Mi Querida Bruja-Ebook - 081931

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REY CRUZ

MI QUERIDA
BRUJA
©Rey Cruz, 2022.

Diseño de cubierta y diagramación: Rey Cruz


Ilustración de la portada: ‘El aquelarre’ de Francisco de Goya
(1797-78), fotografía extraída de Wikipedia.1

Edición especial: 30 de abril de 2023.

Derechos exclusivos del autor. Prohibida su venta digital.


Está permitida la reproducción digital total o parcial de esta
obra, siempre y cuando se reconozca al autor.

1
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:GOYA_
_El_aquelarre_(Museo_L%C3%A1zaro_Galdiano,_Madrid,
_1797-98).jpg
MI QUERIDA BRUJA, es una colección de
once cuentos de terror, escritos con un fervoroso
afecto por sus dos sobrinas como lo demuestra los
‘Ocho cuentos de terror’, narrados en una larga
noche. Estas son historias protagonizadas por
personajes conocidos de la tradición oral
colombiana como los son la Patasola o la Muelona,
escritos en diferentes años y con distintas técnicas
narrativas, con elementos y personajes en común,
testimonios de la evolución literaria del autor, de su
obsesión por las tradiciones.
ÍNDICE

PRÓLOGO ................................................. 6

OCHO CUENTOS DE TERROR ................ 8


1.............................................................. 11
2.............................................................. 19
3.............................................................. 21
4.............................................................. 22
5.............................................................. 25
6.............................................................. 27
7.............................................................. 30
8.............................................................. 35
MI COMPAÑERO EL DUENDE ............. 54
MI QUERIDA BRUJA .............................. 79
LA MALDICIÓN HEREDADA ............... 91

BIOGRAFIA DEL AUTOR .................... 98


PRÓLOGO

La unidad de este cuentario no solo radica en que sus


piezas son de terror, sino que en ellas participan
personajes en común, ya que fueron creadas para
que conformasen una obra más grande, titulada ‘Los
cuentos del tío Ale’, cuentos escritos para mis
sobrinas Luciana y María José. Dado a que los
temas de las narraciones eran dispares, hicieron
imposibles una unidad, lo que me llevó a agruparlos
y dividirlos en libros autónomos.
Bajo el primer título reuní ocho cuentos
narrados a mis sobrinas en una sola noche. Para su
elaboración tomé algunas manidas leyendas
colombianas, junto a anécdotas familiares e
históricas. Por ella discurren la Patasola, la mula de
tres patas, el Guando y la Muelona, la vampiresa
colombiana. Estas están enmarcadas en la historia de
Colombia, siendo esto más evidente en los cuentos
cuatro y cinco.
‘Mi compañero el duende’ es la historia de
un amor frustrado por un duende llamado Graham,
quien lo logra utilizando sus poderes sobrenaturales.
Los dos protagonistas, Liliana Andrade y mi yo
REY CRUZ

ficticio, el mismo que protagoniza varios de estos


cuentos, nos dan sus versiones de la misma historia.
‘Mi querida bruja’, la décima narración de
este libro es la historia de un noviazgo que se torna
en una verdadera pesadilla tras él protagonista
descubrir el rostro más sombrío de su amada bruja.
La última historia trata de una antiquísima
maldición que fue heredada de generación en
generación, siendo la única forma de contrarrestarla
adaptándose y acostumbrándose a esta.

Santiago de Cali, 18 noviembre del 2022

7
OCHO CUENTOS DE
TERROR
Súbitamente la noche se descompuso en un
aguacero de desmadre en la que, los relámpagos nos
hacían saltar del susto. A pesar de los lamentos de
mi abuela, de sus plegarias a Dios para que calmara
su bravura, de sus súplicas para que apagáramos las
luces y desconectáramos todos los
electrodomésticos, temerosa de la caída de un rayo,
no le prestamos atención hasta que pasó lo que tanto
ella temía. Primero fue un fogonazo que relumbró en
la sala donde nos encontrábamos y nos segó por
unos segundos, luego vino el sonido de la explosión
que nos aturdió e hizo cimbrar hasta sus cimientos la
casa de mi abuelita en la montaña y la luz se fue.
Quedamos desorientados, alumbrados por la luz de
las pantallas de nuestros celulares a los que la señal
se les había ido, como si estuvieran en una zona sin
cobertura.
Cuando salimos de aquel estado,
escuchamos a la abuela con voz de triunfo decir:
<<Se los dije>>. Mis sobrinas asustadas gritaron,
buscaron a sus madres y se abrazaron a ellas.
Después hablamos sobre lo ocurrido.
Los minutos pasaron, evidenciamos que la
tormenta no amainaría pronto, que dado a la
distancia en que nos encontrábamos de la ciudad, la
empresa encargada del servicio de luz eléctrica no
iría y la del internet igual, que lo mejor era retirarnos
a nuestras respectivas habitaciones. Entonces
recordé que, en noches como esa, afloran las
MI QUERIDA BRUJA

historias de terror. Les propuse a mis sobrinas


contarles algunas. Ellas aceptaron y los demas,
guardaron silencio para oírlas2.

2Este preámbulo fue escrito en Santiago de Cali, el 29 de


abril de 2023 para su edición definitiva.

10
1
Niñas, esta historia la escuché en mi infancia, era
tan famosa que versiones no le faltaron, a pesar de la
febril imaginación de sus narradores, tenían en
común los personajes, el móvil del protagonista, el
escenario, la existencia de un pato con una sola pata
y el desenlace del protagonista y el ave. Advierto
que esta no es la transcripción de alguna de esas
versiones, ya que desde que las oí, hace más de una
década, no volví a escucharlas, ni he ahondado en
sus verosimilitudes. Tampoco creo que sea la sumas
de estas, ya que el olvido es prodigioso y aún más la
ficción que, termina por rellenar los vacíos que
genera el otro. Esta es una ficción que se basa sobre
los elementos comunes.

*
Cuando el puntero móvil en el que apoyaba sus
dedos índices paró en la silaba “sí”, tras deslizarse
sobre las letras pintadas en el tablero de madera, las
llamas de las velas danzaron, un relámpago solitario
disipó en milésimas la oscuridad de la bóveda
celeste, rasgó el silencio de la noche e hizo trepidar
hasta los cimientos de la casa de la finca. Escuchó
un lamento femenino. Fabián sintió de pronto como
el ámbito del desván se tornó sobrecogedor, como
MI QUERIDA BRUJA

un hedor a mortecina lo invadió y en un extremo de


la habitación, vio aparecer una silueta de mujer con
una sola pierna, pequeña y frágil, de cabellera
extensa; solo se veía de su rostro dos luces rojas a la
altura de los ojos. El miedo se adueñó de él, se
paralizó. La silueta se le fue acercando, al irse
aproximando a la luz, fue dejando entrever una
atractiva mujer que no tenía nada que ver con la
sombra. Esta era alta, de tez canela, brazos y piernas
torneadas, caderas anchas, senos voluptuosos, cuello
y rostro delgado, facciones finas, ojos grandes,
verdes, cabellera larga, ondulada. El pavor se
extinguió y fue sustituido por una fascinación
irresistible. La mujer continuó acercándose. Pasó
por su lado. Siguió de largo. Fabián se incorporó, fue
tras ella, hipnotizado con el movimiento de su
trasero parado. Descendió la escalera, la amplia sala
de la casa, salió de esta, prosiguió, perdiéndose en el
bosque adyacente a la finca.
Raimundo al escuchar y sentir en las
entrañas el relámpago, seguido por graznidos, pensó
que era Patasola, su ganso que vivía en el pequeño
lago de la finca, el cual hacía dos meses había
desaparecido y ya lo daba por muerto. Abandonó la
cocina donde fritaba unas costillitas ahumadas, la
cena de esa noche para su sobrino Fabián y para él,
con quien no tenía una grata relación desde que en
su reciente adolescencia, al adoptar la afición por las
mujeres y la homofobia de su padre Gerardo, un
sargento primero del grupo antiguerrilla, graduado

12
REY CRUZ

con honores del curso de lanceros, condecorado por


los altos mandos del Ejército Nacional por sus
heroicas participaciones en diversas operaciones
contra la guerrilla de las FARC-EP3, lo empezó a
juzgar por su orientación sexual.
La noticia de la desaparición de su cuñado
en una operación fallida contra el jefe militar de las
FARC-EP, Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge
Briceño Suárez, el ‘Mono Jojoy’, no lo sorprendió,
pues en la guerra fratricida del Estado colombiano
contra los grupos insurgentes, era un riesgo más de
la carrera militar. Lo que sí lo hizo, fue la noticia que
recibió a las semanas de la anterior. Andrea, su
hermana menor, lo llamó a su celular para advertirle
que como en otras ocasiones, su hijo, iría para allá.
Esa intromisión a su vida de ermitaño por parte de
su familia y sus invitados debe soportarla, ya que esa
finca es un patrimonio familiar que ha pasado de
generaciones desde hace más de dos siglos. Cómo
era él, el único de esa estirpe con vocación
contemplativa, lo dejan vivir en ella, le mandan
dineros para que la mantenga en buen estado,
siempre y cuando los reciba y atienda. Tuvo un mal
presentimiento. Enseguida pensó que tal vez el
móvil de ese viaje era el de reencontrarse, superar el
dolor por la perdida, que podría ser un nuevo

3
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército
del Pueblo, grupo guerrillero de filiación comunista.

13
MI QUERIDA BRUJA

comienzo para la relación de ambos. No se equivocó


en el mal presentimiento, pero si en el resto.
A Raimundo lo incomodó el aire desvalido,
la total falta de comunicación de Fabián. Fue tanta
la incomodidad, que llamó a su hermana preocupado
por la posible depresión de Fabián, esta le dijo que
solo podía con la suya.
Al llegar a la finca, Fabián no lo saludó, ni
lo determinó, pasó derecho al desván donde siempre
pasaba sus días en esa finca. Arrojó al piso de
madera la maleta, se tiró a la cama sin siquiera
quitarse el saco deportivo negro o las botas y durmió
hasta la noche.
A los pocos minutos de que llegara Fabián,
Raimundo fue hasta el desván, tocó a la puerta, le
preguntó si deseaba algo, pero al no escuchar
respuesta, se fue. A la hora del almuerzo, hizo lo
mismo y nada.
Fabián despertó de noche, se sintió
enguayabado sin haber tomado una sola gota de
licor, sacó su celular Nokia 1100 del bolsillo del
jean, vio la hora, siete de la noche, lo arrojó al suelo,
se incorporó de golpe, dio unos pasos, recogió la
maleta, sacó de esta una tabla güija, el puntero de
esta, unas velas y una cajetilla de fósforos, todo lo
acomodó en el piso. Se sentó alrededor de la güija,
encendió las velas con los fósforos, tiró la cajetilla
sin importarle donde quedaba. Tras lo cual, dijo
algunas frases rituales, seguido de la invocación a la
Patasola, alma errante, que vaga por las selvas en

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REY CRUZ

que su padre desapareció, vengándose de los


hombres bebedores, mujeriegos y maltratadores, a
los que se les presenta como una atractiva e
insinuante mujer según los gustos del varón que la
ve. Estos hechizados por su belleza, con el deseo
irresistible de poseerla, la persiguen sin poderla
atrapar. Ella los va guiando a las profundidades de
la manigua. En un punto, desaparece y el hechizo se
esfuma. Es cuando las víctimas sucumben al miedo
y la desesperación al verse perdidos en la maleza, al
tomar conciencia del estado fantasmagórico de la
supuesta doncella que perseguían. Es ahí cuando
juega con ellos, asustándolos aún más. Emite
quejidos altisonantes, cada vez más lastimeros, de
distintas direcciones, haciendo creer que está en
todos lados. Luego súbitamente calla, de pronto, de
un lugar inesperado reaparece con su verdadera
identidad, pequeña, delgada, con un solo seno en el
centro del pecho y tan solo una pierna terminada en
pesuña volteada hacia atrás; su rostro es alargado,
con los pómulos pronunciados, sus ojos son
saltones, rojos y de su boca sobresale los colmillos
superiores; tiene la cabellera larga y enmarañada, va
desnuda mostrando su sexo informe. Las victimas
quedan petrificadas ante tal adefesio, lo que
aprovecha para morderlos, succionarles la sangre y
comerlos a dentelladas. Fabián la invocó con la idea
de que ella le ayudara a encontrar a su padre.
Raimundo emocionado por los graznidos,
se asomó por el ventanal de la casa que da a la laguna

15
MI QUERIDA BRUJA

y su sorpresa fue monumental al confirmar que si era


Patasola, que volaba hacía la casa. Cuando no lo vio
más, escuchó el ruido de vidrio al romperse e intuyó
que era de la ventana del desván. Decidió no correr
de la emoción a su encuentro, sino esperar la
reacción de Fabián. Guardó silencio, miró hacia
arriba. Minutos ulteriores escuchó pasos en el
desván, los siguió con la mirada. Oyó la puerta del
desván abrirse, que descendían la escalera. En
segundos observó con el corazón en las manos a
Patasola atravesar la sala. Esta vez de la emoción no
supo cómo reaccionar. Creía que el regreso del
ganso era increíble, pero lo insólito estaba por
producirse. La puerta principal de la casa, la cual
está en la sala se abrió sola, el ganso la atravesó y su
sobrino lo siguió. Fue en ese instante, que
comprendió que no podía ser su Patasola e intentó
parar a Fabián, pero en el umbral de la puerta, una
fuerza inexplicable no le permitió moverse, quiso
gritar, pero su boca no se abrió y la voz tampoco se
produjo, quedó petrificado. Sucumbió al terror.
Fabián sigue a aquella doncella que su tío
ve como su ganso, con la sola idea de poseerla, sin
darse cuenta de nada más, sin sospechar lo que le
deparaba. Pues el odio y el deseo de venganza con el
que murió la mujer que tras la muerte se transformó
en ese monstruo, la hizo abandonar la simple idea
del descanso eterno, para continuar su existencia tras
la muerte, destruyendo a todos los varones
despiadados.

16
REY CRUZ

Cuando ella vivía, era una mujer más del


montón, hasta que un día tuvo los bríos para hacer lo
mismo que su rudo marido hacía con las meretrices
a las que acudía tras vender cada cosecha. A
diferencia de él, lo hizo con uno de los más
potentados terratenientes del Tolima Grande. A
despecho de ella, este, queriendo demostrar su
virilidad, en la cantina del pueblo donde todos los
hombres se encontraban, les espetó a grandes voces
al marido de ella, que su mujer lo hacía muy rico,
pero no tanto como la madame del chochal. Nadie
secundó al terrateniente en la burla, sino que se
compadecieron con el burlado, porque su esposa le
hizo tremenda afrenta. Este, mientras tomaba una y
otra copa de aguardiente, solo pensaba como se
vengaría contra su esposa.
Llegó de noche a la casa, sacó a rastras a la
adormilada esposa hasta el campo, ante los gritos de
ella demandando una respuesta por ese
comportamiento, le contó lo que le pasó en la
cantina, mientras le propinaba patadas. No le dio
tiempo a que le respondiera o siquiera le revirara, era
tanto el dolor que solo lograba mugir, gritar, pero no
llorar. El marido segado por la venganza desenvainó
el machete que siempre llevaba al cinto, lo blandió
como una espada y le propinó una, dos…, hasta que
logró amputarle una pierna. Ella perdió el
conocimiento. El esposo la cargó, manchándose de
esa sangre que salía a chorros y la arrojó sobre un
montón de matas secas de maíz, vestigios de la

17
MI QUERIDA BRUJA

reciente cosecha. Regresó dando tumbos a la casa,


sacó con la punta del machete un tizón encendido del
fogón, lo tiró al montón, lo avivó hasta que lo
encendió. La esposa antes de morir por un shock
hipovolémico y que su cuerpo fuera calcinado,
volvió en sí, tomó conciencia de su estado, de lo que
ocurría y sintió rabia y mucho odio por su marido,
por el ocasional amante, por todos los hombres que
se comportan como ellos. Fue en ese instante que
renunció a la paz eterna, para llevar a cabo su
venganza tras su muerte. Tardó pocos días en
comenzarla con su marido y seguirla con el
terrateniente.
Cuando Raimundo logró moverse, escuchó
de lo más profundo del bosque graznidos, lo que
para Fabián era lamentos femeninos. Raimundo se
sobrepuso al terror, corrió en dirección de donde oía
los graznidos, pensando que así encontraría a su
sobrino. Al sentirse cerca del origen, dejó de percibir
los graznidos. Desesperado llamó a Fabián, una y
otra vez, pero el eco de su voz fue la única respuesta.
Él nunca supo que ese ganso similar al suyo era la
verdadera Patasola que, al no ir por él, se presentó
de esa manera.
A Fabián nunca lo encontraron y menos a
Patasola. Andrea, tras este nuevo golpe sucumbió a
la depresión y terminó por ahorcarse. Raimundo
continúa con su vida de ermitaño en la finca,
deseando volver a ver a su amado ganso.

18
REY CRUZ

2
A la memoria de José Dolores
Méndez Soscue, el protagonista
de esta historia.
No recuerdo de qué conversábamos, menos el
motivo que nos llevó a hablar de fantasmas y de
apariciones, ni en qué momento empezó a
rememorar su encuentro con la legendaria ‘mula de
tres patas’. Lo que si recuerdo es que mientras lo
relataba recordé lo que los antioqueños cuentan
sobre ella. Según ellos, esta era una mula azabache
que acarreaba un cargamento de oro y esmeraldas
que, perdió la carga al pisar en falso en una de las
tantas curvas del estrecho camino real por donde
transitaba. Su dueño perdió la cordura, lo cegó la
rabia, agarró con un brazo la riata de la inocente
mulita y con el otro la arremetió a machetazos. Los
relinchos de dolor y los movimientos agónicos lo
encolerizaban cada vez más. La mula ya exánime de
su batalla por la vida, doblegada por el dolor, no
opuso resistencia. El arriero continuó hasta que le
amputó una de sus patas y la arrojó al abismo. A
pesar de que la rabia le pasó, perdió la paz. Desde
entonces, en las noches se ve a la mula vagar
desbocada por las callejas de los pueblitos más
antiguos del país.
Muchos creen que no es cierta esta historia,
que son habladurías de gente crédula; otros que es

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MI QUERIDA BRUJA

en realidad un demonio que le gustaba asustar a las


personas de esos tiempos en que se creía ciegamente
en Dios.
Su tátara abuelo, mi bisabuelo, un
adolescente en esa época, cuando Popayán aún era
unas cuantas cuadras más allá de su centro histórico
y en las noches sus callejas eran mal iluminadas por
unos farolitos. Él, al sentirse ebrio, salió de la
taberna donde tomaba, miró hacia el cielo despejado
y forrado de estrellas, a la luna y dedujo por su
posición que era la media noche. Dando tumbos
caminó rumbo a su casa por las calles empedradas
de ‘la Zona de Tolerancia’, el sitio donde quedaban
los establecimientos de esa índole. De repente, en
lontananza, escuchó el sonido de cascos chocar con
las piedras de la calle, acercase a él. Paró, aguzó su
mirada. La vio borrosa por la velocidad que llevaba,
sus cascos echaban chispas al golpear el empedrado.
En un par de parpadeos la mula estaba al frente de
él, a centímetros de su cara. Del susto cayó al suelo
sentado. La mula acercó su hocico al rostro de
nuestro antepasado, resopló y de sus orificios
nasales emanaron humo, el cual lo hizo toser.
Temblando de miedo, se quedó fijo mirándola a sus
ojos rojos como dos bolas de fuego. El sobrenatural
animal le dio un rodeo y siguió con su camino. Le
impactó ver que le hacía falta una de las patas
traseras.
Lo más extraño sucedió más de medio siglo
después, cuando encontraron el cadáver del tátara

20
REY CRUZ

abuelo en el baño que quedaba afuera de la casa


campestre en la que vivía. En la tierra circundante al
baño, encontraron huellas de cascos.

3
La mayoría de los que se han encontrado con el
Guando, dicen que antes de su aparición se escucha
murmullos, como la de un gentío orante, luego
aparece como una multitud de siluetas humanoides,
aunque no ven féretro alguno. Los que sí, llegan a
describir a un conjunto de cuatro personas cargando
en hombros una barbacoa. Lo cierto es que desde
hace siglos son muchos los que han testificado haber
tenido una experiencia con él. Hay investigadores
que afirman que este es un mito creado por la Iglesia
Católica en ‘la época virreinal’ de América,
buscando aleccionar a sus creyentes sobre la caridad
con los difuntos. Según la tradición, este espanto se
debe a un tacaño malgeniado que nunca colaboró
con los ritos fúnebres, así que, al morir y no tener
quien viera por él, algunos vecinos de buen corazón
improvisaron un guando con algunas guaduas y
bejucos. Cuando atravesaban un puente sobre un
caudaloso río, se volvió tan pesado que lo arrojaron
a las aguas donde se perdió. Entonces, el tacaño y
quienes lo votaron fueron condenados a seguir
vagando por la tierra, en esa interminable marcha

21
MI QUERIDA BRUJA

fúnebre. Si aceptamos esto Majo y Luci, aquellos


familiares, ignaros de todo lo que les he contado,
quienes testimonian haberlo visto, caminando
rumbo a algún río cercano, dicen la verdad.

4
Ya no recuerdo quien fue el primero en narrarme
la historia, pero sí que la última persona en hacerlo
fue mi profesora de sistemas y directora de grupo en
el grado octavo, Magaly. Por ella supe que el padre
de la niña que murió en la casa *** y fue enterrada
por este en la misma, había muerto de cáncer de
próstata en una cárcel de mínima seguridad de los
Estados Unidos, donde purgaba una condena de
varias cadenas perpetuas, por distintos delitos como
conspiración para tráfico de cocaína de más de cien
toneladas.
La casa quedó abandonada en una
madrugada del año dos mil, en la que fue capturado
el padre de la niña por agentes de la policía; la madre
de esta había dejado al narco días previos. Aquel
hombre al perder a su hija también perdió toda
noción de humanidad, convirtiéndose en un
monstruo sediento de sangre, sed que solo los
gringos lograron conjurar con la frialdad de su
sistema carcelario; desde entonces, la casa se fue
deteriorando. Durante años en mi infancia, con el

22
REY CRUZ

grupillo de amigos del barrio, nos retábamos a ir a


esa casa y asomarnos por las ventanas con la
intensión de ver el fantasma de la niña, quien había
perecido a los nueve años, ahogada en la piscina y
según los vecinos, en ciertos días, sobre todo en las
noches, se asomaba por alguna de las ventanas de los
dos pisos e incluso se escuchaba reírse o jugar con
una pelota.
La casa se vendió hace algunos años, fue
remodelada y arrendada por una joven empresaria
que la utiliza como cede central de su empresa de
vestidos femeninos. Ya nadie ve a la niña, ni
escuchan sus risas o el revote de una pelota. Meses
ulteriores a que la cede comenzara a funcionar, entré
con mamá por asuntos de negocios. Seguimos a la
curvilínea empresaria por el largo pasillo que
atraviesa casi toda la edificación hasta su oficina que
estaba en la habitación del fondo de esta. Recordé el
último reto de mi grupillo de amigos, entrar a la casa,
ir hasta el árbol que el despechado y adolorido
narcotraficante sembró en la piscina en la que se
ahogó su hija. —Algunos otros afirman como si lo
hubieran presenciado, que después de mandar a sus
sicarios vaciar la piscina, depositó el cadáver de su
niña y los objetos personales más queridos por ella,
excepto la pelota rosada, el juguete preferido, luego
dio la orden para que la sepultaran vaciándole bultos
de tierra de la mejor calidad. En el centro, sembró la
semilla de un mango, el fruto favorito de su hija—.
Germán, el más avezado de todos, con una navaja,

23
MI QUERIDA BRUJA

algunos alambres y una tarjeta de crédito abrió la


puerta de la casa, entramos. Estaba vacía, en
semipenumbra, las paredes desconchadas, la maleza
crecía en medio del embaldosado, multitudes de
arañas y cucarachas, ratones y un murciélago eran
sus moradores. De los ocho, solo dos seguimos
adelante. Caminábamos muy despacio por ese
pasillo completamente asustados, hablando en voz
baja de las posibilidades de que nos asustaran, el
primer patio, otros cuartos, en el segundo patio a
cielo abierto, encontramos en medio de la maleza,
un enorme mango florecido.
—Marica, está bueno para venir a cosechar.
—Dijo Germán. Reímos.
De pronto escuchamos el rebote de una
pelota de tras de nosotros, el corazón lo sentí en la
garganta, un bajonazo. Nos vimos, Germán estaba
pálido, vi mi reflejo en sus ojos, también lo estaba.
Lentamente volteamos, vimos una pelota rosada, en
ese instante, los que no nos acompañaron gritaron.
Germán, sin esperar mi reacción apretó a correr. Una
ráfaga de viento meció el mango, sentí una mirada a
mi espalda, volví a voltearme, en la rama más baja
del árbol, estaba sentada una hermosa niña con un
vestidito azul, el pelo recogido en dos trenzas,
atreves de ella se veía el follaje y partes de la pared
del fondo.
—Vienes a jugar conmigo. —Dijo, casi en
un susurro.

24
REY CRUZ

—Lo siento, pero no. Ya me voy. —Atiné a


decir y me fui.
Al llegar al segundo patio me impresionó
que la estructura de la casa no hubiera sufrido
modificaciones, que el mango siguiera de pie, ahora
rodeado de pequeñas plantas florecidas. Me
pregunté si la nueva dueña ignoraba el origen de ese
árbol. Forcé mi mirada para detallarlo y me asustó
hallar en sus raíces una pelota rosada, exactamente
igual a la de aquella ocasión.

5
Esto me lo contó hace ya algunos años un maduro
brigadier de uno sesenta y ocho de estatura, rostro
anguloso, entradas pronunciadas, ojillos ovalados,
amarillos y de piel trigueña, graduado en ‘contra
guerrilla’. Corría el año dos mil ocho, era un simple
soldado, estaba en el Meta, en sus selvas, en la zona
donde inteligencia decía que estaba Pedro Antonio
Marín Marín, alias Manuel Marulanda Vélez,
‘Tirofijo’, el mítico comandante de las FARC-EP. El
grupo del que hacía parte acampaba en una antigua
vereda que había sido abandonada en su totalidad,
cuando aquella guerrilla, masacró una familia que,
como el resto no le hacían caso. La masacre sirvió
de escarmiento.

25
MI QUERIDA BRUJA

Nuestro protagonista, en un atardecer, se


alejó del grupo para hacer sus necesidades
fisiológicas. En el instante en que estaba en cuclillas,
con el pantalón del uniforme camuflado y la ropa
interior en las rodillas, divisó una niñita entre los
matorrales. Al sentirse sorprendido, no pudo
continuar. <<Ayúdame. Ayúdame por favor>>,
imploró la niña. Subiese con presteza el calzoncillo
y el pantalón, se acomodó el uniforme, el fusil
terciado, salió tras la chiquilla que corrió. De pronto
la perdió de vista, siguió por un buen trecho hasta
toparse con lo que fue en tiempo remoto una casa.
Como vestigios de esta, solo quedaban entre la
maleza unas paredes cuarteadas, desconchadas.
Convencido de que la niña debía de estar en ese
lugar, caminó con la intención de entrar en las
ruinas, pero el apretado follaje se lo impidió, quedó
desconcertado en el umbral de lo que un día fue la
puerta principal, preguntándose donde diablos se
habría metido.
—Creo que llegamos tarde.
Sorprendido por aquella vocecilla, dio
media vuelta en su eje. Era la niña.
—Te encontré culicagada. —Dijo con
satisfacción.
El soldado observó como el rostro de la
pequeña se demudó, ahora en este se reflejaba temor,
dolor, asombro; como el florido vestido pasó hacer
raído y que los pies abultados, desnudos, ya no
tocaban el suelo. Sintió un escalofrió, tragó saliva.

26
REY CRUZ

Luego ella señaló con su brazo derecho el interior de


la casa. Siguiendo esta indicación, volvió a
semigirar. Lo que contempló fue una escena
espantosa. La casa ya no estaba en las condiciones
de abandono en que minutos antes la había hallado.
No, sus paredes, su piso, las puertas, ventanas y
techo estaban en perfecto estado, pero lo que debían
ser los muebles estaba hechos añicos. Cerca de la
puerta, sobre el suelo, en un charco de sangre, se
encontraba un fornido hombre de mediana edad, a su
lado una adolescente, aferrada a una de las piernas
de la mujer, una niña más pequeña que la que lo trajo
está ahí.
Desconcertado por aquel horror, solo atinó
a retirarse el casco, llevarlo al pecho. Dio de nuevo
una media vuelta, descubrió que, de la cabeza de la
niña, a la altura de la cien flui un chorro de sangre
que se derramaba por el rostro. La niña, con una
mano tocó la sangre, la observó, gritó angustiada.
Trastabillando salió corriendo el soldado sin mirar
lo que dejaba atrás.

6
Para Pedro Alcue Chantre, el
protagonista de esta historia.
Chuchín, nuestro abuelo, bueno para ustedes su
bisabuelito, cuenta que, siendo muy joven, ya con la
fama de ser el mejor quemador de ladrillos en todo

27
MI QUERIDA BRUJA

el Cauca, lo contrataron para que trabajara en la


ladrillera más grande del Tambo, una que quedaba
próxima a la cuchilla donde hace más de doscientos
años, transcurrió la última batalla de la ‘Primera
República’, con la que esta cayó y el Imperio
Español culminó de reconquistar la Nueva Granada
o de sofocar la guerra civil.
El infortunado dueño de la ladrillera, tras
lesionarse sus quemadores y buscar sin éxito en el
entorno quienes lo reemplazaran en el turno
nocturno, debido al fenómeno paranormal de esa
zona, se dirigió a Chuchín, el último a quien buscaría
a pesar de su fama, debido a su costoso servicio, pero
quien tal vez se le midiera al trabajo.
Chuchín vaciló en aceptar, pues conocía
que en ese lugar en las noches se escuchan gritos,
órdenes, alaridos, voces de auxilio, plegarias y
madrazos, cañonazos, disparos, sables chocar,
relinchos, el estropicio de la batalla; además de
testimonios de amigos del trabajo que no solo habían
oído sino visto escenas de aquella batalla que duró
tres horas y dejó más de doscientos cincuenta
muertos.
El dueño de piel cetrina, al verlo dudar, le
subió la promesa de pago, estaba desesperado, a
punto de perder un contrato de varios ceros a la
derecha. Chuchín aceptó, siempre y cuando él se
encargara de darle comida y abundante bebida
durante todas las tres noches en que se encargaría de

28
REY CRUZ

los tres enormes hornos de alfarería al mismo


tiempo.
Con la frialdad que da el haber presenciado
sucesos aberrantes, soportó las tres noches de duro
trabajo y aguantó aquellas visiones delirantes,
abriéndose paso entre soldados, caballos y cañones
fantasmales hasta el otro horno y de ese al próximo.
En la primera noche, creyó que le hablaban
y se asustó al observar a un soldado realista con la
espada en alto, creyó que era inminente su muerte,
pero el soldado siguió de largo, atravesándolo.
Chuchín lo siguió con la mirada y contempló
horrorizado como mataba a un soldado republicano,
enterrándole la espada en el vientre y moviéndola
con fuerza hacía arriba mientras el cuerpo de la
víctima caía, emanando chorros de sangre que no
eran absorbidos por las montañas de sisgo de café,
lo que se utilizaba para alimentar el fuego de los
hornos. Después de tres horas, escuchó un grito de
triunfo y vivas al rey de España. Luego los
fantasmas desaparecieron. Pensó que era el final de
todo aquello, pero tras una hora de relativa calma,
volvieron aparecer, la batalla reinició, las escenas se
repitieron, el soldado volvió a asustarlo con la
espada y atravesarlo para asesinar al republicano.
Cuando el cielo empezó a clarear, había pasado
media hora de la desaparición de los fantasmas, supo
que ya no volverían.
Creyó ingenuamente, que en esa noche no
pasaría nada. Pero no fue así. Incrédulo, observó otra

29
MI QUERIDA BRUJA

vez dos veces la misma batalla. Ya para la tercera


noche, buscó entre sus conocidos en El Tambo,
quien lo acompañara para saber si era cierto todo lo
que veía o era un brote sicótico. Nadie lo acompañó,
todos sabían lo que ocurría en las noches en esa
zona. Le contestaban que eso era asunto suyo por
aceptar el trabajo y que no se preocupara, que lo que
veía era cierto, que era algo que sucedía dos veces
cada noche, desde que había terminado la batalla,
que algunos solo oían y otros veían. Soportó la
noche con relativa calma al saber que no estaba loco.
Al termino de esa noche, oró por todos los que
murieron para que descansaran en paz y se fue con
los bolsillos llenos de plata, repitiéndose casi como
un mantra que ni por todo el dinero en el mundo
volvería, que por este no valía la pena perder la
cordura.

7
Ahora les voy a narrar dos historias con
similitudes. La primera ocurrió en aquellos tiempos
en que Cali comenzaba a transformarse en la
metrópoli del suroccidente colombiano, cuando “los
dioses” de la salsa aun eran terrenales y vagaban por
la ciudad, cantando en sus discotecas, descansando
en sus hoteles, departiendo en la ribera del río
Cauca. La otra, fue a comienzos de este siglo,

30
REY CRUZ

cuando muchos de esos dioses abandonaron la


Tierra, alcanzando la eternidad, otros dejaron de
presentarse en las discotecas para hacerlo en las
grandes plazas, teatros y estadios, y el reggaetón
conquistaba las nuevas generaciones.
El protagonista de la primera historia era
todo un Apolo que, con sus movimientos sensuales
y pases de salsa nunca vistos, revolucionó aquel
mundillo. Nadie recuerda ya cuando ni donde
apareció la primera vez, pero si la fascinación que
causaba su sola presencia, la facilidad con la que
conquistaba cualquier fémina. La protagonista de la
segunda historia era una Afrodita que solo con su
figura hechizaba a los hombres más avezados en las
artes amatorias, causándole un efecto similar al del
celo en los perros.
Nuestro Apolo, siempre llevaba un
sombrero aguadeño blanco, unas gafas de sol
grandes, cuadradas, de marco dorado, mocasines
según el color del traje de pajarita impecable, un
pañuelo blanco en el bolsillo de la chaqueta y un
reloj de oro en la muñeca derecha. Al entrar en las
discotecas, los presentes le abrían espacio,
despejando la pista. Las mujeres, sin importarle las
parejas con quienes habían llegado al lugar, lo
rodeaban esperando ser escogidas por él, así fuera
para bailar una sola canción en toda la noche. Entre
todas, seleccionaba a una, con quien se marchaba
cuando los rayos de Sol desvanecían la penumbra.

31
MI QUERIDA BRUJA

Las informaciones sobre nuestra Afrodita


son tumultuosas, sus víctimas varones no se ponen
de acuerdo con el describir su físico, aunque todos
dicen que es atractiva, que viste siempre de forma
provocativa, que aparece de la nada y que tan solo
basta con verla para sucumbir, caer en un estado que
algunos comparan con la hipnosis.
Al paso de las noches, las noticias de
jóvenes desaparecidas a lo largo y ancho de Cali se
fueron acumulando, llenando de incertidumbre a los
parranderos de la ciudad. Estos no tardaron en
comparar y encontrar el común denominador de las
desaparecidas, la última persona con la que las
habían visto. Así que más de uno estaba dispuesto a
confrontarlo cuando lo volvieran a ver.
La mayoría de los hombres víctimas de
aquella mujer, dicen que, tras entrar en contacto con
esta, pierden la conciencia. Son otros, los que
testifican que ven a la víctima junto a una hermosa
fémina, que los conduce a lugares solitarios. Ellos al
volver en sí, despiertan al borde de un abismo. Los
hombres que no pierden el sentido, al parecer son los
más procaces, ya que estos son capaces de llevarla a
discotecas o a lugares pocos visibles, donde se
atreven a manosearla y al tocarle el culo, sienten
algo extraño, como si los glúteos fueran un montón
de fierros. En ese momento su cuerpo empalidece,
exhala frío, su rostro se transforma en una calavera.
Los pretendientes, salen despavoridos.

32
REY CRUZ

Ya no recuerdan si fue en el barrio Obrero


o en Juanchito, mucho menos quienes los que lo
confrontaron. Lo que cuentan, es que después de
abrirle paso, esta vez, las mujeres no lo rodearon,
fueron algunos hombres que con manoplas y puñales
lo interrogaron con respecto a las desaparecidas.
Este no respondió, se limitó a sonreír. De repente,
una bruma y un olor a azufre invadieron el recinto.
Una mujer en medio de la multitud gritó
aterrorizada: «Los pies». Le hicieron caso,
dirigieron las miradas a los pies del sospechoso. Los
mocasines yacían destrozados, sobre ellos unas
pesuñas. La multitud sucumbió al miedo, aquel ser
desapareció.
Esta historia a diferencia de la primera fue
cubierta por la prensa, aunque no dieron los nombres
de las víctimas, yo logré entrevistar a una de las
meretrices aruñada por aquel ser femenino que en el
Cauca llaman Viuda. Su nombre es Ariadna y
también tuvo que ver con los soldados que
descubrieron y saquearon una multimillonaria guaca
de las FARC-EP. Un sábado en la noche, según ella
recuerda, un hombre joven, bajito y de facciones
toscas, acompañado por una despampanante rubia
de ojos verdes, de figura voluptuosa, arribaron en
una motocicleta destartalada al motel en el que ella
prestaba sus servicios sexuales. Ariadna los vio,
porque en el momento en que estos entraban por el
garaje del motel, ella se encontraba recibiendo a su
mejor cliente que acababa de descender de su

33
MI QUERIDA BRUJA

automóvil. Media hora después, cuando Ariadna


estaba llevando anticipadamente al clímax a su
cliente, con la intención de truncarlo antes de que lo
alcanzara para aumentar su excitación, se escuchó el
grito agónico de un hombre que acabó con el
momento, luego la luz se fue, al mismo tiempo en
todas las puertas y ventanas se escucharon rasguños,
seguido por un silencio incómodo y terrorífico, tras
lo cual, sintió como unas uñas se clavaban en su
espalda y las arrastraban hacia el suelo. El dolor la
llevó a incorporarse, a intentar tocarse las heridas,
pero un súbito ataque de arañazos en su espalda,
brazos, vientre y piernas la tiraron al piso, a
revolcarse y gritar, mientras tanto, escuchó que
había más gritos como el suyo. Su cliente no gritó,
pero si profirió madrazos al sentir que le hacían lo
mismo. Los resultados, todas las sexo servidores y
sus clientes resultaron con rasguños, las parejas que
solo arrendaron el cuarto por el momento fueron
atacadas con mordiscos en los cuellos, el resto de las
personas en el edificio, salieron indemnes.
Los encargados de la seguridad
atemorizados por los gritos se quedaron inmóviles,
sudando helado. Al reinar el silencio se precipitaron
a buscar el origen de esos gritos, revisaron en los
salones y en cada una de las piezas, encontraron a
hombres y mujeres conmocionados por lo sucedido.
Cuando entraron en la pieza del joven de la moto, lo
hallaron inconsciente sobre el amplio y mullido
lecho. Al volver en sí, contó que, cuando la rubia lo

34
REY CRUZ

acaballó, le extrañó el dolor que le causo en sus


muslos, le mandó las manos al culo y le apretó los
glúteos, entonces sintió como si estos fueran una
bolsa llena de fierros. Ahí la rubia se burló de él y su
despampanante rostro se convirtió en una calavera,
en ese instante perdió el conocimiento.

8
Para Alejandra Rojas Pernet.
Toda esta historia inicia con la invitación de Karla,
mi amiga fotógrafa, para que la acompañara a una
fiesta en una hacienda de los Llanos Orientales. El
dueño, un excéntrico alemán entrado en años, la
había comprado recientemente por un precio que
pocos colombianos podrían darse el lujo, pues esta
era la edificación más antigua de la región de la
Orinoquía, una inmensa región qué abarca las
planicies que son atravesadas por el río Orinoco y
sus afluentes, la cual se extiende por dos países:
Colombia y Venezuela. La casona de la estancia está
rodeada por enormes jardines bien cuidados, cuenta
con un granero, dos caballerizas y con más de cinco
mil hectáreas de tierras fértiles que por falta de
labranza la naturaleza las engulló y en ellas pululan
hormigueros gigantes, capibaras y caimanes en sus
lagunas y ríos. Para celebrar su adquisición, lo haría
con una fastuosa fiesta, en la que estaban invitados

35
MI QUERIDA BRUJA

los artistas y empresarios más importantes de la


nación. Ella sería uno de los veinte fotógrafos
contratados y fue designada para tomar fotos al azar,
podía llevar un acompañante y pensó en mí.
—Eso sí, tenemos que vestirnos con trajes
de gala… como los que utilizaban en la época de
María Antonieta. Pero no te preocupes, yo me
encargo de todo.
A sí fue, el día de la fiesta, a las cinco de la
mañana me recogió en mi casa en un taxi que nos
llevó al aeropuerto. A las seis descoló el avión
rumbo a Villavicencio, a las siete y veinticinco
descendimos de la aeronave, diez minutos después
abordábamos un taxi afuera del aeropuerto de dicha
ciudad, el cual nos transportó hasta la hacienda. A
las ocho y media de la mañana, la asistente personal
de Federmann, el dueño de la hacienda, una
exuberante venezolana de ojos negros y
dicharacheros, una de tantas de ese país caribeño que
lo dejaron todo atrás huyéndole a la miseria, al
hambre y la violencia que esta trae consigo, nos
recibió con una hermosa sonrisa hipnotizante, la cual
hizo trastabillar mi florida verba al contestar su
saludo. Vestía un traje de dos piezas, la chaqueta era
de color carmesí y el pantalón ajustado, del mismo
color de las baletas: negro. En el hombro izquierdo
llevaba colgado una cartera Gucci, habana y marrón,
en su mano derecha sostenía su inmenso iPhone
fucsia. Las uñas de sus manos pequeñas y delgadas
eran largas, cuadradas, pintadas de rosa y sus bordes

36
REY CRUZ

de blanco. Su cabello largo, lacio, azabache. El


maquillaje de su rostro simulaba los colores de una
caucásica. Se dirigió a Karla, quien llevaba puesto
un apretado jean negro que dejaba entrever la
delgadez de sus cortas piernas, unos tenis rojos, y
una corta camiseta blanca, su cabellera ondulada
suelta y poco maquillaje en la faz y su cámara
fotográfica terciada en el pecho, mientras yo cargaba
mi maleta y la de ella. Le agradeció por tomar el
trabajo, le dio unas indicaciones, me prohibió salir
de la habitación hasta la hora de la fiesta y nos hizo
pasar directo a una edificación moderna, vecina a la
vetusta casa, más pequeña, de tres pisos, hecha de
concreto, era el bloque de habitaciones para los
empleados.
En el segundo piso, nos cedieron la
habitación doce. Según la asistente, todas iguales. Al
entrar, lo evidente para mí fue que tendríamos que
dormir juntos, cuando nuestra relación no era tan
íntima como para ello, ya que lo primero que vi fue
la cama doble. La habitación era pequeña,
compuesta por la cama, dos nocheros a los lados del
lecho, una mesita y dos sillas alrededor, cerca de la
ventana; un pequeño ropero y el baño. Ahí me quedé
solo mientras Karla empezaba a familiarizarse con
su trabajo, contemplando el imponente paisaje de la
hacienda por la ventana. Tal vez llevaba veinte
minutos contando las aves que surcaban el
firmamento, cuando una hermosísima mujer de
cabellera rubia apareció. Atravesaba el caminito

37
MI QUERIDA BRUJA

adoquinado que cruza el jardín inmediato,


atiborrado de rosales y azucenas, con altísimas
palmeras a los lados del camino. Solo llevaba un
pequeño bikini dorado, unas chanclas playeras
naranjas y un sombrerote negro que ocultaba su
rostro y proyectaba una sombra sobre su delgado
cuerpo de tez nívea. La imponencia que me trasmitió
contrastaba con la fragilidad del cuerpo. Esa imagen
me obnubiló, borró las imágenes majestuosas de las
aves, la de la atractiva venezolana. Me recosté en la
cama y fantaseé con aquella mujer cuya faz no
conocía.
Ya al medio día, Karla regresó. Sus
pómulos insipientes estaban sonrosados, esbozaba
una tenue sonrisa que volvió su rostro ovalado
atractivo.
—Hola. Ya es hora de almorzar. Así que
vamos. —Lo dijo como una niña chiquita feliz por
ir a la juguetería.
— ¿Entonces ya puedo salir?
Se acercó a la cama con las manos sobre sus
estrechas caderas, dobló su torso y sin dejar de
mirarme respondió que solo para almorzar. El brillo
de sus ojos me puso cachondo, algo que nunca pensé
que podría ocurrirme con ella.
—Si tu estas a mi lado salir es lo de menos.
—La tenté con mi mirada, con mi sonrisa—. Es más,
que mejor almuerzo que tú. — Modulé sin voz aquel
pronombre personal.

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REY CRUZ

Su rostro se demudó. Se irguió, me dio la


espalda. En el umbral de la puerta de madera me
advirtió con vos quebradiza y la respiración agitada
que, si no salía rápido me quedaría sin comida. Con
un solo movimiento me puse de pie, tomé de la
mesita mi smartphone Motorola y las llaves de la
habitación, con pocos pasos la alcancé.
—Vamos entonces, ya que no tengo con qué
sustituir el almuerzo. —Susurré a su espalda.
Karla brincó al oírme, tragó saliva y se
apuró a marcharse.
En el trayecto a la cocina de la enorme
casona con forma de una ele, de cuatro pisos, insólita
en la región por sus dimensiones desproporcionadas,
me describió a sus compañeros de trabajo y el tour
que realizó por la propiedad. En el corredor
adyacente a la cocina, cuya puerta no da al interior
de la estancia, había varias mesas juntas, recubiertas
con manteles blancos, un gran número de platillos
propios del país, en los extremos bandejas y platos
para servirse lo que quisiera.
Nos servimos lo mismo: lechona, ensalada
de lechuga, consomé de pollo y jugo de mango. Nos
reunimos con los otros fotógrafos y sus respectivas
parejas, todos varones, nos retiramos y nos hicimos
bajo una enorme acacia que da a un lago plagado de
garzas. Entre bocados hablaban de sus trabajos, yo
guardaba silencio, no tenía de que opinar.
Comíamos, cuando una mujer vestida con un gabán
largo, verde manzana, abierto, un short corto, beis,

39
MI QUERIDA BRUJA

camiseta corta, blanca, sandalias de tiras


entrecruzadas de igual color del gabán y un
sombrerote, similar al de la mujer del bikini,
atravesó el horizonte, por un costado del lago,
seguida por la asistente, que al percibirnos nos
saludó ondeando ambos brazos. Esta vez el hechizo
de la sonrisa de la venezolana no surtió efecto en mí,
pues la primera mujer me produjo los mismos
sentimientos que la del bikini.
—Esa es la mujer de Federmann, —me dijo
Karla en voz baja—, dicen que es rumana y se llama
Justina Tepes, es bellísima, en la mañana estaba con
un bikini dorado y tiene el cuerpo de una Barbie.
<<Así que si eran la misma>>, pensé. <<Es
la esposa del alemán, es rumana y se llama Justina
Tepes>>, repetí en mi mente.
Terminado el almuerzo regresamos a la
habitación. Las horas que pasamos encerrados en
esta, fueron incomodas. Su indiferencia me hizo
dimensionar el tamaño de la cagada que había
cometido, el peligro en que se encontraba nuestra
amistad por mi pasada imprudencia. Sentía culpa y
mucha, pero pedirle perdón volvería todo más
incómodo y no hacerlo era pasar por sinvergüenza.
No encontré el valor para hacerlo, simplemente le
pregunté si le había visto la cara a la rumana y ella
contestó que no, que también la había visto de lejos,
que el sombrero le tapaba el rostro. Recordé que
Tepes era el apellido de Vlad ‘el Empalador’, el
legendario personaje del que sus enemigos llamaban

40
REY CRUZ

vampiro, el que inspiró Bram Stoker para su novela


‘El conde Drácula’. Le comenté a Karla las
coincidencias y ella haciendo un gesto extraño, me
recordó que Justina se llamaba la segunda esposa del
conde. Nos volvimos a ver de nuevo a los ojos, era
evidente que sentíamos algo de miedo, porque
pensamos en la posibilidad de que las historias
fueran ciertas, forzamos risas intentando desvanecer
los temores.
Hacia las seis de la tarde, comenzamos el
largo proceso de vestirnos con ropas de estilo Luis
XVI. A pesar de ser piezas de baja calidad
atiborradas de complejos brocados de bisutería, ya
con las caras empolvadas y las pelucas blancas,
parecíamos auténticos burgueses de la era
borbónica. Lo único que nos delataba, eran mis gafas
tres piezas y la lujosa cámara fotográfica CANON,
de última generación, terciada en el pecho de Karla.
A las siete y veinte de la noche Karla de nuevo me
abandonó. Yo solo podía salir de la habitación e
ingresar a la fiesta a las ocho, lo hice veinte minutos
después.
En la puerta principal de la casona, estaba la
asistente recibiendo a los invitados, vestida igual.
Me recibió con afabilidad. En la oscuridad de la
noche, sus ojos y su enorme sonrisa relumbraban,
confiriéndoles cierto grado de sobrenaturalidad que,
en vez de asustar, enamoraban. Sobreponiéndome al
hechizo de su sonrisa le pregunté cuál era su nombre.
—Juana Urdaneta Morillo.

41
MI QUERIDA BRUJA

Pensé en lo extraño de que se llamara Juana


como la santa, Urdaneta como el prócer guerrillero
y Morillo como el sangriento pacificador, que
alguien con esa mezcla de antropónimos debía ser
un personaje extraño. Con el simple empuje de las
falanges distales de sus pequeñas manos, abrió la
enorme y pesada puerta principal de la casona, la
cual da paso a una enorme sala. Quedé atónito con
lo que vi, la fastuosa decoración del recinto y los
majestuosos trajes de los invitados y de los
empleados me evocaron las épicas escenas de las
fiestas de la película ‘María Antonieta’ de Sofía
Coppola, protagonizada por Kirten Dunst. Al entrar,
las notas de un vals me fascinaron. Como no soy de
esas personas que toman la iniciativa de entablar una
conversación con un desconocido, me dediqué a
buscar a Karla, quien debía de estar entre la
multitud, tomando fotografías. La orquesta cesó al
aparecer en el segundo piso, en el inicio de la
escalera que desembocan en la sala, una enigmática
y despampanante rubia, vestida como María
Antonieta o Kirten Dunst en ese filme del dos mil
seis, llevaba el rostro cubierto por una máscara
blanquecina. Al ir descendiendo, las personas fueron
aquietándose, enmudeciendo, abriéndole paso.
En ese instante Karla me sorprendió por la
espalda.
—Esa es la vampiresa, digo, Justina Tepes.
—Dijo. Acto seguido se abrió paso entre la multitud,
tomándole a la vez fotos a Justina.

42
REY CRUZ

Ya en el primer piso, fue recibida por un


anciano alto, flaco, de pómulos salientes, barbilla
puntiaguda y ojos azules, vestido como Luis XVI.
Alguien murmuró que era Federmann, si, el esposo
de Justina, el dueño de la estancia, el jefe de Karla.
Pensé que Justina era una cazafortunas, lo que les
puso punto final a mis pretensiones por hacerla mía,
aunque verla vestida de esa forma aumentaron mis
fantasías. Luego se pusieron a bailar una pieza
interpretada especialmente para ese momento, yo
me alejé y busqué un mesero para que me diera un
trago. Las horas que se sucedieron fueron para mí
aburridas a pesar de que muchos querían estar en mi
lugar, rodeados de destacados famosos e
importantes empresarios del país. Cuando me
disponía a abandonar el recinto, Juana, con dos
copas rebosantes de champaña, esa hechizante
sonrisa y sus ojos vivarachos se acercaba. Ya frente
de mí, me entregó una de las copas diciendo:
—Por fin puedo descansar. Que día más
estresante he tenido hoy.
Recibí la copa, con mirada coqueta y
esbozando la mejor sonrisa que puedo, pensando que
se me había arreglado la noche, en los artificios que
desplegaría para fascinar a la hermosa venezolana.
—Gracias.
Nos engarzamos en una tertulia en la que
terminaba mis intervenciones con mis mejores
elogios a su persona, los cuales, por sus gestos y tono
de voz excitado, sabía que caían en gracia. Con el

43
MI QUERIDA BRUJA

tiempo fueron pasando las copas de champaña,


desinhibiéndose cada vez más nuestras mentes,
aflojando nuestros cuerpos. De pronto, sonó una
alarma. Juana al oírla sacó de uno de los bolsillos de
la chaqueta su celular, al ver la hora su rostro se
demudó y entregando la copa a un mesero, se
despidió dejándome con mis hormonas alborotadas
y las fantasías palpitando. Entregué a otro mesero la
copa, salí tras ella. El gentío bailante me dificultó la
salida. En la puerta, Roberto, uno de los fotógrafos
se me acercó para preguntarme por Karla, que desde
hacía más de dos horas no sabían nada de ella. No le
di importancia y para desembarazarme de él, le
aseveré que desde que la rumana apareció en la
fiesta no la había vuelto a ver, que la buscaría y me
alejé. Seguí a Juana que me llevaba un buen trecho
de ventaja. Por más que aceleré el paso no la
alcanzaba. Nos internamos por parajes que
desconocía de la propiedad, al ver en lontananza una
pequeña vivienda semiderruida, a la que se dirigía,
pensé en llamarla, pero terminé por no hacerlo. Al
llegar ella, la puerta de la casa se abrió, unas
delgadas manos la tomaron por las solapas de la
chaqueta y la introdujeron, la puerta se cerró con un
fuerte golpe que resonó en la llanura como un
relámpago. Intrigado, con sumo sigilo, me acerqué a
la edificación, pretendí abrir la puerta, pero no lo
conseguí. Le di un rodeo a la casa, tenía paredes
destruidas por donde se veía el interior de esta, no
había nada, salvo maleza florecida, evidencia

44
REY CRUZ

inexorable del paso del tiempo y de la soledad. Solo


las paredes de una habitación estaban firmes.
— ¡Así que allí deben de estar! —Exclamé,
pasando por alto lo irónico de la forma en que fue
entrada.
Salté sobre unos bloques de tapia para
introducirme en la casa. La habitación no posee
ventanas. La única forma para atisbar hacia adentro
era abrir la puerta o hacerlo atreves del tragaluz de
esta. Arrastré uno de los bloques de tapia hasta la
puerta, me subí sobre él. Vi, vi a la venezolana
apoyando sus manos en la cabeza de Karla,
acomodándola hacia un lado. A Karla tendida sobre
una mesa de madera, desmadejada, inconsciente. A
la rumana, si a Justina Tepes quitarse la máscara,
arrojarla al suelo, vi su frente amplia, sus cejas
delgadas, sus ojos almendrados, azules como el
firmamento, su nariz estrecha, sus pómulos
sonrosados… su, su rostro deformado por las
mandíbulas pronunciadas, sus enormes colmillos
salientes, abalanzarse sobre el cuello de Karla. Grité,
espantado, sentí miedo y cólera al mismo tiempo, las
amenacé. La vampiresa me clavó su mirada, la cual
me paralizó, perdí la conciencia… Creo… No…
Recuerdo que volví por un fragmento misérrimo de
tiempo, en el que vi a Juana sobre mis piernas, su
torso doblado y de nuevo perdí el conocimiento.
No supe más de mí. Cuando abrí los ojos,
estaba sentado en el asiento de un carro,
exactamente al lado del conductor. El conductor era

45
MI QUERIDA BRUJA

Juana, quien me dio los buenos días, estaba vestida


igual. Confundido miré a todos lados, hallé en el
asiento de atrás a Karla dormida, con la misma ropa
con la que tenía antes de disfrazarnos para la fiesta y
yo en cambio, estaba con la ropa que vestiría al otro
día de la fiesta.
—Tranquilo, yo los cambié. —Dijo la
venezolana y rio.
Me toqué la entre pierna.
—También te los cambié, en cambio a
ella… Me dio fastidio. —Volvió a reír, esta vez
alzando los hombros.
— ¿Qué pasó a noche? —Pregunté
haciendo un gran esfuerzo por modular la voz.
— ¡Ay muñeco! Es cierto todo lo que viste.
—Sí, pero ¿qué pasó después de que quedé
inconsciente?
Se limpió los labios con los dedos de la
mano derecha, volteó por fin a verme, me guiñó un
ojo, se lamió los labios.
—Lo que debía de pasar. —Regresó la
mirada al frente, a la carretera.
Miré preocupado a Karla por el retrovisor,
ella hizo lo mismo.
—No te preocupes, está bien, solo tendrá
una leve anemia. ¡Ah! Y si piensas en que se
convertirá en vampiro, eso no ocurrirá. Solo la
utilizó para alimentarse y rejuvenecer.
Aculillado revisé mi cuello.
Juana se carcajeó.

46
REY CRUZ

—Yo no soy igual que ella. No soy vampira,


solo soy su asistente, por lo que me paga muy bien.
Tranquilo, te utilicé para divertirme, lo malo fue que
estabas inconsciente, pero aja, eso te ganas por estar
de sapo y claro, —manoteó el timón del
automóvil—, la patrona también se antojó y pasó lo
que tenía que pasar.
— ¿Para dónde vamos?
—Pa’ el aeropuerto.
Enseguida me quedé callado, preocupado
por Karla, aterrorizado por las remembranzas de la
noche anterior, no logré pensar en nada más.
Minutos posteriores, escuché la voz de Juana como
si estuviera muy lejos. Hablaba de cómo llegó a
trabajar para Justina.
Juana Urdaneta Morillo nació en Maiquetía,
una hermosa ciudad del Caribe, cercana a Caracas,
en la que vivió hasta que la economía venezolana
entró en picada y el hambre y la violencia se hicieron
pan de cada día, huyendo de estas, maldiciendo el
momento en que había muerto Chávez y en el que el
fantoche asumió el poder, en que el país se dividió
por política y los gringos desalmados infligieron
viles sanciones económicas pensando que con estas
tumbarían al gobierno, cuando la historia había
enseñado lo contrario, permiten que los gobernantes
se atornillen en el poder y condenan a la miseria a la
población. Se fue como muchos, dejándolo todo,
creyendo en la posibilidad de un futuro mejor en otro
rincón del mundo, pero la realidad como a todos los

47
MI QUERIDA BRUJA

migrantes la abofeteó y escupió, sus títulos


universitarios, su experiencia laboral, su enorme
conocimiento no servían de nada, era un simple
dígito en la larguísima lista de refugiados en
Colombia, una nación con una economía mediocre,
sumida en una eterna violencia, con una
idiosincrasia similar al de su país. Al no encontrar
ningún empleo que ella catalogaba como decente,
sucumbió a la desesperación, a las propuestas
indecentes de hombres que al ver en su hermoso
rostro los signos evidentes del infortunio le hacían.
Consiguió trabajar en la casa de lenocinio más
grande de Cúcuta, donde doctoras, políticas,
empezarías, modelos, actrices, madres, mujeres,
jóvenes venezolanas, terminaron trabajando,
ganando el suficiente dinero para sobrevivir y enviar
a los que se quedaron, haciéndole frente a la
adversidad. Un día la contrataron para un trabajo
especial, en el más lujoso hotel de la ciudad, en el
mejor cuarto, una pareja de esposos adinerados
requería sus servicios sexuales. Fue así como
conoció a Federmann y a Justina.
Federmann fue quien la recibió y presentó a
su esposa que llevaba cubierto el rostro con un
tapabocas. Pensó lo mismo que yo sobre Justina, una
cazafortunas y creyó que esta estaba enferma, se dijo
que no le importaba siempre y cuando no se retirara
el tapabocas. De repente, Federmann, un anciano
decrepito se sentó en el suelo, en una esquina de la
habitación, se desmadejó como una marioneta

48
REY CRUZ

cuando la sueltan. A Karla le pareció raro, pero


creyó que era algún juego de la pareja. Justina se
incorporó del sofá en que yacía y empezó a halagarla
con un tono de voz sedante, ulteriormente le clavó la
mirada, esa mirada que me privó.
—Ella creyó que su mirada tendría algún
efecto hipnotizante en mí o que me caería como
pollo infartado por un susto, como tú. Ja, ja, ja, ja.
Mentira, mentira, lo que quería era que me quedara
rígida. Lo que pasó, pero no por su mirada
penetrante, sino porque intuí que haría algo, cómo
no sabía qué era, simplemente esperé.
Justina se retiró el tapabocas, abrió su
desmesurada boca, mostrándole sus dientes
puntiagudos, sus enormes colmillos. ¡Las fauces de
un ser demoníaco! Se abalanzó sobre Juana, quien la
esquivó.
— ¡Dios! Esa fue mi reacción al ver esas
fauces precipitarse hacía mí. No tengo idea porqué,
no me atemorizó, pero si me impresionó. Al ver mi
reacción se desconcertó.
Luego Justina exclamó que, en más de
quinientos años de vida, desde que había pactado
con aquel demonio, nadie había resistido a sus
poderes.
—Calló por largo tiempo, yo me quedé
quietecita, en un borde de la cama, observando como
Justina caminaba de un lado para otro, mientras el
vejete continuaba en el suelo, inmóvil.

49
MI QUERIDA BRUJA

— ¡Está bien! —Exclamó, me clavó de


nuevo su mirada—. Por lo menos si puedo leerte la
mente… Con que esas son tus necesidades… Si
tienes razón, nadie te creería lo que acaba de pasar…
Estas cansada de esa vida y yo detener que titiritear,
es fastidioso… Bueno te tengo una propuesta,
trabaja para mí… —Oye, empezó hablar conmigo,
sin que yo le hablara—. Puedes ser mi asistente y te
pagare muy bien, lo suficiente para que guardes
silencio y me ayudes en todo. Por supuesto, podrás
traer a toda tu familia y mantenerla.
—Muñeco, así fue como terminé contratada
sin abrir mi hermosa y deseada boca.
— ¿Cuál fue el pacto? —Le pregunté
cuando por fin se silenció.
—El pacto de Justina con un demonio. Es
eso lo que deseas conocer. Pero antes tengo que
aclarar que Justina no es su verdadero nombre, es
una de sus tantas identidades y su nombre real como
el del demonio lo desconozco. Ese nombre lo tomó
de los soberanos que gobernaban Valaquia cuando
ella hizo el pacto. En esa época, según su testimonio,
era una bellísima cortesana. Temerosa de que el
tiempo destruyera su belleza, deseosa de seguir
disfrutando de los placeres de la vida eternamente,
no sé cómo, realizó el pacto.
El demonio que acudió a sus llamados se
aprovechó de su ingenuidad sobre tratos
demoníacos, de su temor y docilidad. Serraron el
pacto antes de que él estipulara las obligaciones de

50
REY CRUZ

ambas partes. Tras lo cual, pasó hacerlo. Viviría y


conservaría algo de su belleza siempre y cuando ella
se alimentara de sangre y las primeras gotas se las
ofrendase, para ello le daría el poder de controlar las
mentes de todos los que quisiese, pero la sangre
debía de extraerla con su boca, por lo cual le
deformó de esa manera el rostro.
—Saberse un monstruo la devastó, quiso
deshacer el pacto, pero le fue imposible. Las
personas, hasta los más allegados a su corazón salían
despavoridas al ver su cara. Huyó. Se llenó de odio,
de ira contra esa humanidad que la despreciaba, se
resignó al comprender que tenía la eternidad por
delante, que el poder controlar las mentes de otros le
permitiría hacerlo que quisiera.
Entonces, su vida se confundió con la
leyenda. <<Cuidado porque en la oscuridad ataca La
Vampiresa>>, aconsejan algunos rumanos para
atemorizar, sin conocer el origen de la frase.
Decenios ulteriores, abordó un buque que la trajo a
la Nueva Granada. Fueron tanto los ataques, los
desaparecidos y los cuerpos desangrados que se
encontraron a lo largo y ancho del Virreinato de la
Nueva Granada, que el horror cundió y las
autoridades prevenían a los conciudadanos con
similar frase, la diferencia era que no decían La
Vampiresa, sino La Muelona. Llegó al punto de
hastiarse al sentir que su cólera hacía la humanidad
se había extinguido, dejó de asesinar y redujo el

51
MI QUERIDA BRUJA

número de ataques, hasta ser esporádicos, los


necesarios para que continuar existiendo.
—Y Federmann.
—Ese pobre diablo es un títere. Cada cierto
tiempo toma personas que le puedan servir y les
destroza la mente. Las controla sin importar la
distancia y cuando no lo hace, solo les permite hacer
los movimientos necesarios para que el cuerpo siga
con vida.
— ¿Qué pasará con Karla?
—No te preocupes. La Muelona manipuló
de tal forma su sique, que rememorará durante años
esa extravagante fiesta en la que se divirtió tomando
fotografías a pesar de que borró la mayoría sin
querer. Al terminar la fiesta y beber algunas copas
contigo, se retiraron a la habitación donde pasaron
una apoteósica noche en la que el ‘Kama Sutra’ le
faltaron páginas para describir todo lo que ustedes
dos hicieron. Durmieron amacizados hasta que las
alarmas de los celulares sonaron. Tú la despertaste y
le cambiaste de ropa, desayunaron algo. Yo los fui a
buscar a la habitación y me ofrecí a llevarlos al
aeropuerto. El cansancio le ganó y se quedó dormida
en el asiento trasero de este carro. Henos aquí
muñeco.
Antes de llegar al aeropuerto, Karla
reaccionó. Por sus gestos al verme era evidente que
era cierto lo de sus recuerdos modificados. Al llegar,
nos apeamos del carro, sacamos de la cajuela
nuestros maletines y nos despedimos de Juana, quien

52
REY CRUZ

se despidió sonriente con un hasta la próxima que, a


mí me sonó a amenaza. Karla se aproximó, tomo mis
manos entre las suyas y me besó con tanta pasión
que le correspondí. Luego inspeccioné su cuello,
buscando el rastro de la mordida, solo encontré
cuatro ínfimas cicatrices tan grandes como la cabeza
de un alfiler.

(2022)

53
MI COMPAÑERO EL
DUENDE
A mi tío Henri y a
su amigo duende.
I
La vi por primera vez la nublada mañana en que
fui a recoger los resultados de una prueba de sangre.
Pasé sin querer por el taller de soldadura en el que
ella trabaja, en el instante en que se extinguía la luz
de un fogonazo y se retiraba la careta de protección
con visor, de color negro. Más que mis ojos con la
luz, mi cerebro quedó deslumbrado con su imagen,
tanto que su recuerdo me quedó ardiendo en la
memoria por varios días. Fueron unos segundos,
eternos en mi mente. Nuestras miradas se cruzaron.
Creo recordar que sus pómulos sobresalientes
alcanzaron a sonrojarse, que llevaba puesto un buzo
cuello tortuga, negro y un overol azul oscuro, hasta
la cintura, dejando entrever la estrechez de esta. Tras
aquellos segundos, continué con mi andar acelerado,
pero ahora pensando en aquella visión.

II
Que mañana tan fría, por mí, me hubiera quedado
entre las cobijas haciendo pachorra, pero debo de ir
a trabajar. Soñaba con la bella tarde en que estuve
con ‘Efra’, en una hacienda de estilo republicano, en
lo profundo de las montañas. Estábamos sentados en
una hamaca, mi cabeza sobre su hombro, sintiendo
nuestras respiraciones sincronizadas, las suaves
ráfagas de viento rosar nuestros pies desnudos,
oyendo la algarabía de las bandadas de aves
MI QUERIDA BRUJA

buscando donde dormir, los lentos latidos de


nuestros corazones, viendo como el cielo se va
ennegreciendo y las estrellas empiezan a verse. El
ruido discordante de la alarma del celular me
despertó, lo saqué de debajo de la almohada, apagué
la aplicación del despertador, saludé a Graham, mi
compañero del apartaestudio, quien permanece la
mayor parte del tiempo en la sala y me quedé un
ratico más escuchando como arreciaba la lluvia
afuera.
Al bañarme, mi piel se turbó al sentir el
agua fría de la ducha, luego sentí como si me
quemara, después solo tirité. Solo entré en calor al
tomar un pocillado de café caliente, mucho después
de vestirme, de peinarme, de maquillarme los labios
con un labial fucsia, de aplicarme base en la cara y
algo de rubor, sombras en los párpados y en mis
cejas de color carmesí, el mismo de mi cabello estilo
corte Bob, no muy corto. Eché todo lo que
necesitaba ese día en mi mochila y antes de salir del
apartaestudio, me despedí de Graham y le di un
paquete de sus gomitas favoritas.
La lluvia había cesado. Llegué justo en el
momento en que Antonio, mi jefe, abría el local, lo
saludé, en el umbral de la puerta me limpié el barro
de los zapatos en la alfombra, luego pasé derecho al
baño a ponerme el overol. Las primeras horas de mi
agotador trabajo pasaron aburridamente hasta que,
ese chiquillo pasó por el andén y se me quedó
mirando, con una penetrante mirada, la cual sentí

56
REY CRUZ

como si entrara en lo más hondo de mi ser. No pude


evitar sonrojarme, agacharle la mirada.

III
La sensación de que la había visto antes me quitó
la tranquilidad. Buscaba una y otra vez en mi mente,
queriendo encontrar el recuerdo exacto de donde nos
habíamos visto. En las noches, cuando creía por fin
aproximarme, el sueño me derrotaba. Un buen día
surgió de entre las abigarradas páginas del álbum de
mi memoria sucesivas imágenes, los recuerdos de
mis encuentros espontáneos con ella.
En realidad, no sé cuándo fue la primera
vez, lo que sí sé, es que acaecieron hace más de un
año y que nos veíamos debes en cuando, en mis
esperas, en la cola para ingresar a la escuela de mis
sobrinas, para recogerlas. —No puedo ocultar que
en esos encuentros su belleza juvenil me atrajo, pero
solo me impactó de tal grado que, me llevó a escribir
estas páginas, fue cuando la vi soldando—. En
nuestros escasos encuentros, ella llegaba minutos
ulteriores a mí, se paraba de bajo del matarratón que
está en la acera de la cuadra de enfrente de la
escuela, sacaba su teléfono móvil de la mochila,
llamaba a alguien y en la mayoría de las ocasiones,
tan sólo se sentaba en un bloque de concreto que está
en las raíces de ese árbol; en las otras, tras repetirse
la escena anteriormente descrita, con el celular
entrambas manos, se unía a la fila. En ciertas

57
MI QUERIDA BRUJA

oportunidades la suerte estuvo a mi favor y se


situaba detrás de mí, era entonces cuando tenía la
oportunidad de contemplarla de reojo, de detallar su
belleza. Es pequeña, tal vez mide un metro cuarenta,
de brazos fornidos; manos delgadas, uñas largas
pintadas a veces de verde manzano, en otras de
amarillo neón o de purpura; su tez nívea, su rostro
perfilado, en uve, de labios finos, de ojos grandes y
expresivos; llevaba su cabello corto, color rojo.
Ahora recuerdo que una vez, en la que
estaba detrás de mí, llegó un hombre de facciones
aindiadas, diez centímetros más alto que ella, varios
años mayor, montado en una destartalada bicicleta
todo terreno. Esa vez, fue que logré escuchar su voz
grave, con gallos en los agudos. Él le dijo que
entrara, que la estaría esperando afuera. Ya dentro
de la escuela mis sobrinas me distrajeron y la perdí
de vista.

IV
Sé que el encuentro de la mirada de ese chico y la
mía tan solo duró algunos segundos, fueron los
suficientes para sentir como si su mirada leyera en
mis ojos mi alma y me hiciera ruborizar como a una
puberta y estarlo recordando todavía. Tengo la
sensación de haber visto a ese chico en otro lado, de
haberme enfrentado a esa mirada penetrante, pero no
sé en donde carajos lo vi. No lo logro recordar. Esto

58
REY CRUZ

me pasa de seguido, tener esa sensación y no dar con


el recuerdo, es frustrante.
Está de nuevo lloviendo. Todo el día ha
hecho frío. Creo que este año el fenómeno de la niña
será brutal... ¡Madre mía, que trueno tan duro!
Ahorita que termine de echarme la crema corporal,
sacaré la cobija gruesa.
Aunque no es muy guapo el muchacho, si
me parece atractivo. Será por esto por lo que lo he
tenido presente en mi mente todo el día, que tengo la
sensación de conocerlo. No puede ser que me esté
fijando en un pollo como él, aunque tampoco es
malo.
Estará imbécil si piensa que le voy a
contestar, pues se equivoca. Señor Efra, después de
todo lo que me hiciste... Por Dios. ¡Qué ni crea he!
Viví feliz a su lado hasta que, descubrí su segunda
vida, cuando una fulana me contactó por Facebook,
me insultó, me trató de puta, de roba maridos, de ser
una bruja que debió darle quereme o juagadura de
calzón para quitárselo después de veinte años de
casados y de dos hijos. Al principio no lo podía
creer, si yo llevaba viviendo con él diez y solo se
ausentaba en sus viajes por todo el país, manejando
una vieja mula repleta de mercancías. Nunca tuve
sospechas de nada, si desde que lo conocí, me
confesó que tenía una hija con su exesposa, de quién
se había separado hacía seis y a quién yo conocía y
creía mi amiga, tanto que, con Efra recogía a su hijo

59
MI QUERIDA BRUJA

de la escuela, luego íbamos algún parque y


jugábamos con él, después lo llevábamos a su casa.
¡¿Será que conozco a ese muchacho de esa
escuela?! Entonces no es tan muchacho, de seguro
va por algún hijo o habrá sido más precoz que yo...

V
Pasó mucho tiempo hasta que la volví a ver. El
contraste de su frágil figura con lo rudo de su trabajo
me impactó de tal manera, que la seguí pensando y
buscando. Esperaba que al continuar yendo por mis
sobrinas a la escuela o pasando a diferentes horas
por el taller de soldadura la volvería a ver, pero no
fue así.
Fue un encuentro fortuito, como todos los
que habíamos tenido hasta ese momento. Estaba en
una de mis impredecibles caminatas cuando la vi,
caminábamos por la misma acera, pero en sentido
contrario. Ella iba vestida como siempre, con una
camiseta algo holgada, de colores opacos, un jean
entubado, de color azul desteñido; llevaba puestos
unas zapatillas blancas, y terciado en el pecho una
mochila. Fue entonces como la última vez, sin parar
de caminar, por una fracción de segundo nuestras
intensas miradas volvieron a cruzarse. Luego, casi
instantáneo escucho un ¡ay! de dolor, seguido del
ruido de un cuerpo al caer. Semigiré en mi eje y la
hallé en el suelo, me incliné para ayudarla, me
advirtió que no, que le dolía el tobillo. Luego extendí

60
REY CRUZ

un brazo, ella apretó los labios, se limpió algunas


lágrimas producidas por el dolor que rodaron por su
faz delgada, aceptó mi brazo, se aferró a él, la ayudé
a pararse. Ella mantuvo la pierna izquierda
flexionada, la del tobillo lastimado, se arregló la
mochila, el cabello, aspiró profundo.
— ¿Puedes caminar?
Intentó apoyar el pie, pero el dolor se lo
impidió.
—Oye... No sé, puedo ayudarte... ¿Vives
cerca? —Dije, sin saber que decir en esa situación
angustiosa e incómoda.
—Si, por favor. Vivo a dos cuadras de aquí.
Apoyándose en uno de mis hombros,
fuimos hasta su casa, un modesto apartaestudio en la
primera planta de un edificio de seis pisos. Durante
el trayecto, sudaba frio y su cuerpo expelía un aroma
dulce, provocador. También la ayudé a abrir la
pesada puerta, me invitó a pasar. Me senté en una de
las poltronas del pequeño juego de sala, ella colocó
en la mesita de vidrio templado la mochila y se dejó
caer con toda su fuerza en la otra poltrona. Echó su
cabeza hacía atrás, cerró sus anchos parpados, subió
la pierna lastimada en la mesa, la puso sobre la
mochila, relajó los hombros, se desmadejó.
—Graham, ya llegué. —Dijo despacito, sin
mucha fuerza.
Hasta ese momento, por el silencio y la
calma del lugar, creí que estábamos solos. Luego,
por unos largos minutos, nos sumimos en un

61
MI QUERIDA BRUJA

profundo silencio. Quise contemplarla, pero no


quería incomodarla, así que veía para todos lados y
volvía a su rostro, hasta que atisbé la estatua de un
duende irlandés, con un plato pequeñito, en este
unos chocolatitos mordisqueados y un vaso a medio
llenar con un líquido ambarino, parecido a la
cerveza, en un extremo del mueble del televisor
plasma. Yo esperaba que en cualquier momento
Graham apareciera.
Me aclaré la voz. Ella volvió en sí.
—Qué pena. —Se disculpó—. Aún no nos
hemos presentado. —Estiró su mano—. Mucho
gusto me llamo Liliana Andrade.
Apretando su pequeña mano, también me
presenté.
—Ay, no le he ofrecido nada y usted me
trajo hasta aquí...
—Tranquila, no es nada. —Me apresuré a
decir.
—No, de verdad gracias. Dígame: ¿Quiere
un vaso de agua, café, jugo o Coca-Cola?
—Está bien con la Coca-Cola.
Al mover la pierna izquierda sintió de
nuevo dolor. Le hice ver que no se había retirado el
tenis para saber cuál era el estado del pie. Ella me
dio la razón. Recogió la bota del jean, descubrimos
que el tobillo estaba hinchado, desató los cordones,
pero este estaba tan inflamado que, al ella dar el
primer tirón para sacar el tenis no lo consiguió. Sin
decir nada, yo me precipité a retirarlo y también la

62
REY CRUZ

media tobillera. Entonces pude observar la delgadez


de su pie, las falanges largas, las uñas anchas,
cuadradas, pintadas de amarillo.
Al oír que dijo gracias, levanté mi rostro,
sus mejillas estaban sonrosadas como aquella vez.
Le indiqué que había que ponerle hielo para bajar la
inflamación, que lo mejor era que fuera al doctor. De
nuevo, sin esperar su reacción, le dije que iba por
este a la cocina. Saqué del congelador de la nevera
una cubeta, encontré un limpión sobre el mesón,
extraje los cubos, los puse sobre el limpión y a este
lo anudé las puntas entre sí, volví a la sala y sin verla
a los ojos, se lo puse en el tobillo.
—Gracias, muchas gracias por todo lo que
está haciendo.
Le clavé mi mirada, le sonreí. Le pregunté
si tenía ibuprofeno o algo semejante para el dolor.
Me indicó que en el gabinete que está dentro del
baño. Le llevé una tableta con un vaso rebosante de
agua, los que tomó.
Antes de marcharme, le pedí su número de
WhatsApp para estar atento, me despedí y me fui,
pensando quien carajo era ese Graham al que saludó
si no había nadie más que nosotros dos en el
apartaestudio.

VI
¡No puede ser! Hoy cuando iba al Ara cerca del
apartaestudio a comprar la remesa de la semana, me

63
MI QUERIDA BRUJA

encontré con el muchachito de la otra vez. Nos


vimos desde lejos, él venía en contra vía. Cuando
nuestros cuerpos estuvieron a punto de rosarse, me
quedé lela viendo sus ojos, hechizada por el
resplandor de su mirada... Fui tan tonta que, pisé
mal, me tronché el tobillo y caí al suelo. Él de una se
ofreció a ayudarme. No quería aceptar su ayuda,
pero el dolor del tobillo lastimado me doblegó y con
pena acepté su mano para pararme. Intenté apoyar el
pie, el dolor no me lo permitió. Se ofreció a llevarme
a casa, a lo que me vi obligada aceptar. Me aferré de
su brazo, aspiré su aroma corporal, el cual me
enloqueció y sin apoyar del todo la pierna adolorida,
casi saltando en un solo pie, desanduve las dos
cuadras hasta el apartaestudio, le entregué las llaves,
abrió la puerta, entramos. El dolor al desplazarnos
me llevó desear con todas mis fuerzas sentarme en
una de las sillas de la sala y descansar, lo que hice
de inmediato al entrar, me abandoné en una de las
sillas. El rastro ardiente de su mirada en mi rostro
me sacó de aquel trance. Fue entonces que caí en
cuenta que no nos habíamos presentado y tampoco
le había ofrecido nada. Lo cual hice de inmediato.
Volví a intentar apoyar el pie, pero el dolor me
crispó. El me hizo ver que no me había descubierto
el tobillo, al que la bota del jean entubado y la
zapatilla apretaban. Subí la bota, ambos
descubrimos que estaba hinchado. Me desamarré el
cordón del tenis, intenté quitarlo, pero no lo logré.
Alejandro, me sorprendió cuando sin decir más, me

64
REY CRUZ

quitó el tenis y la media tobillera, lo que me apenó y


me hizo sonrojar. Luego me ayudó, poniéndome
hielo en el tobillo, dándome droga para el dolor,
pidiéndome mi número de celular y que lo
mantuviera al tanto y se marchó.
Con las horas la inflamación no disminuyó
y tampoco el dolor. Graham al ver mi sufrimiento
me pidió que fuera al hospital, le hice caso. Le pedí
ayuda a Laura, mi vecina del apartaestudio del lado.
Esta accedió y estuvo en todo momento conmigo.
No fue una simple torcida de tobillo, sufrí una
dislocación, me pusieron una férula. Salimos del
hospital ya en la noche. Laura solo se retiró hasta
que me recosté en la cama. Graham, se acostó a mi
lado. Así estuvimos hasta que Alejandro me envió
un mensaje de voz, preguntando cómo me
encontraba. Feliz, le conté todo. Graham se marchó
furibundo.

VII
Hoy la fui a visitar. Se demoró en abrir la puerta,
me impacienté. Al escuchar su voz tras la puerta el
corazón aceleró su marcha, se disculpaba por la
demora. Estaba tan nervioso que sentía la necesidad
de orinar. Al ver la puerta abrirse sentí la orina
presionar la uretra, al verla, su belleza me hechizó,
no sentí más nervios. Era evidente que no llevaba
una pizca de maquillaje, por sus parpados

65
MI QUERIDA BRUJA

envejigados4 que hasta hacia poco dormía, por la


respiración precipitada que había luchado para
quitarse el pijama, que la camiseta de tiras, blanca
con franjas verdes y el short negro que llevaba
puesto, eran lo primero que encontró. Después de
saludarnos invitadme a pasar. Nos sentamos igual
que la anterior ocasión. Charlamos hasta que
nuestras bocas se secaron y fui, por indicación suya,
a la cocina por dos botellas personales de jugo de
manzana. Fue una parla amena, en que coqueteos
iban y venían, unos más procaces que otros, risas al
compartir anécdotas de la infancia e incredulidad
por parte de ella, al descubrir que teníamos la misma
edad. Pero al reanudarla, empezó hablar de Graham
y me quedó la certeza que era su pareja. Lo extraño
era que hablara como si él estuviera con nosotros. La
puerta de su habitación estaba abierta y en ella no
había nadie, tampoco en la cocina, donde en un lado
estaba el lavadero junto a la lavadora, a menos que
estuviera en el baño todo el tiempo que duró nuestra
larguísima charla, lo único que nos acompañaba en
la sala, era esa estatuilla de un duende irlandés, esta
vez, solo con un vaso rebosante de un líquido
ambarino. Intenté continuar parlando, pero no lo
logré, tenía la esperanza que estuviera sola, que
estuviera vacante el puesto de amante. ¡Qué
desilusión!
Me despedí y me fui.

4
Inflamados, hinchados.

66
REY CRUZ

VIII
Hoy me vino a visitar después de tres días del
accidente. Me tomó por sorpresa, recién me había
levantado, lo hice esperar un resto de tiempo, pero
no podía permitir que me viera recién levantada. Me
arreglé lo mejor que pude. Aguanté la emoción que
había ido incrementando con el paso de nuestras
wasapeadas kilométricas, sin embargo, no pude
evitar una enorme sonrisa y el maldito rubor que
siempre me delata. Hablamos y hablamos. Con esta
pierna así, fue imposible atenderlo como es debido a
una visita, le tocó que ir a el mismo a la cocina, como
la otra vez. Soy consciente que hasta que lo despedí,
le coqueteé y el me correspondió… Ahora espero
con muchas ganas su próxima visita, deseo que este
mejor para que no me vea tan desarreglada como
hoy…
Estoy muy emocionada e ilusionada desde
que descubrí su edad, quiero tener algo con él, por
más pasajero que sea. Aunque no están atractivo, si
es muy inteligente y me encantan sus ademanes,
pero… ¡Mierda! En que estoy pensando, Graham no
me dejaría, desde que terminé con Efra, todos los
hombres que se me acercan los aleja. Desde que se
fue Alejandro o Ale, como cuenta que lo llaman sus
sobrinas no para de levitar de un lado para el otro y
de refunfuñar en un idioma que no conozco…
Tendré que deshacerme de él, no puedo continuar
viviendo de esta manera, quiero ser feliz, a pesar de

67
MI QUERIDA BRUJA

que él me auxilia monetariamente, dándome lo que


me hace falta para llegar a fin de mes.

IX
Pasé una noche terrible. Cuando por fin ya me
quedaba dormido, escuché pasos en la habitación,
luego rasguños y risitas. El susto me puso en mis
cinco sentidos. Activé la linterna de mi smartphone,
me senté en la cama. En ese instante en que mi
respiración y corazón iban a la par, como caballos
desbocados, tiraron de la cobija, se me atragantó un
grito de terror en la garganta. No pasó nada más.
Sudaba frio, el cuerpo no me respondía. Cuando por
fin salí de ese estado, me incorporé y encendí la luz
del cuarto. En la pared en la que la cabecera de la
cama está pegada habían escrito: <<No te metas con
Liliana o atente a las consecuencias. ATT:
Graham>>.
¿Quién Putas es Graham?

X
Extrañada de que hoy Graham no viniera a dormir
conmigo, lo fui a buscar a la sala, no estaba en su
sitio habitual, en la esquina izquierda del mueble del
televisor, él solo desaparece cuando esta bravo
conmigo. Me recosté en la cama, tomé el celular,
ojeé los tiktoks más recientes de la mejicana ‘Beth
Cast’, cuyos videos tratan de datos raros, extraños y

68
REY CRUZ

en ocasiones perturbadores. Recordé como siempre


lo hago al verla que, en el mundo existe alguien igual
a uno, esa muchacha y yo somos como dos gotas de
agua, con dos diferencias físicas, una evidente a
simple vista y otra audible, mi cabello es más largo
y mi voz es grave. El logaritmo de la aplicación
china me enlazó a otros videos similares y no sé
cómo terminé viendo escenas de ‘Caso Cerrado’,
con la doctora María Apolo gritando sentencias.
Hacia las dos de la mañana apareció Graham como
una sonrisa de oreja a oreja.
Le pregunté dónde estaba, me gruñó y
respondió que eso no me importaba. Le hice ver que
se le veía muy feliz, no contestó.
— ¿Tu noviecito no te ha escrito? —
Pregunto con voz siniestra.
—No es mi novio, y no lo ha hecho. ¿Por?
—Tampoco creo que lo valla hacer.
¿Graham que le habrá hecho a Ale? Creo
que no va a poder ser… ¡Maldito sea el instante que
acepte a este duende!

XI
Liliana hace poco me envió un mensaje de voz por
WhatsApp, en este me pedía perdón por lo que
Graham pudiera haberme hecho. ¿Pero quién es
Graham? No le conozco. ¡Mierda! Hasta este
momento había conseguido olvidar y forzarme a
creer que todo había sido una pesadilla o tal vez una

69
MI QUERIDA BRUJA

alucinación debido a mis trastornos de sueño.


Aunque esta mañana debí tapar con un afiche el
letrero escrito con rasguños, la razón me obliga a
creer que es imposible, pues todas las entradas de la
casa estaban cerradas, mi habitación no tiene
ventanas y la puerta estaba cerrada. Entonces,
¿cómo Graham lo hizo? Es imposible. La dejé en
visto y proseguí cortando tela, sacando las piezas de
la próxima producción del taller de confecciones en
el que trabajo.

XII
Por más que le pregunté una y otra vez qué carajo
le había hecho a Ale, no me contestó. Hoy en la
mañana le envié un mensaje de voz disculpándome
por lo que el maldito de Graham le hubiera podido
hacer, pero me dejó en visto. En la tarde discutí con
Graham, le recriminé por no dejarme ser feliz con
otras personas, él me recordó nuestro juramento: Ser
su compañera durante veinte años, tras lo cual me
daría todo su fortuna y la libertad; mientras que el
tiempo se cumple, me ayudará económicamente y si
algún hombre se interpone él lo alejará a como diera
lugar, tal como hasta ahora lo ha hecho. Luego pasó
a recordarme que no existe forma de que yo lo acabe
y que, si él no cumple, me dará su fortuna en ese
instante. En tono burlón remató enrostrándome que
mi felicidad no le interesaba para nada. Desapareció.

70
REY CRUZ

Hacía más de un año del juramento. Eso fue


en los días de mi ruptura con Efra. Esta me había
dejado devastada, pues él fue mi marido desde los
quince años y estaba convencida que nuestra
relación duraría toda la vida, pero no fue así. Al vivir
por primera vez sola, comenzaron mis afujías
económicas. Fue entonces cuando Graham apareció
en mi vida.
Lo encontré en una caja aun sellada desde
mi mudanza, estaba repleta de cosas que me llevé de
la casa que compartí con Efra. Pensé que este me lo
había dado para deshacerse de él. Graham es un
duende que habita en una estatuilla de porcelana de
un duende irlandés, recostado en un enorme caldero
respecto a su tamaño, repleto de doblones de oro y
entre ambas manos un trébol de cuatro hojas. Efra se
lo compró a una jipi en un viaje relámpago a Chía;
ella le advirtió que, en él habitaba un duende de
verdad, el cual se llama Graham y debía ofrendarle
mecato y licor, para evitar su ira. No le creyó.
Regresó a su casa, lo dejó en cualquier lugar y lo
olvidó por varios días. Las cosas se le empezaron a
desaparecer, progresivamente con los días fue
escuchando risitas infantiles y pasos por toda la casa
cada vez más fuertes cuando se suponía que estaba
solo. Hasta que una mañana encontró un inmenso
letrero en la pared principal de la sala, el cual decía
quiero mi licor y mis golosinas. Las letras habían
sido escritas rasguñando la pared, hasta llegar a los
ladrillos. Asustado lo buscó por todas partes. Al no

71
MI QUERIDA BRUJA

hallarlo se desesperó, les pidió perdón a gritos, fue


entonces cuando apareció en un parpadeo sobre su
cama. Desde entonces, mientras lo tuvo, siempre le
dejaba un vaso con alguna bebida alcohólica y algo
de mecato.
Yo creía que esa historia era puro cuento,
pero insistió tanto con una determinación que tan
pocas veces le vi, que le creí y terminó
convirtiéndose para mí, en un hábito cambiarle las
golosinas mordisqueadas, los vasos a medio llenar y
lo continué con mis limitados recursos.
Tardé bastante en encontrar trabajo de
soldadora, ya que esa es una labor mayoritariamente
para hombres, descartaban contratarme porque no
creían que yo con este cuerpecito aguantara la ruda
labor. No buscaba otro trabajo, porqué solo sé
trabajar en eso. Fue Efra el que me enseñó y me
consiguió trabajo en el taller de la empresa de
transportes en la que él trabajaba y de la que salí tras
romper con él. En esos días en que buscaba trabajo,
enviaba en la mañana hojas de vida a los correos
electrónicos de los solicitantes, salía a caminar,
buscando tallares donde podrían contratarme.
Hablaba con los dueños y les dejaba hojas de vida,
los cuales se me burlaban o me tiraban los perros.
Llegaba indignada a la habitación donde estaba
viviendo por esa época, lloraba de frustración y de
rabia recostada en la cama.
Un sábado al despertar, encontré a Graham
a mi lado. Quedé en shock, pues no entendía como

72
REY CRUZ

había llegado ahí. Yo muchas veces lo había tenido


en mis manos para lavarlo, es una estatuilla de
porcelana hueca, unida al tronco y al caldero, pero
ahí estaba solo él. No sabía qué hacer, solo
observaba.
—Mi niña no llores, yo te voy a ayudar. —
Dijo la porcelana, sin dejar su rigidez.
Después comprendería, Graham no habita
en la estatuilla, necesita de esta para hacerse visible.
Como fantasma puede estar donde quiera,
desaparecer cosas y corporizarlas donde se le dé la
gana.
—Ten. —Al decir esto, cuatro monedas de
oro aparecieron a un lado de Graham.
El shock, el horror y mi desesperación se
volvieron fascinación. Esa era la salida para resolver
mis problemas económicos, pero no los
emocionales, los cuales se fueron aumentando al
aceptar la propuesta de Graham.
Estoy tan desesperada que le escribiré a Ale
contándole todo.

XIII
Solo hasta hoy revisé las notificaciones de las
aplicaciones del celular. En dos audios largos de
WhatsApp, Liliana me narró la tormentosa relación
con sus padres, la cual terminó al irse a vivir con
Efra, un hombre maduro que se aprovechó de su
inexperiencia amorosa; lo duro de descubrir que, a

73
MI QUERIDA BRUJA

pesar de los sentimientos mutuos, este había forjado


una ficción que durante una larga década fue su
realidad, una llena de momentos felices. Destrozada
anímicamente por la brutalidad de la verdadera
realidad, aparece Graham, un duende que utiliza una
porcelana para hacerse visible, la cual es la que está
en un extremo del mueble del televisor, quien le
promete ayudarla económicamente y darle su
inmensa fortuna, siempre y cuando sea su
compañera durante veinte años.
Le escribí varios mensajes contándole lo
acaecido en la noche anterior. De inmediato se
pusieron en azul los chulitos que reposan sobre los
mensajes, evidencia que había estado esperando mi
respuesta. No tardó en enviarme otro mensaje de
voz, pidiendo perdón y dejando claro sus
pretensiones conmigo. Aunque su voz no delató su
desesperación, si lo hizo el contenido de los
mensajes.
De nuevo la dejé en visto.
En mi familia hay un largo historial con él
o los duendes, más bien, lo que los testigos
identificaban como tales. Un tío, cuando era muy
niño, al ser llevado por equis razón a la montaña, por
más que lo intentaran proteger, según testimonio de
sus padres, mis bisabuelos, se los arrebataba de las
manos, internándolo en la montaña, amarrándolo al
tronco de algún árbol con nudos difíciles de desatar.
Otros cuentan que, en los bosques, muchas veces los
embolata, les tira piedrecitas y se burla de ellos.

74
REY CRUZ

Unos cuantos evocan como en las noches de octubre,


un supuesto duende tiraba piedras al techo de zinc
de la casa de mi abuelita materna o que, en un
enorme pino, en su rama más alta, se columpiaba.
Pero la historia más insólita e inquietante, la escuché
en las noticias. Los niños de un barrio entero
atestiguaron ante las cámaras del telenoticiero más
importante de la nación, que un duende jugaba con
ellos. Los entrevistaron por separado y les pidieron
que lo dibujaran, todos hicieron el mismo dibujo. La
más tétrica fue la de una parienta de quien un duende
se enamoró cuando era niña. Al principio solo
jugaban y sus padres no se preocupaban, pues creían
que era su amiguito imaginario, hasta que, la
parienta empezó a pasar más tiempo con este y luego
comenzaron a escuchar como ella se negaba a
presuntos requerimientos amorosos, a abandonar a
su familia, después fueron testigos como en el frágil
cuerpo de la niña, aparecían rasguños y mordiscos,
evidencias físicas de que no era un ser imaginario.
Nunca supe los detalles completos de cómo se
deshicieron de ese duende, lo único que tengo
entendido es de la participación de un sacerdote
católico y que una guitarra estuvo involucrada.
No sé qué hacer. Es un hermoso ser humano
con el que puedo tertuliar durante horas sin
fatigarme, tan bello, que eclipsa su impresionante
belleza física.

75
MI QUERIDA BRUJA

XIV
¡Maldito seas Graham! ¡Mil veces seas maldito!
Ale y ninguna persona merece sufrir por mí.
Corrimos con suerte, lo que le hizo la noche pasada
fue solo una clara advertencia para ambos, la cual
acataré con dolor, pues Graham, es capaz de hacer
realidad las peores pesadilla de sus enemigos.
Testigos de esto, son los dos hombres que me
pretendieron antes que Ale. Al último de ellos, lo
llevo a la locura y al primero lo lesionó en una
pierna, dejándolo discapacitado. Todo porque no
hicieron caso a sus advertencias.
Después de pensarlo tanto, le escribiré
diciendo que es mejor dejar las cosas de este tamaño,
luego lo bloquearé.

XV
No pasé buena noche, las horas pasaron pensando
en Liliana, en Graham, en mí. Al tomar mi celular
para ver la hora, descubrí el nuevo wásap de Liliana,
en él se despedía deseándome la mejor de las suertes,
también reafirma que tiene la mejor de las
intenciones para conmigo, pero que estas son
imposibles mientras no pasen esos malditos años al
lado de ese demonio, que ojalá para esa época no sea
demasiado tarde para el amor, que lo mejor para los
dos era que dejáramos las cosas así, ya que yo no

76
REY CRUZ

merecía sufrir por ella y no aguantaría verme


padecer por su culpa.
Cómo otras veces en mi vida, alguien tomó
la decisión por mí.

Epílogo:
Cuando revisé el mensaje no lo podía creer,
después de veintiún años Liliana me contactó.
Escribidme que Graham ya había desaparecido de su
vida, no sin antes cumplir con su otra parte del trato,
darle toda su fortuna, un enorme caldero repleto de
monedas de oro de veinticuatro quilates. Que había
pasado esos años alejada de los hombres, intentado
conservar lo mejor posible su físico, pero que a pesar
de sus cuidados el tiempo ya había hecho desastres
que unos cirujanos habían logrado conjurar y hasta
revertir, para intentar de nuevo hacer vida amorosa,
la cual deseaba reiniciar donde la había dejado, con
aquel bello ser humano, del que tenía la esperanza
que la fama alcanzada por el éxito de sus libros no
lo hubieran afeado.
Luego me envió una fotografía de ella en un
bikini diminuto, en una hermosa playa de quien sabe
de qué parte del mundo. Mis hormonas se
enloquecieron como cuando la conocí, aunque dista
mucho de esa Liliana, pero la de ahora me enloquece
igual. Esta vez no dudé en contestarle, esperanzado
como ella, de que continuara siendo la misma de

77
MI QUERIDA BRUJA

antes, porque en mi caso, las experiencias amorosas


si me habían transformado.
Espero que esta vez nada ni nadie se
interponga.

(2022)

78
MI QUERIDA BRUJA
Cuando vi por primera vez a Alina, no llegué a
asociar su imagen angelical con la que resultó ser su
familia. Los integrantes de esta eran protagonistas de
sorprendentes historias, las cuales son relatadas a los
infantes por sus mayores en las noches más obscuras
y frías con la intensión de producirles miedo, como
desde hace poco yo, se las he narrado a mis sobrinas
con un dramatismo metódico, consiguiendo mi
cometido de asustarlas. Al descubrir que hace parte
de esa estirpe legendaria, quise creer que ella era
distinta.
Si mal no recuerdo, la más antigua de estas,
trata de su bisabuela, una santabarbereña, vecina de
la casa finca de mi tía abuela paterna. Mi tía y su
esposo contaban que hace muchos años, cuando eran
una joven pareja, un día el barullo de los vecinos de
la vereda les llamó la atención. Salieron de la
endeble casa que habitaban para saber que lo
ocasionaba. Se dieron cuenta de que estaban
reunidos en la casa de al lado. Estos afirmaban que
la dueño de la casa y única moradora, estaba en la
copa del gigantesco guamo que existía en las
aproximaciones de la antigua iglesia misionera
erigida en honor a Santa Bárbara, la patrona de la
vereda, del extinto resguardo indígena y a la vez se
encontraba en su casa. Mis parientes se abrieron
paso hasta lograr entrar y la encontraron sentada en
una rústica silla de madera, en el centro de lo que se
supone era la sala, en un estado catatónico. Luego se
REY CRUZ

precipitaron a subir por la carretera, montaña arriba


hasta el guamo, donde efectivamente la hallaron
flotando en la copa de este, mientras los
espectadores asustados e histéricos le lanzaban todo
tipo de proyectiles que la atravesaban como si ella
fuera un holograma. Después de un rato desapareció.
Según ellos eso ocurrió cuando ella volvió en sí y
abrió los ojos. La desterraron de la vereda. Años
posteriores, volvieron a tener razón de ella, cuando
se pasó a vivir a Pueblillo, un caserío que durante
décadas creció a la deriva, hasta que el desarrollo
desordenado de Popayán terminó por engullirlo y
convertirlo en un barrio, en una casa cercana a la
cancha, donde murió en el mes de marzo del dos mil
cinco.
De sus abuelos se cuenta que eran expertos
lectores de las barajas y el tabaco, y que, por octubre,
noche a noche hacían una seguidilla de aquelarres.
Dos de mis primos maternos, hermanos entre sí,
cuentan que una noche, intrigados por las agudas
carcajadas de la casa de enseguida, se subieron en el
lavadero que está pegado a la pared que da al patio
de la otra casa. Alzaron un poco la hoja de cemento
de fibra del techo y por esa pequeña rendija lograron
atisbar lo que hacían. Estaban desnudos, danzando
alrededor de una pequeña fogata. Prosiguieron
observando hasta que las nubes borraron las estrellas
y una densa y extraña bruma llenó el ámbito, las
llamas de la fogata se hicieron más grandes y
luminosas, de un momento a otro tomaron la forma

81
MI QUERIDA BRUJA

de un descomunal macho cabrío que les lanzó una


mirada de desprecio. Se aculillaron, perdieron el
equilibrio, cayeron uno encima del otro al piso.
Su madre fue salvada por un sargento
amigo, de ser incinerada por una enardecida turba en
Guapi, ya que ellos alegaban que de esa manera es
que se acaban con las brujas. La acusaban de haberse
robado y asesinado un bebe, para hacer un ritual de
invocación demoníaca y un pacto con este. Lo que
según testigos ella confirmó. Un tío mío, en medio
de una parranda le preguntó al respecto del rumor y
ella lo negó tajantemente, puesto que no es necesario
acabar con un bebe para realizar un pacto.
Su única tía materna, era la bruja de
confianza de un máximo dirigente de las FARC-EP,
quien fue desaparecida tras ser el otro abatido en un
bombardeo en inmediaciones de la selva por parte
del ejército nacional, ya que él la tenía contratada
para que le predijera sobre ese tipo de operaciones.
Mi primer encuentro con Alina fue fugaz.
Yo iba en sentido contrario a ella, a tomar la ruta del
bus que va del centro de Pueblillo al Palacio de
Justicia de Popayán. Quedé embobado. Me costó
trabajo concentrarme, al punto que me equivoqué de
edificio y en vez de entrar a la biblioteca de la
Universidad del Cauca, entré a una casa de dos
pisos, de la época virreinal, similar a la biblioteca.
Solo caí en cuenta de mi equívoco en el centro del
patio inmediato a la entrada, al sentir que me
observaban con extrañeza. Salí de mi

82
REY CRUZ

ensimismamiento, miré a mi derredor y


encontradme que más de una doce de monjas de
hábito marrón y habano, me escudriñaban desde los
pasillos de la primera y segunda planta, en esta, un
par de monjitas tomaban al parecer café, sentadas en
un pequeño juego de sala, estaban absortas,
clavándome sus límpidas miradas, con los vasos a
mitad de camino. Sentí empalidecer, bajé la cabeza
y me retiré de inmediato.
Seguí encontrándomela de forma eventual,
en mis largas estadías en Popayán, la ciudad de mis
ancestros.
En una noche de hace seis años, en que se
llevó a cabo la fiesta del Niño Dios de la vereda
Santa Bárbara en la plazoleta del lado izquierdo de
la iglesia, nos presentamos y hablamos sin premura
un poco de todo. Fue después de que cuatro
intrépidos muchachos arrancaron las botellas
plásticas amarradas a los costales que recubren los
costados de las ‘vacas locas’, las cuales están hechas
por un armazón de guadua, dejando descubierto las
partes inferiores, por donde solo una persona se
introduce en cada una de ellas y la carga por encima
de su cabeza. Estas cuentan en un extremo con un
cráneo de vaca con dos cuernos, bien sea metálicos
o de madera, con sus puntas envueltas con tela; en el
otro extremo, tiene una cola de alambre que termina
en una pelota de trapo. Tanto cuernos como cola son
impregnados de algún combustible y encendidos.
Las botellas contienen en sus interiores unos

83
MI QUERIDA BRUJA

papelitos, donde están escritos los respectivos


premios por la gallardía de arrancarlas, esquivando
las remetidas de las ‘vacas locas’ que se defienden
entre sí, con sus colas y cuernos. —Esa vez fueron
nada más dos premiadas y solo una para ayudar a
defender las otras—.
La concurrencia de la fiesta en la plazoleta
central hizo un amplio círculo para el demencial
espectáculo. Ella estaba al otro extremo, frente de
mí. Nuestras miradas se cruzaron, ella sonreídme y
guiñadme un ojo, a lo que correspondí haciendo lo
mismo. Al terminar la función, se acercó y se
presentó, igual yo. Toda la noche estuvimos juntos,
a pesar de ella y para felicidad mía sin bailar, ya que
yo no lo hago, intercambiamos números de celular.
Ese fue el comienzo de la que debió ser una
historia de amor y no una tétrica pesadilla como
terminó.
Chateábamos hasta tarde y empecé a ir más
de seguido a Popayán. Nos citábamos en distintas
partes, para que mi supersticiosa familia no se diera
cuenta, pues ellos me hubieran prohibido esa
relación, debido a la legendaria fama de la progenie
de Alina. Eran encuentros en los que le daba rienda
suelta a mi tierna y cariñosa forma real de ser.
Rápidamente, fui descubriendo su
fanatismo por elementos de la brujería venezolana,
como su veneración a las “Tres Potencias” que la
conforman el cacique Guaicaipuro, María Lionza y
el Negro Felipe; también venera a Simón José

84
REY CRUZ

Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios


Ponte y Blanco, y sobre todo a Hugo Rafael Chávez
Frías, de quien llevaba al cuello un escapulario con
su rostro en una de las dos piezas y en la otra la efigie
de la Virgen de Coromoto.
En los momentos en que meditaba sobre
nuestra relación, me asaltaba la duda de que ella
estuviera haciendo rituales para tenerme a su lado,
pero rápidamente la disipaba, pues era una tontería,
ya que solo necesito una persona con la que pueda
hablar sobre todo sin aburrirme, a la que pueda dar
y recibir cariño, lo que Alina me daba de sobra.
Cuatro meses ulteriores, las cosas
cambiaron al conocer su hogar. La casa era la misma
que su bisabuela compró al regresar a Popayán y que
poco antes de morir reformó, agrandándola,
agregándole un segundo piso y seis cuartos de más;
en la que mis primos vieron al macho cabrío. Lo
único normal en esa vivienda es la sala, el comedor,
la cocina y los dos baños, el resto está llena de altares
con estampas y estatuas de porcelana o de
marmolina de deidades extrañas; ofrendas de
plumas, flores y velas de todos los colores, platos
con comida o sangre ¿sabrá Dios de que animal?,
restos de puros, inciensos encendidos, monicongos
y fetiches con fotografías pegadas, incrustadas con
alfileres. —Es difícil no sucumbir a la sombría
atmósfera del lugar—. Para evitar que entrara yo en
contacto con su familia, que al parecer estaban en
sus respectivos cuartos, llevadme directo a su alcoba

85
MI QUERIDA BRUJA

que está en la segunda planta. Esta no es muy


grande, solo tenía una mullida cama, un armario de
dimensiones modestas, una mesita de noche, un
angosto librero y la mayor parte la ocupa su altar, en
el que la imagen del presidente venezolano es la más
grande. Asombradme descubrir un fetiche
polvoriento con la foto de uno de mis tíos, con un
alfiler clavado en el estómago. Lo increíble de ese
asunto es que, mi familiar sufría de cáncer de
estómago y a los días de mi descubrimiento murió.
Esto me perturbó. Alina percibió mi incomodidad,
no puso reparos a mi repentina partida.
Descubrir su cara siniestra me alejó de ella.
¡¿Cómo era posible que un ser con apariencia
angelical tuviera deseos macabros?! Este fue el
inicio de mi suplicio y el fin de mis juicios a las
personas por la apariencia.
Sin mediar palabra con ella, la bloqueé de
todas las redes sociales y de mi celular e intenté
borrarla de mis pensamientos, pero era derrotado y
las noches transcurrían pensando en ella. Cuando
por fin al amanecer, el cansancio del cuerpo me iba
doblegando, los parpados cedían, me revolvía en mi
lecho, oía un murmullo en mis oídos similares a
rezos. Al caer en estado profundo de sueño, mis
ensoñaciones atemorizantes eran protagonizadas por
ella. En algunas, me veía como una hormiga
chirringuitica en las astronómicas manos de Alina,
semejantes a un mundo de textura suave y
depresiones profundas, de aroma floral. Por más que

86
REY CRUZ

intentaba salir de aquel planeta, no lo lograba y


escuchaba su risa como de cristales romperse. En
otras, corría por un lúgubre bosque, huyendo de las
garras de un inmenso cuervo negro que intentaba
atraparme, hasta que llegaba a una explanada, el ave
me rebasaba, luego dejaba de bolar parándose en la
tierra. Yo frenaba en seco, caía al suelo, la cabeza
del ave frente de mí tomaba la forma de Alina,
peleaba con ella, ganaba. Otros eran sexualmente
delirantes.
Al pasar de los días, se fue apoderando de
mi autonomía el deseo febril por estar con ella. A la
semana no aguanté más, la desbloqueé de todas
partes, le escribí, la llamé, pero no me respondió. En
la madrugada, sentí sofocarme y el efímero sueño se
disipó. Cuando mis ojos se acostumbraron a la
semiobscuridad de mi habitación de la casa en la que
habito en Cali, oí un <<cuac>>, descubrí la silueta
del cuervo de mis pesadillas en una esquina apartada
de mi cama, luego este tomó la forma de Alina.
Estaba desnuda, aún más bella y provocativa de lo
que recordaba. Ninguno de los dos hablamos. Sonrió
de tal forma que mostró su dentadura y sus ojos se
llenaron de una extraña luz opaca. En fracciones de
segundo, se desplazó hasta mi lecho, acaballadme,
mordedme el cuello causándome profundo dolor.
Aunque intenté moverme, quitarla, gritar,
simplemente no pude. De pronto perdí el
conocimiento. Al regresar en sí, era de día. Aun
confundido, crucé la casa hasta el baño, donde revisé

87
MI QUERIDA BRUJA

mi cuello y con asombro observé la reciente cicatriz


de una mordida, incrédulo la palpé, el escozor al
hacerlo hacedme gritar. Lo oculté con microporo,
decidido a continuar con mi vida.
¡Qué ingenuo! Las cosas no pararon. La
misma escena se repitió cada noche, con una
variante constante, nunca me mordía en el mismo
lugar. Le tomé miedo a las noches, las que pasaba en
vela. Llegué a consumir distintos tipos de
somníferos en un intento por compensar el sueño,
pero ninguno funcionó. El deterioro de mi cuerpo, el
de mi psiquis me tornó taciturno y huraño,
haciéndome perder mi empleo y amigos que se
siguen preguntando la causa de mi errático
comportamiento.
La desesperación por estar de nuevo con
ella me llevó a implorarle perdón, a que volviéramos
de rodillas en el umbral de la puerta de su casa. A lo
que contestó que no. Lloré con amargura, bañando
con mis lágrimas el empeine de sus pies desnudos.
Rio agrandes voces. Sentí que los transeúntes me
miraban y cuchicheaban. Besé con desesperación
sus pies. Ella me pegó una fuerte patada en la
barbilla que me tumbó boca arriba en el asfalto, vi
su rostro colérico. Volví a mi posición suplicante, a
rogarle de nuevo.
—Está bien. Deja el escándalo y entra.
Al entrar, no vi a nadie de su familia,
tomadme de una de sus manos y pasamos derecho a
su alcoba, donde me mostró que en el centro del altar

88
REY CRUZ

estaba un retrato mío con manchas secas, de color


vinotinto. Quedadme de pie, ella se sentó en el borde
de su cama.
—Eres un idiota, yo no te iba a hacer nada,
no tenía por qué. A pesar de todo lo que conoces de
mí y de mi familia continuaste conmigo, pero fui tan
estúpida de dejar esa maldita foto... Yo realmente
estaba enamorada de ti, porque tú me trataste
distinto, no me juzgaste, ni me buscaste solo para
tener sexo. Claro que me llené de rabia, he hice todo
para que vinieras, te hincaras, me pidieras perdón,
que volviéramos juntos... Yo era tu querida bruja...
Ahora al verte así...
Bajo la cabeza, sollozó.
—Perdóname.
Incorporase, agarró mi retrato, lo incinero
con la llama estática de una vela negra, piramidal.
La soltó cuando las llamas estaban a punto de
quemar sus tentadoras falanges, cayó al suelo de
baldosas blancas y el humo llenó la habitación. Se
limpió con ambas manos su rostro delicado,
clavadme su mirada con una sonrisa coqueta, se
acercó a mí.
—No tienes ya nada de qué preocuparte.
Besadme en la mejilla derecha. Le
correspondí, le agradecí, me despedí y me fui.
Después de abandonar la casa de Alina, al
llegar a la de mi abuela en la vereda circunvecina a
Pueblillo, Chuchín, mi abuelo, no sé cómo, ya se
había enterado de todo y me esputó con rabia porque

89
MI QUERIDA BRUJA

no le había contado antes de mis andanzas, que él, lo


hubiera impedido. Le conté todo y lo calmé
diciéndole que ya todo había terminado, que ella me
liberó de toda atadura.
—Yo también tuve problemas con esa
familia, pero mi caso escaló hasta el punto de que el
arzobispo de la ciudad intervino. La sacaste barata.
Yo aún tengo sueños con un enorme cuervo que
siempre quiere llevarme, al cual me enfrento,
peleamos, gano. Sé que el día que no gane será mi
fin.
Sí que la saqué barata, nunca más he tenido
esa pesadilla.

(2021)

90
LA MALDICIÓN
HEREDADA5
A Tati, quien me dio la
idea para este cuento.

5 Este cuento está registrado como parte del cuentario: ‘Los


cuentos del tío Ale’, libro que fue fraccionado en cuatro,
siendo este el origen de la obra actual.
En esta madrugada volvió a parecer. Desde mi
lecho escuché el ruido de su cuerpo chocar, croar en
diferentes partes de la casa. Siempre ha sido así:
aparece y desaparece de repente.
Todos pensarán que es un simple sapo6,
pero debo desilusionar a vuestras lógicas, cuando lo
elegí junto al esférico tumor que mi bisabuelo
extrajo del estómago de una vaca, entre muchos
otros de sus objetos personales que sus hijos sacaron
de su casa tras su reciente entierro, era una simple
escultura de bronce, sin más mérito que el de haberle
pertenecido. —No imaginaba la maldición que
elegía y que mis ancestros soportaron—. Solo supe
de ella minutos ulteriores a nuestro regreso al
apartamento en Cali, cuando mamá me ordenó que
lo sacara para examinarlo. Debí empalidecer.
Después de tomar al anfibio metálico, el tumor y una
biblia protestante que se la había regalado un primo
presbiteriano, —no recuerdo quien me la dio a mí—
, los guardé como un tesoro en el fondo de mi
maletín. El domingo, día de nuestro regreso, al

6
A lo largo del cuento me refiero al sapo como rana, esto
debido a que su apariencia está inspirada a la estatuilla del
‘juego del sapo’ que en otras latitudes del continente
americano es conocido como el ‘juego de la rana’.
REY CRUZ

recoger mis pertenencias y acomodarlas en el


maletín, vi con horror que no estaba. La busqué y
rebusqué por toda la casa de mi abuela y no lo
encontré. Empaqué todo con la esperanza que lo
olvidaran. Al ver mamá mi palidez, replicó con furia
que ya lo había votado. Me crujieron las tripas, sentí
un nudo en la garganta, el miedo cundía en mí. En
ese instante sentí un bulto en el bolsillo izquierdo del
jean que llevaba puesto, introduje la mano en el
bolsillo, sentí asombrado el cuerpo, el frío del metal
y sin pensar en lo extraño del asunto con inmensa
alegría se lo mostré. Era una escultura grotesca,
hueca, con una boca exageradamente grande. Lo
guardé en la parte más alta del armario de mi cuarto,
en donde lo olvidé.
Un día, mamá de forma intempestiva entró
a mi habitación para ver el estado en que la tenía, el
desorden y la suciedad la exasperaron al punto de
asearla conmigo, canturreando todo el tiempo una
sorda cantaleta como si fuera una dilatada opera.
Cuando terminamos, ambos creímos que su cólera
había pasado, hasta que recordó al sapo que no había
visto. De nuevo la rabia, el señalamiento de que yo
lo había perdido. Intenté explicarle que no era cierto,
que lo había guardado, que no sabía dónde estaba.

93
MI QUERIDA BRUJA

Sus gritos fueron superiores a mi voz, mi valentía se


extinguió, enmudecí, me castigó.
Esa noche calló un torrencial aguacero. Tal
vez por el frío, la modorro nos ganó a todos en el
apartamento, nos acostamos a dormir temprano. A
las diez, el ruido de metal caer y un fuerte croar en
la sala me despertó. En el momento en que salía de
la habitación para investigar el fenómeno, papá
hacia lo mismo. Las perras que gruñían salieron de
la cocina, pasaron por nuestros lados, las seguimos.
Al llegar a la sala comenzaron a ladrar, moviendo
emotivas sus colas. Vimos al sapo de bronce en el
suelo, las perras pararon de ladrar, se le acercaron.
Cuando Natacha le envió un zarpazo, el metálico
anfibio brincó sobre nosotros y las perras del miedo
retrocedieron. Papá y yo nos miramos e incrédulos
contemplamos como saltaba por la casa, croando
agrandes voces. El estruendo hizo salir a mis
hermanas y a mamá de sus piezas, a las que
regresaron al ver aquel espectáculo. De pronto el
sapo entró a mi habitación y no lo oímos más. Lo
seguimos, no lo vimos. Abrí el armario. Estaba ahí,
inmóvil, en el mismo lugar en el que yo lo había
olvidado. Papá lo agarró y comprobó su rigidez, lo
guardó en una caja de zapatos, la recubrió de cinta,

94
REY CRUZ

la puso de bajo de la cama dispuesto a votarlo al


próximo día.
Al siguiente día, al sacar la caja la sintió
vacía, arrancó las cintas, la destapó, no estaba, la
buscamos, no la encontramos.
Creímos librarnos de la rana, hasta que llegó
la temporada de lluvias y reapareció con la primera
precipitación y luego desapareció a esta terminar.
Desde esa vez ha sido así, aparece con la lluvia y
desaparece con esta.
En una ocasión la lluvia nos tomó a todos
por separado y fui yo al único que se le apareció.
Para confirmar que era a mí a quien perseguía, en la
siguiente tempestad me sacaron de la casa. La
maldita rana parecía feliz rebotando por toda la
calle.
Buscamos ayuda. Pero ni el esoterismo, las
iglesias, médiums, chamanes, brujos y
parapsicólogos lograron liberarnos.
Cuando ya estábamos resignados, tuve un
prodigioso sueño con mi bisabuelo. Estábamos en el
campo, de noche, acostados en el pasto,
contemplando las estrellas. Sentí una inmensa
alegría de verlo de nuevo. Le conté lo del sapo de
bronce, se rio. Me explicó que no era una estatuilla
cualquiera, sino una maldición destinada a ser

95
MI QUERIDA BRUJA

heredada y que no era de bronce sino de oro. Era el


castigo a uno de nuestros ancestros por arrebatarle la
esposa del sacerdote de la diosa Luna, a la que
amaba con locura. La finalidad del sapo era impedir
que el ladrón y su descendencia vivieran tranquilos.
Tras la muerte del dueño original, el sapo escogió
entre los hijos uno para continuar ese detestable
trabajo y así tras treinta generaciones, pasó a mis
manos. Pero el lunático sacerdote no previó la
capacidad de acostumbrarse y adaptarse de todos los
malditos. Esa era la solución para salir abantes.
En el desayuno les conté el sueño.
Esos hechos ocurrieron hace ya varias
décadas. La costumbre ha terminado por normalizar
la maldición, hasta el punto de que mis sobrinas y
mis hijos no conciben una lluvia a mi lado sin el
sapo, mis nietos se lanzan sobre él, cuando logran
atraparlo se desvanece para corporizarse en otro
lugar. A la que más le costó fue a mi esposa. Al
principio de nuestra relación sucumbía al pánico, el
sapo la perseguía hasta trepársele encima, sin
embargo, fueron tantas veces que le perdió el miedo.
El metálico anfibio dejó de hacerlo y ella le cogió
tanto cariño al punto de mimarlo como a un perro
cada vez que puede.

96
REY CRUZ

Hoy en día, cuando las precipitaciones me


toman por sorpresa en compañía, me escabullo a las
calles buscando la soledad. No falta quien se
sorprenda al ver que, a mi edad abandone un refugio
para caminar en la tormenta. Lo más asombroso es
que los conocedores de la maldición la han
mantenido oculta. Si ahora la doy a conocer, es a
sabiendas de que ustedes mis asiduos lectores,
dudaran de la veracidad de estos párrafos, ya que mi
vida se diluye en la ficción. Mientras se preguntan
que de real hay, les comento que escribo mientras
cae un aguacero de desmadre y que mis nietos
estaban persiguiendo al sapo hasta que este, después
de tantos años, brincó a las manos de mi esposa,
quien ahora lo está consintiendo.

(2021)

97
7
BIOGRAFIA
DEL AUTOR

Rey cruz nace en


mil novecientos
no-venta y seis en
Cali, ciudad en la
que vive y retrata
en varias de sus
obras. Estudió su
bachillerato en
Santa Libra y
abandonó sus
estudios univer-
sitarios para entregarse de lleno a la literatura. Su
obra es enteramente ecléctica, dado que en ellas hay
elementos de diferentes géneros y movimientos
literarios, como los muestra las piezas que
conforman este cuentario ‘Mi querida bruja’. Son
historias de terror escritas en una prosa ágil y rica,
narradas de diversas formas, en marcadas en la
realidad histórica y violenta de Colombia, en las que
el folklore, la tradición oral, los recuerdos familiares
y las crónicas periodísticas son trascendentales para
darles verosimilitud. Aunque la mayor parte de su
obra son cuentos aun no publicados, ficciones en
mayor suma realistas, trabaja desde hace varios años
en una ambiciosa colección de novelas, en la que el

7 Autoría de la fotografía: ©Santiago Rodríguez, 2023.


REY CRUZ

terror, el realismo social e histórico, lo mágico y la


ciencia ficción, se entretejen en una apasionante
saga.

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