Tan Oscura
Tan Oscura
Tan Oscura
Ahí se encontraba, sola, sin un motivo para seguir, sin un motivo para luchar,
hundida en la profundidad de un cuarto oscuro, estaba ausente, lejos de la
realidad, buscaba como poder terminar con su sufrimiento, sin embargo, no
tenía el valor de hacerlo, por su cabeza rondaban miles de ideas, cosas por
hacer, personas a quién decir adiós, pero su mente estaba en otro lugar,
parecía estar en un oscuro rincón, sin una tenue luz que le mostrara el camino
para ser feliz.
Hacía 5 meses que sus padres decidieron hacer un viaje para disfrutar las
vacaciones que estaban prontas a llegar, después de tanto planear, decidieron
ir a la playa, querían relajarse y pasar un rato agradable en compañía de su
hija, con la que casi no pasaban momentos debido al trabajo de ambos, por su
parte Sarah siempre había sido una singular estudiante, estaba próxima a
graduarse y decidieron que era momento de compartir grandes emociones con
su hija, así que el día que las vacaciones tocaron la puerta, empacaron y
tomaron camino a su destino.
- Hija por fin podremos ir a donde tanto deseas, queremos regalarte
grandes momentos y que a nuestro lado disfrutes de un lugar
maravilloso.
Una gran sonrisa dibujaba el rostro de la familia, sin embargo todo se volvió
oscuro y gris cuando observaron con pánico que un enorme camión se
acercaba a ellos, parecía que el conductor había perdido el control y
Jeorge, padre de Sarah, no podría evitar el choque de frente con aquella
masa de metal, era inevitable lo que estaría por ocurrir, Sarah se recostó
sobre el asiento trasero esperando el momento que terminaría con aquellas
vacaciones felices, fue entonces cuando ocurrió, un estruendoso ruido que
ensordeció a Sarah inundo la cabina del automóvil en el que viajaba, todo
se volvió borroso, solo podía recordar vidrios volando, el grito ahogado y de
terror de sus padres, mientras ella se estrellaba con el techo del carro
dejándola inconsciente.
- ¿Dónde estoy?, ¿Por qué es tan oscuro aquí?, ¿Acaso estoy muerta?,
Mis padres!, ¿Dónde están ellos?- su mente se llenaba se ideas vagas,
de un sentimiento de agonía y su mente quería asociar lo que había
pasado aquel fatídico día, no sabía que había ocurrido, solo veía
oscuridad.
- ¿Dónde están mis padres? – murmuro ella con gran dolor aun.
- Enseguida vendrá el doctor pequeña, él te dirá lo que quieras saber.
- Necesito verlos, por favor. – Tocio un poco de sangre y desistió de
seguir hablando al sentir tal dolor en su garganta.
- Me temo que no podrás pequeña, espera al doctor por favor.
- Recuéstese por favor, no queremos que se lastime más, aun esta débil y
no tiene fuerzas para poder caminar.
- ¿Dónde están mis padres? – exigió saber mientras obedecía la orden
del doctor.
- Lamento informarle que sus padres fallecieron en el accidente, al llegar
los paramédicos ellos se encontraban sin vida y no hubo nada por hacer,
lo siento mucho. – El doctor acerco los papeles que llevaba consigo y le
dio una pluma a Sarah que no podía creer lo que escuchaba, ella
debería firmar por enterada de la muerte de sus padres.
Eran las 21:00 horas y la jornada laboral había terminado, se sintió aliviada de
que fuera Viernes, por fin recibiría su pequeña paga y se iría tranquila a casa a
descansar y disfrutar de un gran fin de semana, solo aguantar un poco más a
su jefe mientras de nueva cuenta le recalcaba lo insignificante que era y cuan
importante era para él ganar dinero.
Sarah no era sociable desde lo ocurrido, sin embargo, solía hacer limpieza y
comprar los enceres para la semana, un momento de distracción le ayudaría a
olvidar lo que había estado recordando aquella tarde, decidió invitar a Lucas,
quería disculparse por su mala actitud aquella mañana, después de todo había
sido la única persona que había estado con ella ese tiempo, pasaba días
enteros a su lado tratando de hacerla sentir mejor y salir de ese lugar donde
ella disfrutaba estar, aquel lugar que la mantenía tranquila, sin dolor y en
penumbra, Lucas había estado ahí, cuidaba de ella, la alimentaba y se
preocupaba cada día; y a pesar de que varias veces ella fue grosera y le
gritaba la dejara sola, él siempre se mantuvo a su lado hasta que decidió salir y
ver la luz de nuevo, él estuvo ahí, él le dio su mano y sonrió con ella, la abrazo
y le devolvió la confianza para ver un nuevo amanecer cada mañana.
Mientras pensaba en eso decidió llamarlo en invitarlo a casa para a tomar algo
juntos mientras recordaban las cosas que de pequeños hacían.
Desde la muerte de sus padres Sarah había comenzado a vivir de una manera
distinta, hacerse cargo de las labores no era trabajo sencillo estando sola, sus
padres no habían dejado mucho para ella y sus necesidades iban en aumento,
estaba por finalizar su carrera y pronto sería una profesionista, el trabajo que
tenía, aunque era extenuante, le permitía subsistir y de cierta manera mantener
su mente en otro lado y no en el accidente que cada día rondaba su mente.
Sarah tenía miedo, cada noche se cubría completamente hasta quedar
dormida, su miedo a la soledad era su peor enemigo y aun estaba por jugarle
nuevas cartas.
- “Soledad” –pensaba ella, vivir con esa palabra la hacía temer aun más, -
¿Qué es la soledad?- se preguntaba cada día, quizás un estado de
ánimo que se difumina cuando no hay nadie junto a ti, quizás solo sea
temor a no saber lo que pasara, quizás sea cerrar los ojos y no ver mas
que las sombras que llenan mi vida. No podía definir lo que era la
soledad, sin embrago sabia que era su compañera y que estaría ahí el
resto de su vida, mientras su mente se permitiera llevar por ella, la
soledad estaría presente.
- ¿Por qué me hicieron esto?, ¿Por qué decidieron pasar tiempo conmigo
si siempre me encontraba sola?, era más feliz sin verlos pero sabiendo
que estaban vivos!!, ¿Por qué me abandonaron?.....
- “Cada amanecer nos regala un día más de vida, nos cubre de su calor y
nos hace sentir llenos de energía, nunca permitas que el sol se vaya de
tu vida, no dejes que la oscuridad este en tu persona, y mira el
amanecer como un regalo que la vida no da”.
Que absurdo ¿no?; quizá esa frase tenía sentido ahora, estaba dejando que las
sombras entraran en su persona a modo de soledad, no había un rincón que
tuviera un rayo de luz y se daba cuenta que estaba siendo vencida por lo que
su padre siempre le pidió no dejará entrar.
Sin darse cuenta se vio parada frente a la escuela, su amigo Lucas la esperaba
como era costumbre, se acercó y la saludo con un abrazo.
- Vaya que te vez bien este día Sarah, creo que te vez mas linda que de
costumbre.
- Gracias - dijo ella mientras se sonrojaba un poco.
- Vayamos a clases, esta por comenzar – sonrío su amigo mientras la
tomaba de la mano.
Una risa escapo de sus labios, “los jóvenes suelen adaptarse mejor”, pensó
que era absurdo poder vivir con soledad, no importaba la edad, nadie quiere
estar solo en el mundo y ese sentimiento no es agradable para nadie, quizás lo
que ella tenía no era soledad si no otro sentimiento que no podía explicar, o al
menos eso es lo que quería creer. Dejo la revista y se marcho del colegio, aun
con la duda si en verdad podía creer lo que acababa de leer.