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Alumnos de matemáticas de primaria en el programa MatiTec en Santa Fe, Ciudad de México, el 20 de marzo de 2012. Talento Tec.
Wikimedia Commons.
En todo el mundo, 258 millones, es decir, el 17 % de los niños, niñas y adolescentes (NNA) del mundo, están sin escolarizar. La
proporción es mucho mayor en los países en desarrollo: asciende al 31 % en el África Subsahariana y al 21 % en Asia Central, frente al
3 % en Europa y América del Norte2. Las cifras relativas al aprendizaje, que es el objetivo de la escolarización, son aún peores. Por
ejemplo, al ritmo actual de mejora, el alumnado brasileño de 15 años tardaría 75 años en alcanzar los resultados medios de los países
más ricos en matemáticas, y más de 260 años en lectura3. Dentro de los países, los resultados de aprendizaje, medidos a través de
pruebas estandarizadas, casi siempre son muy inferiores para aquellos que viven en situación de pobreza. En México, por ejemplo, el
80 % de los niños indígenas al final de la escuela primaria no alcanzan los niveles básicos en lectura y matemáticas, y obtienen una
puntuación muy inferior a la media de los estudiantes de primaria4.
Hay muchas explicaciones para la desigualdad educativa. En mi opinión, las más importantes son las siguientes:
1. Equidad e igualdad no son sinónimos. La igualdad significa proporcionar los mismos recursos a todos. La equidad significa dar
más a los más necesitados. Los países con mayor desigualdad en los resultados educativos son también aquellos cuyos
gobiernos distribuyen los recursos en función de la presión política que experimentan al impartir la educación. Esta presión
procede de familias en las que los progenitores fueron a la escuela, las que residen en zonas urbanas, pertenecen a mayorías
culturales y aprecian claramente los beneficios de la educación. Las zonas rurales y las poblaciones indígenas, o las zonas
urbanas empobrecidas, ejercen mucha menos presión. En estos países se destinan menos recursos —en particular
infraestructuras, equipamiento, personal docente, supervisión y financiación— a los desfavorecidos, los pobres y las minorías
culturales.
2. Los docentes son agentes clave para el aprendizaje y su formación es fundamental. Cuando no se otorga suficiente prioridad a
la formación inicial o continua del profesorado, o a ambas, cabe esperar que se produzcan déficits de aprendizaje. Los
docentes de las zonas más pobres suelen tener menos formación y recibir menos apoyo en el desempeño de sus funciones.
3. Además, la mayoría de los países son muy diversos. Cuando un plan de estudios está sobrecargado y es igual para todos, parte
del alumnado, generalmente el que reside en zonas rurales, pertenece a minorías culturales o vive en la pobreza, encuentra
poco sentido a lo que se le enseña. Cuando la lengua de enseñanza es diferente de su lengua materna, el alumnado aprende
mucho menos y abandona antes la escuela.
4. Además, el alumnado perteneciente a colectivos desfavorecidos a menudo se encuentra con actitudes poco amistosas o
abiertamente ofensivas tanto por parte del profesorado como de los compañeros y compañeras de clase. Estas actitudes
derivan de los prejuicios, los estereotipos, el racismo y el sexismo. La disposición a aprender del alumnado que se encuentra en
entornos hostiles se ve afectada, y en muchos casos estos alumnos y alumnas abandonan los estudios antes de tiempo.
Universidad Iberoamericana, campus principal en Sante Fe, Ciudad de México, México. 6 de abril de 2013. Joaogabriel, CC BY-SA 3.0.
Cuando los sistemas educativos se abandonan a la toma de decisiones por inercia, parecen estar condenados a reproducir la
desigualdad social y económica. El compromiso de los gobiernos y las sociedades con la equidad en la educación es necesario y
posible. Hay varios ejemplos de sistemas educativos más equitativos en el mundo, y a escala subnacional existen muchos ejemplos
de políticas que han logrado fomentar la equidad en la educación.
La educación es un derecho humano básico. Más que eso, es un derecho habilitador en el sentido de que, cuando se respeta, permite
el ejercicio de otros derechos humanos. Está demostrado que la educación influye en el bienestar general, la productividad, el capital
social, la ciudadanía responsable y el comportamiento sostenible. Su distribución equitativa permite la creación de sociedades
permeables y la equidad. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (https://sdgs.un.org/2030agenda) recoge el Objetivo de
Desarrollo Sostenible 4, que pretende garantizar «una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de
aprendizaje permanente para todos». 184 países se han comprometido a alcanzar este objetivo durante el próximo decenio5. El
proceso de recorrer juntos este camino ha comenzado y requiere un impulso para continuar, especialmente ahora que debemos
afrontar las devastadoras consecuencias de una pandemia de larga duración. Seguir avanzando es crucial para la humanidad.
Notas
1Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, «Inclusión y educación: todos sin excepción», Informe
de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 (París, 2020), pág. 8. Disponible en: https://es.unesco.org/gem-
report/report/2020/inclusion (https://es.unesco.org/gem-report/report/2020/inclusion).
2Ibid., pág. 4 y 7.
3Grupo del Banco Mundial, «Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018: Aprender para hacer realidad la promesa de la