Miercoles de Ceniza 14 de Febrero

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ARQUIDIOCESIS DE CARTAGENA

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
E IMPOSICION DE CENIZAS

Miércoles 14 de febrero de 2024


CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
E IMPOSICION DE CENIZAS

Miércoles 14 de febrero de 2024

En un lugar digno junto a la sede se dispone la Ceniza previamente Bendecida por el


Párroco.

INICIALES

Todos se santiguan diciendo


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Todos responden
Amén

Monición

Queridos hermanos:
La fe nos enseña que Dios es perdón y misericordia y que ofrece cuantos acuden a su
bondad la oportunidad de reconocer su pecado y acudir, con confianza y alegría, al que
puede renovar el corazón.

En esta celebración, inauguración del tiempo de la gracia y de la esperanza que se llama


Cuaresma, abramos el corazón a la Palabra que salva y dejemos que el signo de la Ceniza
nos recuerde, no solo nuestra fragilidad, sino también la infinita misericordia del que nos
perdona porque nos ama.

Volvamos a escuchar la voz del Señor: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los
Cielos” (Mateo 4, 17).

Todos oran en silencio por un momento. Seguidamente, el que dirige la celebración, sin
extender las manos, dice la oración:

Dios nuestro, acompaña con tu benevolencia


los comienzos de nuestro camino penitencial
para que nuestras prácticas exteriores expresen
la sinceridad de nuestro corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos responden
Amén
El lector de la primera lectura, si ha sido posible tener el leccionario, la toma con respeto,
abre y lee el texto correspondiente, mientras los demás están sentados.

Primera lectura
Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):

AHORA —oráculo del Señor—, convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y
lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro
Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente
del castigo. ¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda
y libación para el Señor, vuestro Dios! Tocad la trompeta en Sion, proclamad un ayuno
santo, convocad a la asamblea, reunid a la gente, santificad a la comunidad, llamad a los
ancianos; congregad a los muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y
digan: «Ten compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las
burlas de los pueblos». ¿Por qué van a decir las gentes: «Dónde está su Dios»? Entonces
se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado

V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,


por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

V/. Pues yo reconozco mi culpa,


tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

V/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,


renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

V/. Devuélveme la alegría de tu salvación,


afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2):

HERMANOS:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de
nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no conocía
el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de
Dios en él. Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia
de Dios. Pues dice: «En el tiempo favorable te escuché,en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos;
de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os
digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas
y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya
han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está
en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para
hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo
note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará».

Palabra del Señor


La ceniza nos recuerda el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo,
tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una
maravilla. Y, aun así, especialmente en las dificultades y la soledad, solamente vemos
nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor infinito a sus
ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios.

Al comienzo de la Cuaresma, necesitamos caer en la cuenta de reconocer que nuestras


pobres cenizas son amadas por Dios. Es un tiempo de gracia, para acoger la mirada
amorosa de Dios sobre nosotros y, sintiéndonos mirados así, cambiar de vida. Estamos en
el mundo para caminar de las cenizas a la vida.

La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que tenemos
en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir para ir tras el polvo
que se desvanece […] vivimos para realizar el sueño de Dios, para amar. La ceniza se posa
sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se encienda en los corazones […].

El abrazo del Padre en la confesión nos renueva por dentro, limpia nuestro corazón.
Dejémonos reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados, como
enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejémonos amar para amar.
Dejémonos levantar para caminar hacia la meta, la Pascua. Tendremos la alegría de
descubrir que Dios nos resucita de nuestras cenizas.

La invitación consiste, entonces, en “detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del


prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes,
sino un único movimiento” y añade que “en la medida en que esta Cuaresma sea de
conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad;
el destello de una nueva esperanza”.

Al referirse al camino sinodal en la Iglesia, el Papa Francisco sugiere que la Cuaresma sea
también “un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a
contracorriente,” que cambien la vida cotidiana de las personas, como, por ejemplo, “los
hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los
despreciados”.

Por último, el Santo Padre lanza una invitación a vivir la “valentía de la conversión” con un
llamado que dirigió a los jóvenes durante la JMJ en Lisboa: «Busquen y arriesguen,
busquen y arriesguen. En este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos
dolorosos -estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos-, pero abrazamos el
riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al
comienzo de un gran espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto».
Imploremos, hermanos, a quien tiene pleno poder en el cielo y en la tierra y pidámosle que
escuche benignamente las súplicas de su pueblo penitente. Oremos juntos diciendo:

R/. Convierte, Señor, nuestro corazón

• Para que el Señor, que generosamente nos concede empezar hoy la Cuaresma,
nos dé también en estos días de gracia el don de convertirnos a él y afirmarnos en
la fidelidad cristiana, roguemos al Señor.

• Para que el Señor que tomó la condición de preso, de fortaleza a los que esperan
una condena como resultado de sus actos, roguemos al Señor.

• Para que el Señor, médico de los cuerpos y de las almas, conceda la salud a los
enfermos y la paz del espíritu a los que viven angustiados, roguemos al Señor.

• Para que en este año de la Fe y la Pastoral Social, Dios toque nuestros corazones
y seamos generosos con los más necesitados. Cumpliendo con el ayuno y
compartiéndolo con los que no tienen, roguemos al Señor.

Digamos ahora juntos las palabras que Jesús nos enseñó


Padre nuestro...

Ahora, el que preside dice

Oh, Dios que te dejas vencer por el que se humilla


y encuentras agrado en quien expía sus pecados
escucha benignamente nuestras súplicas y
haz que descienda tu gracia sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del Misterio Pascual de tu Hijo,
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos responden
Amén

El que preside dice


Acerquémonos, pues, a la gracia de este signo en el cual el Señor nos invita a la conversión.

El que preside se dirige a los presentes y mientras impone la ceniza en la frente dice una
sola vez
«Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo
volverás».
Se concluye con estas palabras
El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los
conserve fuertes y constantes en la fe.

Todos responden
Amén

Si preside un ministro no ordenado, dice


Bendigamos al Señor

Todos responden
Demos gracias a Dios

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