Tema 4 Penal
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Solo aquello que es considerado como acción u omisión puede ser objeto de tipificación. El concepto
de acción es, por tanto, el objeto de una valoración.
“Son delitos las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la ley”
ACCIÓN.
Se llama acción a todo comportamiento dependiente de la voluntad humana, solo el acto voluntario
puede ser penalmente relevante y la voluntad implica siempre una finalidad. De ahí que la acción humana
regida por la voluntad sea siempre una acción final. La dirección final de la acción se realiza en dos fases:
- INTERNA : deliberación sobre aquello que queremos hacer (decisiones). Sucede en la esfera de los
pensamientos del autor, para llevar a cabo este fin selecciona los medios necesarios, considerando
también los efectos concomitantes que van unidos a los medios elegidos y a las consecuencias del
fin que se propone. La consideración de estos efectos puede hacer que el autor vuelva a plantearse
la realización del fin.
- EXTERNA : materialización de la voluntad interna (ejecución). Una vez propuesto el fin,
seleccionados los medios para su realización y ponderando los efectos concomitantes, el autor
procede a su realización en el mundo externo.
La valoración penal puede recaer sobre cualquiera de estos aspectos de la acción. Por tanto, cuando se
dice que la acción final es la base del Derecho Penal, no se refiere solo al fin, sino también a los medios
elegidos o los efectos concomitantes.
Cuando el legislador describe una conducta (el que matare a otro…), no solo describe un proceso
causal, sino un proceso causal en que la medida que deriva de la realización de una acción final humana. Por
ello, también la finalidad, los medios utilizados para su realización y los efectos concomitantes deben ser
tenidos en cuenta en la primera fase de la Teoría General del Delito y, consiguientemente en la tipicidad.
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La determinación del concepto de acción no es suficiente con la constatación de los aspectos puramente
causales y finales de esta, sino que es necesario también situarlos en un determinado contexto intersubjetivo
que es lo que le da un sentido comunicativo, social o jurídico, es decir, su significado. En definitiva, lo
relevantes es esta capacidad expresiva o significativa del comportamiento humano en un determinado
contexto de comunicación intersubjetiva.
Por tanto, el concepto significativo de acción, no quiere decir que haya que renunciar a un concepto
prejurídico de acción, sino simplemente que el mismo no puede reducirse a simples procesos ontológicos,
causales o finales, desconectados de cualquier tipo de valoraciones.
AUSENCIA DE ACCIÓN.
No hay acción ni omisión penalmente relevante si falta la voluntariedad. Si el sujeto no podía decidir
voluntariamente realizar o no realizar su comportamiento, no cabe esperar que se motive por la norma y se
abstenga de realizarlo. Tiene que haber voluntariedad para que haya acción (u omisión). Pero, cuando
analizamos un hecho, no hay que demostrar que haya voluntariedad, sino comprobar si se da alguna
circunstancia que excluya la voluntariedad.
- FUERZA IRRESISTIBLE : acto de fuerza que se ejerce materialmente sobre el agente obligándole a
hacer algo o a no hacerlo, y donde no hay intervenido la voluntad del sujeto. Desde el punto de
vista cuantitativo, la fuerza ha de ser absoluta de tal forma que no deje ninguna opción al que la
sufre (vis absoluta). Tiene que ser externa, por lo que puede provenir de una tercera persona como
de fuerzas de la naturaleza.
Nunca se puede entender como fuerza irresistible los impulsos (pasiones, por ejemplo, ya que ahí interviene la
voluntad), pero pueden servir de base a la apreciación de otros eximentes que excluyen o disminuyen la
imputabilidad. Solo se entiende como fuerza irresistible la física.
La fuerza irresistible carece de importancia en los delitos de acción, pero es importante en los de omisión y la
consecuencia principal de esta apreciación es que, el que violenta, empleando fuerza irresistible contra otro,
responde como autor mediato del delito cometido que actúa u omite violentando por la fuerza irresistible no
solo no responde, sino que su actitud no es relevante penalmente, siendo un mero instrumento en manos de
otro.
- MOVIMIENTOS REFLEJOS : el sujeto tiene una absoluta falta de dominio del movimiento, ya que el
impulso pasa de un centro sensor a uno motor, sin intervención de la conciencia ni de la voluntad
del individuo (convulsiones epilépticas). Desde el punto de vista penal, en principio, una persona
que se encuentra en medio de una convulsión epiléptica y produce un accidente automovilístico,
no responde penalmente.
Distintos de los movimientos reflejos son los actos en cortocircuito, que son las reacciones impulsivas o
explosivas, en los que la voluntad participa (un atracador, nervioso, aprieta el gatillo al observar un gesto
equívoco de huida o defensa del empleador del banco).
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Por el contrario, si el sujeto se colocó en ese estado voluntariamente para cometer el delito o pudo prever que
lo cometería se da la actio libera in causa. Esto es que, en el momento de la comisión del delito, el sujeto no
actuaba voluntariamente, pero teniendo en cuenta su acción precedente, se considera como si su conducta
hubiera sido voluntaria (o lo es directamente, teniendo en cuenta una consideración global).
Por ejemplo, si un medicamento advierte en su prospecto sobre el posible estado de somnolencia en que
podría verse un conductor al ingerirlo y, aun así, lo ingiere y conduce y provoca un accidente, el conductor
sería responsable penalmente de tal acción, puesto que sabía (o debería saber) las consecuencias derivadas de
tomar tal medicamento.
ACCIÓN Y RESULTADO.
En el Derecho penal cabe distinguir entre acción, como simple manifestación de voluntad, y resultado,
como consecuencia externa de la manifestación de la voluntad. No es lo mismo el producir que lo producido.
Podríamos decir, por tanto, que los delitos de actividad son delitos de acciones dañosas, que solo se
llevan a cabo mediante conductas humanas (art. 205 CP – delito de calumnias; art. 379 CP, delito de
conducción temeraria) y, por otra parte, los delitos de resultado son aquellos delitos que tienen
consecuencias dañosas o causados por fuerzas de la naturaleza (art. 144 CP – delito de aborto; art. 147 CP –
delito de lesiones).
Son delitos de resultado aquellos tipos cuyo contenido consiste en la producción de un efecto separado
espacio temporalmente de la conducta. La producción de ese resultado constituye la consumación formal del
tipo.
Debido a la existencia de este lapso desde la realización de la acción hasta la producción del resultado,
se admiten, caben otros riesgos, intervenciones posteriores de terceros, del autor o de la propia víctima, que
pueden ser dolosas, imprudentes o fortuitas, comisivas u omisivas y que pueden tener importantes
consecuencias en la imputación del resultado pudiendo llegar incluso a condicionar la necesidad del castigo.
Además, el resultado debe ser la proyección del riesgo que la acción creaba. Las lesiones (arts. 147 ss), por
ejemplo, son delitos de resultado, pues exigen la producción de un menoscabo en la salud de una persona.
Por el contrario, los delitos de mera actividad (arts. 15 y 16 del CP) son aquellos cuya descripción y
contenido material se agota en la realización de una conducta, sin que se exija la producción de un resultado
distinto del comportamiento mismo. El delito de allanamiento de morada (art. 202), por ejemplo, es de mera
actividad ya que exige sólo penetrar en morada ajena o permanecer en ella.
Artículo 15 CP.
Artículo 16 CP.
1. Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente por hechos
exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían producir el resultado, y sin
embargo éste no se produce por causas independientes de la voluntad del autor.
2. Quedará exento de responsabilidad penal por el delito intentado quien evite voluntariamente la
consumación del delito, bien desistiendo de la ejecución ya iniciada, bien impidiendo la producción del
resultado, sin perjuicio de la responsabilidad en que pudiera haber incurrido por los actos ejecutados, si
éstos fueren ya constitutivos de otro delito.
No obstante, existen otras consecuencias que se derivan de la distinción entre acción y resultado. Así,
por ejemplo, que el resultado no se produzca y que la acción solo sea punible a título de tentativa. En los
delitos de peligro concreto la acción peligrosa se castiga cuando se haya puesto en peligro el bien jurídico
protegido. Igualmente, se diferencia entre si el resultado ha sido producido por varias acciones o si una acción
ha provocado varios resultados. Sin embargo, la consecuencia más importante de esta distinción se da en los
delitos de resultado, en los que es necesario saber cuándo el resultado ha sido causado por la acción humana y
que, por tanto, ese resultado se pueda atribuir a la conducta del sujeto.
En los delitos de resultado, se exige la realización de una acción que dé lugar a la producción de un
resultado y que exista una relación de causalidad (relación directa entre la acción y el resultado). Sin embargo,
no todas las relaciones son tan sencillas de resolver, por lo que surgen varias teorías, entre la que cabe destacar
la teoría de la equivalencia de condiciones.
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Con esta exigencia quedarán excluidos del ámbito de lo penalmente relevante las conductas en las que
falte el desvalor de acción, es decir, acciones que pongan en peligro un bien jurídico protegido. La relación de
causalidad es un requisito necesario, pero no suficiente para atribuir un resultado a un sujeto.
Con esto, se ha producido un resultado típico, pero para poder ser admitido este primer estadio, tiene
que haber superado ese riesgo permitido (acciones peligrosas para un bien jurídico). Si el resultado se hubiese
producido de igual modo, habiendo el sujeto actuado diligentemente (cursos causales hipotéticos), este
resultado no es imputable al sujeto, ya que al DP solo le interesan los resultados lesivos consecuencia de
acciones peligrosas ex ante (antes del suceso). Quedan excluidas de este estadio aquellas conductas en las que
falta el desvalor de acción.
Por ejemplo, A se halla conduciendo por una vía a 70 km/h en la que la velocidad máxima permitida
son 50 km/h. B se tira a las ruedas del coche de A y, como consecuencia, muere. A no es imputable, puesto
que, de haber conducido a 50 km/h por esa carretera, el resultado (muerte de B), se hubiese producido igual.
RELACIÓN DE RI ESGO.
El resultado producido tiene que haber sido consecuencia del riesgo inicial creado por ese sujeto y no
consecuencia a otra clase de riesgo. Sirve para excluir la imputación de resultados que han sido consecuencia
de cursos causales atípicos o irregulares.
A le mete un puñetazo a B, y B sufre lesiones. B sale corriendo, con tan mala suerte que se tropieza
con una piedra, cae al suelo y se muere. A no respondería del resultado de muerte de B, puesto que este no ha
sido la realización del riesgo creado con el puñetazo, sino del que ha generado la caída.
Del mismo modo, si el resultado se produce por la acción posterior dolosa de un tercero, tampoco
podrá ser imputado a quien creó el riesgo inicial de su producción de un modo imprudente. El resultado debe
haberse producido precisamente a causa del riesgo no permitido que el sujeto ha creado con su acción.
Nos preguntamos: ¿La consecuencia de ese riego es consecuencia de aquel riesgo que yo produje/incrementé
o consecuencia de otra clase de riesgo?
- PROHIBICIÓN DE RIESGO : entre la conducta y el resultado, está la acción dolosa de un tercero. Por
ejemplo, A causa de una negligencia médica, A es trasladado a otra planta del hospital y,
mientras convalece de sus heridas por la lesión producida en el hospital, B entra en su
habitación, le mete unas cuantas puñaladas y se muere. B respondería de un delito de asesinato
contra B, puesto que provoca el resultado de su muerte. Si falta este requisito no cabe castigar a
A por dicho delito como consumado.
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Por ejemplo: si yo incito a mi amigo a conducir una moto a 200 km/h y tiene un accidente, yo no
respondo penalmente, puesto que la norma no protege a quienes consciente y voluntariamente se exponen a
peligros.
Por el contrario, en el delito doloso se plantea de diferente manera, porque en este caso el sujeto hace
todo lo que puede para producir el resultado que pretende. Si a pesar de ello no se produce, habrá tentativa. Lo
mismo pasa cuando el resultado se produce, pero de tal forma que no pueda ser imputable objetivamente a la
acción: la víctima de un asesinato intentado muere en el hospital a causa de un incendio.
Es, por tanto, la misión de la imputación objetiva, determinar en los delitos de resultado si la acción
era peligrosa ex ante, si ese riesgo se ha realizado en el resultado y si el resultado producido es uno de los
resultados que el precepto infringido pretendía evitar. Si el resultado no es imputable a la acción, no cabe
exigir responsabilidad penal por el delito consumado.
LA OMISIÓN.
El comportamiento humano no se agota con el ejercicio activo de la finalidad, sino que tiene también
un aspecto pasivo, constituido por la omisión. Este aspecto pasivo del actuar humano puede ser penalmente
relevante. El derecho penal no solo contiene normas prohibitivas, sino también normas imperativas que
ordenan acciones cuya omisión puede producir efectos socialmente nocivos. La infracción de estas normas
imperativas es lo que constituye la esencia de los delitos de omisión.
La omisión en sí misma no existe. La omisión es la omisión de una acción que se puede hacer, y por
eso mismo, está referida siempre a una acción determinada, cuya no realización constituye una esencia. La
posibilidad de acción es el elemento ontológico conceptual básico común tanto a la acción, como a la omisión.
- HABER OMITIDO UNA ACCIÓN ESPERADA : omisión no significa pasividad, omisión significa la
no realización de una concreta acción que el ordenamiento espera de nosotros, es incumplir un
deber jurídico de actuar.
- PUDIENDO ACTUAR : Es preciso que el sujeto conozca o pueda conocer la situación y que tenga
capacidad de realizar la acción esperada.
Por otro lado, también la omisión es un comportamiento humano (voluntario) dirigido a un fin. Por
ello, las causas de exclusión de la acción también son aplicables a la omisión (fuerza irresistible, movimientos
reflejos y estados de inconsciencia). Y también hay que tener en cuenta aquí la actio libera in causa. En los
supuestos en los que el comportamiento pueda entenderse como una acción y como una omisión, tiene
preferencia la consideración como acción.
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- DELITOS DE OMISIÓN PURO O PROPIA : son delitos donde se castiga la no realización de la acción
exigida por el ordenamiento. Equivalen a los de mera actividad (o de inactividad, porque no
hacemos nada). Se castiga, por tanto, el no hacer (deber de socorro).
- DELITOS DE OMISIÓN Y RESULTADO : Tipifican el incumplimiento de un deber que produce un
resultado expresamente previsto en la ley penal. Equivalen a los delitos de resultado. Exigen que
se haya omitido la acción esperada, que se haya producido el resultado y que entre omisión y
resultado haya causalidad hipotética e imputación objetiva (por ej., art. 305 CP). Se diferencia del
de omisión pura en que el legislador describe la omisión de una acción y la producción de un
resultado que va a estar vinculado al no hacer del sujeto (art. 305 y 326 CP).
- DELITOS DE OMISIÓN IMPROPIA O DE COMISIÓN POR OMISIÓN : la omisión se conecta con un
resultado, pero en el tipo legal concreto no se menciona expresamente la forma de comisión
omisiva. Se plantea si es posible imputar la comisión de la omisión al resultado (cuándo la forma
omisiva puede ser equiparada a la activa).
Artículo 11 CP.
Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resultado solo se entenderán cometidos por
omisión cuando la no evitación del mismo, al infringir un especial deber jurídico del autor, equivalga,
según el sentido del texto de la Ley, a su causación. A tal efecto se equipararán la omisión a la acción:
Se parte de un delito de resultado que contempla sólo la causación activa de un resultado (homicidio,
lesiones, daños…) y, en algunos supuestos, se equipara a la causación activa de este resultado su no
evitación.
La comisión por omisión es la ejecución de un delito o falta por no haber observado el agente una
conducta que viniera exigida. Para que se dé la comisión por omisión ha de producirse un resultado típico, no
haberse desarrollado la acción que fuera exigible al agente, y concurrir la capacidad del omitente para realizar
voluntariamente la acción que hubiera podido evitar la producción del resultado. La posición de garante del
omitente ha de derivarse de una obligación legal o contractual de actuar o bien de una situación de riesgo
creada por él mismo.
Los requisitos para exigir los delitos de comisión por omisión son, por tanto, los siguientes:
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