Sedimentologia
Sedimentologia
Sedimentologia
Consejo Superior de
Investigaciones Científicas
Sedimentología
Del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Textos Universitarios
46
Sedimentología
Del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Alfredo Arche
(editor)
© CSIC
© Alfredo Arche (ed.) y de cada texto, su autor
ISBN: 978-84-00-09145-3
NIPO: 472-10-144-9
Capítulo I
Prólogo por A. Arche ............................................................................................................................................ 11
Capítulo II
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias por A. Arche .................................. 15
Capítulo III
Ambientes eólicos por J. F. García-Hidalgo, J. Temiño y M. Segura ....................................... 53
Capítulo IV
Los sistemas aluviales por A. Sopeña e Y. Sánchez-Moya ................................................................... 73
Capítulo V
Abanicos aluviales: procesos de transporte y acumulación de materiales detríticos por
F. Colombo ................................................................................................................................................................... 85
Capítulo VI
Abanicos aluviales: secuencias y modelos de sedimentación por F. Colombo............................ 131
Capítulo VII
Sistemas aluviales de baja sinuosidad por Y. Sánchez-Moya y A. Sopeña .................................. 225
Capítulo VIII
Sistemas aluviales de alta sinuosidad por C. Viseras y J. Fernández ............................................ 261
Capítulo IX
Lagos y sistemas lacustres por M. A. Fregenal y N. Meléndez...................................................... 299
Capítulo X
Análisis de la procedencia en depósitos arenosos por J. Arribas....................................................... 397
Capítulo XI
Playas por C. J. Dabrio .......................................................................................................................................... 441
Capítulo XII
Plataformas siliciclásticas por C. J. Dabrio .................................................................................................. 503
Capítulo XIII
Deltas por J. P. Rodríguez López y A. Arche .......................................................................................... 561
Capítulo XIV
Estuarios, rías y llanuras intermareales por F. Vilas, A. Bernabéu, B. Rubio y D. Rey....... 619
Capítulo XV
Evaporitas: introducción a la sedimentología evaporítica por F. Ortí ............................................ 675
Capítulo XVI
Evaporitas: formaciones marinas y continentales. Algunos ejemplos por F. Ortí .................... 771
Capítulo XVII
La sedimentación carbonática en mares someros: las plataformas carbonáticas por R. Mas,
M.ª I. Benito y Á. Alonso .................................................................................................................................. 839
Capítulo XVIII
Arrecifes por J. M. Martín y J. C. Braga .................................................................................................... 919
9
Sumario
Capítulo XIX
Contornitas y sistemas deposicionales contorníticos por J. Martín-Chivelet, F. J. Her-
nández-Molina, E. Llave y M. A. Fregenal ............................................................................................ 971
Capítulo XX
Diagénesis de rocas detríticas por R. Marfil y M. Á. Caja ................................................................ 1045
Capítulo XXI
Introducción a la diagénesis de las rocas carbonáticas por C. Rossi ............................................... 1105
Capítulo XXII
Relaciones entre sedimentación y tectónica por A. Arche y J. López-Gómez .......................... 1183
Capítulo XXIII
Las grandes llanuras por M. H. Iriondo ...................................................................................................... 1251
Índice de contenidos .......................................................................................................................................................... 1275
10
I
Prólogo
por Alfredo Arche*
La obra que tienen en las manos es fruto del esfuerzo de muchas personas tras un largo
camino. La primera edición de la misma apareció en 1988, también tras una larga gestación
y, para gran sorpresa de su empresa editorial, el CSIC, y mía propia, como su coordinador,
resultó un relativo éxito de ventas y su demanda se mantuvo constante durante más de una
década, algo excepcional para un libro de ciencia básica no divulgativo.
Todo envejece y una nueva edición pareció necesaria en 1996; tras muchos esfuerzos, un
nuevo libro estuvo listo a finales de 1997, pero la política editorial de ese momento había
cambiado en el CSIC y la obra no fue aceptada para su publicación a pesar de los compromi-
sos verbales previos de sus responsables. Hay que agradecer aquí el esfuerzo de los compañeros
que colaboraron en aquel intento de renovación, cuando aportar un celemín de conocimien-
to tras mucho esfuerzo no les reportaba nada tangible y que, en aquel momento, no tuvieron
la recompensa merecida.
Hecho el esfuerzo y rechazado su fruto por la ciega burocracia, podríamos haber abando-
nado, devolver los originales y olvidar el proyecto, pero dos personas, Ferrán Colombo y José
López-Gómez me dijeron que, si difícil fue culminar el esfuerzo del primer libro, era casi in-
creíble, en los tiempos utilitaristas que corrían, haber conseguido cerrar el segundo.
Por ellos empujado, busqué editor alternativo fuera del CSIC. Los avatares de diez años
de búsqueda darían para escribir una novela si yo tuviese, que obviamente no, la pluma de
Baroja o Zola. Ya decía Blas de Otero que: «Escribir en España es hablar por no callar...».
Las numerosas editoriales consultadas siempre repetían la misma cantilena: «Excelente
esfuerzo... Buen equipo... No es rentable... NO». También busqué patrocinio en grandes em-
presas, pero, aunque al menos cinco de ellas reconocieron que financiar este proyecto les cos-
taría menos que los canapés del guateque anual de su Junta de Accionistas, nada, no se dig-
naron apoyarlo.
A punto de cejar en el empeño, y, tras un nuevo cambio en la dirección del Servicio de
Publicaciones del CSIC, en 2005 sometí el viejo proyecto otra vez a la casa editora original,
y su director, con enorme y total sorpresa mía, lo acogió favorablemente. Debo dar aquí las
gracias a Miguel Ángel Puig-Samper y su equipo por este decisivo apoyo.
Los olvidados originales volvieron a sus autores, nuevos capítulos fueron encargados a otros
colegas y todo floreció de nuevo.
Como niños empezamos la tercera vez y nuestra curiosidad se avivó de nuevo:
Con esos ojos que exigen respuestas
Aún me miras y esperas:
¿Por qué no se caen las águilas?
¿Por qué no se marcha el agua de las cantimploras?
11
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Decía Luisa Castro de la curiosidad del científico, y así creo que nos sentíamos al reescri-
bir nuestros textos.
Y así llegamos a lo que ahora tienen en sus manos. Un esfuerzo colectivo cuyos frutos no
son recompensados con dinero, con «Citation Index» ni «gallifantes». Ha llegado a su final
incompleto, como un torso griego clásico, porque algunos de los autores iniciales se quedaron
por el camino por voluntad propia sin terminar el encargo que en su día asumieron y otra,
porque la vida decidió otra cosa y nos dejó prematuramente, como es el caso de Amparo Ra-
mos, a quien dedicamos este libro en lugar destacado del mismo. Esperamos que este libro sea
un digno sucesor del primer esfuerzo.
La Sedimentología es una parte de la Geología que describe la formación, acumulación y
posterior evolución de las rocas sedimentarias, abarcando desde la partícula submilimétrica a
las cuencas sedimentarias de miles de kilómetros, desde procesos en nanosegundos a otros en
eones.
Sin embargo, toda esta complejidad está gobernada por tres motores básicos: el Tiempo
geológico, las Leyes físicas básicas, la Vida.
El Tiempo geológico, sea lo que sea este concepto, marca el registro que estudiamos. In-
humanamente largo, que no profundo, rige el «tempo» de la acumulación de sedimentos y
fluye inexorablemente mientras tratamos de fijarlo en isócronas y unidades. Pero él fluye ajeno
a nuestros intentos, intangible, indefinible, inexorable.
Sí, realmente Pink Floyd captura en su Time la inquietud que nos causa la marcha del
tiempo.
Pero también algo estático como las leyes básicas de la Física regulan el movimiento ince-
sante de las partículas sedimentarias. Algo tan simple como la gravedad o el segundo principio
de la Termodinámica rije el estado de cada una de ellas en cada instante.
El sedimentólogo hace algo similar al protagonista de Watching the river flow de Bob Dylan:
observar sin pausa ni cansancio los procesos naturales.
Pero aún otro factor más modela el objeto de nuestros estudios durante la mayor parte del
tiempo geológico: la Vida. Su impronta está marcada en cada grano de cuarzo o en cada par-
tícula de carbonato a pesar de la contingencia de cada ser vivo.
«Life is just a passing moment on a never ending trail...», decía Johnny Cash en su canción
My ship will sail. No se puede dar mejor definición de la vida de cualquier organismo indivi-
dual y cómo su futilidad es superada por la continuidad inexorable del fenómeno vida, que
tiene tan enormes consecuencias sobre el Sistema Tierra.
Volviendo al proceso de elaboración de esta obra, debo resaltar que muchas personas han
contribuido al éxito de este libro y deseo finalizar con una expresión de gracias particular a
algunas de ellas.
En primer lugar, agradezco el apoyo y constante espíritu creador de Ferrán Colombo y
José López-Gómez en los años negros de este proyecto, cuando nadie creía en él.
12
Prólogo
13
II
INTRODUCCIÓN
La Sedimentología se puede definir como el estudio del transporte y deposición de sedi-
mentos (Leeder, 1999) y trata de estudiar la composición, estructuras internas y procesos hi-
drodinámicos de formación de sedimentos. Para lograr sus fines, utiliza una gran cantidad de
datos procedentes de ciencias afines: mineralogía, petrología sedimentaria, estratigrafía, diná-
mica de fluidos, geoquímica, oceanografía y otras muchas.
La Sedimentología moderna surge cuando el estudio de los procesos sedimentarios ac-
tuales demostró que los productos resultantes (facies) eran característicos de cada uno de ellos
y que estos productos variaban de acuerdo con las variaciones de los parámetros fundamen-
tales de los primeros: velocidad de las corrientes, sentido de las mismas, salinidad del agua,
etcétera.
A mediados del siglo xx se dio el paso definitivo en este campo de investigación, que creó
la Sedimentología moderna: se elaboran los modelos de proceso-respuesta o modelos sedimentoló-
gicos de facies. Los ejemplos más destacados de estos trabajos pioneros son los de Kuenen y
Migliorini (1950) sobre las corrientes de turbidez como causa de la estratificación gradada
granulométricamente en la vertical, observada mucho antes en los depósitos tipo «flysch» pero
nunca explicada satisfactoriamente, seguido por el enunciado del concepto de régimen de
flujo como explicación hidrodinámica de las estructuras internas sedimentarias por Harms y
Fahnestock (1965) y las detalladas descripciones de los procesos y productos resultantes que
tenían lugar en ambientes carbonatados puros como las Bahamas o el Golfo Pérsico (Ham,
1962; Shearman, 1966; Evans et al., 1969)
Tras estos trabajos pioneros, se definió el concepto de modelo de facies, basado en el la hi-
pótesis del «Uniformismo» de Lyell, que combinó los procesos sedimentarios ordinarios que
podemos observar hoy en día con sus productos, las facies sedimentarias; éstas y sus asociacio-
nes verticales tenían características únicas y fácilmente identificables en cada ambiente sedi-
mentario y, como su extensión a sedimentos antiguos era posible, se podían interpretar gené-
ticamente éstos últimos.
Los primeros modelos de facies fueron propuestos por Oomkens y Terwindt (1960) y
Evans (1963) para canales y llanuras mareales, Allen (1963) para ríos meandriformes, Bernard
et al. (1962) para costas lineales clásticas, Bouma (1962) para turbiditas terrígenas y Shearman
(1966) y Evans et al. (1969) para carbonatos y evaporitas peritidales.
Mucho tiempo después se reconoció la importancia de sucesos catastróficos episódicos en el
registro sedimentario, no como alternativa sino como complemento a la interpretación «uni-
formista» antes enunciada. A partir del artículo pionero de Álvarez et al. (1980) se establecie-
15
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
ron ejemplos irrefutables de estos sucesos, escasos pero muy importantes en el registro sedi-
mentario, por otros autores como Ager (1981), Hsü (1983) y Dott (1988).
Los modelos de facies evolucionaron lógicamente hacia su ampliación a modelos de sistemas
deposicionales aplicando la Ley de Walther (Walter, 1884, en Middleton, 1973) usando los
modelos de Facies locales. Se pueden definir como conjuntos de medios sedimentarios y sus
productos asociados lateral y verticalmente de forma natural y limitados por discordancias e
hiatos.
El ejemplo clásico de sistema deposicional es un delta progradante, donde se asocian, en un
sentido proximal-distal, sedimentos fluviales, y de llanura de inundación («delta-top»), sedi-
mentos de playa, bahía salobre y barras arenosas («delta distributary mouth bars and interdis-
tributary bays» o «delta front») y sedimentos finos marinos, a veces muy deformados por
deslizamientos subacuáticos («prodelta»).
Los trabajos pioneros sobre sistemas deposicionales se realizaron por Fischer y McGowen
(1967), Frazier (1974) y Brown y Fisher (1977) en la costa del golfo de México de Louisiana
y Texas, Estados Unidos.
El uso de los conceptos de sistema deposicional y de la Ley de Walter permite predecir las
sucesiones verticales de sedimentos que son posibles, es decir la ciclicidad vertical observable
en las sucesiones sedimentarias reales, su extensión lateral, los cambios laterales posibles y la
naturaleza de las superficies limitantes de los ciclos.
Esta aproximación al análisis sedimentario se conoce como Estratigrafía secuencial y está
en pleno desarrollo. Se basa en los trabajos pioneros de Sloss (1962, 1963, 1972, 1979) en el
interior de Estados Unidos, donde reconoció una serie de ciclos sedimentarios transgresivo-
regresivos de escala continental e invocó como única causa posible cambios sucesivos a lo
largo del tiempo del nivel del mar, que, posteriormente identificó en la Plataforma Rusa.
Desarrollando sus ideas, Vail et al. (1977a, b, c) y Mitchum et al. (1977a, b) propusieron
que el registro sedimentario de muchas cuencas podía subdividirse en secuencias deposicionales
y que éstas se podían correlacionar entre cuencas adyacentes o incluso a escala global. El úni-
co mecanismo posible para este tipo de ciclicidad es el ascenso o descenso del nivel del mar
(eustatismo); evidentemente, las posibilidades predictivas de esta hipótesis son enormes y de
fácil aplicación. La propuesta inicial ha sido modificada con el tiempo, incluso por sus propios
autores (Posamentier et al., 1993; Van Wagooner et al., 1988), pero su utilidad es evidente, a
pesar de las limitaciones impuestas a los modelos hipotéticos iniciales.
Para acabar esta introducción hay que mencionar la íntima relación demostrada desde los
años setenta entre Geodinámica y origen y evolución de cuencas sedimentarias, que ha deri-
vado en lo que hoy se conoce como análisis de cuencas.
El trabajo clásico de McKenzie (1978) propuso el primer modelo cuantitativo que relacio-
na la subsidencia de una cuenca (en este caso, extensional) a procesos litosféricos fundamen-
tales. Muchos otros trabajos posteriores han demostrado esta relación en diferentes regímenes
geodinámicos y han refinado las leyes predictivas de evolución de la subsidencia con el tiempo
en los mismos proporcionando un poderoso método analítico y predictivo. El Análisis de
Cuencas está descrito en detalle en las obras de Allen y Allen (2005), Miall (1990, 2000) y
Einsele (2000) entre otras muchas.
Todos los capítulos de este libro describirán, con mayor o menor detalle los diferentes
medios sedimentarios, los procesos físicos que ocurren en cada medio y su control en los sedi-
mentos producidos, las facies y asociaciones de facies resultantes en cada uno de ellos, los con-
troles fundamentales intra- y extra- cuencales y la ciclicidad resultante.
16
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Medios sedimentarios
Un medio sedimentario puede definir como una parte concreta de la superficie terrestre
donde se acumulan sedimentos y que se diferencia física, química y biológicamente de las
zonas adyacentes (Selley, 1970).
Los factores limitantes están íntimamente relacionados entre sí y cualquier cambio en uno
de ellos afecta irremediablemente a los otros.
En este marco físico operan los procesos sedimentarios responsables del transporte y depó-
sito de los sedimentos.
Un medio sedimentario puede ser un lugar de erosión, no depósito o sedimentación, y en
general, alternan etapas diferentes en cada medio o en cada parte de un medio: así, un delta
puede crecer rápidamente en las avenidas de los ríos que lo alimentan, puede permanecer es-
table durante el estiaje y puede, finalmente, sufrir erosión durante grandes tempestades en el
mar, especialmente en su borde subaéreo externo.
Los sedimentos se acumulan en depresiones de tamaño variable denominadas cuencas se-
dimentarias, cuyo relleno registra la evolución paleogeográfica de las mismas. Este relleno está
formado no sólo por los sedimentos, sino por las superficies de omisión o hiatos, reflejo de
etapas de no deposición y por las discordancias, que registran etapas de erosión, acompañadas
o no de actividad tectónica.
Como la reproducción de las condiciones naturales de sedimentación en un laboratorio es
prácticamente imposible por razones de escala, o bien, si se realiza, obliga o simplificaciones
drásticas (p. ej., en un canal de experiencias), el sedimentólogo utiliza la superficie actual de
la Tierra como su mejor laboratorio. En ella observa el marco físico (el medio sedimentario)
y los procesos que en él actúan dando lugar a sedimentos.
La observación de la superficie de la Tierra ha demostrado que sólo existe un número fi-
nito de medios y procesos sedimentarios y que, utilizando el principio del uniformismo («El
presente es la clave del pasado»), podemos extrapolar nuestras observaciones al pasado y, como
veremos, utilizar la analogía en la interpretación genética de sucesiones antiguas de rocas se-
dimentarias. Este es el objetivo final de la Sedimentología.
Los medios sedimentarios actuales son finitos y deben clasificarse para su mejor caracteri-
zación y estudio.
La forma habitual de hacerlo es utilizar parámetros físicos (precipitación, temperatura,
medio de transporte, velocidad y sentido de las corrientes), químicos (composición de los se-
dimentos y las aguas, composición de la roca madre) y biológico (tipo de fauna, flora, interac-
ciones organismos-sedimentos) y de aquí surge la división entre medios marinos y continenta-
les mediante la línea de costa, pero como los procesos
continentales (p. ej., corrientes fluviales durante avenidas) pue-
Continental: Subaéreo: Eólico
Glacial den extenderse a medios marinos y los marinos (olas, mareas)
Subacuático: Fluvial a medios continentales, existirán en esa frontera disputada una
Lacustre serie de medios de transición o mixtos. Por otra parte, los
De transición: Deltaico medios continentales pueden ser subaéreos o subacuáticos.
Playero Estas ambigüedades han dado lugar a numerosas clasifi-
Estuarino
Isla barrera-lagoon caciones más o menos complejas de medios sedimentarios
Marino: Plataforma
(p. ej., Krumbein y Sloss, 1959; Pettijohn, 1956; Dunbar y
Talud Rodgers, 1957; Blatt, Middleton y Murray, 1972; Selley,
Borde precontinental 1976 y Reading, 1996). Aquí adoptaremos una simplificada,
Llanura abisal sintetizando algunas de las anteriores:
17
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Otra forma de clasificar los medios sedimentarios puede ser la de utilizar, en combinación
con su situación continental o marina, la acción de los procesos sobre los sedimentos y si ésta
se traduce en una erosión o sedimentación neta o un equilibrio o no-deposición (Selley, 1976).
Los medios sedimentarios de erosión neta son básicamente terrestres, especialmente en
aquellas áreas de relieve acusado y clima húmedo, en las que la meteorización y la erosión y
transporte de sus productos son intensos, pero también existen en zonas costeras, como, por
ejemplo, costas en retroceso por acción de olas y corrientes submarinas, los cañones submari-
nos o algunas plataformas continentales o fondos marinos sometidos a la acción de corrientes
intensas de origen variado (geostróficas, de turbidez, etc.). La variación temporal de la pro-
fundidad del nivel de compensación de la calcita puede dar también áreas de erosión por di-
solución más o menos profundas.
Los medios sedimentarios de depósito son fundamentalmente subacuáticos y de entre és-
tos, los costeros y de plataforma son los que en la actualidad acumulan mayores cantidades de
sedimentos y en las series antiguas también forman la mayor parte del registro geológico. En
medios subacuáticos terrestres, como ríos y lagos, se pueden formar grandes acumulaciones de
sedimentos, especialmente en áreas cratónicas sometidas a subsidencia lenta y continua. Los
medios subaéreos como los eólicos sólo ocasionalmente dan lugar a depósitos importantes,
siempre que se encuentren asociados ligados a la tectónica activa.
Los medios sedimentarios de equilibrio o no-deposición son mucho más frecuentes de lo
ordinariamente admitido. En ellos, y durante un largo tiempo, no hay erosión ni depósito. Si
se mantienen estables durante largo tiempo el substrato rocoso sufre importantes modificacio-
nes químicas (perfiles de alteración). Se dan en condiciones subaéreas, como, por ejemplo, en
parte de los cratones africanos, expuestos desde el Cretácico superior al menos, y en los que
se ha desarrollado alteraciones y suelos que son prueba de estabilidad muy prolongada. En el
registro antiguo se manifiestan como hiatos.
Bauxitas, lateritas y costras ferruginosas son los productos típicos de la acción de diversos
climas sobre sustratos específicos en estos medios de sedimentación en equilibrio.
También pueden existir en medios subacuáticos marinos, y entonces el substrato reacciona
con el agua del mar, dando lugar a depósitos de fosfato, óxido de manganeso y otros produc-
tos de diagénesis, sufriendo simultáneamente la acción de organismos que lo perforan y mo-
difican. Son los «hard-grounds» de las series antiguas, normalmente mejor conservados en
sedimentos carbonatados.
Resumiendo, estos medios pueden clasificarse de la siguiente forma según el tipo de sedi-
mentación o su ausencia (Selley, 1976):
{
Subaéreos Dominantes Penillanuras, suelos. Lateritas, Raros (eólico y glaciar)
Terrestres bauxitas.
Procesos sedimentarios
La sedimentación tiene lugar cuando se combinan de una determinada manera una serie
de procesos físicos, biológicos y químicos que actúan a escalas muy diferentes, desde local a
global y su importancia relativa varía de unos medios a otros.
18
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Procesos físicos
Los procesos físicos son los más importantes en la erosión, transporte y sedimentación de los
sedimentos clásticos. Los más importantes son las corrientes, que tienen dos orígenes: la fuerza
de la gravedad, responsable por ejemplo, del movimiento de agua en un río o de las corrien-
tes de turbidez, y la radiación solar, que al calentar desigualmente la superficie terrestre provo-
ca diferencias de temperatura y, por tanto, corrientes convectivas en la atmósfera (vientos) y en
el agua (corrientes marinas y lacustres). El viento, a su vez, puede provocar las olas en la super-
ficie del mar y el transporte a ellas asociado. Un caso especial de corrientes es el de las mareas,
causadas por la combinación de los campos gravitatorios de la Luna y el Sol sobre la Tierra.
Otros procesos físicos secundarios son la meteorización mecánica debida a diferencias
bruscas de temperatura o la debida a la acción alternativa de agua y hielo en las grietas peri-
glaciares.
Las corrientes tienen capacidad para transportar un rango variable de tamaños de grano y
pueden ser estables (p. ej., los ríos) o variar ampliamente de forma periódica (p. ej., las mareas)
o episódica (p. ej., el viento).
La densidad y viscosidad del fluido en que se mueven las partículas tienen una importan-
cia fundamental en la capacidad de transporte de una corriente: cuanto más elevados son estos
parámetros, mayor es su capacidad de transporte. En los flujos naturales, esta gradación cre-
ciente sería: 1. viento, 2. agua, 3. flujos masivos. Por encima de un umbral de velocidad, las
corrientes son erosivas.
Las variaciones de velocidad en las corrientes dan lugar a la estratificación de los sedimen-
tos terrígenos y tienen lugar incluso en los tipos más estables, como las corrientes marinas
geostróficas o las de los lagos profundos. Pueden variar de forma periódica (las mareas) o de
forma ocasional e impredecible (las tormentas).
Procesos biológicos
Los procesos biológicos derivan de la actividad fisiológica de animales y plantas que pueblan
los diferentes medios y su interacción con los materiales del sustrato. Estos organismos pro-
ducen sedimentos y/o ayudan a fijarlos en el medio; también tienen un importante papel re-
gulador de la geoquímica de los fluidos presentes en el mismo.
En algunos medios, como ciertos lagos o zonas marinas profundas, la acumulación de
esqueletos de organismos unicelulares puede ser la única fuente de sedimentos; en arrecifes y
llanuras mareales carbonatadas, los organismos controlan la mayor parte de los procesos de
sedimentación; por último hay que hacer notar que la acción humana sobre medios terrestres
(deforestación, roturación de tierras vírgenes, pastos abusivos, incendios, cultivos, etc.) puede
acelerar o desacelerar la tasa de erosión en ciertas zonas en un factor de quinientos o más.
Uno de los procesos biológicos fundamentales es la fijación del carbonato cálcico que forma
los arrecifes y plataformas carbonatadas por organismos tales como algas, corales, briozoos, es-
tromatopóridos, rudistas y bivalvos, entre otros. Los carbonatos primarios pueden ser destruidos
total o parcialmente por procesos de bioerosión, que degradan los fragmentos litificados a finas
partículas de limo calcáreo; éste es el principal proceso de formación de carbonatos micríticos.
Otro proceso biológico importante es el aporte constante de sedimentos finos tanto car-
bonatados como siliciclástico por parte de organismos unicelulares planctónicos que viven en
aguas superficiales de mares y lagos a las zonas pelágicas de estos medios, en forma de lluvia
continua de esqueletos mineralizados tras su muerte.
El estudio de las relaciones entre la fauna y flora y los sedimentos es parte de la Paleoeco-
logía, que se divide en dos ramas según Laporte (1979): Sinecología, que trata de la distribu-
ción de la totalidad de las faunas y floras de ambientes determinados, y la Autoecología, que
19
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
lo hace de grupos concretos y su interacción con otros grupos de seres vivos y con la condi-
ciones del ambiente.
20
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Célula de Ferrel
Oestes
Alisios
Células de
Calmas
Hadley
Alisios
Oestes
Célula de Ferrel
Frente polar
Célula polar
Célula polar
Sub h
Seco
MÁX
úmed
Hú
Célula de Ferrel
me
o
Su
90°
do
b
hú
m
Árido
Se
ed
co MÍN
Sub
Seco
o
Ár
húm
ido
edo
Hú
Sec
m
o
ed
Su
o
Células de bh
úm
Hadley Sub h ed
úm ed Sec o
o o
Árido
Húmedo Seco
Sub húmedo Zona convergencia
Muy húmedo Húmedo
intertropical
0°
Figura 2.1. La atmósfera terrestre y su dinámica. A: Circulación general en la atmósfera terrestre y las tres célu-
las convectivas fundamentales en cada hemisferio. B: Cinturones climáticos ligados a las células fundamentales
y su variación latitudinal según la radiación solar recibida. Modificado de Allen, 1997 y De Boer y Smith, 1994.
dad de los sedimentos y el establecimiento de la relación causa- efecto es muy reciente (De
Boer & Smith, 1994a y b). Hay tres variables astronómicas del sistema Tierra-Sol-Luna que
influyen en el clima terrestre (figura 2.2):
• Precesión: giro del eje de la Tierra debido a la atracción simultánea de la Luna y el Sol
sobre el ecuador terrestre. Tiene un valor absoluto de 26.000 años, pero como la orbita
21
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
elíptica de la Tierra alrededor del Sol varía simultáneamente, puede oscilar entre 14.000
y 28.000 años. El principal efecto de los ciclos de precesión es una variación regular de
la insolación en cada punto de la Tierra y de la diferencia de temperaturas entre invier-
no y verano. Los ciclos se invierten entre los hemisferios Norte y Sur.
• Oblicuidad: variación del ángulo de inclinación del eje de la Tierra respecto al plano de
la eclíptica (el plano en que la Tierra rota alrededor del Sol). Este ángulo oscila entre
22° y 24,5°, con un período medio de 41.000 años. La oblicuidad controla las oscila-
ciones de temperatura entre verano e invierno.
• Excentricidad: variación de la relación entre los ejes mayor y menor de la órbita elíptica
de la Tierra alrededor del Sol a lo largo del tiempo. Su período medio es de 100.000 años,
con oscilaciones entre 99.000 y 123.000 años. Existen otros períodos más largos de va-
riación de la excentricidad de 400.000, 1.300.000 y 2.000.000 de años Los ciclos de
excentricidad controlan variaciones absolutas de la radiación solar recibida por la Tierra.
Precesión
19,23 ky
Oblicuidad 22°-24° 30'
41 ky
Tierra 23° 30'
Sol Luna
Excentricidad
Sin escala
100,410 ky
Figura 2.2. Variaciones orbitales del Sistema Tierra-Luna-Sol y sus frecuencias temporales características. Modi-
ficado de Einsele y Ricken, 1991.
Naturalmente estos ciclos se combinan entre sí, creando oscilaciones armónicas complejas
que pueden amplificar o amortiguar sus efectos respectivos. También han variado de periodi-
cidad a lo largo del tiempo geológico, pues las posiciones relativas de la Tierra y la Luna entre
sí y con respecto al Sol han ido variando notablemente a lo largo del tiempo geológico.
La hipótesis de la influencia de las oscilaciones orbitales de la Tierra sobre el clima enun-
ciada por Milankovitch es un poderoso instrumento para analizar y explicar la obvia ciclicidad
de muchas series sedimentarias, pero su aplicación práctica está plagada de dificultades. Se
pueden utilizar variables observables como espesor de las capas, tamaño de grano, porcentaje de
carbonato cálcico, concentración de O 18 o C 13 y otras, pero las premisas fundamentales
de partida son que la tasa de sedimentación permanezca constante durante el período obser-
vado y que el registro sedimentario sea continuo.
Otro problema a resolver antes del análisis es la datación absoluta precisa de los sedimen-
tos estudiados, lo que, normalmente, es algo bastante complicado. Sin una datción muy pre-
cisa, todo intento de cálculo de edad absoluta de los ciclos observados está viciado desde el
origen.
Si se cumplen todas las premisas, las variaciones observadas se pueden explicar por influen-
cias orbitales («orbital forcing») mediante técnicas estadísticas de análisis numérico espectral
(Weedon, 1991, 1993; Einsele et al., 1991)
22
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
FACIES
Conceptos generales
El concepto de facies es fundamental en Sedimentología, pues, ya en el siglo xviii, los
primeros estudios de las rocas sedimentarias antiguas demostraron que todas ellas presentaban
características tales como composición, geometría y contenido de fósiles que permitían agru-
parlas en un número finito de tipos.
El término original fue definido por Gressly en 1838, como: «conjunto de características
litológicas y faunísticas de una unidad estratigráfica que permite distinguirla de las adyacentes».
Este concepto ha sido uno de los más debatidos en la historia de la Geología y sus avatares
están recogidos en los trabajos de Middleton (1973), Anderton (1985) y Reading (1996).
La confusión ha presidido su uso en muchas ocasiones, pero en este libro se utiliza el tér-
mino en su sentido descriptivo original excluyendo en lo posible las connotaciones genéticas
a veces empleadas. Así, es correcto, aunque restrictivo, hablar de facies oolíticas o facies salinas,
pero lo es mucho menos hablar de facies de «lagoon» o de facies turbidíticas, porque esta
acepción implica un factor subjetivo de interpretación que no debe confundirse con la des-
cripción objetiva; aún mas confuso e inadecuado es hablar de tectofacies, porque se que se
asume que cada una de ellas sólo se da en un marco tectónico concreto, lo que casi nunca
ocurre. Hay, por ejemplo, facies molásicas pre-, sin- y postorogénicas.
Por tanto, de acuerdo con Selley (1970), definiremos una facies como un conjunto de ro-
cas sedimentarias que puede ser definido y separado de otros por su geometría, litología, es-
tructuras sedimentarias, distribución de paleocorrientes y fósiles.
La figura 2.3 muestra las relaciones entre facies, medios sedimentarios, procesos y tiempo;
por ejemplo, una facies de pizarras bituminosas se deposita en un medio marino profundo por
un proceso de decantación en el Jurásico, o bien, una facies de areniscas gradadas se deposita
en un medio de borde precontinental por un proceso de corriente de turbidez en el Cretácico
(Selley, 1976).
Las facies descriptivas pueden subdividirse en litofacies y biofacies. Las litofacies son uni-
dades de rocas definida por un conjunto de características físicas tales como tamaño de grano,
composición química, estructuras sedimentarias y tipo de estratificación, mientras que las
biofacies priman en su definición el contenido de organismos fósiles (macro- y/o microfósiles)
y estructuras orgánicas que contienen.
PLATAFORMA CUENCA
Figura 2.3. Relación entre medio, proceso, facies y tiempo en una cuenca sedimentaria teórica. Modificado de
Selley, 1976.
23
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
La Ley de Walter
Tras constatar el número finito de facies en las sucesiones de rocas, pronto se dieron cuen-
ta los geólogos de que éstas raramente se asociaban de forma aleatoria. Walter (1884) analizó
este hecho y comparó las sucesiones de rocas antiguas con las sucesiones de medios sedimen-
tarios que se dan en la actualidad en la superficie de la Tierra.
Una facies individual puede tener poco valor en una interpretación de medios: así, una
arenisca con «ripples» indica sólo un proceso: depósito en régimen bajo por una corriente que
se movía en un determinado sentido, pero no podemos deducir de ella profundidad, salinidad
o medio de depósito.
Sin embargo, puede ser muy
ASOCIACIÓN DE FACIES: signifi cativa si la analizamos en
Secuencia turbidítica clásica (Secuencia de BOUMA) relación con las facies que se en-
cuentran por encima y por deba-
Facies Ar: Areniscas con ripples de corriente D jo, formando una asociación de
Ap facies, que estaría formada por
Ar dos o más facies ligadas genética-
Ap mente y que reflejan la actividad
de un proceso o procesos en un
PROCESO: Transporte tractivo en régimen bajo
Ag
determinado medio o asociación
de medios durante un tiempo su-
ficiente como para producir unos
PROCESO: Corriente de turbidez depósitos que se conservan en el
registro geológico. Sus límites
Figura 2.4. Relación entre facies, asociaciones de facies y procesos sedimentarios. son netos o erosivos (figura 2.4).
24
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Walter denominó área de facies («faciesbezirk») a una secuencia vertical continua de facies
relacionadas genéticamente y reconoció sus límites en las superficies de erosión intraformacio-
nales que las limitan. Destacó la importancia de esta disposición estableciendo que: «Los diver-
sos depósitos de una misma área de facies e igualmente la suma de las rocas de las diferentes
áreas de facies se forman unas al lado de otras... Un principio básico de profundo significado
es que sólo se pueden superponer sin ruptura alguna y primariamente las facies y áreas de facies
que actualmente encontramos en contigüidad» (Walter, 1894, en Middleton, 1973).
Esta afirmación, conocida como Ley de Walter, es el fundamento del análisis de facies: las
facies que se encuentran en una sucesión vertical continua se formaron en medios adyacentes
lateralmente. A la inversa, es posible deducir la distribución paleogeográfica de medios sedi-
mentarios adyacentes a partir de sucesiones verticales continuas y correlacionables. Sin embar-
go, la aplicación de este principio es incorrecta si se olvidan dos puntos fundamentales, lo que
ha sido y es muy frecuente: a) Sólo se aplica a sucesiones sin rupturas importantes, pues una
superficie de erosión, por ejemplo, puede significar la desaparición de una o más facies que
representarían medios contiguos que han quedado sin representación, y b) su base actualística,
ya que la comparación con los medios actuales debe ser la base de la interpretación de las fa-
cies antiguas.
El tipo de contacto entre facies no suele recibir el mismo tipo de atención que se presta a
las facies en sí mismas y muchas veces no se reconocen rupturas de la continuidad de la sedi-
mentación posteriormente demostradas, por ejemplo, por estudios biostratigráficos detallados.
Si un contacto gradual supone que una facies sucedió a otra en continuidad temporal por
migración de medios sedimentarios; un contacto erosivo supone una ruptura temporal más o
menos larga del registro sedimentario; los contactos netos son más difíciles de interpretar, pues
en algunas ocasiones, pueden representar grandes períodos de interrupción de la sedimenta-
ción, es decir, indicar vacíos en el registro sedimentario de gran importancia.
X Z
D C B A
III
II
Figura 2.5. Variaciones laterales de los ciclos sedimentarios. En situación proximal (Z), los ciclos están truncados
por discordancias, mientras que en situación distal (X) están completos. Modificado de Selley, 1976.
25
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Z = ritmo) (Selley, 1967), por lo que en la actualidad se prefiere emplear la palabra ciclo para
ambos tipos de sucesiones.
El origen de la ciclicidad, es decir, de la repetición de secuencias, ha sido muy discutido y
existen diversidad de teorías: subsidencia repetida de la cuenca, elevación del área fuente, os-
cilaciones climáticas, variaciones del nivel del mar, etc. Todas ellas pueden causar ciclicidad o
bien superponerse, reforzando o atenuando sus efectos.
Beerbower (1964) hizo una aportación fundamental a este análisis al resumir todos los
procesos generadores de ciclicidad en dos categorías:
Aunque cualquiera de ellas puede dar lugar a ciclicidad, hay que tener en cuenta que nor-
malmente se superponen varios procesos muy diferentes, dando un resultado final complejo.
Se conoce poco sobre la geometría detallada de los ciclos y de las limitaciones que produ-
cen en su desarrollo los diversos mecanismos responsables, por lo que existe una polémica
importante sobre la importancia relativa de los autocíclicos y los alocíclicos (Grotzinger, 1986).
Muchos geólogos creen que los ciclos más simples no tienen importancia regional en una
cuenca, sino que se producen por programación de facies a escala mucho menor y que el techo
de los mismos no representa una isócrona (James, 1984).
26
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
PARALLEL SUBPARALLEL
EVEN WAVY
EVEN
DIVERGENT
WAVY
HUMMOCKY LENTICULAR
WAVY
DISRUPTED CONTORTED
CHAOTIC
OBLIQUE
SHINGLED
TANGENTIAL
HUMMOCKY CLINOFORMS
REFLECTION-FREE
PARALLEL
Figura 2.6. Configuraciones básicas de las reflexiones sísmicas. Modificado de Mitchum et al., 1977a. Se conserva la nomenclatura en inglés
por ser de uso general.
La forma externa de cada cuerpo rocoso, muy difícil de reconstruir en superficie, es clara-
mente observable en las facies sísmicas (figura 2.7) (Mitchum et al., 1977b), tanto de forma
aislada como en relación con la superficie basal en la que se apoyan. La información sísmica
de reflexión es extremadamente precisa en el caso de relleno de formas cóncavas, es decir, ero-
sivas (figura 2.8) en las que se pueden distinguir rellenos paralelos, convexos, cóncavos, caó-
ticos, migratorios o complejos (Mitchum et al., 1977b).
Las facies sísmicas se pueden agrupar en unidades estratigráficas sísmicas a secuencias sís-
micas (Brown y Fisher, 1977); formados por unidades de reflexiones sísmicas asociadas limi-
tadas por discordancias y sus superficies concordantes equivalentes (figura 2.9), y que muestran
una serie de terminaciones características y fácilmente reconocibles. Estas secuencias sísmicas
se miden normalmente en espesores de decenas a centenares de metros de espesor.
Los registros eléctricos miden propiedades eléctricas, radioactivas y acústicas de las rocas
perforadas en un sondeo mediante una multitud de instrumentos que son cada vez más pre-
cisos, y de ellos se deducen litologías, porosidades y tamaño de grano. Los datos se asocian
para definir electrofacies («log facies») (Hurst et al., 1992). Los registros eléctricos son continuos,
por lo que proporcionan detallada información vertical en centenares o millares de metros,
pero su interpretación litológica correcta depende de la correcta separación del efecto de flui-
dos naturales, lodos de perforación y otras posibles interferencias.
27
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
MOUND TYPES
SHEET
MOUND
(GENERALIZED)
SHEET DRAPE
WEDGE
FAN
FILL TYPES
CHANNEL
FILL
LENS
BASIN FILL
SLOPE
FRONT FILL
Figura 2.7. Forma externa de algunas unidades de facies sísmicas. Modificado de Mitchum et al., 1977a. Se conserva la nomenclatura en
inglés por ser de uso general.
Los más utilizados son: neutrónico, densidad, sónico, rayos gamma, rayos gamma espec-
trales, potencial espontáneo, resistividad, calibre y buzamiento («dipmeter»), entre otros. La
tecnología de las medidas en pozos avanza continuamente, mejorando su precisión y diseñan-
do nuevas herramientas complementarias (Asquith y Krigowsky, 2004).
Aunque algunos de ellos pueden utilizarse individualmente en la interpretación litológica,
siempre es mejor utilizarlos conjuntamente (figura 2.10).
28
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
A LÍMITE SUPERIOR
B LÍMITE INFERIOR
Truncación
Toplap Discordancia superior
C
Offl
ap
Discordancia
Onl Onlap inferior
ap
Downlap Convergencia
interna
Figura 2.9. Terminaciones de las reflexiones sísmicas en el interior de una secuencia sísmica ideal. A: Límite superior. B: Límite inferior.
C: Geometría ideal. Modificado de Mitchum et al., 1977a, b.
29
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
30
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
31
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
30 FASE DE
ABANDONO
4 GRADUAL
140
m
25 5
4 120
BÁSICAMENTE
SUBAÉREO
20
3
2 100
1
6
MÁXIMA
15 CONCENTRACIÓN
4 80 DE SEDIMENTOS
COSTEROS
5
10
60
4
BÁSICAMENTE
5 SUBACUÁTICO
40
3
2
1
0m
20
A
B
TERRAZA
40-100 m
LEVEE O
MIEMBRO
ARENOSO
16
10
4-15
TRANSICIÓN
12 8 2
MIEMBRO 8 4
CANAL
35-50 m
1
CONGLO-
MERÁTICO
Base del canal
4 0m 0m
C 0m D
Figura 2.12. Diversos tipos de asociaciones de facies reales. A: Fluvial, fining upwards (Puigdefabregas y Van
Vliet, 1992). B: Fluvial-lacustre, coarsening y thickening upwards (Miall, 2000). C: Turbidítica, thinning y fining
upwards (Johnson y Walter, 1979). D: Deltaica, coarsening y thickening upwards (Faquarson, 1982).
lateralmente y en las zonas marginales de la cuenca puede estar limitado por discordancias a
base y a techo, y formado por depósitos de muchos medios diferentes.
Pocas veces los ciclos de primer orden están completos y dependen también de su posición
respecto al eje de la cuenca (figura 2.3). A menudo el eje mayor del cuerpo rocoso del ciclo
32
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
desembocadura
fluviales fluviales deltaica proximal
Depósitos Depósitos
Barra de
deltaicos deltaicos Frente
deltaico Barra
Plataforma Depósitos de distal
y taluz plataforma Frente
deltaico
Borde
precontinental Prodelta
Plataforma
y taluz
Depósitos
deltaicos
Depósitos
fluviales
33
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
ESTRATIGRAFÍA SECUENCIAL
La estratigrafía secuencial, propuesta en 1977 (Payton, 1977) por un grupo de sedimentó-
logos de la compañía Exxon encabezado por P. Vail ha revolucionado el análisis de facies.
Aunque el método no era totalmente original, sus hipótesis inciales eran tan prometedoras que
fueron aceptadas entusiásticamente por gran parte de la comunidad geológica. Su exposición
detallada no es el objeto principal de este libro, pero sus líneas generales deben ser enunciadas
en este capítulo para una mejor comprensión del Análisis de Facies actual.
La hipótesis fundamental expuesta en la obra de 1977 antes citada es que las facies sísmicas
pueden integrarse en secuencias sísmicas mayores limitadas por discordancias y que su origen
está ligado a variaciones eustáticas del nivel del mar, al menos en las secuencias marinas de már-
genes continentales pasivos (figura 2.15). La posibilidad de correlaciones globales de secuencias
sísmicas era evidente, y se propusieron gráficas estratigráficas para el Fanerozoico que mostra-
ban las oscilaciones globales del nivel del mar a lo largo del tiempo (Vail et al., 1977a, b, c).
Estas gráficas de primera generación usaban una escala temporal absoluta, las principales
subdivisiones cronoestratigráficas y los cambios del nivel del mar interpretados para ciclos
de primer, segundo y tercer orden. Inevitablemente se utilizaron en zonas poco conocidas
para predecir la edad cronostratigráfica de las secuencias sedimentarias, sin otro apoyo inde-
pendiente.
Los estudios realizados en los diferentes continentes demostraron mucho antes de 1977 la
existencia de una serie de sucesos estratigráficos reconocidos a escala global o continental. Sloss
(1962, 1963, 1972) realizó una de las primeras síntesis, dividiendo el registro sedimentario de
Norteamérica en seis «secuencias» separadas por discordancias; posteriormente Sloss (1978,
1979) amplió su validez a la Plataforma rusa y a una serie de cuencas en Canadá, como lógi-
ca continuación de sus trabajos anteriores.
Aquí debemos destacar la definición original del término secuencia dada por Sloss (1963):
«Unidad litostratigráfica de orden superior al grupo, que se puede seguir en zonas extensas de
un continente y que está limitada por discordancias de valor interregional». Evidentemente,
coincide con el término secuencia deposicional de Fisher y McGowen (1967) y no con el uso
muy amplio realizado posteriormente aplicándolo a unidades de rango menor, mucho más
pequeñas, para las que sería mucho más conveniente utilizar la denominación «asociación de
facies».
Los grandes ciclos fanerozoicos descritos por Sloss tienen valor global y pronto se buscó
una explicación para esta ciclicidad. Hallam (1963, 1978) fue uno de los primeros en sugerir
que se debían a oscilaciones de del nivel del mar relacionadas con variaciones del volumen de
las dorsales oceánicas. La aparición de los trabajos de Vail et al. (1977a, b, c) y Mitchum et
al. (1977a, b) dieron nuevo impulso a esta idea.
34
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
DISCORDANCIA CONCORDANCIA
B B
SUPERFICIE DE NO SEDIMENTACIÓN (SIN HIATO)
0
25
24
B 23
PROFUNDIDAD
22
21
SECUENCIA 19 20
18 B
A 15 16 17
11 12 13 14
8 9 10 A
5 6 7
2 3 4
1
1.000 m
100 km
DISCORDANCIA CONCORDANCIA
B B
25 25 24
UNIDADES TEMPORALES
HIATO SIN 23
2221
SEDIMENTACIÓN 20
20 B
(ARBITRARIO)
18 19
B 17 (LÍMITES SIN-
15 SECUENCIA 15 16 CRÓNICOS) A
A 13 14 HIATO SIN
HIATO SIN SEDIMENTACIÓN 12 SEDIMENTACIÓN
10
9 10 11
HIATO + EROSIÓN
7 8
5 6
5
3 4
1 2
100 km
Figura 2.15. Conceptos básicos sobre secuencias deposicionales. A: Corte estratigráfico general de una secuencia
deposicional con sus límites marcados por discordancias que pasan lateralmente a contactos geométricamente
conformes asociados o no a hiatos. B: Diagrama cronostratigráfico de la secuencia anterior en el que se aprecia
el diferente valor temporal de las superficies A y B. Modificado de Mitchum et al., 1977a.
Las discontinuidades pueden ser discordancias claras o bien paraconformidades más difí-
ciles de determinar, como lagunas deducidas de la ausencia de faunas en una serie aparente-
mente conforme.
Chang (1975) y Hedberg (1976) propusieron el término syntema para las unidades li-
mitadas por discordancias («unconformity-bounded unit»), lo que tiene la ventaja de carecer
de connotaciones previas en la bibliografía científica, pero, de acuerdo con Mitchum et al.
(1977a, b), parece preferible seguir utilizando el término sistema deposicional (o secuencia de-
posicional, su sinónimo) porque no todos están limitados por discordancias y suelen estar li-
gados a un cambio en el nivel del mar que es sincrónico en toda la cuenca.
Aunque la acogida de estos trabajos fue entusiasta y revolucionó el Análisis de Facies, sus
limitaciones y aspectos erróneos fueron expuestos casi inmediatamente; no se mencionaban
los datos biostratigráficos de partida ni el método de datación de las discontinuidades, se ig-
noraba la importancia de los movimientos tectónicos sin-sedimentarios, no se definía el «da-
tum» global al que referir los valores cambiantes del nivel del mar y se analizaba incorrecta-
mente el registro continental; se puede aplicar correctamente el método científico a un
conjunto de datos de observación y/o experimentales, pero si este punto de partida es falso,
también lo serán los resultados, aunque el método empleado sea correcto. Miall (1986) des-
taca el contraste que existe entre las prolongadas discusiones que han provocado y provocan
los intentos de establecer y afinar las escalas bio-, crono- y magnetostratigráfica y la aceptación
35
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
ciega por numerosos geólogos de las «curvas de Vail» como instrumento universal de correla-
ción y escala de edades geológicas absolutas.
Muy pronto, algunos geólogos estructurales describieron una serie de procesos que pueden
dar resultados similares a las Secuencias Deposicionales por causas exclusivamente tectónicas.
Pitman (1978) estudió el período Cretácico-Actualidad, en el que se ha dado un descenso
continuado del nivel del mar, aunque a velocidades cambiantes según los períodos considerados;
relacionó la posición de la costa, la variación del nivel del mar, la tasa de subsidencia en los
márgenes continentales pasivos y la tasa de sedimentación, y demostró que, aparte de las va-
riaciones de volumen de los casquetes glaciares, el mecanismo más eficaz para producir varia-
ciones del nivel del mar a corto plazo
es el cambio de volumen de las dorsa-
les mediooceánicas.
a)
Los cálculos de Pitman (1978) de-
muestran que si se acelera la velocidad
NIVEL DEL MAR (metros sobre el actual)
100 140
de expansión de los fondos oceánicos,
mar
40 200
con un nivel del mar en ascenso con-
tinuo, aunque a velocidades decre-
Nivel
del mar cientes, lo que destruye la idea sim-
20 100 plista y generalizada de que todo
ascenso del nivel del mar va acompa-
ñado de una transgresión y viceversa.
Si se hacen los mismos cálculos para
0 0 una situación en que la velocidad de
75 55 35 15 0
expansión se reduce, la historia se in-
TIEMPO (en millones de años) vierte, con una rápida regresión al
principio del proceso y una lenta
Figura 2.16. a) Variación del nivel del mar y de la posición de la línea de costa en un ciclo
transgresión a continuación. La figu-
teórico de aceleración-deceleración de la velocidad de expansión de una dorsal mediooceá- ra 2.16, tomada de Pitman (1978),
nica; b) Descenso del nivel del mar desde el Cretácico superior y oscilaciones de la posición
de la línea de costa con respecto al fulcro alrededor del que subside la plataforma conti-
demuestra con claridad estas oscila-
nental del Atlántico Norte. Modificado de Pittmann, 1978. ciones.
36
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
37
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
las oscilaciones del nivel del mar afectan a una superficie compleja y cambiante (figura 2.17b),
resultado de los tres mecanismos citados que actúan simultáneamente, ya que el geoide está
continuamente cambiando y ajustándose (figura 2.17c).
Teniendo en cuenta el desplazamiento de estas anomalías positivas y negativas, se produ-
cirán importantes variaciones en la línea de costa de carácter local, que en unos puntos serían
ascendentes (transgresiones) y en otros descendentes (regresiones) según se acercasen elevacio-
nes o depresiones y que todo esto ocurriría de forma simultánea sin cambiar en absoluto, en
principio, el volumen de agua de los océanos o de las cuencas oceánicas.
Las oscilaciones geodésicas o gravitatorias parecen tener períodos de unos pocos miles de
años o algunos millones de años, por lo que, de confirmarse estos períodos, todas o casi todas
las transgresiones y regresiones registradas en las «curvas de Vail» representarían oscilaciones
eustáticas gravitacionales globales que darían lugar a transgresiones locales simultáneas, por lo
que carecerían de todo valor cronostratigráfico y no podrían utilizarse como criterio de corre-
lación y predicción (Mörner, 1983, 1986).
Todas estas críticas llevaron al grupo de Exxon a revisar a fondo sus hipótesis de 1977 y
en un período de más de 15 años modificaron profundamente sus hipótesis.
En primer lugar, se moderó el énfasis en el eustatismo puro, y las variaciones relativas del
nivel del mar es decir, el resultado combinado de la subsidencia y eustatismo pasaron a ser la
explicación de la sucesión de secuencias (Van Wagooner et al., 1988). También se publicó una
nueva gráfica global (Haq et al., 1988) en la que se incluían datos bio- y magnetostratigráficos
para el Mesozoico y gran parte del Cenozoico. Los datos de límites de secuencias son «cambios
relativos en el onlap costero», no variaciones absolutas del nivel del mar. Sin embargo, subya-
ce en este último trabajo la idea de que existe una curva de variación global del nivel del mar
que, si se descubre en algún punto, se podrá utilizar como instrumento definitivo de predicción
estratigráfica y criterio de correlación.
Estas postura llevó a una nueva década de críticas por parte de geólogos estructurales como
Cloetingh (1986, 1988), Hubbard (1998) y Carter et al. (1991), que demostraron que los
esfuerzos intraplaca a escala continental y, simultáneamente, la tectónica local pueden produ-
cir ciclos de tercer orden sin que sea necesario un cambio eustático del nivel del mar; la con-
secuencia obvia de estos trabajos es que la curva de Haq et al. (1988) carece de capacidad
predictiva para correlaciones.
Por otra parte, Miall (1986, 1991, 1992) y Aubry (1991) han demostrado que la impre-
cisión de los datos bio- y magnetostratigráficos aportados es tal que permite colocar donde sea
conveniente los límites de cualquier secuencia de tercer orden que se describa para ajustarla a
la gráfica citada.
Se debe reconocer a pesar de todo que los ciclos mayores de primer y segundo orden son
casi con toda seguridad ciclos globales de variación relativa del nivel del mar y que responden
a cambios del volumen de las cuencas oceánicas producidos por procesos tectónicos mayores.
Desde principios de la década de 1990, los estudios de Estratigrafía Secuencial han ido
abandonando gradualmente su énfasis en constituir instrumentos globales de correlación y se
han centrado con gran pragmatismo en lo más valido de la hipótesis: el enunciado de un pro-
cedimiento de análisis de las secuencias deposicionales sencillo e integrador.
De aquí se dedujo el concepto de modelo de secuencia estratigráfica (Carter et al., 1991):
arquitectura ideal depositada en un margen continental pasivo durante un ciclo transgresivo-
regresivo único. Al efecto de la variación relativa del nivel del mar se añadieron los efectos del
aporte de sedimentos, la fisiografía del margen o plataforma continental y la tectónica sin-
sedimentaria (Posamentier y James, 1993).
Las líneas sísmicas se descomponen en «Systems tracts» (Brown y Fisher, 1977), que son
un conjunto de sistemas deposicionales contemporáneos conectados lateralmente, por ejemplo,
38
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
sistemas fluviales deltaicos y turbidíticos coetaneos. Son equivalentes a las unidades sismoestra-
tigráficas y se subdividen en parasecuencias.
Las «Systems tracts» o cortejos de facies se pueden emplazar en los diferentes estadios de
cada ciclo de variación del nivel del mar: descenso del nivel del mar («sea-level fall»), nivel del
mar bajo («lowstand»), ascenso del nivel del mar («sea-level rise») y nivel del mar alto («high-
stand») (Haq, 1991) (figura 2.18).
a) En profundidad
mfs
(HST) (SMW)
(TST) SB2
Profundidad
DLS (CS)
Tiempo
TS
(HST)
SMW
LSW
Alto
TST
LSF
Eustasia
Valle inciso (H
(ivf ) ST (LSW)
SB 1
Cañón ) (lcc)
Bajo
SB 2
(BFF)
Subsidencia
SB1
Somero Profundo
b) En tiempo (SMW)
SB2
Tiempo geológico
(HST)
Sección condensada
(TST) mfs
TS
(ivf ) (LSW)
Distancia
Cortejos de facies
Superficies System tracts Litofacies
Figura 2.18. Modelo de secuencia deposicional del Grupo EXXON en el que se aprecian los «Siliciclastic systems tracts» o cortejos deposicio-
nales siliciclásticos en a) profundidad, b) tiempo, sus superficies limitantes y los tipos de facies asociados. Modificado de Haq et al., 1988.
39
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Dependiendo de la velocidad de descenso del nivel del mar, Posamentier et al. (1988) han
distinguido dos tipos de límite de Secuencia. El Tipo 1 de límite de secuencia (figuras 2.18 y
2.19) presenta erosión subaérea y desplazamiento de las facies hacia la cuenca. Las facies flu-
viales o marinas de transición (estuarios) pueden superponerse directamente a facies marinas
mucho más profundos, ya que no depositan los sedimentos de las facies intermedias.
El Tipo 2 de límite de secuencia (figuras 2.18 y 2.19) carece de erosión subaérea importan-
te y el desplazamiento de las facies hacia la cuenca es más progresivo. Se forma cuando la tasa
de subsidencia supera la tasa máxima del descenso del nivel del mar en la línea de costa (Jer-
vey, 1988).
En el período de descenso inicial del nivel del mar («Initial Sealevel fall») (figuras 2.18
y 2.19) se produce la formación de un límite de secuencia tipo 1, con importante erosión de
Lowstand wedge:
progradational parasequence set
Ascenso
lento del
nivel del mar
Figura 2.19. Secuencia deposicional de Tipo 1: Fases de formación durante un ciclo de descenso-ascenso del
nivel del mar (Van Wagooner et al., 1988).
40
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
los sistemas fluviales y costeros marginales, formación de valles incisos y sedimentación res-
tringida a abanicos turbidíticos en el fondo de la cuenca marina alimentados por sedimentos
que puentean («by-pass») la mayor parte de la cuenca de sedimentación.
Durante el período de descenso maduro del nivel del mar («Mature Sealevel Fall», descen-
so regular, período de aguas bajas y comienzo del ascenso del nivel del mar) se forma el «Lows-
tand Systems Tract» (LST) o cortejo de facies de nivel del mar bajo. Mientras en el extremo
proximal de la cuenca (figuras 2.18 y 2.19) continúa la erosión de los valles incisos, en la
parte más distal se deposita una cuña de sedimentaos formados por abanicos turbidíticos con
«levees» y deltas en el borde de la plataforma continental. Esta cuña prograda hacia la cuenca.
Cuando el ascenso del nivel del mar acelera, se forma el «Transgressive Systems Tract» o
cortejo de facies de período transgesivo. La sedimentación se reduce a la parte más profunda
de la cuenca y se forma una superficie con una lámina de sedimentos («Transgresive lag depo-
sits»), muy delgados pero característicos de esta fase. Los valles incisos comienzan su relleno
muy lentamente, por secuencias retrogradantes y el cortejo termina por una superficie neta
marcada por niveles sedimentarios condensados conocido como «Maximum Flooding Surface»
(MFS) o Superficie de máxima inundación (figuras 2.18 y 2.19).
El ciclo se cierra con el «Highstand Systems Tract» (HST) o cortejo de facies de nivel del
mar alto, en el que el nivel del mar alcanza a su máximo nivel y comienza a descender muy
lentamente. Los sedimentos se agrupan en secuencias apiladas que, inicialmente, tienen gra-
dación vertical pero que enseguida pasa a ser progradantes sobre la TST al colmatarse todo el
espacio de acomodación creado (figuras 2.18 y 2.19).
Cada cortejo de facies está formado por parasecuencias elementales (Vail et al., 1977b, c;
Posamentier y James, 1933) cuya duración se estima en 1,5 a 2 millones de años, normalmen-
te de tipo regresivo y granocreciente.
Los modelos de estratigrafía secuencial para carbonatos se desarrollaron posteriormente a
sus equivalentes para sedimentos siliciclásticos y aún no han sido aceptados universalmente.
La producción, transporte y sedimentación de carbonatos es muy diferente a la de siliciclás-
ticos.
La casi totalidad de carbonatos se produce dentro de la zona fótica en mares someros tro-
picales o subtropicales; también pueden formar estructuras verticales resistentes a las olas y
sufren profundas alteraciones diagenéticas muy tempranas.
Estas propiedades dan lugar a geometrías propias de los carbonatos que no se encuentran
en sus equivalentes siliciclásticos; dentro de los carbonatos, las respuestas a las oscilaciones del
nivel del mar son muy diferentes en las plataformas abiertas de poca pendiente (rampas), en
las plataformas con barreras protectoras y en las bioconstrucciones aisladas.
La primera propuesta de Estratigrafía Secuencial del grupo de Exxon fue publicado por
Sarg en 1988, y fue modificada posteriormente por Crevello et al. (1989), Harris et al. (1999)
y Schlager (2005).
El período inicial de descenso del nivel del mar («Initial Sealevel Fall») se caracteriza por
erosión de las plataformas y caída de bloques por el talud continental, que forman pedimentos
de gran pendiente y extensión lateral limitada. En la zona más próxima, emergida, se forman
superficies karstificadas y diagénesis temprana por mezcla de aguas (figura 2.20).
El período maduro de descenso del nivel del mar («Lowstand Systems Tract») presenta dos
tipos de cortejo de facies de nivel del mar bajo (figura 2.20): a) megabrechas derivadas de la
erosión del borde de la plataforma y parte superior del talud, o bien b) cuñas autóctonas res-
tringidas a la parte superior del talud. En una revisión posterior, Handford y Loucks (1993)
sugieren que la cantidad de sedimentos producida en este período es muy pequeña, pues la
elevada solubilidad de los carbonatos favorece su erosión por disolución más que la posible
destrucción física y resedimentación.
41
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
SB 2
mfs HST
SMW
TST
Profundidad
TS
LSW DLS
HST
Eustasia
Baja Alta
tectónica
LSW
SMW
LSF
TS
SB 1
TST
LSW
SB 1
LSF
HST
Subsidencia
SMW
tectónica a) En profundidad
SB 2
(SMW)
SB 2
(HST)
mfs Sección condensada
Tiempo
(TST)
TS
(LSW)
Hiato subaéreo
(LSF)
SB 1
(HST)
Distancia
b) En tiempo geológico
CORTEJOS DE FACIES
SUPERFICIES (SYSTEM TRACTS) LITOFACIES
Figura 2.20. Diagrama sintético de una secuencia deposicional de carbonatos con sus facies asociadas, a) en profundidad, b) en tiempo.
Modificado de Sarg, 1988.
En el período de ascenso del nivel del mar se forma el «Transgressive Systems Tracts» o cor-
tejo de facies transgresivo. En él se depositan parasecuencias retrogradacionales sobre una
marcada superficie de transgresión que recubre en «onlap» la discordancia basal de la Secuen-
cia. La naturaleza de las parasecuencias varía según la productividad de la zona, la pendiente
de la superficie de transgresión y la velocidad de la transgresión, pero tienden a ser cada vez
más profundos y francamente marinos según progresa la transgresión (Hanford y Loucks,
1993). La posición exacta de la «Maximum Flooding Surface» o Superficie de transgresión
42
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
máxima es muy difícil de determinar en muchos casos, y aquí reside una de las mayores difi-
cultades en la Estratigrafía Secuencial de Carbonatos.
En el período de estabilización del nivel del mar se forma el «Highstand Systems Tract» o
cortejo de facies de nivel alto del mar. La producción de carbonatos colmata la acomodación
creada y el cortejo retrograda hacia mar abierto; este cortejo es el más voluminoso de toda la
secuencia y, además, es el período en el que mayor cantidad de sedimento se transfiera a la
zona más profunda de la cuenca, al revés de lo que sucede con los sedimentos siliciclásticos.
En algunos raros casos, el ascenso del nivel del mar no puede ser compensado por la pro-
ducción de carbonatos, la plataforma muere y queda sumergida con bajo el agua del mar una
neta superficie al techo.
43
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
200
Antidunas
150
riores
lanos supe
sp
Lecho
3D
80
60
2D
2D s
feriore
s planos in
Pequeños ripples Lecho
40
30 Sin movimiento
20
Figura 2.21. Diagrama de tamaño de grano y velocidad de flujo para profundidades de 18-22 centímetros y es-
tructuras resultantes. Modificado de Harms et al., 1982.
Las formas menores de 0,5 m se denominan ripples y las mayores, dunas y su configuración
no depende en absoluto de la configuración superficial del agua; estas estructuras se denomi-
nan de régimen de flujo bajo. Al aumentar la velocidad, las estructuras de fondo entran en fase
con las ondulaciones de la superficie del agua y se forman las estructuras de régimen de flujo
alto, tales como las antidunas.
La transición de una configuración a otra se realiza mediante un estudio intermedio de
condiciones de lecho plano de régimen alto (figura 2.22).
Estos datos experimentales se pueden utilizar en al interpretación hidrodinámica de sedi-
mentos antiguos; por ejemplo, Allen (1968) y Harms et al. (1975) han demostrado que la
estratificación cruzada planar tabular se produce por la migración de megaripples de cresta
recta y que la de surco lo hace por la migración de dunas tridimensionales. También se pueden
aplicar estos datos para interpretar sucesiones verticales de estructuras sedimentarias, que res-
ponden a variaciones del flujo. El reciente trabajo de Rubin y Carter (2007) reconstruye con
animaciones el origen y evolución de muchas estructuras sedimentarias y su aplicación a la
reconstrucción de flujos, transporte de sedimentos y procesos deposicionales.
Estructuras presedimentarias
44
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Turbulencia
Remanso
Rápido
Figura 2.22. Tipos de estructuras de
fondo observadas bajo flujo constan-
te en lechos arenosos de canales na-
turales (a). (a) hasta (d): en régimen Dunas erosionadas / transición Rápidos y remansos
de flujo bajo; (e) hasta (h): en régi- (d) (h)
men de flujo alto. Modificado de Blatt
et al., 1982.
los canales, marcas de escurridura («scour marks») y turboglifos («flute marks»). Suelen obser-
varse mucho mejor los moldes en la capa superior que las estructuras en sí mismas y dan
buenas indicaciones sobre la dirección y/o el sentido de las corrientes que las originaron.
También se pueden considerar incluidas en este grupo las superficies marinas de omisión
(«hardgrounds») o las superficies subaéreas con grietas de desecación y/o brechas autogénicas.
Estructuras sinsedimentarias
45
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
+ 11
30 + 18 que se formaron.
+ 19 + 15 + 10 La interpretación hidrodinámica de
25
+9 las formas de fondo se ve complicada si
+ 16
20 se tiene en cuenta que casi todos los
+6 +7 +8 estudios realizados suponen un equili-
15
brio entre un flujo estable y dichas for-
10 +4 +5 mas, pero los flujos naturales rara vez
son estables y pueden variar mucho en
+2 +3
5 0 períodos variables, por ejemplo, cada
0 seis horas las mareas, en pocos minu-
65 75 83 95 105 115 125 tos o en meses en los ríos durante ave-
nidas o durante los estiajes.
CAUDAL (103 m3 5–1)
Las formas de fondo pueden persis-
tir un tiempo considerable después que
Figura 2.23. Retardo o «time lag» de las formas de fondo con respecto a las variaciones
de velocidad de las corrientes en una crecida del río Fraser, Canadá y la vuelta a las con-
ha cesado o aumentado su velocidad el
diciones normales. Cifras en días en la línea quebrada. Modificado de Allen, 1973. flujo que las originó; la figura 2.23
muestra los cambios en longitud de
onda y altura de las dunas observadas en el río Fraser (Canadá) en relación a una descarga
variable (Allen, 1973) y se puede observar el efecto o retraso o «lag», pues la máxima longitud
de onda y máxima altura aparecen varios días después de que se produjera el flujo máximo.
Es muy probable que gran parte de las formas que observamos estuviesen en desequilibrio
con los flujos en que se encontraban; este hecho fundamental ha recibido muy poca atención
por parte de los sedimentólogos.
Estructuras postsedimentarias
Se pueden dividir en dos grupos:
a) Las que significan una organización en la vertical de la estratificación, como los mol-
des de carga («load casts») y pseudonódulos, formados cuando capas de arenas se
hunden en capas arcillosas inferiores por diferencias de densidad y carga y las diversas
estructuras de fluidificación, producidas por movimientos de fluidos en el interior de
sedimentos no consolidados por carga diferencial o un efecto tixiotrópico causado por
sacudidas bruscas debidas a terremotos u otras vibraciones.
b) Las que significan una reorganización horizontal de la estratificación, como los pliegues
recumbentes y fallas penecontemporáneas causadas por un deslizamiento a favor de
la paleopendiente.
Ninguno de los dos grupos tiene significado ambiental.
Debe destacarse que ningún tipo de estructura sedimentaria es exclusivo de un medio, por
lo que deben emplearse en conjunto con otros criterios en la interpretación sedimentológica.
REFERENCIAS BÁSICAS
Para finalizar esta introducción se deben citar algunas obras básicas que pueden ampliar
aspectos concretos de la Sedimentología o mostrar enfoques contrapuestos, pero válidos, de
esta rama de la Geología.
46
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
BIBLIOGRAFÍA
Ager, D. V. (1981): The new Catastrophism. Cambridge University Press, Cambridge.
Allen, J. R. L. (1963): The classification of cross-stratified units, with notes on their origin. Sedimen-
tology, 2, 93-114.
— (1966): On bedforms and paleocurrents. Sedimentology, 6, 153-190.
— (1967): Depth indicators on clastic sequences. Mar. Geol., 5, 429-446.
— (1968): Current Ripples. Elsevier, Amsterdam.
— (1973): Phase difference between bed configuration and flow in natural environments and their
geologic relevance. Sedimentology, 20, 323-329.
— (1976): Time-lag of dunes in unsteady flow: An analysis of Nassner’s data from River Wesser, Ger-
many. Sediment. Geol., 15, 309-321.
— (1982): Sedimentary Structures: their character and physical basis. Elsevier, Amsterdam, 2 vols.
— (1993): Sedimentary structures: Sorby and the last decade. J. Geol. Soc. London, 100, 417-425.
47
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
Allen, M. R.; Geoffrey, G. P.; Morgan, R. K. y Walker, I. M. (2006): The deliberate search for the
stratigraphic trap. Geological Society London, Special Publication, 254.
Allen, P. A. (1997): Earth Surface Processes. Blackwell, Oxford.
Allen, P. A. y Allen, J. R. (2005): Basin Analysis: Principles and applications. Blackwell, Oxford.
Álvarez, L.; Álvarez, W.; Asaro, F. y Michel, V. (1980): Extraterrestrial cause of the Cretaceous-
Tertiary extinctions. Science, 208, 1095-1108.
Anderton, R. (1985): Clastic facies models and facies analysis. Geological Society of London, Special
Publication, 18, 31-47.
Ashley, G. M. (1990): Classification of large-scale subaqueous bedforms: a new look at an old problem.
J. Sediment. Petrol., 60, 160-172.
Asquith, G. y Krygowski, D. (2004): Basic well log analysis. American Association of Petroleum Geo-
logists, Methods in Exploration Series, 16, 244.
Aubry, M. P. (1991): Sequence Stratigraphy: Eustasy or tectonic imprint? J. Geophys. Res., 96, 6641-
6679.
Ball, P. (2009): Flow. Oxford University Press.
Batchelor, G. K. (1997): Introducción a la Mecánica de Fluidos. Ministerio Medio Ambiente, Madrid.
Barry, R. G. y Chorley, R. G. (2003): Atmosphere, weather and climate. Routledge, London.
Beerbower, J. R. (1964): Cyclothems and cyclic depositional mechanisms in alluvial plain sedimenta-
tion. Kansas Geol. Survey Bull., 169, 31-42.
Bernard, H. A.; Le Blanc, R. J. y Major, C. F. (1962): Recent and Pleistocene geology of Southwest
Texas. En H. A. Bernard (ed.), Geology of the Gulf Coast of Central Texas, Houston Geological So-
ciety, Houston, 175-225.
Blatt, H.; Middleton, G. V. y Murray, R. C. (1972): Origin of Sedimentary Rocks. Prentice Hall,
New York.
Bouma, A. H. (1962): Sedimentology of some flysch deposits: a graphic interpretation of depositional systems.
Elsevier, Amsterdam.
Brown, L. F. y Fisher, W. L. (1977): Seismic-stratigraphic interpretation of depositional systems:
examples from Brazilian rift and pull-apart basins. American Association of Petroleum Geologists,
Memoir, 26, 213-248.
Carter, R. M.; Abbot, S. T.; Fulthorpe, C. S. y Haywick, D. W. (1991): Application of global sea-
level and sequence stratigraphy models to Southern Hemisphere Neogene strata from New Zealand.
International Association of Sedimentologists, Special Publication, 12, 41-63.
Catuneanu, O. (2006): Principles of Sequence Stratigraphy. Elsevier, Amsterdam.
Chang, K. H. (1975): Concepts and terms of unconformity-bounded units as formal stratigraphic
units of distinct category. Geol. Soc. Am. Bull., 86, 1544-1552.
Cloetingh, S. (1986): Intraplate stresses: a new tectonic mechanism for fluctuations of relative sea-
level change. Geology, 14, 617-620.
— (1988): Intraplate stresses: tectonic cause of third-order cycles in apparent sea-level change? Society
Economic Paleontology Mineralogy, Special Publication, 24, 19-29.
Coe, A. L. (2003): The sedimentary record of sea-level change. Cambridge University Press, Cambridge.
Collinson, J. D. y Thompson, D. B. (1982): Sedimentary Structures. Georges Allen, Unwin, Boston.
Cowie, J. (2007) Climate change: biological and human aspects. Cambridge University Press, Cambridge.
Crevello, P. D.; Wilson, J. L.; Sarg, J. L. y Read, J. F. (1989): Controls on carbonate platforms and
basin development. Society of Economic Paleontologists and Mineralogists, Special Publication, 44, 405.
Dabrio, C. J. y Hernando, S. (2003): Estratigrafía. Facultad Geología, Universidad Complutense,
Madrid, Colección Geociencias, 1.
De Boer, P. L. y Smith, D. G. (1994): Orbital forcing and cyclic sequences. International Association
of Sedimentologists, Special Publication, 19, 558.
Dott, R. H. (1988): An episodic view of shallow marine clastic sedimentation. En P. L. De Boer,
A. Van Gelder y S. D. Nio (eds.), Tide-influenced sedimentary environments and facies. Reidel, Dor-
drecht, 3-12.
Doyle, J. D. y Sweet, M. L. (1994): Three-dimensional distribution of lithofacies, bounding surfaces, po-
rosity and permeability in a fluvial sandstone: Gypsy Sandstone, Oklahoma. AAPG Bull., 79, 70-96.
48
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
Doyle, P. y Bennett, M. R. (1998): Unlocking the stratigraphical record: advances in modern Stratigra-
phy. John Wiley and Sons, Chichester.
Doyle, P.; Bennettt, M. R. y Baxter, A. N. (1994): The key to Earth history: An Introduction to Stra-
tigraphy. John Wiley and Sons, Chichester.
Duarte, C. M. (2009): Cambio global: impacto de la actividad humana sobre el Sistema Tierra. Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
Dunbar, C. O. y Rodgers, J. (1957): Principles of Stratigraphy. John Wiley and Sons, Chichester.
Duval, B.; Cramez, U. y Vail, P. R. (1992): Types and hierarchies of stratigraphic cycles. Abstracts
Mesozoic and Cenozoic sequence stratigraphy of European Basins Symposium, Dijon, 44-45.
Dunay, R. E. y Hailwood, E. A. (1995): Non-biostratigraphical methods of dating and correlation.
Geological Society of London, Special Publication, 89.
Eberli, G. P.; Masaferro, J. L. y Sarg, J. F. (2005): Seismic imaging of Carbonate reservoirs and
Systems. American Association of Petroleum Geologists, Memoir, 81, 497.
Einsele, G. (1991): Cycles and Events in Stratigraphy. Springer, Berlin.
— (2000): Sedimentary Basins: Evolution, Facies and Sediment Budget. Springer, Berlin.
Emery, D. y Myers, K. J. (1996): Sequence Stratigraphy. Blackwell, Oxford.
Evans, G. (1965): Intertidal flat sediments and their environments of deposition in the Wash. Q. J.
Geol. Soc. London, 121, 209-245.
Evans, G.; Schmidt, V.; Bush, P. y Nelson, H. (1969): Stratigraphy and geologic history of the se-
bkha, Abu Dahbi, Persian Gulf. Sedimentology, 12, 145-159.
Faquarson, G. W. (1982): Lacustrine deltas in a Mesozoic alluvial sequence from Cam Hill, Antarc-
tica. Sedimentology, 29, 717-725.
Fisher, W. L. y Mc Gowen, J. H. (1967): Depositional systems in the Wilcox Group of Texas and
their relationship to occurrence of Oil and Gas. Trans. Gulf Coast Assoc. Geol. Soc., 17, 105-125.
Frazier, D. E. (1974): Depositional Episodes: their relationship with Quaternary stratigraphic fra-
mework in the NW portion of the Gulf Basin. Bureau of Economic Geology, Special Paper, 74, 28.
Galloway, W. E. y Hobday, D. K. (1995): Terrigenous Clastic Depositional Systems. Springer, Berlin.
Gradstein, F.; Ogg, J. y Smith, A. (2005): A Geologic Time Scale. Cambridge University Press, Cam-
bridge.
Grotzinger, J. P. (1986): Cyclicity and paleoenvironmental dynamics, Rocknest Platform, NW Ca-
nada. Geol. Soc. Am. Bull., 97, 1208-1231.
Ham, W. E. (1962): Classification of Carbonate Rocks. Memoir, vol. 1, American Association of Petro-
leum Geologists, 279.
Handford, C. R. y Loucks, R. G. (1993): Carbonate depositional sequences and systems tracts: res-
ponses of carbonates to relative sea-level changes. Memoir, vol. 57, American Association of Petro-
leum Geologists, 3-41.
Haq, B. U. (1991): Sequence stratigraphy, sea-level change and significance for the deep sea. Interna-
tional Association of Sedimentologists, Special Publication, 12, 3-39.
Harms, J. C. (1965): Stratification, bedforms and flow phenomena (with an example from the Rio
Grande). Society of Economic Palaeontologists and Mineralogists, Special Publication, 12, 84-115.
Harms, J. C.; Southard, J. B.; Spearing, D. R. y Walker, R. G. (1975): Depositional environments
as interpreted from primary sedimentary structures and stratification sequences. Society of Economic
Palaeontologists and Mineralogists, Lecture Course Notes, 2, 161.
Harms, J. C.; Southard, J. B. y Walker, R. G. (1982): Structure and Sequence in Clastic Rocks.
Society of Economic Palaeontologists and Mineralogists, Lecture Course Notes, 9, 218.
Harris, P. M.; Saller, A. H. y Simo, J. A. T. (1999): Advances in Carbonate Sequence Stratigraphy:
Applications to reservoirs, outcrops and models. Society of Economic Palaeontologists and Mineralo-
gists, Special Publication, 8, 421.
Houghton, J. (2004): Global warming: the complete briefing. Cambridge University Press, Cambridge.
Hsü, K. J. (1983): The Great Dying. Hartcourt, Brace, Jovanovitch, San Diego.
Hubbard, R. J. (1988): Age and significance of sequence boundaries on Jurassic and Early Cretaceous
rifted marine margins. AAPG Bull., 72, 49-72.
49
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
50
Facies, sedimentología y análisis de cuencas sedimentarias
51
Sedimentología: del proceso físico a la cuenca sedimentaria
52