FM2 Virtudes Cardinales y Teologales
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CAMINO DE PERFECCIÓN
APORTE DEL H LUCIO BLANCO SOTOMAYOR
La palabra “virtud” deriva del “LATIN” virtus, virtutis, que significa fuerza, poder o
potestad. Es por lo tanto una capacidad espiritual, una fuerza esencial divina, por
excelencia, que crece y se aviva con la actividad, y por lo tanto alienta al iniciado y lo
capacita para la lucha interior, contra las bajas pasiones y tendencias, los malos hábitos
y las inclinaciones negativas. Para realizar el bien y perfeccionar la naturaleza inferior.
Según el camino de la virtud es absoluto por cuanto conduce a una realidad espiritual
que lleva el signo de la perfección. El ser humano en general tiene tendencia a la vez
hacia el bien, y el mal, ambas en apariencia, son duales en esencia es trino y en lo
absoluto es “UNO”.
Esta dicotomía en el ser humano, que se encuentra atrapado entre dos fuerzas o
principios que constituyen el sello que marca el mundo de los efectos y la ley que
gobierna toda la manifestación, y se pueden equilibrar a través del ESTUDIO DE LA
CIENCIA Y LA PRÁCTICA DE LAS VIRTUDES.
Al hablar de las pasiones, por no decir instintos, nos referimos a uno de los vehículos o
formas de expresión humana. Una tendencia instintiva es una necesidad interna que
busca ser satisfecha. Es una necesidad continua, que solo desaparece cuando es
satisfecha, de la misma manera que el hambre desaparece después de comer, o el
deseo sexual después de un orgasmo. Las dos principales tendencias instintivas que
dominan el comportamiento humano son la tendencia libidinosa y la tendencia agresiva.
Lo más bestiales instintos, pueden presentarse como obras de amor para el místico;
como ideas en el intelectual; como necesidad de acción en el hombre de voluntad. Para
saber diferenciar un instinto, lo único que puede darnos la pauta es su FINALIDAD.
Todo aquello que sabotee la línea espiritual que el hombre se propone seguir, es un
instinto; por lo tanto, se trata de un enemigo y ante el enemigo, solo caven dos
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posibilidades: Matarlo o que nos Mate. Los tratados de paz, no son más que intervalos
para poder armarse mejor.
Al instinto, hay que tratar de matarlo, es decir, canalizarlo, (toda muerte no es más que
una re-canalización). Para canalizar un instinto, no hay nada mejor que mantener la
mente en la región de los elevados pensamientos.
Según EVAGRIO PÓNTICO, monje griego, de los padres del desierto (345 - 399 d.C),
considera que los (3) impulsos fundamentales humanos son: COMER (gula)
SEXUALIDAD (lujuria) y. (avaricia) y que, han de dominarse mediante un ascesis,
entendiendo por “ASCESIS” todo aquello que en la vida espiritual es ejercicio,
esfuerzo, lucha y privación contra sí mismo y contra todo aquello que obstaculice el
camino correcto de perfeccionamiento espiritual. En suma de lo que se trata realmente
es de la “Disciplina”, no para aplastar los instintos sino para formarlos a fin de que
estén a nuestra disposición como una fuerza potencial. Si reconocemos que el yo
animal, nos tiene en su puño, y que vivimos más para sus necesidades, que para
aquello que lo trasciende, caeremos en cuenta que perdemos energía tiempo en
vestirlo, darle de comer, bañarlo, cobijarlo, mimarlo, respetarle sus caprichos, pasiones,
sexualismo, etc. El yo animal asfixia al yo espiritual, semejante a un pajarillo encerrado
en un vaso sin recibir el aire necesario para vivir. Nosotros no nos hemos dado cuenta,
de nuestra propia esclavitud, puesto que, DORMIMOS PROFUNDAMENTE. El yo
animal en mis instintos, en mis emociones, en mis sentimientos, ¿pero quien gobierna a
quien? ¿Quién ordena lo que debe ser ordenado?. Por eso decía Pascal que “las
pasiones dominadas son virtudes”. Pero si le falta el cauce a la pasión, esto es, el
dominio de uno mismo, esta energía sin control es capaz de arrasarlo todo, como es el
caso de un caballo desbocado, sin control ni jinete que lo controle. De allí muy valido el
lema masónico “ORDO AB CHAO”.
Equivale esto a un descenso a los infiernos, a la más inferior que hay en nosotros; tal
descenso es el V.I.T.R.I.O.L, tan necesario para poder intentar la elevación a los
“Cielos”. Después de haber agotado todas las posibilidades.
La vida del iniciado debe de estar orientado a la búsqueda del conocimiento; y, por
consiguiente, a la persecución constante de la virtud. Si el camino de la virtud es
absoluto, no hay lugar a transigir con quienes no desean seguirlo, y menos aún con
quienes lo denigran o niegan su existencia. Por ello se distingue entre el árbol que da
buenos frutos y aquel que da los malos, y se dice que este último será cortado y
arrojado al fuego.
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que lo sujeta, y su evasión del panorama material; hacia el plano de los ARQUETIPOS
como diría PLATÓN.
LA PRUDENCIA no es más que una vida conforme a la realidad, una persona que es
prudente por virtud se inclina a la realidad tal cual es, la penetra realmente y no se deja
guiar ni por las pasiones desenfrenadas, ni por sensaciones, sin control de dominio. Su
conciencia es en cierto modo la prudencia misma. Esta nos preserva de la impulsividad
de nuestro genio, y tiene a raya los desbocamientos de nuestro temperamento y nos
disuade de dejarnos por nuestras fantasías e ilusiones.
El iniciado debe actuar por convicción, por que cree en la verdad y la justicia más no
por conveniencia; su comportamiento debe ser correcto esté solo o acompañado, y de
una regla de conducta que marque en él un carácter indeleble, jamás desmentido. Debe
SER porque el ALMA ES INMORTAL, por que lo dicta como algo natural y desea
eternizarse buscando su propia naturaleza.
Quizá lo que yo digo es la verdad o no lo es, pero tal vez lo que tú crees no es la
verdad. Yo sólo soy la mitad del mensaje; tú eres la otra mitad. Soy responsable de lo
que digo, pero no soy responsable de lo que tú entiendas. Tú eres responsable de
lo que tú entiendes; tú eres responsable de cualquier cosa que hagas con lo que oigas
en tu cabeza, porque tú eres quien da significado a cada palabra que oyes o lees.
(tomado del libro “El Quinto acuerdo” de Miguel Ruiz y su hijo José Ruiz.)