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Unidad 6

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UNIDAD 6

LAS PROPIEDADES TRASCEDENTALES DEL ENTE: UNIDAD, VERDAD, BONDAD Y BELLEZA.

Rafael Gomez Perez. Introducción a la metafísica.

VII) unidad, verdad, bondad, belleza: propiedades trascendentales del ente.

1) Un texto definitivo.

Existen grandes palabras y grandes realidades: unidad, verdad, bondad y belleza.

Aquello que primero concibe la inteligencia como algo conocidísimo y en lo cual se resuelven los
demás conocimientos es el ente. Todas las demás concepciones del entendimiento se obtienen
añadiendo algo al ente.

Hay propiedades que convienen al ente en cuanto tal, y que se conocen por experiencia, se
denominan propiedades trascendentales o simplemente trascendentales.

Los trascendentales son convertibles con el ente y se fundan en él. Se distinguen de él


nocionalmente, no realmente; añaden algo. Dios que es el ser por esencia, es también la unidad, la
verdad, la bondad y la belleza.

2) La unidad del ente.

Por experiencia conocemos que todo ente es uno, tiene unidad que es negación de división. Uno
no significa otra cosa que el ente indiviso. Todo ente o es simple o es compuesto. El ente simple es
indiviso en acto y en potencia. El compuesto no adquiere ser mientras sus partes están separadas,
sino solo cuando constituyen y componen el mismo compuesto. Se ve que el ser de cualquier cosa
consiste en su indivisión.

La unidad no añade nada real al ente, sino solo la negación de división: unum es el ens indivisum.

Con el tema de la unidad esta estrechamente relacionado el de la identidad: la identidad es la


unidad o la unión de varias cosas que, siendo realmente varias, so lo mismo en cuanto que
convienen en algo; es también identidad la unidad de algo que la inteligencia puede mentalmente
desdoblar.

Si identidad es unidad, las clases de identidad serán las clases o tipos de unidad: real o de razón;
sustancial o accidental, numérica, especifica, genérica, analógica.

La negación de la identidad es la distinción. Es la negación de la identidad entre varias cosas.

La semejanza es un tipo de identidad entre dos cosas, respecta a una cualidad que las dos poseen.

La igualdad es la identidad en el ámbito de la cantidad; cantidades iguales quiere decir, por eso,
cantidades idénticas.
Diferencia es lo que distingue una cosa de otra. La diferencia específica es lo que determina dentro
de un género, el ser una especie concreta, distinta de las demás especies dentro del mismo
género.

3) El principio de identidad

NO SUBRAYE NADA.

4) La verdad y el ente.

El verum es el ente en cuanto referido a la inteligencia. Se da verdad en la inteligencia cuando se


afirma ser lo que es y se niega ser lo que no es; hay falsedad cuando se niega ser lo que es y se
afirma ser lo que no es.

La verdad declara y manifiesta al ser del ente; por eso es el ser el que causa la verdad de la
inteligencia.

La verdad que está en las cosas se identifica realmente con el mismo ente, pero le añade la
adecuación o relación a una inteligencia; de modo radical esa inteligencia no es otra que la de
Dios, que se identifica con su ser. Dios es la verdad que mide y no es medida.

La verdad se funda en el ente; y el ente es por el acto de ser; por eso la verdad se funda mas en el
esse que en la esencia de las cosas, y el acto de ser es como la luz que ilumina al que conoce

Los entes no tiene el ser por si mismo, sino por participación; por eso también son verdaderos por
participación y son mas verdaderos en la medida en que participan más del principio de toda
perfección, el ser por esencia, Dios.

5) La bondad y el ente.

Hay distinción (de razón) entre las nociones de ente y de bien. Algo es ente, en sentido propio, en
virtud de un acto primero por el que alcanza el ser sustancial; pero solo es bueno, propiamente, el
que ha alcanzado su perfección ultima mediante el acto segundo.

El bien se funda en el ente, surge de él y revierte a él. Pero, a la vez, el bien es lo primero, por
tener razón de fin, que es la primera de las causas; el bien es lo perfecto que es perfectivo de
otros: es la misma actualidad del ente en cuanto perfeccionadora de la propia naturaleza y
también en cuanto difusora de esa bondad.

El bien es descrito, por su efecto como “aquello que todos apetecen”. Es el término (el objetivo) al
que tiende un agente con su operación: por eso tiene razón de fin.

El bien es el ente considerado en su término.

Hay diversos niveles de bondad. Son buenos los entes: a) en cuanto constituidos en la realidad por
tener esse; b) en cuanto tienen los accidentes necesarios para actual; c) en cuanto han alcanzado
el fin por medio de la operación.
El fundamento de la bondad es el esse; y como solo Dios es eese por esencia, solo el es bueno pr
esencia; las criaturas son buenas por participación. La bondad en las criaturas tiene una
composición metafísica, fundada en el del ente.

Todo entre creado tiene, así, una bondad natural (la de su ser) y está finalizada para alcanzar la
bondad de la operación, en acto segundo, que es asimilarse a Dios, darle gloria.

En Dios la bondad es la misma simplicidad; en las criaturas, la bondad esta de forma múltiple y
dividida; por eso el conjunto de las criaturas representa mejor la bondad de Dios que un solo
individuos.

El ser por esencia (Dios) es el bien supremo y absoluto; en él se da perfecta identidad entre ser y
obrar. El bien creado, en cambio, necesita completarse con la operación mediante la cual el ente
alcanza el fin al que está orientado.

En el agente humano cabe hablar de una distinción de bienes en honesto, útil y deleitable. El bien
honesto es que se apetece como ultimo (en su orden) y que de suyo aquieta el movimiento del
apetito. Bien deleitable es el que se desea por el gozo que produce. Bien útil es el que se desea
como medio para alcanzar otro bien. En sentido propio, el bien es el bien honesto. El bien honesto
es el bien desinteresado.

6) Bien y valores.

Valor ha significado el simple resultado de la estimación individual o social (valoración “media”).


Se puede leer con frecuencia que los “valores humanos” son cambiantes, producto de la época,
condicionados o determinados por las estructuras económicas, etc. El término valor puede, sin
embargo, entenderse en forma apropiada si se funda en el ente y en el bonum: entonces designa
lo que en el ser reclama la adhesión del hombre. Es un valor porque es bueno y es bueno porque
es y está finalizado para conseguir la propia perfección. Valor, en ese sentido, hace siempre
referencia a la estimación del hombre, suponiendo que el hombre consiga valorar lo que
realmente vale: el bien.

7) El mal.

El mal no es lo primero que se conoce; antes se conoce el bien (Lo positivo) y luego su ausencia o
privación.

Por el bien se puede conocer el mal. El bien es todo aquello que es apetecible; ahora bien, como
todas las cosas aman su ser y su perfección, necesariamente ha de afirmar que el ser y perfección
de cada una de ellas tiene naturaleza de bien. Por consiguiente, es imposible que el mal signifique
algún ser o alguna forma de la naturaleza y, por tanto, es necesario que con la palabra mal se
designe alguna carencia de bien.
El mal es la privación de un bien debido; privación de la que es aquejado un sujeto. El mal es real,
pero no como sustancia, sino como algo que existe en un sujeto. El mal necesita del fundamento
del ser y del bien: es la corrupción del bien.

La existencia del mal supone el ser y, por tanto, el autor del ser, Dios. Dios es autor del ser, y, por
tanto, del bien, siendo el mal la privación de ser y de bien.

Mal, en sentido propio, solo es el mal moral, es decir, la desordenación de la voluntad respecto al
bien. El mal tiene causa per accidens, y tiene lugar cuando el agente humano obra sin tener en
cuenta el orden. El mal es resultado de la deficiencia de la libertad; la libertad humana es buena,
pero, por ser libertad, lleva consigo la posibilidad de fallar; y el mal aparece cuando la libertad
actúa como si no fuera creada, no adecuándose a la regla de la razón y la ley divina; entonces se
produce ese alejamiento de Dios, suplantándolo por las criaturas. En definitiva, la causa eficiente
per se del mal es un acto de la libertad creada, por el que rechaza la participación en el ser según
el orden divino. (y actúa negando a Dios).

8) La belleza.

Escribe Santo Tomas: “en un sujeto determinado, la belleza y la bondad son una misma cosa, pues
se fundan en una misma realidad, que es la forma, y por esto lo bueno se considera como bello.
No obstante, difieren sus conceptos porque el bien propiamente se refiere al apetito ya que es
bueno lo que todas las cosas apetecen y, por tanto, debido a que el apetito es un cierto
movimiento hacia las cosas, tiene razón de fin. En cambio, lo bello, se refiere al poder
cognoscitivo, pues se llama bello aquello cuya vista agrada, y por eso la belleza consiste en la
debida proporción, ya que los sentidos se deleitan en las cosas debidamente proporcionadas como
en algo semejante a ellos, pues los sentidos, como toda facultad cognoscitiva, son de algún modo
entendimiento.

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