Domingo 14 de Abril de 2024 Tercer Domingo de Pascua. Ciclo B

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Preparación Espiritual

Espíritu Santo, que sea dócil a tu presencia.


Espíritu Santo, que busque la paz.
Espíritu Santo, lléname de la alegría del Resucitado
Espíritu Santo, impúlsame a llevar esta Buena Noticia a todos.
Amén.

Domingo 14 de
Texto Bíblico Lc 24, 35-48
abril de 2024

Tercer Domingo de 35
Los que habían regresado de Emaús les relataron lo que les sucedió en el camino y cómo
Pascua. Ciclo B habían reconocido a Jesús en el momento de partir el pan. 36 Estaban diciendo estas cosas
cuando Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 37 Ellos,
“¡(...) Tú que en el sorprendidos y aterrorizados, creían estar viendo un espíritu. 38 Entonces Jesús les dijo:
aprieto me diste «¿Por qué están tan asustados? ¿Por qué tienen esas dudas? 39 Miren mis manos y mis
anchura, pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne y huesos como ven que
ten piedad de mí y yo tengo». 40 Al decir esto les mostró las manos y los pies. 41 Como ellos todavía no creían
escucha mi por la alegría y seguían muy asombrados, Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para
oración!” comer?». 42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado. 43 Él lo tomó y lo comió en
44
Sal. 42 presencia de todos. Después añadió: «Esto es lo que les dije cuando todavía estaba con
ustedes: que se debía cumplir todo lo que está escrito acerca de mí en la Ley de Moisés,
en los Profetas y en los Salmos». 45 Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran
entender las Escrituras 46 y les dijo: «Está escrito que el Mesías iba a padecer y resucitar al
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tercer día de entre los muertos47 y, comenzando por Jerusalén, se iba a predicar en su
nombre la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones. 48 Ustedes son
testigos de estas cosas.

¿Qué dice el texto?


Lectura

Mons. Damián Nannini:


obispo de la diócesis de Algunas preguntas para una lectura atenta
San Miguel (Argentina);
Licenciado en Sagrada 1. ¿Quiénes son estos discípulos que regresan a Jerusalén y qué les cuentan a
Escritura por el Pontificio
Instituto Bíblico
los apóstoles?
2. ¿Cómo reaccionan los discípulos ante la aparición de Jesús resucitado?
3. ¿Qué les propone Jesús para que puedan aceptar que es Él mismo y no un
fantasma?
4. ¿Qué les dice y qué hace Jesús con la mente de los discípulos?
5. ¿Qué misión les encomienda a ellos al final del relato?

Algunas pistas para comprender el texto:


Mons. Damián Nannini

Se suele dividir este texto en dos secciones: el reconocimiento (Lc 24,36-43) y


la instrucción o enseñanza de Jesús (Lc 24,44-49).
1
El relato de reconocimiento comienza con la aparición de Jesús quien saluda
3
ofreciendo la paz, lo que es común con otros relatos de apariciones de Jesús
resucitado.
Ante esta “aparición” de Jesús la primera reacción de los discípulos es de "temor
y temblor" pues creen ver un espíritu. Jesús interpreta esta reacción como “turbación y
duda” y las despeja mostrándoles sus manos y sus pies e invitándoles a ver y tocar
señalando que "un espíritu no tiene carne ni huesos". Mediante esta última expresión
"Lucas indica su verdadera intención: la aparición no es una ilusión, Jesús no es un
«espíritu» ni un «fantasma»" (X. León Dufour). Al igual que para nosotros hoy, en la
antigüedad bíblica se consideraba a los espíritus como espectros que podían
aparecerse en forma humana pero que no tenían "ni carne ni huesos".
La segunda reacción de los discípulos es ahora la incredulidad, pero no como
rechazo a creer sino como dificultad para aceptar algo demasiado hermoso y
sorprendente que les provoca extrema alegría y asombro. Algo así como cuando
decimos que es demasiado lindo para ser cierto. Ante esto Jesús realiza la acción de
comer un trozo de pescado asado delante de ellos para que acepten que no es un
fantasma sino un ser real. En fin, Jesús hace todas estas cosas para despejar las dudas
de sus discípulos y mostrar que el Crucificado es ahora el Resucitado.
La segunda subsección es la instrucción de Jesús: habiendo convencido a sus
discípulos de que realmente es el crucificado que ha resucitado, puede entonces ahora
darles su enseñanza final que se refiere al sentido de las Escrituras; a la misión de los
discípulos y al envío de la promesa del Padre.
Como hizo antes con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,26-27), Jesús les
enseña que todo sucedió conforme a las Escrituras, esto es, según el previo designio
de Dios y tal como había sido predicho por él durante su vida pública.
Luego les abrió la inteligencia para que comprendan las Escrituras, en particular
la necesidad de la pasión y la resurrección del Mesías. Por tanto, sólo Jesús resucitado
puede darnos la clave o llave correcta para la interpretación de las Escrituras. Antes de
Él las mentes permanecían cerradas, siendo esto una disculpa para la incomprensión
de los discípulos, para su abandono de Jesús durante la pasión y su posterior
incredulidad. Pero luego de este “don de la apertura mental”, tienen la misión de ser
testigos de que el Crucificado ha verdaderamente Resucitado según el plan previsto
por Dios y atestiguado en las Escrituras. Al narrar esto Lucas nos dice que son los
apóstoles los que tienen ahora la inteligencia, la comprensión auténtica, verdadera de
la Escritura. Por tanto, es necesario escuchar a los discípulos de Jesús, a la Iglesia,
para tener la interpretación correcta de las Escrituras. Y esta misma la encontramos
primeramente en el libro de los Hechos de los apóstoles donde vemos cómo Pedro y
Pablo interpretan la Escritura en sus discursos.
En sus últimas palabras, Jesús dice a sus discípulos que en las profecías del
Antiguo Testamento ("así está escrito") hay tres cosas sobre el Mesías: 1) tiene que
padecer, 2) resucitar; 3) comenzando por Jerusalén, en su nombre debe predicarse a
todas las naciones. De esta voluntad salvífica universal del Padre se sigue el
compromiso misionero de los Apóstoles que aquí viene descrito con la categoría de
testigos: "Ustedes son testigos de todo esto". Testigo es el que ha visto y oído, el que
ha tenido experiencia de que Jesús ha resucitado.

Meditación ¿Qué me dice el Señor en el texto?

Estamos en el tiempo pascual, tiempo de búsqueda de la presencia de Jesús


resucitado en nuestra vida, hoy. Y el evangelio nos enseña el modo cómo Jesús se
hace presente; y nos señala también algunos de los “lugares” donde nosotros podemos
encontrarnos con Él hoy.
En todos los relatos de aparición Jesús se introduce en la vida de los discípulos
3
de un modo sencillo y discreto; y muchas veces no lo reconocen de entrada. Con esto
se nos quiere decir, en primer lugar, que Jesús está presente en nuestra vida, aunque
no lo reconozcamos de entrada. En segundo lugar, que llegar a una verdadera fe
pascual supone un proceso de purificación de la mirada. Por esto, es preciso
arriesgarnos a iniciar el camino con la certeza de que el Señor encontrará los modos
de ayudarnos a reconocer su Presencia, al igual que hizo con los apóstoles.
En particular en este domingo se nos invita a encontrar su Presencia, su Palabra
viva y eficaz, en el tesoro de las Sagradas Escrituras, íntimamente unidas a la Tradición
Apostólica que nos las explica para que las comprendamos correctamente.
Con claridad nos muestra el evangelio de hoy que es necesario el recurrir a las
Escrituras para aceptar la cruz como parte del plan del Padre y para comprender todo
lo que ha sucedido, incluida la resurrección del Señor Jesús. Y al mismo tiempo es
necesario que el Señor Resucitado “nos abra la inteligencia” para que podamos
comprender las Escrituras; y ellas nos ayuden a comprender el sentido de la vida y de
la muerte, de Jesús y la nuestra. En otras palabras, en la Biblia, el Señor nos sigue
hablando y con su Palabra nos ilumina para que superemos los momentos oscuros de
nuestra vida, los momentos de cruz. Y también nos ilumina para descubrir la Presencia
de Jesús resucitado en nuestra vida, abriéndonos a la Esperanza, mostrándonos
nuevas puertas y nuevos caminos para salir de las situaciones oscuras y cerradas,
situaciones de muerte.
En fin, “este pasaje evangélico se caracteriza por tres verbos muy concretos,
que en cierto sentido reflejan nuestra vida personal y comunitaria: mirar, tocar y comer.
Tres acciones que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo.
Mirar. “Mirad mis manos y mis pies” —dice Jesús. Mirar no es solo ver, es más,
también implica intención, voluntad. Por eso es uno de los verbos del amor. La madre
y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran recíprocamente; el buen médico
mira atentamente al paciente... Mirar es un primer paso contra la indiferencia, contra la
tentación de volver la cara hacia otro lado ante las dificultades y sufrimientos ajenos.
Mirar. Y yo, ¿veo o miro a Jesús?
El segundo verbo es tocar. Al invitar a los discípulos a palparle, para que
constaten que no es un espíritu, Jesús les indica a ellos y a nosotros que la relación
con él y con nuestros hermanos no puede ser “a distancia”, no existe un cristianismo a
distancia, no existe un cristianismo solo a nivel de la mirada. El amor pide mirar y
también pide cercanía, pide el contacto, compartir la vida. El buen samaritano no solo
miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se detuvo, se inclinó, curó
sus heridas, lo tocó, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con
Jesús: amarlo significa entrar en una comunión de vida, una comunión con él.
Y pasamos al tercer verbo, comer, que expresa bien nuestra humanidad en su
indigencia más natural, es decir, la necesidad de nutrirnos para vivir. Pero comer,
cuando lo hacemos juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión
de amor, expresión de comunión, de fiesta... ¡Cuántas veces los Evangelios nos
muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! Incluso como Resucitado, con sus
discípulos. Hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha convertido en el signo
emblemático de la comunidad cristiana. Comer juntos el cuerpo de Cristo: este es el
centro de la vida cristiana.
Hermanos y hermanas, este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús no es un
“espíritu”, sino una Persona viva; que Jesús cuando se acerca a nosotros nos llena de
alegría, hasta el punto de no creer, y nos deja asombrados, con ese asombro que solo
da la presencia de Dios, porque Jesús es una Persona viva. Ser cristianos no es ante
todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con él, con el Señor Resucitado:
lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él y, transformados por su amor, miramos,
tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas. Que la Virgen María nos
ayude a vivir esta experiencia de gracia”, (Francisco, Regina Coeli del 18 de abril de
3
2021).

Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:

1. ¿Recurro a la Biblia para que me ilumine en los momentos de oscuridad?


2. ¿Busco descubrir el plan de Dios para mi vida en las Escrituras?
3. ¿He experimentado alguna vez cómo el Señor me abre la mente para entender las
Escrituras y las situaciones difíciles de mi vida?
4. ¿Doy testimonio, sobre todo con mi vida alegre y serena, de la resurrección del
Señor?

Oración ¿Qué le respondo al Señor que me habla


en el texto?
Gracias Jesús por entrar en mi vida
de un modo sencillo y concreto.
Gracias por Tu Palabra que
me impulsa y da fuerzas.
Ábreme los oídos para en Ella escucharte
y con mis obras proclamarte.
Quiero ser testigo creíble y apasionado
de tu evangelio, de tu cruz vencida, de tu Pascua.
Cuento, Señor Resucitado, con tu gracia.
Amén.

¿Cómo hago propias en mi vida


Contemplación las enseñanzas del texto?

“Jesús, que en tu Palabra pueda escucharte y con mis obras anunciarte”

¿A qué me comprometo para


Acción demostrar el cambio?

Durante esta semana me comprometo a escuchar cada día el evangelio de Jesús.

Bitácora de grandes Lectionautas


“Quien no conoce las Escrituras, no conoce a Cristo”, San Jerónimo.

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