Revista Area 3 N6
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SUMARIO
e d i t o r i a l 3_
a v u e l t a s c o n …
L o s g r u p o s o p e r a t i v o s
Grupalidad y sociabilidad sincrética. Raffaele Fischetti 5
m a t e r i a l e s
n o t i c i a s
c r í t i c a b i b l i o g r á f i c a
En una primera valoración de estos años tendríamos que decir que se ha cumplido
satisfactoriamente aquel objetivo que expresábamos en el editorial de nuestro número 0 de
agruparnos alrededor de la escritura como “un primer movimiento táctico que, además,
contribuye al acompañamiento afectivo necesario para pensar”, lo que nos ha permitido una
reagrupación de fuerzas internas y externas, y también, como decía Pichón, a través de esta
marca hemos adquirido identidad.
Así pues, este número seis de la Revista da paso a una segunda etapa con un
Consejo Directivo nuevo, más amplio: hay más personas implicadas en las tareas de
realización y soporte de la Revista en su segunda época, y hay también algún otro proyecto
de actividad profesional -siempre en la línea de abrir espacios para favorecer el intercambio
y el diálogo entre nosotros- que este nuevo grupo preparamos con ilusión.
Respecto a los trabajos de este número, la mejor presentación que podemos hacer
es decir que son expresión de un pensamiento vivo. Creemos que a veces ha sido frecuente,
en los trabajos escritos que situamos dentro de la Concepción Operativa de Grupo, un estilo
que podríamos llamar de “acomodación” de las experiencias a nuestro esquema de
referencia, una cierta repetición esquemática de los conceptos. Los artículos de este número
rompen con este estilo, tratando de superar la escisión, en la que a veces también caemos,
entre el saber producido por la experiencia y los conocimientos ya adquiridos, intentando
pensar nuevas articulaciones, estableciendo nuevas jerarquías entre los diversos conceptos,
utilizando la autobiografía contratransferencial como instrumento de investigación del
campo, dialogando con esquemas de referencia duros sobre nuevas patologías o en la
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e d i t o r i a l
Hay una característica implícita en prácticamente todos los trabajos de este número
y en los del tema central del número anterior, que es la de ser trabajos que están en diálogo
tanto con el contexto institucional del que surgen las reflexiones, como con otros ECROS que
abordan problemáticas similares, lo que permite discriminar más nuestra propia concepción.
El Equipo de Redacción
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Los a priori conceptuales forman parte del campo epistémico a través del cual se
constituyen las condiciones de posibilidad de un saber, delimitan las áreas de visibilidad e
invisibilidad, los principios de ordenamiento y las formas de enunciabilidad. Operan
organizando la lógica interna de las nociones teóricas y el diseño de los dispositivos e
instrumentos a partir de los cuales interpretar los acontecimientos que se han producido en
el campo. Aunque actúen implícitamente intervienen en el corazón de la observación y la
interpretación de un campo.
Por último emerge la noción de grupalidad como una condición precedente a toda
individualidad y sociabilidad.
Si hasta ahora se había pensado que el grupo se representa a través de una serie
de relaciones, se comienza a hipotetizar que la sociabilidad no es sólo relaciones. Es este el
sentido que tiene la expresión de Bleger (1989) cuando habla de una cierta sociabilidad que
se basa sobre una relación que es una no relación.
El texto es la reelaboración y la profundización de un trabajo escrito con F. Milano para las Jornadas
sobre “El grupo y los grandes síndromes en el umbral del siglo XXI”, celebradas en Venecia los días 28 y
29 de Enero de 1994.
Traducción de Carmen Ferrer y Antonio Tarí.
1
Raffaele Fischetti es psicólogo y psicoterapeuta. Miembro del Istituto di Psicologia Sociale Analitica de
Venecia. Italia.
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Armando Bauleo señala que, cuando Freud (1921) dice que la psicología social
precede a la psicología individual, no sólo está discriminando entre campos disciplinarios,
sino que habla también de procesos mentales. La psicología social es una manera de
denominar un conjunto de elementos, anteriores al nacimiento de la individualidad.
Bleger precisa las llamadas “relaciones grupales”, que se basan sobre procesos de
identificación cruzada y que hacen posible la situación grupal, son el nivel más avanzado del
desarrollo de la grupalidad (sociabilidad por interacción) que está en relación con un nivel
más primitivo (sociabilidad sincrética) que puede aparecer en determinadas circunstancias.
Sería un área donde lo individual y lo social estarían fundidos e indiscriminados. La
grupalidad no es una fase, sino un substrato constante, y la individualidad (sociabilidad por
interacción) se prefiguraría a partir de una red de interacciones donde las otras personas son
necesarias como “soporte” para las emociones internas. El grupo actual recorta la grupalidad
donde nuestra vida se desenvuelve (Bauleo, 1994).
Resulta defectuosa o parcial una lectura tal del grupo, si no se tiene en cuenta la
resonancia significativa de la sociabilidad sincrética sobre la sociabilidad por interacción. No
existe una dimensión plana y unívoca de la sociabilidad.
Rosenfeld (1973), Searles (1974) y sobre todo Bleger (1993) piensan que la
instalación del setting dentro de la relación paciente-terapeuta ofrece nuevas posibilidades
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Los grupos operativos
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por un lado hay una lucha contra el nivel sincrético para llegar a una individuación
por el otro, los miembros del grupo tienen necesidad de mantener en aquel nivel
parte de los propios vínculos, porque así se mantiene esencialmente controlada la parte
psicótica de la personalidad, ya que de otra manera el yo correría el riesgo de disolución, de
dispersión, de desorganización psicótica. La organización sincrética sería bien el precursor de
relaciones objetales y el custodio de la parte más neurótica de la personalidad, o bien estaría
al servicio de la evitación de cualquier relación objetal, de prevalecer la parte psicótica de la
personalidad. Parafraseando a Bleger se podría decir que paradojalmente la identidad por
interacción es tributaria de la sociabilidad sincrética.
Lo que hacen presente los integrantes en el grupo es algo que va desde la familia
de origen a otros contextos significativos, ciertas atmósferas, sabores, sonidos, ritmos,
climas que, en todo caso hablan de la falta de libertad que caracteriza estos estados
mentales.
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En las primeras fases del grupo, pero también en situaciones particulares, podemos
observar el emerger de la sociabilidad sincrética a través de una organización narcisística de
grupo, o sea, el predominio de la estructura indiscriminada y la proyección del mundo
interno en el mundo externo (setting, atmósfera) de manera tal que impide cualquier
discriminación entre objeto interno (grupo y setting precedente) y depositario (grupo y
setting actual). Lo que se proyecta en el grupo no es tanto un contenido mental o un
sentimiento, cuanto una serie de vínculos con sus propias atmósferas. Cada uno de los
componentes del grupo es depositario y puede actuar roles correspondientes a vínculos y
objetos internos de los otros. La ecología del relato (Pichon-Rivière, 1985) produce
igualmente emotividad, como los gestos, las acciones y el contenido del relato mismo.
Es una fase del desarrollo mental donde la distinción entre los miembros, el
coordinador y la tarea no existe. Esta estructura indiferenciada se presenta como
fundamentalmente corpórea. El cuerpo, precisa Bleger, sirve de “buffer” para evitar que el yo
se vea desorganizado o invadido. Al mismo tiempo un cierto movimiento y un esbozo de
aprendizaje están igualmente presentes, ondean en torno a las sensaciones corpóreas, a los
contactos, a los límites entre el dentro y el fuera.
Claudio sueña que en una rifa de beneficencia gana un muñeco de recién nacido
que viene envuelto en un saquito de plástico. Está contento por el premio, pero teme que el
niño pueda ahogarse en el saquito.
En el sueño podemos pensar que actúe una especie de aprendizaje a través del cual
se constituiría un vínculo entre el cuerpo y la mente que iniciaría el proceso de simbolización.
En nuestra experiencia esta modalidad oscila junto a una segunda donde los
miembros incorporan el grupo indiscriminado como objeto interno y establecen la simbiosis
con el grupo dentro de sí (autismo).
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algunos integrantes) o a recurrir al acting, como llegar tarde, abrir ventanas, salir la primera,
interrumpir la terapia. En el grupo se respira un ambiente de opresión, de bloqueo.
En un grupo terapéutico esta situación era señalada por las palabras de una
integrante que afirmaba tener frío en la cabeza, cada vez que el grupo se encontraba en este
nivel de organización
A medida que el sujeto entra en la estructura grupal, los viejos grupos presionan
para imponerse en el aquí y ahora de la situación actual. El setting y, en particular, la tarea
grupal estimulan porciones del nivel de sociabilidad sincrética depositadas en el grupo
interno y ofrecen la posibilidad de ser discriminadas, en tanto esta discriminación se apoya
en las posibilidades del trabajo sobre la tarea.
La tarea en/del grupo facilita el pasaje de una identidad sincrética a una por
interacción ya que permite elaborar comportamientos estereotipados preexistentes. Fija el
aquí y ahora de la situación grupal, actúa como organizador, es el instrumento de la
contradicción que actualiza la dinámica del proceso.
Sergio, que ha iniciado un grupo terapéutico porque dice que no sabe gestionar la
agresividad con los propios superiores y las personas importantes, anuncia en Navidad al
grupo que no puede continuar la terapia porque ha agotado el “budget” que tenía
programado. Envía al grupo una felicitación navideña dibujada por él mismo donde el grupo
es representado como una mujer procaz, con un seno imponente en primer plano. Pero habla
también de su “tormentosa” historia de amor. Cuenta, en dialecto, que después de siete
años de una relación feliz, sin malentendidos ni conflictos con Luisa, la chica ha sido
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atropellada por un camión. Muere después de cinco años en coma. Después de dos años de
hospital, los padres de Luisa decidieron trasladar a la hija a la casa que los dos novios habían
adquirido con un crédito muy caro que Sergio continúa pagando.
El clima es de un nerviosismo “sin nombre”. Después Piero sale del sopor y anuncia
que no le resulta claro como ha muerto Luisa, “no se puede morir así bajo un camión… ¿se
ha suicidado?... ¿es una casualidad?”. Añade que es muy grave que Sergio haya decidido
cerrarse.
Se interpreta que el grupo está sintiendo sobre sí los efectos de aquello que Sergio
ha llevado, están dudosos y no se permiten experimentarlo hasta el fondo. Se difunde un
sutil sentimiento de humillación.
Solo ahora, poco a poco, se habla del padre inflexible, de la esposa mala, del
sentirse vampiro, de una madre dura por fuera y dulce por dentro.
Los objetos internos comienzan a ser más discriminados y cada uno puede intentar
la reintroyección de aquello que se había depositado en el grupo.
Bibliografía
BAULEO, A.: Note di psicología e psichiatria sociale. Pitagora Ed., Bologna, 1993.
BAULEO, A.; De Brasi M.: Clinica Gruppale, Clinica Istituzionale. Poligrafo, Padova, 1994.
FREUD, S.: Psicologia delle masse e analisi dell’io. O.S.F. v. IX, Boringhieri, Torino, 1977.
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NERI, C.; PALLIER, L.; PETACCHI, G.; SOAVI, G.C.; TAGLIACOZZO, R.: Fusionalità scritti di
psicoanalisi clinica. Borla, Roma, 1990.
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Movimientos hacía adelante o hacía atrás sí que se efectúan, ya sea por los nuevos
modos de pensar o como efecto de la resistencia contra el cambio. Pero no se puede hablar
de regresión en estas instancias, ya que no existen normas a cumplir para el desarrollo
(natural) del grupo.
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Los movimientos hacia adelante y hacia atrás, tal como los conocemos en el
proceso grupal no son comparables con la regresión/progresión del desarrollo infantil. En el
caso de los niños se trata de seres vivos individuales, mientras el proceso grupal se hace por
el interjuego de todos los miembros del grupo entre sí y con la coordinación; todo esto bajo
la influencia de los factores institucionales y sociales.
Con Bion empezó la metapsicología del grupo. Planteó los conceptos de mentalidad
grupal, estados protomentales, valencias y supuestos de base. Estos términos designan un
funcionamiento psíquico conjunto de los miembros del grupo, de un colectivo.
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refinamiento de la teoría. A partir de aquí el grupo queda definido por sus miembros y su
tarea, es decir, el grupo se forma con la elaboración de la tarea común y deja de existir
cuando llega a su fin. Entonces, se puede distinguir al “grupo como experiencia”, de un lado,
y al “grupo como concepto”, del otro. Es claro que desde esta perspectiva no tiene sentido
hablar de regresión, ya sea en un sentido biológico o psicológico (meta pulsional, relación de
objeto, modo de defensa) ya que estas nociones no se aplican al grupo como concepto
teórico.
Cuando un grupo comienza siempre hay, como dice Bauleo, un pequeño duelo, ya
que se aleja de la pertenencia grupal anterior. Se forma una resistencia y aparecen los
miedos.
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Al mirar hacia atrás, tomo conciencia de que ese bagaje de formación y experiencia
fue un instrumento muy valioso, que me fue permitiendo en aquellos primeros momentos
tener un lugar de observación de los acontecimientos que se iban generando en torno a la
asistencia del “enfermo mental”: los profesionales que intervienen, su relación con los
pacientes, con las familias, con los lugares de internamiento, los nuevos programas de
asistencia comunitaria, planes de rehabilitación, etc. Me topaba con una complejidad, y una
maraña de relaciones, que era necesario descifrar y a su vez contemplar en ese breve
encuentro con la locura. Me volvía a resituar en el campo de lo grupal, en el de las
interacciones y de las modalidades vinculares. Estaba, como diría A. Bauleo, en el campo de
lo múltiple, donde todos los acontecimientos en torno a la atención de estos pacientes, se
anudan dando nuevas significaciones (1).
3
Dolores Lorenzo es psicóloga clínica y psicoterapeuta. Granada.
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su noción de ECRO, rompe las barreras del conocimiento único, y nos muestra que el
aprendizaje es una producción de conocimientos que tendrá que ir salvando los obstáculos
emocionales que los encierra. Aprender a pensar y operativizar el pensamiento en la praxis.
Han pasado muchos años, nuestro modelo se ha seguido desarrollando, está vivo y
en permanente movimiento; siempre cercano a la acción, a la práctica clínica. Hay
innumerables experiencias de intervenciones en el campo de la enseñanza, de la clínica, de
las instituciones, muchas de ellas recogidas en diversas publicaciones, revistas (5), libros y
muchas otras que no acceden a la escritura. Aquellos primeros planteamientos y toma de
posición de Pichon-Rivière con la salud y la enfermedad, hoy siguen estando presentes en las
nuevas conceptualizaciones.
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Otra aportación ha sido la realizada por Bleger. Él nos permitió estar más cerca de
entender los efectos del setting y los vericuetos que circulan en el aprendizaje, en ese
artículo tan central sobre “los grupos operativos en la enseñanza” (10), o su “teoría de los
ámbitos” (11). Y su conjunto conceptual en torno a la simbiosis y ambigüedad (12).
En este breve viaje que realizo por nuestra historia, hay muchos autores, que han
sido y son compañeros en esta andadura.
Aquella maleta que dije al inicio de este artículo, no estaba completa, fue creciendo
en mi trabajo con los psicóticos, ampliándose mi esquema referencial. Afortunadamente, el
proceso de aprendizaje no lo doy por terminado.
¿Cómo no saber que cuando están en el proceso terapéutico, los síntomas tienen
una significación en el vínculo con el terapeuta?
El contexto
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(psicosis, esquizofrenia,...) que son derivados por los equipos de Salud Mental y por las
Unidades de Agudos.
El equipo está formado por dos auxiliares de clínica, dos psiquiatras, un auxiliar
administrativo, una enfermera, un trabajador social, un terapeuta ocupacional y una
psicóloga.
Este paciente que recién comienza su encuentro con nosotros, se tiñe de otros
colores, quizás de restos de vínculos que otros dejaron en nosotros. ¿Cuánto de esos restos
vinculares acompañan el inicio de su relación con la institución?
Hasta hace dos o tres años era el único Hospital de Día de la Comunidad Autónoma
Andaluza. Era un centro experimental.
Desde su origen entiendo que ha soportado una doble situación. Por un lado, había
poca fiabilidad en cuanto a la eficacia de este dispositivo asistencial por parte de los
responsables del Instituto Andaluz de Salud Mental. A pesar de ser considerado, como
decían, un centro experimental, nunca fue evaluado, no se pidió ni se midió su eficacia; hoy
pienso que quizás no se consideraba viable ni tangible el abordaje psicoterapéutico con estos
pacientes, y menos aún si el equipo tenía ciertos aires “dinámicos”.
En este momento puedo pensar que esa doble situación jugó a favor y en contra. A
favor porque nos dio la ventaja de que podíamos organizarnos, en buena medida, como
quisiéramos. Nosotros definíamos nuestra tarea. La Unidad de Docencia era un importante
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estímulo formativo, los alumnos nos acompañaban y, ellos sí, nos observaban y evaluaban.
Tuvimos en contra el hecho de que si un servicio no es confrontado, si no es evaluado su
trabajo, si no se exigen ciertas responsabilidades, en tanto se trata de un servicio público, se
puede caer fácilmente en un cierto encierro en sí mismo y perder una parte de objetividad
que te da cierto control de otras instancias; quizás algo de esto padecimos.
La primera tarea de la que me hice cargo tras diez días de mi contrato, fue
organizar un dispositivo grupal terapéutico. Había una lista de 11 pacientes en espera de
recibir su tratamiento. Desconocía el contexto, el esquema referencial del equipo, apenas
nada sobre la organización. Recordaba algo que A. Bauleo decía: que para poder organizar
espacios terapéuticos grupales es necesario una cierta organización del equipo, es decir, un
equipo que sostenga esta modalidad (21).
Di por supuesto que el equipo “estaba”, aunque sabía que llevaba tan sólo seis
meses de andadura, casi el tiempo que llevaban esperando estos pacientes para entrar en un
grupo terapéutico.
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Los grupos operativos
Os contaré que en la siguiente sesión, a la hora del comienzo estaban dos pacientes
y durante el primer cuarto de hora, fueron llegando de uno en uno cada dos, tres minutos.
Finalmente estuvieron todos... y seguimos trabajando.
En una primera mirada, sobre la no movilidad de los días y las horas de inicio y
terminación, nos llevaría a recorrer el Hospital de Día, donde se organizan muy distintas
actividades, grupos de diversas características. Los espacios grupales terapéuticos, en un
primer momento, sirvieron de organizadores de otras actividades que se iban acoplando
alrededor de estos días, llegando -así lo entiendo- a convertirse en un espacio central. Para
toda la institución, equipo, familia, pacientes, los martes y jueves son los días de grupo. Creo
que tiene tanta fuerza estabilizadora que las demás actividades, reuniones, citas, consultas,
se organizan al margen de esas horas.
Hay un hecho que se viene produciendo, que nos habla de este mantenimiento del
encuadre institucional. En el despacho te pueden interrumpir continuamente, llamadas,
preguntas acerca de pacientes, te pueden requerir aunque estés con algún paciente, para
una intervención en situación de crisis, urgencia. Nunca nos han interrumpido estando en
sesión de grupo. ¿Es que esos días y a esas horas no hay urgencias, no hay crisis?
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Los grupos operativos
La importancia que para la institución tienen estos espacios reside en que, a través
de ellos, se establece una organización de la atención terapéutica a pacientes psicóticos,
donde el eje central asistencial son los grupos terapéuticos.
Veamos otro aspecto del encuadre grupal, que actúa de continente para los
terapeutas y el equipo. En los pasillos, talleres, las relaciones entre el equipo, de éste con los
pacientes y con las familias, se dan muchos fenómenos, a veces sin poderlos objetivar: la
locura, la psicosis, los actings, las crisis, los ingresos, forman parte de la vida de esta
institución. Pienso que estos dispositivos grupales nos ayudan a mantener una cierta
estabilidad y continuidad para un proceso terapéutico que en momentos será caótico,
confuso, plagado de identificaciones, proyecciones,... etc. Es como si a través de este
encuadre construyéramos un holding permanente para facilitar que estos fenómenos que
forman parte del proceso terapéutico queden sostenidos, que no anulados.
Soy la terapeuta y coordinadora del grupo. Siento un cierto alivio al traspasar esa
puerta, es un lugar de discriminación: ellos y yo nos resituamos de otro modo; la tarea nos
lo facilita, el encuadre interno también. Construimos un adentro y un fuera, que permitirá el
juego entre el mundo interno-mundo externo y un transitar entre ambos a partir de la
diferenciación de espacios.
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Los grupos operativos
Fuera, en el espacio del Hospital, las relaciones son de tú, de él... Haré una breve
acotación para que pueda entenderse el por qué doy tanta importancia a estos
comportamientos. Los pacientes que acuden a nuestro Centro comparten con otros muchos
lugares (la terapia ocupacional, los programas de salud, salidas a la calle...), es decir, existe
un espacio para encontrarse, en el que son uno y el otro. Observamos que cada uno sabe
muy poco de la vida cotidiana de los otros. Al entrar en el espacio terapéutico grupal se
descubren. Ahí se permiten un cierto acercamiento, una cierta intimidad, una tímida
curiosidad, que se ve estimulada por el “para qué” están juntos: “la tarea”.
Transferencias diversas
En ocasiones, cuando empieza una relación con una persona que viene por primera
vez al Servicio, nos encontramos con un sujeto que lleva aislado, encerrado en su casa, en
su mundo interno, mucho tiempo; en una situación de crisis sin poder hacerse cargo de él
mismo, ni tampoco sus familias. No toma la medicación, no hay conciencia de conflicto y es
“traído”.
En esos momentos comienza una andadura compleja. Sabemos que son pacientes
donde el sentimiento de fracaso está muy integrado en sus vivencias; la desconfianza y el
temor a ser invadidos es grande. Ocupan un rol y son tratados como el enfermo y ellos
mismos se nombran así. Siempre tengo la sensación de que es un lugar prestado, es como si
representaran un papel para los demás, pero algo de ellos intenta alejarse de esta
depositación. Así, esa negativa a la medicación, a aceptar tratamientos, etc., no es sólo el
común criterio de que no hay conciencia de enfermedad, o la instalación omnipotente de no
necesitar ayuda, sino hay algo más, como si quisieran preservar algo propio; algo que está
más cerca de la salud, de los restos integrados de su personalidad.
Hay una tarea que el equipo tiene que poner en marcha en estos inicios. Así, tal
como sugiere Racamier, el acompañamiento y el cuidado del psicótico son intervenciones
necesarias que circulan y atraviesan el proceso terapéutico (24).
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Comienza un tiempo para el encuentro, nos eligen, los elegimos. Parecería que
inicialmente necesitaran de nuestra presencia, de estar, de poderles invitar a un camino en
el que ninguno sabemos dónde nos lleva... crear un lugar para la palabra y para el
crecimiento.
Es cierto que en algunos pacientes se produce también un cierto alivio, sobre todo
en aquellos en que la vivencia del objeto está cargada de ambivalencia, con fuertes
sentimientos de amor y odio y de mucha presencia persecutoria. También para otros,
aquellos rotos y replegados en su mundo autista, encerrados en su narcisismo, negando la
presencia del objeto, el grupo parece producirles una cierta calma, al menos inicialmente.
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no los creyéramos tan enfermos; no voy a ocuparme de este tema en estas páginas, pero
creo que merecería una reflexión.
Me interesa resaltar para ir contestando a esa pregunta del para qué del grupo,
algunos puntos comunes que en casi todas las evaluaciones aparece: “el grupo me permite
hablar de mis cosas”, “aquí hay comunicación”, “fuera no te entienden, aquí nos
comprendemos”, “estás menos solo, puedes hacer amigos”, “aquí estoy acompañado”… etc.
Una paciente que había estado conmigo en un grupo terapéutico que había
finalizado tras un año, me decía: “ahora yo quiero ocuparme de mi casa, de mi familia, no
necesito venir más al Hospital de Día, pero quiero integrarme en un nuevo grupo, no quiero
estar sola, quiero hablar con mis compañeros y contar mis problemas”
Un paciente joven, con un sufrimiento muy alto porque sus alucinaciones son
devastadoras, vive continuamente (como él dice) en una pesadilla. Expresaba en una sesión:
“A mí me gusta venir al grupo, porque aquí aprendo a ser persona, porque hablo y me
relaciono”.
Hay un hecho que no podemos negar: en sus casas, para la gente de la calle, son
locos, enfermos, muchas veces la palabra que abre la puerta a la posibilidad de acceder a ser
sujetos, la tienen negada o casi negada. En el grupo, como dicen, al menos pueden hablar y
ser escuchados. Allí encuentran que sus experiencias psicóticas tan difíciles de describir, las
comparten con otros que sí les entienden, porque también pasan o pasaron por ello. Hay
espacio para poder objetivar sus síntomas, ya que otros los tienen también, o los han tenido:
encuentro de espejos que les permite salir, aunque sea brevemente, de su mundo autista.
El espacio grupal les invita y/o estimula a salir de un aislamiento defensivo y pone
en juego su capacidad de dar y recibir, tan perturbado en su historia.
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demanda al terapeuta de que sea él quien resuelva sus problemas, colocándole de esta
forma en un lugar idealizado y por ello objeto de amor, agresión y, no en pocas ocasiones,
de indiferencia; y por otro, ellos van descubriendo, poco a poco, y quizás por primera vez en
su larga carrera de enfermedad y cronicidad, que ellos tienen la palabra, la tarea. Esto
provoca malestar, resistencias potentes que se muestran tomando en ocasiones posiciones
de pasividad y estereotipo, que muchas veces siento como una losa de impotencia que me
dejan.
Pero también están convocados por una tarea que les invita, al menos, a resituarse
en otra posición. Podrán jugar su fantasía acerca de su enfermedad, tratamiento y curación;
podrán tomar la palabra para hacer de esa fantasía un instrumento que les permita
acercarse a su mundo, a su realidad; pero en ambos, los otros, sus compañeros de viaje,
estarán ahí. Juntos, en un espacio que ha cambiado, ya no hay una mesa y dos sillas, ya no
están colocados en el mismo lado, el espacio se multiplica con la diversidad de vínculos,
también los roles se ampliarán. Quizás ya no puedan quedarse sólo con el papel de
enfermos, por un tiempo se verán abocados a jugar otros papeles que les irán permitiendo
salir de la alienación que provocó la locura; el aprendizaje y la salud se irán dando con el
crecimiento y la individualización.
Bibliografía
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Los grupos operativos
8. BAULEO, A.: Clínica grupal, clínica institucional. Atuel, Buenos Aires, 1991. Notas de
Psicología y Psiquiatría Social, Atuel. Buenos Aires, 1988.
10. BLEGER, J.: Temas de Psicología. Entrevista y grupos. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971.
11. BLEGER, J.: Psicohigiene y Psicología Institucional. Paidós, Buenos Aires, 1984.
14. WINNICOTT, D.W.: Exploraciones psicoanalíticas (I y II). Paidós, Buenos Aires, 1991.
16. BACHELARD, G.: La formación del espíritu científico. Siglo XXI, México, 1981.
18. FOUCAULT, M.: Historia de la locura en la época clásica. FCE, México, 1977.
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Introducción
Los grupos con los que trabajamos suelen tener una duración de tres o más años,
lo cual puede dar una idea de las distintas vicisitudes grupales en las que nos vemos y de la
cantidad de motivos y temas que tenemos para pensar y conversar. Lo hacemos porque nos
gusta pero también porque lo necesitamos. El trabajo con grupos (de larga duración) obliga
al equipo coordinador a poner en común, interrogarse y actualizar lo que solemos llamar
nuestros esquemas referenciales, nuestros ecros: lo que sabemos, lo que pensamos y lo que
somos.
Un buen día, uno de nosotros plantea que algo de lo que hablamos lo podíamos
escribir. Parecía fácil, pero no fue así. En este tiempo varias veces hemos decidido cancelar
el proyecto, pero al final el sentido común pudo con nuestros miedos o narcisismos o lo que
sea y decidimos escribir.
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Diego Vico es psiquiatra y terapeuta grupal. Emilio Irazábal es psicólogo social y terapeuta grupal.
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El modelo
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Como campo dialéctico reniega del pensamiento único o totalizante (del que dice H.
Bleichmar que es aquél que corrobora y desarrolla una tesis grata para la afectividad del
sujeto), y permite la interacción con otros campos del conocimiento con disposición para
ponerse a prueba bien ratificándose, bien nutriéndose de nuevas aportaciones.
La construcción y desarrollo del ECRO tropieza con obstáculos. Bachelard nos habló
del obstáculo epistemológico que ilumina con insistencia lo “ya visto” y deja en la sombra
aquello que amenaza con derruir cimientos trabajosamente asentados. Este obstáculo,
mediante la ilusión de completado, nos conduce a una sensación de plenitud y de ahí a la
inhibición, la repetición, la estereotipia.
El obstáculo (doble) interfiere el trabajo del grupo sobre su objeto (tarea explícita)
y del grupo sobre sí (tarea implícita). De la misma manera, el objeto de conocimiento se
fragmenta bajo las múltiples miradas y esto se vivencia como una amenaza de
fragmentación, generadora de ansiedad, que impone trabajo sobre el objeto y sobre el
grupo. Este trabajo es para Pichon condición de producción de salud, de aprendizaje y de
cambio. Por ello, define la tarea del grupo operativo como “aprender a pensar” o “aprender a
aprender”. Es una tarea de movilización de estereotipos.
Cada vez que comenzamos un grupo, el ECRO inicial compartido por el equipo
coordinador se pone a prueba y plantea la necesidad de una labor dialéctica para
cuestionarlo. Como quiera que el esquema de referencia pueda contener conflictos
inconscientes, éste adquiere una especial misión defensiva de seguridad que le hará perder
su capacidad dialéctica, provocará ansiedad mayor de la tolerable y correremos el riesgo de
colocarnos en la repetición, la resistencia al cambio. Cada uno llega a un “aquí y ahora” con
una historia mediante la cual ha aprendido que hoy es quien pudo ser y desde ahí habrá de
enfrentar sus obstáculos. Cada uno tiene su propio proceso de internalización del ECRO que
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Los grupos operativos
Concepto de aprendizaje
Habían transcurrido dos sesiones cuando los alumnos fueron convocados para
hablar de sus tareas formativas y, al llegar su turno, el alumno-observador hizo un relato de
las dos sesiones de grupo, que motivó un comentario sarcástico del tutor docente: “lo que
usted acaba de decir es lo mismo que nos diría el conserje si le preguntamos sobre el estado
de los pacientes”; a lo que siguió la recomendación urgente de que se procurara un texto
especializado y lo estudiara.
Lo que hizo el alumno fue escuchar y ver con sus conocimientos previos, (que no
eran pertinentes para la observación grupal); se afianzó en ellos para tolerar la ansiedad de
la situación, los mezcló con lo que le dictaba el sentido común acerca del efecto en las
personas de las relaciones entre ellas y, desde ahí, lanzó su “diagnóstico” sobre lo que pasó
en aquellas dos primeras sesiones.
Para los que trabajamos con grupos operativos, la idea de aprendizaje es central,
teórica y prácticamente. Pero al igual que ha ocurrido con otros términos o conceptos
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Los grupos operativos
importantes, su sentido se ha ido simplificando hasta hacernos olvidar lo que tal término
significaba y qué consecuencias teóricas tenía. En este trayecto del olvido algunos colegas
han sentido la necesidad de un cambio de modelo (o una mayor psicoanalización del
existente) para poder llevar a cabo tareas terapéuticas. Han disociado radicalmente (no
instrumental o estratégicamente) algo consustancial a nuestro esquema: la relación
aprendizaje y terapia.
También Pichon-Rivière y Bauleo han argumentado sobre esta unión. Dice Pichon,
cuando habla de la evaluación del trabajo grupal: “De esta manera coinciden el aprendizaje,
la comunicación, el esclarecimiento y la resolución de tareas, con la curación. Se ha creado
un nuevo esquema referencial” (10). Con otro matiz, Bauleo incide sobre lo mismo: “El
proceso terapéutico del que el grupo operativo es instrumento consiste en última instancia
en la disminución de los miedos básicos” (11).
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Los grupos operativos
otros, son conceptos clínicos que provienen de la teoría kleiniana y que los autores citados
han sabido articularlos con elementos de la dinámica grupal, para construir las bases teóricas
y técnicas del grupo operativo.
Ahora bien, cada participante tiene una tolerancia a la frustración que, entre otras
cosas, dependerá del tiempo que se tarda en conseguir el objetivo común. Cuando este
tiempo se alarga aproximándose al límite de lo tolerable, se sospecha una inminente
deserción o el ataque a la organización grupal. Es por esto que una cuestión básica consiste
en la necesidad o no de satisfacción inmediata en la consecución del objetivo o, lo que es lo
mismo, la tolerancia a la frustración o a la confusión. Hay un primer tramo de tiempo en el
que ambas se toleran en base a la dependencia del líder que es aquél quien convocó al
grupo, quien lo reunió (el coordinador o el integrante que invitó a los otros integrantes a
reunirse). En este caso será cuestión principal saber cómo el líder se las arregla para
promover y dosificar esa dependencia y cómo hace para diluirla y que la dependencia sea
respecto del grupo para así ser el soporte del proceso. Esta dependencia, poco a poco va
transformándose en creencia, en una aceptación de los fenómenos grupales y en una
reorganización de la motivación. El aprendizaje ya empieza a producir sus efectos y el grupo
entra en sus momentos más productivos. Para mejor entender de qué estamos hablando
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Los grupos operativos
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Los grupos operativos
Cuando un grupo terapéutico se reúne con poco espacio de tiempo entre una sesión
y otra es para que puedan cumplirse los objetivos inherentes a la tarea: contención, análisis
del grupo interno y análisis del grupo mismo.
Desde el lado de los integrantes ese tiempo comienza con un “síntoma” que habla
de problemas cuyo abordaje implica la ampliación del campo de conocimientos con
introducción de novedades, y una fantasía de cambio. Cómo aparece la representación del
espacio grupal como lugar adecuado donde enfrentar esa tarea no lo tenemos claro, más allá
de considerarlo un efecto de la institucionalización del aprendizaje en grupo operativo.
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Los grupos operativos
miembros del grupo a enfrentar los obstáculos intrínsecos al paso de lo individual a lo grupal
y la que los mantiene en el proceso de la espiral dialéctica.
Las personas que optan por aprender mediante la participación en un grupo, saben
que van para varios asuntos o, al menos, que no van para aprender al modo tradicional
(realizar operaciones intelectuales dirigidas a acumular información sobre un tópico de
estudio dado), y que esta nueva forma de aprendizaje por la que han optado añade algo más
que es difícil precisar, incluso al final del aprendizaje, aunque hace referencia a un cambio.
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Los grupos operativos
Parece que buscan una provocación y, desde luego, tanto por la particularidad del
rol del coordinador como por las cosas que pasan cuando las personas se reúnen en torno a
una tarea común, dan lugar a una situación de apariencia bastante disparatada. Se pierden
las formas habituales, las referencias; no hay aula, ni encerado, ni pupitres, a veces ni
apuntes. Es necesario buscar otros recursos: qué imagen (física) se quiere dar, cómo puede
uno sentir el asiento acogedor y recoger el cuerpo en él, cómo el coordinador muestra su
grado de empatía. Téngase en cuenta que la ansiedad más inmediata que padecen suele ser
por confusión. Todo el mundo descolocado. Los únicos que parecen estar en su sitio son el
par del equipo coordinador aunque, en el fondo, también tienen su dosis de ansiedad
confusional. No parece buen síntoma la tranquilidad y que lo tengan tan claro, como si ese
grupo que empieza fuera igual a tantos otros. Parece más natural un estado emocional que
se traduzca en curiosidad.
Cuando decíamos más arriba que el equipo coordinador ya tenía su propia historia
grupal nos referíamos a que su grupo interno se expresó, dio algún síntoma que originó una
demanda que lo condujo a ponerse en juego en una experiencia grupal, bien con la excusa
de la formación, ansiedad, elevados intereses culturales, moda, competencia y
rivalidad,...etc. Entre los futuros integrantes debe suceder algo parecido. Todos tenemos una
sala de espera en nuestro interior por la que pueden transitar de dentro a fuera y viceversa
nuestros vínculos. ¿Esperan acompañados los integrantes? El reino de la oscuridad es el
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A v u e l t a s c o n . . .
Los grupos operativos
lugar en el que uno se encuentra solo con sus fantasmas. Los otros siempre existen. Otra
cosa es que, como aquí decimos, queden ocultos por la niebla indiscriminadora y los
percibamos reducidos a la condición de sospecha (en clave de objeto parcial), ya sea
tranquilizadora, persecutoria o confusional.
Bleger cita a Freud: “una vez que se ha invocado a los fantasmas no es cuestión de
salir corriendo cuando ellos aparezcan” (15). Se refiere al coordinador, pero lo extraño es
que no salgan corriendo los miembros del grupo ¿Nos han solicitado ellos que les
invoquemos sus fantasmas? Nos autoriza a pensar que sí el hecho de que no se produzca
desbandada general. Los que no toleraron la tensión que provocó en su grupo interno la
reunión previa, ya no están. No obstante, tras la primera sesión le suelen aparecer al
coordinador variados fantasmas, entre ellos el abandono. Al llegar la siguiente sesión y ver,
respira con tranquilidad. Generalmente alguien se ha ido y pasará un tramo de la vida del
grupo en el que se está esperando saber cuántos, por fin, constituyen el grupo; entonces,
salvo sorpresas, ese fantasma queda dormido para todos, grupo y coordinación.
Referencias Bibliográficas
1. TARÍ, A.; IRAZÁBAL, E.; SUÁREZ, F. y YAGO, T.: “Editorial”, ÁREA 3, 1997, 5, 2-5.
4. JASINER, G. y WORONOWSKI, M.: Para pensar a Pichon. Lugar, Buenos Aires, 1992.
13. IRAZÁBAL, E.: “Apuntes para una psicología social de los equipos”. En La concepción
operativa de grupo. Op. cit.
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Los grupos operativos
Armando Bauleo ( 5)
Hace bastante tiempo que nos interesamos en lo que sucede en las situaciones de
conjunto. Es decir, nuestro interés o curiosidad se centraba, y se centra, en las
circunstancias dentro de las cuales se organizaba y se dinamizaba un colectivo.
Por lo tanto, en estos años hemos buscado métodos o procedimientos o bien ideas,
que nos diesen una posibilidad de encontrar un entendimiento a esos procesos o
comportamientos.
Nuestro interés también está centrado en ubicar nuestra posición y/o función
profesional, ya que debemos encontrar vías para entender y acompañar, en su elaboración,
el sufrimiento de aquellos que acuden a nosotros en busca de una ayuda, o de un soporte o
de un “compañero de ruta" para enfrentar el estado de malestar que los aqueja.
Rota una causalidad única y lineal, estudiando los problemas a partir de las
determinaciones que los hacen probables, pero que no los justifican, entramos a marearnos
en ese mar de conjeturas, de líneas de tensión, de atravesamientos emocionales, del
agolparse de fantasías, del sin número de hipótesis, etc.
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Los grupos operativos
Jamás hemos aceptado totalmente el grupo como uno, como organismo cerrado en
sí mismo; lo observamos como una organización, una multiplicidad en movimiento, en la que
los distintos líderes permanentemente intentaban dar una regularidad, una jerarquía, una
forma limitada. El estereotipo es el triunfo de esta maniobra.
Nuestra asociación ideativa nos lleva a considerar esa madeja de relaciones, ese
fluir de sentimientos, aquel acercamiento de cuerpos, el arcoiris de sensaciones, ese abanico
de ideas que crean una conexión entre grupo (como multiplicidad) y sufrimiento (como
multiplicidad).
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Los grupos operativos
Los virus ejemplifican, para los autores, también la multiplicidad, sus trayectos, sus
funciones y las consecuencias explícitas e implícitas de su presencia nos muestra una madeja
de hilos distintos que, a su vez, están constituidos de naturaleza diferente y se entretejen
entre ellos dando tejidos en los cuales se hace difícil distinguir consistencia o color ¿toca la
teoría del vínculo pichoneano?
1º y 2º de Conexión y de heterogeneidad,
3º de Multiplicidad,
4º de ruptura asignificante,
6
GUILLES DELEUZE, FELIX GUATTARI; Rhizome, Introducción. Les Editions de Minuit Alençon –
16.II.1976.
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Los grupos operativos
5º y 6º de Cartografía y de “décalcomanie”.
El cuarto principio se dedica a la ruptura asignificante. “Un rizoma puede ser roto,
destrozado en cualquier sitio, él retorna siguiendo alguna de sus diversas líneas”.
Es decir, se buscan otras ideas que permitan abandonar los viejos modelos de la
arborización y de la descendencia en los esquemas de la evolución.
En los dos últimos principios, se plantea desde el inicio que el rhizoma “es extraño
a toda idea de eje genético, como la de estructura profunda”.
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Los grupos operativos
Del eje genético o de la estructura profunda “nous disons” (especifican los autores)
que estas dos ideas provienen del principio del “calcar”, reproducible al infinito, “toda lógica
del árbol es una lógica del calcar y de la reproducción”.
El libro fue escrito en 1976, en plena época del fundamentalismo lacaniano. Las
páginas 36, 37, 38, 41 y 53 dan fe del psicoanálisis del cual se habla, y en el cual Guattari
había hecho experiencia años antes.
La lógica binaria la hemos estudiado como pensamiento impostado y para ello nos
sirvió Meltzer cuando explica el status del objeto-bueno y objeto-malo de M. Klein como el
señalamiento de residuos religiosos funcionando en el inconsciente.
En la página 45 nos dicen: “Un rasgo (o un trazo) se pone a trabajar por su cuenta,
una percepción alucinatoria, una cinestesia, una mutación perversa, un juego de imágenes
se desatan y la hegemonía del significante se encuentra puesta en cuestión.
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Los grupos operativos
Pero cuando, sobre todo con la primera oración, esos elementos ahí puestos son
parte del sufrimiento de aquél que nos viene a consultar, ¿qué hacer?.
Expresa ahí que puestas las distintas lenguas unas al lado de otras muestran que
en materia de palabras no se halla la verdad, jamás se encuentra la expresión adecuada,
sino, pues, no habría tantas lenguas. Luego continúa que hablar de la “percepción correcta”,
o sea, la expresión adecuada de un objeto en el sujeto, es una absurda contradicción. Dice
que la omisión del elemento individual y real nos suscita el concepto y también nos provoca
una forma, mientras que la naturaleza, por el contrario, no conoce ni formas ni conceptos. Lo
que distinguiría al hombre del animal depende de esa capacidad sutil de organizar un
esquema de metáforas intuitivas, por lo tanto, de disolver la imagen suscitada en un
concepto.
Dos comentadores de este texto nietzscheano anotan que en él se hallan las líneas
de un perspectivismo, señalando que el mundo debería ser visto por “el más grande número
de ojos posibles”. Sobre la “rueda del mundo” la ilusión está escrita en tanto perspectiva y es
parte de la necesidad o del hecho, expresan. Se busca una banda de Moëbius, están
quemadas las iniciativas clásicas del dentro/fuera, de la verdad/ilusión, sin encontrar un
elemento fijo se gira de un elemento de vista a un otro.
El cúmulo de interrogaciones nos suscitan una serie de reflexiones que, por ahora
diremos, más que la frontera de “la representación”, los campos siguen las “líneas de fuga”
planteadas por la “presentación” de la demanda. Nuestra pragmática está signada por:
¿quién demanda a quién qué cosa?.
7
NIETZSCHE, F. “Verité et mensonge au sens extra-moral”. Ed. Actes Sud. Arlés, 1.977.
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m a t e r i a l e s
La toxicodependencia
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m a t e r i a l e s
Por esto, propongo darle la vuelta a los términos y hablar de dependiente tóxico,
porque esta definición conlleva otras estrategias de intervención que trataré de describir
brevemente.
Crítica a la toxicodependencia
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m a t e r i a l e s
produce la demanda cuando demostró que la existencia del manicomio crea su necesidad.
Pero antes que él, Karl Marx describió este fenómeno cuando analizaba la guerra del opio
entre Inglaterra y China. Estos trabajos son ahora muy actuales. Por ello no podemos
olvidarnos de que existe un mercado, que hay beneficios inmensos en este comercio y que
quien manipula estos tráficos es muy poderoso. Pino Arlacchi, que es un jefe de la Oficina de
las Naciones Unidas contra la droga, ha puesto a punto una estrategia contra la producción y
la difusión de las sustancias estupefacientes que debe ser conocida y sostenida. Esta
estrategia trata de sustituir el cultivo de opio y de cocaína por otros cultivos provechosos
para los campesinos pero no para los traficantes.
La dependencia tóxica
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m a t e r i a l e s
El ser humano nace dependiente y así permanece hasta una edad muy avanzada,
ciertamente superior a cualquier otro animal, desde el chimpancé lacaniano hasta la oca
lorentziana. Se habla también de neotenia del ser humano, de nuestra incompletud.
La máquina terapéutica
Entonces, darle la vuelta al término nos lleva a prestar una mayor atención al
sujeto, el dependiente, respecto a cómo se ha producido, y nos lleva a organizar una
máquina terapéutica (así hemos definido nuestros servicios en Emilia Romagna) capaz de
liberar el deseo encerrado en la jaula de la coacción a repetir.
9
Vitellone: ternera de uno o dos años. (N. del T.)
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m a t e r i a l e s
Producir el futuro
Creo haber aclarado de este modo que nuestra estrategia es producción del futuro
y no reducción del daño. La reducción del daño puede ser una táctica, un medio, pero es un
error considerarla un fin. Para permitir la elaboración de la dependencia, la máquina
terapéutica debe abrir unas vías de fuga, excavar un túnel, abrir agujeros en el muro, desde
los que hacer ver el cielo. El viejo topo excava con fuerza para producir un estado de
consciencia disociado de la dependencia, la consciencia de la necesidad de una nueva
política. La política del deseo.
Bibliografía
DOLE V.P.M.E: Nyswander. Ver la página de Dole y Nyswander, compilación del Grupo
S:IM:S. http://222.citinv.it/associazioni/SIMS/dolepage.htm
L. MONTECCHI: Valutazione delle psicoterapie nei Sert. Edito nel area tossicodipendenze di
Psichiatria on line http://www.publinet.it/pol/ital/leo1.htm
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m a t e r i a l e s
La condición de sujeto
Liliana Checa (10)
Es difícil para mí exponer un tema tan complejo como éste que nos ocupa, “la
condición de sujeto” sin ver vuestros rostros, sin seguir vuestros gestos y sin percibir los
momentos de desconcierto, de no comprensión, de asentimiento o de problematización;
como lo vimos al comienzo, el pensamiento está sujeto al diálogo, a la palabra viva, al
palpitar de los cuerpos. Y esta idea, aunque de larga data, quedó soterrada a lo largo de la
historia occidental por una cultura que ha valorizado enormemente la letra impresa, o escrita
y que parejo con esto, ha creído independizar el pensamiento de sus amarras o sujeciones.
Pero como todo sucedáneo tiene también sus valores, os propongo que a través de estos
folios analicemos algunas cuestiones que ya hemos visto y avancemos un poco más.
10
Liliana Checa era profesora de filosofía. También, una querida colega y amiga de varios de los que
hacemos esta Revista. Falleció el pasado mes de Septiembre. En el nº 2 de área 3 publicamos una
colaboración suya titulada “El grupo como espacio privilegiado del pensamiento”.
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m a t e r i a l e s
bandera que enarbolan las burguesías ilustradas. Se cree que la razón, movida por sí misma
sin ninguna atadura, puede plantear y resolver temas tan complejos como la función de la
ciencia, la verdad absoluta, la felicidad del hombre, el progreso de la humanidad, la esencia
de la realidad, la existencia de Dios, etc.
A mediados del siglo XIX, ante esto, escuchamos la primera voz de alarma: es Marx
quien sitúa la conciencia en un nivel de subordinación respecto de las estructuras
económicas, la conciencia no es libre de pensar ciertos temas o problemas sino que los
piensa porque está colocada en una configuración económica determinada. El individuo libre
y autosuficiente es la ideología, la máscara del capitalismo, la trampa que nos tiende para
que no veamos cómo sólo unos pocos individuos se humanizan con la acumulación de la
riqueza y una inmensa mayoría se esclaviza para obtener un salario que sólo cubre las
necesidades más inmediatas o urgentes.
La otra voz de alarma es la de Nietzsche. Con gran claridad y precisión nos dice que
la fe en el individuo libre ha sido nuestro dogma, nuestra religión, nuestro engaño, lo que
nos ha permitido dar el nombre de libertad a nuestras ataduras, dar el nombre de libre
pensamiento cuando en realidad nos subordinamos a los criterios dominantes impuestos por
los poderosos, dar el nombre de felicidad al ascetismo y a la ocultación de los propios
deseos.
Foucault dice que el hombre nace en el siglo XIX, es decir, que en este siglo se
organizan y sistematizan las ciencias humanas, el hombre es objeto de conocimiento
científico por primera vez en la historia. La finalidad de esta empresa de conocimiento o
investigación era lograr liberar al hombre de sus alienaciones, de todo lo que en cierta forma
lo sujetaba para hacer realmente efectiva la libertad y el autocontrol consiguiente. Pero
como toda aventura de investigación tiene una meta lábil, a medida que se conocía más lo
humano se comprobaban como ilusiones los mitos del liberalismo o del humanismo. Se
descubría así que la conciencia dependía del inconsciente, como lo expresa la teoría
psicoanalítica, que nuestra vida cotidiana está articulada sobre una estructura social que
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m a t e r i a l e s
antes del nacimiento de la sociología (hecho ocurrido a fines del XIX), creíamos que no
existía; también se descubría que nuestra forma de hablar, de expresar las ideas y los
sentimientos sigue las huellas de una red lingüística que nos organiza, según nos lo dicen las
ciencias de la lengua.
Estas respuestas digo que nos sostienen junto con el ECRO, es decir, con el
esquema referencial operativo, nombre que damos al conjunto de experiencias,
conocimientos y afectos, tanto conscientes como inconscientes con el que nos sujetamos al
tejido de la vida, de la sociedad, de los grupos que integramos y de nosotros mismos. Ese
ECRO se ha ido formando desde múltiples canteras y hace a nuestras señas de identidad.
Antes dije que la teoría de grupo operativo, con la cual trabajamos aquí, se inscribe
dentro de las disciplinas que han golpeado, quebrado y denunciado la ilusión del hombre
entendido como conciencia libre y es porque uno de los pivotes de dicha teoría es la continua
relación que se hace entre pensamiento y afecto, que como ya hemos comprobado no es una
relación formal, de simple proximidad exterior, sino en el sentido de que determinados
pensamientos, y tanto pensamientos como afectos, son las resonancias en nosotros de las
redes en que estamos inmersos: grupos, trabajos, medios de comunicación, ideologías,
historias, comunidades, o como dice Guattari, las diversas tramas que nos atraviesan.
Recordando al brillante Deleuze: “el pensamiento no es nunca una cuestión teórica”, “pensar
es siempre experimentar, experimentación acerca de lo que emerge, de lo nuevo, lo que se
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está formando”, casi podríamos decir, replanteando el tema de la sesión anterior, pensar es
experimentar el acontecimiento o vivir la experiencia del mismo.
Dije también que el sujeto libre había recibido un duro golpe desde la sociología, si
es dentro de esta ciencia que podemos situar a Baudrillard, ya que es tan difícil situar un
pensamiento rico, sugerente como el suyo, en los límites estrechos de una disciplina.
Tratemos de recordar algo de lo que pudimos replantearnos con el de la sociedad de
consumo. El eje de esta sociedad que nos apabulla de propaganda y gadgets es la libertad de
elección, la posibilidad infinita de entregarnos a la satisfacción de nuestras necesidades pero,
¿qué son esas necesidades que nos sujetan y amarran a los créditos, a las letras, al divino
plástico? ¿existen realmente esas necesidades que el consumo pretende calmar pero nunca
lo logra?.
El capitalismo de los siglos XVIII y XIX tenía como emblema la supuesta libertad del
asalariado, pero la fase del capitalismo en que actualmente vivimos, necesita de un
consumidor que se considere libre de poder consumir o no.
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 53
m a t e r i a l e s
Espero que lo expuesto haya sido una posibilidad más de analizar nuestra condición
de sujetos y que en la próxima sesión podamos avanzar algunos pasos más en este tema tan
sugerente y tan actual, ya que este fin de siglo está marcado por la problemática de la
identidad, de la identidad personal, étnica, nacional, religiosa, ante una sociedad de masas y
de indiscriminación que borra, día a día, los particulares rasgos de nuestro rostro.
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 54
n o t i c i a s
Hacía tiempo que habíamos hablado, discutido, sopesado, también trabajado y por
qué no, soñado, con formar un grupo de trabajo de profesionales interesados en la actividad
grupal.
Fundamentos Metodológicos
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 55
n o t i c i a s
Nos interesa que el grupo no esté cerrado, que nuestros pasos se dirijan a
otros compañeros, que la actividad grupal llegue con más calidad a los centros de trabajo.
Intentaremos publicar experiencias grupales en la Revista Barbacana, del Área 4, y realizar
unas jornadas a finales de 1999.
Hace pocos meses que hemos comenzado a andar. Nos hemos fijado la fecha de
diciembre de 1999 para realizar la primera evaluación. Y si la marcha del proyecto mantiene
el interés que sugiere estos inicios seguiremos dando noticias a través de esta revista.
Carmen Martin
C.S. Monovar
C/ Monovar nº 11, Madrid 28033
Tfno. 91 383 89 89. Fax 91 767 20 79
Emilio Irazábal
Centro de Orientación Familiar. C.S. Mar Báltico
C/ Mar Báltico nº 2
Madrid 28033
Tfno. 91 581 40 08 / 91 581 86 58
Fax: 91 381 86 27
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 56
crítica bibliográfica
Leonel Dozza
Autores: Teresa Yago Simón, Javier Segura del Pozo, Emilio Irazábal Martín.
Editorial: Biblioteca Nueva S.L., Madrid
Antes mismo que se llegara a una conclusión acerca de la discusión sobre el aborto, nos
vemos implicados con la cuestión de la Reproducción Asistida. Desde luego, si es cierto que
hay justicia divina, cabe suponer que el equívoco proviene de la cigüeña que la reparte,
puesto que muchos de los que pueden tener hijos, no los quieren; mientras algunos que
quieren, no pueden.
Si la discusión acerca del aborto estuvo profundamente atravesada por una ética
religiosa, cabe esperar que el tema de la reproducción asistida se discuta desde una ética
psicológica... a no ser, claro está, que los religiosos empiecen a decir que si uno no puede
tener hijos, es porque Dios no lo quiere, y a la ciencia no le corresponde cuestionar los
designios divinos.
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 57
crítica bibliográfica
Desde esta perspectiva, los autores señalan cómo desde los niveles familiar y
sociocultural, operan sobre la pareja infértil una serie de mandatos explícitos e implícitos que
son introyectados. Aún reconociendo que todo deseo incluye la presencia e influencia de un
tercero, no conviene eludir la siguiente cuestión: cuando la pareja infértil desea un hijo,
¿quién es el sujeto de dicho deseo? Los datos recogidos y analizados en el libro no pretenden
brindar una respuesta unívoca a la cuestión, pero posibilitan plantearla y destacar múltiples
vertientes de discusión y cuestionamiento.
En lo que se refiere a la ciencia, una de las hipótesis que merece la pena destacar
hace referencia a que la “infertilidad es un pretexto, y no el verdadero móvil del
extraordinario despliegue científico destinado a dominar la vida”. “Cualquier técnica médica
que presentara tantos efectos secundarios y tan bajo nivel de éxito, probablemente sería
descartada”.
Respecto a la pareja deseante, cabe destacar que: “Al tener tan dirigida y
concretada la humana sensación de falta en la falta real del hijo, todos los sentimientos que
la incompletud propia y anhelante del ser humano provocan, se colocan y depositan en un
objeto que podría ser real, pero que reúne las características de ‘casi’ inalcanzable”.
Por otra parte, cabe cuestionar: ¿Cómo será la respuesta a las preguntas que los
niños se formulan sobre su origen? Quizás, en vez de cigüeña habrá que hablar de
helicóptero.
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 58
crítica bibliográfica
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 59
crítica bibliográfica
El libro tiene un objetivo didáctico. Está escrito para los estudiantes que cursan la
especialidad, y con ellos, ya que colaboran con la compiladora en algunos de los capítulos o,
en otros, asumen directamente su redacción.
Nº 6 Otoño-Invierno 1998 60