Sesion 1 Clase Xammar

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“EL CUENTO: ANÁLISIS LA TRISTEZA DE ESTEBAN”

DOCENTE: Lic. NICHO SUAREZ OSCAR EBA LUIS F. XAMMAR


SEMANA 1 GRADO/SECCION: 2º
COMPETENCIA CAPACIDADES PROPÓSITO
Lee diversos tipos de • Obtiene información del texto escrito. Conocer la salud y bienestar del adolescente a
textos en su lengua • Infiere e interpreta información del través del cuento.
materna. texto.
• Reflexiona y evalúa la forma, el
contenido y contexto del texto.

Observa y analiza.
 Lee el título y prevé, ¿de qué tratará la historia?
 Piensa, ¿por qué crees que las personas de provincia viajan a la capital?
 ¿Cómo crees que se sienten los migrantes al dejar sus lugares de origen?
Durante
Lee atentamente el texto y anota la idea central de la narración.
Desde su llegada de Tarma, Esteban se había
quedado impresionado por el bullicio y la cantidad
de gente en la capital. A sus cortos diez años,
Lima le parecía una bestia de un millón de
cabezas dispuesta a devorar a quien no
conocía.
Hacía muy poco que había venido con su madre y
la nueva pareja de esta a quien llamaba «Tío». Él
pensó que llegaría para alojarse en Miraflores, San
Isidro,
El Callao o la Victoria, que conocía por referencia;
sin embargo, llegaron al pie de un cerro llamado El
Agustino, donde en todo lo alto, casi en la cumbre, su tío había levantado una choza.
Desde ese instante, Esteban lo conocería como el barrio de «junto al cielo».
Curioso, como todo niño de su edad, Esteban bajó de su choza y tomó la carretera. Sin
saberlo, llegó hasta el mercado Mayorista, donde se encontró un billete de diez soles
tirado en el suelo; lo recogió y prosiguió su camino. Jamás había tenido un billete así.
Interrumpió su recorrido para mirar el juego de otros niños entre los que estaba Pedro,
quien pronto se hizo su amigo. Pedro le dijo que no tenía casa y que dormía en el interior
del mercado, donde le cogiera la noche.
Esteban le comentó su hallazgo y Pedro lo convenció para hacer «crecer» ese dinero
vendiendo revistas. Juntos irían a comprar la mercadería. Cada revista costaba un sol y se
vendería a sol cincuenta; los cinco soles se repartirían solidariamente después de la
venta.
Convinieron en reunirse después de una hora, sin que Esteban dijera nada a su madre ni a
su tío sobre el hallazgo y el futuro negocio. Luego de almorzar en casa, Esteban bajó para
encontrarse con Pedro. Tomaron el tranvía y se dirigieron a la plaza San Martín.
Compraron las revistas y se ubicaron en un muro donde las extendieron para su venta, las
cuales fueron saliendo ante la alegría de Esteban.
Cuando faltaba vender una, Pedro dijo que no había almorzado y que tenía hambre. Sacó
un sol de su «ganancia» y le pidió a su amigo que fuera a comprarle pan con jamón a una
bodega. Esteban aceptó, pero cuando fue a pagar lo pedido, le dijeron que no alcanzaba;
por lo que decidió llevar solo galletas. Al volver, ya no estaba Pedro, ni la última revista
que quedaba.
El niño pensó que se había equivocado de camino, pero no, allí seguían los jardines y los
muros donde había dejado a Pedro. Esperó una, dos, tres horas hasta que anocheció. Mil
conjeturas llenaron su pensamiento, desde que Pedro había sido devorado por la bestia
de un millón de cabezas, o que era parte de ella.
Conteniendo el llanto, mordisqueó una galleta y se dispuso a tomar el tranvía que lo
dejaría cerca del cerro, al que tendría que escalar para llegar «junto
al cielo».

después

Nivel literal

1. ¿Qué tipo de texto has leído?

2. ¿Dónde suceden los hechos principales? Marca la respuesta correcta:


a) En Tarma.
b) En casa de Sebastián.
c) En un cerro de El Agustino.
d) En el centro de la ciudad.

Nivel inferencial

3. ¿Cuál es el nudo del cuento?

4. Lee la frase resaltada en el texto y explica su significado.

Nivel crítico

5. Lee el siguiente texto y luego responde: ¿En qué se parecen las historias de Esteban y Alex Rolando?
En Cusco, era la mañana del 12 de noviembre de 2017, cuando Álex Rolando Thea Llasa llegó a
las oficinas de la Financiera Inkasic SAC, en la avenida San Martín N.º 335 de la ciudad de
Yauri, capital de la provincia cusqueña de Espinar. Abrió una cuenta de ahorros e hizo el
depósito a plazo fijo por dos años, por la suma de S/ 35 mil. No sabía que un año después su
dinero iba a desaparecer, al igual que la entidad financiera.

La insignia

Hasta ahora recuerdo aquella tarde en que al pasar por


el malecón divisé en un pequeño basural un objeto
brillante. Me agaché y después de recogerlo lo froté
contra la manga de mi saco. Así, pude observar que se
trataba de una menuda insignia de plata, atravesada
por unos signos que en ese momento me parecieron
incomprensibles. Me la eché al bolsillo y regresé a mi
casa. Recuerdo que en una oportunidad lo mandé a
lavar y, con gran sorpresa mía, cuando el dependiente
me lo devolvió limpio, me entregó una cajita,
diciéndome: «Esto debe ser suyo, pues lo he encontrado
en su bolsillo». Era, la insignia y este rescate inesperado
me conmovió a tal extremo que decidí usarla. Aquí empieza realmente el encadenamiento de sucesos extraños
que me acontecieron. Lo primero fue un incidente que tuve en una librería. Me hallaba repasando añejas
encuadernaciones cuando el patrón se me acercó y me dijo: «Aquí tenemos libros de Feifer». Yo lo quedé mirando
intrigado porque no había preguntado por dicho autor. Y acto seguido añadió: «Feifer estuvo en Pilsen». Como yo
no salí de mi estupor, el librero terminó con un tono de revelación, de confidencia definitiva: «Debe usted saber
que lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga». Y dicho esto, se retiró.
Yo seguí revisando algunos volúmenes, pero mi pensamiento se hallaba preocupado en las palabras enigmáticas
del librero. Mas, pronto, un nuevo acontecimiento me alarmó sobremanera. Caminaba por una plaza de los
suburbios cuando un hombre menudo, de faz hepática y angulosa, me abordó intempestivamente y antes de que
yo pudiera reaccionar, me dejó una tarjeta y desapareció. La tarjeta solo tenía una dirección y una cita que rezaba:
SEGUNDA SESIÓN: MARTES 4. Luego, me dirigí a la numeración indicada. Ya por los alrededores me encontré con
varios sujetos extraños que merodeaban y que, por una coincidencia que me sorprendió, tenían una insignia igual
a la mía. Me introduje en el círculo y noté que todos me estrechaban la mano con gran familiaridad.
En seguida ingresamos a la casa señalada y en una habitación grande tomamos asiento. Un señor de aspecto grave
emergió tras un cortinaje. Después de saludarnos, empezó a hablar interminablemente. No sé precisamente sobre
qué versó la conferencia. Cuando terminó, todos comenzaron a retirarse. De pronto, mientras me disponía a
cruzar el umbral, el disertante me pasó la voz y al volverme me hizo una seña para que me acercara.
– Es usted nuevo, ¿verdad? - me interrogó, un poco desconfiado.
– Sí - respondí, después de vacilar un rato, pues me sorprendió que hubiera podido identificarme entre
tanta concurrencia. - Tengo poco tiempo.
– ¿Y quién lo introdujo?
Me acordé de la librería con gran suerte de mi parte.
– Estaba en la librería de la calle Amargura, cuando el...
– ¿Quién? ¿Martín?
– Sí, Martín.
– ¡Ah, es un colaborador nuestro!
– Yo soy un viejo cliente suyo.
– ¿Y de qué hablaron? Bueno... de Feifer.
– ¿Qué le dijo?
– Que había estado en Pilsen. En verdad... yo no lo sabía.
– ¿No lo sabía?
– No - repliqué con la mayor tranquilidad.
– ¿Y no sabía tampoco que lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga?
– Eso también me lo dijo.
– ¡Ah, fue una cosa espantosa para nosotros!
– En efecto - confirmé - Fue una pérdida irreparable.
Mantuvimos una charla ambigua y ocasional, llena de confidencias imprevistas y de alusiones superficiales.
Recuerdo que mientras yo me afanaba en describirle mi operación de las amígdalas, él, con grandes gestos,
proclamaba la belleza de los paisajes nórdicos. Por fin, antes de retirarme, me dio un encargo que no dejó de
llamarme la atención. Tráigame en la próxima semana dijo una lista de todos los teléfonos que empiecen con 38.
Prometí cumplir lo ordenado y, antes del plazo concedido, concurrí con la lista.
– ¡Admirable! exclamó Trabaja usted con rapidez ejemplar.
Desde aquel día cumplí una serie de encargos semejantes, de los más extraños. (…) Han pasado diez años. Por mis
propios méritos he sido designado presidente. Uso una toga orlada de púrpura con la que aparezco en los grandes
ceremoniales. Los afiliados me tratan de vuecencia. Tengo una renta de cinco mil dólares, casas en los balnearios,
sirvientes con librea que me respetan y me temen, y hasta una mujer encantadora que viene a mí por las noches sin
que yo la llame. Y a pesar de todo esto, ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta
ignorancia, y si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no sabría qué responderle. A lo
más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la
mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.

EXPRÉSATE

 ¿Qué piensas acerca del cuento leído? Comenta

………………………………………………………………………………………………………………………
 ¿Crees que el grupo que siempre se reunían era una organización, un club, una
cofradía, etc.?
…………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………
Metacognición

Reflexiona sobre tu participación y valora tu intervención.


 ¿Qué aprendí? ¿Cómo lo hice?
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 ¿Qué dificultades tuve? ¿Cómo las superé?
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 ¿Para qué me sirve? ¿En qué otras ocasiones puedo utilizar lo aprendido?
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EVALÚO MI PROGRESO

COMPETENCIA: Lee diversos tipos de textos en su lengua materna.

CRITERIOS Lo logré Estoy en ¿cómo sé que lo


proceso estoy logrando?

Ordena y jerarquiza ideas en torno a un


tema.
Identifica información explícita,
relevante y complementaria
seleccionando datos específicos y
algunos detalles en textos informativos.
Determina el significado de palabras en
contexto.
Opina sobre el contenido de textos
informativos y narrativos

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