DAÑO A LA SALUDConsejo de Estado SENTENCIAS GEMELAS

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CONSEJO

DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
SECCIÓN TERCERA

Consejero ponente: ENRIQUE GIL BOTERO

Bogotá D.C., catorce (14) de septiembre de dos mil once (2011).

Expediente: 0512331000200700139 01
Radicación interna No.: 38.222
Actor: José Darío Mejía Herrera y otros
Demandado: Nación – Ministerio de Defensa – Ejército Nacional
Proceso: Acción de reparación directa

En cumplimiento y acatando del criterio mayoritario de la Sala, contenido en el


auto del 13 de junio de 2011, del cual el Consejero Ponente se apartó –tal y como
se puso de presente en salvamento de voto del 11 de julio de 2011 en los
procesos Nos. 19.031 y 38.222, y la aclaración de voto del 25 de agosto del mismo
año en el expediente No. 17.936– se somete a consideración de la Sala Plena de la
Sección Tercera el presente proyecto de sentencia.

Resuelve la Sala con prelación, por improbación del acuerdo conciliatorio, de


conformidad con lo dispuesto en el acta No. 21 del 15 de octubre de 2008 1, los
recursos de apelación interpuestos por las partes contra la sentencia del 3 de
agosto de 2009, proferida por el Tribunal Administrativo de Antioquia, en la que se
decidió lo siguiente:

“PRIMERO. SE DECLARA ADMINISTRATIVAMENTE RESPONSABLE


A LA NACIÓN COLOMBIANA – MINISTERIO DE DEFENSA –
EJÉRCITO NACIONAL de los daños ocasionados a los señores RUBÉN
DARÍO MEJÍA ARIAS, FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, JOSÉ DARÍO
MEJÍA HERRERA, DIANA YICET MEJÍA ARIAS y JUAN DAVID MEÍA
ARIAS con ocasión de las lesiones de que fuera víctima FABIÁN ANDRÉS
1
Se deja constancia que el Despacho del Consejero Ponente, al momento en que se sometió este
proyecto de fallo a consideración de la Sala Plena de la Sección Tercera, no tenía otros procesos
anteriores pendientes con la misma prelación que se decide en esta ocasión.
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José Darío Mejía Herrera y otros

MEJÍA ARIAS en hechos acaecidos el 10 de octubre de 2006, en jurisdicción


del municipio de Remedios Antioquia, cuando servía como soldado regular
del Ejército Nacional.

“SEGUNDO. SE CONDENA A LA NACIÓN COLOMBIANA –


MINISTERIO DE DEFEBNSA – EJÉRCITO NACIONAL a pagar por
concepto de:

“2.1. PERJUICIOS INMATERIALES en su modalidad de:

“2.1.1. PERJUICIOS MORALES:

“A. Al señor FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, la suma de CIEN


SAKLARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (100 S.M.L.M.V.).

“B. Al señor JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA, la suma de CINCUENTA


SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLVMV).

“C. A RUBÉN DARÍO MEJÍA ARIAS, JUAN DAVID MEJÍA ARIAS Y


DIANA YICET MEJÍA ARIAS la suma de TREINTA SALARIOS MÍNIMOS
LEGALES MENSUALES (30 S.M.L.M.V.) para cada uno de ellos.

“2.1.2. PERJUICIOS A LA VIDA DE RELACIÓN, la suma de


DOSCIENTOSCINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES (250
S.M.L.M.V.) para FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, discriminados de la
siguiente manera:

“A. Por daño fisiológico, la suma de CINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS


LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“B. Por daño a la vida de relación sexual, la suma de CINCUENTA


SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“C. Por daño a la vida de relación familiar, la suma de CINCUENTA


SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“D. Por daño estético, la suma de CINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS


LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“2.2. PERJUICIOS MATERIALES en la modalidad de lucro cesante a


favor del señor FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, la suma de CIENTO
CUARENTA Y CUATRO MILLONES SETECIENTOS SEIS MIL CIENTO
SETENTA Y OCHO PESOS (144.706.178.oo).

“TERCERO. Se niegan las demás pretensiones.

“CUARTO. En el memorial obrante a folio 204 del expediente el apoderado


de la entidad demandada, sustituye el poder que le fue conferido en la
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José Darío Mejía Herrera y otros

Doctora DIANA PATRICIA GIL GIL, con Tarjeta profesional No. 70.013
del Consejo Superior de la Judicatura, en consecuencia, se le reconocerá
personería a dicha abogada, para que sea ella quien continúe
representando a la entidad demandada.

“QUINTO. NO HAY LUGAR A CONDENA EN COSTAS.

“SEXTO. La presente sentencia se cumplirá confirme a lo preceptuado en


los artículo 176, 177 y 178 del Código Contencioso Administrativo.” (fls. 222
a 224 cdno. ppal. 2ª instancia – mayúsculas y negrillas del original).

I. ANTECEDENTES

1. Demanda y trámite de primera instancia

1.1. En escrito presentado el 23 de enero de 2007, José Darío Mejía Herrera quien
actúa en nombre propio y en representación de sus hijos menores: Diana Yiseth y
Juan David Mejía Arias; María Pastora Arias, Rubén Darío Mejía Arias y Fabián
Andrés Mejía Arias solicitaron, por intermedio de apoderado judicial, que se declare
a la Nación – Ministerio de Defensa – Ejército Nacional, patrimonialmente
responsable de los perjuicios que les fueron ocasionados con motivo de las
lesiones padecidas por su hijo, hermano y nieto, Fabián Andrés Mejía Arias el 10
de octubre de 2006 (fls. 7 a 22 cdno. ppal.).

En consecuencia, solicitó que se condenara al demandado a pagar: i) a título de


perjuicios morales la suma global de 350 SMMLV para todos los demandantes, ii) a
favor de Fabián Andrés Mejía Arias, los perjuicios materiales, en la modalidad de
lucro cesante por valor de $222.936.832,40, iii) por concepto de daño a la vida de
relación la suma equivalente a 550 SMMLV para el lesionado directo (fls. 8 cdno.
ppal.).
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En apoyatura de las pretensiones se expusieron, en síntesis, los siguientes hechos


(fls. 9 a 12 cdno. ppal.):

1.1.1. Fabián Andrés Mejía Arias fue incorporado al Ejército Nacional como soldado
regular el 21 de febrero de 2006.

En consecuencia, la finalidad de su vinculación fue la de prestar el servicio militar


obligatorio; fue reclutado en la ciudad de Pereira, luego trasladado a Puerto Berrío
y con posterioridad al Batallón Especial Energético y Vial No. 8 con sede en
Segovia (Antioquia).

1.1.2. Finalizadas las fases de entrenamiento y sus cursos de enfermero de


combate el joven soldado Fabián Andrés Mejía Arias fue enviado al área de
operación, de manera concreta a la vereda Machuca, jurisdicción del municipio de
Segovia, con la finalidad de realizar operaciones de control.

1.1.3. En desarrollo de una operación militar –ocultándose de la guerrilla que se


encuentra radicada en esa zona– Fabián Andrés Mejía se enredó en la maleza y
para evitar caer al vacío se apoyó en una piedra húmeda que hizo que se resbalara
y cayera rodando a un voladero de aproximadamente diez o doce metros.

Al final del vacío el soldado fue detenido por un pedrusco sobre el que aterrizó
sentado lo que implicó que su columna vertebral recibiera un fuerte impacto, así
como sus miembros inferiores, razón por la que fue necesario extraerlo con el
empleo de sogas.

1.1.4. El accidente sufrido por el soldado Mejía Arias en ningún momento puede
ser imputado a una falta de pericia o negligencia de su parte, como quiera que se
le obligó a transitar por terrenos montañosos y por trochas rodeadas de humedad.
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1.1.5. Fabián Andrés Mejía Arias quedó afectado con una lesión de por vida como
es el dolor frecuente en la columna y la rodilla derecha, lo que afecta su actividad
motriz.

1.1.6. Al momento del reclutamiento, Fabián Andrés Mejía se desempeñaba como


reparador de transformadores de alta tensión y redes internas, razón por la que
recibía en promedio $700.000,oo.

1.2. El Tribunal Administrativo de Antioquia admitió la demanda en auto del 1º de


febrero de 2007 (fls. 24 y 25 cdno. ppal.); el 16 de abril de 2007, se decretaron las
pruebas solicitadas por las partes (fls. 38 a 40 cdno. ppal.) y, por último, en
proveído del 6 de marzo de 2009, se corrió traslado para alegar de conclusión (fl.
185 cdno. ppal.).

1.3. La institución demanda se opuso a las súplicas del libelo demandatorio, en los
siguientes términos (fls. 29 a 37 cdno. ppal.):

1.3.1. La lesión del soldado Mejía Arias no constituye daño antijurídico en la


medida que se trató de un accidente normal en la prestación del servicio militar, es
decir sin que mediara falla del servicio.

1.3.2. Es posible que el joven soldado haya sufrido un accidente en la prestación


del servicio militar, pero tal hecho no es imputable a la administración pública bajo
ninguno de los regímenes de responsabilidad existentes, pues de los hechos
narrados en la demanda se puede establecer que lo sucedido al soldado Mejía
constituyó la materialización de un riesgo propio del servicio.
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Los soldados regulares no se reclutan para prestar labores de oficina, ni para asear
los pisos de los cuarteles, sino para colaborar en las actividades militares de un
país que registra un conflicto armado de significativa intensidad.

1.3.3. En consecuencia, se insiste que lo ocurrido al soldado Mejía Arias no


constituye daño antijurídico porque al ser la concreción de un riesgo propio del
servicio estaba obligado a soportarlo.

1.4. Corrido el traslado para alegar de conclusión, intervinieron las partes para
reiterar los argumentos expuestos en el libelo petitorio y en la contestación,
respectivamente (fls. 186 a 199 y 200 a 203 cdno. ppal.).

2. Sentencia de primera instancia

En sentencia del 3 de agosto de 2009, el Tribunal Administrativo de Antioquia


accedió parcialmente a las súplicas de la demanda. Declaró la responsabilidad de la
demandada ya que, en su criterio, el título jurídico aplicable a la controversia es el
daño especial según el cual el Estado debe responder por las afectaciones
causadas a las personas que se encuentran prestando el servicio militar
obligatorio, sin necesidad de analizar la controversia desde la perspectiva subjetiva
o de falla del servicio.

Así mismo, a quo al referirse daño a la vida de relación lo desagregó en una


multiplicidad de categorías que se ven reflejadas inclusive en la parte resolutiva de
la sentencia.

Entre otros aspectos, el Tribunal puntualizó:


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“Comprobado que el soldado FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS era regular,


que sufrió detrimento en sus condiciones físicas que significó disminución
en la capacidad laboral, encontrándose en servicio y por causa de este,
teniendo en cuenta las consideraciones del Consejo de Estado relacionadas
con el marco teórico, en lo atinente a los derechos que les asisten a los
soldados conscriptos o regulares o de servicio obligatorio y el deber
correlativo del Estado de devolverlos en las mismas condiciones en que
ingresan a prestar aquél, el antes mencionado tiene derecho a que le sean
reconocidos los perjuicios que se le ocasionaron.

“4.9. Se reitera que no puede olvidarse que de años atrás, el desarrollo


jurisprudencial del Honorable Consejo de Estado, señalaba la
responsabilidad del Estado, de devolver a la sociedad en idénticas
condiciones de salud física y emocional a los conscriptos, precisamente por
la naturaleza de la prestación obligatoria del servicio, donde no media
vinculación laboral y como consecuencia de ésta un régimen prestaciones,
como sí ocurre con el soldado profesional. Por ello es que simbólicamente
para reconocer la indemnización por la disminución laboral, se tiene como
parámetro lo que devenga un Cabo Tercero de la institución.

“4.10. Por todo lo anterior, se impone el deber de declarar


administrativamente responsable al Ministerio de Defensa – Ejército
Nacional, a la luz de la cláusula general de responsabilidad prevista en el
artículo 90 de la Carta Política…

“(…) 5.1.2. Los perjuicios a la vida de relación. Se puede discriminar en


varios ítems a saber:

“5.1.2.1. Daño fisiológico, el cual es de carácter funcional, es decir cuando


se han afectado funciones como la locomotora, visual, auditiva, etc.

“5.1.2.2. Daño a la vida de relación sexual, teniendo en cuenta que las


disfunciones sexuales son problemas en las respuestas sexual humana, que
involucran el deseo, la excitación, la erección y el orgasmo. Afectan la
relación de pareja, la salud integral, la autoestima y el desarrollo de la vida
erótica plena.

“5.1.2.3. Daño a la vida de relación social, toda vez que ésta se altera por
condicionamientos particulares como la pérdida de la locomoción, la cual
socialmente constituye un estigma, produciéndose rechazo dentro de los
núcleos en los cuales se desarrollan las personas.

“5.1.2.4. Daño a la vida de relación familiar, en la medida que se vulnera el


núcleo familiar, presentándose alteraciones de comportamiento. Es tutelado
el derecho a partir del artículo 42 de la misma Carta al entregar al Estado
el deber de garantizar su protección, al constituir el núcleo fundamental de
la sociedad.
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“5.1.2.5. Daño estético. Guarda relación directamente con la imagen


corporal.”

“(…)” (fls. 205 a 225 cdno. ppal. 2ª instancia – mayúsculas del original).

3. Recursos de apelación y trámite procesal en la segunda instancia

Las partes la recurrieron en apelación la providencia (fls. 227 y 228 cdno. ppal. 2ª
instancia); el 30 de octubre de 2009, fueron concedidas las impugnaciones por el
Tribunal de primera instancia (fl. 230 cdno. ppal. 2ª instancia), y el recuso fue
admitido por esta Corporación en auto del 19 de abril de 2010 (fl. 256 cdno. ppal.
2ª instancia).

3.1. Parte actora: no formuló ninguna discrepancia contra la sentencia, pues en el


recurso se exponen una serie de argumentos encaminados a la defensa de la
providencia apelada. En consecuencia, si bien en el plano formal existe el recurso
de apelación en su materialidad los demandantes se encuentran conformes con la
decisión de primera instancia, tanto así que de manera expresa solicitaron en el
escrito contentivo del recurso: “La sentencia o fallo proferido en primera instancia,
debe ser confirmado H. Consejero y H. Sala de decisión, en su totalidad por las
siguientes razones…” (fls. 235 a 250 cdno. ppal. 2ª instancia).

3.2. Parte demandada: el fundamento de la impugnación fue desarrollado en los


siguientes términos:

3.2.1. Las lesiones padecidas por Fabián Andrés Mejía Arias se presentaron en el
servicio y fueron atendidas de acuerdo a las normas establecidas en el Decreto
1796 de 2000, siendo otorgadas las indemnizaciones correspondientes.
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3.2.2. La actuación del personal de la entidad demandada fue acorde con las
normas legales.

3.2.3. En cuanto a la condena de primera instancia respecto al perjuicio a la vida


de relación, en la que el Tribunal hizo una subdivisión de este perjuicio en: daño
fisiológico, daño a la vida de relación sexual, daño a la vida de relación social, daño
a la vida de relación familiar y daño estético, no se comparte esta consideración
toda vez que el denominado “daño a la vida de relación” sólo abarca o comprende
un ítem indemnizatorio pero no varios tipos o clases de daños como lo hizo el
juzgador de primera instancia, lo que generó que se desbordaran los extremos
indemnizatorios que han sido objeto de pronunciamiento por parte del Consejo de
Estado.

4. Alegatos de conclusión en la segunda instancia

El 2 de diciembre de 2010, se corrió traslado para alegar de conclusión (fl. 288


cdno. ppal. 2ª instancia), etapa en la que las partes guardaron silencio, y sólo
intervino el Procurador Cuarto Delegado ante esta Corporación quien emitió
concepto en los términos que se expone a continuación (fls. 289 a 299 cdno. ppal.
2ª instancia):

4.1. En el caso concreto, encuentra el Ministerio Público que los presupuestos de la


responsabilidad están debidamente acreditados, toda vez que el señor Fabián
Andrés Mejía cuando prestaba servicio militar obligatorio, el 10 de octubre de
29006, sufrió una lesión en su columna vertebral que le generó una pérdida de la
capacidad laboral del 100%, y esa afectación fue ocasionada mientras
desempeñaba actividades relacionadas con el servicio.
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4.2. En el presente caso, es claro que la víctima sufrió a más de un daño moral
una alteración a las condiciones de existencia, que en la demanda se deprecan
como “perjuicio a la vida de relación”, el cual rebasa la esfera interna del individuo
y se sitúa en su vida exterior.

La jurisprudencia del Consejo de Estado ha considerado que cuando se trata de


lesiones que producen alteraciones físicas que afectan la calidad de vida de las
personas, éstas tienen derecho al reconocimiento de una indemnización adicional a
la que se reconoce por perjuicio moral.

La discusión respecto a esta indemnización se centra en que la demandada


discrepa del desglose que se hace en la sentencia apelada de los diferentes ítems
que lo conforman o integran.

Sobre el particular es necesario recordar que la jurisprudencia de la Sección


Tercera, en atención al criterio consagrado en el artículo 16 de la ley 446 de 1998,
de acuerdo con el cual la indemnización debe ser integral, ha estimado pertinente
señalar que en caso como el analizado resulta procedente la condena al pago de
perjuicios a la vida de relación a favor de Fabián Andrés Mejía Arias, los cuales, por
lo demás, fueron solicitados en la demanda.

Además, se ha sostenido que el daño a la vida de relación abarca varios aspectos


que trascienden en el ámbito extrínseco del individuo y pretende resarcir la
alteración de las condiciones de existencia, la pérdida del goce y disfrute de los
placeres de la vida, la imposibilidad de relacionarse normalmente con sus
semejantes, etc., situaciones que se pueden presentar como consecuencia del
daño.
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En el caso concreto Fabián Andrés Mejía Arias quedó parapléjico, con falta de
control de esfínteres, del órgano de la excreción urinaria y de la reproducción,
limitado para realizar actividades como hacer deportes, bailar, entre otras, y
perturbado síquicamente de forma permanente en ciertas áreas de la vida de
relación con el mundo circundante.

4.3. Cuando en el ordenamiento jurídico de manera previa se establecen una serie


de compensaciones, reconocimientos patrimoniales y prestacionales especiales –
que en derecho francés se han denominado indemnizaciones “a forfait” – su
reconocimiento es compatible con la indemnización a cargo de quien es
encontrado responsable de un daño, por cuanto la causa jurídica de la primera es
la ley, y la causa jurídica de la indemnización plena provenientes de la
responsabilidad es el daño.

En conclusión, los conscriptos tienen derecho a la compensación predeterminada


por la ley o “a forfait” y la indemnización derivada de la responsabilidad
extracontractual del Estado en la generación del daño. Por lo tanto, el pago de la
indemnización legal no es incompatible con el resarcimiento del daño, razón por la
cual no hay lugar a descontar las sumas previamente canceladas.

5. La conciliación realizada por las partes y su improbación en segunda


instancia

El 19 de agosto de 2010, las partes suscribieron un acuerdo conciliatorio que fue


improbado en proveído del 18 de noviembre de 2010, razón por la que la
controversia se decide con prelación de conformidad con el acta de Sala No. 21 del
15 de octubre de 2008 (fls. 280 a 286 cdno. ppal. 2ª instancia).
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II. CONSIDERACIONES

Sin que exista causal alguna de nulidad que invalide lo actuado, procede la Sala a
resolver el asunto sometido a consideración, que se conoce en virtud del recurso
de apelación interpuesto por el demandado, a través del siguiente orden
conceptual: 1) competencia; 2) hechos probados, 3) caso concreto, 4)
reliquidación de perjuicios, y 5) costas.

1. Competencia

La Sala es competente para conocer de la actuación en segunda instancia, como


quiera que la pretensión mayor, individualmente considerada de 550 SMMLV por
concepto de daño a la vida de relación ($238.535.000,oo) supera la necesaria para
que un proceso iniciado en el año 2007 tuviera esa vocación, esto es,
$216.850.000,oo.

De otro lado, como materialmente sólo apeló la parte demandada la Sala contraerá
el análisis de la controversia a los argumentos desarrollados en la apelación y con
aplicación del principio constitucional de la no reformatio in pejus por tratarse de
apelante único.

De otro lado, se advierte que el presente asunto cuenta con prelación de fallo por
tratarse de un proceso en el que se improbó la conciliación prejudicial a la que
llegaron las partes, razón por la cual, de conformidad con lo dispuesto en el acta
número 21 del 15 de octubre de 2008, de la Sección Tercera, se procedió a decidir
la controversia según los criterios fijados por la Sala en esa ocasión.
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José Darío Mejía Herrera y otros

2. Los hechos probados

Del acervo probatorio, se destacan los siguientes aspectos:

2.1. Copia auténtica del acta de junta médico laboral No. 17808 del 22 de marzo
de 2007, correspondiente al paciente Fabián Andrés Mejía Arias, en la que se
consignó lo siguiente:

“(…) Identificación: grado SLR. Código (…) Apellidos y Nombres completos


MEJÍA ARIAS FABIÁN ANDRÉS C.C. (…) de Desquebradas (…) Edad 21
años. Ciudad y residencia actual Cra. 23 A No. 9-32 Pereira.

“(…) III. CONCEPTOS DE LOS ESPECIALISTAS:

“(AFECCIÓN POR EVALUAR – DIAGNÓSTICO – ETIOLOGÍA –


TRATAMIENTOS VERIFICADOS – ESTADO ACTUAL – PRONÓSTICO –
FIRMA MÉDICO).

“Fecha 05/03/2007 Servicio: FISIATRÍA.

“Oct. 2006 CAÍDA DE +/- 15 MTS DE ALTURA CON EQUIPO Y TRAUMA EN


REGIÓN DORSOLUMBAR. PLEJÍA DE MII. DIAGNÓSTICO: TRAUMA
RAQUIMEDULAR T9. ETIOLOGÍA: TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL:
PACIENTE EN SILLA DE RUEDAS, HIPERREFLEXIÓN MII CON RESPUESTA
PLANTAR NEUTRA, PARAPLEJÍA CON TONO MUSCULAR DISMINUIDO,
NIVEL DE ANESTESIA T10 BILATERAL, CATATARISMO… PRONÓSTICO:
SECUELAS TRAUMA RAQUIMEDULAR, PARAPLEJÍA FLÁCIDA, VEJIGA E
INTESTINO NEUROGÉNICO…

“Fecha: 09/03/2007 Servicio: ORTOPEDIA.

“10/10/06 CAÍDA DE 15 MTS DE ALTURA CON TRAUMA EN REGIÓN


LUMBOSACRA. TRAUMA COLUMNA TORÁXICA. DIAGNÓSTICO: 1- LESIÓN
MEDULAR TRAUMÁTICA NIVEL T9, 2- PARAPLEJÍA MII. ETIOLOGÍA:
TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL: PACIENTE EN SILLA DE RUEDAS.
ANESTESIA T9, PARAPLEJÍA, NO PRONÓSTICO DE MARCHA, PÉRDIDA
FUNCIONAL DE T9 HACIA DISTAL. PRONÓSTICO: MALO…
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“Fecha: 02/03/2007 Servicio: NEUROCIRUJÍA.

“EL 9 DE OCTUBRE DE 2006 PRESENTÓ CAÍDA DE 15 MTS CON TRUMA


RAQUIMEDULAR. PACIENTE CON TRAUMA RAQUIMEDULAR, POSTERIOR A
LO CUAL PRESENTÓ PÉRDIDA DEL MOVIMIENTO Y LA SENSIBILIDAD.
FUERZA 1/5 MIEMBROS INFERIORES. TAC Y RNM LESIÓN MEDULAR
TRAUMÁTICA TORÁCICA. DIAGNÓSTICO: TRAUMA RAQUIMEDULAR NIVEL
T6. ETIOLOGÍA: TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL: PARAPLEJÍA, PACIENTE
EN SILLA DE RUEDAS SIN CONTROL DE ESFÍNTERES, PRONÓSTICO:
MALO. ESTABLECER SECUELAS NEUROLÓGICAS. FDO. DR. JUAN C.
LUQUE.

“Fecha: 12/03/2007 Servicio: Psiquiatría

“ACCIDENTE Y TRAUMA RAQUIMEDULAR EL 10 DE OCTUBRE DE 2006


CON PARAPLEJÍA POSTERIOR Y SECUNDARIO A ESTO SÍNTOMAS
DEPRESIVOS. PACIENTE CON TRISTEZA, CON PENSAMIENTO LÓGICO,
COHERENTE, NO ALTERACIONES SENSOPERSEPCIÓN, PROSPECCIÓN
INCIERTA. PRONÓSTICO: PERSISTE SÍNTOMAS DEPRESIVOS Y
DESESPERANZA SECUNDARIA A IMPOSIBILIDAD PARA CAMINAR, DUELO
NO ELABORADO…

“(…) IV. CONCLUSIONES

“A- DIAGNÓSTICO POSITIVO DE LAS LESIONES O AFECCIONES:

“1) DURANTE DESPLAZAMIENTO DE TERRENO IRREGULAR SUFRE CAÍDA


RODANDO +/- 15 MTS RECIBIENDO TRAUMA EN COLUMNA DORSAL CON
LESIÓN MEDULAR A NIVEL DE T9, TRATADO POR FISIATRA, ORTOPEDIA,
NEUROCIRUGÍA Y PSIQUIATRÍA QUE DEJA COMO SECUELA A)
TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR CON DUELO NO ELABORADO. B)
PARAPLEJÍA A NIVEL DE T9.

“B. Clasificación de las lesiones o afecciones y calificación de capacidad


psicofísica para el servicio.

“INVALIDEZ
“NO APTO – PARA ACTIVIDAD MILITAR.

“C. Evaluación de la disminución de la capacidad laboral.

“LE PRODUCE UNA DISMINUCIÓN DE LA CAPACIDAD LABORAL DEL CIEN


POR CIENTO (100%).

“D. Imputabilidad del servicio

“LESIÓN OCURRIÓ EN EL SERVICIO POR CAUSA Y RAZÓN DEL MISMO…”


(fls. 150 a 152 cdno. ppal.).
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2.2. Copia auténtica del informativo por lesiones suscrito por el Teniente Coronel
José Mauricio Gutiérrez Sánchez, en el cual se precisó:

“EL DÍA 18 DE OCTUBRE DE 2006, SIENDO APROXIMADAMENTE LAS


13:45 HORAS DE LA TARDE, EN DESARROLLO DE LA OPERACIÓN OCASO
EN EL SECTOR DEL MANÍ, CAÑÓN DEL MATA JURISDICCIÓN DEL
MUNICIPIO DE REMEDIOS, DURANTE UN DESPLAZAMIENTO TÁCTICO EL
SLR. MEJÍA ARIAS FABIÁN ANDRÉS SUFRIÓ UNA CAÍDA EN LA CUAL
RODÓ APROXIMADAMENTE 10 MTS CON EL EQUIPO DE DOTACIÓN EN LA
ESPALDA EN EL MOMENTO DE PASAR UN PUNTO OBLIGADO, EL
REFERIDO SOLDADO SE INCORPORÓ DE FORMA INMEDIATA Y CONTINUÓ
CON EL DESPLAZAMIENTO CON POCO DOLOR, EL CUAL EN EL SECTOR
DEL CORREGIMIENTO DE MACHUCA ME INFORMÓ QUE NO AGUANTABA
MÁS EL DOLOR EN EL SECTOR DE LA ESPALDA Y LA PARTE ABDOMINAL
RAZÓN POR LA CUAL SE INFORMÓ AL BATALLÓN Y SE EVACUÓ CON EL
FIN DE QUE REVISARA POR PARTE DEL MÉDICO DE LA UNIDAD.

“(…)” (fls. 137 y 155 cdno. ppal. – mayúsculas del original).

2.3. Informe médico legal del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, del
5 de noviembre de 2008, en el que se consignó:

“VALORACIÓN REALIZADA EL 05 07 2007 EN MEDICINA LEGAL CON


PRESENCIA FÍSICA DEL PACIENTE.

“(…) Qué causa o causas produjeron las lesiones? Con base en la historia
clínica el paciente refiere que sufrió caída sentado desde una altura
considerable…

“(…) Si esas lesiones dejaron secuelas en el examinado. Qué tipo de


secuelas? Para el momento en que fue examinado en medicina legal el 05
de julio de 2007, presentaba las siguientes secuelas:

“a. Deformidad física que afecta el cuerpo de carácter permanente.


“b. Pérdida funcional del órgano de la marcha
“c. Pérdida funcional de miembros inferiores.
“d. Pérdida funcional del órgano de la excreción fecal de carácter
permanente.
“e. Perturbación funcional del órgano de la excreción urinaria de carácter
permanente.
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“f. Perturbación funcional del órgano de la reproducción de carácter


permanente.
“g. Perturbación funcional del órgano de la cópula de carácter
permanente.” (fls. 1 a 4 cdno. No. 2).

2.4. Copia auténtica de la Resolución No. 65403 del 30 de mayo de 2007,


mediante la cual se reconoce una indemnización por disminución laboral a favor de
varios soldados regulares, entre ellos Fabián Andrés Mejía Arias, a quien se le
ordena pagar la suma de $1´650.348,oo (fls. 145 y 146 cdno. ppal.).

2.5. Copia auténtica de los registros civiles de nacimiento de: i) Rubén Darío, Juan
David, Diana Yicet y Fabián Andrés Mejía Arias, en los que consta que son hijos de
Alba Lucía Arias y José Darío Mejía Herrera (fls. 3 a 6 cdno. ppal.).

3. Caso concreto

Se encuentra probado que Fabián Andrés Mejía Arias, para el momento de los
hechos, estaba vinculado con las Fuerzas Militares, concretamente con el Ejército
Nacional en la condición de soldado regular o conscripto.

Está de igual manera acreditado el daño antijurídico padecido por los


demandantes, en cuanto que las lesiones e incapacidad padecida por Fabián
Andrés Mejía Arias, representa para ellos una afectación a diferentes bienes
jurídicos, que no están en la obligación de soportar 2.

2
“Sabemos ya que el perjuicio que da origen a la responsabilidad es el injusto, el cualificado por la
nota de la antijuricidad, y sabemos también que esta antijuricidad hay que buscarla en el hecho en
sí mismo, no en la conducta que lo causa… el derecho es operativo tan solo dentro de ciertos
límites, límites que se derivan de los costes sociales inherentes a la aplicación de los instrumentos
jurídicos. De esta reflexión se deduce que, aun existiendo perjuicios reales que se alejan del ideal
de justicia, algunos de ellos pueden no ser reparables dentro del sistema de Derecho que
conocemos y, por lo tanto, no resultan antijurídicos en el sentido técnico del término… la
antijuricidad de los daños posee unos límites, límites que lo son también de la operatividad del
sistema jurídico y de los que, para cerrar este tema, recordaremos la formulación realizada por
Villar Palasí: son, por un lado, las actuaciones de la Administración encaminadas a la creación de
las condiciones sustanciales de vida colectiva (manifestadas a través del ejercicio de las potestades
organizatorias de la vida común) [y, se agregaría, enmarcadas dentro de los límites fijados por el
17

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Ahora bien, constada la existencia del daño antijurídico, la Sala aborda el análisis
de imputación dirigido a establecer si el mismo deviene en atribuible a la
administración pública o, si por el contrario, tal y como lo puntualizó el a quo, este
se originó en una fuerza mayor o un caso fortuito.

Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el servicio
militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden diferenciarse entre soldados
regulares, soldados bachilleres, auxiliares de policía bachilleres o soldados
campesinos- y los voluntarios o profesionales.

Respecto de los primeros, la prestación obligatoria del servicio militar, la impone el


artículo 216 de la Constitución Política, por cuanto dispone que todos los
colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo
exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas, sin que
exista ninguna vinculación laboral, por lo que se ven en la obligación de soportar
una carga o deber público de responsabilidad social que se conserva entre la
sociedad civil y el Estado, sin que deba verse per se como una vulneración de los
derechos de los conscriptos.

Al respecto, la Corte Constitucional, dispuso3:

“En los términos expuestos, no debe perderse de vista que, así como se han
entendido los condicionamientos y restricciones que imponen los derechos de los
demás y el orden jurídico -por lo cual tienen alcances y contenidos relativos- ,
también los deberes, las obligaciones y las cargas que impone la vida en

ordenamiento jurídico mismo, y por la protección de los derechos humanos, especialmente los
fundamentales] y, por otro lado, aquellos perjuicios que, por el número de los afectados o por su
cuantía, implicarían una indemnización incompatible con el mantenimiento de la economía de un
país… el Tribunal Supremo ha acuñado la expresión “título legítimo que ampara la carga”, para
referirse al elemento capaz de eliminar la antijuricidad del daño o perjuicio, que para así a la
genérica categoría de “cargas”, perdiendo toda virtualidad indemnizatoria.” DE LA CUÉTARA, Juan
Miguel “La actividad de la administración”, Ed. Tecnos, Madrid, Pág. 574 y 575.
3
Sentencia T-218/10 del 23 de marzo de 2010. C.P. Dr. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
18

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

sociedad deben cumplirse en términos razonables y proporcionales a los


propósitos que les sirven de fundamento.

“Conforme a esa línea de orientación, la prestación del servicio militar, si bien es


exigible a todos los nacionales, con las excepciones que la ley consagra, debe
someterse a los postulados constitucionales y legales, y respetar los derechos
fundamentales y las libertades básicas de los llamados a filas.

“Sin embargo, tampoco escapa a la consideración de esta Corte, que no hay


derechos que se contrapongan a deberes irrenunciables. Por ello, las
excepciones para prestar el servicio militar, o las causales para retirarse de él,
deben estar motivadas por el mismo interés general, el cual, excepcionalmente,
permite justificar la exoneración de una persona de prestar el servicio militar,
atendiendo siempre al bienestar colectivo y no al interés particular.

“Bajo tal perspectiva, el servicio militar obliga, prima facie, a todos, a partir de
dos consideraciones. Una primera, se encuentra estrechamente vinculada con los
deberes constitucionales de los gobernados, dada la imperiosa y constante
necesidad que de él se tiene para la efectiva defensa de la patria; y, en cuanto
hace a la segunda, se justifica en el ámbito de los derechos, por la elemental
aplicación del principio de igualdad ante la ley”.

El legislador en uso de las facultades concedidas por la Constitución Política al


reglamentar el servicio militar, en el artículo 3 de la ley 48 de 1993, que gobierna
el servicio de Reclutamiento y Movilización, dispuso la obligatoriedad del mismo, al
señalar que todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las
necesidades públicas lo exijan, para defender la independencia nacional y las
instituciones públicas, con las prerrogativas y las exenciones que establece dicha
Ley. Y, en el artículo 10, impuso la obligación de definir la situación militar, al
establecer que todo varón colombiano está obligado a definir su situación militar a
partir de la fecha en que cumpla su mayoría de edad, a excepción de los
estudiantes de bachillerato, quienes lo harán cuando obtengan su título de
bachiller.

El artículo 13 de la misma normativa, señaló y perfiló las modalidades de


prestación del servicio militar, así:
19

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

“Artículo 13. Modalidades prestación de servicio militar obligatorio. El Gobierno


podrá establecer diferentes modalidades para atender la obligación de la
prestación del servicio militar obligatorio.
Continuarán rigiendo las modalidades actuales sobre la prestación del servicio
militar:
a. Como soldado regular, de 18 a 24 meses.
b. Como soldado bachiller, durante 12 meses.
c. Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses.
d. Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses.”

En el mismo sentido, el Decreto 2048 de 1993, por el cual se reglamenta la


mencionada ley 48 de 1993, en su artículo 8, dispuso:

“Artículo 8. El servicio militar obligatorio podrá prestarse en el Ejército, la


Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, en las siguientes formas y
modalidades.
a) Como soldado regular, de 18 a 24 meses;
b) Como soldado bachiller, durante 12 meses;
c) Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses;
d) Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses, la calidad de campesino la
determinará el Comandante de la Unidad Táctica correspondiente.”

De otro lado, respecto de los soldados voluntarios o profesionales, definidos en el


artículo 1° del Decreto 1793 de 2000, mediante el cual se expide el Régimen de
Carrera y Estatuto del Personal de Soldados Profesionales de las Fuerzas Militares,
como los varones entrenados y capacitados con la finalidad principal de actuar en
las unidades de combate y apoyo de combate de las Fuerzas Militares, en la
ejecución de operaciones militares, para la conservación, el restablecimiento del
orden público y demás misiones que le sean asignadas; para éstos la sujeción
surge en virtud de una relación legal y reglamentaria consolidada a través del
correspondiente acto administrativo de nombramiento y la consiguiente posesión
del servidor, tal como lo regula el artículo 3 de la misma normativa, así:

“Artículo 3. Incorporación. La incorporación de los soldados profesionales a


las Fuerzas Militares de Colombia, se hará mediante nombramiento por orden de
personal de los respectivos Comandos de la Fuerza, atendiendo a las necesidades
de la fuerzas y a la planta de personal que haya sido aprobada por el Gobierno
Nacional.”
20

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Sobre el particular, el Decreto 1794 del 2000, establece el régimen salarial y


prestacional de carácter especial para el personal de soldados profesionales de las
Fuerzas Militares.

Ahora bien, en relación con los títulos de imputación aplicables a los daños
causados a soldados conscriptos, la Sección Tercera de esta Corporación, ha
avalado la posibilidad de que sean, en primera medida, aquellos de naturaleza
objetiva, tales como el daño especial o el riesgo excepcional y, de otro lado, el de
la falla del servicio, siempre y cuando de los hechos y de las pruebas allegadas al
proceso se encuentre acreditada la misma.

Al respecto, la jurisprudencia de la Sección, ha puntualizado 4:

“Atendiendo a las condiciones concretas en las que se produjo el hecho, la


Sala ha aplicado en la solución de los casos, los distintos regímenes de
responsabilidad. Así, ha decidido la responsabilidad del Estado bajo el
régimen de daño especial cuando el daño se produjo como consecuencia
del rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas 5; el de falla
probada cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y, el de
riesgo cuando éste proviene o de la realización de actividades peligrosas o
de la utilización de artefactos que en su estructura son peligrosos 6; pero,
4
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 30 de julio de 2008, exp. 18.725, M.P. Ruth
Stella Correa Palacio. Reiterada en sentencia del 15 de octubre de 2008, exp. 18586, M.P. Enrique
Gil Botero
5
En sentencia del 10 de agosto de 2005, exp: 16.205, la Sala al resolver la demanda instaurada
con el fin de obtener la indemnización de los perjuicios causados por las lesiones sufridos por un
soldado, quien en cumplimiento de la orden proferida por su superior jerárquico, de realizar un
registro de área en horas de la noche, al saltar un caño se cayó y golpeó contra una piedra,
consideró: “...la causación de los daños material, moral y a la vida de relación tienen sustento, en
este proceso, en el actuar de la Administración de sometimiento del soldado conscripto a una carga
mayor a la que estaba obligado a soportar, cuando en el cumplimiento de la misión conferida a él
por el Comandante del Escuadrón B de Contraguerrillas de registro del área general del Municipio
de Paz de Ariporo dentro del servicio y con ocasión de él, se tropezó cayendo contra la maleza,
lesionándose el ojo derecho”.
6
En sentencia de 28 de abril de 2005, exp. 15.445, dijo la Sala: “En el tema de la responsabilidad
patrimonial del Estado la jurisprudencia ha aplicado varios títulos jurídicos de imputación en
relación a los conscriptos. Generalmente se acude al de daño especial cuando el “daño” tiene su
causa en el rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas. Sin embargo cuando la causa
de los daños se origina en otro tipo de hechos, según estos debe aplicarse el de falla probada
21

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

en todo caso, ha considerado que el daño no será imputable al Estado


cuando se haya producido por culpa exclusiva de la víctima, por fuerza
mayor o por el hecho exclusivo de un tercero, por rompimiento del nexo
causal. En providencia de 2 de marzo de 2000, dijo la Sala:

“...demostrada la existencia de un daño antijurídico causado a quien presta el


servicio militar, durante el mismo y en desarrollo de actividades propias de él,
puede concluirse que aquél es imputable al Estado. En efecto, dado el carácter
especial de esta situación, por las circunstancias antes anotadas, es claro que
corresponde al Estado la protección de los obligados a prestar el servicio
militar y la asunción de todos los riesgos que se creen como consecuencia de
la realización de las diferentes tareas que a ellos se asignen. No será
imputable al Estado el daño causado cuando éste haya ocurrido por fuerza
mayor o por el hecho exclusivo de un tercero o de la víctima, eventos cuya
demostración corresponderá a la parte demandada” 7.

En consecuencia, frente a los perjuicios ocasionados a soldados regulares,


conscriptos, en la medida que su voluntad se ve doblegada por el imperium del
Estado, al someterlos a la prestación de un servicio que, no es nada distinto, a la
imposición de una carga o un deber público, es claro que la organización estatal
debe responder bien porque frente a ellos el daño provenga de i) un rompimiento
de las cargas públicas que no tenga la obligación jurídica de soportar; ii) de un
riesgo excepcional que desborda aquel al que normalmente estaría sometido, y
que puede tener origen en el riesgo actividad o en el riesgo de la cosa, o iii) de
una falla del servicio, a partir de la cual se produce el resultado perjudicial.

Diferente, a lo que ocurre con los soldados profesionales o voluntarios, donde el


título de imputación aplicable es el de falla en el servicio, que se configura cuando

cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y el de riesgo cuando los conscriptos sufren
daños con causa y por razón del servicio que provienen o de la realización de actividades peligrosas
o de la utilización de artefactos que en su estructura son peligrosos...Ha partido de la regulación
legal especial contemplada para la Fuerza Pública y en especial para los conscriptos, y ha concluido
que cuando las pruebas son indicadoras de que los hechos ocurrieron por el riesgo a que fueron
expuestos los conscriptos no se requiere realizar valoración subjetiva de conducta del demandado;
que sólo es necesario demostrar: el ejercicio por parte del Estado de una actividad de riesgo en
desarrollo del servicio militar prestado -o por su destinación o por su estructura-; el daño
antijurídico; y el nexo de causalidad eficiente y determinante entre ese riesgo y el daño causado al
conscripto; y que el demandado sólo se exonera por causa extraña, es decir por el hecho exclusivo
del tercero o de la víctima y fuerza mayor”.
7
Sentencia del 2 de marzo de 2000. Expediente 11.401. C.P. Alier Hernández Henríquez.
22

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

a los mismos se les somete a un riesgo superior al que normalmente deben


soportar con ocasión de su actividad 8. En efecto, la jurisprudencia de la Sección
Tercera ha entendido que la afectación de los derechos a la vida e integridad
personal del militar profesional es un riesgo propio del servicio que prestan en
cumplimiento de operaciones o misiones militares. Al Estado no se le puede
atribuir responsabilidad alguna por la concreción de esos riesgos, a menos que se
demuestre que el daño deviene de una falla del servicio, que consiste en el
sometimiento del soldado profesional a una carga mayor que el de sus demás
compañeros, con quienes desarrolló la misión encomendada.

Entonces, en el caso concreto, se encuentran estructurados lo citados elementos o


presupuestos de la responsabilidad comoquiera que el daño está plenamente
demostrado las actas de la junta médico laboral del Ejército Nacional y del
Instituto de Medicina Legal; éste tuvo su origen en una actividad que desplegaba
el soldado al interior servicio militar obligatorio y esa lesión representa un
resquebrajamiento de las cargas públicas, pues no está demostrado que haya
tenido su génesis en una falla del servicio o en la concreción de un riesgo
excepcional al cual se le hubiere sometido.

Por lo tanto, a los demandantes les bastaba acreditar la existencia del daño, su
concreción durante la prestación del servicio militar obligatorio y a causa del
mismo, mientras que, desde el otro extremo, le correspondía a la entidad
demandada a efectos de exonerarse de responsabilidad, establecer la
configuración de una causa extraña que desvirtuara la imputación jurídica del daño
en cabeza del Ministerio de Defensa – Ejército Nacional, circunstancia que se echa
de menos en el proceso.

8
En concordancia ver: Sección Tercera, Sentencia del 23 de junio de 2010, Expediente: 19.426,
C.P. Enrique Gil Botero y Sentencia del 31 de mayo de 2007, Expediente: 16.383, C.P. Enrique Gil
Botero.
23

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Así las cosas, el daño deviene imputable en el plano fáctico y jurídico a la entidad
demandada porque fue producido durante la prestación del servicio militar
obligatorio, durante una actividad u operativo militar y la lesión resquebraja la
igualdad frente a las cargas públicas, por lo que el daño reviste la connotación de
especial y anormal.

De otro lado, resulta oportuno señalar que no todo daño causado a un soldado que
presta el servicio militar obligatorio es imputable de manera automática al Estado;
por el contrario, sólo lo serán aquellos que sean atribuibles a la administración
pública en el plano fáctico y jurídico. En consecuencia, habrá que reparar las
lesiones antijurídicas que sean atribuibles en el plano fáctico a la prestación del
servicio militar –porque se derivan de su prestación directa o indirecta– y se puede
constatar la existencia de un título jurídico de imputación que le brinda
fundamento a la responsabilidad. Entonces, si opera una causa extraña o si la
parte demandante no logra establecer la relación fáctica (imputación) entre el
daño y el servicio militar obligatorio, la responsabilidad se enerva y, por lo tanto,
habrá lugar a absolver a la entidad demandada en esos eventos.

Ahora bien, en el caso concreto se estableció que la lesión sufrida por Fabián
Andrés fue ocasionada durante un patrullaje, resulta incuestionable que el daño
antijurídico tiene su génesis material en la prestación del servicio militar
obligatorio, además esa afectación no fue producto de una falla del servicio, ni
provino de la concreción de un riesgo excepcional, razón por la cual el fundamento
jurídico se encuentra en la connotación de especial y anormal que padece el joven
que estaba compelido a la prestación de un servicio público como lo es la
protección de la organización estatal.
24

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Una vez verificada la existencia de responsabilidad en el asunto sub examine,


procede la Sala a definir el siguiente tópico o ámbito de apelación, esto es la
liquidación del perjuicio o daño a la vida de relación realizada por el tribunal de
primera instancia.

4. Reliquidación de perjuicios

En atención a que la sentencia sólo fue impugnada materialmente por la entidad


demandada, no se hará más gravosa la situación del apelante único en virtud del
principio constitucional de la no reformatio in pejus, el cual tiene aplicación en
cuanto se refiere al ámbito indemnizatorio del daño, según los lineamientos
trazados por esta Corporación.

Entonces, se actualizarán las sumas contenidas en la decisión de primera instancia


a título de indemnización del daño material, y se mantendrá la condena por
concepto de daños morales porque no fueron discutidas en el recurso de
apelación.

4.1. Perjuicios materiales

La suma reconocida en el proveído de primera instancia será actualizada a la fecha


de esta sentencia con fundamento en la siguiente fórmula:

Ipc (f)
Ra = Rh
Ipc (i)

107,2
Ra = Rh 05
61,41
25

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

En donde la renta histórica corresponde al valor reconocido por el a quo, el IPC


final al índice de precios al consumidor de abril de 2011 y el inicial al de agosto de
2009, fecha en que fue proferido el fallo de primera instancia.

Ra = Rh ($144.706.178.oo.oo) índice final – abril/2011 (107,25)


---------------------------------------= $151.811.968,oo
índice inicial – agosto/2009 (102,23)

4.2. Daños morales:

Como en el sub judice se presenta el perjuicio en su mayor magnitud, debido a la


grave lesión que aqueja a Fabián Andrés Mejía Arias -que se traduce en una
incapacidad del 100%- y además la liquidación de este perjuicio no fue apelada
por la entidad demandada, habrá lugar de daño moral las sumas de dinero
establecidas a continuación, para cada uno de los demandantes:

FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS 100 SMMLV


JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA 50 SMMLV
RUBÉN DARIO MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
JUAN DAVID MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
DIANA YICET MEJÍA ARIAS 30 SMMLV

4.3. Daño a la salud (perjuicio fisiológico)

La entidad demandada cuestionó, en el recurso de apelación, la liquidación del


daño a la vida de relación efectuada por el a quo, al considerarla dispersa y
26

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

desmembrada, lo que generó que se desbordara los extremos indemnizatorios,


toda vez que, en su criterio, ese tipo o clase de perjuicio es uno sólo sin que sea
posible esa discriminación resarcitoria. Por lo tanto, aborda la Sala como un
aspecto que se integra a la ratio decidendi del caso concreto, el estudio del
perjuicio inmaterial diferente al moral en supuestos en los que el daño tiene origen
en una lesión psicofísica como la padecida por el demandante principal Fabián
Andrés Mejía Arias.

La Sala revocará parcialmente la sentencia apelada en este específico aspecto, por


cuanto le asiste razón al recurrente al indicar que la liquidación efectuada por el
tribunal de primera instancia genera una distorsión indemnizatoria.

En efecto, el daño a la vida de relación o la alteración a las condiciones de


existencia no pueden comprender, de ninguna forma, el daño a la salud –
comúnmente conocido como perjuicio fisiológico o biológico– como quiera que este
último está encaminado a la reparación de cualquier lesión o afectación a la
integridad psicofísica.

Así las cosas, yerra el a quo al señalar que el daño a la vida de relación está
integrado por: i) el perjuicio fisiológico, ii) el daño a la vida de relación sexual, iii)
el daño a la vida de relación social, iv) el daño a la vida de relación familiar y v) el
daño estético.

El problema de asimilar la tipología del daño a compartimentos abiertos en los que


se pueden llenar o volcar una serie de bienes o intereses legítimos genera
problemas en sede de la reparación integral del daño y los principios de igualdad y
dignidad humana que deben orientar el resarcimiento de aquél. En efecto, con la
implementación en Colombia de los conceptos de “daño a la vida de relación” de
raigambre Italiano y la “alteración a las condiciones de existencia” de estirpe
27

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Francés, se permitió que se implementaran en nuestro ordenamiento jurídico unos


tipos de daños abiertos que en su aplicación pueden desencadenar vulneraciones
al principio de igualdad material.
Entonces, resulta necesario que se sistematice la indemnización del perjuicio
inmaterial en Colombia para determinar cuáles son los perjuicios inmateriales
resarcibles –diferentes al daño moral–, pues con la tipología vigente no se define
con claridad: i) si se indemniza el daño por sí mismo o lo que la doctrina denomina
el “daño evento”, o si por el contrario se reparan las consecuencias exteriores de
ese daño “daño consecuencia”, ii) cuáles son los bienes, derechos o intereses
legítimos que tienen cabida en el plano de la responsabilidad y, por lo tanto, que
ostentan el carácter de indemnizables, y iii) si el daño derivado de lesiones
psicofísicas es posible resarcirlo a través de criterios objetivos y que contengan
estándares que garanticen el principio de igualdad, toda vez que frente a una
misma lesión podría eventualmente declararse una idéntica o similar reparación.

Así las cosas, con la aserción contenida en la sentencia de primera instancia según
la cual el “perjuicio fisiológico” debe entenderse incluido en “el daño a la vida de
relación” o la “alteración de las condiciones de existencia” –nombre acogido de
manera reciente en algunas providencias para denominar el daño a la vida de
relación pero con idéntico contenido y alcance– genera una mayor problemática en
el manejo de la tipología del perjuicio inmaterial, pues no es adecuado entender
que el perjuicio fisiológico, daño biológico o a la salud es una expresión de la
mencionada categoría. Asimilar el daño a la salud o perjuicio fisiológico como una
expresión del daño a la vida de relación, entroniza la entropía en materia de
ontología jurídica, cuando no se distingue que el daño a la vida de relación y la
alteración de las condiciones de existencia no son ni perjuicio moral, ni fisiológico,
sino entidades con autonomía que no amparan o protegen la órbita interna o
afectiva de la persona, como tampoco su integridad psicofísica o derecho a la
28

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

salud, sino otra gama de intereses legítimos que son relevantes para la
responsabilidad.

En efecto, es forzoso regresar a tipos indemnizatorios reconocidos de tiempo atrás


por la jurisprudencia y, a partir de ellos, crear unos nuevos que permitan
coherencia en la aplicación del principio de reparación integral, establecido en el
artículo 16 de la ley 446 de 1998. Esto es, recuperar el significado primigenio del
daño fisiológico o a la salud, que es el hilo conductor del daño inmaterial diferente
del moral que se pretende establecer, y a partir de allí indemnizar de acuerdo con
los derechos fundamentales afectados patrimonialmente por el hecho dañoso.

La jurisprudencia de la Sección Tercera del Consejo de Estado, en varias


providencias que han sido proferidas desde el año 2007 9, ha reconocido que el
perjuicio fisiológico, hoy daño a la vida de relación, se encuentra inmerso dentro
de lo que se denomina perjuicio a las alteraciones a las condiciones de existencia.

El citado criterio parte de la interpretación de dos providencias proferidas en el año


200710, en las cuales la Sala se refirió a la alteración a las condiciones de existencia
como un perjuicio autónomo e independiente al daño a la vida de relación, para
dar a entender que simplemente operó un cambio en la denominación del
perjuicio, sin que puedan existir de manera autónoma. En otros términos,
pareciera que el criterio fijado en la jurisprudencia es a que el daño a la vida de
relación adopte un nuevo nombre, bajo el epígrafe de alteración a las condiciones
de existencia, circunstancia que no es precisa.

9
Sobre la referida problemática, se pueden consultar los siguientes documentos: aclaración de voto
a la sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam Guerrero de Escobar, aclaración de
voto a la sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez, y
aclaración de voto a la sentencia de 1º de diciembre de 2008, exp. 17.744, M.P. Enrique Gil Botero.
10
Sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez y
sentencia del 18 de octubre de 2007, exp. AG-029.
29

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

En efecto, el principio de reparación integral en Colombia (artículo 16 ley 446 de


1998) impone la obligación de que el juez, con apoyo en los cánones y principios
constitucionales, establezca una “justa y correcta” medición del daño ocasionado,
de tal forma que opere su resarcimiento o indemnización plena, sin que ello
suponga, de otro lado, un enriquecimiento injustificado para la víctima.

Por consiguiente, no debe perderse de vista que el derecho constitucional fluye a


lo largo de todo el ordenamiento jurídico, situación que hace aún más compleja la
valoración del daño, toda vez que la persona adquiere la condición de eje central
del poder público y, por consiguiente, las constituciones políticas adquieren la
connotación de antropocéntricas, en donde el sujeto es titular de un universo de
derechos e intereses legítimos que deben ser protegidos, garantizados y reparados
efectivamente en aquellos eventos en que se presenten lesiones injustificadas.

La anterior circunstancia motivó a que el Constituyente de 1991 diseñara y


adoptara en el artículo 90 de la Carta Política, un sistema de responsabilidad
estatal fundamentado en el daño antijurídico, en donde el elemento esencial de la
responsabilidad se traslada de la conducta de la administración pública, para
concentrarse en el producto de la misma, esto es, en la lesión o afectación que
padece la persona. En ese orden de ideas, el paradigma del derecho de daños
sufrió una significativa modificación con la expedición de la Carta Política de 1991,
en donde el daño se eleva a la condición de elemento y punto central a la hora de
analizar la responsabilidad de la organización estatal.

En efecto, así se anticipó la Corte Suprema de Justicia durante el período de la


corte de oro, cuando reflexionó en los siguientes términos:

“Ya el ilustre expositor Giorgi apuntaba lo siguiente en alguno de los


primeros años de este siglo: “El mundo marcha, y la ley del progreso, que
todo lo mueve, no puede detenerse cristalizando la ciencia. El
resarcimiento de los daños, es entre todos los temas jurídicos, el que
30

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

siente más que otro alguno la influencia de la conciencia popular y debe


proporcionarse a las necesidades morales y económicas de la convivencia
social. La doctrina, pues, del resarcimiento debe ajustarse a ella siguiendo
sus progresos…

“Ese movimiento profundo de las ideas en los últimos años, tiende a


ampliar aun más el concepto fundamental de la responsabilidad, para así
sancionar hechos lesivos del interés de terceros que antes no generaban
reparación. Dada la complejidad de la vida social moderna y el desigual
poderío de los individuos que ello ha venido a ocasionar, es natural que la
doctrina contemporánea preconice un análisis más hondo y sutil de las
ideas de causa y daño…”11

Desde esa perspectiva, es claro que el derecho de daños ha tenido


transformaciones de diversa índole que han significado que se ajuste a las nuevas
perspectivas, desarrollos, riesgos y avances de la sociedad. De otro lado, lo que
podría denominarse como la “constitucionalización del derecho de daños”, lleva de
la mano que se presente una fuerte y arraigada imbricación entre los principios
constitucionales y aquellos que, en el caso colombiano, se encuentran contenidos
de antaño en el código civil.

En consecuencia, la cuantificación del daño en que se ha inspirado el


ordenamiento jurídico interno, obedece al criterio de la restitutio in integrum cuyo
objetivo es el restablecimiento patrimonial y/o espiritual, dañado por un hecho
ilícito, o que el perjudicado no tenga la obligación de padecer, lo cual encuentra su
fundamento y límite, se itera, en dos principios generales del derecho que además
tienen soporte normativo: la reparación integral del daño (art. 16 ley 446 de 1998
y art. 2341 C.C.) y el enriquecimiento injusto (art. 8 ley 153 de 1887); por ello el
resarcimiento debe cubrir nada más que el daño causado, pues si va más allá,
representaría un enriquecimiento ilegítimo del afectado, y si es menor, constituiría
un empobrecimiento correlativo, desnaturalizándose así los principios de dignidad

11
Corte Suprema de Justicia, sentencia del 21 de febrero de 1938, G.J. No.1932, pág. 58.
31

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

humana y de igualdad, que constituyen pilares basilares del modelo Social de


Derecho12.

Ahora bien, la reparación del daño material o patrimonial no ha sido un aspecto


problemático sobre el que se presenten mayores dificultades en cuanto a la
determinación y cuantificación por parte de la doctrina y jurisprudencia nacional y
extranjera; sin embargo, no ocurre igual con el perjuicio inmaterial o no
patrimonial, puesto que uno de los grandes problemas actuales de la
responsabilidad extracontractual –civil y del Estado– consiste en el diseño del
sistema idóneo de reparación del mismo, que no sirva como fuente de
enriquecimiento injustificado. La adopción de una teoría estructurada en esta
materia, garantiza que se satisfagan verdaderos parámetros de igualdad, en donde
para las circunstancias iguales se decreten medidas exactas o similares 13.

Definido lo anterior, es claro que para efectuar el análisis del perjuicio, se debe
abordar el estudio de lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el
examen, valoración y fijación de los estándares de indemnización que pueden ser
objeto de reconocimiento, lo que se hace a partir de la respuesta a los siguientes
interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuál es el criterio para determinar la
necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se indemniza el
perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuál orientación tiene el
ordenamiento jurídico Colombiano en relación con la reparación del perjuicio; se

12
“En otras palabras, el juez, al considerar como de recibo una demanda resarcitoria, puede dar
cabida dentro de los intereses sociales dignos de tutela a un cierto comportamiento, una expresión,
un anhelo, de un individuo o de un grupo, que antes no la tenía, con lo que establece o fija un
límite para la sociedad; este límite también se establece, como es obvio, en el caso contrario, es
decir, cuando el juez niega la inclusión de un interés discutido, en la escala de los valores sociales.”
CORTÉS, Edgar “Responsabilidad Civil y daños a la persona – El daño a la salud en la experiencia
italiana ¿un modelo para América Latina?”, Ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009,
pág. 13.
13
“lo que no se puede tolerar es que el tratamiento diferenciado, que se deduce de la
interpretación de las normas tradicionales de la responsabilidad, beneficie a aquellos que se
encuentran en una situación de privilegio.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 15.
32

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

indemnizan las consecuencias del daño o se reparan las afectaciones a los


diferentes bienes o intereses jurídicos?

Como se observa, existe toda una serie de cuestionamientos que el juez debe
formularse, con el fin de establecer una posición en la materia, lo que implica, a
todas luces, un ejercicio hermenéutico e interpretativo a partir del análisis de las
normas constitucionales que regulan la responsabilidad patrimonial del Estado,
para con fundamento en ello, arribar a las conclusiones que consulten los
parámetros efectivos de justicia material, en lo que concierne a la reparación
integral.

En nuestro ordenamiento jurídico, y específicamente la jurisprudencia contencioso


administrativa ha reconocido como daños indemnizables, los de tipo material esto
es, el daño emergente y el lucro cesante (artículo 1614 del Código Civil), así como
los inmateriales, género éste en el que se han decretado condenas por concepto
de perjuicios morales y fisiológicos, categoría esta última en la que desde que fue
reconocida por primera vez en 1993, ha sido denominada de diversas formas, en
ocasiones “daño a la vida de relación” o “alteración a las condiciones de
existencia”, pero con un sustrato idéntico, esto es, la pérdida de placer en la
realización de una actividad o alteración grave que produce el daño en las
relaciones del sujeto con su entorno.

En efecto, en la sentencia del 6 de septiembre de 1993, la Sección Tercera


puntualizó lo siguiente:

“el PERJUICIO FISIOLÓGICO o A LA VIDA DE RELACIÓN, exige que se


repare la pérdida de la posibilidad de realizar "...otras actividades
vitales, que aunque no producen rendimiento patrimonial, hacen
agradable la existencia...... A quienes sufren pérdidas irremediables es
necesario brindarles la posibilidad de procurarse una satisfacción
equivalente a la que han perdido. Por algo se enseña el verdadero
33

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

carácter del resarcimiento de los daños y perjuicios es un PAPEL


SATISFACTORIO…”

Con posterioridad, en sentencia del 25 de septiembre de 1997, se precisó al


respecto lo que se trascribe a continuación14:

“1. El mal llamado perjuicio fisiológico se conoce en el derecho francés


como perjuicio de placer ( prejudice d´agrément), loss ofamenity of the
life (pérdida del placer de la vida) en el derecho anglosajón o daño a la
vida de relación en el derecho italiano15.

“La jurisprudencia francesa ha definido este particular tipo de daño


tomando como marco de referencia la resolución No. 75-7 del Comité de
Ministros del Consejo de Europa relativo a la reparación de daños en
caso de lesión corporal, adoptada el 14 de marzo de 1975, según la cual
la víctima debe ser indemnizada de “diversos problemas y malestares
tales como enfermedades, insomnios, sentimientos de inferioridad, una
disminución de los placeres de la vida causada principalmente por la
imposibilidad de dedicarse a ciertas actividades placenteras”. 16

“2. La indebida utilización del concepto fisiológico parece derivarse de


una mala traducción e interpretación de la jurisprudencia francesa, la
cual en una sentencia de la Corte de Casación del 5 de marzo de 1985
distinguió entre el daño derivado de la “privación de los placeres de la
vida normal, distinto del perjuicio objetivo resultante de la incapacidad
constatada” y los “problemas psicológicos que afectan las condiciones
de trabajo o de existencia de la vida”. El perjuicio psicológico, de
acuerdo con esta distinción, constituye un perjuicio corporal de carácter
objetivo que se distingue esencialmente del perjuicio moral reparado
bajo la denominación de perjuicio de placer. 17

“Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que el adjetivo fisiológico que hace
referencia a disfunciones orgánicas, no resulta adecuado para calificar el
desarrollo de actividades esenciales y placenteras de la vida diaria
(recreativas, culturales, deportivas, etc.).

“3. El perjuicio de placer es un perjuicio extrapatrimonial que tiene una


entidad propia, lo cual no permite confundirlo con el daño moral
(pretium doloris o Schmerzgeld) o precio del dolor, especie también del
14
Consejo de Estado, Sección Tercera, exp. 10.421, M.P. Ricardo Hoyos Duque.
15
Algunos autores han sugerido llamar a este perjuicio préjudice de désagrément, perjuicio por
desagrado. Cfr. Yvez Chartier, citado por Javier Tamayo Jaramillo, De la responsabilidad civil, T. II,
de los perjuicios y su indemnización. Bogotá, Ed. Temis, 1986, pág. 147.
16
Max Le Roy. L´evaluation du préjudice corporel. Paris, Libraire de la Cour de Cassation, 1989. p.
66.
17
Ibidem, p. 67.
34

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

daño extrapatrimonial, ni con el daño material (daño emergente y lucro


cesante, art. 1613 del C.C.).

“(...)

“5. Así mismo, tampoco constituye perjuicio de placer el caso en que la


víctima, “a pesar de no presentar ninguna anomalía orgánica, a causa
de la depresión en que se ve sumergido no puede realizar las
actividades normales de la vida” 18, perjuicio que debe entenderse
indemnizado bajo el rubro de lucro cesante (ganancia o provecho
frustrado), a fin de evitar la resurrección del fantasma del daño moral
objetivado, concepto en el que la jurisprudencia buscó englobar en el
pasado las llamadas repercusiones objetivas del daño moral”.

Luego, en proveído del 19 de julio de 2000, expediente 11842, la Sección Tercera


del Consejo de Estado replanteó el nomen iuris del citado perjuicio con
fundamento en el siguiente razonamiento que se transcribe in extenso19:

“Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el daño


extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados “daño a la vida
de relación”, corresponde a un concepto mucho más comprensivo, por
lo cual resulta ciertamente inadecuado el uso de la expresión
perjuicio fisiológico, que, en realidad, no podría ser sinónima de
aquélla, ni siquiera en los casos en que este daño
extrapatrimonial – distinto del moral – es consecuencia de una
lesión física o corporal. Por esta razón, debe la Sala desechar
definitivamente su utilización. En efecto, el perjuicio aludido
no consiste en la lesión en sí misma, sino en las consecuencias
que, en razón de ella, se producen en la vida de relación de
quien la sufre.

“De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza


puede surgir de diferentes hechos, y no exclusivamente como
consecuencia de una lesión corporal. De otra manera, el concepto
resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado que, como lo
advierte el profesor Felipe Navia Arroyo, únicamente permitiría
considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de los derechos de
la personalidad, la integridad física. 20 Así, aquella afectación puede
18
Ibidem.
19
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 19 de julio de 2000, exp. 11842, M.P. Alier E.
Hernández Enríquez.
20
NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a
publicarse. El doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico – de
acuerdo con el alcance que, hasta ahora, le ha dado esta Corporación – corresponde al de perjuicio
de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y explica que la expresión daño fisiológico,
35

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

tener causa en cualquier hecho con virtualidad para provocar una


alteración a la vida de relación de las personas, como una acusación
calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al uso del propio
nombre o la utilización de éste por otra persona (situaciones a las que
alude, expresamente, el artículo 4º del Decreto 1260 de 1970), o un
sufrimiento muy intenso (daño moral), que, dada su gravedad,
modifique el comportamiento social de quien lo padece, como podría
suceder en aquellos casos en que la muerte de un ser querido afecta
profundamente la vida familiar y social de una persona. Y no se
descarta, por lo demás, la posibilidad de que el perjuicio a la vida de
relación provenga de una afectación al patrimonio, como podría ocurrir
en aquellos eventos en que la pérdida económica es tan grande que – al
margen del perjuicio material que en sí misma implica – produce una
alteración importante de las posibilidades vitales de las personas.

“Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial puede ser


sufrido por la víctima directa del daño o por otras personas cercanas a
ella, por razones de parentesco o amistad, entre otras. Así, en muchos
casos, parecerá indudable la afectación que – además del perjuicio
patrimonial y moral – puedan sufrir la esposa y los hijos de una persona,
en su vida de relación, cuando ésta muere. Así sucederá, por ejemplo,
cuando aquéllos pierden la oportunidad de continuar gozando de la
protección, el apoyo o las enseñanzas ofrecidas por su padre y
compañero, o cuando su cercanía a éste les facilitaba, dadas sus
especiales condiciones profesionales o de otra índole, el acceso a ciertos
círculos sociales y el establecimiento de determinadas relaciones
provechosas, que, en su ausencia, resultan imposibles.

“Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se


viene haciendo referencia no alude, exclusivamente, a la
imposibilidad de gozar de los placeres de la vida, como parece
desprenderse de la expresión préjudice d´agrement (perjuicio
de agrado), utilizada por la doctrina civilista francesa. No todas las
actividades que, como consecuencia del daño causado, se hacen difíciles
o imposibles, tendrían que ser calificadas de placenteras. Puede
tratarse de simples actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse,
o requieren de un esfuerzo excesivo. Es por esto que, como se anota
en el fallo del 25 de septiembre de 1997, algunos autores prefieren no
hablar de un perjuicio de agrado, sino de desagrado. Lo anterior resulta
claro si se piensa en la incomodidad que representa, para una persona
parapléjica, la realización de cualquier desplazamiento, que, para una
persona normal, resulta muy fácil de lograr, al punto que puede

en realidad, corresponde a una noción más amplia, también de creación francesa y aparentemente
abandonada, que hace referencia a las repercusiones que puede tener una lesión permanente no
sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en general, en sus condiciones de
existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría más cercana al
concepto de daño a la vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.
36

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

constituir, en muchos eventos, un acto reflejo o prácticamente


inconsciente.

“En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas por esta
Sala en sentencia del 2 de octubre de 1997, donde se expresó, en
relación con el concepto aludido, que no se trata de indemnizar la
tristeza o el dolor experimentado por la víctima – daño moral -, y
tampoco de resarcir las consecuencias patrimoniales que para la víctima
siguen por causa de la lesión – daño material –, “sino más bien de
compensar, en procura de otorgar al damnificado una indemnización
integral... la mengua de las posibilidades de realizar actividades que la
víctima bien podría haber realizado o realizar, de no mediar la conducta
dañina que se manifestó en su integridad corporal”. 21

“Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la


jurisprudencia administrativa francesa a la expresión alteración
de las condiciones de existencia , que, en principio y por lo
expresado anteriormente, parecería más afortunada. No
obstante, considera la Sala que su utilización puede ser
equívoca, en la medida en que, en estricto sentido, cualquier
perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las condiciones
de existencia de una persona, ya sea que éstas se ubiquen en su
patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez por esta razón se
explica la confusión que se ha presentado en el derecho francés, en
algunos eventos, entre este tipo de perjuicio y el perjuicio material,
tema al que se refiere ampliamente el profesor Henao Pérez, en el texto
citado.22

“De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la


expresión daño a la vida de relación, utilizada por la doctrina
italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación. Se advierte,
sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata simplemente de la
afectación sufrida por la persona en su relación con los seres que la
rodean. Este perjuicio extrapatrimonial puede afectar muchos otros
actos de su vida, aun los de carácter individual, pero externos, y su
relación, en general, con las cosas del mundo. En efecto, se trata, en
realidad, de un daño extrapatrimonial a la vida exterior ; aquél que
afecta directamente la vida interior sería siempre un daño moral.

“Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la existencia
e intensidad de este tipo de perjuicio deberá ser demostrada, dentro del
proceso, por la parte demandante, y a diferencia de lo que sucede, en
algunos eventos, con el perjuicio moral, la prueba puede resultar
relativamente fácil, en la medida en que, sin duda, se trata de un
perjuicio que, como se acaba de explicar, se realiza siempre en la vida
21
Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier Naranjo
Peláez y otros. M.P. Daniel Suárez Hernández.
22
Ibid. p.p. 252 a 263.
37

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

exterior de los afectados y es, por lo tanto, fácilmente perceptible.


Podrá recurrirse, entonces, a la práctica de testimonios o dictámenes
periciales, entre otros medios posibles.” (Cursivas del original – negrillas
adicionales).

Por último, en recientes pronunciamientos 23 se adoptó la denominación de


“alteración a las condiciones de existencia”, para designar ese “específico” perjuicio
que desde el año 1993 fue avalado por la jurisprudencia contencioso
administrativa, para indemnizar no sólo las lesiones a la integridad psicofísica sino
cualquier lesión de bienes, derechos o intereses legítimos diversos a la unidad
corporal del sujeto, como la honra, el buen nombre, el daño al proyecto de vida,
etc., como se hizo a partir de la sentencia de 19 de julio de 2000, exp. 11842, ya
trascrita.

En efecto, en sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003-385, se sostuvo:

“A partir del fallo anterior, la jurisprudencia ha entendido el


daño a la vida de relación, como aquel que “rebasa la parte
individual o íntima de la persona y además le afecta el área
social, es decir su relación con el mundo exterior; por ello se califica
en razón al plano afectado: la vida de relación”.24

“En esta oportunidad la Sala aprovecha para, en aras de precisión y


rigor en la nomenclatura, dejar de lado el nomen que hasta ahora se ha
venido utilizando -en ocasiones de manera inadecuada o excesiva- para
acudir al concepto de daño por alteración grave de las condiciones de
existencia, el cual ofrece mayor amplitud que el anterior y abarca no
sólo la relación de la víctima con el mundo exterior, sino, de manera
más general, esos cambios bruscos y relevantes a las condiciones de
una persona en cuanto tal y como expresión de la libertad y el albedrío
atributos esenciales a la dignidad humana principio fundante del Estado
23
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam
Guerrero de Escobar, sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio
Fajardo Gómez, y sentencia de 1º de diciembre de 2008, exp. 17.744, M.P. Enrique Gil Botero, con
aclaración de voto del ponente sobre esta materia.
24
Sección Tercera, Sentencia del 10 de julio de 2003, Radicación número: 76001-23-31-000-1994-
9874-01(14083), Actor: JORGE ENRIQUE RENGIFO LOZANO Y OTROS, Demandado:
DEPARTAMENTO DEL VALLE DEL CAUCA.
38

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Social de Derecho colombiano y de su ordenamiento jurídico, según


consagra el artículo 1° de la Constitución Política.

“En la citada sentencia del 19 de julio de 2000 se dijo, refiriéndose al


daño a la vida de relación social que “[p] ara designar este tipo de
perjuicio, ha acudido la jurisprudencia administrativa francesa a la
expresión alteración de las condiciones de existencia, que, en
principio y por lo expresado anteriormente, parecería más
afortunada. No obstante, considera la Sala que su utilización puede ser
equívoca, en la medida en que, en estricto sentido, cualquier
perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las condiciones
de existencia de una persona, ya sea que éstas se ubiquen en su
patrimonio económico o por fuera de él.”

“Resulta ahora pertinente recoger estos planteamientos para señalar


que si bien es cierto que la expresión relativa a la alteración de las
condiciones de existencia resulta ser más compresiva y adecuada, mal
podría pensarse, desde la perspectiva de la responsabilidad del Estado,
que todo perjuicio, de cualquier carácter y magnitud, comporte
necesaria y automáticamente una alteración a las condiciones de
existencia jurídicamente relevante.

“Sobre el particular la doctrina ha señalado, precisamente, que “para


que se estructure en forma autónoma el perjuicio de alteración de
las condiciones de existencia, se requerirá de una connotación
calificada en la vida del sujeto, que en verdad modifique en modo
superlativo sus condiciones habituales, en aspectos
significativos de la normalidad que el individuo llevaba y que
evidencien efectivamente un trastocamiento de los roles cotidianos, a
efectos de que la alteración sea entitativa de un perjuicio autónomo,
pues no cualquier modificación o incomodidad sin solución de
continuidad podría llegar a configurar este perjuicio, se requiere
que el mismos tenga significado, sentido y afectación en la vida de
quien lo padece”25.

“Por su parte, en la doctrina francesa se ha considerado que los


llamados troubles dans les conditions d’éxistence 26 pueden entenderse
como “una modificación anormal del curso de la existencia del
demandante, en sus ocupaciones, en sus hábitos o en sus proyectos ”27 o

25
Gil Botero, Enrique. Temas de responsabilidad extracontractual del Estado, Ed. Comlibros,
Tercera Edición, 2006, p. 98.
26
Navia Arroyo Felipe. Del daño moral al daño fisiológico, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2000, p. 78.
27
Chapus René. Responsabilité publique et responsabilité privée. Les influences réciproques des
jurisprudences administrative et judicial, citado por Juan Carlos Henao, El Daño, análisis
comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en Derecho colombiano y francés,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1998, p. 252.
39

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

“las modificaciones aportadas al modo de vida de los demandantes por


fuera del mismo daño material y del dolor moral ”28.

“El reconocimiento de indemnización por concepto del daño por


alteración grave de las condiciones de existencia es un rubro del
daño inmaterial -que resulta ser plenamente compatible con el
reconocimiento del daño moral-, que, desde luego, debe acreditarse en
el curso del proceso por quien lo alega y que no se produce por
cualquier variación menor, natural o normal de las condiciones de
existencia, sino que, por el contrario, solamente se verifica cuando se
presenta una alteración anormal y, por supuesto, negativa de tales
condiciones.

“En otras palabras, para que sea jurídicamente relevante en materia de


responsabilidad estatal, el impacto respecto de las condiciones de
existencia previas ha de ser grave, drástico, evidentemente
extraordinario.”29 (negrillas y cursivas del original – subrayado
adicional).

Por último, en reciente providencia del 4 de mayo de 2011, esta Sección discurrió
de la siguiente forma30:

““(…) 26. Es preciso aclarar que la unificación de criterios en torno al uso de la


expresión “alteraciones graves a las condiciones de existencia” no obsta para
que en cada caso particular se identifique de manera clara el origen del daño
que se pretende indemnizar el que, en todo caso, puede tener su causa en
afectaciones físicas o fisiológicas de la persona, por lo que no puede
pretenderse que la utilización de la expresión “perjuicios fisiológicos”
esté totalmente proscrita de la jurisprudencia de la Sala, y deberá ser
utilizada cuando las “alteraciones graves a las condiciones de
existencia” tengan origen en afectaciones de carácter físico o
fisiológico.

“27. Esta precisión es relevante, pues además de facilitar la prueba en


relación con este particular tipo de perjuicio –de origen fisiológico–,
también proporciona al juez mejores criterios para establecer la
tasación del perjuicio…

28
Paillet Michel. La Responsabilidad Administrativa, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2001, o. 278.
29
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003-385, M.P.
Mauricio Fajardo Gómez.
30
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 4 de mayo de 2011, exp. 17396, M.P. Danilo
Rojas Betancourth.
40

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

“(…) 31. En el sub lite, la expresión “perjuicios fisiológicos” utilizada por el


demandante y por el a quo para referir los daños cuya indemnización se
reconoció en la sentencia de primera instancia y que son materia de apelación,
debe entenderse como incluida dentro de los perjuicios denominados
por la jurisprudencia de la Sala como “alteraciones graves a las
condiciones de existencia”, en la medida que se trata de daños
surgidos de afectaciones de carácter físico sufridos por uno de los
sujetos pasivos del daño, que generaron cambios en la forma en como
normalmente se desenvolvía su vida antes de que ocurriera el hecho generador
del daño.

“32. La Sala abordará el estudio del presente asunto con base en el


concepto de “alteraciones graves a las condiciones de existencia”
definido en la ya citada providencia del 19 de junio de 2000, pero deja en claro
que en el caso de autos los daños reclamados –y reconocidos en la providencia
apelada– tienen origen en alteraciones físicas o fisiológicas padecidas por la
señora Mariane Valois Palacios.

“33.2. En efecto, se observa que los testimonio practicados dentro del proceso
describen actividades cotidianas que realizaba la señora Mariane Valois Palacios
antes de sufrir la herida, tales como las labores del hogar –lavar la ropa–,
actividades de índole familiar como jugar con sus hijos o cargarlos, o
actividades recreativas como nadar. Igualmente, los testigos hacen alusión a
las secuelas estéticas que implicó la herida para el demandante y narran que el
aspecto físico de la señora Valois Palacios se vio considerablemente alterado
como consecuencia de las lesiones.

“33.3 Por ello, encuentra la Sala que la pérdida del miembro superior implica en
forma genérica –para cualquier persona– una disminución en la posibilidad de
realizar todas las actividades cotidianas y, además, una situación de alteración
física que implica consecuencias diversas –de orden físico y psicológico– en la
forma como el sujeto se relaciona con el mundo, alteraciones que se
encuentran demostradas en el caso concreto, según acaba de revisarse.”
(Negrillas adicionales).

Como se aprecia, en este último pronunciamiento se reconoce de manera expresa


la importancia de la noción de “perjuicio fisiológico” o daño a la salud, toda vez
que “además de facilitar la prueba en relación con este particular tipo de perjuicio
–de origen psicofísico–, también proporciona al juez mejores criterios para
establecer la tasación del perjuicio.”; no obstante, a continuación, la Sala señala
que ese perjuicio se encuentra incluido dentro de la “alteración a las condiciones
de existencia”, lo que genera un problema hermenéutico y de aplicación jurídica,
41

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

pues, se insiste, al margen de reconocer la relevancia del daño a la salud se


retorna de inmediato a la denominación tradicional.

Como se desprende de los anteriores pronunciamientos, la línea jurisprudencial


que se ha trazado en torno a la tipología del perjuicio inmaterial, diferente al
moral, ha supuesto una naturaleza dual, consistente en que se indemniza la lesión
a la integridad corporal del sujeto –daño evento– (artículo 49 C.P. derecho a la
salud), así como las consecuencias que el daño produce tanto a nivel interno
(alteración a las condiciones de existencia) como externo o relacional (daño a la
vida de relación).

Esa doble connotación del daño fisiológico, a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia –entendiéndolos como perjuicios de índole idéntica o
similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia vernácula–, ha limitado
la posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material –es decir, a
partir de criterios reales, uniformes y verificables–. En consecuencia, esa
naturaleza bifronte, ha desencadenado que, teóricamente, se haya aceptado esos
planteamientos como un progreso jurisprudencial que permite no sólo indemnizar
la integridad psicofísica del sujeto (daño corporal), sino también otros bienes
jurídicos como su honra, el buen nombre, la tranquilidad, etc.

No obstante lo anterior, esa doble condición del daño a la vida de relación o


alteración a las condiciones de existencia, ha generado algunos inconvenientes que
se pretenden aclarar con los contenidos desarrollados y expuestos en esta
providencia.

En ese orden de ideas, es posible afirmar que se presentó una variación en la


sistematización del perjuicio inmaterial diferente al moral, a partir de una lectura
que asimiló el daño biológico, fisiológico o a la salud con el préjudice d´agrément
42

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

(daño de placer o de agrado), reconocido en el derecho francés, relacionado con la


pérdida del placer o del disfrute que, en ocasiones, se deriva de la producción de
un determinado daño, al no poder realizar las actividades (deportes, trabajos,
hobbies, etc.) a las que estaba acostumbrado el sujeto.

Ahora, con el criterio adoptado en el año 2007, la confusión relacionada con la


tipología del perjuicio inmaterial se entronizó en mayor medida, como quiera que
sin abandonar el contenido y alcance del concepto “daño a la vida de relación”, se
mutó su nombre, para designarlo como “la alteración a las condiciones de
existencia” (des troubles dans les conditions d’existence), lo cual no es apropiado,
puesto que este último corresponde a un perjuicio autónomo que tiene una
dimensión distinta al perjuicio de placer o de agrado (daño a la vida de relación), y
que se refiere a la modificación grave, sustancial y anormal del proyecto de vida
que cada persona tiene trazado31.

Como se aprecia, el daño a la salud 32 –denominado por la doctrina y jurisprudencia


francesa como daño corporal o fisiológico, y en Italia biológico–, fue imbricado con
el concepto de perjuicio de agrado y con la alteración a las condiciones de

31
“Se ve cómo se introduce una nueva categoría de daño que llama perjuicio fisiológico o perjuicio
a la vida de relación, que trata como sinónimos, desconociendo el significado que tales categorías
tiene en los sistemas de origen. Y al momento de liquidar el daño, al que le reconoce un carácter
satisfactorio, vuelve en confusión al decir que, “habida consideración de la gravedad que tuvieron
las lesiones, que determinaron la amputación bilateral de las piernas por encima de las rodillas, la
edad del lesionado y su actividad profesional como chofer, la cual no podrá ejercer en el futuro por
el estado corporal en que quedó, los fija en la suma de… con cuya rentabilidad la víctima podrá
atender razonablemente al pago de una persona que lo acompañe en su silla de ruedas cuando
tenga necesidad de movilizarse de un sitio a otro. Con ella puede, igualmente, adquirirla sin
sofisticaciones”. Habiendo deslindado en precedencia el daño fisiológico del daño patrimonial, al
momento de la liquidación los mezcla con la consideración que hace del trabajo de la víctima y con
la necesidad que ella tiene de una silla de ruedas y de un acompañante. El daño que se había
propuesto se desdibuja así, al momento de la liquidación.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 255.
32
“…la ciencia jurídica que le dio entrada al concepto de daño biológico prefiere hoy utilizar la
expresión “daño a la salud”, concepto jurídico (y no médico) con un alcance más amplio, pues
mientras que el daño biológico se refiere a aspectos anatómicos y fisiológicos de la persona, el
daño a la salud, además de referirse a ellos, tiene que ver con las manifestaciones generales del
bien “salud” como bien necesario para una correcta expresión de la persona en la comunidad en
que vive.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 21 y 22. Consultar igualmente: BUSNELLI, Francesco
Donato, “Il danno biologico. Dal diritto vivente al diritto vigente” Torino, 2001, pág. 3 y s.s.
43

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

existencia, daños autónomos que han sido reconocidos por la jurisprudencia del
Consejo de Estado Francés, lo que desencadenó que un perjuicio de constatación y
valuación objetiva como lo es aquél, fuera revestido por una condición indefinida o
englobada en la que se puede dar cabida a cualquier tipo de afectación, al margen
de que se refleje en el ámbito externo o interno del sujeto, y sea liquidable en
términos objetivos o subjetivos.

En efecto, la citada superposición de conceptos se desprende de manera palmaria


en una sentencia proferida el 3 de julio de 1992 33, por el Tribunal Administrativo de
Antioquia, confirmada por el Consejo de Estado el 1º de julio de 1993 34, proveído
en el que el tribunal a quo puntualizó lo siguiente:

“8. El daño especial.

“8.1. El demandante separa este perjuicio en tres categorías diferentes, a


saber: a. El daño personal especial debido “al perjuicio sufrido… en su vida
de relación social y personal, por efecto de la grave invalidez…” b. Los
“perjuicios estéticos” y el “daño corporal especial” debido también a la
invalidez total que sufre. La Sala estima que los anteriores daños deben
agruparse en uno solo que los comprende a todos: el perjuicio fisiológico, o
el “préjudice d´agrément” de que habla la doctrina francesa. A pesar de los
elementos comunes que los unen, o confunden, en algunos casos, es
posible afirmar que los daños moral subjetivo, materiales y fisiológico son
diferentes, es decir, se refieren a distintos bienes del ser humano: a.- El
moral subjetivo o “Pretium doloris”, trata de mitigar la aflicción, la tristeza y
la depresión que producen la muerte o las lesiones de un padre, un hijo,
un hermano, etc., b.- El material, se encamina a mantener los ingresos
que, por ejemplo, percibían en lesionado y la esposa y los hijos del padre
fallecido., c.- El fisiológico, que pretende darle oportunidad a una persona
como… que ha sido privado de llevar a cabo los “placeres de la vida”, de
reemplazar, o mejor, de tratar de reemplazar lo que en adelante no le será
dado hacer…

“(…) La parálisis de los miembros inferiores (paraplejia) que padece el


actor lo priva de los placeres cotidianos de la vida, tales como los de
caminar, trotar, montar en bicicleta, bailar, trepar a un árbol, nadar,
desplazarse cómodamente de una ciudad a otra y otras actividades

33
Tribunal Administrativo de Antioquia, sentencia del 3 de julio de 1992, exp. 25878, M.P.
Humberto Cárdenas.
34
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 1º de julio de 1993, exp. 7772.
44

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

similares. La fijación de la indemnización de este rubro depende mucho del


criterio prudente del juez, quien debe tener también en cuenta para el
efecto la profesión y la edad del lesionado, las privaciones que sufre a raíz
de la lesión, etc. Se condenará, en consecuencia, a la demandada, a cubrir
al demandante, una suma equivalente a 2.000 gramos de oro fino.”

Como se aprecia, el equívoco en la determinación del contenido y alcance del


perjuicio a la salud (fisiológico o biológico), operó en una traspolación jurídica del
derecho francés e italiano al ámbito nacional, pero se dejó de lado que en el
primero de los países mencionados se ha reconocido, dependiendo el caso
concreto, de una multiplicidad de daños que pretenden cubrir las esferas del
individuo afectadas con el mismo (v.gr. daño estético, daño sexual, alteración a las
condiciones de existencia, perjuicio de agrado, entre otros), mientras que en el
segundo, dada la redacción rígida del artículo 2059 del Código Civil de ese país 35,
el propósito de la doctrina y jurisprudencia recayó en la forma de abrir nuevas
perspectivas y hermenéuticas que permitieran ir más allá del simple
reconocimiento del daño moral en cuanto se refiere al resarcimiento del daño no
patrimonial. Como se aprecia, los conceptos de perjuicio de agrado ( préjudice d
´agrément), frente al perjuicio corporal (dommage corporel) si bien parecieran
tener puntos de encuentro y semejanzas, lo cierto es que el primero cubre una
esfera interna del individuo, mientras que el segundo está estructurado sobre la
necesidad de resarcir la órbita de la salud del ser humano, entendida esta última,
según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el estado
completo de bienestar físico, psíquico, y social, no circunscrito a la ausencia de
afecciones y enfermedades.”36

Así las cosas, los sistemas jurídicos francés e italiano se encuentran en dos polos
diametralmente opuestos en cuanto a la tipología del perjuicio inmaterial se
refiere, puesto que el primero ha permitido –dado el esquema normativo abierto
del código civil– la formulación de diversas categorías de daños y perjuicios que

35
“El daño no patrimonial debe ser resarcido sólo en los casos determinados por la ley.”
36
www.who.int/en/
45

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

pretenden resarcir las diversas afectaciones que produce un daño en la órbita


interna y externa de un sujeto; contrario sensu, el segundo ha tenido que
enfrentar un sistema legal rígido o cerrado que limita el reconocimiento de
perjuicios inmateriales, razón por la cual ha correspondido a las jurisdicciones
constitucional y ordinaria ampliar el contenido y alcance de ese sistema
indemnizatorio.

Así se desprende de la misma jurisprudencia Italiana –supuestamente a partir de la


cual se adoptó el concepto de daño a la vida de relación–, en la que se hace una
clara diferencia entre el perjuicio biológico (fisiológico), el daño moral, y el daño
existencial. Sobre el particular, vale la pena destacar la sentencia del 19 de
diciembre de 2007, proferida por la Corte Suprema de Casación de ese país, en la
que se puntualizó:

“(…) 3) La categoría del daño no patrimonial se articula a su vez en un


subsistema compuesto del daño biológico en estricto sentido, del daño
existencial, y del daño moral subjetivo.

“4) El daño biológico y el daño existencial tienen una morfología


homogénea, entrañan internamente una lesión de carácter constitucional,
la primera referida a la salud, y la segunda constituida por
“valores/intereses constitucionalmente protegidos…” 37.

Ahora bien, en uno u otro sistema la preocupación ha sido común y consiste en


determinar o establecer “justos medios” que, como lo ha sostenido el reconocido
profesor italiano Francesco Busnelli, sirvan de diques de tal forma que no se limite
el reconocimiento de perjuicios inmateriales a los de contenido moral, pero
tampoco se genere un abanico de perjuicios que distorsione el derecho de daños y

37
Cf. Corte de Casación Italiana, sentencia del 19 de diciembre de 2007, No. 4712. (Traducción
libre). Ver igualmente, las sentencias de 31 de mayo de 2003, números 8827 y 8828 de la Sala Civil
de la Corte de Casación Italiana, así como las sentencias Nos. 184 de 1986 y 233 de 2003,
proferidas por la Corte Constitucional de ese mismo país.
46

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

que pueda afectar los principios de reparación integral y de prohibición de


enriquecimiento sin causa.

Esa expectación no ha sido ajena en nuestro derecho vernáculo, razón por la cual
se han trazado en diferentes etapas de la jurisprudencia contencioso administrativa
y ordinaria – civil, diferentes tipos o categorías de daños que permitan reconocer
las afectaciones que se producen a causa de la concreción de un daño antijurídico.

De modo que, el “daño a la salud” –esto es el que se reconoce como proveniente


de una afectación a la integridad psiocofísica– ha permitido solucionar o aliviar la
discusión, toda vez reduce a una categoría los ámbitos físico, psicológico, sexual,
etc., de tal forma que siempre que el daño consista en una lesión a la salud, será
procedente establecer el grado de afectación del derecho constitucional y
fundamental (artículo 49 C.P.) para determinar una indemnización por ese aspecto,
sin que sea procedente el reconocimiento de otro tipo de daños (v.gr. la alteración
de las condiciones de existencia), en esta clase o naturaleza de supuestos.

Se reconoce de este modo una valoración del daño a la persona estructurado


sobre la idea del daño corporal, sin tener en cuenta categorías abiertas que
distorsionen el modelo de reparación integral. Es decir, cuando la víctima sufra un
daño a la integridad psicofísica sólo podrá reclamar los daños materiales que se
generen de esa situación y que estén probados, los perjuicios morales de
conformidad con los parámetros jurisprudenciales de la Sala y, por último, el daño
a la salud por la afectación de este derecho constitucional.

Lo anterior, refuerza aún más la necesidad de readoptar la noción de daño a la


salud, fisiológico o biológico, como lo hace ahora la Sala, pero con su contenido y
alcance primigenio, esto es, referido a la afectación o limitación a la integridad
psicofísica de la persona, como quiera que al haberlo subsumido en unas
47

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

categorías o denominaciones que sirven para identificar perjuicios autónomos y


que han sido reconocidos en diferentes latitudes, como por ejemplo la alteración a
las condiciones de existencia (v.gr. Francia), se modificó su propósito que era
delimitar un daño común (lesión a la integridad corporal) que pudiera ser tasado,
en mayor o menor medida, a partir de parámetros objetivos y equitativos, con
apego irrestricto a los principios constitucionales de dignidad humana e igualdad 38.

En otros términos, un daño a la salud desplaza por completo a las demás


categorías de daño inmaterial como lo son la alteración grave a las condiciones de
existencia -antes denominado daño a la vida de relación– precisamente porque
cuando la lesión antijurídica tiene su génesis en una afectación negativa del estado
de salud, los únicos perjuicios inmateriales que hay lugar a reconocer son el daño
moral y el daño a la salud.

Es así como la doctrina, sobre el particular señala:

“Hecha esta identificación, entre el daño corporal y el daño a la


salud, vemos que también se identifica con el perjuicio
fisiológico; terminología que impera en la doctrina francesa
para referirse al daño en la esfera funcional, como sinónimo del
daño a la integridad física y psíquica de la persona; se
denomina así porque afecta, como decimos, la esfera funcional
con independencia de la pérdida de rentas que pueda
ocasionar.

“Pero esta terminología es peligrosa porque se desliza hacia una


realidad diferente. Como se ha precisado por la doctrina italiana, hay
que matizar que, si bien a veces se utiliza como sinónimo del llamado
daño biológico, la doctrina italiana más especializada, ha señalado que
este último, es un concepto médico – legal, mientras que el daño a la

38
“El daño subjetivo o daño a la persona es aquél cuyos efectos recaen en el ser humano,
considerado en sí mismo, en cuanto sujeto de derecho, desde la concepción hasta el final de la
vida. Por la complejidad del ser humano, los daños pueden efectuar alguna o algunas de sus
múltiples manifestaciones o “maneras de ser””. FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos “El daño a la
persona”, Revista de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima,
pág. 71 y s.s.
48

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

salud es un concepto jurídico, normativo, que se encuentra


consagrado en el artículo 32 de la Constitución...”39 (Se destaca).

En esa perspectiva, se insiste, la noción de daño a la vida de relación que sirvió al


Consejo de Estado para indemnizar los perjuicios inmateriales sufridos por el
sujeto, diferentes al moral, no es más que un concepto que ya no es utilizado por
la doctrina y jurisprudencia italianas, en la medida en que se ha reconocido
independencia entre el perjuicio biológico o fisiológico –relacionado con la órbita
psicofísica del individuo– y otros perjuicios que afectan valores, derechos o
intereses de la persona que, en la actualidad, en Italia, serían indemnizados bajo
la panorámica del daño existencial (v.gr. la tranquilidad del ser humano, la
seguridad, las condiciones de existencia, entre otros) 40, sin que esta última
categoría se encuentre lo suficientemente decantada en otras latitudes, razón para
rechazar en esta instancia su adopción en el derecho colombiano, máxime si de
manera reciente fueron proferidas cuatro sentencias de la Sección Unida (Sala
Plena) de la Corte de Casación Italiana, en la que se recoge el daño existencial
dado, precisamente, de la amplitud y falta de delimitación conceptual que
implicaba (imposibilidad de objetivización)41.

Desde esa panorámica, los daños a la vida de relación o a la alteración de


las condiciones de existencia, no podrán servir de instrumento para
obtener la reparación del daño a la salud, es decir, son improcedentes
para reparar las lesiones a la integridad psicofísica puesto que parten de
39
VICENTE Domingo, Elena “Los daños corporales: tipología y valoración”, Ed. Bosch, Barcelona,
1994, Pág. 139.
40
“Allí se define el daño existencial [se refiere a la sentencia de la Sala Plena de la Corte de
Casación Italiana No. 6572 del 24 de marzo de 2006] como todo perjuicio causado en el hacer no
reditual del sujeto, susceptible de ser constatado de manera objetiva, que altera sus hábitos y su
modo de relacionarse, induciéndolo a alternativas de vida distintas, que inciden en el despliegue y
realización de su personalidad en el mundo exterior.” KOTEICH Khatib, Milagros “El daño
extrapatrimonial”, en “Diritto Romano Comune e America Latina”, Universidad Externado de
Colombia, Pág. 259.
41
Ver: Corte de Casación Italiana, sentencia del 24 de junio de 2008, publicada el 11 de noviembre
de 2008, No. 26972.
49

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

confrontar, o mejor de un parangón entre la esfera individual y la externa o social;


el primero en la carga relacional del sujeto (relaciones sociales) lo que llevó a que
fuera considerado en Italia como un daño subjetivo, inequitativo e desigualitario –
dado que una persona puede tener una vida social o relacional más activa que
otra, sin que eso suponga que deba indemnizarse diferente el daño–, y el
segundo, por referirse a una alteración grave y significativa del proyecto de vida,
es decir, a los planes y objetivos de la persona hacia el futuro.

Entonces, como se aprecia, el daño a la salud gana claridad, exactitud y equidad


donde los precisados perjuicios la pierden, puesto que siempre está referido a la
afectación de la integridad psicofísica del sujeto, y está encaminado a cubrir no
sólo la modificación de la unidad corporal sino las consecuencias que las mismas
generan, razón por la que, sería comprensivo de otros daños como el estético, el
sexual, el psicológico, entre otros, sin que existiera la necesidad de ampliar en
demasía la gama o haz de daños indemnizables, con lo que se conseguiría una
sistematización del daño no patrimonial42.

En otros términos, se insiste, en Colombia el sistema indemnizatorio está limitado y


no puede dar lugar a que se abra una multiplicidad de categorías resarcitorias que
afecten la estructura del derecho de daños y la estabilidad presupuestal que
soporta un efectivo sistema de responsabilidad patrimonial del Estado, motivo por
el que, se itera, cuando el daño se origine en una lesión psíquica o física de la
persona el único perjuicio inmaterial, diferente al moral que será viable reconocer
por parte del operador judicial será el denominado “daño a la salud o fisiológico”,
sin que sea posible admitir otras categorías de perjuicios en este tipo de supuestos
y, mucho menos, la alteración a las condiciones de existencia, categoría que bajo

42
Fruto del trabajo jurisprudencial en Italia, se llegó a establecer dentro de este orden que el
concepto daño biológico agrupa entre otros: el daño a la vida de relación, el daño estético, el daño
a la esfera sexual y el daño a la incapacidad laboral genérica, todo lo cual ha sido recogido y
reconocido por la Corte Suprema de Casación de ese país. Ver entre otras, las sentencias: No. 2761
de 1990, 1341 de 1991, 11133 de 1990, 9170 de 1994, y 7262 de 1991.
50

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

la égida del daño a la salud pierde relevancia, concreción y pertinencia para


indemnizar este tipo de afectaciones.

En ese orden de ideas, el concepto de salud comprende diversas esferas de la


persona, razón por la que no sólo está circunscrito a la interna, sino que
comprende aspectos físicos y psíquicos, por lo que su evaluación será mucho más
sencilla puesto que ante lesiones iguales corresponderá una indemnización
idéntica43. Por lo tanto, no es posible desagregar o subdividir el daño a la salud o
perjuicio fisiológico en diversas expresiones corporales o relacionales (v.gr. daño
estético, daño sexual, daño relacional familiar, daño relacional social), pues este
tipo o clase de perjuicio es posible tasarlo o evaluarlo, de forma más o menos
objetiva, con base en el porcentaje de invalidez decretado por el médico legista.

De allí que no sea procedente indemnizar de forma individual cada afectación


corporal o social que se deriva del daño a la salud, como lo hizo el tribunal de
primera instancia, sino que el daño a la salud se repara con base en dos
componentes: i) uno objetivo determinado con base en el porcentaje de invalidez
decretado y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en una determinada
proporción el primer valor, de conformidad con las consecuencias particulares y
específicas de cada persona lesionada.

Así las cosas, el daño a la salud permite estructurar un criterio de resarcimiento


fundamentado en bases de igualdad y objetividad, de tal forma que se satisfaga la
máxima “a igual daño, igual indemnización”44.
43
“Este estado de cosas no sólo deja la sensación de desorden, sino que también crea
desigualdades entre víctimas, cuyos intereses aparecen, en igual medida, dignos de protección; así
pues, el problema de fondo es el de establecer los límites, que deben ser “límites razonables”,
determinados sí, en términos jurídicos.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 57.
44
“En el histórico fallo 184 de 1986 la Corte Constitucional italiana afirmó que el criterio de
liquidación que debe adoptarse para el resarcimiento del daño biológico “debe, de un lado,
responder a una uniformidad pecuniaria de base (el mismo tipo de lesión no puede valorarse de
manera diferente para cada sujeto) y, de otro, debe ser suficientemente elástico y flexible para
adecuar la liquidación del caso concreto a la incidencia efectiva de la lesión sobre las actividades de
la vida cotidiana, por medio de las cuales se manifiesta concretamente la eficiencia sicofísica del
51

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

En consecuencia, se adopta el concepto de daño a la salud, como perjuicio


inmaterial diferente al moral que puede ser solicitado y decretado en los casos en
que el daño provenga de una lesión corporal, puesto que el mismo no está
encaminado al restablecimiento de la pérdida patrimonial, ni a la compensación
por la aflicción o el padecimiento que se genera con aquél, sino que está dirigido a
resarcir económicamente –como quiera que empíricamente es imposible– una
lesión o alteración a la unidad corporal de la persona, esto es, la afectación del
derecho a la salud del individuo.

Por lo tanto, cuando el daño tenga origen en una lesión corporal (daño
corporal), sólo se podrán reclamar y eventualmente reconocer los
siguientes tipos de perjuicios –siempre que estén acreditados en el proceso –:

i) los materiales de daño emergente y lucro cesante;

ii) y los inmateriales, correspondientes al moral y a la salud o fisiológico, el primero


tendiente a compensar la aflicción o padecimiento desencadenado por el daño,
mientras que el último encaminado a resarcir la pérdida o alteración anatómica o
funcional del derecho a la salud y a la integridad corporal 45.

Desde esa perspectiva, se insiste, el daño a la salud comprende toda la órbita


psicofísica del sujeto. En consecuencia, la tipología del perjuicio inmaterial se
puede sistematizar de la siguiente manera: i) perjuicio moral; ii) daño a la salud

sujeto perjudicado.” ROZO Sordini, Paolo “El daño biológico”, Ed. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, pág. 209 y 210.
45
“Se está en presencia de un nuevo sistema clasificatorio del daño que acepta la existencia de tres
modalidades del mismo: los patrimoniales, los morales y el biológico. Diferenciándose el biológico
en cuanto al moral en la medida en que el primero es la lesión en sí misma considerada, y otra
diferente, son los sufrimientos, el dolor y los afectos que de dicha lesión se pueden derivar, lo que
constituiría el efecto o daño moral; sin embargo, ambos hacen parte del daño no patrimonial, esto
es, no susceptible de contenido económico.” GIL Botero, Enrique “Daño Corporal – Daño Biológico
– Daño a la vida de relación”, pág. 10.
52

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

(perjuicio fisiológico o biológico); iii) cualquier otro bien, derecho o interés legítimo
constitucional, jurídicamente tutelado que no esté comprendido dentro del
concepto de “daño corporal o afectación a la integridad psicofísica” y que merezca
una valoración e indemnización a través de las tipologías tradicionales como el
daño a la vida de relación o la alteración grave a las condiciones de existencia o
mediante el reconocimiento individual o autónomo del daño (v.gr. el derecho al
buen nombre, al honor o a la honra; el derecho a tener una familia, entre otros),
siempre que esté acreditada en el proceso su concreción y sea preciso su
resarcimiento, de conformidad con los lineamientos que fije en su momento esta
Corporación.

Es decir, cuando el daño antijurídico radica en una afectación psicofísica de la


persona, el daño a la salud surge como categoría autónoma y, por lo tanto,
desplaza por completo denominaciones o tipos de perjuicios abiertos que han sido
empleados en otras latitudes, pero que, al igual que en esta ocasión, han cedido
paso al daño corporal como un avance jurídico que permite la reparación efectiva y
objetiva del perjuicio proveniente de la lesión al derecho constitucional y
fundamental a la salud.

Ahora bien, el hecho de sistematizar el daño a la salud (integridad corporal,


psicológica, sexual, estética), mientras se deja abierta la estructura de los demás
bienes o derechos jurídicos, garantiza un esquema coherente con los lineamientos
conceptuales, teóricos y prácticos del resarcimiento del daño, como quiera que no
se presta para generar una tipología paralela al daño a la salud que produzca los
mismos efectos perjudiciales que acarrearon las nociones abiertas e indefinidas del
daño a la vida de relación y de alteración a las condiciones de existencia.

En consecuencia, el daño moral satisface la indemnización de la órbita interna y


aflictiva del ser humano; el daño a la salud garantiza un resarcimiento más o
53

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

menos equitativo y objetivo en relación con los efectos que produce un daño que
afecta la integridad psicofísica de la persona; y, por último, será oportuno que se
analice la posibilidad por parte de esta Corporación –siempre que los supuestos de
cada caso lo permitan– de que se reparen los demás bienes, derechos o intereses
jurídicos de la víctima directa o de los perjudicados que logren acreditar
efectivamente que padecieron ese daño autónomo e independiente, sin que quede
cobijado por la tipología antes delimitada (v.gr. el derecho al buen nombre). La
aplicación de esta tipología del daño garantiza la reparación estática y dinámica del
perjuicio, esto es los efectos internos y externos, subjetivos y objetivos,
individuales y colectivos que la lesión antijurídica o injusta desencadena en el
sujeto y las personas que constituyen su entorno.

No obstante lo anterior, es preciso recalcar que en nuestro país no existe un


sistema abierto y asistemático del perjuicio inmaterial, puesto que estos esquemas
atentan contra el entendimiento del derecho de la responsabilidad, motivo por el
cual, será la jurisprudencia de esta Corporación la encargada de definir la
posibilidad de reconocer otras categorías o tipos de daños distintos al daño a la
salud, pero siempre que el caso concreto permita la discusión y se afronte la
misma a través de la búsqueda de una metodología coherente que contenga el
abanico resarcitorio a sus justas proporciones sin que se desdibuje el contenido y
alcance de la teoría del daño resarcible.

Esta es, precisamente, la importancia del daño a la salud, ya que como se ha


explicado permite reconducir a una misma categoría resarcitoria todas las
expresiones del ser humano relacionadas con la integridad psicofísica, como por
ejemplo las esferas cognoscitivas, psicológicas, sexuales, hedonísticas, etc., lo que
evita o impide que se dispersen estos conceptos en rubros indemnizatorios
autónomos.
54

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

Así las cosas, el daño a la salud posibilita su reparación considerado en sí mismo,


sin concentrarse de manera exclusiva y principal en las manifestaciones externas,
relacionales o sociales que desencadene, circunstancia por la cual este daño, se
itera, gana concreción y objetividad en donde las categorías abiertas la pierden y,
por lo tanto, permite garantizar los principios constitucionales de dignidad humana
y de igualdad material.

De conformidad con las anteriores precisiones, la Sala reconocerá por concepto de


daño a la salud la suma de 200 SMMLV, lo que garantiza el principio de la no
reformatio in pejus, pero insiste en que se trata de una suma única reconocida por
la afectación en la órbita psicofísica de Fabián Andrés Mejía Arias.

Y, si bien, en la sentencia de primera instancia en el encabezado denominado


“Perjuicios a la vida de relación” se dijo reconocer 250 SMMLV por ese concepto, lo
cierto es que al sumar los rubros que integraban el mismo, la operación
matemática arrojaba un resultado de 200 SMMLV, razón por la cual esta última
será la suma que habrá lugar a decretar bajo la categoría unívoca de “daño a la
salud”, máxime si, se insiste, en el recurso de apelación los demandantes no
controvirtieron, de ninguna manera, la decisión del a quo, sino que, por el
contrario, en ese memorial se solicitó la confirmación integral de la providencia
apelada, motivo por el que mal haría la Sala en aumentar el monto reconocido en
primera instancia, ya que no fue objeto de cuestionamiento por la parte actora.
En efecto, se transcriben una vez más ad literam los argumentos contenidos en el
escrito presentado por el apoderado judicial de los demandantes, en el que de
manera expresa se puntualizó: “La sentencia o fallo proferido en primera instancia,
debe ser confirmado H. Consejero y H. Sala de decisión, en su totalidad por las
siguientes razones…”
55

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

5. Costas

De conformidad con el artículo 171 del C.C.A., modificado por el artículo 55 de la


ley 446 de 1998, la Subsección se abstendrá de condenar en costas a los
recurrentes, por cuanto no se evidenció mala fe ni la conducta es constitutiva de
abuso del derecho.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República
de Colombia y por autoridad de la ley,

F A L L A:

Primero. Modifícase la sentencia apelada, esto es, la proferida el 3 de agosto de


2009, por el Tribunal Administrativo de Antioquia, la cual quedará así:

“Primero. Declárase responsable a la Nación – Ministerio de Defensa –


Ejército Nacional, de los perjuicios causados con motivo de las lesiones
padecidas por Fabián Andrés Mejía Arias.

“Segundo. Como consecuencia de la declaración anterior, condénase a la


Nación – Ministerio de Defensa – Ejército Nacional a pagar las siguientes
sumas de dinero, por concepto de perjuicios morales:

FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS 100 SMMLV


JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA 50 SMMLV
RUBÉN DARIO MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
JUAN DAVID MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
56

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José Darío Mejía Herrera y otros

DIANA YICET MEJÍA ARIAS 30 SMMLV

“Tercero. Por concepto de perjuicios materiales, condénase a la Nación –


Ministerio de Defensa – Ejército Nacional a pagar la suma de cieto
cincuenta y un millones ochocientos once mil novecientos sesenta y ocho
pesos ($151.811.968,oo) a favor de Fabián Andrés Mejía Arias.

“Cuarto. A título de daño a la salud o perjuicio fisiológico, condénase a la


Nación – Ministerio de Defensa – Ejército Nacional al pago de la suma de
200 SMMLV a favor de Fabián Andrés Mejía Arias.

“Quinto. Deniéganse las demás pretensiones de la demanda.

“Sexto. Sin costas.

Segundo. Dese cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 176 y 177 del Código
Contencioso Administrativo, para lo cual se expedirá copia de la sentencia de
segunda instancia, conforme al artículo 115 del Código de Procedimiento Civil.

Tercero. La Secretaría sólo expedirá copias auténticas de esta providencia cuando


los apoderados judiciales de las partes hayan devuelto las copias expedidas de la
sentencia que fue objeto de anulación previamente en este proceso.

Cuarto. Cumplido lo anterior, por Secretaría, remítase el expediente al tribunal


de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE


57

38.222
José Darío Mejía Herrera y otros

ENRIQUE GIL BOTERO


Presidente de la Sala

GLADYS AGUDELO ORDOÑEZ (E) HERNÁN ANDRADE RINCÓN

STELLA CONTO DÍAZ DEL CASTILLO MAURICIO FAJARDO GÓMEZ

RUTH STELLA CORREA PALACIO DANILO ROJAS BETANCOURTH

JAIME ORLANDO SANTOFIMIO GAMBOA OLGA VALLE DE DE LA HOZ

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