De Anima - Colihue
De Anima - Colihue
De Anima - Colihue
·-DEANIMA~
ARISTÓTELES
COLIHUE ({CLÁSICA
Aristóteles
Acerca del alma.- la ed. 2a reimp.- Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Colihue, 2021.
488 p. ; 18xl2 cm.- (ColihueClásica)
Traducción directa del original en griego: Marcelo D. Boeri
ISBN 978-950-563-064-6
l. Filosofía Aristotélica. l. Boeri, Marcelo, D., trad.
CDD 180
Título original: f1Ep l. \j!UX11c;
Coordinador de colección: Lic. Mariano Sverdloff
~,f!i\~ir¡
Solo se autoriza la reproducción de la tapa, contratapa y página
de legales e ínclice completos, de la presente obra exclusiva-
mente para fmes promocionales o de registro bibliográfico.
ISBN 978-950-563-064-6
PRÓLOGO
MARcELo D. BoEru
Santiago de Chile, enero de 2009
•'
XIII
INTRODUCCIÓN
9. Cf. Feigel 1958, citado por Kim 2005: 14. Para una caracterización
general de las «teorías de la identidad» véase Rosenthall998: 344-355,
sobre todo 348-351. Algunos materialistas monistas niegan la existencia
de la mente como una realidad distinta del cerebro y adoptan alguna
forma de reduccionismo, tratando de explicar los fenómenos mentales
en términos físicos o biológicos. Las posturas reduccionistas consideran,
en general, que la distinción entre la mente y el cerebro se debe a la
insuficiencia actual de nuestros conocimientos acerca de los procesos
cerebrales (cf. Simon 1996), pero que el desarrollo científico futuro
permitirá reducir los fenómenos mentales a fenómenos puramente
físicos o biológicos que tienen lugar en el cerebro. Es evidente que
Aristóteles no estaría de acuerdo con este tipo de posición pues, no
importa lo difícil que sea establecer la relación entre lo físico y lo mental
(o, más precisamente, «lo anímico»), él cree que hay que distinguir lo
uno de lo otro (cf. DA 4llb7-8; 412b6-9).
XVI MARCELO D. BOERJ
29. Cf. Platón, Timeo 34b-37b, Solmsen 1960: 112-113; 272ss., y Boeri
1993: 30-32.
INTRODUCCIÓN XXXI
40. Para el ejemplo del <<ojo», que es ojo si y solo si funciona como
tal, cf. DA 408b21-22 y, especialmente, 412bl8-22. Véase también
INTRODUCCIÓN XLI
50. Este es uno de los argumentos que utiliza Aristóteles para argumen-
tar en contra de la tesis de que el universal es sustancia {cf. Met. Z 13,
1038b15-16). Lawson-Tancred ha presentado una objeción interesante
al enfoque atributista: la teoría del alma-armonía, en contra de la cual
argumenta Aristóteles en DA 407b27-408a28, sostiene Lawson-Tancred,
es una versión primitiva del atributismo psicológico ya que la armonía
no es una cosa, sino una propiedad o atributo de las cosas que la poseen
(cf. su 1986: 37-43; 48-75). Como parte de su rechazo del alma-armonía
Aristóteles argumenta que una armonía no podría ser lo que pone en
movimiento y, como parece obvio en el contexto, parece incorporar
la idea de que el alma debe ser causa del movimiento. Pero si esto
es así, el alma debe ser una causa motriz (donde <<movimiento» no es
solamente movimiento locativo, sino que incluye también movimiento
cuantitativo y cualitativo (415b21-28). Ahora bien, si Aristóteles rechaza
la teoría del alma-armonía porque esta, que es una propiedad, no puede
ser causa motriz, sería razonable pensar que también rechf!Zaría, por
la misma razón, cualquier forma de atributismo. •
57. Cf. Aristóteles, Top. 151a20-21 y Met. 1041 b27-28 con el comentario
de Berti 2005: 162.
INTRODUCCIÓN Ll
52. Sobre esto cf. Modrak 1987-26-27. Ackrill acepta la relevancia del
hilemorfismo en el DA y argumenta que las descripciónes aristotéli-
cas del alma y del cuerpo son inconsistentes con la tesis, básica en el
hilemorfismo, de que es posible dar descripciones conceptualmente
diferentes de la forma y de la materia del compuesto. Según Ackrill,
en el hilemorfismo psicológico esta suposición es falsa porque es
incompatible con la concepción aristotélica de· la sustancia orgánica
(cf. Ackrill 1979) ·
53. Este es el modo en que argumentaré en mi interpretación de-
flacionaria de la distinción intelecto agente-paciente en DA III 5 (cf.
Lli MARCELO D. BOERI
67. Hipotéticamente.
68. Descartes, Meditaciones Metafísicas II; mi traducción (AT VII 29, 7-
18: Sed uero etiam ego idem su m qui imaginar; na m quamuis forte, ut supposui,
INTRODUCCIÓN LXI
nulla prorsus res imaginata uera sit, uis tamen ipsa imaginandi reuera existit
et cogitationis meae partem facit. Idem denique ego sum qui sentio, siue qui res
corporeas tanquam per sensus animaduerto: uidelicet iam lucem uideo, strepitum
audio, calarem sentio. Falsa haec sunt, dormio enim. At certe uidire uideor,
audire, calescere: hoc folsum esse non potest, hoc est proprie quod in me sentire
· appellatur, atque hoc praecise sic sumptum nihil aliud est quam cogitare).
LXII MARCELO D. BOERJ
75. La relación entre mente y cuerpo era pensada como una verdadera
interacción por Descartes, i. e. no solo una cadena causal que comience
con un acontecimiento físico puede dejar el dominio físico y entrar
en el mental, sino que además un acontecimiento que comience en el
dominio mental puede dejar dicho ámbito mental y entrar en el físico
{cf. Descartes, Las pasiones del alma, Parte I, Art. 34-35 (AT XI 354-356).
Pero si esto es efectivamente así, se sigue que entre lo mental y lo fJSico
no hay un vacío, al menos no lo hay desde el punto de vista causal. Si
el sustancialismo cartesiano es cierto, se sigue que, en contra de lo que
supone el fisicalismo contemporáneo, el mundo físico no es causalmente
autónomo, i. e. la tesis de la cÚlusura causal del mundo físico es falsa.
76. O «algo lo suficientemente cerca del fisicalismo»; cf. Kim 2005:
9-10. Un aspecto relevante de la resistencia de varios filósofos con-
temporáneos a aceptar la posibilidad de que haya una «causación
mental» tiene que ver con el prejuicio de cómo sería posible que la
mente ejerza poderes causales en un mundo fundamentalmente físico
o, puesto de otro modo, como puede haber «conciencia>> en un mundo
físico. Es un hecho que la hay (cf. Searle 1984: 13-14), razón por la
cual algunos piensan que debe tratarse de un ítem físico; en cualquier
caso, el problema subsiste dado que (i) prácticamente ningún filósofo
contemporáneo está dispuesto a respaldar el dualismo sustancialista
cartesiano y (ii) porque, gracias a la ciencia contemporánea, sabemos
que no hay ningún «estado anímico» que pueda carecer de una base
fisiológica. Sobre la relevancia de este punto en la psicología aristotélica
cf. infra sección 2.
LXVIII MARCELO D. BOERI
83. DA 429a22-25: «El llamado "intelecto del alma", por tanto, -me
refiero al intelecto con el que el alma piensa-razona (dianoeitaz) y su-
pone-cree (hypolambáner}- no es nada en acto antes de inteligir. Por eso
es razonable que tampoco esté mezclado con el cuerpo>>.
84. En el contexto de su embriología Aristóteles llega a sostener que
el intelecto (noús}, al que califica de divino (theíon), es la única parte o
facultad del alma que en el proceso de generación viene' <<desde fuera>>
(thúrathen} al embrión humano y que es, como tal, preexistente (De gen.
an. II 3, 736b16-29). Regreso a este difícil asunto en la sección 3 de
esta Introducción.
INTRODUCCIÓN LXXVII
aún, en su combate al supuesto común de creer que el pensar
se corrompe a causa del debilitamiento que acompaña a la
vejez y que lo que sucede es como lo que ocurre cuando se
debilitan los órganos sensoriales, Aristóteles argumenta que
si un anciano tuviera un ojo apropiado vería bien. La vejez,
entonces, lo es del cuerpo, no del alma; o sea, los desperfec-
tos o deficiencias no se deben al heoho de que el alma sufra
una afección, sino a que la sufra aquello en lo cual «se da»
el alma (i. e. el cuerpo), como sucede en las borracheras y
en las enfermedades. Pero si esto es así, ¿por qué no habría
de tener un órgano sensorial el pensamiento? De acuerdo
con el mismo argumento aristotélico, la base orgánica del
pensar sería únicamente su condición necesaria y no habría
ninguna necesidad de suponer que, al corromperse dicha
base orgánica, también se corrompiera el pensar, toda vez
que la actividad intelectual como tal no es dicha actividad
intelectual en sí misma. Es claro, sin embargo, que sin' una
base orgánica en condiciones apropiadas, las actividades
intelectuales no son posibles y, como sugiero·, creo que
Aristóteles fue consciente de esto y sin duda el problema le
generó una tensión mayor. Pero probablemente fue llevado
a defender la tesis de que no puede haber una sede corpórea
sensoria del pensar por temor a que, si ese fuera el caso,
podría contribuirse a creer que la destrucción del órgano
sensorio acarrearía la destrucción del pensar mismo, cosa
que, dentro de sus presupuestos platonizantes, no estaba
dispuesto a aceptar.
Nada de esto explica de una manera clara, en mi opinión,
por qué Aristóteles cree que ítems mentales incorpóreos
(como el pensamiento o el deseo) tienen poder causal; es
relativamente obvio, sin embargo, que pensó que es un hecho
que lo tienen porque si no lo tuvieran nuestra vida práctica
no podría explicarse, así como tampoco podrían explicarse
ciertos movimientos corpóreos (como el movimiento de mi
LXXVIII MARCELO D. BOERI
DC 270b, 294b, 301a., 302a; Phys. 187a., 189a., 203a., 2509, y, especial-
mente, 256b24-27, un pasaje que constituye un decisivo antecedente
de la noética aristotélica (regreso a ese texto en la sección 3 de esta
Introducción).
LI\ITRODUCCIÓN LXXXV
92. 'Esta última es una posición que, de acuerdo con Aristóteles, tam-
bién Demócrito habria respaldado (DA 404a6-7).
93. Cf. Platón, Fedro245c-246a; Leyes894c4-5; d3-4; 895b5-7; 895el0-
896a2-4 et passiTn- La tesis de los que sostienen que el alma es lo que
se mueve a sí mismo porque no ven nada que mueva sin estar en
movimiento es atacada en Phys. VII 1-2 {la referencia ímplícita es,
claro está, a la tesis aristotélica del Primer Motor Inmóvil que, por ser
capaz de mover sin moverse, constituye un perfecto contraejemplo a
la tesis platónica de que lo que mueve también está en movimiento o
se mueve). Según Aristóteles, mueven por sí las sustancias, que por sí
mismas se encuentran en un lugar determinado {se trata del ser por sí
tal como se lo entiende en el caso de la sustancia, cuya independencia
ontológica respecto de sus determinaciones accidentales la hace primita-
na. Cf. Me t. 1028a22-24; véase también AnPo. 73b5-10: <<pero la sustancia
[ousía] y todo lo que significa un esto [tóde tzj son precisamente lo que
son sin ser alguna otra cosa. Las cosas que no se dicen de un sujeto, en-
tonces, las llamo "por sí" y las que se dicen de un sujeto, "accidentes"»).
En sentido estricto esto vale sobre todo para las sustancias que están
realizando en acto un movimiento de traslación, pues de hecho nada
ímpide que estando en reposo sean trasladadas o <<puestas en movimien-
to>> (cf. 211a17-23). El ejemplo que Aristóteles propone (el del bastón y
la piedra; Phys. 256a4-13) para mostrar que las cadenas de motores no
XC MARCELO D. BOERI
sobre todo Timea 45c2-d3: «cada vez que hay luz diurna en torno del
flujo de la visión, entonces coincide lo semejante con lo semejante
y se vuelve una totalidad compacta y se constituye un único cuerpo
apropiadamente unido según la línea de los ojos[...]. Y al volverse un
todo homogéneo (homaiopathés) por su semejanza, cualquier cosa que lo
toque o cualquier otra cosa que lo toque, al transmitir sus movimientos
a todo el cuerpo hasta el alma, produjo esta sensación en virtud de la
cual decimos que vemos» (mi traducción). La tesis de que lo semejante
se conoce por lo semejante, además de a Empédocles y Platón, se
atribuye también a Parménides (cf. Teofrasto, Acerca de las sensaciones
1-2). Sobre la teoria platónica de la percepción y la interpretación de
Teofrasto puede verse con provecho Solana Dueso 1989: 24-36
XCII MARCELO D. BOERI
..
96. Para una discusión todavía interesante de la psicología del Eudemo,
cf. Nuyens 1973: 81-90.
INTRODUCCIÓN XCIII
97. Para el importante desarrollo que esta imp~rtante idea· (i. e. que
el alma es el principio que mantiene unido el compuesto) tuvo en el
estoicismo cf. Sexto Empírico, Adversus Mathematicos VII 234-235.
XCIV MARCELO D. BOERJ
704. Hay, no obstante, una objeción que podría ponerse a esto último:
aunque «sentir>> o <<pensar>> no están en la ousía del alma (porque puede
haber «alma>> sin que haya «sentir>> o «pensar>>), no pu~e decirse lo
mismo de «nutrir>> o <<nutrirse>>. De acuerdo con Aristóteles, si hay
alma, hay nutrición, y si hay nutrición también hay alma. En este caso
la relación es biunívoca.
INTRODUCCIÓN cv
no vivo (a un animado de un inanimado). De ahí que, aunque
para nosotros pare~ca extraño atribuir alma a las plantas, para
Aristóteles es perfectamente normal y se sigue de su tesis de
que, si el alma es el principio de la vida, no puede haber una
distinción demasiado clara entre biología y psicología105 • De
hecho, la palabra «alma>> (psyche) en griego todavía significaba
«vida>> en tiempos de Heráclito 105• Cuando Aristóteles dice que
(<<el alma es prioritariamente aquello gracias a lo cual vivimos,
sentimos y pensamos» (DA 414al2-13) sin duda está pensando
en ella como <<vida>> o <<principio de vida>>.
El DA ha sido uno de los textos aristotélicos más discuti-
dos entre los especialistas en los últimos cuarenta años, en
parte gracias a la rehabilitación de los escritos psicológicos
de Aristóteles que se ha dado en la discusión eontemporá-
nea, a causa de los aspectos de la psicología aristotélica que
parecen coincidir con algunas teorías contemporáneas, y en
parte por la relevancia que el tratado tiene en sí mismo. El
hecho de que las tesis aristotélicas hayan sido reinterpretadas
a la luz de algunas discusiones contemporáneas de filosofía
de la mente ha contribuido a que este texto haya vuelto
a ser rehabilitado 107• Las interpretaciones son a veces tan
opuestas que parece que se está hablando de libros distintos:
la relación cuerpo-alma en la psicología aristotélica ha sido
705. Cf. Kahn 2005: 196. Si los siete argumentos que he presentado en
la sección 1.1 son plausibles, hay razones vigorosas para pensar que la
psicologia aristotélica tiene un carácter fuertemente biológico.
706. B85 DK: «combatir con el corazón (thymós) es dificil, pues lo que
[uno] desea se compra al precio de la vida>> (psyche}. _
707. Véase el importante libro de Welsch 1987 sobre el <<sentido común
o general» {ignorado, hasta donde he podido ver, por casi todos los
estudiosos anglosajones, incluido el estudio de Gregoric 2007 sobre
el sentido común y el reciente e importante comentario al DA de
Polansky 2007), la colección de ensayos editada por Nussbaum-Rorty
1992, Everson 1997 y, más recientemente, los ensayos incluidos en
Perler 200 l.
CVI MARCELO D. BOERI
770. <<Tal como la pupila (kóre) y la visión son el ojo, también aquí el
alma y el cuerpo son el animal>>: DA 413a2-3. Las partes de los anima-
les, argumenta Aristóteles, son sustancias en el sentido de <<potencia>>
porque ninguna de tales partes existe separadamente y, cuando se
las separa, existen como materia. Separadas de la totalidad orgánica
no son más que un <<agregado>> o un <<montón>> (sorós) que no tiene
capacidades funcionales, o sea, no constituyen una verdadera unidad
orgánica (cf. MeL 1040b5-10; este importante detalle podña agregarse
a mi argumento [ii] en contra de una interpretación funciopalista de la
psicologiaaristotélica. Cf. supra, sección 1.1). Un verdaderÓ compuesto
-y esto vale también para los compuestos inorgánicos- es algo de tal
naturaleza que el todo es una unidad (Met. 1041 b 11-12).
INTRODUCCIÓN CXIIl
717. Lo que a mi juicio nunca queda del todo claro en el texto aris-
totélico es cómo «se da>> o «está>> el alma en el cuerpo. Este es un viejo
problema del platonismo que Aristóteles, a pesar de su distanciamiento
de Platón en su intento de desactivar la explicación sustancialista del
alma, nunca termina de explicar: cómo es posible que dos ítems (alma
y cuerpo) que son cualitativamente diferentes puedan establecer un
cierto «contacto» entre sí, a punto tal que, por ejemplo, el alma es la
responsable del movimiento locativo del animal (DA 410bl9-21). Que
«no está mezclado» concuerda, como señala Hicks (1907: 480), con la
observación anterior según la cual el intelecto debe ser «sin mezcla>>
(amigés; DA 429al8). Pero la razón de fondo debe tener que ver con el
hecho de que para Aristóteles una mezcla en sentido estricto es una
combinación entre cuerpos (cf. GCI 10,-328a31-33), proceso en el cual
hay involucrada una cierta contrariedad, de modo tal que cada uno
de los ingredientes sea capaz de experimentar una acción recíproca;
como ya explicó por qué el alma (racional) no puede confundirse con
el cuerpo, entonces, tampoco puede «estar mezclada>> con él. Esto, sin
embargo, no explica cómo es que el alma se da en el cuerpo. Aristóteles
cita con aprobación varias veces la indicación de Anaxágoras, en quien
cree ver adelantada (como ya he señalado en la sección 2), en cierto
modo, su propia posición.
CXIV MARCELO D. BOERI
la nota anterior, debe ser que, en sentido estricto, una mezcla es una
combinación entre cuerpos, pero el intelecto no es un cuerpo.
173. Gerson 2005: 156.
174. El primero en sugerir la tesis de que se trata no de dos intelectos,
sino de dos funciones de un único intelecto fue Plutarco, citado por
[Filópono], In Arist. De an. 535, 13-16: «Plutarco [...] no cree que en
nosotros haya un intelecto doble (i. e. «dos intelectos>>: dittim noún),
sino uno simple (i. e. «un solo intelecto»: haploún), y dice que este
[intelecto] único no siempre está inteligiendo [todo el tiempo], sino
que a vecesintelige. Ahora bien, Plutarco cree que está diciendo que el
intelecto humano, que cree que a veces también intelige, está en acto>>
(i. e. cuando intelige). Cf. también In Arist. De an. 536,2-5. También es
filosóficamente sugerente la interpretación de Alejandro de Afrodisía
de que la corruptibilidad del intelecto debe entenderse en el sentido
de que, cuando no está inteligiendo o pensando, se destruyen sus pen-
samientos (noémata; cf. De anima 90, 10-ll). O sea, lo que se corrompe
no es el intelecto {paciente), sino su contenido intencional cuando cesa
la actividad intelectual. Plotino {citado por [Filópono ], In Arist. De an.
CXVJ MARCELO D. BOERJ
do ya había sido adelantada por Zingano 1998: 173; 176, aunque sus
argumentos de detalle son diferentes.
176. Cf. Caston 1999: 203, 206.
177. Es decir, los particulares incluidos en la clase o tipo de cosa.
CXVlJI MARCELO D. BOERJ
(DA 429al3-15; 43la 16-17: «el alma nunca intelige sin una
imagen>>). Si el intelecto no padece una afección y pensar es
ser afectado por algo, no se entiende cómo puede pensar el
intelecto separado de o «no mezclado>> con el cuerpo. (iz) Si
el intelecto es separable del mismo modo en que lo son las
cosas de la materia, la separación solamente será de tipo con-
ceptual, según el lógos: o sea, se trata del tipo de separación
conceptual como la que es posible hacer con cualquier objeto:
uno puede separar «silla>> de su materia («madera>>), pero eso
es solamente una separación conceptual, no real. O sea, ni la
forma ni la materia son cosas. Entonces, (iiz) ¿qué significa que
el intelecto -en su aspecto de intelecto agente, que es el único
impasible, sin mezcla con el cuerpo, aquel cuya sustancia o
cuyo ser es ser una actualidad- es «inmortal y eterno>>? Debe
significar que el intelecto en su sentido más propio (i. e. el in-
telecto mientras está inteligiendo) no puede identificarse con
nada corpóreo, por un lado, y que, por lo tanto, no está sujeto
a las variaciones de lo corpóreo (decaimiento, debilitamiento,
muerte) 120• Lo que en el mejor de los casos el famoso pasaje de
De gen. an. 736b8-29 «prueba>> es la preexistencia del intelecto,
no su supervivencia tras la disolución del compuesto. Los fetos,
señala Aristóteles, al comienzo viven la vida de una planta.
Pero si uno efectivamente es humano, debe poseer, además
del alma vegetativa y sensitiva, también la intelectiva, porque
hay que tener todos los tipos de alma que uno esencialmente
3.2.1 La aísthesis
Más adelante regresaré al problema del pensamiento; vea-
mos ahora qué entiende Aristóteles por aísthesis en el DA: (i)
aísthesis incluye no solo los sentidos -vista, gusto, oído, etc.-,
sino también estados afectivos como fño, calor, dolor, apetito
y temor. La noción de aísthesis entendida como «sentido»
apresa el significado que la palabra tiene para referirse a una
facultad sensitiva entre los cinco sentidos. Si se la entiende
como «sensación», en cambio, el núcleo significativo se con-
centra en el estado afectivo (de dolor, placer o de <<sentir» en
general, como sentir fño o calor, estar enojado o temeroso,
etc.) que experimenta el animal. Los intérpretes han dado una
importancia decisiva al pasaje con que Aristóteles abre DA
II 12, texto que por su relevancia conviene citar completo:
Respecto de toda sensación en general hay que entender que
la sensación es lo que recibe las formas sensibles sin la materia
como, por ejemplo, la cera del anillo recibe la impronta sin el
hierro o el oro, sino que admite la impronta de oro o de bronce,
pero no en cuanto oro o bronce. De un modo similar también
la sensación de cada cosa es afectada por lo que tiene color,
sabor, o sonido, pero no en wanto se dice cada una de aquellas
cosas [dicha cosa particular], sino en cuanto es de tal tipo, es
decir, en sentido conceptual. El órgano sensorio priorit-ario es
aquel en el cual [se da] una facultad de tal índole. Ahora bien,
INTRODUCCIÓN CXXVJI
723. DA 417a6-8.
CX:XVIII MARCELO D. BOERJ
725. Para la relevancia de esta tesis dentro del DA puede verse Ill 5,
430al8-19: «siempre es más valioso lo que actúa que lo que padece, el
principio que la materia>>. Para la importancia de esa tesis en el domi-
nio de la teoría aristotélica del movimiento cf. Phys. 251a9-17, donde
Aristóteles subraya que las cosas capaces de moverse (ta dynámena
kineisthaz} deben haber existido con anterioridad al supuesto primer
movimiento (es decir, antes de que un cambio comience debe existir
algo capaz de padecer tal cambio), y que debe haber un cambio anterior
al (ex hypothesz} primer cambio, de modo tal que el cambio sea capaz
de producir un cambio en aquello que es susceptible de ser cambiado
de un estado a otro (este proceso se da en todos los tipos de cambio o
movimiento). En Phys. 251 b28-252a5 aplica un argumento simétrico y
sugiere que, si se supone que el movimiento en algún momento tuvo
un comienzo, deberá haber un cambio posterior al supuesto último
cambio; esto es, después de que cualquier cambio termine d~be existir
algo capaz de haber experimentado tal cambio. Es una afirmación
fantasiosa, entonces, decir que el cambio existió por momentos y por
momentos no existió.
INTRODUCCIÓN CXXXI
126. Sobre estas dos posibles interpretaciones del griego alloíosís tis
veáse Bumyeat 2002: 35-37.
CXXXIV MARCELO D. BOERI
72 7. Lo que sin duda es claro es que al menos uno de los sentidos de alte-
ración que describe Aristóteles en Phys. VII es el mismo que encontramos
INTRODUCCIÓN cxxxv
sensación no es un proceso en el que, como en la alteración
física estándar, una cualidad reemplaza a otra. Cuando un
sentido es cambiado o alterado por el objeto sensible respec-
tivo lo que ocurre es que el sentido se activa o actualiza o,
dicho de otro modo, lo que se da no es un cambio sino una
realización o completitud del sentido 128 • Como argumenta
Aristóteles de manera explícita, hay dos sentidos en que se
habla de alteración: (z) como un cambio en las disposiciones
privativas (o negativas) y (iz) como un cambio en la condición
o estado, i. e. en la naturaleza (DA 417b 14-16). O sea, la altera-
ción en la que la sensación consiste no es una pérdida de una
cualidad (como el proceso del paso de caliente a frío o de frío
a caliente que experimenta un cuerpo, i. e., como en cualquier
caso corriente de alteración física), sino un cierto estado o
condición de conservación o, mejor aún, de actualización.
Como el metafísico que es, Aristóteles no puede evitar
aplicar su distinción entre <<ser en potencia>> y <<ser en acto>> a
la aísthesis. Aun cuando el ítem básico de la psicología aristo-
télica es por definición un páthos -en efecto, una aísthesis en su
significado de «sentido» es una facultad y por eso un estado
afectivo- y, por ende, se trata de algo pasivo, hay también un
modo en que puede entenderse una aísthesis como algo <<actual»
o <<efectivizado» 129 • En efecto, no es lo mismo la capacidad de
735. Sorabji 1979: 49-50; véase también Sorabji 1992: 209-211; para
el «literalismo fuerte» cf. su 1992: 213. En apoyo de su interpretación
Sora':lji cita DA 425b22-25, donde se lee: «Además, lo que ve es como
si estuviera coloreado (has kechromátistaz), pues el órgano del sentido
recibe lo sensible sin la materia en cada caso. Es por eso también que,
aun cuando los objetos sensibles no estén presentes, las sensaciones y
las representaciones siguen estando en los órganos sensorios», aunque
no parece darle ninguna importancia a la restricción que introduce
has antes de kechromátistai. Si tal restricción se toma en cuenta, uno
debeña entender que lo que está diciendo Aristóteles no es que el
órgano sensorio realmente se colorea, sino que es como si se coloreara,
que no es lo mismo. Es por eso que no encuentro completamente
convincente la referencia que hace Sorabji a otros pasajes de DA para
avalar su interpretación, pues al menos en algunos de ellos lo que
Aristóteles está diciendo no es que el órgano se colorea o, en general,
adquiere literalmente las cualidades percibidas, sino que la facultad
sensitiva cuando es afectada se «asemeja al objeto» (417a20; 418a5-6).
Sin embargo, este tipo de juicio debe ser moderado a la luz de otros
:pasajes de DA citados por Sorabji para respaldar su punto de vista
(como 424a7-10, donde, efectivamente, Aristóteles parece sugerir que
el órgano sensorio es potencialmente blanco, negro, caliente o frío:
la expresión aristotélica es un poco más difusa -<<lo que va a tener
sensación de blanco y negro»: tii méllon aistlzésesthai leukoü kai mélanos-,
pero es claro que está pensando en el órgano sensorio). Como muestra
Caston (2005: 250-251), sin embargo, Sorabji no parece adherir a una
versión «fundamentalista>> del literalismo que lo comprq,:¡neta a sos-
tener que el órgano será la cualidad del objeto del mismo modo que
el objeto percibido es esa cualidad por el hecho de poseer la misma
disposición material.
INTRODUCCIÓN CXXXIX
749. O sea los «sensibles» (aistheta}. Aunque para que haya sensación
deben entrar en juego ambos factores (sensible-ser que siente), Aristó-
teles puede decir que los sensibles <<producen la sensación» porque la
activan. La sensación en potencia, en efecto, necesita ser actualizada
por algo que ya está en acto (i. e. el sensible).
CXLVI MARCELO D. BOERI
753. Leyendo tíni con los codd. UXT. Sobre las dificultades textuales
de este importante pasaje cf. Kahn, 1979: 10, n.26. Véase también
Welsch 1987: 310, que también sigue esta lectura.
CL MARCELO D. BOERI
774. Aristóteles indica que solo tienen recuerdo (mnéme) los animales
que son capaces de percibir el tiempo (De mem. 449b28-29; 450al9, con
el comentario de Veloso 2003: 62-65 y de Morel2006: 72-73). Como
muestra Taorrnina (2002: 59), la percepción del tiempo;~n sentido
estricto, depende de la imaginación, en la medida en que siempre
presupone imágenes.
INTRODUCCIÓN CLXIII
ción: la sensación y la fantasía en el dominio de la descripción
teórica del fenómeno de la percepción tienen su contraparte
en el dominio práctico. Por eso Aristóteles indica que en el
humano, además de fantasía sensitiva, hay también fantasía
racional o deliberativa, con lo que esto implica en la explica-
ción de la acción, según hemos visto arriba. Más allá de las
muchas dificultades que el sentido general o común genera
en los textos psicológicos de Aristóteles, parecen caber pocas
dudas de que es el responsable de la unidad de la experiencia
perceptiva que permite al sujeto percipiente distinguir distinto
tipo de cualidades sensibles en una experiencia perceptiva
organizada, y que esa capacidad perceptiva no depende de
los sentidos particulares.
La disputa sobre si el sentido común es o no una facultad
distinta de los cinco sentidos se remonta ya a la antigüedad.
[Filópono], por ejemplo, sugiere que Aristóteles «llama
"sentido común" a los cinco sentidos» [...] y aclara: .«los
sensibles comunes tienen un sentido común diferente, pero
[dicho sentido común] no los aprehende por accidente» (In
Arist. De anima, 460, 17-22, ed. Hayduck). Esta interpretación
sugiere expresamente que el sentido común no es una facul-
tad distinta de los cinco sentidos, sino que solamente seña
la unidad subyacente a los cinco sentidos en la experiencia
perceptiva. Es en ese sentido que dice que «corresponde al
sentido común, no a un sentido particular único, decir que la
miel es una sola cosa,[... ] pues el sentido particular se engaña
y juzga que todo lo que ve amarillo es miel>> (In Arist. De ani-
ma, 461, 18-21, ed. Hayduck). Esto no explica, sin embargo,
cómo podría suceder eso si no se trata de una facultad; el
mismo [Filópono] advierte la dificultad cuando se pregunta:
«lpor qué, si tenernos muchos sentidos, aprehendemos los
sensibles comunes con un solo sentido?>>. Y responde: «para
que no aprehendamos o captemos (antilambanómetha) menos
o en menor grado los sensibles>> (In Arist. De an. 461, 22-23,
CLXIV MARCELO D. BOERJ
795. O sea, cuando sigue una <<razón verdadera>> que concuerda con un
<<deseo recto», dos condiciones imprescindibles para que haya «verdad
práctica>> (cf. EN 1139a23-3l).
INTRODUCCIÓN CLXXXIX
79Z Hay varios motivos por los cuales podría pensarse en el auto enga-
ño como en una forma elemental de irracionalidad: aunque uno sabe
(en algún sentido de <<saber») que una acción o actitud de uno merece
el reproche y, tal vez, el desprecio por parte de otra persona, se con-
vence a sí mísmo de que tal acción o actitud no merece el reproche o
el desprecio por parte del otro. Hay muchos ejemplos, tomados de la
vida cotidiana, que podrían darse para ejemplificar esto: expresiones
como <<en realidad, no quise insultar a Felipe y si lo interpretó así, es
su problema>>, <<fumar hace daño, pero solamente estoy fumando un
cigarrillo», o <<los alimentos altos en grasa son malos para la salud,
el sobrepeso es malo y tengo sobrepeso ... , pero iempiezo la dieta el
lunes!» muestran el tipo de recurso de autoconvencimiento al que
las personas solemos recurrir, recurso cuyo objetivo fundamental es
reemplazar una creencia J?Or otra. En efecto, lo que el agente hace es
reemplazar una creencia (respecto de sí mismo} que le causaba dolor
(<<fumar es malo para la salud y estoy fumando ... », <<insulté a Felipe,
pero no había ninguna razón para tratarlo así», <<tengo sobrepeso y
sigo comiendo en exceso»} por otra creencia que lo alivia de ese dolor
(<<fumar es malo, pero es solo un cigarrillo», <<insulté a Felipe pero no
quise hacerlo, por lo cual no tiene por qué sentirse insultado>>, <<tengo
sobrepeso, pero el lunes comienzo la dieta>>). Es irracional creer algo
por el hecho de que esa creencia nos alivia de un dolor, o sea, es irra-
cional creer algo que, en realidad, no creo y, sobre todo, creerlo sobre
la base de una experiencia puramente sensible o sensitiva~Al menos en
principio, nadie está dispuesto a creer que lo que cree no es verdadero;
si cree que lo que cree es falso, debe reemplazar esa creencia por otra.
El debe en <<debe reemplazan> carece de matices morales; obedece a lo
INTRODUCCIÓN CXCIII
202. También podría darse el caso de que, aun teniendo una creen-
cia falsa, el agente tenía razones para pensar que era verdadera (por
ejemplo, un testimonio que parecía confiable y generó una creencia
que, finalmente, se reveló como falsa). El hecho de que Aristóteles
afirme explícitamente que la ira y el apetito son deseos irracionales
(álogoi oréxeis) no presenta un serio obstáculo a mi afirmación sobre la
razonabilidad de un estado emocional (cf. Rhet. 1369a4). En el contexto
es evidente que está distinguiendo tipos de deseo (órexis es el género
y boúlesis y epithymía son sus especies, siendo aquel un deseo racional
y este un deseo irracional) y la ira como emoción está claramente
asociada a un estado descontrolado que puede coincidir con un deseo
irracional o apetito (cf. Rhet. 1369all, donde la identificación entre
ira y apetito es aún más evidente). Pero en ese caso no se trataría de
la ira o enojo que conviene al virtuoso, una persona que, además de
haber desarrollado correctamente sus disposiciones habituales y sus
capacidades intelectuales, exhibe un «sistema emocional» balancea-
do. Aristóteles señala expresamente que en las emociones (menciona
explícitamente el caso de la ira) también puede haber término medio;
o sea, el virtuoso aristotélico tiene estados de iracundia, pero tales
estados no son descontrolados (cf. EN 1108a4-9). El exceso de ira es
irascibilidad (orgilótes), la emoción (páthos) es la ira (EN 1125b29-31).
203. Cf. también DA 429a4-8, donde un estado emocional (páthos)
puede ser la causa de que el intelecto se nuble. En este caso, a dife-
CXCVIII MARCELO D. BOERI
·'
206. Cf. también EN 1094b27; 1099a23; lll4b7; 118lb9-10.
20Z He examinado con cierto detalle estos pasajes en Boeri 2007:
cap. 5.
INTRODUCCIÓN CCIII
275. Sobre las distintas maneras de entender esto (como una teoría
de la imagen o como que la percepción no percibe la cosa particular,
sino solo sus cualidades) cf. supra sección 3.2.1
CCXIV MARCELO D. BOERI
POSTCRIPTUM
VARIANTES TEXTUALES
Ross Mi lectura
405b28
<8ta 1:o> 8ta 1:Tjv avanvoi]v, 8ta Li]v avanvoi]v codd.; Biehl
Movia [2001] [1896]; Jannone-Barbotin
[1966]
f07?1 , - 7 , '
r¡ Kt vr¡crtc; a U1:YJ<; TI OUcrta, 'f1 KÍ vr¡crtc; a tnl¡c; )l Tj OUcrÍa
Torstrik codd., Biehl [1896]; Hicks
[1907]; Jannone-Barbotin
[1966]; Movia [2001
408b11 •
1:0 8T], Biehl [ 1896], Hicks 1:0 8f: codd. CEVXS 1<Pc; Jan-
[1907] none-Barbotin [1966]; Movia
[2001]
410b23
[ tpopac; ou8'] atcrSi¡m:coc; <popiic; oU8' aicrSi¡crEcoc; codd.;
Biehl [1896]; Hicks [1907];
Jarmone-Barbotin [1966]; Mo-
via [2001]
410b24
<ca> noA.A.a cod. I, Movia noA.A.a om. cet. codd.; Biehl
[2001] [1896];Hicks [1907];Jannone-
Barbotin [1966]
413a8
<T¡> Omitiendo T¡ con los codd.;
Biehl [1896]; Hicks [1907];
Jarmone-Barbotin [1966]; Mo-
via [2001]
417a22
f:A.syo)lEV, Torstrik; Movia ASyO)lEV con los codd. IX!J1P,
[2001] Biehl [1896]; Hicks [1907];
Jannone-Barbotin [1966]
CCXXII MARCELO D. BOERJ
417a32
aptSflrrnKl,v, Torstrik.; Movia a'icrSr¡mv codd.; Biehl [1896];
[2001] Hicks [1907];Jannone-Barbotin
[1966]
422a32
a¡.t<po'l:épou a~t<pÓ'tEpa con los codd. .IX!J1P;
Biehl [1896]; Hicks [1907];
Jannone-Barbotin [1966]; Mo-
vía [2001]
cpSapnKÍ] [ ñjc; y¡;úcrEcoc;] omito •líe; yEÚcrEcoc; con los
Jannone-Barbotin sin cor- codd.PWyi
chetes [1966] Movia [2001]
422b6
a<pñ á.cpl, con los codd. UWyi<l>c
; Biehl [1896]; Hicks [1907];
Jannone-Barbotin [1966]; Mo-
via [2001]
423a2
d -ríe; <n> nEpt •l,v crápKa E'i •íc; rcEpl -rl,v crápKa,
Temistio; Biehl [1896]; Hicks
[1907]; Jannone-Barbotin
[1966]; Movia [2001]
425a29-30
[•ov KHcovoc; uiov f¡f.!.ac; omito con Torstrik •ov
~~ n~~u~~~~~
426b7
A.ÚEt I1 (cf. 424a31); Movía A.urcEi codd. S 1P 02:, Biehl
[2001] [1896]; Hicks [1907];Jannone-
Barbotin [1966];Bodéüs [1993]
426b14
n vl, Jannone-Barbotin 'LÍVt codd. SUX, Temistio;
[1966] Biehl [1896]; Hicks [1907];
Movía [2001]
INTRODUCCIÓN CCXXIII
427al0-11
-ra.Ú'LTI <Kal. aotaÍpE'tOS> Kal. 1:UÚ1:TI Ka l. OtatpE'ti¡, Biehl
otatpE'ti¡, Movía [2001] [1896]; Hicks [1907];
Jannone-Barbotin [1966]
427b17
'Í1 at:nT¡ [vór¡mc;], sed. Madvig; 'Í1 atnT¡ vór¡mc; con los codd.
Biehl [1896] SPQ_IP
428a15
n:Ó1:Epov (add. Ross) 6.A.r¡ST¡c; 1:Ón: 11 aA.r¡ST¡c; 11 \lfEU&i¡c;
11 \lfEUoi¡c; con los codd. LWZ: (Biehl
[1896] y Hicks [1907] leen
'ó'~:: <'x.Ar¡ST¡c; 11 \lfl::uoi¡c;; Jan-
none-Barbotin [1966]: 'tÓ't"E
Kai 'Í1 6.A.r¡ST¡c; 'Í1 \lfEUoi¡c; con
los codd.H•V:X:FbM
430a10
'En:Ei 8' [ éócrn:~::p] sv 'En:Ei o' sv
430a18
&v svspyEta codd.Uy, Biehl SVEpyEÍc,x codd. ECSV:X:y
[1896]; Jannone-Barbotin
[1966]; Movía [2001]
430b1
n:pocrsvvorov [Ka l.] cruv1:íSr¡crt Sin corchetes en Ka l.; Biehl
[1896]; Hicks [1907]; Jannone-
Barbotin [1966]; Movía [2001]
430b25 .
[1:rov ahíwv] Torstrik; Movía 1:rov ai1:íwv sin corchetes;
[2001] Barbotin [1966] Biehl [1896];Jannone-Hicks
[1907]; Bodéüs [1993], 233,
n.6; Polansky [2007], 477
CCXXIV MARCELO D. BOERJ
430b27
cmó<pacrtc; (Torstrik) Ka-rá<pacrtc; codd. S1"<P 1e
Hicks [1907]; Jannone-Bar-
Siguiendo a Torstrik; botin [1966]; Berti 2004a: 85;
Smith [1995], Movía [2001] Polansky [2007], 478
431bl0
sv npái;Et, Jannone-Barbotin i:v npái;El con el cod. se, Biehl
[1966] [1896]; Hicks [1907]; Movia
[2001]; Polansky [2007], 490
431b16
<n> i:xEiva, Bonitz EKEtva, Biehl [1896]; Hicks
[1907]; Jannone-Barbotin
[1966]; Movía [2001]
432b16
<pav-racrÍac; KUl opÉ/;ECÓc; <pavmcrÍac; f¡ opÉSECÓc; Ecr-rt V
i:crn v, Movia [2001] codd. pese, Bíehl [1896]
Hicks [1907];Jannone-Barbotin
[1966]
434a11
aÜ'tT} 8[:; KlVEt, Cornford a ün¡ 8€ EKEÍ vr¡v codd. Sic;
Biehl [1896];Hicks [1907];Jan-
none-Barbotin [1966]; Movía
[2001]; Hamlyn [1993]
434a12-13
ó-rs J.lEV aü'tT} i:xEívr¡v -ri¡v f3oú/cr¡mv codd. ECUXy;
Bíehl [1896]; Hícks [1907];
Jannone-Barbotín [1966];
Movía [2001]
434a28
f:v8f;xE-rat aUÚJV EVOÉXE-rat á<pi¡V G:EXSeé!>e;
Bíehl [1896]; Hícks [1907];
Jannone-Barbotín [1966];
Movía [2001]
ccxxv
BIBUOGR.AFÍA
B. LITERATURA SECUNDARIA
·'
ACERCA DEL ALMA
~ DEANIMA ~
3
UBROI
71. Por eso Aristóteles sostiene que del «qué es>> no hay demostra-
ción, porque es prinCipio de la demostración y, como principio, es
indemostrable (cf. MeL 99la31-32; 100lal3; 1025bl4. An.Pr46a34-37.
AnPo 76a31-32; 100bl3).
72. Probablemente se refiere a Platón; Aristóteles parece estar opo-
niendo «dialéctica>> (el método filosófico por antonomasia según Platón;
cf. República 53le4-6. Véase también República 534b, donde dialéctico
es el que capta la definición de la esencia de cada cosa; Fedro 266b-c,
donde la dialéctica es el método de división y reunión que <<permite
hablar y pensar»; Crátilo 390c, donde dialéctico es el que sabe pre-
guntar y responder) a método demostrativo. Dicho con palabras de
Aristóteles, lo que implícitamente se está oponiendo es el silogismo
dialéctico (que parte de premisas reputadas -éndoxa- y por eso mismo
plausibles) y el silogismo científico, que parte de premisas primeras,
verdaderas, inmediatas, causa de la conclusión, etc. (cf. Top. 100a27-
b23; AnPo 71 b 16-33). Para las criticas de Aristóteles a la dialéctica como
<<silogismo débil» cf. AnPr. 46a31-b2 y Berti 2004b.
73. Este es un buen argumento en contra de la inmortalidad del alma:
el alma racional y el pensar, que es su peculiar actividad, no se dan
sin un cuerpo. Que el pensar no se da sin un cuerpo es la conclusión
que uno deberia sacar luego del argumento que Aristóteles desarrolla
8 ARISTÓTELES
funciones o de las afecciones del alma, será posible que ella sea
separable. Pero si nada es propio de ella, no será separable 14 ,
sino que será como lo que es recto que, en cuanto recto, tiene
múltiples propiedades, como tocar la esfera de bronce en un
15
¡; punto ; pero lo recto, por estar separado, no podrá tocar de
este modo pues, dado que siempre se da acompañado de un
cuerpo, es inseparable [de él]. Parece, no obstante, que todas
las afecciones del alma -como cólera, calma, temor, compa-
sión, confianza, y además alegría, amor y odio- también se
dan acompañadas de un cuerpo, pues hay un cuerpo que es
afectado junto con ellas. Se puede mostrar, sin embargo, que
zo a veces, aun cuando ocurren fuertes y claras afecciones, no se
produce estado alguno de excitación o temor; en otras oca-
siones, en cambio, cuando el cuerpo se agita 16 y se encuentra
dispuesto tal y como cuando [uno] está enojado, es puesto
en movimiento por factores pequeños e insignificantes. Hay
II
32. Esta analogía, como se ve, muestra que la teoría atomista del
alma está anclada del lado de un materialismo que Aristóteles no está
dispuesto a aceptar.
33. Para la teoría atomista de la «desimenación universal» (panspennía)
cf. Leucipo A15 (DK; en este caso el testimonio es circular porque la
fuente principal de A15 es Aristóteles, DC303a4ss. y Phys. 203a19-23
(citado por Hicks 1907: 214; cf. también Aristóteles, De sensu 441a; GC
314a28; DC 303a15-16; De gen. an. 769a29-bl y Phys. 203a20). Según
[Filópono], Demócrito llama «diseminación universal» (panspermía)
a la multiplicidad de las formas de los átomos {cf. In Arist. De an. 67,
30-33). [Simplicio] parece entender la diseminación universal como la
diseminación de los átomos que deben ser entendidos como <<semillas
de todas las cosas» (In Arist. De an. 26, 2-4).
34. La palabra rhythmós es un tecnicismo, probablemente propio de
Deinócrito, para designar a los átomos. Cf. Demócrito B 196 (DK); A
38 (DK); Aristóteles, MeL 985b16-19. ·'
35. Aristóteles critica con cierto detalle esta tesis en De respiratiane
472a3-16.
ACERCA DEL ALMA 15
67. Cf. Platón, Teeteto 152e; 18le-183c. Véase también Platón, Crátilo
40ld.
62. Alcmeón de Cretona, filósofo <<de la naturaleza>> habitualmente aso-
ciado al pitagorismo en las doxograffas (cf.Jámblico, Vida de Pitágoras
33.104; 36.267; Diógenes Laercio VIII 83); Aristóteles le atribuye la
tesis de que los contrarios son principios de todas las cosas (Met. 986a-
b). Alcmeón parece haber sostenido que el alma es inmortal (Diógenes
Laercio VIII 83) y que se mueve de modo incesante como el sol (Aecio
IV 2, 2; los astros, a los que Al cm eón atribuye también inmortalidad,
son, muy probablemente, <<los inmortales» de los que habla Aristóteles
en este pasaje de DA; de ahí la objeción de Cicerón, según la cual, al
atribuir inmortalidad al alma y a los astros, atribuye inmortalidad a
cosas mortales; cf. Sobre la naturaleZfl de los dioses I 27).
63. Hipón, filósofo físico, probablemente seguidor de Tales y de su
tesis de que el principio de todas las cosas es agua; según informa
Hipólito (Refutación de todas las herejías I 16 =A 3), Hipón sostuvo que
«los principios son el agua fria y el fuego caliente». Para la tesis de
Hipón, según la cual el alma se produce a partir del agua cf. Aecio
IV 3, 9 (=A 10).
64. Se trata de una referencia a Empédocles, B 105 (DK).
ARISTÓTELES
III
77. Cf. Phys. VIII 5, 256a3 ss. Sobre el problema de que el alma
se mueva a sí misma cuando mueve otra cosa (tesis que Aristóteles
atribuye a Platón), véase las notas al pie en este capítulo y nuestra
Introducción p. L\..X.XIII, nota 88.
28 ARJSTÓTELES
IV
sigue que piense que el alma no es algo más divino e impasible. Pero
de ahí no se sigue que sea <<inmortal» en el sentido de que puedan darse
funciones anímicas intelectuales independientemente del cuerpo. Si ese
fuera el caso, se violaría uno de los principios básicos de la psicología
aristotélica (anunciado tempranamente en el tratado): «el alma no
existe sin un cuerpo ni es un cuerpo» (DA 414al9-20).
726. Cf. supra 404b27-30 {corresponde al Frag. 30 dejenócrates, ed.
Heinze).
727. Cf. Aristóteles, Met. l028b24 ss. {Frag. 34, ed. Heinze).
728. Cf. Met. l036b36 ss.
729. O sea, las plantas siguen teniendo alma nutritiva y los animales,
alma nutritiva y sensitiva. El argumento es el siguiente: si de un número
o una unidad se sustrae un número, lo que queda es un número. Si uno
sustrae una parte del animal, en cambio, lo que queda es alma.
ARJSTÓTELES
732. 408b33-409al.
733. Para una discusión pormenorizada de la tesis aristotélica de que no
puede haber dos cuerpos en el mismo lugar, cf. Sorabji 1988: 66-78.
734. Ver Demócrito A 104 (DK}.
735. Cf. Platón, Timeo 36d-e.
ARJSTÓTELES
736. 408a2-5.
737. Esto es, como si el alma y las cosas (prágmata) fueran lo mismo
(cf. [Filópono], quien e_xplica este aserto haciendo notar que el alma
posee la potencia cognoscitiva; In Arist. De an. 175, 25-27) o, tal vez,
.como sugiere Temistio, <<por eso la producen (se. al alma) a 12artir de los
elementos, por creer que ella conoce de esta manera todáS las cosas»
(In Arist. De an. Paraph. 33, 4-5).
738. Es decir, de los elementos.
ACERCA DEL ALiviA 49
La agradable tierra en sus amplias coloraciones tuvo en suerte s
dos de las ocho partes de la resplandeciente Nestis, y cuatro de
Hefesto; entonces surgieron los blancos huesos 139 •
No es de ningún provecho, por tanto, que los elementos
estén en el alma, si no va a haber en ella también proporciones
y composición, pues cada [elemento] conocerá lo semejante,
pero nada conocerá <<hueso>> u <<hombre>>, a no ser que estos
también vayan a estar en [el alma]. Pero que esto es imposible 10
ni siquiera hay que decirlo, pues ¿quién podría preguntarse si
«piedra>> u <<hombre>> están en el alma? 140 • De modo semejante
sucede también con <<bien>> y <<no bien>> y del mismo modo
también respecto de los demás casos.
Además, dado que <<ser>> se dice de muchas maneras -pues
significa un <<esto», cantidad, cualidad y también·cualquier otra 1s
de las categorías distinguidas-, el alma, ¿se dará a partir de
todas ellas o no? No parece, sin embargo, que los elementos
sean comunes en todas ellas. Entonces, ¿se dará únicamente
a partir de aquellas cosas que corresponden a las sustancias?
¿Cómo, por tanto, también conoce cada una de las demás
cosas? ¿Q van a decir que hay elementos y principios propios
de cada género y que el alma se constituye a partir de ellos? 20
Será, por consiguiente, cantidad, cualidad y sustancia. Es
imposible, sin embargo, que sea sustancia y no cantidad [si
está constituida] a partir de los elementos de la cantidad. No
hay duda de que a los que argumentan que [está constituida]
a partir de todos [los elementos] les ocurren no solo estas
consecuencias, sino también otras semejantes. Pero también es
absurdo afirmar que lo semejante es impasible por acción de lo
entes prioritarios.
Por otra parte, todos los que dicen que el alma misma, por
conocer y percibir sensorialmente los entes, [se constituye] a
partir de los elementos y los que [hablan de ella] como lo que
especialmente pone en movimiento no hablan del alma en su
totalidad. En efecto, no todos los entes que tienen sensación
son capaces de poner en movimiento, pues parece que algu-
nos animales son inmóviles en cuanto al lugar y, al parecer, 20
745. Aquí aparece sugerida por primera vez la tesis de que el alma es
causa (cf. DA 412al9-21; 415b8-12); más adelante, la afirmación más
explícita (en 415bl0) de que el alma es causa como aquello desde donde
se origina el movimiento (i. e. <<causa·motriz») genera algunas dudas a la
interpretación atributista (cf. nuestra Introducción, sección 1.2).
746. Puede tratarse de una posición general sobre el alma; cf. Aristó-
teles, EN 1102a26-1103al0.
54 ARISTÓTELES
747. La forma.
748. Sobre la posibilidad de ciertos animales de seguir viviendo (por
una aparente presencia de <<alma>> en cada una de las partes en que
han sido divididos) cf. De iuvent. 468a23-29. Como se ve en este pasaje
de DA, los animales que siguen viviendo por un cierto tiempo después
de haber sido seccionados lo hacen porque en cada parte.seccionada
hay sensación (i. e. alma sensitiva). La explicación de Aristóteles del
fenómeno aplicado también a las plantas es que, aunque el alma nu-
tritiva es una en acto, es, no obstante, múltiple en potencia (De iuvent.
ACERCA DEL ALMA 55
una de las partes está presente la totalidad de las partes del 2s
UBRO II
757. Estos son los tres significados básicos de ousía en Aristóteles; como
se ve enseguida, el alma únicamente puede ser ousía (sustancia) en el
sentido de «forma». Para el «alma>> como ousía en el sentido de «causa
del ser» {y como lo que no se dice de un sujeto) cf. Met. 1017al5-16
752. Cf. MetVII 7-8.
ss ARISTÓTELES
·'
177. Este pasaje es, en cierto modo, decisivo para advertir la relevancia
de la sensación (aísthesis) como facultad cognitiva básica que, por así
decir, desencadena o «dispara>> facultades o ítems intencionales corno
la imaginación (phantasía), el deseo (órexis), el placer y el dolor. Por lo
general traduzco órexíspor «deseo» y epithymía por «apetito». El hecho
de que Aristóteles defina técnicamente epithymía como <<deseo de lo
placentero» (Top. 140b27; De par!. an. 66la8; Khet. 1370al7; DA 414b5-6)
hace pensar en un deseo irracional, de donde <<apetito».
172. Se refiere, claro está, al alma racional. Sobre las dudas que mani-
fiesta Aristóteles a lo largo de todo el tratado respecto de la posibilidad
de que pueda existir este tipo de alma separada del cuerpo me permito
remitir a la Introducción, sección 1.1, donde presento un argumento
conceptual y textual para mostrar que hay más razones para creer que
Aristóteles no suscribe la inmortalidad del alma después de la muerte,
que seria un caso de <<separabilidad» o, más precisamente, un caso de
una forma que no se da en un compuesto, violando un principio básico
del hilemorfismo. Gerson (2004: 352-353) especula que el intelecto no
es una función psíquica. Pero si ese fuera el caso, no ve0 cómo habría
que entender dianoetikón -una de las expresiones que usa Aristóteles
para referíse al alma intelectiva- en DA 414a31-32, donde es una entre
varías dynámeís (capacidades, facultades o <<funciones») del alma junto
con lo nutritivo, lo sensitivo, lo desiderativo y lo que mueve al animal
ACERCA DEL AL\1A
III
778. Pasajes como este muestran que boúlesisno puede interpretarse como
<<Voluntad» {tal como desafortunadamente todavía insisten en hacer algu-
nos intérpretes y traductores de Aristóteles, sobre todo de lengua española).
Este texto prueba, con toda claridad en mi opinión, que la boúlesis {una
forma estrictamente racional del deseo que, por tanto, solamente puede
estar presente en el ser humano) no puede entenderse como voluntad
en el sentido de una facultad {como tiende a hacemos pensar en nuestra
lengua -y en general en las lenguas modernas- la palabra <<Voluntad»).
Si en realidad boúlesis pudiese significar <<Voluntad», habña que explicar
:por qué Aristóteles hace depender la boúlesis de la <<facultad de desear>>
(la orektikón), la cual a su vez, debe depender de la facultad sensitiva (lo
aisthetikón). Que la boúlesis es una forma estrictamente racional del deseo se
ve también en DA 432b5-6 y 433a26-27, donde queda claro que cuando
el deseo está asociado a la parte racional del alma es boúlesis, en tanto que
cuando lo está a la parte irracional es apetito (epithymía) o cólera (thymós).
Cf. también EE 1223a26-27; un examen más o menos sistemático del
deseo o querer racional (boúlesis) puede verse en ENIII 4-5.
779. Como se verá enseguida, el «tacto lingual» {o «que se da en la
lengua>>; 423al7) es una forma especial de tacto, pues el gusto se en-
70 ARISTÓTELES
782. O sea, tal como hay una sola definición de <<figura>> (que debe
valer para todos los tipos de figura), así también hay una sola definición
de alma (que debe valer para todos los tipos de alma). Y hay una sola
definición de cada ente unitario porque las esencias son únicas, de
donde se sigue que sus definiciones -que son la expresión proposicio-
nal de tales esencias- también deben ser únicas. Cf. Met. 1006a31-b4
y nuestra Introducción, pp. e-el.
783. Para la comprensión de estas líneas me permito remitir a mi
argumento ex gradibus vitae en la Introducción, sección 1.1.
72 ARISTÓTELES
IV
Pero si hay que decir qué es cada una de ellas -por ejemplo,
qué es la [facultad] intelectiva, sensitiva o nutritiva, además
hay que decir antes qué es inteligir y qué sentir. En efecto, las
actividades y acciones son conceptualmente anteriores a las 20
·'
797. Es decir, el tener un límite y una proporción.
792. O sea, la de absorber alimento.
793. El que un contrario sea alimento de otro.
ACERCA DEL AU-1A 77
crecer [por lo otro]. Otros, en cambio, como dijimos, son
del parecer opuesto: el contrario [se alimenta y crece] con
el contrario, por cuanto lo semejante no puede ser afectado
por lo semejante, pero el alimento tiene que cambiar y ser
digerido. Pero el cambio es, para todas las cosas, hacia lo
opuesto o lo intermedio. Además, el alimento experimenta Js
una afección por obra de lo que recibe el alimento, pero esto
no [experimenta tal afección] por obra del alimento, corno 41Gb
tampoco el carpintero [experimenta una afección] por obra
de la materia, sino que esta la experimenta por obra de aquel.
El carpintero solo cambia desde el reposo hacia la actividad.
Hay una diferencia, no obstante, si el alimento es lo último
o lo primero que se agrega [al cuerpo]. Pero si ambas cosas
[son alimento], la [materia] no digerida y la digerida, se podria s
hablar de «alimento>> en ambos sentidos. En efecto, en tanto
no digerida, lo contrario es alimentado por lo contrario, y en
tanto digerida, lo semejante por lo semejante. Es evidente, por
tanto, que, en cierto modo, ambos se expresan correcta e in-
correctamente; pero puesto que nada que no participe de vida
se alimenta, lo animado será un cuerpo alimentado, en tanto 10
animado, de manera que también el alimento se relaciona
con lo animado, y no en un sentido accidental. Sin embargo,
es diferente <<ser alimento» y «ser facultad de crecimiento>>,
pues en cuanto lo animado constituye una cierta cantidad es
facultad de crecimiento, pero en cuanto es un «esto>>, es decir,
una sustancia, es alimento, pues [este] conserva la sustancia
[del viviente], el cual existe en la medida en que se alimenta.
Y es productor de generación, no del [individuo] que se ali- 1s
menta, sino [de un individuo que es] como el que se alimenta.
Pues la sustancia de este [último] ya existe, y nada se genera
a sí mismo, sino que se conserva. De manera que el principio
del alma es una facultad tal que conserva a lo que la tiene en
cuanto tal, en tanto que el alimento le permite actuar. Es por
eso que, si está privado del alimento, no puede existir. Pero 20
78 ARISTÓTELES
·'
794. Esto es, la facultad o alma nutritiva.
795. Probablemente en el tratado perdido Sobre el alimento.
79
embargo, una diferencia [entre los dos casos]: los objetos que
producen la actividad, i. e. lo que se ve o se oye y, de modo
similar, el resto de los sensibles, son exteriores. Y la razón
de ello es que la sensación en acto lo es de los particulares,
en tanto que el conocimiento lo es de los universales y estos
están, en cierto modo, en el alma misma201 . Es por eso que 25
pensar depende de uno mismo, cuando quiere, pero sentir no
depende de uno mismo pues debe haber un objeto sensible.
De modo semejante es también esto en el caso de los conoci-
mientos de los objetos sensibles y [tal conocimiento] se debe a
la misma causa: a que los sensibles lo son de los particulares
y de las cosas extemas202 • Habrá una ocasión apropiada más
VI
VIII
IX
122a los que toman aire tienen una cubierta [para dicho órgano
sensorio], que se descubre cuando respiran porque sus venas
y poros se dilatan. Es por eso también que los [animales] que
respiran no huelen en el agua: pues es necesario que huelan
s mientras están respirando; no obstante, es imposible hacer
eso en el agua. Sin embargo, hay olfato de lo seco, tal como
hay sabor de lo húmedo; el órgano sensorio del olfato, en
cambio, es de tal índole en potencia.
101
XI
250. Tal vez Aristóteles está pensando en los animales que tienen
éscamas, caparazones o coberturas semejantes.
257. La carne. La apaña concerniente al tacto se divide en dos partes:
{i) por un lado, lo que puede preguntarse es si el sentido del tacto es uno
o hay más de uno, y {ii), por el otro, cuál es el órgano sensorio del tacto:
si la carne, o la carne es el medio y otro es el órgano sensorio primario
(lo proton aisthetérion). Si Aristóteles quiere mantener la coherencia de su
tesis de que solamente hay cinco sentidos (DA 424b22-24), el sentido
del tacto debe ser uno solo y, por ende, también debeña haber un
solo órgano sensorio correspondiente a ese único sentido. La duda de
Aristóteles es, sin embargo, atendible, porque el tacto, a diferencia del
resto de los sentidos que poseen una sola contrariedad en sus sensibles
{vista: blanco-negro; oído: agudo-grave; gusto: amargo-dulce, etc.),
tiene varias contrariedades entre sus sensibles propios: caliente-frío,
suave-rugoso, seco-húmedo, etc. Con el propósito de minimizar la
aparente diferencia entre el tacto y el resto de los sentidos Aristóteles
procede enseguida (DA 422b25 ss.) a mostrar que también los demás
sentidos pueden tener más de dos contrariedades, aunque finalmente
termina por volver a su duda inicial, reconociendo que las contrarie-
dades del tacto no pueden reducirse a un único género subyaéente de
lo tangible (422b32-33).
252. El corazón; cf. De part. an. 656a27-28: <<Que el principio de las
sensaciones es el lugar en tomo del corazón se ha determinado antes
106 ARISTÓTELES
254. La carne.
255. El aire es el medio (transparente) de las sensaciones visuales y,
accidentalmente, el medio de los olores (cf. De sensu 439a21-25; 442b28-
443a3, pasajes citados por Bodéüs 1993 ad loe.). Pero véase también
DA 418b4-9, 419a32, 419bl8-19, 420a4-5 et passim
256. Las sensaciones o percepciones son un cierto tipo de movimiento
o proceso: DA 416b32-35.
257. Traduzco aisthetéria literalmente, aunque el pasaje también sugiere
que no se refiere únicamente a los órganos sensoriales, sino también a
los sentidos. En efecto, vista, oído y olfato son sentidos (aisthéseis), ~o
órganos sensoriales (para un problema similar respecto de la relación
aisthéseis-aisthetéria cf. supra 417a3-4 y mi nota ad locum).
258. Se entiende en los animales que no tienen carne; cf. supra
422b21.
108 ARISTÓTELES
el tacto son uno y el mismo sentido; pero por ahora son dos,
por cuanto no son convertibles.
Se podría plantear la siguiente dificultad: si todo cuerpo
tiene profundidad -y eso es la tercera dimensión- y si entre
dos cuerpos hay un cuerpo intermedio, no es posible que
dichos cuerpos estén en contacto recíproco. Pero lo húmedo
25 no existe sin un cuerpo; tampoco lo mojado, sino que tiene
que ser agua o tener agua. Sin embargo, los [cuerpos] que
están en contacto recíproco en el agua, dado que sus extre-
midades no están secas, deben tener un agua intermedia y
sus extremidades están llenas de ella. Pero si esto es cierto, es
imposible que una cosa esté en contacto con otra en el agua
y, del mismo modo, en el aire. El aire, en efecto, se compor-
Jo ta de la misma manera en relación con las cosas que están
cuerpo] mojado.
Ahora bien, la cuestión es si la sensación lo es de todas
las cosas de manera similar o si de unas cosas [lo es de un
modo y de otras] de modo diferente, tal como ahora parece
que el gusto y el tacto [operan] por estar en contacto, en tanto
que los demás [sentidos lo hacen] a la distancia. Este, sin em-
5 bargo, no es el caso, sino que percibimos sensorialmente lo
·'
259. O sea, el cuerpo es el medio del sentido del tacto.
260. La lengua.
ACERCA DEL Aw\i!A 109
XII
268. El símil del alma con la cera ya aparece en Platón, Teeteto 19lc-
d. Lo que queda en la aísthesis es la marca, i. e. la «forma sensible»,
esto es, los qualia del objeto sensible. Lo que Aristóteles parece estar
enfatizando en el símil es que la aísthesis es afectada, i. e. movida en
el sentido de un cambio cualitativo por un objeto sensible que deja su
marca o huella en ella. Esa huella es la forma sensible sin materia, y eso
es así porque el anillo (es decir, el aisthetón u objeto sensible exterior,
que ya es en acto} impresiona la aísthesis no en lo que ella tiene de
material, sino en lo que tiene de formal (en el caso de un objeto visible,
su «visibilidad>>. Para más detalles sobre este importante pasaje véase
nuestra Introducción, sección 3.2).
269. El <<órgano sensorio prioritario>> (aisthetérion próton) es el corazón
(cf. De sensu 439al-2; cf. también De part. an. 656a27-28), pero en este
pasaje Aristóteles puede estar pensando más bien en aquello en lo cual
se actualiza una facultad anímica determinada: en el ojo, la vista; en la
lengua, el gusto; en la nariz, el olfato, etc. (cf. supra 422b22-23}.
270. Es decir, la facultad o capacidad (djnamis) de recibir la forma
sin la materia.
ARISTÓTELES
UBROIII
277. Es bastante claro que en este pasaje (como en 434b 15) el término
ósphrensis hace referencia al sentido (y, por tanto, a la facultad) del ol-
fato. En otros contextos tiene un significado más preciso y Aristóteles
lo usa para referirse al <<sentido en acto», es decir, a la acción de oler
u <<olfacción».
118 ARISTÓTELES
278. O la «gelatina del ojo>> (eye jelly) o «cuerpo vi treo» del ojo (como
diñamos en español), como prefiere traducir kóre Sorabji para que su
tesis de que el ojo mismo se colorea en el acto de versea más plausible
(cf. su 1979: 49, n.22 y su 1992: 209-210).
279. Debe entenderse «algún otro cuerpo simple», es decir, algún otro
elemento además de fuego, aire, agua y tierra. Cf. Met. V 2.
280. Los cuatro elementos del mundo sublunar (para cuyo movimiento
cf. DCI 8). Naturalmente, el antecedente de este condicional es verda-
dero para Aristóteles pues en el dominio que se encuentra por debajo
de la esfera de la luna, no hay más que los cuan-o elementos o cuerpos
simples recién mencionados. Como se sabe, en la química aristotélica
hay un quinto elemento, el éter, pero dicho elemento pertenece al
dominio que está por encima de la esfera de la luna (eJ cielo) y es el
constitutivo elemental de los cuerpos celestes (cf. DCI 3). Pero, como
se ve, Aristóteles restringe el alcance de la cláusula que funciona de
antecedente al dominio terrestre.
ACERCA DEL ALMA 119
287. La editio minorde Ross tiene henós; la maior (Ross 1961), no.
282. Siguiendo a Ross, omito traducir kinései en 425al7. Para las
razones de esta omisión remito a Ross 1961: 270. Rodier (1900: 354-
356) ofrece razones para conservar kinései y rechazar la enmienda de
Torstrik (koiné(i)).
283. Porque la figura (schéma) lo es de un cuerpo extenso.
284. O sea, la vista solamente ve objetos visibles, el gusto solamente
gusta objetos gustables, el oído solamente oye objetos audibles, etc.
Lo que probablemente está pensando Aristóteles es que la sensoper-
cepción lo es de una cantidad discreta, y por eso de un <<número» (cf.
Cat. 4b31-32)
285. Este pasaje es importante para mostrar que, en caso de que el
sentido propio de los sensibles comunes sea el <<sentido común» (o
«general>>; koine aísthesis), este no puede ser una facultad independiente
entendida como un sentido adicional además de los cinco sentidos.
Sobre el particular, véase la Introducción, sección 3.2.3.
286. Es decir, cuando coinciden dos cualidades de un mismo objeto;
por ejemplo, la miel, que es amarilla y dulce.
120 ARISTÓTELES
más que por accidente; por ejemplo, [en el caso de] «hijo de
Cleón>>, [lo que percibimos] no es que es «hijo de Cleón>>,
sino que es «blanco>>, y a esto le sucede accidentalmente «ser
hijo de Cleón>>287. De los [sensibles] comunes ya tenemos un
sentido común, [que resulta ser] no accidental. No hay, por
tanto, [un sentido] propio [para ellos], pues [en caso de que lo
hubiera] no lo percibiríamos sensorialmente de ningún otro
288
3o modo más que como ya se ha dicho • Los sentidos perciben
II
tal como es lo mismo [lo que] dice que el bien y el mal son
2s diferentes, así también cuando dice que uno es diferente [de
otro], también dice que este otro es diferente de aquel. Y el
«cuando» no es accidental -quiero decir, por ejemplo, <<aho-
ra digo que [uno y otro son] diferentes>>, no que <<ahora son
diferentes»-, sino que [es lo mismo lo que] de este modo dice
«ahora» y <<que ahora [son diferentes»)3°3 • [Lo que discierne]
es, por tanto, simultáneo, de modo que es inseparable y se da
en un tiempo inseparable30~. Sin embargo, es imposible que
lo mismo, en cuanto es indivisible, sea puesto en movimiento
3o simultáneamente con movimientos contrarios, es decir, [que
303. Cf. Phys. 186a34. Es decir, ahora puedo expresar que entre x ·
e )' hay una diferencia sin decir que la hay ahora. La discriminación
sensible <<conoce» (no accidentalmente) una diferencia que se da simul-
táneamente en el objeto («amarillo>> y <<dulce>>). Para la comprensión
de esta difícil línea cf. Bodéüs 1993: 210, n. 4.
304. <<Inseparable (achóriston), dicho del objeto y del tiempo, es sinó-
nimo de «indivisible>>, como se ve enseguida. O sea, tanto la facultad
como el tiempo en que opera son <<simultáneos», e~, decir, son uno y
el mismo.
305. Cf. De sensu 449a8.
306. Met. l039a7.
ACERCA DEL AL\4A 129
III
IV
son diferentes- es diferente. Sea, pues, [su <<qué era ser>>] el dos;
lo discierne, por lo tanto, con otra [facultad] o [con la misma]
pero dispuesta de otra manera. En general, por consiguiente,
como las cosas son separables de la materia, así también
lo son las que se refieren al intelecto. Se podria plantear la
siguiente dificultad: si el intelecto es simple e impasible y no
tiene nada en común con ninguna otra cosa, como sostiene
Anaxágoras, ¿cómo inteligirá, si inteligir consiste en padecer 25
una cierta afección -en efecto, en tanto es algo común a dos
cosas, en un sentido parece actuar y en otro padecer-3-1° y si
además también [el intelecto] mismo es inteligible? Pues, o
bien el intelecto se dará en las demás cosas -si él mismo no
es inteligible según otra cosa y si lo inteligible es algo uno
en especie-, o bien tendrá algo mezclado [en él], que lo hace
inteligible como a las demás cosas. Ya se ha distinguido antes 3o
347. Para la imagen del alma como una tablilla cf. Platón, Teeteto
19lc-d y Filebo 39a-b.
342. Es decir, el intelecto, que es pura inmaterialidad, es un perfecto
ejemplo de que en lo que carece de materia lo que intelige y lo inteligido
son lo mismo. Cf. Met. XII 1074b34-35: nóesis noéseos.
343. Este es otro adelant•) det <<intelecto paciente» del siguiente ca-
pítulo; dicho de otra manera, el intelecto paciente no es más que el
intelecto en su capacidad de inteligir. Este es el modo en el que puede
darse el intelecto en los humanos, pensando a veces y otraS veces, no.
344. Es decir, el intelecto es una potencia o facultad (djnamis) de los
inteligibles sin materia, porque posibilita inteligir tales inteligibles. En
este sentido constituye él mismo la facultad de pensar.
145
V1
366. Traduzco el crux interpretum tal como lo da Ross 1961 ad loe.; Biehl
1896 lee: him eínai autó{i}, en cuyo caso habría gue traducir «lo cog-
noscente debe estar en potencia y [los contrariosj deben ser uno para
ello>>. Tal vez la salida mejor es seguir la lectura de los codd. LX<:Pic y
leer hen eínai en autó{i}: <<lo cognoscente debe estar en potencia y [los
contrarios] deben ser uno en ello». O sea, los contrarios son uno en
lo cognoscente en la medida en que el conocimiento de uno de los
contrarios implica también el del otro.
367. Ross, siguiendo a Torstrik (cf. también Hicks 1907: ad locum)
atetiza tón aitíon (innecesariamente, a mi juicio). Es probable que
Aristóteles esté pensando en las categorías que carecen de contrarios:
sustancia y cantidad (cf. Cal. 3b24-4a9); eso que carece de <<Un contrario
de las causas», que es acto y es separable debe ser un indivisible o «la
esencia misma del indivisible o del ser del uno>> (Bodéüs 1993: 233,
n. 6). Esto, no obstante no explica lo «de las causas»; pero, uno podría
entender el pasaje si sugiere que ese ítem indivisible, que constituye la
más propia esencia o ser de la unidad del objeto mismo, es su propia
causa. Como admite Hicks (1907: 523), que piensa que las palabras tón
aítion están «fuera de lugar», la gnoríz.on {430b24), <<lo que conoce», es
ello mismo un aítion (cf. Polansky [2007: 477 y Berti 2004a: 83, n. 21).
368. En realidad, tanto la afirmación como la negación presuponen la
estructura «S es P», donde P es el «algo» que se dice y S el «de algo»
(ti katá tinos), del cual se lo dice. Esa es la razón de q,ue Ross y otros
editores prefieran la corrección de Torstrik (apóphasis) en 430b27, ya
ACERCA DEL ALMA 153
VII
370. Esto es, el objeto sensible extramental hace que la facultad sen-
sitiva pase de su estado potencial (i. e. el estado que tiene en cuanto
facultad) a su estado actual; por ejemplo, el objeto visible hace que la
facultad o sentido de la vista pase a su estado de actualidad y haga que
el ojo sea «ojo vidente». Pero en el proceso de activación de la facultad
sensitiva el objeto sensible no es afectado ni alterado.
377. Esta definición de movimiento (kínesis) debe compararse con la
que da Aristóteles en Phys. 20lall, donde en vez de enérgeia («acto»)
usa entelécheia (<<actualidad>>, <<actualización»). La palabra entelécheiaen la
definición de movimiento (cf. también Phys. 251 a9-10) presenta muchas
dificultades: se ha interpretado como <<actualización», <<actualidad» o,
simplemente, <<acto». El hecho de que etimológicamente la palabra
sugiera un estado (<<lo que tiene un fin en sí mismo», como conjetura von
Fritz [1938], 66) más que un proceso hacia un estado parecería indicar
que es más correcto traducir por <<actualidad» el griego entelécheia. Si
se interpreta la palabra como <<actualización» o «realización» se estaría
definiendo el movimiento e introduciendo tácitamente en el definiens
la noción de proceso, con lo cual la definición se tomaría circular (cf.
Tomás de Aquino, In Phys., Lib. III, Cap. l, Lectio II, n. 2; citado por
ARISTÓTELES
Kosrnan (1969), 41, n. 6). Ross ([1979), 536-537) sostiene que la «actu-
alización» (así interpreta entelécheia) es el pasaje de la potencialidad a
la actualidad (que es una kínesis). Por ejemplo, una alteración sería la
entelécheia de lo que puede ser (o llegar a ser) alterado, crecimiento o
decrecimiento lo son de lo que puede crecer o decrecer y así ocurre
también en las demás formas de cambio. La distinción de Ross entre
«posibilidad de ser» y <<posibilidad de devenir>> fue criticada por
Kosrnan, quien sugirió que Aristóteles define el movimiento corno la
actualidad, que es la actividad de un sujeto que es en potencia diferente
de lo que es en realidad en este momento ([1969), 54-58). Así entendida
la definición, se evita la circularidad, por cuanto Aristóteles distingue
actos o actividades (enérgeiaz) de movimientos o cambios (kinéseis). En
este punto puede resultar de utilidad recordar la distinción aristotélica
entre actos o actividades y movimientos o cambios. Según Aristóte-
les, la palabra <<acto» (o <<actividad», enérgeia), que también se aplica
a <<actualidad» (entelécheia), _consiste en el existir de la cosa <<pero no
como cuando decimos que tal cosa está en potencia>> (Me t. l048a31-32;
enérgeia to hypárchein la prágma). La diferencia entre actos o actividades
y movimientos o cambios reside, fundamentalmente, en la relación
que tales actos y movimientos tienen con sus fines. Un movimiento
(kínesis) no es un fin, sino que se relaciona, aspira o apunta hacia un fin.
Es imperfecto o incompleto (atelés) porque su perfección o completitud
solo se logra cuando la kínesis ha llegado a su fin cf. supra n. 199.
372. Cf. EN 1139a21-22.
373. O sea que hay un sentido en que la facultad desiderativa (to
orektikón) es solamente otra manera de hablar de la facultad sensitiva
(to aisthetikón). Hay un sentido, sin embargo, en que son diferentes
(<<su ser, sin embargo, sí es diferente») porque el sentir rto se reduce al
deseo; también experimentar un placer o un dolor, percibir blanco o
dulce, etc., es<<sentir», pero no son estrictamente <<deseo» (al menos no
lo son los actos de percepción de cualidades sensibles).
ACERCA DEL AL"'A 157
3
Las imágenes son corno perceptos para el alma intelec-
¡.¡ 1s
374. Cf. AnPo. II 19, 99b36-37, donde también habla de los <<perceptos»
que quedan en la mente, i. e. los rastros sensibles de la sensación. La
palabra aísthema también aparece en 432a8 (cf. nota ad loe. y De mem.
450a30). Como sugiere Hamlyn (1993 ad locum), su•uso recuerda la
estrecha dependencia que encuentra Aristóteles entre el alma inte-
lectual y la sensitiva, la cual se encuentra inmediatamente antes en la
jerarquía del argumento ex gradibus vitae (cf. Introducción, sección 1.1).
375. O sea, perseguir algo porque se cree que es bueno es afirmarlo;
evitar algo porque se cree que es malo es negarlo o, dicho de otro modo,
la persecución es a la afirmación corno la evitación es a la negación
(EN 1139a21-22}. Lo que Aristóteles parece querer dejar en claro en
]a analogía es que cuando uno afirma o niega una noción práctica o
evaluativa (bueno, malo, etc.) se produce un cierto movimiento en el
plano de la acción, a diferencia de lo que sucede en el caso del uso
teórico de la razón: de la afirmación de una proposición (o de dar por
cierta una proposición) no se sigue nada en el plano práctico. Sobre
este importante tema en la explicación aristotélica de la acción, cf.
Aristóteles, De motu 701 a8-13, donde queda claro que la conclusión de
un silogismo teórico es una proposición especulativa (theórema) y la de
un silogismo práctico, en cambio, es una acción {práxis) o, para los que
se resisten a admitir que Aristóteles efectivamente haya pensado que la
conclusión de un silogz5mopráctico sea una acción, la conclusión de ese
tipo de silogismos es, de todos modos, una proposición que siempre
implica una acción: «como>>, «camino», «no como», «bebo» (De motu
701a32-33; EN 1147a31).
376. O el <<cuerpo vitreo» del ojo; cf. Sorabji 1979 y Lawson-Tancred
1986 ad loe.
377. Ross 1961 ad loe. anota en el aparato critico: sententia non completa.
Uno podría entender esta última afirmación en el sentido de que,
ARISTÓTELES
VIII
397. Se refiere a Platón (cf. República 436a; 439a; 580d; Fedro 246a-b;
253c; Timeo 69c).
392. Esta es la posición del propio Aristóteles: <<Ahora bien, antes se
dijo que dos son las partes del alma, la que tiene razón y la irracional;
debemos dividir ahora del mismo modo la que tiene razón. Demos
por sentado que las partes que tienen razón son dos: una es aquella
mediante la cual hacemos una consideración teórica de entes tales que
sus principios no pueden ser de otro modo; otra, aquella mediante la
cual hacemos una consideración teórica de los entes que pueden ser
de otro modo. [... ] Uámese a la primera <<científica>> y a la segunda,
<<calculadora>>, ya que deliberar (bouleúesthaz) y calcular (logízesthaz) son
lo mismo y nadie delibera sobre lo que no puede ser de otro modo».
ARISTÓTELES
con las diferencias por las cuales hacen estas distinciones, evi-
dentemente también otras partes, acerca de las cuales también
hemos hablado ahora, tienen una extensión mayor que estas:
Jo la nutritiva, que se da no solo en las plantas sino también en
XI
403. La opinión.
404. Es decir, a la imaginación (tal vez porque sin imaginación no
hay opinión, que es una expresión del pensar). Las líneas 4-34al0-ll
son particularmente difíciles de entender: en primer lugar, no es com-
pletamente claro cuál es el sujeto de <<no parece» (me dokein); muchos
intérpretes piensan que el sujeto debe ser los animales irracionales de
434a6. En segundo lugar, en 434all hay un problema textual (sigo la
lectura de los codd.: haúte de ekeínen). Algunos traductores (Hicks 1907
ad loe.; Barbotin 1966 ad loe.; Theiler 1994 ad loe.; Movia 2001 ad loe.)
interpretan el articulo femenino de la expresión tén ek syllogismoú en
434al1 como retomando a <<imaginación»; uno, sin embargo, podria
pensar que ese no puede ser el caso pues en la teoria general de la
phantasía aristotélica no hay nada que nos permita inferir que Aristóteles
sostenga que la imaginación pueda seguirse de un cierto tipo de racioci-
nio (una phantasía se sigue de una aísthesis), aunque sí hay razones para
pensar que cierto tipo de opinión se siga de un syllogismós (salvo que se
interprete la phantasía logistiké como una phantasía «impregnada>> de
un componente evaluativo-racional, pero eso es solamente una forma
metafórica de hablar de la imaginación racional}. Polansky (2007: 531)
convincentemente muestra que no hay necesidad de que el sujeto de
dokein en 434a10 sean los animales irracionales, sino que puede ser
phantasía, pues incluso la imaginación deliberativa o racional carece de
opinión en la medida en que no es ella la que hace el cálculo racional
por medio de las imágenes, sino que debe ser otra facultad. Aunque
Polansky también cree que en 434all hay que mantener la lectura de
los codd. (haúte de ekeínen), no encuentro satisfactoria su interpretación
de ese giro («this [calculative capacity] has that [opinionH, pues en el
contexto no hay ninguna expresión de género femenino (de entre las
utilizadas por Aristóteles) para designar a la facultad calculadora Desde
luego que Polansky no puede estar pensando que la «capacidad calcu-
ladora>> de la que habla es la expresión he bouleutiké de 434a7, pues esa
es una versión abreviada para hablar de la «imaginación deliberativa>>
que, como correctamente observa Polansky, también carece de opinión.
Mi sugerencia, entonces, es que el sujeto de dokein en.434al0 puede
ser <<imaginación» y que se trata de un nuevo argumento en contra de
la definición platónica de phantasía como una combinación de opinión
y sensación (DA 428a25-26). Que «esta (i. e. la opinión) contiene a
ACERCA DEL ALMA 173
aquella» {i. e. a la imaginación) debe significar que, (i) dado que no hay
pensamiento sin imaginación (pues todo pensamiento se da a través de
imágenes), y (ii) dado que la opinión es ya pensamiento, entonces (iii)
la opinión contiene o implica ya imaginación. En mi traducción queda
claro que el articulo tén del giro ten ek syllogismou retoma <<opinión».
405. Aunque algunos intérpretes creen que es dudase cuál es el sujeto
de <<vence», me parece relativamente claro que debe ser el deseo (órexis)
de la sentencia anterior, es decir, alguna forma de deseo irracional, la
misma que <<no contiene ningún factor deliberativo».
406. Como he sugerido en la línea anterior, es relativamente claro
que al comienzo de la sentencia el <<deseo que no tiene un factor
deliberativo» debe ser el deseo irracional (de hecho, la palabra órexis
es el término genérico para <<deseo», cuyas especies son <<deseo racio-
nal» (hoúlesis, una forma estrictamente racional del deseo), «cólera» o
«Ímpetu>> (thymós) y <<apetito» o «deseo irracional» (epithymía). El deseo
que no contiene ningún factor deliberativo debe ser aquí el apetito
(epithymía) o el ímpetu (thymós). En tén boúlesin, «al deseo racional», lo
cual confirma que el conflicto es entre tipos de deseo, y que el único
deseo que puede contener un factor deliberativo es, precisamente, la
boúlesis, un deseo cuyo contenido desiderativo coincide con la razón
recta (cf. EN ll39a24-25).
407. Como indiqué en la nota anterior, el conflicto es entre deseos.
En sus discusiones técnicas sobre la noción de incontinencia queda
claro que para que haya akrasia debe haber un conflicto entre «apetito»
(epithymía) y «razón» (lógos), la cual coincide en el plano desiderativo
con el contenido del «deseo racional» (hoúlesis). Pero dado que los
animales irracionales no tienen boúlesis, y por cierto tampoco deliberan
ni tienen razón, el estado propio de estos animales es determinado
por la naturaleza, de modo que nadie los llamaría «incontinentes»
(EN 1148b31-32).
408. El deseo más elevado es la hoúlesis, «el deseo del bien» (RheL
174 ARJSTÓTELES
XII
todas las cosas que son por naturaleza existen en vista de algo
o [de no ser así] serán coincidencias de lo que es en vista de
algo. Ahora bien, si todo cuerpo fuera capaz de trasladarse y
434b no estuviera dotado de sensación, perecería y no alcanzaría su
476. Hamlyn piensa que estas palabras deberían ser eliminadas (cf.
1993: 73, n. 1); tal vez tiene razón pues no parecen ser relevantes para
el argumento. Sin embargo, en ausencia de una explicación adecuada,
las mantengo y traduzco.
477. Es decir, por el hecho de carecer de sensación.
47 8. En este caso el signo diacrítico [ J indica que Ross_,elimina estas
palabras.
479. Aristóteles omite no solo el tacto (del que está hablando}, sino
también el gusto que, en cierto modo, es una forma de tacto (cf. DA II
ACERCA DEL ALMA 179
por eso que las plantas no tienen sensación, porque son de 43Sb
tierra. Pero sin tacto no puede haber ningún otro [sentido],
y el órgano sensorio de dicho sentido no es de tierra ni de
ningún otro elemento. .
Es manifiesta, entonces, la necesidad de que los animales 5
mueran cuando están privados de este solo sentido, pues ni
es posible que lo que no es un animal tenga este [sentido] ni
que, si es un animal, deba tener otro [sentido] excepto este. Es
t82 ARISTÓTELES
también por esto que los demás sensibles -como color, sonido
y olor- no destruyen al animal con sus excesos, sino solamente
10 los órganos sensorios, a no ser que, accidentalmente, junto con
l. ALEJANDRO DE AFRODISIA
·'
7. Alexandri Aphrodisiensis, Praeter commentaria scripta minora (ed. Ivo
Bruns), Berlín, 1887-1892.
APÉNDICE 189
2. FILÓPONO
2.1 IN AlusT. DE AN. 2, 8-3, 25; 534, 16-538, 19; 539, 13-540,
13; 540, 18-542, 18 10
·'
77. Plotino, V 3, 14, 17; VI 7, 35, 36.
72. Platón, Timeo 28a.
73. Platón, Fedón 66d.
APÉNDICE 195
74. Plotino, I 3, 3.
196 SELECCIÓN CRÍTICA DE TEXTOS/ MARCELO D. BOERI
3. TOMÁS DE AQUINO
4. SoFoNiAs
A D
Aecio: LXXIV, 22, 23, 52. Demócrito: XLVII, LXXXII, LXXXIII,
Alejandro de Afrodisia: cxv, LXXXIV, LXXXV, LXXXVII, LXXXVIII,
CXVI, CLXXXIII, CLXXXVIII, 46, LXXXIX, 14, 17,21,31,46,47,88,
61, 183, 188. 89, 132.
Anaxágoras: LXXVI, LXXXIII, Diógenes de Apolonia: !.,XXXII,
LXXXV, LXXXVI, LXXXVII, LXXXVIII, 22.
CXIV, CXVIII, CLXXXII, 15, 16, 17, Diógenes Laercio: 22, 23, 52.
21, 24, 139, 143, 220. E
Aristóteles: VII, X, XIII, XIV, XV,
Ecfanto: 15.
XVII, XVIII, XX-LVI, LVIII, LIX,
Empédocles: LXXX, XCI, XCII,
LX, LXI, LXIII, LXIV, LXVI, LXVIII-
XCIII, 18, 23, 41, 49, 50 1 75, 88,
LXXX, LXXXII-CLVIII, CLX-CXCII, 131, 149. • .,·
CXCIV-CCIII, CCV-CCXVIII, 2-21,
Epicteto: CLXXXVIII.
23, 24, 25, 28, 31-36, 39, 40, Estobeo: LXXIV.
41, 42, 43, 44, 52, 54, 55, 57, 58,
59, 60, 61, 63, 66, 68, 69, 70, 71, F
74,79,80,81,83,85,86,88,89, filópono: IX, LXXXIV, CXV{, CfiLII,
92, 96, 97, 98, 99, 105, 106, 109, CLIV, CLXIV,· CLXXXVIII, 8; 9, 14,
113, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 18, 25, 39, 48, 106, 115, 116,
121, 123, 124, 125, 126, 131, 132, 136, 140, 162, 183, 204. '
133, 134, 135, 136, 138, 140, 141, G
142, 143, 145, 146, 147, 148, 149, Gundisalvo: 88.
150, 152, 153, 155, 156, 157 158, H
159, 160, 161, 164, 165, 169, 171,
Homero: 17, 95, 131.
173, 174, 176, 177, 179, 181, 182,
184, 186, 188, 190, 191, 196-205, J
207,210,212,214,215-222. Jenócrates: XCXIV, 20,45, 46.
Arquitas de Tarento: 15. M
B Marino: VIII, 197, 198, 199,200,
Buenaventura: 88. 201,203.
e p
Clemente de Alejandría: 52. Platón: XIV, XXI, XXX, XXXII, XLII,
XLIV, XLVIII, UV, LVIII, UX, LXJI.'VI,
228
·'
229
ÍNDICE DE LUGARES
PRóLOGO 1 VII
lNTR.ODUCCIÓN 1 XIII
l. Una nueva rehabilitación de Aristóteles a partir del
De anima 1 XIII
2. Aristóteles, los presocráticos y Platón 1 LXXX
3. El De anima, sus trasfondos metafísicos, sus
compromisos ontológicos y su importanciá para la
teoña de la acción y la epistemología
aristotélicas 1 CN
4. La presente traducción 1 CCXVI
Postcriptum 1 CCXIX
Abreviaturas de las obras de Aristóteles citadas y de
otras obras y autores 1 CCXX
Variantes textuales 1 CCXXJ
Bibliografía 1 CCXXV
ARISTóTELES
De anima
LIBRO I 1 3
I 13
II 1 13
III 1 27
IV 1 39
V 1 47
LIBRO II 1 57
I 1 57
II 1 63
III 1 69
IV 1 73
V 1 79
VI 1 85
VII 1 87
VIII 1 91
IX 1 97
X 1 101
XI 1 lOS
XII 1 113
LIBRO III 1 117
I 1 117
II 1 123
III 1 131
IV 1 139
V 1 145
VI 1 149
VII 1 155
VIII 1 161
IX 1 163
X 1 167
XI 1 171
XII 1 177
XIII 1 181
APÉNDICE 1 183
Cuatro interpretaciones de la noética aristotélica:
Alejandro, Filópono, Tomás de Aquino y
Sofonías 1 183
l. Alejandro de Afrodisia 1 183
2. Filópono 1 193
3. Tomás de Aquino 1 208
4. Sofonías 1 219
Índice de nombres antiguos y medievales 1 227
Índice de nombres modernos 1 229
Índice de lugares 1 231
COLIHUE ([CLÁSICA
TíTULOS PUBLICADOS
C:OLIHUE
11111111111/1111111111 e.com.ar
36260076