Palomeque Lopez - Derecho Del Trabajo e Ideologia
Palomeque Lopez - Derecho Del Trabajo e Ideologia
Palomeque Lopez - Derecho Del Trabajo e Ideologia
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tidad y el precio del bien objeto de cambio (tiempo de trabajo y pre-
1111w11U1 lo producción de bienes y servicios el elemento decisivo del cio del mismo o salario), sin más que atenerse benefrciosamente ul
p11ll.'e11<), La invenció~ de la «máquina de vapor» y la aplicación de libre encuentro de la oferti\ y la demanda de aquél. El empresrufo (X)·
"'' lunclnmento a mulatud de nuevas máquinas-herramientas había de día así libremente disponer de condiciones de trabajo a la baja (t iem-
, ""' lucir literalmente a una auténtica «revolucióp» de los procesos pos de trabajo prolongados y salarios reduci/fos), sabiendo que se-
1111tluctivo~ del momento (la industria textil, la minería del carbón, rían aceptadas por uno u otro individuo de una superpoblada oferta
1,, 1i1lerur¡¡1a, o los ~n~portes, scílaladamente), que en todos los ca- de trabajo. La igualdad fonnal de los contratantes de trabajo (traba-
'<15 no deJaron de rec1b1r en su configuración transformaciones cua- jadores y empresarios) se trocaba de hecho, a fin de cuentas, en el
ht111 i,•as (mecanización, división del trabajo, acortamiento de las ta- predominio de la voluntad omnímoda del empresario en la fijación
rcos, cambios en la formación profesional de los trabajadores con la de las condiciones contractuales, que no dudaría en ejercer sin repa-
1 upttridón de «especialistas» y «peones» que aportan al proceso mera
otenctón o esfuerw Hs,co frente a los anteriores «profesionales de
ros en pos de la max.imización de su beneficio. No en balde, el sis-
tema_,h~b~_sido edilicadQ_Qre_ci,sql]lente P3dl _ª1]1parái:-~isfo~ .9~-:.
r
1ollc lo~ de conocuruenros integrales, destrucción de empleo, ma-
~1ficac1ón, etc.). De este modo, se consuma el divorcio final entre el
po¡ta~11entos.
Las terribles consecuencias del maquinismo y de la exaltación
P!'ocluctor y su prO_Pied~d sobre los medios de producción, estable- !e!!l?Í!~sta SIC lo~ principios liberales habrían de conduc"íf,porlo de-
C)éndose una relación chrecta entre capitalista y asalruiados. La ma- más,. a negros _resultados: jornadas de trabajo agotadoras («de sol a
~1va tndustrtaltzac,ón cap1tal1sta habría de deparar, además, trascen- sol»), sa.larios de hrunbre (sin otro límite que la subsistencia física
dentales consecuencias sociales, conducentes después de algunas del trabajador que permitiera la reproducción de la fuerza de tra•
clécad~ de .desarr~Uo salvaJe de los nuevos comportamientos a la ex- bajo), condiciones laborales precarias y ambientes nocivos e insalu-
plotación sistemática de la clase trabajadora. bres; explornción cualificada del trabajo de la mujer y de los meno-
E.I proceso d~ sus~itu~ión del trabajo humano 112_r la máQuin~ y res (las llamadas «med ias fuerzas»). respecto de los que se
sus secuelas aneJas (tncremenco de los rendimientos, división del agravaban de modo especial la~ misérrimas condiciones generales;
trabaJo, concentraciones urbanas, _etc.) Q!iginaba verdaderamente un
excedente.de. ~ano. de obra erop1c10 para )§ e]!plotación. En tanto
desarrollo de procedimientos como el régime11.º1<!..1.1Y.ck, cons\§)tu~ !
!l!1 el pag~e_lq~bajos $1tlarj.9.~ n~Q!lCice§_cfütintas_¡!_'<!_c!fo~•.9s_n '¡
que lo~ ¡mnc1p1os hberales de la contratación vertidos en los Códi- val~ can¡eables por determinados productos únicamente en los es-
gos C1v1lcs no dcJa,ban .de proclamar ,la libertad e igualdad de las tablecimientos propiedad del empresario y en los que el nivel de pre-
partes ~n la d~terminac1ón del conterudo del contrato, un singular cios, muy superior al habitual del mercado, reducía al mínimo el po-
mec anismo ligado a las lcye~ del mercado se encargaba con-
traria1~1ent~ de vact_ar de cont_entdo aquellas formulaciones igualita-
r)as. Bn. efecto, el mtercamb10 de trabajo por salario estaba some-
ttdo, al igual que cualesquiera otras relaciones económicas, a la ley
der adquisitivo de los ya insuficientes salarios, sujetando en general
al trabajador a la fábrica. Se había llegado, en suma, a la explotación
sistemática del proletariado industrial, que veía realmente amena-
l
zado su propio mantenimiento histórico como grupo social diferen-
de.la ofertay la demanda de los bienes objeto de transacción (tra-
ba¡o y salano). ciado.
E_!!E~_gimlornJ;,~_,;stado y_~0.!1cfu:i.91l _de; las clases l[a!;>ajaqoNs
De ~n lado, la «oferta» de trabajo no dejaba de crecer como con- resultante de la industrialización capitalista;lo que eufemísticamente
~ecuen~1a_de _la destrucción de empleo derivada de la generalizada
tndustnaliza~1ón de la producción, al propio tiempo que masas de
llegó a denominarse en la época ~ stión socialL".!:~9.\!~1!.tm.llf~ f
cisam~!ll..e! ge_n11en _d_e _su prQ111a superaci~n, La respuesta inme-
cmdad~os libres en demanda de ocupación se hacinaban en las con- diata frente al alarmante estado de cosas habrá de llegar, ciertamente,
cent~ac1ones urbanas después de haber abandonado relaciones de a través de una doble vfa paralela que permite el alumbramiento de
servidumbre en el campo (lo que habría de llamarse «ejército de
mano de obra de reserva»): Por otra parte, la «demanda»-de trabajo dosaucül!.~1wesos .históricos,i11disP@~ªll~.§.p.QfJQ..gllm~ll/!G.
~Q!l_~e~el naciI.J.¡j~nt9Ael D.$~ho.®l.TrabajQ: uno, la organización
controlada por el empresario era cada vez más reducida por idénti- Y.J!l.2~ilizaCion i'_~Lm9.Le1.a1:L~Q9..l!1du~J.r.ü\l {movímiento o6r~!:Q) .!!
cas razones de sustitución de la máquina por el hombre, 'ya que pro-
cesos productivos para los que antes de la industrialización eran re- P!!J!.lr.gel3_«CQll~i!!nC¡¡\ 4~,C)~!i!!? q\.!\; :\f!!~l~__l!!1ª,~ ~.CiópJIJ~ auto- 1
tutela coleqjva..®...!lll!.propLo,~ traQill¡ldores frente a su injusta situa-
quendas decen?S de produccores, ahora eran atendidos tan sólo por ción; Y.EQ.S,JíLin~_rvencióp del Estado en...<~.lp.r~mu.aj(\!-ª.!f3·
un~ o vanas maquinas c?n muy escasa dotación de trabajadores a su •
cuidado. En consecuencia, dadas las características de ambas varia- :,;~L\Je UQ~__lg\§l~ l~~ P!'.º t~9ra g~L.!!:~b.í!fa..!1.§.!Lariaflo _(fegislación 1
l¡les,, el empresario podía actuar libremente al amparo (no casual- obrera).
mente, cloro es) de las leyes del mercado que determinaban la can-
C)
r
¡
llido origen a aquel término). El ludismo s upone en realidad una
forma de acción popular preindustrial, que no arraiga con firmeza en
el proletaJfado fabril, por cuanto se asienta sobre un error de diag-
nizaciones obreras entraron de lleno as1 en el ,1IDb1to prohib1t1vo de
leyes como la francesa Le Chapelier de !791 (el Edicto Turgot ha-
bía procedido en 1776 a abolir en Fra1\cia. codas las ~orporac1011es,
jurados y maestrías, proclamando el pnnc1p10 de la l1ber1ad de Lru
bajo) o las Combinatio11 Acrs inglesas de 17_99 y 1800. E! canlotcr
revolucionario de las sociedades de resistencia, amenaza c1er1:i p11rn
tas paredes maestras del orden burgués, provocaba al_instante e l r,·
s J. M.ª Jovex ZAMORA, Conciencia burguesa y c:nncitncia obrera en la España forzamiento de la prohibición, inc luso con la t,p1ficao1ó11 penal de lu
umtemporá11ea1 Ateneo, Madrid, 1952, p. (3. la noción de movimiento obceco ha actividad sindical.
sido definida por M. DAVID, Le.s ,rawiilleurs t t le st11J de leur hiJtoire, Cujas, París,
1%7, p. 94, como «la sede de instituciones en que se agrupan los trabajadores y
to<loa aquc!IIQS que optan por militar :i su lado, conscientes unos y otros de su
IC)1idlrid1d, y de 111 unidad que pum ello, ticmc orsanb.arse I fin de prccl,t;ar su1
~•tf'UVt" rn.nun,,t y ck. pflv..eguil' ~ rtafü.nck\ni,,
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l 11¡1,1 de wlerancia. El desarrollo del movimiento obrero iba mercantil a otra industrial den110 de! des~ollo capitalista, que _im-
1111 11 ¡11ml111i11runente e~ los_ distintos ordenamientos jurfdicos a pondnl a fin de cuentas la «generah~ac1on» de un nue~o c_onfhcto
'" u111,•11to de la proh1b1c16n penal acerca de la constitución social entre nuevos antagonistas h1stoncos, había _de ~x,gir 111defec-
11 li. 1111~, ~(on que subsistier~n importantes re(luctos de repre- úblernen1e la creación de un nuevo cuerpo norn¡¡it1vo_ u11egrador que
1 1 ' 1~ n~c16n ohrera y smd,cal y, sobre todo, una actitud de- cumpliese la misión de i,~poner al conflicto. m~ustnal un cauce de
l • 1••1 piute ,de _los poderes públicos en la interpretación y al- desenvolvimiento compatible con el rnru1tenmuento y el desai:rollo
,1 ·1 ¡,oclnc,omsmo de los trabajadores. del modo de producción capitalista y las paredes maestras de la so-
1 1.opa de reconocimiento jurídico. En todos los ordenamicn- ciedad burguesa. Tal habña de ser, singularmente, la labor que aco-
lM) 111111 tllsposición legislativa o una sentencia judicial que sao- mete el Estado con la puesta en marcha de la legislación obre~a., pri-
¡111 hile amente la legalidad fonnal y expresa de las organiza- mera y trascendental manifestac!ón histórica de la intervención de
111d1cales, abandonándose así la fase de mera tolerancia de los poderes públicos en las rela~1011~ en11e P';~ados. .
mi 111,11. Ln organización obr~ra no será ya, no sólo prohibida, ni Cuando los postulados del liberalismo polillc~ (doc"'."a del Es-
¡111 '• 111111>lomente lolerada, smo que gozará del reconocimiento tado policía, abstencionismo de los pooeres públicos, lmssc, Ja,re,
1'11 •Ir '•~n del Derecho. Es el caso, así pues, de la Ley de Asocia- etc.) gozaban de mayor fervor y predicamento, una ~ez a~cntados de
, 11111:ana (1864), de la Trade U11i<?n Act británica (187 J), de la la mano del triunfo histórico de la bttrguesía revoluc1onana, la s~1e-
1 1 loauccsa Waldeck-Rousseau ( 1884), o de las Leyes nor- dad capitalista iba a conocer, paradóJ1camente, un fenómeno de signo
1 .iuwrh ,111us Clay1on Acl (1914), Norris Laguardia Acl (1932) o contrario (contradicción histórica «aparente») cual es la i111erve11c1ó11
11,111,11•, J\1:1 (1935~, así como de la sentencia del Tribunal Supremo del Esrado en las relaciones de prod!occión7• Es el capí!ulo de las le-
,le> lu 1 NUldos 1}111~0s en el S~~ Case (1937), que significa la con- yes obreras o de fif/Jrica , que constnuyen una non:na11va erotectora
•~•••• 11111 const1ruc1onal del smd1calismo. La plenitud del reconocí- de las condiciones de vida y de traba¡o del. proletanado ~!adora r
"" rllu del s!ndicato J?O' parte del Estado se alcanza, finalmente, con por ello de la voluntad omnímoda del emp~sano en la fiJac1on d~ las
I• 1 on,1liuc1onalizac16~ de los derechos sindicales, dentro ya del coodiciones de venta de la fuerza de tn1ba¡o, ya que frente a la bber-
111111.kili, de «Estado social de Derecho». El sindicato se convierte en tad e igualdad de las partes de la relación laboral, formalmente prn-
111111 l11Nllt11ción esencial para los fines que constitucionalmente se claniada (l-Or la ley, la realidad diaria se encargaba de dem<_>strar el
1•n11M11r el Estado, revistiendo la libertad sindical la cobertura de de- predominio absoluto del capital y de la voluntad del empresano como
" • ho l un?~emal, que dispone de un cuadro refortado de tutela. La única fuente real del contenido del contrato de t.rnbajo.
ltbc.•11ml s1~dical, y el conjunto de derechos que integran su conte-
tmlu r1tnc1al, no es ya tan sólo un ins1rnmento básico de autotutela
,uu lu clnse ~ab~jad<_>ra. sioo al propio ciempo uno de los pilares de
r.~ r,arnctura mst1tuc1onal de los Estados democráticos de capita- 1 Las .cidea.'i básicas» que: sustentan hist6ricam~nte la legislación de l!abajo, y el
llfimn uvan~ad_o. A part~ de la Constitución alemana de Weimar Derech del Trabajo a la postte, pueden ser reduc1das a ll'es, cada una de las cuáles
l 1<>19), el smdicato y la libenad sindical recibirán sanción constitu- na ~ n un dogma fundmllental dél Uberalismo inicia] (A. MARTf~ V~yt:RDE:, «La
, 1011111 c11 los modernos textos fundamentales como la Constitución Íoc~ación del Derecho del Trabajo en EspañIDt, en AA. VV ,, La leg,slacio,a ~cx:1al tn
tu liistorla de Es¡x,ña. De la revoludón liberal a 193~, Congreso de los Diputados,
111111111n da 1947 (art. 39), la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (art Madrid, 1987. p. XXI): fren1c ,,t dogma libeml de la «o;uatdad de los con1ta~tes»,
•l 11, lu C<_>nstirución francesa de 1958 (preámbulo de la de 1946 de'. ta lc:gislación obrera se apoya en la 11idea, de la asimetna del contrato de serv1c1os a
J•Ju <'~ vigor), la _Co~stitución portuguesa de 1976 (arts. 56 y 57), causa de In desigualdad de J>Od.er econó~uco de patroM. y ob_reros»~ frent~ al dogma
u, 1•11 hn, la Constttuc16n espru1ola de 1978 (ans. 7 y 28. 1). del ..:abstencionismo normauvo de1 Estado•. la l~g1slac16n de ttabaJo ~upone
naturalmente «la intervención de éste para la prote«:160 del controtante ~éb1I en la
e lac·ón ind.ividual de 1rnbajo•: por il lumo. frente al dogm~ JJberat del
~ente~dimiento directo entre individuos en e~ mercado ~e tca~aJo». la ~ueva
1V, LA INTERVENCIÓN DEFENSIVA DEL BsTADO EN LA CUESTIÓN legislación acepta (sobre todo en etapas postenoces) «I~ dunens,~n. col~uva de
M)('IAL: DE LA LEGISLACIÓN OBRERA AL DERECHO DEL TRABAJO las relaciones laborales, adm.it-iendo con más o n:ie~ amphtud la p~c,pac1611 d~ las
asociaciones y coaliciones profe.c;ional_es en la fiJac1ón de las conch.c1ones de trabaJO».
En eneral, ta intervención nocmaova del E.c;1ado ha re.spondtd? a ~n esqu_cma
lll fon~amento histórico del Derecho del Trabajo, su razón de ser h· .1~ · dual (así G. GtuGNI, «Diriuo del lavoro (voce pcr un enc1clopcd1a)~.
rn1110 d1sc1plina independiente, no son otros verdaderamente, como Jlon~~'t; dl dirillc del lavoro ~ di relt1Vo,ri i11dustriali. 1979, núm. 1, pp. ,l ~-12): 1)
oo.tl liberal de intervención (Inglaterra), que corresponde a coochc1ones de
,~ s11bc, que l_os de servir al proceso de juridificación del conflicto
rnU1l el ~baJo asalanado y el capital, de su integración o instit1.1-
h!;:mon1a política de 1B burguesía !n~ustri~I; Y 2) un modelo au!Qrltarlo Y
patemalista de intervención (Alema~111 1mpenal). qu.e. lo hace, por su parte, ni
cutfü11i,.ac1ón por el Estado liberal burgués. El tránsito de una fase dominio en el poder de los grupos agr3TI0S y las: e.astas m1hcates.
12 13
•
Con arreglo a una cronología variable, en función principalmente te reses generales de 1~ ~urguesía en cuan10 tal. ~ediendo a tiempo
de su particular grado de dcsarroUo económico, los distintos Estados en lo n_ienos (las cond1c1ones de vida y de 1raba.JO del proletruiado)
inician durante el siglo XIX la escalada del intervencionismo en las se podm atender asf, de modo eficaz, a crn1servar lo m,ís, el propio
relaciones entre el capital y el trabajo, dando lugar así a lás prime- sistem(l de 1rabajo asalariado.
.ns leyes obreras. En Inglaterra se promulga la Health and Morals of , La legislación obrera responde prima facie, así pues, a una so/11-
Apprent,ces Act (1 802), para 1.a preservación de la salud y la mora- c1ó11 defensiva del Bstado burgués para, a través de una nonnativa
lidad de los aprendices en las fábricas de algodón y lana; la Althorp protectora de los trabajadores, proveer a la integración del conflicto
Act ( 1833), creadora de la inspección de fábricas; la Master and Ser- social en términos compatibles con la viabilidad del sistema esta-
van Act (1867); la Employers and Workmen Act ( 1875); la. en fin, blecido, asegurando de este modo la dominación de las relaciones de
Factory and Workshop Act ( 1878), que refunde más de veinte dis- producción capitalistas'º· No es por ello ninguna casualidad que las
posiciones sobre el trabajo. Proceso legislativo que habóa de seguir primeras leyes obreras versen precisamente sobre aquellos aspectos
por lo demás patrones sinúlares, bien que con variable retraso en el de la relación laboral en que se habían manifestado los resultados
t:iempo, en los demás países industrializados de Europa occidental y más visibles de la explotación de los trab¡tjaclores, abordando así la
Estados Unidos3• lim itación del trab¡tjo de las mujeccs y los menores, la reducción de
El conflic to planteado emre las exigencias del capitalismo los tiempos de trabajo, el establecimiento de mínimos salariales o
globalmente considerado, amenazado inequívocamente por la extre- en fin, 1.a preocupación por las condiciones de seguridad e higiene e,;
mada miseria y explotación soportada por la clase trabajadora como el trabaJo y la prevención de los riesgos profesionales. No resulta ex-
consecuencia de la industrialización capitalista y de los postulados ~año de .este modo qu.e un observador excepcional del proceso de ju-
del liberalismo doctrinario, germen por ello de la conciencia revolu- nd16cac1ón del conflicto entre el capital y el trabajo asalariado en
cionaria de las primeras organizaciones obreras, y los capitalista.r o Inglaterra pudiera considerar la legislación sobre el trabajo (pro-
empresarios indiyiduales, que persiguen una lógica dirigida a la ob- ducto necesario de la gran industria, «tan necesario como la hebra
tencrón del máximo beneficio económico, dificultado ciertamente de algodón, el self-acwr y el telégrafo eléctrico») «encaminada
por la mejora de las condiciones de trabajo y consiguiente incre- de.5de el primer momento a la explo~ción del obrero y enemiga de
!11ento _de los cos~es de producción que _la legislación sobre el trabajo él de.5de el pnmcr momento hasta el ult,mo» 11 . Se habían sentado las
1mponia9, se habia resuelto, como cab1a esperar, en favor de los in- base.5, a fin de cucn1as, para la transformación efectiva dentro del sis-
tema de los pos1ulados del Estado liberal (separación entre política
y economía, entre esfera privada y pública, etc.).
El tránsito de la legislación sobre el trabajo hacia la consolida-
* Vid. AA. VV. (co111.pilación de B. HHPPJ.E), la formación del Dtrecht1 del ción de un verdadero Derecho obre,v, corno conjunto cohe,-e,uc de
Trabajo tn E1,roptJ. Análi.sfa comparado de ltJ evolución de 11ueve países ha:i·1t1 el añp normas y principios sobre un núcleo unitario de imputación, será el
1945, u-ad. casi., MTSS, Madrid, 1994. re.5ultado a lo largo de los años sucesivos de la concurrencia de un
9 Una descamada desc(ipción del interés de c:apitaU.,ta i'ndlvidttal puede \'ers.e
t,itre Otros notables testimonio$ de la época, en P. DoRADO MOITTERO, Del problem~ buen número de factores: el propio desarrollo acelerado de la legis-
dbmo, lonprenw y Librería de F. NúñC't, Salamanea, 1901, pp. 17-19: •El patrono lación obrera en los distintos sistemas nacionales, el reforLanúento
hará cuanto pueda, ~ mo es naruraJ, por que tal ~st~ o de .cosas no varíe, y hasta por del intervencionismo orgánico de los Estados, la creación en 1919
a_gra"'!rlo t n lumejit:10 .myo: para ello alargara, s1 le deJan, la jornada de trabajo; de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el consiguiente
r~duc,rd al mínimum posible la retribución del obrero, haciéndola descender a Jo
absolutamente indispensable para que éste subsista y pueda seguir trabajando (ley de comienzo del proceso histórico de «internacionalización» de la le-
br'!nce, de Lasall.e) o, cuando ~ ucho, a lo absoluramcnte indispensable para
sa11sfacer las neces1,d~des más prcc1s~ que suponga el rjpo de vida {sumdard of fije)
del obrero.y su (anuha; empl~a!' el s1stema del truck con los intolerables abusos que
Ueva consigo; dirá que el trabaJOes una mercancfa, sujeta, como todas )as demás, a
la ley de la oferta y la demtmda~ pl'QCurartí por Jo mismo que haya rnuchos brazos asoc~a.c!ones obreras por ver en ellns un terrible enemigo; «in 1al de obtener grande.a
desoc.\Jpados, muchos .sanstravail (el éjértito de reserva de trabajadores, como decía rendunientos, no le importará <1ue el obrero se halle expuesto a sufrir Jn muerte,
Marx), para que, de ese modo, cumpliéndose aqueUa ley. los salarlos bajen m.ás Y. enfet'medades, nlutifadQnes, y tO<.la especie de acdderitl!J.' por falta de seguridad u
más, <:Osa que favorece grandemente la lárga jon:ada de trabajo y el empleo de l<lS salubridad en los locales donde presta su mano de obra. Y pa.ra codo esto el pJ1ronn
máqumas, pues e..\le empleo permice servirse de. mujeres y·de niftos en ve:t de invocará la libertad de conrraw.dón y tcodrá por coacción abusiva cuan'to tienda, o
hombres adultos, y con eUo, pagar meno.\, ya (}\Je el saJruio del niño y de la mujerson impedir_el ejercicio de e.al libertad.-. (cursivas en el original).
10 Vid., sobre la cuestión, A. J6.AMM1\UO, «Propositions poUJ· une comprt:M:ns-ioo
hoy mcoores que el. d_el hombre, aun tra!ándose de trabajos- iguales: acudirá, siempre
que:-encu~tre eond1c1ones fa\'ora~Je.s para ello, al que llaman en Inglaterra sweating matérialiste du droit du cravail-., Drolr Soda/, 1918, nllm. l l, pp. 337 ss,; en general,
syst(m (s1s~ma del sudor), tan bien representado entre nosotros en la ejecución de AA. VV., le droit capiralisre du trávait, Presses Univcrsitaires, Grenobl-e, 1980.
11
obras púbhcas por concrata; tratará de impedir la formación de coaliciones o K. MARX, lil Capital, cit., l. pp. 402 y 628.
14 1S
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iohw. 16n laboral, o, en fin, la elaboración dogmática (construcción juñclico-laboral comienza con certcw en Espai\n, tras varias décndns
,1rntll1cn o doctrinal) de la nueva disciplina, que pone «bajo la len- de preparación, con lu promulgación en 1873 de la primera ley
le ,lt< In observación cienlffica el nuevo tejido inslitucional que se ha- obrero. Y hacia 1923 se habr:! consolidado, por lo demás, un cuerpo
ht• ,ruido formando sobre codo en la segunda mitad del siglo XIX: uniiario de non11as laborales y de elaboración jurídica derivada, un
111, lt•yos obreras, los convenios o concratos colectivos, la huelga, el verdadero Derecho obrero superador del elenco normativo a~btemá-
, ••IIIJIO o la relación de trabajo» 12. De enlre las nuevas categorías tico de déc11das precedentes. Durante el medio siglo de his1ori:1 con-
1l<1J!1ntlticas explicativas, es sin duda el concepto de contra10 de tra- siderado se asiste inequívoc:1111ente ni proceso de cohesión ideoló-
1~1}<1 (y su regu lación jurídica separada del tipo contractual del :1rren- gica y política del Derecho del Trabajo espni\ol, a la solemne
1"1micnto de servicios) el soporte cienúfico del nuevo ordenamienco colocación de su base de sus1cntación histórica. Bl conocimiento sis-
jurldlco. temático de las palancas culluralcs de la legislación obrera española
Con el tiempo, la legislación obrera resistiría a la vez el embate del peñoclo analizmlo pemlitirú a la pos1rc, a la vista de los resuha-
tic In inobservancia pacronal y el rechazo de los seccores organizados dos que arroja la investigación llevada a cabo, verificar con funda-
1ná~ consciences del proletariado, para convcrcirse, con el asenca- mento la h1p61esis de partida: la legislación obrera, expresión ade-
micnco hiscórico del Estado social de Derecho, en un elemento bá- laniada del Derecho del Trabajo, responde históricamente a una
,lco pnra el bienestar de las cluscs .trabajadoras. La gnrnntía norma- $Olución defensiva de! Estado lil~ral 11am, IJ!edianJe la proJ!!_ulg:19j6n
tiva por el Estado democrático de los instrumentos colectivos de de nQmJa~ grQtcctora~ de lo~~ajadon:s, atender a •~- \nt~ra~ió!! e
nutotutela de los 1.rabajadores, a los que dota, constitucionalmente in- institucionalización del conflicto entre el tra6ajo asalanado :t ru11:.
c::lusive, de la cobertura de derechos subjetivos fundamentales (liber• pita! en ténninos compu1i~les con la ~&tabitidad (ÍCÍ sistÍ:OO!! l:QJM;.
1nd sindical, negociación colectiva o huelga), así como el ase- ~~1a.bleci~o.
guramJento legislativo de condiciones de vida y de trabajo cada vez
más favorables (jornadas, descansos, salarios, etc.), constituyen a la
postre verdaderas piezas maestras en la lucha obrera desde una pers- V. U !UNCIÓN SOCIAL Dlil DERECHO OW. TRABAJO
pectiva de clase. La nom1a estatal, comprometida ya democrática-
rnemc en la promoción de la igualdad y la libenad efectivas de los A) Funci611 social dumdera y pen11ane11cia del Derecho
individuos y los grupos sociales, no dejará de ser sentida, así pues, ele/ Trubajo
como plataforma garantizadora sobre la que se hace descansar la ac-
ción polícica y sindical de los trnbajadores en la defensa de sus ince- La intervención del Estado en las relaciones de producción, a tra-
reses. vé.~ de la promulgación de «normas protectoras• de las condiciones
El Derecho del.Ir.ibª~s. con J~na ca1egofiajle imposibl~ de vida y de trabajo del proletariado industrial y Limiladoras, por lo
~preliensión sin el cabaj s;1m irn~nt~~u pasado. Y ello en la me- tanto, de la hasrn ese momenco voluntad absoluca del empresario en \
6
dida en que en la delin1i1aci n de su dominio, de sus tendencias, de
su nombre incluso, conserva un aspecto original. Los modernos or-
la fijnción del con1c1tido del comrato de lntbajo, responde histórica-
mente, como se ha visto, a la necesidad s"c:ial de inte~rar y canali• , Í
denamiencos laborales de los países de capitalismo maduro ofrecen lli elJ1:Qnflic10 social• surgúlo emre los nuevos aocngruliW!LS!l-
una realidad institucional que, cuando más, cuenta con apenas ciento ciales. El nuevo cuerpo nom1ativo integrador habña de cumplir, así 1
cincuenta anos de historia y que, de modo sustancial y sin perjuicio pues, la 1rascenden1al misión de imponer al conflicto un cauce de de-
-claro es- de las profundas transformaciones experimentadas en senvolvimicnlo compatible con la pennanencia y desarrollo del modo
su seno, se encuentra perfilado desde sus oñgenes. En las primeros de producción capicalista y las paredes maesiras de la sociedad bur-
leyes obreras de la mitad del siglo XIX se percibe, ya con nitidez. el guesa. Esrn es la J11nci6n hisr6rica de la legislación del trabajo y, a
germen esencial de ese cuerpo unitario de oormo.s y principios que la postre, no sin imponan1es mutaciones instirucionales, del propio
con el tiempo habña de llegar a ser el Derecho del Trabajo. Derecho del Trabajo.
El Derecho del Trabajo español se provee ya de su ropaje ideo- De ser objeco de lu inobservancia patronal y del rechazo de los
lógico originario a lo largo del medio siglo de Jom1ación que tranS· seccores organizados más conscientes del proletariado, la legislación
curre en1re 1873 y 1923. De este modo, el presente del ordenamiento sobre el 1rabajo se iba a convenir, con el nsentamien10 histórico del
Estado social de derecho, en un elemento básico para el bienestar du
las clases trabajadoras. La garnntía normntiva por el Estado de lo,
instrumentos colectivos de au1otutela de los trabajadores. a los que
"O. GmoN1, •Dlrluo del lovoro (voce per un'enciclopedi•)>, cit., p. 12. se dota, constitucionalmente inclusive, de la cobertura de derecho•
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subjetivos fundamentales (libertad sindical, negociación co lectiva, ordenamiento jurídíco-lahoral no se debe, desde luego, al azar o al
huelga. etc.), así como el aseguramiento legislativo de condiciones capricho de legisladores, sino, al contrario, como se ha puesto de
de vida y de trabajo cada vez más desarroll adas Gamada, descansos. manifiesto hasta aquí, a la ejecución de una precisa y singular mi-
salarios, etc.), constituyen a la postre verdaderas piezas maes{J'as en .rión, cual es la instirucionalización o juridificacióu del conflicto en-
la lucha de los Lrabajadores. La norma estatal, comprometida ya tre el trabajo asalariado y la titularidad de la organización produc-
democráticamente en la pmmoción de la igualdad y la libertad efec- tiva. Por ello. l.i subsistencia de este conflicto, verdadero soporte del
tivas de los individuos y de los grnpos sociales, no dejará de ser sen- sistema productivo y de la cstn,ctura de clases o grupos sociales re-
tida, así pues, como platafomia garantizadora sobre la que se hace sultante. hahrá de llevar aparejada consecuentemente la propia del
descansar la acción política y sindical de los trabajadores en la de- sistema nom1ativo que atiende de modo directo a su integración ju-
fensa de sus intereses. rídica.
No es posible olvidar, con Lodo, e.l dam Lrascendental que explica E.~ verdad, por otra parte, que el Derecho del Trabajo no ha cum-
la razón de ser del Derecho del Trabajo como instrumento de me- plido su función histórica del mismo modo, cualesquicm que hayan
diación e institucionalización del conllicto entre trabajo asalariado y sido las circunsLancias soéiales envolventes, ni se ha rodeado siempre
capital que le reviste de un caráct,:r am/)ivalente o co11tradicrorio: no de idénticas soluciones nom1ativas o de esquemas instirucionnles in•
OIIO que el equilibrio estrucmral entre los intereses de sus protago- mutables. Ha conocido en su todavía corta historia, ciertamente, ver•
nistas (poderes contractuales del empresario/cstatmo tu telar de los siones políticas autoritarias y democráticas y ha desenvuelto su pro-
derechos del tiabajador). Al prooio tiernpg que instrumento protec- puesta nomiativa de la mano de la evolución capitalista y de In
to,· de las relaciones sociales capitalisL1s, C!!Y.:UtQnlinación legaliza reivindicación obrera y sindical. Es preciso distinguir por ello emre
y reproduce a través del comrato de !!Jl!2ª-ÍQ, &Q!eJech_o del Trnbajo la fimció11 objetiva y duradera del Derecho del Trabajo, ligada de
Limita ciertamente la explotación de la fuerza de trnba¡o y gar~ modo permanente al conflicto social ele base (y éste al sistema de pro-
im rtantes medios ele lucha a los trnl~adore,a. Es. así también, el ducción), y su co11te11ido i11tit11cio11al, que se subordina naturalmente
resu o tanco de la acción de los traoa':Ídores de sus organiza- a las contingencias históricas y políticas, interpretando así varia-
ciones contra el orden capitalista (,fk.!ec!J2so11q11istculo}. como del blen1ente el equilibrio estmctural que lo sustenta.
f combate del empresariado y del poder político c_ontra la acción
de los trabajadores (derecho co11cedido, funcional a las relaciones de
producción capitalistas). B) f.As rran.iformacio11es del Dered,r, del Trabajo y el debate
Por todo ello, no cabe duda de que la.fi111ci(5i1 social que ha otor- polüico sobre su de1e1111inación
gado en su momento carta de naturaleza al Derecho del Trabajo si-
gue siendo cua/itativame/lte la misma en la actualidad (la i111egra- A lo largo de su recorrido histórico e□ los distintos ordenamien-
ció11 del conflicto estructural del sistema de producción basado en la tos, ni siquiera bicentenario en la experiencia más antigua, el Dere-
prestación generalizada de trabajo asalariado). Sin perjuicio. claro cho del Trabajo ha conocido naturalmente expresiones políticas di-
es, de las importantes transfonnaciones que se han producido en el ferentes, al propio tiempo que los sistemas no,mativos nacionales de
entramado institucional del ordenamiento juridico laboral desde sus que se ha servido no han dejado de experimentar, contiauadamcntc.
origenes, así como en sus soluciones normativas singulares, al hilo transformaciones institucionales profundas. De este modo, el ocde-
y como consecuencia de las modificaciones e~perimentadas por el namiento juridico-laboral ha cumplido en todos los casos una fun-
sistema capitalista en su desarrollo histórico y, derivadarnente, por la ción unitaria, cual es hl de servir a la integración del conflicto socinl
estructura y los contenidos Lradiciooales del propio conflicco indus- surgido del proceso de producción propio del capitalismo industrial,
trial sobre el que el Derecho del Trabajo ejerce su virtualidad in- en tanto yuc ha tenido que acomodar el modo de realizar la mismu
tegradora. a las cambiantes exigencias de la evolución del sistema productivo y
A pesar de los riesgos que entraña lógicamente la reflexión teó- de las relaciones sociales resultantes en cada momento.
rica sobre cuestiones venideras, parece fundado encender con. segu- Deben quedar recapituladas, así pues, algunas consideraciont•,
ridad que el Derecho del Trabajo habrá de subsistir comó cuerpo de carácter general ya avanzadas: l) la [jmción íme8.!JJ.4íu:E. (juridí
normativo, dotado eso sí de una u otra configuración institucional o ficación, institucionalizac ión) del conflicto estructural instalado
.. - -- en
incluso denontinación, en tanto el conflicto estructural que se halla E' relación de ~raba jo as!\ta_ija9.9_e$ la razón de ser h1:-r~
stonca o ~aust,
instalado en la esencia del sistema productivo y de las relaciones ju- eficiente del Derecho del Trnbajo, al propio tiempo que la jusuficn
ridicas (laborales) que hacen posible su funcionamiento siga requi- ción de su manteninüento o permanencia; 2) esta función esem:htl
riendo la fi111ci611 i11tegrMorc1 del Derecho. La presencia histórica del ~sa ~<?2.~~n delicado equilibrio entre la libe1tad d!; '=!nP!esa y el
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