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Ureta 2018

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Canadian Journal of Latin American and Caribbean

Studies / Revue canadienne des études latino-


américaines et caraïbes

ISSN: 0826-3663 (Print) 2333-1461 (Online) Journal homepage: http://www.tandfonline.com/loi/rclc20

Sujetos de desecho: violencia lenta e inacción


ambiental en un botadero minero abandonado de
Chile

Sebastián Ureta, Florencia Mondaca & Anna Landherr

To cite this article: Sebastián Ureta, Florencia Mondaca & Anna Landherr (2018): Sujetos de
desecho: violencia lenta e inacción ambiental en un botadero minero abandonado de Chile,
Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies / Revue canadienne des études latino-
américaines et caraïbes, DOI: 10.1080/08263663.2018.1491685

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Published online: 19 Jul 2018.

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CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES
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Sujetos de desecho: violencia lenta e inacción ambiental en


un botadero minero abandonado de Chile
Sebastián Ureta, Florencia Mondaca and Anna Landherr
Departamento de Sociología, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile

RESUMEN HISTORIA DE ARTÍCULO


Al centro del análisis y la regulación de conflictos ambientales en Recibido 27 julio 2017
países como Chile está la figura de un sujeto de derecho que se Aceptado 18 junio 2018
moviliza públicamente para resolver situaciones de contaminación. PALABRAS CLAVES
Este modelo ha invisibilizado el fenómeno de la inacción ambiental, desechos; inacción
referido a comunidades afectadas por situaciones de contaminación ambiental; violencia lenta;
evidentes y de larga data pero que sin embargo no realizan ningún incertidumbre tóxica;
tipo de demanda pública al respecto. En este artículo esta prácticas de cuidado
contaminación es vista como ejerciendo una violencia lenta que
KEYWORDS
termina transformándolas en sujetos de desechos. Estos sujetos de
waste; environmental
desechos emergen en una situación de intimidad material con los inaction; slow violence; toxic
desechos la cual dificulta la emergencia de formas tradicionales de uncertainty; care practices
movilización política. En su reemplazo estos desarrollan estrategias
alternativas basadas en la pasividad, frustración y el cuidado. Estos
argumentos serán desarrollados a partir del análisis etnográfico de
una comunidad rural de la Región de Atacama (norte de Chile)
ubicada junto a un depósito de relaves mineros abandonados de
conocida toxicidad.

Waste subjects: slow violence and environmental


inaction in an abandoned mining waste impound-
ment in Chile
ABSTRACT
At the center of the analysis and regulation of Chile’s environmen-
tal controversies there is the figure of a subject that publicly
demands a resolution for incidents of pollution. Such a model
has caused the invisibility of environmental inaction, or the situa-
tion of communities affected by long-lasting pollution that do not
make any public demands about it. In this paper, such situations
are seen as exerting a slow violence which ends by transforming
the people experiencing it into waste subjects, with a particular
way of being in which physical intimacy with toxic entities occu-
pies a central place. This intimacy makes it very difficult for such
subjects to carry out traditional forms of political mobilization.
Instead, waste subjects tend to enact strategies to cope with this
situation based on uncertainty, frustration and care practices.
These arguments are going to be developed from an ethno-
graphic analysis of a rural community in Atacama (Chile) located
beside a highly toxic abandoned tailings compound.

CONTACT Sebastián Ureta sureta@uahurtado.cl Departamento de Sociología, Universidad Alberto Hurtado,


Almirante Barroso 10, Santiago, Chile
© 2018 CALACS
2 S. URETA ET AL.

Introducción
En abril de 2014 llegamos por primera vez a Pabellón, un pequeño caserío de la Región
de Atacama (norte de Chile), buscando un conflicto ambiental. Desde mediados de
2013 veníamos siguiendo la implementación experimental del primer instrumento
público destinado específicamente a la identificación de suelos contaminados publicado
por el Ministerio de Medio Ambiente de Chile en 2012 (MMA 2012). Respondiendo a
una creciente inquietud ciudadana respecto a los efectos ambientales y en la salud de los
desechos solidos industriales (especialmente mineros), este instrumento buscaba entre-
gar una metodología clara para determinar las concentraciones de contaminantes en el
suelo, especialmente metales pesados, y su riesgo para la población circundante.
Pabellón parecía el lugar perfecto para probar la efectividad de esta metodología. Según
las primeras investigaciones exploratorias sobre el tema (JICA & SERNAGEOMIN 2007),
la región de Atacama (800 km al norte de Santiago) es la que concentra el mayor número de
botaderos mineros abandonados en el país, compuestos principalmente por relaves (tail-
ings) con altas concentraciones de metales pesados. Una investigación posterior encargada
por el Ministerio del Medio Ambiente (CENMA 2012), identificó en particular a los
desechos mineros abandonados ubicados junto a Pabellón como los potencialmente más
riesgosos de la región. Este riesgo no solo se derivaba de que estos superaban con creces las
máximas concentraciones permitidas para varios componentes potencialmente tóxicos
como mercurio, plomo y arsénico. Junto con lo anterior, la población local vivía a solo
metros de estos desechos, incluso sobre estos en algunos casos. Como resultado de esta
configuración, en Pabellón esperábamos encontrar dos posibles alternativas: una comuni-
dad que ignoraba el riesgo al cual estaba sometida o, de preferencia, una comunidad que
conocía de este riesgo y se hallaba en proceso de movilizarse para exigir una solución,
siguiendo el modelo usual de los movimientos sociales ambientales (Taylor 2000).
Tras las primeras conversaciones con sus habitantes rápidamente nos dimos cuenta de
que la situación en Pabellón difería de ambos modelos. Por un lado, la gran mayoría de
los vecinos sabía de la existencia de los desechos y, al menos sospechaba, sus potenciales
efectos negativos sobre la salud. Sin embargo, por el otro lado, este conocimiento no se
traducía en ninguna forma de movilización para exigir una solución. Conocimiento y
movilización, por tanto, aparecían como disociados en Pabellón, poniendo en cuestión el
modelo del “sujeto de derechos” que tanto movimientos sociales como regulaciones
ambientales como la chilena requerían para activarse.
De manera de contribuir a entender esta situación el presente artículo analiza los
factores que contribuyen a la ausencia de este sujeto de derechos en Pabellón, propo-
niendo en su reemplazo la figura del sujeto de desechos. Primero se procederá a elaborar
un marco teórico basado en las contribuciones de los estudios ambientales y de ciencia,
tecnología y sociedad al entendimiento de prácticas de inacción ambiental en situa-
ciones de violencia lenta por contaminantes. En segundo lugar se expondrán las
características del caso bajo estudio y la metodología a utilizar. En tercer lugar se
procederá a presentar y analizar el material etnográfico recolectado mediante una
estrategia de viñetas etnográficas, buscando identificar las principales prácticas desar-
rolladas por estos individuos para lidiar con los desechos tóxicos ubicados junto a sus
hogares. Finalmente en las conclusiones se utilizaran los hallazgos del estudio para
CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 3

proponer una nueva manera de regular y actuar sobre situaciones de contaminación


experimentadas como violencia lenta.

Violencia lenta e inacción ambiental


Hoy en día es difícil pensar en problemáticas ambientales como la contaminación sin
asociarlas con la palabra “desastre”. Especialmente a través de los medios de
comunicación, estamos regularmente expuestos a situaciones en las cuales el descuido
humano, las fuerzas de la naturaleza y/o la falla de mecanismos de control han
provocado consecuencias desastrosas para el medio ambiente, desde derrames de
componentes tóxicos hasta episodios críticos de contaminación del aire. Luego de
ocurridos, estos desastres usualmente ocupan lugares centrales en la parrilla noticiosa
por un cierto tiempo, concentrando esfuerzos en su mitigación y remediación. De cierta
forma una buena parte de nuestra regulación ambiental se ha vuelto dependiente de la
emergencia de estos desastres para ponerse en funcionamiento e intentar corregir los
efectos negativos de la acción humana sobre el medio ambiente (para una
sistematización de este proceso ver Edelstein 2002). La principal consecuencia de este
modelo es la estabilización de la creencia “que los contaminantes importan solamente
cuando existen en grandes cantidades y cuando son liberados al medio ambiente por
accidentes militares e industriales, o por el uso y vaciado de desechos en gran escala”
(Altman et al. 2008, 429).
Sin embargo, tal como lo señala de manera contundente Rob Nixon en su libro Slow
Violence and the Environmentalism of the Poor (2011), una buena parte de los efectos
ambientales nocivos causados por la acción humana raramente asumen el modo de un
desastre ambiental. Por el contrario, estos efectos se experimentan de maneras regulares y
graduales, un problema más entre muchos otros, deviniendo en casi invisibles en la
práctica, tanto para los afectados como para las autoridades. Como resultado estos tienen
que ser vistos como ejerciendo una “violencia lenta” o una forma particular de violencia
ambiental “que ocurre gradualmente y fuera de vista, una violencia de destrucción retrasada
que es [ampliamente] extendida en el tiempo y el espacio. . . . Una violencia que no es ni
espectacular ni instantánea, sino incremental y creciente, cuyas calamitosas repercusiones
emergen en un amplio margen de escalas temporales” (Nixon 2011, 2).
El origen de esta violencia lenta es variado, aunque usualmente presenta una íntima
relación con los modelos actuales de explotación de recursos naturales de corte extra-
ctivista, los cuales conllevan usualmente la producción masiva y recurrente de una amplia
gama de desechos gaseosos, líquidos y sólidos. La liberación y/o disposición de estos
desechos usualmente va aparejada de un proceso de, adaptando el termino desarrollado
por Voyles (2015), desechamiento (wastelanding) o el conjunto de prácticas y discursos
mediante las cuales paisajes y personas son representadas como disponibles para ser
receptoras de estos desechos debido a su falta de valor, belleza, relevancia política, u otra
forma de justificación. Dados los altos costos implicados en el transporte masivo de
desechos, estas prácticas de desechamiento son usualmente aplicadas a espacios y comu-
nidades ubicadas en las cercanías de la fuente de los desechos, especialmente cuando estos
procesos industriales se localizan en zonas rurales y/o en países en vías de desarrollo. La
efectividad de estos procesos de desechamiento conlleva que luego de ser expulsados los
desechos sean “olvidados” con la máxima rapidez posible (Hird et al. 2014), dejando de
4 S. URETA ET AL.

ser objeto de preocupación o control por parte de empresas responsables y autoridades.


Como lo ha demostrado de manera fehaciente la investigación en epidemiologia ambien-
tal (para una introducción ver Porta et al. 2009), la posterior convivencia forzosa y de
larga data de estas comunidades con los desechos aparece en el corazón de un amplio
margen de situaciones de violencia lenta contemporáneas.
Como podría esperarse, esta violencia lenta por desechamiento no se distribuye de
manera equitativa en nuestras sociedades. Por el contrario la investigación disponible
muestra que esta tiende a concentrarse de manera desproporcionada en poblaciones
vulnerables (Adams et al. 2011; Pellow 2005; Singer 2011), grupos ya afectados por una
serie de otros problemas como la precariedad laboral o la falta de acceso a salud y
educación. En estos contextos, la investigación ha mostrado como “la contaminación
tóxica ocurre de formas bastante menos dramáticas, pero quizás bastante más profun-
das, que lo que el supuesto social [basado en el modelo de los desastres ambientales]
nos llevaría a creer” (Altman et al. 2008, 429).
Sin embargo, y pese a la masiva presencia de situaciones de violencia lenta por
contaminantes en sus entornos vitales, estas poblaciones raramente se movilizan
públicamente para cambiar esta situación. O, en otras palabras, raramente devienen
en los sujetos de derechos ambientales que llevan a cabo los movimientos sociales,
necesarios para activar mecanismos de regulación ambiental como los estatuidos en la
legislación chilena. Como resultado, esta violencia lenta tiende a continuar en el tiempo,
causando múltiples efectos nocivos acumulativos sobre la salud y bienestar de estas
personas.
Las causas de esta pasividad han sido exploradas en el trabajo pionero llevado a cabo por
Auyero y Swistun (Auyero and Swistun 2007, 2008, 2009) en sus estudios sobre Villa
Inflamable, una población de bajos ingresos en la periferia de Buenos Aires, Argentina.
Estos autores ponen al centro de su explicación de esta pasividad el fenómeno de la
“incertidumbre tóxica” que se deriva de la falta de claridad respecto a las fuentes de
contaminación y sus efectos sobre la salud (Auyero and Swistun 2007, 135). Desde
determinar el modo y la intensidad de la exposición a la o las substancias nocivas (partiendo
de que se puedan identificar claramente cuáles son estas) hasta establecer de forma
fehaciente cuales son los efectos que esta exposición tiene sobre la salud, la incertidumbre
emerge del hecho básico que incluso si se dispusiera de los recursos y conocimiento experto
necesarios, el llegar a determinar el grado en que uno está siendo afectado por un
contaminante es un proceso extremadamente complejo. Esto se hace especialmente difícil
en el caso de comunidades de bajos ingresos dado que estas, como señala Nixon, “son las
que con menor probabilidad van a atraer un interés científico sostenido sobre las causas,
efectos y potenciales remedios [de la contaminación]. Estas comunidades están entregadas
a una ciencia esporádica, en el mejor de los casos, y usualmente a una completa ausencia de
ciencia” (Nixon 2011, 16). Lo anterior es especialmente complejo en situaciones de
violencia lenta, en donde las concentraciones suelen ser relativamente bajas y los efectos
acumulativos, solamente evidentes en el largo plazo.
En el caso de Villa Inflamable, Auyero y Swistun identifican dos factores clave que
intervienen en la emergencia de esta incertidumbre. En primer lugar se encuentra el
fenómeno del “anclaje relacional” que se refiere al carácter procesual que siempre tienen
los fenómenos de contaminación en situaciones de violencia lenta. Contrario a lo súbito
de un accidente, aquí la relación entre las personas y la fuente de contaminación emerge
CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 5

como un proceso gradual. En segundo lugar, ellos denotan la existencia de “trabajo de


confusión” o una serie de prácticas cotidianas respecto al tema de la contaminación,
tanto internas como externas a la comunidad, cuyo resultado es “generar un set de
entendimientos confusos, contradictorios y equivocados [respecto a los efectos de la
contaminación]” (Auyero and Swistun 2007, 140–141). En este contexto, en las pocas
veces en las cuales se actúa para generar un grado mayor de certeza, las iniciativas
suelen ser poco consistentes e intermitentes, usualmente llegando a resultados que
solamente contribuyen a aumentar la incertidumbre.
En un artículo que busca establecer un dialogo con los hallazgos de Auyero y
Swistun, Singer (2011) identifica la existencia de otra posible respuesta al fenómeno
de la contaminación como violencia lenta en el concepto de “frustración tóxica” o una
situación en la cual los afectados “sienten un nivel de certeza razonable que su entorno
es poco saludable, apuntan a las fábricas y agro-negocios alrededor de ellos como las
causas primarias de su sufrimiento ambiental, pero creen que es poco lo que se puede
hacer debido a su estatus socioeconómico y la poca respuesta de las autoridades locales
o estatales” (p. 158). La frustración tóxica todavía es inacción, la gente que la experi-
menta bien puede caer en un fatalismo inmovilizante. Sin embargo, y en este sentido se
diferencia de la situación de incertidumbre toxica descrita por Auyero y Swistun, esta
pasividad no es obligatoria. Como señala Singer, “la frustración toxica cotidiana, si bien
expresando un sentido palpable de aquiescencia e impotencia, no tiene que ser leída
como una sumisión y aceptación permanente de la hegemonía ecológica de los con-
taminadores industriales” (Singer 2011, 158). La posibilidad de movilizaciones aparece
también en el horizonte de los grupos experimentando frustración toxica. Sin embargo,
al no materializarse en el mediano plazo se mantiene solamente como eso, un horizonte
que siempre está ahí pero nunca está más cerca, lo cual tiende más a reforzar la
frustración que a realmente contribuir a mejorar la situación de violencia lenta experi-
mentada por estas comunidades.
Junto con los desarrollos conceptuales elaborados por Auyero, Swistun y Singer, y de
manera de contribuir al desarrollo de esta literatura, para explorar esta problemática en
el presente artículo se utilizaran también componentes analíticos desarrollados por los
estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). Desde su surgimiento en los años
60s, los practicantes de los estudios CTS han buscado desafiar la imagen tradicional de
la ciencia y la tecnología, mostrándolas como siempre íntimamente ligadas a factores de
índole social. En relación con temáticas ambientales (a modo de introducción ver
Jørgensen, Jørgensen, and Pritchard 2013; Ottinger and Cohen 2011), los estudios
CTS han explorado como elementos de corte político y cultural siempre “influencian
lo que puede ser visto como la producción, aplicación y circulación de conocimiento
ambiental” (Goldman, Nadasdy, and Turner 2011, 2).
En particular, los estudios CTS aparecen como una contribución relevante al estudio
de la inacción ambiental en relación con tres temáticas clave. En primer lugar, el énfasis
CTS en el rol activo que entidades materiales tienen en fenómenos como la violencia
lenta ambiental nos ayudará a matizar el sesgo social-subjetivista que ha marcado la
investigación en el área hasta el momento. Como se verá en este artículo, al centro de la
emergencia y perpetuación de situaciones de violencia lenta ambiental se encuentran
procesos de “intimidad material” entre las personas y los desechos tóxicos, configur-
ando “un espacio en el cual ocurre una relación intensiva y holística con entidades no
6 S. URETA ET AL.

humanas como entidades complejas que no pueden ser reducidas a sus cualidades,
propiedades o figuraciones” (Farías and Wilkie 2015, 11). En segundo lugar, los estudios
CTS nos ayudan a entender de manera más profunda el rol del conocimiento en las
controversias sobre contaminación (Stirling 2008; Wynne 1992), especialmente
poniendo en entredicho la noción (implícita en la literatura) que una mayor “certi-
dumbre” tóxica se va a manifestar necesariamente en una movilización pública por
parte de un sujeto de derechos ambientales (Bickerstaff and Walker 2001; Irwin,
Simmons, and Walker 1999). Finalmente, los estudios CTS nos ayudaran a dejar de
ver la movilización pública como la única forma de resistencia posible en casos de
violencia ambiental lenta. Por el contrario estos nos presentan múltiples otras formas de
acción mediante los cuales los afectados por situaciones de violencia lenta buscan
resistir los efectos nocivos del contacto regular con contaminantes, especialmente
entre estas las “prácticas de cuidado” (Mol 2008; Puig De La Bellacasa 2011), que
serán exploradas en este artículo. Por estos motivos claves conceptuales derivadas de
los estudios CTS aparecen como especialmente útiles para ampliar nuestro conoci-
miento respecto a las dinámicas existentes detrás del fenómeno de la inacción ambiental
en situaciones de violencia lenta.

Caso de estudio y métodos


Desde su nacionalización en los años 70s la minería ha sido conocida como “el sueldo de
Chile” dado el central lugar que esta ocupa en la producción total del país. Sin embargo
hay algo que la industria minera produce en sustantiva mayor cantidad que el cobre
refinado que constituye este sueldo: desechos. Del total de material que se extrae
solamente un 1% corresponde al mineral buscado mientras que el resto se descarta
como diferentes tipos de desechos. Estos desechos corresponden mayoritariamente a
estériles (o material sin presencia de los minerales valorados) y relaves, siendo estos
últimos los más relevantes en términos de su impacto ambiental. El relave es una masa
húmeda compuesta mayoritariamente por agua, estériles, minerales varios y los reactivos
químicos utilizados en el proceso de extracción del mineral valorado, algunos de los
cuales son altamente tóxicos (Lottermoser 2007). Debido a esta masiva producción de
desechos sólidos, la industria minera chilena ocupa un lugar central en la producción de
violencia ambiental mediante prácticas de desechamiento de sectores y comunidades
ubicados en las cercanías de las minas, situación que en los últimos años ha ido
deviniendo en objeto de interés público, especialmente en relación con los depósitos de
relaves abandonados.
En relación con nuestro caso de estudio, según la información histórica disponible
(Pederson 2008), los relaves presentes en Pabellón fueron originados en las minas de plata
Chañarcillo y Elisa de Bordos y datan de, al menos, mediados del siglo XIX. En esta época,
la zona constituía un nodo clave en la conexión entre la mina y la capital regional,
Copiapó, siendo Pabellón el primer punto en el cual se podía acceder a la línea de
ferrocarril proveniente de esta ciudad al momento de bajar los minerales. Por ese motivo,
junto con su cercanía al Río Copiapó, este rápidamente se transformó en un centro de
procesamiento intensivo de mineral de plata. En este proceso se usaban técnicas muy
primitivas que producían relaves con altas concentraciones de metales potencialmente
tóxicos, especialmente mercurio. Dada la dificultad de mover estos relaves y ante la baja
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Figura 1. Vista de Pabellón desde la carretera. Fuente: los autores.

densidad poblacional del sector, los relaves eran depositados junto a las plantas,
dejándolos abandonados cuando estas plantas cerraron a principios del siglo XX.
Al momento de realizar este estudio, vivían en Pabellón (Figura 1) 61 personas de forma
permanente, a las que se sumaban una población flotante que vive en situación ilegal y que
varía por temporada. Las principales actividades económicas de esta población son la
minería artesanal y el trabajo como jornaleros en la industria de la uva. En la actualidad,
el depósito de relaves es usado por los habitantes de forma esporádica para el secado de uva
o la realización de actividades recreativas como partidos de fútbol o pasear. Además existen
caminos sobre este que conectan algunas casas con el resto de la comunidad.
El trabajo de campo de este estudio fue realizado en dos fases entre marzo y
diciembre de 2014, consistiendo principalmente en realizar sesiones de entrevistas en
profundidad activas con 29 habitantes de Pabellón, en las cuales además de conversar
sobre las temáticas de estudio se les pedía a los participantes que recrearan sus prácticas
relativas al uso del espacio y la protección contra la contaminación. A partir de la
información recolectada se elaboraron 18 estudios de casos compuestos en algunos
casos por individuos y en otros por grupos familiares, dependiendo de las características
de sus discursos y prácticas respecto a los relaves abandonados junto a sus hogares.
Usando una metodología de viñetas narrativas (Humphreys 2005), para el presente
artículo se seleccionaron tres casos concretos para ser analizados debido a que estos
tipifican de forma densa y extendida las formas principales en las cuales los habitantes
de Pabellón lidian con los relaves. Estos tres casos aparecen como especialmente
relevantes debido a que eran familias e individuos que ya poseían un grado variable
de conocimiento sobre los posibles efectos nocivos del relave ubicado junto a sus
hogares, configurando una situación similar a la analizada en la literatura sobre
inacción ambiental. Todos los nombres de los participantes fueron cambiados por
seudónimos para proteger su intimidad.

Análisis de casos
“Somos el lado que nadie quiere ver”
Gregorio (45 años) y Helena (40 años) Pérez son un matrimonio que vive en Pabellón
hace 15 años junto con Gaspar, su hijo de 7 años. Gregorio actualmente trabaja en una
minera de mecánico, y Helena es tesorera de la junta de vecinos, por lo cual está
bastante informada respecto a los problemas de la comunidad. Su casa está ubicada en
el sector de los habitantes antiguos, entre la carretera y el río.
8 S. URETA ET AL.

Ambos estan muy conscientes de que ellos experimentan una amplia serie de
problemáticas ambientales, llegando Gregorio a afirmar que ellos viven en una
situación de injusticia ambiental, “nosotros somos el lado que nadie quiere ver”.
Ambos coindicen en que la gran mayoría de sus problemas se derivan de la intensa
actividad minera existente en la zona, la cual acarrea múltiples efectos nocivos en
términos de contaminación. Frente a estos ambos manifiestan un grado no menor de
frustración toxica (Singer 2011) debido al hecho de que “ellos [empresas mineras]
tienen el derecho a contaminar el medio ambiente, a causar enfermedades, a causar
daño a la gente”, como nos comentaba Helena.
Esta percepción de riesgo ambiental y frustración tóxica, casi omnipresente en
nuestras conversaciones, sin embargo no se aplicaba con frecuencia al depósito de
relaves abandonados ubicados solo a 100 metros de su hogar. En relación con estos si
bien la percepción de riesgo existía esta tendía a ser bastante difusa, como se puede
extraer de una de nuestras conversaciones con Gregorio.
En medio de esta conversación surgió el tema del relave, “esos cerros que hay allá atrás” en
palabras de Gregorio. A propósito comenta que estos estaban ahí antes de que ellos llegaran a
vivir a su casa actual, solo se enteraron de que eran relaves mineros “una vez que ya estaban
instalados” en Pabellón. Cuando le preguntamos nos comenta que ese relave tiene materiales
como el plomo, arsénico y otros, aunque desconoce realmente los efectos de estos sobre la
salud, más que nada por una falta de información: “. . . la realidad de nosotros es que nosotros
somos ignorantes, no tenemos acceso a lo que los demás saben, ignoramos lo que pasa en las
minas . . .. El acceso a la información es nulo, de informarnos de algo va a ser lo justo y lo
necesario”. (Fuente: extracto de notas de campo)

Siguiendo a Auyero y Swistun (Auyero and Swistun 2008), podemos ver claramente
como la evaluación que hace Gregorio del relave como potencial contaminante está
cruzada por un amplio margen de “incertidumbre toxica”, derivada principalmente de
la falta de información formal respecto a los posibles efectos negativos del relave.
Un punto interesante es que, paradójicamente, esta falta de información no parece
ser un problema a la hora de afirmar la innegable toxicidad de otro elemento que
aparecía siempre ocupando el lugar prominente en las preocupaciones ambientales de
Gregorio y Helena: el agua del río Copiapó. Esta evaluación puede denotarse en la
siguiente situación que Helena nos contó durante nuestra primera visita a su hogar.
Helena ha tenido muchos problemas de salud con su hijo ya que le daba continuamente
diarrea, lo cual asumían que era debido al consumo de agua del rio. Hace algunos meses, la
presidenta de la junta de vecinos le dio mucha importancia a este asunto, ya que a sus
propios hijos también les pasaba, y se encargó de contactar con la Secretaria Regional del
Ministerio de Salud para que fueran a tomar muestras al agua pero “ahí nomás quedó el
caso”. Como resultado cuando a Gaspar le seguía pasando esto en la posta solamente le
daban unos sobrecitos que tenían desinfectantes que sirven de remedio para el estómago.
(Fuente: extracto de notas de campo)

Como se observa en este extracto, Helena establecía un vínculo directo entre los
problemas de salud de Gaspar y contaminantes existentes en las aguas del rio Copiapó,
que cruza a algunos metros de su hogar. Esta relación era compartida por otros
miembros de la comunidad, como la presidenta de la junta de vecinos, lo cual
terminó generando un cierto grado de movilización pública en la forma del contacto
con las autoridades del Ministerio de Salud de Atacama. Sin embargo, y como un
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aliciente más a su frustración tóxica, esta movilización no devino en mayores inter-


venciones que la toma de muestras de agua, cuyos resultados nunca supieron, y la
entrega de remedios para el estómago en el hospital local. Pese a esa falta de resultados
concluyentes la contaminación de las aguas del río continúa ocupando el lugar promi-
nente en sus preocupaciones ambientales, algo en lo que tienden a coincidir con la
mayoría de las familias participantes en el estudio.
Una posible explicación de la diferencia en las evaluaciones entre la toxicidad del
agua del rio y los relaves se puede encontrar en la materialidad de cada uno, especial-
mente en términos de su evolución en el tiempo. El agua del río, por un lado, es
percibida por ellos como radicalmente diferente de la que existía cuando llegaron, tanto
en relación con su caudal (menor) como sus propiedades físicas (más turbia, con olores
y sabores extraños, etc.). Por el otro lado, como menciona Gregorio arriba, los relaves
ya estaban ahí cuando ellos llegaron y en el tiempo que viven en Pabellón han cambiado
mínimamente, deviniendo para ellos simplemente en “esos cerros que hay allá atrás”,
casi indiferenciables de su entorno material. Desde esta perspectiva el vivir en Pabellón
implica necesariamente desarrollar una intensa “intimidad material” (Farías and Wilkie
2015) con los relaves, la cual los va volviendo gradualmente invisibles, tanto materi-
almente como políticamente, no siendo realmente una “materia de preocupación”
(Latour 2004) para ellos. Los relaves en su misma materialidad aparecen como un
tipo de desecho especialmente apto para encarnar situaciones de violencia lenta, dada la
facilidad con que devienen en componentes inmutables e indistinguibles del entorno.
Esto es especialmente cierto en zonas desérticas como Pabellón, en donde los límites
entre los desechos abandonados y otros terrenos son casi imposibles de distinguir, lo
cual se ve acrecentado debido a la situación de abandono y antigüedad del depósito.
El principal resultado de esta incertidumbre respecto a la toxicidad de los relaves es
que Gregorio y Helena no consideran realmente relevante tomar medidas para prote-
gerse del contacto con estos, más allá de declarar que evitan realizar actividades como
caminar sobre este. Incluso esta última precaución es relativa, como puede desprenderse
del siguiente extracto de las notas de campo.

Mientras hacíamos la segunda entrevista con Helena, Gaspar jugaba al futbol con otro
niño del sector sobre el relave, levantando una buena cantidad de polvo al correr [ver
Figura 2]. Pese a observar esta escena en variadas ocasiones, Helena no hizo nada para
detenerla. (Fuente: extracto de notas de campo)

Al momento de concluir la última entrevista, Gregorio nos confiesa que incluso si


ellos pensaran que el relave es un riesgo probablemente no intentarían hacer mucho al
respecto dado que tienen otras necesidades más urgentes: “todo esto a nosotros no nos
complica tanto, nos preocupan nuestras necesidades básicas, igual nos gustaría que no
nos contaminaran nuestro medio ambiente [sin embargo] estas son cosas que vivimos
diariamente”. En este sentido puede concluirse, en línea con los argumentos de Singer
(2011), que en este caso la inacción ambiental también se deriva de un contexto en el
cual la preocupación respecto a problemáticas ambientales siempre aparece compi-
tiendo con otras problemáticas, las cuales usualmente revisten de una urgencia mayor
para vecinos como Gregorio y Helena.
10 S. URETA ET AL.

Figura 2. Gaspar (derecha) jugando futbol con un amigo sobre los relaves. Fuente: los autores.

“Me la llevo todo el día limpiando”


Gloria (52 años) reside hace 47 años en Pabellón, donde llego a vivir con sus padres.
Actualmente vive con sus tres hijos, la esposa de uno de ellos y una nieta. Es dueña
de casa y antiguamente trabajó en el sector agrícola y en el ex camping de la
comunidad hasta que dejó de funcionar. Su casa se encuentra ubicada al frente del
cementerio en la orilla del río, por lo cual también está en una zona de mucho
arrastre de polvo.
En general ella es bastante consciente de que vive en una zona con serios problemas
ambientales, poniendo en primer lugar la contaminación del agua del rio Copiapó por
la actividad minera, al igual que Gregorio y Helena. Sin embargo su percepción respecto
a los relaves era tangencialmente distinta.
[Los relaves] son el mineral que a ellos no les sirve, por ejemplo cuando los mineros sacan
mineral . . . eso lo llevan a una planta, lo procesan, y lo que no les sirve ellos lo van dejando
a un lado, y se van haciendo pilas y pilas y montañas, o sea, cerros y cerros de más de ese
material que a ellos no les sirve, y eso tiene un polvillo, es un polvillo, es como un talco
como una harina supongamos, es un polvo, supongámosle que, y eso el viento lo arrastra,
acá es muy ventoso, entonces eso el viento lo remolinea, y eso mismo lo lleva el viento y
eso lo tomamos nosotros, y nos afecta a todos, a la larga igual nos afecta a todos, no porque
yo este sana o porque otra persona va a estar sana, igual con el tiempo se va a enfermar . . .
toda la gente que ha muerto de eso, la mayoría de la gente, de silicosis, de tierra en los
pulmones, los niños chicos con la bronquitis y la bronconeumonía y todo el cuento, y
muchas enfermedades que se han creado por ese polvillo que saca la minería . . . [las
partículas de polvillo] están contaminadas . . . en eso no va solamente lo que salga de la
tierra, eso lleva químicos, le echan cantidades de cosas que, que una al menos, yo no
entiendo . . . hay tantas cosas que le echan tanto químico y uno ni siquiera tiene ni idea que
pueda ser . . . entonces uno ya tiene conocimiento de lo que puede [pasar], exacto, exacto
de lo que es, no, pero uno sabe que es malo, que te va a hacerte daño para la salud.

Como puede notarse, Gloria maneja bastante conocimiento respecto de los relaves y
sus posibles efectos. La mayoría de estas nociones fueron adquiridas a través de su
padre, quien había trabajado en minería y por tanto conocía el proceso técnico a través
CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 11

del cual los relaves eran producidos y sus potenciales efectos tóxicos. Para ella el
principal agente de este riesgo es el “polvillo” que se levanta desde el relave y que es
arrastrado en dirección a su casa por el incesante viento que azota a Pabellón. Este
polvillo acarrea los elementos químicos del relave, causando diversas enfermedades
respiratorias como la silicosis y la bronquitis.
En íntima relación con este conocimiento, Gloria ha crecido resistiéndose a ver el
descampado detrás de su casa solamente como un sitio eriazo. El relave constituye
también para ella un serio riesgo para la salud y por tanto no puede ser simplemente
olvidado, como suele pasar con depósitos de desechos abandonados (Hird 2013). Por el
contrario para Gloria era central actuar continuamente para limitar este riesgo, en
particular respecto a la posibilidad de que miembros de su familia resulten afectados.
Sin embargo, y contrario a lo que podría esperarse de desarrollos sobre inacción
ambiental, esta consciencia no se manifiesta en ninguna forma de movilización pública o
algún otro intento por transformar los relaves en “materia de preocupación” (Latour 2004)
para las autoridades. Situándose cerca al concepto de frustración tóxica, Gloria cree que
intentar que las autoridades hagan algo al respecto es iluso dado que para ellos “nosotros no
existimos”. Como ejemplo menciona que con otros miembros de la comunidad han ido a
alegar varias veces por la contaminación del agua del rio Copiapó sin ningún resultado
concreto. Esta inacción pública es especialmente esperable en el caso de los relaves, debido a
que “las personas que fueron responsables . . . ni siquiera viven acá pos, obvio que no viven
aquí, pero ni siquiera están aquí en esta zona”. Dada la ausencia de responsables claros y la
desidia de las autoridades una solución final del problema en términos de una intervención
decidida de las autoridades o empresas parece una quimera para Gloria.
Esta frustración, sin embargo, no implica que Gloria simplemente caiga en la eterna
espera predicha en el modelo desarrollado por Auyero y Swistun. Por el contrario ella
ha desarrollado una serie de prácticas concretas y recurrentes mediante las cuales busca
combatir los potenciales efectos nocivos del polvillo de relave sobre su familia; prácticas
que pueden ser vistas como una micro-política de mitigación ambiental.
Un lugar prominente dentro de estas las ocupa la constante limpieza de su hogar,
como ella nos relata.

Si me la llevo todo el día limpiando, por ejemplo los dormitorios, hay que vivir con las
ventanas cerradas . . . pero si usted no [limpia], dos tres días que uno no lave sus, por
ejemplo, el cubrecama, por decirle así o el cobertor le hace así y sale el polvo, si a veces se,
hay un polvo, se llena de polvo acá, se llena de tierra, después usted se pasa la mano por la
cara y llena de tierra la cara. Y por eso hay que estar todos los días frecuentemente
limpiando, la cocina sobre todo donde está la. . . donde uno manipula alimentos por
ejemplo, todos los días, a cada rato, si a cada rato, si yo . . . ¿llevo cuantas veces ya?
desde que llegue [hoy], llegue como a las doce y media, a las una, he limpiado como cuatro
veces los muebles de cocina.

En la limpieza constante de su hogar Gloria materializa su preocupación por los


efectos nocivos de los relaves, una serie de prácticas que deben repetirse múltiples veces
por día, todos los días del año, sin que la posibilidad de encontrar una solución
definitiva realmente aparezca en el horizonte.
La resistencia a los efectos nocivos del relave en este caso no emerge como una
movilización pública sino que en diversas “prácticas de cuidado” (Mol 2008; Puig De La
Bellacasa 2011). Lo que caracteriza a estas prácticas, en contraste con el finitismo
12 S. URETA ET AL.

buscado por procesos de movilización pública convencionales, es “el calmo y persis-


tente, pero comprensivo, esfuerzo de mejorar la situación . . . o de impedir que se siga
deteriorando” (Mol 2008, 20). Desde la óptica de las prácticas de cuidado se tiene plena
consciencia de que la solución última a la situación experimentada no se encuentra
disponible, pero no por eso se cae en la pasividad o la frustración. Por el contrario, el
cuidado es un modo activo de mitigación de los efectos nocivos de la violencia lenta; un
proceso “no-linear, abierto y recursivo . . . nunca solamente una transacción sino una
relación de ida y vuelta” (Ureta 2016, 1534), basado en intervenciones concretas y
circunscritas a los límites de la acción cotidiana.

“El polvillo se metió a los árboles”


Marcos (46 años) y Marcela (44 años) Moya residen desde hace 15 años en Pabellón junto
con el padre de ella, Omar (68 años). Marcos trabaja informalmente, especialmente secando
y vendiendo pasas, mientras que Marcela es dueña de casa. Su casa está localizada en el
sector del cementerio, siendo colindante con el depósito de relaves abandonado.
Marcos y Omar manejaban bastante información sobre los relaves ubicados junto a
su casa, manifestando que los relaves poseen variados “químicos fuertes” (Marcos) y
“reactivos” (Omar), por lo cual los identifican como el principal riesgo ambiental para
la comunidad de Pabellón. Al momento de hacer este juicio Omar se apoya en su
conocimiento previo, dado que hace algunos años trabajó en laboratorios químicos
haciendo análisis de metales para la minería.

Ese relave esta estático ahí y tiene reactivos que es el mercurio y ese polvillo yo creo que es
dañino para la gente que vive cerca . . . [en este] hay reactivos químicos que dejó la planta,
el desecho que dejó la planta . . . es muy importante, ese relave es totalmente peligroso . . .
¿ahí cuándo te va a salir una planta con los reactivos que hay? eso le mata todo. . . . Con las
impurezas, yo sé lo que es el reactivo es una . . . es lo mismo que estar respirando ácido
sulfúrico, [en ese terreno] no se puede plantar nada porque muere toda planta que uno
ponga ahí, con los reactivos y el viento que sopla prácticamente todo el relave, ¡eso es
perjudicial!

En el discurso de Omar podemos observar una particular visión del relave como nocivo,
el cual se deriva de un juicio respecto a la toxicidad de sus elementos construida como una
relación entre un cierto número de elementos materiales (mercurio, polvillo, reactivos) a los
cuales se les atribuyen propiedades tóxicas derivadas de un conocimiento extraído de su
propia experiencia previa como obrero no calificado en actividades mineras.
Como materialización última de este juicio podemos observar el argumento respecto
de plantas que no pueden germinar debido a la alta toxicidad del terreno con relaves. Al
ser referidas de esta manera, estas plantas son transformadas por Omar en una versión
informal de bio-indicadores de contaminación u “organismos que asumen contam-
inantes ambientales y pueden ser usados como indicadores de la biodisponibilidad de
un determinado contaminante en el tiempo” (Conti and Cecchetti 2001, p. 471).
Esta relevancia de los bio-indicadores en la construcción de su conocimiento sobre la
toxicidad del relave era especialmente relevante en el caso de Marcos, como quedo claro
en nuestra segunda visita a su hogar.
CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 13

Marcos cuida mucho sus árboles y diversas plantas que se ha preocupado por plantar
desde que llegó a Pabellón. Mientras caminamos junto con él por su propiedad nos
comenta que “el polvillo se metió a los árboles y esto es contaminación. Además esto
mismo es lo que nosotros respiramos”. Los árboles se llenan de polvo, “esto provoca que se
retrase su crecimiento, viven apestados hasta que se mueren”. Nos mostró un ejemplo de
cómo este polvillo retrasaba el crecimiento de los árboles, en un lado habían dos árboles
que tenían 15 años cada uno y eran débiles y pequeños – evidentemente no habían logrado
desarrollarse – y por otro habían otros árboles que si lo habían hecho, que tenían 10 años
de edad y que eran mucho más grandes, lo cual él atribuía a la contaminación provocada
por el polvillo del relave. Por inferencia, Marcos nos dice que estos también deben afectar
directamente a la salud de los habitantes de Pabellón, después de todo “si le afecta a los
árboles yo creo que por supuesto que también debe afectarle a las personas” (fuente:
extracto de notas de campo).

Aquí vemos un juicio sobre toxicidad que se deriva del encuentro entre una evaluación
visual de las características de los árboles que rodean su casa y un conocimiento respecto a
los efectos de los elementos químicos del polvillo de relaves sobre estos (Figura 3). A partir
del establecimiento de esta relación, el bio-indicador es utilizado para extender, por
inferencia, los efectos nocivos a los seres humanos que viven en el mismo lugar.
Respecto a la posibilidad de movilizarse públicamente para solucionar esta situación
tanto Marcos como Omar son pesimistas, principalmente debido a la debilidad de los
lazos asociativos en la comunidad. Como Marcos nos comenta, en Pabellón “la gente no
tiene unión, no hay fuerza entonces no se hace nada”, a diferencia de otros lugares
cercanos en donde los habitantes si se han movilizado. Esto se debe a que “vivimos
aislados, cada uno está en su mundo privado, tienen vidas particulares”.
Esta falta de organización se manifiesta claramente respecto al tema de los relaves y
sus posibles efectos, como señala Omar,

nadie ha reclamado aunque haya surgido algún efecto en alguien o en alguna persona, por
la falta de la junta de vecinos o por lo mismo de la municipalidad, entonces no hay una
comunicación referente a decir sabe que nos vamos a juntar todos acá y dar un reclamo,
no nunca lo hemos hecho y nadie se ha preocupado, todos viven su vida aquí a su manera.

Figura 3. Polvillo de relaves sobre arboles de Marcos. Fuente: los autores.


14 S. URETA ET AL.

Como resultado de esta desunión la posibilidad de que se produzca una movilización


pública respecto de la situación de injusticia ambiental que los aqueja se ve remota,
quedando solamente la frustración toxica de sentirse dejados de lado por las autoridades.
Al igual que en caso de Gloria, este pesimismo respecto a la posibilidad de realizar una
movilización pública no implica que la única estrategia para lidiar con el relave y su
potencial tóxico sea pasividad y frustración. Marcos y su familia también desarrollan
diversas prácticas de cuidado dirigidas a disminuir el riesgo de verse afectados por la
contaminación que los rodea, en particular en relación con disminuir la inhalación del
polvillo de relaves que el viento trae constantemente hasta su hogar. En estas prácticas
ocupan un lugar central dos entidades no-humanas a quienes se les “delega” (Latour 1994)
un rol central en la protección de la salud de los miembros del hogar: mallas y árboles.
Estas prácticas empezaron en el momento mismo que Marcos fue informado de la
presencia de los relaves poco después de llegar con su familia a Pabellón. Como primera
estrategia de protección, y siguiendo la costumbre de los predios agrícolas de las
inmediaciones, él procedió a cubrir muros y rejas de su casa con malla Raschel, de
manera que esta disminuyera el ingreso de polvillo. Mientras nos mostraba la malla
(Figura 4), Marcos se lamentaba de lo fea que su casa se veía con esta, pero le parecía
que era un costo a pagar por aumentar el grado de protección de su familia.
Junto con la malla, Marcos nos cuenta que ellos plantaron los árboles alrededor de la
casa de una manera estratégica de modo de generar una “cortina natural” que también
los pudiera proteger del polvillo. A medida que estos árboles han ido creciendo, desde
su punto de vista, se han transformando en “un pulmón natural rodea la casa” y
disminuye su contacto con el polvillo de relaves.
Como es usual en estas prácticas (Puig De La Bellacasa 2012), este cuidado no es
unidireccional, en el sentido de ir solamente desde mallas y árboles a los habitantes de
la casa, sino que ambos son también objetos de cuidado por parte de Marcos y los
miembros de su familia. Por un lado, las mallas son objeto de constante reparación y
recambio, prácticas en las cuales no solamente se renuevan sus componentes materiales
sino que también la particular forma de conocimiento según la cual las mallas son una

Figura 4. Malla y árboles de protección contra el polvo. Fuente: los autores.


CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 15

protección efectiva contra el polvillo (Henke 2000). Por el otro lado, Marcos ha
desarrollado un apego especial por sus árboles. Estos no son solamente elementos
decorativos o aliados activos en su lucha contra el polvillo sino “co-sufrientes”
(Latimer 2013) de la situación de contaminación que ellos viven, como se pudo
observar en sus comentarios críticos arriba. Por ese motivo él no solamente se preocupa
de regarlos con regularidad sino que también los limpia con agua, especialmente las
hojas, de manera que el polvillo que se deposita sobre estos no afecte en demasía su
desarrollo. De cierta forma se podría concluir que para él si los arboles están bien – si
van creciendo y tienen hojas, si se ven sanos – ellos también lo están.

Conclusiones
Los casos analizados en este artículo nos ofrecen una introducción a la forma en la cual
los vecinos de Pabellón lidian con el depósito de relaves abandonado que se encuentra
en medio de su comunidad. En términos de su relación con la literatura sobre inacción
ambiental, podemos ver claramente líneas de continuidad, así como también de quie-
bre, o al menos de expansión hacia áreas no consideradas hasta el momento.
Respecto de la continuidad, en primer lugar, en las evaluaciones y prácticas de los
vecinos de Pabellón se puede observar operando diversas formas de incertidumbre tóxica
(Auyero and Swistun 2008), especialmente en términos de la dificultad que las personas
analizadas en este artículo manifestaban para determinar de manera fehaciente el grado en
el cual ellos estaban siendo afectados por los relaves que los rodeaban. En esta incertidum-
bre ocupaba un lugar privilegiado el “trabajo de confusión” llevado a cabo tanto por los
vecinos como por autoridades y otros actores, lo cual tendía a reforzar la pasividad en varios
de ellos, como vimos especialmente en el primer caso. En segundo lugar, la gran mayoría de
los vecinos manifestaba algún grado de frustración tóxica (Singer 2011) debido a la
situación de contaminación en la cual vivían, frustración que era usualmente dirigida
hacia (1) autoridades que eran indiferentes a sus problemas y no cumplían realmente su
rol de protegerlos y (2) empresas mineras que simplemente extraían las riquezas de la
región dejando detrás un numero considerables de desechos tóxicos de los cuales no se
hacían cargo. Como resultado de ambos procesos la comunidad aparecía como postrada en
relación a la posibilidad de generar algún tipo de movilización pública demandando una
solución definitiva al problema de la contaminación por relaves en Pabellón.
Sin embargo, y aquí creemos que radica la principal contribución de este artículo, la
presencia de incertidumbre y frustración tóxicas no se traducía necesariamente en una
pasividad total respecto a los posibles efectos nocivos del relave. En este sentido el
concepto de inacción ambiental no es quizás el más adecuado para describir la situación
que observamos en Pabellón. Especialmente en el segundo y tercer caso, la incertidum-
bre y frustración iban aparejadas con esfuerzos constantes y recurrentes, por mitigar la
situación de violencia lenta que ellos estaban experimentando. Sin embargo, al realizar
esta prácticas ellos claramente no estaban encarnando el “sujeto de derechos” esperado
tanto por la literatura en movimientos sociales ambientales como por regulaciones
ambientales como la chilena, sino otra forma de ser sujeto que hemos decidido llamar
sujeto de desecho.
Encarnar a este sujeto de desecho, al menos para el caso de Pabellón, implica en
primer lugar estar expuesto de manera frecuente a fuentes “lentas” de contaminación,
16 S. URETA ET AL.

especialmente de forma extendida en el tiempo y difusa en términos de sus efectos, de


manera tal que las personas establecen una cierta relación de “intimidad material”
(Farías and Wilkie 2015) con el desecho. Como resultado les es difícil (incluso impo-
sible) establecer un límite claro entre ellos y los desechos que los rodean; están
alrededor de ellos, ocupando casi todos los espacios; no solamente en su entorno
directo sino también dentro de sus casas y, posiblemente, dentro de sus cuerpos. En
este sentido, se pude concluir, que las prácticas de desechamiento (Voyles 2015) no solo
producen múltiples objetos de desecho (botaderos, polución del aire, aguas turbias),
sino también una particular forma de ser sujeto en los seres humanos que conviven en
intimidad material con estos desechos.
Un punto clave es que para los individuos imbuidos en esta forma de subjetividad
la “certidumbre” tóxica (como opuesto a la incertidumbre) y la consecuente
movilización pública no constituyen realmente una forma posible de romper con
estos vínculos tóxicos. En primer lugar, la posibilidad concreta de llegar a una
situación en la cual los individuos van a tener real certeza respecto a los efectos
nocivos de los relaves sobre su salud es ampliamente discutible. Como lo ha
explorado en profundidad los estudios CTS del tema (Stirling 2008; Wynne 1992),
la toxicología opera siempre con probabilidades, estimaciones relativas respecto a los
posibles efectos y que siempre están abiertas a ser criticadas. Por ese motivo incluso
en el caso de que comunidades como Pabellón fueran objeto de una investigación en
profundidad sobre los efectos de los relaves sobre la salud, los resultados jamás
podrán ser leídos como entregando una completa certeza respecto a la toxicidad de
vivir junto a un depósito de relaves como en Pabellón.
En segundo lugar, incluso si este conocimiento estuviera disponible, y pudiera
entregar un nivel alto de certeza de los efectos nocivos de vivir en Pabellón, esta certeza
no necesariamente se traduciría en un movimiento social demandando una solución.
Por el contrario, bien se puede dar la situación en la cual un aumento del conocimiento
y, por tanto, una reducción en la incertidumbre no afecte realmente la capacidad de los
sujetos de actuar en términos de una movilización pública. En Pabellón esto se debería
principalmente al hecho de que cualquier forma de movimiento social requiere de
elementos que están claramente ausentes en este caso (una organización local fuerte,
claros “culpables”, la percepción de que medidas así pueden ser efectivas, etc.).
Sin embargo, el hecho de descartar una movilización pública no implica de ninguna
forma que sujetos de desechos como los vecinos de Pabellón se queden simplemente de
brazos cruzados, murmurando su frustración. Al menos para vecinos como Gloria y
Marcos existía otro repertorio de prácticas que ellos movilizaban con el objetivo de
mitigar el impacto tóxico de su forzosa convivencia con los relaves mineros: prácticas
de cuidado. A través de la limpieza constante y la delegación en intermediarios como
mallas Raschel o árboles, ellos creaban precarios espacios de separación entre ellos y los
contaminantes que los rodeaban.
Más allá de su discutible efectividad, estas prácticas de cuidado son relevantes porque
los obligan a poner atención continuamente al relave, a través de la repetición y
adaptación constante de las estrategias implementadas para lidiar con su potencial
tóxico. A través de esta constante atención estos vecinos se fuerzan a no “olvidar” la
existencia del relave y su potencial tóxico, un proceso bastante común en relación con
depósitos de desechos abandonados (Hird 2013). Por el contrario, “tan pronto como
CANADIAN JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN STUDIES 17

empezamos a ver un tema como una ‘materia de cuidado’ no podemos olvidarlo, así
como tampoco podemos simplemente aceptarlo” (Ureta 2016, 1536). Las prácticas de
cuidado entonces contribuyen de forma decisiva a que los sujetos de desecho resistan al
olvido, el “anclaje relacional” derivado de los años de costumbre de vivir en una
relación de intimidad material con los contaminantes, y en eso radica una buena
parte de su valor.
Derivado de lo anterior, creemos que para intervenir en comunidades experimen-
tando situaciones de violencia ambiental lenta el sujeto de desecho aparece como una
figura bastante más efectiva que el convencional sujeto de derechos activo. Junto con
entregarnos un acercamiento más preciso a la experiencia de vivir en un ambiente con
contaminación de larga data, el sujeto de desecho nos ofrece un repertorio más amplio
de formas de intervenir en comunidades afectadas por situaciones de violencia ambien-
tal lenta. Junto con la opción convencional de motivar/apoyar el desarrollo de movi-
mientos sociales y/o implementar políticas de remediación ambiental, cuyo éxito nunca
está asegurado, el sujeto de desechos nos presenta la posibilidad de intervenir a través
de la implementación de acciones basadas en prácticas de cuidado. Debido a su carácter
recurrente y de base, incluso humilde, pero fácilmente implementables a nivel local
estas prácticas aparecen como aptas, en principio, para mitigar (al menos temporal-
mente) situaciones de violencia ambiental lenta.
Finalmente la figura del sujeto de desecho nos obliga a incorporar un elemento reflexivo
y ético cuando estudiamos comunidades como Pabellón. Como señala Nixon, al encontrar
situaciones de violencia lenta ambiental, y dada la falta de movilización pública de los
sujetos que la experimentan, los investigadores adquieren automáticamente el deber ético
de ayudar a hacer visible esta situación. En mayor o menor grado todos estamos llamados
a transformarnos en “escritores de combate que apliquen su agilidad mental y ardor
mundano en contribuir a amplificar las causas, marginales en los medios, de los
desposeídos ambientales” (Nixon 2011, 5). De cierta forma, nosotros mismos estamos
llamados a cuidar de las comunidades en situaciones de violencia ambiental lenta que
encontramos en nuestras investigaciones, a comprometernos con su bienestar más allá de
usarlos como meros objetos de estudio de los cales extraemos “datos”. Este cuidado debe
partir, sin duda, por poner nuestro foco analítico en las problemáticas especificas derivadas
de situaciones de violencia lenta ambiental, buscando desafiar el foco casi exclusivo que los
practicantes de las ciencias sociales han puesto en los desastres ambientales rápidos,
usualmente más espectaculares y evidentes. Esperamos que este artículo, pese a su formato
académico, sea un pequeño avance en el cumplimiento de este deber.

Declaración de divulgación
No potential conflict of interest was reported by the authors.

Fondos
This work was supported by the Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICYT), under
Grant 1170153.
18 S. URETA ET AL.

Información sobre los autores


Sebastián Ureta is an associate professor at the Departamento de Sociología, Universidad Alberto
Hurtado (Santiago, Chile). Based on a science and technology studies approach, since 2012 he
has been developing a research project focused on studying ethnographically the first imple-
mentations of new environmental policies regarding degraded soils in Chile. He is the author of
Assembling Policy: Transantiago, Human Devices and the Dream of a World Class Society (MIT
Press, 2015).
Florencia Mondaca is a sociologist at the Universidad Alberto Hurtado. Currently working as an
independent consultant in several environmentally related research projects.
Anna Landherr is a sociologist at the Universidad Alberto Hurtado. Currently a PhD candidate
at the Institut für Soziologie, Ludwig-Maximilians-Universität München, Germany.

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