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Decreto de La Alhambra de 1492

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El Decreto de la Alhambra 1492 – Edicto de la Expulsión de los Judios de España

“Los Reyes Fernando e Isabel, por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, León, Aragón y
otros dominios de la Corona- al príncipe Juan, los Duques, Marqueses, Condes,
ordenes religiosas y sus Maestres, señores de los Castillos, Caballeros y a todos los
judíos hombres y mujeres de cualquier edad y a quienquiera esta carta le concierna,
salud y gracia para él.
Bien es sabido que en nuestros dominios, existen algunos malos cristianos que han
judaizado y han cometido apostasía contra la santa fe Católica, siendo causa la
mayoría por las relaciones entre judíos y cristianos. Por lo tanto, en el año de 1480,
ordenamos que los judíos fueran separados de las ciudades y provincias de nuestros
dominios y que les fueran adjudicados sectores separados, esperando que con esta
separación la situación existente sería remediada, y nosotros ordenamos que se
estableciera la Inquisición en estos dominios; y en el término de 12 años ha funcionado
y laInquisición ha encontrado muchas personas culpables además, estamos
informados por la Inquisición y otros el gran daño que persiste a los cristianos al
relacionarse con los judíos, y a su vez estos judíos tratan de todas maneras a subvertir
la Santa Fe Católica y están tratando de obstaculizar cristianos creyentes de acercarse
a sus creencias.
Estos Judíos han instruido a esos cristianos en las ceremonias y creencias de sus
leyes, circuncidando a sus hijos y dándoles libros para sus rezos, y declarando a ellos
los días de ayuno, y reuniéndoles para enseñarles las historias de sus leyes,
informándoles cuando son las festividades de Pascua y como seguirla, dándoles el pan
sin levadura y las carnes preparadas ceremonialmente, y dando instrucción de las
cosas que deben abstenerse con relación a alimentos y otras cosas requiriendo el
seguimiento de las leyes de Moisés, haciéndoles saber a pleno conocimiento que no
existe otra ley o verdad fuera de esta. Y así lo hace claro basados en sus confesiones
de estos judíos lo mismo a los cuales han pervertido que ha sido resultado en un gran
daño y detrimento a la santa fe Católica, y como nosotros conocíamos el verdadero
remedio de estos daños y las dificultades yacían en el interferir de toda comunicación
entre los mencionados Judíos y los Cristianos y enviándolos fuera de todos nuestros
dominios, nosotros nos contentamos en ordenar si ya dichos Judíos de todas las
ciudades y villas y lugares de Andalucía donde aparentemente ellos habían efectuado
el mayor daño, y creyendo que esto seria suficiente de modo que en esos y otras
ciudades y villas y lugares en nuestros reinos y nuestras posesiones seria efectivo y
cesarían a cometer lo mencionado. Y porque hemos sido informados que nada de esto,
ni es el caso ni las justicias hechas para algunos de los mencionados judíos
encontrándolos muy culpables por lo por los susodichos crímenes y transgresiones
contra la santa fe Católica han sido un remedio completo obviar y corregir estos delitos
y ofensas. Y a la fe Cristiana y religión cada día parece que los Judíos incrementan en
continuar su maldad y daño objetivo a donde residan y conversen; y porque no existe
lugar donde ofender de mas a nuestra santa creencia, como a los cuales Dios ha
protegido hasta el día de hoy y a aquellos que han sido influenciados, deber de la
Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta situación al estado anterior, debido a lo frágil
del ser humano, pudiese ocurrir que podemos sucumbir a la diabólica tentación que
continuamente combate contra nosotros, de modo que, si siendo la causa principal los
llamados judíos si no son convertidos deberán ser expulsados del Reino.
Debido a que cuando un crimen detestable y poderoso es cometido por algunos
miembros de algún grupo es razonable el grupo debe ser absuelto o aniquilado y los
menores por los mayores serán castigados uno por el otro y aquellos que permiten a
los buenos y honestos en las ciudades y en las villas y por su contacto puedan
perjudicar a otros deberán ser expulsados del grupo de gentes y a pesar de menores
razones serán perjudiciales a la República y los mas por la mayoría de sus crímenes
seria peligroso y contagioso de modo que el Consejo de hombres eminentes y
caballeros de nuestro reinado y de otras personas de conciencia y conocimiento de
nuestro supremo concejo y después de muchísima deliberación se acordó en dictar que
todos los Judíos y Judías deben abandonar nuestros reinados y que no sea permitido
nunca regresar.
Nosotros ordenamos además en este edicto que los Judíos y Judías cualquiera edad
que residan en nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas,
sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de Julio de este
año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso adelante
a traspasar de la manera que si algún Judío que no acepte este edicto si acaso es
encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus
bienes.
Y hemos ordenado que ninguna persona en nuestro reinado sin importar su estado
social incluyendo nobles que escondan o guarden o defiendan a un Judío o Judía ya
sea públicamente o secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus
hogares o en otro sitio en nuestra región con riesgos de perder como castigo todos sus
feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios.
Hágase que los Judíos puedan deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias
en el plazo estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la
protección y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos puedan vender e
intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro articulo y disponer de ellos
libremente a su criterio que durante este plazo nadie debe hacerles ningún daño,
herirlos o injusticias a estas personas o a sus bienes lo cual seria injustificado y el que
transgrediese esto incurrirá en el castigo los que violen nuestra seguridad Real.
Damos y otorgamos permiso a los anteriormente referidos Judíos y Judías a llevar
consigo fuera de nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra
exceptuando oro y plata, o moneda acuñada u otro articulo prohibido por las leyes del
reinado.
De modo que ordenamos a todos los concejales, magistrados, caballeros, guardias,
oficiales, buenos hombres de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro
reino y dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y obedezcan
con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den la clase de asistencia y
ayuda necesaria para su ejecución, sujeta a castigo por nuestra gracia soberana y por
la confiscación de todos los bienes y propiedades para nuestra casa real y que esta
sea notificada a todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este edicto
sea proclamado en todas las plazas y los sitios de reunión de todas las ciudades y en
las ciudades principales y villas de las diócesis, y sea hecho por el heraldo en
presencia del escribano público, y que ninguno o nadie haga lo contrario de lo que ha
sido definido, sujeto al castigo de nuestra gracia soberana y la anulación de sus cargos
y confiscación de sus bienes al que haga lo contrario.
Y ordenamos que se evidencie y pruebe a la corte con un testimonio firmado
especificando la manera en que el edicto fue llevado a cabo.
Dado en esta ciudad de Granada el Treinta y uno día de marzo del año de nuestro
señor Jesucristo de 1492.
Firmado Yo, el Rey, Yo la Reina, y Juan de Coloma, secretario del Rey y la Reina quien
lo ha escrito por orden de sus Majestades.”

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