba que accedieran y se sacrificaran por su hijo, puesto que “aceptar la muerte en
lugar de otro es el sacrificio absoluto, pero no es tan extraño para los padres y
especialmente para la madre según la concepción establecida acerca de la entrega total
de aquella al hijo.”72 A pesar de lo normal que era que las madres se sacrificaran por sus
hijos, en esta historia, vemos que la esposa del protagonista es quien se ofrece para morir,
demostrando así el nivel de sumisión y devoción existente en ese matrimonio.
Un santo como yo vino a topar con un hombre santo, el hijo de Feres, a quien
salvé de morir, engañando a las diosas del Destino. Ellas me permitieron que Admeto
escapase, por el momento, de Hades, si entregaba a cambio otro cadáver a los de abajo.
Ha ido sondeando, uno a uno, a todos los suyos, a su padre y a la anciana madre que lo
trajo al mundo, y a nadie encontró, excepto a su mujer, que quisiera dejar de contemplar
ya la luz del sol, muriendo en su lugar. 73
La traición que encontró Admeto en las figuras de sus padres, llevo a Alcestis a
sacrificar su vida para que su marido siguiera viendo la añorada luz del sol, pues su deseo
era “¡que podáis, hijos míos, seguir viendo felices esta luz!”74 pero es la misma Alcestis
la que le explica a su marido la razón de tomar esta radical decisión y esta se basa en el
vínculo de amor que los une “muerta tú, yo ya no podría vivir. En tus manos está nuestra
vida y nuestra muerte, pues respetamos el alzo de amor que contigo nos une.”75 Esto
último, nos deja claro cuál era la percepción que tenían las mujeres sobre el matrimonio,
70
Brasete, María Fernanda; Op. Cit; p. 12.
71
Cuando hacemos referencia a que era una nación independiente, lo hacemos bajo la lógica que aun resistía
los intentos de invasión de otras culturas que intentaron conquistarla por sus magníficos tesoros y poder.
72
González Galván, María Gloria; El lado oscuro de la maternidad en la literatura griega; En: Revista de
Filología; N° 25; 2007; pp. 271-275
73
Eurípides; Tragedias I; Alcestis; 10-20.
74
Ibid.; 270-275.
75
Ibid.; 275-280
29
que en el caso de Alcestis se terminaría cuando su marido desapareciera, pero que,
además, traería solo desgracias y penas, para las cuales no estaba preparada, y por ello,
para no enfrentar dicha pena y desconsuelo, prefería morir en lugar de su marido.
Imagen 2: Trozo de Jarrón que representa el día después de la boda de Alcestis. 430-420 a.C. En ella se
puede ver como las mujeres atienden a Alcestis, lo cual se muestra como una señal de camaradería, pero
también puede plantearse como un momento de enseñanza sobre sus futuras labores en el oikos.
Pero antes de su muerte, Alcestis le pide a Admeto que cumpla con algunas
condiciones para mantener la calma y la concordia dentro del hogar. Así, es que Alcestis
le sugiere a su marido lo siguiente
Tras esta cita que devela la grandeza espiritual de Alcestis, vemos que ella había
pensado en todas las opciones que una supuesta muerte de su esposo habría ocasionado
en su vida, e incluso ya tenía planificado que hacer si ella moría primero. Es este último
punto, donde haremos una detención. Alcestis le pide a su esposo que no vuelva a contraer
matrimonio, pues la nueva esposa sería “peor que ella.” Esto debemos entenderlo desde
el punto de vista que la mujer durante el matrimonio mejora sus condiciones educativas
y de ama de casa, pues el marido tenía como labor, seguir con la educación que los padres
habían dejado inconclusa debido al matrimonio; entonces, luego de estas enseñanzas
entregadas por su cónyuge, esta debía mejorar y acercarse a la esposa perfecta que la
tradición griega señalaba, y que anteriormente mencionamos como mujer-abeja.
76
Ibid.; 280-310
30
Pero, además, esta hace mención de que era un peligro para sus hijos traer a una
“suplente” ya que se corría el riesgo de que esta fuera mala y tuviera actitudes poco
acordes con ellos, lo cual significaría para sus hijos malas experiencias y por otro, avivaría
el recuerdo por su madre muerta, algo que Alcestis quería evitar, pues el recordar en
exceso a su madre podría traerles más tristezas que alegrías; pero también nos señala que
ella no quería correr el riesgo que su recuerdo fuera borrado por otra mujer.
Si bien Alcestis se sacrifica por su marido y su familia, esta tiene claro cuál era su
papel y valor para la familia que formaba con Admeto, pues como despedida pronuncia
las siguientes palabras “tú, esposo mío, puedes ufanarte de haber tenido la mejor esposa
y vosotros, hijos, de haber nacido de una madre semejante.”77 Como nos demuestra
Alcestis, las mujeres griegas, luego de casarse, se transformaban en devotas de sus
maridos e hijos, lo cual para muchas significaba la conversión de mujer a mártir,
permitiendo ello, dejar huellas imborrables para sus familias y legarnos a nosotros,
historias excepcionales de amor y sacrificio.
Si en Eurípides vemos los sacrificios que las esposas eran capaces de hacer por
sus maridos, Jenofonte en su obra El económico nos muestra y enseña cuales son las
labores que toda buena esposa debe realizar para ser bien considerada por su marido,
generando que este sienta confianza en su mujer y sea capaz de delegarle algunas tareas,
específicamente las vinculadas con el manejo y control del oikos.
Tal como nos expone Jenofonte las palabras de Sócrates, las mujeres si jugaban
un papel importante en el funcionamiento y desarrollo familiar, pues a pesar de que no
eran consideradas iguales a los hombres, estas debían preocuparse de que todo funcionara
a la perfección en el hogar, ya que, de esta forma, aliviaban la carga que sostenía el
hombre. Un ejemplo de ello era el caso de la pareja compuesta por Iscómaco y su mujer,
la que apenas era una adolescente al momento de celebrarse su boda, y que, por ende,
77
Ibid.; 325
78
Jenofonte; El Económico; III, 15-16
31
había muchas cosas que aún no aprendía. Sócrates, le manifiesta a Iscómaco su
curiosidad sobre si su mujer ya venía con las enseñanzas desde su hogar o si él debió
hacerse el tiempo para enseñarle a su esposa lo necesario para su nueva labor, a lo cual
Iscómaco responde que “¿Y qué podía saber cuándo la recibí por esposa, si cuando vino
a mi casa aún no había cumplido los quince años y antes vivió sometida a una gran
vigilancia, para que viera, oyera y preguntara lo menos posible?”79 Esta cita nos ayuda
a clarificar algunos aspectos que posiblemente podían generar algunas interrogantes.
Pero volviendo a la historia que nos relata Jenofonte, Iscómaco fue un hombre con
suerte, pues su mujer se manifestó dispuesta a aprender de él todo lo que la ayudara a
crecer y ser mejor para el hogar, y así lo hace saber Iscómaco pues “me hizo muchas
promesas poniendo por testigos a los dioses, de que llegaría a ser como es debido, y era
evidente que no iba a desinteresarse de las enseñanzas que recibiera.”81 De esta manera,
y tras las lecciones aprendidas de su esposo, las mujeres van moldeándose en una esposa
perfecta, hasta alcanzar el máximo nivel que con anterioridad Semónides de Amorgos
señalara como la culminación de la esposa ideal, es decir, ser la mujer-abeja. Para ello la
mujer de Iscómaco82 debía saber dónde estaban sus esclavos, los utensilios, las
mercaderías, es decir, debía conocer donde se encontraba cada cosa y llevar la cuenta,
pues de esta manera, llevaría un control exhaustivo de lo que entraba y salía del oikos.
79
Ibid.; VII, 5-6
80
Mirón, María Dolores; Op. Cit; p. 158.
81
Jenofonte; Op. Cit; VII, 8-9
82
Lamentablemente en la obra no aparece su nombre, por eso el apelativo de “mujer de Iscómaco”.
Aclaración que me parece bien hacer, por las críticas que realizamos a Hesíodo.
32
1.3 ¡Yo también puedo! La búsqueda de igualdad de Lisístrata y la
Asamblea de Mujeres.
Otro personaje que nos resulta útil para el análisis del pensamiento masculino
sobre la vida de las mujeres es el comediante Aristófanes, el cual en su obra Lisístrata
nos relata una posible sublevación de la población femenina para convencer a los hombres
que terminaran con la guerra que por ese entonces enfrentaban. Si bien comprendemos
que esta obra es una exageración, en ella las mujeres planean tomar el mando
administrativo de la ciudad, pues su experiencia en el oikos las avala. Pero esta propuesta
encuentra algunos detractores como lo fue el consejero ateniense el cual pregunta
asombrado “¿vosotras administrareis el dinero?”83 a lo que las mujeres responden “¿Por
qué te extrañas? ¿no somos nosotras las que os lo administramos todo en casa?”84 A
pesar de este argumento, que podría considerarse de peso si tenemos en cuenta que las
mujeres de la asamblea de Lisístrata no eran unas ignorantes en lo que a administración
se refiere, no eran tomadas en serio, debido a las creencias que ubicaban a la mujer como
un ser irracional y poco confiable para los asuntos políticos de la ciudad.
Lo que nos deja claro esta obra, es la evidente división de las labores existentes
entre los sexos, pues las mujeres no deben sobrepasar los límites del hogar, porque para
las demás labores están los hombres, ya que ellos se encargan tanto de la política como
de la guerra. No obstante, Lisístrata y las otras representantes de las diferentes polis que
participaban en la asamblea de mujeres, son claras en hacer ver su fortaleza tanto física
como mental al señalar que “soportamos más del doble de su peso que vosotros. Ante
todo pariendo hijos y dejándolos ir lejos a servir como hoplitas.”85 Lo anteriormente
dicho, también nos lleva a plantear que esta obra refleja “el enfrentamiento entre géneros,
la derrota del sexo masculino en manos del femenino, y junto con ello, la representación
de la mujer en cuanto figura que proclama y defiende la paz y la reconciliación.”86
A pesar de todos los poetas y escritores que hemos mencionado hasta el momento,
uno de los más relevantes para nuestra investigación, son las obras escritas por Plutarco
durante el siglo I d.C, en sus obras logra captar y reunir varias anécdotas que nos ayudan
a comprender más que la visión masculina, la vida de las mujeres de las distintas polis
que componen la península helénica.
83
Aristófanes; Comedias III; Lisístrata; 490.
84
Loc. Cit.
85
Ibid.; 580
86
Ramírez Errázuriz, Verónica; Heroínas griegas: el rol protagónico de la mujer en la tragedia clásica; En:
De reinas a plebeyas. Mujeres en la historia; Huidobro, María Graciela y Zamora, Patricio; RIL Editores;
Chile; 2013; p. 35.
33
En sus Obras Morales o Moralias, Plutarco se aleja del paradigma de los antiguos
escritores griegos y señala que el matrimonio no tiene como fin único la procreación, sino
que además cree que el matrimonio es una simbiosis espiritual entre los esposos y no una
unión de cuerpos con fines procreativos o una unión de bienes con el fin de agrandar las
riquezas de una familia.87
Como hemos podido ver a lo largo de esta exposición, la visión que los hombres
tienen de las mujeres sufrió pocos cambios, estos recién debieron esperar a que Grecia
como civilización fuera acabada por otros imperios más fuertes. Esto también nos ha
servido para reafirmar la idea de que en Grecia estaban reglamentados desde su origen,
la segregación y separación de los espacios, pues
Por lo tanto, los hombres durante toda la historia de Grecia como nación
independiente, consideraron que la mujer no estaba en condiciones para ejercer las labores
que ellos realizaban, ya que, desde los primeros registros escritos a los cuales hemos
tenido acceso, muestran que la mujer jamás fue tomada como un ser racional y capaz de
comandar los asuntos políticos y económicos de una ciudad, puesto que esa era una tarea
para seres mucho más capaces e inteligentes, rasgos que por aquel entonces, no eran
asociados a las mujeres.
87
Plutarco; Obras morales y de costumbres; Tomo II; Gredos; Madrid; 1986; p. 173
88
Lissarrague, François; Una mirada ateniense; En: Perrot, Michelle y Duby, Georges; Historia de las
mujeres: La antigüedad; Taurus; Madrid; 2000; p. 235.
34
CAPITULO 2: ¿Cuál es mi lugar? La mujer ateniense: entre el oikos y el ágora,
siglos VI-IV a.C.
Durante el siglo V a.C, vemos en Grecia las secuelas de las Guerras Medicas que
lograron unir a la nación helena, pero también vemos el surgimiento de un nuevo conflicto
que disolverá la unión alcanzada hace tan poco tiempo. La Guerra del Peloponeso, vino
a trastocar Grecia, convirtiéndose “en la mayor conmoción que haya afectado a los
griegos,”90 pues significó una nueva organización política y militar que buscaba la
consolidación de la polis más poderosa de esta civilización, a pesar de tener un orden
político basado en la democracia, esta no impedía los enfrentamientos entre las polis, ya
que “la democracia ateniense, al menos en tiempos de Pericles, se mostró belicosa,
conquistadora e imperialista.”91 De esta manera, vemos, durante el siglo V a.C, una
constante lucha de poder que afectó drásticamente a la sociedad griega y que se
traducirían en serias consecuencias que recién se vieron durante el siglo IV a.C.
89
Bengtson, Hermann; Op. Cit; p. 104.
90
Tucídides; Historia de la Guerra del Peloponeso; Libro I; 2.
91
Flaceliere, Robert; La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles; Ediciones Temas de Hoy;
Madrid; 1989; p. 299.
92
Glotz, G; La ciudad griega; Unión Tipográfica Editorial HispanoAmericana; México; 1957; p. 109.
35
el “control total” de este sitio, este dependía de cuanta confianza tuviera el esposo en ella,
ya que este era el encargado de administrar y aumentar las riquezas y para ello, era
necesario tener bajo estricto control el consumo y gasto del hogar, para no sobrepasarse
en su capacidad económica, lo cual no sería ni prudente ni beneficioso para las
aspiraciones de la familia.93 Entendiendo además que al ser el hombre quien administra
la totalidad de los bienes de la familia, incluyendo los que llegan como dote de su mujer
al momento de la boda, este sigue siendo al amo máximo del hogar, a pesar de que delegue
el control de este a su esposa.
Actualmente vemos como de a poco van cayendo una de las tradiciones que más
enraizada en la sociedad, y con esto me refiero a que la mujer debe hacerse cargo, de
manera exclusiva, del hogar familiar. Esta labor se ha considerado por siglos como la
única misión digna de la mujer, pues a lo largo de la Historia se ha instalado como una
verdad absoluta y en gran medida porque “las mujeres siempre hemos ocupado un lugar
de alteridad que nos instala en un rango inferior respecto a los hombres”94 y si bien esto
ha ido cambiando y las tareas del hogar ahora se comparten, desde la antigüedad y en
cada época histórica encontramos justificaciones para que la mujer ocupe ese lugar en la
sociedad, convirtiéndolo en una parte más de su cuerpo.
La historiadora Michelle Perrot hace una revisión sobre esta idea y rescata el
pensamiento de Kant el cual señala que “la mujer es la casa.”95 Esta frase viene a
simbolizar el rol que debía cumplir la mujer dentro de la sociedad, pues pasa de ser la
encargada de la casa a ser la casa, lo que se traduciría, como que el hogar familiar no
puede funcionar si una mujer no está a cargo de esta. La mujer, por lo tanto, no tenía la
opción de rechazar este lugar, sino que esta se transformó en una imposición cultural a la
cual no podía negarse sin recibir el repudio de su familia y sociedad. Si alguna mujer
hasta antes del siglo XX tenía sueños y aspiraciones profesionales, estas se veían
truncadas por lo que se convirtió en su destino, “el máximo horizonte de realización
femenina”96 es decir, el hogar.
93
Cf. Jenofonte; El Económico; III; 7-10
94
Alegre Valencia, Yesenia; Las mujeres como sujetas subalternas; Jornadas de estudios feministas y de
género; Disponible en: http://www.bibliotecafragmentada.org/wp-content/uploads/2012/11/Las-Mujeres-
como-Sujetas-Subalternas.pdf p. 1.
95
Perrot, Michelle; Mi historia de las mujeres; FCE; Buenos Aires; 2009; p. 171.
96
Nash, Mary; Mujeres en el mundo: historia, retos y movimientos; Alianza; España; 2012; p. 51.
36
IV a.C pues nos ayudaran a entender de mejor manera la lógica del oikos.
¿Qué era el oikos? El oikos lo debemos entender como aquella unidad básica de
la sociedad griega donde la familia se desarrollaba y desenvolvía a diario, pero que, por
lo general, se encontraba en las familias más pudientes de Grecia, ya que aquellas familias
tenían el dinero y el espacio físico para dividir su hogar en ambientes para cada género.
Además, esta unidad comprende a los distintos bienes materiales que la familia posee, los
que incluyen los bienes aportados por el marido más la dote que aporta la mujer y que
pasa a ser administrada por el marido. El oikos, por otra parte, se compone de dos espacios
fundamentales, como lo son el androceo y el gineceo, tal como se muestra en la Imagen
3. El primero de ellos es el espacio de uso exclusivo de los varones del hogar, mientras
que el segundo era el lugar en que las mujeres debían permanecer gran parte del tiempo
pues no tenían permitido salir de su hogar solas, y tampoco podían compartir las
actividades que disfrutaban los hombres. Además, esta división del oikos la podemos
encontrar en familias aristocráticas, puesto que estas familias tenían los recursos
económicos para crear espacios distintos para que ni hombres y mujeres se mezclaran.
97
Las Hetairas eran lo que denominamos actualmente como damas de compañía. Estas eran de las mujeres
más educadas y preparadas de la sociedad griega, pues recibían una educación muy diferente al resto de las
mujeres, ya que además de enseñárseles las labores del hogar, estas debían dominar múltiples temáticas,
pues entre sus misiones se encontraba satisfacer cualquier requerimiento que su cliente le pidiera. Muchos
de los registros que poseemos, demuestran que no siempre el contratar una hetaira significaba pagar por
sexo, sino que muchas veces se pagaba por una buena conversación o solo la compañía de una linda mujer
en algún banquete.
37
ciertos “privilegios” por sobre las otras mujeres, ya que esta sí podía caminar sola por la
calle, pero en eso profundizaremos más adelante.
“la mujer ateniense ciertamente es una eterna menor, y esta minoría se refuerza
con la necesidad que tiene de un tutor, un kyrios, durante toda su vida: primero su padre,
después su esposo, y si este muere antes que ella, su hijo, o su pariente más cercano en
caso de ausencia de su hijo.”98
Como podemos constatar, la mujer siempre debía poner su vida en las manos de
un hombre, pues no era considerada capaz de hacerse cargo de su vida. Quizás, muchos
pensaban que sus capacidades eran inferiores al hombre, o algo similar, pero esta
dependencia demuestra la poca confianza que los hombres tenían de ellas, y la creencia
de que estas necesitaban de alguien que las cuidara y salvara del caos en que se
encontraba.
Al ver la relevancia que la mujer fue tomando en una época bélica donde su rol de
madre pasó a ser fundamental, uno supondría que a esta se la empezó a cuidar y respetar
más de lo que era anteriormente, no obstante, lo situación del género femenino no cambió
en demasía, ya que esta, desde hace tiempo venía siendo excluida de la sociedad y ni
siquiera la guerra les concedió un espacio con más protagonismo político. Esta exclusión
política queda manifiesta en la Constitución de los atenienses de Aristóteles, en ella, se
menciona solo tres veces a la mujer,99 pero en ninguna de estas menciones le entrega
algún derecho de igualdad con los hombres, a pesar de que “esta constitución
proporciona a todos los innumerables beneficios,”100 pero como ya mencionamos, estos
beneficios no eran inclusivos con todos los estamentos que conformaban Atenas.
98
Mosse, Claude; Op. Cit; p. 55.
99
Aristóteles en su Constitución de los atenienses solo hace referencia a las mujeres y los niños en contadas
y escasas ocasiones, ninguna de ellas se trata de obligaciones, deberes o derechos, solo menciones que nos
permiten conocer que este filósofo griego era consciente de la existencia de las mujeres, pero también nos
hace suponer (solo para el caso de esta obra) que no creía que estas merecieran más atención de su parte.
100
Glotz, G; Op. Cit; p. 121.
38
sumisión y abstinencia respecto a los placeres masculinos.”101 Esta cuestión quedara
expuesta a lo largo del trabajo con el caso de Lisístrata.
“Sócrates: ¿la educaste tú personalmente hasta que llegó a ser como es debido
o, cuando la recibiste de su padre y de su madre, ya sabía administrar lo que le incumbe?
Iscómaco: ¿Y qué podía saber cuándo la recibí por esposa, si cuando vino a mi
casa aún no había cumplido los quince años y antes vivió sometida a una gran vigilancia,
para que viera, oyera y preguntara lo menos posible?”103
101
Pomeroy, Sarah; Diosas, rameras, esposas y esclavas. Las mujeres en la antigüedad clásica; AKAL;
Madrid; 1990: p. 91.
102
Ibid.; p. 81.
103
Jenofonte; Op. Cit; VII, 4-6
39
llegaría a ser como es debido, y era evidente que no iba a desinteresarse de las
enseñanzas que recibiera.”104 Tanto estas promesas como la atención que puso en las
enseñanzas que le entrego su marido hicieron de ella una nueva proveedora para la riqueza
familiar, ya que la administración correcta del hogar era fundamental para que esta se
acrecentara y la familia lograra tener mayores aspiraciones.
Luego de este fragmento nos queda claro, el nulo poder de elección que la mujer
tenía sobre su propia vida, regir esta parte importante para la vida de cualquier mujer,
estaba absolutamente prohibida, no existiendo ni la menor posibilidad que la mujer se
opusiera al destino que le estaban entregando sus padres, haciendo de esta una eterna
menor de edad sin capacidad de raciocinio para tomar por si mismas las decisiones que
afectaban su vida.
Al tener una escasa preparación para la vida matrimonial, la mujer no solo ponía
su vida en manos de los hombres, sino que, además, dudaba de sus propias capacidades
“¿y en que podría ayudarte? ¿Qué capacidad tengo yo? Porque todo depende de ti.”107
A través de esta cita podemos constatar que la mujer, no llegaba preparada al matrimonio,
más cuando recordamos que apenas son unas niñas cuando llegan a esa instancia en sus
vidas, lo cual las hace vulnerables y acatan cualquier orden que su marido les ordene,
porque finalmente, su misión es esa, obedecerle.
Teniendo en cuenta la sociedad patriarcal que era Grecia, y donde Atenas pasó a
ser su ciudad más importante, tenemos solo una instancia donde la mujer puede actuar
como una mujer adulta, y podríamos considerar este como su único derecho: pedir el
divorcio. Este era el único derecho que poseía puesto que “la ley ateniense permitía a la
mujer actuar como un ser mayor de edad cuando quería divorciarse, y debía presentar
en persona su demanda ante el arconte.”108 Aunque este sueño, muchas veces era
truncado.
104
Ibid.; VII; 8-9
105
Pomeroy, Sarah; Op. Cit; p. 80.
106
Jenofonte; Op. Cit; VII; 11-12
107
Ibid.; 14-15
108
Mosse, Claude; Op. Cit; p. 59.
40
Tras la expuesto, nos damos cuenta de las limitantes del espacio privado para la
mujer, pues esta, a pesar de tener a cargo la administración del oikos, seguía dependiendo
de su kyrios. Estas restricciones se acrecentaban en el espacio público, pues existían leyes
que prohibían que las mujeres se mezclaran con los hombres. Esta situación se daba,
específicamente, en los funerales.
Desde el arcontado de Solón, hacia el 594 a.C, que las mujeres que asistían a estas
ceremonias debían marchar detrás de los hombres para evitar mezclarse con ellos109 y
tampoco podían entrar a un velorio de algún difunto que no fuera estrictamente pariente
consanguíneo hasta segundo grado. Pero aquí, nos encontramos con otra limitante
bastante rara. Esta hacía referencia a la edad de las mujeres que podían participar de
dichas instancias. Solo las mayores de 60 años podían visitar y participar en las
ceremonias fúnebres de cualquier hombre, sin importar el grado de parentesco que
existiera entre ellos.
Pero ¿de dónde sale este privilegio? En realidad, y según Inés Calero, esta
situación se deba por el hecho de que los griegos consideraban a las mujeres mayores de
60 años, como asexuales, pues “no entrañaban ningún riesgo de sufrir alguna agresión
sexual cuando salieran del hogar,”110por ende, gozaban de mayores libertades. Sin
embargo, esta afirmación nos deja ver que las mujeres menores de 60 años corrían el
riesgo de sufrir abusos por parte de la población masculina si salían de su hogar o asistían
a ceremonias a las cuales no debían. Empero, esto último, hace que nos nazca el siguiente
cuestionamiento. Se suponía, según las creencias griegas, que el hombre era superior a la
mujer por ser el heredero de la racionalidad y del orden, es decir, era un ser más inteligente
que la mujer, pero este si veía a una mujer menor de 60 años podía cometer abusos contra
ella, lo cual desde nuestra perspectiva, demuestra que el hombre no era tan racional ni
ordenado, pues si era capaz de abusar de una mujer, por el solo hecho de verla sola o en
un lugar no permitido para su uso, se creía con la potestad de abusar de esta. De esta
forma, el hombre demostraba que era más salvaje de lo que creía, pero también nos
muestra su sentido de superioridad sobre cualquier mujer que se atravesara en su camino.
109
Calero Secall, Inés; Los legisladores griegos y sus preceptos sobre las mujeres en los funerales; En:
Revista de Estudios Histórico-Jurídicos [Sección Historia de los Derechos Griegos]; N° XXXIV;
Valparaíso; 2012; p. 40.
110
Ibid.; p. 41
41
2.2 ¡No me quites mi derecho! Hipareta y Lisístrata: las caras de la
resistencia femenina.
Por otro lado, los jueces, al parecer, facilitaban la intervención del marido114, con
lo cual se evitaba la concreción del divorcio, pero también podemos ver cierta solidaridad
de género, pues el hombre no veía “mancillada” su persona, pues debía ser muy mal visto
en la sociedad, en general, que un hombre -ser superior a la mujer y quien tenía el control
en el matrimonio- se divorciara de su mujer, siendo ella la que inició estas gestiones, pues
la mostraría más poderosa que él.
111
Calame, Claude; Eros en la antigua Grecia; AKAL; Madrid; 2002; p. 122.
112
Plutarco; Alcibíades; Matrimonio con Hipareta 9, 5-6.
113
Loc. Cit.
114
Cepeda, Jesús; Op. Cit; p. 168
42
Es más, podríamos plantear que la democracia ateniense fue un mero espejismo,
el que hacía creer a los demás que poseía un Estado justo e igualitario, sin embargo “la
democrática Atenas se jacta de tener una raza femenina sólidamente sujeta.”115 Esto nos
deja claro que Atenas no quería libertad e igualdad para sus mujeres, las quería tener bajo
su total control, para de esta manera disponer de ellas cuando fuera necesario,
especialmente al momento de procrear, y para ello volvemos al caso de Hipareta, apenas
esta dio a luz “Alcibíades volvió a exigirle otros diez, como si se hubiera convenido esto,
en caso de nacer hijos.”116
115
Leduc, Claudine; ¿Cómo darla en matrimonio? La novia en Grecia, siglos IX-IV a.C; En: Historia de
las Mujeres. La antigüedad; Perrot, Michelle y Duby, Georges; Taurus; Madrid; 2000; p. 274.
116
Plutarco; Op. Cit; Alcibíades; Matrimonio con Hipareta; 8, 3-4
117
Jenofonte; Op. Cit; VII; 30-31
118
Perrot, Michelle; Op. Cit; p. 186.
119
El miedo a quedar viudas a causa de la guerra era real, pues esta pasaría a tener un nuevo tutor, lo cual
la haría empezar casi de cero, pues sería otro hombre el que se haría cargo de los bienes que esta poseía,
pues la mujer nunca podía administrar, por completo, tanto sus bienes como los de la familia.
43
que se mantenían en Atenas escucharon esta idea se rieron de esta, pues la consideraban
locas y poco aptas para tal ejercicio, y que jamás sería lo mismo administrar una ciudad
que una casa,120 pues el gobierno de la polis era un trabajo de hombre, algo que según los
mitos y tradición griega, no era competencia de la mujer, la cual debía dedicarse a sus
labores de esposa y madre, ya que para eso sí tenía las capacidades necesarias, no así para
el manejo de la ciudad, más cuando Grecia se encontraba en constantes guerras.
Mas adelante, es la propia Lisístrata la que relata como ella fue planeando la
asamblea y las propuestas para poner fin a la guerra. Esto ocurrió tras una conversación
con su marido, el cual estaba buscando diversas formas para acabar con la guerra que
tanto daño le estaba haciendo a Grecia de manera general. Lisístrata viendo que su marido
estaba un tanto confundido intenta ayudarlo a pensar en alguna tregua que termine con el
conflicto, sin embargo, se encuentra con el frio rechazo de este, puesto que le señala “¿Y
a ti qué? Cállate […] de la guerra solo se ocuparán los hombres.”121 Esto nos confirma
lo ya dicho, pero a la vez nos demuestra que en el matrimonio de Lisístrata no existían
lazos de tanta confianza que permitieran que entre los esposos buscaran soluciones para
los conflictos que alguno de ellos tenía. También nos ratifica que la guerra era solo
dominio de los hombres, solo ellos podían luchar, hablar, planear y discutir sobre la
guerra. Para las mujeres, la guerra debía ser ajena.
120
Cf. Aristófanes; Comedias III; Lisístrata; 490
121
Ibid.; 510
122
Tucídides; Op. Cit; Libro I; 90, 3.
44
Empero, y a pesar del rechazo que recibe Lisístrata por parte de su marido, esta
explica en la asamblea que serán las mujeres las que salvarán a la Hélade, lo cual provoca
la burla y el asombro del consejero que se encontraba en aquel sitio “¿vosotras a
nosotros? Es extraordinario eso que dices e insoportable para mí.”123 Esta última frase
nos muestra lo que anteriormente habíamos afirmado, pero además vemos, que, a raíz de
los dichos de Lisístrata, surge la estigmatización hacia las mujeres, pues solo las personas
locas podían tener tales ideas. Pero a causa de los dichos del consejero, Lisístrata apela a
la fuerza física que las mujeres poseen lo cual queda demostrado al momento del parto,
como también el dolor emocional al cual deben hacer frente cuando ven a un hijo partir a
la guerra.
Lo mencionado con anterioridad, evoca el rol y el fin que la mujer de la era antigua
debía enfrentar a diario, tener hijos para verlos morir en la guerra. Pero como corolario
del enfrentamiento entre Lisístrata y el consejero de la polis, podemos decir que la mujer
debía enfrentar las restricciones de la sociedad patriarcal sin importar si esta tenía alguna
idea que aportara para el bien de la polis, pues según las tradiciones griegas “la única
iniciativa que la mujer puede adoptar activamente es la de la seducción, la hechicería,
la lujuria […] la esposa debe atenerse a una pasividad aquiescente, a una adecuación
sistemática al modo de vida del marido.”124 De lo planteado por Sissa, podemos rescatar
dos cuestiones, la primera de ellas, es que la mujer solo podía ocupar las armas que
estuvieran relacionadas con lo salvaje e irracional y por otro lado, esta debía adaptarse,
completamente, a las costumbres y vida que su marido llevara porque esta tenía que ser
devota de él, obedeciéndole en cada una de sus órdenes. Es el propio Plutarco, el que
varios siglos después y poseedor de una mentalidad mucho más abierta que durante el
siglo V a.C, el que señala que la mujer debe corresponder a los estados anímicos de su
marido,125 es decir, si este está triste, la mujer también debe estarlo, en cambio si este está
feliz, la mujer también debe estar feliz, y de esta manera complace a su marido.
Una de las manifestaciones más claras del sistema patriarcal que imperaba en
Grecia y especialmente en Atenas, es que “un marido siempre tiene derecho a repudiar
a su mujer, incluso aunque no tenga ningún motivo que alegar.”127 Creo que no existe
123
Aristófanes; Op. Cit; 520-530
124
Sissa, Giulia; Filosofías del género: Platón, Aristóteles y la diferencia sexual; En: Historia de las
Mujeres. La antigüedad; Perrot, Michelle y Duby, Georges; Taurus; Madrid; 2000; p. 132.
125
Cf. Plutarco; Obras Morales y de Costumbres; Tomo II: Deberes del matrimonio.
126
Perrot, Michelle; Op. Cit; p. 194.
127
Flaceliere, Robert; Op. Cit; p. 89.
45
mejor ejemplo que este para graficar la opresión que la mujer ateniense sufría día a día.
Por otro lado, podemos pensar que este “derecho” era también usado fuera de las
relaciones matrimoniales, pues como queda demostrado en el dialogo entre Lisístrata y el
consejero, este la ofende ante cada idea expresada por la organizadora de la asamblea.
Hasta ahora hemos visto, la dependencia que la mujer tenía hacia los hombres que
la rodeaban, incluyendo a aquellos que pasaban, como en el caso del consejero, pero
también hemos analizado la instancia que esta tenía para escapar de dicho yugo, como lo
era el divorcio, pero en muy pocos casos, estos terminaban con victorias para las mujeres.
Esto es solo la comprobación de que la mujer debía convivir con la constante lucha
contra sus derechos y los pocos privilegios que llegaba a poseer. El propio sistema
patriarcal las hacia competir entre ellas, lo que, de cierta manera, las debilitaba aún más
como estamento no permitiendo que estas se organizaran para luchar por conseguir mayor
igualdad en esta sociedad. La única ventaja que la mujer pobre poseía por sobre la mujer
de buena familia, es que la primera podía, a causa de la necesidad económica, pasear
libremente por las calles de la polis, en cambio, y tal como señala Flaceliere “una mujer,
incluso de la burguesía, de vez en cuando tenía que hacer alguna compra personal -ropa
o calzado- que la obligaba a salir. En este caso tenía que ir acompañada necesariamente
por una doncella, es decir, por una de sus esclavas.”129
128
Mosse, Claude; Op. Cit; p. 64.
129
Flaceliere, Robert; Op. Cit; pp. 90-91.
46
cuando tiene algún talento que mostrar, sea cual sea, pues las capacidades que posea la
mujer no deben esconderse, sino reconocerse.130
Desde los orígenes se creyó que la mujer era el peor mal que Zeus pudo enviar a
los hombres, y, por tanto, sobre esta se comenzaron a engendrar distintos mitos sobre su
naturaleza salvaje y, por ende, el fin de todo hombre debía ser “capturar y domesticar a
las mujeres para integrarlas en la sociedad civilizada,”133 más no, dejarla participar
políticamente en ella. Pues, al fin y al cabo, “la mujer era un mal necesario para la
130
Cf. Plutarco; Obras Morales y de Costumbres; Tomo III: Máximas de Espartanos
131
Loraux, Nicole; Maneras trágicas de matar a una mujer; Gráficas Rogar; España; 1989; p. 26.
132
Perrot, Michelle; Mujeres en la ciudad; Editorial Andrés Bello; Santiago; 1997; p. 8.
133
Mirón, María Dolores; Las mujeres, la tierra y los animales: naturaleza femenina y cultura política en
Grecia antigua; En: Revista Florentia Iliberritana; España; 2000; p. 158.
47
reproducción, para la continuidad a los linajes de los varones.”134 Y aunque los hombres
las trataran despectivamente, las mujeres siempre serían una necesidad que muy pocos se
atrevieron a reconocer.
134
Pérez Miranda, Iván; Mito, género y paídeia. Reflexiones desde la Historia Antigua; En: Foro de
Educación; Volumen 7; Número 11; FahrenHouse; España; 2009; p. 242.
48
CAPITULO 3: La mujer espartana, entre la guerra, la maternidad y la libertad.
Estos son algunos de los conceptos que se nos vienen a la cabeza cada vez que
pensamos en Esparta, una polis que enfrentó con honor y gloria, a los persas, ayudando a
liberar a Grecia de una esclavitud segura, derramando la sangre de 300 espartanos libres
que pasaron a la Historia por lo épico de su lucha.
Pero también, al pensar en Esparta, nos acordamos de las grandes diferencias que
existían entre su aliado y enemigo135 Atenas, pues mientras Esparta planteaba una
educación con carácter militar para sus hijos, en la líder de la liga de Delos se incentivaba
la enseñanza de la filosofía. Mientras en Atenas se aceptaban las relaciones pederasticas,
Esparta criticaba a su rival por este punto. Mientras en Atenas las mujeres debían quedarse
en el oikos en Esparta la mujer se podía pasear por donde quisiera. Mientras en Atenas la
mujer debía usar largos vestidos para no mostrar su cuerpo para no tentar al hombre, la
mujer espartana usaba vestidos cortos para exhibir sus trabajados cuerpos.
Cada una de estas diferencias sirven para demostrar que, a pesar de ser aliadas en
algún momento, ambas polis eran totalmente opuestas entre sí, generando no solo un
choque político cultural, sino que además se produce una evidente oposición en cuanto la
posición de las mujeres, pues a través solo de lo expuesto en el párrafo anterior nos damos
cuenta de que en Atenas existía una mayor restricción para estas, situación que en Esparta
varía bastante y que analizaremos a lo largo de este capítulo.
Antes de iniciar debemos recordar que para el caso de Esparta, el estudio se hace
más complicado pues son escasas las fuentes que nos proporcionan información relevante
o nueva sobre esta polis, uno de los motivos que pueden influir en esta escasez es la
decisión de no registrar los sucesos que iban ocurriendo en dicho territorio, pues tal como
plantea Claudine Leduc “las ciudades frías (Esparta) optaron por ignorar su
historicidad, por preservar la organización en casas y por limitar la pertenencia a la
comunidad cívica a los poseedores del suelo.136 Esto, nos demuestra que la preocupación
espartana no se encontraba en registrar cada hecho que allí sucedía, sino en ir viviendo el
día a día, de manera simple en especial, centrándose en el bienestar y resguardo de su
población, pues su tiempo lo invertían en prepararse para la guerra.
Mediante las famosas leyes impulsadas por Licurgo, de las cuales hablamos con
anterioridad, se pueden entrever pequeños pero valiosos signos de igualdad -o equidad-
entre hombres y mujeres, algo que en el resto de Grecia es muy difícil de ver, haciendo
que Esparta sea única, no solo en su aspecto militar y radical en cuanto a educación, sino
que también en lo que tiene relación con la formación de la familia ya que esta “no se
135
Esparta tuvo a Atenas, durante las Guerras Médicas contra los persas, como aliados. Pero tras esta guerra,
explotó la Guerra del Peloponeso, la cual enfrentó a estas polis aliadas y las transformó en enemigas, y todo
por conseguir la hegemonía política y militar en el territorio heleno.
136
Leduc, Claudine; Op. Cit; p. 276.
49
consideraba tan importante como en los demás estados griegos, hecho que se explica por
la educación especial que se daba a los jóvenes y por el modelo de vida militarista de los
hombres espartanos,”137 como también de las mujeres y de las cuales hablaremos a
continuación.
137
Oliva, Pavel; Op. Cit; p. 30
138
Ibid.; 5-6
139
Otro de los rasgos por los que Esparta se hizo famosa en la antigüedad, fue por la práctica de infanticidio.
Si al momento del parto la mujer paría a un niño que se viera escuálido o muy debilucho este era lanzado
al vacío cerca del Taigeto. Al menos, y desde la historiografía, Esparta es la única sociedad conocida en
practicar dicho ritual.
140
Jenofonte; La república de los lacedemonios; Op. Cit; 6-7
141
Cepeda, Jesús; Op. Cit; p. 180
50
admitiendo relaciones extramaritales.”142 No obstante la visión que los atenienses tenían
de esta práctica, la cual se daba en situaciones muy especiales, como indicáramos
anteriormente.
Si bien desde pequeñas debían cuidar su físico, y según Pomeroy “los autores no
espartanos informan que las mujeres adultas estaban físicamente en forma, Lampito, una
mujer casada, estaba en excelentes condiciones físicas.”145 Eso sí, las mujeres para
mantener un excelente estado físico, debían dedicar gran parte de su tiempo, al
acondicionamiento de este, es por ello, que desde los tiempos de Licurgo se estableció
que las mujeres de la servidumbre se dedicarían a las labores de hilado146 para que las
“ciudadanas” cuidaran y fortalecieran sus cuerpos.
El ejercicio que las mujeres espartanas realizaban iba de la mano de esta creencia,
pues esta era la mejor manera que los espartanos encontraron para incentivar la
procreación. Estos ejercicios no podían ser menos que los de los hombres, y por lo general
se realizaban en el mismo lugar que estos se ejercitaban, lo cual ayudaba a que la
142
Pomeroy, Sarah; Op. Cit; p. 52.
143
Jenofonte; La república de los lacedemonios; Op. Cit; 8.
144
Plutarco; Obras Morales y de Costumbres; Tomo III; Op. Cit; 12F
145
Pomeroy, Sarah; Spartan Women; Oxford University Press; New York; 2002; p. 27
146
Signorelli, Rosa; La mujer en el Mundo Antiguo; Editorial Dédalo; Buenos Aires; 1960; p. 116.
51
población perdiera el pudor sobre sus cuerpos, pero, además, incentivaba a que las
personas que no se encontraban en una forma física óptima para los cánones de belleza y
salud espartana, sintieran vergüenza de su cuerpo y se ejercitaran.
No obstante, un rasgo de esta cultura que nos causa un poco de intriga es la forma
en que se efectuaba el matrimonio, pues a pesar de las libertades que la mujer espartana
poseía en su vida diaria, el evento de la boda era un hecho que bien podría haber traumado
a más de alguna mujer. El rito del rapto era la forma de llevar acabo el matrimonio, “se
casaban por rapto con ellas, no pequeñas y sin edad para el matrimonio, sino cuando ya
se encontraban en la flor de la vida y maduras.”147
Pero esta institución del rapto como rito inicial para el matrimonio, nos recuerda
otro tipo de rapto que se da en Atenas, específicamente durante una causal de divorcio,
como lo fue el caso de Hipareta y su marido Alcibíades. Si bien ambos raptos se dan en
distintos momentos del matrimonio, en Esparta al comienzo y en Atenas al final, podemos
ver en ambos casos, el afán por demostrar la superioridad masculina, la cual no deja de
ser, pues esto nos señala que a pesar de las muchas libertades que gozaban en Esparta las
mujeres, habían ritos que marcaban la superioridad masculina, es decir el rito inicial del
matrimonio, sirve como recordatorio para la mujer, de que siempre será el hombre el que
mande, por más que esta goce de libertades y potestades que en otras polis no existían, y
que en aquel territorio eran tan comunes.
A pesar de que el rito antes mencionado, nos señala algunas de las características
de la cultura espartana, la cual destaca por su austeridad y frialdad, en especial a la hora
de demostrar afectos, sí existieron casos donde en la relación matrimonial primó el amor
por sobre las conveniencias sociales. Tal son los casos de los reyes Anaxándridas y
Aristón que pertenecieron a las dos casas o familias reales más importantes de Esparta y
que gobernaron hacia mediados del siglo VI a.C.148
El primero de ellos, Anaxándridas que había contraído matrimonio con una de sus
sobrinas pues la amaba profundamente, pero a pesar del amor que le tenía a su mujer este
no era suficiente, ya que, como rey, tenía otras obligaciones que cumplir, como por
ejemplo tener descendencia para que, en un futuro, gobernaran Esparta. Pero esto no
ocurría. Ante esta falta de hijos, Anaxándridas fue llamado por los éforos los cuales le
147
Plutarco; Licurgo; Organización de los matrimonios; 15, 4
148
Sabiendo que Esparta no dejó registros escritos y muy pocos restos arqueológicos, se cree que este rey
agida gobernó entre el 560-525 a.C, mientras que Aristón lo habría hecho entre el 550-515 a.C.
52
propusieron lo siguiente
Ante lo expuesto por la institución de los éforos, quedan expuestas dos aristas
importantes para la vida de la ciudad espartana. La primera de ellas tiene relación con la
intromisión que los éforos poseían en la vida no solo política, sino que además en la
privacidad de sus ciudadanos, incluyendo al mismo rey, con lo cual este último perdía
cierta autonomía de su cargo, ya que, si era llamado para solucionar los posibles
problemas de falta de descendencia, significa que debía ir cada vez que los éforos lo
requirieran.
“no iba a hacer ni una cosa ni la otra, y que ellos no le brindaban un atinado
consejo al incitarlo a repudiar a la esposa que tenía – una mujer que, en su opinión, era
intachable-, para que pudiera contraer matrimonio con otra; de manera que no pensaba
obedecerlos.”150
La actitud del padre del mítico Leónidas nos demuestra que a pesar de lo parco
que podían ser los matrimonios espartanos, existían excepciones y ejemplos para el resto
de la población, como también se puede observar que sí funcionaban las relaciones
heterosexuales, pues se cree que este tipo de relaciones eran solo con fines reproductivos
y que el hombre tenía en sus camaradas soldados, a su verdadero amor y compañero de
vida. Si bien el rey tuvo que ceder un poco y casarse con una segunda esposa, esto no le
resta méritos a la actitud que tuvo Anaxándridas para con su mujer, ya que luego de nacer
su hijo con su segunda esposa, la primera y a quien amaba pudo quedar embarazada,
demostrándole a los éforos que solo era cuestión de esperar el momento justo.
149
Heródoto; Historia; Tomo V: Terpsícore; 39, 2.
150
Heródoto; 39, 2.
53
El segundo caso, como mencionábamos anteriormente, es el de Aristón, el que al
igual que Anaxándridas, a pesar de estar casado dos veces, no tenía hijos y tal como el
caso anterior, necesitaba dejar descendencia dado su condición de rey. Es por ello por lo
que buscó a una tercera mujer para lograr engendrar a la prole y demostrar que él no tenía
un problema151, sin importar a quien dañaba en el camino
“Aristón era amigo de un espartiata a quien apreciaba más que a ningún otro
compatriota […] ese sujeto tenía una esposa que era, con ventaja, la mujer más bella de
Esparta.”152
Ageto, que confiaba en su amigo, aceptó la oferta, pues jamás pensó que esta
situación involucraría a su mujer, pues Aristón ya tenía dos esposas, entonces ¿para que
querría una tercera? Luego de haber realizado los juramentos que sellaban el acuerdo, se
produjo el intercambio, donde Aristón cumpliendo con su parte entregó lo que su amigo
le solicitó, para más tarde hacer efectivo su regalo.
En este momento, Ageto se llevó una ingrata sorpresa, pues su amigo le exigió a
su mujer como parte de la transacción, empero Ageto se opone a ello pues
De esta forma, vemos que Aristón se salta las leyes existentes, y que aprobaban su actuar,
para lograr sus objetivos de mala manera. En este sentido podemos suponer que este, realmente,
no sentía cariño por su amigo Ageto, y segundo, que, a pesar de tener ya dos esposas, este seguía
creyendo que el problema eran sus esposas y no él. Si bien su tercera esposa si quedó embarazada,
sobre este tema se generó una polémica, pues se pensó que habría estado ya encinta cuando se
casó con Aristón lo cual, en un futuro cuestionó el propio hijo de este, Demarato.156
En los casos de ambos reyes vemos, como la mujer toma relevancia, pero siempre se la
ve como reproductora, también podemos observar que los hombres jamás pensaban que ellos
151
Heródoto; Libro VI: Erato; 60, 2.
152
Ibid.; 60,2.
153
Explicar ley de Licurgo sobre la petición de mujer para engendrar.
154
Ibid.; 62.
155
Ibid.; 62, 2.
156
Heródoto; Libro VI: Erato; 63-70. Se cuestiona si realmente Demarato era hijo de Aristón, también se
especulaba que podía ser hijo de Ageto, e incluso de un criado, lo cual generaba infinidad de rumores. Pero
la propia madre de Demarato le cuenta que sería hijo del héroe Astrábaco, el cual, al estilo de Zeus, se
habría hecho pasar por el propio Aristón.
54
podían ser infértiles, sino que la culpa siempre era de la mujer, lo que nos demuestra el prejuicio
que existía hacia la mujer, dando a entender que esta siempre tendría la culpa en el fracaso del
hombre, es por esta situación que existía la posibilidad de casarse múltiples veces, pues el varón
no era capaz de aceptar su problema.
157
Jenofonte; La república de los Lacedemonios; Op. Cit; 4-5
158
Para más información sobre Cinisca véase Los griegos. Encrucijada de la civilización, de Paul
Cartledge, pues ahí el autor revisa y profundiza en la vida de diferentes personajes de Grecia que
colaboraron en la grandeza de esta.
159
Cartledge, Paul, Op. Cit; p. 20.
160
Plutarco; Obras Morales; Tomo III; Op. Cit; 49B
55
Imagen 4: Estatua de
bronce de una mujer
corriendo, desde el
Santuario de Zeus hasta
Dodona. 550-540 a.C.
161
Plutarco; Licurgo; Op. Cit; Organización de los matrimonios: 14,7-8
56
Imagen 5: Ánfora perteneciente
al período arcaico atribuida a
Exekias, su fecha de datación es
el año 540 a.C. Ilustra la
participación de las mujeres en
el manejo de los carruajes.
Con lo mencionado por Iriarte, podemos concluir que, a diferencia de las mujeres
de las otras polis, en Esparta era la mujer quien comandaba la ciudad, no solo por en
tiempos de guerra, sino que era algo habitual y que incluso, los varones veían con
normalidad o pasaban por alto, debido a la gran cantidad de tiempo que permanecían fuera
de su ciudad combatiendo o estando en ella, pero pendientes de otros asuntos, como lo
eran la defensa de su patria. De hecho, Esparta habría sido una ciudad ideal para que la
irreverente Lisístrata realizara su asamblea sin ser cuestionada por los hombres allí
presentes. Y quizás de esta manera, este hecho no habría sido retratado como una
comedia, sino como parte de la escasa Historia espartana que existe en la actualidad.
Por estas libertades la mujer espartana era tachada como “libertina”, pero existían
personajes destacados, como Platón, que destacaban la educación recibida por la mujer
espartana, puesto que no solo se basaba en la preparación para ser esposa y madre, sino
que además se le permitía prepararse en otros asuntos, como la filosofía. En palabras de
Platón “no solo los hombres están orgullosos de su educación, sino también las mujeres.
Podéis daros cuenta de que digo la verdad y de que los lacedemonios se hallan
óptimamente educados en la filosofía y los discursos.”163
162
Iriarte Goñi, Ana; De amazonas a ciudadanos. pretexto ginecocrático y patriarcado en la Grecia
antigua; AKAL; Madrid; 2002; p. 96.
163
Platón; Protágoras; En Diálogos I; 342d
57
independencia femenina como indisciplina (ánesis) y hasta rechazo de las leyes,
perniciosa para el orden establecido y la felicidad del estado.”164
Existe otro hecho que nos muestra la visión que los extranjeros tenían hacía la
mujer espartana. Muchos la consideraban débil, o al menos creían que estas se
comportarían como las mujeres de sus polis. No obstante, las mujeres espartanas, a
diferencia de las atenienses podían pasear sin problemas por la ciudad, en especial si eran
doncellas. Este hecho lo registra Plutarco, mediante la anécdota de que las doncellas
paseaban sin velo “es preciso que las doncellas encuentren maridos, y que las mujeres,
en cambio, conserven los que tienen.”165 Esta anécdota nos recuerda la tradición
ateniense, donde las mujeres no podían pasear solas por la ciudad, y menos salir de su
casa, algo que se opone radicalmente con lo que sucede en Esparta.
164
Fornis, César; Esparta. La historia, el cosmos y la leyenda de los antiguos espartanos; Editorial
Universidad de Sevilla; España; 2016; p. 346.
165
Plutarco; Obras Morales; Tomo III; Op. Cit; Cárilo, 2.
166
Ibid.; Damatria.
58
educación militar no solo era dictada para los varones, pues las mujeres al entregar sus
hijos a la guerra lo hacían de manera total, sin cuestionar las decisiones, solo acatando y
entregando las vidas procreadas a la patria.
Existen otras mujeres espartanas de las cuales no se conocen sus nombres, pero
que, aun así, Plutarco registra sus reacciones al saber que sus familiares, sobre todo sus
hijos, abandonaban las guerras en las cuales Esparta estaba inmiscuida. Una de ellas, al
ver que su hijo se acercaba a casa le pregunto
Otros casos nos muestran los motivos por los que las mujeres se sentían orgullosas
de sus hijos, como el que sigue
Estos casos expuestos, nos muestran la capacidad que las mujeres espartanas
tenían para desprenderse de su familia en beneficio de la ciudad, pues sus hijos eran
capacitados desde pequeños para salvar a Esparta y con ello dar su vida por ella, puesto
que su misión era morir de la forma más gloriosa y mítica posible, ya que de esta manera
pasarían a la historia, donde serían recordados por todos, transformándose en leyenda, en
inmortales.
Por otro lado, Gimeno de Flaquer, al ver que la mujer espartana tenía clara su
misión para con Esparta, ponía en duda el amor de estas por sus hijos, ya que cuestiona
167
Ibid.; Espartanas Desconocidas, 5-6
168
Ibid.; 7-9
169
A pesar de no ser Historiadora, Concepción Gimeno de Flaquer dedicó su carrera de escritora a relatar
y comparar la vida de las mujeres más destacadas conocidas en su época (entre 1850- 1919). La obra usada
en esta investigación nos recuerda el estilo de Plutarco, en cuanto a la comparación; no obstante, a ratos su
obra nos parece carente de argumentos, pues hay espacios en donde se critica en demasía una situación,
pero suele hacerlo sin un respaldo en las fuentes, por lo cual, algunos de sus argumentos parecieran estar
llevados más por los prejuicios que por la información sobre la civilización griega.
170
Gimeno de Flaquer, Concepción; Vidas paralelas. Mujeres de regia estirpe; Madrid; Tipografía de
Alfredo Alonso; Cuarta Edición; p. 71
59
el nivel de amor y ternura que las madres espartanas podían brindarle a sus hijos, teniendo
en cuenta que estas “antes que madre, era ciudadana.”171 Pero como veremos en los
párrafos que siguen, la mujer y madre espartana demostraba su amor por sus hijos, no de
la manera tradicional, sino de una forma bastante especial, y distinta al resto de las
mujeres de Grecia.
Para las madres espartanas, sobre todo cuando estas se convertían en madres de
los guerreros espartanos, sentían un orgullo sin parangón, el cual queda demostrado en el
hecho de que estas consideraban que morir en plena guerra era equiparable a ganar las
olimpiadas. Era el momento de máxima gloria, tanto para su hijo, como para ella, porque
de esta forma demostraba que paría hombres fuertes, pero, además, paría hombres que
daban todo, hasta su vida, por la patria. Si consideramos esta creencia materna, podremos
ver que para los espartanos y en especial para las mujeres, morir en guerra, transformaba
a los hombres en verdaderos héroes, dándole de esta forma, un nuevo estatus.
Un ejemplo de mujer espartana que realizaba ejercicios a la par con los hombres
es Lampito, la representante lacedemonia en la asamblea de mujeres convocada por
Lisístrata. Apenas Lampito llega al lugar de la reunión las otras mujeres resaltan su estado
físico al señalar “¡Qué buen color tienes y qué cuerpo despampanante! ¡Hasta podrías
estrangular un toro!172 El que el resto de las mujeres destaquen el estado físico de
Lampito nos lleva a pensar e imaginar que su cuerpo era mucho más firme y corpulento
que del común de las mujeres, haciendo que el resto de las mujeres se sorprendieran de
ello, porque ni ellas ni otras mujeres podían tener ese cuerpo, ya sea porque no podían
ejercitarse como las espartanas, como también por la dieta alimenticia que estas
mantenían.
171
Ibid.; p. 72
172
Aristófanes; Op, Cit; 80
173
Dodero Paz, Mar; La joven espartana y su participación en la ciudad lacedemonia; En: Antesteria; N°
1; 2012; p. 21.
60
3.3 Dueñas de la tierra: los bienes de las espartanas.
Tal fue el caso de una mujer espartana, hecho recogido por Plutarco y que lo relata
de la siguiente forma:
“otra mujer que estaba en venta, como un heraldo le preguntara, que sabía, dijo:
‹‹Ser libre. ›› Cuando su comprador le ordenó algo inadecuado a una mujer libre, dijo:
‹‹Te arrepentirás por haberte privado de tal posesión››, y se quitó la vida.”174
Como podemos comprobar gracias a la cita anterior, la libertad era algo que no se
tranzaba. La libertad debe haber sido lo único que no tenía un valor en oro, lo único que
no lograron arrebatarle a este pueblo de carácter militar y cerrado, pero que con el tiempo
y en parte, gracias a la diarquía existente que hacía que la corrupción y la traición a la
patria fuera un hecho más frecuente que en otros sistemas de gobiernos, hizo que Esparta
fuera entrando en una crisis que terminaría con la unión al imperio romano.175
Esta pseudo libertad de las mujeres, que se ve reflejada solo en ciertos aspectos,
contrasta en demasía con lo que nos dicen las fuentes de aquella polis, pues “la imagen
que se ha creado de Esparta es la de una utopía a partir de un sistema social autoritario,
militarista y represivo.”177 Por otro lado, la libertad de las espartanas se vinculaba al
hecho de que eran dueñas de “aproximadamente las dos quintas partes del país […]
porque hay muchas herederas universales (epíkleroi) y porque se dan dotes
174
Plutarco; Obras Morales; Tomo III; Op. Cit; 30D
175
Cartledge, Paul; Op. Cit; p. 13.
176
Flaceliere, Robert; Op. Cit; p. 97.
177
Picazo Gurina, Marina; Alguien se acordará de nosotras. Mujeres en la ciudad griega antigua;
Bellaterra; España; 2008; p. 161.
61
considerables.”178
La instancia que se da en Esparta para que las mujeres es única pues “podían
poseer bienes, tierra incluida, y aunque no tenían voz oficial en la Asamblea de
guerreros, sin duda hallaron otras vías para dar a conocer sus opiniones y hacerse
oír.”179 Todo lo dicho anteriormente, es algo que no se da en el resto de Grecia, pues
como lo hemos expuesto más arriba, las mujeres atenienses no podían tener bienes bajo
su cargo, pues estos debían ser administrados por el hombre más cercano a ella, ya este
fuera su padre, marido, hijo o tutor, ya que debemos recordar que la mujer en Grecia, pero
especialmente en Atenas era considerada una eterna menor de edad, más, ni siquiera era
la encargada de administrar la dote con la cual aportaba al matrimonio, dejándola como
un ser eternamente dependiente de su marido.
El hecho de que las mujeres espartanas pudieran tener sus propios bienes, las
vuelve, inmediatamente, seres independientes, dueñas de manejar su vida como mejor les
plazca, algo que para la época que estamos estudiando, era bastante difícil, pues desde los
orígenes, la mujer no era conocida por sus capacidades, sino que, a través de los mitos
transmitidos, era conocida como un ser salvaje y que tenía que estar en constante cuidado
del hombre, el cual tenía como misión domesticarla. Pero con el caso espartano, esta
creencia se disuelve, porque demuestra que las mujeres si tenían las capacidades para
realizar la tarea de administrar bienes, labor que en el resto de Grecia era exclusiva de los
varones.
178
Mosse, Claude; Op. Cit; p. 95.
179
Cartledge, Paul; Op. Cit; p. 20.
180
Hodkinsnson; En: Cepeda, Jesús; Op. Cit; p. 181.
62
No obstante, y a pesar de esta ventaja con el resto de sus congéneres, vimos que
existían ritos, como el rapto matrimonial, que reducían a la mujer, y nos recordaban el
poderío del sexo masculino, lo cual servía como un recordatorio de cuál era el sexo que
tenía dominaba en la relación. Y si bien las mujeres lograban hacer conocer sus ideas, con
el rito del matrimonio, muchas de las libertades de las mujeres espartanas quedan en nada.
63
Análisis final
Las primeras estaban enfocadas en lo siguiente ¿Cuál era la visión que los
hombres mantenían de las mujeres? ¿Esta fue una idea propia de los hombres o se
difundió mediante otro medio? ¿Cuáles eran las formas más comunes de expresar la
misoginia por parte de los hombres?
Además de las preguntas anteriores tenemos las siguientes: ¿Tenían alguna forma
de manifestar su molestia o de hacerse oír? ¿Solo podían desempeñarse como madres, o
64
tenían participación en otras instancias, además de las religiosas en donde era habitual
verlas?
Expusimos también como la devoción que las mujeres podían -y debían- expresar
con tal de demostrar amor y fidelidad para con sus maridos, situación que era unilateral,
pues hombres entregando su vida por sus mujeres, era algo excepcional, ya que estos,
como en el caso de Admeto y Alcestis espera que otros den su vida por él para poder
cumplir con sus promesas hechas a los dioses. Las excepciones las encontramos en la
realeza de Esparta, donde los reyes Aristón y Anaxándridas, los cuales podían rechazar
las normas espartanas debido a su condición.
Al tener claro estos aspectos, podemos concluir que los hombres mantenían una
idea bastante sesgada sobre el rol y las capacidades que la mujer tenía para con la sociedad
griega, pues se la consideraba como un ser inferior, tanto intelectual como físicamente, y
que necesitaba de constante protección por parte de él. Esta idea se veía incentivada por
los diferentes mitos e historias que se transmitían tanto oralmente como de manera escrita,
por lo cual podemos decir a este respecto, que gracias a la literatura de la época se
incentivó una proto misoginia, gracias a la cual la mujer era la última en ser considerada
para algún asunto de la polis, como para algún tema de importancia dentro de su hogar,
ya que las decisiones pasaban por el administrador, papel que recaía en la figura del
65
hombre, el que pocas veces cedía a la mujer, y sí lo hacía se relacionaba con los asuntos
más banales y cotidianos de la administración del hogar.
Asimismo, vemos que las formas en que los hombres o la sociedad en general,
manifestaba esta proto misoginia era a través de actitudes de superioridad y de prejuicios
que fueron incentivados por la mitología. Tales prejuicios se ven en las figuras de Admeto
y su esposa Alcestis, la cual tiene que dar su vida por su marido para que este cumpla con
sus promesas a los dioses. Hablamos de prejuicio, porque se consideraba que si no eran
los padres los que daban la vida por su hijo, este puesto debía ser ocupado,
inmediatamente, por la esposa de este, no dándole ninguna posibilidad de negarse, pues
se creía que esta debía obediencia absoluta a su marido, y, por ende, debía aceptar y hacer
cualquier cosa que este quisiera. Si bien Alcestis aceptó bajo algunas condiciones que
coartaban la futura libertad de Admeto, no deja de ser importante recalcar los prejuicios
que se encontraban tras esta decisión.
Por otro lado, tenemos los casos de las mujeres atenienses y espartanas en donde
encontramos grandes y variados contrastes, que, si bien demostrarían que las mujeres de
la región de Lacedemonia eran más libres, esta situación no era tal, pues todas esas
ʻpseudoʼ libertades eran obligaciones que estaban reguladas por las leyes creadas desde
los tiempos de Licurgo y que se mantuvieron hasta el siglo IV a.C, pues después de ese
siglo, comienza una rápida, y sin retorno, decadencia espartana, lo cual se atribuye a que
la población de la región lacedemonia, dejó de seguir y creer en estas leyes.
Es por ello, que podemos afirmar que Grecia, en las dos ciudades que se
estudiaron en el desarrollo de esta investigación, mostró una faceta proto misógina, ya
que ambas, en distintas formas, obligaban a la mujer a realizar tareas específicas, que en
su mayoría tenían relación con la reproducción y mantención del hogar, además de
prohibirle muchas otras, en especial en el ámbito político, el cual era de acceso exclusivo
de los varones. Si bien en Esparta las mujeres podían poseer tierras, este hecho se daba
para que las tierras no se perdieran, pues cabe recordar que la mortalidad masculina era
bastante alta debido a las constantes guerras que Esparta protagonizaba, por ende, más
que un beneficio femenino, era la forma de mantener los bienes familiares para sí.
Así también, ratificamos que, si bien la mujer tenía instancias donde “quejarse”
de su marido, este siempre tenía la última palabra, pues tal como vimos en el caso de
Hipareta y Alcibíades, este no dejó que su mujer manifestara sus deseos de divorcio ante
los jueces que ya estaban reunidos para analizar el caso.
Esto último va de la mano, con una de las formas más radicales de mostrar el
poder masculino, pues tanto en Atenas como Esparta el rito del rapto femenino marca un
antes y después, ya que en Esparta se da como inicio del matrimonio, mientras que en
Atenas se permite para evitar el fin de esta relación. Esta acción, nos demuestra que la
mujer debía estar a completa disposición de su marido, el cual de esta forma marcaba el
camino que seguiría la relación.
66
Entonces, tras este trabajo, vemos como una sociedad patriarcal, fue mostrando
los primeros síntomas de la misoginia actual, la cual se disfrazaba a través de los mitos
griegos, pero también mediante leyes que prohibían a las mujeres ejercer las mismas
labores que los hombres. Además, de esta forma, comprobamos que a pesar de las pocas
excepciones que lograron figurar, como Cinisca, que compitiendo en las Olimpiadas
demostró que las mujeres tenían las mismas capacidades físicas que los hombres, la
población patriarcal griega, hizo prevalecer este pensamiento propio de las sociedades
patriarcales actuales, para posicionar al hombre como el ser más importante del estado
griego, colocando a la mujer en un escalón mucho más bajo donde solo tenía obligaciones,
para con su familia, su ciudad, y para con Grecia.
67
BIBLIOGRAFÍA:
FUENTES CLÁSICAS:
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Aparicio.
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Traducción Juan José Torres Esbarranch.
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Calatayud; N.º 21; 2015.
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Traducción Mercedes García Garmilla.
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Anexos de imágenes y mapas:
Imágenes:
Imagen 1: Hydria o Jarrón para el agua que nos muestra una escena familiar entre
los años 440 a 430 a.C. Disponible en:
https://www.harvardartmuseums.org/art/288891
Imagen 2: Trozo de Jarrón que representa el día después de la boda de Alcestis. 430-
420 a.C. Disponible en:
http://www.namuseum.gr/collections/vases/classical/classic02-en.html
Imagen 3: Plano de una casa griega. En: De architectura de Vitrubio. Disponible en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Oikos#/media/File:Greekhse1.jpg
Imagen 4: Estatua de bronce de una mujer corriendo, desde el Santuario de Zeus hasta
Dodona. 550-540 a.C. Disponible en:
http://www.namuseum.gr/collections/bronze/archaiki/arch06-en.html
Imagen 5: Ánfora perteneciente al período arcaico atribuida a Exekias, su fecha de
datación es el año 540 a.C. Disponible en: https://www.metmuseum.org/toah/works-
of-art/17.230.14a,b/
Imagen 6: Ilustración que recrea el tipo de vestimenta de la mujer ateniense.
Disponible en: http://www.revistamarabunta.com/2016/07/28/eran-los-antiguos-
griegos-machistas/
Mapas:
Mapa 1: Situación política de Grecia durante el siglo V a.C y la conformación de las
Ligas de Delos y Delfos. Disponible en: https://historiantigua.cl/wp-
content/uploads/2011/07/Grecia1.jpg
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