3 - Ramírez y Otros, 2015, El Psic Como Ascesis Subjetiva

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Capítulo 6

Comprender el psicoanálisis como una hermenéutica profunda; entenderlo co-


mo una ciencia autorreflexiva que procura procesos de emancipación; concebirlo
como un conocimiento ético, nos llevan a ubicarlo más del lado de aquellos sabe-
res sobre el alma que en el primer capítulo de este libro se denominaron ascéticos.
Esta designación nos permite acercarlo a la manera como otros autores lo han
concebido: no como ciencia sino como un saber que se ubica en la tradición de
aquellas prácticas espirituales que se interesan por la epimeleia heautou, o sea, la
inquietud de sí.

Psicoanálisis: una experiencia de ascesis subjetiva


Se había formulado previamente la posibilidad de considerar al psicoanáli-
sis como una experiencia de ascesis subjetiva. Para examinar esta posibilidad es
conveniente retomar algunos planteamientos de Michel Foucault, quien en su
examen de las nociones griegas de gnothi seauton (conócete a ti mismo) y de epime-
leia heautou (la inquietud de sí)18, rastrea aquellas prácticas que en la historia de la
humanidad están relacionadas especialmente con esta última y que se refieren de
múltiples maneras al “ocuparse de sí”, “cuidar de sí”, “retirarse hacia sí mismo”,
“retrotraerse en sí mismo”, “permanecer en compañía de sí mismo”, “ser amigo
de sí mismo”, etc.19. Esta epimeleia heautou fue traducida por los latinos como cura
sui20 –noción que fue central en Séneca– que significa cura de sí, cura del alma, y
que se relaciona con lo que Epicuro llamó therapeuein, para referirse a “ocuparse
de la propia alma”, y que aproximadamente significa, según Foucault, “cuidados
médicos (una especie de terapia del alma cuya importancia entre los epicúreos
es conocida)”21.
La inquietud de sí se relaciona íntimamente con el acceso a la verdad por parte
del sujeto y, particularmente, con la transformación (ascesis) subjetiva que es ne-
cesaria para dicho acceso, entroncando con el tema filosófico de la espiritualidad.
Foucault señala que la espiritualidad puede ser entendida, en relación con el
cuidado de sí, como:

18
Foucault, Michel. La hermenéutica del sujeto. Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 17.
19
Ibíd., p. 30.
20
Ibíd., p. 17.
21
Ibíd., p. 25.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

La búsqueda, la práctica, la experiencia por las cuales el sujeto efectúa en sí mismo las
transformaciones necesarias para tener acceso a la verdad. Se denominará “espirituali-
dad”, entonces, el conjunto de esas búsquedas, prácticas y experiencias que pueden ser
las purificaciones, las ascesis, las renuncias, las conversiones de la mirada, las modifi-
caciones de la existencia, etcétera, que constituyen, no para el conocimiento sino para
el sujeto, para el ser mismo del sujeto, el precio a pagar por tener acceso a la verdad22.

Más adelante, en lo que respecta al psicoanálisis y a la pregunta por si se trata


o no de una ciencia, afirma:

Si es cierto, como dicen todos los científicos, que se puede reconocer una falsa cien-
cia en el hecho de que, para ser accesible, exige una conversión del sujeto y pro-
mete, al final de su desarrollo, una iluminación del sujeto; si se puede reconocer
una falsa ciencia por su estructura de espiritualidad (esto ni hay que decirlo, los
científicos bien lo saben), no hay que olvidar que, en ciertas formas de saber que no
son justamente ciencias, y que no hay que tratar de asimilar a la estructura misma
de la ciencia, encontramos, de una manera muy vigorosa y muy nítida, algunos de
los elementos, al menos algunas de las exigencias de la espiritualidad. (...). Habrán
reconocido enseguida una forma de saber como el marxismo o el psicoanálisis. Es
un completo error, como resulta evidente por sí mismo, asimilarlos a la religión. No
tiene ningún sentido y no aporta nada. (...). Me refiero a que volvemos a hallar, en
esas formas de saber, las cuestiones, las interrogaciones, las exigencias que, me pa-
rece –si echamos una mirada histórica sobre algunos milenios, al menos uno o dos–,
son las muy viejas, las muy fundamentales cuestiones de la epimeleia heautou, y por lo
tanto de la espiritualidad como condición de acceso a la verdad23.

Foucault alude a Lacan y señala que quizá fue el único después de Freud que
retomó las cuestiones del sujeto y la verdad, acercando el psicoanálisis a la es-
piritualidad tal como fue definida anteriormente. Sin embargo, se formula esta
pregunta:

¿Se puede, en los términos mismos del psicoanálisis, es decir, de los efectos de co-
nocimiento, plantear la cuestión de esas relaciones del sujeto con la verdad, que –en
todo caso desde el punto de vista de la espiritualidad y la epimeleia heautou– no puede,
por definición, plantearse en los términos mismos del conocimiento?24.

22
Ibíd., p. 33.
23
Ibíd., pp. 42-43.
24
Ibíd., p. 44.

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Capítulo 6

Para abordar esta pregunta, es conveniente tener en cuenta que todas las prác-
ticas que señala Foucault y que de alguna manera giran alrededor de la inquietud
de sí –en la medida en que procuran esa transformación o ascesis subjetiva como
precio para acceder a la verdad–, se relacionan, precisamente por ello, con la areté
(virtud): la excelencia del ser humano.
Pese al reconocimiento que hace al psicoanálisis en cuanto este plantea las
cuestiones de la relación del sujeto con la verdad, Foucault critica la tendencia
a convertirse en un dispositivo de normalización, tal como se le ha criticado a
la psicología. Basándose en El psicoanalismo, de Robert Castel, hace una crítica
implacable a la pérdida de ese elemento subversivo que tenía en la época freu-
diana, que trataba de ser una crítica de la concepción tradicional de la forma de
comportarse en sociedad, y considera que la mayor parte de las psicoterapias y
los dispositivos psicoanalíticos se convierten en dispositivos de normalización25.
Sobre este tópico, Juan Gabriel Carmona muestra las articulaciones que exis-
ten entre normalización y subjetivación desde las perspectivas de las relaciones de
poder, basándose precisamente en Michel Foucault26.
Con respecto al tema de la areté, a juicio de Lacan, es una experiencia que no
puede ser recubierta por un conocimiento científico, es decir, por una episteme.
Dice en 1954 refiriéndose al Menón de Platón:

La meta y la paradoja del Menón es mostrarnos que la episteme, el saber ligado por
una coherencia formal, no abarca todo el campo de la experiencia humana, y en
particular que no hay una episteme de aquello que realiza la perfección, la areté de esa
experiencia27.

La areté es más bien del orden de la orthodoxa: la opinión o saber verdadero,


relacionado con la verdad subjetiva a la que se refiere Foucault. Este saber, y no
el del conocimiento científico, sería el campo del psicoanálisis, de allí que Lacan

25
Ideas tomadas de la intervención de Carlos Arturo Ramírez titulada La importancia del pensamiento de Michel
Foucault en la psicología y el psicoanálisis contemporáneos, en el Seminario Relaciones psicología-psicoanálisis, realizado el día
28 de julio de 2006 en la Universidad de Antioquia. Véase: Ramírez, Carlos Arturo. “Sobre Foucault”. Artículo 23.
En: Apuntes, p. 84.
26
Carmona, Juan Gabriel. Normalización y subjetivación: un análisis de ambos procesos desde la perspectiva de las relacio-
nes de poder. Monografía para optar al título de psicólogo. Universidad de Antioquia, Medellín, 2002.
27
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Paidós, Barcelona,
1983, p. 31.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

afirme: “Lo que descubrimos en el análisis está a nivel de la orthodoxa”28. A partir


de esto, para Lacan el psicoanálisis procura las vías de acceso a la verdad del su-
jeto, diferenciándose de las ciencias, interesadas en la construcción de un saber
científico. De manera más explícita en el Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud, en
1953 Lacan alude al campo del psicoanálisis como aquel de la verdad, pues dice:

Insisto en el hecho de que Freud avanzaba en una investigación que no está marcada
con el mismo estilo que las otras investigaciones científicas. Su campo es la verdad
del sujeto. La investigación de la verdad no puede reducirse enteramente a la inves-
tigación objetiva, e incluso objetivamente, del método científico habitual. Se trata de
la realización de la verdad del sujeto, como dimensión propia que ha de ser aislada
en su originalidad en relación a la noción misma de realidad29.

Por eso Lacan considera que el psicoanálisis tiene un lugar particular en el


conjunto de las ciencias, pues en tanto se ocupa de la verdad del sujeto no
puede coincidir con los procedimientos de la ciencia clásica. En primer lugar, la
situación analítica no es objetivable: se trata de una experiencia subjetiva que
avanza en pos de la constitución de una verdad personal, no generalizable. En
segundo lugar, el señalamiento de que la investigación freudiana no está mar-
cada con el mismo estilo de las otras investigaciones científicas muestra que,
a su juicio, el psicoanálisis sí se inserta en ese campo, aunque introduciendo
algunas diferencias.

El sujeto en la ciencia
Un aspecto importante, al que aluden diversos psicoanalistas, especialmente
Lacan, es la posición del sujeto en la ciencia. En la clase 15 del seminario 1, afirma
que “el ideal de la ciencia consiste en reducir el objeto a algo que pueda clau-
surarse y delimitarse en un sistema de interacciones de fuerzas”. Sin embargo,
tal propósito se ve limitado cuando el objeto de estudio lo constituyen seres
organizados, en los que hay capacidad de acción y, aunque es posible tratarlos
como si fueran simplemente objetos, mientras se reconozca su carácter de or-
ganismos, se conservará, así sea de manera implícita, la idea de que se trata de

28
Ibíd., p. 36.
29
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 1: Los escritos técnicos de Freud 1953-1954. Paidós, Barcelona, 1981, pp. 39-40.

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Capítulo 6

sujetos. En el caso del sujeto humano propiamente dicho, la ciencia ha hecho


una reducción:

En la ciencia, el sujeto es mantenido únicamente en el plano de la conciencia, pues-


to que la x sujeto en la ciencia es en el fondo el sabio [científico]. El que posee el sis-
tema de la ciencia es quien mantiene la dimensión del sujeto. Es el sujeto en tanto
que reflejo, espejo, soporte del mundo objetal. Freud, por el contrario, nos muestra
que en el sujeto humano hay algo que habla, que habla en el pleno sentido de la
palabra, es decir algo que miente, con conocimiento de causa, y fuera del aporte de
la conciencia. Esto –en el sentido evidente, impuesto, experimental del término– es
reintegrar la dimensión del sujeto30.

Una posible interpretación de esta afirmación, es que en la ciencia solo se


conserva la noción de sujeto del lado del investigador, del que se cree que es
un observador que refleja el mundo sin modificarlo: es la idea clásica de objeti-
vidad. Lo que Freud, y por ende el psicoanálisis, pone de manifiesto, es que tal
objetividad es ilusoria, pues el sujeto no se restringe al ámbito de la consciencia:
hay toda una dimensión desconocida para él que influye en su manera de perci-
bir y presentar los fenómenos.
Christian Demoulin refiriéndose a la relación de la ciencia con el sujeto y con
la verdad dice:

Lacan, agregará que la ciencia funciona como una ideología de la eliminación del su-
jeto, de modo que la labor del psicoanálisis es de reintroducir la cuestión del sujeto
y la, conexa, de la verdad (“La ciencia y la verdad”, en Escritos, p. 834-858). La ciencia
interroga lo real y excluye de su campo la verdad subjetiva (forclusión). El psicoaná-
lisis parte de la pregunta por la verdad, pero también encuentra un real31.

Carlos Arturo Ramírez comparte parcialmente esta afirmación, pues considera


que si bien la ciencia moderna se fundó en esa exclusión del sujeto, en la ciencia
contemporánea no es así:

30
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 1: Los escritos técnicos de Freud 1953-1954. p. 287. La expresión [científico]
es nuestra.
31
Demoulin, Christian. ¿El psicoanálisis, terapéutico? Editorial No Todo, Medellín, 2003, p. 8. Véase también:
Palacio, Luis Fernando. “Ciencia y psicoanálisis”. En: Memorias del Foro Relaciones entre el Psicoanálisis y la ciencia.
Movimiento Psicoanalítico de Medellín, 1996; Saez, Javier. “El sujeto excluido”.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

Muchos textos científicos actuales hacen (…) referencia al sujeto autor (…). Muchos
científicos consideran pertinente narrar el modo como llegaron a una conjetura o
construyeron una teoría, a veces con referencias a su vida personal. Esto ocurre en
la física, la química, la biología, la matemática y, con mucha más frecuencia, en la
antropología (léanse, por ejemplo, los textos de Margaret Mead), la etnografía, la
etología (Konrad Lorenz), la sociología, la economía, y otras ciencias sociales.
Todavía más: se da gran importancia a la historia de las ciencias, que desarrolla
conjuntamente el aspecto anecdótico y la historia evolutiva de los conceptos. Desde
otra perspectiva, todas estas ciencias cada vez tienen más en cuenta la influencia del
investigador en el campo de observación32.

Coincide en plantear que lo que la ciencia excluye es la verdad, reemplazán-


dola por la validez, mientras que para el psicoanálisis lo esencial es construir las
vías de acceso a esa verdad33.
La ciencia contemporánea, contrariamente a la ciencia moderna, reconoce la
subjetividad del investigador y, en lugar de considerarla un impedimento para el
conocimiento, la concibe como posibilidad sine qua non del mismo. Esto es par-
ticularmente claro en la física cuántica, en la que el observador y el instrumento
de observación determinan que, por ejemplo, la partícula se presente como onda
o como corpúsculo. De igual manera ocurre en la antropología –como señalaba
Ramírez en su cita– y, particularmente, en las investigaciones emprendidas por
esta disciplina desde la etnografía: la condición de posibilidad de comprender
las características y estilos de vida de una comunidad es que el investigador se
involucre activamente en ella, compartiendo sus formas de vida y juegos lingüís-
ticos. En este mismo sentido, pero refiriéndose al psicoanálisis, dice Kohut:

[La física moderna] nos ha enseñado que, en principio, el agente de la observación


siempre forma parte de lo observado; que en principio, no existe la realidad obje-
tiva (...). Sólo cuando nos volvemos hacia el mundo de las micropartículas debe-
mos tomar en cuenta la influencia del observador; sólo entonces la evaluación de
la realidad debe incluirlo. En otras palabras, únicamente en este caso es, por así
decir, siempre subjetiva la realidad objetiva. La cuestión que debemos plantearnos
al pasar de la física a nuestro propio ámbito es la siguiente: en el psicoanálisis, o sea,
en la psicología de los estados psíquicos complejos, y específicamente en el psicoa-

32
Ramírez, Carlos Arturo. “La inclusión del sujeto en la ciencia”. En: La vida como un juego existencial: ensayitos.
Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín, 2012, pp. 211-213.
33
Ramírez, Carlos Arturo. “El espíritu científico”. Artículo 17. En: Memorias del Foro Relaciones entre el Psicoanálisis
y la ciencia. Movimiento Psicoanalítico de Medellín, 1996, pp. 63-67.

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Capítulo 6

nálisis orientado hacia la psicología del sí-mismo (…), ¿las condiciones correspon-
den al macrocosmos de la física newtoniana o al reino planckiano de las pequeñas
partículas, que se ha vuelto uno de los principales focos de atención de los físicos
de nuestra época?34.

El sujeto en la ciencia puede ser entendido, además, como ese momento en el


que el científico inventa, crea, intuye y propone nuevas maneras de investigar y
experimentar, construye conjeturas inéditas o vías de abordaje que no están pla-
neadas de antemano35. Esta vertiente sería diferente a la existencia de una ciencia
del sujeto que, específicamente, se ocuparía de la subjetividad: si esta es estudiada
desde la perspectiva individual (sujeto encarnado) se trataría de psicología; si lo
es desde un sujeto plural, “una comunidad que vive una cultura: es el objeto de
la antropología o de la sociología, según sean los aspectos que privilegie. Si es-
tudia el devenir histórico de un sujeto (individual o plural) tendremos la historia
(…)”36. Esta referencia al ser humano (desde miradas sociales e individuales)
hace comprensible el que un amplio conjunto de disciplinas se agrupen bajo la
denominación ciencias sociales y humanas. Son, en sentido propio, ciencias del suje-
to (individual, grupal, plural, colectivo, histórico). Vale aclarar que en el caso de
la psicología, esta no se ocupa exclusivamente del sujeto desde la perspectiva
individual, sino también de sujetos grupales (grupos y comunidades), caso en
el cual se diferenciaría de las otras ciencias descritas por su enfoque particular.
Ahora bien, el que sea posible una ciencia del sujeto no quiere decir que
todo lo subjetivo es susceptible de formalización científica. Hay aspectos que
no pueden incluirse en conocimientos sistemáticos porque corresponden a esas
experiencias que tienen que ver con la verdad subjetiva, como ya se había seña-
lado al citar los aportes de Foucault y de Lacan al respecto. Para Juan Fernando
Pérez allí reside la diferencia entre ciencia y psicoanálisis. Este último se ubica
por fuera de la primera precisamente por su planteamiento acerca de lo singular.
Para la ciencia, lo extraño, lo raro (singular) es una excepción a lo constante,
considerada patológica. Para el psicoanálisis, lo más singular, esto es, el sujeto
del inconsciente, no es definido de esta manera.

34
Kohut, Heinz. ¿Cómo cura el análisis? Paidós, Buenos Aires, 1993, p. 65.
35
Ramírez, Carlos Arturo. “El sujeto en la ciencia”. En: La vida como un juego existencial: ensayitos, pp. 176-177.
36
Ramírez, Carlos Arturo. “Ciencia del sujeto”. En: Op. cit., pp. 178-179.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

La excepción, lo singular, lo no habitual es pues científicamente pensable, siempre


y cuando sea referido a lo constante. Dicho de otra manera, si lo singular ya no fue-
se excepción (es decir patológico en el caso de las ciencias clínicas) ello resultará
inexplicable para la ciencia y por tanto imposible de ser integrado en su campo.
(...) Lacan ha indicado que el estatuto del psicoanálisis no es científico sino ético.
Esta tesis se deriva de lo anterior, e implica que lo singular de lo cual se ocupa el
psicoanalista escapa a la ciencia, es inexplicable para ella, carece de referencia a
alguna constante, lo cual impone, literalmente, que el psicoanálisis sea reinventado
en cada acto, que sea la ética y no la ciencia la que define y garantiza su acto. (...) El
psicoanálisis del cual habla Lacan, no es una ciencia, pues lo singular de lo cual se
ocupa no permanece.37

La ciencia puede estudiar la singularidad subjetiva desde dos vertientes: des-


de las leyes que le son comunes con lo general a lo cual pertenece, y desde las
leyes propias, específicas, como individuo en tanto diferente de los demás. Lo
que queda por fuera es entonces lo singular de lo singular: lo peculiar, que tiene que
ver con la verdad: “No es la generalización, ni la objetivación la que excluye al
sujeto de la ciencia contemporánea como lo hacía de la “ciencia moderna”, sino
esa parte peculiar, que tiene que ver con la verdad y no con la validez: solo esta últi-
ma interesa a la ciencia moderna, y también a la contemporánea”38. Jean-Claude
Milner relaciona la búsqueda de la verdad en el psicoanálisis con el uso que se le
da a la palabra39. La verdad es reveladora y produce efectos de transformación en
el momento en que surge, como un relámpago que ilumina y permite ver nuevos
caminos y que luego se extingue dando paso a la oscuridad. Este privilegiar la
verdad es una de las razones que hace que el psicoanálisis no sea una ciencia,
pero también, uno de los motivos que le ha llevado a cierta extraterritorialidad,
con sus efectos nocivos. Eric Laurent dice:

El psicoanalista ha de dar su testimonio ante la comunidad científica pues no puede


ampararse en la extraterritorialidad. Pero ello no es nada fácil ya que el psicoanálisis
opera con efectos de verdad: en la sesión analítica se produce lo que los anglosajones

37
Pérez, Juan Fernando. “Psicología y psicoanálisis”. En: Revista Colombiana de Psicología. noviembre-diciem-
bre, 1992, n. 1., p. 58.
38
Ramírez, Carlos Arturo. “Las singularidades”. En: La vida como un juego existencial: ensayitos, pp. 56-59.
39
Milner, Jean-Claude. La obra clara. Manantial, Buenos Aires, 1996, p. 44.

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Capítulo 6

llaman insight, y que podríamos llamar relámpagos, pero una vez terminada la sesión,
el relámpago se revela como una nada sin importancia, pura pérdida, humo40.

Quizá sea exagerado decir que, luego del advenimiento de la verdad, ya no


queda nada. Por un lado, están los efectos de transformación subjetiva que se
producen, tanto en ese camino de acceso a la verdad como tras su emergencia;
por otro, está el saber que de allí deriva como posibilidad de formalización de la
experiencia vivida. El que esta formalización sea siempre limitada con respecto
a los alcances y efectos que la verdad logró, no significa que no sea valiosa: es la
posibilidad de que los analistas utilicen un lenguaje común para comunicar sus
experiencias entre sí.
Las elaboraciones previas permiten establecer una diferencia fundamental
entre psicología y psicoanálisis, en particular, cuando la primera pretende hacer
parte del proyecto de la ciencia –cabe recordar que algunas corrientes ascéticas
en la psicología no hacen parte de este proyecto–. Para Pérez, este último está
caracterizado por la decisión de construir saberes científicos acerca de todo lo
que la época define bajo el estatuto de existente. La psicología, dentro del mar-
co de la ciencia, dispone de un objeto de saber sustancialmente diferente del
objeto del psicoanálisis. Si el psicoanálisis no tiene el estatuto de ciencia, ¿cuál
le corresponde? Invocando a Lacan, el autor define este estatuto como estatuto
ético, garante fundamental del acto psicoanalítico.
Lacan hace una clasificación de las ciencias según la cual el psicoanálisis se
inscribiría en las ciencias conjeturales o de la subjetividad, caracterizadas –en
oposición a las ciencias exactas– porque se refieren a seres que habitan el or-
den simbólico. Lacan prefiere este nombre al de ciencias humanas, aduciendo que,
aunque no es inadecuado, le resulta “excesivamente impreciso, excesivamente
impregnado por toda clase de ecos confusos de ciencias seudoiniciáticas que no
pueden sino rebajar su tensión y nivel. Con la definición, más rigurosa y orien-
tada, de ciencias de la conjetura, saldríamos ganando”41. En La ciencia y la verdad
dirá, refiriéndose al mismo asunto:

La oposición de las ciencias exactas a las ciencias conjeturales no puede soste-


nerse desde el momento en que la conjetura es susceptible de un cálculo exacto

40
Laurent, Eric. “El objeto del psicoanálisis y la ciencia”. En: Analítica. Revista del campo Freudiano de
Caracas, n. 5, pp. 72-73.
41
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 2: El yo en la teoría de Freud y en la práctica psicoanalítica, p. 438.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

(probabilidad) y en que la exactitud no se funda sino en un formalismo que separa


axiomas y leyes de agrupación de los símbolos42.

A partir del momento en que la práctica del psicoanálisis se fue extendiendo


y hubo más de un analista, algunos de los aspectos que aparecían en la clínica
individual se prestaron a cierto grado de generalidad. A pesar de esto, el psicoa-
nálisis siguió siendo considerado por Lacan como una ciencia de lo particular:
“Ciertamente, el análisis como ciencia es siempre una ciencia de lo particular. La
realización de un análisis es siempre un caso particular, aún cuando estos casos
particulares, desde el momento en que hay más de un analista, se presten, de
todos modos, a cierta generalidad”43.
Sin embargo, más que plantearse si el psicoanálisis es ciencia de lo particular
–puesto que toda ciencia lo es–44 interesa retomar de esta afirmación de Lacan
la idea de la posible generalidad a la que se prestan algunos aspectos de la clíni-
ca, puesto que son precisamente estos resultados los que pueden dar pie a una
ciencia. Por eso se preguntaba Lacan en 1948:

¿Pueden sus resultados fundar una ciencia positiva? Sí, si la experiencia es contro-
lable por todos. Ahora bien, constituida entre dos sujetos uno de los cuales des-
empeña en el diálogo un papel de ideal impersonalidad (punto que exigirá más
adelante nuestra atención), la experiencia, una vez acabada y bajo las únicas condi-
ciones de capacidad exigible para toda investigación especial, puede ser retomada
por el otro sujeto con un tercero. Esta vía aparentemente iniciática no es sino una
transmisión por recurrencia de la que no cabe asombrarse puesto que depende de
la estructura misma, bipolar, de toda subjetividad45.

Lacan reconoce que Freud vivió en una época cientificista e intentó insertar
sus descubrimientos en el marco de la ciencia clásica, lo cual se observa, por
ejemplo, en la concepción determinista del psiquismo.
En el seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan
retoma desde la primera lección la pregunta acerca de si el psicoanálisis es o no
una ciencia. Para abordarla, se plantea varios interrogantes: ¿el psicoanálisis debe
inscribirse en el registro de la ciencia o en de la religión?; ¿puede el psicoanálisis

42
Lacan, Jacques. “La ciencia y la verdad”. En: Escritos 2, pp. 841-842.
43
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 1: Los escritos técnicos de Freud 1953-1954, p. 40.
44
Ramírez, Carlos Arturo. “El espíritu científico”. Artículo 17. En: Apuntes.
45
Lacan, Jacques. “La agresividad en psicoanálisis”. En: Escritos 2, p. 67.

175
Capítulo 6

ser considerado una hermenéutica? De ser así, ¿de qué tipo? Acerca de la ciencia,
se pregunta si lo que le da especificidad es tener un objeto; si, como afirma Du-
hem, es un sistema unitario –sistema del mundo–; si tiene que ver con una expe-
riencia en tanto referida a una praxis y si dicha praxis es suficiente para definir una
ciencia. Por último, se interroga si basta con que una experiencia sea sometida a
examen científico (de acuerdo con los criterios de cientificidad de cada época) para
que ingrese al campo de la ciencia.
Finalizando la lección plantea una diferencia esencial entre ciencia y psicoa-
nálisis a partir de la comparación de este último con la alquimia, práctica en la
cual es fundamental la pureza del alma del operador46, pureza que no interesa a
la ciencia. Por esta vía Lacan introduce lo que, a su juicio es el registro del psicoa-
nálisis o, particularmente, lo que a este le interesa: la formación –podría decirse
siguiendo la analogía de Lacan: pureza– del analista a través del análisis didáctico
como condición de la constitución de su deseo de saber; deseo esencial y funda-
mento, asimismo, de la praxis del psicoanálisis. Dicho de otra manera: el énfasis
que desde Freud el psicoanálisis ha puesto en la formación del analista como un
proceso de depuración de prejuicios –que conduce a una ascesis–, hace que el
psicoanálisis se distancie de la ciencia, interesada en la validez de las teorías, y
no en la transformación o ascesis del científico.
El desinterés de la ciencia por la transformación del científico y por su perso-
nalidad en general, es resaltado por Kohut, quien afirma:

Las motivaciones y propósitos del hombre de ciencia no sólo son irrelevantes en lo


que hace a nuestro juicio acerca del valor de su aporte, sino que deben ser delibera-
damente excluidos. Por interesante que resulte estudiar la personalidad del científi-
co, ya sea como indagación de la personalidad de un individuo determinado o como
una contribución para entender mejor la creatividad humana, en última instancia su
obra debe juzgarse sobre la base de sus méritos intrínsecos únicamente. Sean cuales
fueren las razones personales para emprender una labor científica, en lo que a la
ciencia concierne, lo que cuenta es sólo la exactitud, la verdad y la significatividad
del resultado47.

46
Es sabido que en la alquimia la búsqueda de transformar los metales impuros en oro era una manera
metafórica de lograr otra pureza: la del alma del alquimista, en un proceso de ascesis subjetiva que se consti-
tuía en lo esencial.
47
Kohut, Heinz. Op. cit., p. 63.

176
El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

Esta diferencia entre la ciencia y el psicoanálisis en lo que concierne al in-


terés por la transformación subjetiva, es retomada por Ramírez para establecer
una divergencia (y un punto de convergencia también) entre el psicoanálisis y la
psicología, apoyando su planteamiento en el examen de los resultados de la apli-
cación sistemática del método científico. En su texto Relación entre psicología y psicoanálisis48
postula cuatro resultados:

1. Un conjunto de conocimientos que

(…) en último término puede llegar a articularse efectivamente en forma de teorías.


Teorías de diversos tipos: filosóficas, científicas, literarias. Las que cumplen una se-
rie de requerimientos exigidos por la comunidad científica de la época, son las que
propiamente llegan a llamarse teorías de la ciencia en cuanto tal49.

2. Una sedimentación de un saber en quien aplica el método, es decir, una


incorporación de habilidades, competencias, maneras de proceder, entre
otros, que se constituyen en cualidades del científico. Dice Ramírez: “Gran
parte de ese saber, de esa técnica, no llega a expresarse discursivamente,
raras veces de una manera oral y otras por escrito, pero sí es evidente ese
saber en cuanto tal dentro de un proceso científico”50.

3. “Una transformación de la realidad: se logra cierta modificación del entorno a


partir de la aplicación de la técnica, y a veces de la propia ciencia”51.

4. Como cuarto resultado:

(…) se produce también una transformación en el propio sujeto que aplica el mé-
todo científico. Esta transformación subjetiva, que raramente es tenida en cuenta por
la ciencia, sin embargo, pasa a ser lo que más interesa al psicoanálisis. De ahí que
tengamos dos direcciones completamente opuestas: para la ciencia lo fundamental
sería el conjunto de conocimientos articulados, o sea, lo que mencionábamos en
primer lugar: las teorías; luego viene un saber técnico que hace parte de la práctica
científica y la transformación de la realidad, o sea, la eficacia; pero en cambio, la

48
Ramírez, Carlos Arturo. “Relación entre psicología y psicoanálisis” Artículo 15. En: Apuntes, pp. 45-59.
49
Ibíd., p. 45.
50
Ídem.
51
Ídem.

177
Capítulo 6

transformación del sujeto es dejada por fuera de la ciencia, y sólo raras veces apare-
ce en textos que se llaman “Historia de las ciencias”.
En cambio, para el psicoanálisis el proceso sería a la inversa: el interés fundamental
sería la transformación subjetiva, luego el saber técnico que resulta de esa transfor-
mación subjetiva, siguen las posibles teorizaciones sobre ese saber, y finalmente,
otros resultados teóricos que puedan constituirse en teorías y cumplir con los re-
quisitos de la ciencia52.

Las escuelas de psicología que buscan constituirse en ciencia compartirían su


propósito principal (la construcción de teorías) difiriendo del psicoanálisis, que
partiría de la transformación subjetiva. Ahora bien, cuando este último construye
teorías sobre el psiquismo y procura que se adecuen a determinados criterios de
cientificidad, confluye con la pretensión de aquellas psicologías mencionadas en
primer término.
Lacan critica el intento de algunos psicoanalistas de plantear al psicoanálisis
como una ciencia. Señala que lo que ha ocurrido más bien ha sido que diversos
investigadores han falseado y adulterado los conceptos psicoanalíticos en ese
intento de asegurar un estatus teórico del psicoanálisis reduciéndolo a la “bana-
lidad”. Sobre Fenichel y su Teoría general de las neurosis, dice:

Desde luego, si una cierta cantidad de hechos han sido reunidos, no resulta vano el
verlos agrupados en algunos capítulos –se puede tener la impresión de que, en todo
un campo, todo está explicado de antemano. Sin embargo, el análisis no radica en
encontrar en un caso el rasgo diferencial de la teoría y creer con él explicar por qué
vuestra hija está muda– pues de lo que se trata es de hacerla hablar, y este efecto pro-
cede de un tipo de intervención que no tiene nada que ver con la referencia al rasgo
diferencial53.

Se refiere a la histérica en la que la salida de ese mutismo, el hablar en cuanto


tal, es lo que constituye su deseo. Es precisamente la referencia a este deseo y al
de Freud como originario de una praxis –deseo que compara con el de Sócrates–,
lo que hace que, para Lacan, el psicoanálisis no sea una ciencia, o cuando menos,
que sea una experiencia en la que la relación con el deseo, al ser esencial, la aleja
de la ciencia: en esta última no interesa la pregunta por la verdad ni por el de-
seo del sujeto; interesa, fundamentalmente, la validez de las teorías. Se evidencia

52
Ídem.
53
Lacan, Jacques. El seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, p. 23.

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El psicoanálisis como ciencia crítico-emancipadora

aquí nuevamente esa relación del psicoanálisis con la espiritualidad, esto es, esa
transformación o ascesis que, como precio, debe pagar el sujeto para acceder a la
verdad. Las teorías, en este caso, quedarían en un lugar secundario, ya que el in-
terés está puesto en hacer que el sujeto construya su deseo –hacerle hablar–, y para
ello, basarse en las teorías, conduciría a todo lo contrario: a silenciar al sujeto a
partir de que es explicado de antemano. De allí que Lacan se interrogue acerca de
si hay conceptos psicoanalíticos formados de una vez por siempre.
Desde esta perspectiva es observable que se va decantando una diferencia
entre psicoanálisis y ciencia: el psicoanálisis sería un método de investigación
–método como actitud, como ética, no como algoritmo–. En cuanto este método
sea aplicado a un sujeto en cualquiera de los dispositivos analíticos su propósito
sería la transformación subjetiva: una transformación que si bien encuentra su
campo óptimo en el dispositivo freudiano, no se reduce a él, pues para algunos
psicoanalistas todo espacio de aplicación del método cumple dos propósitos: el
general, que sería la transformación del sujeto; y el particular que corresponde con los
propósitos específicos convenidos con el sujeto (singular, plural o colectivo) con quien se
trabaja. No sería en cuanto tal una ciencia, aunque algunos de sus resultados
teóricos podrían hacer parte de una psicología, y si esta pretende ser una ciencia,
podría efectivamente cumplir con los requisitos de la comunidad científica ac-
tual54. Esta manera de entender las relaciones psicoanálisis y psicología es, por
lo demás, correspondiente con la forma como Freud lo planteó, pues, tal como
fue expuesto en el comienzo del capítulo cuatro, para Freud el psicoanálisis es
fundamentalmente un método de investigación de cuyos resultados puede de-
rivar una psicología: la psicología de lo profundo en tanto ciencia de lo incons-
ciente en el alma; pero esta no es la única derivación posible.
En un sentido similar con respecto a esa diferencia (y relación) entre ciencia y
psicoanálisis, Eric Laurent plantea, basándose en Lacan, que “si el psicoanálisis
no es una ciencia sino una práctica, comparte, no obstante, con la ciencia el suje-
to, en la medida en que este sujeto se define según una relación con el saber”55.

54
Ramírez, Carlos Arturo. “El método científico en el psicoanálisis”.
55
Laurent, Eric. Op. cit., p. 67.

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