Cataruzza Capitulo 1
Cataruzza Capitulo 1
Cataruzza Capitulo 1
exportaciones de productos agropecuarios, aunque no fue un proceso lineal, debido a las crisis
periódicas, permitió que se desarrollaran fuertes expectativas económicas. La crisis de 1929,
provoco un cambio en la orientación de la economía. Las exportaciones, dejaron de ser el impulsor
del crecimiento, el mercado interno y el desarrollo de una industria toma impulso.
La intervención del Estado en la economía se acentuó, la Argentina pasó de tener una economía
abierta a los mercados mundiales a una economía basada en un creciente proyecto autárquico
volcado hacia dentro.
Los años previos a 1930, para muchos, fue como una época dorada perdida. En esa perspectiva, los
males argentinos provenían precisamente de la ruptura con el mercado mundial y de la perjudicial
actividad del Estado. Para otros estudiosos, los males de la economía argentina se retrotraían al
período de mayor crecimiento visto como una expansión desequilibrada y vulnerable a los cambios
externos. Actualmente se piensa que muchas de las características positiva y negativas, durante la
depresión y la guerra provenían de fenómenos ya existentes en el período anterior.
A partir de 1930, algunas de esas características se profundizaron, pero no pueden ligarse solo a la
crisis. Al mismo tiempo la imagen de 1930 como una divisoria de aguas en la economía no es, del
todo inexacta. La Argentina agroexportadora se transformó en un país donde la industria se convirtió
en el principal motor de la economía, a fines de la década de 1940 era muy diferente a la de la
década de 1920, de este modo 1930 sigue siendo una referencia para entender las
transformaciones y cambios.
Debemos examinar las características de la economía argentina en los momentos previos a la crisis,
para luego profundizar el análisis del período que se extendió entre ese momento y el fin de la
Segunda Guerra.
CRISIS Y DEPRESIÓN
Las causas de la crisis que estalló en 1929, siguen siendo tema de debate entre los economistas.
Algunos señalan las dificultades de los Estados Unidos, para reaccionar adecuadamente ante las
señales de la crisis, convertidos en el nuevo centro económico y financiero mundial en reemplazo de
Gran Bretaña. Para muchos de ellos, sus orígenes fue producto de las políticas monetarias, para
otros se debió a la incapacidad del mercado norteamericano para absorber la creciente producción.
Crisis monetaria o crisis de sobreproducción, la crisis implicó una disminución
del comercio mundial y una retracción de la inversión de capital, que se extendió a todo el mundo
industrializado, con la excepción de la entonces Unión Soviética. Uno de sus impactos fue, la fuerte y
prolongada caída de la actividad económica: la depresión y su consecuencia: la desocupación. Las
dificultades que la mayoría de los países encontraron, impulsaron una serie de políticas específicas.
Ellas implicaban: una retracción de las economías dentro de las fronteras nacionales, el
fortalecimiento de barreras proteccionistas, el abandono del patrón oro y la búsqueda de acuerdos
bilaterales entre países, para reemplazar el comercio abierto y multilateral que, había caracterizado a
la etapa anterior.
El impacto en la Argentina, se sintió en la caída de los valores de las exportaciones tradicionales de
carne y cereales, y en las dificultades para la obtención de capitales y de las divisas para el pago de
las importaciones.
El financiamiento del Estado se encontró con nuevos problemas, ya que sus principales fuentes
provenían de los gravámenes a las importaciones y a la decisión de seguir afrontando los pagos
correspondientes a la deuda externa. La desocupación también fue una de las consecuencias
sociales de la crisis. Para enfrentar esta situación, los gobiernos de la década de 1930 llevaron
adelante una serie de políticas que incluyeron: la creación del Banco Central, la adopción de
medidas tendientes a disminuir las importaciones, los intentos de apoyo y regulación de la
producción agropecuaria y la
búsqueda de caminos que permitieran salvaguardar la relación con los mercados tradicionales, en
particular el británico, para las exportaciones argentinas. El contexto en el que se daban estas
medidas fue de una creciente ilegitimidad política: el golpe de Estado a Yrigoyen en setiembre de
1930, el posterior fraude electoral y los episodios de corrupción.
El golpe había colocado en el poder a Uriburu y en 1932, a partir de elecciones en las que el
radicalismo se abstuvo de participar por el veto oficial a sus candidatos, Justo asumia la presidencia.
En 1943 un nuevo golpe de Estado pondría fin al experimento de un sistema de gobierno que era
difícil caracterizar como democrático. Desde la perspectiva de las políticas económicas, se ha
tratado de distinguir entre la línea seguida por el gobierno de Uriburu y el de Justo.
Es necesario un análisis detallado de los efectos de la crisis, las políticas implementadas por el
Estado, los resultados obtenidos como consecuencia de la aplicación de esas políticas y los cambios
producidos en el contexto internacional. Los efectos de la crisis implicaron el derrumbe de los
precios de los principales productos de exportación de la Argentina: cereales, lino y carnes.
Desde las últimas décadas del siglo XIX, la economía argentina tenia una relación muy estrecha con
Gran Bretaña. Muchos de los capitales invertidos en el país provenían de Inglaterra y hacia allí se
dirigían gran parte de las exportaciones de cereales y carne, en particular, la carne enfriada.
De Inglaterra provenían, los capitales, productos manufacturados y el carbón de piedra para los
ferrocarriles. Desde la Primera Guerra Mundial, decae el lugar hegemónico que Gran Bretaña
ocupaba en el mundo. Sus productos perdían competitividad en comparación con los
norteamericanos y Nueva York a Londres como centro financiero mundial. Los productos industriales
norteamericanos, desde los automóviles hasta la maquinaria agrícola, se adaptaban mejor a las
necesidades de la Argentina, sin embargo, la producción agraria de los Estados Unidos competía
con la argentina, a esto se sumaban las actitudes proteccionistas norteamericanas desde 1920. El
país debía obtener sus divisas, del comercio en el área de la libra, para poder pagar los productos
norteamericanos. La convertibilidad de esas libras, obtenidas con las exportaciones, en dólares
resultaba esencial para mantener el esquema de comercio triangular. Tanto ingleses como
norteamericanos defendían sus intereses:
Desde los Estados Unidos comenzaron a llegar en la década de 1920 capitales dirigidos a la
instalación de industrias que pudiesen competir en el mercado interno.
Inglaterra tenía como objetivo aumentar sus exportaciones a la Argentina y mantener el envío de las
ganancias de sus empresas, pero debía negociar con los dominios de la corona, cuyos productos
competían con los argentinos por el mercado británico. Esta última situación le servía como elemento
de presión frente a los intereses argentinos.
La Argentina, elegía mantener su larga alianza estratégica con Inglaterra, mientras atravesaba entre
1922 y 1927, por una bonanza económica.
En 1928, esta situación comenzó a revertirse. las exportaciones declinaron y el capital comenzó a
salir del país, mientras los gastos del Estado aumentaron y cayeron las tasas de interés. Al no
reducirse las importaciones, el valor del peso decae. Como consecuencia, el gobierno de Yrigoyen
debió interrumpir la convertibilidad en 1929, esto nos demuestra que algunos de los elementos de la
crisis estaban presentes en el país aun antes de que ésta estallara.
Hacia finales de 1929 llegó al país una misión comercial británica, tenía como objetivo consolidar las
relaciones entre los dos países. Sus resultados fueron buenos para Gran Bretaña, la Argentina se
comprometía a comprar en el mercado inglés, durante dos años, los materiales e insumos que
necesitara para los ferrocarriles del Estado. Gran Bretaña se obligaba a seguir adquiriendo los
embarques de carne que la Argentina exportaba normalmente.
El acuerdo fue firmado por Yrigoyen, pero el gobierno fue depuesto y el Congreso disuelto por el
golpe de Estado de 1930 antes de que pudiese contar con la aprobación del Senado. Se trataba de
un importante antecedente del tratado Roca-Runciman.
A partir de 1932, la amenaza de Inglaterra de recurrir a una política de preferencia por los productos
de sus dominios, se renovó como consecuencia del acuerdo en Ottawa entre los representantes de
la corona y los países miembros de la comunidad británica. Este acuerdo ponía en peligro las
exportaciones argentinas de carne congeladas y envasadas y cereales, que competían con la
producción de Australia y Nueva Zelanda. El único rubro en el que esos países no podían competir
con la Argentina eran las carnes enfriadas, que por razones de tiempo y distancia no podían llegar
adecuadamente desde aquellos países al mercado británico. La respuesta argentina consistió en
buscar los medios para mantener la relación comercial con Gran Bretaña. Para lograrlo, se envió una
comisión especial a ese país, al frente del vicepresidente, Roca, que culminaría en 1933: con el
tratado Roca-Runciman. El convenio establecía que Gran Bretaña se comprometía a permitir la
importación de la misma cantidad de carne que en 1932, a condición de una significativa baja de sus
precios en Inglaterra. También establecía que el pool de frigoríficos anglo-norteamericanos seria del
85% de las exportaciones de carne y el 15% restante sería cubierto con la producción de los
frigoríficos argentinos.
A cambio de estas concesiones, la Argentina se comprometía a reducir las tarifas de importación de
algunos productos británicos al nivel que tenían en 1930 y no establecerlas en algunos otros, como
el carbón, que se importaban libremente. También se asumía el compromiso de mantener un trato
benévolo y facilitar el acceso a las divisas que se requerían para enviar sus ganancias a Gran
Bretaña. Otros puntos del tratado protegían los intereses de los ferrocarriles y el transporte marítimo
británico.
El pacto tenía una vigencia de tres años y los principales acuerdos logrados se prorrogaron por un
nuevo tratado, conocido como Eden-Malbrán, firmado en 1936.
Como consecuencia de ambos tratados, las exportaciones argentinas de carne se mantuvieron entre
1935 y 1938 en un nivel cercano al 90% de las 390.000 toneladas
de carne enfriada exportadas en 1932. Éste había sido el nivel al que se había llegado luego de la
crisis. En definitiva, los acuerdos alcanzados permitían a la Argentina seguir accediendo al mercado
británico, a cambio de importantes concesiones a los intereses de ese origen.
Podríamos preguntarnos: ¿cuáles eran entonces las alternativas planteadas para el sector externo
argentino, en las condiciones en las que se encontraba el mercado mundial luego de la crisis y la
depresión?
Las políticas de la década de 1930, específicamente el tratado Roca-Runciman, fueron vistas como
el resultado de una posición que sólo favorecía intereses extranjeros y de los ganaderos
invernadores, que producían el ganado más refinado destinado a ser exportado como carne enfriada.
Los escasos defensores de estas políticas y del tratado afirmaron que los condicionamientos que la
depresión imponía a la economía, hacían que estas decisiones fueran las únicas posibles.
Deben considerarse también las perspectivas que sobre estos problemas tenían los sectores
dirigentes. En este sentido, recobra interés el "Plan Pinedo", un plan de "reactivación económica"
presentado por Federico Pinedo al Congreso de la Nación en 1940. El plan nunca llegó a aprobarse,
suponía una visión algo más crítica de la posición de la Argentina en el mundo.
El plan preveía una serie de medidas para enfrentar la nueva coyuntura de la guerra en Europa y
otras que tendían a proyectos de más largo plazo.
Entre las primeras: el fomento de la construcción y el sostén de los precios agrícolas, como el del
maíz. Entre las segundas: el impulso a la industrialización, basada en las "industrias naturales",
aquellas que utilizaban insumos locales.El proyecto se basaba en la convicción de que las
exportaciones agropecuarias seguirían siendo el motor principal de la economía del país y que se
trataba de enfrentar una coyuntura adversa. La Argentina siguió exportando durante la Segunda
Guerra, al mismo tiempo se restringió las importaciones, impulsando de este modo el crecimiento
industrial.
El gobierno luego de la fundación del Banco Central, continuo con el esquema de reestructuración de
la deuda pública, tanto interna como externa. El esquema se basaba en el cambio de los bonos a
corto plazo por bonos que requerían un pago anual menor, pero que se prolongaba en el tiempo.
Esto permitía disminuir los costos anuales para el Estado. Las medidas más innovadoras, fueron el
control de cambios y la devaluación del peso en 1933, y reiterada en 1938 al mismo tiempo se
introducía un sistema de restricciones a las importaciones que buscaba evitar que un exceso de
demanda. El control de cambios era la herramienta que le permitía al gobierno establecer quiénes
tenían prioridades para acceder a las divisas más baratas del mercado oficial.
El sistema de control de cambios implicaba la creación de un mercado oficial, donde las divisas
obtenidas de las exportaciones tradicionales se vendían al gobierno y éste las revendía a las
empresas favorecidas, que contaban con un permiso previo de importación, a un precio más alto.
Aquellos importadores que no podían acceder al mercado oficial debían comprar las divisas en el
mercado libre, lo que significaba un sobreprecio cercano al 20%. Una de las consecuencias del
tratado Roca-Runciman consistía, en las prioridades que se les otorgaban a las empresas británicas.
Pero el sistema servia también para restringir importaciones e impulsar la producción local. Las
ganancias que el gobierno podía obtener por las diferencias entre los precios de compra y de venta
de las divisas sirvieron, para establecer un precio sostén para el trigo, el maíz y el lino entre 1933 y
1936.
Otras medidas fueron, la creación de juntas reguladoras. A partir de 1933, se fueron organizando la
Junta Reguladora de Granos, la Junta Nacional de Carnes, la Junta Reguladora de Vinos, la de la
Industria Lechera, la Comisión Reguladora de la Producción y Comercio de la Yerba Mate y la Junta
Nacional del Algodón. Estas medidas intentaban proteger la producción agrícola y se combinaban
con el convenio con Gran Bretaña para asegurar el mercado de carnes. El gobierno, con estas
medidas, logró mejorar las cuentas públicas y consiguió que parte de la deuda externa fuera
repatriada y pasara a estar denominada en pesos. A partir de 1934, comenzó una tendencia
ascendente en las exportaciones y una mejora de los precios. En 1937 tuvo lugar otra recesión, las
exportaciones disminuyeron, y volvieron los problemas de balance de pagos. La respuesta del
gobierno combinó una devaluación del peso con la ampliación del crédito, y con la extensión del
requisito del permiso para las importaciones pagadas con divisas obtenidas en el mercado libre. A
esto se sumaron, los temores sobre los efectos de la guerra en Europa, se esperaba que fúeran
similares a los provocados por la Primera Guerra Mundial, y Pinedo a cargo del Ministerio de
Hacienda, propuso su plan. Las políticas económicas durante la depresión, deben hacer referencia
al clima de corrupción del gobierno.
LA GUERRA
En 1939 estalló la guerra en Europa. Los Estados Unidos se sumaron al bando aliado en 1941 y el
conflicto terminó por afectar a la mayor parte de los países del mundo. En la Argentina, se
profundizaron las divisiones entre los defensores de la neutralidad y los partidarios de los aliados,
decidió declarar la guerra al Eje, casi al fin del conflicto. El gobierno militar, del golpe del 43, debió
soportar las presiones de los Estados Unidos, lo que la llevaron a la declaración de guerra. Los
desencuentros entre la Argentina y los Estados Unidos, tendrían consecuencias en la posguerra.
Entre ellas: las limitaciones impuestas a los países europeos beneficiarios de la ayuda
norteamericana concretada en el Plan Marshall, para la utilización de esos fondos en la compra de
productos agropecuarios argentinos. Los efectos de la guerra en la Argentina fueron menores de lo
esperado. La economía del país creció y a fines del conflicto, la Argentina tenia un saldo de libras a
su favor en Londres como resultado del comercio con Inglaterra. El crecimiento ya no estaba basado
en las exportaciones agropecuarias, sino en el desarrollo industrial, aunque ese crecimiento había
sido menor que en sus años más expansivos y también era menor si se lo compara con el de otras
naciones que habían participado en la guerra, como los Estados Unidos y Canadá. También era
menor que el logrado por otros países latinoamericanos. La industria argentina había crecido bajo el
impulso de la economía exportadora, se había desarrollado una industria moderna ligada a la
elaboración de productos agropecuarios de exportación. Se expandieron, los frigotificos y los molinos
harineros. También se había desarrollado un mercado interno, que impulso el crecimiento de las
industrias dedicadas a producir bienes para su consumo. En el sector ligado a las exportaciones,
como los frigoríficos, predominaban el capital extranjero. En el sector que producía para el mercado
interno, era una industria heterogénea compuesta por empresas menores y talleres.
La política de los gobiernos anteriores a 1930 no incluía un plan de desarrollo industrial y las
necesidades de financiamiento del Estado se satisfacían con los gravámenes al comercio exterior,
en particular a las importaciones. Durante el período de la guerra La industria alcanzó sus tasas de
crecimiento más altas, aunque los textiles encabezaron ese crecimiento, también empezó a tener
importancia la metalmecánica. El conflicto bélico, al impedir la importación de los productos que la
Argentina adquiría habitualmente en el exterior, hacia el fin de la guerra, la participación de la
industria en el PBI superaba ya a la del sector agropecuario. El aumento de la producción industrial
permitió acceder a mercados externos, especialmente de los países latinoamericanos, que tenian,
las mismas dificultades que la Argentina para mantener la importación de productos provenientes de
los Estados Unidos y Europa. Parte del crecimiento industrial del período se relacionó con la
instalación en el país de empresas norteamericanas, ramas como la textil, las fábricas de neumáticos
y de productos eléctricos, ya a principios de siglo se habían instalado frigoríficos de capitales
norteamericanos.
Durante la crisis, debido a que los acuerdos entre la Argentina y Gran Bretaña establecían ventajas
para los productos ingleses, dado que las divisas debían utilizarse para el intercambio entre estos
dos países, el proceso se hizo más intenso. Hay una clara disminución de las importaciones
provenientes de los Estados Unidos. El producto del crecimiento industrial al finalizar la guerra
tendría como destino principal el mercado interno. La importancia de ese mercado también creció
para los productos agropecuarios, en la medida que aumentaba la población urbana y por lo tanto
disminuían las exportaciones agropecuarias, cuya producción había comenzado un proceso de
estancamiento que se reflejaba en su participación en el PBI. La Argentina se cerraba sobre sí
misma.