Ciudades Wari
Ciudades Wari
Ciudades Wari
Las ciudades Wari fueron una serie de asentamientos urbanos construidos por la
cultura Wari en el actual Perú, entre los siglos VII y XII d.C. Estas ciudades, como la
capital de la cultura Wari, ubicada en la región de Ayacucho, fueron centros políticos y
religiosos importantes, y se caracterizaban por su planificación urbana y arquitectura
monumental.
Algunos enlaces que pueden resultar útiles para obtener más información sobre las
ciudades Wari son:
"Wari: Lords of the Ancient Andes", una exposición virtual del Museo de Arte
de Cleveland que incluye información sobre la cultura Wari y sus ciudades:
"La ciudad Wari de Pikillaqta", un artículo de la revista Arqueología y Sociedad
sobre una de las ciudades Wari más importantes en la región de Cusco:
"The Wari Empire", un artículo de la revista Archaeology que presenta un
resumen de la cultura Wari y sus ciudades: Código relacionado con las
ciudades Wari no existe, ya que se trata de un tema histórico y arqueológico.
Alejandro Magno:
Mirón (en griego Μύρων; trabajó h. 480-440 a. C.) fue un escultor y broncista de
mediados del siglo V a. C.1 y uno de los más conocidos autores del arte griego, cuyas
aportaciones escultóricas supusieron la transición al periodo clásico. Nacido en Eléuteras,2
ciudad situada en la frontera de Beocia y el Ática. Según la Historia
Natural de Plinio, Agéladas de Argos fue su maestro.3
El viajero Pausanias destacó esculturas de Mirón que permanecían in situ en el siglo II.
Quionis, un vencedor olímpico del siglo VII de Esparta era conmemorado a través de un
bronce idealizado obra de Mirón.4
Trabajó fundamentalmente con el bronce:5 y aunque hizo algunas estatuas de dioses y
héroes, su fama descansa principalmente en sus representaciones de atletas, en los que
hizo una revolución, según los comentadores de la Antigüedad, al introducir una mayor
audacia en la pose y un ritmo más perfecto, subordinando las partes al todo. La
observación de Plinio de que las obras de Mirón eran numerosior que las de Policleto y
«más diligentes»6 parece sugerir que eran consideradas de proporciones (numeri) más
armoniosas y al mismo tiempo más convincentes en su realismo: diligentia denotaba «gran
atención a los puntos delicados», una cualidad que, con moderación, era característica de
las mejores obras de arte, según los críticos de la Antigüedad.7 Su gran mérito consistió en
saber captar como nadie el movimiento. Sus obras más famosas se caracterizan por la
representación fidedigna de las tensiones del cuerpo humano en movimiento, como se
aprecia en su conocido Discóbolo, y el realismo en sus esculturas de hombres y animales.
Sus obras más famosas, según Plinio (Historia Natural, 34.57-59) fueron una vaquilla, un
perro (canem, tal vez Cerbero), un Perseo, un sátiro (Marsias) admirando la flauta y
Minerva (Atenea), un Hércules, que se llevó al santuario que le dedicó Pompeyo el
Grande en el Circo Máximo, el Discóbolo (el lanzador de disco), y un Apolo para Éfeso,
«que Antonio el triunviro cogió a los efesios, pero el Augusto deificado lo restauró después
de haber sido advertido en un sueño».8 Los escritores del Alto Imperio Romano
consecuentemente consideraron a Mirón entre los más grandes de los escultores griegos,
un signo de que su reputación contemporánea había permanecido alta.
Guerras peleponesas: