Ureta 2018
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To cite this article: Sebastián Ureta, Florencia Mondaca & Anna Landherr (2018): Sujetos de
desecho: violencia lenta e inacción ambiental en un botadero minero abandonado de Chile,
Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies / Revue canadienne des études latino-
américaines et caraïbes, DOI: 10.1080/08263663.2018.1491685
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Introducción
En abril de 2014 llegamos por primera vez a Pabellón, un pequeño caserío de la Región
de Atacama (norte de Chile), buscando un conflicto ambiental. Desde mediados de
2013 veníamos siguiendo la implementación experimental del primer instrumento
público destinado específicamente a la identificación de suelos contaminados publicado
por el Ministerio de Medio Ambiente de Chile en 2012 (MMA 2012). Respondiendo a
una creciente inquietud ciudadana respecto a los efectos ambientales y en la salud de los
desechos solidos industriales (especialmente mineros), este instrumento buscaba entre-
gar una metodología clara para determinar las concentraciones de contaminantes en el
suelo, especialmente metales pesados, y su riesgo para la población circundante.
Pabellón parecía el lugar perfecto para probar la efectividad de esta metodología. Según
las primeras investigaciones exploratorias sobre el tema (JICA & SERNAGEOMIN 2007),
la región de Atacama (800 km al norte de Santiago) es la que concentra el mayor número de
botaderos mineros abandonados en el país, compuestos principalmente por relaves (tail-
ings) con altas concentraciones de metales pesados. Una investigación posterior encargada
por el Ministerio del Medio Ambiente (CENMA 2012), identificó en particular a los
desechos mineros abandonados ubicados junto a Pabellón como los potencialmente más
riesgosos de la región. Este riesgo no solo se derivaba de que estos superaban con creces las
máximas concentraciones permitidas para varios componentes potencialmente tóxicos
como mercurio, plomo y arsénico. Junto con lo anterior, la población local vivía a solo
metros de estos desechos, incluso sobre estos en algunos casos. Como resultado de esta
configuración, en Pabellón esperábamos encontrar dos posibles alternativas: una comuni-
dad que ignoraba el riesgo al cual estaba sometida o, de preferencia, una comunidad que
conocía de este riesgo y se hallaba en proceso de movilizarse para exigir una solución,
siguiendo el modelo usual de los movimientos sociales ambientales (Taylor 2000).
Tras las primeras conversaciones con sus habitantes rápidamente nos dimos cuenta de
que la situación en Pabellón difería de ambos modelos. Por un lado, la gran mayoría de
los vecinos sabía de la existencia de los desechos y, al menos sospechaba, sus potenciales
efectos negativos sobre la salud. Sin embargo, por el otro lado, este conocimiento no se
traducía en ninguna forma de movilización para exigir una solución. Conocimiento y
movilización, por tanto, aparecían como disociados en Pabellón, poniendo en cuestión el
modelo del “sujeto de derechos” que tanto movimientos sociales como regulaciones
ambientales como la chilena requerían para activarse.
De manera de contribuir a entender esta situación el presente artículo analiza los
factores que contribuyen a la ausencia de este sujeto de derechos en Pabellón, propo-
niendo en su reemplazo la figura del sujeto de desechos. Primero se procederá a elaborar
un marco teórico basado en las contribuciones de los estudios ambientales y de ciencia,
tecnología y sociedad al entendimiento de prácticas de inacción ambiental en situa-
ciones de violencia lenta por contaminantes. En segundo lugar se expondrán las
características del caso bajo estudio y la metodología a utilizar. En tercer lugar se
procederá a presentar y analizar el material etnográfico recolectado mediante una
estrategia de viñetas etnográficas, buscando identificar las principales prácticas desar-
rolladas por estos individuos para lidiar con los desechos tóxicos ubicados junto a sus
hogares. Finalmente en las conclusiones se utilizaran los hallazgos del estudio para
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humanas como entidades complejas que no pueden ser reducidas a sus cualidades,
propiedades o figuraciones” (Farías and Wilkie 2015, 11). En segundo lugar, los estudios
CTS nos ayudan a entender de manera más profunda el rol del conocimiento en las
controversias sobre contaminación (Stirling 2008; Wynne 1992), especialmente
poniendo en entredicho la noción (implícita en la literatura) que una mayor “certi-
dumbre” tóxica se va a manifestar necesariamente en una movilización pública por
parte de un sujeto de derechos ambientales (Bickerstaff and Walker 2001; Irwin,
Simmons, and Walker 1999). Finalmente, los estudios CTS nos ayudaran a dejar de
ver la movilización pública como la única forma de resistencia posible en casos de
violencia ambiental lenta. Por el contrario estos nos presentan múltiples otras formas de
acción mediante los cuales los afectados por situaciones de violencia lenta buscan
resistir los efectos nocivos del contacto regular con contaminantes, especialmente
entre estas las “prácticas de cuidado” (Mol 2008; Puig De La Bellacasa 2011), que
serán exploradas en este artículo. Por estos motivos claves conceptuales derivadas de
los estudios CTS aparecen como especialmente útiles para ampliar nuestro conoci-
miento respecto a las dinámicas existentes detrás del fenómeno de la inacción ambiental
en situaciones de violencia lenta.
densidad poblacional del sector, los relaves eran depositados junto a las plantas,
dejándolos abandonados cuando estas plantas cerraron a principios del siglo XX.
Al momento de realizar este estudio, vivían en Pabellón (Figura 1) 61 personas de forma
permanente, a las que se sumaban una población flotante que vive en situación ilegal y que
varía por temporada. Las principales actividades económicas de esta población son la
minería artesanal y el trabajo como jornaleros en la industria de la uva. En la actualidad,
el depósito de relaves es usado por los habitantes de forma esporádica para el secado de uva
o la realización de actividades recreativas como partidos de fútbol o pasear. Además existen
caminos sobre este que conectan algunas casas con el resto de la comunidad.
El trabajo de campo de este estudio fue realizado en dos fases entre marzo y
diciembre de 2014, consistiendo principalmente en realizar sesiones de entrevistas en
profundidad activas con 29 habitantes de Pabellón, en las cuales además de conversar
sobre las temáticas de estudio se les pedía a los participantes que recrearan sus prácticas
relativas al uso del espacio y la protección contra la contaminación. A partir de la
información recolectada se elaboraron 18 estudios de casos compuestos en algunos
casos por individuos y en otros por grupos familiares, dependiendo de las características
de sus discursos y prácticas respecto a los relaves abandonados junto a sus hogares.
Usando una metodología de viñetas narrativas (Humphreys 2005), para el presente
artículo se seleccionaron tres casos concretos para ser analizados debido a que estos
tipifican de forma densa y extendida las formas principales en las cuales los habitantes
de Pabellón lidian con los relaves. Estos tres casos aparecen como especialmente
relevantes debido a que eran familias e individuos que ya poseían un grado variable
de conocimiento sobre los posibles efectos nocivos del relave ubicado junto a sus
hogares, configurando una situación similar a la analizada en la literatura sobre
inacción ambiental. Todos los nombres de los participantes fueron cambiados por
seudónimos para proteger su intimidad.
Análisis de casos
“Somos el lado que nadie quiere ver”
Gregorio (45 años) y Helena (40 años) Pérez son un matrimonio que vive en Pabellón
hace 15 años junto con Gaspar, su hijo de 7 años. Gregorio actualmente trabaja en una
minera de mecánico, y Helena es tesorera de la junta de vecinos, por lo cual está
bastante informada respecto a los problemas de la comunidad. Su casa está ubicada en
el sector de los habitantes antiguos, entre la carretera y el río.
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Ambos estan muy conscientes de que ellos experimentan una amplia serie de
problemáticas ambientales, llegando Gregorio a afirmar que ellos viven en una
situación de injusticia ambiental, “nosotros somos el lado que nadie quiere ver”.
Ambos coindicen en que la gran mayoría de sus problemas se derivan de la intensa
actividad minera existente en la zona, la cual acarrea múltiples efectos nocivos en
términos de contaminación. Frente a estos ambos manifiestan un grado no menor de
frustración toxica (Singer 2011) debido al hecho de que “ellos [empresas mineras]
tienen el derecho a contaminar el medio ambiente, a causar enfermedades, a causar
daño a la gente”, como nos comentaba Helena.
Esta percepción de riesgo ambiental y frustración tóxica, casi omnipresente en
nuestras conversaciones, sin embargo no se aplicaba con frecuencia al depósito de
relaves abandonados ubicados solo a 100 metros de su hogar. En relación con estos si
bien la percepción de riesgo existía esta tendía a ser bastante difusa, como se puede
extraer de una de nuestras conversaciones con Gregorio.
En medio de esta conversación surgió el tema del relave, “esos cerros que hay allá atrás” en
palabras de Gregorio. A propósito comenta que estos estaban ahí antes de que ellos llegaran a
vivir a su casa actual, solo se enteraron de que eran relaves mineros “una vez que ya estaban
instalados” en Pabellón. Cuando le preguntamos nos comenta que ese relave tiene materiales
como el plomo, arsénico y otros, aunque desconoce realmente los efectos de estos sobre la
salud, más que nada por una falta de información: “. . . la realidad de nosotros es que nosotros
somos ignorantes, no tenemos acceso a lo que los demás saben, ignoramos lo que pasa en las
minas . . .. El acceso a la información es nulo, de informarnos de algo va a ser lo justo y lo
necesario”. (Fuente: extracto de notas de campo)
Siguiendo a Auyero y Swistun (Auyero and Swistun 2008), podemos ver claramente
como la evaluación que hace Gregorio del relave como potencial contaminante está
cruzada por un amplio margen de “incertidumbre toxica”, derivada principalmente de
la falta de información formal respecto a los posibles efectos negativos del relave.
Un punto interesante es que, paradójicamente, esta falta de información no parece
ser un problema a la hora de afirmar la innegable toxicidad de otro elemento que
aparecía siempre ocupando el lugar prominente en las preocupaciones ambientales de
Gregorio y Helena: el agua del río Copiapó. Esta evaluación puede denotarse en la
siguiente situación que Helena nos contó durante nuestra primera visita a su hogar.
Helena ha tenido muchos problemas de salud con su hijo ya que le daba continuamente
diarrea, lo cual asumían que era debido al consumo de agua del rio. Hace algunos meses, la
presidenta de la junta de vecinos le dio mucha importancia a este asunto, ya que a sus
propios hijos también les pasaba, y se encargó de contactar con la Secretaria Regional del
Ministerio de Salud para que fueran a tomar muestras al agua pero “ahí nomás quedó el
caso”. Como resultado cuando a Gaspar le seguía pasando esto en la posta solamente le
daban unos sobrecitos que tenían desinfectantes que sirven de remedio para el estómago.
(Fuente: extracto de notas de campo)
Como se observa en este extracto, Helena establecía un vínculo directo entre los
problemas de salud de Gaspar y contaminantes existentes en las aguas del rio Copiapó,
que cruza a algunos metros de su hogar. Esta relación era compartida por otros
miembros de la comunidad, como la presidenta de la junta de vecinos, lo cual
terminó generando un cierto grado de movilización pública en la forma del contacto
con las autoridades del Ministerio de Salud de Atacama. Sin embargo, y como un
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Mientras hacíamos la segunda entrevista con Helena, Gaspar jugaba al futbol con otro
niño del sector sobre el relave, levantando una buena cantidad de polvo al correr [ver
Figura 2]. Pese a observar esta escena en variadas ocasiones, Helena no hizo nada para
detenerla. (Fuente: extracto de notas de campo)
Figura 2. Gaspar (derecha) jugando futbol con un amigo sobre los relaves. Fuente: los autores.
Como puede notarse, Gloria maneja bastante conocimiento respecto de los relaves y
sus posibles efectos. La mayoría de estas nociones fueron adquiridas a través de su
padre, quien había trabajado en minería y por tanto conocía el proceso técnico a través
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del cual los relaves eran producidos y sus potenciales efectos tóxicos. Para ella el
principal agente de este riesgo es el “polvillo” que se levanta desde el relave y que es
arrastrado en dirección a su casa por el incesante viento que azota a Pabellón. Este
polvillo acarrea los elementos químicos del relave, causando diversas enfermedades
respiratorias como la silicosis y la bronquitis.
En íntima relación con este conocimiento, Gloria ha crecido resistiéndose a ver el
descampado detrás de su casa solamente como un sitio eriazo. El relave constituye
también para ella un serio riesgo para la salud y por tanto no puede ser simplemente
olvidado, como suele pasar con depósitos de desechos abandonados (Hird 2013). Por el
contrario para Gloria era central actuar continuamente para limitar este riesgo, en
particular respecto a la posibilidad de que miembros de su familia resulten afectados.
Sin embargo, y contrario a lo que podría esperarse de desarrollos sobre inacción
ambiental, esta consciencia no se manifiesta en ninguna forma de movilización pública o
algún otro intento por transformar los relaves en “materia de preocupación” (Latour 2004)
para las autoridades. Situándose cerca al concepto de frustración tóxica, Gloria cree que
intentar que las autoridades hagan algo al respecto es iluso dado que para ellos “nosotros no
existimos”. Como ejemplo menciona que con otros miembros de la comunidad han ido a
alegar varias veces por la contaminación del agua del rio Copiapó sin ningún resultado
concreto. Esta inacción pública es especialmente esperable en el caso de los relaves, debido a
que “las personas que fueron responsables . . . ni siquiera viven acá pos, obvio que no viven
aquí, pero ni siquiera están aquí en esta zona”. Dada la ausencia de responsables claros y la
desidia de las autoridades una solución final del problema en términos de una intervención
decidida de las autoridades o empresas parece una quimera para Gloria.
Esta frustración, sin embargo, no implica que Gloria simplemente caiga en la eterna
espera predicha en el modelo desarrollado por Auyero y Swistun. Por el contrario ella
ha desarrollado una serie de prácticas concretas y recurrentes mediante las cuales busca
combatir los potenciales efectos nocivos del polvillo de relave sobre su familia; prácticas
que pueden ser vistas como una micro-política de mitigación ambiental.
Un lugar prominente dentro de estas las ocupa la constante limpieza de su hogar,
como ella nos relata.
Si me la llevo todo el día limpiando, por ejemplo los dormitorios, hay que vivir con las
ventanas cerradas . . . pero si usted no [limpia], dos tres días que uno no lave sus, por
ejemplo, el cubrecama, por decirle así o el cobertor le hace así y sale el polvo, si a veces se,
hay un polvo, se llena de polvo acá, se llena de tierra, después usted se pasa la mano por la
cara y llena de tierra la cara. Y por eso hay que estar todos los días frecuentemente
limpiando, la cocina sobre todo donde está la. . . donde uno manipula alimentos por
ejemplo, todos los días, a cada rato, si a cada rato, si yo . . . ¿llevo cuantas veces ya?
desde que llegue [hoy], llegue como a las doce y media, a las una, he limpiado como cuatro
veces los muebles de cocina.
Ese relave esta estático ahí y tiene reactivos que es el mercurio y ese polvillo yo creo que es
dañino para la gente que vive cerca . . . [en este] hay reactivos químicos que dejó la planta,
el desecho que dejó la planta . . . es muy importante, ese relave es totalmente peligroso . . .
¿ahí cuándo te va a salir una planta con los reactivos que hay? eso le mata todo. . . . Con las
impurezas, yo sé lo que es el reactivo es una . . . es lo mismo que estar respirando ácido
sulfúrico, [en ese terreno] no se puede plantar nada porque muere toda planta que uno
ponga ahí, con los reactivos y el viento que sopla prácticamente todo el relave, ¡eso es
perjudicial!
En el discurso de Omar podemos observar una particular visión del relave como nocivo,
el cual se deriva de un juicio respecto a la toxicidad de sus elementos construida como una
relación entre un cierto número de elementos materiales (mercurio, polvillo, reactivos) a los
cuales se les atribuyen propiedades tóxicas derivadas de un conocimiento extraído de su
propia experiencia previa como obrero no calificado en actividades mineras.
Como materialización última de este juicio podemos observar el argumento respecto
de plantas que no pueden germinar debido a la alta toxicidad del terreno con relaves. Al
ser referidas de esta manera, estas plantas son transformadas por Omar en una versión
informal de bio-indicadores de contaminación u “organismos que asumen contam-
inantes ambientales y pueden ser usados como indicadores de la biodisponibilidad de
un determinado contaminante en el tiempo” (Conti and Cecchetti 2001, p. 471).
Esta relevancia de los bio-indicadores en la construcción de su conocimiento sobre la
toxicidad del relave era especialmente relevante en el caso de Marcos, como quedo claro
en nuestra segunda visita a su hogar.
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Marcos cuida mucho sus árboles y diversas plantas que se ha preocupado por plantar
desde que llegó a Pabellón. Mientras caminamos junto con él por su propiedad nos
comenta que “el polvillo se metió a los árboles y esto es contaminación. Además esto
mismo es lo que nosotros respiramos”. Los árboles se llenan de polvo, “esto provoca que se
retrase su crecimiento, viven apestados hasta que se mueren”. Nos mostró un ejemplo de
cómo este polvillo retrasaba el crecimiento de los árboles, en un lado habían dos árboles
que tenían 15 años cada uno y eran débiles y pequeños – evidentemente no habían logrado
desarrollarse – y por otro habían otros árboles que si lo habían hecho, que tenían 10 años
de edad y que eran mucho más grandes, lo cual él atribuía a la contaminación provocada
por el polvillo del relave. Por inferencia, Marcos nos dice que estos también deben afectar
directamente a la salud de los habitantes de Pabellón, después de todo “si le afecta a los
árboles yo creo que por supuesto que también debe afectarle a las personas” (fuente:
extracto de notas de campo).
Aquí vemos un juicio sobre toxicidad que se deriva del encuentro entre una evaluación
visual de las características de los árboles que rodean su casa y un conocimiento respecto a
los efectos de los elementos químicos del polvillo de relaves sobre estos (Figura 3). A partir
del establecimiento de esta relación, el bio-indicador es utilizado para extender, por
inferencia, los efectos nocivos a los seres humanos que viven en el mismo lugar.
Respecto a la posibilidad de movilizarse públicamente para solucionar esta situación
tanto Marcos como Omar son pesimistas, principalmente debido a la debilidad de los
lazos asociativos en la comunidad. Como Marcos nos comenta, en Pabellón “la gente no
tiene unión, no hay fuerza entonces no se hace nada”, a diferencia de otros lugares
cercanos en donde los habitantes si se han movilizado. Esto se debe a que “vivimos
aislados, cada uno está en su mundo privado, tienen vidas particulares”.
Esta falta de organización se manifiesta claramente respecto al tema de los relaves y
sus posibles efectos, como señala Omar,
nadie ha reclamado aunque haya surgido algún efecto en alguien o en alguna persona, por
la falta de la junta de vecinos o por lo mismo de la municipalidad, entonces no hay una
comunicación referente a decir sabe que nos vamos a juntar todos acá y dar un reclamo,
no nunca lo hemos hecho y nadie se ha preocupado, todos viven su vida aquí a su manera.
protección efectiva contra el polvillo (Henke 2000). Por el otro lado, Marcos ha
desarrollado un apego especial por sus árboles. Estos no son solamente elementos
decorativos o aliados activos en su lucha contra el polvillo sino “co-sufrientes”
(Latimer 2013) de la situación de contaminación que ellos viven, como se pudo
observar en sus comentarios críticos arriba. Por ese motivo él no solamente se preocupa
de regarlos con regularidad sino que también los limpia con agua, especialmente las
hojas, de manera que el polvillo que se deposita sobre estos no afecte en demasía su
desarrollo. De cierta forma se podría concluir que para él si los arboles están bien – si
van creciendo y tienen hojas, si se ven sanos – ellos también lo están.
Conclusiones
Los casos analizados en este artículo nos ofrecen una introducción a la forma en la cual
los vecinos de Pabellón lidian con el depósito de relaves abandonado que se encuentra
en medio de su comunidad. En términos de su relación con la literatura sobre inacción
ambiental, podemos ver claramente líneas de continuidad, así como también de quie-
bre, o al menos de expansión hacia áreas no consideradas hasta el momento.
Respecto de la continuidad, en primer lugar, en las evaluaciones y prácticas de los
vecinos de Pabellón se puede observar operando diversas formas de incertidumbre tóxica
(Auyero and Swistun 2008), especialmente en términos de la dificultad que las personas
analizadas en este artículo manifestaban para determinar de manera fehaciente el grado en
el cual ellos estaban siendo afectados por los relaves que los rodeaban. En esta incertidum-
bre ocupaba un lugar privilegiado el “trabajo de confusión” llevado a cabo tanto por los
vecinos como por autoridades y otros actores, lo cual tendía a reforzar la pasividad en varios
de ellos, como vimos especialmente en el primer caso. En segundo lugar, la gran mayoría de
los vecinos manifestaba algún grado de frustración tóxica (Singer 2011) debido a la
situación de contaminación en la cual vivían, frustración que era usualmente dirigida
hacia (1) autoridades que eran indiferentes a sus problemas y no cumplían realmente su
rol de protegerlos y (2) empresas mineras que simplemente extraían las riquezas de la
región dejando detrás un numero considerables de desechos tóxicos de los cuales no se
hacían cargo. Como resultado de ambos procesos la comunidad aparecía como postrada en
relación a la posibilidad de generar algún tipo de movilización pública demandando una
solución definitiva al problema de la contaminación por relaves en Pabellón.
Sin embargo, y aquí creemos que radica la principal contribución de este artículo, la
presencia de incertidumbre y frustración tóxicas no se traducía necesariamente en una
pasividad total respecto a los posibles efectos nocivos del relave. En este sentido el
concepto de inacción ambiental no es quizás el más adecuado para describir la situación
que observamos en Pabellón. Especialmente en el segundo y tercer caso, la incertidum-
bre y frustración iban aparejadas con esfuerzos constantes y recurrentes, por mitigar la
situación de violencia lenta que ellos estaban experimentando. Sin embargo, al realizar
esta prácticas ellos claramente no estaban encarnando el “sujeto de derechos” esperado
tanto por la literatura en movimientos sociales ambientales como por regulaciones
ambientales como la chilena, sino otra forma de ser sujeto que hemos decidido llamar
sujeto de desecho.
Encarnar a este sujeto de desecho, al menos para el caso de Pabellón, implica en
primer lugar estar expuesto de manera frecuente a fuentes “lentas” de contaminación,
16 S. URETA ET AL.
empezamos a ver un tema como una ‘materia de cuidado’ no podemos olvidarlo, así
como tampoco podemos simplemente aceptarlo” (Ureta 2016, 1536). Las prácticas de
cuidado entonces contribuyen de forma decisiva a que los sujetos de desecho resistan al
olvido, el “anclaje relacional” derivado de los años de costumbre de vivir en una
relación de intimidad material con los contaminantes, y en eso radica una buena
parte de su valor.
Derivado de lo anterior, creemos que para intervenir en comunidades experimen-
tando situaciones de violencia ambiental lenta el sujeto de desecho aparece como una
figura bastante más efectiva que el convencional sujeto de derechos activo. Junto con
entregarnos un acercamiento más preciso a la experiencia de vivir en un ambiente con
contaminación de larga data, el sujeto de desecho nos ofrece un repertorio más amplio
de formas de intervenir en comunidades afectadas por situaciones de violencia ambien-
tal lenta. Junto con la opción convencional de motivar/apoyar el desarrollo de movi-
mientos sociales y/o implementar políticas de remediación ambiental, cuyo éxito nunca
está asegurado, el sujeto de desechos nos presenta la posibilidad de intervenir a través
de la implementación de acciones basadas en prácticas de cuidado. Debido a su carácter
recurrente y de base, incluso humilde, pero fácilmente implementables a nivel local
estas prácticas aparecen como aptas, en principio, para mitigar (al menos temporal-
mente) situaciones de violencia ambiental lenta.
Finalmente la figura del sujeto de desecho nos obliga a incorporar un elemento reflexivo
y ético cuando estudiamos comunidades como Pabellón. Como señala Nixon, al encontrar
situaciones de violencia lenta ambiental, y dada la falta de movilización pública de los
sujetos que la experimentan, los investigadores adquieren automáticamente el deber ético
de ayudar a hacer visible esta situación. En mayor o menor grado todos estamos llamados
a transformarnos en “escritores de combate que apliquen su agilidad mental y ardor
mundano en contribuir a amplificar las causas, marginales en los medios, de los
desposeídos ambientales” (Nixon 2011, 5). De cierta forma, nosotros mismos estamos
llamados a cuidar de las comunidades en situaciones de violencia ambiental lenta que
encontramos en nuestras investigaciones, a comprometernos con su bienestar más allá de
usarlos como meros objetos de estudio de los cales extraemos “datos”. Este cuidado debe
partir, sin duda, por poner nuestro foco analítico en las problemáticas especificas derivadas
de situaciones de violencia lenta ambiental, buscando desafiar el foco casi exclusivo que los
practicantes de las ciencias sociales han puesto en los desastres ambientales rápidos,
usualmente más espectaculares y evidentes. Esperamos que este artículo, pese a su formato
académico, sea un pequeño avance en el cumplimiento de este deber.
Declaración de divulgación
No potential conflict of interest was reported by the authors.
Fondos
This work was supported by the Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICYT), under
Grant 1170153.
18 S. URETA ET AL.
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