Clínica Del Suicidio
Clínica Del Suicidio
Clínica Del Suicidio
Las conductas suicidas constituyen uno de los problemas más importantes en salud
pública. En una revisión de lo acaecido en 201 países publicada por la OMS en 2015 puede
apreciarse cómo aproximadamente 808.000 personas se suicidan al año en el mundo,
cantidad similar a la de personas fallecidas en accidentes de tránsito (856.000) y superior a
la de muertes causadas por los conflictos bélicos durante idéntico período (322.000)1.
Sin embargo, esas cifras sólo representarían la punta de un iceberg, ya que, según
datos de la OMS, aproximadamente 10,2 millones de personas en todo el mundo cometen
algún tipo de conducta suicida que requiere atención médica y cerca de 30 millones estarían
en peligro de cometer este tipo de comportamientos, aunque no reclamen atención.
Un intento de suicidio puede ser la primera señal de alarma de una depresión cuando
otras han pasado inadvertidas: la tristeza, el enlentecimiento psicomotor, la falta de apetito,
etc.
Los profesionales que atienden a depresivos pueden salvar a muchas personas del
suicidio ya que el diagnóstico de depresión generalmente no ofrece grandes dificultades y el
potencial suicida en las depresiones es muy alto. Además de las medidas de contención y
vigilancia del paciente, existen tratamientos eficaces.
El proceso suicida suele atravesar tres fases:
a) Aparición de la idea suicida. Sucede ante una situación conflictiva o un estado de humor
deprimido o ansiedad.
b) La fase de duda, que es de duración variable. El individuo pasa de la idea a la posibilidad
de llevar a cabo la idea.
c) En la fase de decisión, tienen lugar los preparativos para pasar al acto.
En los impulsivos la fase de duda puede ser muy breve, mientras que en los
depresivos suele ser larga.
Se han descrito múltiples motivaciones (finalidad e intencionalidad) que pueden, en
un momento dado, llevar a un intento de suicidio. Entre las más frecuentes encontramos:
1. Desesperación por no alcanzar ciertas metas u objetivos lo que se vive como un
fracaso irremediable.
2. Conducta de huida como vía de escape ante ciertas situaciones.
1 Diversos estudios arrojan resultados similares. Entre 10 y 20 millones de personas intentan suicidarse cada año.
Casi un millón lo logra. En los Estados Unidos alguien se suicida cada diecisiete minutos. En 1995 murieron más
jóvenes por suicidio que por sida, cáncer, apoplejía, neumonía, influenza, defectos congénitos y enfermedades
cardíacas sumadas. Algunos autores estiman aproximadamente 23 intentos por cada suicidio consumado.
www.facebook.com/luishornstein 1 [email protected]
3. Una forma de llamar la atención.
4. Una forma de chantaje a otras personas.
5. No se encuentra sentido a la vida. El vivir es penoso, doloroso e irresistible,
viéndose en el suicidio la única forma de solución. Es típico de las depresiones
graves.
6. La soledad y el aislamiento es un motivo frecuente en personas de edad
avanzada.
www.facebook.com/luishornstein 2 [email protected]
de la capacidad cognitiva por un trastorno depresivo primario), hacen que muchas veces la
depresión pase inadvertida.
La manera más eficaz de prevenir la conducta suicida es la detección precoz de la
depresión, instaurando un tratamiento adecuado, valorando el potencial suicida del paciente
y si éste es elevado, tomando las medidas de contención correctas como la internación
psiquiátrica o domiciliaria.
Suicidio y depresiones
Las depresiones constituyen la categoría diagnóstica más frecuente entre las
personas que se suicidan. Aproximadamente el 15% de los pacientes acabará consumando
el suicidio. La mayor parte de los estudios de suicidios en las depresiones no establecen
diferencias entre sus distintas formas y si están asociadas a otras patologías psiquiátricas,
como puede ser el abuso de alcohol u otras drogas y obvian otros factores que inciden en el
suicidio.
La más alta incidencia de suicidios se presenta en trastorno depresivo mayor así
como en la fase depresiva de la forma bipolar. En un estado de ánimo eufórico, en cambio,
no suelen presentarse pensamientos autoagresivos, pero a veces la exaltación, al
minimizarse la autocrítica, puede llevar a un accidente mortal.
En las depresiones melancólicas donde predominan los pensamientos de tipo
obsesivo y las ideas delirantes (culpa, ruina o hipocondríacas), el riesgo suicida es muy alto.
El riesgo suicida se halla presente en la depresión mayor en todos los momentos de
su evolución. No obstante, existen períodos que parecen más propicios a la instauración de
una ideación suicida. Así, la mayoría de los pacientes cometen el suicidio en las fases
tempranas, siendo los momentos claves el comienzo y el final de cada episodio depresivo, y
el momento de mayor riesgo, los meses después de haber sido dados de alta del hospital.
En la depresión muchos quieren morir para salir de una vez de la situación en que se
encuentran atrapados y liberarse de la aflicción de la que son tan conscientes. Para desear
matarse, sin embargo, hace falta un nivel adicional de pasión y cierta capacidad de ejercer
violencia sobre uno mismo. El suicidio no es producto de la pasividad, sino de la acción.
Requiere energía y voluntad, además de la convicción de que el mal momento presente no
acabará nunca, y como mínimo, una pizca de impulsividad.
Si aproximadamente el 15% de los pacientes depresivos cometen suicidio, la
convierte en una de las enfermedades más letales. Numerosos estudios que apoyan estas
conclusiones se basan en resultados epidemiológicos extraídos de una mezcla de
poblaciones tratadas y no tratadas. Hay abundante evidencia clínica de que la tasa de
suicidios de la población que recibe tratamiento es inferior al 15%. El trastorno depresivo
mayor tiene un riesgo de suicidio 20 veces mayor al de la población general, así como los
pacientes bipolares tipo I tienen un riesgo 15 veces mayor.
www.facebook.com/luishornstein 3 [email protected]
valorando el estado médico y psiquiátrico actual, determinando sus logros y conflictos
psicosociales y considerando sus respuestas a tratamientos previos.
Al confeccionar la historia clínica de un paciente, debe investigarse la presencia de
un plan suicida, prestando especial atención a los pasos realizados para poner en práctica
dicho plan, así como evaluar su potencial letal. Hay que valorar la disponibilidad de medios,
desde el almacenamiento de medicación hasta el de armas de fuego2. Debe preguntarse si
el paciente ha realizado alguna acción específica para preparar su muerte, como la compra
de un arma, hacer testamento o regalar objetos de valor. También es importante indagar la
presencia de otros síntomas asociados a un riesgo elevado de suicidio. Entre ellos se
encuentran los síntomas delirantes, la anhedonía, la desesperanza y una intensa ansiedad.
Es fundamental obtener los antecedentes de tentativas suicidas, así como de
violencia e impulsividad. Además, debe valorarse la presencia de adicción. Hay que
determinar la motivación para buscar ayuda en general y tratamiento psiquiátrico en
particular.
Luis Hornstein
Premio Konex de platino en psicoanálisis (década 1996 a 2006). Sus
últimos libros son Narcisismo (Paidós, 2000), Intersubjetividad y Clínica
(Paidós, 2003), Proyecto terapéutico (Paidós, 2004), Las depresiones
(Paidós, 2006), Autoestima e identidad (F.C.E., 2011) Las encrucijadas
actuales del psicoanálisisis (F.C.E, 2013). Puedes escribirle a su email:
[email protected] o consultar su página www.facebook.com/luishornstein
2 Aquellos países en los que el suicidio por armas de fuego es un hecho ampliamente extendido, como, por
ejemplo, Estados Unidos, deben hacer mayor hincapié en este punto. En EE.UU. el 60% del total de suicidios se
realiza con armas de fuego, siendo este método más utilizado en los varones.
www.facebook.com/luishornstein 4 [email protected]