f1113112 La Pareja en La Adolescencia
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El amor en la pareja
Durante la adolescencia las relaciones “amorosas” suelen ser vividas de manera intensa,
pasando del amor al desamor rápidamente, pero es precisamente la intensidad de esos
momentos lo que hace que no se olviden y que de una forma u otra marquen a la persona
cuando en un futuro establezca otras relaciones íntimas o de pareja.
Cuando un/a adolescente se enamora, no come, no duerme, no se concentra, toda su vida gira
en torno a la persona amada, es un amor muy “pasional”. Según evolucionan las personas, las
vivencias de estas experiencias van madurando y el amor es vivido de forma más objetiva y
realista aunque igual de intensa.
La adolescencia es una etapa de crecimiento personal, por este motivo, cuando se establecen
relaciones de pareja en la adolescencia, es importante que la persona no abandone las
relaciones con amigos y amigas, se realicen actividades de manera individual, se tomen
decisiones de manera independiente, etc., de lo contrario se podría poner en peligro el proceso
de maduración y crecimiento y en un futuro la persona podría tener la sensación de no haber
vivido cosas propias de etapas anteriores, e incluso la relación de pareja podría verse afectada.
El amor en la pareja
La mayoría de la gente cree que el amor de pareja surge con el enamoramiento, la pasión, esa
intensidad que nos llena de emociones y nos hace olvidar el resto. Pues ese apasionamiento
antiguamente tenía un antídoto, era el tiempo de noviazgo, en ese tiempo la gente se conocía
un poco más y, si aún duraba el poder del vínculo, se iba tejiendo una relación duradera y con
amor.
Ahora todo se quiere rápido, no tenemos tiempo que perder, y la guía más fiable es el
enamoramiento que, en el fondo, es una maraña de proyecciones donde construimos lo que
queremos ver. En el enamoramiento lo damos todo a cambio de tener todo lo que anhelamos y
que difícilmente el otro podrá dar cuando la relación se vuelva real. Amar es un impulso de
cuidar para ser cuidados que nace del corazón, de las entrañas. Si se convive y la relación con
el enamorado es cercana, el amor verdadero se va instalando. Se va amando al que se tiene
cerca, pero es una sensación mucho más leve que el enamoramiento.
A veces hay suerte y cuando se van deshaciendo las brumas de la idealización aparecen
personas que se entienden y el amor que ha surgido compensa y tolera las diferencias y los
defectos. En cambio otras veces la decepción y la frustración son más grandes que el
sentimiento amoroso que se ha engendrado. El escollo más difícil en las relaciones es el
contrapunto del enamoramiento, cuando se cae la cortina de la idealización, y empezamos a
ver en el otro; primero, todo lo que le falta para ser perfecto; segundo, todo lo que nos cuesta
ver de nosotros mismos y que es más fácil verlo en el otro proyectado ya que los hacemos
depositarios de nuestras frustraciones; tercero, todo lo que nos hacíamos solitos ahora
tenemos en quien descargarnos, toda nuestra autoexigencia, desvalorización, crítica
culpabilizadora, ahora podemos dejar de ser un poco el problema para tenerlo en frente. De la
ceguera del enamoramiento a la ceguera de la desilusión. Y el amor verdadero ha ido
creciendo con el roce, con la presencia, con la participación en la vida del otro. El
enamoramiento ha muerto !Viva el amor!