Fallos Unidad II
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JURISPRUDENCIA
UNIDAD III: GARANTÍAS CONSTITUCIONALES PROCESALES.
Después de deliberar en privado los días 22 de abril y 19 de junio de 1989, dicta la siguiente
Sentencia, aprobada en esta última fecha:
(…)
HECHOS
9. En 1974 suscribió un contrato para financiar la crianza de sus cerdos en una finca de otra
compañía, Linconin, S. A. A cambio, ésta debía pagar el precio de los animales y los gastos
administrativos; pero, debido a su insolvencia, no cumplió sus compromisos; y entretanto,
vendió los cerdos.
10. El 2 de mayo de 1979, Unión Alimentaria Sanders, S. A., reclamó ante el Juzgado de
Primera Instancia de Barcelona el pago de la cantidad que, a su juicio, el debían Linconin,
S. A., y uno de sus administradores, la señora P. Considerándolos insolventes, promovió
también contra ellos y tres personas más, por subrogación, dos acciones para la ejecución y
la inscripción en el Registro de la Propiedad de dos compraventas de terrenos y de una finca
por las dos primeras demandas.
12. El Juez, por providencia de 28 de diciembre de 1981, declaró los autos conclusos para
sentencia. Según el artículo 678 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , el Juez dictará
sentencia en un plazo de doce días, que puede ampliarse hasta quince si los autos
excedieran de mil folios.
13. El 10 de julio de 1983, Unión Alimentaria Sanders, S. A., se dirigió por escrito al Juez
quejándose por la violación del artículo 24.2 de la Constitución que garantiza el derecho «a
un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías».
En uno de los Resultandos, reconocía el hecho del retraso denunciado, sin exponer sus
causas.
16. Una tercera Sala de lo Civil, creada entretanto, se hizo cargo de los autos el 27 de
septiembre de 1985, en cumplimiento de una resolución de 4 de septiembre. El 17 de marzo
de 1986, designó un nuevo magistrado ponente y señalo como fecha de la vista el 6 de
mayo.
«Después del estudio de los criterios de la complejidad del litigio y los comportamientos de
las autoridades judiciales y de las partes, es pertinente examinar ahora las repercusiones que
para los derechos e intereses en litigio suponía el proceso, acudiendo así a otro de los datos a
valorar y al que se ha referido en ocasiones el Tribunal Supremo de Derechos Humanos
(caso Buchholz). Como repercusiones de la dilación, aunque desde el ángulo de la
pretensión indemnizatoria, no se manifiestan otras por el demandante de amparo que la
inherente a la anotación preventiva de demanda que, para asegurar las resultas del juicio, se
constituyó en el proceso civil, bajo caución dirigida a la eventual indemnización de los
perjuicios que de la anotación podrían seguirse a los demandados caso de ser absueltos.
Nada se ha dicho de la importancia que de modo concreto significa el tiempo invertido en el
proceso para el derecho o el interés del demandante; más bien en el planteamiento del
demandante, concretado a la indicada incidencia en la medida aseguradora del artículo 42 de
la Ley Hipotecaria y a una indeterminada referencia a lo que llama "daños morales", permite
entender que la incidencia del factor tiempo no aparece en el caso con acentuados perfiles de
importancia capital. Con sólo la referencia a los gastos o coste de la caución, parece que
lleva a pensar que el asunto del que conoció el Juzgado de Barcelona no reclamaba una
preferencia, o que siendo más perentorio otros procesos pendientes de la decisión del Juez,
bien podría posponerse temporalmente la decisión del que ha dado lugar a este amparo,
concediendo preferencia a otros.
Una duración de un proceso de mayor cuantía, con un contenido complejo que no presenta
notas reveladoras de recabar una atención preferente a toda otra, y en una realidad litigiosa
intensa, ha de verse desde este conjunto de factores y atendiendo al tiempo total invertido en
su tramitación. Como la violación del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas no se
identifica con la idea del incumplimiento de los plazos procesales y tampoco
necesariamente con todo supuesto de anormalidad, no son bastantes estas notas que
efectivamente se dan en el proceso civil de que tratamos, para afirmar que se ha vulnerado
en este caso el artículo 24.2 de la Constitución Española » ( Boletín de Jurisprudencia
Constitucional núm. 46, febrero de 1985, pág. 152).
19. Uno de los Magistrados formuló, sin embargo, un voto particular discrepante al que
pertenece el siguiente fragmento:
«A falta de la debida justificación proporcionada por el órgano judicial, hay que comprobar
ahora si la tardanza de que se le acusa es o no constitutiva de dilación en el sentido del
artículo 24. Aun aceptando como buenos los criterios mencionados en la Sentencia, quien
firma este voto discrepa de la valoración resultante. La demanda de mayor cuantía se
presentó el 2 de mayo de 1979 y la Sentencia se pronunció el 17 de diciembre de 1983; más
de cuatro años y medio constituyen, vistos en bloque, un tiempo en principio excesivo, si
valoramos, como se propone en el fundamento jurídico octavo "el tiempo total invertido en
su tramitación", en especial si advertimos que el órgano judicial no nos ha proporcionado
información particularmente aplicable al caso para explicar tan abusiva tardanza. A falta de
una justificación ad casum, tampoco vale "la estimación de los standars de actuación y
rendimientos normales en el servicio de justicia", como se dice en el mismo fundamento, y
ello porque, en primer lugar, la frecuente tardanza excesiva del servicio de justicia, no puede
reputarse como normal, pues lo normal es lo ajustado a la norma y no lo contrario a ella,
aunque sea lo más frecuente, y en segundo término, porque si
continuase increscendo el tiempo y la generalización del incumplimiento en "el
rendimiento del servicio de justicia" y hubiese que tomar como regla para medir el respeto a
la violación del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas ese mismo hecho anormal,
pero en general, ello equivaldría a dejar vacío de su contenido esencial el derecho
fundamental...» (Ibídem, pág. 154.)
E. La ejecución de la sentencia dictada en apelación
21. El Consejo General del Poder Judicial, en su informe correspondiente al año 1982,
destacaba que cada Juzgado de Primera Instancia de Barcelona había conocido, como
término medio, de 1.800 procedimientos.
Estos juzgados estuvieron sin Jueces durante períodos cada vez más frecuentes, a pesar de
que se recurrió a los sustitutos para los asuntos urgentes. Así sucedió en el Juzgado número
9: el Juez titular tuvo que ser sustituido en varias ocasiones en 1982-1983 por razones de
salud. Se jubiló el 27 de julio de 1983 y su sucesor no se hizo cargo del Juzgado hasta el 21
de septiembre de dicho año, quedando de nuevo vacante el puesto dos meses después. Hasta
el 22 de febrero de 1984, fecha en la cual tomó posesión el nuevo titular, el Juez del Juzgado
de Primera Instancia número 1 de Barcelona se ocupó también como sustituto de los asuntos
del Juzgado número 9, y fue el que dictó sentencia en el caso de autos (apartado
14, anterior).
22. Las mismas dificultades surgieron en la Audiencia de Barcelona; tan es así que el
Defensor del Pueblo les dedicó un capítulo de su informe de 1985, subrayando el gran
número de quejas sobre la duración de los procedimientos ante las Salas de lo Civil y
refiriéndose a la investigación promovida a este respecto ( Boletín Oficial de las Cortes
Generales, 15 de septiembre de 1986, pág. 125).
Entre 1981 y 1984, el número de asuntos de las dos Salas aumentó el 62 por 100. Se crearon
dos nuevas plazas de Magistrados en 1983, pero como la medida resultó insuficiente
se creó en 1985 una nueva Sala a la que se atribuyeron 984 asuntos de los pendientes en la
primera y 586 procedentes de la segunda. Hubo que notificar la atribución a las partes,
designar nuevos ponentes y fijar un calendario para afrontar el retraso según la urgencia de
los litigios.
24. El Defensor del Pueblo, de forma más genérica, en sus informes para 1983 y 1984 llamó
la atención del Congreso de los Diputados sobre la frecuencia de las reclamaciones sobre la
lentitud de la justicia y la dificultad para conseguir la ejecución de las sentencias. En el
siguiente año, consideró que la situación era alarmante, y la atribuyó, especialmente, a la
falta de personal y a los continuos cambios de Jueces y Magistrados.
25. Ciertamente, el Estado español tomó importantes medidas en esta materia a escala
nacional. Por ejemplo, la Ley Orgánica de 10 de enero de 1980 creó el Consejo General del
Poder Judicial y la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1 de julio de 1985 reorganizó el
sistema. Entre una y otra, el Real Decreto de 3 de julio de 1981 estableció cuatro nuevos
Juzgados de Primera Instancia en Barcelona que empezaron a actuar en septiembre de dicho
año, y una Ley de 21 de mayo de 1982 creó nuevos partidos judiciales.
(…)
FUNDAMENTOS DE DERECHO
28. La sociedad demandante se queja de la duración del pleito civil que promovió ante un
Juzgado de Primera Instancia de Barcelona el 2 de mayo de 1979 . Invoca, a este respecto,
el artículo 6.1 del Convenio que (en la parte pertinente) dice así:
«Toda persona tiene derecho a que su causa se oiga... dentro de un plazo razonable, por un
tribunal... que resolverá los litigios sobre sus derechos y obligaciones de naturaleza civil...»
29. El período que hay que considerar empezó el 1 de julio de 1981, al entrar en vigor la
declaración española aceptando el derecho de recurso individual. Sin embargo, para
determinar el carácter razonable del tiempo transcurrido desde entonces, hay que tener en
cuenta la situación en que estaba a la sazón el asunto (véase la reciente Sentencia Milasi de
25 de junio de 1987, serie A, núm. 119, pág. 45, apartado 14).
30. En cuanto al final del «plazo», el Tribunal entiende que se deben diferenciar dos fases:
la primera se extiende hasta el 13 de septiembre de 1986, fecha de la notificación a las
partes de la Sentencia dictada en la apelación; la segunda corresponde a su ejecución. Ésta,
a instancia de parte, o sea, de la sociedad demandante, empezó el 18 de octubre de 1986 y
todavía no ha terminado. El Tribunal fijará su atención en la primera, que abarca cinco años,
dos meses y trece días.
32. Según el Gobierno, el caso era un tanto complejo: había varios demandados objeto de
pretensiones diferentes y las demandas por subrogación suscitaban problemas jurídicos
delicados. Además, los autos tenían unos 1.400 folios.
33. El Tribunal, como antes la Comisión, entiende por el contrario que el litigio no
presentaba especiales dificultades de hecho o de Derecho, y añade que sólo uno de los
demandados compareció ante el Juzgado de Primera Instancia, y ninguno ante la Sala que
conoció de la apelación (apartados 11 y 15, anteriores), lo cual facilitó la tarea de dichos
órganos judiciales.
34. El Gobierno subraya que, según un principio del Derecho español, la responsabilidad
por el desarrollo del proceso corresponde a las partes. Ahora bien, la sociedad demandante
no acudió al Tribunal Constitucional hasta el 21 de octubre de 1983 para denunciar la
duración de la primera instancia, aunque el Juez declaró visto el juicio para sentencia el 28
de diciembre de 1981 (apartados 12 y 13, anteriores), y además no reclamó nunca ante
dicho Tribunal por el procedimiento de apelación, prolongando así el conjunto del proceso.
35. El Tribunal reitera su criterio de que el principio invocado no dispensa a los tribunales
de cumplir las exigencias del artículo 6 sobre el plazo razonable (véase, entre otras, la
Sentencia Martins Moreira de 26 de octubre de 1988, serie A, núm. 143, pág. 17, apartado
46). Entiende, como la Comisión, que el interesado tiene solamente la obligación de
realizar con diligencia los actos que le corresponden, de abstenerse de actuaciones
dilatorias y de aprovechar las posibilidades que le ofrezca el Derecho interno para abreviar
el procedimiento. Nada le obliga a emprender actuaciones que no sean adecuadas a estos
efectos (véase, mutatis mutandis, la Sentencia Guincho de 10 de julio de 1984, serie A,
núm. 81, pág. 15, apartado 34).
En este caso, resulta de los autos que la sociedad demandante fue diligente y que se quejó
ante el Juzgado competente el 10 de julio de 1983 (apartado 13, anterior). Era aquél el único
medio normal que le proporcionaba las legislación española. El recurso de amparo de
21 de octubre de 1983 pretendía esencialmente que se comprobara una violación de la
Constitución y fue denegado el 23 de enero de 1985 (véase el citado apartado 13). Aunque
se entendiera que contribuyó indirectamente a acelerar el litigio, no era un medio ordinario
para conseguirlo. En cuanto a la apelación, se comprende que Unión Alimentaria Sanders,
S. A., no insistiera con un segundo recurso de amparo después del fracaso del primero.
3. El comportamiento de las autoridades competentes
37. Reconoce el Gobierno la existencia de un atasco a la sazón, pero puntualiza que una
sobrecarga poco frecuente afectaba entonces a los Juzgados de Barcelona por el aumento del
número de litigios. Se producía éste después del retorno de España a la democracia y era
resultado del establecimiento de nuevas garantías judiciales, de la revisión de la legislación
y de una mayor inclinación a acudir a los tribunales de justicia. Frente a esta situación, los
órganos judiciales competentes -incluido el Tribunal Constitucional- entendieron que el
litigio de autos no era urgente y no requería que se le diera preferencia.
El Estado español tomó las medidas necesarias para remediar la situación. Afectaban
especialmente a la ciudad de Barcelona, donde se crearon nuevos Juzgados y partidos
judiciales y otra Sala de lo Civil en la Audiencia; además, la Ley de 28 de diciembre de
1988 reorganizó totalmente la Administración de Justicia a escala nacional para adaptarla
debidamente a las exigencias del mundo moderno (apartados 22 y 25).
38. Conoce el Tribunal que España ha tenido que superar graves dificultades durante la
restauración de la democracia, y aprecia como se debe los esfuerzos hechos por las
autoridades para mejorar el ejercicio del derecho a acudir a los tribunales y para reformar el
sistema judicial del país. Reitera, sin embargo, que España, al ratificar el Convenio, se ha
obligado a organizar dicho sistema de manera que cumpla las exigencias del artículo 6.1,
especialmente en cuanto al «plazo razonable» (Sentencia, ya citada, en el caso Guincho,
serie A, núm. 81, pág. 16, apartado 38).
Antes de jubilarse el 27 de julio de 1983, el Juez titular del Juzgado número 9 tuvo que ser
sustituido varias veces por motivos de salud. Su sucesor cesó en su puesto sólo dos meses
después de su nombramiento el 21 de septiembre de 1983. El nuevo titular se hizo cargo del
Juzgado el 22 de febrero de 1984; hasta entonces, el Juez del número 1 tuvo que ocuparse
también de los litigios pendientes en el Juzgado número 9, uno de ellos el de Unión
Alimentaria Sanders, S. A. (apartado 21, anterior). Esta situación coincidió con un señalado
incremento del número de asuntos.
41. En el caso de autos, los dos retrasos comprobados -dos años y más de un año y medio,
respectivamente- son considerables y los órganos judiciales afectados no han señalado
ninguna circunstancia especial para explicar lo sucedido (apartado 9, anterior).
Por último, el Defensor del Pueblo y la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de
Barcelona ya habían puesto de manifiesto la gravedad del problema (apartados 22 a 24,
anteriores).
42. El Tribunal, a la vista del conjunto de las circunstancias de este litigio, considera
excesiva la duración del procedimiento de que se trata. Las innegables dificultades con que
se encontró España no podía privar a la sociedad demandante de su derecho a que su caso se
oyera dentro de un «plazo razonable».
Por consiguiente, se ha violado el artículo 6.1.
(…)
2. Falla que el Estado demandado debe pagar a Unión Sanders, S. A., un millón quinientas
mil pesetas (1.500.000) por daños materiales y doscientas veinte mil ciento setenta y una
pesetas (220.171) por gastos y costas;
(…)
El procedimiento ante el Juzgado de Primera Instancia duró dos años y medio a partir de la
fecha en que España reconoció la competencia de la Comisión para conocer de
reclamaciones individuales. Durante dicho período, el número de litigios planteados ante los
Juzgados de Primera Instancia de Barcelona aumentó notablemente. Se tomaron
medidas para mejorar la situación, pero necesariamente hubo que dar preferencia a algunos
asuntos, y el Tribunal Constitucional entendió que en el proceso entablado por la sociedad
demandante no estaba justificada.
En julio de 1985 se creó una tercera Sala a la que se atribuyó el conocimiento de este asunto
en septiembre del mismo año. No era uno de aquellos en que se justificaba la preferencia en
el despacho. La sentencia se dictó el 12 de mayo de 1986 .
El Tribunal, en su Sentencia Buchholz (6 de mayo de 1981, serie A, núm. 42, pág. 16,
apartado 51) ha declarado que «un atasco temporal de los asuntos pendientes no implica su
responsabilidad (la de los Estados contratantes) si toman con la debida rapidez las medidas
adecuadas para remediar una situación excepcional».
Es posible que en España, como en otros Estados contratantes, el número de pleitos civiles
haya aumentado constantemente hasta el extremo que no se pueda hablar ya de un atasco
temporal. Sin embargo, no hay ningún motivo para suponer que las medidas tomadas por el
Gobierno español, cuando se desarrollaba el proceso entablado por la sociedad demandante,
no fueran las adecuadas para solucionar el problema con razonable rapidez, a la vista del
conocimiento que se tenía entonces de la situación. La acción ejercitada por la sociedad
demandante no exigía por su objeto ninguna preferencia en el despacho, ni en primera
instancia ni en apelación.