Maier: Julio B. J
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Maier
Derecho
procesal
penal
Tomo l
Fundamentos
L_
D. Defensa
(ver supra, II, e), en el alcance que prevé para la realización del principio de la defen-
sa en juicio. Se podría decir que la cláusula constitucional que torna inviolable la de-
fensa en juicio recibe, en materia procesal penal, una interpretación diferente, exten-
siva y de mayor aptitud garantizadora -casi patemalista, auxiliada por el mismo Es-
tado que persigue penalmente al imputado-, que la considerada necesaria por el De-
recho procesal civil.
174 Cf. por ejemplo, Ley Fundamental (Gntndgesetz) de la República Federal de Alema-
nia, art. 103, L
175 Algunos lo mencionan como principio de bilateralidad, pero el nombre sugiere más un
aspecto externo del problema, que aquí se estudiará separadamente: la necesidad de dotar
al ünputado con facultades equivalentes al acusador, o, al menos, con facultades que le per-
mitan resistir con eficiencia la persecución de que es objeto. En el proceso civil se preten-
de una equiparación total y de allí proviene el nombre. Cf. al respecto, PALACIO, Derecho pro-
cesal civil, t. I, nº 31, a, p. 269; BERTOLINO, El debido proceso y los principios de imparcialidad
y bilateralidad en el ámbito procesal penal, IV.
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§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento
b) Imputación necesaria
En primer lugar, para que alguien pueda defenderse es imprescin-
dible que exista algo de que defenderse: esto es, algo que se le atribu-
ya haber hecho u omitido hacer, en el mundo fáctico, con significado
en el mundo juridico, exigencia que en materia procesal penal se co-
noce como imputación176.
El núcleo de esa imputación es, según ya se ha observado, una hi-
pótesis fáctica -acción u omisión según se sostenga que lesiona una
prohibición o un mandato del orden jurídico- atribuida al imputa-
do, la cual, a juicio de quien la formula, conduce a consecuencias ju-
rídico-penales, pues contiene todos los elementos, conforme a la ley
penal, de un hecho punible. La imputación correctamente formulada
es la llave que abre la puerta de la posibilidad de defenderse eficien-
temente, pues permite negar todos o alguno de sus elementos para
evitar o aminorar la consecuencia juridíco-penal a la que, se preten-
de, conduce o, de otra manera, agregar los elementos que, combina-
dos con los que son afirmados, guían también a evitar la consecuen-
cia o a reducirla. Pero, para que la posibilidad de ser oído sea un me-
dio eficiente de ejercitar la defensa, ella no puede reposar en una atri-
bución más o menos vaga o confusa de malicia o enemistad con el or-
den jurídico, esto es, en un relato impreciso y desordenado de la ac-
ción u omisión que se pone a cargo del imputado, y mucho menos en
una abstracción (cometió homicidio o usurpación), acudiendo al
nombre de la infracción, sino que, por el contrario, debe tener como
presupuesto la afirmación clara, precisa y circunstanciada de un he-
cho concreto, singular, de la vida de una persona. Ello significa des-
cribir un acontecimiento -que se supone real- con todas las cir-
cunstancias de modo, tiempo y lugar que lo ubiquen en el mundo de
los hechos (temporal y espacialmente) y le proporcionen su materia-
lidad concreta; el lenguaje se debe utilizar como descriptivo de un
acontecimiento concreto ya ocurrido, ubicable en el tiempo y en el es-
pacio, y no para mentar categorías conceptuales. De otro modo,
quien es oído no podrá ensayar una defensa eficiente, pues no podrá
negar ni afirmar elementos concretos, sino, a lo sumo, le será posible
afirmar o negar calidades o calificativos (no soy homicida, no soy ma-
lo, soy bueno, etc.); tanto es así, que ni una confesión sería teorética-
mente posible, si por ella se entiende la afirmación de todos los ele-
176 Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, cap. V,§ IV, 6, ps. 215 y siguientes.
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D. Defensa
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§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento
persecución de los delitos. El Derecho penal liberal! que le sucedió, aun conservan-
do la máxima de la persecución penal pública, distinguió las _funciones de requerir
y decidir, como instrum~nto fórmal para lügrar una realización eficiente del dere-
cho del in1putado a defenderse, adjudicando cada una de ellas a dos órganos estata-
les distintos, el ministerio público y el tribunal. Con ello logró, según se verá, fijar
con precisión el objeto de la decisión (objeto procesal), extrayéndolo de la potestad
del tribunal, quien de este modo ve limitadas sus facultades de decisión en la sen-
tencia, condición que torna cierto el ámbito y los elementos de la situación de la vi-
da (comportamiento atribuido) de la que ha de defenderse el imputado, y pretende
evitar toda sorpresa y, por tanto, la indefensión.
177 En el CPP Nación puede darse el caso de que el juez de instrucción remita al fiscal ac-
tuaciones para que formule requerimiento, y éste no lo haga porque considere, por ejemplo,
que la acción denunciada no se subsume bajo ningún tipo penal; para este caso no existe
solución legislativa expresa por lo que la CNCP, Sala II, causanº 7, "Ávila, Blanca Noemí
s/rec. de casación e inconstitucionalidad", resuelta el 2/7/1993, decidió que para estos su-
puestos, el juez que no compartiera la postura del ministerio público -al no requeiir-, de-
bía elevar las actuaciones a la Cámara de Apelaciones para que decida. Se ha creado, enton-
ces, por vía de la jurisprudencia, una nueva forma de iniciación del procedimiento penal.
178 La tradición, no obstante, persiste, pues varios códigos modernos prefirieron conser-
var la iniciación del procedimiento per inquisitionen1 del propio tribunal (CPP Santiago del
Estero, 128, inc. 3; CPP Santa Fe, 174, I).
179 El CPP Nación, 348, II, coloca la decisión acerca de si se requiere la remisión a juicio
(acusación) o se dicta el sobreseimiento, en caso de discrepancia entre la solicitud de sobre-
seer del fiscal y la opinión del juez de instrucción, en manos de un tribunal colegiado, a con~
trario de aquello que prescribía la legislación argentina tradicional (sobreseimiento por
"acuerdo de fiscales": coincidencia entre el fiscal del caso y su superior jerárquico).
D. Defensa
180 Este tema ha desatado la más increíble tormenta interpretativa al comienzo de la vi-
gencia del CPP Nación: cf. D'ÁLBORA, CPP Nación anotado, art. 180, p. 183; BovrNo, El con-
trol del pedido de desestirnación del fiscal (El caso Ávila). La CNCP se ha pronunciado sobre
el tema, por aplicación análogica de la situación prevista en el art. 348: el juez de instruc-
ción disconforme con el requerimiento fiscal que desestima la denuncia, consulta a la Cá-
mara de Apelación, organismo que, o bien acepta el requerimiento fiscal y archiva el proce-
din1iento, o bien manda requerir la instrucción formal (perseguir penalmente) a un fiscal
reemplazante ("Ávila, Blanca Noemí s/rec. de casación e inconstitucionalidad", CNCP, Sala
II, sentencia del 2/7/1993).
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§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento
181 Cf. CLARIA OLMEDO, La querella en los delitos de acción de ejercicio privado, V, a, p. 621.
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ble tiene la necesidad de inquirir para conocer esa hipótesis y así poder acusar a los
responsables ante un tribunal o, de otro n1odo, clausurar la persecución penal. Sen-
tada esta premisa es necesario concederle a ese órgano la tarea propia de- la investi-
gación preliminar, bajo el control de un tribunal que sólo intervenga como límite de
las facultades de investigación del ministerio público, para resguardar los derechos
individuales del imputado en todos aquellos aspectos que puedan afectarlos (medi-
das de coerción, actos definitivos e irreproducibles) y ante el cual el imputado pue-
da hacer valer sus derechos. Por último, si la investigación preparatoria funda" una
acusación, el ministerio público deberá verificarla ante un tribunal, en un juicio pú-
blico, tribunal que sólo puede guiarse, para fundar su sentencia, por lo sucedido en
ese juicio. Así se conserva el procedimiento acusatorio en lo formal, a pesar de tomar
partido por la persecución penal pública, y se confiere a cada órgano del Estado la
tarea que le es propia, según su función. Ingenuan1ente se ha creído que, convirtien-
do a un juez en órgano de la persecución penal -inquisidor- se garantiza mejor la
situación del imputado. La realidad muestra que la función ha hecho al órgano, y el
juez de instrucción, cuyo destino debería ser el de controlar al ministerio público en
su labor investigativa, se ha convertido en un inquisidor, con la desventaja para el
imputado de que, según la ley, carece prácticamente de control inmediato por parte
de otro órgano.
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§ 6. Fundamentos constitncionales del procedimiento
puede ser subsanada por hechos posteriores (falta de denuncia del de-
fecto en el momento oportuno, consentimiento del acto por el intere-
sado en oponerse a él o cuando, pese al defecto, el acto cumplió el fin
formal previsto) y, por ende, puede ser declarada de oficio por el tri-
bunal que preside el procedimiento, ya declarando inadmisible el ac-
to cuando pretende ingresar al procedimiento, ya privándolo de su efi-
cacia (y, eventualmente, a sus consecuentes) cuando ingresó a él (nu-
lidad).
Los códigos modernos, cualquiera que sea nuestra discrepancia teórica con su con-
cepción de la nulidad y los medios para declararla que ellos prevén, establecen con cla-
ridad la ineficacia absoluta de las acusaciones defectuosas: en el mismo precepto que
contiene las exigencias de la acusación, prevén la ineficacia (nulidad) de las defectuo-
sas {ver los artículos citados en el texto inmediatamente antes); y la ineficacia es ab-
soluta, declarable de oficio por el tribunal en cualquier estado y grado del procedi-
miento (no subsanable), porque in1plica "violación de normas constitucionales" (CPP
Nación. 168, II; CPP Córdoba, 186, II; CPP Mendoza, 173, II: CPP Salta, 173, II; CPP
La Rioja, 173; CPP Santiago del Estero, 117; CPP La Pampa, 160, II; CPP Corrientes,
171, II; CPP Entre Ríos, 171; CPP Jujuy, 136, II; CPP Santa Fe, 164, II; CPP Tucumán,
186, II; CPP Costa Rica. 146, II)l82.
Si una acusación viciada provoca un debate, ella torna ineficaz todo el debate y la
sentencia emanada de él; el vicio ofrece un motivo absoluto de casación, en los códi-
gos modernos, porque no depende de la protesta previa y puede ser advertido de ofi-
cio para tornar ineficaz la sentencia por el mismo tribunal de juicio, en el momento
de dictarla, y por el tribunal de casación al decidir (aunque el recurso verse sobre otro
motivo), sie1npre que la nulidad del debate y la decisión favorezcan al imputado, a cu-
yo favor se establece la garantíal83_
e) Conocimiento de la imputación
Nadie puede defenderse de algo que no conoce. Es por ello que el
próximo paso, a fin de garantizar el derecho del imputado a ser oído,
consiste en ponerlo en conocimiento de la imputación correctamente
deducida; darle a conocer al imputado aquello que se le atribuye se
conoce técnicamente bajo el nombre de intimaciónIB4. En verdad, no
tendría ningún sentido expresar el derecho a ser oído, ni regular por-
menorizadamente la necesidad de una imputación correcta para dar-
le vida, si no se previera el deber de comunicar al perseguido la impu-
tación que a él se le dirigeiss.
182 Cf. con cita de jurisprudencia, NúÑEZ, CPP Córdoba anotado, art. 358, n" 4, p. 309.
183 Cf. notan" 189.
184 Sobre el nombre vulganuente conocido co1no notificación de la den1anda en el proce-
so civil, según sus formalidades, cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. Il, cap. V,
7, I, notanº 53, p. 221.
185 CARRARA, Programa, t. 2, § 832, p. 201.
D. Defensa
186 Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, cap. V,§ IV, 7, III, ps. 222 y si-
guientes.
187 Cf. NúÑEZ, CPP Córdoba anotado, art. 296, nº 1, ps. 265 y siguientes.
188 Un caso contrario y, por ello, paradigmático, estaba constituido por el CPCrim. na-
cional (1889) pues, hasta su reforma, en el año 1981 (ley n" 22.383), representaba una hi-
riente excepción a esta regla, contrariando el derecho constitucional a la defensa: su texto
original preveía un interrogatorio inquisitivo (art. 241), todavía existente, con noticia acer-
ca de la imputación una vez "concluida la declaración indagatoria" (art. 255); ello resulta
todavía inás extraño al principio constitucional, si se piensa que el juez de instrucción, en
el CPCrim. nacional (1889), procede de oficio (art. 179, inc. 4), tomando a su cargo la for-
mulación de la imputación (art. 182), esto es, la determinación de los hechos y circunstan-
cias atribuibles al imputado, situación que aún persiste en el Derecho positivo vigente.
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§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento
diencia de conciliación (CPP Córdoba, 432; CPP Corrientes, 454; CPP Tucumán, 432;
CPP Costa Rica, 436); los demás códigos modernos, equivocadamente, no reconocen
expresamente esta buena práctica), pero, además, tramitan el debate según las reglas
del juicio común (lectura de la acusación-querella- e información al querellado so-
bre el hecho que se le atribuye antes de la indagatoria: CPP Nación, 430; CPP Córdo-
ba, 439; CPP Mendoza, 467; CPP Salta, 463; CPP La Rioja, 460; CPP Santiago del Es.
tero, 373; CPP La Pampa, 399; CPP Corrientes, 461; CPP Entre Ríos, 432; CPP Tqcu-'
mán, 439; CPP Costa Rica, 443).
d) Audiencia
El derecho a ser oído alcanza su expresión real en la audiencia del
imputado ante el tribunal. Precisamente, las formas antes estudiadas
constituyen presupuestos básicos para que el imputado, al conceder-
le el tribunal la palabra, se encuentre en condiciones óptimas para re-
chazar la imputación que se le dirige o, incluso si la admite, para in-
corporar otras circunstancias que la neutralicen o aminoren, según la
ley penal. La audiencia del imputado no sólo se debe procurar en re-
lación a la sentencia final sino también, según dijimos, en orden a las
decisiones interlocutorias que conforman la situación del imputado
189 Es un defecto tnuy común de nuestros tribunales el utilizar las autorizaciones para
declarar de oficio la ineficacia de un acto, fundada en la inobservancia de una garantía
constitucional establecida a favor del imputado, pese a que el contenido mate1ial del acto
lo favorece. Así, por ejen1plo, si el resultado del debate (o de la deliberación) es una absolu-
ción, la sentencia, pese al defecto, no se debe anular en virtud de la falta de audiencia para
el acusado.
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§ 6. Fundamentos constitucionales del procedimiento
190 Cf. CLARIÁ OLMEDO, Tratado, t. I, nº 190, p. 260 y nº 362 y ss. ps. 497 y ss., pero la re-
gla no se relaciona con el in dubio pro reo (exigir del imputado prueba de descargo).
191 Cf. CLARIÁ OLMEDO, Tratado, p. 499; NúNEZ, CPP Córdoba anotado, art. 294, nº 2, p. 264;
DEVIS EcHANDÍA, Teoría general de la prueba judicial, nº 137, M, 2º, ps. 543 y siguientes.
192 Cf. MAIER, La Ordenanza procesal penal ale1nana, § 136a, p. 109.
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§ 6. Ii~undamentos constitucionales del procedimiento
na_conocida como presente en el momento del hecho, quien -quizás debido a ello
(shock producido por la brutalidad de la acción)-- no puede recordar aquello que su-
cedió. La cuestión resid_e en sáber si, con sú consentimiento, el tribunal puede autori-
zar_ una técnica específica --con base científica- para conocer, en primer lugar, si
miente, y, en segundo lugar, para eliminar su voluntad y lograr que su recuerdo sub-
conciente aflore ("detector de mentiras'', hipnosis, "suero de la verdad"); otro caso: el
imputado, única persona que presenció el suicidio de la víctima y que conoce, por re-
velación, los motivos de esa decisión, se encuentra en la situación de que nadie le cree
y, por ende, le atribuyen la muerte del suicida como homicidio suyo, ¿puede pedir ser
interrogado utilizando un "detector de mentiras" y autorizarse su uso? Dentro de este
contexto, a la opinión dominante, que rechaza todo efecto del consentimiento, pueden
señalársele varios equívocos e interrogantes:
1) Hay una diferencia (cultural) cierta entre la aplicación de medios coercitivos sin
base científica y la aplicación de técnicas que, por fuera del enjuiciamiento penal, re-
presentan medios y formas de comportamiento de uso ordinario y permitido, con el
consentin1iento de aquél sobre quien recaen, para alcanzar fines valiosos social y jurí-
dicamente; más gráfica1nente: la tortura es una acción prohibida con prescindencia
del consentimiento de quien la sufre (CP, 144 ter); la hipnosis se utiliza a diario, con
consentimiento del paciente, como técnica auxiliar de ciertos tratamientos, es decir,
de ordinario está permitida.
2) Tanto es así, que, cuando se trata de averiguar hechos internos de la persona
(psíquicos)-por ej., la imputabilidad o su grado-, se recurre a estos medios y a tests
que, sin duda, significan engaños o preguntas capciosas, pues el objeto de las pregun-
tas, a veces ingenuo, no coincide ni supone el fin perseguido por el interrogador téc-
nico, y su significado es desconocido para el imputado; las peritaciones psiquiátricas
son un reflejo de este comportamiento y son, de ordinario, valoradas por los jueces,
por supuesto, en relación a su propio fin y no a una confesión, aun cuando, en oca-
siones, contienen una confesión (de valoración prohibida).
3) Supongamos ahora que el imputado, sometido a tortura, en lugar de confesar el
hecho, proporciona la evidencia de la cual se desprende su inocencia: parece más que
claro que debería valorarse su declaración y también los elementos de prueba a su fa-
vor que de ella surgieron; de la misn1a manera, ¿por qué no se habrá de poder valorar
una declaración favorable al imputado, obtenida con el uso de un "detector de menti-
ras", de la hipnosis o de un "suero de la verdad"?, cualquiera que sea la idea que se tie-
ne sobre la licitud del acto; la razón de ser de esta determinación obvia es también cla-
ra: los derechos y garantías son establecidos siempre como seguridades del ünputado
frente al poder del Estado -no a la inversa- y, por ello, operan sólo cuando lo perju-
dican, no para perjudicarlo.
Con estas aclaraciones, parece madura la solución del problema: constituye una
exageración prohibir de plano la aplicación de ciertas técnicas, si ellas poseen, e:ri
verdad, base científica y ordinariamente son permitidas en el tráfico social (adecua-
ción social), para obtener información, cuando el imputado libremente lo consien-
te, persiguiendo un fin valioso (demostrar su inocencia), que no podría o sólo difi-
cultosamente podría obtener por otros mediosl93; para que el consentimiento sea li-
19 3 Sobre la inconveniencia del empleo de estas técnicas en nuestros países, cf. BINDER,
Introducción al Derecho procesal penal, p. 193.
D. Defensa
bre -no sea obligado a declarar contra sí mismo- debe estar precedido de una am:..
plia información sobre el hecho que se le imputa y sobre los derechos que posee,
emergentes de la cláusula constitucional (abstenerse de declarar, no permftir el uso
de ciertos inedias que coartan su voluntad)19 4; la inforn1ación debe ser brindada por
un juez, en presencia del defensor, quien podrá asistir técnican1ente al imputado con
sus propios consejos y el consentimiento se asentará por escrito; por consiguiente,
se deberá tratar de un acto sujeto a autorización judicial y la autorización se debe-
rá expedir por resolución fundada, sólo cuando aparezcan indudables los motivos de
excepción que lo permiten, invocados por el imputado; de todos modos, los elemen-
tos de prueba que emerjan de una declaración del imputado con utilización de me-
dios que coartan o eliminan su voluntad, sólo serán admisibles para valorar y fun-
dar una decisión, siempre que lo beneficien, nunca cuando lo perjudiquen, pues pa-
ra que una información proporcionada por el propio imputado opere en su contra,
la voluntad que preside su manifestación debe ser libre, desprovista de toda influen-
cia coactiva (CN, 18); por consiguiente, la resolución jurisdiccional perjudicial para
el imputado que se apoye decisivamente en su manifestación, obtenida con o n1e-
diante estos medios, contiene un vicio que la invalida (nulidad o casación) y que no
puede ser convalidado (en juego una garantía constitucional); durante el juicio con-
vendría que, en principio, el juez que autoriza estos medios y escucha la declaración
no integre el tribunal de debate, que dictará la sentencia, y la versión, para ser intro-
ducida al debate, debería contar con un nuevo consentimiento del in1putado, asisti-
do técnicamente y decidido libremente; convendría estudiar detenidamente las ana-
logías entre este acto y una peritación para acercarse mejor a su naturaleza y así po-
der plantear su mejor regulación práctica195.
194 Cf. el voto del 1ninistro PETRACCHI de la CSN -obiter dictum- acerca de la eventual
regulación del consentini.iento en el reglamento de los allanamientos de morada, caso idén-
tico al que tratamos; caso "Fiorentino", en "Doctrina Penal", 1985, considerando 8º, ps. 111
y siguientes.
195 Sobre este punto de vista, infonnación en MELLOR, La tortura, cap. XIV, ps. 303 y ss.,
quien, aunque con alguna confusión relativa a las cuestiones concretas que le interesan, ad-
vierte la problemática aquí planteada. Resulta interesante la advertencia de no crear por es~
ta vía nuevas ordalías o juicios de Dios, reemplazándolos por la fe absoluta en el saber cien- .. -...-:
tífico.
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§ 6 ..Fundamentos constitucionales dei procedimiento
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D. Defensa
196 Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, cap. V,§ IV, 10, p. 233.
197 Fallos CSN, t. 284, p. 54; t. 298, p. 104; t. 298, p. 304.
198 Cf. VÉLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, cap. V, §IV, 10, lll, p. 242.
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§ 6. Fundamentos constitucionales del proceifimiento
204 Sobre la problemática penal, cf. SANCINETTI, Estupro y estupro impropio ("violación"),
ps. 335 y siguientes.
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fue acusado por estupro provocará indefensión, a menos que se trate de un simple
error material de subsunción en la acusación.
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206 Cf. SOLER, Derecho penal argentino, t. 2, § 46, ps . 173 y ss.; NúÑEZ, Derecho penal ar-
gentino, t. I, tít. I, VI, ps. 225 y siguiente; ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. N, ps. 557
y ss.; GAVIER, Aplicación de la ley penal y concurso aparente de leyes.
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207 Cf. GóMEz MÉNDEZ, El delito continuado, cap. III, 2, ps. 28 y siguientes.
208 Así, Fallos CSN. t. 216, p. 58; t. 208, p. 253; t. 209, p. 518; t. 237. p. 193; t. 240, p. 160;
t. 242, p. 112; t. 280, p. 167; t. 254, p. 301; t. 298, p. 308; sin emb:::.rgo, los tribunales han to-
lerado, ordinariamente, que los fallos condenatorios se funden en prueba no controlada por
el imputado y su defensor: cf. por ejemplo, Fallos CSN, t. 182, p. 502.
209 Cf. 8ANDERi\1ANN, Waffengleichheit im Strafprozej], dedica su tesis al estudio de estos
problemas, con información acerca del Derecho continental europeo, sobre todo acerca del
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